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Componentes étnicos de la nación cubana Jesús Guanche 2 Significación y actualidad de los estudios etnodemográficos en Cuba La etnodemografía o demografía étnica es una disciplina con radio de acción colindante con la etnografía (etnología1 o antropología cultural) y la demografía,2 pero tiene sus características particulares. Por un lado, la etnología,3 aunque se vincula, dentro de las ciencias sociales, al conjunto de las ciencias históricas, ocupa un área del conocimiento específico por su objeto de investigación y por los métodos particulares que emplea, entre los que sobresale la observación in situ del fenómeno o proceso social de contenido etnológico. De manera general, los etnólogos (etnógrafos, antropólogos culturales y sociales) investigan desde la génesis de los pueblos y su evolución histórica hasta la cultura material y espiritual —tradicional y contemporánea— en permanente transformación; desde las iniciales formaciones de bandas4 y comunidades gentilicio-tribales hasta las actuales naciones multiétnicas o uniétnicas. En este sentido, las teorías de la cultura, la culturología, la sociología cultural y otras ciencias relacionadas con la cultura, deben una buena parte de su desarrollo actual a todo el legado de información factual y al conocimiento acumulado por varias generaciones de etnólogos en todo el mundo, tanto en defensa de la dominación colonial o neocolonial, como de los intereses del progreso general de la humanidad o de un pueblo en particular. 1 La etnología es una de las cuatro subdivisiones de la antropología; se ocupa del estudio de pueblos y culturas en cuanto a sus formas tradicionales, y de su adaptación a las condiciones cambiantes en el mundo moderno. Los etnólogos estudian todos los aspectos de la cultura en el mundo contemporáneo e intentan comprender el conjunto de las diferentes culturas desde una perspectiva comparativa. 2 La demografía abarca el estudio interdisciplinario de las poblaciones humanas. Trata de las características sociales de la población y de su desarrollo a través del tiempo. Los datos demográficos se refieren, entre otros, al análisis de la población por edades, situación familiar, grupos étnicos, actividades económicas y estado civil; las modificaciones de la población: nacimientos, matrimonios y fallecimientos; esperanza de vida; estadísticas sobre migraciones, sus efectos sociales y económicos; grado de delincuencia; niveles de educación y otras estadísticas económicas y sociales. 3 En Cuba, la denominación de etnología ha tenido más difusión y se ha generalizado más desde el siglo XIX que la de etnografía o la de antropología cultural. 4 Sobre las características de las bandas como grupos humanos muy antiguos y estables véase a Frigolé, 1997:842-869. Componentes étnicos de la nación cubana Jesús Guanche 3 El objeto principal de la ciencia etnológica son los pueblos (etnos o etnias),5 una de las formas sociales de agrupación más antiguas, habituales y estables. Los etnos, en sus dife- rentes formas jerárquicas de existencia, desde las bandas hasta las naciones, han desempeñado y seguirán desempeñando —como condición inherente a la sociedad humana— un importante papel en el desarrollo histórico del progreso social, en estrecha relación con el ecosistema y las estructuras socioclasistas y económico-estatales correspondientes a las diferentes naciones.6 En la etapa nacional de la existencia histórica de los etnos o etnias —Cuba, como nación en desarrollo, se inscribe en este contexto— la investigación de los fenómenos nacionales debe abarcar, como cuestión de primer orden, la composición numérica de cada componente étnico en su decursar histórico, como vía para determinar en un momento dado, el alto grado de consolidación nacional (de maduración identitaria) respecto del abigarrado conjunto multiétnico que sirvió de génesis a la actual nación cubana. De ahí que la etnodemografía se enlace muy estrechamente con la etnohistoria. La aplicación por la etnología de métodos cuantitativos para el estudio de la población, usados comúnmente por la demografía, permite determinar las características de la estructura nacional desde el punto de vista étnico a partir de sus variaciones en el tiempo y el espacio; es decir, las modificaciones periódicas tanto de los procesos migratorios externos e internos, como del crecimiento natural de la población nacida en Cuba y las tendencias principales de asentamiento de cada uno de estos grupos humanos. 5 Según la lengua y la etimología de referencia. El término etnia (del griego ethnos, «pueblo»), en antropología, se refiere a la unidad tradicional de conciencia de grupo que se diferencia de otros por compartir lazos comunes de nacionalidad, territorio, cultura, valores, pertenencia antropomórfica o tradición histórica. La etnia no constituye una unidad estática, por lo que sus características pueden variar a lo largo del tiempo. El incremento de la población puede generar su desplazamiento, separación o transformación, al sufrir el contacto con otros grupos étnicos. 