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Fábula de los tres hermanos: las nanociencias y las nanotecnologías en el contexto cubano 107 Ernesto Estévez RamsErnesto Estévez RamsErnesto Estévez RamsErnesto Estévez RamsErnesto Estévez Rams FábulaFábulaFábulaFábulaFábula de los trde los trde los trde los trde los tres hermanos:es hermanos:es hermanos:es hermanos:es hermanos: las nanocienciaslas nanocienciaslas nanocienciaslas nanocienciaslas nanociencias y las nanotecnologíasy las nanotecnologíasy las nanotecnologíasy las nanotecnologíasy las nanotecnologías en el contexto cubanoen el contexto cubanoen el contexto cubanoen el contexto cubanoen el contexto cubano El propósito de este trabajo es estimular el debatesobre el impacto previsible de la revolución de las nanotecnologías en Cuba, y abordar aspectos relacionados con la percepción pública de los avances tecno-científicos, la capacidad cultural de una sociedad de asimilar estos avances, y el papel de las universidades en lograr una sociedad del conocimiento, inseparable de una economía del conocimiento. La nanociencia y la nanotecnología Un nanómetro es la millonésima parte de un milímetro. Los términos nanociencia y nanotecnología se refieren a la capacidad de trabajar a una escala donde se tiene «un puñado de átomos», y a la habilidad de medir, controlar y modificar las sustancias a nivel molecular. Con frecuencia cada vez mayor, se escucha que constituyen la próxima revolución científico-técnica, ya en curso, que transformará al mundo. Algunos, incluso, exponen que, más que en una revolución industrial, estamos, gracias a ellas, a las puertas de un salto de civilización. Estas grandiosas previsiones se ven aderezadas con el creciente flujo de noticias que hablan de descubrimientos nanotecnológicos que alargarán la vida del hombre, curando el cáncer; rectificando defectos genéticos; creando terapias contra cualquier virus o bacteria; sustituyendo órganos y deteniendo el envejecimiento o al menos demorándolo. Se anuncia que las nanotecnologías permitirán la obtención de energía limpia, eficiente e inacabable; motores poderosos; medios de transporte ligeros y seguros, etc., y se profetiza que garantizarán la inagotabilidad de los recursos naturales, la limpieza del medio ambiente, la multiplicación de la productividad en una agricultura ecológica. En fin, la piedra filosofal. También se oye otro retumbar de tambores que refiere las amenazas de las nanotecnologías y su capacidad, en manos del hombre, de poner fin a la vida en el planeta mediante la aplicación de tóxicos «nanos» indetectables que crearán una contaminación medioambiental irreversible; virus y bacterias nanoproducidas para las cuales no existirán barreras biológicas, naturales o inducidas, capaces de detenerlas; nanorrobots fuera de control que «tomarán» el mundo Instituto de Ciencia y Tecnología de Materiales (IMRE). Universidad de La Habana. no. 61: 107-116, enero-marzo de 2010. Ernesto Estévez Rams 108 y acabarán con la civilización humana; armas nanotecnológicas de nueva generación que pondrán en peligro la vida en el planeta; corporaciones que monopolizarán estas nuevas tecnologías con lo que lograrán un control irrebatible sobre los seres humanos. Con independencia de la visión optimista o pesimista sobre sus consecuencias la era nano ha llegado y nadie discute su impacto. Cuba no estará ajena a este y encontrará —ya encuentra— en las nanotecnologías oportunidades y contingencias que debe abordar desde una visión integral que le permita trazar estrategias y definir pautas para el presente real y el futuro previsible. El término nanotecnología fue acuñado en 1974 por el investigador japonés Norio Taniguchi, aunque la historia suele hablar de Richard Feynman, premio Nobel de Física, como su primer profeta, por haber argumentado, en 1959, que las leyes de la Física, per se, no impedían al hombre manipular los objetos átomo a átomo y exhortaba a los científicos a aceptar el reto de actuar a esa escala. Su práctica comienza en 1981 con el invento del microscopio de efecto túnel, que permite no solo observar, sino manipular los átomos de manera individual. Desde entonces se han desarrollado numerosas herramientas experimentales que posibilitan observar, modificar, medir o modelar la sustancia con una precisión nunca antes alcanzada. En la escala nanométrica se decide la transición de los átomos del comportamiento individual al colectivo, por lo que trabajar en ella significa poder influir en la conformación de las «reglas del juego» que determinarán la naturaleza misma de los materiales. Agréguese que, a esta escala, en la naturaleza existen los virus, el ADN, las uniones entre las neuronas, etc.; y se definen muchas de las estructuras consustanciales con la materia viva e incluso la consciente. La nanotecnología permitiría, por tanto, manipular la materia sin distinción de su naturaleza bio o a-bio y lograr combinaciones entre ellas en materiales sin paralelo en el mundo natural. La aplicación de la nanotecnología transformará dramáticamente la medicina, al lograr el diagnóstico precoz de enfermedades, sistemas de monitoreo remoto de los parámetros vitales de enfermos crónicos, nuevos fármacos y formulaciones más eficaces que las existentes. Del mismo modo, su impacto en la producción, almacenamiento y trasmisión de energía permitirá celdas solares mejores y menos costosas, una viable y mucho menos contaminante economía de hidrógenos; catalizadores para aumentar la eficiencia energética, sistemas de producción y distribución comercializados a escala familiar. Su capacidad de transformar las tecnologías de la información, no será menor. Se prevé la construcción de computadoras más veloces en varios órdenes de magnitud, con mayor capacidad de almacenaje, sensores más precisos, sistemas de comunicación con mayor ancho de banda. Su potencial impacto positivo sobre el control y la solución de problemas medioambientales se podrá advertir a nivel local, mucho antes de que haya alcanzado escalas mayores, así como remediar efectos tóxicos mediante la purificación de las aguas y el mejoramiento de los suelos, entre otros. La nanotecnología abarca dos tipos de «objetos nanos»: 1) Los materiales creados de abajo hacia arriba (estrategia bottom-up), tal como hace la naturaleza en sus síntesis; la capacidad de que estos se autorrepliquen y auto-organicen creando un material, a escala mayor, de manera más o menos autónoma; dispositivos nanofuncionales, llamados nanobots, que pueden actuar a nivel molecular o atómico. En general, se relacionan un sinnúmero de objetos reales o futuristas, ya sean reparadores moleculares o transistores de electrones individuales. 