Descarga la aplicación para disfrutar aún más
Vista previa del material en texto
Ginecología Joanna M. Cain, Wafic M. ElMasri, Tom Gregory y Elise C. Kohn Fisiopatología y mecanismos de enfermedad Anatomía Vulva Musculatura del piso pélvico Nervios del piso pélvico Genitales internos Diagnóstico Elementos del interrogatorio ginecológico Exploración ginecológica Procedimientos de detección Citología cervicouterina Prueba para detectar virus del papiloma humano Flujo vaginal y cultivos Prueba para gonadotropina coriónica humana β Procedimientos diagnósticos frecuentes en el consultorio Biopsia vulvar Biopsia vaginal Biopsia endometrial Valoración en busca de fístulas Infecciones ginecológicas Infecciones del aparato genital inferior Cultivos Vaginitis Vaginosis bacteriana Candidosis vulvovaginal Trichomonas vaginalis Síndromes de úlceras genitales Herpes genital Sífilis Chancroide Linfogranuloma venéreo Granuloma inguinal Molusco contagioso Quistes y abscesos de Bartholin Condilomas vulvares Infecciones del aparato genital superior Trastornos quirúrgicos en la paciente obstétrica Procedimientos realizados antes de la viabilidad Amniocentesis/muestreo de vellosidades coriónicas Terminaciones del embarazo Cerclaje Embarazos ectópicos Procedimientos realizados después de la viabilidad Laceraciones obstétricas y reparación Partos por cesárea Histerectomía periparto Enfermedad trofoblástica gestacional Disfunción del piso pélvico Valoración Operación para reparar el prolapso de órganos pélvicos Procedimientos vaginales Colporrafia Fijación sacroespinosa Suspensión del ligamento uterosacro Colpocleisis Procedimientos abdominales Sacrocolpopexia Operación para tratar la incontinencia urinaria por esfuerzo Suspensión con aguja Colposuspensión retropúbica Procedimiento de Marshall-Marchetti-Krantz Procedimiento de Burch Cabestrillo suburetral Cabestrillo sin tensión Colágena Neoplasias pélvicas Lesiones vulvovaginales Lesiones vulvares benignas Neoplasia intraepitelial vulvar Cáncer vulvar Cáncer vaginal Lesiones del cuello uterino Lesiones cervicouterinas benignas Cáncer cervicouterino 41Brunicardi(1475-1514).indd 147541Brunicardi(1475-1514).indd 1475 15/7/10 11:37:2215/7/10 11:37:22 1476 C A PÍTU LO 41 G inecología FISIOPATOLOGÍA Y MECANISMOS DE ENFERMEDAD El aparato reproductor femenino es un componente único del cuerpo con una multitud de funciones reguladas de manera estricta. Muchas de las actividades normales, como la angiogénesis y la invasión fisiológica, son necesarias para que los órganos reproductores cumplan su propósito y se alteren en la enfermedad. La vigilancia inmunitaria se modifica por múl- tiples mecanismos que están en investigación, regulados en forma distinta, para permitir la implantación, placentación y desarrollo del feto. Todavía no se comprende del todo cómo esta alteración de las barreras inmunita- rias normales participa en fenómenos patológicos. La rotura, cicatriza- ción, angiogénesis y nuevo crecimiento de la cápsula ovárica y endometrio durante el ciclo menstrual utiliza la misma serie de fenómenos biológicos y bioquímicos que la endometriosis y los endometriomas, teratomas ma- duros, disgerminomas y progresión hasta tumores malignos. Empiezan a conocerse las anormalidades genéticas, tanto germinales como somáticas, que pueden causar competencia y/o promover la enfermedad, sobre todo en la progresión a la malignidad, en la farmacogenómica y en riesgos qui- rúrgicos como hemorragia y coagulación. La incorporación de informa- ción genética y genómica al diagnóstico y valoración de la enfermedad es una tendencia para el futuro próximo y podría alterar la forma en que se considera quién está en riesgo, cómo se diagnostican y siguen las enferme- dades e incluso qué fármacos y tratamientos se usan para una paciente en particular. Estos puntos se incorporarán con las estrategias quirúrgicas en las descripciones de anatomía; estudios diagnósticos; aspectos quirúr- gicos y médicos de la paciente obstétrica; disfunción del piso pélvico, y neoplasias. ANATOMÍA La salida de la pelvis ósea se delimita por la rama isquiopúbica en la parte anterior, y el cóccix y ligamentos sacrotuberosos en la parte posterior.1 Esta salida puede dividirse en los triángulos anterior y posterior, que com- parten una base común, situada en una línea entre las tuberosidades is- quiáticas. Los tejidos blandos del triángulo anterior se disponen en capas, en forma similar a la pared abdominal anterior. La capa más superficial es un estrato de piel y tejido adiposo (vulva) que cubre una capa aponeuróti- ca (membrana perineal), que a su vez es superficial a un estrato muscular (elevador del ano). Vulva Los labios mayores forman los límites cutáneos laterales de la vulva y son el homólogo femenino del escroto masculino (fig. 41-1). Los labios mayo- res son pliegues adiposos cubiertos por piel vellosa en la mujer adulta. Se fusionan en la parte anterior sobre la prominencia anterior de la sínfisis del pubis, el monte de Venus. Las porciones más profundas de las capas adiposas se llaman fascia de Colles y se insertan en el borde inferior de la membrana perineal, lo que limita la diseminación de los hematomas su- perficiales en sentido inferior. Adyacentes y mediales a los labios mayores están los labios menores, pliegues más pequeños de tejido conjuntivo cu- biertos en la parte lateral por piel lampiña y en la zona interna, por muco- sa vaginal. La fusión anterior de los labios menores forma el prepucio y frenillo del clítoris; en la parte posterior, los labios menores se fusionan para crear la fosa navicular y la horquilla posterior. El término vestíbulo se refiere al área medial a los labios menores, limitada por la fosa navicular y el clítoris. Tanto la uretra como la vagina se abren en el vestíbulo. Las glán- dulas de Skene tienen una posición lateral e inferior al meato uretral. En estas glándulas pueden formarse quistes, abscesos y neoplasias. Los tejidos eréctiles y los músculos relacionados están en el espacio que se encuentra entre la membrana perineal y los tejidos subcutáneos vulvares (fig. 41-2). El clítoris se forma por dos pilares y está suspendido del pubis. Sobre los pilares están los músculos isquiocavernosos que co- rren a lo largo de las superficies inferiores de las ramas isquiopúbicas. Los músculos transversos superficiales del perineo se extienden hacia la línea media desde el extremo inferior de los músculos isquiocavernosos. Éstos terminan en la línea media del cuerpo perineal, caudal y en un plano pro- fundo con respecto a la horquilla posterior. Los bulbos vestibulares se en- cuentran justo debajo del vestíbulo y están cubiertos a los lados por los músculos bulbocavernosos. Éstos se originan del cuerpo perineal y se in- Cuerpo uterino Enfermedades uterinas benignas Hiperplasia endometrial y neoplasia intraepitelial endometrial Cáncer endometrial Procedimientos quirúrgicos uterinos frecuentes Dilatación y curetaje Histeroscopia Técnicas histeroscópicas generales Procedimientos histeroscópicos Miomectomía Histerectomía para enfermedad benigna: histerectomía abdominal Histerectomía vaginal Cirugía endoscópica Colocación de agua de Veress y puerto primario Laparoscopia diagnóstica Procedimientos de esterilización tubaria Lisis de adherencias Cistectomía ovárica Extirpación de los anexos Miomectomía Histerectomía Lesión vascular de la pared abdominal Lesión intestinal Lesiones urológicas Neoplasias malignas epiteliales de la trompa de Falopio y el ovario Presentación y detección de neoplasias tubáricas y ováricas epiteliales Factores de riesgo Tipos de neoplasias epiteliales tubáricas y ováricas Neoplasias benignas Neoplasia intraepitelial tubárica Tumor con bajo potencial maligno Cánceres tubáricos y ováricos epiteliales invasivos Cirugía citorreductora primaria Colocación de puerto intraperitoneal para quimioterapia intraperitoneal Tratamiento adyuvante (complementario) posoperatorio y tratamiento de la enfermedad recurrenteTratamiento posoperatorio de la enfermedad en etapa temprana Tratamiento adyuvante (complementario) de cánceres tubáricos y ováricos en etapa avanzada Cánceres no epiteliales del ovario y la trompa de Falopio Tumores de células germinales Tumores de células del estroma del cordón sexual 41Brunicardi(1475-1514).indd 147641Brunicardi(1475-1514).indd 1476 15/7/10 11:37:2315/7/10 11:37:23 1477 C A PÍTU LO 41 G inecología sertan en el cuerpo del clítoris. En el extremo inferior de los bulbos vesti- bulares están las glándulas de Bartholin, que drenan a la piel del vestíbulo a través de sus conductos. Musculatura del piso pélvico La abertura de la pelvis está cubierta por los músculos del diafragma pél- vico (fig. 41-3). Estos músculos se contraen en forma tónica. La mayoría de los textos de anatomía no presenta una imagen real de la naturaleza horizontal de la musculatura del piso pélvico (por artefactos del embalsa- mamiento). En sentido anteroposterior, estos músculos incluyen a ambos lados los músculos pubococcígeos, puborrectales, iliococcígeos y coccígeos. Los primeros dos de estos músculos aportan fibras al cuerpo perineal fi- bromuscular. El hiato urogenital está limitado a ambos lados por los músculos pubococcígeos y en la parte anterior por la sínfisis del pubis. La uretra y la vagina pasan a través de este defecto muscular, y es el punto de enfoque para el estudio de trastornos del soporte pélvico, como el cistoce- le, rectocele y prolapso uterino. 1. La exploración ginecológica general debe incorporar la explo- ración física completa para establecer el diagnóstico adecuado y tratar los trastornos ginecológicos. 2. Las causas ginecológicas del cuadro abdominal agudo inclu- yen: enfermedad pélvica inflamatoria y absceso tuboovárico, torsión ovárica, rotura de embarazo ectópico y aborto séptico. El embarazo debe descartarse pronto en la valoración de las pacientes en edad reproductiva que se presentan con dolor abdominal o pélvico. 