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Respuestas al segundo examen de Historia de la Filosofía Antigua y Medieval Anaximandro, de la Escuela de Mileto, sostenía que el arché (principio/origen) de la Physis (la naturaleza y sus ciclos) es lo indeterminado (ápeiron); es decir, no es ninguno de los cuatro elementos. La sosfística, dentro de la democracia griega, defendía que en la esfera pública el intercambio argumentativo está organizado de un modo ‘retórico’, es decir, según un ‘arte de la persuasión’. Las Ideas en Platón son, siempre, Esencias universales, eternas (necesarias, inmutables y permanentes, idénticas, etc.). La ‘metafísica’ de Platón se concentra en este punto: separar y jerarquizar dos mundos. Abajo, en el nivel inferior, estaría el mundo sensible (con las cosas cambiantes, efímeras, etc.). Arriba, en el nivel superiro, está el Mundo de las Ideas: lo inteligible, lo suprasensible (con las realidades fijas, inmutables, etc.). La alegoría de la Caverna, expuesta en el diálogo de Platón titulado ‘La República’, expone el dualismo metafísico. El interior de la Caverna –un desfile de sombras cambiantes y evanescentes- es el mundo sensible. El exterior es el mundo de la luz, la realidad superior de las Ideas o Esencias eternas y permanentes. En Aristóteles la ‘física’ estudia el movimiento y el cambio de los entes naturales (physis). Y los estudia buscando las cuatro causas del movimiento (material, formal, eficiente, final). Aristóteles, discutiendo con el dualismo metafísico de Platón, sostenía que las substancias (un caballo, una casa, un triángulo) están compuestas por dos mitades inseparables: una materia y una forma. Es la doctrina del “hilemorfismo” (con la cual, lo universal está dentro de lo particular, etc.). En Aristóteles la meta de la vida es el bien o la felicidad porque se trata de un fin último, es decir, no hay un fin superior ni ulterior (supone, pues, la plenitud de la vida, su culminación). La ‘ataraxia’ (un apaciguamiento de las pasiones, una atenuación del deseo, una quietud y un reposo sereno) es lo buscado por el estoicismo al considerarlo sinónimo de la felicidad, es decir, de la meta o el fin de la vida ética. La física del epicureísmo era una física atomísta (la materia está compuesta de átomos que se mueven y se combinan en el vacío; seguían, así, con algunas relevantes modificaciones, a Demócrito). El estoicismo contribuyó al desarrollo de la Lógica con varias aportaciones: una fue una teoría de las categorías distinta a la de Aristóteles; otra, el estudio de nuevas formas del silogismo (un razonamiento con dos premisas y una conclusión). En el neoplatonismo de Plotino la cúspide de todo está en el Bien o lo Uno. Desde esta cima emanan el resto de los niveles de lo real, hasta llegar al escalón inferior donde está la materia (lo más solidificado y menos fluido). La Edad Media es un periódo de la historia del mundo marcado por un teocentrismo que impregna todas las esferas de la cultura. Por eso, en la filosofía, su meta constante fue el intento de elaborar una teología monoteísta desde la herencia griega (principalmente Platón y Aristóteles). Hay orientaciones más platónicas (San Agustín, etc.) y otras más aristotélicas (Averroes, Tomás de Aquino, etc.). San Anselmo (siguiendo el platonismo cristiano de San Agustín) presentó una ‘prueba’ de la existencia del ente supremo (‘Dios’) de tipo ‘a priori’ (porque parte del ‘concepto’ de Dios –es decir, de una definición de su ‘esencia’). Avempace, un filósofo y teólogo de la Edad Media, nació en Zaragoza (y Averroes en Córdoba). Uno de los principales libros de Maimónides fue el titulado ‘Guía de perplejos’. El averroismo latino se desarrolló en la Universidad de París, y partía de algunas de las doctrinas de Averroes, elaborándolas con nuevos matices. Este movimiento herético fue perseguido hasta su extinción. Uno de sus principales representantes fue Siger de Brabante. Santo Tomás, desde planteamientos aristotélicos y platónicos, propuso una serie de pruebas a posteriori de la existencia de un ente supremo (‘Dios’). A este conjunto de pruebas se lo conoce como ‘las cinco vías’ (cinco caminos que desembocan en un ente superior y anterior a todo). Guillermo de Ockham dentro del problema de estatuto de los universales (conceptos y esencias) defendió que sólo hay realidades particulares (conocidas y agrupadas por unos signos del lenguaje llamados ‘nombre comunes’). Es, pues, una posición, ‘nominalista’. Guillermo de Ockham propuso separar el poder ‘espiritual’ de la Iglesia –relativo a las cuestiones de fe- y el poder terrenal de tipo político (representado por el Estado, es deciro por las Monarquías medievales). Con esto arranca un aspecto relevante de la posterior ‘secularización’ que ha marcado al mundo moderno (en el que el teocentrismo medieval, poco a poco, fue perdiendo fuerza y relieve).
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