Logo Studenta

tfg_version_final_-_con_el_destornillador_armamos_la_cuna _correciones_michel

¡Este material tiene más páginas!

Vista previa del material en texto

UNIVERSIDAD DE LA REPÚBLICA
FACULTAD DE PSICOLOGÍA
TRABAJO FINAL DE GRADO
“... Con el destornillador, armamos la cuna”
Articulación teórica-clínica
Alumna: Juliana Rondán Antunez - C. I: 5.056.063-8
Tutor: - Prof. Agda. Dra. Magdalena Filgueira Emeric
Revisor: - Prof. Mag. Michel Dibarbaure
Montevideo, Julio 2023
1
Índice
Resumen................................................................................................................................. 3
Introducción........................................................................................................................... 4
Capítulo 1: Presentación del caso clínico.......................................................................... 5
1.1 Pre entrevista......................................................................................................... 5
1.2 Primer entrevista.................................................................................................... 6
1.3 Segunda entrevista................................................................................................ 8
1.4 Narcisismo y Sexualidad Infantil............................................................................ 9
Capítulo 2: Conceptualizaciones teóricas - Importancia de los vínculos tempranos.. 17
2.1 Procesos de simbolización..................................................................................20
2.2 Importancia del juego en la práctica psicoanalítica y en la constitución del
psiquismo................................................................................................................... 24
Capítulo 3: Conceptualizaciones técnicas........................................................................ 26
3.1 Interpretación....................................................................................................... 26
3.2 Transferencia - Contratransferencia.....................................................................29
Consideraciones finales......................................................................................................34
Referencias Bibliográficas.................................................................................................. 36
2
Resumen
El presente Trabajo Final de Grado, bajo el formato articulación teórico-clínica, tiene
como objetivo reflexionar acerca de intervenciones clínicas tempranas, es decir, reflexionar
respecto al valor que tienen los abordajes desde la psicología clínica con madres, padres y
bebés dado el lugar fundante y fundamental que tienen para el psiquismo en ciernes esos
primeros vínculos, y conceptualizar los efectos que estas produce en dicha relación.
La reflexión parte de una experiencia de práctica de graduación “Psicoanálisis con
niños” en Facultad de Psicología. Se desarrollará la presentación del caso “Betina”, una
joven, quien había sido madre unos pocos meses antes de la primera consulta,
encontrándose sola y teniendo dificultades en el vínculo con su hijo. Será por tanto un
estudio de caso que seguirá un eje diacrónico, siguiendo la cronología de las primeras
entrevistas y sesiones llevadas a cabo, respetando sus debidos tiempos.
Post- pandemia y considerando esta experiencia, constatamos cómo las demandas
de consultas e intervenciones psicológicas por parte de padres en relación a problemáticas,
dificultades, y angustias en el vínculo con sus hijos fueron aumentando. De aquí el interés
mayor por esta temática, entendiendo la importancia actual de una intervención temprana.
La articulación teórico- clínica será a través de diversos autores psicoanalíticos con
la finalidad de profundizar y comprender mejor el vínculo materno-filial, entendiéndolo como
un factor fundamental en la estructuración psíquica del infante.
Palabras claves: Psicoanálisis, Vínculos tempranos, Transferencia, Interpretación
3
Introducción
El presente Trabajo Final de Grado es una articulación teórica - clínica del caso que
trabajé en la práctica de graduación. Se trata de una práctica de psicoanálisis con niños/as
y adolescentes que se desarrolla en la Clínica psicoanalítica de la Unión, a cargo de la
profesora Magdalena Filgueira.
La demanda del caso clínico a desarrollar a continuación, se llevó a cabo en el
marco de la Clínica psicoanalítica de la Unión, clínica perteneciente a la Facultad de
Psicología de la Universidad de la República. Fue allí donde acudió Betina con su bebé de
tres meses.
El trabajo está organizado basándose en tres capítulos: En el primero se realiza la
presentación del caso, una recepción de la demanda, y una escucha inicial de las primeras
entrevistas. En el segundo, una revisión conceptual, considerando aportes de autores
psicoanalíticos clásicos y fundamentales para el desarrollo de dicha temática. Finalmente, el
tercer capítulo, se trata de mi posicionamiento y función terapéutica en transferencia,
buscando interpretaciones, tanto a la madre, al bebé, y sobre todo al vínculo. Por esta
razón, la elección del título: “Con un destornillador, armamos la cuna”. Desde mi lugar como
terapeuta, siendo un destornillador que desarma, pero que también las vuelve a armar.
Destornillador como metáfora de herramientas utilizadas en este espacio para que también
esta madre logre desarmar, para luego poder armarlas, como lo hizo con la cuna, elemento
significativo para el vínculo.
La cuna como metáfora de mi proceso, ejerciendo el papel de terapeuta, como ir
armando una, con elementos conceptuales para poder alojar y transitar este caso, donde
alojar mis dudas, miedos y también angustias. Donde el espacio de supervisión funcionó
como una, siendo muy necesaria, aportando aspectos técnicos fundamentales.
Como en todo caso clínico, lo que sucede en este, deja marcas en el psicoanalista,
como este particularmente dejó en mí. A partir de esto, Filgueira (2017) expresa que:
En algún caso, eso que hace marca se ubica entre demanda y deseo del analista,
siendo wunsch, anhelo de escritura, transformación bajo apremio, insistencia de ser
elaborado por el psicoanalista, porque algo ha quedado en demora, a la espera, se
ha resistido a su disolución, y eso es lo que considero un caso. (p. 72)
4
Un caso en palabras de Nasio (2000) es “el relato de una experiencia singular,
escrita por un terapeuta para dar testimonio de su encuentro con un paciente y apoyar una
innovación teórica” (p. 8). Da cuenta de todo lo que se puede construir dentro de un
encuadre, de un espacio clínico, entre el analizante y el analizado, teniendo en cuenta
siempre la singularidad de este último. Filgueira (2017), agrega que: “No hay caso en
relación con componer una universalización del fenómeno, sino atravesar con algunas
palabras que buscan imaginarizar con texturas la incomprensibilidad de ese caso, que será,
por tanto, siempre caso a caso.” (p. 72)
Capítulo 1: Presentación del caso clínico
1Betina y Martín son derivados por un equipo de salud en un centro perinatológico,
que realiza además de la asistencia en la gestación y parto, una mirada y una escucha
psicológica del vínculo madre - bebé en sus fases más tempranas. Cuando detectan
algunos indicadores de dificultad, sea en la madre, sea en el bebé o en ambos, realizan la
derivación pertinente.
Se trata de Betina, una mujer joven que había sido madre 12 semanas antes de la
primera entrevista, momento en el que ‘consultan’, considerando aquí, que el paciente es el
vínculo Betina - Martín, que a la hora de la primera entrevista conjunta, tiene 3 meses recién
cumplidos.
El motivo manifiesto de la consulta se relacionaba con que Betina sentía que la
situación de ser madre, la estaba superando, sobre todo en la noche, cuando se veía
desbordada por sus sentimientos, principalmente por no poder descansar, y sentirse sola
para atender y calmar a su bebé. A su vez, y correlativamente su bebé mamaba, pero el
aumento en peso, en los controles pediátricos, se hallaba en los niveles bajos, lo que
angustiaba a Betina en elcomienzo de la intervención clínica.
1.1 Pre entrevista
Mediante una llamada telefónica, coordinamos la primera entrevista. Betina nos
atiende instantes luego de haberla iniciado, me presento y procedo a explicarle cuál era el
motivo de la llamada, haciéndome una interrupción, ya que le habían tocado él
1 A los consultantes se los nombra “Betina” y “Martin” con el fin de resguardar su verdadera identidad.
5
timbre de su casa y teniendo a Martín en brazos, expresando desde el inicio "ah, no puedo con
todo a la vez". Le ofrezco la opción de cortar y volver a llamarla unos minutos más tarde para
que pueda organizarse, lo cual acepta. Vuelvo a llamar y Betina atiende más tranquila,
explicando que había llegado una amiga que se iba a quedar con su bebé mientras se
comunicaba conmigo. Comienzo nuevamente a explicarle de qué se trataba la llamada
mientras ella escucha atentamente, cuando en un momento se escucha como Martín de
fondo se ríe a carcajadas y de una forma muy expresiva, contagiando a Betina y haciendo
que ella también comience a reírse fuertemente, pidiéndome perdón por lo sucedido y
explicando, aunque yo lo hubiera escuchado, que su bebé se estaba riendo de una forma
que no pasaba habitualmente. Retomo la explicación y mencionó que la idea era poder
trabajar el vínculo, y que por eso era importante que pueda concurrir con su bebé,
respondiendo que no sabía si llevarlo, ya que no quería angustiarse y llorar delante de él.
Insisto en que si está angustiada el bebé lo recibe, por lo que sería bueno que concurran
juntos. Nos despedimos y cortamos la llamada sin saber si su hijo concurrirá a la primera
entrevista o no.
1.2 Primer entrevista
El día de la primera entrevista, finalmente esta madre concurre con su bebé en un
portabebés, de espalda al mundo, un poco desabrigado y sus piecitos al aire, mientras ella
tocaba sus deditos, una hora más tarde de lo previamente acordado. Se la invita a pasar y
nos dirigimos al consultorio. Allí se acomoda, toma asiento, y nos pide un momento para
darle pecho al bebé mientras se va despertando lentamente. Nos comenta que había ido al
pediatra, ya que Martín no aumentaba de peso y que, por lo tanto, debía cronometrar los
minutos en cada uno de los pechos, y que debía poner una alarma que le iría avisando
cuando cambiar.
Presentó el encuentro y le cedo la palabra. Betina comienza a hablar rápidamente
de lo que siente, denotando ansiedad y angustia. Además, se le presenta a Martín los
juegos que habíamos preparado para él: peluche, trapito y una pelota blanca.
