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Del transporte a la comunicación: de la comunicación territorial a la comunicación virtual y de la comunicación de Estado a la comunicación de mercado (1790-1870) PATRICE FLICHY: Una historia de la comunicación moderna La comunicación de Estado: el telégrafo óptico Flichy advierte que la idea de la comunicación a distancia ya está presente en los siglos XVII y XVIII. La literatura de la época ya difundía la fantasía científico-utópica de la comunicación a distancia a través dispositivos telepáticos. Será por eso quizás que en 1667 Hooke inventó el teléfono de cordel para la comunicación amorosa. Lo cierto es que el dispositivo que puede considerarse como un antecedente al telégrafo que vendría después es el sistema de semáforos que inventó en 1690 Amontons. El sistema de comunicación mediante semáforos consistía en una dotación de gente ubicada a cierta distancia que trasmitía señalas convencionalizadas. Pero la necesidad de desarrollar una red durable a nivel nacional no llegaría hasta la Revolución Francesa. Mientras llegaba ese momento, el siglo XVIII vio el desarrollo de numerosos estudios sobre electricidad que permitirían luego transmitir señales luminosas en reemplazo del cuerpo humano y, por ende, el desarrollo del telégrafo eléctrico. En 1789 se produce la Revolución Francesa y nace el Estado moderno. Inmediatamente se desata la necesidad de transmitir órdenes militares a gran distancia en el menor tiempo posible para asegurar la victoria de la Revolución en territorio francés. Paralelamente el físico Claude Chappe ideó un proyecto que satisficiera con esa necesidad. En 1792 lo presenta ante la Asamblea Legislativa y al año siguiente ya se instala la primera línea telegráfica. Es así que con la llegada de la Revolución Francesa y la constitución del Estado moderno, la comunicación a distancia tomó una nueva significación social. El telégrafo óptico se inscribe en el proceso de formación del Estado-nación mediante la coordinación de las fuerzas militares. El dispositivo está vinculado a la dinámica de cohesión del nuevo espacio nacional francés y su administración racionalista en unidades homogéneas. No sólo permite reforzar y asegurar la unidad nacional, sino que además satisface las fantasías de comunicación instantánea propias de la época. Durante los primeros tiempos, los usos del telégrafo fuera del campo militar son restringidos. En 1799 Chappe le propone al Directorio utilizar su invento para informar sobre la llegada de los barcos a los puertos y sobre la cotización de las monedas, pero el Estado decidió mantener su monopolio sobre este invento: durante la Revolución y el Imperio los usos fueron esencialmente militares. Durante la Restauración, policíacos. La comunicación del mercado: el telégrafo eléctrico Alrededor de 1830, Watson prevé igualmente otros usos para el telégrafo: la información de gestión de los ferrocarriles en Inglaterra. Es allí que en 1837 no sólo florecen los proyectos del telégrafo eléctrico sino también la voluntad de explotar este invento comercialmente. Es así que mientras Cooke y Wheatstone patentan el invento, Morse se lanza a hacer lo mismo habiendo ideado antes un código de señales cortas y largas (código Morse). Los científicos-ingenieros son desplazados por una nueva generación compuesta por inventores-empresarios. Recién en la década de 1840, el telégrafo óptico es reemplazado por el eléctrico en Francia y se consigue la abolición del monopolio de Estado. El gobierno de Luis Bonaparte ve en el telégrafo un instrumento favorable al desarrollo de la industria y el comercio, por lo que abre a los intereses privados su utilización, pero priorizando los despachos del gobierno. Durante la década de 1850, Europa asiste al desarrollo de las Bolsas de comercio y los mercados financieros. En este contexto, la transmisión de informaciones bursátiles constituye el principal uso social del telégrafo eléctrico. El nuevo invento se inscribe en una nueva necesidad de transmisión rápida y precisa de información financiera y comercial. Los lazos entre la Bolsa y el telégrafo eléctrico son, pues, estrechos dado que éste en definitiva actuó como el principal agente técnico del mercado bursátil internacional del siglo XIX. Así como el telégrafo óptico de Chappe formó parte de un proyecto de centralización del Estado destinado a reforzar la unidad de la nación, el telégrafo eléctrico se inscribe en el desarrollo del comercio y de los mercados de capitales de mediados del siglo XIX. E incluso está en sintonía con las teorías y políticas económicas favorables al libre cambio. Pero si bien en Francia la red estatal de telégrafos se abrió al uso comercial, en Inglaterra las insuficiencias de la red de telégrafos comerciales provoca su nacionalización. En efecto, en 1868 el Parlamento británico aprueba una ley que nacionaliza las empresas privadas que gestionan la red y las incorpora a Correos. En definitiva, a fines del siglo XIX se establece un modelo de gestión pública de telégrafos que intenta equilibrar la comunicación estatal y la mercantil. Si bien es predominante la comunicación comercial, es el Estado quien asume la responsabilidad principal de su desarrollo. A partir de finales del siglo XIX, las nuevas revoluciones de la comunicación estarían concentradas en el ámbito doméstico y aparecerán vinculadas a la consolidación del modelo de familia victoriana y la transformación de la vida privada, tal como lo demostrará el desarrollo de la fotografía y el fonógrafo.
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