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Gobernanza democrática: Aportes empíricos sobre Transparencia y Participación Ciudadana Editores Rodolfo Mejía-Dietrich Angélica Sosa Adán Mendoza Gobernanza democrática: Aportes empíricos sobre Transparencia y Participación Ciudadana 323.042 M516d Mejía-Dietrich, Rodolfo, 1985- Gobernanza democrática : aportes empíricos sobre transparencia y participación ciudadana / Rodolfo Mejía-Dietrich, Angélica Sosa, Adán Mendoza. -- 1° ed, -- San Miguel, El salv. : UNIVO editores, 2023. 245 p. : il. ; 23 cm. ISBN 978-99961-984-5-8 <impreso> 1. Transparencia en el gobierno. 2. Información pública. 3. Participación ciudadana. 4. Acceso a la información. I. Sosa, Angélica, 1990-, coaut. II. Mendoza, Adán, 1989-, coaut. III Título. BINA/jmh © 2023. Centro de Investigación para la Democracia (CIDEMO-UNIVO). Ciudad Universitaria Quelepa, San Miguel, El Salvador, C.A. Tel. (503) 2645-0413 Correo: cidemo@univo.edu.sv www.cidemo-elsalvador.org/ DIRECCIÓN EJECUTIVA Rodolfo Mejía-Dietrich Director, CIDEMO EQUIPO TÉCNICO Angélica Sosa - Investigadora CIDEMO Adán Mendoza - Investigador CIDEMO DISEÑO Y DIAGRAMACIÓN Edgar Wilfredo Cañas Cruz Coordinador de Comunicaciones EDITORIAL UNIVO Editores Este documento ha sido posible gracias al apoyo del pueblo de los Estados Unidos de América, a través de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID). Los contenidos de este documento son responsabilidad del Centro de Investigación para la Democracia (CIDEMO) y no reflejan necesariamente los de USAID o del Gobierno de los Estados Unidos de América. Índice Presentación Rodolfo Mejía-Dietrich.....................................................10 Agradecimientos Pedro Fausto Arieta Vega.................................................12 Prólogo Ernesto Castañeda............................................................14 Capítulo 1. Confianza pública y COVID-19: evaluación ciudadana del Órgano Ejecutivo salvadoreño en 2020 Carlos Ayala Durán, Héctor Méndez................................17 Capítulo 2. Institucionalidad democrática en El Salvador: avances y desafíos de los controles políticos democráticos Josselin Callejas Alvarado, Karen Chica Martínez..........37 Capítulo 3. Liderazgo emergente, transparencia y participación ciudadana con jóvenes de la región oriental de El Salvador José Rigoberto Vaquerano Benavides...............................73 Capítulo 4. Participación política de la mujer en los gobiernos locales del Departamento de San Miguel Isabel Hernández de Guevara...........................................99 Capítulo 5. Participación ciudadana y contraloría social en la gestión pública de fondos de emergencia COVID-19 Pedro Adalberto Castro...................................................119 Capítulo 6. La libertad de prensa en la encrucijada: a propósito del caso de El Salvador Natalia Melissa Romero Rivera......................................151 Capítulo 7. Mecanismos de transparencia y participación ciudadana en la región oriental de El Salvador Uriel Guevara..................................................................173 Capítulo 8. La juventud salvadoreña: conocimiento y ejercicio de sus derechos y deberes constitucionales Guillermo de Jesús Rodríguez Zepeda............................197 Capítulo 9. Transparencia y corrupción pública. La percepción de la ciudadanía en El Salvador Sebastián Benítez, Adán Mendoza...................................211 10 Presentación Candidato PhD. Rodolfo Mejía-Dietrich Director, Centro de Investigación para la Democracia (CIDEMO). A manera de introducción, la presente producción académica “Gobernanza democrática: Aportes empíricos sobre Transparencia y Participación Ciudadana” fue concebida en víspera de la conmemoración de los cuatro años de creación e instalación del Centro de Investigación para la Democracia (CIDEMO) de la Universidad de Oriente (UNIVO). El CIDEMO fue una iniciativa pensada desde la academia y financiada por la cooperación internacional en el marco de implementación del Proyecto de “Sociedad Civil y Democracia en la Región Oriental” fruto del Acuerdo de Cooperación suscrito en el año 2019 entre la UNIVO y la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), y que constituyó un hito significativo y esfuerzo inconmensurable de formación en educación cívica-ciudadana e investigación social con un enfoque de gobernabilidad democrática, a través de la educación, el análisis, la discusión e incidencia de la sociedad civil en temas de país. Una de las iniciativas de investigación de CIDEMO está pensada, fundada y legitimada en la “Transparencia y Participación Ciudadana” donde se busca presentar aproximaciones teórico- conceptuales provenientes de diversas disciplinas, para fortalecer los flujos de información entre el gobierno y su ciudadanía y promover la participación ciudadana en los asuntos públicos. Desde esta visión conceptual-investigativa y aplicando principios de gobernanza democrática –rendición de cuentas, transparencia, respeto a los 11 derechos humanos, participación e inclusión– fue donde germinó el presente esfuerzo académico que congregó a destacados profesores e investigadores comprometidos con las dinámicas de fortalecimiento democrático en los procesos de globalización. Los nueve capítulos de la presente obra académica, pretenden servir de base consultiva, para generar impacto e incidir en la opinión pública y eventualmente en la toma de decisiones públicas, para cimentar una sociedad más justa y equitativa. De igual manera, se percibió en el imaginario colectivo de los autores que la transparencia, la participación ciudadana y la rendición de cuentas son elementos fundamentales en el contexto de la gobernanza democrática, y que los gobiernos deben proporcionar información clara y accesible sobre sus políticas, acciones y el uso de los recursos públicos. Al mismo tiempo, deben ser responsables de sus decisiones y rendir cuentas ante la sociedad, para transitar de una democracia representativa hacia una democracia participativa. Finalmente, es motivo de interés del Centro de Investigación para la Democracia de la Universidad de Oriente, concebir y generar conocimiento orientado a fortalecer el sistema democrático, y contribuir con libros como este, a incentivar, promover y mejorar la calidad del debate académico sobre la línea de investigación “Transparencia y Participación Ciudadana”, para la visualizar, analizar y construir un Estado más democrático. Por último, pero no menos importante, desde CIDEMO reconocemos y agradecemos el esfuerzo de cada uno de los autores por sus aportes académicos al debate teórico-reflexivo a través de sus experiencias en el contexto de la gobernanza democrática. 12 Agradecimientos Dr. Pedro Arieta Vega Rector, Universidad de Oriente (UNIVO). Estimados lectores: Demostrar como las alianzas entre Academia, Organizaciones de la Sociedad Civil y Agencias de Cooperación Internacional están germinando sus frutos en el desarrollo de una cultura de legalidad y transparencia, es una acción que como Universidad nos reviste de plena satisfacción. Desde 2018 la UNIVO, inició la colaboración estratégica con múltiples actores apuntalando hacia la intervención educativa e investigativa en razón de favorecer la cultura política democrática, la educación cívica y la producción académica con rigor científico desde el Centro de Investigación para la Democracia (CIDEMO-UNIVO) en la región oriental del país. Las acciones han estado orientadas a fortalecer competencias ciudadanas y brindar aportes teóricos, críticos y empíricos, que como mínimo, se constituyen en valiosas herramientas coadyuvantes a la democratización del país, entiéndase esto último, como el ejercicio de prácticas de gobernanza e implementación de políticas públicas modernas,diáfanas e incluyentes. Así pues, el contenido de este libro lo componen una selección de textos en los cuales sus autores examinan los problemas de la modernización de la administración pública, la trasparencia y el Estado de derecho como prácticas inherentes a la gobernabilidad democrática. Se trata del análisis basado en el riguroso método científico, empero, que no peca de academicismos, pues su afán en última instancia, es 13 constituirse en aportes con capacidad de influir de manera simbólica e intelectual, en la construcción de la democracia para la redención de los millones que conformamos la comunidad salvadoreña. El criterio utilizado para seleccionar los documentos aquí reproducidos devino de un proceso de convocatoria dirigido por CIDEMO-UNIVO a través de sus investigadores con alcance nacional e internacional. No obstante, satisface decir que la mayor parte de aportaciones son de autores salvadoreños en representación de varias instituciones de Educación Superior, siendo la mayoría autores jóvenes de nuestra institución. Consecuente, este esfuerzo es el fruto del trabajo del cuerpo académico de UNIVO, tanto en la elaboración de los productos como del arduo trabajo de edición, en los cuales se han dedicado ingentes cantidades de energía y recursos en razón de garantizar al lector un producto de calidad académica. Antes de terminar esta presentación quiero dejar constancia de mi profundo y sincero agradecimiento a la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) por su notable y decidido apoyo para la creación de CIDEMO-UNIVO, un nuevo think thank en el país comprometido inexorablemente con los valores y criterios en favor de la consolidación de la democracia y el fortalecimiento de la sociedad civil. Al director de CIDEMO- UNIVO, Rodolfo Mejía-Dietrich por su valioso liderazgo en la gestión académica y administrativa al frente del proyecto de producción intelectual, y a los investigadores Adán Mendoza y Angélica Sosa quienes con esmero y dedicación han trabajado largas horas a la revisión editorial de la compilación y han elaborado con su creatividad e inteligencia una propuesta de libro indudablemente de interés para los destinos de la nación. 