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@endoscopia-ginecologica.es manual de técnicas quirúrgicas laparoscópicas VOLUMEN III Oncología Anestesia EDITORES Dr. Pere Brescó Torras Jefe de Servicio de Obstetricia y Ginecología Escuela Internacional de Endoscopia Ginecológica (EIDEG) Pdte. Sección de Endoscopia de la SEGO Pdte. sección Cirugía Mínimamente Invasiva de la SCGO Hospital de Igualada (Barcelona) Dr. Oscar Cruz Piñero Sánchez Servicio de Ginecología Hospital General Universitario de Alicante COORDINACIÓN EDITORIAL Gemma Berenguer Oliva Secretaria Grupo de Expertos en Ginecología Endoscópica Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia © S.E.G.O. 2016 http://WWW.SEGO.ES http://www.olympus.es/ v AUTORES Dra. Teresa Castellanos Dra. Sonsoles Alonso Dr. Luis Chiva Department of Gynecology Oncology MD Anderson Cancer Center. Madrid Dr. Juan Carlos Muruzabal HU Virgen del Camino, Pamplona Dra. Sara Aguirre Gorospe HU Virgen del Camino, Pamplona Dra. Sonia Lapeña Calavia HU Virgen del Camino, Pamplona Dr. Oren Tarrio Fernández HU Virgen del Camino, Pamplona Dra. Eva Recari Elizalde HU Virgen del Camino, Pamplona Dra. Blanca Gil Ibáñez Facultativa especialista. Unidad de Ginecología Oncológica. Servicio de Ginecología Hospital Materno-Infantil Vall d’Hebron, Barcelona Dra. Berta Díaz Feijoo Facultativa especialista. Unidad de Ginecología Oncológica. Servicio de Ginecología. Profesora asociada Universidad autónoma de Barcelona. Hospital Materno-Infantil Vall d’Hebron, Barcelona Dr. Antonio Gil Moreno Jefe de Servicio de Ginecología y Obstetricia. Profesor titular Universidad autónoma de Barcelona. Hospital Materno-Infantil Vall d’Hebron, Barcelona Dr. Jesús S. Jiménez López Jefe de Servicio de Ginecología Hospital 12 de octubre, Madrid vi AUTORES Dr. Ángel Martin Jiménez Sección Oncología Ginecológica Hospital Son Llatzer, Palma de Mallorca Dr. Alejandro Olloqui Sección Oncología Ginecológica Hospital Son Llatzer, Palma de Mallorca Dr. Álvaro Tejerizo Sección Oncología Ginecológica Hospital Son Llatzer, Palma de Mallorca Dr. Santiago Domingo Jefe Sección Oncología Ginecológica. Prof. Asociado Universidad de Valencia. Hospital Universitario y Politécnico de La Fe. Valencia Dra. Ana Boldó Roda Servicio de Ginecología Hospital Universitario y Politécnico de La Fe. Valencia Dra. Maria Dolores Diestro Unidad Ginecología Oncológica y Laparoscopia Servicio de Ginecología y Obstetricia Hospital Universitario La Paz. Instituto de Investigación IdiPAZ. Universidad Autónoma Madrid Dr. Ignacio Zapardiel Unidad Ginecología Oncológica y Laparoscopia Servicio de Ginecología y Obstetricia Hospital Universitario La Paz. Instituto de Investigación IdiPAZ. Universidad Autónoma Madrid Dra. Alicia Hernández Unidad Ginecología Oncológica y Laparoscopia Servicio de Ginecología y Obstetricia Hospital Universitario La Paz. Instituto de Investigación IdiPAZ. Universidad Autónoma Madrid Dr. Javier de Santiago Unidad Ginecología Oncológica y Laparoscopia Servicio de Ginecología y Obstetricia Hospital Universitario La Paz. Instituto de Investigación IdiPAZ. Universidad Autónoma Madrid Dra. Aldina Couso Servicio de Obstetricia y Ginecología Hospital Universitario Príncipe de Asturias. Facultad de Medicina. Universidad de Alcalá. Alcalá de Henares. Madrid vii AUTORES Dr. Álvaro Zapico Servicio de Obstetricia y Ginecología Hospital Universitario Príncipe de Asturias. Facultad de Medicina. Universidad de Alcalá. Alcalá de Henares. Madrid Dr. Pedro Valenzuela Servicio de Obstetricia y Ginecología Hospital Universitario Príncipe de Asturias. Facultad de Medicina. Universidad de Alcalá. Alcalá de Henares. Madrid Dr. Pedro Fuentes Servicio de Obstetricia y Ginecología Hospital Universitario Príncipe de Asturias. Facultad de Medicina. Universidad de Alcalá. Alcalá de Henares. Madrid Dr. Josep M. Bausili Pons Director del Servicio de Anestesia y Medicina Crítica Hospital de Igualada. Barcelona CAPÍTULO La cirugía laparoscópica ha ido progresivamente reemplazando el abordaje laparotómico alrededor del mundo, no siendo la excepción el campo de la ginecología oncológica. Los avances han tenido su inicio gracias a los esfuerzos realizados por un grupo de pioneros entre los que destacaremos a Daniel Dargent, Denis Querleu y Eric Leblanc, en Francia o Joel Childers, en Estados Unidos. Desde antes de la década de los 90, ya en el pasado siglo nos permiten tener evidencia de resultados, seguimiento y conclusiones respecto a las bondades del abordaje laparoscópico en los tumores ginecológicos. Desde su introducción, en la década de los noventa, la laparoscopia ha demostrado ser una opción quirúrgica eficaz, la consideración de sus ventajas justifica el uso y generalización de estos procedimientos. Con la experiencia actual, podemos afirmar que las indicaciones para los procedimientos radicales realizados por vía laparoscópica se están consolidando. La cirugía laparoscópica ha demostrado ser una técnica “al servicio de” nuestras pacientes y del ginecólogo oncólogo , más que como un procedimiento con características e indicaciones propias. El devenir de los años han dejado claro que los principios y conceptos quirúrgicos consagrados en oncología ginecológica han sido respetados escrupulosamente en el desarrollo de los abordajes laparoscópicos oncológicos. Presentamos a continuación un compendio de los abordajes oncológicos ginecológicos más relevantes desarrollados por algunos de los grupos laparoscópicos ginecológicos destacados de nuestro país de los muchos repartidos por toda la geografía. Nace con la idea de aportar y ayudar a los ginecólogos que ya hacen oncología y se aproximan a la laparoscopia como herramienta de abordaje. Y ante todo con el afán de ayudar a las nuevas generaciones que en su formación necesitan el consejo de aquellos más experimentados. Sabemos que no está todo pero pensamos que si lo más destacado. Jesús S. Jiménez 1 INTRODUCCIÓN ONCOLOGÍA11 Dra. Teresa Castellanos, Dra. Sonsoles Alonso, Dr. Luis Chiva, Dr. Juan Carlos Muruzabal, Dra. Sara Aguirre Gorospe, Dra. Sonia Lapeña Calavia, Dr. Oren Tarrio Fernández, Dra. Eva Recari Elizalde, Dra. Blanca Gil Ibáñez, Dra. Berta Díaz Feijoo, Dr. Antonio Gil Moreno, Dr. Jesús S. Jiménez López, Dr. Ángel Martin Jiménez, Dr. Alejandro Olloqui, Dr. Álvaro Tejerizo, Dr. Santiago Domingo, Dra. Ana Boldó Roda, Dra. Maria Dolores Diestro, Dr. Ignacio Zapardiel, Dra. Alicia Hernández, Dr. Javier de Santiago, Dra. Aldina Couso, Dr. Álvaro Zapico, Dr. Pedro Valenzuela, Dr. Pedro Fuentes. 2 Capítulo 11 Oncología: Estadificación quirúrgica laparoscópica de tumores ginecológicos ESTADIFICACIÓN QUIRÚRGICA LAPAROSCÓPICA DE TUMORES GINECOLÓGICOS El cáncer ginecológico a menudo precisa de la cirugía, ya sea para el diagnóstico, estadificación, tratamiento o valoración de la viabilidad de una posible citorreducción. Actualmente en ginecología oncológica, debido a las numerosas ventajas que ofrece la cirugía mínimamente invasiva, el papel de la laparoscopia en la estadificación de los tumores ginecológicos es fundamental y está sustituyendo en muchas ocasiones a la laparotomía. Aunque hablar de las indicaciones de la laparoscopia en la estadificación de tumores ginecológicos en general es complicado debido a los numerosos factores que intervienen en ella (tipo de tumor, extensión, experiencia del cirujano…), a grandes rasgos, la laparoscopia permite la estadificación de tumores sobretodo en estadios iniciales, destacando asimismo su papel en la estadificación mediante linfadenectomía paraaórtica, en tumores avanzados de cérvix para una correcta planificación de tratamientos posteriores. Frente a la laparotomía, la laparoscopia evita las grandes cicatrices, permite una recuperación más corta y una menor pérdida sanguínea1-5, lo que en pacientes oncológicas se traduce en un inicio más temprano de posibles tratamientos complementarios. Asimismodisminuye la formación de adherencias, lo que en enfermedades como el carcinoma de endometrio o cérvix, que en muchas ocasiones requieren tratamientos posteriores con radioterapia, puede disminuir el riesgo de complicaciones posteriores. Permite además una menor estancia hospitalaria y una menor necesidad de opiáceos en el postoperatorio1. En cáncer de ovario la laparoscopia puede ser la vía de elección en el estadio inicial. No obstante, surgen algunas preocupaciones técnicas como la imposibilidad de la extracción de tumoraciones intactas o si es posible inspeccionar la cavidad abdominal tan a fondo como en la cirugía abierta, puesto que no permite la palpación de las superficies peritoneales. ANTES DE EMPEZAR Repaso anatómico El conocimiento exhaustivo de la anatomía de la pelvis es esencial para el manejo quirúrgico de los tumores ginecológicos tanto para su tratamiento como para su estadificación. Es necesario conocer las estructuras básicas de la pelvis, la pelvis ósea y la musculatura pélvica, desde el suelo de la pelvis hasta la conformación de los distintos elementos de la pared abdominal. Los músculos principales que debemos conocer son el músculo obturador, el músculo elevador del ano (con su porción pubo- coxígea y su porción ileo-coxígea), el músculo piriforme, y las estructuras ligamentosas del diafragma urogenital. En la pared abdominal, debemos conocer el músculo recto abdominal, el oblicuo externo, oblicuo interno y el transverso, que nos permitirá un mejor control en la forma de colocar los trócares, resecar posible afectación tumoral y respetar su vascularización. Las estructuras vasculares principales relacionadas con los tumores ginecológicos son las ramas ilíacas procedentes de los grandes vasos. Destacar las múltiples ramificaciones de la arteria ilíaca interna en arteria glútea, arteria pudenda, arteria uterina, arteria obturadora y las arterias vesicales. Fig. 11-3 Fig. 11-2 Otro posible problema es la siembra de tumor en los puer- tos laparoscópicos, aunque no se ha demostrado que ésta sea mayor que en las cicatrices de laparotomía6-9. En la estadificación quirúrgi- ca de los tumores ginecológi- cos, es fundamental tener en cuenta que la elección de la vía laparoscópica en ningún caso debe modificar los crite- rios de estadificación quirúr- gica ni comprometer la radi- calidad ni la extensión de la cirugía.Fig. 11-1 Dr. J. Magriña. 