6 Para un conjunto de definiciones teóricas y metodológicas sobre el etnos y sus relaciones con otros componentes del sistema social véanse a Yu. Bromlei, 1986; y sobre la etnia y sus cualidades, a Roland J. L. Breton, 1983. Componentes étnicos de la nación cubana Jesús Guanche 4 Dos obras científicas recientes, el Atlas etnográfico de Cuba. Cultura popular tradicional7 y el Atlas de los instrumentos de la música folclórico-popular de Cuba,8 dedican sendas secciones a significar la evolución etnodemográfica de la nación cubana desde su fase formativa o etnogénesis hasta el presente (Elí y Guanche, 1990:91-94 y 1991:125-130). Todo ello representa una vía significativa para el desarrollo de la cartografía étnica, que abarca desde el poblamiento hasta las diversas manifestaciones de la cultura; o especializaciones como la organología, ya sea por familias de instrumentos musicales, o por las agrupaciones más características y su regionalización. El estudio de las características cuantitativas de la formación y desarrollo de la población cubana respecto de los componentes étnicos originarios, posee una gran significación científica y práctica, pues permite determinar con un alto grado de confiabilidad estadística las diferentes proporciones en la composición étnica histórica y actual de Cuba, el grado de difusión o regionalización de determinada forma de expresión língüica9 y cultural, así como las diferencias esenciales en la formación y el desarrollo de unas zonas del país respecto de otras. Para el contexto cubano es necesario aclarar, una vez más, que cuando se hace referencia a la composición étnica de la población de Cuba, no debe confundirse ni identificarse con la composición racial, pues el estudio de las «razas» o del polimorfismo humano (Harris, 1995:121-142) abarca fundamentalmente las características bioantropológicas de los individuos que componen determinado grupo humano.10 De esta composición se han obtenido en Cuba datos censales, limitados sólo al color de la piel, uno de los múltiples parámetros que existen para conocer las semejanzas y diferencias biológicas de las personas; de modo que los datos sobre composición racial son muy poco confiables, pues por encima del intento de clasificar a las personas en «amarillos, blancos, mestizos, mulatos, negros» u otra denominación, a partir del grado de pigmentación epitelial, el estudio de la composición racial abarca otros parámetros que profundizan con más precisión en este tema. Los actuales estudiosmuestrales tienden a suplir las deficiencias y limitaciones de los censos. 7 Centro de Antropología, Centro de Investigación y Desarrollo de la Cultura Cubana «Juan Marinello» y Centro de Informática y Sistemas Aplicados a la Cultura, CD-ROM, La Habana, 2000. 8 Centro de Investigación y Desarrollo de la Música Cubana (CIDMUC), Editorial de Ciencias Sociales y Ediciones Geo, 3 t., La Habana, 1997. 9 Se emplea el término língüico referido al uso habitual de la lengua para distinguirlo de lo lingüístico como estudio de la lengua. 10 Las diferencias entre «raza» (polimorfismo humano) y etnos superan ampliamente sus semejanzas, pues si la primera abarca en esencia las características físicas (biológicas) del ser humano y sus mecanismos hereditarios de transmisión, el segundo constituye uno de los tipos más antiguos y estables de organización social, que está condicionado por el modo de pensar y actuar de las personas en sociedad; en síntesis, es la diferencia e interacción entre natura y cultura. Véanse Kozlov y Cheboxarov, 1982:21-63; V. Alexeev, 1986; y Bertranpetit y Hernández, 1997:2-47. Componentes étnicos de la nación cubana Jesús Guanche 5 Por otra parte, el estudio de la composición étnica abarca, en nuestro caso, el enfoque sincrónico-diacrónico del poblamiento aborigen, hispánico, africano, chino, del Caribe insular, otros poblamientos de América, Europa y Asia, así como el más significativo de todos: el poblamiento cubano, es decir, la base humana histórica y actual que constituye en esencia el principal componente de la nación cubana en nuestros días. El criterio cuantitativo representa una importante vía para determinar el peso específico de cada componente étnico y para diferenciar, en el caso estudiado, el etnos-nación cubano principal (más del 98 % de toda la población actual) de los pequeños grupos étnicos representantes de otros pueblos. Debe distinguirse operativamente el grupo étnico (pequeña parte de un etnos que reside en el territorio habitado principalmente por uno o más etnos mayores, que constituyen un organismo etnosocial estable con aparato gubernamental o estatal propio), de la minoría étnica11 (etnos cuya totalidad o casi totalidad vive en su territorio de origen o pertenencia históricamente reconocido, junto a uno o más etnos cuantitativamente mayores dentro del contexto de uno o varios gobiernos o Estados).12 Generalmente, las minorías son grupos de personas que tienen en común caracteres étnicos, língüicos o religiosos, y que constituyen un porcentaje relativamente bajo de la población. Con frecuencia poseen menos derechos y menos poder político que los grupos mayoritarios. Una de las principales causas de su formación es la inmigración; pero también el asentamiento de un pueblo en un territorio ajeno puede dar lugar a que el pueblo nativo o conquistado se convierta en una minoría, como en el caso de los pueblos indígenas norteamericanos. A lo largo de la historia de Europa, por ejemplo, los lazos de los pueblos minoritarios con sus países de origen étnico han llevado a conflictos y guerras, como ocurrió en la antigua Yugoslavia. En una sociedad heterogénea pueden acentuarse las diferencias culturales y de clase entre diferentes elementos de la población, lo que es causa de desigualdades por discriminación. La lucha contra las injusticias discriminatorias hacia los grupos minoritarios en todo el mundo, iniciada durante la década de 1960, aún continúa, en términos generales.13 11 Véase en este sentido conceptual y con una visión mundial la obra de Pedro Ceinos (Cord.), 1990. 