Descarga la aplicación para disfrutar aún más
Vista previa del material en texto
PATOLOGÍAS DEL PUERPERIO 1. Psicosis puerperal Su frecuencia es del 1,4% de todos los partos. La psicosis postparto, definida como una alteración mental temporal, comienza dentro de las 2-3 semanas después del parto. También existe una forma tardía que puede manifestarse hasta 29-49 meses del postparto. Factores predisponentes: Primiparidad (70%) Antecedentes de haberla padecido en gestaciones anteriores Antecedentes de alteraciones maníacos depresivas (50%) Antecedentes de historia psiquiátrica familiar (26- 65%). Síntomas prodrómicos: Existen unos síntomas prodrómicos que pueden aparentar un cuadro de tristeza o melancolía puerperal Inestabilidad emocional Inseguridad e indecisión Sentimientos de desamparo Aturdimiento Alteraciones amnésicas menores Rasgos esporádicos de confusión mental Manifestaciones psicosensoriales Es importante reconocer esta fase prodrómica para iniciar una terapia precoz. A medida que evoluciona el cuadro psicótico se manifiestan otros síntomas como la desorientación, agitación, ansiedad, deterioro de la memoria, de la concentración y de la realización de cálculos. El contenido de los pensamientos está caracterizado por la presencia de ideas delirantes falsas o absurdas, irrebatibles a la argumentación lógica e incomprensibles psicológicamente. Los más frecuentes suelen ser de contenido paranoide, otras veces son ideas de grandeza, de posesión de poderes sobrenaturales o bien de tipo somático, o religioso. El curso del pensamiento suele estar marcado por la pérdida de asociaciones adecuadas, de forma que su discurso no tiene sentido y puede llegar a ser incomprensible. El tratamiento debe ser precoz y multidisciplinar, para evitar la aparición de situaciones dramáticas que obliguen a la hospitalización de urgencia (intentos de suicidio o infanticidio). Los elementos principales del tratamiento son las psicoterapias de apoyo, las terapias cognitivas y psicológicas, neurolépticos (haloperidol o trifluoperacina) a dosis bajas y no está contraindicada la lactancia. Como resultado de la alta incidencia de síntomas afectivos ha ido aumentando el interés del tratamiento con litio, pero el uso del mismo contraindica la lactancia. 2. Depresión post parto La depresión postparto consiste en el desarrollo de una depresión en la madre tras el nacimiento de su hijo. En la mayoría de los casos surge en el primer mes tras el parto, aunque en ocasiones este trastorno puede dar la cara 6 meses más tarde. Aparece en una de cada 10 a 20 mujeres. Puede ser la continuación de un blues postnatal o desarrollarse de forma insidiosa pasadas tres semanas. Todavía no sabemos lo suficiente sobre por qué las mujeres desarrollan depresiones postparto para poder estar seguros de quién la desarrollará y quién no. Probablemente no existe una causa única sino más bien diferentes tipos de estrés que pueden tener la misma consecuencia o que pueden actuar conjuntamente. Sabemos que entre esos "factores de riesgo" están: • Una historia previa de depresión (especialmente de depresión postparto). • Una falta de apoyo por parte de la pareja. • Un bebé prematuro o con cualquier tipo de enfermedad. • El que la nueva madre hubiera perdido a su madre cuando era niña. • Una acumulación de acontecimientos vitales adversos, como el fallecimiento de un ser querido, la pérdida del empleo de la paciente o de su pareja, problemas económicos, problemas de vivienda, etc. Sin embargo, una mujer puede sufrir una depresión postparto sin que se aprecie ninguna razón obvia para la misma. Parece probable que la depresión postparto esté relacionada con los importantes cambios hormonales que tienen lugar en el momento del nacimiento de su hijo, aunque todavía no dispongamos de evidencias al respecto. Aunque los niveles de estrógenos, progesterona y otras hormonas relacionadas con la reproducción que pueden afectar a