3 Capítulo 11 Oncología: Estadificación quirúrgica laparoscópica de tumores ginecológicos Las estructuras nerviosas se dividen en nervios somáticos y nervios del sistema vegetativo. Los nervios somáticos proceden del plexo lumbosacro y conforman los nervios femoral, femorocutáneo lateral, nervio genitocrural, nervio obturador y tronco lumbosacro. Los nervios del sistema vegetativo, deben conocerse para su preservación en las cirugía radicales y minimizar las complicaciones en la funciones básicas de los órganos pélvicos. El plexo hipogástrico forma la principal inervación vegetativa de la pelvis, se forma a nivel de la bifurcación de los vasos ilíacos comunes y dará lugar a ambos nervios hipogástricos, para llegar a cada uno de los órganos pélvicos y formando el plexo esplácnico. Una vez conocidas todas estas estructuras básicas, es fundamental conocer los espacios avasculares de la pelvis. Estos espacios nos darán acceso a las principales estructuras que debemos respetar así como establecerán los límites anatómicos que definen la radicalidad de los diferentes procedimientos oncológicos. Los principales espacios avasculares se dividen en laterales y mediales. Los espacios avasculares laterales son el espacio paravesical, el espacio pararrectal y el espacio de Okabayashi. Los espacios avasculares mediales son el prevesical, el vesicouterino y el recto uterino. La fosa para vesical, es el espacio definido entre los vasos ilíacos y fosa obturadora en su limite externo y la arteria hipogástrica o umbilical en su límite medial. La pared posterior de este espacio es el parametrio lateral. Morrow tenemos la histerectomía tipo A, en la que se diseca a nivel interno de la arteria uterina, es la menos radical. La histerectomía tipo B, resección mínima del parametrio ventral. La histerectomía tipo C1, requiere disección parcial del uréter con resección de 1-2 cm del parametrio ventral, y la histerectomía tipo C2 en la que se diseca todo el uréter y se reseca todo el parametrio ventral. Por último, el espacio sacro uterino o de Okabayashi, es el espacio que se encuentra por debajo del uréter y del nervio hipogástrico, interno al espacio pararrectal y lateral al ligamento útero sacro. Por tanto, para la realización de una adecuada cirugía, tanto para aplicar la radicalidad apropiada según el proceso oncológico como para el abordaje de estructuras ganglionares en la estadificación, es necesario el conocimiento de todas estas estructuras anatómicas. Pero además, su adecuado conocimiento, nos permitirá evitar lesiones innecesarias al realizar la cirugía. La fosa pararrectal es el espacio definido por el uréter en su cara medial y por la arteria ilíaca interna en su límite lateral. Su pared anterior es el parametrio lateral. El desarrollo de estos dos espacios nos define el parametrio, convirtiéndose en la maniobra principal en el abordaje quirúrgico de la pelvis. El parametrio está constituido por diversas estructuras, y es el eje que nos definirá los distintos tipos de histerectomía radical en función de la cantidad de tejido que sea necesario resecar. De esta manera, según la clasificación de Querleu- Fig. 11-4 Fig. 11-5 Espacio de Retzius (1); Espacio paravesical (2); Espacio vesi- co-cervical (3); Espacio recto vaginal (4); Fosa pararrectal (5); Espacio re- trorectal (6); Ligamento pubovesical (7); Pilar vesical (8); Ligamento car- dinal (9); Ligamento útero sacro (10); Fascia vesical (11); Fascia cervical (12); Fascia rectal (13). Material necesario En la estadificación laparoscópica de tumores ginecológicos, así como en la mayoría de procedimientos laparoscópicos en ginecología, se requiere de una mesa de quirófano con capacidad de colocación de perneras articuladas que permitan la posición de litotomía modificada y así permitir, en el caso de que sea necesario, el acceso vaginal durante el procedimiento. La entrada laparoscópica se puede realizar mediante trócar óptico, usando una aguja de Veress o mediante trócar de Hasson (técnica abierta). Una vez se ha establecido el neumoperitoneo colocamos los trócares necesarios, normalmente de entre 5 y 15 mm, según la anatomía del paciente, la técnica quirúrgica prevista y las necesidades de la misma. 4 Capítulo 11 Oncología: Estadificación quirúrgica laparoscópica de tumores ginecológicos En cuanto al laparoscopio, habitualmente el utilizado tiene un ángulo de 0º que permite una vista panorámica del abdomen y la pelvis. En procedimientos como la linfadenectomía preperitoneal o transperitoneal puede ser útil la utilización de laparoscopios con un ángulo de 30º, que permiten trabajar en espacios más profundos. El extremo del laparoscopio se encuentra unido a la cámara que básicamente contiene la función de zoom, luminosidad y enfoque. Dado que una iluminación adecuada es importante para poder realizar una correcta cirugía, es fundamental la fuente de fibra óptica y luz, pantallas de vídeo y si es posible un grabador. En cuanto al material, al igual que en otros procedimientos laparoscópicos, son fundamentales las pinzas de disección laparoscópica, incluyendo pinzas de agarre planas y anchas (con o sin bloqueo) y un disector para la disección de los planos quirúrgicos. Asimismo, es necesario un dispositivo combinado de irrigación/ aspiración y bolsas de diferentes diámetros para el aislamiento y extracción de los tejidos resecados. En función del procedimiento quirúrgico, puede ser útil el uso de movilizadores uterinos. En el caso de que laestadificación incluya la histerectomía o la apertura de la cúpula vaginal, será necesaria una sutura para el cierre de la misma. Pueden ser útiles las suturas barbadas o los dispositivos reutilizables utilizados para sujetar y asegurar cada extremo de un hilo de sutura. En toda cirugía laparoscópica es imprescindible una hemostasia adecuada que nos permita una correcta visualización de la cavidad abdominopélvica. Para ello, en la cirugía de estadificación laparoscópica, es habitual la utilización de dispositivos de electrocirugía, tanto monopolares como bipolares. Los dispositivos monopolares como las tijeras o el gancho permiten la coagulación y el corte, pero pueden dañar tejidos adyacentes provocando lesiones térmicas. Los dispositivos bipolares minimizan este riesgo, sin embargo su utilización en la cirugía laparoscópica es limitada debido a que no tienen capacidad de corte y no puede utilizarse sobre superficies amplias10. Fig. 11-6 Fig. 11-8 Fig. 11-7 Fig. 11-9 Fig. 11-10 Fig. 11-11 5 Capítulo 11 Oncología: Estadificación quirúrgica laparoscópica de tumores ginecológicos Actualmente disponemos de pinzas de sellado bipolar avanzadas que combinan la corriente bipolar con la superposición de tejido y compresión para sellar y cortar. Se trata de dispositivos muy útiles en cirugía oncológica puesto que permiten el sellado y corte de vasos de hasta 7 mm, disminuyendo de forma significativa el tiempo de cirugía y las pérdidas sanguíneas11. En función del procedimiento quirúrgico podemos utilizar pinzas de sellado bipolar de 5 o 10 mm, resultando especialmente útil en la realización de la histerectomía, linfadenectomía, omentectomía o esplenectomía. Otra alternativa son los dispositivos que utilizan la energía ultrasónica para el corte y la coagulación hemostática (bisturí armónico). Dado que hay pocos ensayos que comparen los diferentes dispositivos de sellado y coagulación, la elección de uno y otro se basa en la disponibilidad y en la experiencia del cirujano. En general la cirugía de estadificación laparoscópica incluye territorios de grandes vasos, por lo que es esencial tener a mano el material necesario para el control de un posible sangrado. Éste puede incluir los dispositivos ya descritos, clips quirúrgicos de titanio de entre 5 y 10 mm que pueden utilizarse mediante aplicadores reutilizables o desechables y ligaduras (puede ser útil el uso de endoloops). En función de las necesidades del procedimiento quirúrgico puede ser necesario el uso de retractores en forma de abanico para la sujeción de asas intestinales; endograpadoras que faciliten la cirugía intestinal o dispositivos que utilizan los ultrasonidos para fragmentar los tejidos al mismo tiempo que los irrigan y aspiran. Estos últimos se utilizan esencialmente para la resección de lesiones hepáticas, puesto que permiten la destrucción del parénquima hepático mientras que mantienen intactos los vasos y los conductillos hepáticos. Consideraciones específicas De cara a cualquier cirugía laparoscópica es fundamental una correcta valoración preoperatoria que determine las comorbilidades médicas que puedan influir en la capacidad de la paciente para tolerar la cirugía, o la necesidad de profilaxis antibiótica o tromboprofilaxis. Dada la predisposición trombótica de las pacientes oncológicas y que las cirugías de estadificación laparoscópica pueden ser de larga duración, es conveniente que se realice la cirugía con medias de compresión que ayuden a prevenir los fenómenos trombóticos. Aunque actualmente la preparación intestinal no es un estándar en la cirugía ginecológica12, de cara a la cirugía de estadificación laparoscópica es recomendable que la paciente realice una preparación intestinal que permita un fácil manejo de las asas intestinales durante la cirugía para una correcta exposición, sobre todo en pacientes obesas. Es recomendable realizar la preparación manteniendo