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historia de Angola

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ANGOLA
HISTORIA
Todo lo que se sabe de la historia antigua es que en la edad de piedra los cazadores y recolectores de la región fueron reemplazados por la cultura bantú hacia el siglo VII d.C. El país estaba en las rutas migratorias de los pueblos del norte y del este, lo que dio como resultado una considerable mezcla de pueblos. Por ejemplo, la cultura lunda, en el río Kasai al este, se juntó con la chokwe, de forma que se conocen ahora como lunda-chokwe; de forma similar, los kongo, que emigraron al norte de Angola, dejaron su huella en los reinos locales preexistentes.
Llegada de los europeos
Cuando los portugueses llegaron en 1483, buscando el legendario reino del preste Juan, además de metales preciosos, encontraron el reino del Kongo bien asentado. El gobernador del estado recibió a los recién llegados. En 1491 los comerciantes y misioneros portaban regalos para enviar a la corte del manikongo (rey) Nzinga Nkuwu (reinó entre 1482 y 1505), el cual se convirtió al cristianismo, como hizo su sucesor, Afonso I (reinó entre 1505 y 1543), que también aceptó la dirección portuguesa en la administración de su reino. Los portugueses, sin embargo, estaban más interesados en los beneficios del comercio creciente de esclavos que en los trabajos misioneros o de extensión de la civilización europea. El comercio de esclavos, con la ayuda de los jefes locales, afectó gradualmente a la autoridad del manikongo, pues pasados 25 años de la muerte de Afonso, el estado kongo sucumbió al ataque de los jaga, un pueblo nómada bárbaro del este.
Periodo colonial y resistencia
Los portugueses, mientras tanto, habían extendido su influencia al sur del área de la actual Luanda, sobre la cual pronto ejercieron su autoridad colonial. Fue el título del gobernante local, ngola, el que dio nombre al país. Portugal establecía los gobernadores reales que intentaban imponer su voluntad sobre la población, pero al dominio de un extranjero se resistían obstinadamente. La lucha prolongada continuó, mientras el apresamiento de esclavos contribuía a mantener el país en continua agitación.
No se estableció prácticamente ningún asentamiento europeo durante este periodo: en 1845 sólo había 1.800 europeos en toda Angola. Los mayores beneficios procedían del comercio de esclavos, que continuó de forma ininterrumpida a lo largo del siglo XIX. Hasta ese momento, habían sido hechos esclavos y enviados a las plantaciones de América unos 3 millones de personas.
Portugal no obtuvo el control completo del interior del país hasta comienzos del siglo XX. Posteriormente fue gobernado bajo el llamado Regime do indigenato, un sistema colonial, en el que la explotación económica, el abandono cultural y la represión política estuvieron en vigor hasta 1961. En 1951 el rango oficial de Angola se cambió de colonia a provincia de ultramar; poco después, se adoptó una política de rápidos asentamientos europeos, en un inútil intento del poder colonial para evitar lo inevitable. Durante la década de 1950 surgió un rápido movimiento nacionalista, y en 1961 empezó una guerra de guerrillas contra los portugueses.
Guerra e independencia
Los nacionalistas, sin embargo, se dividieron en tres grupos rivales: el Frente Nacional para la Liberación de Angola (Frente Nacional de Libertação de Angola, o FNLA), el MPLA, y UNITA. A pesar de su poderío militar, ninguna se impuso al ejército portugués hasta la revolución de Portugal en abril de 1974. Después, el sistema colonial portugués empezó a declinar. El nuevo régimen de Lisboa acordó un traspaso de poder, y el 11 de noviembre de 1975 Angola consiguió su independencia.
Dos gobiernos afirmaron representar al nuevo Estado: uno formado por el MPLA en Luanda, el otro por UNITA en Huambo. En la guerra civil se vieron implicadas las superpotencias: el MPLA fue apoyado por la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) y ayudado por tropas de Cuba, mientras que Sudáfrica, Estados Unidos y otras potencias occidentales se aliaron con UNITA y su líder, Jonas Savimbi. Al inicio de 1976, el MPLA había ganado más dominio, y su dirigente, Agostinho Neto, que también era el presidente del país, fue poco a poco reconocido en el mundo.
