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•Los orígenes de la filosofía •Los presocráticos •Sócrates y los socráticos •El descubrimiento de las ideas y la realidad: Platón y Aristóteles •El helenismo •La filosofía oriental •Los orígenes de la filosofía cristiana: La patrística •La filosofía de los siglos XI y XII •El siglo XIII: la filosofía de las universidades •Santo Tomás de Aquino •La transición al Renacimiento •El humanismo •El racionalismo •El empirismo •La Ilustración •El idealismo alemán •El irracionalismo •Las doctrinas materialistas •El positivismo •El vitalismo •El existencialismo •La filosofía contemporánea FILOSOFÍAFILOSOFÍA Portadillas. Autod. 10/18/07 3:49 PM Page 2 a tradición atribuye la inven- ción del término filosofía al griego Pitágoras, quien al ser in- terrogado por el monarca Leontes a propósito de su oficio prefirió no presentarse como sabio, sino como “filósofo”, es decir, aspirante a la sa- biduría. Verídica o no, la hipotética respuesta de Pitágoras simboliza ex- presivamente el objeto mismo del sa- ber conocido como filosofía: la bús- queda, y no la posesión, de la verdad última de las cosas. Ciertamente, esa aspiración al co- nocimiento de los principios univer- sales de la existencia es común a to- das las civilizaciones humanas desde el comienzo de los tiempos. Una de las características fundamentales que definen al hombre es su constante in- terrogación acerca de sí mismo y de las cosas que lo rodean. Resultado de ello han sido los distintos modelos concebidos por cada cultura a lo lar- go de la historia a fin de procurar una explicación convincente de la reali- dad para su asimilación por parte del todo social. Los primeros modelos se expresa- ron en términos míticos. Sin embar- go, a finales del siglo VII a.C. comen- zaron a surgir en el seno de la civili- zación griega explicaciones basadas en términos racionales. Nacía así la filosofía, precisamente como crítica del mito. Esta sustitución del pensa- miento mítico por el pensamiento basado en la razón, o logos, fue el re- sultado de un largo proceso. Social- mente, este proceso se apoyó en la transición de la monarquía a la polis; culturalmente vino dado por el cam- bio de enfoque que supuso la evolu- ción de las formas literarias griegas desde la obra de Homero a la de He- síodo. Gestación del pensamiento filosófico Circunstancias socioculturales del nacimiento de la filosofía En la Grecia clásica se daba una mez- cla de dos culturas: la tradición micé- nica –los vestigios de la arcaica civili- zación helénica que mantuvo su he- gemonía desde el 1600 a.C hasta el 900 a.C.– y las culturas de los invaso- res jonios, dorios y aqueos. El espíritu de la civilización griega aparece descrito en la obra de Home- ro. Sus poemas dan fe de una socie- dad aristocrática y guerrera, cuyos máximos valores eran el honor y la gloria y cuyas divinidades, los dioses del Olimpo, mantenían un orden cós- mico basado en una distribución de poderes análoga a la que regía en la Tierra. La unidad política descansaba en una monarquía que delegaba sus poderes en los jefes locales. A raíz de las primeras invasiones, estos jefes aumentaron su poder y se convirtie- ron en pequeños monarcas de sus res- pectivos territorios, limitados por costumbres y ordenanzas tribales. LOS ORÍGENES DE LA FILOSOFÍA La búsqueda de la verdad y el conocimiento de los principios universales de la existencia constituyen el objeto último de la filosofía. En la fotografía, alegoría de la filosofía, detalle del sepulcro de Sixto IV, por Antonio del Pollaiuolo. Fotografías de cabecera: Estudio de cabeza, de Piero della Francesca (izq.), y Pensador, de Auguste Rodin (der.). L (151-153-3) Origenes filos. 10/4/07 5:05 PM Page 151 Hacia el siglo VIII a.C., la nueva si- tuación política y económica –de- sarrollo del comercio, nacimiento de la industria artesana, fundación de colo- nias, campañas bélicas– provocó la caída de la monarquía como forma de gobierno. Ocupó su lugar una aristo- cracia gobernante, que pronto tuvo que compartir sus privilegios con la pujante clase de los soldados, en auge gracias a la frecuencia con que se suce- dían las guerras. La necesidad de com- batientes aumentó y las clases menos pudientes comenzaron paulatinamen- te a intervenir en las campañas, guerre- ando en las mismas condiciones que los aristócratas. La igualdad bélica so- cavó los cimientos del orden estamen- tal. La sociedad política no tardó en de- finirse en los mismos términos que el ejército, y desde una estructura tribal y clasista se pasó al demos, a la comuni- dad de semejantes. Nacía así la polis de- mocrática, y con ella la exigencia de nuevos patrones sobre los que fundar una nueva explicación de la realidad. Pensamiento mítico y pensamiento racional La filosofía nace desgajándose del mito. Diversas circunstancias históri- cas determinaron, como se ha indica- do, la insuficiencia de las representa- ciones míticas para proporcionar una explicación coherente del mundo de acuerdo con los nuevos modos de pen- sar de la sociedad griega. Sin embar- go, al igual que en la mayor parte de las civilizaciones, estas representacio- nes habían servido eficazmente du- rante largos siglos como marcos de re- ferencia sobre los que ordenar la exis- tencia. Mito y razón son, por tanto, distintas manifestaciones de la na- turaleza humana, tan válidas la una como la otra en sus correspondientes circunstancias socioculturales. Pensamiento mítico. Se puede defi- nir el mito como una representación simbólica de los fenómenos descono- cidos de la vida y de la naturaleza cir- cundante. Un hecho común a todas las culturas desde la antigüedad más re- mota es la presencia de una clase de personajes que sobresalen del resto por el hecho de poseer conocimientos inaccesibles para los demás hombres. Gracias a sus facultades excepciona- les, estos personajes –hechiceros, sa- cerdotes, sabios, o cualquier otra de- nominación– “ven” más allá de las meras apariencias y desentrañan el sentido oculto de las cosas. Su verda- dera función social es la de asegurar la pervivencia de los modelos expli- cativos del origen del mundo –cosmo- gonías– que se van consolidando a medida que la comunidad mantiene las mismas tradiciones rituales. El “vi- dente” articula esta conciencia colecti- va en sistemas coherentes y accesibles a todos, es decir, en mitos. En Grecia, esta función correspon- día al poeta, cuya labor como intérpre- te de lo desconocido es apreciable en los dos grandes poemas homéricos, la Odisea y la Ilíada. La estructuración mi- tológica se presenta en ellas como na- rraciones o relatos sobre la vida de los dioses, expresados por medio de imá- genes tomadas de la existencia huma- na. Ésa es precisamente una de las ca- racterísticas del mito: su naturaleza analógica. El hombre construye sus re- presentaciones míticas asimilando lo desconocido a lo conocido, reducien- do el incomprensible universo a es- quemas propios de la existencia social. Mediante mitos formulados a imagen y semejanza de su propio mundo, el ser humano obtiene un marco de refe- rencia con el que orientar su compor- tamiento y dotar de sentido a lo que le rodea y a él mismo. Pensamiento racional. La consoli- dación de las polis griegas implicó la superación del modelo que identifi- caba jerarquía celestial con monar- quía. Con la nueva estructura demo- crática, el orden cósmico dejó de ser comprensible en términos míticos. Lo sobrenatural perdió todo sentido, las potencias divinas de los dioses del Olimpo ya no servían para explicar la naturaleza, que se convirtió en objeto de reflexión por sí misma. Una vez abandonado el relato mítico, se impu- so la necesidad de un lenguaje objeti- vo que expusiera de forma sistemáti- ca y coherente –y no simplemente na- 152 FILOSOFÍA __________________________________________________________________________________________________ Definición Pensamiento Razonamiento Estructura Principios Causalidad Concepción de la realidad Representación simbólica de lo desconocido MágicoAnalógico Narrativa Unión de los contrarios Conexión fenómenos físicos- divinidad Trascendente Elaboración conceptual de la estructura de la realidad Positivo Lógico Discursiva Identidad y contradicción Negación de lo sobrenatural Inmanente Diferencias entre representación mítica y pensamiento racional Mito Razón (151-153-3) Origenes filos. 10/4/07 5:05 PM Page 152 rrativa, como hacía el mito– las cau- sas fundamentales de la realidad. No obstante, la explicación de estas cau- sas debía proceder de la misma reali- dad, no de esferas trascendentes y ajenas al mundo. Para resolver este problema de una forma adecuada a las nuevas exigencias, los pensadores griegos fueron desarrollando sus pro- pios conceptos. El resultado de esta búsqueda de un lenguaje diferente fue la construcción de un nueva for- ma de pensamiento: la razón. Con ella, el hombre superó la explicación de tipo analógico, puesto que ya no precisaba de referencias externas, sino que desde su propio pensamien- to, desde su propia lógica aplicada di- rectamente a la realidad observable, obtenía los mecanismos adecuados para dar respuesta a sus dudas. El desarrollo de la razón dio origen a dos clases de pensamiento, que des- de entonces el hombre interiorizó in- conscientemente. Por un lado, un pensamiento positivo, que negaba la conexión mítica entre fenómeno físi- co y potencia divina; por otro, un pen- samiento abstracto, que rechazaba la imagen primitiva de la unión de con- trarios en favor del principio de iden- tidad. En síntesis, con el pensamien- to racional se impuso la creencia de que nada existe más allá de la natura- leza y que todo cuanto en ella existe debe ser explicado desde su propia coherencia interna. El filósofo, por medio de su razón –logos–, sería el en- cargado de desvelar esos principios ocultos de la naturaleza. El tránsito del mito al logos Las cosmologías racionales se funda- ron sobre la reinterpretación de los es- quemas míticos de explicación del mundo. A