una dieta pobre en residuos 48 horas antes, dieta líquida 24 horas antes y con la toma de citrato de magnesio para la evacuación del intestino el día previo. Fig. 11-12 Fig. 11-13 Asimismo, en el control del sangrado puede ser útil la utilización de materiales hemostáticos como esponjas de fibrinógeno y trombina, geles de gelatina y trombina humana o mallas de celulosa oxidada. Fig. 11-14 Fig. 11-15 6 Capítulo 11 Oncología: Estadificación quirúrgica laparoscópica de tumores ginecológicos Fig. 11-17 Fig. 11-16 En cualquiera de las dos posiciones los brazos de la paciente se colocan pegados al cuerpo, con las palmas de las manos hacía los muslos y protegidos. Es necesaria la colocación de una sonda de Foley durante la cirugía. Previo al comienzo del procedimiento, si la cirugía de estadificación laparoscópica incluye la detección de ganglios centinela, como puede ser en los estadios iniciales de cáncer de cérvix , se realiza a través de vía vaginal la inyección en cérvix de la o las sustancia utilizadas. Habitualmente se recomienda la utilización combinada de tecnecio y algún colorante como puede ser el azul de metileno, no obstante puede realizarse también con otras sustancias como el verde de indocianina. La entrada abdominal se realiza habitualmente a través del ombligo, ya sea mediante aguja de Veress, técnica de Hasson o trócar óptico. No se ha demostrado la superioridad de ninguna de las formas de acceso15,16. En los casos en los que se sospecha un cuadro adherencial importante, la paciente presenta cicatrices umbilicales o refiere malla umbilical, es muy útil la entrada a través del punto de Palmer en hipocondrio izquierdo, aproximadamente 2-3 cm por debajo del reborde costal izquierdo, en línea media clavicular izquierda. Esta entrada permite la liberación de adherencias previa y disminuye el riesgo de lesiones en estos casos. Fig. 11-19 Fig. 11-18 La posición de la paciente varía en función del tipo de cirugía de estadificación que se va a realizar. En términos generales, para la estadificación laparoscópica de tumores ginecológicos la posición más utilizada es la de litotomía, sobretodo en aquellas cirugías en las que va a ser necesario el acceso vaginal: tumores iniciales de ovario en los que no se va a realizar cirugía preservadora de la fertilidad o carcinomas de endometrio o cérvix iniciales. Es útil la utilización de una mesa de quirófano que permita la colocación de perneras articuladas y regulables que posibiliten el cambio durante la cirugía de las piernas en ángulo de 180º con el abdomen a una posición de piernas flexionadas para el tiempo vaginal o la extracción de la pieza quirúrgica. Previo al comienzo de la cirugía es esencial comprobar que las piernas se encuentran bien colocadas: mínima abducción de la cadera, flexión moderada de la rodilla, sin aumento de presión en ninguno de los puntos de las perneras y con las nalgas un par de centímetros por fuera de la mesa para permitir la manipulación uterina13, 4. En cirugías en las que el acceso vaginal no es necesario, como en cirugías preservadoras de la fertilidad o en linfadenectomías paraaórticas para estadiaje de cáncer de cérvix, el decúbito supino es la posición de elección. 7 Capítulo 11 Oncología: Estadificación quirúrgica laparoscópica de tumores ginecológicos Fig. 11-20 Fig. 11-21 En función del tiempo quirúrgico en el que nos encontremos la posición de la paciente puede modificarse, teniendo siempre en cuenta la necesidad de mantener posiciones no forzadas que puedan provocar lesiones posteriores. Una vez finalizada la cirugía es esencial un buen cierre de la fascia umbilical que minimice el riesgo de hernias o eventraciones posteriores. Se recomienda también el cierre de la fascia en las incisiones de los puertos de 10 o más milímetros. PASOS DE LA INTERVENCIÓN Inspección meticulosa de la cavidad abdominopélvica, lavados citológicos y toma de biopsias Una vez introducidos los trócares,realizado el neumoperitoneo y colocada la paciente en la posición adecuada, el primer paso de una correcta estadificación es la inspección sistemática y meticulosa de la cavidad abdominopélvica. En cuanto a esto, surge la preocupación técnica de la imposibilidad de explorar tan a fondo la cavidad como en la cirugía abierta. Mediante la laparoscopia puede ser más difícil explorar determinados territorios como el espacio de Morrison y no contamos con la posibilidad de palpar las superficies peritoneales. Sin embargo permite la magnificación de las superficies y esto puede ayudar a la visualización de áreas sospechosas. En cualquier cirugía de estadificación es esencial inspeccionar a fondo todas las superficies peritoneales de la pared abdominopélvica, superficie de aparato genital interno, haciendo especial hincapié en la superficie uterina, parametrios y superficie de ambos ovarios, peritoneo de ambas cúpulas diafragmáticas, peritoneo de Morrison, omento, serosa intestinal, territorios ganglionares y superficie hepática y esplénica. Si contamos con pruebas de imagen previas a la cirugía es imprescindible realizar una inspección más meticulosa en aquellas áreas que fuesen sospechosas en los estudio previos. Fig. 11-22 Vídeo 11-1 Inspección de la cavidad, lavado citológico, toma de biopsias. En función del tipo de estadificación que vaya a realizarse y de la anatomía de la paciente, colocamos los trócares accesorios. Habitualmente dos trócares de 10 mm en cuadrantes derecho e izquierdo de hemiabdomen inferior y uno o dos trócares de 5 mm entre éstos y el trócar umbilical. En los casos en los que se realiza linfadenectomía transperitoneal o cualquier tipo de procedimiento sobre el abdomen superior (omentectomía, esplenectomía…) puede facilitar la cirugía la colocación de un trócar suprapúbico de 10 mm que permita la correcta visualización del campo quirúrgico sobre el que estamos trabajando. La colocación de los trócares difiere en los casos de linfadenectomía retroperitoneal que se detalla en secciones posteriores. Una vez colocados los trócares, la paciente se coloca en posición de Trendelenburg, lo que nos permite desplazar cuidadosamente las asas intestinales hacía el hemiabdomen superior y poder exponer la pelvis o el retroperitoneo. Puede facilitar la cirugía la inserción de dispositivos de sujeción como esponjas, retractores o simplemente dar puntos de sujeción en los apéndices epiploicos del intestino que permitan fijar éste y retirarlo del campo operatorio en el que estamos trabajando. 8 Capítulo 11 Oncología: Estadificación quirúrgica laparoscópica de tumores ginecológicos Fig. 11-24 Fig. 11-23 Cirugía sobre la pelvis Esta parte de la cirugía varia de forma significativa en función del tipo de tumor por el que se realice el procedimiento. Vídeo 11-2 Cirugía sobre la pelvis. Histerectomía extrafascial. De todas las zonas sospechosas se toma biopsia para estudio anatomopatológico. En función de si puede o no cambiar la actitud quirúrgica, se realizará de forma intraoperatoria. Asimismo prestamos especial atención durante este paso a la presencia de adherencias, puesto que por ejemplo en el caso de los tumores de ovario la demostración de células tumorales en alguna de las adherencia cambiaría la estadificación de un posible estadio I a un estadio II. Tras la inspección de la cavidad, se recoge el líquido ascítico o se realizan lavados para estudio citológico, en pelvis, ambas gotieras parietocólicas y superficie hepatodiafragmática. El lavado citológico se realiza de forma sistemática en los tumores de ovario, trompa y peritoneo. En los carcinomas de endometrio, aunque la citología de la cavidad abdominopélvica ya no forma parte de los criterios de estadificación, se sigue recomendando su práctica. En el caso de los tumores de ovario, trompa o peritoneo durante la inspección de la cavidad está indicada además la realización de biopsias randomizadas de las superficies peritoneales. En el caso de los carcinomas de endometrio se recomienda, antes de la manipulación uterina, el sellado de ambas trompas de cara a prevenir la diseminación del tumor a través de la luz tubárica Tumor de ovario, trompa o peritoneo En las pacientes que no han visto cumplido su deseo genésico y presentan sospecha de tumor de ovario en estadios iniciales se puede valorar la realización de cirugía preservadora de la fertilidad. Ésta es discutida en pacientes con estadio IC, tumores grado 3 o tumores de células claras17. Es también controvertido la necesidad de completar la cirugía tras cumplir el deseo genésico. En los casos en los que se puede realizar cirugía preservadora de la fertilidad, porque la paciente cumple los criterios clínicos y no hay nada que lo contraindique durante la inspección, se realiza la anexectomía del ovario afecto, conservando si es posible el anejo contralateral y el útero. No está recomendada la realización de biopsias del ovario contralateral. Para la anexectomía unilateral, se realiza la disección de los vasos ovárico ipsilaterales, siempre bajo control del uréter del mismo lado. Una vez realizada la disección, se realiza la ligadura y sección de los mismos. A continuación se realiza ligadura y sección de trompa y ligamento uteroovárico, manteniendo un pequeño muñón que nos permita el control de un posible sangrado a este nivel. Basándonos en la teoría de que gran parte de los tumores serosos de ovario tienen su origen en el epitelio tubárico, conviene ser lo más radical posible en la salpingectomía. En pacientes que ya han cumplido su deseo genésico o presentan un estadio superior está indicada la histerectomía total extrafascial con salpingooforectomía bilateral18. Facilita el procedimiento comenzar con la disección de los espacios avaculares, paravesical y pararrectal que, como se ha explicado en la sección de anatomía, facilita la identificación de la anatomía y los pasos posteriores del procedimiento. Una vez realizados los espacios, disecamos ambos uréteres de forma que en cualquier paso de la histerectomía sea posible identificarlos y por tanto estar seguros de que no lo dañamos. Identificamos los vasos ováricos para a continuación, siempre bajo control de ambos uréteres, disecarlos, ligarlos/sellarlos y seccionarlos. Continuamos con la sección de ambos ligamentos redondos del útero y la disección del espacio vesicouterino hasta alcanzar la vagina. Se realiza disección, sellado y corte de los vasos uterinos y por último apertura vaginal. Una vez que se ha individualizado la pieza quirúrgica, puede realizarse la extracción a través de la vagina. 