3. El embarazo induce cambios importantes en el sistema cardio- vascular y en la cascada de la coagulación. El traumatismo du- rante el embarazo debe tratarse con estos cambios en mente. 4. La disfunción del piso pélvico (prolapso de órgano pélvico, in- continencia urinaria y fecal) es frecuente; 11% de las mujeres se somete a un procedimiento quirúrgico reconstructivo en al- gún momento de su vida. 5. Es indispensable practicar biopsia de las lesiones anormales de la vulva, vagina y cuello uterino para establecer un diagnóstico antes de planear cualquier tratamiento; la hemorragia posme- nopáusica siempre debe investigarse para descartar una neo- plasia maligna. El cáncer cervicouterino en etapa temprana se trata en forma quirúrgica, mientras que se prefiere la quimio- radiación para los estadios IB y mayores. 6. Debe considerarse la salpingooforectomía para disminuir el riesgo en las mujeres con mutaciones BRCA1 y BRCA2; la sal- pingooforectomía e histerectomía completa para reducción de riesgo debe considerarse en las mujeres con cáncer colónico hereditario sin poliposis. 7. La citorreducción completa para el cáncer ovárico epitelial es un elemento crítico en la respuesta y la supervivencia de la pa- ciente. El tratamiento primario preferido para el cáncer ovárico epitelial en etapa avanzada con citorreducción en mujeres sin adherencias intraabdominales considerables es la quimiotera- pia intraperitoneal. PUNTOS CLAVE Clítoris Labio menor Labio mayor Abertura de la glándula de Bartholin Fosa navicular Horquilla Ano Himen Vagina Conductos de Skene Meato uretral Prepucio del clítoris Figura 41-1. Genitales externos. (Reproducida con autorización a partir de Rock J, Jones HW: TeLinde’s Operative Gynecology, 9th ed. Philadelphia, PA: Lippincott, Williams & Wilkins, 2003, Fig. 5-1, p 70.) 41Brunicardi(1475-1514).indd 147741Brunicardi(1475-1514).indd 1477 15/7/10 11:37:2315/7/10 11:37:23 1478 C A PÍTU LO 41 G inecología Clítoris Músculo bulbocavernoso Músculo isquiocavernoso Músculo superficial transverso del perineo Fosa navicular Ano Cuerpo perineal Esfínter anal Glándula de Bartholin Membrana perineal Bulbo vestibular Vestíbulo de la vagina Meato uretral Rama púbica Músculo elevador del ano Figura 41-2. Compartimiento superficial y membrana perineal. (Reproducida con autorización a partir de Rock J, Jones HW: TeLinde’s Operative Gynecology, 9th ed. Philadelphia, PA: Lippincott, Williams & Wilkins, 2003, Fig. 5-2, p 71.) Figura 41-3. Músculos más profundos y nervios del piso pélvico. 41Brunicardi(1475-1514).indd 147841Brunicardi(1475-1514).indd 1478 15/7/10 11:37:2415/7/10 11:37:24 1479 C A PÍTU LO 41 G inecología Nervios del piso pélvico El nervio pudendo nace de S2 a S4, transcurre en sentido lateral, sale por el agujero ciático mayor, rodea la espina isquiática y el ligamento sacroes- pinoso para regresar por el agujero ciático mayor (fig. 41-4). Pasa por el conducto de Alcock y se convierte en el nervio sensitivo y motor del peri- neo. Las neuronas motoras se originan en el núcleo de Onuf en la médula espinal sacra y mantienen la contracción tónica de los esfínteres uretral y anal. Las ramas directas de los nervios de S2 a S4 llegan a los músculos elevadores del ano. Durante el parto y otros esfuerzos de pujo excesivo, este nervio fijo (junto con los músculos elevadores del ano) se somete a lesión por estiramiento y es causante, al menos en parte, de muchos tras- tornos del piso pélvico femenino. Genitales internos La figura 41-5 es una vista de los genitales internos como si el observador se aproximara a la pelvis desde una incisión abdominal sobre la línea me- dia. El útero y el cuello uterino centrales están sostenidos por los músculos del piso pélvico. Están suspendidos por el ligamento fibroso lateral cardi- nal, o ligamento de Mackenrodt, y los ligamentos uterosacros, que se inser- tan en la fascia paracervical y en las paredes musculares laterales de la pelvis a ambos lados. En la parte posterior, los ligamentos uterosacros brindan soporte a la vagina y al cuello uterino en su trayecto desde el sa- cro, lateral al recto, para insertarse en la fascia paracervical. Ambas trompas de Falopio nacen de los cuernos laterales superio- res del útero y se dirigen en sentido posterolateral. Cada una se ensancha en su tercio distal, o ampolla. Los ovarios están unidos a los cuernos ute- rinos mediante los ligamentos ováricos propios. Los ligamentos redondos surgen de los cuernos uterinos y viajan hacia el conducto inguinal; al final se unen al tejido subcutáneo del monte de Venus. Los ovarios están sus- pendidos de la parte lateral de la pelvis por sus pedículos vasculares, los ligamentos infundibulopélvicos. El peritoneo que envuelve a los anexos (trompas, ligamento redondo y ovario) se denomina ligamento ancho, aunque no es más ligamentoso que el peritoneo que cubre la arteria y vena ováricas. Los recesos peritoneales en la pelvis delante y detrás del útero se deno- minan fondos de saco anterior y posterior. Este último también se llama fondo de saco de Douglas. Al corte transversal es posible identificar varios planos quirúrgicos avasculares y por tanto importantes (fig. 41-6). Éstos incluyen los espacios paravesical y pararrectal, y en un sentido anteropos- terior, el espacio retropúbico o prevesical de Retzius y los espacios vesico- vaginal, rectovaginal y retrorrectal o presacro. El borde pélvico delimita la pelvis obstétrica o verdadera de la pelvis falsa que está contenida entre las crestas iliacas. Los músculos de la pared lateral de la pelvis incluyen los músculos iliaco, psoas y obturador interno (fig. 41-7). Salvo por la arteria sacra me- dia que se origina en la bifurcación aórtica y las arterias ováricas que se originan en la aorta abdominal, la irrigación a la pelvis proviene de las arterias iliacas internas. Las arterias iliacas internas, o hipogástricas, se dividenen ramas anterior y posterior. Esta última se separa en ramas lum- bar y glútea. Desde la división anterior de las arterias hipogástricas nacen las arterias obturadora, uterina, pudenda, rectal media, junto con las vesi- cales superior y media. Los nervios que se encuentran en la pelvis son el ciático, obturador y crural (femoral) (véase fig. 41-4). Las fibras simpáticas cursan junto con las arterias principales y las parasimpáticas provienen de los plexos pélvicos superior e inferior. Los ureteros entran a la pelvis a su cruce con la parte distal de las arterias iliacas primitivas, luego siguen en sentido inferior a las arterias y venas ováricas, hasta cruzar bajo las arterias uterinas, justo al lado del cuello uterino. Después de viajar al cuello uteri- no, los ureteros se desvían en sentido inferior y medial sobre la superficie anterior de la vagina antes de entrar a la base de la vejiga. Plexo hipogástrico Nervio obturador Plexo vesicalPlexo uterovaginal Plexo rectal Plexo pélvico izquierdo Plexo sacro Ganglio simpático Figura 41-4. Inervación de la pelvis femenina. Vejiga Útero Ligamento redondo Arteria y vena iliacas externas Trompa de Falopio Vasos ováricos Ligamento ovárico Ligamento ancho Ligamento uterosacro Colon sigmoide Uretero Ovario Figura 41-5. Anatomía pélvica interna, vista desde arriba. Espacio prevesical Espacio paravesical Espacio vesicovaginal Ligamento vesicouterino Ligamento cardinal Ligamento uterosacro Espacio retrovaginal Espacio retrorrectal Sacro Recto Espacio pararrectal Fascia cervicouterina Cuello uterino Fascia vesical Vejiga Ligamento pubovesical Figura 41-6. Espacios avasculares de la pelvis femenina. 41Brunicardi(1475-1514).indd 147941Brunicardi(1475-1514).indd 1479 15/7/10 11:37:2515/7/10 11:37:25 1480 C A PÍTU LO 41 G inecología Aspecto Elementos a explorar Aspectos relacionados Antecedentes menstruales Edad a la menarca, menopausia Patrón de sangrado, hemorragia posmenopáusica, manchado entre periodos Cualquier medicamento (cumarínicos, heparina, aspirina, herbales, otros) en los antecedentes personales o familiares que pudieran prolongar el tiempo de sangrado Identifica patrones anormales relacionados con causas endocrinas, estructurales, infecciosas u oncológicas Antecedentes obstétricos Número de embarazos, fechas, tipo de partos, pérdida de embarazos, abortos, complicaciones Identifica embarazo predisponente para enfermedad trofoblástica gestacional, posibles complicaciones quirúrgicas Enfermedades infecciosas Enfermedades de transmisión sexual y tratamiento; pruebas para éstas También es necesario explorar antecedente de otras enfermedades GI que pudieran simular enfermedades de transmisión sexual (enfermedad de Crohn, diverticulitis) Antecedente de anticonceptivos Anticoncepción vigente, si es adecuado, uso previo, tipo y duración Embarazo concurrente con el procedimiento o complicaciones de anticonceptivos Detección citológica Frecuencia, resultados (Papanicolaou normal, anormal previo), cualquier cirugía o diagnósticos previos, prueba para virus del papiloma humano Los intervalos prolongados aumentan el riesgo de cáncer cervicouterino. Relaciones con cánceres anal, vaginal, vulvar Cirugía ginecológica previa Tipo (laparoscopia, vaginal, abdominal); diagnóstico (¿endometriosis, quistes ováricos, absceso tuboovárico?); patología actual, si es posible Valorar datos actuales con los previos (p. ej., patología de células de la granulosa, ¿recurre ahora?) Antecedentes de dolor Sitio, localización, relación (con la micción, con la menstruación, ¿con el coito, al inicio o a la penetración profunda?, ¿con evacuación intestinal?) ¿Se irradia? Valora la relación con otros sistemas orgánicos y el compromiso potencial de éstos con el proceso. Ejemplos frecuentes que se presentan con dolor pélvico, cálculo ureteral, endometriosis con compromiso intestinal, etcétera DIAGNÓSTICO Elementos del interrogatorio ginecológico Un interrogatorio completo es parte esencial