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Recursos literarios

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Se llama recursos literarios o también figuras retóricas a los giros y estrategias especiales que los autores de literatura imprimen sobre el lenguaje en sus obras, con el propósito de dotarlas de mayor potencia expresiva o mayor belleza. Se trata, pues, de usos especiales, distintos de lo ordinario, del idioma.
Con ello no nos referimos específicamente al verso, ni a los efectos visuales que en algunos poemas se pretende alcanzar distribuyendo el texto en la hoja, sino a formas de decir las cosas, a métodos para variar el modo común de usar el lenguaje.
Conviene aclarar que todas las obras literarias están escritas con un lenguaje fuera de lo ordinario o alejado de lo común, no sólo en verso sino también en prosa. Pero aun así el uso de recursos literarios le imprimen un sello único, singular, a la obra; algo que forma parte del estilo de cada escritor.
Tipos de recursos literarios y ejemplos
· Metáfora o símil. Consiste en sustituir un referente por otro con el que existe un vínculo de semejanza, estableciendo una comparación entre ellos a partir de un rasgo común, o definiendo una a partir de la otra. Cuando esto ocurre mediante un nexo (un “como”, por ejemplo), hablaremos de símil; cuando no, de metáfora. Por ejemplo: “El rubí de tus labios” es una metáfora, pues compara los labios de alguien con rubíes en base a su color rojizo; lo mismo “Tus labios rojos como rubíes”, que vendría siendo un símil dada la presencia del “como”.
· Metonimia. Consiste en un intercambio de referentes, tal y como la metáfora, pero siempre que exista una relación de la parte por la cosa, el efecto por la causa, o la cosa por su procedencia. Por ejemplo: “Leíamos a Cervantes” (el autor por su obra) o “Fuimos a comer chino” (la nacionalidad por la cosa).
· Hipérbole. Consiste en la exageración poética: una cuyo sentido es remarcar el sentido explícito de una idea. Por ejemplo: “Bruno era largo como el asta de una bandera”.
· Personificación. Ocurre cuando le damos a objetos inanimados o animales ciertos rasgos exclusivos de humanidad. Por ejemplo: “Los árboles del jardín se inclinaban hacia nosotros con curiosidad”.
· Oxímoron. Implica la juntura de dos términos lógicamente opuestos, es decir, dos palabras cuyos sentidos normalmente no podrían convivir. Por ejemplo: “El gélido calor de tu mirada” o “La luminosa noche sin estrellas”.
· Hipérbaton. Se basa en la alteración del orden acostumbrado de la oración, para resaltar mediante la sintaxis algunos de sus significados. Es típico de la poesía, aunque no exclusiva. Por ejemplo: “Un beso a tu mejilla ayer le di”.
· Anáfora. Se trata de una repetición al inicio de dos o más frases, que produce un efecto melódico o enfático respecto a lo dicho, usualmente asociado a la intensidad de un sentimiento. Por ejemplo: “Esa noche caminamos a lo largo del sendero. Esa noche comprobamos que no había nadie al final”.
· Onomatopeya. Ampliamente utilizado en el habla cotidiana, este recurso consiste en la representación mediante el lenguaje hablado del sonido de alguna cosa o de algún animal. Por ejemplo: “toc, toc, toc, sonó la puerta” o “No soportaba el constante tic tac del reloj”.
· Elipsis. La elipsis consiste fundamentalmente en la omisión, es decir, en evitar deliberadamente decir ciertas cosas o darle cierta información al receptor. Dicha falta, no obstante, no impide que se conserve el sentido de lo dicho, pero brinda agilidad, rapidez o ritmo a la oración. Eso omitido puede ser un nombre, un sujeto, una acción o un referente que forme parte de una comparación y quede tácito. Por ejemplo: “Paula tomó el sendero de la derecha, María el de la izquierda” (se evita repetir “sendero”); o también: “Desperté bañado en sudor, ella arropada y totalmente seca” (se evita repetir “despertar”).
· Aliteración. Este es un recurso fonético, es decir, del sonido. Ocurre cuando se construye de manera deliberada una frase que esconde la repetición de un sonido. Es frecuente en trabalenguas, albures y adivinanzas, pues sólo prestando atención al sonido y no al significado se puede recomponer la respuesta. Puede usarse también para imprimirle una melodía interna a la oración. Por ejemplo: La adivinanza popular “te la digo y te la digo, te la vuelvo a repetir” (en la repetición se esconde la palabra “tela”; o en la frase “se oyeron los clásicos clarinetes” (la repetición de la primera sílaba induce a un ritmo particular).

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