A continuación comienza a narrar lo siguiente:
B:2 Un poco de todo este caos (se ríe). El año pasado, quedé embarazada de él, en abril,
mayo, principios de abril, sí. A mi madre le costó mucho tenernos, a mi hermana y a mí, fue
2 B: Hace referencia a Betina
6
un milagro, entonces cuando me enteré supe que iba a tenerlo por eso. Así arrancó el viaje,
es difícil, aunque te apoyen, no me gusta contar lo negativo.
Con el padre salimos re poco, quede embarazada la segunda vez que salía con él, no quiso
saber de nada. Decidí seguir adelante.
Me sentía muy presionada por mis padres, vivía con ellos. Yo necesitaba estar bien para él.
Mi hermana me dijo “si querés te pago el alquiler y te vas con Martin”. Cuando me mude me
sentí mejor, pude respirar, hasta tenía más leche que en casa. Después me empecé a sentir
culpable por mi perrita, no podía cumplir con los dos. Martín me miraba como diciendo “¿Y
mamá?, ¿ya no me das bola?”. Entonces les pedí a mis padres si se la podían llevar de
nuevo a mi perrita. Nos quedamos con él solos, para enfocarme en él. Me empecé a sentir
re sola. Mi hermana me estuvo ayudando, es la madrina de él, nos llevamos re bien, pero se
arrancó a sentir abrumada por el trabajo estresante que tiene, y empezó terapia, vive con su
pareja, me veía mal y se abrumó. Ahora me deja de lado, necesito apoyo moral, me siento
apartada, sola.
Se detiene para ver en su celular cuánto tiempo pasó desde que el bebé empezó a
tomar la teta. Aclarando que le han indicado que mame diez minutos en cada pecho, con
provecho entre uno y otro.
B: Me termino deprimiendo con todas esas cosas que veo (en instagram), consumo de todo,
lo cerré. Necesito estar bien para él. No sabía con quién dejarlo, ahora mi madre me viene a
ayudar dos veces por semana. Me moví para buscar ayuda, ahora yo soy el sustento de
nosotros. Me sentía abrumada y sola. No sabía a dónde arrancar, averigüé para jardín, beca
del mides, caif. Y cerré Instagram, para poder estar para él, enfocarme en él. Tuve algunas
crisis (se angustia y comienza a llorar), es tan chiquito, ¿viste? Y estoy tan cansada. Me
puse a llorar, gritar, tirar la almohada, no paraba de llorar. Necesitaba hablar con un
profesional para poder controlar mis impulsos, es tan chiquito. Me gustaría cambiarlo para
no ser tan impulsiva, odio como actué. Mis amigas me dicen que es normal tener ganas de
matarlo a veces. Me sentí mal, por eso le escribí a G. y vengo a verlas a ustedes. Tiene que
haber herramientas para controlarlo, creo que un profesional me puede ayudar. Hay veces
que me siento sola y abrumada. Me preguntaba ¿Estoy deprimida?, ¿estoy bien? De la
noche a la mañana ver el tema del trabajo, buscar ayuda psicológica, el jardín.
Como fue mencionado con anterioridad, el mecanismo de trabajo era en conjunto
con la madre y su bebé, más específicamente el vínculo, por eso le ofrecemos directamente
a Martín, luego de haber mamado, un peluche en forma de oso, con una nariz que
7
resaltaba. Lo tomó inmediatamente con sus manos y se mantuvo interactuando y
llevándoselo a la boca.
Betina relata cómo se siente, todo lo que le ha estado aconteciendo con mucha
angustia y como es un momento difícil, que se encuentra sintiéndose sola, no pudiendo con
todo. La joven puérpera, relata lo difícil que fue su parto, sintiendo que sufrió violencia,
describiéndolo de la siguiente manera: “Tenía la cabeza muy grande, me rompió toda”,
expresa haberle pedido al ginecólogo, “córtame que siento que me estoy rompiendo toda”,
“luego que salió la cabeza… el cuerpo fue fácil.”
1.3 Segunda entrevista
Llega aproximadamente 25 minutos después del horario acordado. La invitamos a
pasar junto con su bebé en su portabebés, esta vez con medias. Los esperamos con un
chupete, un trapito, un sonajero, un títere y el peluche de la sesión pasada, Betina los nota
al entrar y menciona que a Martín le va a encantar. Con una tranquilidad y un poco de
satisfacción nos comenta que su bebé había aumentado unos gramos en una semana, que
aún debía seguir aumentando, pero que le había dado en la tecla con el nuevo pediatra,
quien los había atendido y brindado su tiempo de una muy buena forma.
Continúa diciendo:
B: Hola amigo (le dice Betina a su hijo, él la mira y sonríe). El otro día hablando con mamá
me di cuenta de que tengo muchos sentimientos encontrados, bastantes.
E3: ¿Qué tipo de sentimientos?
B: Hablo y me olvido, hable pila. Dije “me tengo que acordar para contarle a la psicóloga”
(se ríe). Estoy contra una pared y la otra (el bebé muerde el peluche). Sentimientos
encontrados con mi familia. No sé sí tendré que volver en algún momento. No sé, si les
conté, mi hermana está embarazada. Hace dos semanas nos contó. Ella me paga el
alquiler. Ya me había quitado el apoyo, no me da corte hace un mes, uno necesita apoyo.
Me mudé cerca de ella porque me dijo que me iba a apoyar.
(...) Bueno, quedo embarazada, yo estaba re feliz, después me cayó la ficha. Hace un mes
me quitó el apoyo moral, ahora se va a querer enfocar en su bebé y la plata del alquiler la
va a gastar en el bebé. No voy a tener más su apoyo. Yo no tuve ni tiempo de sentarme a
3 E: Hace referencia a entrevistadora
8
buscar un mejor trabajo, dame dos años por lo menos (mientras el bebé juega con la
entrevistadora que le muestra un títere). (...) Hablando con mi madre, le conté que estaba
feliz y preocupada, me saco el apoyo justo cuando estaba mal porel peso de Martín. ¿Viste
que me puse mal? Ese mes aumentó solo 240g, hablando con mamá me dijo “hablaste con
tu hermana?, “capaz que de noche le escribo” le dije (estornuda el bebé) Ay, ¿qué pasa? Le
escribí a mi madre (se corrige), a mi hermana, me dijo que estaba mal.
Se le señala que son sentimientos, emociones cambiantes de ella con su bebé y su
familia, que era importante poder trabajarlo, y por ello la importancia de la intervención
temprana, con los dos juntos, para que ella, pero también ambos, puedan sentirse bien.
1.4 Narcisismo y Sexualidad Infantil
A fin de comprender un poco más las actitudes de Betina, desarrollaremos
acontecimientos relacionados con sus padres y hermana, y cómo estos podrían afectar en
su relación con su hijo.
La relación de Betina con sus padres no era del todo buena, llevándola a tomar la
decisión de irse de la casa de ellos con la ayuda de su hermana para sentirse más tranquila.
Haciendo manifiesto, desde un principio, un deseo de apartar a toda persona que pudiese
entrometerse entre ella y su hijo, expresando aún paradójicamente que se sentía sola y que
no podía con todo.
A continuación, se desarrollará cómo la sexualidad infantil tiene peso en los vínculos
de Betina.
Freud (1905) fue el primero en hablar de la sexualidad infantil, atribuyéndole rasgos
propios y alejándose de lo que sería la normal sexualidad del adulto. Explica que la vida
sexual del infante es perversa, autoerótica y polimorfa.
Perversas, ya que “partirían de zonas erógenas y se sustentarían en pulsiones que
dada la dirección del desarrollo del individuo solo provocarían sensaciones de displacer. Por
eso suscita fuerzas anímicas contrarias (mociones reactivas) que construyen, para la eficaz
sofocación de ese displacer, los mencionados diques psíquicos: asco, vergüenza y moral”
(p.162). Autoerótica, porque los objetos de las pulsiones sexuales son allí partes del cuerpo
propio; y polimorfa, pues su desarrollo consiste en una serie de fases en las que prima una
zona erógena.
9
Freud va a considerar la sexualidad infantil en fases, atribuyéndole a cada una de
ellas ciertas características, siendo relevantes en este análisis dos de ellas, la fase oral y la
fase anal.
La primera fase del desarrollo psicosexual es llamada oral o canibálica y tiene sus
orígenes en el período de lactancia. En esta fase la actividad sexual y la nutrición aún no se
han separado, siendo los labios la principal zona erógena, que, en el acto de mamar, son
estimulados por el pasaje de la leche, generando a partir de ello una sensación de placer en
el niño (Freud, 1905).
“La actividad de nutrición proporciona las significaciones electivas mediante las
cuales se expresa y se organiza la relación de objeto; así, por ejemplo, la relación de amor
con la madre se hallará marcada por las significaciones: comer, ser comido” (Laplanche y
Pontalis, 1967, p. 152).
Durante el período de lactancia, el sujeto aprende a amar a aquellos que lo cuidan y
satisfacen sus necesidades. La persona que cuida al niño representa para él una fuente de
excitación sexual por medio de las zonas erógenas (Freud, 1905). En sus inicios, la
satisfacción sexual está ligada a la nutrición. Dado que las pulsiones sexuales se apuntalan
(o apoyan) en las de autoconservación, el objeto que sacia la necesidad de alimento del
sujeto es el mismo que el de la actividad sexual (Freud, 1905).
El primer objeto de la pulsión sexual es el pecho materno. El mismo es investido en
el narcisismo sin que el sujeto tenga aún conciencia de dicha investidura. Por lo tanto, la
meta de las pulsiones sexuales del infante “consiste en la incorporación del objeto, el
paradigma de lo que más tarde, en calidad de identificación, desempeñará un papel
psíquico tan importante” (Freud, 1905, p. 180).
