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Spinoza_y_la_alquimia

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 Spinoza y la alquimia 
 María José Villaverde 
 
La biografía de un autor aporta elementos que pueden arrojar luz sobre su pensamiento. Más aún en 
el caso de Spinoza, cuya obra tiene un carácter críptico1 debido a la utilización de un doble lenguaje2 
y al uso de "expresiones veladas (y un) lenguaje codificado", como señalaba uno de sus 
contemporáneos.3 Aunque la atmósfera represiva4 que enturbió la vida del filósofo justifica su 
cautela,5 hay otra razón que, a mi juicio, explica que no desvelara por completo ni divulgara parte de 
su pensamiento: su faceta de alquimista, una vertiente muy poco explorada y deliberadamente 
ignorada por la mayoría de sus biógrafos.6 En trabajos anteriores7 he tratado de mostrar que el vínculo 
que unía al círculo de Spinoza era su interés por la alquimia. Esta vez me propongo explicar que dicho 
interés era el nexo de unión entre el filósofo y científicos como Oldenburg, Boyle, Van den Enden, 
Serrarius, Glauber, Christiaan Huygens, etc. 
 
Abstract 
 
 
1 J. Israel se refiere a los "métodos furtivos" de un autor "más o menos clandestino" que afectaron al contenido, estilo y 
lenguaje de sus libros. "The Banning of Spinoza’s Works in the Dutch Republic 1670-1678" en Disguised and overt 
Spinozism in around 1700. Papers presented at the International Colloquium, Held at Rotterdam, 5-8 October 1994, 
Leiden, E. J. Brill, 1996, p. 5. 
2 Leo Strauss es categórico al señalar que Spinoza, como Maimónides, presentó sus enseñanzas de manera 
deliberadamente contradictoria para evitar la persecución. L. Strauss, Spinoza’s Critique of Religion, New York, 
Schocken Books, 1982, p. 147. 
3 Según el colegiante Adriaen Pietersz Verweren, en un libro publicado en 1683. Ver J. Israel, Radical Enlightenment. 
Philosophy and the Making of Modernity 1650-1750, New York, Oxford University Press, 2002, p. 309. 
4 Los Países Bajos, aún siendo en esa época el país más libre de Europa, era un estado confesional que debía velar por la 
pureza de la doctrina. Hasta 1798 la República Bátava no declaró en su constitución que "cualquier ciudadano tenía 
libertad para servir a Dios de acuerdo con los dictados de su corazón", que ninguna confesión religiosa disfrutaría de 
beneficios y que todas ellas tendrían que sufragar a sus ministros e instituciones. Ver H. Krop, "La represión del 
cartesianismo radical en los tolerantes Países Bajos" en M. J. Villaverde, J. C. Laursen (eds.), Forjadores de la Tolerancia, 
Madrid, Tecnos, 2011, p. 45. 
5 Ver Spinoza, Correspondencia (ed. de Atilano Domínguez), Madrid, Alianza, 1988, carta 68 (a Oldenburg), p. 
377.Desde ese brumoso recuerdo de la huida de sus antepasados, perseguidos por la Inquisición española y luego 
portuguesa, al affaire Uriel Da Costa, magníficamente relatado por Gabriel Albiac en La Sinagoga vacía, y aviso para 
navegantes que Spinoza no echó en saco roto; a su propia excomunión y el atentado contra su propia vida; al 
encarcelamiento y muerte en prisión de su amigo Adriaan Kerbagh; al acoso de los teólogos que le "tendían por todas 
partes asechanzas", la biografía de Spinoza está marcada por la represión y por los obstáculos a la libertad de pensamiento. 
6 Aunque no por todos. Leo Strauss le califica como el "clásico filósofo esotérico". Ver C. Hilb, Leo Strauss: el arte de 
leer. Una lectura de la interpretación straussiana de Maquiavelo, Hobbes, Locke, y Spinoza. Buenos Aires, FCE, 2005, 
p. 301. Richard Popkin (Spinoza, London, Oneworld, 2004, pp. 80-82) afirma que su pensamiento está lleno de conceptos 
cabalísticos, y Marc Bedjai le asocia con los rosacruces (Le docteur Franciscus Van den Enden, son cercle et l'alchimie 
dans les Provinces Unies du XVIIe siècle, Paris, République des Lettres, 1991, p. 19, nota). 
7 M. J. Villaverde, "Spinoza: persecución, ateísmo, alquimia" en Forjadores de la Tolerancia, o. cit., pp. 67-99; "Spinoza's 
Paradoxes: An Atheist who defended Scriptures? A Freethinking Alchemist?" en J. C. Laursen, M. J. Villaverde, 
Paradoxes of Religious Toleration, Lanham, etc, Lexington Books, 2012, pp. 9-38; Introducción a Baruch 
Spinoza, Tratado teológico-político. Tratado político, Tecnos, Madrid, 2010. 
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The biography of an author provides elements that can shed light on his thought. Moreover, in the 
case of Spinoza, whose work has a cryptic character due to the use of double meanings, as well as 
"veiled expressions and coded language" as one of his contemporaries pointed out. Although the 
repressive atmosphere that roiled the philosopher's life justifies his caution, there is another reason 
that, in my opinion, can explain or elucidate part of his thought: his facet as an alchemist, very little 
explored and deliberately ignored by most biographers. In previous articles I have tried to show that 
the bond that united Spinoza's circle was his interest in alchemy. This time I intend to explain how 
this interest was the link between the philosopher and scientists like Oldenburg, Boyle, Van den 
Enden, Serrarius, Glauber, Christiaan Huygens, etc. 
 
