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UNIVERSIDAD COMPLUTENSE DE MADRID FACULTAD DE FILOLOGÍA GRADO EN LENGUAS MODERNAS Y SUS LITERATURAS El origen amazigh de los aborígenes canarios يرانكلا رزج ناكسل يغیزامألا لصألا Trabajo Fin de Grado Autor: Alejandro Trujillo Suárez Tutor: Dr. Mohammed Dahiri Curso: 2022/2023 Convocatoria: Junio 2023 2 Resumen El presente trabajo aborda el estudio de los diferentes grupos de aborígenes de las Islas Canarias en tres ámbitos: su indudable relación con las poblaciones imazighen del norte de África, sus manifestaciones culturales y la escritura líbico-bereber. A través de un análisis de fuentes locales, históricas y de origen árabe, esta revisión bibliográfica muestra el modo de vida de las poblaciones aborígenes, las relaciones entre pueblos y el legado sociocultural que han dejado en las islas hasta la actualidad, presente también en los grabados rupestres y en los vestigios de la lengua guanche. Palabras clave: amazigh (imazighen), aborígenes canarios, guanches, escritura líbico-bereber, manifestaciones rupestres, Islas Canarias. Abstract This paper investigates in detail the different aboriginal groups of the Canary Islands in three main areas: their undeniable relationship with the imazighen population of North Africa, their cultural manifestations, and the Libyco-Berber script. Throughout an analysis of local, historical, and Arabic sources, the following pages show the way of life of the aboriginal population, the relationship amongst them, and the sociocultural lineage they have left in the islands thus far, as well as in rock art and in the remnants of the extinct Guanche language. Key words: amazigh (imazighen), indigenous Canarians, Guanches, Libyco-Berber script, rock art, Canary Islands. صخلملا عم ةحضاولا ةقالعلا :عیضاوم ثالث يف يرانكلا رزجل نییلصألا ناكسلا مھ ،"شناوغلا" نع قیقحت نع ةرابع ثحبلا اذھ ،ةیبرعلاو ةیخیرأتلاو ةیلحملا رداصم لیلحت لالخ .ةیقیبیللا ةباتكلاو يفاقثلا مھریبعتو ایقیرفإ لامش يف يغیزامألا بعشلا ،نآلا ىتح يرانكلا رزج يف اھوكرت يتلا يفاقثلاو يعامتجالا ثارتلاو بوعشلا نیب تاقالعلاو مھتایح طمن ثحبلا اذھ رھظی .اًضیأ ةیشناوغلا ةغللا يفو يرخصلا نفلا يف .يرانكلا رزج ،يرخصلا نفلا ،ةیقیبیللا ةباتكلا ،شناوغ ،يرانكلا رزجل نویلصألا ناكسلا ،غیزامألا :ةیحاتفملا تاملكلا 3 Índice 1. Introducción al objeto de estudio. 4 1.1. Motivaciones personales y académicas. 4 1.2. Objetivo de estudio y metodología utilizada. 5 2. La primera migración a las Islas Canarias. 7 2.1. Introducción a la población de las islas. 7 2.2. Los imazighen, pueblo primigenio del archipiélago canario. 9 2.2.1. Las islas en documentación árabe. 10 2.3. Los diferentes pueblos aborígenes de las islas. 13 2.4. La conquista de las islas y el destino de los pueblos aborígenes. 20 2.4.1. La herencia aborigen en la cultura canaria actual. 22 2.4.2. La presencia cultural del mundo árabe y de los moriscos. 23 3. La escritura líbico-bereber en Canarias. 24 3.1. Las manifestaciones precoloniales en el archipiélago: el corpus de estudio. 26 3.1.1. Las islas orientales: Lanzarote y Fuerteventura. 27 3.1.2. Gran Canaria. 29 3.1.3. Tenerife. 31 3.1.4. La Palma. 33 3.1.5. La Gomera. 35 3.1.6. El Hierro. 36 3.2. La relación de los hallazgos insulares con los norteafricanos. 37 3.3. Lo que queda del guanche. Estudio lingüístico. 39 4. Conclusiones. 40 5. Bibliografía. 42 6. Anexos. 50 6.1. Índice de imágenes. 50 6.2. Gráficos, tablas, muestras y mapas. 51 4 1. Introducción al objeto de estudio. El papel de los aborígenes canarios está intrínsicamente ligado a la cultura del archipiélago. Nombres de islas, de ciudades y pueblos, de accidentes geográficos e incluso de personas son huellas del patrimonio social, cultural e histórico que estos grupos dejaron en el territorio que habitaron durante casi dos mil años, hasta la colonización castellana ocurrida durante el siglo XV. Aparte de un importante arraigo sociocultural en las islas, los asentamientos prehispánicos han dejado una importante producción cerámica y arqueológica, sobre todo grabados en escritura líbico-bereber. El objeto de estudio de este Trabajo Fin de Grado (TFG) han sido los diferentes pueblos aborígenes presentes en las Islas Canarias —majos, majoreros, canarios, guanches, gomeros, auaritas y bimbaches—, conocidos bajo el término general de guanches, y su producción artística y arqueológica. Mediante una revisión bibliográfica, es notable cómo el acervo cultural aborigen sigue vigente en las islas después de tantos siglos, no solo en los campos más notables, como la escritura líbico-bereber, la recuperación de momias y cerámica prehispánica o las narraciones místicas de lugares de la isla; sino también en la toponimia y el vocabulario de Canarias, como en la historia de las islas. Al ser tan importante la relación de los pueblos aborígenes de Canarias con las comunidades imazighen norteafricanas, esta revisión bibliografía ahonda también en el proceso histórico de este vínculo con el continente africano, relacionando los cambios sociales y culturales con la introducción de personas de otras etnias y lugares geográficos, como los moriscos, tras su expulsión de la Península Ibérica, los pueblos marineros de la costa africana cercana al archipiélago, o las personas de origen subsahariano, en su mayoría hombres, que eran vendidos como esclavos y más tarde abandonados en las Islas Canarias a merced de los guanches. 1.1. Motivaciones personales y académicas. Personalmente, el tema de este TFG suscitaba gran interés para mí, no solo al tener inquietud sobre la cultura amazigh de los países árabes del norte de África, sino también por mi relación con las Islas Canarias, lugar del que proviene mi familia paterna y que he tenido muy presente desde mi niñez. Mi abuelo siempre me contaba historias sobre nuestra isla, La Gomera, 5 sobre nuestras costumbres y sobre el legado de nuestra familia, del que podemos tener constancia desde la llegada de la colonización castellana al archipiélago. En este estudio he intentado unir algunos de mis intereses, como la lingüística, la historia y la genealogía de mi propia familia, para lo que me he servido también de archivos familiares, manuscritos originales, y libros infantiles y de texto que narran la historia de las islas, que he podido encontrar en mi casa, ampliando a la misma vez mis conocimientos sobre otras materias. En cuanto a motivaciones académicas, la intención de este TFG es fomentar el estudio histórico de los grupos poblacionales de Islas Canarias y de sus manifestaciones artísticas, situando en primer plano la relación del archipiélago con el continente africano y la relación incuestionable con los pueblos imazighen del norte, desde una perspectiva sociológica e histórica, en relación con el plan de estudios del itinerario de lengua árabe de la carrera de Lenguas Modernas y sus Literaturas. 1.2. Objetivo de estudio y metodología utilizada. El objetivo de estudio de este TFG ha sido realizar una revisión bibliográfica acerca de la historia y cultura de los diferentes pueblos aborígenes de las Islas Canarias, y de las manifestaciones rupestres prehispánicas, recuperadas por numerosos autores e investigadores citados tanto a lo largo de la investigación, como en las referencias bibliográficas. Para la realización de este proyecto ha sido imprescindible utilizar la extensa obra de Renata Ana Springer Bunk, una de las máximas autoridades en el estudio de las inscripciones líbico- bereberes de Canarias, además de la bibliografía de Augusto José Farrujia de la Rosa, destacando principalmente su artículo “Written in stones. The Amazigh colonization of the Canary Islands” (2015),que trata este tema. El primer gran apartado de esta investigación, bajo el título de “La primera migración a las Islas Canarias”, habla sobre tres temas fundamentales: el origen de la población aborigen canaria, los diferentes pueblos autóctonos de las islas y el destino de estos tras la llegada de la colonización castellana en el siglo XV. Para ello, ha sido imprescindible utilizar Los aborígenes y la prehistoria de Canarias (2002), de Alfredo Mederos Martín y Gabriel Escribano Cobo; y la Colección La prehistoria de Canarias, publicada entre los años 1992 y 1993, compuesta por Lanzarote y los majos, Fuerteventura y los majoreros (ambos de José Carlos Cabrera Pérez), Gran Canaria y los canarios (José Juan Jiménez González), Tenerife y los guanches (Antonio 6 Tejera Gaspar), La Gomera y los gomeros (Juan Francisco Navarro Mederos), La Palma y los auaritas (Ernesto Martín Rodríguez), y El Hierro y los bimbaches (M.ª de la Cruz Jiménez Gómez). Otras de las referencias fundamentales para el estudio de las poblaciones canarias prehispánicas han sido las exposiciones permanentes del Museo Arqueológico del Puerto de la Cruz, del Museo de Historia y Antropología de La Laguna, y del Museo de Naturaleza y Arqueología de Santa Cruz de Tenerife; además de los recursos de la Biblioteca Pública de Icod de los Vinos y del archivo en línea del Museo Canario de Las Palmas de Gran Canaria. Se destaca también la labor del Centro de la Cultura Popular Canaria y del Institutum Canarium, especialmente en la edición de la revista científica Almogaren, en materia de investigación sobre las Islas Canarias. El segundo apartado de esta investigación, bajo el título “La escritura líbico-bereber en Canarias”, está basado en dos grandes obras que explican el origen de estas manifestaciones, detallando y ejemplificando cómo y dónde fueron realizadas: Origen y uso de la escritura líbico-bereber en Canarias (2001), de Renata Ana Springer Bunk; y Las inscripciones rupestres de Fuerteventura (2003), de Werner Pichler, traducida al español por Marcos Sarmiento Pérez y Elena Alsó Juan. Además, los artículos científicos de Irma Mora Aguiar, como “La dispersión de la escritura líbico-bereber desde Numidia a Canarias” (2021), aportan una visión más actual acerca del estudio de la escritura líbico-bereber y de las manifestaciones rupestres de las islas, relacionando también los hallazgos insulares con aquellos del continente africano. A la hora de explicar términos propios de la cultura y del español de las islas, me he ayudado de la galardonada obra Diccionario de toponimia de Canarias: Los guanchismos (2018), de Maximiano Trapero, del diccionario en línea de la Academia Canaria de la Lengua, de los recursos multimedia de Radio Televisión Canaria y de los archivos de las universidades de La Laguna (ULL), de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC) y de la Facultad de Geografía e Historia de la Universidad Complutense de Madrid (UCM). 