12 Otros antropólogos definen de manera contraria estas categorías; por ejemplo, José Luis Najeson,1984, considera a los indios norteamericanos como grupos étnicos «que advinieron en condiciones comunes de producción y en cuanto dichas condiciones no tienen carácter nacional»; mientras que Alicia Castellanos Guerrero identifica a los chicanos como «una minoría nacional que se conforma a partir de la colonia de un territorio y sobre la base de una comunidad nacional en su origen», por lo que el concepto de minoría se opone en «su posición de subordinación respecto a la nacionalidad mayoritaria, con base en sus características culturales, lingüísticas, raciales, religiosas o nacionales, y su contradictoria lucha por mantener sus territorios, sus culturas y sus identidades propias» (Castellanos Guerrero y López y Rivas, 1992:40-41). Por lo anterior, la cuestión de las minorías no puede definirse sólo por sus aspectos cuantitativos, sino por otros complejos factores históricos, de su etnogénesis, de sus relaciones interétnicas, territoriales, económicas, ecológicas, y otras, según cada grupo. 13 Véase «Minorías», en Enciclopedia Microsoft Encarta 2007. Componentes étnicos de la nación cubana Jesús Guanche 6 En este sentido, Cuba no posee minorías étnicas, sino tantos grupos étnicos o representantes particulares de otros etnos, cuantos conjuntos de residentes permanentes viven en el país en forma de pequeñas comunidades o en familias y que por separado no alcanzan actualmente el 1 % de toda la población.14 En relación con una hipotética e inexistente «minoría étnica», sólo pudiera considerarse, de manera especulativa, a los muy lejanos descendientes de aborígenes agroalfareros que habitan en la parte más oriental de la Isla; pero de hecho y por varias generaciones, ellos son cubanos muy mezclados ya con la población local, aunque conservan diversos rasgos físicos de sus ascendientes aruacos; pues como bien se ha señalado, los rasgos raciales no deciden la especificidad del etnos, como sí lo hacen los rasgos lingüístico-culturales, psicosociales y territoriales (Bromlei, 1996:13).15 Ese es uno de tantos peligros de confundir lo externo con lo interno, la apariencia con la esencia. Al mismo tiempo, los pequeños grupos étnicos residentes en Cuba (canarios,16 catalanes, chinos, españoles, gallegos, haitianos, jamaicanos, japoneses, vascos y otros de variada membresía) poseen los mismos derechos civiles y laborales que el resto de la población del país, y ello ha influido favorablemente en tres tipos de procesos étnicos muy interconectados debido a la acelerada mezcla con la población local: 1. En primer lugar, se acrecienta el grado de consolidación del pueblo cubano en tanto etnos-nación, en la medida no sólo que crece respecto de sí (crecimiento natural), sino que incorpora para sí a los nacidos en otros pueblos y sobre todo a sus descendientes. 2. Al mismo tiempo se acelera el proceso de asimilación natural de los grupos étnicos en el etnos nacional a partir de la primera o segunda generaciones, según el grado y la intensidad de la relación lingüístico-cultural (incluso matrimonial) del grupo o sus individuos respecto del etnos nacional cubano. 3. Debemos considerar también otros matrimonios mixtos, sobre todo de cubanas con extranjeros, que pasan a residir fuera del territorio nacional y cuyos descendientes, con el tiempo, formarán parte de otros contextos etno-culturales. Esto conduce, independientemente de las corrientes migratorias externas, a procesos específicos de división étnica. 14 Entre las monografías más recientes véanse Baltar, 1997; Sarusky, 1999; y Ruiz y Lim Kim, 2000. 15 El desconocimiento de las diferencias esenciales entre lo étnico y el polimorfismo humano, comúnmente divulgado como «lo racial», en relación con los remanentes culturales indígenas en Cuba ha conducido a calificar supuestas «reservas de indígenas» en la provincia de Guantánamo a comunidades campesinas cubanas del área de Yateras. Véase León Moya, 1996:5; y una elementalrespuesta al respecto en Guanche, 1998:44-46. 16 Para distinguir la etnicidad de los componentes hispánicos, véanse pp. 49-50. Componentes étnicos de la nación cubana Jesús Guanche 7 De manera que el referido criterio cuantitativo ayuda a conocer el grado de interacción de los pueblos en contacto y el nivel de desarrollo cualitativo alcanzado por los procesos étnicos tanto históricos como actuales generados por estas relaciones. Los gráficos 1 al 6 muestran las variaciones según los censos y/o estimados de los principales componentes étnicos en Cuba. Con el objetivo de dar respuesta a las necesidades prácticas y al propio quehacer científico, en muchos países la estadística de la población considera usual el estudio de la estructura nacional (étnica) e incluso lingüística, así como la composición numérica de cada pueblo según el lugar de nacimiento. Sin embargo, en la medida en que se desarrollan las investigaciones sobre importantes