las emociones descienden bruscamente tras el parto, no se han encontrado diferencias entre las hormonas de las madres que desarrollan una depresión postparto y las de las que no. Una posible explicación es que probablemente algunas mujeres puedan ser más sensibles que otras a tales cambios. Si no se trata adecuadamente puede persistir durante meses e incluso años. Los síntomas con los que se va a presentar serán: Tristeza: El síntoma más frecuente de la depresión postparto. Irritabilidad. Fatiga. Insomnio. Pérdida de apetito. Incapacidad para disfrutar. Desbordamiento. Ansiedad. Cambios repentinos de humor. Sentimientos de culpa. Ataques de pánico. Pensamientos suicidas. Falta de concentración. Trastornos en la alimentación. Rechazo del hijo. Muchas mujeres, aproximadamente una de cada dos, se sienten desanimadas e inseguras en el tercer o cuarto día tras el parto. Es el conocido "maternity blues" o depresión del tercer día que dura de unas horas a un par de días y que pronto desaparece. Desde luego, muchas mujeres se sienten cansadas y un poco desorganizadas cuando regresan a casa del hospital, pero generalmente controlan perfectamente la situación cuando pasa más o menos una semana. Sin embargo, para las madres con una depresión postparto las cosas empeoran día tras día. Deberá reconocerse precozmente y diagnosticarse para poder tratarla. El tratamiento se debe instaurar lo antes posible, combinando el tratamiento psicológico con antidepresivos (amitriptilina, nortriptilina, clomipramina, desipramina). Se puede ver favorecida por el uso de gestágenos de acción prolongada como método anticonceptivo durante la lactancia por lo que parece aconsejable postergar la administración de este método hasta más adelante y utilizarlo después de que la mujer haya recibido el asesoramiento adecuado. 3. Complicaciones infecciosas Las infecciones puerperales constituyen un reto permanente para el médico porque las infecciones siguen siendo una de las principales causas de morbi-mortalidad materna tanto en países desarrollados como en vías de desarrollo 1. Tracto genital: Endometritis Parametritis Pelviperitonitis Infección de episiorrafia o herida operatoria 2. Vía urinaria ITU baja Pielonefritis aguda 3. Mastitis 4. Otras Tromboflebitis pelviana séptica Shock séptico Fasceitis necrotizante Endometritis La infección del útero posparto es la causa más común de fiebre puerperal. Corresponde a una infección bacteriana de la cavidad uterina, secundaria a la invasión ascendente de microorganismos de la flora vaginal o enteral, con compromiso principalmente endometrial, pero ocasionalmente miometrial (endomiometritis) y parametrial. Es la infección puerperal más frecuente, su incidencia es de 1-3% de los partos vía vaginal, 5- 10% de las cesáreas electivas y 15-20% de las cesáreas de urgencia Clínica y diagnostico Diagnóstico de endometritis puerperal Presencia de fiebre > 38°C, en dos tomas separadas por 6 horas, habitualmente en el 3-5 día del puerperio, asociado a alguno de los siguientes signos: • Sensibilidad uterina • Subinvolución uterina (sin retracción adecuada) • Loquios turbios o de mal olor El diagnóstico es eminentemente clínico, sin embargo, debe solicitarse un hemograma con recuento de leucocitos, habitualmente se presentará leucocitosis. En caso de fiebre alta es útil un hemocultivo. Otros exámenes se solicitarán en caso de duda diagnóstica, Entre ellos: urocultivo, sedimento de orina, radiografía de tórax, TAC abdomen y pelvis, etc. Agentes causales La endometritis puerperal es habitualmente polimicrobiana. Los gérmenes más frecuentemente involucrados son: E. Coli Bacteroides Fragilis Streptococcus Pyogenes Clostridium Perfringens Staphylococcus Aureus Staphylococcus Coagulasa (-) Gardnerella Vaginalis Mycoplasma sp Las endometritis que ocurren en el 1 y 2do dia postparto son causadas frecuentemente por Estreptococo grupo A. En los días 3-4 del puerperio, los organismos