9 Capítulo 11 Oncología: Estadificación quirúrgica laparoscópica de tumores ginecológicos Fig. 11-26 Fig. 11-25 A continuación se realiza sutura de la cúpula vaginal. En este punto es importante tener en cuenta la posible indicación posterior de quimioterapia intraperitoneal, en cuyo caso conviene asegurar un buen cierre para evitar complicaciones posteriores. El cierre puede asegurarse con puntos sueltos de refuerzo. En los casos en los que el anejo tumoral está presente en la cirugía, puede resultar útil realizar la salpingooforectomía del anejo afecto antes de la histerectomía. Esto nos permite su extracción a través de una bolsa para evitar la diseminación del tumor y realizar el estudio intraoperatorio de anatomía patológica mientras continuamos con el procedimiento. En función de los hallazgos y la indicación, al realizar la histerectomía podemos realizar la peritonectomía pélvica durante el procedimiento. Tumores de endometrio En los tumores de endometrio la indicación es la histerectomía total extrafascial explicada en los tumores de ovario. Es importante un estudio intraoperatorio de la pieza quirúrgica que informe sobre el tamaño tumoral, la invasión miometrial, el grado tumoral y la extensión cervical. En algunos caso de carcinoma de endometrio estadio II coninvasión endocervical puede realizarse histerectomía radical con resección de parametrios (explicada en la sección “Manejo laparoscópico del cáncer de cérvix. Histerectomía radical”). Como ya se ha comentado en el primer paso, es recomendable la oclusión de ambas trompas antes de comenzar el procedimiento de histerectomía en los casos de tumores endometriales. Tumores de cérvix La estadificación del carcinoma de cérvix es clínica y por lo tanto la cirugía sobre la pelvis en este tipo de tumores es terapéutica, no de estadificación. Se desarrolla en secciones posteriores. Linfadenectomía pélvica Una vez abiertos los espacios avasculares, podemos realizar la linfadenectomía pélvica antes o después de la realización de la histerectomía. Debemos adecuar la radicalidad de la linfadenectomía en función del tipo de tumor y del estadio del mismo. La disección de los ganglios pélvicos es más fácil desde el lado contralateral al que se está trabajando, es decir, si se están resecando los ganglios pélvicos izquierdos, el cirujano principal deberá colocarse en el lado derecho de la paciente. Fig. 11-28 Fig. 11-27 Fig. 11-29 10 Capítulo 11 Oncología: Estadificación quirúrgica laparoscópica de tumores ginecológicos La linfadenectomía pélvica está indicada en la estadificación de los tumores epiteliales infiltrantes de ovario18. Sin embargo su papel está muy discutido en los tumores borderline, donde la mayoría de los autores no la consideran necesaria19,20,21. En cuanto a los tumores de endometrio, en términos generales la linfadenectomía pélvica está indicada en histologías de alto riesgo independientemente del estadio (seroso, células claras o endometrioides de alto grado), estadios II o superior y en casos en los que existe una alta sospecha de afectación ganglionar por las pruebas de imagen realizadas previas a las cirugía. No está indicado realizar linfadenectomía en histologías endometrioides con menos del 50 % de invasión miometrial (estadio IA) y es controvertida la necesidad de realizarla en el estadio IB del tumor endometrioide. En el caso del cáncer de endometrio y de cérvix en estadios iniciales, la linfadenectomía pélvica puede ser sustituida o complementada por la detección de los ganglios centinela. En el caso de que se realice consiste en la detección bilateral de los ganglios marcados preoperatoriamente (mediante tecnecio y/o algún colorante tipo azul de metileno). Una vez localizados, Para la disección mantenemos el uréter medial a nuestro campo quirúrgico, siempre bajo control. Identificamos y exponemos las principales estructuras anatómicas: musculo psoas, arteria y vena ilíacas externas e internas y nervio obturador. Es fundamental identificar e individualizar este último para evitar dañarlo durante la disección de los ganglios obturadores. En términos generales la disección de los ganglios pélvicos incluye: • Ganglios ilíacos comunes, en la bifurcación de ambas ilíacas. • Ganglios ilíacos externos, entre el músculo psoas y la arteria ilíaca externa. Es conveniente, durante la disección intentar preservar el nervio genitofemoral que discurre sobre el músculo psoas. • Ganglios interilíacos. • Ganglios obturadores. Para su disección delimitamos la fosa obturatriz, cuyos límites vienen marcados por la vena ilíaca externa en el borde lateral, la arteria vesical superior en el borde medial y el nervio obturador en el borde inferior. Vídeo 11-3 Detección ganglio centinela. son disecados y remitidos para estudio intraoperatorio de anatomía patológica. En el caso de que el marcaje se realice mediante tecnecio, se utiliza una gammacámara para su localización, que introduciremos por uno de los trócares. Fig. 11-33 Fig. 11-32 Fig. 11-31 Fig. 11-30 11 Capítulo 11 Oncología: Estadificación quirúrgica laparoscópica de tumores ginecológicos Linfadenectomía paraaórtica La linfadenectomía paraaórtica por laparoscopia puede realizarse vía transperitoneal o vía preperitoneal. Es frecuente que utilicemos la vía transperitoneal en procesos de estadificación que incluyen otros procedimientos, como por ejemplo en la estadificación de cáncer de ovario o endometrio. En estos casos, podemos utilizar los trócares colocados previamente, añadiendo tan solo un trócar suprapúbico de 10 mm a través del que introduciremos la óptica. Cuando es así, una vez que hallamos completado la cirugía pélvica (se puede realizar también previamente), es necesario trasladar los monitores a la cabeza de la paciente. El cirujano puede colocarse en el lado derecho o entre las piernas de la paciente, que estará en posición de Trendelenburg. El primer paso es abrir el peritoneo desde el territorio de vasos ilíacos comunes hasta el ligamento de Treitz, siempre medial a ambos uréteres. Dada la diseminación ganglionar de los tumores ginecológicos, el límite superior de la linfadenectomía paraaórtica viene dado por la vena renal izquierda. Para una mejor exposición del campo operatorio es útil la utilización de retractores en forma de abanico que nos permitan elevar parcialmente el duodeno y la vena mesentérica inferior mientras trabajamos en el territorio de la vena renal izquierda. Asimismo, puede facilitar la cirugía el dar puntos de sujeción en los apéndices epiploicos del intestino que permitan fijar éste y retirarlo del campo operatorio en el que estamos trabajando. donde se coloca un trócar óptico y se realiza el neumoperitoneo y la exploración de la cavidad. Una vez hecho esto, realizamos una incisión en fosa ilíaca izquierda, 2 cm por encima y medial a la espina ilíaca izquierda. A través de esta incisión introducimos un dedo mediante el que disecamos cuidadosamente los músculos oblicuos y la fascia teniendo precaución de no perforar la vaina peritoneal. Una vez aquí, bajo control laparoscópico realizamos la disección digital del espacio retroperitoneal del área en el que estamos trabajando hasta los vasos ilíacos externos. Introducimos un trócar de Hasson a través de la incisión de la fosa ilíaca izquierda, retiramos el gas intraperitoneal e introducimos el CO2 a través del trócar de Hasson que acabamos de colocar. Vídeo 11-4 Linfadenectomía paraaórtica. Una vez que hemos expuesto correctamente el territorio ganglionar sobre el que vamos a trabajar, la disección de ganglios paraaórticos debe incluir: • Ganglios paracava derechos. • Ganglios interaortocava. • Ganglios paraaórticos izquierdos inframesentéricos, por debajo de la arteria mesentérica inferior. • Ganglios paraaórticos izquierdos supramesentéricos, entre la vena renal izquierda y la arteria mesentérica inferior. En el caso del abordaje preperitoneal la paciente debe estar colocada en decúbito supino, ligeramente ladeada hacia el lado derecho. Se comienza la cirugía a través de la región umbilical, Fig. 11-34 Fig. 11-35 A continuación realizamos la disección del espacio retroperitoneal con el gas y la óptica, dejando en la parte superior los vasos ováricos y el uréter izquierdo, que junto con el peritoneo quedarán rechazados en el campo superior de la disección. Una vez disecado el espacio, a 3-4 cm del trócar de Hasson, hacia cefálica, se coloca un trócar de 10 mm y craneal a éste, otro de 5 mm a lo largo de la línea media axilar. Comenzamos la disección ganglionar por encima de la arteria ilíaca común izquierda y continuamos avanzando hasta la bifurcación de la aorta e ilíaca común derecha. Una vez que hemos localizado el uréter derecho, proseguimos en dirección craneal para la resección de los ganglios paracavos derechos, interaortocava y paraaórticos izquierdos, tanto inframesentéricos como supramesentéricos. Los límites anatómicos del campo quirúrgico en la linfadenectomía preperitoneal son: los vasos ilíacos comunes en el margen caudal, el músculo psoas, aorta y cava en el margen inferior, el uréter en el campo superior y la vena renal izquierda en el límite cefálico. 