problemas de la población, en particular en lo que corresponde a la dinámica de la natalidad, se hace palpable que los demógrafos deben tomar en consideración otros factores condicionantes de esa dinámica, como la cultura popular tradicional, el modo de vida, la familia y la conducta habitual de las personas, cuyas investigaciones han estado constantemente en el centro de observación y acción de la antropología (véase Bruk:1981 y 1986). Debido al desarrollo de los vínculos entre ambas ciencias ha surgido una nueva disciplina, la etnodemografía, resultado del enfoque complejo de estas cuestiones y orientada inicialmente como auxiliar de las investigaciones etnológicas e histórico-sociales. Tenía por objeto la caracterización en el ámbito nacional (étnico) de las diversas regiones del mundo y la determinación de la composición cuantitativa y cualitativa de los pueblos y grupos étnicos, lingüísticos, religiosos y raciales, así como el estudio de los cambios que se efectúan en la estructura de la población por países y en la composición de los pueblos en su desarrollo histórico. De este enfoque global han surgido obras de gran interés con una valiosa información que se renueva periódicamente.17 Con posterioridad el campo de la etnodemografía se amplió y hoy día incluye el análisis etnológico de los principales exponentes demográficos, como la natalidad, la mortalidad y la nupcialidad, así como los procesos demográficos en su contenido étnico y su relación con la particularidad de los rasgos culturales tradicionales de los pueblos. Cualquier investigador no especializado en cuestiones de etnología y antropología cultural puede identificar falsamente a la comunidad étnica (nacional) con la racial, la religiosa e incluso la estatal. Sin embargo, la etnología proporciona a la estadística demográfica los medios y métodos necesarios para analizar y conocer la composición étnica a través de los censos u otras formas de registro masivo de la población, siempre que estos datos hayan sido previamente obtenidos. Particularmente en Cuba, este estudio es posible realizarlo con mayor precisión a partir de los datos de los censos de 1861 a 1970, con las necesarias estimaciones intercensales de las principales tendencias, pues lamentablemente el censo de 1981 no previó la composición de la población de Cuba por el lugar de nacimiento y volvió a limitar la composición falsamente «racial» sólo a su aspecto más superficial en el doble sentido del término, es decir, el color de la piel. 17 Véanse, entre otras obras, Bruk, 1985, 1988:30-45; Kozlov, 1978:102-113; y Colectivo de autores, 1984 y 1985. Componentes étnicos de la nación cubana Jesús Guanche 8 La conjunción entre la etnología y la demografía está determinada por el punto de vista étnico en la estadística de la población y sus principales indicadores sociodemográficos y culturales.18 Principales fuentes cubanas para la investigación etnodemográfica La mayor parte de la bibliografía existente en Cuba sobre el estudio nacional de la población está enfocada desde el ángulo estrictamente demográfico,19 con algunas referencias a los componentes étnicos originarios (Morejón, 1976:121-171), pero con la referida confusión de lo «racial» por lo étnico (Fernández, Pavón y Hernández, 1976: 106).20 Se escapa de esta tendencia la importante obra de Fernando Ortiz (1881-1969) y la de Juan Pérez de la Riva (1913-1976), a manera de dos significativos ejemplos. La preparación multifacética del primero lo condujo, en determinada etapa de su vida, a levantar el estandarte generalizador de la cultura frente al constreñido criterio biologizante de la «raza», lo que le posibilitó —junto con una serie de artículos críticos e inspirado en el ideario martiano—21 la realización de 18 Las investigaciones sociales complejas tienen cada vez un mayor contenido transdisciplinario, lo que rompe las falsas fronteras entre una disciplina científica y otra o entre las diversas ramas de la ciencia. Véase una discusión al respecto en: «Transdisciplinarity: Stimulating Synergies, Integrating Knowledge». UNESCO, Division of Philosophy and Ethics, 1998. 19 Comité Estatal de Estadísticas. Atlas demográfico de Cuba, La Habana, 1979; y Comité Estatal de Estadísticas e Instituto Cubano de Geodesia y Cartografía. Atlas demográfico nacional, La Habana, 1985. 20 Otro ejemplo de ello se observa en una parte del Informe Central al Tercer Congreso del Partido Comunista de Cuba en lo referente a la organización política y su representatividad, cuando señala: «La composición étnica de nuestro pueblo, unida al mérito revolucionario y al talento probado de muchos compatriotas, que en el pasado eran discriminados por el color de la piel, debe estar justamente representada en los cuadros dirigentes del Partido», La Habana, 1986:95-96. 