2) Los materiales nanoestructurados, con dimensiones nanométricas o no, pero cuyas propiedades se determinan en esta escala. En este caso, la manipulación individual de objetos no es condición necesaria. Ejemplos de ello son la producción de partículas como los nanotubos de carbono o los fullerenos, y el uso de los poros y canales nanométricos de las zeolitas o los planos nanométricos de las arcillas para crear materiales a esta escala. El primer tipo de objeto corresponde a la visión más radical y futurista de las nanotecnologías, orientado hacia la reproducción de los métodos de fabricación y funcionamiento de la materia viva. Es un área en la que apenas se dan los primeros pasos y cuyas aplicaciones prácticas serían, por tanto, a largo plazo. El segundo forma parte del desarrollo lógico de la ciencia e ingeniería de materiales y de la microelectrónica hacia una mayor precisión y miniaturización. Esta es la variante suave o light de las nanotecnologías, donde trabajan más personas, a la que se dedican más recursos; ya existen múltiples aplicaciones prácticas, y se espera la irrupción creciente de nuevos productos a corto y mediano plazos. Mientras en la visión radical se plantea un rompimiento dramático del paradigma existente, con un vínculo más débil a las tradiciones científicas; los materiales nanoestructurados pueden entenderse comoun paso natural en el desarrollo de las ciencias naturales y técnicas, que incluyen la ciencia e ingeniería de materiales, la física, la química y la biología molecular, que utilizan técnicas, métodos y modelos que han ido madurando durante décadas de trabajo. Por tanto, la explosión de aplicaciones en este caso descansa, más Fábula de los tres hermanos: las nanociencias y las nanotecnologías en el contexto cubano 109 que en una perspectiva completamente nueva, en una manera madura de entender y abordar los materiales. No resulta sorpresivo, entonces, que sea en esta área donde se puedan predecir, con fundamento, aplicaciones socialmente significativas y revolucionarias en la salud, la energía y el control del medio ambiente. Sin embargo, la visión radical no debe subestimarse. Hay pocas dudas de que este cambio de paradigma desempeñará de manera creciente, un papel social más importante hasta probablemente convertirse, a mediados del presente siglo, en la revolución que se promete. Fenómeno social Para el prefijo «nano» vale aquello que Edsger W. Dijkstra, profesor de Ciencias de la computación en la Universidad de Texas, dijo a finales de la década de los 80 sobre la ingeniería de software: «La popularidad de su nombre es suficiente para hacerla sospechosa».1 En el ámbito científico ya se han hecho advertencias al respecto. «El concepto de nanotecnología ha sido y es ampliamente utilizado para camuflar la adjudicación de fondos “frescos” en investigaciones de otro tipo, pero que [...] son re-etiquetados con el prefijo nano».2 El fenómeno social está asociado a que el término nano, como resultado de las predicciones exageradas y las profecías alquimistas, ha saltado del mundo científico para convertirse en otro rey Midas, que atrae dinero hoy, con la promesa de, mañana, volver oro lo que toca. Los discursos públicos sobre las nanotecnologías en los centros de poder mundial están regidos por la lógica de canalizar hacia ellas inmensos flujos financieros sobre la base de la especulación científica y tecnológica. Gian Carlo Delgado ha analizado el tema con profundidad.3 En 2002, cuando se revisaba la Iniciativa Nacional de Nanotecnologías, de los Estados Unidos, se creó una «Alianza» con funciones de Comisión de expertos, compuesta por importantes transnacionales —IBM, Hewlett Packard y Lucent Technologies, entre otras—, y por instituciones académicas. Las recomendaciones de la comisión estaban permeadas por igual de realidades, y de exageraciones y promesas no fundamentadas. No obstante, solicitó y logró una asignación federal billonaria de fondos para la nanotecnología, que no solo se destinarían a las investigaciones en instituciones públicas, sino también, de modo creciente, hacia el sector privado. Recordando el fenómeno «.com» de principios del siglo XXI, capitales de riesgo y dinero público son invertidos en compañías sin un producto o servicio real, que prometen una ventaja competitiva futura sobre la base de algún descubrimiento científico por realizarse. Similar comportamiento ya fue visto cuando el boom de la biotecnología pocas décadas atrás. En esta estrategia de mercadotecnia bien diseñada, se presenta la inversión pública como una necesidad ineludible: El apoyo federal es crucial porque, dada la infancia de la nanotecnología, pocas compañías están dispuestas a invertir completamente sus recursos, puesto que las ganancias están lejos en el futuro. Los capitalistas de riesgo se retiran por las mismas razones. Las universidades tienden a no tener los fondos suficientes para realizar su trabajo exploratorio. Solo el gobierno federal puede construir un puente hacia la próxima década antes de que esta investigación pueda ser ampliamente aplicada a productos comerciales.4 Para mantener el flujo de capital, las compañías invierten lo mismo en publicidad y lobby en el gobierno, que en investigaciones. Hay que garantizar la ganancia tanto, o más, fuera de los laboratorios que dentro de ellos, donde, en definitiva, se supone que se está gestando el descubrimiento que garantiza la entrada de capital. La retórica se basará en los informes, muy favorables, de una comunidad científica «agradecida» de que sus investigaciones no carezcan de dinero, y de que una avalancha de artículos sensacionalistas sobre las nanotecnologías sea publicada por la prensa corporativa, parte, a su vez, de las propias transnacionales. Todo este mecanismo se encarga de