14 Prólogo Dr. Ernesto Castañeda Director, Center for Latin American & Latino Studies-American University, USA. Este libro nos recuerda la importancia de las instituciones para un gobierno efectivo. La capacidad del Estado depende del grueso de los servidores públicos, reglas claras, consecuencias por actos criminales y una ciudadanía comprometida con la sociedad y el buen gobierno. Un capítulo cuestiona la transparencia sobre el uso de los más de $200 millones entregados solo en 2020 a alcaldías para enfrentar la crisis creada por la pandemia. Esto es común entre los países que dieron este tipo de apoyo, sin embargo, era importante actuar para aminorar los efectos económicos de la pandemia en las familias. Además, como arroja una de las encuestas discutidas en el libro, solo alrededor del 3% de los entrevistados señaló a la corrupción como una de sus principales preocupaciones. La mayoría de la gente estaba más preocupada por la economía, el desempleo, así como la delincuencia y las pandillas. Este libro enarbola varios ideales democráticos, entre ellos la transparencia, rendición de cuentas, liderazgo juvenil, equidad de género, protección de derechos, acceso a la información y civismo. No obstante, las prácticas democráticas y los derechos son diferentes en contextos geográficos y tiempos históricos. De hecho, el récord histórico nos recuerda que los derechos no son innatos, naturales, o derivan de una constitución, sino que son ejercidos en la vida diaria y defendidos cuando se ven amenazados. Como escribe Charles Tilly, los derechos actuales en un lugar son producto de previas luchas 15 sociales. Por todo esto, es importante que una ciudadanía sea educada sobre cuáles son sus derechos potenciales y los beneficios públicos que conllevan. En este sentido, CIDEMO está realizando una gran tarea educando a los ciudadanos y sobre todo a los jóvenes acerca de los valores que fortalecen una democracia sana, con capacidad de gobierno y de hacer valer el Estado de derecho. Como comentan algunos jóvenes entrevistados, los entrenamientos de CIDEMO contribuyen a crear empatía, lo cual aumenta la confianza, solidaridad y disposición cumplir con las obligaciones cívicas. Estos entrenamientos en la región oriental de El Salvador también han dado la opción a los ciudadanos de pedir más información sobre decisiones y presupuestos públicos, lo cual en si crea más confianza ciudadana. Finalmente, cuando se le pregunta de manera abierta a varias personas qué derechos consideran más importantes, las respuestas van más allá de garantías constitucionales y marcan cuáles son las prioridades de los ciudadanos, entre ellas se encontraron el derecho a la vida, educación, libertad de expresión, salud, voto, trabajo, a un medioambiente limpio y sostenible, así como el derecho a la libertad, la seguridad y la propiedad. Estás importantes aspiraciones nos recuerdan que las democracias establecidas pueden ser aún más democráticas, incluyentes y justas y que ese es un trabajo de todos. Este trabajo colectivo se facilita con un liderazgo capaz y sabio para crear políticas públicas que respondan a las demandas y prioridades de la ciudadanía. Confianza pública y COVID-19 17 Capítulo 1 Confianza pública y COVID-19: evaluación ciudadana del Órgano Ejecutivo salvadoreño en 2020 Carlos Ayala Durán1; Héctor Méndez2 Introducción La pandemia del COVID-19 llevó al mundo a enfrentar la crisis derivada de ésta mediante una serie de políticas públicas concentradas en torno al control de la pandemia, la protección social y la recuperación económica. El contexto bajo el cual El Salvador fue alcanzado por dicha pandemia, incluye problemas de transparencia, corrupción, falencias en la cobertura de salud, y deterioradas finanzas públicas, que condicionaron la respuesta gubernamental. Por ejemplo, fue necesario recurrir a un presupuesto extraordinario basado en deuda que proveyó recursos financieros por más de mil millones de dólares para la emergencia y la recuperación económica, y cuyo uso fue calificado de poca transparente y sin participación ciudadana (Ponce & Linares, 2021). Asimismo, y también con objeto de focalizar recursos, se suspendieron las consultas externas en todo el sistema de salud público (consultas generales y especializadas), aumentando la vulnerabilidad 1 Profesor e Investigador de Economía en Universidade Federal do Rio Grande do Sul, Brasil. Correo electrónico: carlos.ayala@ufrgs.br 2 Profesor e Investigador de Economía en Dirección de Investigación y Proyección Social en la Universidad “Dr. Andrés Bello” de El Salvador. Correo electrónico: hectorezequiel. mendez@unab.edu.sv Confianza pública y COVID-19 18 y el riesgo frente a enfermedades contagiosas prepandemia (López & Domínguez, 2021). A pesar de un contexto de múltiples precariedades, las encuestas de opinión pública mostraban altos niveles de popularidad del presidente, y específicamente, altos niveles de confianza otorgados por la población al gobierno de turno respecto al manejo de la pandemia del COVID-19. Por ello, esta investigación se orientó a la identificación de los determinantes estadísticos asociados a la confianza en el gobierno frente al manejo de la pandemia, contextualizado en el momento en que las medidas de combate fueron más diversas y extensas. El vínculo de la confianza con la gestión de la pandemia, se basa en las asociaciones empíricas positivas entre la confianza pública y los indicadores socioeconómicos. Asimismo, este vínculo descansa en consideraciones teóricas que refuerzan la importancia de la confianza entre los individuos de una sociedad y la confianza institucional (pública), ya que mayores niveles de confianzase asocian a mayor efectividad de las políticas implementadas por el Estado. En tal dirección Algan (2018) señala que la confianza en las instituciones se traslapa hacia las personas a cargo de éstas, dentro de la administración pública, premiando la competencia y favoreciendo la idoneidad de la persona en el cargo. Según el mismo autor, la confianza se puede traslapar al premiar las intenciones, favoreciendo el liderazgo mostrado, ya sea por un funcionario, un ministro o el jefe de un gobierno. Y esto influye en las respuestas ante situaciones contingentes de crisis, por ejemplo, la pandemia y por tanto afecta el bienestar económico y social. Por otra parte, trabajos como el de Bollyky et al., (2022) sitúan la confianza en el gobierno junto a la capacidad del sistema de salud, el estado de la gobernanza y las desigualdades económicas, como factores que determinan la capacidad de respuesta de un gobierno en una pandemia, pues gran parte de las medidas tomadas demandan la disposición de una población para cumplir mandatos. Y, por tanto, la generación de confianza es una forma de prepararse para enfrentar una crisis, suponiendo una relación directa: a mayor confianza mayor efectividad de dichas medidas. Desde una perspectiva racional de la confianza, la misma depende de la percepción sobre el funcionamiento de las instituciones públicas, y de la existencia de mecanismos de cumplimiento o castigos ante comportamientos dañinos, lo que aumentaría la confianza. Desde un punto de vista moral, la confianza, más que un comportamiento estratégico, sería un valor, que, en síntesis, es afectado dentro de Confianza pública y COVID-19 19 la población por las similitudes (lazos de unión) o diferencias (cooperación) entre grupos