12 Capítulo 11Oncología: Estadificación quirúrgica laparoscópica de tumores ginecológicos Para la realización de la omentectomía laparoscópica es muy útil la utilización de pinzas de sellado bipolar o dispositivos de energía ultrasónica para el corte/coagulación que nos permitan acortar el tiempo quirúrgico. Podemos realizar la omentectomía tras la linfadenectomía transperitoneal, manteniendo las pantallas en la cabeza de la paciente y trabajando desde la misma posición. Comenzamos el procedimiento resecando el omento desde el ángulo hepático del colon mediante las pinzas de sellado bipolar. Identificamos las arterias gastroepiploicas derechas e izquierdas, en función de la radicalidad que precise la cirugía, la sellamos y cortamos (ligando entonces los vasos cortos) o la mantenemos. Proseguimos con la omentectomía hasta el ángulo esplénico del colon, siendo muy cuidadosos en este punto para evitar desgarros esplénicos. Una vez que se ha realizado la omentectomía es conveniente introducir el epiplón en una bolsa para su extracción. La linfadenectomía paraaórtica está indicada en la estadificación del cáncer epitelial infiltrante de ovario, sea cual sea el estadio sospechado. Sin embargo su papel está muy discutido en los tumores borderline, donde la mayoría de los autores no la consideran necesaria19,20,21. El papel de la linfadenectomía en el cáncer de endometrio, y en concreto el papel de la linfadenectomía paraaórtica es controvertido. Dada la importancia pronóstica del estado ganglionar está clara su indicación en histologías desfavorables o estadios II o superiores, sin embargo es controvertido en estadios intermedios. No está indicada en estadio IA de histologías favorables. En cuanto al cáncer de cérvix, el papel de la linfadenectomía paraaórtica es fundamental en estadios avanzados de cara a la planificación de tratamientos adyuvantes. Vídeo 11-5 Omentectomía. Apendicectomía La apendicectomía está indicada en la estadificación de los tumores de ovario mucinosos. Para realizarla es útil la utilización de pinzas de sellado bipolar o dispositivos de energía ultrasónica. Seccionamos el mesoapéndice con las pinzas de sellado bipolar. A continuación, realizamos una doble ligadura en la base del apéndice y lo seccionamos entre ambas con las tijeras monopolares impregnadas en betadine. El apéndice lo extraemos dentro de una endobag por uno de los puertos de 10 mm. Aunque en la apendicectomía laparoscópica algunos autores no lo creen necesario, podemos invaginar el muñón apendicular dando unos puntos alrededor del mismo con Vicryl. Vídeo 11-6 Apendicectomía. Fig. 11-36 Omentectomía La omentectomía está indicada en la estadificación de los tumores de ovario y en las histologías desfavorables (seroso y células claras) de cáncer de endometrio. En función del tipo de tumor y sospecha de afectación, podemos realizar la omentectomía infra o supramesocólica. Fig. 11-37 Fig. 11-38 13 Capítulo 11 Oncología: Linfadenectomía laparoscópica transperitoneal y extraperitoneal LINFADENECTOMÍA PARAAÓRTICA TRANSPERITONEAL La linfadenectomía paraaórtica transperitoneal es una técnica quirúrgica que precisa de un cierto grado de habilidad quirúrgica por parte del cirujano. Según Lanvin et al., tras los estudios experimentales realizados, estiman necesarios un mínimo de 15 intervenciones para llegar a dominar la técnica, tras un entrenamiento específico en cirugía oncológica y laparoscopia avanzada. Su indicación, fundamentalmente en relación con procesos oncológicos que requieren la exéresis ganglionar del retroperitoneo, a nivel aortocavo. Las primeras linfadenectomías paraaórticas se realizaron en el contexto de la estadificación quirúrgica del cáncer de endometrio y fue llevada a cabo por los Profesores Childers y Querleu, en el año 1991. Presenta como ventajas, frente al abordaje preperitoneal, la posibilidad de realizar otras técnicas quirúrgicas abdominales y pélvicas sin la necesidad de cambiar de puertos de entrada, así como una menor incidencia de linfoceles sintomáticos. Tiene, en contrapartida, una mayor dificultad técnica en pacientes con obesidad mórbida, así como en pacientes con antecedentes de cirugía abdominal previa. Presenta, así mismo, una tasa ligeramente superior de procesos adherenciales postquirúrgicos. Antes de empezar Repaso anatómico El campo quirúrgico a estudiar está delimitado lateralmente por las arterias y venas ováricas, así como por los uréteres de cada lado. El límite inferior lo constituye el cruce del uréter sobre la bifurcación de la arteria ilíaca común ipsilateral. Como límite superior señalaremos los vasos renales izquierdos y derechos. Fig. 11-39 Dr. Denis Querleu. La linfadenectomía es un proce- dimiento quirúrgico que puede ser considerado como diagnós- tico y por tanto como pronósti- co, formando parte de la esta- dificación neoplásica, aunque podría tener además, un papel terapéutico. La linfadenectomía paraaórtica laparoscópica fue descrita por primera vez descrita en la lite- ratura en 1992 por Nezhat et al.1 y en 1993 por Querleu2 en casos de cáncer endometrial, cervical y de ovario. LINFADENECTOMÍA LAPAROSCÓPICA ABORDAJES TRANSPERITONEAL Y EXTRAPERITONEAL Características de las estructuras principales que vamos a encontrarnos en este territorio: • Arterias ováricas - La derecha se origina en la cara anterolateral derecha de la aorta, recorriendo un trayecto horizontal por encima de la cava hasta situarse en su cara lateral, acompañando en su trayecto descendente a la vena ovárica de dicho lado, para constituir posteriormente el pedículo vascular infundibulopélvico que irriga al ovario. - La izquierda se origina en la cara lateral de la aorta, ligeramente craneal a la arteria ovárica derecha, discurriendo caudalmente paralela a la vena ovárica. • Venas ováricas - La derecha forma un cayado que habitualmente drena en la vena cava inferior. - La izquierda habitualmente desemboca en la vena renal izquierda. • Uréteres - Acompañan a la arteria y vena ováricas en su trayecto, situándose lateralmente en la porción superior, en su recorrido hacia la pelvis renal. Transcurren medialmente a los vasos, en su porción inferior, pasando por encima de las arterias ilíacas comunes, a nivel de su bifurcación, en su recorrido hacia la vejiga. • Arteria mesentérica inferior - La encontramos de forma casi constante a unos 4-5 cm por encima de la bifurcación de la aorta, naciendo en su cara anterolateral izquierda. • Venas renales - La derecha sale lateralmente de la cava, justo por encima del cayado de la vena ovárica derecha. - La izquierda constituye el límite superior de la exéresis óptima del tejido linfograso del territorio aortocavo. El límite lateral del mismo, a este nivel, lo identificamos en el drenaje de la vena ovárica izquierda. Habitualmente, cruza por encima de la aorta, pero en un porcentaje no desdeñable de casos lo hace por debajo de la misma, lo que nos dificultará la disección de dicha zona, si no hemos sido avisados de dicha anomalía anatómica en el TAC realizado previamente. Una referencia válida para su identificación suele ser su localización a unos 3-4 cm por encima y medial del nivel del cayado de la vena ovárica derecha sobre la cava. • Arterias renales - Localizadas en la mayoría de los casos en un plano más profundo y al nivel de las venas renales • Ramas lumbares y anastomosis linfovasculares - Localizadas a lo largo del trayecto aortocavo, de manera irregular, aunque destaca de manera constante la detección de una rama vascular en la cara anterior de la cava, en la zona de unión de las venas ilíacas comunes derecha e izquierda. 14 Capítulo 11 Oncología: Linfadenectomía laparoscópica transperitoneal y extraperitoneal Material necesario Relación de instrumental mínimo utilizado en la técnica: • Óptica de 0º o de 30º. • Bisturí frío. • Aguja de Veress. • 2 pinzas atraumáticas. • 1 pinzade Manhes. • 1 disector. • 1 Pinza de Duval. • Separador de abanico. • Selladora bipolar. • Bisturí armónico o bien otro tipo de selladora de vasos. • Bolsa para extracción protegida de tejido linfograso. • Aspirador – irrigador. • Trócares: - 3 de 10-12 mm colocados a nivel subumbilical, suprapúbico y en fosa ilíaca derecha. - 2 de 5 mm a nivel de fosa ilíaca izquierda y en hipocondrio derecho. Dispondremos, preparada y de manera localizada, de una caja de laparotomía, con pinzas vasculares tipo Satinski o Crafoord incorporadas, ante la eventualidad de un proceso hemorrágico severo que obligue a reconvertir la cirugía. Así mismo, importante tener a nuestra disposición por si fuera preciso, con carácter urgente, de alguno de los diversos hemostáticos existentes en el mercado. Fig. 11-42 Disposición de la paciente y del equipo quirúrgico. Fig. 11-40 Visión global de retroperitoneo en cavidad abdominal. Disposición de la paciente y del equipo quirúrgico La paciente se colocará en decúbito supino, en posición ginecológica y con aplicación de Trendelenburg moderado. El cirujano se coloca a nivel central, entre las piernas de la paciente y los ayudantes uno en cada lateral de la misma. La instrumentista se coloca junto al cirujano, a su derecha. El monitor quedará colocado sobre la cabeza de la paciente. Colocación de los trócares Habitualmente disponemos 5 trócares: (Fig. 11-43) • A nivel umbilical, de 10-12 mm por donde introduciremos inicialmente el separador, y posteriormente la óptica de 0º, cuando abordemos el espacio lateroaórtico. • Suprapúbico de 10-12 mm para pinza atraumática o tipo Duval para el manejo de masas adenopáticas de cierto volumen. Realizamos por este trócar la extracción de tejido, para estudio intraoperatorio, si fuera preciso. De esta manera, evitamos manchar trócares por donde introduciremos la óptica. • A nivel de FID, de 10-12 mm, pero más bajo que el colocado cuando queremos realizar cirugía solo a nivel pélvico (representado en este caso en el dibujo en un color más claro). Introducimos inicialmente la óptica para trabajar espacios laterocavo y preaortocavo y más adelante, el separador tipo abanico, cuando cambiamos la óptica al trócar subumbilical. • Simétrico al anterior en FII, de 5 mm, para manejo del bisturí armónico o la pinza selladora de vasos. • En hipocondrio derecho, de 5 mm, para la pinza atraumática que traccionará del peritoneo en ayuda de la optimización del campo quirúrgico. Fig. 11-41 Instrumental. 