 
En el siglo XVII la alquimia era un saber reputado y extendido entre los intelectuales de la época.8 
Alquimia y ciencia estaban estrechamente unidas y el saber alquimista era la plataforma para 
investigar las leyes de la naturaleza. Dado que la alquimia (aunque revestida de extraña simbología) 
encerraba un conocimiento empírico de la naturaleza que, supuestamente, permitía la transformación 
de los metales de baja ley en oro, era un saber difundido con infinitas precauciones a adeptos de 
moralidad intachable que no ambicionaban su enriquecimiento personal9. Por ello los libros de 
alquimia estaban escritos en un lenguaje codificado que dificultaba su comprensión a los profanos. 
Como destaca Wim Klever10, respetados científicos intentaron durante el siglo XVII producir oro. 
Podemos citar a Robert Fludd (1574-1637), médico de Isabel I de Inglaterra y de Rodolfo II de 
 
8 Ver P. Rattansi, A. Clericuzio (eds.), Alchemy and Chemistry in the 16th and 17th Centuries, Dordrecht, Kluwer, 1994. 
Ver también L. Peterschmitt, "The Idea of Science and the Spirit of Chemistry", en M. López, D. Kahn, M. Rey (eds.), 
Chimia: Science and Nature in Medieval and Early Modern Europe, Newcastle, Cambridge Scholars Publishing, 2010. 
9 En un texto alquimista se dice: “El <arte regio> exige una extraordinaria comprensión y cierta disposición de alma, 
virtud sin la cual su práctica podría acarrear graves peligros espirituales”. Titus Burckhardt, Alquimia, Plaza&Janés, 
Barcelona, 1972, p. 38. 
10 W. Klever, "The Helvetius Affair or Spinoza and the Philosopher’s Stone. A document on the background of Letter 
40", Studia Spinozana, 3, 1987, p.439. 
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Habsburgo,11 y seguidor de Paracelso,12 el más famoso alquimista del siglo XVI al que todos 
reverenciaban. Fludd publicó en 1617 el Tratado Teológico-Filosófico; a pesar de la proximidad entre 
dicho título y el TTP, se desconoce si Spinoza lo conocía y si le pudo servir de inspiración. Otro 
alquimista famoso fue Jan Baptista Van Helmont (1577-1644), médico, físico y químico flamenco, 
también discípulo de Paracelso quien, al parecer, tenía una receta para curar todas las enfermedades 
(el alkahest),13 a la que más adelante me referiré.14 
Pero el gran alquimista contemporáneo de Spinoza fue Newton; el descubrimiento de que el Director 
de la Real Casa de la Moneda de Londres, presidente de la Royal Society y padre de la ciencia moderna 
había dedicado parte de su vida a los experimentos alquimistas fue un choque para la Academia. Los 
manuscritos sobre alquimia de Newton fueron divulgados a partir de 1936, cuando el economista 
John Maynard Keynes compró parte de ellos en la casa de subastas Sotheby's de Londres; hasta 
entonces habían sido silenciados para no mancillar su reputación. Posteriormente, fueron estudiados 
por Betty J. Teeter Dobbs, profesora de la Universidad de California,quien, por ejemplo, descubrió 
que la ley de la gravitación universal había surgido a partir de un experimento alquimista (con el 
régulo de antimonio).15 Piyo Rattansi, profesor emérito del University College London, ratifica 
asimismo el interés de Newton por el conocimiento hermético. Y el propio científico escribía a 
 
11 Rodolfo II, apodado el "Emperador de los Alquimistas" fue educado en la corte de Felipe II quien, según Francisco 
Rodríguez Marín, alentaba los experimentos de alquimia. Ver F. Rodríguez Marín, "Felipe II y la alquimia". Conferencia 
leída en la Real Academia de Jurisprudencia el 9 de mayo de 1927, Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos, Madrid, 
1927, pp. 9-31. En el inventario del archivo de Rodríguez Marín se encontraron 8 notas de Pedro del Hierro, secretario 
de Felipe II, con respuestas de puño y letra del rey, que hacían referencia a un negocio de alquimia. C. Herrera, Inventario 
del archivo de Francisco Rodríguez Marín, Madrid, CSIC, 1996, p. 17- 89. En una de las notas, Hoyo le escribe al rey: 
"los del secreto tienen por sin duda ser puro oro lo que se produjo de la materia que se mezcló (...) Preguntaba yo anoche 
a uno de los hermanos si con buena diligencia se podrían hazer siete o ocho millones en un año; respondiome muy en 
sana paz que y aun veinte". R. Taylor, Arquitectura y Magia. Consideraciones sobre la Idea de El Escorial, Madrid, 
Siruela, 2006 (1992), p. 145. También en carta de Francisco de Prado Calderón a Felipe II de 8 de marzo de 1560, se dice 
que "la materia toda se ha buelto negra, de aqui a quinze dias dize el maestro lo estará mas, y sera acabada la putrefaccion 
del oro (como los alquimistas dizen ) ut deinde fiat generatio. Apéndice II Felipe II y la Alquimia, o. cit., p. 143. Ver 
también W. C. Eamon, "Masters of Fire: Italian Alchemists in the Court of Philip II" en Chimia: Science and Nature in 
Medieval and Early Modern Europe, pp. 138-156. 
12 Sobre Paracelso, ver A. Koyré, Mystiques, spirituels, alchimistes du XVI siècle allemand. Paris, Gallimard, 1971. 
13 El Ludus tendría la capacidad de disolver cualquier sustancia sin dejar residuos, reduciéndola a sus componentes 
primarios; el alkahest sería la fuente de poderosos remedios, en especial, contra los "males de la piedra", la litiasis renal, 
causa incurable de muchas muertes hasta el siglo XIX. Según Van Helmont, era posible, por ejemplo, elaborar un remedio 
contra el cálculo urinario mediante la disolución del Ludus con el alkahest. No tanto por el mineral, sino por la capacidad 
del alkahest para transformarlo en fuente de cura. 
14 Sobre las transmutaciones de van Helmont se encuentran tres menciones en sus Obras, publicadas por su hijo Franciscus 
Mercurius van Helmont con el título Oriatrike or, Physick Refined..., London 1662. 
http://www.levity.com/alchemy/helmont.html. Consultado marzo 2016. 
15 B. J. T. Dobbs, The foundations of Newton's Alchemy or, The Hunting of the Greene Lyon, Cambridge, New York, etc, 
Cambridge University Press, 2008 (1975), p. 212. Asimismo Alchemical Death&Ressurrection: the Significance of 
Alchemy in the Age of Newton, Washington, Smithsonian Books, 1990. 
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Oldenburg en 1676: "muchos se frotan las manos por hacerse con ese conocimiento y quién sabe qué 
harán para verlo publicado".16 
Al decir de la profesora brasileña Ana María Goldfarb, muchos ´hombres razonables´, además de 
Newton, poseían ´segundas agendas´ con experimentos científicos.17 No se tiene constancia de que 
Spinoza y Newton mantuvieran contactos, aunque el filósofo holandés sí tuvo relación con muchos 
otros miembros de la Royal Society. La investigación en los archivos de esta sociedad daría pie, 
seguramente, a interesantes descubrimientos pero está en gran parte por hacer. El último hallazgo fue 
publicado en la Revista Pesquisa en septiembre de 2012.18 Las profesoras Ana Maria Goldfarb y 
Márcia Ferraz, del Centro Simão Mathias de la Pontificia Universidad Católica de São Paulo (Cesima 
PUC-SP), encontraron una pizca de un polvo amarillento y de olor penetrante envuelto en un pequeño 
sobre, y adosado a una carta fechada en 1675 y dirigida al primer secretario de la Royal Society, Henri 
Oldenburg19. La carta provenía de Antuerpia (Amberes, en la actual Bélgica), la enviaba un boticario 
y alquimista llamado Augustin Boutens y contenía, según las investigadoras, la primera muestra de 
alkahest (también llamado Ludus), de la que se tiene noticia desde el siglo XVII.20 De acuerdo con 
estas investigadoras, desde la década de 1640, el objetivo central de la ciencia inglesa fue encontrar 
dicha receta; de ahí que, supuestamente, el rey Carlos II fundase la Royal Society con tal propósito.21 
De la aplicación de los principios teóricos de la alquimia surgió la Espagiria, cuyos medicamentos 
procedían de los principios activos de los vegetales y animales. Uno de los médicos más famosos de 
la época fue Giuseppe Borri,22 cuyas gotas secretas curaban, al parecer, las enfermedades de los ojos. 
Oldenburg le visitó en Ámsterdam en junio 1661, y el médico danés Olaus Borch lo hizo en abril 
1662, según afirma en su Diario. Van den Enden recomendó a Dirk Kerckrinck contactar con él para 
 