sociales y su relación con el poder o autoridad institucional. (Algan, 2018; Bollyky et al., 2022). La confianza que la población brinde al gobierno afecta la ejecución de programas, proyectos, regulaciones, recomendaciones y demás acciones frente a la pandemia, pues muchas de éstas (acciones) implican sacrificios en el corto y largo plazo. Por ejemplo, respetar el distanciamiento social, evitar aglomeraciones, uso de mascarilla, paralización de actividades de comercio y turismo. Por ejemplo, otros estudios determinaron que empleados públicos, trabajadores de primera línea en países latinoamericanos, con bajos niveles de confianza, exigían mayor control gubernamental en las medidas de distanciamiento, contrario a quienes tenían mayor confianza; diferencias que eran estadísticamente significativas. Revisión de literatura El presente texto se basa en dos anclas interpretativas: la confianza pública y las políticas públicas. En relación a la primera, trabajos seminales como el elaborado por Easton (1999) señalan que la confianza hacia las autoridades políticas o el régimen se consideran como un apoyo difuso, menos palpable que otras formas de apoyo como regulaciones legales específicas. Otro escrito del mismo politólogo canadiense señala que la confianza puede traer aparejadas actitudes favorables hacia la democracia y representar un respaldo específico según el desempeño y los resultados alcanzados por gobiernos/autoridades públicas (Easton, 1975 apud Morales, 2008). De esta forma, se puede entender como confianza pública a “un tipo especial de apoyo, donde los ciudadanos expresan la idea de que las instituciones realizarán las acciones y se obtendrán resultados que se esperan aún en condiciones de bajo nivel de control” (Segovia, 2006: p.100). La evidencia empírica muestra resultados relevantes. Por ejemplo, Criado & Herreros (2007) manifiestan que los ciudadanos confiarán más en aquellas instituciones que sean percibidas como eficaces a la hora de cumplir con sus funciones. No obstante, otros autores relatan que el aumento de la confianza no solo se limita al desempeño de las instituciones, sino que se basa en una percepción cognitivo-racional cimentada en valoraciones individuales, experiencias propias, información disponible y expectativas de cara al futuro (Güemes & Brugué, 2017; James, 2011; Organización para Confianza pública y COVID-19 20 el Desarrollo y la Cooperación Económica, 2014). Por su parte, Morales (2008) va más allá al relacionar la confianza institucional con la satisfacción, la democracia y la legitimidad del sistema, muy en sintonía con lo propuesto por algunos trabajos clásicos como los elaborados por Citrin (1974) o Easton (1975, 1999). Siendo que la confianza pública puede suponer un apoyo adicional al régimen (Easton, 1999), a que lo provee de legitimidad (Easton, 1999; Morales, 2008) y a que puede suponer comportamientos específicos (Güemes & Brugé, 2017; Kreps & Kriner, 2020), los estados usualmente suelen trabajar en la construcción y mejora constante de la confianza pública. Basándose en esta última premisa, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OECD, 2014) relata la existencia de cinco dimensiones que moldean la confianza en las instituciones públicas: confiabilidad, capacidad de respuesta, apertura, integridad e imparcialidad. La Figura 1 ilustra que algunas de estas dimensiones abarcan temas relacionados a la transparencia o a la prestación de servicios públicos; deudas históricas en varios países centroamericanos, incluyendo El Salvador. Figura 1. Dimensiones de la confianza pública. Fuente: Tomado textualmente de Ayala Durán (2021a). Confianza pública y COVID-19 21 Gozgor (2021) afirma que, en medio de la emergencia sanitaria actual, se necesitan grados sin precedentes de cohesión social y confianza en la actuación pública, ya que de eso pueden depender determinados comportamientos y acciones que coadyuven al manejo de la crisis. Por otra parte, la confianza en el régimen resulta fundamental para el cumplimiento y ejecución de políticas públicas. Precisamente, la pandemia exigió una serie de medidas tempranas como el confinamiento y la preparación a una transición para la nueva normalidad. Algunas medidas tenían como objetivos la atención de la crisis sanitaria y la recuperación económica, mismas que configuraron la naturaleza de las actuaciones del Estado. Sin embargo, como explica Fontaine (2015) las políticas públicas se enmarcan en secuencias históricas; por ejemplo, en El Salvador se ha caracterizado por tradiciones autoritaritas. Este vínculo se ve materializado debido a circunstancias disruptivas, donde los estados seleccionan políticas y socios estratégicos que, en conjunto, configuran las instituciones estatales y las estructuras de poder, que al volverse más eficientes generan una retroalimentación que continúa hasta que hay otros eventos disruptivos. La pandemia representa un evento disruptivo y la selección de políticas, se relaciona con la confianza que los ciudadanos otorgan al percibirlas como eficaces (Levi & Stoker, 2000) y con la trayectoria de estas. Según Pichardo (2017), previo a la pandemia las políticas públicas se caracterizaban en una etapa de reasunción de la protección social en torno a los Objetivos de Desarrollo Sostenibles (ODS), si bien de forma focalizada y muchas veces condicionada. A esto se agrega que en El Salvador la primera alternancia democrática después de finalizada la guerra civil, reforzó una serie de políticas adecuadas a la etapa de re asunción, pues incluían de forma esencial mecanismos de focalización y condicionamiento. Tales mecanismos se ven materializados en los gobiernos liderados por el FMLN, donde las articulaciones de programas de transferencias de recursos monetarios o especies dentro de las comunidades solidarias incluían condiciones de parte de los beneficiarios, incluyendo: continuidad educativa, realización de trabajos comunitarios o formación para el trabajo (GOES, 2012, 2015) Por otra parte, existió una creciente focalización de subsidios a los hogares, en pro de una disciplina fiscal para un país con problemas muy serios de deudapública. Por tanto, con la llegada de la pandemia, las políticas públicas identificadas por el BID en América Latina se orientaron al control Confianza pública y COVID-19 22 de las tasas de infección con confinamientos estrictos, que incluían restricciones a la movilidad. En relación a temas económicos, surgió la necesidad de proteger los ingresos de los hogares más afectados por la crisis, proteger a los trabajadores y empresas ante la caída en la producción y demanda, evitando prolongar la crisis económica. Es decir, hubo un resurgimiento de políticas asistencialistas en la región en torno, al aumento de cobertura de los programas de transferencias monetarias, programas alimentarios, de accesos a servicios básicos y a la conectividad; ante el aumento de hogares en vulnerabilidad ante las medidas sanitarias de la pandemia (Rubio, et al., 2020). Por ejemplo, el gobierno salvadoreño, en tal sentido, inició un confinamiento domiciliario nacional a partir del 13 de marzo de 2020 que se prolongó hasta junio del mismo año, suspendió actividades laborales, académicas y de turismo, a excepción de las instituciones e industrias indispensables para atender la pandemia. Asimismo, prohibió las aglomeraciones de personas, la consulta externa en todo el sistema de salud público, el ingreso de vuelos comerciales al país, cerró las fronteras terrestres; y recomendó una serie de medidas de bioseguridad, implementó cercos sanitarios, e inició la construcción de un hospital (López & Domínguez, 2021). Paralelamente, se originó una respuesta particularmente represiva, dando importancia a los cuerpos de seguridad y militares, en muchas de estas medidas (Passos & Acácio, 2021). Estas medidas impactaron en la situación fiscal, laboral y social, como señalan López Marmolejo et al., (2020). Dentro de las medidas económicas, se realizaron una serie de acciones, incluyendo: transferencias monetarias de $300 al 75% de los hogares, entrega periódica de alimentos a toda la población, suspensión de pagos de servicios públicos, mora de intereses y préstamos, elaboración de una exención de impuesto sobre la renta a industrias estratégicas, subsidio del 50% de salarios a empleados del sector formal, elaboración de líneas de crédito al sector informal y creación de fideicomisos para sectores productivos con créditos blandos (Pastrán & Ibarra, 2021; Ramírez, 2020). Este conjunto de políticas coincidió con la modificación de algunos programas precedentes, como la retención progresiva, y posterior modificación de los Fondos para el Desarrollo Social y Económico de