de cualquier valoración (cua- dro 41-1). Muchas enfermedades ginecológicas pueden presentarse con varios síntomas constitucionales, aparecen después de otros trastornos o se relacionan con medicamentos. La anamnesis completa debe prestar aten- ción especial a los antecedentes familiares, manifestaciones de órganos y sistemas, incluidos mamas, sistema digestivo y urinario, además de un in- terrogatorio cuidadoso sobre antecedentes anestésicos y quirúrgicos. Los elementos clave de un interrogatorio ginecológico incluyen lo siguiente: • Edad al momento de la menarca y menopausia • Estado menstrual actual y anterior • Antecedentes obstétricos • Antecedente de exámenes pélvicos, incluidos resultados de frotis cer- vicouterino • Antecedente de infecciones pélvicas y estado de VIH, si está indicado • Operaciones ginecológicas previas Exploración ginecológica Muchas mujeres recurren a su ginecólogo como su médico de atención primaria. Cuando esto sucede es necesario un interrogatorio médico y quirúrgico completo, y además del examen pélvico, la exploración adicio- nal mínima debe incluir revisión tiroidea, mamaria, cardiaca y pulmonar. El examen pélvico comienza con una exploración abdominal completa. La valoración de ganglios inguinales se realiza antes de colocar las piernas de la paciente en posición de litotomía dorsal (sobre los estribos). Es indis- pensable tener una fuente de luz enfocada y flexible, y se necesitan instru- mentos vaginales, como espéculos de distintos tamaños y formas, incluso los pediátricos (Graves y Pederson) para asegurar la valoración completa y cómoda de los rasgos anatómicos de la paciente. Se inspeccionan los genitales externos, hay que notar la distribución de vello púbico; color y contorno de la piel; glándulas de Bartholin y Skene, y área perianal. Se documentan las anormalidades trazándose un mapa con mediciones de las anormalidades. Se introduce un espéculo tibio lubrica- do en la vagina abriéndolo con suavidad para identificar el cuerpo uterino, si existe, o el vértice vaginal si no es así. Si hay preocupación sobre la pre- sencia de una lesión maligna se realiza la valoración digital cuidadosa de cualquier tumoración vaginal y su localización, antes de colocar el espécu- lo para no causar una abrasión a alguna lesión vascular que produzca he- morragia. Luego, el espéculo se introduce justo antes de llegar a la tumo- ración para visualizar el área directamente antes de avanzar. El examen no complicado con espéculo incluye exploración de las paredes vaginales la- terales, valoración de la secreción, incluido el cultivo en caso necesario, y recolección de una muestra citológica del cuello uterino. La citología cer- vical se realiza con un cepillo que se coloca en el orificio cervical, el cepillo se rota y luego se coloca en un medio líquido, o se extiende y fija sobre un portaobjetos, según los métodos de valoración que se usen. Se practica una exploración bimanual mediante la colocación de dos dedos en el conducto vaginal, puede usarse un dedo si la paciente recibió radiación y hay estenosis, o si existe el antecedente de quimioterapia u otro tratamiento que cause atrofia vaginal (fig. 41-8). Se valoran con cuidado y en forma secuencial el tamaño y la forma del útero, para lo cual se mueve contra la mano que se mantiene sobre el abdomen; los anexos mediante el barrido suave de la mano abdominal por la parte lateral del útero. La ex- ploración rectovaginal, con un dedo en la vagina y uno en la bóveda rectal, se emplea para examinar mejor y definir la localización, forma, fijación y complejidad del útero, anexos, cuello uterino y fondos de saco anterior y posterior. El examen rectovaginal también permite explorar los ligamen- CUADRO 41-1 Elementos clave del interrogatorio ginecológico Figura 41-7. Músculos y vasculatura de la pelvis. Arteria iliaca interna Arteria sacra lateral Arteria glútea superior Arteriaglútea inferior Músculo coccígeo Arteria pudenda interna Arteria uterina Arteria rectal media Músculo obturador interno Arteria obturadora Arteria vesical superior Arteria iliaca externa Arteria iliaca primitiva 41Brunicardi(1475-1514).indd 148041Brunicardi(1475-1514).indd 1480 15/7/10 11:37:2915/7/10 11:37:29 1481 C A PÍTU LO 41 G inecología tos uterosacros desde la parte posterior del útero, con un barrido lateral hacia el dedo que está en el recto, hasta el sacro. Es crucial que la valoración preoperatoria incluya una exploración físi- ca general. Esto es muy importante ante la posibilidad de diagnósticos oncológicos o problemas infecciosos para asegurar que la operación pro- puesta es segura y apropiada. Los aspectos que deben considerarse inclu- yen complicaciones como sitios de cáncer metastásico o infección; hemo- rragia relacionada o problemas de coagulación (o antecedentes); exposición a fármacos; alergias, y uso actual de fármacos. Procedimientos de detección Citología cervicouterina Los lineamientos actuales para citología cervicouterina recomiendan la valoración anual para todas las mujeres con actividad sexual hasta los 30 años de edad. Después de esa edad, la citología puede extenderse a cada dos o tres años, si los resultados permanecen negativos y si la prueba para los tipos de alto riesgo del virus del papiloma humano (HPV) es negativa. Esto puede hacerse con técnicas líquidas o con la técnica más antigua de frotis, aunque hay que reconocer que la tendencia es hacia las técnicas lí- quidas como las aceptadas, ya que permiten la prueba refleja de los subti- pos de alto riesgo del HPV. El alcance de este capítulo no incluye la des- cripción detallada de los complejos patrones que varían por edad y por antecedentes para el seguimiento de los hallazgos citológicos anormales. Éstos deben considerarse antes de planear cualquier intervención quirúr- gica del cuello uterino, aparte de las diagnósticas. La figura 41-9 detalla la estrategia diagnóstica para los resultados anormales del Papanicolaou. Prueba para detectar virus del papiloma humano Si se usa la citología en base líquida, la prueba para los tipos de alto riesgo de HPV puede hacerse con la misma muestra recolectada para la citología cervicouterina.2 La prueba de HPV es útil para clasificar los resultados citológicos con células atípicas de importancia indeterminada y derivar hacia la colposcopia o la observación en pacientes después de la adoles- cencia. Casi la mitad de los casos con células atípicas de importancia inde- terminada tiene resultados positivos para los subtipos de HPV de alto riesgo y requiere colposcopia; los casos con resultados negativos pueden vigilarse de manera habitual con citología cervicouterina. En especial, la prueba para HPV está indicada para planear los intervalos de detección cervicouterina después de los 30 años de edad. Si en estas pacientes se combina la prueba de HPV con citología y ambos resultados son negati- vos, los intervalos de detección pueden aumentarse a cada tres años. Las pacientes con lesiones intraepiteliales escamosas de grado bajo tienen una alta probabilidad de un resultado positivo en la prueba, por lo que la prue- ba para los subtipos de HPV de alto riesgo no es rentable para la clasifica- ción, todas deben enviarse a colposcopia. Flujo vaginal y cultivos Véase Infecciones del aparato genital inferior, en la página siguiente. Prueba para gonadotropina coriónica humana β Las pruebas urinarias cuantitativas de embarazo para gonadotropina co- riónica humana β (hCG-β) son el estándar antes de cualquier interven- ción quirúrgica en una mujer en edad reproductiva y con capacidad para concebir, sin importar el uso de anticonceptivos. Además, la prueba para hCG-β sérica es adecuada para valorar la sospecha de embarazo ec- tópico, enfermedad trofoblásticas gestacional (GTD, gestational tropho- blastic disease) o una tumoración ovárica en una mujer joven. En el caso del embarazo ectópico, se requieren cuantificaciones periódicas cuando no es posible identificar un embarazo en la cavidad uterina. Como regla general, debe haber al menos un aumento de 66% en la concentración de hCG-β en 48 h cuando existe un embarazo intrauterino viable. Procedimientos diagnósticos frecuentes en el consultorio Biopsia vulvar Debe practicarse biopsia de cualquier lesión anormal, incluidos cambios de color, lesiones elevadas o ulceraciones. Luego de infiltrar un anestésico local de acción prolongada, se realiza una biopsia en sacabocado apropia- da para la lesión. La pieza se eleva con pinzas de Adson y se corta en su base con tijeras para iris. Biopsia vaginal Esta biopsia sigue los mismos principios de la biopsia vulvar, pero a menudo es difícil de realizar por el ángulo de la lesión. Después de inyectar anestési- co local, se tira de la lesión con pinzas de Allis y se hace la resección directa de la lesión con tijeras de Metzenbaum o un instrumento para biopsia cer- vicouterina (Schubert, Kevorkian, etc.) para obtener una biopsia adecuada. La lidocaína tópica al 4% para biopsia cervical puede ser adecuada para las múltiples biopsias cervicales que pueden hacerse sin un tenáculo. Es indispensable mantener las pinzas para biopsia cervical afiladas para tener éxito. Puede practicarse un procedimiento de escisión con asa elec- troquirúrgica (LEEP, loop electrosurgical excision procedure) si la lesión es más extensa o vascular y permite el uso de punta esférica para cauterizar. La cauterización de todas las lesiones mencionadas puede hacerse con nitrato de plata, con solución de Monsel o con cauterización ultrasónica directa, según se requiera. Si no es adecuado, la sutura debe ser suficiente para lograr la hemostasia. Biopsia endometrial Debe obtenerse una muestra endometrial antes de una histerectomía pla- neada, si existe antecedente de hemorragia anormal, que se define como la que se presenta entre los periodos, manchado distinto al de la mitad del ciclo, sangrado profuso, sangrado frecuente