través de esta reinterpreta- ción, los filósofos primitivos fueron in- corporando nuevos conceptos que de- sacralizaron la representación mítica en pro de una argumentación más lógica. Como ejemplo de este tránsito, los historiadores se han referido tradi- cionalmente a la obra del otro gran poeta heleno: Hesíodo. Las dos ver- siones contrapuestas sobre el origen del universo que expone en su Teogo- nía constituyen un apunte sobre las diferencias que separan la formula- ción del mito de la explicación racio- nal, y sobre el modo en que una deri- va por contraste de la otra. En la pri- mera versión se cantan las hazañas del dios Zeus, soberano del Olimpo, quien derrotando a Tifón, dragón de mil cabezas y generador de la confu- sión y el caos, consigue imponer el or- den y la justicia en el mundo. La es- tructura mítica es evidente: la lucha con el dragón tiene el valor de una re- presentación del orden que el hom- bre primitivo apreciaba en fenóme- nos naturales como el día, la noche o las estaciones. Una narración ritual y antropomórfica –combate cuerpo a cuerpo entre dios y dragón– sirve para explicar el paso desde las tinie- blas y la confusión hasta el equilibrio y el orden. La creación del mundo se representa a través de la autoridad victoriosa de una potencia divina. En la segunda versión del mismo mito de la creación, la historia es enunciada en términos muy diferen- tes. Hesíodo describe la génesis del mundo mediante un proceso natural, en el que diferentes realidades físicas, Caos, Gea –la Tierra–, Eros –el amor–, se interrelacionan y dan origen a to- das las formas naturales. Nada per- siste ya del modelo anterior, en el que eran el poder y la autoridad de Zeus, monarca olímpico, las potencias que fundaban el orden del cosmos. En esta segunda versión son las sucesi- vas generaciones de las entidades na- turales las que causan todo lo demás. La diferencia es sustancial con res- pecto a la representación anterior. El mito pierde terreno en favor de una in- terpretación que toma más en consi- deración los principios naturales de los fenómenos físicos. Operando sobre esta nueva estructura de pensamien- to, los llamados físicos de Mileto dese- charían las últimas reminiscencias mí- ticas y formularían las primeras hipó- tesis propiamente filosóficas. ______________________________________________________________________________________ Los orígenes de la filosofía 153 Clasificación de las disciplinas filosóficas Rama Objeto de estudio Filósofos representativos Metafísica Epistemología Lógica Ética Estética Naturaleza, validez y límites del conocimiento humano. Aspectos formales del conocimiento. Origen y justificación de los juicios morales. Naturaleza y significado de las categorías de lo bello, lo sublime, etc. Ontología Teología Principios y causas últimas del ser y la realidad. Demostración de la Causa trascendente (Dios). Aristóteles, Descartes, Hegel. San Anselmo, santo Tomás. Platón, Kant, Wittgenstein. Aristóteles, Russell. Sócrates, Epicuro, Sartre. Kant, Schelling. _ Preguntas de repaso 1. ¿Qué circunstancias sociopolí- ticas propiciaron el nacimien- to del pensamiento filosófico en la antigua Grecia? 2. ¿En qué se diferencia el pensa- miento analógico del lógico? (151-153-3) Origenes filos. 10/4/07 5:05 PM Page 153 l pensamiento griego comenzó a desarrollarse en el siglo VI a.C. y concluyó su andadura en el 529 de nuestra era, año en que el emperador bizantino Justiniano I decretó la prohi- bición de las enseñanzas paganas. A lo largo de estos siglos se sucedieron di- versas formas de pensamiento que die- ron lugar a las primeras formulaciones de los temas clásicos del saber filosófi- co occidental. En general, estas corrien- tes pueden agruparse en dos grandes períodos temporales, tomando como línea divisoria entre ambos la figura de Sócrates: el período presocrático y el período de madurez. Los filósofos presocráticos, cuya obra comprende aproximadamente los siglos VI y V a.C., se ocuparon del problema cosmológico. Sus reflexio- nes intentaban dar respuesta a dos grandes cuestiones: ¿cuál es el prin- cipio de todas las cosas?, y ¿cómo surge y se genera el universo? Por esta razón, y aplicando la terminolo- gía aristotélica, también son conoci- dos como filósofos físicos o natura- les. Al grupo de los presocráticos pertenecen los físicos jonios, la es- cuela pitagórica, Heráclito, Parméni- des y la escuela eleática, Empédo- cles, Anaxágoras y Demócrito. Los jonios La filosofía nació en el siglo VI a.C. en las prósperas colonias marítimas de Jonia, la costa oriental de la actual Turquía. La destrucción de la ciudad jónica de Mileto a cargo de los persas motivó que el centro de la vida inte- lectual griega se desplazara hacia el sur de Italia y Sicilia –la llamada Mag- na Grecia–, y posteriormente, tras las guerras médicas, hacia su definitivo emplazamiento en Atenas. Sin em- bargo, durante este desarrollo los jo- nios siguieron desempeñando el pa- pel principal; los primeros filósofos de la Magna Grecia eran emigrados jónicos y también fueron jonios los primeros difusores del incipiente sa- ber filosófico en Atenas. Los primeros filósofos de la historia son los físicos de la ciudad jónica de Mileto: Tales, Anaximandro y Anaxí- menes. La cuestión central de la que partían sus especulaciones era la bús- queda del principio de todas las cosas. Este asunto no representaba ninguna novedad: los poetas-teólogos, como Hesíodo, también proponían en sus obras concepciones sobre el origen del mundo. Lo que constituyó la gran ori- ginalidad de los filósofos de Mileto fue la sustitución de las explicaciones fan- tásticas y mitológicas propias del pen- samiento mítico anterior por la intro- ducción del logos, o pensamiento ra- cional. Las imágenes que utilizaron para representar el cielo y los meteoros LOS PRESOCRÁTICOS En su búsqueda del principio creador de todas las cosas, los filósofos presocráticos se alejaron de las explicaciones fantásticas y mitológicas, propias del pensamientoanterior. En la imagen, representación de Centauro perteneciente al frontón del templo de Olimpia. Fotografías de cabecera: Estudio de cabeza, de Piero della Francesca (izq.), y Pensador, de Auguste Rodin (der.). E (154-158-5) Los presocraticos 10/4/07 5:15 PM Page 154 no conservaban nada de lo irracional y prodigioso de los mitos, sino que esta- ban tomadas de las artes o de la obser- vación directa. Las comparaciones con las que intentaban explicar los fenóme- nos desconocidos se basaban en apli- caciones imaginativas de los hechos más próximos, no en trasfondos mis- teriosos. Así, los filósofos de Mileto convirtieron la observación de los acontecimientos en fundamento de la reflexión intelectual. Ésta es la razón por la que se los considera los auténti- cos fundadores del saber que con el tiempo recibiría el nombre de filosofía. Tales de Mileto El primer pensador que, según dijo Aristóteles, puede calificarse de filó- sofo fue Tales de Mileto (h. 625 a.C.- 547 a.C.). Lo poco que se conoce so- bre su pensamiento se debe a las reflexiones que el propio Aristóteles realizó sobre su doctrina fundamen- tal: el agua como primer principio y el alma como principio motor. La cos- mología talesiana afirma que todo procede del agua y todo termina en ella. A tal conclusión pudo llegar, se- gún la explicación aristotélica, cuan- do observó que el alimento es siem- pre húmedo, que el calor nace de la humedad y que también es húmeda la naturaleza de las semillas. Las ex- plicaciones parecen ingenuas y ele- mentales; sin embargo, no son imagi- naciones fantásticas, sino razona- mientos lógicos. Es decir, son –por primera vez– filosofía. Anaximandro Nacido en Mileto alrededor del año 610 a.C. y discípulo de Tales, Anaxi- mandro es el autor del primer escrito fi- losófico conocido, Sobre la naturaleza. A diferencia de su maestro, señaló como primer principio de todas las cosas el ápeiron, esto es, lo infinito e ilimitado. Para Anaximandro, el principio origi- nal era algo indefinido e indetermina- do, distinto de todas las sustancias exis- tentes, inmortal e indestructible. Anaxímenes Anaxímenes –nacido a principios del siglo VI a.C. y muerto en sus últimas décadas– fue el sucesor de Anaxi- mandro. Como éste, postuló la exis- tencia de un principio infinito y ante- rior a todo, si bien le asignó una na- turaleza determinada: el aire. De él procedían, según Anaxímenes, todos los entes del universo y el universo entero. El proceso apuntado por el fi- lósofo era el siguiente: la rarefacción del primer principio origina el fuego; la condensación, el agua, y después, la tierra. Pitágoras y la escuela pitagórica Tras la destrucción de Mileto en el año 494 a.C., muchos pensadores jonios se trasladaron a la floreciente Magna Grecia. Ése fue el caso de Pitágoras (h. 580-h. 500 a.C.), nacido en la jóni- ca Samos y establecido en Crotona. La escuela pitagórica no constituyó úni- camente un movimiento intelectual; también fue un movimiento sectario de carácter religioso y político que in- tentó hacerse con el poder en las co- lonias griegas del sur de Italia. La le- gendaria figura de Pitágoras, de cuya vida existen pocos testimonios, con- tribuyó a acentuar el carácter miste- rioso y cercano al culto que hizo fa- moso a su grupo de seguidores. En lo estrictamente filosófico, los pitagóricos se preocuparon –como el resto de los presocráticos– por la bús- queda del principio creador, pero a diferencia de sus antecesores (los físi- cos de Mileto) no fundaron su cosmo- logía sobre ningún fenómeno natural. Para la escuela pitagórica, el verdade- ro origen de todas las cosas lo consti- tuían los números. Según su doctrina, la esencia y la sustancia de todo lo real puede ser reducida a relaciones ma- temáticas. A su vez, los números tam- bién pueden ser descompuestos. Los elementos universales de los núme- ros son lo par y lo impar, identifica- dos respectivamente con lo finito y lo infinito; si, como se ha dicho, los nú- meros son el principio fundamental, todo lo