crear, para el público general y para los decisores sociales, una percepción de que invertir en nanotecnología es salvar el futuro económico y político de los centros de poder y garantizar la eternidad del capitalismo: La carrera global en nanotecnología [...] está convirtiéndose rápidamente en un asunto económico y un asunto geopolítico [...] desde un punto de vista puramente económico, América [los Estados Unidos] no puede perder la revolución nanotecnológica. El potencial no solo de ganancias directas, sino también de trabajos y de crecimiento de las industrias relacionadas, es demasiado grande.5 La amenaza nanotecnológica Desde el punto de vista ético, las nanotecnologías formulan preguntas sobre varios temas: la potencial toxicidad de algunos productos nanotecnológicos, como los formados por nanopartículas dispersas, así como la utilización de las nuevas técnicas para alterar la información genética de los seres vivos. En la convergencia de las ciencias, particularmente la nano con la biotecnología, la informática y las ciencias cognitivas, se abre una posibilidad de alterar la naturaleza humana de manera consciente, cuyas implicaciones no están nada claras. De la misma manera, esta convergencia plantea la posibilidad real de pasar de mecanismos de control social colectivos a los individualizados, algo que se acerca a la pesadilla orwelliana. En su versión más apocalíptica, se habla de nanobots fuera de control tomando por asalto a la civilización Ernesto Estévez Rams 110 humana. En una especie de re-edición múltiple de La guerra de las salamandras, de Karel Capek, esta visión prolifera en libros de fantasía y horror, películas y otros medios. Tales predicciones se basan en el mito de que la nanotecnología permitiría al hombre construir lo que desee; por ejemplo, monstruos inimaginables. Lo fundamental para calibrar adecuadamente estas predicciones es que no se puede violar las leyes de la naturaleza, y eso impone límites a la acción del hombre, a cualquier escala. Sin embargo, a pesar de que tales catastrofismos pudieran ser infundados, sí se vislumbran amenazas más concretas e inmediatas si trascendemos la visión radical y nos adentramos en la nanotecnología light. Como ya dijimos, nanopartículas y otras estructuras nanométricas dispersas pudieran constituir un riesgo tóxico real. No hay evidencia de que lo sean, pero tampoco se ha demostrado su inocuidad. El mayor peligro parece derivarse de que, ante estructuras del tamaño de los virus, o menores, el hombre, los animales y las plantas no han tenido tiempo de crear barreras naturales y mecanismos efectivos de neutralización. Por otra parte, el control corporativo o en manos de sectores de élite constituye una amenaza que no es resultado de la tecnología en sí misma, sino del desarrollo desigual del mundo capitalista en el que ocurre esta revolución científica y tecnológica, donde impera la filosofía de supervivencia de una clase en contraposición a la filosofía humanista de salvar la especie. Los peligros más evidentes son los relacionados con el uso militar de las nanotecnologías: desarrollo de medios electrónicos y sistemas de comunicación más efectivos; nuevas armas, como las bombas nucleares tácticas y blindados más ligeros y resistentes al impacto; perfeccionamiento del equipamiento de los soldados para aumentar su seguridad y efectividad. Igualmente preocupante resulta la invasión descontrolada de productos nanotecnológicos al mercado en busca de ventajas competitivas, sin poner debida atención a la seguridad biológica o medio ambiental de tales productos. Por último,hay que señalar otro aspecto ético. Para el capitalismo, las barreras culturales frente a los avances científicos y tecnológicos solo representan un problema en cuanto ponen en peligro la creación de un mercado consumidor. Por eso buscan que las poblaciones sean capaces de asimilar fundamentalmente nueva tecnología y crear en ellas necesidades artificiales de consumo y hambre tecnológica. Este camino conduce a una condición enajenante del hombre frente a una mercancía, que consume, no entiende y lo domina. Esta se convierte en un monstruo que él percibe fuera de su control, y que se usa como un arma ideológica, además de práctica. La percepción pública favorable a las nanotecnologías se persigue solo en los límites de esta lógica perversa. Es importante percatarse de que las invasiones tecnológicas, como las nano, no son solo una amenaza ecológica y biológica, sino también cultural. La actitud colonizada de percibir los avances tecnológicos como magia, es una consecuencia cultural del analfabetismo científico. Ello, además, se torna factor ideológico cuando esta admiración tonta se traslada a las sociedades que la producen. Inversiones, iniciativas nacionales y privatización del conocimiento En diciembre de 2001, la Fundación Nacional de la Ciencia de los Estados Unidos convocó a diversos actores sociales de la ciencia, la técnica y la industria, así como a militares y políticos a un foro de discusión. El objetivo era debatir la formulación de un proyecto para la convergencia de la nanotecnología, la biotecnología, las tecnologías de la información, y las ciencias cognitivas (conocidas como NBIC). El proyecto debía ser de la misma o mayor magnitud y sinergia que el Manhattan, que dio lugar al desarrollo de la bomba atómica en el siglo pasado, o el Apollo, que puso al hombre en la Luna. De acuerdo con los datos citados por el Observatorio Cubano de Ciencia y Tecnología, el presupuesto de los Estados Unidos para la nanotecnología en el año 2006 se estimó en 1 570 millones de dólares, cifra que en la actualidad se aproxima a los dos billones. Pero esta no ha sido la primera entrega: la Iniciativa Nacional para las Nanotecnologías, aprobada en 2001, le destinó un gran total de 3 700 millones de dólares entre 2005 y 2008.6 Equiparar las NBIC a los proyectos Manhattan y Apollo significa que los Estados Unidos consideran que, como en otros momentos de crisis, se hace necesario mediar federalmente en esta área para que actores que de otro modo estarían a las greñas por la competencia, encuentren un terreno común de colaboración por el «bien superior» de preservar el sistema hegemónico. Garantiza, además, sintonizar