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241© 2018. Elsevier España, S.L.U. Reservados todos los derechos Infecciones quirúrgicas y uso de antibióticos Philip S. Barie Í N D I C E Factores de riesgo de infección Control de la infección Infecciones específicas Uso de antibióticos Consideraciones específicas según la enfermedad, el patógeno y el antibiótico Toxicidad de antibióticos Patógenos importantes en pacientes en estado crítico Infecciones fúngicas Siempre se ha considerado que las infecciones quirúrgicas son aquellas que requieren tratamiento quirúrgico (p. ej., infecciones intraabdomi- nales complicadas e infecciones de piel o tejidos blandos complicadas). Sin embargo, los pacientes quirúrgicos son particularmente vulnerables a las infecciones nosocomiales, de manera que una definición más amplia incluiría cualquier infección que afecte a pacientes de cirugía. Ejemplos de infecciones que pueden complicar la atención periopera- toria son las infecciones del sitio quirúrgico (ISQ), las infecciones del torrente sanguíneo asociadas a vía central (ITS/VC), las infecciones de las vías urinarias (IVU) y la neumonía asociada a hospitales o a ventilación mecánica (NAH, NAV). Este capítulo se ha planteado des- de esa visión más amplia, reconociendo que el paciente quirúrgico corre especial riesgo de infecciones nosocomiales por numerosas razones. La invasividad inherente a la cirugía crea accesos donde los agen- tes patógenos invaden al huésped atravesando las barreras epiteliales naturales. La enfermedad quirúrgica tiene un efecto inmunodepresor (p. ej., traumatismos, quemaduras, tumores malignos), análogo al del tratamiento de inmunodepresión después del trasplante de un órgano sólido. La anestesia general supone casi siempre un período de intubación endotraqueal y de ventilación mecánica, así como un tiempo de conciencia reducida durante la urgencia, todo lo cual supone riesgo de aspiración pulmonar del contenido gástrico; ambas circuns- tancias incrementan el riesgo de neumonía. Teniendo en cuenta que el desarrollo de una infección postoperatoria tiene un impacto negativo sobre los resultados quirúrgicos, resulta crucial identificar y reducir al mínimo el riesgo, del mismo modo que es esencial un enfoque decidido del diagnóstico y del tratamiento de estas infecciones. Aunque suponga cierto grado de morbilidad y coste, la infección puede en cierta medida prevenirse y cualquier médico que tenga con- tacto con pacientes debe hacer todo lo posible por evitarla. En este sentido, es necesario un conjunto de métodos de prevención, ya que no existe un solo abordaje de eficacia universal. El control de la infección es primordial. Las incisiones quirúrgicas y las heridas traumáticas han de ser abordadas con cuidado e inspeccionadas a diario y, si es necesario, se han de cubrir utilizando una estricta asepsia. En la medida de lo posible, deben evitarse drenajes y catéteres, que en caso de utilizarse deberán ser retirados tan pronto como sea posible. Los antibióticos profilácticos y terapéuticos, ya sean provisionales o dirigidos contra una infección conocida, deben utilizarse con moderación para reducir al mínimo la presión de selección del antibiótico sobre el desarrollo de patógenos resistentes a múltiples fármacos (multirresistentes). En este capítulo se trata detenidamente cada uno de estos aspectos. FACTORES DE RIESGO DE INFECCIÓN Factores ligados al huésped El huésped es definido por su genotipo, que se expresa fenotípicamente en forma de rasgos característicos. La inmunidad innata proporciona una vigilancia continua frente a la invasión tisular de antígenos extraños en los espacios intersticiales, justo por debajo de las barreras epiteliales. Los potenciales agentes patógenos son ubicuos en el entorno pero, aunque la colonización de los epitelios se produce incluso en huéspedes sanos, la invasión requiere, en general, una vía de entrada, que en el caso de los pacientes de cirugía puede ser un tejido lesionado, la incisión, el sitio de punción para un acceso vascular o un catéter permanente. La lesión estimula además una respuesta reparadora (inflamación), que puede causar una potenciación autodestructiva y de amplio espectro de la respuesta inflamatoria. La respuesta fenotípica al estrés aumenta la función cardiovascular a través del sistema nervioso autónomo, favorece la glucogenólisis, cataboliza el tejido magro periférico y la grasa para la gluconeogenia, aumenta la coagulación para contener la hemorragia y estimula la respuesta de las citocinas proinflamatorias para iniciar el proceso de reparación tisular (cuadro 11-1).1 La inmunidad innata y adaptativa está deprimida, en gran parte por los efectos del cortisol (tabla 11-1 y cuadro 11-2).2 La edad avanzada (en general, edad ≥ 65 años) es un factor de riesgo concluyente en relación con resultados adversos por infección,3 debido al envejecimiento inmunitario y a una incidencia aumentada de las infecciones nosocomiales. La hiperglucemia induce disfunción de células inmunitarias (cuadro 11-3) y es un factor reconocido de riesgo por infección (cuadro 11-4). La hiperglucemia, incluso si es transitoria, Descargado para Anonymous User (n/a) en Universidad Nacional Autonoma de Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en septiembre 21, 2017. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2017. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. http://booksmedicos.org http://booksmedicos.org II Tratamiento perioperatorio242 se asocia a un riesgo incrementado de ISQ4-7 y de otras infecciones nosocomiales, y se traduce en un aumento de la mortalidad después de traumatismo8,9 y de enfermedad quirúrgica crítica10,11 en pacientes diabéticos y no diabéticos. Genética y genómica del traumatismo y de la septicemia La cuestión de si el sexo influye en el pronóstico después de la infección y la septicemia es objeto de controversia. Los andrógenos tienen un efecto inmunodepresor in vitro y en estudios en animales, y los animales macho presentan una mortalidad más elevada después de traumatismo y septicemia;12,13 sin embargo, los datos referentes al ser humano son contradictorios. Estudios de base poblacional han arrojado dudas en torno a la importancia clínica de las observaciones realizadas en laboratorio sobre las diferencias basadas en el sexo. Gannon et al.14 no encontraron diferencia alguna basada en el sexo en cuanto a mortalidad entre 18.892 pacientes de traumatismo; resulta de interés que los hom- bres mostraran mayor propensión a desarrollar neumonía y las mujeres a sucumbir a ella. Angus et al.15 no fueron capaces de detectar ningún resultado adverso por septicemia entre las mujeres en un estudio de población realizado en EE. UU. a escala nacional. Los modernos ensayos de alto rendimiento y multiplexados per- miten la caracterización molecular de los trastornos patológicos. La mayoría de los genes poseen cientos o miles de nucleótidos, pero se necesita tan solo una secuencia relativamente corta de ellos para la identificación exacta de cada uno. La micromatriz de ADN, cantidades mínimas de un elevado número (es decir, muchos miles) de cortos nucleótidos sonda específicos de gen fijados a un chip portaobjetos, se utiliza para identificar el ARN mensajero, que puede aislarse a partir de células o tejidos y que es posible marcar para producir nucleótidos complementarios (ADNc o ARNc). Cuando se incuba con la micro- matriz, el ADNc o el ARNc se unen por emparejamiento de bases convencional. Con un escáner y la ayuda de técnicas de biomedicina TABLA 11-1 Principales respuestas hormonales al estrés quirúrgico GLÁNDULA ENDOCRINA HORMONAS VARIACIÓN EN LA SECRECIÓN Hipófisis anterior Corticotropina Incrementada Hormona del crecimiento Incrementada Tirotropina Variable Hormona foliculoestimulante, hormona luteínica Variable Hipófisis posterior Arginina vasopresina Incrementada Corteza suprarrenal Cortisol Incrementada Aldosterona Incrementada Páncreas InsulinaReducida Glucagón Incrementada Glándula tiroidea Tiroxina Reducida Triyodotironina Reducida CUADRO 11-3 Alteración de la homeostasis de la glucosa durante el estrés y efectos sobre la inmunidad celular Efectos de la hiperglucemia sobre la función celular inmunitaria • Disminución del incremento respiratorio de macrófagos alveolares • Descenso de la quimiocinesia estimulada por insulina • Activación de la proteína cinasa C inducida por glucosa • Incremento de la adherencia • Incremento de la generación de moléculas de adhesión • Activación espontánea de neutrófilos Efectos de la respuesta al estrés sobre el metabolismo de los hidratos de carbono • Aumento de la captación periférica de glucosa • Hiperlactatemia • Incremento de gluconeogenia • Glucogenia reducida • Resistencia periférica a la insulina CUADRO 11-4 Trastornos médicos conocidos que incrementan el riesgo de infección postoperatoria • Extremos de edad (neonatos, ancianos) • Malnutrición • Obesidad • Diabetes mellitus • Radiación previa del sitio • Hipotermia • Hipoxemia • Infección coexistente distante del sitio quirúrgico • Tratamiento con corticoesteroides • Operación reciente, especialmente de tórax o abdomen • Inflamación crónica • Hipocolesterolemia CUADRO 11-1 Perspectiva global de la respuesta de estrés a la lesión Activación del sistema nervioso autónomo Activación del eje hipotalámico-hipofisario-suprarrenal Resistencia periférica a la insulina Producción de mediadores lipídicos y citocinas proinflamatorias y antiinfla- matorias Producción de intermediarios reactivos de oxígeno y nitrógeno Cambios en la fase aguda de la síntesis hepática de proteínas Reclutamiento y activación de neutrófilos, monocitos-macrófagos y linfocitos Regulación al alza de actividad procoagulante CUADRO 11-2 Disfunción inmunitaria posterior a la lesión Linfopenia Cociente de linfocitos T cooperadores:supresores < 1 Regulación por disminución: • Proliferación de linfocitos T y B • Actividad de linfocitos citolíticos naturales • Expresión del receptor de IL-2 • Producción de IL-4 e IL-10 • Expresión de HLA-DR • Respuesta a la prueba cutánea DTH Inmunidad inespecífica Monocitosis Regulación por aumento: • Proteínas de fase aguda • Producción de citocinas inflamatorias • Producción de eicosanoides Regulación por disminución: • Función de neutrófilos DTH, hipersensibilidad de tipo retardado; HLA, antígeno leucocítico humano; IL, interleucina. Descargado para Anonymous User (n/a) en Universidad Nacional Autonoma de Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en septiembre 21, 2017. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2017. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. http://booksmedicos.org http://booksmedicos.org 11 Infecciones quirúrgicas y uso de antibióticos 243 © E lse vi er . F ot oc op ia r s in a ut or iza ci ón e s u n de lit o. computarizada, es posible calcular y comparar la intensidad de señal del marcador (abundancia de ARNm), dando lugar a un perfil de expresión llamado transcriptoma para la célula o el tejido de interés. Estas técnicas han favorecido el conocimiento de la predisposición del huésped y de la respuesta a la septicemia.16,17 La aplicación de técnicas relacionadas de separación celular, expresión de genoma amplio y análisis de la vía específica de cada célula puede ser de utilidad para definir alteraciones en la enfermedad del ser humano o la presencia de microbios concretos. Sin embargo, su presencia no distingue si el microbio corresponde a flora colonizadora o si es un agente patógeno. En la infección, la variabilidad genómica puede relacionarse con la susceptibilidad a la enfermedad. Los polimorfismos de un solo nucleó- tido, las mutaciones en un solo punto de las estructuras de nucleótidos de los genes relacionados con la inflamación (p. ej., factor α de necrosis tumoral [TNF-α], interleucina [IL] 1, IL-6 e IL-8), la respuesta antiin- flamatoria (p. ej., antagonista del receptor de IL-1, IL-10), la respuesta inmunitaria innata (p. ej., receptor de tipo Toll 4) y el sistema de coa- gulación (p. ej., factor V, inhibidor del activador del plasminógeno 1), se han asociado a predisposición a la septicemia.18 Sin embargo, la heterogeneidad de la respuesta inmunitaria, la predisposición a la infección y la mortalidad resultante dificultan la obtención de una conclusión, lo cual hace que sea improbable que en un individuo pueda reconocerse un polimorfismo de un solo nucleótido como identificador del riesgo. Interacciones entre el huésped y el tratamiento El riesgo de infección puede existir como resultado de la propia lesión, del deterioro de las defensas del huésped, de la técnica de reanimación o de la asistencia prestada. Puede presentarse hipotermia como con- secuencia de exposición, de infusión de un gran volumen de líquidos o productos sanguíneos no calentados o de pérdidas por evaporación durante cirugía intracavitaria, especialmente si se han abierto el tórax y el abdomen. Para preservar el calor corporal, se produce vasocons- tricción periférica y cutánea, pero esta vasoconstricción reduce el flujo microcirculatorio, que también puede verse alterado por hipovolemia, respuesta inflamatoria, activación de la coagulación y reducida deforma- bilidad de eritrocitos transfundidos (v. más adelante).19 La hipotermia es inmunodepresora, afecta negativamente al rendimiento cardiovascular e incrementa la mortalidad después de traumatismo y cirugía.20,21 La hipoxia tisular subsiguiente a un traumatismo puede ser conse- cuencia de lesión en cara, vías respiratorias, pulmones o pared torácica, incapacidad para asegurar la vía respiratoria, pérdida masiva de sangre, inestabilidad cardiovascular, alteración de la microcirculación o síndrome de dificultad respiratoria aguda (SDRA). La hipoxia tisular parece predis- poner a las ISQ.22 La administración de oxígeno suplementario (Fio2 = 0,8) reduce el riesgo de ISQ después de cirugía programada (metaanálisis).21 La forma de llevar a cabo la reanimación influye en el resultado. Los líquidos son necesarios para restablecer la hemodinámica y la perfusión en la microcirculación, pero aún se discute sobre la cantidad y el tipo de líquido que ha de administrarse. A lo largo de la his- toria, los líquidos cristaloides han contado con preferencia sobre los coloides, por ser menos costosos y ofrecer resultados, como mínimo, equivalentes.23 Aunque algunos ensayos, como los realizados por los investigadores de SAFE,24 han llevado a reconsiderar la cuestión, esta sigue siendo objeto de debate. Delaney et al.25 han llevado a cabo un metaanálisis de 17 ensayos (1.977 personas); ocho ensayos fueron específicamente de coloide frente a cristaloide para la reanimación de pacientes con septicemia. La reanimación con coloide se asoció a una mortalidad reducida en un modelo de efectos fijos (cociente de posibilidades [odds ratio, OR], 0,82; intervalo de confianza [IC] al 95%, 0,67-1; P = 0,047), pero no cuando se utilizó un modelo de efectos aleatorios más sólido para el metaanálisis (OR, 0,84; IC al 95%, 0,69-1,02; P = 0,08). Sin embargo, seis de los ensayos incluidos por un mismo investigador fueron cuestionados por mala praxis científica;26 la omisión de esos resultados del metaanálisis siguió dando lugar a un resultado significativo en el metaanálisis de efectos fijos (OR, 0,76; IC al 95%, 0,62-0,95; P = 0,015). Desde el punto de vista funcional, la reanimación del sistema inmunitario puede ser el determinante crucial, tal y como evidencian las observaciones según las cuales una respuesta inflamatoria sistémica persistente después de una lesión se asocia a un riesgo incrementado de infección nosocomial y muerte.27 Transfusión sanguínea Una transfusión sanguínea puede salvar la vida del paciente después de traumatismo o hemorragia, pero incrementa el riesgo de infección. Las transfusiones suponen inmunodepresión, que se expresa a travésde la presentación de antígeno leucocítico alterado y de una desviación hacia el fenotipo T cooperador de tipo 2.28 Claridge et al.29 han identificado una relación exponencial entre transfusión y riesgo de infección en pacientes con traumatismo, detectable después de incluso una sola unidad de trans- fusión y que se convierte en casi una certeza después de más de 15 unidades de sangre transfundida (riesgo relativo [RR] 1,084; IC al 95%, 1,028- 1,142). Hill et al.30 han estimado mediante metaanálisis que el riesgo de infección relacionado con transfusión sanguínea aumenta en más de cinco veces (OR, 5,26; IC al 95%, 5,03-5,43) para los pacientes que han sufrido traumatismos y en más de tres veces para los pacientes quirúrgicos. Este aumento del riesgo de infección por transfusión ha sido asimismo identifi- cado en pacientes en estado crítico en general31 y, más concretamente, para ITS/VC32 y NAV.33 La pérdida de fosfatos de alta energía de membrana, asociada al almacenamiento prolongado de la sangre de los bancos de trans- fusión, da lugar a deterioro de la capacidad de deformación eritrocítica, alteración de la microcirculación y liberación deficiente de oxígeno.34 En consecuencia, la transfusión sanguínea no incrementa el consumo de oxígeno en la septicemia grave35 y, de hecho, puede aumentar la dis- función orgánica.36 Por razones de seguridad, es conveniente mantener una actitud conservadora en la administración de concentrados de eritrocitos a pacientes estables ingresados en la unidad de cuidados intensivos (UCI).37 Control de la glucemia La hiperglucemia no solo altera la función inmunitaria del huésped sino que, además, refleja el catabolismo y la resistencia a la insulina asociados al estrés quirúrgico. Un deficiente control perioperatorio de la glucemia incrementa el riesgo de infección y empeora el desenlace de una posible septicemia en pacientes diabéticos y no diabéticos. Los pacientes de cirugía cardíaca corren un riesgo más elevado de infección de la incisión esternal y de los sitios donantes en extremidades inferiores. Una hiperglucemia moderada (> 200 mg/dl) en cualquier momento a lo largo del primer día del postoperatorio multiplica por cuatro el riesgo de ISQ después de cirugía cardíaca6 y no cardíaca.7 La infusión de insulina para mantener el nivel de glucosa por debajo de 110 mg/ dl se asoció a una disminución de la mortalidad del 40% en pacientes en estado crítico postoperatorio (≈70% de ellos sometidos a cirugía cardíaca), así como a menos infecciones nosocomiales y a una menor disfunción orgánica.38 Sin embargo, el control glucémico se ha conver- tido en objeto de debate como consecuencia de la falta de confirmación de su efecto saludable en pacientes médicos en estado crítico. Por otro lado, la preocupación en relación con un aumento de la incidencia de hipoglucemia (≈6%, < 60 mg/dl) en pacientes tratados con tratamiento insulínico intensivo y el consiguiente incremento de la mortalidad han determinado cierta relajación de los objetivos del control glucémico has- ta aproximadamente 140-180 mg/dl.39 No obstante, un reciente metaa- nálisis de estudios llevado a cabo por Griesdale et al.10 han señalado que el riesgo de mortalidad se reduce de manera significativa en pacientes sometidos a tratamiento insulínico intensivo en UCI quirúrgicas (RR, 0,63; IC al 95%, 0,44-0,91), independientemente de si los pacientes tienen o no diabetes mellitus. Sin embargo, prevalece la opinión con- traria a la utilidad y la seguridad del tratamiento insulínico intensivo.21 El soporte nutricional es crucial, habida cuenta de que el restableci- miento del anabolismo requiere calorías y nitrógeno por encima de los requerimientos basales de 25 a 30 kcal y de 1 g de nitrógeno/kg/día. Supone todo un reto el proporcionar las calorías y proteínas adecuadas al tiempo que se evita la hiperglucemia. La nutrición parenteral puede no suponer ventaja alguna sobre la no alimentación del paciente,40 debido tal vez a la morbilidad inherente a la nutrición intravenosa (i.v.) central Descargado para Anonymous User (n/a) en Universidad Nacional Autonoma de Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en septiembre 21, 2017. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2017. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. http://booksmedicos.org http://booksmedicos.org II Tratamiento perioperatorio244 (es decir, el riesgo de infección del torrente sanguíneo asociada a vía central [ITS/VC] e hiperglucemia). Por el contrario, la alimentación enteral, en las primeras 48 h, quizá inmediata si el intestino se mantiene funcional, resulta claramente beneficiosa, con las posibles excepciones de la prevención de la isquemia intestinal y la neumonía (v. más adelante). El riesgo de infección se redujo en un 55% (OR, 0,45%; IC al 95%, 0,3-0,66) en un metaanálisis de 15 ensayos aleatorizados de alimenta- ción enteral temprana después de cirugía, traumatismo o quemaduras.41 CONTROL DE LA INFECCIÓN Los principios generales de atención quirúrgica, cuidados críticos y con- trol de la infección han de seguirse en todo momento. La reanimación ha de ser rápida, aunque precisa; la reanimación excesiva o insuficiente incrementa el riesgo de infección. Los cambios patológicos han de ser identificados y tratados tan pronto como sea posible. Los catéteres de vías venosas centrales insertados bajo medidas barrera subóptimas (p. ej., falta de gorro, mascarilla, bata estéril y guantes estériles para el cirujano y de ropa de cama completa para el paciente) deben ser retirados y reinsertados, si fuera necesario, mediante nueva punción en un sitio distinto tan pronto como el estado del paciente lo permita. Deben evitarse los drenajes, que han de ser retirados en cuanto sea posible, en caso de haber sido necesarios.42 Se han publicado direc- trices específicas basadas en evidencias para la prevención general de ISQ,43 ITS/VC44,45 y NAV.46,47 El control de la infección es una responsabilidad individual y colectiva. La higiene de las manos es el método más eficaz para redu- cir la propagación de la infección, pero su cumplimiento supone un reto continuo.48 Los limpiadores de manos a base de gel alcohólico son eficaces,49 salvo frente a las esporas de Clostridium difficile, que requieren lavado con agua y jabón.50 Las medidas universales de precau- ción —gorro, mascarilla, bata, guantes y protección ocular— deben ser observadas allí donde exista riesgo de salpicadura de líquidos corporales. La flora endógena es la fuente de la mayoría de las infecciones por patógenos bacterianos. Las superficies cutáneas, las vías respiratorias artificiales, la luz intestinal, las heridas, los catéteres y las superficies de objetos (p. ej., barandillas de cama, terminales de ordenador)51 pueden resultar colonizados. Cualquier interrupción de las barreras epiteliales naturales (p. ej., incisiones, catéteres percutáneos, catéteres urinarios o de vías respiratorias) crean una puerta de entrada para la invasión de agentes patógenos. La vía fecal-oral constituye el medio más frecuente por el que los patógenos acceden a esa puerta de entrada, aunque los trabajadores de la asistencia sanitaria facilitan la transmisión de los patógenos presentes en sus manos. El aislamiento para evitar el contacto es parte importante del con- trol de la infección y debe utilizarse de forma selectiva para prevenir la propagación de patógenos como Staphylococcus aureus resistente a meti- cilina (SARM), enterococos resistentes a la vancomicina (ERV) o bacilos gramnegativos multirresistentes (MR). Sin embargo, el aislamiento reduce el contacto directo con el paciente.52 Es necesario hallar un equili- brio adecuado entre estos dos aspectos, ya que la reducción del personal de enfermería de las UCI se ha asociado de manera independiente a un mayor riesgo de aumento del número de infecciones nosocomiales.53 Cuidado de catéteres Un cuidado óptimo de los catéteres incluye evitarsu uso cuando sean innecesarios, una apropiada preparación de la piel, la aplicación de medidas de barrera de protección durante la inserción, la adecuada elección del catéter (p. ej., con cobertura antiséptica o antimicrobiana), la colocación del apósito apropiado para catéteres permanentes y la retirada del catéter tan pronto como ya no sea necesario o como sea posible, pero no más tarde de 24 h después de la inserción cuando esta no se haya realizado en circunstancias ideales (p. ej., quirófano de urgencias de traumatología, reanimación cardíaca). Será preciso sopesar riesgos y beneficios cuando se considere la colocación de cualquier catéter, incluyendo el riesgo de infección. Casi todos los catéteres permanentes suponen un riesgo en este sentido, aunque los catéteres venosos centrales no tunelizados y los catéteres de arteria pulmonar plantean el riesgo más elevado, incluyendo infec- ciones del punto de inserción e ITS/VC. Otros catéteres que entrañan un aumento del riesgo de infección son los tubos endotraqueales, los catéteres de toracostomía intercostal (insertados de urgencia), los catéteres de ventriculostomía para el control de la presión intracraneal y los catéteres de vejiga urinaria. Cada día de intubación endotraqueal y de ventilación mecánica incrementa el riesgo de neumonía en un 1-3%;54 se discute que la traqueostomía reduzca ese riesgo.55 El gluconato de clorhexidina, derivado fenólico de la biguanida, se utiliza como antiséptico cutáneo, en concentraciones al 0,5-4% si es de forma aislada o en concentraciones menores si se combina con un alcohol. La acción microbicida, que es bactericida, viricida y fúngica, es algo lenta, pero persistente. La clorhexidina debe utilizarse preferen- temente para la preparación de la piel cuando se vaya a proceder a la inserción de un catéter vascular; es superior a la solución de povidona yodada56 y se recomienda asimismo para la preparación quirúrgica de la piel57 y para baños tópicos en pacientes con enfermedad crítica,58,59 además es un recubrimiento antiséptico para catéteres vasculares cen- trales permanentes.60 Si se utiliza povidona yodada en la preparación del sitio quirúrgico, se debe dejar que se seque, por su efecto microbicida. Tenga en cuenta que se desaconseja su uso salvo si se va a preparar una membrana mucosa. Las medidas de barrera total son obligadas en todos los procedimientos de cateterismo junto a la cabecera del paciente, excepto en el cateterismo arterial y en el de la vejiga urinaria, para los cuales son suficientes guantes estériles y un campo estéril, siempre y cuando se mantengan escrupulosamente tales condiciones. Si se inserta un catéter en una vía venosa central en condiciones subóptimas, deberá ser retirado —y sustituido en una localización distinta si fuera necesario— tan pronto como el estado hemodinámico del paciente lo permita, pero nunca después de transcurridas 24 h desde la inserción. Una sola dosis de una cefalosporina de primera generación (p. ej., cefazolina) puede prevenir ciertas infecciones después de toracostomía o ventriculostomía de urgencia, pero no está indicada para cateterismos vasculares o vesicales. Es esencial mantener debidamente los apósitos, lo cual puede resultar difícil si el paciente está agitado o la superficie corporal es irregular (p. ej., el cuello [cateterismo de vena yugular interna] en contraposición a la pared torácica [cateterismo de vena subclavia]). La medida consis- tente en marcar los apósitos de forma clara con la fecha y la hora de cada cambio resulta sencilla y eficaz. Los carros de curas o equipos similares no deben circular de un paciente a otro; en lugar de ello, en la habitación de cada paciente se debe disponer de recambios suficientes. Hay que tener siempre presente la potencial transmisión de agentes patógenos a partir del instrumental (p. ej., tijeras). La puesta en práctica del conjunto de medidas asistenciales y los equipos dedicados al cuidado de los catéteres reducen notablemente el riesgo de ITS/VC y de IVU.61,62 La elección del catéter desempeña un papel destacado en la reducción del riesgo de infección relacionado con tubos endotraqueales, catéteres venosos centrales y catéteres urinarios. La aspiración continua de secrecio- nes subglóticas mediante sonda endotraqueal, con una luz adicional que se abre a la vía respiratoria justo por encima del balón, facilita la retirada de secreciones que se acumulan por debajo de las cuerdas vocales pero por encima del balón de la sonda endotraqueal, un área a la que no se puede llegar mediante la aspiración de rutina. La incidencia de NAV se reduce en un 50% mediante aspiración continua de secreciones subglóticas.63 Las sondas endotraqueales impregnadas en plata son eficaces a la hora de reducir la colonización de las vías respiratorias64 y pueden reducir la incidencia de NAV y la mortalidad.65 Los catéteres de vía venosa central recubiertos con antiséptico (p. ej., clorhexidina, sulfadiacina de plata) o con antibiótico (p. ej., minociclina, rifampicina) pueden reducir la incidencia de infecciones del torrente sanguíneo asociadas a catéteres,44,66 especialmente en unidades de elevada prevalencia; en ocasiones, son más eficaces los catéteres con recubrimiento de minociclina o rifampicina. Los catéteres vesicales revestidos con plata iónica reducen en medida similar la incidencia de cistitis bacteriana relacionada con catéteres.67,68 Descargado para Anonymous User (n/a) en Universidad Nacional Autonoma de Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en septiembre 21, 2017. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2017. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. http://booksmedicos.org http://booksmedicos.org 11 Infecciones quirúrgicas y uso de antibióticos 245 © E lse vi er . F ot oc op ia r s in a ut or iza ci ón e s u n de lit o. La retirada del dispositivo de ventilación mecánica según protocolo, que incluye descanso diario de sedación y ensayos de respiración espon- tánea, permite una extubación endotraqueal más temprana y reduce el riesgo de NAV (v. más adelante).69 Una estrategia incluso preferible puede ser la de evitar por completo la intubación endotraqueal. En ocasiones, la insuficiencia respiratoria puede manejarse mediante ventilación no invasiva de presión positiva, facilitada mediante mas- carilla (p. ej., presión positiva continua en la vía respiratoria).70 El perfeccionamiento de las técnicas de reanimación y de monitorización no invasiva ha reducido la utilización de catéteres de arteria pulmonar, que suponen un riesgo particularmente elevado de infección.71 La mayoría de los drenajes no reducen el riesgo de infección; de hecho, es probable que el riesgo aumente72 debido a que los catéteres mantienen abierta una puerta de entrada para la invasión bacteriana. INFECCIONES ESPECÍFICAS Infección del sitio quirúrgico El espectro de contaminación bacteriana del sitio quirúrgico ha sido perfectamente definido.72 Las técnicas quirúrgicas limpias afectan solo a estructuras cutáneas y a otros tejidos blandos. Las técnicas limpias- contaminadas abren una víscera hueca en condiciones controladas (p. ej., cirugía programada de aparato genitourinario o aerodiges- tivo). Por su parte, las técnicas contaminadas introducen un inóculo considerable de bacterias en una cavidad corporal normalmente estéril, pero durante un tiempo demasiado corto para que la infección se establezca durante el acto quirúrgico (p. ej., traumatismo abdominal penetrante, enterotomía durante adhesiólisis por obstrucción mecánica intestinal). Los procedimientos sucios son aquellos que se llevan a cabo para controlar una infección establecida (p. ej., resección de colon por diverticulitis perforada). La microbiología de las ISQ depende de la naturaleza de la técnica, de la localización de la incisión y de si, durante la cirugía, se ha penetrado en una cavidad corporal o en una víscerahueca. La mayoría de las ISQ tienen su origen en la flora cutánea, que es inoculada a través de la incisión durante el acto quirúrgico, en consecuencia los patógenos más frecuentes de las ISQ son todos los cocos grampositivos —Staphylococcus epidermidis, S. aureus y especies de Enterococcus—. En las incisiones infrainguinales y en la cirugía intracavitaria, los bacilos gramnegativos como Escherichia coli y especies de Klebsiella son potenciales agentes patógenos. Cuando la cirugía se lleva a cabo en la faringe, el aparato gastrointestinal inferior o el aparato genital femenino, las bacterias anaerobias se convierten en patógenos potenciales de ISQ. La profilaxis antibiótica debe ir debida- mente dirigida contra los probables agentes patógenos (v. más adelante). Se ha estimado que, en EE. UU., la incidencia de ISQ es de alrede- dor del 3%, aunque varía enormemente desde menos de un 5% para la cirugía limpia hasta más del 20% para la cirugía de colon de urgencia, que a menudo se realiza en un campo contaminado. Por otro lado, la estimación global está casi con toda certeza infravalorada, teniendo en cuenta que las ISQ tras cirugía ambulatoria, que en la actualidad representa más del 70% de todas las intervenciones en EE. UU., se documenta muy pocas veces. Son numerosos los factores que deter- minan si un paciente desarrollará una ISQ, entre ellos los relacionados con el paciente, el entorno y el tratamiento (cuadro 11-5).72 Tal y como figuran incluidos en el National Nosocomial Infections Surveillance System (NNIS) y en el posterior programa National Healthcare Safety Network (NHSN),73-75 los factores identificados con mayor frecuencia son la clasificación de la herida como de clase 3 o más alta según la American Society of Anesthesiologists (la clase 3 equivale a enfermedad médica activa crónica) y un tiempo quirúrgico prolongado, con tiempo superior al percentil 75 para la técnica dada. De acuerdo con el sistema NNIS-NHSN, el riesgo de ISQ crece al aumentar el número de factores de riesgo presentes, independientemente del tipo de intervención.76 La cirugía laparoscópica se asocia a una incidencia menor de ISQ en la mayoría de las circunstancias. Existen varias posibles razones por las que la cirugía laparoscópica reduce el riesgo de ISQ, entre ellas la reducción del tamaño de la herida, el uso limitado de cauterización en la pared abdominal y una menor respuesta de estrés frente a la agresión tisular. Los factores derivados del huésped contribuyen de forma notable al riesgo de ISQ, entre ellos la edad avanzada,77 la obesidad, la malnutrición, la diabetes mellitus,7 la hipocolesterolemia78 y otros factores no considera- dos de manera específica por el sistema NNIS-NHSN (v. cuadro 11-5). En un estudio de 5.031 pacientes sometidos a cirugía no cardíaca, la incidencia de ISQ fue del 3,2%.79 Los factores de riesgo independientes en cuanto al desarrollo de ISQ son ascitis, diabetes mellitus, anemia postoperatoria y pérdida reciente de peso, mientras que no lo son la enfermedad pulmonar obstructiva crónica, el consumo de tabaco ni el uso de corticoesteroides. En otro estudio prospectivo de 9.016 pacientes, el 12,5% de ellos desarrollaron una infección de algún tipo en los 28 días posteriores a la cirugía.80 El análisis multifactorial reveló que la concen- tración baja de albúmina sérica, la edad avanzada, la traqueostomía y las amputaciones se asociaban a una infección temprana, mientras que la derivación de diálisis, la reparación vascular y la infección temprana se asociaban a reingreso hospitalario. Los factores asociados a mortalidad en 28 días son edad avanzada, baja concentración de albúmina sérica, aumento de la concentración de creatinina sérica e infección temprana. La hipotermia durante la cirugía es frecuente si los pacientes no son calentados activamente, debido a pérdida de agua por evaporación, administración de líquidos a temperatura ambiente y otros factores.81 El mantenimiento de la temperatura corporal normal es sin duda esencial para reducir la incidencia de ISQ. Una leve hipotermia intraoperatoria se asocia a aumento de la incidencia de ISQ después de cirugía pro- gramada de colon82 y a diversas operaciones.83 CUADRO 11-5 Factores de riesgo de desarrollo de infecciones del sitio quirúrgico Factores ligados al paciente Ascitis (cirugía abdominal) Inflamación crónica Tratamiento con corticoesteroides (cuestionado) Obesidad Diabetes Extremos de edad Hipocolesterolemia Hipoxemia Enfermedad vascular periférica (cirugía de extremidad inferior) Anemia postoperatoria Radiación previa del sitio Operación reciente Infección distante Transporte nasal o cutáneo de estafilococos Enfermedad cutánea en el área de infección (p. ej., psoriasis) Desnutrición Factores ambientales Medicamentos contaminados Desinfección o esterilización inadecuada Antisepsia cutánea inadecuada Ventilación inadecuada Factores ligados al tratamiento Drenajes Procedimiento de urgencia Hipotermia Profilaxis antibiótica inadecuada Oxigenación (cuestionada) Hospitalización preoperatoria prolongada Tiempo prolongado de operación Descargado para Anonymous User (n/a) en Universidad Nacional Autonoma de Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en septiembre 21, 2017. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2017. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. http://booksmedicos.org http://booksmedicos.org II Tratamiento perioperatorio246 Se discute si la administración perioperatoria de oxígeno es benefi- ciosa en términos de prevención de la infección.84 El medio isquémico de la incisión quirúrgica reciente es vulnerable a la invasión bacte- riana. Por otro lado, se ha sugerido que el oxígeno posee un efecto antibacteriano directo.85,86 Aunque los ensayos clínicos han arrojado resultados contradictorios,87,88 un metaanálisis ha sugerido un posible efecto beneficioso de la administración de oxígeno suplementario para reducir específicamente la incidencia de ISQ,21 si bien es posible que sean necesarios nuevos estudios antes de que dicha práctica se convierta en rutinaria. Se considera que el cierre cutáneo de una incisión contaminada o sucia incrementa el riesgo de ISQ, aunque existen escasos estudios fiables que evalúen la multiplicidad de técnicas de cierre de heridas dis- ponibles para los cirujanos. Cada día se utilizan en mayor medida las técnicas de abdomen abierto con cierre provisional para el abordaje de traumatismos o peritonitis grave. Datos retrospectivos indican que los antibióticos no están indicados para la profilaxis de abdomen abierto,89 aunque la imposibilidad de conseguir el cierre abdominal primario se asocia a diversas complicaciones infecciosas (p. ej., neumonía, infección del torrente sanguíneo, ISQ). Las complicaciones infecciosas, a su vez, incrementan de manera significativa los costes por estancia prolongada, aunque no la mortalidad.90 Los drenajes insertados en incisiones causan probablemente más infecciones de las que previenen. El drenaje impide la epitelización de la herida y se convierte en un conducto, manteniendo abierta una puerta para la invasión de los patógenos que colonizan la piel. Diver- sos estudios de drenajes colocados en incisiones limpias o limpias- contaminadas han revelado que la tasa de ISQ no disminuye,91,92 sino que, de hecho, aumenta.93-96 Teniendo en cuenta que los drenajes suponen un riesgo, deberán utilizarse en la menor medida posible y ser retirados tan pronto como se pueda.97 Bajo ninguna circunstancia debe administrarse profilaxis antibiótica prolongada para cubrir los drenajes permanentes (v. más adelante). La irrigación de la herida es una forma controvertida de reducir el riesgo de ISQ. La irrigación salina de rutina a baja presión es ineficaz,98 pero la irrigación a presión alta (es decir, impulsada) puede ser bene- ficiosa.99 Los antibióticos tópicos intraoperatorios pueden reducir al mínimo el