21 Véanse de Fernando Ortiz. «Martí y las razas» y «Martí y las razas de librería», en Martí humanista. Comp. de Isaac Barreal y Norma Suárez. Fundación Fernando Ortiz, La Habana, 1996. Fernando Ortiz en su biblioteca de L y 27 en el Vedado. Componentes étnicos de la nación cubana Jesús Guanche 9 una de sus más importantes monografías.22 El segundo, por su formación de geógrafo, historiador y estadista, abordó múltiples cuestiones inherentes a la historia étnica de Cuba, y ahondó en el enfoque etnodemográfico de la población aborigen, africana, china y del Caribe insular.23 En este sentido, aportó una amplia bibliografía que acumula el legado anterior y la convierte en una fuente de primer orden. Al mismo tiempo, una fuente básica para esta investigación es el conjunto de censos de relativa confiabilidad efectuados en Cuba desde el período colonial hasta el presente24 y que recogen en su información primaria el lugar de nacimiento de las personas residentes en Cuba. A diferencia de los indicadores de «raza» y ciudadanía, el lugar de nacimiento tiende a reflejar mejor que los otros la composición etnorregional de procedencia o de pertenencia; pues —como hemos señalado—, la noción de «raza» está limitada al color de la piel y la ciudadanía indica sólo el status jurídico; de manera que el simple cambio de ciudadanía complica en extremo el análisis de este último indicador. Sin embargo, el lugar de nacimiento es un dato global que tampoco indica con precisión la composición étnica, pues tanto la inmigración hispánica como la africana —que son las principales y más estables oleadas de poblamiento externo tras el genocidio aborigen— tienen carácter multiétnico y abarcan amplios territorios de procedencia, pero al menos concretan determinadas cifras operativasrespecto del total de la población de la Isla en cada uno de los cortes censales, lo que permite un análisis comparativo con otras fuentes para la investigación. Para dar alternativas de solución a las diversas incógnitas que se presentan existe otra fuente no muy estudiada, los archivos parroquiales, cuyo análisis muestral nos ha permitido, no sólo caracterizar las áreas y pueblos de procedencia de las inmigraciones hispánica y africana —por ejemplo—, sino de otros lugares de América, Europa y Asia; y conjuntamente, medir la significación que tiene desde los primeros años estudiados, la población nacida en Cuba con independencia del origen de los progenitores. La comparación de ambas fuentes permite señalar que: 22 El engaño de las razas (1946), La Habana, 1975. 23 Véanse de Juan Pérez de la Riva, entre otras obras: «Desaparición de la población indígena cubana», en revista Universidad de La Habana, no. 196-197, La Habana, 1972; Contribución a la historia de la gente sin historia, La Habana, 1974; El barracón y otros ensayos, La Habana, 1975; ¿Cuántos africanos fueron traídos a Cuba?, La Habana, 1977; El monto de la inmigración forzada en el siglo XIX, La Habana, 1979; «Cuba y la migración antillana, 1900-1931», en La República Neocolonial, tomo II, La Habana, 1979; y Los culíes chinos en Cuba, La Habana, 2000. 24 La mayoría de los demógrafos cubanos coinciden en señalar como confiables o auténticos durante el período colonial los censos de 1774, 1792, 1817, 1827, 1841, 1861, 1877 y 1887. Véanse Las estadísticas demográficas cubanas, La Habana, 1975:7-32; y Juan Pérez de la Riva. Los demógrafos de la dependencia, La Habana, 1979. Componentes étnicos de la nación cubana Jesús Guanche 10 Los censos, padrones o matrículas registran por un lado el número y los atributos de quienes residen en una localidad y, por extensión, en un área. Por su parte, los registros civiles o parroquiales anotan en forma consecutiva los principales acontecimientos —nacimientos, defunciones o matrimonios— acaecidos en un lugar. El primer tipo de fuente proporciona una visión puntual y plana de las características o de la situación de un grupo de personas en el momento de la enumeración. El segundo recoge, día a día o agrupadas por períodos más largos, las vicisitudes vitales, en suma el movimiento de la población. La información estática y la dinámica no se excluyen, sino que una con otra se complementan. Cruzándolas cabe verificar la congruencia o no de los datos preservados de la acción del tiempo y, por inferencia, su fiabilidad o, al revés, su inconsistencia (Sánchez-Albornoz, 1994:17). En relación con la población hispánica, la información acerca de la procedencia que aparece en los archivos parroquiales es muy heterogénea, pues lo mismo se encuentra registrada por la villa, comarca, pueblo, ciudad, principado o arzobispado, de modo que es necesario cotejar un gran volumen de información para abarcar tanto las regiones históricas como las etnográficas y lingüísticas, hasta inferir, según la naturalidad del residente, su pertenencia étnica. Al propio tiempo, la comparación de la información de archivos con la censal y otros trabajos al respecto, posibilita valorar cambios cualitativos y cuantitativos en los procesos migratorios, así como determinar que el mayor peso de la inmigración hispánica, tanto respecto de sí misma como del total de la población de Cuba, no fue durante el período colonial, sino en las tres primeras décadas del siglo xx. En el caso específico de la población de procedencia africana, los archivos parroquiales permiten corroborar que la inmensa mayoría (más de 90 %) de la población censada durante el período colonial como «negra» era esclava y africana25 —por lo que aparece regularmente la denominación genérica o metaétnica del individuo—; y que, opuestamente, la inmensa mayoría de la población censada como «mulata» era libre y nacida en Cuba. Ello también se comprueba a través de la composición sexual de la población según el color de la piel, ya que mientras la población catalogada como «blanca» y «negra» presenta mayores índices de masculinidad, la población «mulata» es muy equilibrada en todos