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Breve História da Filosofia

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•Los orígenes de la filosofía
•Los presocráticos
•Sócrates y los socráticos
•El descubrimiento de las ideas 
y la realidad: Platón y
Aristóteles
•El helenismo
•La filosofía oriental
•Los orígenes de la filosofía
cristiana: La patrística
•La filosofía de los 
siglos XI y XII
•El siglo XIII: la filosofía
de las universidades
•Santo Tomás de Aquino
•La transición al Renacimiento
•El humanismo
•El racionalismo
•El empirismo
•La Ilustración
•El idealismo alemán
•El irracionalismo
•Las doctrinas 
materialistas
•El positivismo
•El vitalismo
•El existencialismo
•La filosofía
contemporánea
FILOSOFÍAFILOSOFÍA
Portadillas. Autod. 10/18/07 3:49 PM Page 2
a tradición atribuye la inven-
ción del término filosofía al
griego Pitágoras, quien al ser in-
terrogado por el monarca Leontes a
propósito de su oficio prefirió no
presentarse como sabio, sino como
“filósofo”, es decir, aspirante a la sa-
biduría. Verídica o no, la hipotética
respuesta de Pitágoras simboliza ex-
presivamente el objeto mismo del sa-
ber conocido como filosofía: la bús-
queda, y no la posesión, de la verdad
última de las cosas. 
Ciertamente, esa aspiración al co-
nocimiento de los principios univer-
sales de la existencia es común a to-
das las civilizaciones humanas desde
el comienzo de los tiempos. Una de
las características fundamentales que
definen al hombre es su constante in-
terrogación acerca de sí mismo y de
las cosas que lo rodean. Resultado
de ello han sido los distintos modelos
concebidos por cada cultura a lo lar-
go de la historia a fin de procurar una
explicación convincente de la reali-
dad para su asimilación por parte del
todo social. 
Los primeros modelos se expresa-
ron en términos míticos. Sin embar-
go, a finales del siglo VII a.C. comen-
zaron a surgir en el seno de la civili-
zación griega explicaciones basadas
en términos racionales. Nacía así la
filosofía, precisamente como crítica
del mito. Esta sustitución del pensa-
miento mítico por el pensamiento
basado en la razón, o logos, fue el re-
sultado de un largo proceso. Social-
mente, este proceso se apoyó en la
transición de la monarquía a la polis;
culturalmente vino dado por el cam-
bio de enfoque que supuso la evolu-
ción de las formas literarias griegas
desde la obra de Homero a la de He-
síodo. 
Gestación del
pensamiento filosófico
Circunstancias socioculturales
del nacimiento de la filosofía 
En la Grecia clásica se daba una mez-
cla de dos culturas: la tradición micé-
nica –los vestigios de la arcaica civili-
zación helénica que mantuvo su he-
gemonía desde el 1600 a.C hasta el
900 a.C.– y las culturas de los invaso-
res jonios, dorios y aqueos. 
El espíritu de la civilización griega
aparece descrito en la obra de Home-
ro. Sus poemas dan fe de una socie-
dad aristocrática y guerrera, cuyos
máximos valores eran el honor y la
gloria y cuyas divinidades, los dioses
del Olimpo, mantenían un orden cós-
mico basado en una distribución de
poderes análoga a la que regía en la
Tierra. La unidad política descansaba
en una monarquía que delegaba sus
poderes en los jefes locales. A raíz de
las primeras invasiones, estos jefes
aumentaron su poder y se convirtie-
ron en pequeños monarcas de sus res-
pectivos territorios, limitados por
costumbres y ordenanzas tribales.
LOS ORÍGENES 
DE LA FILOSOFÍA
La búsqueda de la verdad y el conocimiento de los principios universales de la existencia
constituyen el objeto último de la filosofía. En la fotografía, alegoría de la filosofía, detalle del
sepulcro de Sixto IV, por Antonio del Pollaiuolo.
Fotografías de cabecera: Estudio de cabeza, de Piero della Francesca (izq.), y Pensador, de Auguste
Rodin (der.).
L
(151-153-3) Origenes filos. 10/4/07 5:05 PM Page 151
Hacia el siglo VIII a.C., la nueva si-
tuación política y económica –de-
sarrollo del comercio, nacimiento de la
industria artesana, fundación de colo-
nias, campañas bélicas– provocó la
caída de la monarquía como forma de
gobierno. Ocupó su lugar una aristo-
cracia gobernante, que pronto tuvo
que compartir sus privilegios con la
pujante clase de los soldados, en auge
gracias a la frecuencia con que se suce-
dían las guerras. La necesidad de com-
batientes aumentó y las clases menos
pudientes comenzaron paulatinamen-
te a intervenir en las campañas, guerre-
ando en las mismas condiciones que
los aristócratas. La igualdad bélica so-
cavó los cimientos del orden estamen-
tal. La sociedad política no tardó en de-
finirse en los mismos términos que el
ejército, y desde una estructura tribal
y clasista se pasó al demos, a la comuni-
dad de semejantes. Nacía así la polis de-
mocrática, y con ella la exigencia de
nuevos patrones sobre los que fundar
una nueva explicación de la realidad.
Pensamiento mítico 
y pensamiento racional
La filosofía nace desgajándose del
mito. Diversas circunstancias históri-
cas determinaron, como se ha indica-
do, la insuficiencia de las representa-
ciones míticas para proporcionar una
explicación coherente del mundo de
acuerdo con los nuevos modos de pen-
sar de la sociedad griega. Sin embar-
go, al igual que en la mayor parte de
las civilizaciones, estas representacio-
nes habían servido eficazmente du-
rante largos siglos como marcos de re-
ferencia sobre los que ordenar la exis-
tencia. Mito y razón son, por tanto,
distintas manifestaciones de la na-
turaleza humana, tan válidas la una
como la otra en sus correspondientes
circunstancias socioculturales.
Pensamiento mítico. Se puede defi-
nir el mito como una representación
simbólica de los fenómenos descono-
cidos de la vida y de la naturaleza cir-
cundante. Un hecho común a todas las
culturas desde la antigüedad más re-
mota es la presencia de una clase de
personajes que sobresalen del resto
por el hecho de poseer conocimientos
inaccesibles para los demás hombres.
Gracias a sus facultades excepciona-
les, estos personajes –hechiceros, sa-
cerdotes, sabios, o cualquier otra de-
nominación– “ven” más allá de las
meras apariencias y desentrañan el
sentido oculto de las cosas. Su verda-
dera función social es la de asegurar
la pervivencia de los modelos expli-
cativos del origen del mundo –cosmo-
gonías– que se van consolidando a
medida que la comunidad mantiene
las mismas tradiciones rituales. El “vi-
dente” articula esta conciencia colecti-
va en sistemas coherentes y accesibles
a todos, es decir, en mitos. 
En Grecia, esta función correspon-
día al poeta, cuya labor como intérpre-
te de lo desconocido es apreciable en
los dos grandes poemas homéricos, la
Odisea y la Ilíada. La estructuración mi-
tológica se presenta en ellas como na-
rraciones o relatos sobre la vida de los
dioses, expresados por medio de imá-
genes tomadas de la existencia huma-
na. Ésa es precisamente una de las ca-
racterísticas del mito: su naturaleza
analógica. El hombre construye sus re-
presentaciones míticas asimilando lo
desconocido a lo conocido, reducien-
do el incomprensible universo a es-
quemas propios de la existencia social.
Mediante mitos formulados a imagen
y semejanza de su propio mundo, el
ser humano obtiene un marco de refe-
rencia con el que orientar su compor-
tamiento y dotar de sentido a lo que le
rodea y a él mismo. 
Pensamiento racional. La consoli-
dación de las polis griegas implicó la
superación del modelo que identifi-
caba jerarquía celestial con monar-
quía. Con la nueva estructura demo-
crática, el orden cósmico dejó de ser
comprensible en términos míticos. Lo
sobrenatural perdió todo sentido, las
potencias divinas de los dioses del
Olimpo ya no servían para explicar la
naturaleza, que se convirtió en objeto
de reflexión por sí misma. Una vez
abandonado el relato mítico, se impu-
so la necesidad de un lenguaje objeti-
vo que expusiera de forma sistemáti-
ca y coherente –y no simplemente na-
152 FILOSOFÍA __________________________________________________________________________________________________
Definición
Pensamiento
Razonamiento
Estructura
Principios
Causalidad
Concepción de la realidad
Representación simbólica de lo
desconocido
MágicoAnalógico
Narrativa
Unión de los contrarios
Conexión fenómenos físicos-
divinidad
Trascendente
Elaboración conceptual de la
estructura de la realidad
Positivo
Lógico
Discursiva
Identidad y contradicción
Negación de lo sobrenatural
Inmanente
Diferencias entre representación mítica
y pensamiento racional
Mito Razón
(151-153-3) Origenes filos. 10/4/07 5:05 PM Page 152
rrativa, como hacía el mito– las cau-
sas fundamentales de la realidad. No
obstante, la explicación de estas cau-
sas debía proceder de la misma reali-
dad, no de esferas trascendentes y
ajenas al mundo. Para resolver este
problema de una forma adecuada a
las nuevas exigencias, los pensadores
griegos fueron desarrollando sus pro-
pios conceptos. El resultado de esta
búsqueda de un lenguaje diferente
fue la construcción de un nueva for-
ma de pensamiento: la razón. Con
ella, el hombre superó la explicación
de tipo analógico, puesto que ya no
precisaba de referencias externas,
sino que desde su propio pensamien-
to, desde su propia lógica aplicada di-
rectamente a la realidad observable,
obtenía los mecanismos adecuados
para dar respuesta a sus dudas. 
El desarrollo de la razón dio origen
a dos clases de pensamiento, que des-
de entonces el hombre interiorizó in-
conscientemente. Por un lado, un
pensamiento positivo, que negaba la
conexión mítica entre fenómeno físi-
co y potencia divina; por otro, un pen-
samiento abstracto, que rechazaba la
imagen primitiva de la unión de con-
trarios en favor del principio de iden-
tidad. En síntesis, con el pensamien-
to racional se impuso la creencia de
que nada existe más allá de la natura-
leza y que todo cuanto en ella existe
debe ser explicado desde su propia
coherencia interna. El filósofo, por
medio de su razón –logos–, sería el en-
cargado de desvelar esos principios
ocultos de la naturaleza.
El tránsito del mito al logos 
Las cosmologías racionales se funda-
ron sobre la reinterpretación de los es-
quemas míticos de explicación del
mundo. A través de esta reinterpreta-
ción, los filósofos primitivos fueron in-
corporando nuevos conceptos que de-
sacralizaron la representación mítica en
pro de una argumentación más lógica.