16 Carlos Haag, "Una incómoda pizca de magia. Investigadoras brasileñas descubren polvo alquímico en un archivo de la 
Royal Society, la sede de la Revolución científica". http://revistapesquisa.fapesp.br/es/2012/09/28/una-incomoda-pizca-
de-magia/ p. 57. Consultado septiembre 2015. 
17 Ibidem, p. 56. 
18 Ibidem. 
19 Oldenburgh se encargaba de Ciencias físicas mientras que John Wilkins se ocupaba de Ciencias biológicas. F. Buyse, 
"Boyle, Spinoza and the Hartlib Circle: the Correspondence which never took place" en Society and Politics, Vol. 7, No. 
2 (14)/November 2013, p. 50, nota. http://socpol.uvvg.ro/docs/2013-2/3.%20Filip%20Buyse.pdf Consultado febrero 
2016. 
20 Las investigadoras ya habían revelado, en 2010, en el marco de un Proyecto Temático apoyado por la FAPESP, la 
supuesta fórmula de 1661 del alkahest; pero ahora afirman haber encontrado una muestra, que está siendo analizada por 
la Royal Society. El sobre había pasado por las manos de la historiadora Marie Boas quien se encargaba, en los años 1960, 
de catalogar la correspondencia de Oldenburg, pero Boas creía que se trataba de pirita. No se planteó que los científicos 
del siglo XVII podían tener intereses alquimistas y desechó investigar el carácter hermético de las cartas de Oldenburg. 
O. cit., p. 55. 
21 La Royal Society montó un laboratorio químico porque, en palabras de Oldenburg , "el propósito de esta Sociedad Real 
[es] que, para mejor constitución de los fines de su Institución, se estudie más a la Naturaleza que a los Libros". 
Philosophical Transactions, 7, (1665), p. 140. Citado por H. Severgnini, Robert Boyle. Mecanicismo y experimento, 
Córdoba, Encuentro Grupo Editor, 2007, p. 24 
22 Meinsma, o. cit., p. 289 y Bedjai, o. cit., p. 46. 
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obtener la fórmula de su famoso colirio. Kerckrinck, que fue condiscípulo de Spinoza en casa de Van 
den Enden, con cuya hija se casó, terminó haciéndose famoso por sus curas con unas gotas similares 
a las del alquimista italiano. Meinsma le califica de "absorto por los experimentos químicos o 
alquimistas",23 Bedjai asegura que se dedicó en cuerpo y alma a la Espagiria y a la alquimia24 y, en 
1671, el poeta Van der Goes describió su laboratorio que, según Wim Klever, no debía ser muy 
diferente al de Van den Enden.25 En 1671, Spinoza poseía en su biblioteca dos de sus obras, 
Spicilegium anotimicum y Comentario al Carro triunfal del antimonio26. Esta última trataba de uno 
de los libros más famosos de alquimia, escrito por un autor cuyo seudónimo era Basilio Valentín. 
En la carta encontrada en los archivos de la Royal Society por las profesoras brasileñas, el alquimista 
Boutens escribía a Oldenburg: "Han pasado años desde que le envié a usted una buena cantidad del 
Ludushelmontiano [de van Helmont], a partir del cual he elaborado el material sulfuroso que le adoso 
debajo. Confío en su sabiduría para comprender los efectos que produce".27 El desinterés de 
Oldenburg durante ese tiempo pudo deberse a que el hijo de Van Helmont, Franciscus Mercurius, de 
viaje en Inglaterra, había llevado consigo muestras del material de su padre, y la Royal Society habría 
tenido acceso a ellas.28 Pero ocho años antes, en septiembre de 1667,29 Oldenburg se mostraba 
sumamente interesado por los trabajos de Boutens: "Supe por intermedio de un amigo en París de su 
gran predisposición hacia la curiosidad y su especial inclinación por la sólida filosofía que se basa en 
la observación y los experimentos que estamos intentando establecer aquí en la Royal Society. 
También me informaron de sus infatigables intentos por descubrir los secretos de la naturaleza por 
el buen camino de la química".30 
Es de destacar que tal objetivo, "descubrir los secretos de la naturaleza", era plenamente compartido 
por Spinoza. Según Bedjai, Spinoza y Van den Enden eran, a comienzos de los años sesenta "ateos 
cartesianos" muy próximos a Glauber, Borri y Kerckrinck, todos ellos alquimistas.31 Al parecer, Van 
 