El Salvador (FODES) a las municipalidades. En tal coyuntura, las encuestas reafirmaban la popularidad del gobernante salvadoreño, Nayib Bukele, quien con su victoria electoral rompió la polarización del espectro político entre los partidos políticos ARENA y FMLN, instituciones con diversos casos judicializados Confianza pública y COVID-19 23 de corrupción. Esto apunta a que los niveles de confianza pública en estos gobiernos fueron sustancialmente menores, como se refleja en la Figura 2. De esa forma, la popularidad desde el ascenso de Nayib Bukele se trasladó también al manejo de la pandemia, muy alejado de las notas alcanzadas por sus predecesores. Gráfica 1. El Salvador: nota alcanzada por el presidente de la República, en escala de 0 a 10 Fuente: Elaboración propia con cifras de LPG Datos (Segura, 2021). Además de la calificación que la población otorgaba al presidente, también existía una aceptación mayoritaria de las medidas sanitarias y económicas ya detalladas. De esa forma, CID Gallup (2021) reveló a través de una encuesta telefónica en noviembre de 2021, utilizando una muestra de 1200 personas que, el 77% percibió como muy buena la gestión de la pandemia por el presidente, el 75% como muy buenas las medidas sanitarias y el 56% aprueba las medidas económicas. En cuanto al nivel de confianza, la encuesta del Centro de Estudios Ciudadanos [CEC], (2020) determinó, con una muestra de 1222 personas en abril de 2020, que el 49.3% de los encuestados confiaba mucho en el gobierno ante la pandemia del COVID19, y un 41% confiaba algo. Por su parte, la encuesta del Instituto Universitario de Opinión Pública [IUDOP] (2020) consultó en junio de 2020 a 1558 personas cuánto confiaban en el presidente Bukele y el 52.3% dijo que confiaba mucho, mientras el 22.6% afirmaba poseer alguna confianza. La confianza en instituciones públicas, como explican González-Melado & Di Pietro (2021), es fundamental en las medidas sanitarias, pues factores como el desconocimiento y temor generan desconfianza. En ese sentido, Bargain & Aminjonov (2020) usaron Confianza pública y COVID-19 24 datos de movilidad en Europa a nivel regional, y demostraron que una mayor confianza pública estaba asociada a un mayor cumplimiento de medidas restrictivas como la movilidad no esencial, pues en regiones de alta confianza previo a la pandemia el nivel de movilidad era menor en comparación a las regiones de menor confianza. En esta línea, Gozgor (2021) sitúa como determinantes de la confianza pública en el marco de la pandemia, algunas variables demográficas como la edad, sexo, educación e ingresos para varios países, encontrando resultados significativos. Estás mismas variables fueron usadas por Algan et al., (2016) para evaluar la confianza de la población en relación al estado de bienestar, encontrando relaciones inversas en educación e ingresos, y directas en edad. Metodología Para el presente texto se utiliza la encuesta realizada por el Centro de Estudios Ciudadanos de la Universidad Francisco Gavidia (UFG) por vía telefónica entre el 23 y 27 de abril de 2020 con 1,222 cuestionarios efectivos a nivel nacional (Centro de Estudios Ciudadanos [CEC], 2020). Este ejercicio calculó que la población encuestada otorgaba una nota de 8.7 al gobierno de Nayib Bukele y más del 90% dijo que tenía confianza en el presidente. La muestra fue levantada con un 95% de intervalo de confianza y 2.5% de error muestral. Se utilizó esta pregunta del CEC ¿Confía Usted en las autoridades del gobierno ante la pandemia de COVID-19? La cual está en sintonía con la propuesta metodológica de Algán (2018) quien recomienda la inclusión de preguntas con el siguiente encabezado ¿Cuánto confía en…? seguido de la institución o persona que ejerce un cargo con opciones de respuesta en escalas (si es de cero a diez, cero es nada y diez es completamente, o de forma ordinal). Dado que la interpretación de la pregunta puede afectar la comparabilidad. De la base de datos de tal encuesta se seleccionaron una serie de 7 variables para explicar la confianza en el gobernante de turno a través de una regresión logística, las cuales están detalladas en la tabla 1. Confianza pública y COVID-19 25 Tabla 1. Descripción de variables para crear un modelo de regresión logística Fuente: elaboración propia con datos de la encuesta de la UFG, 2020 La regresión logística ordenada, se usa cuando la variable dependiente tiene más de una categoría, opción de respuesta, que se pueden clasificar jerárquicamente, en este caso no confía (1), confía algo (2) y confía mucho (3); tomando como base la primera. Y con ello se explica cómo influye en el aumento de confianza, en los niveles ya establecidos, la presencia, ausencia o el valor que las variables explicativas tomen. En este caso el modelo pretende explicar cómo varía la probabilidad de que la población pase de confiar poco a confiar mucho en las autoridades de gobierno atendiendo a las variables explicativas: edad, el sexo, la escolaridad, los ingresos, la zona de residencia, la condición laboral y el haber recibido el subsidio de $300 dólares. Dado que la mayoría de variables son multinomiales el modelo refleja las razones de probabilidad proporcionales respecto a la categoría base que es la menor (ver Tabla 1) en relación a la Confianza pública y COVID-19 26 variable dependiente,que es la confianza, suponiendo que las demás variables permanecen constantes. Así, se elaboró un modelo estadístico en el programa STATA 14, con un n=1,081 la prueba de máxima verosimilitud y chi cuadrado indican que el modelo en su conjunto es significativamente estadístico. Resultados Las estadísticas descriptivas se encuentran resumidas en la Tabla 2, y se puede interpretar que existe una tendencia a confiar mucho en las autoridades del gobierno ejecutivo (µ=2.40, σ=0.64). Asimismo, tan solo alrededor de un cuarto de la muestra resultó beneficiada con la transferencia monetaria. La mayoría de los respondientes cuentan con educación completa a nivel de bachillerato (45.50%) y casi un cuarto posee estudios universitarios (24.22%). Los ingresos poseen una distribución desigual (µ=3.14, σ=1.61), siendo que 42.69% cuentan con salarios de hasta $350 dólares, lo que en la actualidad representa menos del salario mínimo para el sector comercio. Asimismo, las personas desempleadas son mayoría, al alcanzar 58.18% de los casos válidos. En términos de variables demográficas, se evidencia una población relativamente joven (µ=39.76, σ=2.40), primordialmente urbana (µ=0.223, σ=0.41) y con un número levemente superior de mujeres (µ=0.51, σ=0.50). Tabla 2. Descriptivas de variables de interés. Fuente: elaboración propia con base a CEC (2020). Los resultados sobre los determinantes de la confianza pública se encuentran resumidos en la Tabla 3. Los logaritmos de las razones de probabilidad (Odds Ratios), menores que 1, son relaciones inversas respecto a la variable dependiente (coeficientes negativos) y las mayores a 1, son directas (coeficientes positivos); en la medida que éstos se alejen de 1 su relación es más fuerte; mientras que el p valor indica la significancia de estos. Confianza pública y COVID-19 27 Tabla 3. Modelo de regresión logística ordenado, razones de probabilidad. Fuente: elaboración propia con base a CEC (2020). Se descubren tres variables significativas en su totalidad: la edad, es decir que, a mayor edad, aumentan hasta en una vez la probabilidad de confiar más en el gobernante respecto a los más jóvenes. Resultados opuestos fueron encontrados por Ayala-Durán (2021a) ya que, en su estudio, las personas con mayor edad mostraron menor confianza en el manejo de la pandemia en El Salvador. Adicionalmente, haber sido beneficiario de los $300 de igual manera aumenta en 1.38 veces la probabilidad que una persona aumente su confianza en el presidente respecto a quien no recibió dicho subsidio; y en cuanto al sexo, si la persona es mujer disminuye en un 0.7 su probabilidad de elegir niveles altos de confianza hacia el presidente, respecto a los hombres. Las relaciones de las variables que resultaron no significativas respecto a la confianza en el gobierno, fueron las siguientes: la escolaridad presentó en todos los niveles una relación inversa, los ingresos, de forma singular en los niveles más bajos tiene una relación directa y en los niveles altos una relación inversa; y por último la Confianza pública y COVID-19 28 zona de residencia, es tan cercana a 1 que revela una relación inversa muy débil. Discusión El país representa un caso particular de estudio, puesto que, a pesar de las características autoritarias emanadas desde el Órgano Ejecutivo (The Economist, 2020; Valencia, 2020), de abusos policiales (Procuraduría para la Defensa