Como ejemplo de este tránsito, los
historiadores se han referido tradi-
cionalmente a la obra del otro gran
poeta heleno: Hesíodo. Las dos ver-
siones contrapuestas sobre el origen
del universo que expone en su Teogo-
nía constituyen un apunte sobre las
diferencias que separan la formula-
ción del mito de la explicación racio-
nal, y sobre el modo en que una deri-
va por contraste de la otra. En la pri-
mera versión se cantan las hazañas
del dios Zeus, soberano del Olimpo,
quien derrotando a Tifón, dragón de
mil cabezas y generador de la confu-
sión y el caos, consigue imponer el or-
den y la justicia en el mundo. La es-
tructura mítica es evidente: la lucha
con el dragón tiene el valor de una re-
presentación del orden que el hom-
bre primitivo apreciaba en fenóme-
nos naturales como el día, la noche o
las estaciones. Una narración ritual y
antropomórfica –combate cuerpo a
cuerpo entre dios y dragón– sirve
para explicar el paso desde las tinie-
blas y la confusión hasta el equilibrio
y el orden. La creación del mundo se
representa a través de la autoridad
victoriosa de una potencia divina. 
En la segunda versión del mismo
mito de la creación, la historia es
enunciada en términos muy diferen-
tes. Hesíodo describe la génesis del
mundo mediante un proceso natural,
en el que diferentes realidades físicas,
Caos, Gea –la Tierra–, Eros –el amor–,
se interrelacionan y dan origen a to-
das las formas naturales. Nada per-
siste ya del modelo anterior, en el que
eran el poder y la autoridad de Zeus,
monarca olímpico, las potencias que
fundaban el orden del cosmos. En
esta segunda versión son las sucesi-
vas generaciones de las entidades na-
turales las que causan todo lo demás. 
La diferencia es sustancial con res-
pecto a la representación anterior. El
mito pierde terreno en favor de una in-
terpretación que toma más en consi-
deración los principios naturales de
los fenómenos físicos. Operando sobre
esta nueva estructura de pensamien-
to, los llamados físicos de Mileto dese-
charían las últimas reminiscencias mí-
ticas y formularían las primeras hipó-
tesis propiamente filosóficas.
______________________________________________________________________________________ Los orígenes de la filosofía 153
Clasificación de las disciplinas filosóficas
Rama Objeto de estudio
Filósofos
representativos
Metafísica
Epistemología
Lógica
Ética
Estética
Naturaleza, validez y límites del conocimiento humano.
Aspectos formales del conocimiento.
Origen y justificación de los juicios morales.
Naturaleza y significado de las categorías de lo bello, lo sublime, etc.
Ontología
Teología
Principios y causas últimas 
del ser y la realidad.
Demostración de la Causa trascendente
(Dios).
Aristóteles, Descartes, Hegel.
San Anselmo, santo Tomás.
Platón, Kant, Wittgenstein.
Aristóteles, Russell.
Sócrates, Epicuro, Sartre.
Kant, Schelling.
_
Preguntas de repaso
1. ¿Qué circunstancias sociopolí-
ticas propiciaron el nacimien-
to del pensamiento filosófico
en la antigua Grecia?
2. ¿En qué se diferencia el pensa-
miento analógico del lógico?
(151-153-3) Origenes filos. 10/4/07 5:05 PM Page 153
l pensamiento griego comenzó
a desarrollarse en el siglo VI a.C.
y concluyó su andadura en el 529 de
nuestra era, año en que el emperador
bizantino Justiniano I decretó la prohi-
bición de las enseñanzas paganas. A lo
largo de estos siglos se sucedieron di-
versas formas de pensamiento que die-
ron lugar a las primeras formulaciones
de los temas clásicos del saber filosófi-
co occidental. En general, estas corrien-
tes pueden agruparse en dos grandes
períodos temporales, tomando como
línea divisoria entre ambos la figura de
Sócrates: el período presocrático y el
período de madurez. 
Los filósofos presocráticos, cuya
obra comprende aproximadamente
los siglos VI y V a.C., se ocuparon del
problema cosmológico. Sus reflexio-
nes intentaban dar respuesta a dos
grandes cuestiones: ¿cuál es el prin-
cipio de todas las cosas?, y ¿cómo
surge y se genera el universo? Por
esta razón, y aplicando la terminolo-
gía aristotélica, también son conoci-
dos como filósofos físicos o natura-
les. Al grupo de los presocráticos
pertenecen los físicos jonios, la es-
cuela pitagórica, Heráclito, Parméni-
des y la escuela eleática, Empédo-
cles, Anaxágoras y Demócrito. 
Los jonios
La filosofía nació en el siglo VI a.C. en
las prósperas colonias marítimas de
Jonia, la costa oriental de la actual
Turquía. La destrucción de la ciudad
jónica de Mileto a cargo de los persas
motivó que el centro de la vida inte-
lectual griega se desplazara hacia el
sur de Italia y Sicilia –la llamada Mag-
na Grecia–, y posteriormente, tras las
guerras médicas, hacia su definitivo
emplazamiento en Atenas. Sin em-
bargo, durante este desarrollo los jo-
nios siguieron desempeñando el pa-
pel principal; los primeros filósofos
de la Magna Grecia eran emigrados
jónicos y también fueron jonios los
primeros difusores del incipiente sa-
ber filosófico en Atenas.
Los primeros filósofos de la historia
son los físicos de la ciudad jónica de
Mileto: Tales, Anaximandro y Anaxí-
menes. La cuestión central de la que
partían sus especulaciones era la bús-
queda del principio de todas las cosas.
Este asunto no representaba ninguna
novedad: los poetas-teólogos, como
Hesíodo, también proponían en sus
obras concepciones sobre el origen del
mundo. Lo que constituyó la gran ori-
ginalidad de los filósofos de Mileto fue
la sustitución de las explicaciones fan-
tásticas y mitológicas propias del pen-
samiento mítico anterior por la intro-
ducción del logos, o pensamiento ra-
cional. Las imágenes que utilizaron
para representar el cielo y los meteoros
LOS PRESOCRÁTICOS
En su búsqueda del principio creador de todas las cosas, los filósofos presocráticos se
alejaron de las explicaciones fantásticas y mitológicas, propias del pensamientoanterior. En
la imagen, representación de Centauro perteneciente al frontón del templo de Olimpia.
Fotografías de cabecera: Estudio de cabeza, de Piero della Francesca (izq.), y Pensador, de Auguste
Rodin (der.).
E
(154-158-5) Los presocraticos 10/4/07 5:15 PM Page 154
no conservaban nada de lo irracional y
prodigioso de los mitos, sino que esta-
ban tomadas de las artes o de la obser-
vación directa. Las comparaciones con
las que intentaban explicar los fenóme-
nos desconocidos se basaban en apli-
caciones imaginativas de los hechos
más próximos, no en trasfondos mis-
teriosos. Así, los filósofos de Mileto
convirtieron la observación de los
acontecimientos en fundamento de la
reflexión intelectual. Ésta es la razón
por la que se los considera los auténti-
cos fundadores del saber que con el
tiempo recibiría el nombre de filosofía.
Tales de Mileto
El primer pensador que, según dijo
Aristóteles, puede calificarse de filó-
sofo fue Tales de Mileto (h. 625 a.C.-
547 a.C.). Lo poco que se conoce so-
bre su pensamiento se debe a las
reflexiones que el propio Aristóteles
realizó sobre su doctrina fundamen-
tal: el agua como primer principio y
el alma como principio motor. La cos-
mología talesiana afirma que todo
procede del agua y todo termina en
ella. A tal conclusión pudo llegar, se-
gún la explicación aristotélica, cuan-
do observó que el alimento es siem-
pre húmedo, que el calor nace de la
humedad y que también es húmeda
la naturaleza de las semillas. Las ex-
plicaciones parecen ingenuas y ele-
mentales; sin embargo, no son imagi-
naciones fantásticas, sino razona-
mientos lógicos. Es decir, son –por
primera vez– filosofía.
Anaximandro
Nacido en Mileto alrededor del año
610 a.C. y discípulo de Tales, Anaxi-
mandro es el autor del primer escrito fi-
losófico conocido, Sobre la naturaleza. A
diferencia de su maestro, señaló como
primer principio de todas las cosas el
ápeiron, esto es, lo infinito e ilimitado.
Para Anaximandro, el principio origi-
nal era algo indefinido e indetermina-
do, distinto de todas las sustancias exis-
tentes, inmortal e indestructible.
Anaxímenes
Anaxímenes –nacido a principios del
siglo VI a.C. y muerto en sus últimas
décadas– fue el sucesor de Anaxi-
mandro. Como éste, postuló la exis-
tencia de un principio infinito y ante-
rior a todo, si bien le asignó una na-
turaleza determinada: el aire. De él
procedían, según Anaxímenes, todos
los entes del universo y el universo
entero. El proceso apuntado por el fi-
lósofo era el siguiente: la rarefacción
del primer principio origina el fuego;
la condensación, el agua, y después, la
tierra.
Pitágoras y la escuela
pitagórica
Tras la destrucción de Mileto en el año
494 a.C., muchos pensadores jonios se
trasladaron a la floreciente Magna
Grecia. Ése fue el caso de Pitágoras
(h. 580-h. 500 a.C.), nacido en la jóni-
ca Samos y establecido en Crotona. La
escuela pitagórica no constituyó úni-
camente un movimiento intelectual;
también fue un movimiento sectario
de carácter religioso y político que in-
tentó hacerse con el poder en las co-
lonias griegas del sur de Italia. La le-
gendaria figura de Pitágoras, de cuya
vida existen pocos testimonios, con-
tribuyó a acentuar el carácter miste-
rioso y cercano al culto que hizo fa-
moso a su grupo de seguidores.
En lo estrictamente filosófico, los
pitagóricos se preocuparon –como el
resto de los presocráticos– por la bús-
queda del principio creador, pero a
diferencia de sus antecesores (los físi-
cos de Mileto) no fundaron su cosmo-
logía sobre ningún fenómeno natural.
Para la escuela pitagórica, el verdade-
ro origen de todas las cosas lo consti-
tuían los números. Según su doctrina,
la esencia y la sustancia de todo lo real
puede ser reducida a relaciones ma-
temáticas. A su vez, los números tam-
bién pueden ser descompuestos. Los
elementos universales de los núme-
ros son lo par y lo impar, identifica-
dos respectivamente con lo finito y lo
infinito; si, como se ha dicho, los nú-
meros son el principio fundamental,
todo lo existente debía constar, según
los pitagóricos, de esta pareja de con-
trarios. 