El encuentro con ese primer objeto, como ya fue mencionado, es de vital
importancia para toda elección objetal que se realiza posteriormente. Sin embargo, el pecho
materno se abandona como objeto en el acto del chupeteo, debido a que, en el bebé, tras la
experiencia de satisfacción, comienza a suscitarse una necesidad de volver a sentir el
placer que la misma le ha generado. En esta búsqueda, el niño deja de valerse de un objeto
ajeno para chupar (el pecho materno) “a cambio de uno situado en el cuerpo propio” (Freud,
1905, p. 180), de ese modo, su obtención de placer se aleja del mundo exterior al cual
todavía no puede controlar.
10
Por lo tanto, Laplanche (1980), sobre la ausencia de objeto que caracteriza al
autoerotismo, dice que “es correlativa a la presencia de equivalentes simbólicos y a la
presencia de fantasías” (p. 122). Y agrega además que con el autoerotismo, se abandona al
objeto en concomitancia con un “vuelco hacia uno mismo y hacia la fantasía” (p. 131). Las
prácticas sexuales infantiles son, por lo tanto, acompañadas de una actividad fantaseada
que puede ser tanto consciente como inconsciente.
Betina, como madre joven, se halla movilizada en todos los registros de la
sexualidad infantil, como por ejemplo: “el sujeto aprende a amar a aquellos que lo cuidan y
satisfacen sus necesidades”, en tanto, la analizante ama a quienes pueden satisfacer sus
necesidades, mientras estén disponibles para ella, como estuvieron sus padres en un
momento, y luego con su hermana, quien ayudaba a mantener a su hijo. Pero cuando esto
ya no se da, cuando dejan de satisfacer sus necesidades, comienzan los conflictos y el
displacer, haciéndolos a un lado, como lo hace un bebé, abandonado a ese objeto de
placer, para hacer un vuelco hacia uno mismo y hacia las fantasías. Lo podemos traer como
metáfora, Betina siendo una gran boca en esta fase, queriendo comerse el mundo para así
satisfacer sus necesidades, pero en este caso nada le alcanza, nada le es suficiente.
La segunda fase de la evolución libidinal es la anal - sádica, situándose entre los dos
y cuatro años del infante aproximadamente. “Se caracteriza por una organización de la
libido bajo la primacía de la zona erógena anal; la relación de objeto está impregnada de
significaciones ligadas a la función de defecación (expulsión-retención) y al valor simbólico
de las heces” (Laplanche y Pontalis, 1967, p. 145). El infante no siente asco hacia estas,
costándole incluso desprenderse de ellas, utilizándolas como un “regalo” que le podría
hacer a sus seres queridos.
En esta etapa, por primera vez, el individuo, se enfrenta a las amenazas del exterior
y debe renunciar a mandatos sociales a cambio de su propio placer, y es contrario a sus
anhelos de placer. El infante no puede liberar sus deposiciones cada vez que quiera, sino
cuando los demás lo dispongan. Para que renuncie a estas “fuentes de placer”, se le aclara
que todo lo que tenga que ver con las funciones excretoras es obsceno y debe guardar
reserva respecto a ellas (Freud, 1917).
Algunas características del funcionamiento psiquico de Betina se asocian con la
fase anal - sádica, siendo ella impulsiva, le gustaría renunciar a esos mandatos sociales a
cambio de placer, pero sabe que no debe, siendo este uno de los motivos de su demanda a
11
un terapeuta, para así poder cambiar estos deseos, siendo estos, principalmente
inconscientes.
La actividad de las fantasías está muy presente en esta fase de la sexualidad
infantil, al igual que en la vida de Betina, haciéndose explícita, como por ejemplo, con
relación al padre de Martín. Cuando se da cuenta de que este no puede satisfacer sus
necesidades, lo aparta al igual que lo hizo con sus padres y hermana.
Betina en una de las sesiones, nos relata cómo fue la historia con el padre de su
hijo:
B: Tengo 27. Salimos varias veces antes de nuestra primera relación. No nos cuidamos
porque me estaba por venir, y yo me controlo. Cuando volvimos a estar, estuvimos sin
cuidarnos, él no me preguntó, asumió que sí por la primera vez. No me controle, estaba en
periodo fértil, una tarada, sí, ya sé, me da vergüenza. Iba a esperar a la pastilla, me la tomé
ellunes, estuve con él el sábado, no me venía después, me puse a averiguar (el bebé se
distrae jugando, pasa a brazos de M). En este momento de la entrevista, el bebé que en todo
momento juega e interactúa con su madre, los juguetes y las entrevistadoras, extiende sus
brazos a una de ellas, la madre lo acompaña en el gesto y se lo entrega, Él continúa jugando
ahora en brazos de una de las entrevistadoras, entusiasmado. Betina continúa relatando; No me
venía. Fui al ginecólogo para pedirle pastillas anticonceptivas, pero me hicieron un examen
de sangre y dio positivo. Me puse a llorar, tenía unos nervios, y pensaba en mis padres.
Voy a prepararle la mema (el bebé vomita). Ay hijo, no te preparo nada, manchaste un poco
el pantaloncito. Igual te traje todo.
Eso fue lo que pasó, el loco me encantaba, no le quería…(busca algo en el bolso), no nos
agregamos a instagram, era muy reservado el pibe (Martín comienza con un “laleo”, a
gorgorear), tiene un buen trabajo, vive solo, estaba bien. No me acuerdo que te iba a
decir…
E: ¿Cómo se llama?
B: Daniel. Ya me acordé. No quería volver a verlo ni nada, no iba a insistir en algo sin futuro.
No le respondí a una reacción de whatsapp, fue un golpe al ego. Le respondí, y me clavó el
visto, “tengo que hablar con vos” le dije, me contestó “no tengo nada que hablar con vos”,
“¿te enojaste?”. Le afectó, el ego por el piso, “no sé qué tanto más tenés que hacer que no
me contestas” me dijo. Me habló mal, me dijo egoísta, “no se trae a un hijo así como así”.
Puede dejar un trauma el aborto, las dos opciones son difíciles, el abortó no es así tampoco,
12
no se supera tan fácil (Martín comienza nuevamente con un laleo). Ay como habla. Una
conocida abortó y estaba mal, ahora está embarazada otra vez y ta (vuelve a hablar el
bebe). Ay como habla (se ríe).
Vemos cómo éste reactiva las fantasías y el lado más infantil de Betina, ya que
cuenta que no quería quedar embarazada, pero menciona no haberse cuidado por “saber”
sus periodos fértiles, como con un deseo inconsciente de quedar embarazada de Daniel,
quien estaba “bien” teniendo un buen trabajo y viviendo solo, y a ella le encantaba. Pero
finalmente, cuando éste no logra darle lo que ella necesita, aun teniendo sentimientos
ambivalentes hacia él, decide que lo mejor es seguir su vida solamente con su hijo. Estos
relatos dan cuenta de cómo Betina se cierra ante la posibilidad de un tercero en la relación
de ella y su hijo, siendo este tan importante en el vínculo.
A este tercero, Filgueira (2021) también lo nombra como Operador, haciendo
referencia a él como:
Aquel objeto que al operar hace que el niño o la niña no se identifique con el valor
fálico en la madre; habilitará a no quedar ubicado en ese valor respecto al deseo de
la madre. A ese operador Lacan lo llamó Nombre-del-Padre (Laurent, 1999, pp.
28-30). Vira al ir definiendo al padre en su función, no tanto en términos de relación
con el falo, sino en relación con el objeto a como causa de deseo, en su caída, en su
pérdida, en la falta, que lo acerca a la castración y la angustia que produce la falta
de la falta. El significante (operará) como falta en el Otro. (p. 48)
Éste no cumple solamente la función de sostener y apoyar a la madre, sino que
también cumple un papel fundamental en la configuración del vínculo madre - hijo, haciendo
que el infante logre identificarse con otros, marcando una diferencia entre él y su madre.
Por otro lado, Ulriksen de Viñar (2005) agrega que:
El otro está siempre desde el comienzo. La estructuración humana se da siempre
que exista el otro hablante. Pero no alcanza con esto. Las condiciones de la
subjetivación, están en el campo del otro: el otro que recibe al infans, lo introduce en
el lenguaje y luego lo suelta, lo separa, completando el bucle de la operación de
simbolización, eminentemente humana. El padre en su función de tercero corta,
separa, a la madre del hijo, destrona la omnipotencia infantil y materna, y a la vez
que reconoce, prohíbe (el incesto), y suelta al hijo, lo ubica en su lugar generacional,
permitiendo el despliegue del sujeto singular, inicio del camino a la exogamia. (p.14)
13
Betina, algunas sesiones después de estos relatos, nos comenta que nuevamente
se tiene que ir a vivir con sus padres, ya que su hermana queda embarazada y no le iba a
poder ofrecer la misma ayuda, cambiando la dirección de sus gastos, haciendo que Betina
sintiera que su hermana la estaba abandonando y dejando sola en un momento que ella
realmente la necesitaba. Este suceso da hincapié nuevamente a que la consultante sienta
mucho enojo, haciendo que su relación con esta, así como también la relación con sus
padres, fuera cada día más difícil. Por un lado, según sus relatos, una hermana que no
puede seguir acompañándola en su puerperio, cuando ella más la necesitaba, y por otro,
unos padres que se entrometen más de lo que a ella le gustaría en cuanto a la crianza de
su hijo, causándole incomodidad. Vemos nuevamente la dificultad para agradar a Betina,
incluso cuando alguien quiere ayudarla en el cuidado y crianza de su hijo.
Se activa el lado más infantil de Betina, cuando, aun siendo mayor, siendo madre,
continúa posicionándose en el lugar de “chiquita” de la casa, compitiendo de cierta manera
con su hijo, identificándose con eso y costandole salir de ese lugar, aunque menciona que
está “cansada de serlo”. Alude, además, que está “harta de deber cosas” pero por el
momento la que piensa que aún le deben cosas es a ella, siendo estos pensamientos y
sentimientos contradictorios, obstaculizando así su relación con Martín, e impidiendo estar
totalmente disponible para él.