o hemorragia posmenopáusi- ca. En las pacientes con posibilidad de embarazo debe hacerse una prueba de embarazo antes del procedimiento. Puede aplicarse lidocaína al 4% bajo visualización directa en la parte anterior del cuello uterino, donde podría colocarse el tenáculo, y luego en el conducto cervical con un apli- cador de punta de algodón. Se inserta una cánula de Pipelle después de limpiar el cuello uterino y valorar la profundidad; se sujeta el cuello uteri- no con un tenáculo si éste es demasiado móvil o si el útero está demasiado flexionado. La muestra se obtiene al jalar el extremo central, lo que crea cierta succión ligera dentro de la cavidad uterina, mientras se mueve la cá- nula dentro de la cavidad para tener acceso a todos los lados.3 Si la muestra original no es adecuada, pueden hacerse pasos adicionales. Valoración en busca de fístulas Los procedimientos de consultorio frecuentes para buscar fístulas vesico- vaginales incluyen la colocación de un tampón vaginal antes del procedi- miento; luego se introduce leche estéril o un colorante estéril en la vejiga a través de un catéter transuretral. La mejor forma de valorar la sospecha de una fístula ureteral es con imágenes radiológicas y cuando se confirma, la inyección intravenosa (IV) de colorante permite la visualización directa, si el sitio no es evidente. La fístula rectal puede identificarse en forma simi- lar, con una sonda de Foley grande colocada en la parte distal del recto a través de la cual puede inyectarse colorante, o con el uso de una lechada Figura 41-8. Palpación bimanual abdominovaginal del útero. 41Brunicardi(1475-1514).indd 148141Brunicardi(1475-1514).indd 1481 15/7/10 11:37:3015/7/10 11:37:30 1482 C A PÍTU LO 41 G inecología oral de carbón y exploración programada. Las zonas frecuentes donde se forman las fístulas son el vértice vaginal, el sitio de una incisión quirúrgica o alrededor del sitio de una episiotomíaprevia o reparación perineal des- pués de un parto vaginal. INFECCIONES GINECOLÓGICAS Infecciones del aparato genital inferior Los síntomas vulvovaginales son muy frecuentes, generan más de 10 millo- nes de visitas al médico cada año en Estados Unidos. Las causas de moles- tias vaginales a menudo son de origen infeccioso, pero incluyen diversas causas no infecciosas, como sustancias químicas o irritantes, deficiencia hormonal, cuerpos extraños, enfermedades sistémicas y neoplasias malig- nas. Los síntomas a menudo son inespecíficos e incluyen flujo vaginal anormal, prurito, irritación, ardor, olor, dispareunia, hemorragia y úlceras. Cultivos Los dos cultivos más importantes de los flujos vaginales son para gonorrea y clamidia. La secreción purulenta del cuello uterino siempre debe generar sospechas de estas infecciones, incluso en ausencia de dolor pélvico u *No en adolescentes Frotis de Papanicolaou *ASCUS *LGSIL AGCHGSIL HPV Pap a los 6 y 12 meses Colposcopia Colposcopia Colposcopia ColposcopiaColposcopia Colposcopia Colposcopia Colposcopia Negativo NegativoNegativo Positivo ≥ASCUS Pap a los 12 meses Seguimiento habitual ASCUS o LGSIL, <20 años de edad Pap a 12 meses <HGSIL ≥HGSIL Pap a 12 meses Seguimiento habitual ≥ASCUS Figura 41-9. Estrategia diagnóstica para displasia cervicouterina. AGC, células glandulares atípicas; ASCUS, células atípicas de importancia indeterminada; HGSIL, lesión intraepitelial escamosa de grado alto; HPV, virus del papiloma humano; LGSIL, lesión intraepitelial escamosa de grado bajo; Pap, Papanicolaou. 41Brunicardi(1475-1514).indd 148241Brunicardi(1475-1514).indd 1482 15/7/10 11:37:3015/7/10 11:37:30 1483 C A PÍTU LO 41 G inecología Vaginosis bacteriana Candidosis vulvovaginal Tricomonosis Patógeno Organismos anaerobios Candida albicans Trichomonas vaginalis % de vaginitis 40 30 20 pH >4.5 <4.5 >4.5 Signos y síntomas Secreción fétida, adherente Flujo blanco, eritema vulvar, prurito, dispa- reunia Secreción purulenta fétida, eritema vulvova- ginal, dispareunia Preparación húmeda Células granulosas de vaginosis Seudohifas o levaduras con gemación en 40% de los casos Tricomonas móviles Preparación con KOH Seudohifas o levaduras en gemación en 70% de los casos Prueba de amina + – – Tratamiento Metronidazol 500 mg c/12 h × 7 días o 2 g en dosis única, crema vaginal de metroni- dazol o clindamicina Fluconazol oral, 150 mg en dosis única, pre- paraciones antimicóticas vaginales Metronidazol 2 g en dosis única y trata- miento de la pareja +, positivo; −, negativo; KOH, hidróxido de potasio. otros signos. Para realizar estos cultivos, primero se eliminan la secreción ectocervical o la sangre, luego se realiza un barrido endocervical con un aplicador estéril que se coloca en un medio de transporte para su cultivo ulterior en medio de Thayer-Martin, para prueba de inmunosorbencia li- gada a enzimas o prueba de anticuerpo fluorescente directa. Vaginitis La secreción vaginal normal es blanca o transparente, espesa y casi inodora. Aumenta durante el embarazo, con el uso de anticonceptivos con estrógeno y progesterona o a mitad del ciclo, alrededor del momento de la ovulación. Las quejas de olor fétido y secreción vaginal anormal siempre deben inves- tigarse. La candidosis, vaginosis bacteriana (BV) y tricomonosis represen- tan 90% de las causas de vaginitis (cuadro 41-2). El estudio inicial incluye examen pélvico, prueba de pH vaginal, examen microscópico y, con menor frecuencia, cultivos vulvovaginal y cervical.4 El pH de la secreción vaginal normal es 3.8 a 4.4, que es inadecuado para el crecimiento de patógenos. El pH de 4.9 o más es indicativo de infección por bacterias o protozoarios. El pH vaginal se mide con una tira para pH que se moja el flujo vaginal obtenido con el espéculo. Para el estudio microscópico se hacen preparacio- nes húmeda y con hidróxido de potasio (KOH), para lo cual se agrega solu- ción salina normal o solución de KOH al 10% a una muestra de la secreción. El examen microscópico de la preparación húmeda puede revelar tricomo- nas móviles, indicativas de tricomonosis, o las células granulosas patogno- mónicas de la BV. El KOH destruye el material celular y permite al médico apreciar la presencia de micelios característicos de la candidosis. Es adecua- do el tratamiento de la infección vaginal antes de una intervención quirúr- gica anticipada, sobre todo en caso de BV, que se relaciona con mayor riesgo de infecciones del manguito vaginal. La figura 41-10 resume la estrategia diagnóstica y terapéutica para las causas frecuentes de vulvovaginitis. Secreción vaginal y/o prurito Entrevista Exploración Preparaciones húmeda y con KOH pH vaginal Vaginosis bacteriana Metronidazol o clindamicina Candidosis Antimicóticos Tricomonosis pH <4.5 Hifas Levaduras en gemación pH >4.5 Tricomonas pH >4.5 Células granulosas de vaginosis Prueba de olfateo positiva Úlceras Lesiones pruriginosas Atrofia vaginal Vaginitis atrófica Estrógeno tópico Biopsia Metronidazol oral Figura 41-10. Algoritmo terapéutico para vulvovaginitis. KOH, hidróxido de potasio. CUADRO 41-2 Características de las causas frecuentes de vaginitis 41Brunicardi(1475-1514).indd 148341Brunicardi(1475-1514).indd 1483 15/7/10 11:37:3015/7/10 11:37:30 1484 C A PÍTU LO 41 G inecología Herpes Sífilis Chancroide Linfogranuloma venéreo Granuloma inguinal (donovanosis) Patógeno HSV tipo II y menos a menudo, HSV tipo I Treponema pallidum Haemophilus ducreyi Chlamydia trachomatis L1-L3 Calymmatobacterium granulomatis Periodo de incubación 2 a 7 días Casi siempre, 2 a 4 semanas (intervalo 1 a 12 semanas) 1 a 14 días 3 días a 6 semanas 1 a 4 semanas (hasta seis meses) Lesión primaria Vesícula Pápula Pápula o pústula Pápula, pústula o vesícula Pápula Número de lesiones Múltiples, pueden confluir Casi siempre una Casi siempre múltiples, pueden confluir Casi siempre una Variable Diámetro (mm) 1 a 2 5 a 15 2 a 20 2 a 10 Variable Bordes Eritematosos Bien delimitados, elevados, redondos, ovales Socavados, deshilachados, irregulares Elevados, redondos y ovales Elevados, irregulares Profundidad Superficial Superficial o profunda Excavada Superficial o profunda Elevada Base Serosa, eritematosa Lisa, no purulenta Purulenta Variable Roja y áspera (carnosa) Induración Ninguna Firme Blanda A veces firme Firme Dolor Frecuente Inusual Casi siempre muy sensible Variable Infrecuente Linfadenopatía Firme, sensible, a menudo bilateral Firme, insensible, bilateral Sensible, puede supurar, casi siempre unilateral Sensible, puede supurar, loculada, casi siempre unilateral Seudoadenopatía Tratamiento Aciclovir, 400 mg VO c/8 h × 7 a 10 días para infección primaria y 400 mg VO c/8 h × 5 días para tratamiento episódico Primaria, secundaria y latente temprana (<1 año): PCN-G benzatínica 2.4 millones U IM × 1 Latente tardía (>1 año) y latente de duración desconocida: PCN-G benzatínica 2.4 millones U IM c/semana × 3 Azitromicina 1 g VO o cef- triaxona 250 mg IM × 1 O Ciprofloxacina 500 mg VO c/12 h × 3 días O Eritromicina base 500 mg VO c/8 h × 7 días Doxiciclina 100 mg VO c/12 h × 21 días O Eritromicina base 500 mg VO c/6 h × 21 días Doxiciclina 100 mg VO c/12 h × 3 semanas hasta que curen todas las lesiones Supresión Aciclovir 400 mg VO c/12 h para aquellos con brotes frecuentes — — — — HSV, virus del herpes simple; PCN-G, penicilina. Fuente: adaptado a partir de Stenchever M, Droegemueller W, Herbst A, et al. Comprehensive Gynecology, 4th ed. St. Louis: Mosby, 2001. Vaginosis bacteriana La BV es la causa más frecuente de secreción vaginal, representa 50% de los casos. Se debe al descenso en la concentración de los lactobacilos que dominan en condiciones normales y al aumento en la concentración de microorganismos anaerobios, como Gardnerella vaginalis, Mycoplasma hominis, Bacteroides spp y otros.5,6 El cuadro 41-2 muestra la formade presentación, síntomas, causa, diagnóstico e intervenciones. El diagnósti- co se hace por estudio microscópico e implica la identificación de