más frecuente son bacterias entéricas, como E. Coli o bacterias anaeróbicas. Después de 7 días del parto son causadas con frecuencia por Chlamydia Trachomatis. L En contexto de cesárea son causadas más frecuentemente por bacilos Gram negativos, especialmente Bacteroides. Factores de riesgo Tratamiento Primera línea: clindamicina + gentamicina Clindamicina (600 mg c/8 h ev) + gentamicina (3-5 mg/kg/día ev cada 8 horas) por 48 h (o hasta 24h post caída de la fiebre) y luego completar un tratamiento vía oral de amplio espectro (amoxicilina + ácido clavulánico) por 10 días en total. En pacientes que no responden a tratamiento con Gentamicina y Clindamicina, se le debe agregar ampicilina para una mejor cobertura. Segunda línea: Ampicilina-sulbactam, 3 g vía intravenosa cada 6 horas, o 750 mg vía oral cada 8 horas. Contraindicada si hay alergia. Pelviperitonitis Se añade una agudización del cuadro general a los síntomas propios de la afectación de los órganos pélvicos. Suele aparecer en la segunda semana del puerperio. Puede iniciar como una salpingitis, estableciendo adherencia con órganos vecinos. Clínica Fiebre alta, en picos Escalofríos Dolor en hipogastrio que se irradia a recto, sacro y región umbilical. Se produce distensión abdominal con defensa pudiendo llegarse al íleo paralítico. A la exploración encontraremos un útero subinvolucionado, doloroso, poco móvil o fijo, e incluso abombamiento del Douglas en caso de absceso. Tratamiento Clindamicina: 600 mg vía intravenosa cada 6 horas y ceftriaxone, 2 g intravenosa cada 12 horas. Infección de episiorrafia o herida operatoria Implica infección de la episiotomía o de la incisión abdominal en una cesárea. La incidencia de infecciones de la episiotomía es baja (0.5-1%), mientras que la infección de la herida operatoria es cercana al 5%. Se trata en general de infecciones polimicrobianas, por gérmenes provenientes de la vagina. La infección de la episiotomía o de la herida de cesárea es habitualmente por los mismos gérmenes que la endometritis puerperal. Diagnóstico El diagnóstico de infección de herida operatoria es clínico; el cuadro se presenta habitualmente entre el 5-7 día posparto. En la episiotomía infectada se observa eritema, edema y frecuentemente descarga de secreción purulenta, aumento del dolor. En la herida operatoria de cesárea infectada se observa dolor, eritema, calor local, induración, sensibilidad y secreción generalmente sero-sanguinolenta. Sus síntomas son locales. Tratamiento Infección de la episiotomía: incluye analgesia con AINES, antibióticos y si hay absceso, el drenaje de éste y luego aseo con soluciones desinfectantes. En el manejo (Ambulatorio), el esquema de elección es Amoxicilina/Ac. Clavulánico, por 7-10 días. Infección de la herida operatoria de cesárea: se tratan con antibióticos y drenaje de la infección para poder inspeccionar el estado. El manejo se inicia hospitalizado con antibióticos endovenosos y luego se completa 7-10 días de modo ambulatorio. El tratamiento endovenoso se hará con Clindamicina (600 mg c/8 h ev) + gentamicina (3-5 mg/kg/día ev cada 8 horas) por 48h. La mayoría de los pacientes responde rápidamente al tratamiento antibiótico y al drenaje de la herida. Si existe dehiscencia de la herida operatoria se indican curaciones con suero fisiológico y cierre por segunda intención en la mayoría de los casos. Mastitis Corresponde a una infección purulenta de la mama, originada por la proliferación bacteriana al interior de un túbulo lactífero ocluido. Cuadro Clínico La mastitis puerperal se presenta días, semanas o meses posterior al alta; generalmente durante los 3 meses postparto, con mayor incidencia las primeras semanas. Se caracteriza: • Fiebre, habitualmente T° axilar 39-40°C • Eritema y dolor de un sector de la mama • Compromiso del estado general • Mialgias El diagnóstico de mastitis es clínico, no requiere exámenes de laboratorio o imágenes. Tipos y tratamiento