7 2. La primera migración a las Islas Canarias. Canarias es un archipiélago de soberanía española formado por ocho islas principales, divididas administrativamente en dos provincias. Las islas occidentales, El Hierro, La Palma, La Gomera y Tenerife, conforman la provincia de Santa Cruz de Tenerife, mientras que las orientales, Gran Canaria, Fuerteventura, Lanzarote y La Graciosa, conforman la provincia de Las Palmas. Además, el archipiélago está formado por islotes inhabitados, como el Archipiélago Chinijo, al norte de Lanzarote, o el Islote de Lobos (en Fuerteventura), por varios roques1, y por las aguas canarias, nombre que recibe la superficie interior del Océano Atlántico limitada por los extremos de las islas. El Estatuto de Autonomía define a las Islas Canarias como “un archipiélago atlántico que, como expresión de su identidad singular basada en sus circunstancias geográficas, históricas y culturales, ejerce el derecho al autogobierno como nacionalidad, constituyéndose en Comunidad Autónoma en el marco del Estado español” (Ley Orgánica 1/2018, de 5 de noviembre, Artículo 1). Caracterizadas por su insularidad y su situación geográfica, Canarias ha sido una región ultraperiférica, tanto del Estado español desde su adhesión como territorio, como de la Unión Europea, tras la incorporación de España como Estado miembro en 1986. Durante su historia, el archipiélago canario no mantuvo un contacto directo con el continente europeo, debido en gran parte a la distancia que los separa, aproximadamente 1100 kilómetros desde La Graciosa, la isla más septentrional, hasta el sur de la Península Ibérica. En contraposición, la costa africana se sitúa a unos 100 kilómetros de distancia, por lo que, desde el inicio de la colonización europea de las islas, se ha barajado la posibilidad de que existiese una migración primigenia al archipiélago por parte de pobladores del norte de África. 2.1. Introducción a la población de las islas. En la actualidad hay numerosas teorías acerca del origen primigenio de la población aborigen del archipiélago canario, ya que desde épocas clásicas se ha intentado averiguar de dónde provenían los primeros pobladores de las islas, que han sido intento de colonización 1 En el español de Canarias, un roque es una “elevación rocosa y muy escarpada” (Academia Canaria de la Lengua, s.f.), que puede encontrarse en tierra o en el mar. En este contexto, se refiere a los islotes o peñones de altura elevada que se encuentran frente a la costa de algunas islas, como el roque de Garachico, en Tenerife. 8 desde la época del Imperio Romano, con las expediciones de Plinio el Viejo a las islas, a las que otorgó el nombre de Fortunatae Insulae (en latín, islas afortunadas). Según la Real Academia Española, un aborigen es el “habitante de un lugar, por contraposición al establecido posteriormente en él” (s.f., definición 2), por lo que todo pueblo previo a la invasión militar española es considerado aborigen. La exposición permanente del Museo de Historia y Antropología de Tenerife (San Cristóbal de La Laguna) muestra los primeros informes poblacionales del archipiélago que, tras la conquista castellana ocurrida a finales del siglo XV, dividen a la población en tres grupos diferentes según su origen: europeos, africanos e indígenas. En primer lugar, se encuentran los pobladores europeos, a los que se subdividió en dos grupos principales y otros minoritarios. Los castellanos formaban el subconjunto más importante, que se dividían a su vez en andaluces, el núcleo de los conquistadores; extremeños y castellanos, que solían desempeñar papeles relacionados con el gobierno de las islas o el comercio con la península; vascos, que desempeñaban labores de transporte; y gallegos, transportistas y agricultores. El segundo grupo poblacional más grande era el de portugueses, que eran mayoritariamente agricultores y artesanos. Su representación política era escasa, pero desarrollaron actividades muy importantes, como la introducción de la industria azucarera. Otros pobladores europeos agrupaban genoveses, florentinos, franceses o ingleses, aunque sus números no eran mayoritarios. Los otros dos grupos poblacionales de Canarias eran los pobladores africanos, subcategorizados a su vez como bereberiscos, africanos de tez clara, y guineanos, africanos negros, que eran esclavos en los campos de caña de azúcar y en los ingenios2; y los pobladores indígenas, entre los que destacaban guanches, gomeros y canarios, que se ocupaban de labores manuales, como la ganadería, la pesca o la agricultura, dependiendo de su estatus. El vestigio de estos pueblos se puede seguir apreciando hoy en día en los apellidos más comunes en el archipiélago, como Oramas o Fagundo, de origen guanche; Bethencourt, de origen francés; Peraza o Herrera, de origen castellano; Marrero o Fragoso, de origen portugués; 2 Un ingenio es una haciendaprovista de las instalaciones necesarias para llevar a cabo el procesamiento de la caña de azúcar tras su recolección en los campos. Uno de los centros más importantes donde se desarrollaba esta actividad en el archipiélago canario fue el municipio de Ingenio, en la isla de Gran Canaria, que debe su nombre a estas fincas. 9 Plasencia o Trujillo, topónimos de origen extremeño. También es común en el archipiélago utilizar nombres de origen guanche, como Aday o Fayna, la última reina de Lanzarote. Estos datos sirven para remontarse a épocas anteriores, cuando no había rastro de población de origen europeo o subsahariano, e investigar el desarrollo de los pueblos llamados bereberiscos desde su llegada a las islas hasta su extinción como pueblo, tras la colonia castellana. Este estudio se realiza por medio de comparaciones con los supuestos pueblos norteafricanos de lo que descendieron los primeros pobladores del archipiélago mil años antes del nacimiento de Cristo, gracias a la labor arqueológica de arabistas, lingüistas, y expertos en sociología y migraciones bereberes. 2.2. Los imazighen, pueblo primigenio del archipiélago canario Los imazighen, también conocidos como amazigh, son un pueblo autóctono del norte del continente africano que, durante su historia, ha tenido contacto con otros pueblos cercanos, como los fenicios de Cartago o los romanos; y lejanos, con la llegada del Islam durante la expansión del siglo VIII desde la Península Arábiga; y que ha sido objeto de dominio colonial por parte de países europeos, como Francia, en todos los países del Magreb; Italia, en Libia, o España, en el norte de Marruecos y el Sáhara. Antes del colonialismo europeo fraguado en el continente africano a partir de finales del siglo XIX, la población imazighen seguía estando regida por una mentalidad tribal, sobre todo en las tribus localizadas en el actual Marruecos, donde la lengua árabe no se había extendido tanto, a diferencia de sus países vecinos (Farrujia 2015: 115). Gracias a su preservación casi aislada en el tiempo, numerosos estudios han podido señalar similitudes entre estos pueblos y los primeros colonos del archipiélago canario durante el primer milenio antes de Cristo. En años recientes, gracias en parte a numerosos de los autores citados anteriormente, se han estado llevando a cabo trabajos de recuperación y catalogación arqueológica en todo el archipiélago que apuntan a un pasado común entre la población imazighen del norte de África y la población autóctona canaria, conocida bajo el término amplio de guanches. Los primeros pobladores de las Islas Canarias tienen una relación innegable con las poblaciones autóctonas del norte de África, ya que poseen características similares, sobre todo en su composición genética y su producción cerámica y arqueológica (Farrujia 2015: 117; Mederos & Escribano 2002: 91-94). Aun así, la civilización guanche se diferencia del resto de 10 los pueblos imazighen a causa de su aislamiento insular, que presenta rasgos culturales y sociales únicos, sobre todo a la hora de examinar sus actividades cotidianas, que estaban influenciadas por el poco terreno que podían utilizar, sobre todo en las islas de menor tamaño, como El Hierro, o en las más abruptas, como La Palma o La Gomera. Numerosos estudios apuntan a una relación social y comercial entre algunas islas, como se cree que ocurrió en Tenerife y La Gomera, por su cercanía, aunque ambos pueblos vivieran por separado y terminaran desarrollando sus propias características y costumbres. 