A pesar de que consisten en la cita-
da oposición de contrarios, las cosas
no manifiestan externamente tal con-
flicto: cada una de ellas, así como el
universo que integran, se muestra
como una composición equilibrada y
armónica. En la cosmovisión pitagó-
rica el mundo es un orden armonioso
que puede ser reducido a relaciones
numéricas y, por tanto, a leyes racio-
nales.
La escuela pitagórica extendió sus
conocimientos matemáticos a todos
los aspectos y órdenes de la realidad
observable. Ello dio lugar a un siste-
ma simbólico absolutamente primi-
tivo y arbitrario. Así, cada número
entero encarnaba la esencia de una
“cosa”: el 7, la ocasión; el 4, la justi-
cia; el 3, el matrimonio; etc. La fasci-
nación por sus descubrimientos arit-
méticos llevó a los pitagóricos a la
convicción de que podían ejercer un
dominio sobre lo real si sometían
todo a la razón numérica. Como de-
nunció Aristóteles en El cielo, “no
______________________________________________________________________________________________ Los presocráticos 155
Creador de la 
escuela pitagórica, 
los principios
formulados por
Pitágoras influyeron
decisivamente en la
evolución de las
matemáticas y la
filosofía occidental.
C
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(154-158-5) Los presocraticos 10/4/07 5:15 PM Page 155
buscaban las razones y las causas de
las cosas que se ven, sino que lleva-
ban a sus propias razones y opinio-
nes las cosas visibles”.
Heráclito
Heráclito, llamado “el Oscuro” por el
proverbial hermetismo de su doctri-
na, es el primer pensador del que se
poseen fragmentos escritos de cierta
extensión. Así mismo, su obra, El Uni-
verso, es la primera muestra de una
verdadera filosofía, entendida ésta
como concepción del sentido de la
vida humana incluida en una expli-
cación reflexiva del universo. 
El pensamiento de Heráclito gira
en torno a tres temas básicos: la mo-
vilidad perpetua, la armonía de los
opuestos y el fuego como principio
creador.
La creencia en la incesante fluencia
de las cosas aparece formulada en el
famoso dicho heraclíteo: “No puedes
bañarte dos veces en el mismo río,
pues nuevas aguas corren siempre so-
bre ti”. La idea constituye una sustan-
cial novedad con respecto a la con-
cepción de los filósofos de Mileto. És-
tos pretendían reducir la diversidad
y el cambio que observaban en la rea-
lidad mediante la unidad de todas las
cosas en un principio integrador. He-
ráclito, por el contrario, al señalar el
dinamismo inherente a todo lo real
afirma la esencia de las cosas sobre el
cambio mismo: “todo fluye, tan sólo
permanece el devenir”.
El incesante cambio presente en to-
das las cosas se explica en la cosmo-
visión de Heráclito por la continua
oposición entre contrarios. El conflic-
to constante genera el equilibrio. Pero
la armonía no es entendida como una
simple relación numérica, tal y como
hacían los pitagóricos, sino como una
relación de ajuste entre fuerzas que
actúan en dirección opuesta. Así se
acoplan y limitan recíprocamente el
día y la noche, el invierno y el vera-
no, la vida y la muerte. 
La elección del fuego por Heráclito
como primer principio parece obvia:
de los cuatro elementos fundamenta-
les es aquel cuya naturaleza encarna
de un modo más pleno la continua
movilidad. De este fuego primordial
proceden todas las cosas y en ellas per-
manece como esencia inextinguible;
todo nace y evoluciona según el fuego
se vaya avivando o consumiendo.
El pensamiento de Heráclito ha
sido comúnmente considerado como
el último nexo de unión entre las cos-
movisiones occidental y oriental. A
partir de él, ambos modelos tendie-
ron hacia la progresiva escisión. 
Parménides y la escuela
de Elea
La filosofía griega experimentó un
importante cambio de rumbo con la
aparición de la figura de Parménides
de Elea (h. 515 a.C.-h. 415 a.C.). Su
pensamiento mantiene cierta conti-
nuidad con el de sus antecesores, por
cuanto la cuestión central de su refle-
xión sigue siendo la naturalezadel
cosmos. Sin embargo, su doctrina se
separó de las especulaciones cosmo-
lógicas de los jonios acerca de sustan-
cias infinitas que son y no son al mis-
mo tiempo, e inauguró el método ra-
cional y crítico sobre el que habría de
fundarse posteriormente la tradición
clásica de la filosofía helénica. 
Parménides
Pocos datos personales se poseen so-
bre Parménides. Ciudadano de Elea,
colonia fundada en la costa tirrena
de Italia, alcanzó gran notoriedad
por cuestiones políticas. La formula-
ción de su original manera de enten-
der la filosofía fue expuesta en un
tratado escrito en verso, Sobre la na-
turaleza, del que se conservan exten-
sos pasajes. 
Parménides zanjó de raíz las tesis
fundamentales de la cosmología jóni-
ca, en especial aquellas que habían sido
retocadas por Heráclito. El nacimiento
y el desarrollo de las cosas, su disgre-
gación y reunión alternativas, sus con-
flictos y transformaciones constantes,
todo lo que Heráclito extraía de la ex-
periencia directa, fue negado por el
eleata en nombre del razonamiento ló-
gico. Al camino de la opinión, que era
el seguido por los físicos milesios, opu-
so el de la verdad, enunciado en muy
pocas palabras: “Sólo puede darse un
discurso como vía de pensamiento: que
el ser es”. De lo que es real hay que de-
cir, según Parménides, que “es”, es de-
cir, que existe; y no es posible decir “no
es”, porque si así fuera no podríamos
entonces ni conocerlo ni hablar sobre
156 FILOSOFÍA __________________________________________________________________________________________________
Empédocles de Agrigento
elaboró una cosmología
basada en los cuatro
elementos –fuego, agua, aire
y tierra–, cuyas relaciones
estaban regidas por dos
fuerzas activas: la amistad y
el odio. En la imagen, templo
de Hera Lacinia en Agrigento.
Aunque se tienen escasas
noticias sobre los filósofos
presocráticos, su
pensamiento ha podido
transmitirse 
gracias a 
testimonios 
gráficos 
recopilados 
por sus 
discípulos.
En la imagen, 
tablilla con 
escritura lineal 
cretense.
(154-158-5) Los presocraticos 10/4/07 5:15 PM Page 156
ello. Esto era justamente lo que los mi-
lesios hacían: admitían una sustancia
primordial que “no era”, y al mismo
tiempo afirmaban que de ella prove-
nían todas las cosas. Y eso, en opinión
de Parménides, es imposible: de lo que
no es no puede nacer algo que sí es. 
Las características que el ser tiene
para Parménides están descritas en
su poema: incorruptible, eterno, in-
mutable, inmóvil, perfecto y sin nece-
sidad de nada. En todas las cosas sub-
yace un ser que constituye su más
profunda realidad y que permanece
invariable por mucho que esas cosas
cambien, nazcan o mueran.
Empédocles 
de Agrigento
Nacido en la localidad siciliana de
Agrigento en los primeros años del si-
glo V a.C., Empédocles expuso su
pensamiento en dos obras: Sobre la na-
turaleza, donde se recoge su cosmolo-
gía, y Las purificaciones, formada por
doctrinas de carácter ético-religioso
fundamentadas en la creencia pitagó-
rica de la transmigración de las almas
después de la muerte del cuerpo.
Como filósofo, lo esencial de su re-
flexión es la síntesis que efectúa entre
la concepción de lo real como esencia
inmutable, tomada de los eleatas, y la
idea de la multiplicidad y constante
movilidad de las cosas, formulada por
Heráclito. Aceptadas ambas premi-
sas, sustancialmente contradictorias,
el problema que se le planteó enton-
ces a Empédocles fue cómo explicar el
origen y los cambios de las cosas. Su
solución fue hacer derivar todo de
principios que ya existían y explicar
los cambios como transformaciones
de elementos también preexistentes.
Estas raíces de las cosas, preexisten-
tes e indestructibles, son cuatro sus-
tancias o elementos: el fuego, el agua,
el aire y la tierra. Todo procede de su
reunión, de su separación, de sus di-
versas dosificaciones; pero ninguno
de ellos es el primero, son igualmente
eternos y no se originan uno en otro. 
Dos son los mecanismos de cambio
en las cosas: por asociación o por diso-
ciación de los elementos. Hay, por tan-
to, dos fuerzas activas: la amistad, que
reúne a los elementos cuando están se-
parados, y el odio, que los separa cuan-
do están juntos. Lo específico de la
amistad es congregar, asociar, y así se
produce la generación de las cosas; lo
propio del odio es disgregar y por ello
da lugar a la corrupción. Son, pues, dos
agentes opuestos que luchan entre sí y
que predominan cíclicamente uno so-
bre otro, de manera que el mundo atra-
viesa por épocas alternativas de gene-
ración y corrupción. Empédocles ex-
plica el origen de todo lo existente
afirmando que en el inicio los elemen-
tos estaban reunidos por la fuerza del
amor y formaban un conjunto compac-
to en el que no eran distinguibles.
Cuando el odio se introdujo en este
conjunto provocó una disgregación de
la que surgieron todas las cosas. 
Un doble relato te voy a contar: en un
tiempo todas las cosas llegaron de una
pluralidad a constituirse en unidad, y
en otro pasaron de ser unas a ser
múltiples: doble es la génesis de los
seres mortales y doble es su
destrucción. A la una la engendra y
la destruye su reunión, y la otra crece
y se disipa a medida que los seres se
dividen de nuevo. Jamás cesan en su
constante cambio, uniéndose unas
veces por efecto del Amor y
separándose otras por acción del
Odio.
Empédocles de Agrigento
Además de su concepción física,
Empédocles formuló una serie de ex-
plicaciones de difícil coherencia con el
resto de su pensamiento. En materia
de percepción y conocimiento, afirmó
la conexión material entre el órgano
sensible y el objeto sentido. De los se-
res, expuso Empédocles, brotan ema-
naciones que van al encuentro de los
poros situados en los órganos de
los sentidos; si se da la adecuada afi-
nidad, la emanación se introduce por
ellos y se produce la percepción. Así,
por ejemplo, la visión sucede cuando
se encuentran la emanación proceden-
te de la luz exterior y el rayo ígneo que
emana del fuego contenido en el ojo.