23 Meinsma, o. cit., p. 389. 
24 Bedjai, o. cit., p. 47. 
25 F. Van den Enden, Free Political Propositions and Considerations of State (1665), W. Klever (ed.), Vrijstad, 2007, 
pp. 38-39. 
26 Según Atilano Domínguez. Ver Spinoza, Correspondencia, o. cit., p. 307, nota 311. Y Meinsma, pp. 403 y 416, nota. 
27 Revista Pesquisa, o. cit., p. 57. 
28 Una de ellos se entregó supuestamente a Foxtrot, quien se la remitió a Newton, y éste a su vez al naturalista John 
Woodward. En cuanto a la caja remitida a Oldenburg por Boutens, el secretario de la Royal Society se la entregó al parecer 
a Boyle, quien a su vez se la entregó, según la profesora Goldfarb, a Locke, uno de sus colaboradores en el laboratorio, 
para que la analizase. Parece ser que, por intermedio de Henri More, Mercurius van Helmont se convirtió en mentor de 
Lady Anne Conway cuyas terribles jaquecas no conseguía curar el mismísimo Harvey. El entorno de Conway incluía, 
además de a More y Ralph Cudworth, líderes de los Platonistas de Cambridge, al experimentado hombre de laboratorio 
Ezekiel Foxtrot, amigo y colaborador de Newton. 
29 En junio de 1667, Oldenburg fue encarcelado durante dos meses en la Torre de Londres y su liberación coincidió con 
el final de la guerra con Holanda. La correspondencia con Spinoza se reanudó en 1675, después de trece años. 
30 Ibidem, p. 58. Las cursivas son mías. 
31 Bedjai, p. 19, nota. 
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den Enden estaba en posesión de doctrinas secretas (arcaniora) que, según un panfleto de la época, 
habría transmitido a Bouwmeester, el seguidor de Spinoza.32 Más tarde, el ex jesuita testificaría en 
París que había revelado secretos de alquimia a Latréaumont y Rohan.33 No es por tanto descabellado 
pensar que se los comunicara asimismo a su ex discípulo Spinoza, con quien mantenía una estrecha 
relación. A la vez Tschirnhaus habría desvelado los conocimientos "secretos de Spinoza", de forma 
imprudente y contra el parecer del filósofo, a Leibniz, quien tenía previsto escribir "Los elementos 
de una filosofía secreta de la totalidad de las cosas geométricamente demostrada" o "Sobre los 
secretos de lo sublime".34 
Volviendo al hallazgo de las investigadoras brasileñas, a pesar de haber encontrado la supuesta 
muestra del alkahest en los archivos de la Royal Society, en las actas no figuraba ningún registro de 
tal substancia. Sin embargo, sí hallaron otro documento, escrito por Oldenburg, detallando "los 
experimentos realizados en la Royal Society bajo la presidencia de Sir Murray", entre los cuales se 
encontraba el alkahest. También descubrieron correspondencia de Oldenburg con el médico y 
alquimista veneciano Francisco Travagino quien, al parecer, había convertido mercurio corriente en 
plata pura pero, para gran disgusto de Oldenburg, era incapaz de repetir el proceso. 
Hay aún más datos del interés del secretario de la Royal Society por la alquimia. En una carta de 
Christiann Huygens a su amigo Robert Moray de junio de 1661, le refiere la visita de Oldenburg a 
Ámsterdam y Leiden y su entrevista con el conocido alquimista Francesco Borri, quien le entregó 
una carta de presentación para Kenelm Digby, que contenía un trozo de "madera incombustible".35 
Según Marc Bedjai,36 fue en ese mismo viaje y en el mes de agosto, cuando Oldenburg visitó a 
Spinoza en Rijnsburg, y desde entonces y hasta 1665 mantuvo correspondencia con él. De acuerdo 
con los editores americanos de la Correspondencia de Spinoza, no fue Huygens, quien conocía a 
Oldenburg de viajes anteriores a Holanda, sino Johannes Coccejus, profesor de teología de Leiden, 
quien le presentó a Spinoza.37 Fue en esa etapa cuando Oldenburg entró en contacto con el grupo que 
constituiría la Royal Society y de la que se convertiría en secretario adjunto.38 
 