15 Capítulo 11 Oncología: Linfadenectomía laparoscópica transperitoneal y extraperitoneal Debemos resaltar que, en nuestro caso, trabajamos inicialmente con la óptica de 0º colocada en trócar de fosa ilíaca derecha. (Fig. 11-44) Con esta disposición, realizamos la linfadenectomía de territorios latero y aortocavo, de manera que cuando accedemos para la exéresis del tejido lateroaórtico, cambiamos la localización de la óptica al trócar umbilical. (Fig. 11-45) Fig. 11-43 Colocación de los trócares. Fig. 11-45 Óptica en trócar umbilical. Fig. 11-44 Óptica de 0º colocada en trócar de fosa ilíaca derecha. Pasos de la intervención Apertura del peritoneo Para tratar de conseguir el campo adecuado, desplazamos las asas de intestino delgado y mesenterio cranealmente hacia diafragma; colon ascendente lateralmente hacia la derecha y sigma lo apartamos hacia la izquierda. Nos centramos sobre el trayecto de arteria ilíaca común derecha, comprobando el recorrido del uréter ipsilateral, de manera que la incisión peritoneal la realizamos craneal y medialmente al mismo, en dirección aortocava, hacia el ligamento de Treitz. Una vez realizada la apertura del peritoneo, introducimos el separador con cuidado, realizando tracción del mismo, teniendo cuidado para que quede el plano del tejido linfograso adherido al plano vascular. Accedemos a nivel de la porción superior de arteria y vena ilíaca común derecha. (Vídeo 11-7) Vídeo 11-7 Apertura del peritoneo. Vídeo 11-8 Puntos sobre el peritoneo para rechazar las asas intestinales. En algunas ocasiones, por problemas de obesidad de la paciente o dificultad para retirar las asas, nos ayudamos de unos puntos sobre el peritoneo, que fijamos a pared abdominal. De esta manera, conseguimos rechazar las asas intestinales y optimizamos el campo quirúrgico. (Vídeo 11-8) 16 Capítulo 11 Oncología: Linfadenectomía laparoscópica transperitoneal y extraperitoneal El límite superior lo constituye la vena renal izquierda, que habitualmente se localiza a unos 2-3 cm por encima del cayado de la vena ovárica derecha, en su cara lateral derecha. El desplazamiento lateral de vena y uréter derechos constituye una maniobra interesante para evitar lesionarlos en el proceso de disección tisular. Lateralmente a la cava, por debajo del cayado de la vena ovárica derecha, nos encontramos con la grasa prerrenal; por encima del mismo, disecaríamos el trayecto de la vena renal derecha. Espacio ilíaca común derecha En sentido caudal al punto de abordaje inicial, disecaremos el trayecto de la arteria y vena ilíaca común derecha. En este lado la vena discurre lateralmente respecto a la arteria a este nivel, mientras que en el lado izquierdo, queda por dentro. Deberemos tener cuidado especial con las anastomosis vasculo- linfáticas que se establecen en este trayecto. (Vídeo 11-10) El límite inferior, en este abordaje, lo constituye el cruce del uréter derecho sobre la arteria ilíaca común. Para completar el resto de la linfadenectomía de este territorio, deberíamos acceder desde la apertura realzada en la hoja posterior del ligamento ancho, necesaria para la linfadenectomía pélvica. Espacio interaortocavo Realizamos en sentido ascendente la disección del paquete de tejido linfograso, procurando traccionar cranealmente de dicho tejido, para intentar establecer “ventanas” que nos permitan coagular y cortar el mismo, visualizando las estructuras vasculares que nos encontramos en su recorrido. En ese trayecto, nos encontraremos con la arteria ovárica derecha, que saliendo de la cara anterior de la aorta, cruza por encima de la cava para descender lateralmente a la misma. (Vídeo 11-11) De manera constante, la arteria mesentérica inferior nos la encontramos en la cara anterolateral izquierda de la aorta, a unos 4-5 cm de su bifurcación. En sentido ascendente, nos encontraremos con origen en la aorta, la arteria ovárica derecha (en su cara anterior), y más arriba y lateral, la arteria ovárica izquierda. En un porcentaje cercano al 30 %, la disposición de las estructuras vasculares puede verse alteradas respecto a lo anteriormente mencionado. Una de las anomalías anatómicas más habituales suele ser la disposición de arterias polares renales. Vídeo 11-11 Espacio interaortocavo. Espacio pre-laterocavo Avanzamos en sentido ascendente por encima de la cava, de manera cuidadosa para evitar desgarros de su adventicia y procurando disecar y coagular los capilares y pequeñas ramas que puedan drenar en su trayectoria. (Vídeo 11-9) Vídeo 11-9 Espacio pre-laterocavo. Vídeo 11-10 Espacio ilíaca común derecha. Espacio de la bifurcación de la aorta Como hemos comentado anteriormente, deberemos tener cuidado en esta zona, ocupada prácticamente en su totalidad, en el plano vascular, por la vena ilíaca común izquierda, que se sitúa medialmente a la arteria. (Vídeo 11-12) Suele tener poco tejido, si bien necesitamos valorarlo y comprobar que no presenta eventuales adenopatías. Constituye zona donde se asientan las fibras del plexo hipogástrico superior; que, aun con dificultad, pueden ser respetadas. 17 Capítulo 11 Oncología: Linfadenectomía laparoscópica transperitoneal y extraperitoneal Espacio lateroaórtico supramesentérica inferior Tal y como hemos mencionado previamente, en nuestra sistemática de trabajo, cambiamos la colocación de la óptica, trasladándola del trócar de fosa ilíaca derecha, al umbilical. (Vídeo11-13) Algunos cirujanos trabajan con óptica de 30º, lo que facilita la visualización de toda la cavidad abdominal sin necesidad de cambiar su localización inicial. Vídeo 11-14 Espacio lateroaórtico inframesentérica inferior. Vídeo 11-12 Espacio de la bifurcación de la aorta. Espacio suprarrenal En algunas ocasiones, nos vemos obligados a explorar el territorio localizado por encima de los vasos renales ante la sospecha de localización de adenopatías o tejido tumoral a dicho nivel. Debemos extremar las precauciones ante el riesgo de sangrado existente, teniendo en cuenta, además, que la lesión de alguno Vídeo 11-13 Espacio lateroaórtico supramesentérica inferior. Espacio lateroaórtico inframesentérica inferior A este nivel, en la delimitación del margen lateral, debemos identificar previamente vena y uréter (que en su recorrido descendente se desplaza medialmente) para evitar su lesión al extirpar el tejido. (Vídeo 11-14) Caudalmente, este territorio se continúa con el correspondiente al de la arteria ilíaca común. Para el abordaje completo de dicho territorio, deberemos abordarlo, bien desplazando medialmente el sigma con su meso, o como lo explicado en el caso de la ilíaca común derecha, abordándolo desde el acceso utilizado para la linfadenectomía pélvica. Debemos insistir en el tejido que resta justo por debajo de la arteria mesentérica inferior, desplazándola con cuidado caudal o cranealmente, lo que nos facilitará su exéresis. Una vez visualizada la arteria mesentérica inferior, disecamos el tejido en sentido ascendente, pegados a la pared de la aorta, objetivando la arteria ovárica izquierda y ramas lumbares hasta la zona del hilio renal izquierdo. El límite lateral lo constituye la vena ovárica izquierda. A este nivel, el uréter suele estar lateral a la misma. El suelo o porción caudal de dicho espacio, constituido por la parte lateral de los cuerpos vertebrales y el psoas. A dicho nivel podemos encontrar trayectos de conductos linfáticos, así como ramas lumbares y la vena ácigos lumbar. Debemos tener especial cuidado en la disección ganglionar de dicho espacio cuando llegamos a la zona del hilio renal izquierdo. Por debajo de la vena renal, en un plano más profundo, se suele encontrar la arteria renal, de manera que debemos disecarla para evitar dañarla, previa extracción del tejido linfograso. Vídeo 11-15 Espacio suprarrenal. 18 Capítulo 11 Oncología: Linfadenectomía laparoscópica transperitoneal y extraperitoneal Vídeo 11-17 Visión global tras la linfadenectomía. tratamiento primario o adyuvante. Por otro lado, el abordaje laparoscópico extraperitoneal comparado con el abordaje laparoscópico transperitoneal presenta menor riesgo de lesión intestinal; la cirugía abdominal previa no supone un inconveniente y también puede reducir la formación de adherencias intraabdominales, lo que va asociado con menor radiotoxicidad cuando son necesarios campos extendidos a territorios paraaórticos para el tratamiento. El abordaje extraperitoneal es una técnica que combina los beneficios de la laparoscopia con el abordaje extraperitoneal4. Visión global tras la linfadenectomía Una vez finalizada la intervención, una revisión del campo quirúrgico nos permitirá confirmar que no tenemos ningún proceso hemorrágico pendiente, al mismo tiempo que nos ayudará a confirmar la integridad de las estructuras previamente disecadas. (Vídeo 11-17) de los vasos renales abocará a la necrosis de dicho órgano. Dicha precaución extendida a los tejidos que se encuentran a su alrededor, en el plano superior: duodeno, páncreas, vasos mesentéricos superiores y tronco celíaco. La presencia de numerosos vasos linfáticos a dicho nivel, aconseja la utilización de una cuidadosa hemostasia de la zona, así como la utilización de hemostáticos locales en la prevención de eventuales linforragias que pudieran complicar el postoperatorio. (Vídeo 11-16) Vídeo 11-16 Prevención de linforragias. LINFADENECTOMÍA PARAAÓRTICA EXTRAPERITONEAL La linfadenectomía paraaórtica con abordaje extraperitoneal fue descrita por primera vez por Vasilev y McGonigle en 19963. La estadificación quirúrgica por laparoscopia es un procedimiento de cirugía mínimamente invasiva factible con ventajas sobre la laparotomía, como la reducción de la pérdida sanguínea, menor estancia hospitalaria y la más rápida recuperación, que favorece el inicio casi inmediato del Fig. 11-47 Visión general del retroperitoneo con las áreas ganglionares paraaórticas. Fig. 11-46 Quirófano. Antes de empezar Repaso anatómico El retroperitoneo es la región anatómica abdominopélvica, localizada entre la hoja posterior del peritoneo parietal y la pared posterior del abdomen. 