Aún más complicado resulta compa-
ginar el carácter racional y materialis-
ta de su especulación física con las
doctrinas de Las purificaciones. Empé-
docles no sólo aseguraba la inmortali-
dad de las almas y su encarnación en
cuerpos de animales, sino que se hizo
célebre entre sus conciudadanos por
sus dotes de profeta y taumaturgo,
esto es, “aquel que obra milagros”. Si-
guiendo la línea de los pitagóricos,
predicó acerca del origen y el destino
de cada alma singular, y enseñó las pu-
rificaciones necesarias para liberarse
del “país sin alegría en el que habitan
la muerte y la cólera”, como denomi-
naba al mundo. 
Anaxágoras
Con Anaxágoras, nacido en Clazo-
mene, cerca de Mileto, en torno al
500 a. C., la filosofía abandonó la
Magna Grecia y se emplazó por vez
primera en Atenas. En esta ciudad,
floreciente tras las guerras médicas,
residió Anaxágoras durante treinta
años bajo el auspicio del gran Pericles,
quien, pese a ser la figura más influ-
yente de aquel tiempo, no pudo evi-
______________________________________________________________________________________________ Los presocráticos 157
Tales El agua como principio supremo
Anaximandro El ápeiron
Anaxímenes El aire como primer principio
Heráclito La perpetua movilidad del ser
Pitágoras El número, principio de todas las cosas
Parménides El ser inmutable
Empédocles Los cuatro elementos primordiales
Anaxágoras Las homeomerías y el Nous
Demócrito Los átomos
Los filósofos presocráticos 
y sus principios fundamentales
(154-158-5) Los presocraticos 10/4/07 5:15 PM Page 157
158 FILOSOFÍA __________________________________________________________________________________________________
tar que el filósofo jonio fuera acusado
de impiedad y expulsado de Atenas. 
La cosmología de Anaxágoras si-
guió fiel al principio entonces domi-
nante de que nada se crea ni se des-
truye, sino que todo se origina por
mezcla o separación de las cosas exis-
tentes. Su actitud es, por tanto, análo-
ga a la de Empédocles; como éste,
también propone como principio ma-
terialuna realidad múltiple. En Sobre
la naturaleza afirma que los seres son
inmutables e imperecederos; de su
asociación proviene la multiplicidad
de las cosas. Pero las concepciones de
ambos pensadores se diferencian no-
tablemente: para Anaxágoras, la rea-
lidad mixta de la que todo surge no se
limita a los cuatro elementos apunta-
dos por Empédocles, sino que com-
prende un conjunto indefinido de in-
finitas sustancias, cada una de ellas
presente en cantidad ilimitadamente
pequeña.
La formulación de Anaxágoras tie-
ne resonancias de la física de Mileto.
El ápeiron de Anaximandro se con-
vierte en la mezcla infinitamente
grande en la que “todas las cosas es-
tán juntas y no pueden ser distingui-
das a causa de su pequeñez”. Estas se-
millas de las cosas, ilimitadamente
pequeñas, infinitas, invariables, cua-
litativamente distintas entre sí y eter-
nas, fueron denominadas homeome-
rías, es decir, partes homogéneas. La
creación del mundo está dada por el
proceso continuo de separación por
el cual las diferentes homeomerías se
aíslan unas de otras. En consecuencia,
Anaxágoras se plantea una cuestión:
en el infinito de pequeñas entidades,
¿cuál puede ser el origen del movi-
miento que induce a dichas partícu-
las a separarse para dar origen a las
cosas? Razona entonces que la causa
sólo puede consistir en una realidad
externa y superior a la mezcla, de
igual modo que, en el sistema de Em-
pédocles, el amor y el odio son ajenos
a los cuatro elementos. Esta causa
simple, existente por sí misma y que
es el principio de la ordenación del
mundo, es la inteligencia, el llamado
Nous. En palabras de Anaxágoras, “la
Inteligencia ordenó todas cuantas co-
sas iban a ser, todas cuantas fueron y
ahora no son, todas cuantas ahora son
y serán”. Ésa es la función del Nous:
provocar el movimiento por el cual
las diversas proporciones de homeo-
merías que componen cada realidad
se separan del conjunto primordial y
dan lugar a las configuraciones de las
cosas.
Observando la rotación de los as-
tros, Anaxágoras determinó el modo
de proceder del Nous. La primera cau-
sa de separación de las cosas es un
movimiento circular, un torbellino
cósmico. Esta animación circular del
Nous se extiende poco a poco alrede-
dor de su centro y se propaga poste-
riormente a través del espacio infini-
to. La disgregación de las cosas se
produce por la acción mecánica del
torbellino; así, los astros proceden de
las piedras arrancadas a la tierra e in-
flamadas por la rapidez del movi-
miento. El mismo proceso se repite en
innumerables puntos del espacio, lo
que crea, como también postulaban
los físicos de Mileto, una infinidad de
mundos.
El pensamiento de este gran filóso-
fo presocrático sostiene que todos los
seres vivos creados por el Nous con-
servan un fragmento de la Inteligen-
cia universal que los crea; según sea
dicho fragmento, así varía la capaci-
dad de conocer de cada ser vivo. Una
prueba más de que, como afirma-
ba en uno de sus principios, “todo
está en todo”.
Demócrito de Abdera
Tras los modelos de Empédocles y
Anaxágoras, la tercera solución al
problema de conciliación entre la in-
mutabilidad del ser enunciada por la
escuela eleática y la idea de la perpe-
tua movilidad de Heráclito fue el ato-
mismo de Demócrito.
Nacido en la ciudad jónica de Ab-
dera en torno al 460 a.C., Demócrito
recibió las enseñanzas de Leucipo,
de cuya extensa obra tan sólo se con-
servan los títulos, si bien se sabe con
certeza que influyó notablemente en
la fundación por su discípulo de la
escuela atomista. Al igual que Em-
pédocles y Anaxágoras, Demócrito
afirmaba la existencia de un princi-
pio múltiple. Sin embargo, negaba
que éste estuviera formado por enti-
dades diferentes entre sí, como los
cuatro elementos o las homeomerías;
al contrario, en el modelo de Demó-
crito, la masa infinita que integra las
semillas de los mundos está hecha
de una infinidad de pequeños cor-
púsculos invisibles y, ante todo, cua-
litativamente indiferenciados, es de-
cir, de idéntica naturaleza. Estas par-
tículas son los átomos.
Los átomos de Demócrito conser-
van en gran medida los caracteres con
que los eleatas definían al ser: indivi-
sibles, repletos, sólidos, compactos,
idénticos, eternos e inalterables. Sin
embargo, no son únicos, como el ser
de Parménides, sino infinitos. La úni-
ca diferencia entre los átomos es geo-
métrica, no sustancial; se distinguen
entre sí por su tamaño, su figura y la
posición que ocupan. Según la escue-
la atomista, todas las cosas proceden
de estos principios cualitativamente
idénticos y sólo geométricamente di-
ferenciados. La diversidad de las co-
sas proviene, por tanto, de los átomos
que “se mueven en el vacío, ya que el
vacío existe, y que cuando se juntan
producen la generación, y cuando se
separan, la corrupción”. 
También es novedosa con respecto
a la filosofía anterior la respuesta del
atomismo al problema de la causa
primera. El principio que empuja a
los átomos a unirse o separarse para
dar así origen a los objetos no es otro
que su misma naturaleza inestable,
su continua movilidad. Partiendo de
la naturaleza eternamente móvil
de los átomos se origina –mediante
la agregación– y se destruye –me-
diante la separación– el mundo. La
creación de éste es, pues, producto
del azar, dada la ausencia de finali-
dad en el movimiento de los átomos.
_
Preguntas de repaso
1. ¿Quiénes fueron los físicos de
Mileto?
2. ¿Cuáles son la características
del ser según la teoría parme-
nídea?
3. ¿Qué son las homeomerías?
(154-158-5) Los presocraticos 10/4/07 5:15 PM Page 158
l centro del quehacer
de la filosofía griega
se desplazó de la periferia
colonial a la metrópoli du-
rante la segunda mitad del
siglo V a.C. Hasta el inicio
de las guerras del Pelopo-
neso, Atenas experimentó
un período de paz y pros-
peridad que sirvió de mar-
co para el desarrollo de
nuevas corrientes de pen-
samiento. El interés por la
explicación cosmológica de
los fenómenos naturales
decreció y fue sustituido
por un enfoque humanista; el hom-
bre, entonces, pasó a ser el centro de
la especulación filosófica. Este cam-
bio de perspectiva tuvo su origen en
la aparición de los sofistas, quienes
introdujeron la cuestión filosófica en
la vida pública y la dotaron de un
sentido práctico. Sin embargo, fue
Sócrates la figura más eminente en
este período decisivo para la conso-
lidación definitiva de la filosofía
como saber racional.
Sócrates
Hijo del escultor Sofronisco y de la
comadrona Fenéretres, Sócrates na-
ció en Atenas –donde pasó la totali-
dad de su vida– en el 470 a.C. Seten-
ta años más tarde fue condenado a
beber cicuta, castigo que le impuso
un tribunal tras acusarlo de conduc-
ta impía, sacrilegio, introducción de
nuevas divinidades y corrupción
de la juventud con enseñanzas inmo-
rales. La serenidad con que aceptó su
injusto destino, rechazando los pla-
nes de fuga urdidos por sus seguido-
res, es representativa de las profun-
das convicciones éticas que rigieron
su vida hasta el último momento.
Todos los filósofos posteriores coin-
SÓCRATES
Y LOS SOCRÁTICOS
E
La victoria sobre
los persas en las
guerras médicas
(siglo V a.C.)
inauguró para la
ciudad de Atenas
un período de paz
y prosperidad que
acogió el
desarrollo de
nuevas corrientes
de pensamiento.
La fotografía
muestra una vista
de la Acrópolis.
La muerte de Sócrates, obra del francés
Jacques-Louis David, conservada en el
Museo Metropolitano de Arte, Nueva York.
Fotografías de cabecera: Estudio de cabeza, de
Piero della Francesca (izq.), y Pensador, de Auguste
Rodin (der.).
(159-164-6) Socrates y socrat. 10/4/07 5:50 PM Page 159
ciden en proclamar el carácter excep-
cional y la originalidad de Sócrates.
Vestido con burdos ropajes recorría
descalzo las calles de Atenas y se abs-
tenía de placeres materiales como el
vino, los manjares delicados o las ri-
quezas; su complexión física, extraor-
dinariamente robusta, y su rostro tos-
co y vulgar contribuían a crearle una
imagen totalmente opuesta a la de los
sofisticados sabios sofistas que por
aquel entonces seducían a losate-
nienses. En suma, Sócrates represen-
tó un nuevo tipo, que sería en el futu-
ro el modelo habitual de sabiduría
personal e incorruptible, ajena a la
presión de las circunstancias.