los censos. En sentido contrario, tanto la población negra, libre y nacida en Cuba, como la mulata, esclava y africana, no poseen una significación estadística estimable como para refutar la tendencia principal. Al contrario, permite confirmar que el punto culminante de la entrada de africanos a Cuba se efectuó durante la primera mitad del siglo XIX y que este flujo tiende a declinar paulatinamente hasta su virtual desaparición tras la abolición de la esclavitud. Por ello, y por otros estudios más exhaustivos de los procesos transculturales, la inmensa mayoría de las manifestaciones culturales en el siglo XX que han sido calificadas superficialmente como «africanas» u operativamente «afrocubanas», según su procedencia, son esencialmente cubanas pues sus portadores y transmisores 25 Los trabajos del Rafael L. López Valdés caracterizan los «Problemas para el estudio de los componentes africanos en la historia étnica de Cuba», en Componentes africanos en el etnos cubano, La Habana, 1985:74- 105. Componentes étnicos de la nación cubana Jesús Guanche 11 fundamentales son personas nacidas y formadas en Cuba y descendientes por varias generaciones de individuos culturalmente condicionados por el contexto nacional. El análisis de otros poblamientos desde América, Europa y Asia es posible realizarlo mediante la información censal existente, así como compararlos con los resultados de otras investigaciones demográficas y etnológicas. Finalmente, para el poblamiento cubano, como resultante histórica de las anteriores formas de asentamiento, aunque la información censal permite su reconstrucción desde mediados del siglo XIX (1861), los datos que se obtienen de los diferentes archivos parroquiales posibilitan medir su alta significación (primero como población criolla) desde la etapa anterior al primer censo efectuado en Cuba (1774) hasta el proceso formativo de la nación cubana. Todo ello hace posible una nueva lectura del poblamiento de Cuba a partir de sus componentes étnicos originarios hasta la población cubana contemporánea. Componentes étnicos de la nación cubana Jesús Guanche 12 Componentes étnicos indoamericanos La presencia en Cuba de los primeros pobladores, de acuerdo con el estado actual de las investigaciones arqueológicas, puede ubicarse entre el séptimo y el octavo milenios a.p.,26 aunque los fechados radiocarbónicos 27 obtenidos en Cuba hasta el presente indican una antigüedad de 6 000 años a.p. Su migración hacia Cuba está considerada por tres rutas posibles: «desde la parte sudeste de los Estados Unidos [de América] hacia las Bahamas y de ahí hacia las Grandes Antillas; desde las costas de Honduras y Nicaragua hacia Jamaica y de ahí a las Antillas Mayores; por último, por la vía más conocida hasta ahora, desde las costas del nordeste de la América del Sur, a través del arco de las Antillas Menores y de allí hacia las Antillas Mayores» (Tabío, 1976-1977:49). Sin embargo, recientes hallazgos líticos en el área central de la Isla deben arrojar estimados cronológicos muy anteriores a las dataciones obtenidas. Al inicio de la conquista, el monto demográfico se ha estimado en 112 000 personas (Pérez, 1973:84), a partir del número de residuarios encontrados, así como del estudio de la vegetación autóctona. Sin embargo, si se toma en cuenta la antigüedad del poblamiento indígena, esta estimación inicial pudiera elevarseconjeturalmente a unos 500 000 habitantes (Álvarez y Caballero, 1985:9). De ellos, el 10 % eran recolectores y cazadores que no conocían la agricultura, y el 90 % restante vivía en comunidades gentilicias con un mayor nivel de desarrollo, tenían un conocimiento más especializado de la agricultura y descendía, ante todo, de los aborígenes aruacos que aún habitan en el área nordeste de Sudamérica. 26 a.p.: Antes del presente equivale a 1950, según convención internacional. 27 Las técnicas de datación con radiocarbono, desarrolladas en un primer momento por el químico estadounidense Willard Frank Libby y sus colaboradores de la Universidad de Chicago en 1947, suelen ser útiles para la datación en arqueología, antropología, oceanografía, edafología, climatología y geología reciente. Por medio de la actividad metabólica, el nivel de carbono 14 en un organismo vivo se mantiene en equilibrio con la atmósfera o con el de otras partes de la reserva dinámica terrestre, como el océano. A partir de la muerte del organismo, el isótopo radiactivo empieza a desintegrarse a un ritmo conocido sin ser reemplazado por el carbono del dióxido de carbono atmosférico. Su rápida desintegración limita, en general, el período de datación a unos 50 000 años, aunque a veces se extienda el método hasta 70 000 años. La incertidumbre de la medida aumenta con la antigüedad de la muestra. Aunque el método se adapta a una gran variedad de materiales orgánicos, su precisión depende del valor usado para la vida media de las variaciones en las concentraciones atmosféricas de carbono 14 y de la contaminación. En 1962, la vida media del radiocarbono fue redefinida desde 5 570 ± 30 años a 5 730 ± 40 años; por ello, algunas determinaciones anteriores requieren un ajuste, y debido a la radiactividad introducida en los últimos años en la atmósfera, las dataciones de radiocarbono se calculan desde 1950. La escala temporal del carbono 14 contiene otras fuentes de incertidumbre que pueden producir errores entre 