a. Mastitis linfangítica: 90% de los episodios de mastitis puerperales; el compromiso infeccioso es superficial, no existe un absceso. En general compromete un cuadrante de la mama. Las grietas en el pezón y la estasis de la leche en las mamas son factores predisponentes de infección. El germen causal más frecuente es Estafilococo Aureus. Tratamiento de la mastitis linfangítica: debe implementarse al hacer el diagnóstico, y no implica suspender la lactancia, por el contrario, el vaciamiento completo de la mama es fundamental en el éxito del tratamiento. Antibióticos: cualquiera de las 2 alternativas siguientes por 10 días: Cloxacilina 500 mg cada 6 horas vo Flucloxacilina 500 mg cada 8 horas vo • Evaluar y mejorar la técnica de lactancia • Tratamiento sintomático: compresas húmedas y analgésicos orales (Paracetamol y/o AINES) • La respuesta es rápida y dentro de las 24-48 horas desaparece el dolor y la fiebre Mastitis Estreptocócica: es un subtipo de la mastitis linfangítica, es menos frecuente, habitualmente bilateral y generalmente compromete más de un cuadrante de la mama. El tratamiento es con penicilina sódica 4 millones cada 6 horas ev. b. Mastitis abscedada: Se desarrolla una colección purulenta en el parénquima mamario. La mayoría de las veces el absceso es visible fácilmente en el examen físico. Si el absceso no es visible, debe sospechar ante la falla del tratamiento antibiótico de una mastitis diagnosticada como linfangítica. El tratamiento es el drenaje del absceso. Para abscesos menores a 5 cm, el mejor método de drenajes es la aspiración con aguja, procedimiento que puede o no ser guiado por ecografía. En caso de falla del tratamiento, o en abscesos mayores a 5 cm, el drenaje abierto es la elección. Tromboflebitis pelviana séptica Corresponde a la sobreinfección bacteriana de una trombosis venosa de los vasos pelvianos, puede comprometer las venas pelvianas menores (vesicales, uterinas o vaginales) o incluso las venas ováricas. La tromboflebitis pelviana séptica ocurre en 1 de cada 2000-3000 partos, y es 10 veces más frecuente después de una cesárea que parto vaginal. Clínica y diagnostico En su inicio se caracteriza por tumefacción y dolor a la palpación sobre el trayecto de la vena. Más eritema y aumento de la temperatura local. El cuadro ya establecido de tromboflebitis septica suele presentarse entre 3-7 días posparto, se caracteriza por compromiso del estado general, fiebre y calofríos, asociados a dolor abdominal, irradiado al flanco, náuseas y vómitos. Debe sospecharse este cuadro en mujeres con diagnóstico de endometritis puerperal que no responde al tratamiento antibiótico. Al examen abdominal, 50 a 70% de las pacientes con tromboflebitis de la vena ovárica, presentan un tumor palpable, que se extiende desde la pared de la pelvis hacia el cuerno uterino. La confirmación diagnóstica se obtiene mediante TAC o RNM de la pelvis; ambos tienen alta sensibilidad y especificidad Tratamiento El tratamiento se efectúa asociando antibióticos con anticoagulación. El esquema antibiótico de elección es Clindamicina + Gentamicina. La anticoagulación se hará con heparina endovenosa, logrando un TTPK 2 veces superior al valor normal. La anticoagulación se mantiene hasta la remisión completa de la fiebre, habitualmente 7 días. No se requiere anticoagulación prolongada. Sepsis generalizada Si las infecciones puerperales de cualquier origen no son bien tratadas o el diagnóstico es tardío pueden evolucionar hacia la diseminación del proceso infeccioso y producir una sepsis generalizada con compromiso de todos los órganos de la economía. El compromiso puede ocurrir directamente por diseminación bacterianao por la acción a distancia de sus toxinas. Clínicamente la paciente se ve con facies tóxica, desorientación, taquicardia, taquipnea, ictericia, cianosis, oliguria, hipotensión y trastornos de la coagulación. Se debe eliminar el foco séptico primitivo generalmente