19 Capítulo 11 Oncología: Linfadenectomía laparoscópica transperitoneal y extraperitoneal • Vascularización arterial: Ramas de la porción abdominal de la aorta descendente: - Arterias renales: Generalmente encontramos dos, una derecha y otra izquierda, aunque existen variaciones. Nacen de la aorta abdominal, y se localizan 4-5 cm cranealmente a la arteria mesentérica inferior. La izquierda aparece recubierta por su vena homónima; y la derecha primero por la vena cava inferior y después por su vena homónima. - Arterias ováricas: Se originan a nivel de L2, a 2 cm por encima de la arteria mesentérica inferior, una a cada lado de la aorta. Son de pequeño calibre y transcurren junto a la vena ovárica homolateral. - Arteria ovárica dcha.: transcurre por detrás del peritoneo y por delante de la vena cava inferior y del psoas. Cruza el uréter y desciende por fuera de éste hasta la bifurcación de a. ilíaca primitiva, donde cruza la a. ilíaca externa y desciende luego en el ligamento infundíbulopélvico. - Arteria ovárica izda.: transcurre por detrás del peritoneo y por delante del psoas. Mismas relaciones con uréter y vasos ilíacos que su homónima derecha. - Arteria mesentérica inferior: Nace de la cara anterolateral izquierda de la aorta, a 4-5 cm por encima de su bifurcación, a la altura de L3-L4 y se extiende hacia el mesosigma a irrigar colon descendente, colon sigmoideo y recto. - Arterias lumbares: Del orden de tres a cuatro arterias segmentarias que corresponden a las arterias intercostales. Nacen de la cara posterolateral de la aorta junto a sus venas homónimas muy cercanas al psoas. - Ramas terminales de la aorta: A la altura de L4, inmediatamente por debajo del ombligo, da sus 3 ramas terminales: una media, la arteria sacra media y dos laterales, las arterias ilíacas comunes. - Arterias ilíacas comunes o primitivas: Se extienden desde la bifurcación aórtica hasta su división, después de un trayecto de 6 cm, en las arterias ilíacas interna y externa, en la cara anterior de la articulación sacroilíaca. Los vasos ováricos transcurren lateralmente y sus venas homónimas posteriormente. El uréter izquierdo cruza la porción inferior de la arteria ilíaca primitiva izquierda, mientras que el derecho cruza la arteria ilíaca externa derecha. • Drenaje venoso. - Vena cava inferior: Procede de la unión de las dos venas ilíacas comunes o primitivas, transcurre por delante y a la derecha de la columna lumbar, por debajo de la bifurcación de la aorta. Recibe el drenaje de las venas lumbares, renales, suprarrenal derecha, ovárica derecha, suprahepáticas y diafragmáticas inferiores. Se relaciona: - Posteriormente: con el músculo Psoas, el lado derecho de la columna, las arterias lumbares derechas y la cadena del simpático. - Anteriormente: Cruzada por la arteria ovárica derecha y recubierta por peritoneo y paquete intestinal. - Medialmente: Aorta. - Lateralmente: Colon ascendente, uréter derecho, riñón derecho, cápsula suprarrenal derecha y lóbulo hepático derecho. - Vena mesentérica inferior: Desde el tercio izquierdo del colon y recto superior hacia la vena esplénica. Asciende a lo largo y a la izquierda de su arteria homónima y puede observarse lateralmenteal duodeno. - Venas lumbares ascendentes: Paralela al trayecto de la vena cava, en su segmento abdominal corresponde en la derecha con la vena ácigos y en izquierda con la vena hemiácigos. Ésta última parte drena en la parte posterior de la vena renal izquierda. - Venas ováricas: Se originan en el territorio de las arterias ováricas y en una pequeña porción de las arterias uterinas del plexo pampiniforme formando dos troncos que se unen en uno solo antes de drenar la vena ovárica derecha directamente en la vena cava inferior (cara lateral) y la vena ovárica izquierda en la vena renal izquierda. - Venas ilíacas comunes o primitivas: Constituidas por la unión de la vena ilíaca externa y la vena ilíaca interna. La vena ilíaca primitiva derecha descansa sobre el psoas y en su trayecto craneal, primero transcurre por detrás y después por fuera de la arteria homónima. La vena ilíaca primitiva izquierda primero trascurre posterior y medialmente a la arteria común izquierda, cruza después la línea media y pasa finalmente detrás de la porción superior de la arteria ilíaca común derecha. La vena ilíaca primitiva izquierda recibe un solo afluente, la vena sacra media. Fig. 11-48 Visión de los grandes vasos. Fig. 11-49 Detalle del límite superior de la linfadenectomía paraaórtica (arteria renal izquierda). Vascularización del territorio de la linfadenectomía paraaórtica 20 Capítulo 11 Oncología: Linfadenectomía laparoscópica transperitoneal y extraperitoneal Anatomía neurológica • Nervio génitocrural o genitofemonal: Procede de los nervios L1-L2, desciende a través del músculo psoas mayor y emerge del vientre del músculo a nivel de L3 donde desciende y cruza por detrás los vasos ováricos y el uréter hasta alcanzar la arteria ilíaca externa. La sigue en su borde lateral hasta dividirse en 2 ramas, rama externa o femoral, lateral y anterior a la arteria femoral y rama interna o genital, que desciende en el conducto inguinal, por detrás del ligamento redondo y termina en los labios mayores. • Sistema autónomo - Plexos aórticos abdominales: Plexo nervioso situado por delante y a ambos lados de la aorta. Se extiende desde el plexo celíaco hasta la bifurcación aórtica, contiene fibras procedentes de los ganglios lumbares superiores y se extiende caudalmente hasta el plexo hipogástrico superior. - Plexo hipogástrico superior: Primera porción autónoma pélvica situado por delante de la aorta: une los plexos aórtico abdominal e hipogástrico inferior con ramas procedentes de los ganglios simpáticos lumbares. - Tronco simpático: Tronco de fibras nerviosas uniendo ganglios nerviosos entre sí situado a derecha e izquierda de la columna vertebral. En este territorio extraperitoneal solemos encontrar un ganglio de esta cadena de tamaño mayor caudalmente a la última arteria lumbar. Ganglios linfáticos paraaórticos Las cadenas ganglionares retroperitoneales de la región lumboaórtica siguen el trayecto de los grandes vasos, arteria aorta y vena cava inferior, en su recorrido intraabdominal. Dichas estaciones linfáticas sirven de drenaje a los órganos pélvicos. Si bien no hay un claro consenso en cuanto a definir los territorios de dicho drenaje y sus límites, podemos diferenciar dos áreas en relación a la arteria mesentérica inferior. Los ganglios linfáticos lateroaórticos se disponen por delante, por fuera y a los lados de la aorta. Así diferenciamos entre ganglios paraaórticos lateroaórticos infra y supramesentéricos, interaortocavos, precavos y laterocavos. (Fig. 11-50) Fig. 11-50 Cadena ganglionar paraaórtica. Recorrido ureteral El uréter es un órgano retroperitoneal y se encuentra íntimamente adherido al peritoneo parietal en todo su recorrido abdominal. Nace a la altura de la tercera vértebra lumbar L3 y discurre desde la pelvis e hilio renal paralelo a los cuerpos vertebrales de L3, L4 y L5. Por delante se encuentra el duodeno, medialmente la vena cava y la arteria aorta y por los lados los dos riñones. Posteriormente pasa sobre el ala pélvica cruzando medialmente en la pelvis a la altura de la bifurcación de las arterias ilíacas comunes. Fig. 11-51 Doble sistema ureteral derecho. Fig. 11-52 Uréter derecho rechazado ventralmente. Material necesario Dentro del aparataje externo al paciente, para realizar la linfadenectomía paraaórtica extraperitoneal necesitamos estar provistos de un insuflador, una fuente de luz y cable, un equipo óptico, un laparoscopio preferiblemente de 30º, una cámara, un monitor y un sistema de irrigación-aspiración. Utilizamos para la hemostasia la pinza monopolar, bipolar, clips vasculares y opcionalmente un sistema de sellado de vasos. Después de la cirugía los orificios de los trócares se irrigan con una solución de suero y povidona yodada al 10 %, y los orificios de los trócares de 11 mm y 12 mm se cierran aproximando la aponeurosis con sutura del 0 (poliglactina 910). La presión de trabajo cuando trabajamos a nivel transabdominal es de 12 mm Hg, la misma que cuando trabajemos en el retroperitoneo. 