existente debía constar, según los pitagóricos, de esta pareja de con- trarios. A pesar de que consisten en la cita- da oposición de contrarios, las cosas no manifiestan externamente tal con- flicto: cada una de ellas, así como el universo que integran, se muestra como una composición equilibrada y armónica. En la cosmovisión pitagó- rica el mundo es un orden armonioso que puede ser reducido a relaciones numéricas y, por tanto, a leyes racio- nales. La escuela pitagórica extendió sus conocimientos matemáticos a todos los aspectos y órdenes de la realidad observable. Ello dio lugar a un siste- ma simbólico absolutamente primi- tivo y arbitrario. Así, cada número entero encarnaba la esencia de una “cosa”: el 7, la ocasión; el 4, la justi- cia; el 3, el matrimonio; etc. La fasci- nación por sus descubrimientos arit- méticos llevó a los pitagóricos a la convicción de que podían ejercer un dominio sobre lo real si sometían todo a la razón numérica. Como de- nunció Aristóteles en El cielo, “no ______________________________________________________________________________________________ Los presocráticos 155 Creador de la escuela pitagórica, los principios formulados por Pitágoras influyeron decisivamente en la evolución de las matemáticas y la filosofía occidental. C e l f P d e m f (154-158-5) Los presocraticos 10/4/07 5:15 PM Page 155 buscaban las razones y las causas de las cosas que se ven, sino que lleva- ban a sus propias razones y opinio- nes las cosas visibles”. Heráclito Heráclito, llamado “el Oscuro” por el proverbial hermetismo de su doctri- na, es el primer pensador del que se poseen fragmentos escritos de cierta extensión. Así mismo, su obra, El Uni- verso, es la primera muestra de una verdadera filosofía, entendida ésta como concepción del sentido de la vida humana incluida en una expli- cación reflexiva del universo. El pensamiento de Heráclito gira en torno a tres temas básicos: la mo- vilidad perpetua, la armonía de los opuestos y el fuego como principio creador. La creencia en la incesante fluencia de las cosas aparece formulada en el famoso dicho heraclíteo: “No puedes bañarte dos veces en el mismo río, pues nuevas aguas corren siempre so- bre ti”. La idea constituye una sustan- cial novedad con respecto a la con- cepción de los filósofos de Mileto. És- tos pretendían reducir la diversidad y el cambio que observaban en la rea- lidad mediante la unidad de todas las cosas en un principio integrador. He- ráclito, por el contrario, al señalar el dinamismo inherente a todo lo real afirma la esencia de las cosas sobre el cambio mismo: “todo fluye, tan sólo permanece el devenir”. El incesante cambio presente en to- das las cosas se explica en la cosmo- visión de Heráclito por la continua oposición entre contrarios. El conflic- to constante genera el equilibrio. Pero la armonía no es entendida como una simple relación numérica, tal y como hacían los pitagóricos, sino como una relación de ajuste entre fuerzas que actúan en dirección opuesta. Así se acoplan y limitan recíprocamente el día y la noche, el invierno y el vera- no, la vida y la muerte. La elección del fuego por Heráclito como primer principio parece obvia: de los cuatro elementos fundamenta- les es aquel cuya naturaleza encarna de un modo más pleno la continua movilidad. De este fuego primordial proceden todas las cosas y en ellas per- manece como esencia inextinguible; todo nace y evoluciona según el fuego se vaya avivando o consumiendo. El pensamiento de Heráclito ha sido comúnmente considerado como el último nexo de unión entre las cos- movisiones occidental y oriental. A partir de él, ambos modelos tendie- ron hacia la progresiva escisión. Parménides y la escuela de Elea La filosofía griega experimentó un importante cambio de rumbo con la aparición de la figura de Parménides de Elea (h. 515 a.C.-h. 415 a.C.). Su pensamiento mantiene cierta conti- nuidad con el de sus antecesores, por cuanto la cuestión central de su refle- xión sigue siendo la naturalezadel cosmos. Sin embargo, su doctrina se separó de las especulaciones cosmo- lógicas de los jonios acerca de sustan- cias infinitas que son y no son al mis- mo tiempo, e inauguró el método ra- cional y crítico sobre el que habría de fundarse posteriormente la tradición clásica de la filosofía helénica. Parménides Pocos datos personales se poseen so- bre Parménides. Ciudadano de Elea, colonia fundada en la costa tirrena de Italia, alcanzó gran notoriedad por cuestiones políticas. La formula- ción de su original manera de enten- der la filosofía fue expuesta en un tratado escrito en verso, Sobre la na- turaleza, del que se conservan exten- sos pasajes. Parménides zanjó de raíz las tesis fundamentales de la cosmología jóni- ca, en especial aquellas que habían sido retocadas por Heráclito. El nacimiento y el desarrollo de las cosas, su disgre- gación y reunión alternativas, sus con- flictos y transformaciones constantes, todo lo que Heráclito extraía de la ex- periencia directa, fue negado por el eleata en nombre del razonamiento ló- gico. Al camino de la opinión, que era el seguido por los físicos milesios, opu- so el de la verdad, enunciado en muy pocas palabras: “Sólo puede darse un discurso como vía de pensamiento: que el ser es”. De lo que es real hay que de- cir, según Parménides, que “es”, es de- cir, que existe; y no es posible decir “no es”, porque si así fuera no podríamos entonces ni conocerlo ni hablar sobre 156 FILOSOFÍA __________________________________________________________________________________________________ Empédocles de Agrigento elaboró una cosmología basada en los cuatro elementos –fuego, agua, aire y tierra–, cuyas relaciones estaban regidas por dos fuerzas activas: la amistad y el odio. En la imagen, templo de Hera Lacinia en Agrigento. Aunque se tienen escasas noticias sobre los filósofos presocráticos, su pensamiento ha podido transmitirse gracias a testimonios gráficos recopilados por sus discípulos. En la imagen, tablilla con escritura lineal cretense. (154-158-5) Los presocraticos 10/4/07 5:15 PM Page 156 ello. Esto era justamente lo que los mi- lesios hacían: admitían una sustancia primordial que “no era”, y al mismo tiempo afirmaban que de ella prove- nían todas las cosas. Y eso, en opinión de Parménides, es imposible: de lo que no es no puede nacer algo que sí es. Las características que el ser tiene para Parménides están descritas en su poema: incorruptible, eterno, in- mutable, inmóvil, perfecto y sin nece- sidad de nada. En todas las cosas sub- yace un ser que constituye su más profunda realidad y que permanece invariable por mucho que esas cosas cambien, nazcan o mueran. Empédocles de Agrigento Nacido en la localidad siciliana de Agrigento en los primeros años del si- glo V a.C., Empédocles expuso su pensamiento en dos obras: Sobre la na- turaleza, donde se recoge su cosmolo- gía, y Las purificaciones, formada por doctrinas de carácter ético-religioso fundamentadas en la creencia pitagó- rica de la transmigración de las almas después de la muerte del cuerpo. Como filósofo, lo esencial de su re- flexión es la síntesis que efectúa entre la concepción de lo real como esencia inmutable, tomada de los eleatas, y la idea de la multiplicidad y constante movilidad de las cosas, formulada por Heráclito. Aceptadas ambas premi- sas, sustancialmente contradictorias, el problema que se le planteó enton- ces a Empédocles fue cómo explicar el origen y los cambios de las cosas. Su solución fue hacer derivar todo de principios que ya existían y explicar los cambios como transformaciones de elementos también preexistentes. Estas raíces de las cosas, preexisten- tes e indestructibles, son cuatro sus- tancias o elementos: el fuego, el agua, el aire y la tierra. Todo procede de su reunión, de su separación, de sus di- versas dosificaciones; pero ninguno de ellos es el primero, son igualmente eternos y no se originan uno en otro. Dos son los mecanismos de cambio en las cosas: por asociación o por diso- ciación de los elementos. Hay, por tan- to, dos fuerzas activas: la amistad, que reúne a los elementos cuando están se- parados, y el odio, que los separa cuan- do están juntos. Lo específico de la amistad es congregar, asociar, y así se produce la generación de las cosas; lo propio del odio es disgregar y por ello da lugar a la corrupción. Son, pues, dos agentes opuestos que luchan entre sí y que predominan cíclicamente uno so- bre otro, de manera que el mundo atra- viesa por épocas alternativas de gene- ración y corrupción. Empédocles ex- plica el origen de todo lo existente afirmando que en el inicio los elemen- tos estaban reunidos por la fuerza del amor y formaban un conjunto compac- to en el que no eran distinguibles. Cuando el odio se introdujo en este conjunto provocó una disgregación de la que surgieron todas las cosas. Un doble relato te voy a contar: en un tiempo todas las cosas llegaron de una pluralidad a constituirse en unidad, y en otro pasaron de ser unas a ser múltiples: doble es la génesis de los seres mortales y doble es su destrucción. A la una la engendra y la destruye su reunión, y la otra crece y se disipa a medida que los seres se dividen de nuevo. Jamás cesan en su constante cambio, uniéndose unas veces por efecto del Amor y separándose otras por acción del Odio. Empédocles de Agrigento Además de su concepción física, Empédocles formuló una serie de ex- plicaciones de difícil coherencia con el resto de su pensamiento. En materia de percepción y conocimiento, afirmó la conexión material entre el órgano sensible y el objeto sentido. De los se- res, expuso Empédocles, brotan ema- naciones que van al encuentro de los poros situados en los órganos de los sentidos; si se da la adecuada afi- nidad, la emanación se introduce por ellos y se produce la percepción. Así, por ejemplo, la visión sucede cuando se encuentran la emanación proceden- te de la luz exterior y el rayo ígneo que emana del fuego contenido en el ojo. Aún más complicado resulta compa- ginar el carácter