No existe ningún testimonio lega-
do por Sócrates, puesto que jamás es-
cribió. La recopilación de sus ideas se
ha llevado a cabo en función de lo
que sobre él transmitieron sus con-
temporáneos y discípulos. La refe-
rencia más antigua es la del comedió-
grafo Aristófanes, quien en su obra
Las nubes hizo del filósofo objeto de
una cruel sátira, mostrándolo como
el peor de todos los sofistas. El se-
gundo testimonio, en orden cronoló-
gico y, sin lugar a dudas, el de mayor
importancia, es el de su discípulo
Platón, que convirtió a Sócrates en
protagonista de la mayoría de sus es-
critos dialogados. La tercera fuente
es la obra de Jenofonte titulada Di-
chos memorables de Sócrates, de natu-
raleza eminentemente laudatoria,
por lo que ha sido utilizada con re-
servas por los historiadores. 
La filosofía ética de Sócrates
Sócrates adoptó el enfoque iniciado
por los sofistas, es decir, el interés ex-
clusivo por los asuntos humanos
frente a las especulaciones cosmoló-
gicas tradicionales. Con toda segu-
ridad, Sócrates dedicó parte de su
tiempo a dilucidar cuestiones físicas;
sin embargo, fueron la ética y el lu-
gar del hombre en el mundo los ex-
clusivos objetos de sus enseñanzas,
hasta el punto de estar considerado
como el inventor de la ciencia moral.
En palabras de Cicerón, Sócrates
“hizo bajar la filosofía desde el cielo,
la estableció en las ciudades, la intro-
dujo en los hogares y la convirtió en
instrumento necesario para las inves-
tigaciones sobre la vida, la moral, el
bien y el mal”.
La novedad del pensamiento so-
crático con respecto a las formula-
ciones de los sofistas fue la afirma-
ción del alma como centro definido
de la personalidad intelectual y mo-
ral del ser humano. La ética sofista
carecía de todo fundamento moral;
sus autores se perdían en el utilita-
rismo y el escepticismo, incapaces
de imponer un principio rector de la
conducta humana. Por el contrario,
el objetivo de Sócrates fue guiar a los
hombres hacia el conocimiento inte-
rior –“conócete a ti mismo”, reza
uno de sus célebres dichos– como
medio de obtener la verdad moral,
única e inconfundible, y latente en
todos ellos. De ahí que mostrase un
profundo desprecio por la actividad
interesada de los sofistas, cuyas en-
señanzas en nada contribuían, se-
gún Sócrates, al beneficio y mejora
del alma humana. 
En ese alma, afirma el pensamien-
to socrático, reside la virtud (areté)
que permite al hombre obrar correc-
tamente y alcanzar la felicidad. Sin
embargo, los hombres, por lo gene-
ral, la desconocen. En consecuencia,
la virtud consiste en conocer el bien;
es lo opuesto a la ignorancia. Las
malas obras no son cometidas a con-
ciencia, sino por desconocimiento de
la rectitud. Y Sócrates se autoprocla-
ma capaz de ayudar a los hombres
en esa búsqueda de la verdad moral.
El relativismo de los sofistas –“el
bien y el mal no constituyen princi-
pios absolutos”– es una idea dañina
y falsa; en realidad, asegura el filó-
sofo, sí es posible distinguir entre lo
bueno y lo malo. Gracias a un privi-
legio que le ha sido concedido por
los dioses en forma de demonio in-
terior (daimon), Sócrates asegura po-
seer el don de aceptar el bien y repu-
diar el mal para poder aconsejar mo-
ralmente a las personas. La virtud
es, por tanto, susceptible de ser en-
señada e inculcada por vía intelec-
tual en los hombres.
La visión socrática identifica virtud
y ciencia. Es la ciencia (el conocimien-
to) lo que induce a obrar bien, y la ig-
norancia la causa del delito moral.
Por esta razón, el pensamiento del fi-
lósofo ateniense ha sido acusado de
un grave intelectualismo: según su
modelo, la voluntad no desempeña-
ría papel alguno en el comportamien-
to humano y todas las malas acciones
estarían justificadas por la ignoran-
cia. Además, establece una corres-
pondencia ineludible entre el descu-
brimiento del bien y su puesta en
práctica; como apuntaron pensadores
posteriores, es posible conocer el bien
y no aplicarlo. 
Sin embargo, conviene precisar al-
gunos de los conceptos socráticos. Su
idea de la virtud está recogida de
modo más nítido en el término grie-
go enkrateia, que significa dominio
del alma sobre el cuerpo, autoridad
de la razón sobre los instintos. Es este
autodominio lo que otorga al hombre
su libertad interior para desarrollar
un comportamiento virtuoso. Por
tanto, la ciencia como fuente de vir-
tud moral no debe ser entendida
como acumulación de conocimien-
tos, sino en su acepción de capacidad
racional para imponerse sobre los
impulsos corporales. De este modo,
el hombre que asimila la virtud se
convierte en autosuficiente para al-
160 FILOSOFÍA __________________________________________________________________________________________________
1. Fingimiento de la propia ignorancia como medio de poner
en evidencia el desconocimiento del interlocutor.
Dialéctica 2. Se acerca gradualmente al interlocutor a la verdad median-
te preguntas cuyas respuestas se aproximan a la conclu-
sión acertada.
3. El arte mayéutico, que consiste en extraer la sabiduría de
las personas.
Las fases del método socrático
(159-164-6) Socrates y socrat. 10/4/07 5:50 PM Page 160
canzar la felicidad que, según la con-
cepción de Sócrates, consiste en no
sentir ninguna necesidad de bienes
materiales.
El método socrático
Para conducir a los hombres hacia el
descubrimiento de la virtud moral
que se oculta en el interior de sus al-
mas, Sócrates no seguía el procedi-
miento clásico de enseñanza. Su sis-
tema de conocimiento se basaba en
un método original, la dialéctica,
mediante el cual lograba la persua-
sión del interlocutor de forma indirec-
ta a través de sus ingeniosas pregun-
tas. En este método Sócrates distin-
guía tres momentos o fases definidas.
En primer lugar, se parte del fingi-
miento de la propia ignorancia como
medio de hacer evidente el descono-
cimiento del contrario. Es la célebre
ironía socrática, mezcla de despre-
cio por la arrogancia de los sofistas
y de humildad –“sólo sé que no sé
nada”– ante la imposibilidad de al-
canzar un saber comparable al saber
divino. En un segundo momento se
obliga al interlocutor a acercarse
gradualmente a la verdad mediante
el encadenamiento de preguntas cu-
yas respuestas vayan aproximándo-
se a la conclusión deseada, que final-
mente sale a la luz en el tercer momen-
to, denominado arte mayéutico, esto
es, el arte de extraer la sabiduría en-
cerrada en el interior de las perso-
nas. Según afirmaba Sócrates, no era
su función engendrar conocimiento
alguno, sino ayudar con sus interro-
gaciones al nacimiento de la verdad
latente en las almas. Como solía de-
cir el filósofo, su oficio era análo-
go al de su madre: comadrón de las
ideas. 
El esquema de la dialéctica socráti-
ca aparece definido en los diálogos
que Platón escribió utilizando a su
maestro como portavoz de sus refle-
xiones. En ellos se muestra a Sócra-
tes como más interesado en poner a
prueba los razonamientos de sus ri-
vales y en denunciar su falsedad que
en hacer triunfar sus propias tesis.
Todo el método socrático parece con-
sistir en el intento por hacer que los
hombres se conozcan a sí mismos; su
ironía consiste en mostrarles que la
tarea es difícil y que están equivoca-
dos al creer que ya poseen ese auto-
conocimiento. En última instancia, su
doctrina enseña que dicha tarea es ne-
cesaria, porque nadie es malo volun-
tariamente y toda mala acción deriva
de la ignorancia acerca de uno mis-
mo. Según Sócrates, el único conoci-
miento afirmable es el de saber que
no se sabe nada. 
Agradezco vuestras palabras y os
estimo, atenienses, pero obedeceré al
dios antes que a vosotros y, mientras
tenga aliento y pueda, no cesaré de
filosofar, de exhortaros y de hacer
demostraciones a todo aquel de
vosotros con quien tope por medio de
mi modo de hablar, y, así, seguiré
diciendo: “Hombre de Atenas, la
ciudad de más importancia y
renombreen lo que atañe a sabiduría
y poder, ¿no te avergüenzas de
afanarte por aumentar tus riquezas
todo lo posible, así como tu fama y
honores, y, en cambio, dejas de
cuidarte e inquietarte por la sabiduría
y la verdad, y por que tu alma sea lo
mejor posible?”.
Sócrates en Apología de Sócrates, 
de Platón (fragmento)
Los socráticos menores
El principal discípulo de Sócrates
fue Platón. Pero no fue el único.
Existieron también muchos otros se-
guidores del método y de las ideas
socráticas, que constituyen el grupo
de pensadores denominados socrá-
ticos menores. Algunos fundaron di-
versas escuelas de pensamiento: la
escuela cínica, la cirenaica, la megá-
rica y la de Elida. Entre estos pensa-
dores hay que situar a Antístenes,
Diógenes de Sínope, Aristipo, Eucli-
des y Fedón. Otros, como Jenofonte
y Esquipo, se limitaron a recoger las
líneas generales del pensamiento de
Sócrates en escritos de naturaleza
laudatoria, por lo que no constitu-
yen una doctrina filosófica propia-
mente dicha.
________________________________________________________________________________________ Sócrates y los socráticos 161
Sócrates encarnó el
modelo de sabiduría
personal e
incorruptible, ajena a
la presión de las
circunstancias.
(159-164-6) Socrates y socrat. 10/4/07 5:50 PM Page 161
La escuela cínica
Fundada por Antístenes a finales del
siglo V a.C., tomó su nombre del tem-
plo del Perro Blanco o Cinosayes,
donde se celebraban sus reuniones.
La filosofía cínica consistía en una re-
nuncia a los bienes materiales –asce-
tismo– y un desprecio de tono sarcás-
tico por los deberes patrióticos. Los
cínicos se proclamaban ciudadanos
del mundo, censuraban la esclavitud,
predicaban la fraternidad entre los
hombres y se dedicaban exclusiva-
mente a cultivar la conducta virtuo-
sa. Llevaron a sus últimas consecuen-
cias el principio socrático de que “el
hombre debe cuidar la virtud” trans-
formándolo en “el hombre sólo debe
cuidar la virtud”; en consecuencia,
soslayaron todo lo demás: urbani-
dad, costumbres, aseo personal y
vestimenta. Hizo famosos a los cíni-
cos su proverbial indiferencia hacia
la riqueza, el honor, las amistades, la
enfermedad, la salud o la muerte.
