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James: Resistencia e Integración. El peronismo y la clase trabajadora argentina. Después de la caída de Perón en 1955, se asistió a la reaparición del sindicalismo peronista como expresión dominante de la clase trabajadora argentina, así como a la confirmación del peronismo como principal línea política e ideológica de esa clase. Al mediar la década del 60-70, el movimiento gremial había emergido como organismo de considerable poder social y político � Junto con las fuerzas armadas, los sindicatos parecían ser los dos polos fundamentales en torno de los cuales giraba la sociedad argentina. Este trabajo consitio en historiar esa transformación y tratar de comprender su supervivencia y la naturaleza. Analizar el proceso de integración, el creciente dominio de la lógica del pragmatismo institucional. La burocracia sindical, y en especial vandor, simultáneamente fascinaron y repelieron a muchos observadores. La mayoría de las interpretaciones sobre el desarrollo y la conducta de la actividad sindical pueden ser entendidas desde el punto de vista del denominado “pathos del pesismismo”: − En su forma más simple, habla de la existencia de fraude, corrupción y violencia como elementos claves que sirvieron de recursos para el liderazgo sindical, para acumular y proteger su propio poder y sus riquezas. Integración a las necesidades estratégicas del capitalismo internacional y llegaron a ser poco menos que servidores de la clase gobernante y la dirección impuso esa condición de servidumbre a las bases través de violencia y fraude. Esta perspectiva fue la que dominó. Critica a Walsh: al centrar su análisis de Vandor en uno de los casos más notorios de gangsterismo sindical, inevitablemente hace de éste el símbolo del significado más hondo que tuvo el vandorismo. Estas visiones tienden a crear dos abstaciones: una clase trabajadora que siempre lucha y aspira a la acción colectiva independiente con presindencia del contexto y la experiencia, y una burocracia que siempre traiciona y reprime esas luchas y aspiraciones. � No es mi intención minimizar o negar la existencia ni el creciente uso de la violencia y la corrupción por parte de la cúpula sindical peronista. Y es que el matonismo, pistolerismo, corrupción, fraude, colaboración con los empleadores, negociación con el estado, pacto con las FFAA se convirtieron en verdades poco menos que evidentes x si mismas. Pero esos factores no pueden ser tomados aisladamente. Se los debe ver como elementos de un proceso social e histórico más amplio. - Visión más académica: la de Michels y Weber. Esta ha considerado el desarrollo de una burocracia y una oligarquía como una tendencia ineludible en el seno de las organizaciones gremiales. Ven este fenómeno como un reflejo de las crecientes aspiraciones de status, tanto de los líderes sindicales como de quienes los apoyan, en una sociedad de movilidad social cada vez mayor. La constante negociación con los empleadores y las conversaciones con altos funcionarios oficiales tienen un efecto “corruptor”, en el sentido de que promueven la tendencia a tomar en cuenta el privilegio de los gerentes antes que el de los trabajadores. Además, incrementan los anhelos de status de los dirigentes gremiales, lo cual se manifiesta en la adopción de nuevos estilos de vida: compra de automóviles de marca prestigiosa, departamentos en barrios lujosos, se alejan de los sentimientos e intereses de los afiliados que representan. Sin embargo, las relaciones entre gremios y empresarios no fueron tan armoniosas. � En una situación como la reinante en Argentina después del 55, con el deterioro de salarios, condiciones de trabajo, una dirección sindical tenia que oponerse, o al menos aparentar hacerlo, a la actitud empresarial y estatal en lo relativo a este asunto de vital importancia para las bases. Es decir, los administradores del descontenteo tenían que ser organizadores del descontento. La tarea del sindicato oficial es mantener un delicado equilibrio entre ofensas, satisfacciones, entre activismo y aquiescencia. Esto da cuenta de su profunda ambivalencia. Delgada linea que separa las funciones de articular las demandas de sectores laborales movilizados y de acutar como agentes de control social. A pesar de conversaciones con generales, en ningún sentido es posible ver al vandorismo como parte de las instituciones consagradas o verlo asociado con el gobierno y las empresas en una multitud de comisiones y como parte del cuerpo del estado. Sin embargo, apoyar el golpe de Onganía resultó ser un error crucial, pues eliminó el limitado espacio de maniobra que había existido. En el “mundo feliz” de Onganía sólo había sitio para la franca oposición o la más completa subordinación. La sustancial ambivalencia característica del periodo anterior quedó abolida, y con ella, la fuente de fuerza y la debilidad del vandorismo y su capacidad para negociar y movilizar. Los elementos de poder del dirigente sindical, su empleo de medidas coercitivas de control interno, su adopción de un proyecto integracionista deben ser situados en un contexto social más amplio para que tengan genuina utilidad analística. Y ese contexto es el de la clase trabajadora argentina y en especial el de sus bases en la era posterior a 1955. En este contexto, la burocracia y las bases no son necesariamente polos opuestos, sino que se relacionan estrechamente uno con el otro. � por ej, si durante el periodo de Frondizi los dirigentes sindicales apelaron cada vez mas a recursos como el fraude la corrupción y la violencia para mantener el control interno de los gremios, pudieron utilizarlos gracias al consentimiento de las bases. − Los dirigentes gremiales cumplieron sin duda su papel de reguladores del conflicto social o de administradores del descontento. Esto adquiere significado con el desarrollo de la función de brindar servicios médicos, educacionales, de veraneo, vivienda. Los