racional y materialis- ta de su especulación física con las doctrinas de Las purificaciones. Empé- docles no sólo aseguraba la inmortali- dad de las almas y su encarnación en cuerpos de animales, sino que se hizo célebre entre sus conciudadanos por sus dotes de profeta y taumaturgo, esto es, “aquel que obra milagros”. Si- guiendo la línea de los pitagóricos, predicó acerca del origen y el destino de cada alma singular, y enseñó las pu- rificaciones necesarias para liberarse del “país sin alegría en el que habitan la muerte y la cólera”, como denomi- naba al mundo. Anaxágoras Con Anaxágoras, nacido en Clazo- mene, cerca de Mileto, en torno al 500 a. C., la filosofía abandonó la Magna Grecia y se emplazó por vez primera en Atenas. En esta ciudad, floreciente tras las guerras médicas, residió Anaxágoras durante treinta años bajo el auspicio del gran Pericles, quien, pese a ser la figura más influ- yente de aquel tiempo, no pudo evi- ______________________________________________________________________________________________ Los presocráticos 157 Tales El agua como principio supremo Anaximandro El ápeiron Anaxímenes El aire como primer principio Heráclito La perpetua movilidad del ser Pitágoras El número, principio de todas las cosas Parménides El ser inmutable Empédocles Los cuatro elementos primordiales Anaxágoras Las homeomerías y el Nous Demócrito Los átomos Los filósofos presocráticos y sus principios fundamentales (154-158-5) Los presocraticos 10/4/07 5:15 PM Page 157 158 FILOSOFÍA __________________________________________________________________________________________________ tar que el filósofo jonio fuera acusado de impiedad y expulsado de Atenas. La cosmología de Anaxágoras si- guió fiel al principio entonces domi- nante de que nada se crea ni se des- truye, sino que todo se origina por mezcla o separación de las cosas exis- tentes. Su actitud es, por tanto, análo- ga a la de Empédocles; como éste, también propone como principio ma- terialuna realidad múltiple. En Sobre la naturaleza afirma que los seres son inmutables e imperecederos; de su asociación proviene la multiplicidad de las cosas. Pero las concepciones de ambos pensadores se diferencian no- tablemente: para Anaxágoras, la rea- lidad mixta de la que todo surge no se limita a los cuatro elementos apunta- dos por Empédocles, sino que com- prende un conjunto indefinido de in- finitas sustancias, cada una de ellas presente en cantidad ilimitadamente pequeña. La formulación de Anaxágoras tie- ne resonancias de la física de Mileto. El ápeiron de Anaximandro se con- vierte en la mezcla infinitamente grande en la que “todas las cosas es- tán juntas y no pueden ser distingui- das a causa de su pequeñez”. Estas se- millas de las cosas, ilimitadamente pequeñas, infinitas, invariables, cua- litativamente distintas entre sí y eter- nas, fueron denominadas homeome- rías, es decir, partes homogéneas. La creación del mundo está dada por el proceso continuo de separación por el cual las diferentes homeomerías se aíslan unas de otras. En consecuencia, Anaxágoras se plantea una cuestión: en el infinito de pequeñas entidades, ¿cuál puede ser el origen del movi- miento que induce a dichas partícu- las a separarse para dar origen a las cosas? Razona entonces que la causa sólo puede consistir en una realidad externa y superior a la mezcla, de igual modo que, en el sistema de Em- pédocles, el amor y el odio son ajenos a los cuatro elementos. Esta causa simple, existente por sí misma y que es el principio de la ordenación del mundo, es la inteligencia, el llamado Nous. En palabras de Anaxágoras, “la Inteligencia ordenó todas cuantas co- sas iban a ser, todas cuantas fueron y ahora no son, todas cuantas ahora son y serán”. Ésa es la función del Nous: provocar el movimiento por el cual las diversas proporciones de homeo- merías que componen cada realidad se separan del conjunto primordial y dan lugar a las configuraciones de las cosas. Observando la rotación de los as- tros, Anaxágoras determinó el modo de proceder del Nous. La primera cau- sa de separación de las cosas es un movimiento circular, un torbellino cósmico. Esta animación circular del Nous se extiende poco a poco alrede- dor de su centro y se propaga poste- riormente a través del espacio infini- to. La disgregación de las cosas se produce por la acción mecánica del torbellino; así, los astros proceden de las piedras arrancadas a la tierra e in- flamadas por la rapidez del movi- miento. El mismo proceso se repite en innumerables puntos del espacio, lo que crea, como también postulaban los físicos de Mileto, una infinidad de mundos. El pensamiento de este gran filóso- fo presocrático sostiene que todos los seres vivos creados por el Nous con- servan un fragmento de la Inteligen- cia universal que los crea; según sea dicho fragmento, así varía la capaci- dad de conocer de cada ser vivo. Una prueba más de que, como afirma- ba en uno de sus principios, “todo está en todo”. Demócrito de Abdera Tras los modelos de Empédocles y Anaxágoras, la tercera solución al problema de conciliación entre la in- mutabilidad del ser enunciada por la escuela eleática y la idea de la perpe- tua movilidad de Heráclito fue el ato- mismo de Demócrito. Nacido en la ciudad jónica de Ab- dera en torno al 460 a.C., Demócrito recibió las enseñanzas de Leucipo, de cuya extensa obra tan sólo se con- servan los títulos, si bien se sabe con certeza que influyó notablemente en la fundación por su discípulo de la escuela atomista. Al igual que Em- pédocles y Anaxágoras, Demócrito afirmaba la existencia de un princi- pio múltiple. Sin embargo, negaba que éste estuviera formado por enti- dades diferentes entre sí, como los cuatro elementos o las homeomerías; al contrario, en el modelo de Demó- crito, la masa infinita que integra las semillas de los mundos está hecha de una infinidad de pequeños cor- púsculos invisibles y, ante todo, cua- litativamente indiferenciados, es de- cir, de idéntica naturaleza. Estas par- tículas son los átomos. Los átomos de Demócrito conser- van en gran medida los caracteres con que los eleatas definían al ser: indivi- sibles, repletos, sólidos, compactos, idénticos, eternos e inalterables. Sin embargo, no son únicos, como el ser de Parménides, sino infinitos. La úni- ca diferencia entre los átomos es geo- métrica, no sustancial; se distinguen entre sí por su tamaño, su figura y la posición que ocupan. Según la escue- la atomista, todas las cosas proceden de estos principios cualitativamente idénticos y sólo geométricamente di- ferenciados. La diversidad de las co- sas proviene, por tanto, de los átomos que “se mueven en el vacío, ya que el vacío existe, y que cuando se juntan producen la generación, y cuando se separan, la corrupción”. También es novedosa con respecto a la filosofía anterior la respuesta del atomismo al problema de la causa primera. El principio que empuja a los átomos a unirse o separarse para dar así origen a los objetos no es otro que su misma naturaleza inestable, su continua movilidad. Partiendo de la naturaleza eternamente móvil de los átomos se origina –mediante la agregación– y se destruye –me- diante la separación– el mundo. La creación de éste es, pues, producto del azar, dada la ausencia de finali- dad en el movimiento de los átomos. _ Preguntas de repaso 1. ¿Quiénes fueron los físicos de Mileto? 2. ¿Cuáles son la características del ser según la teoría parme- nídea? 3. ¿Qué son las homeomerías? (154-158-5) Los presocraticos 10/4/07 5:15 PM Page 158 l centro del quehacer de la filosofía griega se desplazó de la periferia colonial a la metrópoli du- rante la segunda mitad del siglo V a.C. Hasta el inicio de las guerras del Pelopo- neso, Atenas experimentó un período de paz y pros- peridad que sirvió de mar- co para el desarrollo de nuevas corrientes de pen- samiento. El interés por la explicación cosmológica de los fenómenos naturales decreció y fue sustituido por un enfoque humanista; el hom- bre, entonces, pasó a ser el centro de la especulación filosófica. Este cam- bio de perspectiva tuvo su origen en la aparición de los sofistas, quienes introdujeron la cuestión filosófica en la vida pública y la dotaron de un sentido práctico. Sin embargo, fue Sócrates la figura más eminente en este período decisivo para la conso- lidación definitiva de la filosofía como saber racional. Sócrates Hijo del escultor Sofronisco y de la comadrona Fenéretres, Sócrates na- ció en Atenas –donde pasó la totali- dad de su vida– en el 470 a.C. Seten- ta años más tarde fue condenado a beber cicuta, castigo que le impuso un tribunal tras acusarlo de conduc- ta impía, sacrilegio, introducción de nuevas divinidades y corrupción de la juventud con enseñanzas inmo- rales. La serenidad con que aceptó su injusto destino, rechazando los pla- nes de fuga urdidos por sus seguido- res, es representativa de las profun- das convicciones éticas que rigieron su vida hasta el último momento. Todos los filósofos posteriores coin- SÓCRATES Y LOS SOCRÁTICOS E La victoria sobre los persas en las guerras médicas (siglo V a.C.) inauguró para la ciudad de Atenas un período de paz y prosperidad que acogió el desarrollo de nuevas corrientes de pensamiento. La fotografía muestra una vista de la Acrópolis. La muerte de Sócrates, obra del francés Jacques-Louis David, conservada en el Museo Metropolitano de Arte, Nueva York. Fotografías de cabecera: Estudio de cabeza, de Piero della Francesca (izq.), y Pensador, de Auguste Rodin (der.). (159-164-6) Socrates y socrat. 