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PSICOLOGÍA SOCIAL802 • Existe la posibilidad de diferencias crónicas en la valencia asociada a la nacionalidad. En el caso de los participantes alemanes se comprobó que los atributos que enumeraban rela- cionados con la nacionalidad eran menos positivos que los que enumeraban el resto de los participantes no alemanes con respecto a sus nacionalidades respectivas. Se encontró un resultado similar en otro estudio que utilizó el mismo procedimiento, pero esta vez con participantes alemanes (N = 46) e italianos (N = 77). La asimilación yo- endogrupo disminuía en la condición de valencia negativa en comparación con la condición de valencia positiva. De nuevo, los participantes alemanes se mostraban menos dispuestos a abrazar una identidad colectiva. Mostraban menos asimilación yo-endogrupo. En resumen, se puede decir que los dos estudios demuestran que las variaciones depen- dientes del contexto en la valencia de los aspectos del yo afectan a la autointerpretación y a la construcción de la identidad. Frecuencia y significado de los aspectos del yo La evidencia empírica indica que los aspectos del yo que se comparten con sólo una minoría de otras personas en un contexto dado tienden a adquirir un gran capacidad de captar la aten- ción. Las personas que comparten un aspecto del yo minoritario, por lo tanto, probablemente centrarán su autointerpretación en este aspecto del yo y la basarán en la identidad colectiva. Pero la distintividad numérica por sí sola no es suficiente. Ese aspecto del yo minoritario en el contexto también debe poseer significado y relevancia. Por ejemplo, ser el único hombre en un congreso feminista cumple las dos condiciones de distintividad numérica y relevancia contex- tual. Es casi seguro que no tendrá relevancia contextual ser el único hombre en la parada del autobús en el centro de una ciudad. Esto es lo que intentó contrastar un estudio realizado por Simon, Hastedt y Aufderheide (1997). Había dos variables independientes: frecuencia (mayoría vs. minoría del aspecto del yo) y significado (alto vs. bajo). Para medir la identidad se utilizaron tres índices compuestos: • Asimilación yo-endogrupo (estimaciones de las semejanzas del yo con el endogrupo me- nos (–) estimaciones de las diferencias yo-endogrupo). • Homogeneidad del endogrupo. • Prototipicalidad (autoasignación del grado en que la persona se considera un miembro típico de su grupo menos (–) autoasignación de unicidad como persona individual). Tal como se esperaba, los participantes con un aspecto del yo minoritario se decantaron significativamente más por la identidad colectiva que los participantes con un aspecto del yo mayoritario, pero sólo cuando el significado era alto. Funciones de la identidad Hay, al menos, cinco funciones de la identidad (Simon, 2004, pp. 66-68) relacionadas con las necesidades siguientes: pertenencia, distintividad, respeto o estima, comprensión o significa- do, y agencia. • Pertenencia: por medio de la identidad la persona adquiere un lugar en el mundo social, un lugar al que siente que pertenece. En el caso de la identidad colectiva, esto es algo indudable, y lo mismo sucede con la identidad individual, que sirve de ancla a la persona en el mundo social. • Distintividad: la identidad no sólo refleja lo que se es, sino lo que no se es. La identidad colectiva marca la distintividad con respecto a los exogrupos, es decir, personas que no comparten el aspecto focal del yo, La identidad individual garantiza la distintividad con respecto a otras personas individuales. • Respeto: por sí sola, la identidad no es una fuente autosuficiente de respeto. Necesita del reconocimiento respetuoso de otros relevantes. La identidad colectiva garantiza el respeto mutuo y compartido de todas las personas que pertenecen al mismo grupo. Con todo, el respeto es algo problemático, porque no depende sólo del endogrupo, sino que también tiene que obtenerse del exogrupo, lo que no siempre es posible. Ahora bien, el verdadero problema lo plantea la identidad individual porque, a diferencia de la colectiva, no garan- tiza el acceso privilegiado al respeto de los otros similares. • Comprensión: con la identidad las personas adquieren una perspectiva sobre el mundo social. De nuevo aquí la identidad colectiva tiene ventaja sobre la individual, porque la primera da acceso a una perspectiva que es socialmente compartida y por tanto fortalecida por medio de los procesos de validación social. • Agencia: a través de la identidad las personas se reconocen a sí mismas como origen de sus pensamientos y acciones y como agentes sociales influyentes. La identidad colectiva por lo general señala que uno no está solo, sino que puede contar con el apoyo y la solidaridad de otros miembros del endogrupo de manera que, como grupo, uno se puede sentir con frecuencia como un agente social mucho más poderoso y eficaz. En otras ocasiones, sin embargo, las restricciones impuestas por el propio grupo (por ejemplo, normas y obliga- ciones) hacen que sea la identidad individual la que sirva mejor la función de agencia. Evolución histórica de la identidad individual y colectiva Una aportación interesante del trabajo de Simon sobre la identidad es su decisión de estudiarla como un proceso que ha evolucionado a lo largo de la historia y, más en concreto, que ha sufrido modificaciones importantes en el tránsito