afiliados gremiales esperaban que sus dirigentes aprovecharan cualquier impulso que se les ofreciera para mantener la organización y las condiciones básicas. Pero hay que tener cautela al hablar de la incorporación de los sindicatos al sistema social y la colaboración de su jefatura. El sociólogo argentino Franciso Delich considera que los sindicatos son verdaderas máquinas de integración social y poleas de transmisión entre el poder político y las bases obreras. � Sin embargo hay que tener cuidado y no caer en una explicación simplista, cuando en una sociedad donde el estado atendía muy pocas de esas necesidades básicas, los trabajadores tendían a recurrir a sus sindicatos para satisfacerlas. � fue resultado normal de la relación intrínsecamente estrecha entre los sindicatos y el capitalismo. − Los sindicatos representaban una permanente invitación a la unidad, a la autoidentidad y autodefensa de la clase trabjadora en un ambiente que ella percibía claramente como cada vez más hostil e inseguro. − Desmovilización, resignación y aceptación del estilo vigente de dirección sindical. Esta aquiescencia fue un fenómeno relativo, resultante de la experiencia social concreta de los trabajadores en las derrotas de 1959 y 1960 y la consiguiente desmoralización, a lo que sumaron los efectos de la ofensiva económica: desempleo, racionalización y niveles salariales más bajos. o Como recuerdo, hacia 1960, los obreros procuraron una acomodación individual. Entre los activistas hubo una adopción de actitudes más personal, mas privadas; se alejaron de la actividad y el compromiso públicos. o En su mayoría, parecieron aceptar, tal vez con renuencia, la venta de cualquier grado de control q tuvieran en su sitio de trabajo a cambio de los aumentos salariales conseguidos para ellos x los dirigentes. Por lo tanto, la relación entre los líderes sindicales peronistas y sus bases fue más compleja y simbiótica que el simple paradigma de integración. Imagen romántica � Intelectuales de izquierda: la clase obrera no ha estado a la altura de lo que se esperaba de ella. Así, la imagen de apáticos trabajadoresdominados por corrompidos burócratas resueltos a integrarlos al capitalismo son contrapuestos a trabajadores militantes por naturaleza propia que procuraron superar ese dominio y modelar un excepcional socialismo argentino. Esto implicó una glorificación de la presencia de las masas dentro del populismo y una estimación del potencial revolucionario de esos movimientos tan solo porque involucran a la “clase trabajadora”. Esto es la imagen especular del fondo pesimista. Lefort: el proletariado no es automáticamente revolucionario. Como individuo, el trabajador puede rehusarse en cualquier momento a asumir el destino de su clase y tratar de encontrar una solución individual a sus problemas. � negación de la existencia de una índole única y esencial de esa clase. � Nuestro trabajo ha documentado la notable capacidad de la clase trabajadora argentina para actuar x sí misma, crear organizaciones en el plano de las bases y para organizar la resistencia contra la represión social y política. Pero tambien ha demostrado que esa vitalidad y resistencia no excluían la desmovilización, pasividad y aceptación de la necesidad de alcanzar una integración al sistema. El periodo de la revolución argentina se caracterizó por una crisis de legitimidad de la clase dirigente, cuando surgieron secotres de la clase obrera que rompieron con su anterior pastividad y pasaron a diversas formas de acción. El peronismo incluyó conceptos que funcionaron a favor de la reproducción de las relaciones sociales capitalistas que existían. No vio la sociedad en términos de clases. Uno de los conceptos esenciales de ese lenguaje fue el del “pueblo” o división de la sociedad entre “el pueblo” y la “oligarquía”, corrupta, egoísta y explotadora. Sin embargo, esas nociones coexistieron y se interrelacionaron con elementos y tornaban problemática la hegemonía ideológica capitalista. Hubo una tendencia desde el comienzo de la era peronista a transformar el pueblo en el pueblo trabajdor. + Nacionalismo de la clase trabajadora. Peron insistía en ellas y las consideraba la única fuerza social sinceramente consagrada a defender el interés nacional. Por otro lado, la existencia de un estado bondadoso, benefactor, en el que pudiera cifrarse la justicia social no excluía el reconocimiento del carácter opresor de dicho estado. La lealtad a un movimiento cuya ideología formal predicaba la virtud de la armonía de clases, la necesidad de subordinar los intereses de los trabajadores a los de la nación y la importancia de obedecer con disciplina a un estado paternalista no eliminaron la posibilidad de resistencia de la calse obrera ni el surgimiento de una fuerte cultura de oposición entre los trabajadores. Y esa resistencia, inevitablemente contenía elementos que promovían la integración y la cooptación. Al buscar las explicaciones del perdurable peso del peronismo en la clae trabajdora despues del 55 tal vez nos sea mas provechoso poner el acento sobre la importancia y el significado que la primera experiencia peronista tuvo para los trabajadores. � En la era de Perón se asistió a la formación una poderosa tradición de la clase trabajadora y a una profunda refundición de la memoria histórica de los obreros argentinos. El peronismo no significó nada más aumento de salarios, sino la ampliación del concepto de ciudadanía, asi como las relaciones entre los trabajadores y el estado � Sin embargo, no debe adjudicarse a una irracional nostalgia. La memoria y tradición fueron reinventadas y reinterpretadas selectivamente, de acuerdo a las nuevas necesidades. � La persistencia del peronismo hasta el 73 se debió, en parte, a su capacidad para expresar los reclamos originales de la clase trabajadora. Además el peronismo no se percibió como partido político sectario y eso fue un ventaja.
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