Crates de Tebas, uno de los represen-
tantes más destacados de la escuela,
vendió todos sus bienes y los repar-
tió entre los necesitados; igualmente
caritativos se mostraron Metrocles,
Menipo y Menedemo. Por estas razo-
nes, el cinismo ha sido considerado
históricamente más como una forma
de vida que como un estricto sistema
filosófico. Sus aplicaciones prácticas,
y no su especulación teórica, consti-
tuyen la aportación capital de esta
corriente, disuelta de modo definiti-
vo en el año 250 a.C.
La escuela cirenaica
La escuela cirenaica fue fundada
por Aristipo, un discípulo infiel de
Sócrates, en la ciudad de Cirenea,
colonia griega situada en la costa
septentrional de África. La doctrina
gozó de una cierta celebridad a cau-
sa de sus principios morales. En sín-
tesis, éstos identificaban la felicidad
con el placer sensible. El bien supre-
mo consistía, para los seguidores de
la escuela cirenaica, en el ejercicio
momentáneo de los placeres sensua-
les y en el deleite gozoso que produ-
ce la contemplación de cosas bellas.
Sólo mediante la represión de todo
deseo era posible anular las frustra-
ciones y alcanzar así la dicha deri-
vada del disfrute del momento pre-
sente.
La escuela megárica y la escuela
de Elida
La escuela megárica fue creada por el
filósofo Euclides, fiel discípulo de Só-
crates, quien, tras la muerte de éste,
acogió como refugiados a la mayo-
ría de seguidores socráticos en la ciu-
dad de Megara, en la Grecia central.
La doctrina de Euclides se anticipó,
en cierto modo, al sistema platónico
de las ideas al intentar la fusión de la
moral virtuosa de su maestro Sócra-
tes con el ser único e inmutable de
Parménides.
La escuela de Elida, emplazada en
la comarca griega del mismo nombre,
fue fundada por Fedón. En opinión
de este discípulo de Sócrates, que
combatió la vanidad especulativa de
la doctrina megárica, lo verdadera-
mente relevante era la continuación
de la búsqueda de la virtud moral.
Según el pensamiento de Fedón, el
auténtico bien radica en la fuerza y
el carácter.
Los sofistas
Después de las guerras médicas, fina-
lizadas en el 449 a.C., Grecia superó el
peligro de invasión bárbara. Conoció
entonces –en especial Atenas, conver-
tida en centro de la vida comercial, po-
lítica y cultural– un período de flore-
cimiento y efervescencia intelectual
sin precedentes. En este contexto apa-
reció la sofística, el movimiento doc-
trinal que caracterizaría la filosofía he-
lénica durante la segunda mitad del
siglo V.
En sus orígenes, el término sofista
–“maestro de la sabiduría”– no tuvo
el sentido peyorativo con que se uti-
liza en la actualidad. Inicialmente,
sofista era sinónomo de sabio y se
aplicaba al representante de una
ciencia o arte. La acepción negativa
de la palabra se debe a los escritos de
Platón y Aristóteles, quienes denun-
ciaron la vanidad y esterilidad del
conocimiento transmitido por los úl-
timos sofistas. Tan sólo a partir del
reconocimiento que Hegel les dis-
pensó en sus estudios sobre la histo-
ria del pensamiento, el esencial pa-
pel desempeñado por los sofistas en
162 FILOSOFÍA __________________________________________________________________________________________________
Las escuelas derivadas del pensamiento socrático
Escuela Representantes Conceptos
Cínica
Cirenaica
Megárica
De Elida
Antístenes
Crates de Tebas
Metrocles
Menipo
Menedemo
Aristipo
Euclides
Fedón
Renuncia a los bienes materiales.
Desprecio por los deberes patrióticos.
Identificación de la felicidad con el placer sensible.
Fusión de la moral virtuosa (Sócrates) con el ser único e
inmutable (Parménides).
El auténtico bien radica en la fuerza y en el carácter.
(159-164-6) Socrates y socrat. 10/4/07 5:50 PM Page 162
el desarrollo de la filosofía occiden-
tal empezó a ser valorado en su jus-
ta medida. 
El humanismo sofista
La sofística inauguró una etapa nue-
va en la filosofía griega por dos razo-
nes fundamentales: el objeto de su es-
peculación intelectual y la finalidad
de la misma. Frente al fisicismo cos-
mológico de los filósofos precedentes,
los sofistas alteraron la perspectiva y
colocaron al hombre, y a todo lo que a
él se refiere, en el eje de la reflexión fi-
losófica. Hasta entonces el ser huma-
no había sido tratado como mera par-
te de la totalidad natural y explicado
mediante el primer principio causal,
sin diferenciarlo del resto de las enti-
dades del mundo real. La novedad in-
troducida por los sofistas fue conside-
rar al hombre como portador de una
naturaleza peculiar, como la “medida
de todas las cosas”. Aun
después
de que
hubieran desaparecido los últimos
vestigios de la escuela sofística hubo
de transcurrir bastante tiempo an-
tes de que el pensamiento filosófico vol-
viera a ocuparse en cuestiones cosmo-
lógicas; la herencia humanista de los
maestros sofistas proyectó una larga
sombra sobre la filosofía de los siglos
posteriores a su apogeo. 
El segundo rasgo característico
que diferencia la sofística de los mo-
delos de pensamiento anteriores, y
que guarda relación con lo expuesto
anteriormente, es su finalidad. Con
los sofistas, la filosofía, considerada
por tradición como el saber más im-
productivo a efectos materiales, dejó
de ser teórica para convertirse en
práctica. El sofista no persigue la ela-
boración de conceptos y explicacio-
nes abstractas; su objetivo es una uti-
lidad concreta: la educación de los
hombres. Por tal razón, muchos his-
toriadores del pensamiento coinci-
den en afirmar que la sofística no
constituye una doctrina propiamen-
te dicha, sino una manera de ense-
ñar. Los sofistas habrían sido, en
ese caso, los inventores de la
ciencia pedagógica. La filoso-
fía dejó de ser para ellos la bús-
queda altruista de la verdad
absoluta y se transformó en una
profesión más, en un medio de
vida a través del cual conseguir el
sustento. De este modo, los sofis-tas recorrían las ciudades griegas
como profesores ambulantes, bus-
cando su auditorio y, tras acordar un
precio, enseñaban a sus alumnos, en
lecciones aisladas o en una serie de
cursos, los métodos para imponer
una idea a los demás. La obtención
del éxito, basado en el arte de con-
vencer y seducir mediante la pala-
bra, sustituye a la investigación y di-
fusión de la verdad. 
En la época en la que surgieron los
sofistas, la vida intelectual griega
adoptaba unas formas de expre-
sión propias de la competición
o del concurso. La meta 
era únicamente hacer
triunfar tesis y argu-
mentos frente a inter-
locutores adversarios
bajo el arbitraje del
público reunido en
torno de la discusión.
Ante estas circunstancias, el valor de
los sofistas como portadores de sabi-
duría era incuestionable, y se desple-
gaba en dos sentidos. Por un lado,
como eruditos poseedores de todos los
conocimientos y que podían transmi-
tir los saberes útiles para la vida a aque-
llos que solicitaran sus servicios, en las
condiciones sociales descritas. Por otro
lado, como maestros en el arte de la re-
tórica, es decir, el arte de embellecer la
oratoria con el propósito de persuadir
y conquistar la simpatía del auditorio.
Varias circunstancias explican el
éxito de esta mezcla de humanismo
y utilitarismo que trajeron consigo
los sofistas. La principal fue la pro-
funda alteración de los esquemas so-
ciales de la vida griega como conse-
cuencia de la implantación del siste-
ma democrático. Hasta las guerras
médicas, el poder político estaba en
manos de la aristocracia. El valor del
hombre dependía en gran medida
de su nacimiento y las familias po-
derosas se perpetuaban en el ejerci-
cio de los cargos públicos. Con la de-
mocracia, esta situación de privile-
gio e inmovilismo desapareció. El
resultado fue la irrupción de una cla-
se burguesa que intentó por todos
los medios ejercer un papel influ-
________________________________________________________________________________________ Sócrates y los socráticos 163
La sustitución del sistema aristocrático por la
democracia, tras la finalización de las guerras
médicas, favoreció el florecimiento de la
sofística. En la imagen, representación de
Darío I el Grande de Persia.
Finalizadas las guerras médicas, Grecia atravesó por un
período de gran esplendor económico y cultural, época en la
que surgió la filosofía sofística. En la imagen, uno de los
ángulos del Partenón de la Acrópolis ateniense.
(159-164-6) Socrates y socrat. 10/4/07 5:50 PM Page 163
164 FILOSOFÍA __________________________________________________________________________________________________
yente en la escena política, para lo
cual precisaba adquirir los saberes
que tradicionalmente habían estado
reservados a las élites pudientes.
Esta demanda de conocimientos y
de artes discursivas propició el sur-
gir de los sofistas, que comenzaron
a comerciar con su sabiduría “a la
caza de jóvenes ricos”, como denun-
ció Platón en uno de los numerosos
diálogos que les dedicó. 
El relativismo moral
El humanismo radical de los sofis-
tas está ejemplificado en la famosa
frase de Protágoras, acaso el más
destacado de los representantes de
la corriente, con que comienza su
tratado Sobre la verdad: “El hombre
es la medida de todas las cosas, de
las que son en cuanto son, de las que
no son en cuanto no son”. La afir-
mación expresa el ideario sofista en
materia de moral, que no es otro que
el siguiente: el hombre es el encar-
gado de determinar la verdad acer-
ca de cualquier cuestión, según su
propio conocimiento y no en virtud
de principios absolutos y universa-
les. La diferencia con la ética socrá-
tica es total; mientras que el gran
pensador griego afirmaba la exis-
tencia definida e inequívoca de los
conceptos inmutables del bien y del
mal, los sofistas proclamaron la ne-
cesidad de considerar por separado
cada situación y de aplicar criterios
morales adecuados a cada situación
concreta. Esta postura se conoce
como relativismo moral. 
Además de ocuparse de la moral,
los sofistas también afirmaron la auto-
nomía y el poder del hombre en el
terreno político. En su opinión, el ciu-
dadano debía ser ante todo indepen-
diente de las arbitrariedades sociales.