En reiteradas ocasiones, durante las sesiones, Betina expresa que siente que todo
lo que hacen los demás es para contradecirla, sintiéndose mal porque los demás no actúan
como actuaría ella, o le gustaría a ella. Durante el proceso, fuimos trabajando y buscando
herramientas para que logre comprender y cambiar ciertas actitudes y pensamientos, para
que esto no influya en los procesos tempranos de estructuración psíquica de Martín, y para
que no interfiera en su vínculo con él. A fin de que logre comprender la importancia de que
su hijo pueda vincularse realmente con otras personas, ya que para ella, como pudimos dar
cuenta, que alguien se entrometa en el medio de ella y su hijo, en muchas ocasiones,
deviene en un problema, haciendo que la separación entre ambos también se dificulte día a
día.
Betina, manifiesta de forma inconsciente en las entrevistas la dificultad que tiene
para lograr separarse de Martín, sintiendo culpa por realizar otras actividades aparte de la
de maternar, y dejarlo al cuidado de otros por un periodo de tiempo.
Esta dificultad para separarse de su hijo era bastante visible en las primeras
entrevistas, y aquí me parece pertinente traer una idea de Bleichmar (1993) en cuanto al
14
uso del chupete en los bebés, ya que en la segunda entrevista, a raíz de que le llevamos y
dejamos a disposición uno a Martín, y que Betina nos comente que era muy difícil poder
calmar a su bebé, le preguntamos si usaba chupete y nos responde que no, que nunca lo
uso, incluso luego de aproximarle e intentar que lo agarre en las siguientes entrevistas, lo
sigue escupiendo, sin poder aceptarlo ni apropiarse de él.
Bleichmar (1993) menciona que el rechazo al chupete sería un rechazo a todo
aquello que fuera una sustitución del objeto, una intolerancia por parte de la madre a
aceptar cualquier interposición entre ella y su hijo, por eso la manifestación a no insistir en
el chupete. Qué mejor que su propio pecho para succionar y así alcanzar el placer.
A partir de esto, hace referencia a que:
“El chupete es un antecesor importante del objeto transicional. A diferencia del dedo,
no constituye una parte del propio cuerpo, siempre a disposición del niño. En tal
medida, siendo un objeto autoerótico, se abre, a la vez, sobre el horizonte de los
objetos perdibles y encontrables: siendo otorgadopor el otro humano, al igual que el
pecho, puede ser considerado un precursor de lo objetal sobre cuyo horizonte se
instala.” (Bleichmar, 1993, p. 25)
Betina comenta que no quiere insistir en el uso del chupete, ya que no quiere ser
autoritaria con su hijo, que su padre lo había sido y para ella fue horrible “(...) yo estaba
traumada, en casa tuve una crianza autoritaria y no basada en el amor, ¿Qué sentís? ¿Qué
te pasa? En entender a la otra persona. (...) Quiero eso, no quiero algo así de autoritario
para él”, por lo tanto, siente que si le ofrece el chupete hasta que pueda agarrarlo, estaría
repitiendo y vivenciado lo que vivió con sus padres, impidiendo así, que lo vea como algo
bueno en el vínculo para ambos.
En cuanto a esto, Mannoni (1992) va a decir que el nacimiento de un hijo, para la
madre es:
la revancha o el repaso de su propia infancia; la llegada de un niño va a ocupar un
lugar entre sus sueños perdido: un sueño encargado de llenar lo que quedó vacío en
su propio pasado, una imagen fantasmática que se superpone a la persona “real” del
niño. Este niño soñado tiene por misión restablecer, reparar aquello que en la
historia de la madre fue juzgado deficiente, sufrido como una carencia, o prolongar
aquello a lo que ella debió renunciar. (p. 22)
15
Las rivalidades de Betina con sus padres, se hacían notar día a día, principalmente
con su madre, haciendo que las peleas y enfrentamientos estuvieran más presentes. Esto
también lo relacionamos con la sexualidad infantil, más precisamente con el Complejo de
Edipo.
Aparece en otra de las fases de la sexualidad infantil descritas por Freud (1931),
mencionando como algo esencial de este periodo.
Retomando a lo que respecta a la fase oral y al hallazgo del objeto, como ya se
mencionó anteriormente, a partir de la lactancia, la madre pasa a constituir, tanto para la
niña como para el varón, el primer objeto sexual.
En las fases del desarrollo libidinal anteriores al Complejo de Edipo, el varón
demostraba un interés especial hacia la figura de su padre, deseando ser igual a él (Freud,
1921). Mientras que en relación a la niña, la ligazón libidinosa con su madre era de
naturaleza ambivalente. A su vez, durante el período preedípico, el padre representaba para
ella un rival (Freud, 1933). Por lo tanto, “en la situación edípica es el padre quien [deviene]
objeto de amor para la niña”; en su vínculo con éste se repite todo lo ya vivido en la ligazón
- madre preedípica (Freud, 1933, p. 110). Al comenzar la fase fálica, la niña debe cambiar
de objeto sexual, mientras el varón lo conserva. Con el advenimiento del complejo de
castración y “bajo el influjo de la envidia del pene” (Freud, 1938, p. 183), la niña siente que
su madre la ha creado incompleta, a falta del órgano peniano y, por lo tanto, surgen en ella
sentimientos hostiles hacia ésta, sustituyéndola por otra persona como objeto de amor: el
padre.
La hijita se pone en [su] lugar (...); quiere sustituirla al lado del padre, y ahora odia a
la madre antes amada, con una motivación doble: por celos y por mortificación a
causa del pene denegado. Su nueva relación con el padre puede tener al principio
por contenido el deseo de disponer de su pene, pero culmina en otro deseo: recibir
el regalo de un hijo de él. Así, el deseo del hijo ha reemplazado al deseo del pene o,
al menos, se ha escindido de este. (Freud, 1940, p. 193)
En la relación de Betina con sus padres, podemos notar aspectos en común con
esta teoría, un enfrentamiento y conflicto constante con su madre, a quien la mayoría de las
veces quiere sacar del medio, y teniendo como objeto de amor a su padre, quien se pone
16
en una posición pasiva, no metiéndose tanto en la relación de ella con su hijo, satisfaciendo
así sus deseos.
A pesar de este conflicto constante de Betina con su madre, en la primera entrevista
nos manifiesta que decide seguir su embarazo porque: B: “A mi madre le costó mucho
tenernos, a mi hermana y a mí, fue un milagro, entonces cuando me enteré supe que iba a
tenerlo por eso.”
Haciendo hincapié que decidió seguir adelante por un acontecimiento de su propia
historia, como si lo que le pasó a su madre también le podría pasar a ella, como algo que
ella podría repetirlo, y quizá no como un deseo propio, sintiéndose de cierta manera
identificada con su propia madre.
Siguiendo con los desafíos que implica estar esperando un hijo, Joan Raphael- Leff
(1995) (citado en Villar, T, 2006) “explica las identificaciones complejas que se viven durante
el embarazo, durante el cual la gestante – siendo una con su bebé revive sus propias
experiencias como feto, a la vez que se identifica con su propia madre para cumplir con su
nuevo rol” (p. 204).
Capítulo 2: Conceptualizaciones teóricas - Importancia de los vínculos tempranos
Intervenciones como esta tienen un doble objetivo: primero abordar el caudal de
angustia y segundo un fin preventivo, en tanto cuánto antes se intervenga clínicamente, se
podrá evitar dificultades mayores en el vínculo, y en la estructuración psíquica del bebé.
Técnicamente, como en todo abordaje psicoanalítico, la función del terapeuta es la de
tercero, tomando posición en el vínculo, con uno y con otro operando analíticamente entre
ambos.
Consideraremos autores que describen y desarrollan múltiples conceptos,
explicando la importancia de este vínculo en los primeros momentos de vida de un bebé.
Varios fueron los autores y psicoanalistas que realizaron investigaciones y grandes
aportes en relación a la importancia del vínculo temprano de madre - bebé, entre ellos,
Winnicott, quien fue pediatra y psicoanalista, habiendo sido médico para luego
especializarse en la psicología infantil, teniendo en cuenta sus propias experiencias en la
clínica en general, en forma amplia. Fue de los autores que centró sus estudios en la
relación temprana madre - lactante, considerándolo algo esencial, ensanchando la escucha
17
y la mirada de los primeros vínculos. A partir de ello introduce conceptos para explicar el
desarrollo psíquico temprano de un bebé.
Esta nueva clínica presupone un giro y reordena nuevas condiciones para la
dirección de la cura que refieren al cuidado, a la posibilidad de alteridad, a la experiencia de
agresividad y a la transicionalidad. No se trata tanto de la habilidad interpretativa, como de
la capacidad de alojar la necesidad de autenticidad por parte del paciente. De este modo, el
análisis se conforma como un acto donde dos juegan cuyo espacio se inspira en el modelo
materno en términos de holding y handling.
Winnicott hace hincapié que el gestante y el bebé al principio son uno, solo es
posible considerar al desarrollo de este último a partir de su relación con el ambiente, por
ello es necesario que la mamá se adapte a las necesidades del niño, que pueda estar
disponible para él y así poder brindarle un ambiente facilitador, teniendo en cuenta que, por
otro lado, el bebé también se adapta a su mamá.
Concepto fundamental desarrollado por Winnicot (1956), es el de “preocupación
maternal primaria”, siendo un estado de sensibilidad que se da durante el embarazo hasta
el fin del mismo e inclusive, hasta las primeras semanas luego del nacimiento. Winnicott
(1993) agrega que es una etapa que prepara a la madre para el sostén. Se trata de
sostener físicamente a su hijo, como una demostración de amor hacia éste, brindándole, a
su vez, un yo auxiliador. Este estado contiene, guía y hace posible la instauración del yo del
niño, poniendo de manifiesto la debilidad del yo, cuando los cuidados de su madre fallan.