riesgo de ISQ,100-102 pero el uso deantisépticos en lugar de antibióticos podría minimizar el desarrollo de resistencias. La ISQ constituye un diagnóstico clínico. Los signos y síntomas de presentación dependen de la profundidad de la infección, aparecen de forma característica el día 4 o 5 después de la operación, aunque ISQ necrosantes causadas por Streptococcus pyogenes o Clostridium perfringens, muy poco frecuentes, pueden desarrollarse en las 24 h siguientes a la cirugía. Los signos clínicos varían desde induración local hasta los aspectos distintivos de infección (p. ej., eritema, edema, sensibilidad dolorosa, calor e inmovilidad relacionada con el dolor), que pueden manifestarse antes del drenaje de la herida. En casos de ISQ por incisión profunda, es posible que la sensibilidad dolorosa se extienda por debajo del borde del eritema y que existan crepitación, vesículas cutáneas o ampollas. Con la infección en curso, los signos de síndrome de respuesta inflamatoria sistémica (SRIS; dos o más signos de entre fiebre, leucocitosis, taquicardia y taquipnea) anuncian el desarrollo de septicemia. En las ISQ intracavitarias (órgano, espacio), generalmente predominan los síntomas específicos del sistema orgánico implicado, como íleo, dificultad o insuficiencia respiratoria o alteración sensorial. Los cultivos no son obligatorios en el abordaje de ISQ incisionales superficiales, especialmente si el cuidado del drenaje y de la herida son suficientes sin el uso de antibióticos y si se realizan frotis superficiales para su cultivo, que son susceptibles de contaminación por agentes vecinos que colonizan la piel. En los casos de infección más profunda o de infección hospitalaria, las muestras de exudados o drenajes deben ser enviadas para su análisis a partir de la incisión quirúrgica abierta —en contraposición a la herida ya abierta, que resulta colonizada—. Las ISQ más graves, especialmente las peligrosas infecciones necro- santes de tejidos blandos (INTB), constituyen auténticas urgencias que requieren atención quirúrgica inmediata. Retrasos incluso modestos pueden incrementar notablemente la mortalidad. Freischlag et al.103 han demostrado que la mortalidad aumenta del 32 al 70% cuando el tratamiento se retrasa más de 24 h. Está indicado el amplio desbrida- miento inmediato de INTB establecidas, sin esperar a la identificación del agente patógeno causal o al desarrollo de un síntoma concreto. Para controlar la infección pueden ser necesarios desbridamientos quirúrgicos secuenciales. Las primeras etapas en el tratamiento de las ISQ son la apertura y la exploración de la porción sospechosa de la incisión y la decisión sobre el ulterior tratamiento quirúrgico.104 Cuando la infección se limita a la piel y el tejido subcutáneo subyacente, puede bastar con proceder a la apertura de la incisión y la aplicación de cuidados a la herida a nivel local. El tratamiento antibiótico de las ISQ incisionales superficiales está indicado solamente para el eritema que se extiende más allá del borde de la herida o para signos sistémicos de infección. Las ISQ más profundas pueden requerir exploración quirúrgica deta- llada y desbridamiento, con el fin de conseguir el control local de la infección. La ISQ debe también contemplarse como causa de retraso o de falta de cicatrización de la herida y ha de conducir a las decisiones anteriormente descritas. Las ISQ de órganos o espacios se producen en el interior de una cavidad corporal (p. ej., intraabdominal, intrapleural, intracraneal) y guardan relación directa con un procedimiento quirúrgico. Estas infecciones profundas pueden permanecer ocultas o presentarse con pocos síntomas, remedando ISQ incisionales y conduciendo a un tratamiento inicial inadecuado; se manifiestan solo cuando se produce a continuación una complicación importante. El diagnóstico de ISQ de órganos o espacios suele requerir la realización de alguna prueba de imagen para confirmar el sitio y la extensión de la infección. Un adecuado control de la fuente de origen requiere un procedimiento de drenaje, ya sea abierto o percutáneo. El cierre de heridas asistido por vacío (VAC) fue valorado por pri- mera vez de forma experimental por Morykwas et al.105 en un modelo porcino en 1997. El tratamiento mediante VAC optimiza el flujo sanguíneo, reduce el edema y aspira el líquido acumulado, facilitando, en consecuencia, la limpieza bacteriana. La presión negativa favorece la contracción de la herida para cubrir el defecto y puede desencadenar señales intracelulares que incrementan la proliferación celular.106 La utilidad clínica de VAC ha sido descrita solo a título anecdótico, en la mayor parte de los casos para infecciones posteriores a cirugía cardíaca, dehiscencia de pared abdominal, abordaje de heridas perineales com- plejas o uso de injertos cutáneos.107,108 Numerosas medidas generales y específicas para la prevención de las ISQ han sido agrupadas en un conjunto conocido como Surgical Care Improvement Project (SCIP), cuya eficacia, sin embargo, se ha puesto en entredicho.109,110 Un programa anterior, el National Surgical Infection Prevention Project, se centraba fundamentalmente en la calidad de la profilaxis antibiótica, incluyendo la elección del agente, la pauta de administración y la duración de la profilaxis. Una auditoría nacional encontró que los fármacos prescritos para la profilaxis eran a menudo inapropiados, que la eficacia de la profilaxis había disminuido, debido a que la pauta horaria de administración era subóptima, y que solo un 40% de los pacientes a los que se les había administrado profilaxis antibiótica habían dejado de recibir antibiótico en 24 h, con el consiguiente riesgo de efectos adversos (p. ej., sobreinfección, desa- rrollo de resistencia bacteriana).111 Se recomendó que la administración de antibiótico se produjera en los 60 min anteriores a la incisión y que la profilaxis no se mantuviera durante más de 24 h.112 La aplicación demostró un mejor seguimiento de las medidas de la técnica.113 El National Surgical Infection Prevention Project fue incorporado al SCIP, con medidas adicionales (cuadro 11-6), entre ellas recomen- daciones sobre agentes a utilizar para la profilaxis en circunstancias específicas (tabla 11-2). Como programa federal de EE. UU., el SCIP incluye la exigencia de comunicación, con incentivos económicos por cumplimiento, que pueden convertirse en penalizaciones en caso de incumplimiento.114 Quizá de manera no inesperada, diversos estu- dios han llegado a la conclusión de que la incidencia de ISQ no ha Descargado para Anonymous User (n/a) en Universidad Nacional Autonoma de Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en septiembre 21, 2017. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2017. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. http://booksmedicos.org http://booksmedicos.org 11 Infecciones quirúrgicas y uso de antibióticos 247 © E lse vi er . F ot oc op ia r s in a ut or iza ci ón e s u n de lit o. disminuido bajo el SCIP,109,110 posiblemente por diversas razones.115 Las tasas de infección de base pueden haber aumentado como resultado de un mayor volumen de comunicaciones, que han podido enmascarar cualquier descenso. La suposición implícita de que el hecho de cen- trarse en la mejora del procedimiento dará lugar a una mejora de los resultados puede ser errónea. Las causas y la prevención de las ISQ son complejas y multifactoriales y la compartimentación realizada por SCIP puede suponer una sobresimplificación. Por otro lado, el SCIP no es un «autoservicio» de medidas del que el médico pueda elegir y tomar; la prevención de las ISQ requiere la ejecución sin error de un conjunto de medidas de prevención,116 no todas las cuales están incluidas en el SCIP. Por ejemplo, llama la atención que falte la corrección de factores inherentes al paciente. Con todo, todas las medidas del SCIP se ven apoyadas por amplias evidencias de calidad, debiendocontinuar la búsqueda de procedimientos que conduzcan a significativas mejoras en los resultados. Neumonía postoperatoria Los pacientes quirúrgicos son especialmente sensibles a la neumonía, sobre todo si requieren ventilación mecánica (tabla 11-3). La NAV, definida como la neumonía que se registra entre 48 y 72 h después de la intubación endotraqueal, es la infección de la UCI más frecuente entre los pacientes de cirugía y traumatología. La incidencia parece decrecer pero, desafortunadamente, la NAV es en parte yatrógena y en ocasiones se asocia a patógenos MR, de difícil tratamiento. Pacientes cada vez más enfermos, unos criterios diagnósticos inespecíficos, el uso indiscriminado de antibióticos y unos criterios de valoración poco claros en el tratamiento han contribuido al incremento de la prevalencia de NAV causada por patógenos MR. Estos, a su vez, incrementan la probabilidad de que el tratamiento antimicrobiano inicial no sea el adecuado, lo cual ejerce mayor presión de selección sobre estos patógenos y da lugar a una mortalidad más elevada. En ocasiones se hace distinción entre NAV de presentación tem- prana (< 5 días después de intubación) y NAV de presentación tardía TABLA 11-2 Programa de mejora de la atención quirúrgica: regímenes de profilaxis antibiótica aprobados para cirugía programada TIPO DE OPERACIÓN ANTIBIÓTICOS Cardíaca (incluido injerto de derivación arterial coronaria),a vascularb Cefazolina o cefuroxima o vancomicinac Artroplastia de cadera o de rodillab Cefazolina o cefuroxima o vancomicinac Colond,e Oral: sulfato de neomicina más base de eritromicina o metronidazol, administrado durante 18 h antes de cirugía Parenteral: cefoxitina o cefotetán o ertapenem o cefazolina más metronidazol o ampicilina-sulbactam Histerectomíaf Cefazolina o cefoxitina o cefotetán o cefuroxima o ampicilina-sulbactam aLa profilaxis puede administrarse durante un máximo de 48 h para cirugía cardíaca; en todos los demás casos, el