Las leyes, la tradición, los preceptos
aristocráticos, cada uno de estos con-
ceptos es una creación artificial que
se opone a la naturaleza. Sofistas
como Antifón declararon la imposibi-
lidad de calificar de delito un com-
portamiento contrario a las leyes de
la justicia artificial mientras no se vul-
nerase ninguna ley natural.
El problema al que dio lugar el re-
lativismo sofista fue el de la disper-
sión conceptual. Los mismos sofistas
fueron incapaces de definir qué debía
entenderse por ley natural. En sus
últimos años, el movimiento degene-
ró en una despreocupación absoluta
por el contenido de los discursos. Sus
enseñanzas se centraron de un modo
exclusivo en el aspecto formal y la so-
fística se convirtió así en erística, sim-
ple ejercicio de retórica hueca y osten-
tosa que busca convencer a toda cos-
ta, sin prejuicio acerca de la verdad o
falsedad de los argumentos utiliza-
dos. La erística fue objeto de crueles
críticas en el Eutidemo, diálogo plató-
nico donde se denuncian los recursos
desplegados por la segunda genera-
ción de sofistas, en especial Calicles,
con el objeto de anular los razona-
mientos del adversario y conseguir el
favor del público. 
Protágoras
Protágoras fue sin duda alguna el más
célebre de los sabios sofistas y aquel
cuyo pensamiento excedió la mera pe-
ricia retórica para dar lugar a algunas
de las reflexiones más agudas de la fi-
losofía helénica. Nacido en Abdera al-
rededor del 485 a.C. y muerto en un
naufragio cerca de Sicilia en el 410 a.C.,
Protágoras se dedicó durante toda su
vida a transmitir sus enseñanzas en
todo el territorio griego. No obstante,
fue en la polis ateniense donde, bajo la
admiración del propio Pericles, obtu-
vo su mayor reconocimiento. 
Su filosofía era, en cierto modo,
una continuación de los modelos
creados por Empédocles y Anaxágo-
ras. Pero a la concepción cosmológi-
ca múltiple y en perpetua movilidad
de éstos añadió sus propias ideas
acerca de la posibilidad del cono-
cimiento verdadero. Éste, según la
doctrina de Protágoras, es inviable;
si se admite la múltiple presencia de
elementos contrarios en las cosas,
entonces es imposible pronunciarse
con total certeza acerca de la natura-
leza de dichas cosas. La contradicto-
ria esencia de los seres, formados por
cualidades opuestas, impide la exis-
tencia de una verdad absoluta. La
única solución, según el sofista, es el
relativismo: corresponde al hombre
decidir qué es lo verdadero y lo fal-
so en cada caso concreto. En conse-
cuencia, el método de discusión del
buen filósofo, expuesto por Protágo-
ras en su obra Contradicciones, ha de
consistir en descubrir las diferentes
razones del tema en cuestión, para
posteriormente hacer prevalecer la
más conveniente.
_
Preguntas de repaso
1. ¿En qué consiste el intelectua-
lismo moral de Sócrates?
2. ¿Qué es la dialéctica socrática?
3. ¿Qué diferencia la retórica de
la erística?
(159-164-6) Socrates y socrat. 10/4/07 5:50 PM Page 164
EL DESCUBRIMIENTO
DE LAS IDEAS Y LA
REALIDAD: PLATÓN
Y ARISTÓTELES
l siglo de oro del pensamiento
griego fue el IV a.C. El período
de apogeo del saber filosófico alcanzó
su culminación con la obra de dos
pensadores excepcionales: Platón y su
discípulo Aristóteles. La profundidad
de su pensamiento, la brillantez de
sus sistemas especulativos y la rique-
za de su diversidad temática llevaron
a la filosofía hacia su sólida configu-
ración como ciencia del conocimien-
to. Con ellos, y en especial con Aristó-
teles, tomaron cuerpo de un modo
casi definitivo los distintos sectores
–ética, lógica, conocimiento, metafísi-
ca, etc.– que, a partir de entonces y
hasta nuestros días, habría de tener en
cuenta todo sistema filosófico.
Vida y obra de Platón
Platón, cuyo verdadero nombre era
Aristocles, nació en Atenas hacia el
año 427 a.C. Su noble ascendenciaex-
plica el gran interés que sintió desde
su juventud por el ejercicio de la po-
lítica. Sin embargo, la injusta conde-
na dictada contra su maestro, Sócra-
tes, despertó sus recelos sobre el
poder y la vida pública. Desde ese
momento, y hasta el final de sus días,
la dedicación prioritaria del pensador
ateniense fue la reflexión filosófica.
Platón alternó su residencia en
Atenas con frecuentes viajes a diver-
sas ciudades griegas y a las colonias
mediterráneas. En el año 399 a.C.,
poco después del proceso y muerte
de Sócrates, se dirigió junto con
otros discípulos a la ciudad de Me-
gara, posiblemente con el objeto de
evitar las posibles represalias del
poder político contra los seguidores
del malparado filósofo. Desde allí
marchó a Creta, Egipto y Cirene, y
de nuevo a Atenas en el 396 a.C. La
finalidad de sus viajes posteriores
fue, según se recoge en sus cartas,
fundamentalmente filosófica. Del
390 al 388 a.C. visitó Egipto, cuya
ancestral sabiduría era muy admira-
da por Platón; de nuevo Cirene,
donde contactó con los famosos geó-
metras de aquella ciudad, y por úl-
timo, la Magna Grecia, donde cono-
ció las doctrinas pitagóricas, y fue
apresado y vendido como esclavo
por el déspota siciliano Dionisio de
Siracusa. Tras ser puesto en libertad
por su amigo Anníceris, que previa-
mente lo había comprado, retornó a
Atenas. Al poco tiempo de su regre-
so, Platón fundó su escuela filosófi-
El pensamiento filosófico
de Platón gira en torno al
conocimiento de las
verdades esenciales que
determinan la realidad.
Fotografías de cabecera:
Estudio de cabeza, de Piero
della Francesca (izq.), y
Pensador, de Auguste Rodin
(der.).
E
(165-170-6) Descubr. Plat. 10/5/07 10:15 AM Page 165
ca. La sede de las enseñanzas plató-
nicas fue el santuario de las Musas,
edificio que él mismo proyectó so-
bre un terreno llamado Academia,
nombre con el que acabó conocién-
dose la asociación. A instancias de
Dionisio el joven, sucesor del tirano,
Platón se embarcó de nuevo hacia
Sicilia en el año 366 a.C.; sin embar-
go, cuando llegó, el monarca había
sido depuesto, por lo que el filósofo
fue desterrado. Un último viaje a la
isla, cinco años después, resultó tan
proceloso como los anteriores y a su
vuelta Platón decidió no abandonar
nunca más la Academia. En el año
348 a.C., poco antes del definitivo
ocaso político de Atenas, murió el fi-
lósofo, librándose de presenciar lo
que había sido uno de sus temores
más grandes: la invasión de la polis
por los macedonios.
Los escritos platónicos
La influencia socrática en la obra de
Platón no sólo se aprecia en el conte-
nido de su doctrina, sino que está pre-
sente en el modo en que la expresó.
Los textos platónicos, los célebres diá-
logos, no son otra cosa que la adapta-
ción de las constantes conversaciones
que mantuvo con su maestro y que él
se encargó de recoger. Sirviéndose de
este recurso expositivo, Platón incor-
poraba a los diálogos el resultado de
sus propias reflexiones; éstas, a medi-
da que su pensamiento maduraba,
fueron copando sus escritos y reem-
plazando las teorías socráticas.
Los diálogos platónicos pueden
agruparse siguiendo un criterio cro-
nológico en diálogos de juventud, de
madurez y de vejez.
Los diálogos de juventud tratan so-
bre temas fundamentalmente éticos
–virtud, justicia, sabiduría– y el enfo-
que adoptado es completamente so-
crático. En este grupo se integran obras
como la Apología de Sócrates, Primer Al-
cibíades, Hipias Menor y Protágoras. 
Como parte del período de transi-
ción entre el socratismo de juventud
y la madurez suelen citarse los textos
Gorgias, Menón y Cratilo.
Los diálogos de madurez abordan
los problemas metafísicos que dan lu-
gar a la formulación de las Ideas. Entre
estos escritos, esenciales para la formu-
lación del sistema platónico de pen-
samiento, se encuentran el Banquete,
Eutidemo, Fedón, Fedro y la República.
Por último, los diálogos de vejez
suponen un tratamiento más profun-
do de los temas apuntados en la eta-
pa previa: el problema metafísico de
las Ideas, la realidad mundo físico-
mundo suprasensible y el origen del
cosmos. Los principales textos de este
período son el Teeteto, Filebo, Parméni-
des, Sofista, Timeo y las Leyes.
La teoría platónica 
de las Ideas
La gran originalidad de la filosofía de
Platón reside en el descubrimiento
de la realidad suprasensible, eje en
torno al cual se articula todo el con-
junto de su sistema especulativo. En
opinión del filósofo ateniense, son dos
los planos en los que se divide la rea-
lidad: uno material y captado por los
sentidos (plano sensible), y otro invi-
sible e inmaterial y que sólo puede ser
captado por la inteligencia (plano in-
teligible). Este plano, el de lo supra-
sensible, está formado por las Ideas,
es decir, las entidades que constituyen
lo verdaderamente real y que son la
esencia y causa de todas las cosas. En
consecuencia, no debe entenderse el
concepto platónico de Idea como pro-
ducto del pensamiento: las Ideas, in-
mutables y eternas, son anteriores a
todo, son el principio de todo lo exis-
tente. Según Platón, lo que percibimos
con los sentidos no existe por sí mis-
mo y no puede, por tanto, ser objeto
de conocimiento verdadero. Lo único
verdadero es la esencia de la cosa per-
cibida, es decir, la Idea, responsable
de su existencia y perteneciente a un
orden superior –el mundo de las
Ideas– formado por el conjunto de to-
das las esencias universales e invaria-
bles.
La naturaleza de las Ideas
Esta concepción dual de la realidad
origina determinados problemas teó-
ricos que Platón trató de resolver. La
primera dificultad es la de explicar
de qué manera puede una realidad
inmaterial ser causa de lo material. El
filósofo ofrece diferentes soluciones
a lo largo de su obra. En algunos diá-
logos se afirma la existencia de una
relación de imitación entre la cosa y
la Idea que la origina; en otros se adu-
ce que las realidades sensibles parti-
166 FILOSOFÍA __________________________________________________________________________________________________
DIÁLOGOS DE JUVENTUD
DIÁLOGOS DE MADUREZ
DIÁLOGOS DE VEJEZ
Principales obras de Platón
Apología de Sócrates
Cármides
Primer Alcibíades
Hipias Menor
Protágoras
Critón
Eutifrón
Gorgias
Menón
Cratilo
Banquete
República
Fedro
Fedón
Teeteto
Filebo
Timeo
Parménides
Sofista
Leyes
(165-170-6) Descubr. Plat. 10/5/07 10:15 AM Page 166
cipan de las cualidades presentes en
la Idea, al igual que un retrato parti-
cipa de su modelo, y deben su exis-
tencia a dicha participación. En re-
sumen, lo que el modelo platónico
viene a afirmar es la necesidad de im-
plicación entre lo inteligible y lo sen-
sible para que éste pueda existir. 