Cuando se sale de esta “enfermedad” (descrito así, ya que si no fuera por el embarazo y el
nacimiento esto sería una enfermedad) es difícil que una madre pueda recordar qué pasó
por ese estado, tienden a reprimir. La preocupación maternal primaria les permite estar
disponible y adaptarse a las necesidades que su bebé tenga y requiera, pudiendo así
ponerse en su lugar. Si se logra llegar a dicho estado,el correcto desarrollo y constitución
psíquica de su bebé, será evidente, de lo contrario, el mismo, se verá estancado en su
desarrollo. Por otro lado, es necesario que en un determinado momento, esta madre pueda
salir de este estado de “enfermedad” para que el pequeño comience a ver a su mamá
separada de él.
En esta primera etapa, de acuerdo con Winnicott (1993) el bebé se enfrenta a una
imposibilidad de diferenciarse de su cuidador, no logrando reconocer sus propias
necesidades, encontrándose así en un estado de dependencia absoluta. Pero la madre
también se encuentra en este estado de dependencia, haciendo que sea algo mutuo, tanto
18
la madre como el bebé, necesitan de un tercero que los ayude a conciliar el sostén y su
relación.
Winnicott (citado en Bareiro, 2012) agrega que para qué sé dé un desarrollo
suficientemente bueno en el bebé es necesario una madre - ambiente, definiendo como “la
posibilidad que el niño cuente con un entorno que lo proteja tanto de sus impulsos, como del
mundo aún extraño y que además habilita a distintas experiencias promoviendo su
crecimiento” (p. 33).
Es necesario que dicho ambiente le transmita confianza al bebé para que el mismo
comience a desplegar su propio potencial, que perciba que hay un mundo exterior ajeno a
él, para que así, pueda habitarlo. En relación a esto, citando nuevamente a Winnicott quien
hace referencia al concepto de madre suficientemente buena, menciona que este término
se emplea para describir la dependencia propia de la primera infancia. Implica que la base
de la salud mental de bebé debe colocar la madre, pudiendo así atender las necesidades
que disponga su hijo. El bebé necesita una “relación viva” con su madre, para que así, ella
pueda, eventualmente, identificarse con este. No necesita una madre perfecta, sino que se
encuentre en un periodo de “preocupación materna primaria”.
La función de la madre suficientemente buena en Winnicott no está dada por la
cantidad de alimento que ofrece, sino por la posibilidad de ofrecer un objeto en el
momento en que el sujeto lo alucina o lo desea o lo requiera. De este modo crea en
el sujeto la ilusión de que él produjo ese objeto que está recibiendo; pero al mismo
tiempo se tendrá que desilusionar de todo esto y dar camino a la frustración, de
manera que el proceso de construcción del objeto pasará también por un proceso de
reconocimiento, de desilusión, de la no creación del objeto y la pérdida del
pensamiento mágico omnipotente. (Bleichmar, 2009, p. 121)
Según la función que debe cumplir una madre en relación a su bebé, Guerra (2020),
siguiendo a Winnicott, realizó aportes mencionando que “una función primaria de la madre
(o de quien cumpla su función) es la de sostener y unificar cuerpo y psiquismo (a través del
ritmo y la ley materna como elementos fundamentales, acompañados por la función y la
narratividad conjunta)” (p. 40).
Janin (2011) afirma que, ante una madre que no logra sostener a su bebé, donde
éste no pueda depositar sus sentimientos no soportables, el yo del mismo puede
quebrantarse, además, “puede vivir sus deseos como peligrosos y esto manifestarse a
través de un “deseo de no deseo”” (p.18). Es la función materna la que debería poder
19
sostener e intervenir ante los dolores de este bebé, mediante una mirada, una caricia,
asociando así el dolor a una vivencia soportable. La autora pone de ejemplo que cuando un
niño grita de dolor, un gesto de cariño o una palabra de otro, puede transformar lo
insoportable en algo tolerable, pero para que esto acontezca, quien cumpla esta función,
debe poder soportar el dolor que el niño transmite. Sostener, no es solo calmar mediante
una palabra, o gesto, sino el acto de darle un sentido a una vivencia.
Betina en sus comienzos como madre, muchas veces no lograba sostener ni calmar
a su bebé, sino que lo contrario, tenía sentimientos de rabia y de querer hacerlo
desaparecer por momentos.
B: Ayer lloré horrible, no lo quería poner mal, él me miraba preocupado, me miraba así
“¿qué te pasa mama?”, si me pongo mal me da cosa que se dé cuenta que estoy mal.
E: ¿Cómo fue la crisis en tu casa? ¿Qué sentiste?
B: Bronca, ganas de acogotarlo, hay gente que les hace daño, no me imagino pobre tan
chiquito. Sentí bronca, impotencia, ganas de acogotarlo, me puse a golpear la almohada
para sacarme todo eso, necesito ver a alguien para evitar eso, no llegar a ese punto.
A pesar de la bronca y sentimientos ambivalentes que siente Betina ante estas
situaciones, vemos cómo de cierta manera logra controlar sus impulsos, consiguiendo no
hacerle daño a su hijo, sintiendo angustia por sus comportamientos y teniendo el deseo de
cambiarlos. Mediante la transferencia, recibimos sus enojos y angustias, y durante este
proceso, buscamos herramientas para poder transformar estas situaciones displacenteras
para ambos.
2.1 Procesos de simbolización
Haciendo mayor hincapié en lo que compete al vínculo temprano entre Betina y su
hijo, interés central dentro de este trabajo, durante todo el proceso, incluso desde la primera
entrevista, nos centramos en escuchar y observar a ambos, separados, pero principalmente
juntos. A partir de ello pudimos dar cuenta que a pesar de todo el conflicto psíquico que
estaba teniendo Betina, y la dificultad en el vínculo con su hijo, teniendo en cuenta lo que
expresa Guerra (2020) que “(...) la madre lo envuelve con sus fantasmas
(Anzieu-Premmereur, 2004). El bebé es objeto de las fantasías que provienen del
inconsciente de su madre, es el fruto de su mundo pulsional, ella le proporciona un vínculo
20
relacionado con su propia sexualidad sublimada” (p. 40), pareciera que por momentos estos
desencuentros entre ambos no existieran. En ocasiones logramos observar
comportamientos de una madre primeriza, que no sabe muy bien cómo hacerlo, por
ejemplo, cuando no percibe hasta cuando su bebé quiere ser alimentado, pero en la
mayoría de los momentos, vemos como esta madre logra darle una continuidad a la
existencia de su hijo, las fallas que ella pueda tener, no producen cortes en él.
En los primeros momentos del desarrollo del bebé, es importante transferir y
transmitirle confianza, ya que la madre funciona como espejo para éste. Reflejando tanto
sus estados anímicos, así como también sus propias defensas, pudiendo tener efectos
negativos en el infante.
Ulriksen de Viñar (2005) describe la “función de espejo” como:
Donde el niño encuentra en la mirada o en el cuerpo de la madre una imagen que le
permite reconocer su naciente unidad a pesar de su prematurez motriz. Cuando se
mira en el espejo y mueve sus brazos con satisfacción, vuelve la mirada hacia su
madre, tomándola como referencia que confirme la imagen que él ve en el espejo.
Solicita la aptitud de su madre para hacer presente a ese otro, tercero, que lo
reconoce. (p.10)
Al tratarse de un proceso terapéutico que se daba en conjunto, en este caso con una
madre y su hijo, proporcionamos una escucha activa para Betina, pero también una
observación activa hacia Martín, donde veíamos cómo interactuaba y reaccionaba a su
madre, pero también a los objetos que estaban a su disposición, dentro de la caja de juegos
que habíamos armado apta para él y su edad.
Dentro del encuadre, pudimos observar algunos indicadores de intersubjetividad
como son las protoconversaciones y juegos de cara a cara. Como menciona Guerra (2020)
son las primeras experiencias que tienen los bebés de intentar comunicarse, emitiendo
sonidos como por ejemplo los laleos, y que los adultos de alguna forma se los respondan.
Martín usualmente estaba sobre una mesa grande, enfrentado a su mamá, y así se
producían estos intentos de comunicación y otras múltiples interacciones entre esta madre y
su bebé.
A continuación dejaremos muestra de esto a partir de un diálogo:
B:(...)Le dije que se tenía que quedar tranquila y esperar la ecografía a los 10 meses.
(Martín lalea).
21
E: Quiere atención. ¿Y yo donde quedo? Quiero que me hablen amí también. (Haciendo
alusión a Martín).
B: No está la psicóloga que habla con vos hoy. Está más gordito. (Martín mira un peluche
colgado en la pared).
E: ¿Hay otro peluche ahí? A ver si este te gusta, qué lindo. (Se le pregunta a Martín,
haciéndolo partícipe de la sesión, se le alcanza el sonajero y juega con él).
B: Hola, hola. (Betina habla como si fuera el peluche, dirigiéndose a su hijo).
E: ¿Qué es ese ruido y esas sensaciones?. (Preguntándole a Martín).
B: Chupa todo. (el bebé juega).
A medida que iba pasando el tiempo y las sesiones, Martín, con algunos meses
más, notamos como los indicadores “vocativos atencionales” y el “del desplazamiento en el
espacio al placer de jugar juntos” (Guerra, 2020) iban apareciendo dentro del encuadre.
Martín despliega su atención a cosas ajenas a él, logrando prestar atención a otros
objetos, como títeres, sonajeros. A su vez, comienza a desplazarse por los espacios, por
ejemplo a través del gateo. Ya no se sentaba sobre la mesa con su madre, sino que estaba
en el piso del consultorio con otros objetos, teniendo mayor y mejor acercamiento y
pudiendo manipularlos de la forma que él quisiera.
En este proceso psicoanalítico, dentro del encuadre y en transferencia, como
terapeuta, iba ensanchando las respuestas y viendo como Martín daba respuesta a estos
objetos, pero además, viendo como Betina, lograba ir tomando este espacio de juego junto
con su hijo, a veces acercándose y dándole alguno de estos objetos para que él los pudiera
manipular, haciendo notar el valor del vínculo y de las intervenciones.