el conjunto de grandes instituciones universitarias y laboratorios nacionales. Esta sinergia, apoyada por montos financieros enormes, constituye una formidable organización, sin parangón en el mundo. Otras naciones también han creado iniciativas propias para el desarrollo de las nanotecnologías. Japón es el segundo país en inversiones en la rama, con 975 millones de dólares en 2006, seguido de cerca por China con 906 millones. La Unión Europea ha desarrollado su propio proyecto regional, para la cual invertía, en Fábula de los tres hermanos: las nanociencias y las nanotecnologías en el contexto cubano 111 1997, alrededor de 128 millones de dólares y hoy se estima que alcanza los mil millones. Otros países destinan cifras más modestas, pero significativas: Corea del Sur, por ejemplo, destina alrededor de 200 millones de dólares anuales. Datos de un estudio realizado por el Observatorio Iberoamericano de Ciencia, Tecnología e Innovación muestran la divulgación de 300 270 textos sobre nanotecnología, en el período 2000-2007, recogidos en la principal base de datos internacional de publicaciones científicas, el Science Citation Index (SCI). La cifra duplica la cantidad existente al inicio del período. En 2007, los cinco primeros países en número de publicaciones —todos del G7 más China— constituyeron cerca de 64% del total. Los Estados Unidos representan 27%.7 Ello refleja la creciente generación de conocimiento en las nano y la concentración de esa capacidad en los países más desarrollados. Si se analiza la relación de patentes, el desbalance es aún mayor. En el período referido, se otorgaron 75 720, con los Estados Unidos al frente con 60% del total, seguidos por Alemania, Reino Unido, Japón y Francia que individualmente no llegan a 7%.8 Los Estados Unidos han mostrado un interés particular en fomentar la colaboración internacional en nanotecnología. A diferencia de la segunda mitad del siglo pasado, cuando la evolución científico-técnica estaba concentrada en un puñado de países, hoy aquellos de menor desarrollo tienen, sin embargo, la capacidad de alcanzar avances significativos en áreas particulares de las NBIC, con inversiones mucho menores. Tras la aparente generosidad de algunas agencias de colaboración y compañías norteamericanas que otorgan dinero para proyectos fuera de sus fronteras, está el marcado interés de mantener bajo control las «iniciativas independientes» de los países de la periferia y, con más razón, de otras potencias mundiales. La Unión Europea no escapa a esta reciente «vocación de ayuda» y en los últimos años ha financiado distintas fact finding missions en países del Tercer mundo, para hacer una radiografía de los esfuerzos locales en nanotecnología.9 Similares delegaciones también ocurren a la sombra del Banco Mundial, todas con el aparente propósito de identificar áreas comunes de colaboración. Los análisis sobre el peligro de la apropiación privada del conocimiento generado en el ámbito de las biotecnologías resultan igualmente válidos para las nanotecnologías.10 En particular, las patentes son cada vez más utilizadas para bloquear el camino de la investigación y los desarrollos tecnológicos, y su incidencia es aún más grave para los países en desarrollo, cuyas investigaciones raramente terminan en conocimiento patentado. Este abuso del monopolio del conocimiento en el área que tratamos ya ha sido denunciado en foros internacionales, pero en la práctica se mantiene igual y aun se incrementa.11 El peligro de la exclusión por patentes se torna aún mayor, pues estas prácticas amenazan con regresar a los países en desarrollo a la época colonial en su relación con las potencias desarrolladas. La capacidad de transformar las materias primas en productos de algún valor agregado, competitivo en el mercado, sería coto exclusivo del Primer mundo, que, además, habrá cerrado al Tercero la posibilidad de siquiera emprender algún intento en esa dirección. Mas aún, en los próximos años los productos nanotecnológicos se multiplicarán y la incapacidad de los países pobres de al menos valorarlos, hace latente la realidad de que otra vez nos cambien recursos naturales por «espejitos». La revolución nanotecnológica también podría volver prescindibles grandes áreas geográficas al sustituir los recursos naturales que solo se hallan en el Tercer mundo. Pongamos como ejemplo el níquel utilizado en la producción de acero inoxidable. El desarrollo de productos nanotecnológicos basados en el carbono ya muestra materiales mucho más livianos que el acero, y de mayor resistencia y flexibilidad, como los llamados «nanotubos» que podrán sustituirlo en un futuro no tan lejano. El carbono es uno de los elementos más abundantes en la naturaleza; se puede producir de la materia viva en cualquier lugar del planeta. Como resultado, la utilidad del níquel como ingrediente en aleaciones será cada vez menor. Sustitúyase el níquel del ejemplo anterior por el hierro, la bauxita, el cobalto, etc., y tendrán una idea de la amenaza que describo. Cuba está en condiciones de progresar de manera rápida hacia la incorporación de las nanotecnologías en los principales desarrollos científico-técnicos del país. Pero debe hacerlo dentro de la perspectiva de la convergencia de las ciencias, y adoptar un enfoque que no subestime ni obvie otras dimensiones y áreas del conocimiento. Ernesto EstévezRams 112 Un publicitado reporte de la UNESCO señala que el abismo entre países subdesarrollados y desarrollados en las nanotecnologías se incrementa cada vez más.12 Las iniciativas de los primeros son penetradas por los segundos y en ocasiones dirigidas hacia los intereses de las potencias. Otro de los riesgos de las nanotecnologías es el cambio de los marcos regulatorios de los países del Primer mundo al exigir a los productos que importan requerimientos técnicos fuera del alcance de las naciones subdesarrolladas que los producen. Esta relación se vuelve totalmente asimétrica, pues aún cuando estas establecieran regulaciones igualmente exigentes, carecerían de la capacidad técnica y científica para implementarlas. El contexto latinoamericano Lo que sobresale de América Latina en general, es la dependencia científica y tecnológica de los centros de poder