2.2.1. Las islas en documentación árabe. El archipiélago canario siempre tuvo una relación cercana con el continente africano, debido a su situación geográfica. La relación con los pueblos del norte de África se rompió, según Mederos & Escribano, durante los primeros años de la conquista islámica de la Península Ibérica, conocida en árabe como سلدنألا حتف (apertura de al-Ándalus). Tras el primer siglo del gobierno omeya en las zonas de la península y del actual Marruecos, las islas volvieron a formar parte de la literatura árabe, donde se las conocida como al-Jadidat ( تادیدجلا ), o las nuevas, a partir del siglo IX, según la obra de Ibn Abd al-Muʿmin (2002: 43). El área en el que se encontraba el archipiélago también era conocido como Makáron nêsoi3 (islas de los afortunados), nombre que provenía de un mito griego que se habría trasladado a fuentes árabes e islámicas bajo la transcripción literal de frṭnāṭš o afortunadas ( شطانطرف ), nombre que pervive hasta nuestros días. Gracias al estudio de fuentes medievales árabes, podemos corroborar que todos estos topónimos harían referencia a un mismo lugar, que se correspondería con el archipiélago canario (Aguiar & Rodríguez 2022: 3). Imagen 1. Fragmento ampliado de la Tabula Rogeriana, correspondiente al panel 12. 3 Este término habría originado también el topónimo Macaronesia, palabra utilizada para hacer referencia a la región comprendida por Azores, Madeira, las islas Salvajes (Portugal), Canarias y la nación insular de Cabo Verde, con rasgos comunes, como su origen volcánico y su particular endemismo (Fernández-Palacios, 2019). 11 Fuente: en línea, recuperado en 30 de marzo de 2023, de https://bit.ly/3H91548 Abu Abd Allah Muhammad al-Idrisi (1100-1165), importante cartógrafo andalusí, mencionó también a las islas Canarias en la Tabula Rogeriana, donde se pueden observar, al sur de la zona denominada por al-Idrisi como al-Sus al-Aksa4, unas islas llamadas ğezira al- ḫālidāt ( تادلاخلا ةریزج ), es decir, las Islas Eternas. Este mapamundi, recogido en la obra Nuzhat al-Muštāq fī Ijtirāq al-'Āfāq (en árabe قافآلا قارتخا يف قاتشملا ةھزن ), se apoya en conceptos anteriores, como las anotaciones geográficas de Ptolomeo, incorporando descripciones exhaustivas sobre las condiciones sociales, geográficas y climáticas de las zonas que abarca el plano —Europa, Asia y el norte de África— con la península Arábiga en el centro. Otro personaje destacable en la descripción de las islas en fuentes árabes fue Ahmad ibn Qasim al-Haŷari, un morisco nacido en Hornachos, Badajoz, que trabajó como traductor en la corte de un muley de Marrakech, además de desempeñar funciones diplomáticas por la Europa meridional (Aguiar & Rodríguez 2022: 4). En su obra más importante, el Kitāb Nāṣir al-Dīn (en árabe نیدلا رصان باتك ), libro en el que narra sus memorias y sus viajes, aparece escrita la palabra Qanāriya totalmente vocalizada ( َةیِرَاَنق ), mencionando las islas eternas, que podría 4 La región de al-Sūs al-Akṣa (en árabe ىصقألا سوسلا ) que aparece en la Tabula Rogeriana se corresponde en la actualidad grosso modo con la región marroquí de Souss-Massa (en árabe ةسام سوس ةھج ), cuya ciudad más importante es Agadir, situada en la costa atlántica, al norte de las Islas Canarias. 12 corresponderse con el archipiélago canario, ya que al-Haŷari lo denomina el lugar geográfico desde donde comienzan a contarse las longitudes (2022: 5). نُوثََالثَو َىدِْحا اَھُضْرَعُ َھْلثِم َایُندلِا يِف َسَْیل اُھبنعَوٌ ةَریِثَك اَھُھِكاََوفَوٌ ةَریِبَكٌ َةنیِدَم َيِھ ْشُكاَّرَم َانْلََخد َكَِلذَ دَْعبَو .لوُطَلاُ أدِتْبِا اَھْنِمَو َةیِرَاَنقـِب ََنَالا تاَّمَسُمَْلا تَادِلاَخَْلا ْرُزُجَْلا ْنِم َةبیَِرق اَھََّنِأل جاََرد َعِْست اَُھلوُطَو فْصِنَوٌ ةَجََرد Después llegamos a Marrakech. Es una ciudad grande donde abundan las frutas. Su uva no se encuentra en ningún otro lugar del mundo. Su latitud es 31 grados y medio y su longitud es 9 grados porque está cerca de las islas eternas (al-ğuzur al-ḫālidāt), que ahora llamamos Canaria (qanāriya), que es desde donde comienzan a contarse las longitudes (Aguiar & Rodríguez 2022: 5-6). En este fragmento de su autobiografía, al-Haŷari menciona el archipiélago canario, anteriormente conocido como las islas eternas, en relación con su distancia a Marrakech. Según especialistas, esta referenciase halla en el tercer capítulo de un manuscrito posterior de su obra, conservada actualmente en la Biblioteca Nacional de Egipto, en contraposición a otra versión, más antigua, conservada en la biblioteca de al-Azhar, también en El Cairo (2022: 9-10). Imagen 2. Fragmento del Kitāb Nāsir al-Dīn, de al-Haŷari. Fuente: fondos del Départment des manuscrits de la Bibliothèque nationale de France. Recuperado en 20 de abril de 2023, de https://gallica.bnf.fr/ark:/12148/btv1b10031132f 13 2.3. Los diferentes pueblos aborígenes de las islas. Los habitantes primigenios del archipiélago canario son denominados conjuntamente como guanches, palabra que proviene de la palabra Guan-Achinech, que significa “el hombre de la isla” (Tejera 1992: 27), aunque esta palabra solo hace referencia a los habitantes de la isla de Tenerife, que a su vez proviene del protobereber Tener-Ife, y podría traducirse como “monte nevado”. Numerosos estudios apuntan a la diferenciación entre los guanches del norte y los del sur, ya que los yacimientos de necrópolis guanches muestran diferencias físicas entre los diferentes pobladores de la isla. A raíz de estos descubrimientos, se cree que el medio en el que los guanches desarrollaron su actividad pudo haber influenciado a la hora de su desarrollo, ya que el norte de la isla es más montañoso, salvaje, lluvioso y lleno de acantilados, mientras que el sur está caracterizado por su malpaís, una menor altitud, un clima árido y paisajes desérticos. Los yacimientos arqueológicos muestran que la isla fue poblada por los guanches durante el siglo VIII o VII antes de Cristo, y lo ha estado desde entonces. Las excavaciones en Tenerife son las más desarrolladas en todo el archipiélago, gracias en parte a la buena conservación de los ejemplares de manifestaciones artísticas y de las momias guanches, enterradas en las zonas más altas de la isla. La sociedad guanche tinerfeña estaba encabezada por los menceyes, que organizaban y distribuían el funcionamiento social (Tejera 1992: 65) del territorio que controlaban, que recibía el nombre de menceyato. La isla estaba organizada en nueve menceyatos: Icod, Tacoronte, Tegueste, Anaga, Güímar, Abona y Adeje, zonas que siguen manteniendo su nombre actualmente; Daute, en el extremo noroccidental, y Taoro. En el centro de la isla se encuentra el Teide, al que llamaban Echeyde, cuyas cañadas fueron un área de pasto comunal para todos los isleños. Según datos del Museo Arqueológico del Puerto de la Cruz, se atribuyeron atributos mágicos a Echeyde, que, según la mitología guanche, era el lugar de residencia de Guayota, dios del fuego. Además, era considerado una montaña sagrada y su axis mundi5 (Tejera 1992: 80-84). Para los guanches, la mitología y la religión tenían un papel social fundamental, ya que, en su imaginario, era el poder de Echeyde 5 Axis mundi (del latín eje del mundo) es un concepto que hace referencia al punto de encuentro entre el mundo terrestre y el mundo celestial. Aunque los guanches lo asemejaban con el Teide, es un concepto transversal a muchas culturas, como el Roque Bentayga o el Roque Nublo para los canarios, o el monte Sión para los antiguos hebreos. 14 quien hacía girar los astros y quien traía los días, las noches, las lluvias, el hambre y la abundancia, pero también la vida y la muerte. Como explica Tejera Gaspar, apoyado por teorías de otros autores como Leonardo Torriani, los guanches adoraban a la Luna, a las estrellas y al Sol, a quien llamaban Magec, ya que así lo muestran los grabados rupestres y la producción cerámica recuperada en los yacimientos arqueológicos tinerfeños. Aun así, durante los primeros años de la conquista castellana, autores como Abreu Galindo, intentaron explicar las creencias religiosas de los guanches desde sus propios conceptos de la mentalidad cristiana monoteísta, desvirtuando la historia guanche y haciendo ver a sus lectores que los aborígenes tenían un conocimiento confuso de Dios (1992: 76-79). Imagen 3. Ceremonia del duelo entre aborígenes, según Leonardo Torriani. Fuente: Martín Rodríguez, F. G. 1986: 77. Los indígenas de la isla de La Gomera eran conocidos como gomeros, palabra que podría guardar relación con la tribu bereber de los ghomara, o ighmarn en tamazight, provenientes de la zona de Chefchaouen, en el Rif marroquí. A diferencia de otros grupos de aborígenes del archipiélago, varios estudios muestran que los gomeros poseían rasgos más cromañoides, sobre todo en el tamaño de sus cráneos, que podrían ser resultado de la endogamia (Navarro 1993: 14-15). Estas facciones variaban entre grupos poblacionales de los bandos del norte y del sur, al igual que en la isla vecina de Tenerife, pero también les diferenciaban del resto de isleños, 15 ya que, debido al terreno escarpado de la isla, no solía haber relación entre los gomeros de Mulagua (actual Hermigua, al norte de la isla) con los gomeros de Orore (actual Valle Gran Rey, en la costa oeste de la isla), y viceversa. Aunque los gomeros tuvieran rasgos que les asemejasen a poblaciones más arcaicas, destacaron por su producción artística y por su importancia dentro de los grupos aborígenes, antes de la colonización castellana y posteriormente, también, ya que destacaban en el campo de la agricultura de altura, la ganadería y la recolección marina. Además, su habilidad a la hora de construir necrópolis en las colinas y las laderas del monte más elevado de la isla, el Alto del Garajonay, es destacada por numerosos académicos. Imagen 4. Representación de los gomeros, según Leonardo Torriani. Fuente: Martín Rodríguez, F. G. 1986: 110. Las necrópolis gomeras han sido objeto de estudio, ya que es un hecho diferenciador del resto de las poblaciones aborígenes canarias. Los lugares de entierro estaban localizados en las laderas de los barrancos, mientras que los poblados estaban normalmente situados en valles, llanuras y zonas costeras; al contrario de otras islas, donde necrópolis y poblados formaban una única unidad, no dividida. También se han encontrado cuevas sepulcrales aisladas de los cuatro principales asentamientos de la isla, lo que haría ver que las muertes de esos gomeros fueron accidentales o repentinas, ya que la mayoría se encuentran en zonas de pastoreo estacional (Navarro 1993: 71-72). 