células granulosas de la vaginosis, que son células epiteliales cubiertas con bacte- rias adheridas que obliteran sus márgenes. Por lo general, la secreción tie- ne un olor fétido cuando se agrega KOH (prueba de amina o de olfateo). Candidosis vulvovaginal La candidosis vulvovaginal es la causa más frecuente de prurito vulvar. Casi siempre se debe a Candida albicans y a veces a otras especies de Can- dida. Es frecuente en el embarazo, en diabéticas, en pacientes que toman antibióticos y en pacientes inmunodeprimidas. Setenta y cinco por ciento de las mujeres presentará un episodio, 40 a 50% tendrá dos o más. El diag- nóstico se confirma por observación de seudohifas o levaduras en el estu- dio microscópico. Trichomonas vaginalis Trichomonas vaginalis causa una infección vaginal, sobre todo, pero la se- creción copiosa produce vulvitis secundaria. El diagnóstico se establece en una preparación húmeda con solución salina en la que se demuestran los protozoarios móviles. Síndromes de úlceras genitales La frecuencia de las causas infecciosas de úlceras genitales varía según la localización geográfica. En Estados Unidos, las causas más frecuentes de úlceras genitales transmitidas por contacto sexual en adultos jóvenes, en orden de prevalencia, son: virus del herpes simple (HSV), sífilis y chan- croide.7 Otras causas infecciosas de las úlceras genitales incluyen linfo- granuloma venéreo y granuloma inguinal. Las causas no infecciosas inclu- yen enfermedad de Behçet, neoplasias y traumatismo. Para establecer un diagnóstico es necesario conocer las características de los síndromes con úlceras genitales y mantener un método racional para valorar a las pacien- tes a fin de guiar el tratamiento al momento del encuentro inicial (cuadro 41-3). Para confirmar el diagnóstico establecido es necesario usar las pruebas diagnósticas.8 Herpes genital El herpes es una enfermedad de transmisión sexual recurrente e incurable que alcanzó proporciones epidémicas. Al menos una de cada cinco perso- nas ha tenido herpes genital en Estados Unidos. La infección por herpes simple es muy contagiosa y se debe a HSV-II, con menor frecuencia se produce por HSV-I. La infección primaria es una enfermedad genital y sistémica. Por lo general, las pacientes se presentan con múltiples vesículas dolorosas que confluyen para formar úlceras superficiales que afectan la vulva, vagina y cuello uterino.9 Otros síntomas posibles incluyen disuria, fiebre, malestar, linfadenopatía inguinal sensible y cefaleas. Con menor frecuencia, la infección puede ser subclínica y asintomática. Una vez que la paciente se infecta, tiene tendencias a los brotes a intervalos variables durante toda su vida. Entre los brotes, el virus permanece latente en los ganglios de la raíz dorsal de S2-S4. El herpes genital recurrente es una enfermedad local, casi siempre es menos intensa que la infección primaria y de menor duración. Un rasgo frecuente de la recurrencia es una fase prodrómica de ardor, sensibilidad y prurito vulvares que dura desde pocas horas a unos cuantos días. El diagnóstico se hace por simple inspección de las lesiones, el estudio citológico es útil (frotis de Tzanck) y el cultivo con- firma el diagnóstico. El tratamiento se presenta en el cuadro 41-3; los fár- macos antivíricos alternativos incluyen famciclovir y valaciclovir. El parto vaginal está contraindicado en las embarazadas que se presentan en traba- jo de parto con herpes genital activo. Está indicada la cesárea y el objetivo es prevenir una infección neonatal que podría ser devastadora.10,11 CUADRO 41-3 Características clínicas de los síndromes con úlceras genitales 41Brunicardi(1475-1514).indd 148441Brunicardi(1475-1514).indd 1484 15/7/10 11:37:3015/7/10 11:37:30 1485 C A PÍTU LO 41 G inecología Sífilis La sífilis es una enfermedad crónica y sistémica de transmisión sexual; es la segunda causa más común de úlceras genitales y la produce Treponema pallidum, una espiroqueta anaerobia.12 En Estados Unidos se informaron >36 000 casos de sífilis en 2006, incluidos 9 756 casos de sífilis primaria y secundaria. La incidencia fue mayor en mujeres de 20 a 24 años de edad. Desde el punto de vista clínico, la sífilis se divide en primaria, secundaria, terciaria y congénita. La etapa primaria está marcada por la aparición de una úlcera única (chancro). Por lo general, el chancro es firme, redondo, indoloro, puede acompañarse de adenopatía regional y se desarrolla en el sitio de entrada de la bacteria. Dura tres a seis semanas y cura sin trata- miento. Sin embargo, si no se trata, la infección primaria progresa a sífilis secundaria y al final a la enfermedad terciaria en 30% de los casos, después de una fase latente que casi siempre dura varios años. Durante el embara- zo, la sífilis puede transmitirse al feto; produce manifestaciones diversas del síndrome de sífilis congénita que pueden derivar en hidropesía fetal y muerte fetal intrauterina. El diagnóstico de sífilis suele hacerse por explo- ración física y prueba serológica. Las pruebas no treponémicas inespecífi- cas, como la reagina plasmática rápida y la prueba Venereal Disease Re- search Laboratories se usan para detección, y para la confirmación se usan pruebas treponémicas específicas, como la absorción de anticuerpo trepo- némico con marca fluorescente y la prueba de microhemaglutinación para anticuerpos contra T. pallidum. Chancroide El chancroide es una enfermedad ulcerosa y contagiosa de transmisión sexual que se presentan en la vulva y es causada por Haemophilus ducreyi, pequeños bacilos gramnegativos que muestran alineación paralela en la tinción de Gram (“banco de peces”).13 Después de un corto periodo de incubación, la paciente casi siempre desarrolla múltiples úlceras dolorosas blandas en la vulva, sobre todo en los labios mayores y con menor frecuen- cia en los labios menores o en el área perineal. La úlcera del chancroide tiene bordes irregulares y deshilachados, la base sangra con facilidad y está cubierta con exudado grisáceo. Casi la mitad de las pacientes desarrolla linfadenitis inguinal dolorosa en las primeras dos semanas de la infección sin tratamiento, la cual puede evolucionar a la licuefacción y se presenta como bubones.14 A veces estas lesiones se rompen y drenan pus. El diag- nóstico se hace por tinción de Gram y con menor frecuencia, mediante cultivo. Linfogranuloma venéreo El linfogranuloma venéreo (LVG) es una infección de transmisión sexual del tejido linfático causada por Chlamydia trachomatis serotipos L1, L2 y L3. El LVG es raro en Estados Unidos.15 En su etapa primaria se desarrolla una úlcera genital en el sitio de inoculación después de un periodo de in- cubación de tres a 30 días. La úlcera primaria cura en unos cuantos días sin tratamiento. La fase secundaria del LVG se desarrolla dos a cuatro se- manas más tarde y se desencadena por la diseminación directa a los gan- glios linfáticos inguinales y perirrectales. Estos ganglios linfáticos doloro- sos y crecidos pueden causar el típico “signo de hendidura” inguinal (doble pliegue genitocrural); a veces se forman bubones y se rompen. Sin el trata- miento adecuado, la paciente evoluciona a la tercera etapa, marcada por inflamación y cicatrización extensas. El diagnóstico clínico se confirma con prueba serológica y cultivo. Las complicaciones incluyen elefantiasis genital, así como fístulas y estrechamientos colorrectales. El tratamiento cura la infección y previene el daño continuo del tejido. Los bubones a veces requieren aspiración o incisión y drenaje. Granuloma inguinal El granuloma inguinal o donovanosis es una infección bacteriana ulcero- sa de la vulva y región perianal que se transmite por contacto sexual en la mayoría de los casos. Se produce por la bacteria intracelular gramnegativa Klebsiella granulomatis.Es endémica en algunas áreas tropicales, pero rara vez se ve en Estados Unidos. Después de un periodo de incubación varia- ble, la infección se manifiesta como múltiples nódulos que se ulceran y producen úlceras “en carne viva” cubiertas con tejido de granulación. Es- tas úlceras sangran con facilidad y a veces confluyen, lo que destruye la arquitectura vulvar. El organismo causal es difícil de cultivar y el diagnós- tico requiere visualización de los cuerpos de Donovan en la preparación por aplastamiento de tejido o biopsia. Los cuerpos de Donovan son cúmu- los intracitoplásmicos de bacterias dentro de macrófagos. Molusco contagioso El molusco contagioso es una infección vírica localizada de la piel que casi siempre respeta las palmas y plantas. Puede afectar el área genital, las le- siones casi siempre son pequeñas pápulas brillantes con una depresión central (umbilicadas). El trastorno se autolimita y se resuelve en forma espontánea. Pueden tratarse las lesiones genitales para prevenir la trans- misión sexual. Las opciones terapéuticas incluyen curetaje, crioterapia y ablación con láser. Quistes y abscesos de Bartholin Las glándulas de Bartholin (glándulas vestibulares mayores) se localizan en el orificio vaginal, en las posiciones del 4 y el 8 del reloj, y rara vez son palpables en las mujeres normales. Están recubiertas con epitelio cúbico y secretan material mucoso para mantener la vulva húmeda. Sus conductos están recubiertos con epitelio de transición y su obstrucción por inflama- ción puede conducir al desarrollo de un quiste o absceso de Bartholin. El tamaño de los quistes de Bartholin varía entre 1 y 3 cm; se identifican en la exploración o los detecta la paciente. En ocasiones producen molestia y dispareunia, y requieren tratamiento. Los quistes y conductos pueden in- fectarse, lo que genera abscesos. Las infecciones a menudo son polimicro- bianas, aunque a veces están implicados Neisseria gonorrhoeae y C. tracho- matis que se trasmiten por vía sexual. Por lo general, los abscesos se presentan como tumoraciones con inflamación aguda e hipersensibilidad. El