hegemónicos y la incapacidad de lograr propuestas integradoras, a nivel social, en este campo. Existen varios Estados con iniciativas nacionales, entre ellos se destaca Brasil, el único con competencia instrumental y facilidades científicas suficientemente avanzadas para alcanzar un grado de autonomía en esta área. A pesar de ello, los programas y proyectos que desarrolla muestran una fuerte penetración de capitales transnacionales y estrechos vínculos con centros de investigación de los Estados Unidos, incluidas instituciones relacionadas orgánicamente con el Pentágono norteamericano.13 El caso de Argentina fue emblemático. En 2005, la transnacional norteamericana Lucent Technology (LT) «generosamente» aceptó prestar sus laboratorios para que investigadores argentinos fueran a realizar sus proyectos. Los vínculos de LT con el Departamento de Defensa de los Estados Unidos provocaron un escándalo en el país austral que hizo llegar el debate hasta su Congreso Nacional. La producción científica de América Latina en nanotecnología representa 1,6% de la mundial —medida en términos de los artículos recogidos en el SCI—, aunque muestra un crecimiento sostenido desde el año 2000.14 Brasil genera la cuarta parte y le siguen México y Argentina. En el plano de la propiedad intelectual, Brasil vuelve a ocupar el primer lugar, pero con una cifra realmente despreciable de 89 títulos en ocho años; México le sigue con 28 patentes y Argentina con 12. Un análisis de las características del desarrollo nanotecnológico en la región permite identificar varias limitaciones importantes: una carencia dramática de infraestructura experimental, de recursos humanos preparados y de capacidad de evaluación de los impactos concretos socio-económicos y ecológicos de las nanotecnologías. Estas se ven como un mero factor tecnológico capaz de potenciar el desarrollo industrial y, por tanto, económico del país. La carencia de estudios también se extiende a las implicaciones éticas asociadas a las nanotecnologías. Todo esto trae como consecuencia que no existan esfuerzos suficientes para diseñar legislaciones que regulen la introducción de nanoproductos o su desarrollo en la región. Habría que añadir los altos niveles de analfabetismo funcional y, mayor aún, científico de la población. La formación de recursos humanos se centra en el entrenamiento de una élite y apenas se proyecta socialmente la instrucción masiva.15 En la práctica, ese pequeño grupo muestra poco compromiso social para que los recursos que reciben contribuyan, de alguna manera, a resolver los problemas del contexto geográfico, político y social donde se desenvuelve. La participación social en la discusión de las iniciativas en esta área es casi inexistente; se reduce, en el mejor de los casos, a discusiones entre un grupo selecto de científicos y decisores políticos. Nanotecnologías en el contexto cubano Cuba ya puede hablar de una década de investigaciones en las nano. Instituciones internacionales de vigilancia tecnológica reconocen no menos de 296 artículos cubanos desde 2000, lo que la ubica en el sexto lugar entre los países latinoamericanos.16 Ello apunta a que Cuba ya se está insertando, con esfuerzos propios, en la nanotecnología. Estas cifras han sido alcanzadas en pleno Período especial y —siendo un área del conocimiento extremadamente cara— solo pueden explicarse por la calidad de los recursos humanos que la Revolución ha formado, y la colaboración internacional. La nanotecnología en Cuba ha sido resultado, fundamentalmente, del desarrollo de la física y química de los materiales, con una historia que comienza en la década de los 60 cuando surgieron los primeros grupos de investigación en esta disciplina. El factor histórico es una de las razones por las cuales el desarrollo de proyectos en materiales nanoestructurados ha sido el área donde más se ha avanzado. El conjunto de instituciones universitarias y científicas adscritas al Ministerio de Educación Superior (MES) exhibe los mayores avances debido a que es el responsable del mayor porcentaje de publicaciones en ese campo,17 pero no se limita a ello. El MES también puede mostrar el entramado de colaboraciones internacionales en nanotecnologías más maduro del país, con líderes cubanos reconocidos a nivel regional e internacional. Es la única organización cubana que Fábula de los tres hermanos: las nanociencias y las nanotecnologías en el contexto cubano 113 posee una red nacional de nanotecnología con varios años de funcionamiento y que se extiende fuera de este ministerio para incluir organizaciones de muchas instancias del Estado. Las dos instituciones más destacadas por su producción científica en esta dirección han sido la Universidad de La Habana (UH) y el Centro Nacional de Investigaciones Científicas (CNIC), y son, además, en el país, las de mayor tradición en la ciencia de materiales y las que más publican en términos absolutos.18 En lo que va de este siglo la UH ha graduado aproximadamente una veintena de doctores en temas de nanociencia, que se incorporan a un grupo de profesores e investigadores ya formados que han «evolucionado» en sus investigaciones al respecto. Esta actividad le ha permitido a la UH organizar dieciséis escuelas internacionales de verano en Ciencia y Tecnología de Materiales, con énfasis en las últimas cinco ediciones en nanociencias y nanotecnología. La UH preside la Comisión Permanente de la Academia de Ciencia de Cuba en Ciencia de Materiales y el Programa Nacional de Ciencia e Innovación Tecnológica en Nuevos Materiales y Materiales de Avanzada. La UH coordina el único programa de Maestría y Doctorado en Ciencia de Materiales del país que junto a programas doctorales de Física, Química, y Biología Molecular forma una especie de red de estudios de postgrado con imbricaciones claves hacia el mundo nano y ha organizado no menos de seis eventos internacionales relacionados con este tema. Hoy la UH desarrolla más de una docena de proyectos nanotecnológicos fundamentalmente enfocados hacia las aplicaciones biomédicas, la agricultura y la energía. El Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente (CITMA) ha hecho un importante esfuerzo por impulsar las nanotecnologías y algunas áreas —como el Instituto