2 000 y 5 000 años. El problema más grave es la contaminación posterior al depósito, que puede estar causada por filtración de agua subterránea, por incorporación de carbono más antiguo o más joven, y por captación de impurezas en el terreno o en el laboratorio (véase Enciclopedia Microsoft Encarta 2007). Componentes étnicos de la nación cubana Jesús Guanche 13 De esta población agricultora, más del 50 % se encontraba asentada en el territorio de la actual provincia de Holguín —en particular, en el área que rodea la Bahía de Nipe (Levisa- Mayarí-Banes)— y alrededor del 40 % se ubicaba en las actuales provincias de Camagüey, Ciego de Ávila, Sancti Spíritus, Villa Clara y Cienfuegos, lo que refleja una tendencia paulatina de poblamiento de oriente a occidente. La historia de la población aborigen de Cuba en los tiempos de la conquista hispánica puede realizarse a partir de dos fuentes principales, que se relacionan y complementan entre sí: tanto la historia escrita (Las Casas, 1837, t. 15:280 y ss.; Velázquez, 1965, t. I:71-85) —en el presente caso se corresponde con las crónicas de la época—, como la Arqueología (Torre, 1854; Guiteras, 1865-1866) ofrecen una importante información acerca de los primeros pobladores del archipiélago cubano. Con los trabajos de los cronistas existen múltiples dificultades, pues el grueso de la información que se ha empleado corresponde al enjuiciamiento que sobre las comunidades antillanas fue reuniéndose y este se encuentra muy influido por la comunidad aborigen encontrada en lo que hoy se co- rresponde con los territorios de Haití y la República Domi- nicana. En el primer caso, la información sobre Cuba se encuentra principalmente en la obra de fray Bartolomé de Las Casas, dictada por éste años después de los acontecimientos observados. También, las informaciones enviadas por los funcionarios a la Corona Española, que se iniciaron con las Cartas de Relación de Diego Velázquez, constituyen otra significativa fuente. Todo este material se encuentra realmente impregnado de prejuicios sobre las características específicas de las comunidades aborígenes, refleja intereses políticos y de riqueza personal, así como apasionamientos circunstanciales propios del momento histórico en que les tocó vivir a sus autores. Denotan, valoraciones de las culturas de los otros (los observados) desde el paradigma cultural de los observadores, pero constituyen importantes testimonios de toda una época. En los estudios arqueológicos, resulta muy difícil para esta disciplina establecer con precisión las fechas para los materiales que colecta, y solamente en casos muy excepcionales como los análisis cronológicos físico-químicos, la estratigrafía y otras evidencias materiales (entre las que se encuentran restos del propio ser humano) permiten ofrecer una datación aproximada (Dacal y Rivero:1986). Todo lo anterior produjo una concepción histórica muy parcializada, primero a partir de los cronistas de Indias, cuya elaboración se inició en Cuba desde mediados del siglo XIX, cuando llegan los primeros ejemplares de las obras de Las Casas. Pueden destacarse en Fray Bartolomé de Las Casas (1484-1566) Componentes étnicos de la nación cubana Jesús Guanche 14 este sentido los referidos trabajos de los cubanos José María de la Torre y Pedro J. Guiteras. El primero intentó establecer hipotéticamente la situación geográfica de los cacicazgos que pudieron haber existido; y el segundo abrió un nuevo enfoque en el estudio de la historia de Cuba, cuando la inicia con cinco capítulos dedicados al poblamiento aborigen, aunque parte —igual que el anterior— de la obra de los cronistas. Esto puede considerarse como la visión española de los aborígenes en Cuba entre 1492 y el inicio de la conquista. Los arqueólogos, por su parte, han estado influidos por esta historia escrita y han tratado de reconstruir el pasado con el empleo de la misma terminología de los cronistas, que en gran medida obedecía a transcripciones de las denominaciones usadas por los propios aborígenes. Los estudiosos realizaron estimaciones de nombres de acuerdo con la toponimia de las regiones, los hábitos alimentarios, las costumbres, la flora, la fauna y los mitos que formaban parte del entorno natural y cultural aborigen. Todo ello comenzó a ser considerado por las investigaciones arqueológicas, que buscaron las huellas de los primeros pobladores de Cuba. Guanahatabeyes, ciboneyes y taínos fueron distinguidos por sus niveles de desarrollo socioeconómico. La existencia histórica de cacicazgos como el de Maniabón o el de Guaniguanico sirvieron de estímulo para localizar al guanimiquinaje o al mayohuacán, que también fueron referidos por los cronistas, pero ni el pequeño cuadrúpedo ni el gran idiófono de madera, respectivamente, han podido ser encontrados. De manera acumulativa la arqueología ha logrado aún poca información de los momentos de la colonización, pero debemos destacar que precisamente donde parece haber estado ubicado un cacicazgo aborigen (Maniabón), se localizó un importante sitio conocido como El Yayal, en el cual el ilustre investigador holguinero Eduardo García Feria encontró obje- tos que correspondían al período del encuentro mutuo entre aborígenes e hispánicos. Posteriormente, las investigaciones dirigidas por José M. Guarch (1987:25-40), en el sitio Chorro de Maíta, hoy museo, han permitido a la arqueología