mediante laparotomía para el drenaje de abscesos y, ocasionalmente, puede ser necesaria la histerectomía si el foco está en el útero. También se pueden prevenir o tratar las complicaciones, utilizando recursos tales como la ligadura bilateral de vasos arteriales. Debido a la gran complejidad que presenta el manejo de estos pacientes es imperativo su ingreso en una unidad de cuidados intensivos 4. Complicaciones quirúrgicas La hemorragia posparto es una de las mayores causas de muerte materna. La causa más común de la hemorragia posparto es la atonía uterina. Sin embargo, se debe realizar la evaluación clínica para excluir otras causas, como laceraciones vaginales o cervicales, rotura uterina, hematoma del ligamento ancho y hemorragia extravaginal. El hematoma del ligamento ancho se debe a laceraciones vaginales, cervicales o uterinas que se extienden a las arterias vaginales o uterinas. Generalmente se asocia a cirugía o traumas. Complicaciones hemorrágicas: La hemorragia puerperal se define como aquel sangrado de 500 ml o más, proveniente del tracto genital, luego de la salida de la placenta y sus membranas en los primeros 40 días postparto. Sin embargo, el promedio de pérdida sanguínea durante un parto vaginal no complicado es discretamente mayor de 500 ml y cerca del 5% de las parturientas pierden más de 1 000 ml, por lo que el diagnóstico y tratamiento de la hemorragia puerperal debe ser individualizado y se debe basar en un adecuado juicio clínico porque constituye una de las principales causas de mortalidad materna (ACOG, 1990). La hemorragia puerperal puede ser dividida, dependiendo del tiempo de aparición, en primaria o precoz (HPP) y secundaria o tardía (HPT). La HPP ocurre en las primeras 24 horas luego del nacimiento y está asociada con problemas agudos como coagulopatías, trabajo de parto prolongado, corioamnionitis, anomalías de la inserción placentaria, uso de agentes que relajan el músculo uterino como el halotano o el sulfato de magnesio y retención de restos placentarios; esta última es la causa más frecuente de hemorragia puerperal. La HPT ocurre después de las primeras 24 horas posteriores al parto o la cesárea y antes de las 6 se-manas de puerperio, generalmente se debe a subinvolución del lecho placentario, retención de restos, endometritis o enfermedad trofoblástica (ACOG, 1998). Toda paciente con HPP debe ser sometida a una revisión uterina exhaustiva con la finalidad de evaluarel tono uterino, extraer coágulos intracavitarios y descartar la presencia de restos ovulares, también se debe practicar revisión instrumental del canal del parto para cerciorase que no existen desgarros, ruptura uterina, dehiscencia de cicatriz anterior, etc. Hematoma ligamento ancho: Se produce generalmente por una hemostasia deficiente durante la rafia de la histerotomía en la cesárea o como complicación de una rotura uterina luego de un parto vaginal. El hematoma puede ser de tamaño variable y ocasionar desde una simple disección de las hojas del ligamento ancho, hasta una gran colección de varios litros de sangre que se puede extender hacia el retro-peritoneo o hacia los ligamentos infundíbulopélvicos e inclusive alcanzar el peritoneo parietal. Aspectos clínicos. La aparición y severidad de los síntomas está relacionada con la cantidad de sangre acumulada y puede ser desde un simple malestar, con mareos ocasionales, hasta el shock hipovolémico franco. La clínica es la de una paciente con palidez cutáneo-mucosa importante, taquicardia e hipotensión. Al tacto se palpa un tumor parauterino de forma alargada que se dirige hacia arriba y afuera y que puede llegar hasta el flanco, de consistencia blanda, levemente doloroso. El abdomen es blando y algo doloroso a la dígitopresión. Las imágenes del ultrasonido, la tomografía y la resonancia magnética nuclear pélvica son de gran utilidad para el diagnóstico y evaluación (Hankins et al, 1995). Aspectos terapéuticos. En