Superior de Tecnología y Ciencias Aplicadas (INSTEC), el Instituto de Cibernética, Matemática y Física (ICIMAF) y el Centro de Aplicaciones Tecnológicas y Desarrollo Nuclear (CEADEN)— ya exhiben interesantes trabajos. Más recientemente la comunidad biotecnológica cubana ha comenzado a trabajar en proyectos nano para encontrar sinergias con otras ciencias que comienzan a madurar. Hacia una estrategia cubana en las nanotecnologías Las extremas dificultades económicas de la década de los 90, que aún perduran, tuvieron un costo importante para el país, en cuanto a su infraestructura científica. Si exceptuamos las instituciones más significativas del sector biotecnológico, o algunas asociadas a la industria básica, el resto de los centros científicos vieron deteriorarse de manera dramática su parque tecnológico y los soportes básicos de la investigación, así como desaparecer insumos necesarios. En condicionesde supervivencia económica, el país se hallaba imposibilitado de enfrentar esta situación y enfocó sus esfuerzos hacia aquellos sectores que prometían un retorno a corto plazo de las inversiones, capacidad de autosostenibilidad, e impacto social masivo. Los logros de la biotecnología cubana en estas condiciones extraordinarias constituyen una hazaña solo posible en un país como Cuba, que desarrolló de forma impresionante la fuerza laboral calificada en la ciencia durante años, y contaba con grandes reservas. Solo un proyecto colectivo como el cubano pudo hacer sostenible el desarrollo de la biotecnología en esas circunstancias, y lograr el impacto económico y social de sus resultados.19 Sin embargo, es preciso reconocer que ese período también fue testigo de un retroceso considerable en el desarrollo científico nacional, en sectores donde se había avanzado de manera significativa. Áreas que ya comenzaban a formar escuelas propias sufrieron contracciones dramáticas, que en algunos casos propiciaron su desaparición. Algunos de esos retrocesos fueron precisamente en áreas de vital importancia para la nanotecnología. A tal cuadro habría que agregar que ocurrió en el período cuando tuvo lugar la revolución instrumental que posibilitó el comienzo de la era nanotecnológica. La mayoría de los principales instrumentos científicos para la investigación dieron saltos hacia nuevas generaciones, y fueron inventados algunos fundamentales para las nanociencias y las nanotecnologías. Cuba se perdió casi totalmente esta revolución tecnológica, y con mayor consecuencia a corto y mediano plazo, detuvo la formación de profesionales en el número al que estábamos habituados. Esta solo se pudo basar en la cooperación internacional que no podía, ni puede, lograr los niveles requeridos para el país. El éxodo de especialistas de estos sectores solo ha empeorado la situación. El golpe de la crisis económica incidió de manera particular sobre la capacidad investigativa de las universidades y su habilidad de facilitar una formación práctica adecuada a los estudiantes. Si la universidad cubana se distinguía, en la década de los 80, del conjunto de las latinoamericanas, por la elevada preparación experimental de sus estudiantes de ciencias naturales, esta fue perdiéndose de manera significativa a partir de los 90, mientras los mayores países de la región la aumentaban en sus principales universidades. Las consecuencias culturales de este proceso no pueden subestimarse. Actualmente, a pesar del desarrollo Ernesto Estévez Rams 114 alcanzado en ciertas ciencias y de la mayor divulgación científica, se puede afirmar que existen mayores barreras culturales al desarrollo de la ciencia y su asimilación racional por la sociedad, que hace dos décadas atrás. Una pujante y vigorosa investigación científica de frontera estimula en la juventud el pensamiento racional y le corta el paso a las corrientes pseudocientíficas. En cuanto a las nanotecnologías, el reto para Cuba se presenta en dos direcciones interrelacionadas: 1) Diseñar una estrategia efectiva de convergencia de la ciencia de materiales con la biotecnología, la informática y las ciencias cognitivas en la búsqueda de la sostenibilidad presente y futura de la industria cubana basada en la ciencia. 2) Lograr, para esta convergencia, una estrategia eficaz que incorpore la dimensión sociológica y cultural del proceso como única vía de avanzar hacia una real sociedad del conocimiento. A pesar del camino recorrido, una estrategia para el desarrollo de la nanotecnología en el país aún no se ha madurado y consensuado. La urgencia de acciones en ese sentido puede provocar decisiones apresuradas. Se necesita un debate entre los diversos actores sociales que pueda conducir al establecimiento de pautas para este desarrollo. Las nanotecnologías, unidas a las otras ciencias, tendrán un impacto transformador en la sociedad y, por tanto, debe ser abordado en todas sus aristas. No percibir esto puede conducir a la reproducción en Cuba de algunas de las deficiencias observadas en Latinoamerica respecto a este tema. Más allá del nano, la biotecnología y otras ciencias están confluyendo en un terreno donde se potencian mutuamente. Se avizora un futuro en el que solo podrán mantener la competitividad económica aquellos que sepan aprovechar en sus investigaciones y desarrollos esta convergencia de las ciencias. Tener claridad al respecto, evitaría guiarse por un mimetismo mecánico, con procesos exógenos que ocurren en circunstancias muy distintas, e influidos por factores ajenos a nuestra concepción de desarrollo, como ya hemos analizado. Nuestra industria biotecnológica tiene mucho que ganar de una ciencia fuerte, capaz de dar respuesta, a nivel básico y aplicado, a las demandas de desarrollo que ella requiere. Entender esa necesidad dentro de la lógica que abre la revolución nano es imprescindible, pero ser capaz también de rebasarla responde más adecuadamente a nuestros requerimientos de desarrollo y sostenibilidad. No se trata de financiar y apoyar todo lo que logró endosarse el prefijo «nano», sino a toda idea que pruebe ser potencialmente útil para lograr un producto económica o socialmente competitivo. Otra área de especial atención es la de la energía, debido a que los materiales tienen en ella uno de sus principales