16 El culto en las montañas tenía también gran importancia en La Gomera, sobre todo al tener en cuenta la elevación de la isla. El historiador Juan Bethencourt Alfonso considera a la fortaleza de Chipude, un asentamiento pastoril estacional en época aborigen situado a 1243 metros sobre el nivel del mar, como un lugar de gran importancia religiosa y mística para los gomeros (1993: 94). El Alto del Garajonay, la montaña más alta de la isla, es también considerado un centro religioso, ya que en su cercanía fueron recuperadas aras de sacrificio (1993: 100). Las islas más occidentales presentan una mayor problemática a la hora de ser estudiadas, ya que su lejanía con África dificultaba la relación entre las tribus aborígenes de estas islas y las tribus bereberes continentales. Aun así, se han podido establecer relaciones toponímicas entre ambos pueblos. En la isla de La Palma, llamada en tiempos antiguos Benahoare o Ben- Hoare, se cree que la población autóctona, llamados auaritas o benahoaritas, podrían ser descendientes de la tribu bereber de los Beni-Hoare o Baniore, provenientes del noroeste del actual Marruecos. Esta hipótesis se ve ayudada gracias a la cerámica palmera encontrada en yacimientos arqueológicos, que muestran similitudes entre la producción de los auaritas y la de poblaciones magrebíes durante el Neolítico, especialmente en el Alto Atlas, en el Atlántico y en el Sáhara (Martín Rodríguez, E. 1992: 110-111). El estudio de las características físicas de los auaritas no fue tan detallado como el de las islas mayores, perogracias a los estudios del antropólogo francés René Verneau, pueden establecerse diferencias entre los palmeros de las zonas de Santa Cruz de La Palma, al este de la isla, y de Los Llanos de Aridane, en el oeste, ya que estos últimos tenían propiedades más cromañoides, como los aborígenes gomeros. Aun así, los auaritas como conjunto guardarían una mayor relación con los aborígenes de El Hierro y de Gran Canaria. Los primeros cronistas que relataron la conquista castellana definieron a los auaritas como “hombres blancos y gruesos, más que los otros isleños” (1992: 13-15). Los auaritas fueron grandes pastores y ganaderos, conocidos por su dominio de las materias primas de la isla, al igual que por sus comportamientos sociales y religiosos, como señala Martín Rodríguez (1992: 35). Los recursos disponibles en la isla, conocida por su escarvado relieve y su origen volcánico, condicionó notablemente la producción manual y artística de los habitantes, ya que solo disponían de los recursos que estaban disponibles en su isla, siendo muy destacable la producción cerámica de los auaritas (1992: 61). 17 Los aborígenes de El Hierro, conocidos como bimbaches, constituyeron el pueblo indígena más meridional y occidental del archipiélago. Se cree que su nombre proviene de bim- ban-chin, traducido como hijos de los hijos de Tenerife (Guan-Achinech), por lo que algunas hipótesis apuntan a que los primeros herreños fueron descendientes directos de los guanches, no de pobladores provenientes directamente del continente africano. Esta hipótesis cobra bastante sentido al analizar el territorio en el que se asentaron, ya que es la isla más alejada del resto del archipiélago, y a los restos arqueológicos que han sido recuperados. La población bimbache estuvo estrechamente ligada al mar, no solo porque fue su medio de llegada a la isla, sino también por las ceremonias y sacrificios celebrados por los aborígenes herreños, en los que el océano tenía un importante papel, y que han sido investigados por numerosos historiadores, determinando que esta relación era propia de un mito retorno (Jiménez Gómez 2004: 138). Se cree que los bimbaches eran presos de la isla en la que se asentaron, ya que las condiciones de navegación para volver a Tenerife, lugar del que se cree que provenían, son complicadas, ya que supondría navegar con los vientos enfrentados (2004: 140). Sus sepulturas estaban acompañadas de conchas y moluscos marinos, que actuaban como amuletos para los difuntos. Además, cerca de las necrópolis bimbaches se podían encontrar concheros (2004: 150). Los adornos marinos también se podían encontrar en las viviendas, como espinas de peces, caracoles pintados o lapas, que se utilizaban como recipientes. En cuanto a la producción artística, los grabados bimbaches también presentaban barcos de vela. Imagen 5. Representación de los bimbaches, según Leonardo Torriani. 18 Fuente: Jiménez Gómez 2004: 155, a su vez de Martín Rodríguez, F. G. 1986: 116. Los aborígenes de la isla de Gran Canaria son denominados canarios, término que denomina actualmente al conjunto de la población del archipiélago. Existen hoy en día dos hipótesis en referencia a este nombre. Según varias fuentes puede hacer referencia a los canarii, un pueblo bereber proveniente de las montañas del Anti-Atlas (actual Marruecos); o a una raza de perros (can, del latín canis) llevada a las islas por el rey Juba II de Mauritania, que guardaría relación con el presa canario, uno de los símbolos de la comunidad autónoma, que forma parte de su escudo en la actualidad. Estas dos hipótesis confirmarían que el origen primigenio de los aborígenes canarios se sitúa en el continente africano, en una zona que podría corresponderse o con las zonas del Rif marroquí y del litoral de Argelia, o bien con la cordillera del Atlas, situada en la zona sudoriental de Marruecos (Jiménez González 1992: 15-17). La sociedad canaria estaba organizada jerárquicamente en varios estratos sociales, entre los que se encuentran jefes, nobles, villanos y esclavos. Esta diferenciación en clases solía estar denostada por el linaje personal, ya que las clases nobiliarias estaban compuestas por aquellas personas que tenían una relación con los guanartemes6, mientras que los villanos o trasquilados eran discriminados por su condición socioeconómica (1992: 72). Las zonas más pobladas de la isla previa la conquista castellana eran el noroeste, alrededor de la ciudad de Gáldar, capital de uno de los guanartematos; y el este, entre la ciudad de Telde y el barranco de Balos, centro del otro guanartemato de la isla. El sur no estaba poblado, exceptuando el barranco de Arguineguín (Jiménez González 1992: 80), debido al clima árido y al escarbado terreno, ya que es una zona llena de desniveles. El interior de la isla, una zona muy montañosa, también estuvo dispersamente poblada. Allí se desarrollaba la agricultura debido a la estabilidad en los cambios de temperatura (1992: 23). Además, las inmediaciones del Roque Bentayga eran consideradas un centro cultural y religioso para los canarios. Imagen 6. Representación de los canarios, según Leonardo Torriani. 6 En la sociedad aborigen grancanaria, el guanarteme era el rey o jefe supremo, además de ser considerado la “máxima autoridad política y militar” (Academia Canaria de la Lengua, s.f.). El territorio sobre el que gobernaban se llamaba guanartemato, estando la isla de Gran Canaria dividida en dos: el de Gáldar y el de Telde. 19 Fuente: Jiménez González 1992: 67, a su vez de Martín Rodríguez, F. G. 1986: 77. Majos y majoreros son los nombres otorgados a los aborígenes de Lanzarote y Fuerteventura, respectivamente. Aunque se trata de dos grupos poblacionales diferentes, debido a la cercanía de las dos islas poseen numerosas características similares. Las teorías sobre el origen de estos pueblos son inciertas, pero numerosos académicos apuntan al norte del continente africano como posible punto de salida de los primeros pobladores, bereberes, hacia ambas islas. Según Marcy (1946/1962), la palabra majos guarda relación con los mauros, nombre por el que se conocía a los pueblos bereberes del norte de África, que, durante control romano, fueron incorporados en dos provincias, la Mauretania Tingitana, que comprendía la zona de Tánger y el Rif, y la Mauretania Cesariense, que se corresponde el litoral de la actual Argelia. Lanzarote sufrió a lo largo de su historia numerosos asedios por parte de navegantes europeos, al ser la isla más septentrional del archipiélago y, por ende, la más cercana a las costas de Europa. Debido a esto, durante el siglo anterior a la conquista castellana la isla de los majos sufrió un declive poblacional, habiendo un mayor número de hombres que de mujeres, ya que estas eran tomadas como esclavas o morían a causa de la práctica del infanticidio femenino a manos de los primeros lanzaroteños (Cabrera 1992: 29-31). Ambas islas destacaban por su producción ganadera y agricultora, aunque ambas se veían condicionadas por el terreno, ya que, al ser las islas más antiguas del archipiélago, tienen un menor relieve que el resto, siendo el punto más alto de ambas el macizo central de Fuerteventura, donde se han podido encontrar inscripciones rupestres de los primeros 20 pobladores. Las islas se diferenciaban por tener una alimentación que incluía también la carne de cabras adultas o de aquellas que no producían leche de calidad, a la que acompañaban con gofio7 (Cabrera 1992: 64-65). Además, en Fuerteventura, algunos asentamientos se daban en los malpaíses8, por lo que la ganadería se dificultaba, debido a la poca habitabilidad de esta zona. Los pobladores que allí vivían lo hacían en los tubos lávicos de los volcanes, conocidas popularmente como cuevas de majos (Cabrera 1993: 40-42). 