pacientes con inestabilidad hemodinámica y con hematoma de ligamento ancho y/o retro-peritoneo grandes o expansivos, se debe practicar una laparotomía de emergencia, localizar el hematoma disecando las hojas peritoneales, ligar los vasos sangrantes y dejar drenes para un adecuado control postoperatorio (Plauché, 1992). Se recomienda irrigar permanentemente los tejidos con solución salina para remover los coágulos y evitar la introducción de compresas u otros elementos que pueden producir daño tisular. Se debe iniciar la reposición del volumen sanguíneo con sangre completa o con concentrados globulares. Si el hematoma tiene signos de infección secundaria se debe iniciar la antibioticoterapia por vía parenteral. Fuga sutura uterina: Se caracteriza por sangrado genital en cantidad variable luego de una cesárea. La etiología habitualmente es una técnica quirúrgica inadecuada o una endometritis que condiciona una reabsorción más rápida del material de sutura. El diagnóstico se hace colocando una pinza de Foerster en el labio anterior del cuello, se arrastra levemente hacia el operador con la mano derecha y se introducen los dedos índice y medio de la mano izquierda para tocar el segmento y detectar el sitio de la fuga. El tratamiento puede ser expectante cuando la paciente está asintomática o mediante laparotomía con hemostasia cuidadosa de la zona y resutura de la histerotomía cuando la paciente presenta sangrado genital severo (Hankins et al, 1995). Hemorragia uterina rebelde: En algunas ocasiones, a pesar de haber procedido correctamente y de haber descartado otras entidades como coagulopatías, uso de anticoagulantes, etc., la hemorragia uterina no se detiene. En estos casos es necesario practicar una laparotomía exploradora y efectuar una revisión del útero y la cavidad pélvica. En caso de verificar el origen uterino de la hemorragia y de no haber otras patologías como desgarros, hematomas, etc. está indicada la ligadura de los grandes pedículos vasculares que irrigan el útero y las estructuras circundantes como son las arterias uterinas e hipogástricas (Gilstrap and Ramin, 1994). Ligadura bilateral de la arteria uterina. Se utiliza como una alternativa previa a la ligadura de las arterias hipogástricas y de la histerectomía cuando la paciente desea mantener su vida reproductiva. Es una técnica sencilla que puede ser realizada por la mayoría de los obstetras. Se toma muy superficialmente el peritoneo visceral a cada lado del segmento uterino, en la base del ligamento ancho aproximadamente a 2 cm del margen lateral del útero, y se hace un pequeño ojal que permita la introducción del dedo índice. A través de él se practica una disección atraumática del tejido laxo que rodea los vasos uterinos y el uréter dirigiendo el dedo índice de la mano derecha hacia abajo y adentro y el dedo índice de la mano izquierda hacia arriba y afuera, siguiendo hipotéticamente la trayectoria del uréter que puede ser fácilmente identificado. Se pasa por detrás de la arteria una pinza de cístico, se coloca en su punta material de sutura absorbible #1 y se practica la ligadura sin necesidad de seccionar la arteria. Luego se procede de igual forma del lado contralateral. Ocasionalmente existen anastomosis entre las arterias que irrigan el ovario y las que irrigan el útero en el área del ligamento útero-ovárico. Con el fin de prevenir el flujo colateral hacia el útero a través de estas anastomosis, se realiza una segunda ligadura en la unión del ligamento útero-ovárico con el útero. Al realizar esta segunda ligadura se debe tener cuidado de no comprometer la porción intersticial de la trompa de Falopio.Ligadura bilateral de la arteria hipogástrica. Si luego de efectuado el procedimiento anterior la hemorragia no se detiene, se debe realizar la ligadura de ambas arterias ilíacas internas o hipogástricas. El mecanismo de acción de esta medida no es la interrupción de la circulación