límite es de 24 h. bEn caso de alergia a β-lactámicos, la clindamicina y la vancomicina son sustitutos aceptables para cirugía cardíaca, vascular y ortopédica. cLa vancomicina se considera aceptable si existe justificación médica documentada de su uso en el informe médico del paciente. dEn caso de alergia a β-lactámicos, las opciones aceptables son las siguientes: clindamicina más gentamicina, una fluoroquinolona o aztreonam; y metronidazol más gentamicina o una fluoroquinolona. eEn la cirugía de colon, son aceptables la profilaxis oral y parenteral, por separado o combinadas. fEn caso de alergia a β-lactámicos, las opciones aceptables son las siguientes: clindamicina más gentamicina, una fluoroquinolona, o aztreonam; metronidazol más gentamicina o una fluoroquinolona, y monoterapia de clindamicina. CUADRO 11-6 Medidas para la aplicación del proyecto de mejora de la atención quirúrgica* Profilaxis antibiótica Proporción de pacientes que reciben su dosis de antibiótico en la hora previa a la incisión quirúrgica (2 h para la vancomicina o fluoroquinolonas). Proporción de pacientes que reciben un agente antibiótico aprobado para la profilaxis según las recomendaciones en curso (directrices publicadas; v. tabla 11-2). Proporción de pacientes en los que se interrumpió la profilaxis antibiótica en las 24 h siguientes al final de la cirugía (48 h para cirugía cardíaca). La clindamicina es preferible en pacientes alérgicos a antibióticos β-lactá- micos. La vancomicina está autorizada para la profilaxis de cirugía cardíaca, vascular y ortopédica si existe una razón médica documentada en el informe médico o una alergia documentada a β-lactámicos. Control de glucosa (pacientes de cirugía cardíaca) La glucemia debe mantenerse < 200 mg/dl durante los 2 días posteriores a la cirugía. Control de la glucemia más próximo a las 6:00 a. m. en los días 1 y 2 del postope- ratorio (la fecha del final de la cirugía corresponde al día postoperatorio 0). Eliminación del vello No se debe eliminar el vello; si es necesario, la maquinilla de afeitar o el producto depilatorio deben utilizarse inmediatamente antes de la cirugía. No deben utilizarse cuchillas de afeitar. Normotermia (pacientes de cirugía colorrectal) La temperatura corporal central debe mantenerse entre 36 y 38 °C durante la primera hora tras abandonar el quirófano. *Importante para la prevención de la infección del sitio quirúrgico. TABLA 11-3 Tasa de neumonía relacionada con la asistencia sanitaria en diversos tipos de UCI* TIPO DE UCI USO DE TT TASA DE NAV (MEDIA/MEDIANA) 1992- 2004 2006- 2008 1992- 2004 2006- 2008 Médica 0,46 0,48 4,9/3,7 2,4/2,2 Pediátrica 0,39 0,42 2,9/2,3 1,8/0,7 Quirúrgica 0,44 0,39 9,3/8,3 4,9/3,8 Cardiovascular 0,43 0,39 7,2/6,3 3,9/2,6 Neuroquirúrgica 0,39 0,36 11,2/6,2 5,3/4 Traumatológica 0,56 0,57 15,2/11,4 8,1/5,2 NAV, neumonía asociada a ventilación mecánica; uso de TT, número de días con tubo endotraqueal permanente o traqueostomía/1.000 días-paciente en la UCI. *Tasas de infección indexadas por 1.000 días-paciente. Tomado de National Nosocomial Infections Surveillance (NNIS) System Report, data summary from January 1992 through June 2004, issued October 2004. Am J Infect Control 32:470–485, 2004; y Edwards JR, Peterson KD, Mu Y, et al: National Healthcare Safety Network (NHSN) report: Data summary for 2006 through 2008, issued December 2009. y37:783–805, 2009. Descargado para Anonymous User (n/a) en Universidad Nacional Autonoma de Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en septiembre 21, 2017. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2017. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. http://booksmedicos.org http://booksmedicos.org II Tratamiento perioperatorio248 (≥ 5 días después de intubación). La NAV de presentación temprana, a la que son especialmente propensos los pacientes de traumatología, es a menudo el resultado de la aspiración de contenido gástrico y se debe a bacterias sensibles a antibióticos, como S. aureus sensible a la meticilina, Streptococcus pneumoniae y Haemophilus influenzae.46,117,118 Los pacientes con NAV de presentación tardía corren un riesgo más alto de infección por patógenos MR (p. ej., Pseudomonas aeruginosa, especies de Acinetobacter). La incidencia de NAV depende de los criterios diagnósticos seguidos y, en consecuencia, varía en los distintos informes publicados. Los criterios clínicos (p. ej., los de los Centers for Disease Control and Pre- vention), que no requieren la identificación de un patógeno subestiman la incidencia de NAV en comparación con los datos microbiológicos o histológicos.119,120 Una revisión sistemática de 89 estudios de pacientes sometidos a ventilación mecánica con NAV121 arrojó una incidencia acumulada de NAV del 22,8% (IC al 95%, 18,8-26,9). El riesgo para los pacientes de traumatología es particularmente elevado, sobre todo en el caso de aquellos que han sufrido un traumatismo craneoencefálico. La incidencia de NAV aumenta con la duración de la ventilación mecánica, a un ritmo del 3%/día durante los primeros 5 días, del 2%/día durante los días 5 al 10 y del 1%/día del día 10 en adelante.54 Los factores de riesgo de NAV aparecen resumidos en el cuadro 11-7. El más importante de todos ellos es quizá la intubación de la vía respira- toria. El riesgo de NAH se multiplica por 6 a 20 en pacientes sometidos a ventilación mecánica.121,122 La NAV es especialmente frecuente en pacientes con SDRA, debido a ventilación mecánica prolongada y a grave trastorno de las defensas locales de las vías respiratorias.123 Diversas estrategias basadas en evidencias pueden prevenir la NAV pero, para poder utilizarlas de forma eficaz, es necesario un riguroso conocimiento de los factores de riesgo modificables (tabla 11-4).124 La prevención de NAV comienza con la reducción al mínimo de la intuba- ción endotraqueal y del tiempo de duración de la ventilación mecánica. La ventilación de presión positivano invasiva debe utilizarse cuando sea posible (p. ej., paciente despierto con reflejos de vías respiratorias intactos), ya que se asocia a baja incidencia de NAV.125 Cuando deba garantizarse la vía respiratoria, será preferible la intubación orotraqueal a la vía nasotraqueal; la primera reduce el riesgo de NAV en un 50%,126 al disminuir el riesgo de sinusitis nosocomial, un antecedente conocido de NAV. Las estrategias basadas en evidencias y orientadas a reducir la duración de la ventilación mecánica son la valoración diaria de la posi- bilidad de extubación mediante interrupción de la sedación y ensayos de respiración espontánea,127 protocolos de suspensión estandarizados y un adecuado equipo de la UCI.128 Después de la intubación, la mayoría de las medidas preventivas de NAV tienen por objeto reducir el riesgo de aspiración. El mantenimien- to de la presión del manguito endotraqueal por encima de 20 cmH2O, nuevos materiales para los manguitos de balón y tecnologías que favore- cen la adherencia entre balón y pared traqueal,129 así como la aspiración continua de las secreciones subglóticas,63 reducen considerablemente la incidencia de NAV. La posición en semidecúbito (30-45°, cabeza elevada) también es protectora en comparación con el decúbito supino, especialmente durante la alimentación enteral.130 La alimentación pos- pilórica puede reducir los riesgos de reflujo gastroesofágico y aspiración. Un metaanálisis de 11 ensayos aleatorizados ha referido un RR de 0,77 (IC al 95%, 0,6-1; P = 0,05) para NAV con alimentación pospilórica en comparación con alimentación gástrica,131 aunque fármacos que favorecen la motilidad, como la eritromicina, facilitan una alimentación intragástrica segura.132 Sin embargo, la alimentación enteral temprana puede incrementar el riesgo de NAV. Shorr et al.33 han referido que la nutrición enteral que se inicia 48 h o menos después del inicio de la ventilación mecánica se asocia de forma independiente al desarrollo de NAV (OR 2,65; IC al 95%, 1,93-3,63; P < 0,0001). Entre las estrategias farmacológicas destinadas a reducir al mínimo el riesgo de NAV cabe citar la profilaxis de la úlcera por estrés y la des- contaminación digestiva selectiva (DDS) con antibióticos tópicos o sistémicos o antisépticos. Numerosos ensayos clínicos han analizado el efecto de la DDS sobre la incidencia de NAV, pero la bibliografía sobre el tema se ve limitada por una metodología de estudio cuestionable,133 estudios en la UCI en los que los patógenos MR eran infrecuentes y un número elevado de infecciones causadas por bacterias MR observadas en los grupos de DDS,134,135 especialmente cocos grampositivos. Por estas razones, el uso de DDS sigue discutiéndose para la prevención de rutina de NAV. Sin embargo, un metaanálisis de estudios de descontaminación orofaríngea con clorhexidina tópica ha ofrecido evidencias suficientes para recomendar dicha práctica,136 en especial en pacientes de cirugía cardíaca. Abundantes datos documentan la relación entre transfusión sanguí- nea y riesgo de infección en pacientes de cirugía, traumatología y en TABLA 11-4 Estrategias para prevenir la neumonía asociada a ventilación mecánica ESTRATEGIA RECOMENDADA EVIDENCIA INSUFICIENTE Precauciones universales para el control de infecciones + Intubación orotraqueal (frente a nasotraqueal) + Mantenimiento de la presión del manguito del tubo endotraqueal > 20 cmH2O + Aspiración continua de secreciones subglóticas + Posición en semidecúbito + Tecnología de manguito modificada + Sonda endotraqueal impregnada con fragmentos + Alimentación pospilórica + Retraso de la alimentación enteral durante al menos 48 h tras la intubación + Descontaminación selectiva del tubo digestivo ¿? Clorhexidina tópica (en faringe o con baño) + Restricción de transfusiones + Ciclo de antibiótico + CUADRO 11-7 Factores de riesgo de desarrollo de neumonía asociada a ventilación mecánica Edad ≥ 60 años Síndrome de dificultad respiratoria aguda Enfermedad pulmonar obstructiva crónica u otra enfermedad pulmonar subyacente Coma o alteración de conciencia Nivel de albúmina sérica < 2,2 g/dl Quemaduras, traumatismos Transfusión sanguínea Insuficiencia de un órgano Decúbito supino Aspirado gástrico de gran volumen Sinusitis Inmunodepresión Ventilación mecánica prolongada Descargado para Anonymous User (n/a) en Universidad Nacional Autonoma de Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en septiembre 21, 2017. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2017. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. http://booksmedicos.org http://booksmedicos.org 11 Infecciones quirúrgicas y uso de antibióticos 249 © E lse vi er . F ot oc op ia r s in a ut or iza ci ón e s u n de lit o. estado crítico.28-32 Shorr et al.33 han encontrado que la transfusión de eritrocitos es un factor de riesgo independiente para NAV (OR, 1,89; IC al 95%, 1,33-2,68; P = 0,0004). Earley et al.137 documentaron un 90% de reducción de incidencia de NAV en una UCI quirúrgica tras la aplicación de un protocolo de abordaje de la anemia que dio lugar a una menor cantidad de transfusiones sanguíneas. El diagnóstico de NAV es todo un reto que hay que abordar con detenimiento, ya que pueden coexistir procesos no infecciosos que dan lugar a anomalías en las radiografías de tórax y en el intercambio de gases (p. ej., insuficiencia cardíaca congestiva, atelectasia, SDRA, embolia pulmonar, hemorragia pulmonar). Los pacientes intubados y sedados no pueden movilizar las secreciones respiratorias sin asistencia. Por otro lado, los pacientes inmunodeprimidos, como los receptores de trasplante de un órgano sólido, pueden presentar neumonía sin fiebre, tos, producción de esputo o leucocitosis.138 El diagnóstico de NAV requiere no solo determinar si el paciente tiene neumonía, sino también identificar el agente causal. Una escasa especificidad (resulta- dos falsos positivos) resulta problemática, ya que expone a los pacientes al riesgo de sobretratamiento con antibióticos e incrementa además el riesgo de urgencia por bacterias MR.139,140 A la inversa, un inadecuado tratamiento inicial se asocia a aumento de la mortalidad, que no se puede reducir con la posterior modificación del régimen antibiótico.141 De acuerdo con los criterios de los Centers for Disease Control and Prevention, el diagnóstico de NAV requiere uno o más de los siguientes síntomas: fiebre, leucocitosis o leucopenia, esputo purulento, hipoxemia o un infiltrado en la radiografía torácica, nuevo o en evolución. No es necesario identificar un agente patógeno. Sin embargo, existen procesos no infecciosos que reproducen estos signos inespecíficos, de modo que no se puede confiar únicamente en criterios clínicos. Un infiltrado nuevo en la radiografía torácica, junto con dos de los mencionados criterios, es sensible para NAV solo en un 69% y específico en un 75%, en comparación con el estudio histológico post mortem.142 Informes pos- teriores han confirmado la baja especificidad del diagnóstico clínico de NAV;143 la confirmación microbiológica se produce en menos del 50% de los casos.144 La tomografía computarizada guarda solo una relación aceptable con el diagnóstico de neumonía en pacientes complejos.145 La escala de infección pulmonar clínica (CPIS) incorpora criterios clínicos, radiográficos y microbiológicos (p. ej., temperatura, recuento de leucocitos, infiltrados en la radiografía torácica, aspecto y volumen de secreciones traqueales, Pao2, Fio2, cultivo y tinción de Gram de aspirado traqueal —de 0 a 2 puntos cada uno—) hasta una puntuación máxima de 12 puntos.146 Un valor de CPIS mayor de 6 puntos indica una probabilidad elevada de NAV. Sin embargo, la especificidad de la CPIS no es mayor que la del cuadro clínico por sí solo cuando se compara con cultivos de mues- tras de vías respiratorias inferiores obtenidas por lavado broncoalveolar (LBA) o con cepillado protegido(CP),147,148 y es inexacta para pacientes de traumatología.149 Sin embargo, el valor predictivo negativo de una tinción gramnegativa a partir de un paciente estable es de casi el 100%.150 Dada la baja especificidad de los criterios diagnósticos tradicionales, el cultivo de muestras de vías respiratorias inferiores es obligado antes de la administración de antibióticos en la neumonía nosocomial, con objeto de reducir al mínimo los resultados falsos negativos. Los méto- dos de recogida de muestras (invasivos frente a no invasivos) y el análisis de muestras (semicuantitativo frente a cuantitativo) han sido objeto de debate. Las técnicas no invasivas incluyen aspiración por succión endotraqueal, catéter telescópico ciego conectado, CP ciego y mini- LBA. Los aspirados endotraqueales son menos específicos debido a un aumento de la probabilidad de contaminación por la flora orofaríngea, aunque reflejan la colonización por flora normal en lugar de infección, aspecto crucial para el diagnóstico. Las técnicas invasivas (LBA y CP) recogen muestras por broncos- copia de fibra óptica y permiten la inspección directa de las vías res- piratorias, aunque son más costosas y de recursos más intensivos. La microbiología semicuantitativa refiere el crecimiento en categorías ordi- nales (p. ej., ligera, moderada, intensa), mientras que la microbiología cuantitativa expresa el crecimiento en términos de unidades formadoras de colonias (UFC) por mililitro de alícuota; se asigna un valor umbral para distinguir la colonización de la infección. Los umbrales utilizados habitualmente son 103 UFC/ml para CP, 104 UFC/ml para LBA y 105 UFC/ml para aspiración por succión endotraqueal. Cualquier umbral debe bajarse en un orden de magnitud para el tratamiento antibiótico antes de la toma de muestras.151 Las técnicas de recogida broncoscópica de muestras son más espe- cíficas que las técnicas ciegas y ambas modalidades son superiores a la aspiración por succión endotraqueal, aunque no está claro si esto supone alguna diferencia desde el punto de vista clínico. Shorr et al.152 realizaron un metaanálisis de ensayos aleatorizados que comparaba resultados de pacientes con NAV abordada con obtención invasiva y no invasiva de muestras, realizándose a partir de ambas muestras cultivos cuantitativos. Aunque el OR acumulado sugería una ventaja de supervivencia para el abordaje invasivo (OR, 0,62), el resultado no fue significativo. Sin embargo, los pacientes del grupo invasivo mos- traron una tendencia notablemente mayor a cambios en el régimen antimicrobiano, bien con reducción del tratamiento bien con inte- rrupción del mismo. Entre los organismos que pueden ser patógenos en NAV o contami- nantes en la recuperación de la vía respiratoria se cuentan P. aeruginosa, Enterobacteriaceae, S. pneumoniae, S. aureus y H. influenzae. Por el con- trario, los enterococos, estreptococos viridans, estafilococos coagulasa- negativos y Candida se identifican pocas veces, si no ninguna, como causa de disfunción respiratoria. Infección del torrente sanguíneo asociada a vía central Los pacientes en estado crítico requieren acceso venoso central de gran calibre (p. ej., en vena femoral, yugular interna, subclavia), pero los catéteres son susceptibles de infección. El estricto cumplimiento del control de la infección, una adecuada técnica de inserción y el cuidado del catéter son cruciales para la prevención (v. anteriormente), ya que los pacientes de cirugía y traumatología corren un riesgo elevado (tabla 11-5). Cuando los catéteres se colocan en condiciones con- troladas, la técnica óptima contempla la preparación de la piel con clorhexidina (no povidona yodada), máximas precauciones de barrera (es decir, cubrir toda la cama dentro del campo estéril; uso de gorro, mascarilla, bata estéril y guantes) y aplicación de un protocolo formal para el cuidado de catéteres. Si se incumple la técnica de inserción, el TABLA 11-5 Tasas de uso de catéter venoso central e infección del torrente sanguíneo asociado a vía central en varios tipos de UCI* TIPO DE UCI USO DE CVC TASA DE ITS/VC (MEDIA/MEDIANA) 1992- 2004 2006- 2008 1992- 2004 2006- 2008 Médica 0,52 0,45 5/3,9 1,9/1 Pediátrica 0,46 0,48 6,6/5,2 3/2,5 Quirúrgica 0,61 0,59 4,6/3,4 2,3/1,7 Cardiovascular 0,79 0,71 2,7/1,8 1,4/0,8 Neuroquirúrgica 0,48 0,44 4,6/3,1 2,5/1,9 Traumatológica 0,61 0,63 7,4/5,2 3,6/3 ITS/VC, infecciones del torrente sanguíneo asociadas a vía central; uso de CVC, número de días con catéter de vía central colocado/1.000 días-paciente en la UCI. *Las tasas de infección están indexadas por 1.000 días-paciente en la UCI. Tomado de National Nosocomial Infections Surveillance (NNIS) System Report, data summary from January 1992 through June 2004, issued October 2004. Am J Infect Control 32:470–485, 2004; y Edwards JR, Peterson KD, Mu Y, et al: National Healthcare Safety Network (NHSN) report: Data summary for 2006 through 2008, issued December 2009. Am J Infect Control 37:783–805, 2009. Descargado para Anonymous User (n/a) en Universidad Nacional Autonoma de Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en septiembre 21, 2017. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2017. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. http://booksmedicos.org http://booksmedicos.org II Tratamiento perioperatorio250 riesgo de infección aumenta de manera exponencial y el catéter ha de ser retirado y sustituido (si aún fuera necesario) en un sitio diferente y utilizando asepsia y antisepsia estrictas tan pronto como el estado del paciente lo permita, pero siempre antes de que transcurran 24 h. El riesgo de infección más alto se da para catéteres de la vena femoral y el más bajo para los catéteres insertados en la subclavia.153 Los catéteres venosos periféricos, los catéteres centrales de inserción periférica y los catéteres venosos centrales tunelizados (p. ej., Hickman, Broviac) suponen un menor riesgo de infección que los catéteres venosos cen- trales percutáneos. Las órdenes y listas de medidas son eficaces para reducir el riesgo de ITS/VC, siempre y cuando se apliquen y cumplan de manera rigurosa.154-157 Los catéteres con recubrimiento antibiótico y antiséptico son objeto de discusión, pero pueden ayudar a reducir el riesgo de infección en unidades con una elevada tasa de infección.44 Todos los dispositivos intravasculares y los sitios de inserción deben ser evaluados diariamente para determinar su necesidad en el momento y si existen signos de infección local (p. ej., inflamación o purulencia en el sitio de salida o a lo largo del túnel). Los conos de los catéteres contaminados son, con frecuencia, la vía de acceso de organismos que colonizan la superficie endoluminal del catéter. El infundido (p. ej., líquido, productos sanguíneos, medicamentos i.v.) pueden resultar contaminados y causar bacteriemia o fungemia, que es probable que evolucione a shock séptico. La brusca aparición de signos y síntomas de septicemia o shock en pacientes con un catéter vascular perma- nente debe inducir a sospechar de infección de catéter. Los cultivos sanguíneos positivos para estafilococos o especies de Candida sugieren infección de un catéter vascular, que debe conducir a la pronta retirada del mismo y al cultivo de muestras. Diversos estudios han demostrado la fiabilidad de los métodos cualitativos y cuantitativos de cultivo de punta de catéter para el diagnóstico de un catéter colonizado.158 El valor predictivo de un cultivo de catéter positivo es bajo cuanto existe una baja probabilidad previa a la prueba de septicemia de vía relacionada con el catéter; los catéteres retirados de pacientes en la UCI deben cultivarse únicamente si existe una fuerte sospecha clínica de ITS/VC. En pacientes sometidos a evaluación por fiebre, pero que no presentan SRIS, no suele ser necesario retirar o cambiar todos los catéteres permanentes de manera inmediata; sin embargo, tal medida es convenienteen pacientes que tienen una válvula cardíaca protésica o un injerto arterial reciente y se recomienda encarecidamente en caso de septicemia grave y shock séptico, embolización periférica, coagulación intravascular diseminada o SDRA. La flebitis supurativa de una vena central por un catéter colocado en vía central es poco frecuente. En la flebitis supurativa es característico que la infección del torrente sanguíneo tenga su origen en el sitio de inserción de un catéter de vena periférica con un trombo intravascular infectado, produciéndose un cuadro de septicemia irrefrenable, con grado elevado de bacteriemia o fungemia. Este síndrome se registra con mayor frecuencia en pacientes quemados y otros pacientes de las UCI que desarrollan infección relacionada con el catéter, que sin embargo no es identificada, lo cual permite que los microbios proliferen. En pacientes con bacteriemia por S. aureus persistente o con fungemia, la ecocardiografía sirve para valorar la endocarditis y orientar el posterior tratamiento.159 Infección de las vías urinarias La bacteriuria o candiduria asociada a catéteres suele deberse a coloniza- ción de flora normal, pocas veces es sintomática y no suele causar fiebre ni infección secundaria de torrente sanguíneo,160,161 ni tan siquiera en pacientes inmunodeprimidos,162 salvo que exista obstrucción de las vías urinarias o antecedentes de manipulación, lesión o cirugía urológicos recientes y neutropenia.163,164 Por tal razón, hasta hace poco tiempo no se había prestado la misma atención a la prevención de IVU nosocomiales que a la de NAV o ITS/VC.165 En la actualidad, en el marco de técnicas de prevención eficaces, se hace hincapié en la evitación o corta duración del sondaje (p. ej., < 48 h para pacientes de cirugía programada)157,165 y en el uso de catéteres recubiertos con aleación de plata,67,68 cuando sean necesarios. Los signos y síntomas tradicionales (p. ej., disuria, tenesmo vesical, dolor en pelvis o flanco, fiebre o escalofríos) que se relacionan tradi- cionalmente con bacteriuria en pacientes no sondados son referidos pocas veces en los pacientes de la UCI con candiduria y bacteriuria asociada a catéter (> 105 UFC/ml).166,167 En las UCI, la mayoría de las IVU guardan relación con catéteres urinarios y tienen su causa en bacilos gramnegativos nosocomiales y MR, distintos de E. coli, especies de Enterococcus y levaduras.165 Cuando la evaluación clínica señala a las vías urinarias como posible fuente de fiebre, debe evaluarse una muestra de orina mediante micros- copia directa, tinción de Gram y cultivo cuantitativo.161 La muestra no debe recogerse de la bolsa de drenaje, sino que ha de ser aspirada del puerto de muestra del catéter, previa desinfección con alcohol al 70-90%. La orina recogida para el cultivo debe llegar pronto al labora- torio para evitar la multiplicación de bacterias dentro del receptáculo, lo cual podría conducir a un diagnóstico erróneo de infección; cualquier retraso requiere la inmediata refrigeración de la muestra. A diferencia de las IVU adquiridas en la comunidad, en las que la piuria tiene un alto valor predictivo de bacteriuria importante, la IVU asociada a catéter puede no cursar con piuria. Incluso si existe, la piuria no es un factor predictivo fiable de IVU en presencia de catéter.167 No se ha llegado a una conclusión unánime sobre la concentración urinaria de bacterias o levaduras necesaria para causar IVU sintomática o fiebre. Si por un lado se acepta que recuentos superiores a 103 UFC/ ml representan una auténtica bacteriuria o candiduria en pacientes sondados,168 ninguna evidencia ha demostrado que recuentos más altos supongan con mayor probabilidad una infección sintomática. Si, por un lado, es conveniente recoger muestras de orina en el estudio de la fiebre (v. más adelante), por otro, los controles de rutina o los cultivos urinarios de vigilancia contribuyen en escasa medida al tratamiento del paciente. Las pruebas rápidas con tiras reactivas, que detectan la esterasa leucocítica y los nitritos, son poco fiables en el marco de las IVU relacionadas con catéteres. La prueba de la esterasa leucocítica se relaciona con el grado de piuria, que puede existir o no en las IVU relacionadas con catéteres. La prueba de nitritos refleja la presencia de Enterobacteriaceae, que convierte los nitratos en nitritos, y, por consiguiente, no resulta fiable para la detección de Enterococcus, Candida y Staphylococcus. Infección intraabdominal Las infecciones intraabdominales (IIA) constituyen un diversificado grupo de enfermedades frecuentes en la práctica quirúrgica. Tales infecciones se han dividido tradicionalmente y con fines de estudio clínico en complicadas (IIAc) y no complicadas (IIAnc)169 y, más recientemente, en función de si surgen en asociación con el entorno comunitario (IIA-AC) o el hospitalario (IIA-AH) (p. ej., asociadas a dehiscencia de anastomosis de colon) o de si suponen un riesgo bajo, moderado o alto de fracaso clínico, morbilidad o muerte. En las IIAnc, la infección se limita a un solo órgano y puede no existir perforación del tubo digestivo. Las IIAnc casi nunca causan enfermedad grave y no serán abordadas aquí, aunque una infección nosocomial puede complicar la situación y empeorar ciertos estados.170 Por el contrario, las IIAc se extienden más allá del órgano de origen y a la cavidad peritoneal a través de una víscera perforada, lo que da lugar, en consecuencia, a una mayor respuesta SRIS. La extensión de la infección depende de la acción de contención de las defensas intraperitoneales locales del huésped. La infección contenida da lugar a la formación de un absceso, que se ve favorecida por cuerpos extraños, que reduce el tamaño del inóculo y la sinergia microbiana y crea un medio de pH bajo, que impide la función fagocítica y la penetración de células inmunitarias y antibióticos. La propagación no contenida de la infección conduce a peritonitis difusa, un trastorno caracterizado por mortalidad más alta y que requiere celiotomía urgente.171 La mayoría de las IIA pueden controlarse de manera eficaz, con baja morbilidad asociada, a través de la eliminación o reparación del foco infectado, el tratamiento con antimicrobianos específicos de espectro reducido (si están indicados) y el restablecimiento de la anatomía si Descargado para Anonymous User (n/a) en Universidad Nacional Autonoma de Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en septiembre 21, 2017. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2017. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. http://booksmedicos.org http://booksmedicos.org 11 Infecciones quirúrgicas y uso de antibióticos 251 © E lse vi er . F ot oc op ia r s in a ut or iza ci ón e s u n de lit o. se ha realizado resección para el control definitivo del origen de la infección. Sin embargo, en casos de IIAc de alto riesgo o adquiridas en el hospital, está indicado el tratamiento antimicrobiano provisional de amplio espectro, debido al riesgo incrementado de patógenos cau- sales MR.172,173 Un tratamiento antimicrobiano inicial inapropiado en pacientes de alto riesgo con IIAc conduce a tasas aumentadas de fracaso clínico y muerte,174,175 debida a menudo a síndrome de disfunción multiorgánica. En casos de septicemia grave o shock séptico secundario a IIA, denominada septicemia abdominal, la mortalidad aproximada es del 25-35%,176,177 aunque puede superar el 70%.178,179 El tratamiento de la septicemia abdominal depende de un adecuado drenaje físico o de la resección del foco infectado (denominado control de la fuente), que en los casos más graves puede contemplar desde drenaje percutáneo hasta laparotomías consecutivas y abordaje por herida abdominal abierta.180 La mortalidad por IIA-AH es más alta que las IIA-AC.181,182 Las IIA no postoperatorias asociadas a la atención sanitaria, que surgen en pacientes hospitalizados por razones no relacionadas
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