de los Derechos Humanos, 2020), reserva de información sobre políticas de salud (Oliva, 2021) o a una implementación deficiente en políticas sociales de emergencia (Ayala Durán, 2021b) se evidencian niveles elevados en la confianza en el manejo de la pandemia por COVID-19 al momento de la recolección de los datos. No obstante, resulta importante destacar que los datos corresponden al mes de abril 2020, lo que representa tan sólo el inicio de la pandemia. Por otra parte, como se ha mencionado, tres variables resultaron determinantes en la confianza pública sobre el manejo de la pandemia. Pero las que no fueron significativas, la relación expresada corresponde con lo encontrado por otros autores. La educación respecto a la confianza otorgada al gobierno, el modelo refleja una relación inversa. Tal tendencia podría ser explicada porque estas personas tendrían mayor acceso a fuentes de información, basando así sus opiniones en publicaciones especializadas, originadas desde la academia y organizaciones de los derechos humanos (Ayala Durán, 2021b; Procuraduría para la Defensa de los Derechos Humanos, 2020; Tobar, 2020; Transparency International, 2021). En un sentido similar, Ayala-Durán (2021a) reporta la misma tendencia al comprobar que mayores niveles educativos trae consigo en media menor confianza pública en El Salvador. Hallazgos similares han sido identificados por Gozgor (2021) al analizar la confianza pública y la transparencia en la información gubernamental durante la pandemia por COVID-19. Ayalon (2021) por su parte, muestra que la educación también posee importancia en la construcción de confianza en Israel, dilucidando asimismo efectos particulares en grupos con alta instrucción, como científicos o trabajadores de la salud. Precisamente grupos con conocimientos en medicina en Estados Unidos se mostraron indecisos en recibir la vacuna para el COVID-19 en las etapas iniciales de aprobación para su uso (Lucia et al., 2020). Con ello, para el caso de El Salvador, los resultados indican que la educación se erige como una característica que explica parcialmente Confianza pública y COVID-19 29 la disminución en la confianza sobre el manejo de la pandemia a nivel ministerial. De forma similar al considerar los ingresos se encuentra que las personas que poseen más ingresos en comparación a los que no alcanzan el salario mínimo ($300) tienen menos confianza en cómo el gobierno ejecutivo ha gestionado la pandemia. En relación a esto el trabajo de Gozgor (2021) ha identificado una tendencia similar cuando se evalúa la confianza de los ciudadanos alrededor del mundo y el logaritmo del ingreso. Resultados análogos son encontrados cuando este mismo autor evalúa el efecto del ingreso en la percepción de la transparencia gubernamental en medio de la pandemia por COVID-19. Como se mencionó anteriormente, el género se mostró determinante en la confianza sobre el manejo de la pandemia, siendo que las mujeres tienen una valoración más negativa que los hombres. Estos resultados se encuentran en disonancia con lo reportado por Ayala-Durán (2021a) ya que, en este trabajo sobre confianza pública en El Salvador, las mujeres mostraban una leve tendencia a confiar más en las autoridades públicas salvadoreñas (ministro de salud y presidente). Ante los abundantes retos que supone superar la pandemia por COVID-19, la confianza pública se muestra como una herramienta más a ser tomada en consideración, al suponer mayores niveles de cumplimiento voluntario de medidas sanitarias. Éstas incluyen el distanciamiento social, uso de dispositivos médicos, evitar aglomeraciones e incluso vacunación contra la enfermedad (Bargain & Aminjonov, 2020; González & Di Pietro, 2021). Pese a los positivos resultados encontrados, se hace necesario verificar regularmente si la población continúa confiando en las autoridades responsables, ya que, de no hacerlo, la estrategia pública de combate a la pandemia se puede ver comprometida. Para tales fines, los pilares para la construcción de la confianza, como los elaborados por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico “OCDE” (2014), pueden ser relevantes; mismos que destacan la importancia de la transparencia, imparcialidad, o integridad. Asimismo, los datos utilizados en el presente estudio emanan de un levantamiento de opinión pública que se realizó en el mes de abril de 2020, justo al inicio de la aún existente pandemia por COVID-19. En ese sentido, existen importantes signos de que eso significó un desgasteen la aprobación presidencial (IUDOP, 2020), que se recuperó en 2021, es necesario verificar si la confianza en el manejo de la pandemia ha sufrido modificaciones. De esa forma, se hace necesario Confianza pública y COVID-19 30 verificar si medidas que incluían fuertes restricciones como el uso de las fuerzas represivas (López & Domínguez, 2021), pudo haber impulsado modificaciones en el nivel de confianza. Similarmente, estos trabajos posteriores deben tomar en consideración variables adicionales predictoras de confianza en tiempos de pandemia. Por ejemplo, Fetzer et al., (2020) incluye el número de casos confirmados a la hora de la realización de encuestas sobre confianza pública. Es previsible en ese sentido que los niveles de confianza puedan verse afectado ante fuertes cambios en el número de infecciones. Por otra parte, trabajos recientes (Ayalon, 2021; Ayala Durán, 2021a; Kreps & Kriner, 2020) incluyen como predictores de la confianza elementos relativos a inclinaciones político-partidarias e ideológicas. Estas particularidades son sujeto de inclusión en trabajos futuros. Finalmente, los resultados del modelo dan nociones, por un lado, que bajos niveles de ingreso y niveles educativos vienen aparejados a mayores niveles de confianza en El Salvador. Y de una forma más significativa, que la población de mayor edad, los hombres, y quienes reciben subsidios presentan mayor probabilidad de conceder mayores grados de confianza. Por lo cual podrían surgir muchas interrogantes, si las medidas asistencialistas sin mayor elaboración se han vuelto necesarias por la pandemia o han pasado a ser un instrumento para legitimar la confianza del pueblo en su gobernante. 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Por lo anterior, se pretende identificar el fenómeno social y político que experimenta en la actual coyuntura salvadoreña sobre los avances, desafíos de dichos controles o si en efecto existen retrocesos en éstos, con el propósito de conocer las acciones u omisiones de las decisiones de los detentadores de poder en la gestión pública. Una vez comprendidos los resultados de esta investigación, se podrán crear o fortalecer los controles existentes, propiciando entre la academia y la sociedad civil una cultura política, un pensamiento crítico y una vocación democrática en la población sobre la importancia que tienen éstos en la vida social y política. 1 Licenciada en Ciencias Jurídicas de la Universidad de El Salvador. Abogada y Notaria. Egresada de la maestría en Ciencia Política y Gestión Pública de la Universidad de El Salvador. Correo electrónico: josselin1291@gmail.com 2 Licenciada en Ciencias Jurídicas de la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas. Abogada y Notaria. Correo electrónico: kim.12@outlook.com Institucionalidad democrática y controles políticos 38 En el período de la posguerra, El Salvador transitó de regímenes no democráticos a regímenes democráticos, mediante el cual se consolidaba la paz, dando pasos agigantados hacia el fortalecimiento de los nuevos vientos de la ola democratizadora. Situación que propicia la garantía del Estado Constitucional de Derecho -que protege derechos fundamentales y humanos-, teniendo como consecuencia la creación de nuevas instituciones contraloras. En ese sentido, el surgimiento de dichas instituciones, abrió paso a otro tipo de agencias estatales que procuran mecanismos y derechos como la transparencia, el acceso a la información pública, a la rendición de cuentas eficaz y oportuna, así como a la libertad de expresión, como elementos básicos e importantes del sistema de control político y de la democracia representativa. Es así que el propósito del presente, por una parte, es fomentar los mecanismos de participación ciudadana, con la finalidad de que la población ejerza su rol social sobre la política y la cosa pública, conozca sobre los mecanismos de control que deben ejercer sobre los funcionarios. Y, por otra parte, exhortar a la academia para que se generen espacios en los cuales la población pueda externar sus preocupaciones en torno a la democracia. Lo anterior, con el objetivo de crear una cultura política y de paz que permita identificar los peligros que conlleva