32 Ver Israel, Radical Enlightenment, o. cit., p. 309. 
33 Sobre las prácticas alquimistas de Van den Enden, Bedjai cita dos testimonios: la propia confesión de Van den Enden 
del 21 noviembre 1674 en el complot contra Luis XIV, en la que afirmaba haber enseñado a La Tréaumont a transformar 
el plomo en oro y plata, y la declaración del denunciante, quien afirmó que Latréaumont y Rohan acudían a la residencia 
de Van den Enden para que les iniciase en la alquimia. Procès Rohan, Arch. Nat. V4 1474; B.N., ms. cit. p. 1006. Citado 
por Bedjai, o., cit., p. 21. Ver Jean Ducausé, sieur de Nazelle, Mémoires du temps de Louis XIV, E. Daudet (ed.), Paris, 
Plon, 1899, pp. 117-118. 
34 M. Stewart, El hereje y el cortesano. Spinoza, Leibniz, y el destino de Dios en el mundo moderno, Ediciones de 
Intervención Cultural/Biblioteca Buridán, 2007, p, 181. 
35 C Huygens, Correspondencia, III, nº 881, citado por Meinsma, o. cit., p. 224. 
36 M. Bedjai, o. cit., p. 26. 
37 Spinoza, The Letters, Indianopolis/Cambridge, Hackett, 1995, Introduction, p. 8. 
38 Oldenburg tuvo contactos con Hobbes y mantuvo una relación epistolar con Milton. 
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El trabajo de la Royal Society, y de Oldenburg en particular, consistía en relacionar a los científicos 
e investigadores ingleses y extranjeros para que trabajaran conjuntamente o intercambiaran 
conocimientos, estableciendo pautas comunes de trabajo en el laboratorio que pudieran repetirse, tal 
y como exigía la ciencia moderna. Aunque la creación de la sociedad se suele fechar en torno a 1660, 
anteriormente ya existía en Londres el llamado Círculo Hartlib, o "Colegio Invisible" de Samuel 
Hartlib, basado en las máximas del checo Jan Comenius y de John Durie, un milenarista presunto 
testigo de transmutaciones de metales en oro.39 
Muchos de los miembros del Colegio, que se integraron más tarde en la Royal Society, eran conocidos 
o amigos de Spinoza, como Oldenburg, Boyle, Serrarius, Glauber y Menasseh ben Israel. Robert 
Boyle estuvo muy influenciado por dicho Círculo entre los años 1645 y 1659. Allí conoció a George 
Starkey, alquimista estadounidense que había estudiado en Harvard, emigrado después a Inglaterra y 
cuyos trabajos de experimentación le influyeron mucho. Según los especialistas en Boyle, éste trató 
a Starkey y le consultó sus problemas de salud.40 
En el Químico escéptico, de 1661, Boyle habla de su método experimental para la transmutación de 
los metales en oro.41 El químico inglés sostenía que los metales de baja ley podían ser transformados 
en oro, eliminando sus impurezas mediante un proceso de calentamiento y destilación. Según Klever, 
Spinoza probablemente poseía dicha obra, donde hay muchos indicios e incluso informes extensos 
sobre sus experimentos con el oro. Como es sabido los contactos entre Boyle y Spinoza se 
establecieron y mantuvieron a través de Oldenburg. La correspondencia entre ambos que se ha 
conservado comprende 17 cartas de Oldenburgy 11 de Spinoza. En octubre de 1661, Oldenburg envió 
a Spinoza un ejemplar del libro de Boyle Certain Physiological Essays junto con una carta, en la que 
le rogaba que le enviara sus comentarios, centrándose especialmente en los experimentos a los que 
se refería el libro.42 No deja de ser extraño que Oldenburg se dirigiera a un filósofo como Spinoza 
para conocer su opinión sobre un experimento de química. Como es sabido, Spinoza le contestó en la 
carta 6 (sin fecha pero probablemente de comienzos de 1662), que es una de las más largas de toda 
 
39 John Dury o Durie, quien pertenecía al Círculo Hartlib y del que se dice que presenció una transmutación de Starkey, 
estaba emparentado por su matrimonio con Robert Boyle y su hija fue la segunda mujer de Oldenburg 
40 H. Severgnini, o. cit., p. 40. También W. Newman, "Boyle's Debt to Corpuscular Alchemy" en M. Hunter (ed.), Robert 
Boyle Reconsidered, Cambridge U. Press, 1994, pp. 107-118; W. Newman, L. Principe, Alchemy Tried in The Fire: 
Starkey, Boyle and the Fate of Helmontian Chymistry, Chicago U. Press, 2002. 
41 El uso de términos como "alquimia" y "química" en Boyle son en muchas partes de sus escritos, intercambiables. H. 
Severgnini, o. cit., p.36, nota. 
42 F. Buyse, o. cit, p. 37. Sobre la llamada "correspondencia" entre Boyle y Spinoza, ver P. Macherey, "Spinoza lecteur 
et critique de Boyle", Revue du Nord, 77 (1995), pp. 733–774. 
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su correspondencia, criticando la filosofía corpuscular de Boyle. En la carta 13, Spinoza añadía más 
detalles sobre sus desacuerdos con Boyle con respecto a sus experimentos sobre el nitro.43 
 El filósofo holandés daba muestras, no solo de tener conocimientos químicos,44 sino de haber 
realizado experimentos en laboratorio.45 Meinsma constata sus amplios conocimientos sobre el 
nitro.46 Jonathan Israel, aunque sólo hace referencia a la experimentación en general, destaca que, a 
pesar de carecer de recursos propios (es de suponer que se refiere a un laboratorio), durante la década 
de 1660 "estuvo intermitentemente presente en intrincados experimentos en Ámsterdam así como en 
la residencia de Huygens"47. Atilano Domínguez alude a que, en febrero de 1663 (antes de partir para 
Voorburg en abril), el filósofo holandés "alternaba la redacción de la primera parte de la Ética con 
curiosos experimentos científicos sobre el nitro"48. Aunque, a continuación data entre octubre de 1661 
y abril de 1662 la fecha de tales experimentos y sugiere que un estudiante de Leiden, Johannes 
Casearius, podría haberle acompañado. Nadler, por su parte, sostiene que, en la correspondencia con 
Oldenburg sobre los experimentos de Boyle, Spinoza se muestra "si no como un químico tan eminente 
como Boyle, al menos como un experto en dirigir experimentos"49. 
Desde luego cabe preguntarse qué laboratorio podría haber utilizado Spinoza para realizar tales 
ensayos. No se tienen datos al respecto pero podría tratarse, como sugiere J. Israel, del de Christiann 
Huygens, a quien el filósofo visitaba y con quien mantenía discusiones científicas, o bien del 
laboratorio del alquimista Johannes Glauber.50 Samuel de Sorbière, amigo de Gassendi y médico y 
científico francés, que lo visitó en 1660, lo describe como un centro impresionante, con cuatro 
laboratorios donde trabajaban 5 o 6 hombres y donde no solo se llevaban a cabo experimentos, sino 
debates y enseñanza.51 
 