10/4/07 5:50 PM Page 159 ciden en proclamar el carácter excep- cional y la originalidad de Sócrates. Vestido con burdos ropajes recorría descalzo las calles de Atenas y se abs- tenía de placeres materiales como el vino, los manjares delicados o las ri- quezas; su complexión física, extraor- dinariamente robusta, y su rostro tos- co y vulgar contribuían a crearle una imagen totalmente opuesta a la de los sofisticados sabios sofistas que por aquel entonces seducían a losate- nienses. En suma, Sócrates represen- tó un nuevo tipo, que sería en el futu- ro el modelo habitual de sabiduría personal e incorruptible, ajena a la presión de las circunstancias. No existe ningún testimonio lega- do por Sócrates, puesto que jamás es- cribió. La recopilación de sus ideas se ha llevado a cabo en función de lo que sobre él transmitieron sus con- temporáneos y discípulos. La refe- rencia más antigua es la del comedió- grafo Aristófanes, quien en su obra Las nubes hizo del filósofo objeto de una cruel sátira, mostrándolo como el peor de todos los sofistas. El se- gundo testimonio, en orden cronoló- gico y, sin lugar a dudas, el de mayor importancia, es el de su discípulo Platón, que convirtió a Sócrates en protagonista de la mayoría de sus es- critos dialogados. La tercera fuente es la obra de Jenofonte titulada Di- chos memorables de Sócrates, de natu- raleza eminentemente laudatoria, por lo que ha sido utilizada con re- servas por los historiadores. La filosofía ética de Sócrates Sócrates adoptó el enfoque iniciado por los sofistas, es decir, el interés ex- clusivo por los asuntos humanos frente a las especulaciones cosmoló- gicas tradicionales. Con toda segu- ridad, Sócrates dedicó parte de su tiempo a dilucidar cuestiones físicas; sin embargo, fueron la ética y el lu- gar del hombre en el mundo los ex- clusivos objetos de sus enseñanzas, hasta el punto de estar considerado como el inventor de la ciencia moral. En palabras de Cicerón, Sócrates “hizo bajar la filosofía desde el cielo, la estableció en las ciudades, la intro- dujo en los hogares y la convirtió en instrumento necesario para las inves- tigaciones sobre la vida, la moral, el bien y el mal”. La novedad del pensamiento so- crático con respecto a las formula- ciones de los sofistas fue la afirma- ción del alma como centro definido de la personalidad intelectual y mo- ral del ser humano. La ética sofista carecía de todo fundamento moral; sus autores se perdían en el utilita- rismo y el escepticismo, incapaces de imponer un principio rector de la conducta humana. Por el contrario, el objetivo de Sócrates fue guiar a los hombres hacia el conocimiento inte- rior –“conócete a ti mismo”, reza uno de sus célebres dichos– como medio de obtener la verdad moral, única e inconfundible, y latente en todos ellos. De ahí que mostrase un profundo desprecio por la actividad interesada de los sofistas, cuyas en- señanzas en nada contribuían, se- gún Sócrates, al beneficio y mejora del alma humana. En ese alma, afirma el pensamien- to socrático, reside la virtud (areté) que permite al hombre obrar correc- tamente y alcanzar la felicidad. Sin embargo, los hombres, por lo gene- ral, la desconocen. En consecuencia, la virtud consiste en conocer el bien; es lo opuesto a la ignorancia. Las malas obras no son cometidas a con- ciencia, sino por desconocimiento de la rectitud. Y Sócrates se autoprocla- ma capaz de ayudar a los hombres en esa búsqueda de la verdad moral. El relativismo de los sofistas –“el bien y el mal no constituyen princi- pios absolutos”– es una idea dañina y falsa; en realidad, asegura el filó- sofo, sí es posible distinguir entre lo bueno y lo malo. Gracias a un privi- legio que le ha sido concedido por los dioses en forma de demonio in- terior (daimon), Sócrates asegura po- seer el don de aceptar el bien y repu- diar el mal para poder aconsejar mo- ralmente a las personas. La virtud es, por tanto, susceptible de ser en- señada e inculcada por vía intelec- tual en los hombres. La visión socrática identifica virtud y ciencia. Es la ciencia (el conocimien- to) lo que induce a obrar bien, y la ig- norancia la causa del delito moral. Por esta razón, el pensamiento del fi- lósofo ateniense ha sido acusado de un grave intelectualismo: según su modelo, la voluntad no desempeña- ría papel alguno en el comportamien- to humano y todas las malas acciones estarían justificadas por la ignoran- cia. Además, establece una corres- pondencia ineludible entre el descu- brimiento del bien y su puesta en práctica; como apuntaron pensadores posteriores, es posible conocer el bien y no aplicarlo. Sin embargo, conviene precisar al- gunos de los conceptos socráticos. Su idea de la virtud está recogida de modo más nítido en el término grie- go enkrateia, que significa dominio del alma sobre el cuerpo, autoridad de la razón sobre los instintos. Es este autodominio lo que otorga al hombre su libertad interior para desarrollar un comportamiento virtuoso. Por tanto, la ciencia como fuente de vir- tud moral no debe ser entendida como acumulación de conocimien- tos, sino en su acepción de capacidad racional para imponerse sobre los impulsos corporales. De este modo, el hombre que asimila la virtud se convierte en autosuficiente para al- 160 FILOSOFÍA __________________________________________________________________________________________________ 1. Fingimiento de la propia ignorancia como medio de poner en evidencia el desconocimiento del interlocutor. Dialéctica 2. Se acerca gradualmente al interlocutor a la verdad median- te preguntas cuyas respuestas se aproximan a la conclu- sión acertada. 3. El arte mayéutico, que consiste en extraer la sabiduría de las personas. Las fases del método socrático (159-164-6) Socrates y socrat. 10/4/07 5:50 PM Page 160 canzar la felicidad que, según la con- cepción de Sócrates, consiste en no sentir ninguna necesidad de bienes materiales. El método socrático Para conducir a los hombres hacia el descubrimiento de la virtud moral que se oculta en el interior de sus al- mas, Sócrates no seguía el procedi- miento clásico de enseñanza. Su sis- tema de conocimiento se basaba en un método original, la dialéctica, mediante el cual lograba la persua- sión del interlocutor de forma indirec- ta a través de sus ingeniosas pregun- tas. En este método Sócrates distin- guía tres momentos o fases definidas. En primer lugar, se parte del fingi- miento de la propia ignorancia como medio de hacer evidente el descono- cimiento del contrario. Es la célebre ironía socrática, mezcla de despre- cio por la arrogancia de los sofistas y de humildad –“sólo sé que no sé nada”– ante la imposibilidad de al- canzar un saber comparable al saber divino. En un segundo momento se obliga al interlocutor a acercarse gradualmente a la verdad mediante el encadenamiento de preguntas cu- yas respuestas vayan aproximándo- se a la conclusión deseada, que final- mente sale a la luz en el tercer momen- to, denominado arte mayéutico, esto es, el arte de extraer la sabiduría en- cerrada en el interior de las perso- nas. Según afirmaba Sócrates, no era su función engendrar conocimiento alguno, sino ayudar con sus interro- gaciones al nacimiento de la verdad latente en las almas. Como solía de- cir el filósofo, su oficio era análo- go al de su madre: comadrón de las ideas. El esquema de la dialéctica socráti- ca aparece definido en los diálogos que Platón escribió utilizando a su maestro como portavoz de sus refle- xiones. En ellos se muestra a Sócra- tes como más interesado en poner a prueba los razonamientos de sus ri- vales y en denunciar su falsedad que en hacer triunfar sus propias tesis. Todo el método socrático parece con- sistir en el intento por hacer que los hombres se conozcan a sí mismos; su ironía consiste en mostrarles que la tarea es difícil y que están equivoca- dos al creer que ya poseen ese auto- conocimiento. En última instancia, su doctrina enseña que dicha tarea es ne- cesaria, porque nadie es malo volun- tariamente y toda mala acción deriva de la ignorancia acerca de uno mis- mo. Según Sócrates, el único conoci- miento afirmable es el de saber que no se sabe nada. Agradezco vuestras palabras y os estimo, atenienses, pero obedeceré al dios antes que a vosotros y, mientras tenga aliento y pueda, no cesaré de filosofar, de exhortaros y de hacer demostraciones a todo aquel de vosotros con quien tope por medio de mi modo de hablar, y, así, seguiré diciendo: “Hombre de Atenas, la ciudad de más importancia y renombreen lo que atañe a sabiduría y poder, ¿no te avergüenzas de afanarte por aumentar tus riquezas todo lo posible, así como tu fama y honores, y, en cambio, dejas de cuidarte e inquietarte por la sabiduría y la verdad, y por que tu alma sea lo mejor posible?”. Sócrates en Apología de Sócrates, de Platón (fragmento) Los socráticos menores El principal discípulo de Sócrates fue Platón. Pero no fue el único. Existieron también muchos otros se- guidores del método y de las ideas socráticas, que constituyen el grupo de pensadores denominados socrá- ticos menores. Algunos fundaron di- versas escuelas de pensamiento: la escuela cínica, la cirenaica, la megá- rica y la de Elida. Entre estos pensa- dores hay que situar a Antístenes, Diógenes de Sínope, Aristipo, Eucli- des y Fedón. Otros, como Jenofonte y Esquipo, se limitaron a recoger las líneas generales del pensamiento de Sócrates en escritos de naturaleza laudatoria, por lo que no constitu- yen una doctrina filosófica propia- mente dicha. ________________________________________________________________________________________ Sócrates y los socráticos 161 Sócrates encarnó el modelo de sabiduría personal e incorruptible, ajena a la presión de las circunstancias. (159-164-6) Socrates y socrat. 