2.4. La conquista de las islas y el destino de los pueblosaborígenes El proceso de conquista de las islas fue iniciado en 1402 (Navarro 2005: 24), cuando las tropas de los navegantes franceses Jean de Bethencourt y Gadifer de La Salle llegaron a La Graciosa, para luego desembarcar en Lanzarote, donde el rey Guadarfía negoció el sometimiento pacífico de los majos. Dos años después, tanto majos como majoreros y bimbaches estaban bajo control de las tropas europeas. En 1483 fue conquistada Gran Canaria y, seis años después, la familia Peraza concluyó la conquista de La Gomera mediante cesiones, compras y matrimonios entre familiares y mujeres aborígenes. La Palma y Tenerife fueron las últimas islas en ser conquistadas, en 1493 y 1496, respectivamente. La batalla más conocida fue la matanza de Acentejo, en la costa norte de Tenerife, que en la actualidad se corresponde con el municipio homónimo. La conquista de las islas se dividió en dos grandes grupos: por un lado, las islas de señorío fueron aquellas conquistadas por gente de la nobleza en beneficio propio. Estas circunstancias se dieron en Lanzarote, Fuerteventura, El Hierro y La Gomera. Por otro lado, las islas de realengo —Tenerife, La Palma y Gran Canaria— fueron aquellas cuya conquista fue directamente ordenada por los Reyes Católicos, quedando bajo soberanía de la Corona de Castilla (Aznar 1986: 200). 7 El gofio es una harina hecha de maíz, trigo, cebada, u otros granos tostados (Academia Canaria de la Lengua, s.f.). En el caso de Lanzarote y Fuerteventura, para realizar el gofio se empleaba la cebada, ya que es un cereal bastante resistente a la sequía imperante en ambas islas (Cabrera 1992: 56). 8 El malpaís es un “terreno cubierto de lava o materiales volcánicos” (Academia Canaria de la Lengua, s.f.) que abunda en las islas, como el Malpaís de Güímar (Tenerife) o el Malpaís de La Arena (La Oliva, Fuerteventura). Se caracterizan por tener una “superficie tortuosa, estéril y árida” (Real Academia Española, s.f., definición 1). 21 El legado de las comunidades aborígenes en las islas fue decreciendo con el paso de los años tras la conquista castellana, que trajo consigo un nuevo modelo social, cultural y político, provocando un antes y un después en el archipiélago, sin una continuidad histórica entre ambos periodos de tiempo, a diferencia de otros lugares, también colonizados por la Corona de Castilla (Farrujia 2015: 119). La conquista castellana dejó en las islas numerosas leyendas guanches, como el romance entre la gomera Yballa y el hidalgo Hernán Peraza el Joven, cuyo asesinato a manos del padre de esta y del guerrero gomero Hautacuperche que desencadenó en la rebelión de los gomeros de 1488 (Álvarez 1959: 265-267; Trujillo 1980: 33). A partir del control europeo, gran parte de la población aborigen de las islas fue esclavizada y vendida a numerosos mercados europeos. Otro punto clave de la desaparición de las poblaciones autóctonas fueron las enfermedades traídas por los europeos (Navarro 2005: 25). Los aborígenes canarios terminaron desapareciendo alrededor del siglo XVI, debido en parte también al mestizaje, muchas veces forzado, con colonos europeos y con esclavos africanos. En la actualidad, se estima que los canarios poseen un alto porcentaje de herencia genética que les relaciona con los aborígenes. A lo largo de los siglos XIX y XX, la historia aborigen del archipiélago se interpretaba desde una perspectiva europea y occidentalista, sin tener consideración por la herencia cultural tan importante que esta población dejó en las islas y cuestionando la relación de cualquier hallazgo arqueológico pre-colonial con el continente africano y con la población amazigh (Farrujia 2015: 120). Por el contrario, actualmente las instituciones intentan promover un acercamiento al estudio y a la comprensión de la cultura aborigen canaria mediante políticas educativas y el desarrollo de los museos de las islas. 2.4.1. La herencia aborigen en la cultura canaria actual. El proceso transculturativo9 llevado a cabo por los colonizadores castellanos en el archipiélago terminó con las tradiciones de origen aborigen. Se produjo un gran derrumbe 9 Este proceso guarda relación con la transformación y el cambio cultural. La transculturación es “el proceso por el que las poblaciones primitivas entran en contacto con sociedades avanzadas culturalmente” y mediante el cual “adquieren las defensas culturales necesarias para su persistencia como entidades étnicas, mediante cambios adaptativos en sus componentes biológicos, en su cultura y en su forma de relación con la sociedad conquistadora” (Tejera & González 1987: 156). 22 poblacional, que terminó desencadenando la extinción de la población guanche. Aun así, desde el primer contacto europeo con las islas a principios del siglo XIV, había existido un comercio forzoso de aborígenes canarios en mercados de esclavos, tanto en Europa como en el África subsahariana. El ejercicio llevado a cabo por los colonizadores castellanos durante la conquista y tras el año 1496 tuvo diferentes acepciones: se iniciaron procesos de evangelización, de mestizaje forzoso, y de cambio en la manera de subsistencia y producción económica (Tejera & González 1987: 156-165). La disparidad cultural de las islas dificultó en gran medida la herencia de costumbres sociales de origen amazigh o bereber. Las manifestaciones artísticas de los pueblos primigenios del archipiélago, conservada gracias a los esfuerzos de arqueólogos e instituciones como el Museo Canario, en Las Palmas de Gran Canaria, o el Museo de Naturaleza y Arqueología, en Santa Cruz de Tenerife; nos proporcionan una ventana a través de la cual podemos compararlas con producciones artísticas de otros pueblos bereberes del norte de África. Estos museos tienen colecciones de vasijas, tanto guanches como africanas, en las que se pueden observar similitudes en cuanto a objetos representados y materiales utilizados. Imagen 7. Vasijas pertenecientes a la colección Hupalupa. Fuente: elaboración propia (27 de enero de 2023), exposición permanente del Museo de Naturaleza y Arqueología de Santa Cruz de Tenerife. Otro punto importante de la herencia bereber en el archipiélago es la genética canaria. Gran parte de los habitantes de las islas tienen un perfil genético muy similar al de personas de 23 origen imazighen, que puede observarse también en facciones físicas similares. Los estudios científicos que avalan estos hallazgos hacen referencia a que esta herencia genética es materna, ya que, durante los años siguientes a la llegada de los colonizadores a las islas, las mujeres guanches eran casadas y obligadas a procrear con ellos como método de tregua entre bandos. 2.4.2. La presencia cultural del mundo árabe y de los moriscos10. No se conoce con exactitud si hubo contacto entre los pueblos continentales de África y los aborígenes canarios previa la llegada de la Corona de Castilla, pero algunos expertos señalan al desarrollo de la flota naviera almohade como punto de inflexión para el establecimiento de relaciones entre ambos pueblos. Debido al control de los puertos costeros por parte de las comunidades musulmanes, estos contactos, sobre todo de índole sociocultural, pueden haber tenido lugar. No hay ninguna referencia directa al Islam en documentación canaria, ni “evidencias concluyentes de tipo arqueológico” (Santana 1995: 630). Si el contacto con la población guanche era cierto, era una situación unilateral por parte de los pueblos continentales, ya que eran quienes tenían mayores recursos marítimos. A partir del siglo XVI, tras la conquista castellana, hubo un contacto extenso y recíproco entre el archipiélago y África, tanto que hubo un periodo en el que la navegación interinsular se vio comprometida, por el peligro de asalto por parte de los africanos (1995: 632). Tras la expulsión forzosa de la población morisca de la Península Ibéricaentre 1609 y 1613, muchos se establecieron en el norte de África. La mayor parte de los moriscos que vivieron en zonas del actual Marruecos fueron vendidos como esclavos en mercados a terratenientes europeos y africanos, que después eran saqueados por los propios castellanos en las cabalgadas, trayendo consigo una gran cantidad de esclavos moriscos a las Islas Canarias. Allí, estuvieron influenciados por los constantes enfrentamientos entre canarios y africanos durante el siglo XVI, y su entrada terminó siendo limitada, con la intención de expulsarles forzosamente también del archipiélago una vez fueran liberados. 10 Los moriscos son “los musulmanes de los reinos peninsulares . . . que fueron obligados a convertirse al cristianismo a principios del siglo XVI”, distinguidos de mudéjares y berberiscos (de Epalza 1994: 6). Según la Real Academia Española, el término morisco hace referencia a toda persona “musulmana, que, terminada la Reconquista, era bautizada y se quedaba en España” (s.f., definición 2). 