tratamiento consiste en incisión y drenaje, con colocación de un catéter de Word, un pequeño catéter con punta de globo, durante dos a tres sema- nas para permitir la formación y epitelización de un nuevo conducto. Debe iniciarse el tratamiento antibiótico adecuado, que se modifica según los resultados del cultivo. Los quistes o abscesos recurrentes casi siempre se marsupializan, pero a veces ameritan la escisión de toda la glándula. La marsupialización se hace mediante la incisión de la pared del quiste o abs- ceso para luego asegurar su recubrimiento a los bordes cutáneos con pun- tos separados.16 Los quistes o abscesos que no se resuelven después del drenaje y los que ocurren en pacientes >40 años de edad se someten a biopsia para descartar malignidad. Condilomas vulvares Los condilomas acuminados (verrugas anogenitales) son infecciones víri- cas causadas por HPV.2 La infección genital con HPV es la infección de transmisión sexual más frecuente en Estados Unidos hoy en día. Se calcu- la que en la actualidad cerca de 1% de los adultos con actividad sexual tiene verrugas genitales. Hay más de 100 tipos diferentes de HPV y difie- ren según el tipo de epitelio que infectan. Más de 30 tipos infectan el epi- telio anogenital, incluido el cuello uterino, vagina, vulva, uretra, recto y ano. Se dividen en tipos de bajo y alto riesgo. HPV 6 y 11 son los tipos de bajo riesgo más frecuentes y están implicados en 90% de los casos de ve- rrugas genitales.17 Los tipos de alto riesgo pueden encontrarse relaciona- dos con cánceres invasivos. Las verrugas genitales son color piel o rosas, varían desde pápulas lisas y aplanadas a lesiones verrugosas papiliformes. Las lesiones pueden ser únicas o múltiples y extensas. El diagnóstico se hace por inspección simple y debe confirmarse con biopsia, ya que los cánceres verrugosos y los vul- vares de otro tipo pueden confundirse con condilomas.18 Las modalidades terapéuticas varían desde ungüentos aplicados por la paciente, fármacos aplicados por el médico, procedimientos realizados en el consultorio e in- cluso cirugía ambulatoria. Una opción es prescribir imiquimod al 5% en crema para aplicarla una vez al acostarse y lavar por la mañana, tres veces a la semana, hasta por 16 semanas. El ácido tricloroacético es un agente cáustico que se utiliza a menudo para aplicar en el consultorio y puede repetirse cada semana según sea necesario. Las modalidades quirúrgicas incluyen crioterapia, ablación con láser, cauterización y escisión quirúrgi- ca, según la gravedad y la extensión de las lesiones. Infecciones del aparato genital superior La enfermedad pélvica inflamatoria (PID, pelvic inflammatory disease) es una infección de los órganos genitales superiores que afecta al útero, trom- 41Brunicardi(1475-1514).indd 148541Brunicardi(1475-1514).indd 1485 15/7/10 11:37:3015/7/10 11:37:30 1486 C A PÍTU LO 41 G inecología Tratamientos por vía oral Ceftriaxona 250 mg IM en dosis única Más Doxiciclina 100 mg VO c/12 h × 14 días Con o sin Metronidazol 500 mg VO c/12 h × 14 días o Cefoxitina 2 g IM en dosis única y probenecid 1 g VO aplicado al mismo tiempo en dosis única Más Doxiciclina 100 mg VO c/12 h × 14 días Con o sin Metronidazol 500 mg VO c/12 h × 14 días u Otra cefalosporina parenteral de tercera generación (p. ej., ceftizoxima o cefotaxima) Más Doxiciclina 100 mg VO c/12 h × 14 días Con o sin Metronidazol 500 mg VO c/12 h × 14 días Tratamientos parenterales Tratamiento recomendado A Cefotetán 2 g IV c/12 h o Cefoxitina 2 g IV c/6 h Más Doxiciclina 100 mg oral o IV c/12 h Tratamiento recomendado B Clindamicina 900 mg IV c/8 h Más Gentamicina, dosis de impregnación IV o IM (2 mg/kg de peso corporal), seguida de dosis de mantenimiento (1.5 mg/kg) c/8 h. Puede cambiarse por administración una vez al día Tratamiento parenteral alternativo Ampicilina/sulbactam 3 g IV c/6 h Más Doxiciclina 100 mg oral o IV c/12 h pas de Falopio y ovarios, por lo que causa endometritis, salpingitis y oofo- ritis. Con frecuencia afecta órganos pélvicos contiguos, provoca peritoni- tis, abscesos tuboováricos y, en ocasiones, perihepatitis (síndrome de Fitz-Hugh-Curtis). Las secuelas a largo plazo incluyen infertilidad, dolor pélvico crónico y mayor riesgo de embarazo ectópico.19,20 Por lo general, la PID es una infección ascendente de transmisión sexual causada por N. gonorrhoeae y/o C. trachomatis, pero se han implicado muchos otros orga- nismos, incluida la flora vaginal normal. Es muy recomendable la detec- ción de infección concurrente por VIH. Con menor frecuencia, la PID puede ser resultado de la extensión de otras infecciones pélvicas y abdomi- nales, como apendicitis y diverticulitis, o puede desencadenarse por un procedimiento médico, como histerosalpingografía, biopsia endometrial o dilatación y curetaje. Los factores de riesgo para PID incluyen edad <25 años, corta edad al momento del primer coito, falta de uso de anticonceptivos de barrera, epi- sodio previo de PID, otras enfermedades de transmisión sexual y parejas sexuales nuevas o múltiples. A veces es difícil establecer el diagnóstico porque el cuadro clínico puede ser muy diverso. El diagnóstico diferencial incluye apendicitis, colecistitis, enfermedad intestinal inflamatoria, pielo- nefritis, nefrolitiasis, embarazo ectópico y torsión ovárica.19,20 Los sínto- mas frecuentes incluyen fiebre, náusea y vómito, dolor en la parte inferior del abdomen y flujo vaginal purulento. El diagnóstico clínico se hace con la tríada de dolor a la palpación en la parte inferior del abdomen, sensi- bilidad al movimiento del cuello uterino y sensibilidad de los anexos, y puede confirmarse con cultivos cervicovaginales, ecografía transvaginal (TVUS, transvaginal ultrasonography), tomografía computadorizada (CT) y laparoscopia. La ecografía transvaginal revela trompas de Falopio engro-sadas y llenas con líquido, con o sin líquido libre en la pelvis; los hallazgos en la laparoscopia incluyen exudados y trompas inflamadas eritematosas. Los criterios para hospitalización y antibióticos IV incluyen (cuadro 41-4):7,21,22 • Embarazo • Enfermedad febril • Dolor intenso • Intolerancia a la vía oral por náusea y vómito • Peritonitis y signos peritoneales • Falta de cumplimiento con los fármacos • Falta de respuesta a los fármacos por vía oral • Absceso pélvico o tuboovárico La intervención quirúrgica se vuelve necesaria cuando el tratamiento médico de un absceso tuboovárico falla o éste se rompe. La rotura de un absceso tuboovárico es una emergencia quirúrgica con alto índice de mor- talidad si no se reconoce y trata pronto. Además del tratamiento del estado de choque séptico, el procedimiento de elección es la histerectomía abdo- minal y la salpingooforectomía bilateral. Sin embargo, debe considerarse el tratamiento conservador en pacientes jóvenes que desean conservar la fertilidad. El abdomen debe explorarse en busca de abscesos metastásicos y hay que poner atención especial a la seguridad del intestino, vejiga y los ureteros por la friabilidad del tejido infectado y las adherencias que a me- nudo se encuentran al momento de la intervención. Se recomienda la co- locación de un drenaje intraperitoneal y el cierre en masa del peritoneo, músculo y fascia con sutura de absorción lenta o permanente. Se evita ce- rrar la piel y el tejido subcutáneo en pacientes que tienen presencia franca de pus y se recomienda el cierre primario tardío o cierre de segunda inten- ción por el alto índice de infecciones de herida en estas pacientes. Cuando es posible, puede intentarse la cirugía conservadora por laparoscopia, la cual implica salpingooforectomía unilateral o drenaje del absceso e irriga- ción libre del abdomen y pelvis. TRASTORNOS QUIRÚRGICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA Muchas mujeres se someten a procedimientos diagnósticos invasivos para diagnóstico prenatal. Entre 0.2 y 2.2% de las embarazadas requerirá ciru- gía por problemas relacionados o no relacionados con el embarazo.23-26 Otro 25 a 30% se somete a operación cesárea,27 lo que aumenta los riesgos de histerectomía de emergencia relacionada o subsiguiente a embarazos futuros. Aunque estos procedimientos casi siempre están a cargo de obste- tras y ginecólogos, a veces se consulta al cirujano general para asistir en aspectos posoperatorios o intraoperatorios. Deben tenerse presentes los cambios fisiológicos causados por el embarazo (cuadro 41-5).23 El traumatismo en la paciente obstétrica requiere estabilización de la madre, pero es necesario considerar el compartimiento fetal. La circula- ción y oxigenación maternas óptimas son importantes y cuando sea facti- ble, debe mantenerse una inclinación lateral izquierda para mejorar el re- torno venoso, ya que el útero grávido a menudo impide el flujo sanguíneo al lado derecho del corazón por la presión directa sobre la vena cava. Va- rios factores de coagulación aumentan durante el embarazo, lo que au- menta la probabilidad de fenómenos tromboembólicos, aunque también da al cirujano que no considera este aspecto la falsa seguridad cuando se observan niveles normales bajos durante los esfuerzos de reanimación. Procedimientos realizados antes de la viabilidad Amniocentesis/muestreo de vellosidades coriónicas El diagnóstico genético prenatal casi siempre requiere la obtención de te- jido o células fetales. Aunque en este momento se valoran las nuevas téc- nicas que usan sangre materna, los métodos usuales para obtener material genético fetal son la amniocentesis y el muestreo de vellosidades corióni- cas. Este último casi siempre se realiza entre las 10 y 12 semanas de gesta- ción con asistencia ecográfica para guiar un catéter flexible a través del cuello uterino hacia el tejido trofoblástico que rodea al saco gestacional. La CUADRO 41-4 Tratamiento recomendado por los Centers for Disease Control and Prevention para la enfermedad pélvica inflamatoria (2007) 