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996 L A S E N F E R M E D A D E S I N F E C C I O S A S Y S U T R A N S M I S I Ó N La toxina botulínica es una neurotoxina que afecta al sis- tema nervioso autónomo, que controla las funciones claves como la respiración y el latido cardíaco; el resultado típico de esto es una parálisis flácida ( Sección 23.9). Se conocen, al menos, siete toxinas botulínicas diferentes. Como se destru- yen con calor (80 °C durante 10 minutos), el alimento bien cocinado, incluso si está contaminado con la toxina, resulta inocuo. La mayoría de los casos de botulismo de origen ali- mentario se deben a conservas caseras que no se procesaron bien, en especial de los alimentos que no son ácidos, como el maíz y las judías. Cualquier endospora viable de C. botulinum que haya quedado en el interior de un frasco hermético (y ahora anóxico), podrá germinar durante el almacenamiento y produ- cirá la toxina. Muchos de estos alimentos se utilizan sin coci- nar cuando se preparan ensaladas frías y, por tanto, no se habrá destruido la toxina botulínica presente. Así pues, la prevención del botulismo de origen alimentario requiere de un esmerado cuidado durante el enlatado y otras prácticas similares de con- servación de los alimentos. Aunque los bebés se puedan intoxicar con alimentos conta- minados con la toxina, la mayoría de los casos de botulismo en los lactantes se producen porque la toxina se sintetiza tras la infección real del lactante con C. botulinum. Este es el caso de los lactantes hasta cerca de los 2 meses de edad al carecer de una microbiota intestinal bien desarrollada que pueda competir con C. botulinum. Las endosporas de C. botulinum ingeridas germi- nan en el intestino del lactante, donde crecerán y sintetizarán la toxina. El botulismo por herida también se puede producir debido a una infección, presumiblemente por las endosporas presentes en el material introducido a través de una vía paren- teral. El botulismo por herida se asocia con mucha frecuencia al consumo ilícito de drogas inyectables. Todas las formas de botulismo son poco frecuentes. En los Estados Unidos se observan cada año unos 150 casos, de los que cerca del 70 % se dan en los lactantes, el 15 % son por herida y el 15 % es de origen alimentario. Sin embargo, su enorme gravedad procede de su elevada tasa de mortalidad cuando no se trata. Como la mayoría de casos se diagnosti- can y se tratan, la mortalidad no llega al 5 %. El botulismo se diagnostica cuando en el paciente (o en el alimento contami- nado) se detectan la toxina botulínica o las células de C. botu- linum junto con observaciones clínicas de parálisis localizada (pérdida de la visión y del habla) entre 18 y 24 h después de la ingestión del alimento contaminado. El tratamiento del botu- lismo consiste en la administración de la antitoxina botulínica si el diagnóstico es temprano, y en respiración mecánica si los signos de parálisis respiratoria ya han aparecido. Si la dosis de la toxina no es demasiado alta, el botulismo del lactante se suele autolimitar y la mayoría de los bebés se recuperan sim- plemente con tratamiento complementario, como la respira- ción asistida. MINIRREVISIÓN Parecidos y diferencias entre la producción de la toxina y la toxemia en el botulismo y la intoxicación alimentaria por C. perfringens. Describa las diferencias entre la transmisión del botulismo en los adultos respecto a los lactantes. alto contenido proteico, como carne, pollo y pescado. C. per- fringens crece en los platos de carne cocinados en grupo, donde la penetración de calor es a menudo insuficiente. También crece rápidamente en la comida, sobre todo si se deja enfriar a tempe- ratura ambiente. La enterotoxina se sintetiza cuando comienza la esporulación. La toxina altera la permeabilidad del epitelio intestinal, lo que conduce a náuseas, diarrea y cólicos. La intoxi- cación alimentaria por C. perfringens comienza típicamente entre 7-15 h después del consumo del alimento contaminado y suele remitir en 24 h; su mortalidad es muy baja. El diagnóstico de la intoxicación alimentaria por C. perfrin- gens se hace a partir del aislamiento del microorganismo en las heces o, con más fiabilidad, mediante un inmunoensayo capaz de detectar la enterotoxina en las heces. La prevención de la intoxicación alimentaria por C. perfringens requiere que los alimentos cocinados no se contaminen con alimentos crudos y que todos se calienten lo necesario durante el cocinado y el enlatado casero. La enterotoxina de C. perfringens es termosen- sible, con lo que la que se haya podido sintetizar en un producto alimenticio se destruye con un calentamiento adecuado (75 °C). Los alimentos cocinados se deben refrigerar lo antes posible a baja temperatura para inhibir el crecimiento de las células de C. perfringens que queden con vida. Botulismo El botulismo es una intoxicación alimentaria grave, y potencial- mente mortal, ocasionada por el consumo de alimentos conta- minados con la exotoxina producida por C. botulinum (Figura 31.11b y véase la página 903). Esta bacteria suele vivir en el suelo o en el agua, pero tanto sus células como sus endospo- ras pueden contaminar los alimentos crudos y procesados. Si endosporas viables de C. botulinum permanecen en el alimento, podrán germinar y producir la toxina botulínica; la ingestión de una cantidad, por pequeña que sea, de esta toxina enorme- mente tóxica puede provocará una enfermedad grave o incluso la muerte. C D C /P H IL (a) (b) C D C /P H IL Figura 31.11 Intoxicación alimentaria por Clostridium. (a) Tinción de Gram de un cultivo en crecimiento de Clostridium perfringens, la bacteria que provoca la intoxicación alimentaria. Una célula mide aproximadamente 1 × 3 μm. (b) Tinción de Gram de un cultivo esporulante de Clostridium botulinum, el causante del botulismo. Cada célula mide aproximadamente 1 × 5 μm. https://booksmedicos.org booksmedicos.org Botón1:
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