mercados, con la potencialidad de que desarrollos puntuales pueden tener notables efectos económicos. Existe consenso en que la convergencia de la informática y las nano tendrá una gran repercusión en el diseño distribuido de energía eléctrica y el desarrollo de fuentes renovables viables económicamente, una estrategia en la que Cuba ya ha dado pasos importantes. Un aspecto que no puede dejar de señalarse es la necesidad de lograr las capacidades tecnológicas y humanas para la evaluación de las invasiones a las que está expuesta la Isla en esta rama. Esto se erige en una cuestión de soberanía nacional para un país como Cuba. Pero no se limita a ello, también constituye una necesidad económica, pues representa no estar a merced de las transnacionales que impongan, sobre la base de la ignorancia del comprador, precios arbitrarios a sus productos. El progreso de la nanotecnología debe verse como un resultado natural del desarrollo de diversas áreas científicas y tecnológicas del país e incorporar toda esa experiencia, potenciándola en el nuevo paradigma. No podemos repetir algunas tendencias del mundo subdesarrollado, aupado por las potencias capitalistas, que pretenden un supuesto rompimiento de las iniciativas nanotecnológicas con respecto a las habilidades creadas. En primer lugar, aunque Cuba es un país subdesarrollado, su estructura social no se parece a otras del Tercer mundo. Nuestras fortalezas en la educación masiva y de alta calidad nos acercan más al mundo desarrollado, y las capacidades creadas y experiencias acumuladas en diversos campos durante todos estos años, probablemente no tengan paralelo con ningún país latinoamericano. En el caso de la nanotecnología, Cuba no debe partir de un criterio de terreno raso bajo el falso supuesto de que no existe experiencia en este campo. No debemos ir a buscar fuera las pautas del desarrollo y la formación de recursos humanos, sin vínculo orgánico con los conocimientos propios y los proyectos endógenos en ejecución. Se trata de asumir nuestro desarrollo en las nanotecnologías, partiendo de nosotros mismos en los objetivos y en la forma en que los alcanzamos. Hay que aprovechar al máximo las fortalezas y las capacidades humanas que ya se tienen para lograr el rápido adelanto que se requiere. Si bien en el caso de proyectos científico-productivos, como la biotecnología cubana, el enfoque de construir la estrategia de desarrollo fuera de las universidades ha demostrado ser correcto, no debemos extender de manera mecánica este modelo a los que no están necesitados de la misma exigencia productiva. Tenemos que romper el esquema de considerar a las universidades como meros suministradores de profesionales formados hastaun nivel general y listos para su especialización. Fábula de los tres hermanos: las nanociencias y las nanotecnologías en el contexto cubano 115 En el caso de las nanotecnologías y, en general, de la investigación fundamental en las ciencias convergentes, las universidades constituyen un agente esencial, y así ha sido reconocido en todos los países con importantes avances en esta área. Ellas se encuentran entre los principales receptores de los financiamientos nacionales para las nanotecnologías. Su fortaleza viene dada por su flexibilidad para iniciar proyectos novedosos; explorar caminos poco seguros científicamente, pero de probable potencialidad; ser órgano de vigilancia tecnológica y refugio de investigaciones en la frontera del conocimiento, sin vínculo directo inmediato con la utilidad productiva. Únasele a esto su papel insustituible en la creación de consensos sociales que permitan una mejor asimilación cultural de los avances científicos y tecnológicos. Lamentablemente, no siempre hemos sabido apreciar en toda su magnitud esta función social de las universidades y, en la práctica, se tiende a subestimar su papel en la investigación científica, la gestación de conocimientos nuevos y la relevancia de la interfase que ella crea entre la tecnociencia y el conjunto de la sociedad. Se pretende ver la investigación en estas instituciones en función solo de los resultados investigativos con potencial productivo, la misma dimensión que la de los enclaves científicos-productivos, mutilando las otras funciones sociales que tiene. En la práctica se invierte y prioriza, casi exclusivamente, aquellos nichos que prometen un retorno productivo-social de utilidad inmediata. No se considera la investigación universitaria como un todo, al que hay que prestarle atención integral. No se trata solo de las carencias materiales. Sumergidos en un amplio espectro de otras tareas sociales, la ciencia universitaria se resiente y es relegada en el orden de las prioridades. Entonces, cuando pensamos en iniciativas nuevas en áreas emergentes, lo hacemos olvidando en la práctica este espacio, al reducirlo a una mera fuente de recursos humanos. La aproximación focal a las ciencias, donde se efectúa una inversión relativamente pequeña en un sector determinado del conocimiento, es efectiva a corto y mediano plazo, y en las condiciones cubanas incluso inevitable, dadas las carencias financieras objetivas. Sin embargo, tiene limitaciones significativas que pueden poner en peligro, a la larga, la sostenibilidad del propio proyecto focal. Se reconoce que la biotecnología cubana está amenazada en su competitividad por la capacidad de asumir la revolución nanotecnológica en un tiempo breve, un área que deriva de la ciencia de materiales, y que no fue priorizada durante muchos años, por su «baja pertinencia», y que hoy se resiente de ese olvido. Debemos rebasar, además, para las ciencias convergentes, la mera aproximación productiva. Nuestra sociedad busca, con la alfabetización científica y tecnológica de las masas, crear un ambiente social donde el hombre aprenda a convivir con la ciencia y la vea como una herramienta para el mejoramiento humano y la preservación del medioambiente. La dimensión social de la aplicación de los avances biotecnológicos del país es un ejemplo positivo en este sentido. La extensión de esta educación antienajenante a otros ámbitos sociales ha mostrado su efectividad como un instrumento más en la construcción de una sociedad más humana.20 Pero no basta con la alfabetización en