41Brunicardi(1475-1514).indd 148641Brunicardi(1475-1514).indd 1486 15/7/10 11:37:3115/7/10 11:37:31 1487 C A PÍTU LO 41 G inecología Cambios cardiovasculares Aumento del gasto cardiaco Aumento del volumen sanguíneo Descenso de la resistencia vascular sistémica Descenso del retorno venoso de las extremidades inferiores Cambios respiratorios Aumento de la ventilación por minuto Disminución de la capacidad residual funcional Cambios gastrointestinales Disminución de la motilidad gástrica Retraso del vaciamiento gástrico Cambios en la coagulación Aumento de los factores de la coagulación (II, V, VII, VIII, IX, X y XII) Aumento de fibrinógeno Mayor riesgo de tromboembolia venosa Cambios renales Aumento del flujo plasmático renal e índice de filtración glomerular Dilatación ureteral Aumento inicial de la capacidad vesical Fuente: adaptado con autorización a partir de Gabbe S, Niebyl J, Simpson J: Obstetrics: Nor- mal and Problem Pregnancies, 4th ed. Philadelphia: Churchill Livingstone, 2001, Chap. 19, p 608. Copyright © Elsevier. amniocentesis se realiza después de las 13 semanas de gestación; se intro- duce una aguja espinal calibre 22 hasta la cavidad amniótica bajo guía eco- gráfica. Del líquido amniótico pueden aislarse células fetales, además de obtener otros marcadores de anormalidades cromosómicas y defectos del tubo neural. La pérdida del embarazo atribuible a estos procedimientos es cercana al 0.5%. Terminaciones del embarazo Los métodos anticonceptivos modernos son muy efectivos, pero todavía tienen un índice de falla de 0.5 a 5%. Además, hay trastornos fetales in- compatibles con la vida que pueden conducir a la terminación planeada. Aunque el índice de mortalidad general relacionado con la terminación del embarazo en Estados Unidos es alrededor de 1 por cada 100 000 abor- tos inducidos, y se eleva con el avance de la edad gestacional, la tasa de mortalidad materna para el embarazo y parto normales es nueve veces mayor.28 Aunque ya existen opciones no quirúrgicas legales para el emba- razo temprano, el procedimiento más seguro y más frecuente es la dilata- ción cervical con curetaje por aspiración. Después de sujetar el cuello ute- rino con un tenáculo, se dilata de manera forzada con barras de grosor gradual (a veces se usan prostaglandinas complementarias) y se inserta una cánula aspiradora del tamaño adecuado en el útero para eliminar los productos de la concepción. En caso necesario pueden usarse pinzas adi- cionales. Las complicaciones más frecuentes son infecciones, hemorragia por atonía uterina, laceraciones cervicales, perforaciones uterinas y lesión intestinal inadvertida con la cánula de aspirado o las pinzas. Cerclaje Un cerclaje cervical mejora los resultados de embarazos en algunas pacien- tes consideradas con incompetencia cervical. Se han descrito las técnicas de Shirodkar y McDonald;29,30 ambas implican la colocación transvagi- nal de sutura no absorbible en la unión uterocervical para alargar y cerrar el cuello uterino. Para una paciente con acortamiento grave o con ausen- cia de cuello uterino, una laparotomía permite el acceso a la porción abdo- minal del segmento uterino inferior para hacer un cerclaje abdominal. Embarazos ectópicos Los embarazos extrauterinos pueden localizarse en las trompas de Falopio y en los ovarios. Raras veces hay implantación primaria en otros órganos abdominales, o implantación secundaria después de la rotura tubaria o uterina. Antes, los embarazos ectópicos se acompañaban de una elevada tasa de mortalidad; el diagnóstico temprano es la clave para minimizar la morbilidad y mortalidad maternas. Las pruebas sensibles para hCG-β y las mejorías en la tecnología ecográfica permiten la visualización poten- cial de embarazos en sus primeros meses. Los embarazos ectópicos en su inicio pueden tratarse con metotrexato. El embarazo ectópico avanzado y las pacientes con signos vitales inestablesse tratan con laparoscopia o la- parotomía. La salpingostomía lineal a lo largo del borde antimesentérico con extracción de los productos de la concepción es una opción razonable, a menos que la trompa de Falopio ya se haya roto y exista un hemoperito- neo considerable, en cuyo caso debe extirparse la trompa de Falopio. Procedimientos realizados después de la viabilidad Laceraciones obstétricas y reparación El diámetro biparietal de un lactante de término es cercano a 10 cm. El hiato medido del introito vaginal de la nulípara mide cerca de 2 cm. Como resultado, al momento del parto vaginal son frecuentes las laceraciones perineales y las episiotomías, aunque éstas son cada vez menos frecuentes. En grado variable, estas laceraciones afectan la mucosa vaginal, los ele- mentos musculares que se insertan en el cuerpo perineal, el elevador del ano y en 4 a 5% de los partos vaginales, el esfínter anal o la mucosa ano- rectal. Aunque casi siempre se trata de cierres simples por capas, es impor- tante conocer la anatomía. La reconstrucción incompleta contribuye a trastornos futuros del piso pélvico, así como al desarrollo de fístulas. Partos por cesárea Un porcentaje cada vez más alto de niños nace por cesárea. En 2004, 1.2 millones, o 29%, de los nacimientos de productos vivos en Estados Unidos fueron por cesárea, y este índice va en aumento.27 Las indicaciones típicas actuales para el parto por cesárea incluyen: estado fetal que no mejora, presentación pélvica u otra presentación anómala; embarazos triples o de más productos; desproporción cefalopélvica; falta de progresión; placenta previa, y herpes genital activo. Una cesárea transversal inferior previa no es contraindicación para un parto vaginal posterior. Sin embargo, gran parte del aumento de los nacimientos por cesárea de la década pasada se atribuye a cesáreas repetidas planeadas. Como la pérdida de sangre es me- nor y el índice de rotura uterina subsiguiente en los embarazos futuros es cercano a 0.5%, los partos por cesárea casi siempre se practican con una incisión uterina transversal inferior anterior (caudal) (fig. 41-11). El acce- so abdominal se obtiene por una incisión de Pfannenstiel o de Maylard. Una vez dentro del abdomen, se crea un reflejo vesicouterino si se planea una incisión uterina transversal baja. Luego se hace la incisión uterina y se extiende a los lados, evitando los vasos uterinos. Después de la amnioto- mía se extrae el feto y se cierra el útero. Casi siempre se pierden 1 000 ml de sangre durante una cesárea. Junto con el cierre rápido de la incisión CUADRO 41-5 Cambios fisiológicos debidos al embarazo A B C D E Figura 41-11. Incisiones uterinas para parto por cesárea. A. Incisión transversal inferior. B. Incisión vertical baja. C. Incisión clásica. D. Incisión en J. E. Incisión en T. (Reproducida con autorización a partir de Gabbe S, Niebyl J, Simpson J: Obstetrics: Normal and Problem Pregnancies, 5th ed. Philadelphia: Churchill Livingstone, 2007, Fig. 19-3. Copyright © Elsevier.) 41Brunicardi(1475-1514).indd 148741Brunicardi(1475-1514).indd 1487 15/7/10 11:37:3115/7/10 11:37:31 1488 C A PÍTU LO 41 G inecología uterina se administran uterotónicos intravenosos, como oxitocina. En ciertos embarazos viables muy tempranos y en caso de ciertas posiciones transversales, se hace una incisión uterina clásica (vertical). Después de los partos por cesárea clásica, los embarazos futuros tienen un riesgo de 8% o más de rotura uterina y ésta es una indicación absoluta para cesá- rea repetida planeada. La infección, la pérdida excesiva de sangre por la atonía uterina y las lesiones de vías urinarias e intestinales son complica- ciones potenciales durante la cesárea, y aumentan después del trabajo de parto. Además, con cada cesárea subsiguiente, se eleva el riesgo de esas lesiones y de placentación anormal (placenta acreta, increta o percreta). En algunos casos, la hemorragia sólo puede controlarse con histerectomía en la cesárea. Histerectomía periparto La histerectomía durante una cesárea o después del parto (si no se hizo una cesárea) implica los mismos pasos que en la paciente no embarazada, pero es muy diferente por la ingurgitación vascular y la flexibilidad de los tejidos. Si se hizo una cesárea, a veces puede usarse la incisión para ejercer tracción a fin de mantener los vasos y tejidos atenuados. Los pedículos vasculares deben asegurarse con pinzas, pero no se ligan hasta que ambas arterias uterinas se hayan asegurado para controlar por completo la hemo- rragia. La falta de referencias anatómicas requiere una identificación cui- dadosa de los ureteros y el cuello uterino dilatado, ya sea en forma visual o por palpación, para separarlos de la vejiga y la vagina (fig. 41-12). Como este procedimiento a menudo se realiza por hemorragia que pone en peli- gro la vida, deben solicitarse los productos sanguíneos adecuados, que incluyen concentrado eritrocítico, plasma fresco congelado y fibrinógeno; casi siempre se necesitan. Como el fibrinógeno casi siempre está elevado en la embarazada, un nivel normal bajo puede ser causa de alarma, es pro- bable que se requiera más fibrinógeno para revertir cualquier coagulopa- tía por consumo. A menudo es útil un protocolo de transfusión masiva. Enfermedad trofoblástica gestacional31,32 La enfermedad trofoblástica gestacional (GTD, gestational trophoblastic disease) es una entidad ginecológica importante a considerar cuando el tamaño uterino es mucho mayor al esperado por la fecha en el embarazo; cuando hay hemorragia durante el embarazo, o en caso de hemorragia anormal después de la pérdida del embarazo, aborto o parto de término. El diagnóstico se hace por ecografía y medición de hCG-β sérica, seguida de examen histopatológico de las muestras obtenidas por curetaje. Hay dos subtipos de GTD: completa, que no contiene tejido fetal y con carioti- po diploide, y parcial, triploide y con tejido fetal. El patrón cromosómico sugiere origen paterno. A veces se relaciona con quistes ováricos de la teca