43 Tenían que ver sobre la metodología de Boyle así como sobre aspectos concretos de sus experimentos. Boyle, siguiendo 
a Bacon, consideraba que había que "abstenerse de especulación filosófica" en dominios aún no explorados. Es decir, los 
experimentos no pueden servir como ilustración de sistemas filosóficos. La idea subyacente es que la alquimia es un "arte 
práctico". Obviamente, la aversión de Boyle a los sistemas filosóficos inamovibles (que percibía como dogmatismo 
religioso) llevó al desencuentro con Spinoza. Severgnini, o. cit., p. 37. Sobre este tema, ver C. E. Lewis, "Baruch Spinoza, 
A Critic of Robert Boyle: On Matter", Dialogue (PST), 27 (1984), pp. 11-22; R. McKeon, The Philosophy of Spinoza, 
New York, Longmans, Green, & Co., 1928, pp. 130-157; D. Parrochia, "Les modèles scientifiques de la pensée de 
Spinoza" en Groupe de Recherches Spinozistes (ed.), Travaux et documents 2: Méthode et métaphysique, Paris, Puf, 
1989, pp. 47-66. 
44 Ver Introducción de Atilano Domínguez a la Correspondencia de Spinoza, Madrid, Alianza, 1988, p. 49. 
45 En efecto, Spinoza cuenta a Oldenburg los experimentos que ha hecho en retorta sobre el nitro. Carta 6, pp. 90 y ss. 
Oldenburg siguió informando a Spinoza sobre los trabajos de Boyle en las cartas 25, 29 y 31, y Spinoza asimismo 
menciona a Boyle en las cartas 26, 32 y 33. 
46 Meinsma, p. 314. 
47 J. Israel, Radical Enlightenment, o. cit., p. 252. La traducción es mía. 
48 Introducción general de Atilano Domínguez al Tratado de la Reforma del entendimiento, Principios de la filosofía de 
Descartes, Pensamientos metafísicos, o. cit., p. 39. 
49 Nadler, o. cit., p. 266-67. La cursiva es mía. 
50 Nadler, Spinoza, o. cit., p. 266-7. 
51 F. Buyse, o. cit., p. 49. 
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También Olaus Borch, el médico y alquimista danés que, durante su viaje de 1661-1662 por las 
capitales europeas, contactó con Boyle en Londres y con Felgenhauer y Serrarius en Ámsterdam, y 
asistió a las reuniones en dicho laboratorio, afirma que era el más importante de Europa y que allí se 
realizaban experimentos sobre el nitro.52 En su Diario, Borch menciona más de sesenta veces a 
Glauber, alquimista al que denomina el "Paracelso de su época", y se refiere asimismo varias veces a 
Van den Enden, de cuyo temprano interés por la alquimia habla Jonathan Israel,53 y quien 
supuestamente difundía entre sus amigos los manuscritos que contenían sus "doctrinas secretas".54 
Klever55 y Nadler56 creen muy plausible "e incluso cierto" que Spinoza asistiera con su antiguo tutor 
Van den Enden a los experimentos de Glauber; ello explicaría, según Marc Bedjai,57 sus 
conocimientos sobre el nitro. 
Parece ser que incluso Boyle basó en gran medida sus trabajos sobre el nitro en los experimentos del 
alquimista holandés, a pesar de negarlo reiteradamente.58 Glauber pertenecía, como Boyle, al Círculo 
Hartlib y un miembro de dicho Círculo, el químico Benjamin Worsley, visitó el laboratorio de 
Glauber en 1648-1649, a petición de Dury y de Hartlib. Es de suponer que informara de las pruebas 
que allí se realizaban a todos los miembros del llamado "Colegio Invisible", entre los que figuraban 
asimismo Menasseh Ben Israel, profesor de Spinoza en la escuela de Talmud Thora,59 Petrus Serrarius 
y Adam Boreel, todos ellos amigos o conocidos de Spinoza.60 
Serrarius y Boreel formaban además parte de los círculos colegiantes y anabaptistas de Ámsterdam. 
Spinoza habría sido presentado a Boreel por Menasseh ben Israel, según Meinsma, quien asegura que 
Boreel había gastado tanto dinero en experimentos de alquimia que estaba completamente 
arruinado.61 Fue uno de los fundadores de los colegiantes de Ámsterdam, y en su "colegio" el filósofo 
pudo conocer a Jarig Jelles, al editor Jan Rieuwertz y a Serrarius; éste último frecuentaba la Talmud 
Torah y era también amigo de Menasseh ben Israel. 
 