24 3. La escritura líbico-bereber en Canarias. Tras la conquista de las islas por parte de las tropas españolas durante el siglo XV, surgen numerosas narraciones acerca de las batallas y la caída de los menceyes aborígenes a manos de los soldados europeos, por lo que la historia sobre Canarias trataba de ensalzar en todo momento la heroicidad nacional en detrimento de la historia guanche. El primer yacimiento rupestre canario fue encontrado en el año 1762, en la Cueva de Belmaco, en la isla de La Palma, a manos del militar palmero Domingo Vandewalle, aunque la primera copia de los paneles, llena de fallos contextuales e interpretaciones propias del autor, no sería publicada hasta 1858 por el auditor español Mariano Nougués en su obra Cartas histórico-filosófico-administrativas sobre las Islas Canarias (Mederos 2005: 16-17). Aun así, no es hasta el siglo XIX, concretamente en 1870, cuando se divulgan las primeras inscripciones en lengua guanche (Springer 2001: 33), encontradas casi en su totalidad en El Hierro, a excepción de una, encontrada en el barranco de Balos, en Agüimes, Gran Canaria (Beltrán 1971: 9-12). Las inscripciones herreñas, encontradas por Aquilino Padrón, fueron incluidas en el tercer número del primer tomo del Boletín de la Sociedad Geográfica de Madrid, publicado en la capital en septiembre de 1876. Los primeros estudios estimaban que la escritura aborigen canaria hallada en tablillas era autóctona, ya que desde el archipiélago se desconocía la existencia de yacimientos similares en el norte del continente africano. No fue hasta el año 1876 cuando el general Louis Faidherbe identificó la grafía canaria como parte de la escritura líbico-bereber (Springer 2001: 34), gracias a su relación con el etnólogo Sabin Berthelot, que investigaba los yacimientos insulares. “(…) Es claro que tales inscripciones son obra del mismo pueblo que hizo las de Hierro, y que deben relacionarse con las inscripciones rupestres traídas del Sahara por Mr. Duveyrier, con los doscientos ó trescientos epitafios de la Numidia, y, por último, con la escritura de los Tuareg. (…) Este es un magnífico hallazgo, y comparable á la inscripción líbica de Tugga, que presenta un centenar de caractéres legibles y unos treinta borrados. Desdichadamente la de la isla de Hierro no es bilingüe, y no podrá traducirse miéntras no se traduzcan las rupestres.” (Faidherbe 1876: 562; Springer 2001: 34). 25 El término líbico-bereber hace referencia al conjunto de alfabetos empleados en la antigüedad en el norte de África, desde Egipto hasta las Islas Canarias, incluyendo también zonas del Sáhara. Este concepto se compone, por una parte, de la palabra líbico, que hace referencia a las lenguas aborígenes de la zona noroccidental del continente africano, y, por otra, del término bereber, que es la agrupación terminológica bajo la que se conoce a las lenguas aborígenes habladas actualmente en la misma zona geográfica (Pichler 2003: 22). Durante los últimos años del siglo XX, numerosos equipos de arqueólogos, lingüistas y especialistas descubrieron más manifestaciones rupestres en las islas, tanto autóctonas como relacionadas con otras, previamente encontradas en yacimientos arqueológicos como el parque arqueológico de Dougga (Túnez), o en lugares tan diversos, como la costa montañosa de Argelia, zonas del Alto Atlas marroquí, e incluso en áreas profundas del desierto del Sáhara. El alfabeto líbico-bereber utilizado en el archipiélago está compuesto de 24 caracteres y es casi íntegramente consonántico, es decir, los grafemas utilizados son solo consonantes, aunque en algunas escrituras pueden observarse vocales iniciales e intermedias. En esta escritura no existe la separación por palabras ni la reduplicación de consonantes (Pichler 2003: 199). En la actualidad, las lenguas semíticas, familia a la que pertenecen el árabe y el hebreo, siguen utilizando alfabetos consonánticos, en los que el lector o escritor debe discernir por cuenta propia las vocales correctas de cada palabra. Imagen 8. Muestra de los caracteres del alfabeto líbico-bereber de Canarias. Fuente: Springer 2016: 35-36. Para Pichler, el empleo de ciertas vocales en la escritura líbico-bereber se ve ligado a la influencia del alfabeto púnico, variante occidental del idioma fenicio utilizado en Cartago y alrededores. En la actualidad, algunos caracteres heredados del alfabeto líbico-bereber siguen en uso en el alfabeto neo-tifinagh, utilizado por las lenguas amazigh del norte de África y las lenguas tuareg del Desierto del Sáhara. Pichler habla sobre la procedencia del alfabeto líbico-bereber, presentando numerosas teorías anteriores a su obra, que observan orígenes tan diversos como el semita, el fenicio, el numídico o el cartaginés; aunque según su opinión, el estudio del origen de esta lengua está supeditada a la especulación, ya que no se tienen fuentes certeras (2003: 198). Por el contrario, esta escritura puede datarse, según las inscripciones recuperadas, entre el siglo IV y III antes de 26 Cristo, y la desaparición del Imperio Romano. Aun así, las inscripciones rupestres presentan mayores dificultades, al ser esporádicas y fragmentarias (2003: 199). 3.1. Las manifestaciones precoloniales en el archipiélago: el corpus de estudio. El material de investigación relacionado con las inscripciones líbico-bereberes provenía casi en su totalidad de las islas más occidentales, principalmente de la isla de El Hierro, que es considerada el centro de la excavación arqueológica de la que más ejemplares intactos se han podido recuperar. Por el contrario, el resto de las islas occidentales, estas son La Palma, La Gomera y Tenerife, carecen de yacimientos rupestres tales como los herreños. En el oriente, hay diferencias entre Gran Canaria, isla con un desarrollo de la recuperación de manifestaciones textuales más lento, y las islas de Fuerteventura y Lanzarote, que suelen ser agrupadas en un mismo grupo, ya que poseen un corpus homogéneo. Las inscripciones rupestres canarias son las más septentrionales de entre los yacimientos del norte de África. Solo las manifestaciones de Ahaggar y Adrar se encuentran más al sur, ambas en la frontera entre Argelia y Mali, ya adentradas en el desierto del Sáhara. Imagen 9. Ejemplo de grabado líbico-bereber encontrado en Canarias. Fuente: elaboración propia (27 de enero de 2023), exposición permanente del Museo de Naturaleza y Arqueología de Santa Cruz de Tenerife. 27 La situación lingüística de Canarias tiene mucha similitud con el mundo beberófono, término que agrupa el conjunto de lenguas imazighen, como el tuareg, el tarifit o el tachelhit. En el campo de la escritura, puede observarse una gran aportación de datos relevantes al español de las islas, si se estudian las inscripciones rupestres halladasen todo el archipiélago. El alfabeto aborigen canario guarda mayor similitud con los alfabetos de los yacimientos de la Cabilia, al norte de Argelia, y de Masilius E, en Túnez. Además, la escritura canaria guarda gran relación con los yacimientos del Drâa, encontrados en Tinzouline y Aït Ouazik, localidades del Anti- Atlas marroquí, principalmente por su cercanía geográfica y por la similitud que guardan ambos grabados, lo que demostraría una relación entre inscripciones rupestres norteafricanas e isleñas (Springer 2001: 164-171). 3.1.1. Las islas orientales: Lanzarote y Fuerteventura. Entre 1992 y 1994, un equipo de lingüistas, capitaneados por el alemán Werner Pichler, llevó a cabo un trabajo de campo en Fuerteventura con el fin de hallar yacimientos de índole líbico-bereber en la isla, continuando el trabajo de investigadores anteriores, como Luis Benítez de Lugo. En el conjunto de la isla, Pichler y su equipo encontraron 25 paneles, distribuidos en tres zonas principales: el Cuchillete de Buenavista, en el centro de la isla; el barranco de Cavadero, al norte de Puerto del Rosario, y los Morretes de Tierra Mala, en Ajuy, en la costa occidental (2003: 214). La mayoría de los yacimientos encontrados en ambas islas se sitúan entre los 50 y los 400 m.s.n.m.11 (Springer 2001: 75), debido, en parte, a que tanto Fuerteventura como Lanzarote son las islas de menor relieve del archipiélago, por lo que la población vivía en zonas bajas y laderas cercanas a llanuras, ya que las zonas más altas oscilan entre los 700 y los 800 m.s.n.m. Las inscripciones encontradas en Lanzarote y Fuerteventura están realizadas mediante la técnica de la incisión o rayado, componiéndose en su mayoría de formas geométricas rectilíneas y de rayas entrecruzadas y paralelas (Springer 2009: 94). Springer también compara en una de sus obras el alfabeto líbico-bereber de Lanzarote con el herreño, encontrando numerosas 11 M.s.n.m. es una abreviatura de metros sobre el nivel del mar. 28 similitudes en los símbolos, excepto •, solo encontrado en grabados de El Hierro (2016: 37-38; ver anexo 6.2.5). Imagen 10. Grabados encontrados en Lanzarote. Fuente: elaboración propia (27 de enero de 2023), exposición permanente del Museo de Naturaleza y Arqueología de Santa Cruz de Tenerife. En especial, los hallazgos arqueológicos majoreros, casi todos orientados hacia el sur, fueron estudiados con gran detalle por Werner Pichler y su equipo, quienes compararon esas inscripciones con otras encontradas en la isla, de origen latino. En algunos casos, ambos caracteres convivían en los mismos paneles, es decir, que fueron utilizados tanto para la producción líbico-bereber como la latina (Pichler 2003: 215-217). Springer Bunk dice que el término escritura latina hace referencia a un tipo de escritura que no ha sido identificada de manera exacta (2009: 94). Imagen 11. Documentación de las inscripciones de Fuerteventura. 29 Fuente: Pichler 2003: 222-223. El panel de la izquierda (S 6) muestra la sucesión de símbolos más larga documentada en Fuerteventura antes de la publicación del libro. El decimotercer signo está dañado, pero ha sido transcrita como S2 WMW TLDNTS3 NMMNYYNDWN (Pichler 2003: 258). El segundo y tercer símbolos del panel M 3 son únicos en la escritura líbico-bereber canaria, aunque no se sabe si son el signo ⴷ, ejecutado de forma descuidada, o variaciones de otros signos preexistentes, como ⴷⵏ o ⵏⴷ (2003: 251-252). 3.1.2. Gran Canaria. La mayoría de los yacimientos de Gran Canaria se encuentran en los barrancos del sur y sureste de la isla, entre los 150 y los 500 m.s.n.m. (Springer 2001: 74), como Guayadeque o Balos. Esta última es la estación rupestre de la que más calcos se han recuperado, debido también a la baja urbanización en la zona, al encontrarse en zona tabaibal12. Otro lugar importante donde se hallaron inscripciones rupestres fue la caldera de Bandama, destacable por 12 En el español de Canarias, la tabaiba es el nombre de un tipo de arbusto que abunda “en los terrenos eriales o volcánicos de las Islas, desde las zonas cercanas al mar hasta los 500 ó 600 metros de altitud según las vertientes” (Academia Canaria de la Lengua, s.f.). La zona del Barranco de Balos, en el municipio de Agüimes, se caracteriza por ser una zona repleta de tabaibales. 