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986 Aspectos de cirugía ginecológica SECCIÓ N 5 contracción, granulación y epitelización. Pocas veces se utiliza el cierre secundario en la cirugía ginecológica, pero casi siempre está indicado cuando los tejidos que deben cerrarse están muy infecta- dos. También se cuenta con la opción del cierre primario tardío para estas situaciones, una vez que se elimine la infección. El cierre óptimo de la laparotomía es tema de gran debate. La mayor parte de los datos sobre él deriva de estudios de cirugía general en cierre de incisiones en la línea media del abdomen y de investigaciones obstétricas de técnica para cesárea. Lo ideal es que en el cierre se evite la infección, la dehiscencia y desarrollo de her- nia o trayecto fi stuloso y al mismo tiempo se reduzca al mínimo la molestia de la paciente; sin embargo, debe considerarse el aspecto estético hasta donde sea posible. ■ Peritoneo Ni el peritoneo visceral ni el parietal requieren sutura porque esta capa casi siempre se regenera unos días después de la intervención quirúrgica (Lipscomb, 1996). Varios estudios muestran que el no cerrar el peritoneo disminuye el tiempo quirúrgico sin aumentar la formación de adherencias, las complicaciones de la herida o la frecuencia de infección (Franchi, 1997; Gupta, 1998; Tulandi, 1988). Sin embargo, hay pocos estudios con asignación al azar y testigos bien realizados que hayan valorado la formación de adhe- rencias a largo plazo. A menudo se forman adherencias entre el peritoneo y los órga- nos adyacentes después de un procedimiento. La cicatrización puede reducirse si se presta atención al manejo cuidadoso de los tejidos, con el logro de la hemostasia y reducción de la isquemia hística, la infección y la reacción a cuerpo extraño (American Society for Reproductive Medicine, 2008). ■ Aponeurosis En muchos procedimientos quirúrgicos, el primer tejido que se cierra es la aponeurosis. Muchos estudios apoyan el cierre de las aponeurosis con surgete continuo para las incisiones abdomina- les, en lugar del cierre con puntos separados de la aponeurosis (Colombo, 1997; Orr, 1990; Shepherd, 1983). Por lo general, el cierre continuo es más rápido y se relaciona con tasas comparables de dehiscencia, infección de la herida y aparición de hernia. La selección del material de sutura tiende a favorecer la de absorción tardía sobre la no absorbible. Las suturas de absorción tardía parece que brindan soporte adecuado a la herida, aunque causan menos dolor y tasas más bajas de formación de fístulas (Carlson, 1995; Leaper, 1977; Wissing, 1987). Sin embargo, debe considerarse el uso de sutura no absorbible en situaciones en las que se identifi ca una hernia o cuando la incisión se llevó a cabo a través de una malla colocada antes. Una sutura calibre 0 o 1 es adecuada para cerrar la mayoría de las incisiones aponeuróticas. Las suturas se colocan a distancia aproximada de 1 cm entre sí y a 1.2 o 1.5 cm del borde de la aponeurosis. Es muy poco lo que se gana en seguridad adicional con más de 1.5 cm (Campbell, 1989). Las puntadas deben aponer los márgenes aponeuróticos y permitir que los tejidos se infl amen después de la intervención quirúrgica sin cortar la aponeurosis ni causar necrosis avascular. ■ Tejido celular subcutáneo Las acumulaciones de sangre y líquido sirven como aceleradores potenciales del crecimiento bacteriano. Por esta razón, para dis- los vientres del músculo recto del abdomen permanecen intactos y cruzan la incisión (Sección 41-2, pág. 1022). Por consiguiente, se crearon las incisiones de Cherney y de Maylard para resolver esta restricción y mejorar la exposición en cierto grado. La incisión de Cherney libera el músculo recto del abdomen en su inserción tendinosa inferior (Sección 41-3, pág. 1024). Este acceso brinda mayor exposición de los órganos pélvi- cos, así como el acceso al espacio de Retzius. Por tanto, se valora su uso cuando se requiere tal exposición quirúrgica. También puede darse preferencia a la incisión de Cherney sobre la de Maylard si ya se inició una incisión de Pfannenstiel, pero luego se requiere expo- sición adicional. Esto se explica porque con la incisión de Maylard los músculos rectos del abdomen deben permanecer cubiertos por su vaina aponeurótica. Sin embargo, si se inició una incisión de Pfannenstiel, la aponeurosis ya se disecó de los músculos rectos abdominales subyacentes. La incisión de Maylard corta el músculo recto del abdomen, brinda mayor exposición quirúrgica y espacio para maniobrar (Sección 41-4, pág. 1025). Sin embargo, tiene mayor difi cultad técnica porque es necesario aislar y ligar las arterias epigástricas inferiores. La incisión se usa pocas veces por las preocupaciones sobre dolor quirúrgico intenso, disminución de la fuerza de la pared abdominal, tiempo quirúrgico más prolongado e incremento de la frecuencia de la fi ebre posoperatoria. Sin embargo, los estu- dios con asignación al azar no apoyan estas preocupaciones (Ayers, 1987; Giacalone, 2002). La incisión de Maylard no debe hacerse en quienes se interrumpieron los vasos epigástricos superiores, ya que esto deja un riego sanguíneo inadecuado para los músculos rectos del abdomen. Además, es probable que las pacientes con vas- culopatía periférica dependan de las arterias epigástricas inferiores para la irrigación hacia las extremidades inferiores. La ligadura de esta arteria puede causar claudicación (Salom, 2007). ■ Creación de la incisión El acceso al abdomen comienza con la incisión de la piel mediante el bisturí; las cicatrices deben cortarse para mejorar la cicatrización de la herida y los resultados estéticos. Aunque puede usarse una hoja electroquirúrgica para cortar la piel, en general se obtiene la cicatrización más rápida y de mejor aspecto cuando la incisión se lleva a cabo con bisturí (Hambley, 1988; Singer, 2002a). Para las capas restantes, puede elegirse bisturí u hoja electro- quirúrgica ya que las investigaciones no muestran diferencias en la cicatrización a corto y largo plazos con la elección de cualquiera de ellos (Franchi, 2001). No obstante, en la valoración de la hemorra- gia quirúrgica y el dolor posoperatorio en dicha revisión, Jenkins (2003) notó una ventaja con el uso de la hoja electroquirúrgica. Cualquiera que sea el tipo de incisión o instrumento usado, debe subrayarse la vigilancia estricta de la técnica apropiada: obtener una homeostasis meticulosa, reducir el tejido desvitalizado y evitar la formación de un espacio muerto. CIERRE DE LA HERIDA Después de la laparotomía, el cierre de la incisión debe abarcar peritoneo, aponeurosis, tejido celular subcutáneo y piel. En gene- ral, el cierre de la herida puede clasifi carse como primario o secun- dario. En el cierre primario, se usan materiales para aproximar las capas de tejido. En el cierre por segunda intención, las capas de la herida permanecen abiertas y cicatrizan por una combinación de 40_Chapter_40_Hoffman_4R.indd 98640_Chapter_40_Hoffman_4R.indd 986 06/09/13 22:0706/09/13 22:07 GINECOLOGÍA������������������������������������������������� SECCIÓN 5 ASPECTOS DE CIRUGÍA GINECOLÓGICA���������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������� 40. CONSIDERACIONES TRANSOPERATORIAS���������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������� CIERRE DE LA HERIDA�������������������������������������������������������������������������
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