Cuando la madre es capaz de distribuir objetos, como lo hizo Betina, responde a las
demandas de su hijo, ocupa un lugar simbólico, ya que distribuye objetos simbólicos para
que el niño pueda apropiarse. Por lo tanto, puede ausentarse, porque el niño la sustituye
por un juego o palabra, como forma de simbolización. Pero si esta no logra realizar esta
habilitación, fracasa, por el hecho de que la misma pasa a ser parte de los objetos de
simbolización, por lo tanto, el niño no logra reemplazar la ausencia de su mamá, por una
representación, sino que la necesita a ella en tanto objeto real (Ulriksen de Viñar, 2005).
22
Siguiendo la misma línea, Roussillon (2015) expresa que el bebé, en sus primeros
momentos de vida, busca experiencias en las cuales pueda accionar sobre el mundo y
sobre el objeto, descubriendo que las sensaciones que tiene pueden ser compartidas con
su madre o un objeto que sean significativos para él, estas se tornan un medio de
intercambio, de “comunicación de sus vivencias internas” (p. 99).
Si estas sensaciones de las que habla el autor, pueden ser compartidas, “comienzan
a tener lugar en el sistema de intercambio y de comunicación, acceden a las formas de la
simbolización” (p. 100). Agrega que el símbolo es la unión de dos partes separadas, pero
que a la vez se pueden ajustar, convirtiéndose en un componente simbólico. A partir de
esto, se puede lograr un “intercambio afectivo”, partiendo del momento en que un mimo, un
gesto son compartidos, dan lugar a la actividad de simbolización para el bebé. Estas
actividades de simbolización, que se llevan a cabo en “presencia del objeto”, son el puntapié
para que más tarde se pueda desarrollar también una simbolización de la ausencia.
Winnicott (1958) fue el primero en desarrollar la “capacidad de estar a solas”
mencionando que esta capacidad es resultado de numerosos tipos de experiencia, pero que
solo hay una que es fundamental, tratándose de la experiencia que se vive en la infancia y
en la niñez, de poder estar a solas en presencia de su madre. Agrega que se trata de una
paradoja, poder estar a solas, cuando otra persona significativa está presente.
Guerra, (2020), agrega que “El bebé puede empezar a estar solo cuando la madre
puede también separarse de él, aunque ella esté presente en la habitación” (p. 159).
A partir de la capacidad de estar a solas del bebé, las reacciones y sensaciones de
una madre se van a encontrar dividida, dice Roussillon (2015), por un lado, cierto orgullo por
el progreso de su hijo, y porque de alguna manera éste comienza a darle cierta libertad, por
otro lado, manifestaciones respeto a una autonomía que su hijo va obteniendo, lo que le
permite una capacidad de separación y diferenciación, anunciando así, una “futura partida”.
En caso de que el orgullo prevalezca la madre “sobrevive” a la apropiación subjetiva y a la
introyección pulsional que esta implica, si la tristeza y la amenaza de flexión depresiva
triunfan, la madre se ve tentada a inmiscuirse en el juego (intrusión) o a retirarse
(psíquicamente, afectivamente o de hecho) como una suerte de represalia por el abandono”
(p. 103). Por último, agrega que esta capacidad “solo adquiere sentido contextualizada en la
historia del encuentro, en función del lugar que ocupa en la historia del encuentro” (p. 104).
23
Estos objetos simbólicos que el niño se apropia, serían los llamados objetos
transicionales. El objeto transicional tiene el propósito de darle significado a los primeros
indicios de aprobación a un símbolo por parte de un bebé en desarrollo. Normalmente, este
símbolo es un objeto, que es aceptado por sus padres, habilitando al bebé a admitir a este
objeto como real. (Winnicott, 1950).
Introduzco los términos “objetos transicionales” y “fenómenos transicionales” para
designar la zona intermedia de la experiencia, entre el pulgar y el osito, entre el
erotismo oral y la verdadera relación del objeto, entre la actividad creadora primaria y
la proyección de lo que ya se ha introyectado, entre el desconocimiento de la deuda
y el reconocimiento de esta. (Winnicott, 1971, p.18)
La condición que tenga el objeto transicional habilita el camino para futuras
simbolizaciones. Es importante que el objeto tenga una cierta materialidad, que permita
otorgarle cualidad de vitalidad. Los ejemplos más mencionados son el osito de peluche, la
manta, entre otros, pero lo fundamental es su cualidad de intermediación, existencia y
presencia (Bareiro, 2012).
El uso por parte del niño de un espacio transicional, donde hay objetos disponibles
para ser manipulados, como lo son el juguete, el peluche, entre otros, sustituyen el lugar de
la madre como objeto transicional, habilitando luego un camino de separación entre ambos
(Ulriksen de Viñar, 2005).
2.2 Importancia del juego en la práctica psicoanalítica y en la constitución del
psiquismo
A partir de la relación del bebé con su madre, surgen los primeros juegos. Como fue
mencionado en líneas más arriba, la madre a través de un gesto compartido, o mediante el
juego, da lugar a la actividad simbólica, posibilitando la elaboración psíquica de sus
conflictos y experiencias, resultando, finalmente, una actividad placentera para él.
Es que el juego, el jugar, es un modo de estar en el mundo al comienzo de la vida.
Mucho de lo que el bebé hace es significado desde el entorno familiar como lúdico.
Todas las manifestaciones, movimientos, gorjeos, se vuelven índices para la madre
de múltiples sentidos. Sentidos atribuidos, sentidos adjudicados, donde “toda la
comunicación” es esfuerzo (trabajo), placentero-displacentero, de llegar al otro, de
ser reconocido.
24
La gestualidad en juego del movimiento y la voz son desde el inicio una forma de
discurso infantil. (Casas de Pereda, 1999, p. 59)
Por otra parte, Freire de Garbarino (2017) va a expresar que el niño mediante el
juego habla, pero sin saber que lo está haciendo. El juego es un retoño al inconsciente. A
través del juego, el niño puede hacer activo aquello que vivió pasivamente, como en el caso
del nieto de Freud.
A partir de la observación que realiza Freire de Garbarino (2017) aporta lo siguiente:
Es realmente importante ver todo lo que Freud sacó de este hecho en apariencia
nimio. Lo primero que se ve es que el juego puede estar al servicio de la pulsión de
muerte y su forma más típica de expresión, la compulsión de la repetición.
En segundotérmino, la transformación, y como mecanismo de defensa, de lo vivido
en forma pasiva (y, por lo tanto, muy traumática) en forma activa. Decimos como
mecanismo defensivo, pero también lo podríamos enfocar como una forma de
elaboración. Y por último, una utilización del juego como una forma de expresar su
conflicto que parece ser vivido por el niño en forma regresiva. (p. 140)
Por otra parte, Freud presentó el caso del llamado “niño del carretel” que era su
nieto de un año y medio, quien jugaba con un carrete …. Al alejarlo decía oooo, significando
“fort” y al acercarlo “da”, presentándolo en “Más allá del principio del placer” (Freud, S,
1920). Aquí expresa que, a partir de esas observaciones de su nieto, el niño tomaba el
carretel como juguete y jugaba a arrojarlo y volver a traerlo, desde su cunita, denotando
satisfacción e interés, a la vez que pronunciaba “o-o-o” que, según dicen su madre y el
propio Freud, significaba fort, es decir, se fue, y al verlo nuevamente dice “da”, lo cual quiere
decir, acá está. Freud finalmente da cuenta que es un juego que simboliza la presencia, y la
ausencia de su madre, simbolizando - jugando él mismo a hacerla desaparecer para luego
hacerla volver.
El niño se vuelve activo al jugar, simbolizando la experiencia de frustración,
angustiante, de la ausencia de la madre, y la de satisfacción ante su presencia. Elabora las
experiencias a través de su repetición, resignificándolas y, por lo tanto, transformándolas de
‘traumáticas’ en elaborativas.
Observa también que repetía como juego el fort, lo que lo lleva a interpretar que el
sentido de este juego sería la renuncia a una satisfacción pulsional en relación a la partida
de la madre. Mediante este juego, podía poner en escena el desaparecer y regresar de
25
esta. Plantea el autor que la ausencia de la madre no le era indiferente, el infante, que aún
no habla, puede simbolizar esa ausencia.
Casas de Pereda (1999) siguiendo la misma línea, expresa que “Lo que allí está
implicado es la simbolización de una pérdida. La ausencia es lo que es displacentero y la
simbolización hace presente el placer de la representación. El acto en sí, también como
hecho psíquico, como acontecimiento, contiene el logro de una representación como triunfo
sobre la ausencia” (p. 60).
Por otro lado, añade que:
En este discurso infantil que es jugar-decir (movimiento y voz, gesto y palabra), se
vuelve primordial la presencia del otro. Si la palabra siempre se dirige a otro, el gesto
-movimiento que se organiza como jugando - contiene, como lo señalé
anteriormente, esa fuerza especial mayor que la palabra, que es la que convoca la
presencia del deseo del otro. (...) el niño requiere del objeto, el otro, como el que es
capaz de darse como objeto de juego, para articular sentidos, y requiere de los
objetos en sí transicionales, intermediarios, para representar sentidos. (Casas de
Pereda. M, 1999, p. 61)
Capítulo 3: Conceptualizaciones técnicas
3.1 Interpretación
Freud en el año 1900 pública “La interpretación de los sueños”, y a partir de esta
obra el psicoanálisis comienza a ser tomado como una terapia psicológica. Introduciendo
aquí un sentido totalmente nuevo al concepto de interpretación.
Durante sus obras, define la interpretación (concepto que se halla presente desde
los orígenes del psicoanálisis) como el trabajo que realiza el psicoanalista para ir desde el
contenido manifiesto hasta las ideas latentes. Por lo tanto, la interpretación es el
instrumento que hace consciente lo inconsciente.