luteínica, a menudo >6 cm de diámetro que son frágiles y casi siempre deben vigilarse sin intervención quirúrgica, ya que se resuelven con la eli- minación o tratamiento de la GTD. La GTD metastásica puede presentar- se en el cuello uterino, vagina, hígado o pulmones y no debe tratarse con cirugía, ya que la quimioterapia es el tratamiento primario y la incidencia de complicaciones hemorrágicas es significativa. La cirugía primaria para el diagnóstico y tratamiento inicial es la dila- tación con succión y curetaje. Se inicia oxitocina antes de la anestesia o justo durante la dilatación del cuello uterino. Se inserta con suavidad el catéter de succión más grande posible (preferible de 12 mm) a través del cuello uterino y se activa la succión para permitir la extirpación del tejido y la disminución rápida del tamaño del útero, con menor pérdida sanguí- nea. Después de esto, se hace un curetaje cortante del útero; una cureta más grande conlleva un mayor riesgo de perforación. Después del diag- nóstico, se vigila la hCG-β cada semana hasta que permanezca normal por tres semanas, luego cada mes durante al menos seis meses. Cualquier au- mento de la hCG-β amerita valoración adicional y consideración de qui- mioterapia. DISFUNCIÓN DEL PISO PÉLVICO Desde una perspectiva uroginecológica, los trastornos del piso pélvico pueden clasificarse en tres temas principales: incontinencia urinaria feme- nina y disfunción de la micción; prolapso de órgano pélvico, y trastornos de la defecación.33 Cerca de 11% de las mujeres se somete a cirugía para incontinencia o prolapso.34 Las funciones normales de soporte, almacena- miento y evacuación pueden alterarse por trastornos en la función neuro- muscular, tanto central como periférica, así como por cambios adquiridos en el tejido conjuntivo. Los cirujanos reconstructivos buscan reparar o compensar muchas de estas pérdidas. Valoración Además del interrogatorio y la exploraciónfísica descritos antes en Explo- ración ginecológica, las valoraciones diagnósticas ayudan al diagnóstico de muchos trastornos del piso pélvico. Pueden practicarse cistoscopia, el estudio urodinámico de canales múltiples y la valoración fluoroscópica de las vías urinarias en pacientes con incontinencia urinaria o disfunción de la micción.35 La defecografía, la manometría anal y la ecografía endo- rectal pueden ser útiles para el diagnóstico de la disfunción de la defeca- ción. Un examen estandarizado llamado cuantificación de prolapso de ór- gano pélvico35 ayuda a aclarar cuál compartimiento vaginal y, por tanto, cuál estructura específica, perdió su integridad anatómica en las mujeres con prolapso uterovaginal. Por último, las imágenes por resonancia mag- nética (MRI) y la electromiografía del piso pélvico tienen una aplicación cada vez mayor en los tres trastornos. OPERACIÓN PARA REPARAR EL PROLAPSO DE ÓRGANOS PÉLVICOS Procedimientos vaginales36 Muchos factores son importantes para determinar cuál procedimiento re- constructivo es óptimo para una paciente determinada con prolapso de órgano pélvico. Las decisiones quirúrgicas a menudo se basan en series de casos y opiniones de expertos que pudieran no tener aplicabilidad uni- versal. Sin embargo, los pocos informes con el mayor nivel de evidencia sugieren que los índices de falla para la reconstrucción de prolapso pue- den ser dos veces más altos cuando se recurre al abordaje vaginal en com- paración con la vía abdominal.36,37 Colporrafia La colporrafia anterior comienza con una incisión en el epitelio vaginal anterior en dirección sagital medial. El epitelio se diseca de la muscular Vejiga Uretero identificado Pinzas en los vasos uterinos Figura 41-12. Demostración de la localización de la parte distal del uretero y la vejiga, y su relación con los vasos uterinos. (Reproducida con autorización de Nichols DH: Gynecology and Obstetric Surgery, Vol. I, 1993, Fig. 68-5, p 1130. Copyright © Elsevier.) 41Brunicardi(1475-1514).indd 148841Brunicardi(1475-1514).indd 1488 15/7/10 11:37:3115/7/10 11:37:31 1489 C A PÍTU LO 41 G inecología vaginal subyacente. Aunque muchas descripciones quirúrgicas se refieren al plegamiento de la fascia “endopélvica” o “pubocervical”, no se ha de- mostrado que tales estructuras existan como capas histológicas distintivas. La muscular vaginal se pliega con puntos separados con sutura de absor- ción lenta, después de lo cual se ajusta el epitelio y se reaproxima. Por lo tanto, el conducto vaginal se acorta y se estrecha en forma proporcional a la cantidad de epitelio extirpado. La colporrafia posterior se realiza de ma- nera similar, a menudo incluye la parte distal de los músculos pubococcí- geos en la plicatura. Además del acortamiento vaginal y la neuropatía que puede inducirse con estas disecciones, la plicatura del elevador se relacio- na con un riesgo considerable de dispareunia posoperatoria. Estos factores influyen en la selección de las pacientes adecuadas para procedimientos de colporrafia. Fijación sacroespinosa El ligamento sacroespinoso se usa como punto de fijación unilateral para el vértice vaginal. El procedimiento empieza con la entrada al espacio rec- tovaginal, casi siempre mediante una incisión en la pared vaginal posterior en su unión con el cuerpo perineal. Se desarrolla el espacio hasta el nivel del vértice vaginal y se penetra al pilar rectal para obtener acceso al espa- cio pararrectal. Se encuentra el ligamento sacroespinoso alojado en el músculo coccígeo y en continuidad con éste, que se extiende desde la espi- na isquiática hasta la superficie lateral del sacro. Se usa una ligadura por- tadora larga para colocar las suturas mediales a la espina isquiática, a tra- vés de la sustancia del complejo músculo-ligamento. Las estructuras en riesgo durante este procedimiento incluyen el haz neurovascular puden- do, el haz neurovascular glúteo inferior, el plexo lumbosacro y el nervio ciático. Después de colocar las puntadas, los extremos libres se suturan a la superficie inferior del manguito vaginal. Los puntos sacroespinosos se anudan con firmeza para aproximar la vagina al ligamento sin que haya un puente de sutura. Se cierra la incisión epitelial. Suspensión del ligamento uterosacro Tanto la fijación sacroespinosa como la suspensión del vértice vaginal de los ligamentos uterosacros pueden realizarse justo después de la histerec- tomía vaginal o aplicarse al prolapso de la bóveda vaginal después de una histerectomía. El procedimiento se basa en el concepto de que las estructu- ras de soporte naturales del vértice de la vagina y el cuello uterino son los ligamentos uterosacros. Cuando se usan estos ligamentos para reparar el prolapso, es importante recordar que estas estructuras no son “ligamentos” en el sentido real de la palabra, sino condensaciones de músculo liso, colá- gena y elastina. La integridad y fuerza de estas estructuras varía mucho de una paciente a otra. La reparación emplea el tercio medio del ligamento, lo que permite la aproximación firme tejido a tejido con la vagina y no desvía al uretero en sentido medial. Se colocan varias puntadas de soporte, de manera que la parte más lateral del manguito vaginal esté unida con la parte más distal del ligamento, y la parte medial del manguito al ligamento proximal. La valoración transoperatoria de las vías urinarias inferiores es importante para confirmar la ausencia de compromiso ureteral. Colpocleisis La colpocleisis elimina parte o todo el epitelio vaginal. Esto oblitera la cú- pula vaginal y deja los genitales externos sin cambios. La colpocleisis se reserva para pacientes ancianas, que no desean conservar la capacidad para el coito y en las que existe una buena razón para no practicar un pro- cedimiento reconstructivo más extenso. Los principales beneficios de la colpocleisis son su sencillez, velocidad y alta eficacia. La técnica de colpo- cleisis de LeFort, que se hace en caso de prolapso uterovaginal completo, implica el desnudamiento de una porción rectangular del epitelio vaginal de las paredes anterior y posterior, seguido de reaproximación de las su- perficies submucosas expuestas. El útero se deja in situ. Se dejan conduc- tos laterales para drenaje de las secreciones uterinas. En contraste, la col- pocleisis total implica histerectomía, si es aplicable, seguida de escisión de todo el epitelio anterior y posterior. Se usan suturas sucesivas en jareta a través de la muscular vaginal para reducir los órganos protruidos por arri- ba del plano del elevador. El cuello vesical se desplaza en sentido posterior con la reparación, lo que pone a la paciente en riesgo de incontinencia por esfuerzo posoperatoria; se recomienda un procedimiento concomitante para estabilizar la unión vesicouretral. Esto podría incluir la plicatura de la muscular vaginal anterior (plicatura de Kelly), plicatura del ligamento pu- bouretral o un procedimiento de cabestrillo, según los hallazgos urodiná- micos preoperatorios. Procedimientos abdominales Sacrocolpopexia La principal ventaja de la cirugía reconstructiva pélvica por abordaje ab- dominal es el uso de injertos para sostener el vértice vaginal. La estructura de soporte apical natural, el complejo ligamentario cardinal-uterosacro, a menudo está dañado y atenuado. Está bien descrito el uso de material pro- tésico para compensar las estructuras de soporte vaginal defectuosas.38 Es raro que los defectos del soporte apical estén aislados, por lo tanto, la sa- crocolpopexia puede modificarse para incluir en la suspensión las paredes vaginales anterior y posterior, así como el cuerpo perineal. La sacrocolpo- pexia puede hacerse por laparotomía y por laparoscopia. Como en la rectopexia y las resecciones anteriores inferiores, se requiere acceso pélvi- co profundo. Es necesario aplicar una cantidad significativa de suturas en varios ángulos. El advenimiento del sistema laparoscópico robótico da Vinci facilitó la visualización
Compartir