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Estereotipos

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Estereotipos 
Dedicatoria:
Érase una vez que un estudiante mal vestido, con largos pelos y, en general, bastante desaliñado, 
se presentó en el despacho de una célebre investigadora para saber 
si le aceptaría como su alumno de doctorado, con la herramienta de su motivación. 
El alumno nunca había manejado un ordenador, desconocía el idioma inglés 
(herramienta básica para sus fines), y presentaba un expediente imposible 
para conseguir ningún tipo de beca. En definitiva, 
no cumplía con el “estereotipo” del investigador. Más bien, todo lo contrario. 
Sin embargo, la distinguida profesora era una de las personas 
que más saben sobre estereotipos… 
y no se dejó llevar por ellos. 
Años después, el alumno alguna vez le oyó decir que 
“La mejor forma de no dejarse influir por los estereotipos y poder cambiarlos 
es saber lo que son y cómo funcionan”.
Hoy, ese alumno dedica este capítulo a esa profesora. Con todo mi cariño y respeto, 
a mi amiga y siempre maestra Carmen Huici.
 Introducción
Quien afirme que no tiene un estereotipo de cierto grupo de inmigrantes, de los gitanos, de los 
atletas negros, de las personas con discapacidad, de las mujeres (o de los hombres), por poner 
algunos ejemplos, estaría mintiendo, o querría tratar de convencernos de que vive en una bur-
buja aislado de sus recuerdos y de la información social a la que nos enfrentamos cada día.
¡Que no se preocupe el lector! ¡No pasa nada! Todos mantenemos estereotipos. La mejor 
forma de no dejarnos influir por ellos es saber qué son, cuál es su naturaleza, y conocer sus 
características. Si sabemos cuándo nos pueden afectar a nosotros, o a los demás, podremos 
comprender uno de los procesos más estudiados por la Psicología social.
Comenzaremos el capítulo explicando qué son los estereotipos. No es tarea fácil, ya que 
las definiciones se cuentan por docenas. Posteriormente, haremos un repaso histórico de su 
estudio, ya que aunque el término apareció hace más de 80 años, en este siglo se siguen publi-
cando monográficos sobre el tema por ser de máxima actualidad (veáse, por ejemplo, McGarty, 
Yzerbyt y Spears, 2002a; o Schneider, 2005). Seguiremos con las principales orientaciones 
teóricas desde las que se ha abordado su estudio. Posteriormente, dedicaremos gran parte del 
capítulo a su naturaleza. Trataremos de responder a cinco preguntas clave: ¿cómo se forman, 
representan, mantienen, aplican, y miden los estereotipos? Y, por último, analizaremos algu-
nas de sus características más importantes como su contenido, funciones, grado de estabilidad 
y precisión, y distinguiremos los estereotipos individuales de los culturales.
 ¿Qué son los estereotipos? Definición
El término estereotipo procede del nombre que se le daba a una impresión tomada de un molde 
de plomo utilizado en las imprentas. Fue adaptado por los científicos sociales en 1922, a cargo 
del periodista Walter Lippman. De acuerdo con Lippman, estos son “imágenes en nuestras ca-
bezas” (p. 3) que reflejan nuestras tendencias a pensar que las personas o cosas que pertenecen 
a la misma categoría comparten características similares. A pesar de no ser psicólogo, realizó 
aportaciones interesantes a la Psicología social, como que tendemos a prestar más atención a la 
información que confirma nuestros estereotipos, y a hacer menos caso a la que es inconsisten-
te con ellos, o que los estereotipos están influidos por la cultura. Sin embargo, su aportación 
no tuvo en cuenta que los estereotipos también existen desde el punto de vista de la persona o 
grupos que son estereotipados.
Resulta complejo dar una definición de estereotipo que englobe todas las que se han pre-
sentado en la literatura (véase, por ejemplo, Hamilton y Sherman, 1994; Hilton y Von Hippel, 
1996; Huici, 1999). Tal es la cantidad de definiciones que se han desarrollado, que el concepto 
en sí ha sido objeto de revisión teórica en nuestro país por parte de varios autores (Huici, 1999). 
Al menos, parece existir consenso en que son esquemas cognitivos. Para el presente capítulo 
partimos de la concepción de McGarty, Yzerbyt y Spears (2002b, pp. 2-6), quienes manifiestan 
que es necesario conocer los tres principios que han guiado la investigación sobre estereotipos:
• Son una ayuda para explicar la realidad social.
• Son un mecanismo de ahorro de energía (véase el Cuadro 8.1).
• Son creencias compartidas sobre un grupo.
Es decir, serían las creencias compartidas sobre un grupo que sirven como ahorro de ener-
gía para explicar la realidad social.
Cuadro : Los estereotipos como fuente de ahorro de energía.