la conducta pasiva ante el abuso de poder de los gobiernos de turno. Cabe mencionar que, para el caso en concreto, se retomará la definición de democracia representativa de corte liberal. En esa línea, la democracia tiene sus orígenes en la antigua Grecia en el siglo V a. C, especialmente en Atenas, a partir de la democracia directa que era ejercida por los “ciudadanos” en las “polis” de la asamblea del pueblo o de los ciudadanos. No obstante, dicha democracia no era plena, puesto que existían restricciones significativas en aquella unidad política instaurada. Sin embargo, antes de abordar el tema de la democracia, es pertinente hacer mención de lo que en doctrina se debe entender como institucionalidad democrática, y la importancia que tiene la democracia para que las instituciones funcionen como se debe, y se origine una gobernación democrática. Institucionalidad democrática y controles políticos 39 Revisión de Literatura Mecanismos de control político: democracia, transparencia y gobernabilidad democrática. A partir de la definición de Uvalle (2001) referente a la institucionalidad democrática, en este ensayo se retoma dicha postura para hablar sobre los avances y desafíos, tomando en cuenta los elementos intrínsecos. Entre ellos, la participación ciudadana y la democracia, debido a que esta institucionalidad es el resultado de la participación generada entre las relaciones de poder de la ciudadanía y el Estado, con el propósito de que esta vinculación, que se organiza por medio de instituciones, resulte en el fortalecimiento de una sociedad democrática. Es decir, que las instituciones funcionen con bases en las reglas del juego dadas en un esquema democrático que impacta en el desarrollo de la sociedad. En tal sentido, para dichos elementos se aproximará desde la perspectiva teórica de los autores como Nohlen (2006), quien plantea en lo relativo a la democracia, que es el régimen político que por excelencia se ha asentado en los estados modernos mediante su legitimidad de origen. Merino (2013) sostiene que la participación ciudadana es un elemento relevante de la representación política. La noción de rendición de cuentas engloba dos dimensiones, una legal y otra política, lo cual se retoma en esta investigación debido a que, para cada acción u omisión debe existir una responsabilidad legal, mediante los controles de las institucionesy, además, puede ser reflejada en las elecciones, en ambas, y debe tener como resultado, una sanción. Institucionalidad democrática. Es fundamental enfatizar la relevancia que posee la institucionalidad democrática. Para ello, es oportuno determinar cuál es su concepción doctrinaria. En tal sentido, según Uvalle (2001), ésta puede ser entendida como “un sistema de capacidades que permiten la gobernación de las organizaciones civiles y ciudadanas (p.15)”. De ahí que un aspecto importante para hablar de la institucionalidad, es que ésta se configura como una cualidad de la vida pública, la cual, debe formarse teniendo como punto de partida el consentimiento de particulares y la coyuntura de los intereses que definen el sentido mismo de la acción colectiva. De manera que, a raíz de la unión de intereses y la manifestación expresa de la voluntad popular, es posible que la institucionalidad democrática sea el eje que coordina Institucionalidad democrática y controles políticos 40 a la sociedad con el Estado, ya que su diseño e implementación se enlaza en los procesos de participación y representación. De lo anterior, se colige que no puede tener cabida una institucionalidad democrática si el actuar público no se construye en un escenario donde exista la interacción entre la participación de la ciudadanía y sus representantes, elementos esenciales que contiene un esquema con características democráticas. Ya que ambos representan la garantía de que las instituciones funcionen y respondan adecuadamente, conforme a los intereses y necesidades de la población y no de intereses particulares. Por ello, se sostiene que la institucionalidad es el resultado de las participaciones generadas mediante los espacios públicos pertinentes, puesto que, esto implica que las instituciones tengan la validación, reconocimiento y aprobación de la ciudadanía, lo que permitiría dar paso a la institucionalidad democrática. De este modo, ésta se vuelve necesaria para que las actuaciones de los gobernantes y funcionarios al frente de las instituciones públicas, tengan bases confiables de desarrollo. Igualmente, es válido afirmar que, para robustecer la institucionalidad democrática, es necesario garantizar -en lo medular- un escenario en donde la ciudadanía y el Estado tengan una vinculación efectiva en lo referente a conocer los conflictos, desacuerdos y tensiones que se originan en el gobierno, situaciones que son propias de la pluralidad política y cultural. Como plantea Arendt (2019) -el factor democrático por excelencia es la pluralidad-, y en efecto, es de suma importancia. Pues, desde la perspectiva pública, esto es indicativo de las competencias que poseen las instituciones para organizar y fomentar la participación de la sociedad. Y es que no es posible omitir el hecho de que una sociedad se impulsa a partir de valores, pero se organiza mediante instituciones. Consecuentemente, la interacción Estado-ciudadanía es vital en el fortalecimiento de una sociedad democrática. Ello supone, que las autoridades públicas desempeñan un papel clave en la misión de coordinar acciones que generan un estímulo para el desarrollo de la sociedad. Por tal razón, Uvalle (2001) sostiene que, en la democracia, el poder se organiza en instituciones que son creadas tomando en cuenta la interacción plural y continua de las fuerzas sociales. Agrega que la democracia como método de gobierno se caracteriza por sus ventajas incluyentes. Además, estima que la dirección pública se erige como una categoría importante en la vida democrática, en el sentido de que ésta Institucionalidad democrática y controles políticos 41 hace alusión a un conjunto de aptitudes que favorecen la participación, la representación y la corresponsabilidad de los grupos ciudadanos en la atención y solución de los asuntos que son de interés común. De similar forma, considera que la democracia como alternativa para abordar y encauzar los problemas sociales se constituye en un sistema de reglas y procedimientos que establecen el modo en que los ciudadanos pueden incorporarse a la vida productiva. Por otra parte, otro aspecto relacionado a la institucionalidad democrática que aborda el mismo autor, es la gobernación democrática, manifestando que ésta implica instituciones, procesos, reglas y capacidades para asegurar que la diversidad social y política tenga los cauces que contribuyen a la administración de los conflictos y a la posibilidad de que la vida productiva sea más eficiente y consistente. Puesto que la gobernación democrática es producto de la interacción de grupos, organizaciones y estrategias que concurren en acuerdos esenciales para conseguir que la estabilidad de la sociedad se fije en la correlación de fuerzas y no en la imposición de actos de autoridad, que únicamente contienen de manera efímera los movimientos divergentes en la propia sociedad. Por lo que, Uvalle (2001) considera que para que exista una gobernación eficaz se requiere de la dirección pública, la cual se integra por estrategias, procesos, tiempos, operadores e instituciones que tienen el propósito de que la acción ciudadana sea encaminada con reglas y resultados que permiten al Estado incrementar su contenido y calidad democráticos. En consonancia con lo anterior, es dable afirmar que la institucionalidad democrática es el puente que comunica a la sociedad, el Estado, el mercado y los ciudadanos. Debido a que determina las reglas del juego que garantizan que las actividades sociales, privadas y públicas se desarrollen con cierto grado de certeza. Y es que, sin duda, las reglas de la democracia advierten la importancia del rol que juegan los actores sociales y políticos en las acciones de representación y participación, pues estas reglas estatuyen el punto medular del orden político y jurídico debido a que favorecen en el planteamiento de un escenario de certeza, negociaciones y convenios. En esa línea, erigir un orden democrático no implica que se deba infligir elementos de fuerza, sino más bien, ampararse en la pluralidad de ideas, proyectos y normas que hacen posible que los actores elementales en una sociedad se obliguen a acatarlo y ejecutarlo. Consecuentemente, la institucionalidad democrática se extiende al ámbito de lo político, económico y social (Uvalle, 2001). Institucionalidad democrática y controles políticos 42 En