10/4/07 5:50 PM Page 161 La escuela cínica Fundada por Antístenes a finales del siglo V a.C., tomó su nombre del tem- plo del Perro Blanco o Cinosayes, donde se celebraban sus reuniones. La filosofía cínica consistía en una re- nuncia a los bienes materiales –asce- tismo– y un desprecio de tono sarcás- tico por los deberes patrióticos. Los cínicos se proclamaban ciudadanos del mundo, censuraban la esclavitud, predicaban la fraternidad entre los hombres y se dedicaban exclusiva- mente a cultivar la conducta virtuo- sa. Llevaron a sus últimas consecuen- cias el principio socrático de que “el hombre debe cuidar la virtud” trans- formándolo en “el hombre sólo debe cuidar la virtud”; en consecuencia, soslayaron todo lo demás: urbani- dad, costumbres, aseo personal y vestimenta. Hizo famosos a los cíni- cos su proverbial indiferencia hacia la riqueza, el honor, las amistades, la enfermedad, la salud o la muerte. Crates de Tebas, uno de los represen- tantes más destacados de la escuela, vendió todos sus bienes y los repar- tió entre los necesitados; igualmente caritativos se mostraron Metrocles, Menipo y Menedemo. Por estas razo- nes, el cinismo ha sido considerado históricamente más como una forma de vida que como un estricto sistema filosófico. Sus aplicaciones prácticas, y no su especulación teórica, consti- tuyen la aportación capital de esta corriente, disuelta de modo definiti- vo en el año 250 a.C. La escuela cirenaica La escuela cirenaica fue fundada por Aristipo, un discípulo infiel de Sócrates, en la ciudad de Cirenea, colonia griega situada en la costa septentrional de África. La doctrina gozó de una cierta celebridad a cau- sa de sus principios morales. En sín- tesis, éstos identificaban la felicidad con el placer sensible. El bien supre- mo consistía, para los seguidores de la escuela cirenaica, en el ejercicio momentáneo de los placeres sensua- les y en el deleite gozoso que produ- ce la contemplación de cosas bellas. Sólo mediante la represión de todo deseo era posible anular las frustra- ciones y alcanzar así la dicha deri- vada del disfrute del momento pre- sente. La escuela megárica y la escuela de Elida La escuela megárica fue creada por el filósofo Euclides, fiel discípulo de Só- crates, quien, tras la muerte de éste, acogió como refugiados a la mayo- ría de seguidores socráticos en la ciu- dad de Megara, en la Grecia central. La doctrina de Euclides se anticipó, en cierto modo, al sistema platónico de las ideas al intentar la fusión de la moral virtuosa de su maestro Sócra- tes con el ser único e inmutable de Parménides. La escuela de Elida, emplazada en la comarca griega del mismo nombre, fue fundada por Fedón. En opinión de este discípulo de Sócrates, que combatió la vanidad especulativa de la doctrina megárica, lo verdadera- mente relevante era la continuación de la búsqueda de la virtud moral. Según el pensamiento de Fedón, el auténtico bien radica en la fuerza y el carácter. Los sofistas Después de las guerras médicas, fina- lizadas en el 449 a.C., Grecia superó el peligro de invasión bárbara. Conoció entonces –en especial Atenas, conver- tida en centro de la vida comercial, po- lítica y cultural– un período de flore- cimiento y efervescencia intelectual sin precedentes. En este contexto apa- reció la sofística, el movimiento doc- trinal que caracterizaría la filosofía he- lénica durante la segunda mitad del siglo V. En sus orígenes, el término sofista –“maestro de la sabiduría”– no tuvo el sentido peyorativo con que se uti- liza en la actualidad. Inicialmente, sofista era sinónomo de sabio y se aplicaba al representante de una ciencia o arte. La acepción negativa de la palabra se debe a los escritos de Platón y Aristóteles, quienes denun- ciaron la vanidad y esterilidad del conocimiento transmitido por los úl- timos sofistas. Tan sólo a partir del reconocimiento que Hegel les dis- pensó en sus estudios sobre la histo- ria del pensamiento, el esencial pa- pel desempeñado por los sofistas en 162 FILOSOFÍA __________________________________________________________________________________________________ Las escuelas derivadas del pensamiento socrático Escuela Representantes Conceptos Cínica Cirenaica Megárica De Elida Antístenes Crates de Tebas Metrocles Menipo Menedemo Aristipo Euclides Fedón Renuncia a los bienes materiales. Desprecio por los deberes patrióticos. Identificación de la felicidad con el placer sensible. Fusión de la moral virtuosa (Sócrates) con el ser único e inmutable (Parménides). El auténtico bien radica en la fuerza y en el carácter. (159-164-6) Socrates y socrat. 10/4/07 5:50 PM Page 162 el desarrollo de la filosofía occiden- tal empezó a ser valorado en su jus- ta medida. El humanismo sofista La sofística inauguró una etapa nue- va en la filosofía griega por dos razo- nes fundamentales: el objeto de su es- peculación intelectual y la finalidad de la misma. Frente al fisicismo cos- mológico de los filósofos precedentes, los sofistas alteraron la perspectiva y colocaron al hombre, y a todo lo que a él se refiere, en el eje de la reflexión fi- losófica. Hasta entonces el ser huma- no había sido tratado como mera par- te de la totalidad natural y explicado mediante el primer principio causal, sin diferenciarlo del resto de las enti- dades del mundo real. La novedad in- troducida por los sofistas fue conside- rar al hombre como portador de una naturaleza peculiar, como la “medida de todas las cosas”. Aun después de que hubieran desaparecido los últimos vestigios de la escuela sofística hubo de transcurrir bastante tiempo an- tes de que el pensamiento filosófico vol- viera a ocuparse en cuestiones cosmo- lógicas; la herencia humanista de los maestros sofistas proyectó una larga sombra sobre la filosofía de los siglos posteriores a su apogeo. El segundo rasgo característico que diferencia la sofística de los mo- delos de pensamiento anteriores, y que guarda relación con lo expuesto anteriormente, es su finalidad. Con los sofistas, la filosofía, considerada por tradición como el saber más im- productivo a efectos materiales, dejó de ser teórica para convertirse en práctica. El sofista no persigue la ela- boración de conceptos y explicacio- nes abstractas; su objetivo es una uti- lidad concreta: la educación de los hombres. Por tal razón, muchos his- toriadores del pensamiento coinci- den en afirmar que la sofística no constituye una doctrina propiamen- te dicha, sino una manera de ense- ñar. Los sofistas habrían sido, en ese caso, los inventores de la ciencia pedagógica. La filoso- fía dejó de ser para ellos la bús- queda altruista de la verdad absoluta y se transformó en una profesión más, en un medio de vida a través del cual conseguir el sustento. De este modo, los sofis-tas recorrían las ciudades griegas como profesores ambulantes, bus- cando su auditorio y, tras acordar un precio, enseñaban a sus alumnos, en lecciones aisladas o en una serie de cursos, los métodos para imponer una idea a los demás. La obtención del éxito, basado en el arte de con- vencer y seducir mediante la pala- bra, sustituye a la investigación y di- fusión de la verdad. En la época en la que surgieron los sofistas, la vida intelectual griega adoptaba unas formas de expre- sión propias de la competición o del concurso. La meta era únicamente hacer triunfar tesis y argu- mentos frente a inter- locutores adversarios bajo el arbitraje del público reunido en torno de la discusión. Ante estas circunstancias, el valor de los sofistas como portadores de sabi- duría era incuestionable, y se desple- gaba en dos sentidos. Por un lado, como eruditos poseedores de todos los conocimientos y que podían transmi- tir los saberes útiles para la vida a aque- llos que solicitaran sus servicios, en las condiciones sociales descritas. Por otro lado, como maestros en el arte de la re- tórica, es decir, el arte de embellecer la oratoria con el propósito de persuadir y conquistar la simpatía del auditorio. Varias circunstancias explican el éxito de esta mezcla de humanismo y utilitarismo que trajeron consigo los sofistas. La principal fue la pro- funda alteración de los esquemas so- ciales de la vida griega como conse- cuencia de la implantación del siste- ma democrático. Hasta las guerras médicas, el poder político estaba en manos de la aristocracia. El valor del hombre dependía en gran medida de su nacimiento y las familias po- derosas se perpetuaban en el ejerci- cio de los cargos públicos. Con la de- mocracia, esta situación de privile- gio e inmovilismo desapareció. El resultado fue la irrupción de una cla- se burguesa que intentó por todos los medios ejercer un papel influ- ________________________________________________________________________________________ Sócrates y los socráticos 163 La sustitución del sistema aristocrático por la democracia, tras la finalización de las guerras médicas, favoreció el florecimiento de la sofística. En la imagen, representación de Darío I el Grande de Persia. Finalizadas las guerras médicas, Grecia atravesó por un período de gran esplendor económico y cultural, época en la que surgió la filosofía sofística. En la imagen, uno de los ángulos del Partenón de la Acrópolis ateniense. (159-164-6) Socrates y socrat. 10/4/07 5:50 PM Page 163 164 FILOSOFÍA __________________________________________________________________________________________________ yente en la escena política, para lo cual precisaba adquirir los saberes que tradicionalmente habían estado reservados a las élites pudientes. Esta demanda de conocimientos y de artes discursivas propició el sur- gir de los sofistas, que comenzaron a comerciar con su sabiduría “a la caza de jóvenes ricos”, como denun- ció Platón en uno de los numerosos diálogos que les dedicó. El relativismo moral El humanismo radical de los sofis- tas está ejemplificado en la famosa frase de Protágoras, acaso el más destacado de los representantes de la corriente, con que comienza su tratado Sobre la verdad: “El hombre es la medida de todas las cosas, de las que son en cuanto son, de las que no son en cuanto no son”. La afir- mación expresa el ideario sofista en materia de moral, que no es otro que el siguiente: el hombre es el encar- gado de determinar la verdad acer- ca de cualquier cuestión, según su propio conocimiento y no en virtud de principios absolutos y universa- les. La diferencia con la ética socrá- tica es total; mientras que el gran pensador griego afirmaba la exis- tencia definida e inequívoca de los conceptos inmutables del bien y del mal, los sofistas proclamaron la ne- cesidad de considerar por separado cada situación y de aplicar criterios morales adecuados a cada situación concreta. Esta postura se conoce como relativismo moral. Además de ocuparse de la moral, los sofistas también afirmaron