Comenzó a trabajar con las ocurrencias libres del analizado, deteniéndose sobre
aquello que éste rehusaba recordar, usando el trabajo interpretativo como modo de sortear
las resistencias, es decir, aquellos baches que impedían el avance del tratamiento. El
psicoanálisis insiste en que hay algo en el analizante que habla más allá de sí mismo,
palabras que al decirse, dicen más de lo que parecen decir.
26
Freud en su obra “Construcciones en el análisis” en 1937, va a hablar sobre la
construcción mencionando que si en la técnica analítica se escucha hablar poco sobre
“construcciones” es porque a cambio, se suele hablar de “interpretaciones” y los efectos de
esta.
Agrega que el analista comunica sus construcciones al analizado, y a partir de
cuándo y con qué esclarecimiento se da, se establece la conexión entre la participación del
analista y su paciente. El autor realiza una comparación entre un arqueólogo que
desentierra monumentos destruidos y sepultados, mencionando que el trabajo en realidad
es el mismo, pero que en cambio, el analista tiene mejores condiciones de trabajo,
disponiendo de más material que lo auxilie, ya que se trata de algo que aún está vivo, y no
de un objeto destruido.
Schkolnik (2016) sostiene que con la interpretación se realiza una tarea de
deconstrucción de discursos que casi siempre terminan siendo engañosos por las propias
defensas del paciente. Por lo tanto se trata de que haya modificaciones en las relaciones
entre los distintos elementos de la estructuración psíquica así como en lo intersubjetivo, a
partir de un momento de ruptura, y es a partir de este movimiento que puede aparecer algo
nuevo habilitando un cambio psíquico en el paciente.
Siguiendo los pensamientos de Schkolnik (2016) la interpretación desde el punto de
vista etimológico se vincula a “interrogantes, interrupciones, e intersección, podemos pensar
que verdaderamente da cuenta de la actitud del analista que interroga, interrumpe y corta el
discurso del paciente,” (p. 167), permitiendo que pueda ubicarse en un plano distinto, sin
caer en una repetición, habilitando de esta manera, nuevos caminos para “cambios en la
relación que se establece en los diferentes elementos de la estructura psíquica y la relación
con el otro” (p. 167).
Además, mencionando que es importante interrogar el concepto de construcción:
(...) a mi modo de ver, sólo puede separarse de la noción de interpretación en un
plano descriptivo, pero no en cuanto a sus efectos. Esa tarea de construcción está
vinculada a las ligazones que debe realizar el analista para relacionar distintos
tiempos, espacios y vínculos del paciente, con lo que se actualiza en la
transferencia. Se establecen así nuevos nexos, que permiten el acceso a una
historia distinta a la que se constituyó como resultado de un complejo interjuego
27
entre los propios deseos inconscientes del paciente y los de su contexto familiar.
(p. 168)
En esta modalidad de intervención, en este caso, mediante el juego, realizamos una
tarea de deconstrucción de discursos con Martín, como lo vimos en el apartado anterior,
mientras que con Betina, lo hicimos mediante las interpretaciones y construcciones que
realizamos a lo largo del proceso. Posibilitando y permitiendo así, que pudiera ver y actuar
de manera diferente, no dejándola caer en una repetición, dándole la posibilidad de ver el
vínculo con su hijo de una manera distinta, para así poder mejorarla.
E: ¿Con Martín cómo te sentís ahora?
B: Mejor, está enfermo y quiero estar con él. Hoy me sentí re mal saliendo sola sin él.
E: Quizás lo podemos vincular con la relación que estás teniendo con tu hermana.
B: ¿Por?
E: Por el enojo que sentías hacia ella, que te querías deshacer de todo, incluso de Martín,
con la vida que tenías antes, que quizás era más fácil y ahora él te limita. Quizás eso te
enoja también y quisiste un desalojo.
B: Pobrecito, tenés razón.
Vemos como en este caso, llevamos a cabo la tarea de construcción, relacionando a
su hermana y a su hijo, para que la paciente pueda establecer esas nuevas conexiones de
las que habla Schkolnik, pudiendo así dar cuenta de una historia y una perspectiva distinta
de los acontecimientos, donde sus deseos inconscientes y enojo no le permitían percibirlo.
Freud, por otra parte, aclara que una construcción a veces puede ser equivocada
por parte del analista, y que ello no va a producir efectos perjudiciales al analizante.
Además, expresa,que el psicoanálisis tiene un mecanismo de autoverificación
pseudocientífica que impide una falsabilidad: si el analizado acepta la interpretación del
analista, la teoría o hipótesis del analista se confirma, mientras que si la respuesta es no,
está desmentida puede asociarse a un mecanismo de defensa o resistencia al tratamiento
por parte del paciente. Lo que Freud plantea sobre esto es que, ante un error “el paciente
queda como no tocado, no reacciona a ello ni por sí ni por no.” (p. 263) y agrega que ni el
“no”, ni el “si” son definitivos en la verificación.
28
3.2 Transferencia - Contratransferencia
En el transcurso del proceso terapéutico, el discurso de Betina fue variando, en un
momento, el centro de este, fue su hermana y el embarazo de la misma, y los sentimientos
de abandono por parte de ella nuevamente, dejándola a un lado por su hija que venía en
camino. Al finalizar una de las sesiones, nos informa que no iba a poder seguir concurriendo
a este espacio, ya que le estaban ocurriendo varias cosas, pero sin darnos un motivo muy
claro.
Nos relata lo siguiente:
(...) “prefiero anticiparme como anticipé lo de mi hermana. Soy observadora, me doy cuenta
de las cosas, las veo venir, tenía miedo de que me deje de apoyar y fue así. Me quiero
anticipar, mi jefe se puede pudrir y quiero anticiparme.”
A partir de hipótesis realizadas en su momento, me llevó a pensar que Betina
estaba anticipándose a otro abandono, suponiendo que como terapeutas podría dejar de
apoyarla y de alguna forma también abandonar. Desde mi lugar, sabiendo que la
continuidad del proceso terapéutico era importante y beneficioso para ambos, como lo
mencionó en varias ocasiones, le transmití que el espacio estaría abierto en caso de que
quisiera retomarlo en algún momento.
El deseo de Betina de querer abandonar este espacio, fue una gran sorpresa para
mí, ya que como se mencionó, no había un motivo específico que la llevara a tomar esta
decisión. Para comprender y sobrellevar el deseo de Betina, fue fundamental y de gran
importancia la formación teórica, las supervisiones semanales y mi análisis personal.
En relación a la transferencia Freud (1905) plantea:
Son reediciones, recreaciones de las mociones y fantasías que a medida que el
análisis avanza no pueden menos que despertarse y hacerse conscientes; pero lo
característico de todo el género es la sustitución de una persona anterior por la
persona del médico. Para decirlo de otro modo: toda una serie de vivencias
psíquicas anteriores no es revivida como algo del pasado, sino como vínculo actual
con la persona del médico. (p. 101)
De la mano de la transferencia, Freud nos va a hablar de una repetición,
describiéndola como:
29
El paciente se trasladaba a una situación anterior, que no parecía confundir nunca
con la situación presente; comunicaba los procesos psíquicos de ella hasta donde
habían permanecido normales, y agregaba lo que pudiera resultar por la
transposición de los procesos entonces inconscientes en conscientes. (Freud, 1914,
p. 150)
Con esta cita nos explica la noción de transferencia como, la repetición de una
vivencia del pasado en una relación actual. Como mencionamos en párrafos anteriores, una
de las hipótesis en cuanto al abandono del espacio por parte de Betina, fue el anticiparse a
la situación de que yo podría dejarla, por esta razón, toma esta decisión para no ser
"abandonada", como según ella, lo hizo su hermana.
Freud agrega que: “Pronto advertimos que la transferencia misma es solo una pieza
de repetición, y la repetición es la transferencia del pasado olvidado; pero no solo sobre el
médico: sino también sobre todos los otros ámbitos de la situación presente” (Freud, 1914,
p. 152).
Por otro lado, Winnicott citado en Bareiro (2012) va a decir que la transferencia es
una herramienta fundamental para la cura en el marco analítico y que sin esta, la
interpretación se torna algo sin importancia. Por lo tanto, solo puede haber transferencia si
se crea un ambiente, un marco confiable en el análisis. Expresando que en la transferencia
se necesita, por un lado, una confianza y una elasticidad, como se da en el holding, por
otro, una disponibilidad y recursos por parte del analista, como se da en el handing.
El holding y el handing son conceptos descritos por Winnicott dentro de la
transferencia, siendo estos de gran importancia en el vínculo madre-hijo, como lo es en el
vínculo Betina - Martín, en el cual ella le pueda transmitir esto a su hijo con el fin de lograr el
mejor desarrollo posible e ir fortaleciendo cada vez más este vínculo.
En palabras de Winnicott citado en Bareiro (2012) el holding, dentro de la
transferencia, se refiere al sostén que todo tratamiento debe brindar, durante el tiempo que
el mismo dure. En transferencia, es momento del analista de brindarle este holding al
paciente, para que “pueda correr el riesgo que involucra abandonar defensas, proyectar,
fantasear, así como también la posibilidad de enfrentar temores, miserias, recordar y
construir sin riesgo de ser juzgado” (p. 78).
Mientras que el concepto de “handling”, también traído por Winnicott, en la situación
analítica, sería la necesidad de la presencia y continuidad del analista y del análisis, pero
30
teniendo en cuenta que es el paciente quien maneja los tiempos, según las necesidades
que vayan surgiendo en el proceso. Este concepto resalta la idea de “singularidad y resulta
imposible estandarizar o anticipar los requerimientos de cada paciente en particular” (p. 78).
Cabe resaltar la importancia de mencionar la singularidad de cada paciente, donde
los analistas deben adaptarse a los analizantes, sin tener que forzar una adaptación,
entendiendo las particularidades específicas de cada paciente. Se trata de crear un espacio
lo suficientemente bueno y confiable para que el paciente pueda ser, donde se pueda
demostrar como realmente es y desplegar todo su ser.