Macrae, Hewstone y Griffiths (1993) realizaron un experimento en el que presentaban un vídeo donde apa-
recía una mujer hablando de su estilo de vida. A la mitad de los participantes se les dijo que era peluquera 
y a la otra mitad que era doctora. Durante su discurso (el mismo para los dos grupos) la mujer afirmaba 
que tenía creencias y comportamientos que pertenecían al estereotipo de las peluqueras (le gustan las 
discotecas, llevar minifalda, etc.), y creencias y comportamientos más propios de un médico (interés por 
la política, ir a la ópera, etc.). 
Cuando los participantes se concentraban en el vídeo, recordaban mejor la información inconsistente 
con la supuesta profesión de la mujer. Es decir, a los que se les decía que era una peluquera recordaban 
las características sobre “interés por la política”, etc., mientras que ocurría lo contrario con los parti-
cipantes a quienes se les indicada que la mujer era médico. Sin embargo, cuando tuvieron que realizar 
una tarea compleja que les distraía, recordaban mejor la información consistente con el estereotipo. 
Esto significa que cuando estaban ocupados, lo que hacían era ahorrar recursos cognitivos, por ello 
utilizaban la información consistente con los estereotipos. 
Este es sólo un ejemplo. Existen otras investigaciones en las que también se demuestra que las personas se 
dejan llevar más por los estereotipos cuando están “mentalmente ocupados” (Bodenhausen y Lichtenstein, 
1987; Bodenhausen y Wyer, 1985; van Knippenberg, Dijksterhuis y Vermeulen, 1999).
Para poner de manifiesto la complejidad de definir los estereotipos, en el Cuadro 8.2 se presen-
tan en orden cronológico algunas de las definiciones más relevantes desarrolladas en la literatura.
Cuadro: Algunas de las definiciones más representativas de qué son los estereotipos.
Lippman (1922):
“Imágenes en nuestras cabezas”.
Katz y Braly (1935, p. 181):
“Es una impresión fijada que se ajusta poco a lo que pretende representar y que es el resultado de 
lo que definimos primero y observamos después”.
Edwards (1940, pp. 357-358):
“… estímulo que despierta preconcepciones estandarizadas que influyen en la determinación de una 
respuesta a un estímulo”.
Allport (1954, p. 191):
“… creencia exagerada asociada con una categoría”.
Vinacke (1957, p. 230):
“… colección de rasgos sobre los cuales hay un gran porcentaje de personas que están de acuerdo 
sobre lo que es apropiado para describir a un grupo de individuos”.
Secord y Backman (1964, p. 66):
“Tienen tres características: la categorización de personas, un consenso en los rasgos atribuidos, y 
una discrepancia entre los atribuidos y los reales”.
Brigham (1971, p. 31):
“… una generalización hecha sobre un grupo de acuerdo a la atribución de una serie de caracterís-
ticas, la cual (la generalización) es considerada como injustificada para un observador”. 
Ashmore y Del Boca (1979, p.22):
“… una serie de creencias sobre los atributos personales de un grupo de personas”. 
McCauley, Stitt y Segal (1980, p. 197):
“Aquellas generalizaciones sobre una clase de personas que les distingue de otras”.
Continúa
Stephan (1985, p. 600):
“Conjunto de características atribuidas a grupos sociales”.
Gaertner y Dovidio (1986, p. 81):
“… colección de asociaciones que relacionan un grupo con una serie de características descriptivas”.
Mackie, Hamilton,Susskind y Rosselli (1996, p. 42); Hamilton y Troiler (1986):
“Son una estructura cognitiva que contiene el conocimiento, las creencias y las expectativas del 
perceptor sobre un grupo social humano”. 
Hilton y Von Hippel (1996): 
“Creencias sobre las características, atributos y conductas de los miembros de determinados gru-
pos, así como teorías que nos formamos sobre hasta qué punto ciertos aspectos que atribuimos a 
un grupo van juntos”.
Jones (1997, p. 170):
“… conjunto de creencias positivas o negativas mantenidas por un individuo sobre las caracterís-
ticas de un grupo como un todo. Varían en su precisión, la extensión con la cual capturan el grado 
en el que los miembros del grupo estereotipado poseen estas características, y la extensión con la 
cual esta serie de creencias es compartida por los demás”.
Huici, (1999, p. 74):
“… creencias que versan sobre grupos y a su vez se crean y comparten en y entre los grupos dentro 
de una cultura”.
Fuente: adaptado de Schneider, 2005, pp. 16-17.
Se han propuesto dos dimensiones para clasificar las definiciones de estereotipo (véase 
la Figura 8.1). La primera los organiza en función de que consideren que es una forma 
errónea o normal de pensamiento. Es decir, que no se corresponden con lo que sucede en la 
vida real o que, por el contrario, sí se trata de un proceso normal. Sería pues la dimensión 
“erróneo vs. normal”. La segunda se refiere a si es una creencia mantenida a nivel indivi-
dual, o si existe un acuerdo grupal o consenso sobre su contenido. Esta sería la dimensión 
“individual vs. social”.
Figura : Dimensiones propuestas para clasificar las definiciones de estereotipos.

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