52 W. Klever, “Spinoza and Van den Enden in Borch’s Diary in 1661 and 1662”, o. cit., pp. 311-25. A su regreso a 
Dinamarca, en 1664, se convirtió en médico de los reyes Federico III y Christian. Federico estaba muy interesado, al igual 
que Cristina de Suecia, por la alquimia. 
53 Jonathan Israel, Radical Enlightenment. Philosophy and the Making of Modernity 1650-1750, o. cit., p.170. 
54 "Spinoza and Van den Enden in Borch's Diary in 1661 and 1662" en Studia Spinozana, 5 (1989), pp. 311-326. 
55 Wim Klever escribió tres artículos sobre la relación entre Spinoza y Van den Enden: "Spinoza and Van den Enden in 
Borch's Diary in 1661 and 1662", o. cit.; "Proto-Spinoza Franciscus van denEnden", Studia Spinozana, 6 (1990), pp. 
281-290; y "A New Source of Spinozism: Franciscus van den Enden" en Journal of the History of Philosophy, 29 (1991), 
pp. 613-631. También O. Proietti, "Le Philedonius de Franciscus van den Enden et la formation rhétorico-littéraire de 
Spinoza (1656-1658)", Cahiers Spinoza, 6 (1991), pp. 9-82. 
56 S. Nadler, Spinoza: A Life, New York, Cambridge University Press, 1999, pp. 266-267. 
57 M. Bedjai, o. cit., pp. 45-46. 
58 W. R. Newman, L. M. Principe, o. cit., pp. 212-213. 
59 Meinsma, o. cit., p. 78. Boyle se refiere a sus conversaciones con el rabino en su viaje a Ámsterdam en la Sección IV 
de su Enquiry. Ver Boyse, p. 53, nota. 
60 F. Buyse, o. cit., p. 48. 
61 Meinsma, p. 148. 
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Al decir de Filip Buyse,62 el contacto entre Spinoza, Oldenburg y Boyle fue Petrus Serrarius, otro 
Hartlibiano y asiduo del laboratorio de Glauber. Su "colegio" estaba en Rijnsburg, donde Spinoza se 
instaló después de su excomunión. Richard Popkin ratifica que era la conexión del filósofo con el 
mundo exterior y, en particular, con Oldenburg. Meinsma añade que Serrarius pudo ser uno de los 
protectores de Spinoza cuando fue excomulgado y que la relación se mantuvo al menos hasta 1666. 
Según Meinsma, tanto Spinoza como Boyle manifestaban por la alquimia un interés "no exento de 
espíritu crítico" y, en la primera mitad de 1667 (es decir, 5 años antes de su muerte), el filósofo 
holandés "aún creía de cierta manera que se podía fabricar oro",63 como revelan sus cartas a su 
discípulo Jarig Jelles. Es significativo que todas las cartas de Jelles a Spinoza hayan desaparecido. Es 
también con Jelles con quien trata el asunto de la transmutación realizada por Helvetius. 
Helvetius, médico de corte de la Casa de Orange, había conseguido, según el testimonio de los 
expertos que asistieron al experimento, transmutar un poco de plomo mezclado con una pizca de 
piedra filosofal, en oro de alta calidad. Spinoza preguntó primero a Isaac Vossius, un científico del 
círculo de Christiaan Huygens; visitó posteriormente a uno de los testigos, el platero Brechtel, quien 
le permitió inspeccionar con sus propios ojos el oro transmutado; y, por último, acudió a entrevistarse 
con el propio Helvetius. Que el filósofo holandés, siempre enfrascado en su trabajo intelectual, se 
tomara tantas molestias indica que el tema le interesaba profundamente. Klever afirma asimismo que 
el interés de Spinoza por la alquimia continuó durante largo tiempo después del affaire Helvetius64. 
En efecto, nueve años más tarde el filósofo escribía a Schuller que aún no había experimentado el 
método de su pariente.65 
Los editores de las Obras póstumas evitaron, sin embargo, dar a conocer esta faceta de Spinoza. En 
la carta 6 (sobre el Nitro) de las Obras póstumas, suprimieron un párrafo que aparece, sin embargo, 
en la carta autógrafa de Spinoza y que dice: "a saber, que ataca el oro".66 Asimismo en una carta 
autógrafa de Schuller a Spinoza del 14 de noviembre de 1675 (la número 70, que no fue incluida en 
las Obras póstumas), en un párrafo que dice: "Espero que mi última carta, junto con el proceso 
anónimo (cum processu anonymi)", la palabra "anonymi" aparece borrosa. De la respuesta de Spinoza 
en su carta 72 del 18 de noviembre 167567, se deduce con toda certeza que debe leerse "antimonio", 
 
62 Ibidem, p. 49. 
63 Meinsma, o. cit., p. 347, nota 25 y p. 326. 
64 Meinsma (p.326) relata también el asunto de la transmutación pero con un tono cargado de escepticismo. 
65 Spinoza, Correspondencia, o. cit., carta 72, p. 386. 
66 Spinoza, Correspondencia, o. cit., carta 6, p. 101. 
67 "Pues cuanto más medito el asunto, más me convenzo de que usted no ha fabricado oro, sino que ha separado el poco 
que estaba oculto en el antimonio". Correspondencia, o. cit., p. 386. 
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término que los editores borraron. El antimonio era la primera materia con la que, supuestamente, 
los alquimistas iniciaban el proceso para la obtención de la piedra filosofal.68 
Otro alquimista con quien Spinoza mantuvo relación fue Leibniz. El gran pensador fue secretario de 
una sociedad de alquimistas de Nuremberg,69 estuvo en contacto con Oldenburg y la Royal Society, 
donde presentó su cálculo infinitesimal, además de con Christiaan Huygens, y con Schuller y 
Tschirnhaus. Al parecer fue Oldenburg quien dio a conocer las ideas de Spinoza a Leibniz. En 
palabras de Matthew Stewart, el interés de Leibniz por el filósofo holandés llegó a ser obsesivo.70 
Presionó a su amigo Tschirnhaus para que le proporcionara los escritos de Spinoza,71 y reclutó como 
corresponsal y agente en Ámsterdam a Schuller para que le consiguiera manuscritos y "libros raros" 
y le pasara información sobre el círculo spinozista.72 La correspondencia entre Leibniz y Schuller 
asciende a 66 cartas, y algunas de ellas hacen referencia al dinero presuntamente invertido por el 
pensador alemán en los experimentos de Schuller para fabricar oro.73 En abril de 1676, Leibniz, que 
no se movía de París a pesar de su nombramiento en la corte de Hanover, anotaba ciertos "secretos 
alquímicos" que le había revelado un misterioso italiano.74 
Schuller puso en contacto a Leibniz con Meyer, Bouwmeester y Jarig Jelles,75 todos ellos alquimistas 
y pertenecientes al círculo de Spinoza. Meinsma hace referencia a una carta de Schuller dirigida a 
Leibniz, del 29 de marzo de 1678, es decir un año después de la muerte de Spinoza, con el siguiente 
comentario: "Como siempre, esta carta de Schuller contiene mucha información sobre todo tipo de 
buscadores de oro y de aventureros. Uno de ellos había inventado un polvo que Schuller, acompañado 
de Bouwmeester, había examinado con atención".76 Lo interesante de este comentario es que, 
aparentemente, Bouwmeester también estaba interesado por la alquimia. En su viaje a París de 1672, 
como enviado del Elector del Mainz, Leibniz había contactado con Huygens y con el barón 
Tschirnhaus. Este, que había estudiado medicina en Leiden con Schuller, se reencontró con él en 
Ámsterdam y, gracias a su intermediación, fue presentado a Spinoza así como a otros miembros del 
grupo como el editor Rieuwertsz, Meyer y Bouwmeester. 
 
