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1108 Atlas de cirugía ginecológica SECCIÓ N 6 LAPAROSCOPIA SIN GAS La variación recién mencionada de la lapa- roscopia tradicional se creó en reacción a las desventajas fi siológicas del neumoperitoneo con la insufl ación de dióxido de carbono que se describió en la página 1095. Para afrontar estos problemas posibles se ha descrito la lapa- roscopia sin gas. Entre sus ventajas adicionales están la visualización sostenida después de la colpotomía y con la aspiración continua. A pesar de algunos progresos, en la actualidad su uso sistemático queda frenado por incon- venientes como el espacio quirúrgico en forma de “tienda de campaña” y las incisiones y el tiempo adicionales necesarios para montar el dispositivo arriba de la pared abdominal. Sin embargo aún tiene alguna utilidad en mujeres de alto riesgo que tienen enfermedades car- diorrespiratorias (Cravello, 1999; Goldberg, 1997; Negrin Perez, 1999). ANATOMÍA LAPAROSCÓPICA El conocimiento preciso de la anatomía es el elemento básico para una técnica quirúrgica sólida. Sin embargo, la visión laparoscópica de la anatomía pélvica pudiera ser un poco dife- rente a la imagen obtenida con laparotomía, y ello se debe a los efectos del neumoperitoneo, de la posición de Trendelenburg y el cambio de una realidad tridimensional a una imagen bidimensional en el monitor. ■ Pared anterior del abdomen Al planear la penetración en el abdomen hay que considerar algunas estructuras fun- damentales de la pared anterior de esta zona para evitar complicaciones neurovasculares. Los puntos anatómicos fundamentales son el ombligo, la espina iliaca anterosuperior y la sínfi sis del pubis. En obesas, en particular entre quienes una gruesa capa de grasa puede alterar las relaciones anatómicas, hay que utili- zar los puntos óseos de referencia para seleccio- nar el sitio en que se colocará el acceso seguro. El ombligo por lo común está situado a nivel de las vértebras L3-L4, aunque puede estar por arriba o por debajo, según la com- plexión corporal. En casi todas las pacientes la aorta se bifurca a nivel de la unión de las vértebras L4-L5 (Nezhat, 1998). Sin embargo, en obesas el ombligo tiende a estar muy por debajo de esta bifurcación aórtica. En perso- nas de peso normal la vena iliaca primitiva izquierda cruza la línea media 3 a 6 cm por debajo del nivel del ombligo. Se deben consi- derar tales estructuras durante la penetración inicial del trócar junto al ombligo, al situarlas a unos 6 cm en sentido profundo a la base del ombligo en personas de talla normal en decú- bito dorsal (Hurd, 1992). la página 1110. Como aspecto importante, un anillo negro alrededor de la cánula señala la profundidad en que se introduce el trócar. Introducirlo hasta esta marca es esencial para que los brazos del robot cuenten con el ful- cro (punto de apoyo) preciso para actuar de manera óptima, y para llevar al mínimo el traumatismo tisular en el portal de entrada. ■ Selección de la paciente para cirugía robótica Cuando se escoge la técnica robótica, hay que considerar las características de la paciente y del método por realizar. Las personas seleccio- nadas para que se realice en ellas esta técnica deben ser capaces de soportar los cambios fi siológicos convencionales que surgen con la laparoscopia y que se expusieron en párrafos anteriores. Al igual que ocurre con este último méto- do, el índice de masa corporal elevado puede ser un factor limitante para recurrir a la robó- tica, aunque no constituye una contraindica- ción y en este sentido habrá que contar con el concurso concertado del anestesiólogo. Los métodos que se realizan de manera efi caz con la laparoscopia corriente no deben ser sustitui- dos por técnicas robóticas, sino más bien esta modalidad debe ser una alternativa en vez de la laparotomía y brindar a la paciente una recu- peración más rápida, y menor morbilidad en el posoperatorio. está un carrito separado que sirve de base para los cuatro brazos robóticos; de estos últimos, uno controla el laparoscopio, en tanto que los demás sostienen los instrumentos robóticos. Las técnicas se realizan con dos o tres de los brazos instrumentales según las necesidades de cada técnica y la preferencia del cirujano. La segunda consola del cirujano suele usarse para capacitación. Si se requieren más accesos un cirujano asistente trabaja en la cabecera del paciente, a través de uno o dos portales acce- sorios tradicionales para la laparoscopia, que por lo común se sitúan en los cuadrantes supe- riores derecho o izquierdo. En forma típica se usan trócares de 5 a 15 mm para los accesos adicionales, según el número de instrumentos necesarios para un procedimiento en parti- cular. Los extremos de cada instrumento son semejantes a los que se usan en cirugía abierta y en la laparoscopia, e incluyen sujetadores, portaagujas e instrumentos cortantes. La situación de cada acceso para cirugía robótica es peculiar porque hay que escogerlos de modo que entre uno y otro haya una dis- tancia mínima de 8 cm; de ese modo, se evita el choque de los brazos robóticos entre sí y con los accesos adicionales. El nivel de colocación del portal inicial depende del método y de la complejidad del cuadro patológico o de opera- ciones previas (fig. 42-1.16). Los trócares se introducen para penetrar en el abdomen en forma similar a como se hace en la laparoscopia, que se describirá en FIGURA 42-1.16 Sitios típicos para elaborar accesos para la cirugía robótica. El portal R1 es el que albergará el laparoscopio. El sitio puede desplazarse en sentido superior según la magnitud de las tumoraciones pélvicas, como se ilustran en R1A-R1C. Otros portales para trabajo robótico están señalados por R2, R3 y R4. A1 corresponde al acceso del cirujano ayudante. 42_Chapter_42_Hoffman_4R.indd 110842_Chapter_42_Hoffman_4R.indd 1108 06/09/13 22:1606/09/13 22:16
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