sanguínea, porque inmediatamente después de la ligadura se activan circuitos de circulación colateral, sino es la disminución importante en la presión del pulso en los vasos pélvicos que permite la formación de coágulos y subsiguiente hemostasis. Los principales circuitos de irrigación colateral son: de la arteria lumbar, rama de la aorta, a la iliolumbar; de la sacra media, rama de la aorta, a las sacras laterales y de la hemorroidal superior, rama de la mesentérica inferior, a la hemorroidal media. La técnica es la siguiente: se rechazan hacia arriba las asas intestinales con compresas húmedas, para abordar el peritoneo a ambos lados del promontorio del sacro. Cuando hay hemorragia retroperitoneal el promontorio no se ve pero puede ser palpado. Inmediatamente se identifica el latido de la arteria ilíaca primitiva; se practica una incisión el peritoneo que la recubre, tomado entre dos pinzas un poco por dentro de ese latido, para evitar lesionar el uréter. Se prolonga la incisión unos 4 cm hacia abajo y se diseca con torunda hasta lograr la visualización de la bifurcación de la ilíaca primitiva. La rama interna se diseca con cuidado, se rechaza el uréter hacia afuera y con una pinza de cístico se rodea la arteria cuidadosamente por detrás. En la punta de la pinza se colocan dos suturas de material absorbible #1, y se practica una doble ligadura de la arteria hipogástrica a 1 o 2 cm de su bifurcación. En el lado izquierdo este cruce es más alto y se hace a nivel de la ilíaca primitiva antes de su bifurcación. Algunos practican, simultáneamente con la ligadura de las hipogástricas, la ligadura de ambas arterias ováricas a su paso por los ligamentos infundíbulo-pélvicos. 5. Síndrome de Íleo El íleo es la falta o retraso de la motilidad intestinal coordinada posterior a una cirugía abdominal y es una complicación poco frecuente tras cesárea. Ante su aparición tenemos que instaurar un tratamiento precoz para evitar una perforación intestinal, que es un cuadro con consecuencias maternas graves frecuentes. Clínica El dolor es el síntoma que suele aparecer en primer lugar, por lo que esta enfermedad se engloba dentro de los cuadros del abdomen agudo. Los vómitos al principio son reflejos al dolor y de contenido alimentario. Ausencia de eliminación de heces y gases, que sirve para saber si la oclusión es completa o parcial. La distensión intestinal es la regla cuando la evolución del cuadro es prolongada. La repercusión sobre el estado general pone de manifiesto un paciente que puede encontrarse en situación crítica y shock de diferentes orígenes. 6. Cuerpo extraño Es una complicación desagradable que ocurre por una mala técnica quirúrgica. Los cuerpos extraños pueden ser muy diversos pero, generalmente, son gasas o compresas. La clínica se presenta en una etapa tardía del postoperatorio y las manifestaciones principales son: fiebre, distensión abdominal, tumor intraabdominal de bordes imprecisos, dolor y leucocitosis, con franca neutrofilia. Si el objeto es radiopaco se puede hacer el diagnóstico fácilmente con una radiografía simple, de lo contrario, el diagnóstico deberá hacerse por clínica. El tratamiento es quirúrgico y se basa en la extracción del cuerpo extraño, teniendo cuidado con los órganos vecinos porque se crean múltiples adherencias y se pueden lesionar estructuras vitales durante la operación. También se recomienda el uso de antibióticos. BIBLIOGRAFIA Carvajal J, Barriga M. (2023) Manual de Obstetricia y Ginecología. Fundamentos de obstetricia (SEGO). (2007). Bajo, J. Melchor, J. Meré, L. Cabero, L. (2012) Tratado de ginecología y obstetricia. Tomo 2 American College of Obstetricians and Gynecologists. Antimicrobial therapy for obstetrics patient. Washington: ACOG Technical Bulletin, 1988; No. 117. American College of Obstetricians and Gynecologists. Diagnosis and management of postpartum hemorrhage. Washington: ACOG Technical Bulletin, 1990; No. 143.
Compartir