El segundo gran problema es el de
la unificación de la compleja diver-
sidad del mundo de las Ideas. Para
Platón, éstas son múltiples, ya que
hay una Idea por cada cosa que exis-
te. Así, existen Ideas de seres natu-
rales (hombre, montaña), de objetos
artificiales (palacio, código), e inclu-
so de valores éticos y estéticos, como
la fealdad, la justicia o la belleza. La
existencia de un orden entre las
Ideas también figura en la obra de
Platón. En la República se expone
una estructura jerárquica, en cuyo
extremo superior se encuentra la
Idea del bien como causa y esencia
de todas las demás. Sin embargo, no
se explica cómo puede una Idea cau-
sar otras Ideas. En el Sofista se inten-
ta aclarar la relación entre Ideas de
diferente naturaleza, y para ello se
introducen los llamados géneros su-
premos: Ser, Reposo, Movimiento,
Identidad y Diversidad. Según Pla-
tón, toda Idea está determinada por
estos géneros supremos; por ejem-
plo, una Idea es distinta a las demás
por participar de lo Diverso, e igual
a sí misma por participar de lo Idén-
tico. La diferencia entre las Ideas
viene dada por el hecho de que su
participación en los cinco géneros
supremos no es total, sino que las
combinaciones son limitadas, del
mismo modo que al hablar no utili-
zamos todas las palabras de una len-
gua, sino que establecemos determi-
nadas relaciones entre ellas.La dialéctica platónica
Como se ha expuesto anteriormente,
a la concepción platónica de la reali-
dad, como disociación entre lo sensi-
ble y lo suprasensible, corresponde
un modelo de conocimiento igual-
mente dual. Según Platón, el mundo
de lo sensible propicia un conoci-
miento inmediato, denominado por
el filósofo “opinión”, mientras que la
comprensión del mundo de las Ideas
exige el concurso de la inteligencia.
El conocimiento propio de la reali-
dad superior es, pues, el inteligible,
que Platón denominó ciencia. El pro-
ceso por el cual el hombre rebasa el
mero conocimiento sensible y accede
de modo gradual a niveles superio-
res de entendimiento recibe el nom-
bre de dialéctica. En última instancia,
la dialéctica permite al hombre, a
esas alturas convertido ya en filóso-
fo, obtener el conocimiento supremo
o ciencia. 
Esta progresión intelectual desde
la opinión a la ciencia fue expresada
por Platón a través del famoso mito
de la caverna, narración simbólica in-
cluida en la República. En ella se re-
presenta una escena imaginaria en la
que unos hombres, encadenados de
manera que sólo pueden dirigir la
vista al frente, contemplan inin-
terrumpidamente las sombras proyec-
tadas sobre un muro por los objetos
que otros hombres manipulan a sus
espaldas y sin que los encadenados
sean conscientes de ello. Teniendo en
cuenta que los hombres cautivos se
hallan en esa situación desde su na-
cimiento, toman su estado como nor-
mal y todo lo que conocen acerca del
mundo se reduce a esas sombras. El
propósito de Platón es establecer un
paralelismo entre los prisioneros del
relato, cuyo conocimiento está basa-
do en simples apariencias, y los hom-
bres en general, cuyo conocimiento
es igualmente falso por estar limita-
do a lo captado por los sentidos. Las
sombras proyectadas sobre el muro
equivalen al mundo sensible, y los
objetos que las originan –ignorados
por los prisioneros– simbolizan las
Ideas. Platón continúa su narración:
si uno de los prisioneros se libera-
se de sus cadenas y ascendiera a lo
alto de la caverna, descubriría la ver-
dad acerca de la naturaleza de las
sombras y comprobaría lo errónea
que era su limitada concepción del
mundo. Al abandonar la caverna, las
tinieblas son sustituidas por la luz
del sol, fuente del verdadero saber.
Traducidos los símbolos, el proceso
dialéctico de adquisición del conoci-
miento real queda completo: sólo li-
berándose de las cadenas de la opi-
nión podrá el filósofo descubrir el
mundo de las Ideas bajo la luz “so-
lar” de la ciencia.
________________________________________________________ El descubrimiento de las Ideas y la realidad: Platón y Aristóteles 167
Página de un
manuscrito de Libri
Ethicorum de
Aristóteles, figura de
gran influencia en el
pensamiento filosófico
y científico occidental
(Biblioteca de Cataluña,
Barcelona).
(165-170-6) Descubr. Plat. 10/5/07 10:15 AM Page 167
–Ahora fíjate en esto –dije–: si, vuelto
el tal allá abajo, ocupase de nuevo el
mismo asiento, ¿no crees que se le
llenarían los ojos de tinieblas como a
quien deja súbitamente la luz del sol?
–Ciertamente –dijo.
–Y si tuviese que competir de nuevo
con los que habían permanecido
encadenados, opinando acerca de las
sombras aquellas (...), ¿no daría que
reír y no se diría de él que, por haber
subido arriba, ha vuelto con los ojos
estropeados, y que no vale la pena ni
aun intentar una semejante
ascensión? ¿Y no matarían, si
encontraran manera de echarle mano
y matarlo, a quien intentara matarlos
y hacerlos subir?
Platón, La República (fragmento)
Vida y obra 
de Aristóteles
Aristóteles nació en el año 384 a.C.
en la ciudad de Estagira. De origen
aristocrático y huérfano de padre
desde edad muy temprana, abando-
nó su ciudad natal para ingresar, con
dieciocho años, en la Academia pla-
tónica, y en ella permaneció hasta la
muerte del maestro, acaecida veinte
años después. Partió entonces hacia
Asia menor, con lo que iniciaba una
importante etapa en su vida. En el
año 343 a.C., encontrándose en la
isla de Lesbos, fue reclamado por el
rey Filipo de Macedonia, quien le
confió la educación de un joven
príncipe, Alejandro, con el tiempo
conocido como Magno. Aristóteles
permaneció en Macedonia hasta la
coronación de su pupilo, en el año
336 a.C.
A su vuelta a Atenas, en el año
335 a.C., el estagirita alquiló unos
edificios adyacentes al templo de
Apolo Likaios, de donde tomaría su
nombre la escuela filosófica allí em-
plazada: el Liceo. Con el tiempo, la
escuela sería conocida también
como “Peripato” –del griego peripa-
tos, paseo–, debido a la costumbre
que Aristóteles tenía de impartir sus
lecciones mientras paseaba por los
jardines aledaños.
El aislamiento en que se encontraba
el Peripato con respecto a la Acade-
mia, a la que no obstante terminó por
eclipsar, es representativo de la vida
que llevó Aristóteles, muy distinta de
la de su maestro. A pesar de los reve-
ses que sufrió, Platón nunca abando-
nó su fe en la misión política de la filo-
sofía, ni en su concepción del filósofo
como gobernante idóneo de la polis.
Por el contrario, Aristóteles, ajeno a las
intrigas de la nobleza ateniense, encar-
nó el modelo del hombre de estudio
que se aparta de la ciudad y se vuelca
en su investigación intelectual.
A la muerte de Alejandro, acaecida
en el año 322 a.C., se desató en Atenas
una violenta reacción antimacedónica,
que terminó implicando al filósofo es-
tagirita. Huyen do de sus perseguido-
res, Aristóteles se exilió en la penínsu-
la macedonia de Calcidia, donde mu-
rió pocos meses después de su llegada.
La obra aristotélica
Los escritos de Aristóteles se dividen
en dos grandes grupos: las obras de
juventud y las colecciones de obras
científicas.
Las obras de juventud, conocidas
como exotéricas y pertenecientes a la
etapa de la Academia, iban dirigidas
al gran público y en la actualidad es
muy poco lo que se conserva de ellas,
sólo algunos títulos y fragmentos. El
primero de estos escritos fue probable-
mente Sobre la retórica. Otras obras per-
tenecientes a este grupo fueron el Pro-
tréptico, Sobre las Ideas, Sobre el Bien y
Eudemo.
Las colecciones científicas, recopi-
lación de la actividad docente del fi-
lósofo en los años del Liceo, se con-
servan casi en su totalidad y confor-
man un amplísimo archivo teórico.
En primer lugar, agrupados bajo el
nombre de Organon, se encuentran
los tratados de Lógica: Categorías, So-
bre la interpretación, Tópicos, los Analí-
ticos y las Sofísticas. A éstos pueden
añadirse la Poética y la Retórica. Lo si-
guiente son las obras de filosofía na-
tural, entre las que destacan El Cielo,
la Física y La generación y la corrupción,
así como los escritos de psicología:
Sobre el alma. La clasificación conti-
núa con la Metafísica, la obra aristoté-
lica más famosa, que comprende
doce libros. Por último, completan el
grupo de colecciones científicas las
obras sobre ciencias naturales (la His-
toria de los animales, las Partes de los
animales, etc.), así como los importan-
tes tratados de filosofía moral y polí-
tica: Ética a Nicómaco, Ética a Eudemo,
Gran Ética y la Política. 
168 FILOSOFÍA __________________________________________________________________________________________________
Detalle de la traducción de Ética a Nicómaco, tratado de filosofía moral y política de
Aristóteles, traducida al latín por Leonardo Bruni d’Arezzo, también llamado Leonardo
Aretino (siglo XV).
(165-170-6) Descubr. Plat. 10/5/07 10:15 AM Page 168
La metafísica
aristotélica
Un rápido repaso de la historia de la
filosofía occidental es suficiente para
constatar la excepcional influencia de
la doctrina aristotélica en el pensa-
miento especulativo. La trascendencia
de sus conceptos y principios es única
y su riqueza estructural aún influye en
las teorías filosóficas de nuestros días.
De todos los planos del pensa-
miento de Aristóteles, tal vez sea el
sistema metafísico, por su rigor y ori-
ginalidad, el que mayor importancia
ha demostrado tener en la evolución
del saber filosófico. Desde el redes-
cubrimiento de la obra del estagirita

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