30 encontrarse en la cercanía del núcleo urbano de Las Palmas de Gran Canaria, muy alejada del resto de lugares, aunque no pudieron ser calcados al encontrarse en mal estado. Aun así, las inscripciones más conocidas son las halladas en la estación rupestre de Bentayga, situada en el interior de la isla, en el municipio de Tejeda. Estos yacimientos se encuentran mucho más elevados que el resto, ya que el roque está ubicado dentro de una caldera volcánica a unos 1000 m.s.n.m. En la zona también se encuentran las Cuevas del Rey, una zona de excavaciones en la montaña, que podrían haber sido utilizadas por los aborígenes grancanarios como vivienda. Imagen 12. Grabados antropomórficos encontrados en Gran Canaria. Fuente: elaboración propia (27 de enero de 2023), exposición permanente del Museo de Naturaleza y Arqueología de Santa Cruz de Tenerife. Las inscripciones rupestres de Gran Canaria suelen mostrar temáticas antropomórficas o motivos geométricos curvilíneos, al igual que pinturas en varios colores, principalmente rojo, blanco y negro (Springer 2009: 94). Al comparar las escrituras de Gran Canaria con las de otros yacimientos, se han encontrado similitudes con las inscripciones de El Hierro, con las que guarda una mayor relación, y con las encontradas en Fuerteventura y Lanzarote. 31 En cuanto a su similitud con grabados encontrados en el norte de África, el alfabeto de Gran Canaria es similar al utilizado en las inscripciones rupestres halladas en Dougga, Túnez, siendo las únicas del archipiélago con una similitud notable que guarden relación con las de este parque arqueológico, que es uno de los mejores conservados en todo el norte de África. 3.1.3. Tenerife. Aunque Tenerife sea la isla más estudiada en todos los ámbitos relacionados con la cultura y la sociedad aborígenes, no se puede observar una producción textual tan extensa como la de otras islas, ya que solo se ha recuperado un yacimiento con inscripciones, en la estación rupestre de El Cabuquero, cerca del municipio de San Miguel de Abona, al sur de la isla (Springer 2001: 62). El emplazamiento de esta estación arqueológica, situada a 400 m.s.n.m., guarda relación con la economía pastoril de la isla y con el clima desértico propio de esta zona, por lo que se piensa que los grabados tenían un carácter lúdico o religioso (2001: 77). Imagen 13. Emplazamiento de la estación de El Cabuquero. Fuente: elaboración propia (28 de enero de 2023). Las inscripciones encontradas en Tenerife están realizadas mediante la técnica de la incisión o rayado, componiéndose en su mayoría de formas geométricas rectilíneas y de rayas entrecruzadas y paralelas (Springer 2009: 94). Según datos del Museo de Naturaleza y Arqueología de Santa Cruz de Tenerife, en la isla abundaban los grabados de estilo podomórfico, antropomórfico y zoomórfico, como en Gran Canaria, Fuerteventura y Lanzarote. Los grabados tinerfeños también destacan por incluir dameros, como en las islas orientales. 32 El legado de Tenerife al estudio de la población aborigen canaria guarda mayor relación con la sociología y la producción artística, ya que la mayoría de los objetos arqueológicos recuperados en los yacimientos tinerfeños son vasijas, cuencos o lanzas, siendo estos más importantes que la producción en escritura líbico-bereber. No obstante, el mayor atractivo cultural aborigen recuperado en la isla son las momias guanches, que permiten estudiar los hábitos alimenticios y patológicos de la población indígena. La mayoría de lasmomias fueron recuperadas en las cuevas de Las Cañadas del Teide, en las zonas más altas de la isla, donde los aborígenes enterraban a los fallecidos. El microclima de las zonas elevadas de Tenerife ha sido clave para su excelente conservación. La costa norte de la isla también ha sido un enclave de recuperación de restos humanos de los antiguos aborígenes, como una momia de aproximadamente dos meses de vida (ver imagen 15). Imagen 14. Calavera de momia guanche adulta. Fuente: elaboración propia (27 de enero de 2023), exposición permanente del Museo de Naturaleza y Arqueología de Santa Cruz de Tenerife. Imagen 15. Momia guanche incompleta de recién nacido. 33 Fuente: elaboración propia (27 de enero de 2023), exposición permanente del Museo de Naturaleza y Arqueología de Santa Cruz de Tenerife. 3.1.4. La Palma. Las inscripciones encontradas en La Palma son las de mayor tamaño de todo el archipiélago, aunque pueden compararse con los grabados de El Hierro por la complejidad de su composición. (Springer 2009: 94). Destacables por su tamaño y singularidad, los grabados de gran tamaño están acompañado por otros de menor dimensión, conformando un único panel (2009: 96) y asemejándose a las inscripciones de El Hierro y Gran Canaria. Algunos de los estilos de grabación más comunes son las espirales y los círculos concéntricos, característica que comparten con los grabados lanzaroteños. Es importante destacar que La Palma es la única isla de todo el archipiélago en la que solo se ha recuperado una estación rupestre (2009: 97), de la que se desconoce su procedencia. Springer habla de asociaciones similares encontradas en el norte de África, poniendo en valor la relación entre la escritura líbico-bereber de las islas con la del continente. Los motivos geométricos típicos del estilo de Tazina, encontrados en Tissint o Aït Ouazik (Marruecos) tienen una clara relación con las inscripciones líbico-bereberes de La Palma (2009: 102-103). Este estilo de grabación rupestre, que toma su nombre de uno de los yacimientos de la montaña argelina, es conocido por sus representaciones de “fauna arcaica” (2009: 102), representaciones zoomórficas acompañadas de figuras geométricas. Al igual que Tenerife destaca por la recuperación de momias guanches, el legado arqueológico de La Palma está protagonizado por la cerámica palmera, que muestra la 34 existencia de una oleada de poblamiento progresiva en la isla, manifestada en las técnicas de elaboración y decoración (Martín Rodríguez, E. 1992: 62-64). Esta cerámica es la mejor secuenciada de todo el archipiélago y ha sido dividida en cuatro fases según su datación y cronología (Mederos & Escribano 2002: 92). La mayoría de la producción cerámica de La Palma fue recuperada en las zonas estratigráficas de los Parques Arqueológicos de Belmaco (municipio de Mazo, zona sureste) y El Tendal (municipio de San Andrés y Sauces, al noreste). En La Palma no existe un único tipo de cerámica, aunque predominan las formas esféricas y elipsoides, acompañadas de una decoración más detallada según se acerquen más a la actualidad, ya que los expertos creen que, a medida que los auaritas fueron produciendo más cerámica manual, desarrollaron mejores puntos de extracción de arcillas (2002: 92-94). Los motivos decorativos de las vasijas de La Palma presentaban repeticiones de espirales, recordando a la temática habitual en el arte rupestre de la isla (2002: 95). Imagen 16. Representación de la isla de La Palma, según Leonardo Torriani. Fuente: Martín Rodríguez, F.G. 1986: 119. 35 3.1.5. La Gomera. Los recientes trabajos de recuperación arqueología en La Gomera han hecho que el archivo de representaciones en escritura líbico-bereber haya aumentado considerablemente en los últimos años, ya que fue la última isla en la que se hallaron inscripciones alfabéticas (Springer 2009: 97). Se trata de tres hallazgos rupestres en la isla, realizados mediante la técnica de la incisión o rayado, componiéndose en su mayoría de formas geométricas rectilíneas y de rayas entrecruzadas y paralelas (2009: 94). Imagen 17. Grabado geométrico encontrado en La Gomera. Fuente: elaboración propia (27 de enero de 2023), exposición permanente del Museo de Naturaleza y Arqueología de Santa Cruz de Tenerife. Los grabados gomeros no se caracterizan por haber desarrollado un estilo propio, como puede darse en otras islas, como Gran Canaria, ya que las representaciones más mayoritarias muestran motivos geométricos y alfabetiformes —inscripciones de caracteres del alfabeto líbico-bereber—, pero también dibujos de cazoletas y barcos, siendo este último uno de los más importantes, debido a la relación del pueblo gomero con el mar y a la cercanía de las costas orientales de la isla con Tenerife. Desde hace unos años, La Gomera ha sido objeto de estudio para arqueólogos y expertos en escritura líbico-bereber, apunta Navarro Mederos (2016: 21). Gracias a su trabajo, se han 36 podido hallar tres estaciones con inscripciones de esta índole, en El Pilar, la Cañada de la Fuente y Las Toscas de Guirre, lugar en el que se ha encontrado el mayor panel de escritura líbico- bereber del archipiélago (Barrios et al. 2014: 1329). Además de la producción de grabados en escritura líbico-bereber, la población gomera se caracterizaba por un lenguaje único en el archipiélago, el silbo gomero, que codificaba los sonidos de la lengua aborigen guanche de la isla y los transmitía en forma de silbido. A la llegada de los colonizadores castellanos, esta manera de comunicación se consideró “vulgar”, siendo los gomeros considerados “descendientes de unos delincuentes” (Trujillo 1980: 33). Según leyendas gomeras, el silbo fue la herramienta utilizada por los aborígenes durante los asedios castellanos a la isla para comunicar los planes de los conquistadores, llegando al punto de asesinar al señor de la isla, Hernán Peraza el Joven (1980: 33). En la actualidad, el silbo gomero, codificado con el castellano, es el único lenguaje silbado plenamente desarrollado del mundo y está considerado desde 2009 como Patrimonio cultural inmaterial por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO). 