68 Sobre el antimonio ver H. Metzger, Les doctrines chimiques en France du début du XVIIe. à la fin du XVIIIe. siècle, 
Albert Blanchard, Paris, 1969, pp. 219 y ss. 
69 Allí conoció al barón Johann Christian von Boineburg, que fue ministro del Elector de Mainz, lo que demuestra una 
vez más el alto status de los iniciados en el arte de la alquimia. Aunque más tarde el filósofo renegó y trató de ocultar esa 
faceta de su pasado, su fascinación por "el arte" persistió hasta su lecho de muerte, donde, según testimonio de su médico, 
empezó a emplear unos extraños términos de carácter alquimista y a divagar acerca de los recientes éxitos de un florentino 
que había convertido medio clavo de hierro en oro. M. Stewart, o. cit., pp. 47-8 y 298-99. 
70 M. Stewart, p. 184. 
71 Lo que, como he dicho Tschirnhaus hizo, a pesar de la negativa del filósofo. M. Stewart, p. 124. 
72 Meinsma, p. 494. 
73 M. Stewart, o. cit., p. 124. 
74 M. Stewart, o. cit., p. 184. 
75 Meinsma, p. 467. 
76 Es de suponer que Meinsma se está refiriendo a polvo de oro. Meinsma, o. cit., p. 492. 
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El encuentro personal con Spinoza se produjo a finales de 1674. Tschirnhaus viajó luego a Londres 
donde contactó con Oldenburg, Boyle y Newton, relacionándose así con todos los alquimistas de 
renombre de su tiempo. 
Quisiera por último sugerir, a falta de pruebas más concluyentes, que el objetivo de "descubrir los 
secretos de la naturaleza", perseguido por los alquimistas, era también el fin que se proponía alcanzar 
Spinoza. Significaba conocer las leyes que gobiernan la naturaleza, leyes que los alquimistas trataban 
de reproducir en sus laboratorios. Para los químicos del siglo XVII la fuente de todas las cosas era 
una sustancia espiritual que recibíalos nombres de sustancia vital, espíritu de la vida, luz, alma del 
mundo, etcétera. Era el primer principio, la primera y única sustancia77. Una vez conocida esa primera 
materia, los iniciados emprendían un complicado y laborioso proceso de purificación de los elementos 
para la obtención de la piedra filosofal. 
Spinoza exploró esas "verdades no conocidas todavía" y trató de dar respuesta a la pregunta que le 
formulaban reiteradamente sus amigos,78 y que era el centro neurálgico de la reflexión alquimista: 
cuál es el "verdadero y primer origen de las cosas". Si, de acuerdo con Popkin,79 el corazón de la 
metafísica spinozista se encuentra en las 10 primeras páginas de la Ética y, más aún, en las 15 
proposiciones primeras que podrían resumirse en la frase: "todo puede ser explicado a través de una 
sola sustancia, Dios", es posible que podamos vislumbrar mejor qué entendía Spinoza por verdadero 
conocimiento si sustituimos el lenguaje críptico y las categorías trascendentes80 y religiosas81 por 
categorías alquimistas, como la comprensión y aceptación del orden universal (TIE, IV, 111). A 
diferencia de Boyle y de la tradición empírica inglesa, que concebían la experiencia y los 
experimentos como la base exclusiva del saber científico, Spinoza, como De Volder82 o Van 
Helmont,83 consideraba que sólo el apropiado marco filosófico podía arrojar luz sobre el "arte de 
descubrir", en palabras de Tschirnhaus.84 
En el TIE, el filósofo reveló también a sus discípulos lo que le reclamaban insistentemente, el camino 
hacia el "verdadero conocimiento de las cosas".85 Tal camino, como reza el subtítulo de la obra, 
 
77 Metzger, o. cit., p. 69. 
78 Cuestión que, por ejemplo, Oldenburg le ruega encarecidamente que le revele, al enviarle el escrito de Boyle sobre el 
nitro (Correspondencia, 5, pp. 89-90). También Tschirnhaus le pregunta: ¿Cuándo conseguiremos su método de dirigir 
rectamente la razón para adquirir el conocimiento de las verdades desconocidas, así como sus nociones generales de 
física?". (59, p.340) 
79 Popkin, pp. 78-80. 
80 Como, por ejemplo, unión con la Naturaleza. TIE, p. 79. 
81 "El hombre más perfecto es aquel que se une a Dios (que es el ser perfectísimo) y goza así de él". KV, IV, p.109. 
82 J. Israel, Radical Enlightenment. Philosophy and the Making of Modernity 1650-1750, o. cit., p. 311. 
83 Por ejemplo, Jan Baptista Van Helmont consideraba las oraciones, los ayunos y el trabajo de laboratorio como una 
preparación para “iluminar el espíritu”. Hélène Metzger, o. cit., p.174. 
84 En su obra Medicina del Espíritu o principios generales del arte de descubrir. Citado por Meinsma, p. 557. 
85 Spinoza, TIE/PPC, ed. de Atilano Domínguez, Madrid, Alianza, 1988, pp.75 y ss. La cursiva es mía. 
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requería "una meditación asidua"86 y un cambio radical en la forma de vida del aspirante, que debía 
renunciar a los "bienes ordinarios"87 (honor, riqueza, sexo) para "purificar" el intelecto y prepararlo 
para "la tarea de interrogar a la naturaleza". 
Para entender la Naturaleza, nos dirá en el TIE (14, 80), es preciso, no sólo "curar y purificar el 
entendimiento", sino realizar la investigación en el orden debido. Spinoza insiste reiteradamente 
(TIE,92-107-109) en este punto que considera crucial: “He expuesto de entrada y antes de nada, las 
verdades de la Naturaleza en el orden que lo hemos hecho (…) (y si acaso alguien me preguntara por 
qué) que se digne examinar antes el orden en que las estoy probando, y entonces se convencerá de 
que he alcanzado la verdad” (TIE, 46, 92, sub. mío). ¿Podemos deducir que el filósofo holandés, al 
hablar de orden, se estaba refiriendo a las distintas etapas del proceso que se debía seguir en el 
laboratorio? Parece verosímil. 
 
 
 
 
 
86 Tal como Spinoza escribe a a Bouwmeester (Correspondencia, o. cit., carta 37, p. 256-57. La carta de Bouwmeester 
no figura en la correspondencia, pero sí la contestación de Spinoza del 10 de junio 1666. 
87 Recordemos que, según Spinoza, quienes persiguen honores y riquezas entran en la categoría de “miserables” (TIE, 
111), de lo que parece deducirse que, lejos de buscar el enriquecimiento, él ansiaba únicamente entender el 
funcionamiento de la naturaleza.

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