suma, se contempla que la característica dominante de la institucionalidad democrática es que se compone de un conjunto de derechos, restricciones, incentivos y sanciones para que la sociedad y el Estado tengan espacios de certeza y actuación. De este modo, la sociedad y los ciudadanos tienen la posibilidad de convivir de manera regular con las diversas instancias de la autoridad pública. Esto es así, porque en la democracia, la autoridad no realiza lo que desea, si no lo expresamente autorizado, por ello, los ciudadanos tienen libertades y derechos sujetos a la responsabilidad institucional. Es decir que, en ella, el Estado es fuente de poder, autoridad, reglas y acciones sujetas a normas positivas, a través de las cuales se evita que sea un poder autoritario o totalitario. Asimismo, afirma que en la democracia no hay poderes sin contrapesos ni restricciones, por el contrario, el sistema de controles y equilibrios es pieza fundamental en la organización y el ejercicio del poder democrático. De lo anterior se colige que la institucionalidad democrática concreta los pesos y contrapesos que soslayan la desorganización de la sociedad, ya que escudriñan el diseño e intervención de los estatutos negociados entre los actores sociales. Consecuentemente, la democratización de la institucionalidad tiene como resultado la emisión de leyes, convenios y contratos, de los cuales se obtiene como efecto la producción de otras reglas que promueven la seguridad, el desempeño y la calidad de los sistemas sociales, políticos y económicos, generando así, controlesespecíficos que permiten la compatibilidad entre organismos diferentes que a la vez favorece que estos se complementen (Uvalle, 2001). Democracia La democracia es el vocablo más importante para describir, explicar y justificar el funcionamiento de los estados constitucionales; transita desde la revolución francesa hacia la caída del muro de Berlín y el nacimiento del Estado constitucional de derecho. Al respecto, Nohlen (2006), plantea que la democracia representativa es la forma más usual de la democracia en el moderno Estado constitucional, en la cual el pueblo no ejerce directamente la gobernanza sino por medio de órganos representativos que designa constitucionalmente en elecciones generales y renueva periódicamente. Es importante destacar que la democracia es un ideal universalmente reconocido y un objetivo basado en valores comunes Institucionalidad democrática y controles políticos 43 compartidos por los pueblos que componen la comunidad mundial, cualesquiera sean sus diferencias culturales, políticas, sociales y económicas. A través de este régimen se ha tratado de alcanzar un modo de gobierno aplicable de conformidad a las modalidades que reflejan la diversidad de experiencias y particularidades sin derogar los principios, normas y reglas admitidas a nivel internacional. Es preciso señalar que, la democracia como tal es un derecho fundamental del ciudadano, que debe ejercerse en condiciones de libertad, igualdad, transparencia y responsabilidad, con el debido respeto a la pluralidad de opiniones y en interés de la comunidad. Así pues, es una condición que se encuentra en constante mejora y perfeccionamiento, cuya evolución depende de diversos factores políticos, sociales, económicos y culturales. De ahí que, la democracia -como ideal- trata esencialmente de conservar la dignidad y los derechos fundamentales del individuo, garantizar la justicia social, favorecer el desarrollo económico y social de la comunidad, fortalecer la cohesión de la sociedad, impulsar la tranquilidad nacional y crear un ambiente favorable para la paz internacional. Mientras que, como forma de gobierno, la democracia es el mecanismo idóneo para alcanzar esos objetivos, además, es el único sistema político capaz de corregirse a sí mismo. Por otro lado, de conformidad a los instrumentos internacionales -como la Carta Democrática Interamericana-, cuando un gobierno de las Américas soslaya la democracia, la Organización de los Estados Americanos (OEA, 2001), está en la obligación de aplicar dicho convenio, tal como lo establece en su artículo 1 y siguientes: Los pueblos de América tienen derecho a la democracia y sus gobiernos la obligación de promoverla y defenderla. La democracia es esencial para el desarrollo social, político y económico de los pueblos de las Américas... a su vez, el ejercicio efectivo de la democracia representativa es la base del estado de derecho y los regímenes constitucionales de los Estados Miembros de la Organización de los Estados Americanos. La democracia representativa se refuerza y profundiza con la participación permanente, ética y responsable de la ciudadanía en un marco de legalidad conforme al respectivo orden constitucional (incs, 1-2-3) Institucionalidad democrática y controles políticos 44 En nuestro caso, la Constitución de El Salvador (1983), en su artículo 83 determina la forma de gobierno y el sistema político que rige en nuestro país, estableciendo que: “El Salvador es un estado soberano. La soberanía reside en el pueblo que la ejerce en la forma prescrita y dentro de los límites de esta Constitución (inc.1)”. En esa misma línea, el artículo 85 prevé que: El gobierno es republicano, democrático y representativo… El sistema político es pluralista y se expresa por medio de los partidos políticos, que son el único instrumento para el ejercicio de la representación del pueblo dentro del Gobierno. Las normas, organización y funcionamiento se sujetarán a los principios de la democracia representativa... La existencia de un partido único oficial es incompatible con el sistema democrático y con la forma de gobierno establecidos en esta Constitución (incs. 1-2-3). En tal sentido, la democracia representativa es el diseño más común en Latinoamérica, mediante el cual los pueblos a través de los órganos políticos determinados en la normativa constitucional ejercen esa delegación y legitimidad mediante elecciones libres y justas. Es decir que, en las sociedades tanto homogéneas como heterogéneas, las instituciones y los procesos de la democracia deben favorecer la participación popular para proteger la diversidad, el pluralismo y el derecho a ser diferente en un clima de tolerancia. Cabe destacar que los componentes fundamentales de la democracia representativa se constituyen a través del respeto a los derechos humanos y libertades civiles, además, del acceso al poder y su actuación con fijación al estado de derecho, la realización de elecciones periódicas, libres, justas y basadas en el sufragio libre, universal y secreto como manifestación de la soberanía del pueblo, el sistema plural de partidos y organizaciones políticas, unido a la separación e independencia de los poderes públicos. Establecido lo anterior, la restricción y control del poder se debe a un sistema de frenos y contrapesos cuya finalidad es que cada órgano del Estado se desarrolle dentro de sus competencias o atribuciones ordenadas en la Constitución de manera independiente pero coordinada. La Constitución realiza esta distribución de funciones, competencias o atribuciones en su “parte orgánica”. Estas disposiciones constitucionales que tradicionalmente han sido calificadas como Institucionalidad democrática y controles políticos 45 “orgánicas” definen la estructura general del Estado mediante la previsión de los órganos que ejercen el poder público, a los cuales singulariza y caracteriza con la identificación de las autoridades que los conforman, la asignación de competencias y el diseño de los mecanismos de interacción e incidencia entre ellos. Estos elementos, en conjunto, se rigen por el principio de separación orgánica de funciones, que constituye un pilar de la Constitución y contribuye a la configuración de un sistema de controles que busca equilibrar la relación entre los órganos del Estado y evitar poderes omnímodos o sin control. En consecuencia, la colaboración interorgánica de forma armónica entre las agencias de balances y de equilibrio, se vuelve necesaria a fin de procurar el quehacer gubernamental en la cosa pública, produciendo condiciones obligatorias e intrínsecas de gobernabilidad y transparencia -elementos importantes implícitos en un buen gobierno de los regímenes democráticos-. Finalmente, es oportuno recalcar que la transparencia de la actuación gubernamental, la probidad, la responsabilidad de los gobiernos en la gestión pública, el respeto por los derechos sociales y la libertad de expresión y de prensa, comprenden partes fundamentales en el ejercicio de la democracia, así como la dependencia constitucional de todas las instituciones del Estado a la sociedad civil y el respeto al estado de derecho de todas las entidades y