3.1.6. El Hierro. El Hierro destaca por ser la isla con mayor producción de escritura líbico-bereber de todo el archipiélago, además del lugar con mayores similitudes con las producciones líbicas de otros yacimientos arqueológicos, como el parque de Masilius E, en Túnez (Springer 2001: 171). En cuanto a la relación con otros yacimientos encontrados en Canarias, las pinturas rupestres herreñas son casi idénticas a las encontradas en Gran Canaria, que a su vez guardan relación con las de Lanzarote y Fuerteventura. No es de extrañar que sea en esta isla donde se encuentren el mayor número de inscripciones de origen líbico-bereber, ya que es la isla más joven y virgen del archipiélago, por lo que los primeros yacimientos se encontraban en zonas remotas de la isla, alejadas de los tres principales núcleos de población. La primera inscripción en escritura líbico-bereber se encontró en esta isla a finales del siglo XIX (Ruiz et al. 2000: 26), y desde entonces se ha promovido el desarrollo arqueológico y etnográfico en la isla del Meridiano. Los yacimientos de El Tejal y la Cueva de Don Gabino —ambos localizados en el municipio de Valverde— demarcaron los límites de las estaciones rupestres en la zona noreste 37 de la isla. Al situarse dentro de barrancos, estas inscripciones han podido ser conservadas gracias a los microclimas existentes en estas zonas (Ruiz et al. 2000: 31), que difieren del resto de la isla, caracterizada por su gran desnivel. Las cuevas encontradas en los barrancos poseen una producción nunca vista, ya que no es usual encontrarse once yacimientos rupestres en un mismo barranco,como es el caso del Barranco de Tejeleita (2000: 32). La mayor parte de las inscripciones líbico-bereberes herreñas estaban realizadas mediante la técnica del picado, y se componían de motivos geométricos curvilíneos o figuras simples (Springer 2009: 94). Estas inscripciones fueron halladas en 19 yacimientos, aunque no todos los paneles recuperados contenían grabados (Springer 2016: 31), Mora Aguiar habla de unos 114, que supondrían una muestra bastante representativa de la escritura líbico-bereber de Canarias (2021b: 81). Tras su análisis al corpus herreño, Mora Aguiar habla sobre la detección de morfemas gramaticales propios del líbico-bereber, como pronombres personales, preposiciones y conjunciones (2021b: 100), emparentándolas con inscripciones recuperadas en Numidia, zona en la que más paneles con escritura líbico-bereber se han recuperado. Además, se observa también una relación evidente con la “periferia meridional norteafricana”, revelando rasgos lingüísticos de “los actuales dialectos bereberes meridionales” (2021b: 100). 3.2. La relación de los hallazgos insulares con los norteafricanos. Usualmente el término escritura líbico-bereber es utilizado como conjunto de los diferentes alfabetos empleados por poblaciones del norte de África a la hora de escribir. Además, estos alfabetos se dividen en dos grupos principales: la escritura oriental y la occidental, pero, según teorías de la epigrafista Springer Bunk, las inscripciones líbico- bereberes de Canarias tienen una relación estrecha con las encontradas en las zonas orientales, es decir, la antigua Numidia, que se corresponde con el norte de Túnez y el oriente argelino (Mora 2021a: 40). En su propia obra, Springer Bunk ya habló sobre la relación de los restos arqueológicos de las islas con los encontrados en el continente norteafricano (2001: 169-171). Aunque exista una relación más cercana con los yacimientos del Alto Atlas, principalmente por su cercanía con el archipiélago canario, es importante destacar su cercanía con los grabados numídicos encontrados en Túnez, ya que “los sistemas de signos canarios adquieren una especial 38 importancia para todos los estudios de la historia de la escritura líbico-bereber” (2001: 170). Las inscripciones líbico-bereberes de Canarias suponen un testimonio directo de la época aborigen del archipiélago, además del resto de los pueblos amazigh del norte de África, al proporcionar una nueva disciplina a la hora de estudiar la historia reciente de ambas zonas (Mora 2021b: 101). La escritura líbica oriental tiene múltiples influencias que la han condicionado a lo largo de su historia. Debido a la localización geográfica de los pueblos que utilizaban esta escritura, estuvo influenciada por el idioma fenicio, hablado en la zona hasta el siglo VI a.C.; por el púnico, empleado por los cartagineses a partir del siglo IV a.C.; e incluso por el contacto con el Imperio Romano (Mora 2021a: 43). El corpus disponible del líbico oriental o numídico se compone, casi íntegramente, de epitafios y monumentos funerarios, aunque también se conservan algunas estelas oficiales en Dougga. Por otro lado, la escritura líbica occidental, propia de las provincias romanas de la Mauretania, presenta algunas dificultades para ser estudiada, ya que fue principalmente utilizada en grabados rupestres y ámbitos funerarios, por lo que son textos breves e incompletos, sin una datación histórica clara. Las únicas inscripciones que pueden datarse son las bilingües líbico-latinas, que corresponden a la época de presencia romana en la región, aunque algunos epigrafistas y académicos piensan que, en algunos casos, las inscripciones líbicas y latinas no guardan relación (2021a: 46). No es extraño que las grafías de la escritura líbico-bereber hayan ido cambiando con el paso de los años, sobre todo al tener en cuenta el gran periodo de tiempo durante el que han sido utilizadas, desde mediados del último milenio antes de Cristo hasta la actualidad, ya que algunos símbolos siguen siendo utilizados por los tuaregs u otras tribus saharianas (Springer 2009: 98). En su análisis al corpus herreño, Mora Aguiar habla sobre una relación evidente con el alfabeto líbico-bereber de Dougga (Túnez) y con las inscripciones rupestres de los pueblos amazigh del norte de África, haciendo referencia a la costa atlántica africana como el origen de los primeros pobladores de la isla (2021b: 101), al observarse una relación con los yacimientos arqueológicos de índole líbico-bereber del valle del Sous-Draa (Marruecos) y de la región del Sáhara Occidental. 39 3.3. Lo que queda del guanche. Estudio lingüístico. Aunque el término guanche haga referencia únicamente a la población aborigen de la isla de Tenerife, se utiliza como etnónimo para denominar a los habitantes primigenios del archipiélago (Trapero 2018: 17) y, por consiguiente, al grupo de lenguas allí habladas previa la llegada de los colonos castellanos. El idioma guanche agrupa todas las variedades lingüísticas habladas en las Canarias prehispánicas bajo un mismo término, pero desde la filología más actual se prefiere utilizar el término antigua lengua canaria o tamazight insular, que hace implícita una conexión con el tamazight continental, nombre bajo el que se conoce al conjunto de lenguas habladas por los pueblos bereberes del norte de África. Sobre la desaparición de la antigua lengua canaria, Loutf Guarani explica que esta no resistió mucho tiempo tras la conquista castellana del archipiélago, desapareciendo durante el siglo XVI. Aun así, esta lengua sigue vigente en términos utilizados en el español de las islas o, de manera más mayoritaria, en topónimos (2019: 40-41) y antropónimos. Gran parte de los accidentes geográficos de las islas tienen nombres heredados de la época prehispánica: Taburiente, Tinajo, Teide o Timanfaya, que en la actualidad denominan lugares por cuenta propia, sin necesidad de aclaraciones, es decir, un hablante puede referirse al Timanfaya o al parque de Timanfaya, al igual que a Tinajo, o al pueblo de Tinajo, ambos en Lanzarote. Otros lugares son designados con topónimos compuestos y mixtos hispano-canarios (Loutf Guarani 2019: 46), como el Barranco de Tenegüime, que es una repetición del mismo término, uno en castellano y otro en la antigua lengua canaria, con la finalidad de ser aclaratorio en español. Según el autor, los términos hispano-bereberes aplican, por un lado, un significado claro en la lengua hablada, el castellano (barranco), y, por el otro, un término de origen bereber (Tenegüime, Teguereste, Temisa), que el lector asumirá que guardará relación con la zona geográfica en la que se encuentran, aunque definan —según expertos lingüísticos— diferentes tipos de barrancos entre los que distinguían los aborígenes, ya que todos son topónimos de género femenino singular (2019: 46). En la isla de El Hierro, más de 200 topónimos son de origen bereber, según un estudio sobre toponimia aborígenes en la isla (Acosta 2019: 165), distintos de los guanchismos13 13 Acosta Armas define como guanchismos a los trasvases o préstamos de “palabras de origen guanche que . . . se han integrado en el español de Canarias tras haber pasado por su particular tamiz fonológico, morfológico y semántico” (2019: 161-162). 40 comunes en el español de Canarias. Los restos que quedan de la lengua guanche se reducen al léxico, habiendo también un número pequeño de nombres comunes, como destaca Maximiano Trapero en su estudio introductorio al Diccionario de toponimia de Canarias: Los guanchismos, publicado en 2018. Algunos de los ejemplos que muestra son chibusque (arbusto), goran o goro (círculo de piedras), taparucha (dique volcánico) o tegue (tierra arcillosa), que no son muy utilizados en el español de las islas, frente a otros más conocidos, como tabaiba o tajinaste (tipos de arbustos),
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