Neto murió en 1979 y el liderazgo político fue asumido por José Eduardo dos Santos. Continuó la guerra contra las guerrillas, que contaban con el apoyo de incursiones militares de Sudáfrica en territorio angoleño, con la intención de perseguir a los insurgentes de Namibia, y al mismo tiempo intentar desestabilizar el gobierno de Dos Santos.
En agosto de 1988, en las negociaciones realizadas por Angola, Sudáfrica y Cuba, se acordó un plan de paz que incluía la independencia para Namibia. En mayo de 1991 abandonaron Angola las últimas tropas cubanas y el gobierno central firmó un cese del fuego acordado con UNITA que sería supervisado por los observadores de la Organización de las Naciones Unidas (ONU). En las elecciones celebradas en septiembre de 1992 el MPLA consiguió 129 de los 220 escaños del nuevo Parlamento, y UNITA obtuvo 70, mientras Dos Santos derrotó a Savimbi en la votación por la presidencia. UNITA rechazó los resultados de la elección y reanudó su campaña militar. En 1993 las luchas entre las tropas gubernamentales y las fuerzas de UNITA se intensificaron y más de un millón de refugiados huyeron de sus hogares. Un nuevo plan de paz respaldado por la ONU, negociado en Lusaka (Zambia) en 1994, fracasó para resolver el conflicto, una de las guerras civiles con mayor número de muertos en el mundo.
Tras un periodo de estancamiento, el 1 de marzo de 1996 Dos Santos y Savimbi acordaron formar un gobierno de unidad así como un único Ejército antes de julio de 1996, si bien todo ello no se produjo hasta el 8 de abril de 1997, cuando el Parlamento angoleño aprobó un estatuto espacial para Jonas Savimbi y, tres días después, se constituyó un nuevo gobierno de unidad y reconciliación nacional que aparentemente puso fin a 19 años de guerra civil.
Aunque la situación en el país africano parecía solucionada, en octubre de 1997 la Organización de las Naciones Unidas (ONU) se vio obligada a poner en marcha un embargo sobre los territorios todavía dominados por UNITA, debido al incumplimiento de esta organización respecto del mandato de aquélla.
En respuesta, ese mismo mes, la guerrilla de UNITA optó por ceder al gobierno la ciudad de Cuango, al este de la provincia de Luanda Norte, muy cerca de la frontera con la República Democrática del Congo, y el control de la vecina mina de diamantes de Luzamba, una de sus principales fuentes de ingresos.
Durante los siguientes meses, y gracias a la nueva coyuntura política, Angola se erigió en una potencia regional fundamental para la resolución, aunque también para la instigación, de conflictos en todo el África central y austral.
La desmovilización de tropas prevista para 1998 se vio obstaculizada ante los continuos retrasos e incumplimientos por parte de Savimbi y sus seguidores. Así, durante el mes de julio se produjo un agravamiento de la situación en Angola que, meses más tarde, degeneró en una situación plenamente bélica, con ataques a las refinerías petrolíferas y a las plantas industriales más importantes del país africano.
En diciembre de 1998, UNITA intensificó su ofensiva y en enero de 1999 los observadores de la ONU se vieron obligados a abandonar el país sin lograr la paz, al mismo tiempo que la reanudación de los combates provocó desplazamientos de cientos de miles de angoleños y un auténtico desastre humanitario. El día 27 de ese último mes, Dos Santos consideró roto el plan de paz acordado en 1994 y pocos días después asumió todos los poderes del Estado para hacer frente a la guerrilla, rearmada gracias al control que ejercía sobre diversas zonas diamantíferas.
La situación angoleña pasó en los primeros años del siglo XXI por dos nuevas y decisivas circunstancias. En agosto de 2001, Dos Santos anunció su intención de no presentarse a las elecciones que, dependiendo del curso de la guerra, tendrían lugar en 2002 o 2003. Por otra parte,en febrero de 2002 Savimbi falleció en un enfrentamiento con tropas del gobierno. Los acontecimientos se precipitaron y el 30 de marzo, el general Geraldo Nunda, jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas, y Abreu Muengo Ukwachitembo (Abreu Kamorteiro), como cabeza visible de UNITA, sellaron un decisivo alto el fuego. El 4 de abril, el gobierno y UNITA firmaron en Luanda un histórico acuerdo que, retomando el Protocolo de Paz de Lusaka (1994), ponía fin a las hostilidades y contemplaba la convocatoria de elecciones en un plazo máximo de dos años, así como la integración de los miembros de la guerrilla en el Ejército.

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