la auto- nomía y el poder del hombre en el terreno político. En su opinión, el ciu- dadano debía ser ante todo indepen- diente de las arbitrariedades sociales. Las leyes, la tradición, los preceptos aristocráticos, cada uno de estos con- ceptos es una creación artificial que se opone a la naturaleza. Sofistas como Antifón declararon la imposibi- lidad de calificar de delito un com- portamiento contrario a las leyes de la justicia artificial mientras no se vul- nerase ninguna ley natural. El problema al que dio lugar el re- lativismo sofista fue el de la disper- sión conceptual. Los mismos sofistas fueron incapaces de definir qué debía entenderse por ley natural. En sus últimos años, el movimiento degene- ró en una despreocupación absoluta por el contenido de los discursos. Sus enseñanzas se centraron de un modo exclusivo en el aspecto formal y la so- fística se convirtió así en erística, sim- ple ejercicio de retórica hueca y osten- tosa que busca convencer a toda cos- ta, sin prejuicio acerca de la verdad o falsedad de los argumentos utiliza- dos. La erística fue objeto de crueles críticas en el Eutidemo, diálogo plató- nico donde se denuncian los recursos desplegados por la segunda genera- ción de sofistas, en especial Calicles, con el objeto de anular los razona- mientos del adversario y conseguir el favor del público. Protágoras Protágoras fue sin duda alguna el más célebre de los sabios sofistas y aquel cuyo pensamiento excedió la mera pe- ricia retórica para dar lugar a algunas de las reflexiones más agudas de la fi- losofía helénica. Nacido en Abdera al- rededor del 485 a.C. y muerto en un naufragio cerca de Sicilia en el 410 a.C., Protágoras se dedicó durante toda su vida a transmitir sus enseñanzas en todo el territorio griego. No obstante, fue en la polis ateniense donde, bajo la admiración del propio Pericles, obtu- vo su mayor reconocimiento. Su filosofía era, en cierto modo, una continuación de los modelos creados por Empédocles y Anaxágo- ras. Pero a la concepción cosmológi- ca múltiple y en perpetua movilidad de éstos añadió sus propias ideas acerca de la posibilidad del cono- cimiento verdadero. Éste, según la doctrina de Protágoras, es inviable; si se admite la múltiple presencia de elementos contrarios en las cosas, entonces es imposible pronunciarse con total certeza acerca de la natura- leza de dichas cosas. La contradicto- ria esencia de los seres, formados por cualidades opuestas, impide la exis- tencia de una verdad absoluta. La única solución, según el sofista, es el relativismo: corresponde al hombre decidir qué es lo verdadero y lo fal- so en cada caso concreto. En conse- cuencia, el método de discusión del buen filósofo, expuesto por Protágo- ras en su obra Contradicciones, ha de consistir en descubrir las diferentes razones del tema en cuestión, para posteriormente hacer prevalecer la más conveniente. _ Preguntas de repaso 1. ¿En qué consiste el intelectua- lismo moral de Sócrates? 2. ¿Qué es la dialéctica socrática? 3. ¿Qué diferencia la retórica de la erística? (159-164-6) Socrates y socrat. 10/4/07 5:50 PM Page 164 EL DESCUBRIMIENTO DE LAS IDEAS Y LA REALIDAD: PLATÓN Y ARISTÓTELES l siglo de oro del pensamiento griego fue el IV a.C. El período de apogeo del saber filosófico alcanzó su culminación con la obra de dos pensadores excepcionales: Platón y su discípulo Aristóteles. La profundidad de su pensamiento, la brillantez de sus sistemas especulativos y la rique- za de su diversidad temática llevaron a la filosofía hacia su sólida configu- ración como ciencia del conocimien- to. Con ellos, y en especial con Aristó- teles, tomaron cuerpo de un modo casi definitivo los distintos sectores –ética, lógica, conocimiento, metafísi- ca, etc.– que, a partir de entonces y hasta nuestros días, habría de tener en cuenta todo sistema filosófico. Vida y obra de Platón Platón, cuyo verdadero nombre era Aristocles, nació en Atenas hacia el año 427 a.C. Su noble ascendenciaex- plica el gran interés que sintió desde su juventud por el ejercicio de la po- lítica. Sin embargo, la injusta conde- na dictada contra su maestro, Sócra- tes, despertó sus recelos sobre el poder y la vida pública. Desde ese momento, y hasta el final de sus días, la dedicación prioritaria del pensador ateniense fue la reflexión filosófica. Platón alternó su residencia en Atenas con frecuentes viajes a diver- sas ciudades griegas y a las colonias mediterráneas. En el año 399 a.C., poco después del proceso y muerte de Sócrates, se dirigió junto con otros discípulos a la ciudad de Me- gara, posiblemente con el objeto de evitar las posibles represalias del poder político contra los seguidores del malparado filósofo. Desde allí marchó a Creta, Egipto y Cirene, y de nuevo a Atenas en el 396 a.C. La finalidad de sus viajes posteriores fue, según se recoge en sus cartas, fundamentalmente filosófica. Del 390 al 388 a.C. visitó Egipto, cuya ancestral sabiduría era muy admira- da por Platón; de nuevo Cirene, donde contactó con los famosos geó- metras de aquella ciudad, y por úl- timo, la Magna Grecia, donde cono- ció las doctrinas pitagóricas, y fue apresado y vendido como esclavo por el déspota siciliano Dionisio de Siracusa. Tras ser puesto en libertad por su amigo Anníceris, que previa- mente lo había comprado, retornó a Atenas. Al poco tiempo de su regre- so, Platón fundó su escuela filosófi- El pensamiento filosófico de Platón gira en torno al conocimiento de las verdades esenciales que determinan la realidad. Fotografías de cabecera: Estudio de cabeza, de Piero della Francesca (izq.), y Pensador, de Auguste Rodin (der.). E (165-170-6) Descubr. Plat. 10/5/07 10:15 AM Page 165 ca. La sede de las enseñanzas plató- nicas fue el santuario de las Musas, edificio que él mismo proyectó so- bre un terreno llamado Academia, nombre con el que acabó conocién- dose la asociación. A instancias de Dionisio el joven, sucesor del tirano, Platón se embarcó de nuevo hacia Sicilia en el año 366 a.C.; sin embar- go, cuando llegó, el monarca había sido depuesto, por lo que el filósofo fue desterrado. Un último viaje a la isla, cinco años después, resultó tan proceloso como los anteriores y a su vuelta Platón decidió no abandonar nunca más la Academia. En el año 348 a.C., poco antes del definitivo ocaso político de Atenas, murió el fi- lósofo, librándose de presenciar lo que había sido uno de sus temores más grandes: la invasión de la polis por los macedonios. Los escritos platónicos La influencia socrática en la obra de Platón no sólo se aprecia en el conte- nido de su doctrina, sino que está pre- sente en el modo en que la expresó. Los textos platónicos, los célebres diá- logos, no son otra cosa que la adapta- ción de las constantes conversaciones que mantuvo con su maestro y que él se encargó de recoger. Sirviéndose de este recurso expositivo, Platón incor- poraba a los diálogos el resultado de sus propias reflexiones; éstas, a medi- da que su pensamiento maduraba, fueron copando sus escritos y reem- plazando las teorías socráticas. Los diálogos platónicos pueden agruparse siguiendo un criterio cro- nológico en diálogos de juventud, de madurez y de vejez. Los diálogos de juventud tratan so- bre temas fundamentalmente éticos –virtud, justicia, sabiduría– y el enfo- que adoptado es completamente so- crático. En este grupo se integran obras como la Apología de Sócrates, Primer Al- cibíades, Hipias Menor y Protágoras. Como parte del período de transi- ción entre el socratismo de juventud y la madurez suelen citarse los textos Gorgias, Menón y Cratilo. Los diálogos de madurez abordan los problemas metafísicos que dan lu- gar a la formulación de las Ideas. Entre estos escritos, esenciales para la formu- lación del sistema platónico de pen- samiento, se encuentran el Banquete, Eutidemo, Fedón, Fedro y la República. Por último, los diálogos de vejez suponen un tratamiento más profun- do de los temas apuntados en la eta- pa previa: el problema metafísico de las Ideas, la realidad mundo físico- mundo suprasensible y el origen del cosmos. Los principales textos de este período son el Teeteto, Filebo, Parméni- des, Sofista, Timeo y las Leyes. La teoría platónica de las Ideas La gran originalidad de la filosofía de Platón reside en el descubrimiento de la realidad suprasensible, eje en torno al cual se articula todo el con- junto de su sistema especulativo. En opinión del filósofo ateniense, son dos los planos en los que se divide la rea- lidad: uno material y captado por los sentidos (plano sensible), y otro invi- sible e inmaterial y que sólo puede ser captado por la inteligencia (plano in- teligible). Este plano, el de lo supra- sensible, está formado por las Ideas, es decir, las entidades que constituyen lo verdaderamente real y que son la esencia y causa de todas las cosas. En consecuencia, no debe entenderse el concepto platónico de Idea como pro- ducto del pensamiento: las Ideas, in- mutables y eternas, son anteriores a todo, son el principio de todo lo exis- tente. Según Platón, lo que percibimos con los sentidos no existe por sí mis- mo y no puede, por tanto, ser objeto de conocimiento verdadero. Lo único verdadero es la esencia de la cosa per- cibida, es decir, la Idea, responsable de su existencia y perteneciente a un orden superior –el mundo de las Ideas– formado por el conjunto de to- das las esencias universales e invaria- bles. La naturaleza de las Ideas Esta concepción dual de la realidad origina determinados problemas teó- ricos que Platón trató de resolver. La primera dificultad es la de explicar de qué manera puede una realidad inmaterial ser causa de lo material. El filósofo ofrece diferentes soluciones a lo largo de su obra. En algunos diá- logos se afirma la existencia de una relación de imitación entre la cosa y la Idea que la origina; en otros se adu- ce que las realidades sensibles parti- 166 FILOSOFÍA __________________________________________________________________________________________________ DIÁLOGOS DE JUVENTUD DIÁLOGOS DE MADUREZ DIÁLOGOS DE VEJEZ Principales obras de Platón Apología de Sócrates Cármides Primer Alcibíades Hipias Menor Protágoras Critón Eutifrón Gorgias Menón Cratilo Banquete República Fedro Fedón Teeteto Filebo Timeo Parménides Sofista Leyes (165-170-6) Descubr. Plat. 10/5/07 10:15 AM Page 166 cipan de las cualidades presentes en la Idea, al igual que un retrato parti- cipa de su modelo, y deben su exis- tencia a dicha participación. En re- sumen, lo que el modelo platónico viene a afirmar es la necesidad de im- plicación entre lo inteligible y lo sen- sible para que éste pueda existir. El segundo gran problema es el de la unificación de la compleja diver- sidad del mundo de las Ideas. Para Platón, éstas son múltiples, ya que hay una Idea por cada cosa que exis- te. Así, existen Ideas de seres natu- rales (hombre, montaña), de objetos artificiales (palacio, código), e inclu- so de valores éticos y estéticos, como la fealdad, la justicia o la belleza. La existencia de un orden entre las Ideas también figura en la obra de Platón. En la República se expone una estructura jerárquica, en cuyo extremo superior se encuentra la Idea del bien como causa y esencia de todas las demás. Sin embargo, no se explica cómo puede una Idea cau- sar otras Ideas. En el Sofista se inten- ta aclarar la relación entre Ideas de diferente naturaleza, y para ello se introducen los llamados géneros su- premos: Ser, Reposo, Movimiento, Identidad y Diversidad. Según Pla- tón, toda Idea está determinada por estos géneros supremos; por ejem- plo, una Idea es distinta a las demás por participar de lo Diverso, e igual a sí misma por participar de lo Idén- tico. La diferencia entre las Ideas viene dada por el hecho de que su participación en los cinco géneros supremos no es total, sino que las combinaciones son limitadas, del mismo modo que al hablar no utili- zamos todas las palabras de una len- gua, sino que establecemos determi- nadas relaciones entre ellas.La dialéctica platónica Como se ha expuesto anteriormente, a la concepción platónica de la reali- dad, como disociación entre lo sensi- ble y lo suprasensible, corresponde un modelo de conocimiento igual- mente dual. Según Platón, el mundo de lo sensible propicia un conoci- miento inmediato, denominado por el filósofo “opinión”, mientras que la comprensión del mundo de las Ideas exige el concurso de la inteligencia. El conocimiento propio de la reali- dad superior es, pues, el inteligible, que Platón denominó ciencia. El pro- ceso por el cual el hombre rebasa el mero conocimiento sensible y accede de modo gradual a niveles superio- res de entendimiento recibe el nom- bre de dialéctica. En última instancia, la dialéctica permite al hombre, a esas alturas convertido ya en filóso- fo, obtener el conocimiento supremo o ciencia. Esta progresión intelectual desde la opinión a la ciencia fue expresada por Platón a través del famoso mito de la caverna, narración simbólica in- cluida en la República. En ella se re- presenta una escena imaginaria en la que unos hombres, encadenados de manera que sólo pueden dirigir la vista al frente, contemplan inin- terrumpidamente las sombras proyec- tadas sobre un muro por los objetos que otros hombres manipulan a sus espaldas y sin que los encadenados sean conscientes de ello. Teniendo en cuenta que los hombres cautivos se hallan en esa situación desde su na- cimiento, toman su estado como nor- mal y todo lo que conocen acerca del mundo se reduce a esas sombras. El propósito de Platón es establecer un paralelismo entre los prisioneros del relato, cuyo conocimiento está basa- do en simples apariencias, y los hom- bres en general, cuyo conocimiento es igualmente falso por estar limita- do a lo captado por los sentidos. Las sombras proyectadas sobre el muro equivalen al mundo sensible, y los objetos que las originan –ignorados por los prisioneros– simbolizan las Ideas. Platón continúa su narración: si uno de los prisioneros se libera- se de sus cadenas y ascendiera a lo alto de la caverna, descubriría la ver- dad acerca de la naturaleza de las sombras y comprobaría lo errónea que era su limitada concepción del mundo. Al abandonar la caverna, las tinieblas son sustituidas por la luz del sol, fuente del verdadero saber. Traducidos los símbolos, el proceso dialéctico de adquisición del conoci- miento real queda completo: sólo li- berándose de las cadenas de la opi- nión podrá el filósofo descubrir el mundo de las Ideas bajo la luz “so- lar” de la ciencia. ________________________________________________________ El descubrimiento de las Ideas y la realidad: Platón y Aristóteles 167 Página de un manuscrito de Libri Ethicorum de Aristóteles, figura de gran influencia en el pensamiento filosófico y científico occidental (Biblioteca de Cataluña, Barcelona). (165-170-6) Descubr. Plat. 10/5/07 10:15 AM Page 167 –Ahora fíjate en esto –dije–: si, vuelto el tal allá abajo, ocupase de nuevo el mismo asiento, ¿no crees que se le llenarían los ojos de tinieblas como a quien deja súbitamente la luz del sol? –Ciertamente –dijo. –Y si tuviese que competir de nuevo con los que habían permanecido encadenados, opinando acerca de las sombras aquellas (...), ¿no daría que reír y no se diría de él que, por haber subido arriba, ha vuelto con los ojos estropeados, y que no vale la pena ni aun intentar una semejante ascensión? ¿Y no matarían, si encontraran manera de echarle mano y matarlo, a quien intentara matarlos y hacerlos subir? Platón, La República (fragmento) Vida y obra de Aristóteles Aristóteles nació en el año 384 a.C. en la ciudad de Estagira. De origen aristocrático y huérfano de padre desde edad muy temprana, abando- nó su ciudad natal para ingresar, con dieciocho años, en la Academia pla- tónica, y en ella permaneció hasta la muerte del maestro, acaecida veinte años después. Partió entonces hacia Asia menor, con lo que iniciaba una importante etapa en su vida. En el año 343 a.C., encontrándose en la isla de Lesbos, fue reclamado por el rey Filipo de Macedonia, quien le confió la educación de un joven príncipe, Alejandro, con el tiempo conocido como Magno. Aristóteles permaneció en Macedonia hasta la coronación de su pupilo, en el año 336 a.C. A su vuelta a Atenas, en el año 335 a.C., el estagirita alquiló unos edificios adyacentes al templo de Apolo Likaios, de donde tomaría su nombre la escuela filosófica allí em- plazada: el Liceo. Con el tiempo, la escuela sería conocida también como “Peripato” –del griego peripa- tos, paseo–, debido a la costumbre que Aristóteles tenía de impartir sus lecciones mientras paseaba por los jardines aledaños. El aislamiento en que se encontraba el Peripato con respecto a la Acade- mia, a la que no obstante terminó por eclipsar, es representativo de la vida que llevó Aristóteles, muy distinta de la de su maestro. A pesar de los reve- ses que sufrió, Platón nunca abando- nó su fe en la misión política de la filo- sofía, ni en su concepción del filósofo como gobernante idóneo de la polis. Por el contrario, Aristóteles, ajeno a las intrigas de la nobleza ateniense, encar- nó el modelo del hombre de estudio que se aparta de la ciudad y se vuelca en su investigación intelectual. A la muerte de Alejandro, acaecida en el año 322 a.C., se desató en Atenas una violenta reacción antimacedónica, que terminó implicando al filósofo es- tagirita. Huyen do de sus perseguido- res, Aristóteles se exilió en la penínsu- la macedonia de Calcidia, donde mu- rió pocos meses después de su llegada. La obra aristotélica Los escritos de Aristóteles se dividen en dos grandes grupos: las obras de juventud y las colecciones de obras científicas. Las obras de juventud, conocidas como exotéricas y pertenecientes a la etapa de la Academia, iban dirigidas al gran público y en la actualidad es muy poco lo que se conserva de ellas, sólo algunos títulos y fragmentos. El primero de estos escritos fue probable- mente Sobre la retórica. Otras obras per- tenecientes a este grupo fueron el Pro- tréptico, Sobre las Ideas, Sobre el Bien y Eudemo. Las colecciones científicas, recopi- lación de la actividad docente del fi- lósofo en los años del Liceo, se con- servan casi en su totalidad y confor- man un amplísimo archivo teórico. En primer lugar, agrupados bajo el nombre de Organon, se encuentran los tratados de Lógica: Categorías, So- bre la interpretación, Tópicos, los Analí- ticos y las Sofísticas. A éstos pueden añadirse la Poética y la Retórica. Lo si- guiente son las obras de filosofía na- tural, entre las que destacan El Cielo, la Física y La generación y la corrupción, así como los escritos de psicología: Sobre el alma. La clasificación conti- núa con la Metafísica, la obra aristoté- lica más famosa, que comprende doce libros. Por último, completan el grupo de colecciones científicas las obras sobre ciencias naturales (la His- toria de los animales, las Partes de los animales, etc.), así como los importan- tes tratados de filosofía moral y polí- tica: Ética a Nicómaco, Ética a Eudemo, Gran Ética y la Política. 168 FILOSOFÍA __________________________________________________________________________________________________ Detalle de la traducción de Ética a Nicómaco, tratado de filosofía moral y política de Aristóteles, traducida al latín por Leonardo Bruni d’Arezzo, también llamado Leonardo Aretino (siglo XV). (165-170-6) Descubr. Plat. 10/5/07 10:15 AM Page 168 La metafísica aristotélica Un rápido repaso de la historia de la filosofía occidental es suficiente para constatar la excepcional influencia de la doctrina aristotélica en el pensa- miento especulativo. La trascendencia de sus conceptos y principios es única y su riqueza estructural aún influye en las teorías filosóficas de nuestros días. De todos los planos del pensa- miento de Aristóteles, tal vez sea el sistema metafísico, por su rigor y ori- ginalidad, el que mayor importancia ha demostrado tener en la evolución del saber filosófico. Desde el redes- cubrimiento de la obra del estagirita
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