términos de la finalidad del uso de la ciencia y la tecnología. Actualmente, Cuba está sometida a una invasión ideológica que parte de la importación de una concepción mistificante, colonial y consumista de la tecnología. Hay que mantener e incrementar la alfabetización de la sociedad en términos de la ciencia en sí y de sus métodos, logrando con ello incorporar una visión racional del mundo. Frente a un mundo que experimenta una creciente y continua transformación tecnológica, nuestra sociedad ha de prepararse para asimilarla culturalmente. La universidad desempeña un papel fundamental en esta dirección. Nuestra estrategia en el área de las ciencias convergentes, incluyendo la nanotecnología, tiene que mirar hacia su dimensión social e incorporar a los científicos sociales desde su mismo diseño. Es necesario dar prioridad a los formadores de culturas humanistas y científicas adecuadas, y rescatar el papel primordial de las universidades en este ámbito; promover la ciencia y su función social desde edades tempranas, así como considerar el retorno productivo de la ciencia, desde esta perspectiva y de su capacidad de crear una sociedad basada en el conocimiento. La fábula de los tres hermanos Quizás la conclusión de todo este análisis es que entendamos la necesidad de un enfoque integral, realmente sustentador de la viabilidad, a largo plazo, del proyecto de una sociedad del conocimiento, pues este es el entorno en que resulta realizable, en todas sus potencialidades, la economía del conocimiento. En términos gráficos pudiéramos llamar a esta aproximación la moraleja de la fábula de los tres hermanos. En la conocida canción de Silvio Rodríguez, se narra el fracaso de tres hermanos que, proponiéndose un objetivo común, emprenden caminos diferentes, cada uno con un enfoque particular sobre cómo lograrlo. Ernesto Estévez Rams 116 5. Audiencia Wyden, U.S. House of Representatives, 2003, p. 17. 6. Alberto M. Escobar Rodríguez, «NBIC-Nano, Bio, Info, Cogno, la convergencia de tecnologías», Observatorio Cubano de Ciencia y Tecnología, La Habana, 2008, disponible en www.occyt.cu. 7. Ídem. 8. Rodolfo Barrere et. al., «La nanotecnología en Iberoamérica. Situación actual y tendencias», Observatorio Iberoamericano de Ciencia, Tecnología e Innovación, 2008, disponible en www.oei.es. 9. Ineke Malsch, «Nanotechnology in Argentina. Report of a Fact Finding Mission to San Carlos de Bariloche and Buenos Aires», Malsh Techno Valuation, Utrecht, enero de 2008, disponible en www.nanoforum.org; «Fact Finding Mission. Nanotechnology in Brazil», Malsh Techno Valuation, Utrecht, abril de 2008, disponible en www.mesaplus.utwente.nl. 10. Agustín Lage, «Conectando la ciencia y la economía: las palancas del socialismo», Cuba Socialista, n. 45, La Habana, 2007, pp. 2-26. 11. Patricia Pérez, «Patentes limitan uso de nanotecnología», Science and Development Network, www.scidev.net. 12. Fabio Salamanca-Buentello et al., «Nanotechnology and the Developing World», PLoS Medicine, v. 2, 2005, p. 97. 13. Guillermo Foladori, «La influencia militar estadounidense en la investigación de las nanotecnologías en América Latina», Rebelión, 2006, disponible en www.rebelion.org. 14. Rodolfo Barrere et. al., ob. cit. 15. Guillermo Foladori, M. Rushton y Edgar Zagayo Lau, «Nanotechnology for Development or Knowledge Enclaves? The World Bank Case for Latin America» [2008], tomado de http://estudiosdeldesarrollo.net. 16. Rodolfo Barrere et. al., ob. cit. 17. Ricardo A. Jorge y Félix de Moya Anegón, Visibilidad internacional de la educación superior cubana, Editorial Universitaria, La Habana, 2008. 18. Ídem. 19. Agustín Lage, «La economía del conocimiento y el socialismo: reflexiones a partir de la experiencia de la biotecnología cubana», Cuba Socialista, n. 30, La Habana, 2004, p. 2-28. 20. Agustín Lage, La economía del conocimiento y el socialismo (II): Reflexiones a partir del proyecto de desarrollo territorial en Yaguajay, Cuba Socialista, n. 33, La Habana, 2004, p. 3-23. Lo que, a la larga, los conduce al fracaso, es no comprender que la solución al dilema no es la adopción de un método individual de andar, sino proponerse hacerlo juntos. Focalizar el avance en los márgenes estrechos de una rama científica, y dejar en barbecho las otras, puede poner en peligro la propia sostenibilidad de esa área que se pretende desarrollar. Cuba está en condiciones de progresar de manera rápida hacia la incorporación de las nanotecnologías en los principalesdesarrollos científico-técnicos del país. Pero debe hacerlo dentro de la perspectiva de la convergencia de las ciencias, y adoptar un enfoque que no subestime ni obvie otras dimensiones y áreas del conocimiento. Debe tener en cuenta el potencial acumulado y parcialmente realizado en universidades y centros de investigación del país. Hay que apoyar estas experiencias y actores e incorporarlos desde la concepción inicial de la estrategia de desarrollo nanotecnológico. La ciencia como factor productivo, su función generadora de conocimiento desde el nivel fundamental, y su dimensión cultural, deben verse al unísono, en cualquier estrategia, formando un todo único. Esto, que parece una verdad de Perogrullo, es proclamado públicamente muchas veces, pero en la práctica se comprende mal y se imbrica peor en las estrategias de desarrollo científico. El reto es cómo hacerlo desde las limitaciones económicas; la respuesta al dilema transita por aprovechar al máximo los resortes únicos que brinda el proyecto social humano que desarrollamos. Es preciso recuperar el papel universalizador de la investigación científica desde las universidades, y darles a estas la prioridad que necesitan, el espacio desde donde mejor se parte en esta marcha colectiva. Notas 1. Edsger W. Dijkstra, «Sobre la crueldad de verdaderamente enseñar ciencias de la computación» [1988], disponible en www.rebelion.org. 2. Gian C. Delgado Ramos, «Entre la competencia y la dependencia tecnológica: la nanotecnología en el continente americano», Nómadas. Revista Crítica de Ciencias Sociales y Jurídicas, v. 17, Madrid, 2008, pp. 265-90. 3. Ídem. 4. «21st Century Nanotechnology Research and Development Law», US Senate, 2003, p2. © , 2010
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