21 Capítulo 11 Oncología: Linfadenectomía laparoscópica transperitoneal y extraperitoneal Para la linfadenectomía extraperitoneal la paciente se coloca en decúbito supino, con leve Trendelenburg (<5º) y leve decúbito lateral derecho (<5º), con el cirujano y el ayudante a la izquierda de ella. Se elige el abordaje izquierdo porque la mayoría de los ganglios se localizan por delante y a la izquierda de la arteria aorta, aunque también es posible un abordaje derecho. Previo al procedimiento extraperitoneal en sí, se realiza una laparoscopia transperitoneal, a través de un trócar transumbilical de 11 mm, para descartar carcinomatosis peritoneal y en el caso de cáncer de cérvix, considerar una posible transposición ovárica en mujeres jóvenes que aleje los ovarios del campo de irradiación. Creación del espacio extraperitoneal • Entrada digital: La incisión del primer trócar se realiza 2 cm por dentro y por encima de la espina ilíaca antero- superior, a lo largo de la línea de MacBurney. Muchos equipos utilizan la técnica descrita por Querleu et al.4 y usan directamente el dedo índice izquierdo del cirujano a través de este orificio para separar el peritoneo parietal de los músculos parietales. (Fig. 11-53) • Entrada directa: El equipo de Ginecología Oncológica del hospital Vall d’Hebron publicó en el año 2006 una modificación de la técnica original usando un trócar de 11 mm para la disección del espacio extraperitoneal, en lugar del dedo, con visión directa transperitoneal, intentando no lesionar el peritoneo. Esta modificación de la técnica por nuestro grupo prescinde de la incisión de 2 cm necesaria para introducir el dedo con la posible pérdida de neumoperitoneo (aunque actualmente existen trócares para evitar esta complicación), y permite ganar tiempo quirúrgico puesto que al final únicamente requiere un punto de sutura5. (Fig. 11-54) Fig. 11-54 Creación del espacio extraperitoneal con entrada directa vi- sión intraabdominal. . Colocación de los trócares de trabajo • Laparoscopia convencional: Se colocan dos trócares de 5 mm mediante visión directa en la línea media-axilar, uno por detrás de la undécima costilla y el otro entre la undécima costilla y la espina ilíaca anterosuperior. En el caso de dificultad en el acceso infrarenal por ptosis renal puede colocarse un 4º trócar de 5 mm, 3 cm cranealmente al trócar de la cámara por donde se introduce un separador abdominal de 5 mm que manipula el ayudante. (Fig. 11-55) • Laparoscopia robótica: Para la realización del procedimiento con el sistema Da Vinci S surgical system (Intuitive Inc., Sunnyvale, CA) se posiciona el robot a la derecha de la paciente, a la altura del hombro. La posición de los trócares es similar a la descrita en laparoscopia convencional, únicamente hay que tener en cuenta que debe existir una distancia mínima entre trócar y trócar de 7-8 cm para evitarla colisión de los brazos robóticos. (Fig. 11-56) El brazo izquierdo del robot se ajusta sobre un trócar robótico de 8 mm. introducido a su vez en un trócar de 12 mm de laparoscopia convencional situado cerca de la espina ilíaca izquierda (“telescopado”). El laparoscopio Da Vinci, de 30º, se introduce en el trócar central de 12 mm y el brazo derecho del robot se ajusta a un trócar robótico de 8 mm detrás de la undécima costilla. Además, un trócar adicional de 5 mm se coloca por debajo del margen subcostal izquierdo para ser utilizado por el ayudante y con él poder mantener la tracción ventral del peritoneo y hacer succión-irrigación (igual que en laparoscopia convencional pero indispensable en robótica si no se cuenta con este sistema integrado en el robot)6. En el brazo izquierdo del robot utilizamos la pinza bipolar y en el derecho las tijeras monopolares. No se requiere el cuarto brazo robótico porque no cabria en el campo quirúrgico, que es reducido. Con esta colocación de brazos robóticos descrita, se puede acceder a los ganglios situados por debajo de la vena renal izquierda incluso en pacientes con un IMC >40. Fig. 11-55 Abordaje extraperitoneal con 3 trócares de trabajo. Fig. 11-53 Creación del espacio extraperitoneal con entrada digital visión intraabdominal. 22 Capítulo 11 Oncología: Linfadenectomía laparoscópica transperitoneal y extraperitoneal Consideraciones específicas El coste económico de la linfadenectomía laparoscópica (englobando la robótica) es más elevado que la laparotomía, sobre todo si tenemos en cuenta el elevado coste del material no inventariable que podemos utilizar. La justificación está en función de las ventajas que representa para la paciente y para el sistema sanitario, al reducir la tasa de complicaciones intraoperatorias, las estancias hospitalarias, las bajas laborales y también existe beneficio al no retrasar el inicio de la terapia primaria o adyuvante (radioterapia/quimioterapia). Fig. 11-57 Visión general del campo quirúrgico. Fig. 11-56 Colocación de trócares robóticos. En cuanto a las vías de acceso podemos resumirlas en transperitoneal y extraperitoneal o preperitoneal. La vía transperitoneal es, en estos momentos, la más frecuentemente utilizada en ginecología oncológica a pesar de que debemos atravesar dos veces el peritoneo para realizar la linfadenectomía. Esto es debido a su menor complejidad de aprendizaje y probablemente porque es la vía que mejor nos permite realizar simultáneamente procedimientos oncológicos combinados e inspeccionar la totalidad de la cavidad abdominal. La vía extraperitoneal o preperitoneal permite el acceso a los grandes vasos proporcionando ventajas sobre la vía transperitoneal, una vez que se domina la técnica. En esta vía de abordaje, no es necesario poner a la paciente en gran Trendelenburg. Las cirugías previas no representan un problema y existe evidencia en la literatura que indica que la toxicidad derivada de la aplicación de radioterapia postoperatoria (enteritis grado III) disminuye en un 30-2,5 % comparando esta vía versus la transperitoneal debido a la disminución de la formación de adherencias intestinales7. Fig. 11-58 Paciente en decúbito supino, posición de los trócares de tra- bajo marcada. La tasa de complicaciones de la vía extraperitoneal es baja (alrededor del 5 %), siendo el evento más frecuente la formación de linfoquistes, la mayoría de ellos de manejo conservador (drenaje percutáneo ecoguiado o guiado por TC). Esta complicación se puede, no obstante, disminuir si al final de la cirugía se abre una pequeña ventana en el peritoneo de la gotiera paracólica izquierda permitiendo así el drenaje intraperitoneal del área de disección extraperitoneal. En casos de afectación linfática macroscópica no se realiza esta marsupialización y se deja un drenaje para evitar la comunicación con la cavidad abdominal a la vez que se evita el posible linfocele. Existe una gran controversia en cuanto al número de ganglios que deben ser extraídos para obtener una óptima información del estado ganglionar. Es por ello que debe realizarse la linfadenectomía hasta los límites anatómicos descritos. La linfadenectomía paraaórtica extraperitoneal quizá tenga su máximo exponente en la valoración preterapéutica del Fig. 11-59 Ventana en el peritoneo tras la cirugía, visión transperitoneal. 23 Capítulo 11 Oncología: Linfadenectomía laparoscópica transperitoneal y extraperitoneal cáncer de cérvix localmente avanzado para acotar el campo de irradiación, ya que tanto en la estadificación del cáncer de ovario como en la cirugía del cáncer de endometrio se suelen asociar otros procedimientos abdominopélvicos que pueden condicionar la vía de abordaje. No obstante, no existen a día de hoy, estudios prospectivos randomizados que indiquen que la vía transperitoneal es superior a la extraperitoneal en cuanto a número de ganglios extirpados o complicaciones intra y postquirúrgicas. En el cáncer de cérvix, la evaluación de estos ganglios no está recogida en la estadificación de la FIGO. Sin embargo, el estado de los ganglios paraaórticos es el mayor factor pronóstico en su manejo8. Las técnicas de imagen (RMN/TC) hoy en día son incapaces de identificar la extensión linfática oculta o enfermedad de pequeño volumen. Estudios multicéntricos valoran actualmente la estadificación por Tomografía por emisión de positrones (PET-TAC) vs. la estadificación quirúrgica. Los resultados de dicha estadificación quirúrgica pueden alterar los campos de irradiación hasta en un 25-30 % de los casos por lo que la estadificación quirúrgica preterapéutica es utilizada en algunas instituciones para adaptar dichas campos. Fig. 11-60 Disposición de los brazos robóticos en la paciente. Últimamente, desde la introducción de la laparoscopia asistida por robot, también existen en la literatura datos que comparan la linfadenectomía extraperitoneal con laparoscopia convencional versus robótica6. La laparoscopia asistida por robot nos ofrece una imagen en tres dimensiones, instrumentos articulados que permiten 7º de movimiento como la mano humana y un incremento en precisión y ergonomía. Sin embargo, las ventajas de la cirugía robótica en la linfadenectomía extraperitoneal no han sido demostradas, ya que la tradicional laparoscopia convencional es una técnica extremadamente ergonómica con mínimas complicaciones9. Al tratarse de una técnica nueva, no hay estandarización todavía en cuanto a la colocación de los trócares robóticos, hecho muy importante para evitar la colisión de los brazos. El primer artículo describiendo la técnica fue publicado por el equipo de Vergote et al.10. Posteriormente, muchos otros equipos han compartido su experiencia. En la mayoría de los artículos, la posición del paciente difiere de la explicada en este capítulo ya que posicionan el brazo izquierdo paralelo y ligeramente por debajo del tronco de la paciente. Ambas opciones son prácticas y razonables. La posición de los trócares es crucial, debido al campo quirúrgico tan reducido, y no varía mucho entre autores. La variación máxima la presenta el grupo francés de Narducci et al.11 que colocan la cámara en la espina ilíaca anterior y los dos brazos robóticos a la derecha. En la técnica descrita en este capítulo, la localización de la cámara es central en la línea medioaxilar. El primer trócar de 12 mm de la espina ilíaca anterior se telescopa con el trócar robótico de 8 mm. El uso del laparoscopio de 30º es crucial para obtener una buena visión del área paracaval derecha. En este sentido, el sistema robótico Da Vinci permite cambiar la cámara de 0º a 30º confortablemente desde la consola en caso necesario. La mayoría de artículos en la literatura también describen el uso de solo tres brazos robóticos. En general, la laparoscopia extraperitoneal asistida con robot es un procedimiento que se puede hacer con margen de seguridad pero
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