Desde un comienzo se hizo presente una transferencia positiva con Betina, aquella
que Freud (1912) denomina como “sentimientos amistosos o tiernos que son susceptibles
de conciencia, y la de sus prosecuciones en lo inconsciente” (p. 103) haciéndonos saber lo
agradecida que estaba de ese espacio, de cuanto la habíamos ayudado, y lo beneficioso
que le era ir y poder depositar sus ansiedades y angustias. Al final de la última sesión, nos
mencionó la falta que le haría este espacio, dejando abierta la posibilidad de retomar más
adelante.
Unos meses después, Betina finalmente logra ver la importancia de poder seguir
este proceso analítico, en tanto le hacen bien a ella, y a su relación con su hijo.
Cabe destacar que no solamente fue importante y se dio una transferencia con
Betina, sino que también con Martín, principalmente mediante el juego, ya que la
importancia de este radica en su capacidad simbolizante, permitiéndole al niño recrear
aquellas situaciones que le fueron displacenteras, como fue dicho anteriormente. A través
de la transferencia, la misma se encuentra presente en contextos terapéuticos, y en esta
línea Winnicott (1972) plantea que:
La psicoterapia se da en la superposición de dos zonas de juego: la del paciente y la
del terapeuta. Está relacionada con dos personas que juegan juntas. El corolario de
ello es que cuando el juego no es posible, la labor del terapeuta se orienta a llevar al
paciente, de un estado en que no puede jugar a uno en que le es posible hacerlo.
(Winnicott, 1972, p. 61)
Para Winnicott (1972) el juego implica crear, sin embargo, para que esto pueda
darse, se requiere de un lugar y un ambiente en donde el niño y también el adulto, que en
31
este caso es el terapeuta, le transmita confianza, donde puedan permitirse cierto grado de
relajación, pudiendo así realizar distintos tipos de asociaciones, dando lugar a una creación.
Relatos de Betina que nuevamente me produjo gran sorpresa y resultaron
indispensables mi formación teórica, con una implicación ética, la supervisión y mi análisispersonal, sucede cuando en los primeros minutos de una sesión, nos admite lo siguiente:
B: (Se nota muy angustiada y relata lo siguiente) Estuve pensando estos días, y me parece
que lo mejor sería darlo en adopción.
E: ¿Cuándo tenés estos pensamientos de rechazo? ¿Es siempre o cada tanto?
B: No sé si quiero esto para toda la vida. Capaz me prepararon mal, no tengo tolerancia.
Nunca pasé por algo tan difícil en mi vida. Me siento mal por él, es un divino. Por ahí es más
fácil darlo en adopción y listo.
E: ¿Qué sentimientos se te vienen cuando pensás en eso?
B: Alivio, si lo hiciera, y no sé si culpa. Yo tengo un lazo con él, no sé, me pone mal. Estoy
dando todo, es feo decirlo.
Confirmó que al escuchar esto se me vinieron cientos de pensamientos y
sentimientos, pero teniendo muy presente el marco teórico, es fundamental la neutralidad, a
lo que Freire de Garbarino (2017) refiere “a no hacer juicios valorativos de lo que va
ocurriendo. Es necesario que el entrevistador sienta curiosidad, pero que esta sea limitada a
lo necesario para el beneficio de la pesquisa” (p. 144).
El espacio de supervisión brindando aspectos técnicos necesarios y mi propio
espacio analítico, como imprescindibles en este proceso, ya que al optar tomar un caso, no
sabemos a lo que nos exponemos y como nos puede tocar en lo personal, haciendo que se
despierten angustias y dejándonos preguntas. Por esto, la importancia de poder armar una
caja de resonancia, de recepción de angustias como estudiante, teniendo su primera
experiencia práctica, una caja grupal que te pueda sostener y brindar elementos. A partir de
esto, es que hacemos posible que el espacio analítico funcione como un destornillador para
Betina y su hijo, y al mismo tiempo como cuna, habilitando, a través de la transferencia, a
traer la ambivalencia, y sentimientos de enojo por su parte.
32
Luego de trabajar la idea de adopción en esa sesión, destacamos que por más difícil
que sea este camino de maternar, ella con sus altos y bajos estaba logrando sostener a
Martín, ya que mediante observaciones de éste con su madre en las sesiones, pudimos dar
cuenta que Betina era una madre que promovió el desarrollo y el crecimiento de su hijo,
habilitando distintas experiencias.
A la sesión siguiente, Betina ya no tenía la idea de dar en adopción a su hijo. A partir
de sus relatos, le transmitimos y resaltamos que pudimos notar cierto grado de angustia al
hablar sobre sus sentimientos, señalando que, por momentos, los desencuentros que tiene
con Martín, se daban a raíz de la problemática con su familia y en el lugar en que se
posiciona y se identifica ella, no pudiendo verdaderamente abandonar el papel de niña, para
ubicarse en el de madre.
Como señala Bruner (2020): “La posición del psicoanalista en esta configuración
transferencial es la de un constructor que intenta construir o reconstruir los nexos simbólicos
y libidinales entre padres e hijos, lo que nada tiene que ver con la culpabilización” (p. 85).
Durante este proceso y desde mi lugar, intente “construir y reconstruir los nexos
simbólicos” entre Betina y Martín, sin miras de colocar a esta madre en un lugar de culpa.
Para finalizar, Bleichmar (1993) señala una vez más que:
“El nacimiento de un primer hijo produce en la mujer un incremento de ansiedades
profundas, de las cuales no es causa menor el hecho de activar fantasmas infantiles
de omnipotencia respecto del poder ilimitado que la maternidad ofrece sobre la vida,
y en consecuencia sobre la muerte, de otro ser humano. Los primeros tiempos de un
primer hijo son una situación límite, traumática, cuyo saldo no depende solo del
equilibrio psíquico previo de la mujer que por ella atraviesa, sino también de las
intervenciones simbolizantes y continentes de quienes la rodean.” (p. 29)
33
Consideraciones finales
A través de esta articulación teórica - clínica, pude dar cuenta de algunas
características que conforman el vínculo temprano entre madre - bebé, y los mecanismos
de trabajo en una intervención temprana dentro de la clínica psicoanalítica. A partir de la
experiencia que obtuve en la práctica y del desarrollo de este Trabajo Final de Grado,
entiendo la importancia de poder reflexionar sobre dicha temática, más específicamente en
lo que compete a los síntomas que puede presentar el vínculo madre - bebé, como
analizante, como paciente, como una madre que se siente sola. Entendiendo la importancia
de la figura materna en la constitución psíquica de un bebé, reflexionar también, como estos
síntomas pueden afectar en dicha relación.
Desde un primer momento, se decide trabajar con los dos juntos, ya que al inicio de
la intervención, el vínculo tenía síntomas como señal de una gran angustia, desbordante. La
madre manifestaba ansiedad, desasosiego, sentimientos de agresión hacia su hijo, y culpa
que se hizo presente desde la llamada telefónica inicial. Martín no aumentaba de peso, no
lograba dormir más de tres horas entre mamada y mamada. También el vínculo oral estaba
distorsionado, no se había logrado un ritmo oro-alimenticio libidinal.
En la entrevista inicial, el bebé llega con los pies al aire, descalzo, con las manos
levemente retraídas hacia atrás, aun ya estando despierto. Estos y otros, fueron indicadores
para iniciar un dispositivo psicoanalítico madre-hijo, donde importantes observaciones hacia
Martín, dieron la posibilidad de verbalizar sus síntomas, así como también los del vínculo.
Intervenciones como estas, proponen técnicamente trabajar con los síntomas del
vínculo, y en cada sujeto integrante de él, es decir, de Betina y/o Martín. Poder escuchar y
brindar herramientas, teniendo en cuenta también a su bebé, ya que en el discurso, sus
síntomas solamente aparecen a raíz de lo que sus padres dicen sobre ellos. Por esto,
mediante una observación pudimos dar cuenta de lo que Martín desplegó dentro del
encuentro clínico, aun siendo muy chiquito, demostrando así, situaciones placenteras, como
también las displacenteras, donde desde mi rol intente darle un nuevo significado, para
comprender un poco más, cuál es la verdadera razón de su malestar.
En cuanto al proceso analítico recorrido con Betina y su bebé, desde las primeras
entrevistas preliminares, y en sesiones, pudimos notar cambios significativos en cuanto a
ella y su relación con su hijo. La posición - función de terapeuta, por tanto,
consustancialmente la ubicación de operador, posibilitando así, varios cambios en ambos.
Como la subida de peso de Martín, en solamente algunas sesiones. Betina nos informa que
34
éste se estaba alimentando mejor, y de a poquito iba aumentando de peso, dando la
posibilidad de que los dos pudieran descansar mejor. Además, le compra una cunita, y un
destornillador para poder armarla ella misma. Martín sigue durmiendo del lado de ella, pero
ahora en su propia cama.
Siguiendo con lo planteado en el párrafo anterior, otra de las mejoras que notamos
en este proceso fue el cambio que tuvo Betina en cuanto a su posición con relación a los
demás, principalmente con sus padres y hermana. Durante el desarrollo del trabajo,
pudimos percibir cómo se sentía abandonada en varias ocasiones durante el proceso
terapéutico. En primer lugar, abandono de sí misma, “dejando” de ser sólo mujer, para pasar
a ser mujer y mamá, abandono de su hermana, quien esperaba una bebé, y por último un
abandono del lugar que ocupaba dentro de su familia. Esto la llevó a un nuevo proceso de
identificación, lo cual también fue necesario un nuevo modo de vinculación. Dejar de ser la
chiquita de la casa, para pasar a ser quien se tendría que ocupar de un “chiquito”, no fue
tarea fácil.
Mediante esta escritura, me encuentro nuevamente pensando y reflexionando en
que lo que transitó Betina en su momento, transitan muchas mujeres siendo madres
solteras, en este caso en particular, porque el padre de Martín, decide abandonar el vínculo.
Sin querer generalizar, y afirmando que ningún caso es igual a otro, siendo cada

Continuar navegando

Otros materiales