de la sociedad tradicional y preindustrial a la sociedad moderna industrial y posindustrial. Simon (2004, pp. 60-61) recuerda algunas de las características de la sociedad moderna, entre ellas la división del trabajo, la industrialización, la urbanización, la comunicación de masas, la alfabetización y la construcción de la nación, junto a la permeabilidad y la movilidad social, la igualdad formal, la individualización de los intereses y la competición universalista. Recuerda igualmente este autor algo que es sobradamente conocido, en concreto, que, en el paso de la sociedad tradicional a la sociedad moderna, los colectivos preindustriales y tradicio- nales, como la familia, la tribu y la aldea, perdieron su capacidad para sustentar los vínculos sociales entre las personas. La sociedad moderna es compleja. Lo es porque, debido a la diversificación del tejido social, el sistema de coordenadas sociales necesarias para ubicarse es ahora más difícil de dominar que en el pasado, y porque las personas ya no pertenecen a un único grupo social o colectivo dominante que regula todos los aspectos de su vida “de la cuna a la tumba”, como se solía decir. Al contrario, pertenecen a la vez a un número creciente de grupos sociales diferentes (grupos profesionales, comunidades de vecinos, partidos políticos, equipos deportivos, entre otros) que, con frecuencia son interdependientes pero que, en ocasiones, compiten entre sí. La persona individual se ha visto obligada a reformular su relación con la sociedad, de manera que, si bien es cierto que el grupo incorpora a muchos individuos, ahora también lo es que el individuo incorpora muchos grupos. Es algo característico de la sociedad moderna el que ofrezca acceso a aspectos del yo adicio- nales y no redundantes. De esta forma expande la base para la autointerpretación y consigue que se base en un complejo creciente de aspectos del yo y fomente, de esta manera, la identidad individual. Simon comparte la visión de varios autores que defienden que en Europa, desde la Edad Media, se ha ido perdiendo el equilibro entre la identidad colectiva y la identidad indi- vidual. Esta última ha adquirido gran predominancia. En Europa y los países occidentales, el proceso de civilización fomenta la autointerpretación de las personas como individuos “auto- contenidos”, con un yo privado interno, separadas de las otras personas que no tienen acceso a ese yo privado y que son, por así decir, externas a la persona. A su vez, la predominancia de la identidad individual encuentra su expresión en fenómenos como la privatización psicológica, el subjetivismo reflexivoy la autoexpresión individual. Identidad y construcción de la nación La predominancia de la identidad individual es compatible con la identidad colectiva basada en la nacionalidad. De hecho, la construcción de la nación es un elemento de modernización. La iden- tidad nacional es, sin lugar a dudas, una forma moderna, postradicional, de identidad colectiva. Todos los ciudadanos pueden planificar su propio destino y son independientes cada vez en mayor medida de las estructuras y colectivos intermedios que, de esta forma, pierden su capacidad de integración y de unión. En justa reciprocidad, cada ciudadano individual tiene que mostrar adhesión al estado-nación e identificarse con él. Resumen Este capítulo comienza con una enumeración de los aspectos de la identidad social y personal que se han considerado en diversos capítulos del manual. Esta enumeración sirve para mostrar el papel que juega la identidad como conector de procesos psicosociales diferentes. A continuación, se resaltan tres aportaciones importantes de la Teoría de la categorización del yo, como una introducción o preparación para la presentación de los dos modelos identitarios (SIDE y SAMI a los que se dedica la mayor parte del capítulo. Estas tres aportaciones (proceso de despersonalización, niveles de categorización y concepto de prototipo) permiten abordar de una manera adecuada los desplazamientos de la identidad individual a la colectiva y viceversa, la preferencia de las personas por unas identidades colectivas concretas y, en general, el papel que juega la identidad en muchos procesos psicosociales. El siguiente gran apartado se dedica a la descripción del Modelo SIDE, propuesto por Spears y sus cola- boradores. De este modelo se destacan sus aportaciones fundamentales, en concreto, la atención que presta a la influencia de las variables personales sobre los desplazamientos de la identidad individual a la colectiva y viceversa, la incorporación a las variables de contexto del papel de la audiencia ante la que se despliega la identidad, la distinción entre efectos cognitivos del contexto y efectos estratégicos, la importancia concedida a los niveles crónicos de baja o alta identificación con el grupo y la diferente dinámica de la identidad en los grupos de identidad y los de vínculo común. El último apartado se dedica al Modelo SAMI, centrado sobre los aspectos del yo y el proceso de autointerpretación. En este modelo se estudian con mayor detalle las variables de la persona y las del contexto, que ya se habían introducido en el modelo descrito en el apartado anterior, y genera un interesante debate sobre las funciones psicológicas de la identidad y la evolución histórica de este proceso en las sociedades occidentales.
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