sectores de la población son igualmente esenciales para la democracia en el sistema político. La transparencia, participación y rendición de cuentas como elementos esenciales del buen gobierno En este punto, es dable mencionar que en las democracias modernas la transparencia adquiere un valor importante, ya que es un indicador sustancial en la condición de los gobiernos democráticos, y/o en aquellos que buscan considerarse como tales. Asimismo, la transparencia se vuelve necesaria para que la ciudadanía pueda ejercer de forma conveniente su valoración sobre el buen gobierno y a la vez es un mecanismo para realizar una participación efectiva en este gobierno. Lo anterior es así, dado que en la actualidad la sociedad va adquiriendo concienciade la facultad que poseen de ejercer contraloría social sobre el actuar y la responsabilidad de los representantes políticos, lo cual es un cambio sustancial, aunque no se refleja a Institucionalidad democrática y controles políticos 46 grandes rasgos. De lo anterior, es posible afirmar que es una minoría de la sociedad la que está consciente de dicha potestad. Debido a que, en la realidad no existe una orientación suficiente de los mecanismos que se pueden emplear para exigir cuentas a los actores políticos. En ese sentido, el derecho de acceso a la información alcanza una posición esencial a la hora de reclamar la transparencia en el quehacer de la actuación pública, permitiendo una mayor participación en el gobierno. En esa línea, la Convención Americana sobre Derechos Humanos de 1978, en su artículo 13 estipula que: Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento y de expresión. Este derecho comprende la libertad de buscar, recibir y difundir informaciones e ideas de toda índole, sin consideración de fronteras, ya sea oralmente, por escrito o en forma impresa o artística, o por cualquier otro procedimiento de su elección (parrf. 1). Por otra parte, algunos autores como Paynel (2003), sugieren que la transparencia es un requisito necesario para la gobernanza democrática. De ahí que la constante reclamación de niveles considerables de transparencia ha ido creando una cultura de trabajo público que debe integrar estos criterios frente a una ciudadanía interesada en la forma en que se hacen las actuaciones de los gobernantes, al igual que en las consecuencias resultantes. Unido a ello, debe entenderse que la transparencia es una característica aplicable al manejo de la información que genera y resguarda el Estado, como resultado del ejercicio de sus obligaciones en la administración pública. Además, constituye una herramienta mediante la cual se conoce, descifra y valora la actividad gubernamental. Por consiguiente, es de esa forma que la transparencia obtiene una real importancia respecto a la disponibilidad y conocimiento público de dicha información. De ahí que el derecho de acceso a la información se vuelve sumamente trascendental al momento de considerar si un gobierno es en realidad transparente o no, lo cual será valorado dependiendo de la disponibilidad, sencillez, prontitud, gratuidad, integridad, máxima publicidad de la información en manos del Estado y de la rendición de cuentas que realice. En ese sentido, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) ha establecido que las características esenciales para un buen gobierno son la participación ciudadana, el Estado de Derecho, la transparencia, Institucionalidad democrática y controles políticos 47 la sensibilidad del consenso orientado, la equidad e inclusión, la eficacia y eficiencia y la responsabilidad de los Estados. En virtud de lo anterior, se realiza una serie de interrogantes, ¿para qué sirve la transparencia?, ¿hemos avanzado?, ¿cumplimos dichos requisitos de un buen gobierno, responsable y no responsivo? Gomes citado por Cunill (2006) afirma que dar transparencia a una relación de poder significa promover su reequilibrio. Primero, porque hace que el poder se transforme al someterse a la crítica, al escrutinio público y, por consiguiente, al control social. Segundo, porque hace que las personas involucradas en el ejercicio de poder asumir una posición activa de protagonistas. De igual manera, sostiene que la transparencia es un recurso clave para que la ciudadanía pueda desarrollar una influencia directa sobre la administración pública, de modo que esto compensa las asimetrías de poder en la formación de decisiones públicas y en la generación de bienes y servicios públicos. Esto es así debido a que la democratización de la gestión pública, tiene supeditada su eficacia a que la condición de la transparencia esté asegurada, además, en ocasiones esta se convierte en el único medio posible de influencia. En línea con lo anterior, es conocido que la transparencia de los procesos de formación de las decisiones minimiza la corporativización del aparato público. Al respecto, Stiglitz (1999), establece que el único argumento que podría tener alguna validez para mantener el secreto de las decisiones, es que a menudo, ocultar la información puede proporcionar una ventaja táctica en el juego de la negociación política. En general, la transparencia puede actuar como contrapeso de la influencia de los intereses particulares en los propios procesos de participación ciudadana en la gestión pública, ya que la deliberación en público tiene la capacidad de poner sobre los que participan una presión a la generalización. En definitiva, la transparencia es una herramienta que tiene la facultad de ayudar a mejorar la calidad democrática en la toma de decisiones y creación de políticas públicas, teniendo como resultado la maximización de otros medios de democratización de la administración pública. De ahí que surja una vinculación entre la transparencia y la responsabilización o accountability de la administración. En tal sentido, Stiglitz (1999) sostiene que la transparencia es de suma importancia en vista de que el secretismo no solo oculta las deficiencias del gobierno, sino que puede agravarlas; en primer lugar, debido a que se dificulta que se establezcan compromisos creíbles; en segundo lugar, porque agudiza la competencia destructiva; y en tercer lugar, porque Institucionalidad democrática y controles políticos 48 la información se vuelve escasa. Este autor, estima que si no hubiese tanto secretismo aumentaría el flujo de la información, y además se reducirían las actividades que generan y buscan rentabilidad a través de un flujo de información distorsionada. Y es que, no cabe duda de que al hablar de transparencia se hace referencia a la información que está en poder del Estado a través de sus diversas instituciones que lo conforman. Por lo tanto, para que ésta tenga una real validez como mecanismo de control, debe ser transparentada de manera oportuna y confiable, por ello es necesario que la misma no sea tergiversada o sesgada. Por consiguiente, es válido afirmar que la transparencia es un mecanismo que puede utilizarse para aumentar la eficiencia en la gestión pública, pues, como se ha mencionado, si la información se transparenta de manera efectiva a la ciudadanía, ésta adquiere un gran valor ya que a través de esta herramienta la población tiene la posibilidad de ejercer control social sobre las actuaciones de sus gobernantes, y además, pueden exigir que se utilicen los recursos de manera eficiente y que las instituciones ejerzan sus atribuciones en apego a las normativas en pro de los ciudadanos. Ya que, al final de cuentas, la información se ve condicionada a los fines en que ésta será utilizada por la ciudadanía, es decir, que la finalidad de la transparencia de la información o que persigue darle cuentas a los ciudadanos para que pueden ejercer control social sobre los actos de sus gobernantes en el manejo del erario público, el cual es sufragado mediante la recepción de los impuestos pagados por todos los ciudadanos de una nación. De ahí cobra vital relevancia que la información sea puesta a disposición de la población, y esto se conquista a través del derecho de acceso a la información pública a fin de que sea ésta quien decida premiar o castigar a los detentadores de poder en el gobierno que manejan las instituciones del Estado. Es así que la transparencia erige la democracia y efectúa un incentivo que puede usarse para ampliar la eficiencia en el diseño institucional. Asimismo, propicia un mejor desempeño en la gestión pública vía presión social. En cierta medida, podríamos establecer que, en efecto, la transparencia sirve como guía a los servidores y funcionarios públicos y los detentadores del poder, para actuar apegados a los ordenamientos jurídicos, bajo los derechos y deberes éticos.
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