adentrarse en el estudio de los aborígenes de Cuba entre fines del siglo XV y principios del XVI. La arqueología ha tenido éxitos y ha podido llevar el conocimiento de la historia de las comunidades aborígenes dentro de los parámetros que esta disciplina permite y ha iniciado un proceso de estudio quenos ayuda a comprender mejor la sociedad comunitaria de Cuba y su cultura, cuando sufrieron el impacto de la colonización (Rey, 1989:13-35; y Moreira, 1999). Los estudios de las culturas aborígenes de Cuba en su proceso de más de un siglo han llegado a establecer diversos términos para designar a los grupos que habitaron la Isla. Dujo taíno. Mueso Antropológico Montané, Universidad de La Habana Componentes étnicos de la nación cubana Jesús Guanche 15 Estos términos han evolucionado y siguen evolucionando, de manera tal, que son muy diversos y de diferente alcance, de acuerdo con el propio desarrollo de la ciencia arqueológica y con los enfoques que los investigadores emplean para sus estudios. Resulta más operativo, para referirnos a las comunidades aborígenes en el momento de la conquista, emplear la terminología que usaron los hombres que vivieron, observaron y escribieron sobre aquella etapa. De modo que al referirnos a 1492 y los años siguientes, hablaremos de guanajatabeyes, ciboneyes y taínos, denominados posteriormente por los estudiosos como preagroalfareros28 a los dos primeros y agroalfareros29 a los últimos, más desarrollados. Los guanajatabeyes y ciboneyes (preagroalfareros) fueron aquellas comunidades que vivieron en las zonas periféricas de los centros de población más importantes que existían en el archipiélago cubano durante el siglo XVI. Se trataba de pequeños grupos dedicados a la caza, la pesca y la recolección, tanto de productos vegetales, como de algunas especies de la fauna terrestre y marina, como es el caso de ciertos géneros de moluscos propios de zonas costeras. Desde el punto de vista económico se destaca el hecho fundamental de que no practicaban la agricultura, concebida esta como la siembra, cuidado y cosecha de plantas ya domesticadas por el ser humano, con todas sus implicaciones tecnológicas. Vivían en zonas cercanas a las costas, en cayos y pequeñas islas, y la mayor densidad posible de su población, en la época de referencia, se encontraba hacia la región occidental de Cuba. Estos hombres parecen corresponder a una población que llegó a Cuba en un período muy temprano, y en los años en que permanecieron como grupo sociocultural, crearon una buena cantidad y variedad de instrumentos de trabajo, especialmente hechos de la concha de grandes moluscos. También emplearon la madera dura para hacer algunas vasijas que han llegado hasta nuestros días. En cuanto a la piedra, realizaron objetos muy interesantes por su forma, proporciones y acabado, como las llamadas esferolitas (bolas de piedra), las dagas líticas y las enigmáticas figuras ovoides que tallaron en cuarzo; emplearon minerales blandos como la hematita, que molían en morteros muy bien trabajados. Rendían culto a los muertos, que enterraban de acuerdo con rituales y posiciones bien definidas. Dejaron un arte rupestre, generalmente de formas geométricas, cuya complejidad también resulta enigmática. Fueron creadores de uno de los conjuntos pictográficos más interesantes de Cuba, ubicado en Punta del Este, al sur de la Isla de la Juventud, donde cientos de círculos concéntricos, cruces y flechas, en colores ocre y negro, permiten deducir un conocimiento elemental, pero significativo, para medir el tiempo. 28 La referida obra de Moreira los estudia en: comunidades de cazadores-recolectores (Levisa, 5140 a.p., 3190 a.n.e.), de pescadores-recolectores-cazadores (Canímar Abajo, 4700 ± 70 a.p., 2750 a.n.e.) y pescadores- cazadores-recolectores con posible agricultura esporádica (Santa Cruz del Norte, 4045 ± 75 a.p., 2095 a.n.e.) (1999:29-96). 29 De modo general son estudiados por Moreira como comunidades agricultoras El Paraíso, Santiago de Cuba, 1130±150, 820 d.n.e. (1999:97-182). Componentes étnicos de la nación cubana Jesús Guanche 16 El conjunto humano de los taínos (agroalfareros) habitó gran parte del territorio de Cuba, y sus asentamientos más significativos pueden situarse en la región centro-oriental, en las llamadas Lomas de Maniabón, región montañosa de la actual provincia de Holguín; en zonas de la costa norte de la provincia de Ciego de Ávila; y en el área sur de la Isla, en la región meridional de la Sierra del Escambray, desde Cienfuegos hasta la desembocadura del río Agabama. Además, vivieron en los valles del sistema montañoso de Sagua-Baracoa, en la actual provincia de Guantánamo, donde existió también una zona de relevante densidad demográfica. Todo ello nos permite confirmar que entre las tres cuartas y las nueve décimas partes de la población aborigen se encontraba en estas zonas. Los taínos estaban constituidos en grupos gentilicios de descendencia matrilineal y organizada en cacicazgos, en los cuales existía una división social del trabajo de tipo jerárquica, propia para la dirección de un ciclo económico agrícola. Cultivaban plantas como la yuca (Manihot esculenta, G.), el algodón (Gossypium barbadense, L.), el maíz (Zea mays, L.), el tabaco (Nicotina tabacum, L.) y la piña (Ananas comosus, Merril), entre las más importantes. Los sacerdotes o curanderos (behíques) dominaban el uso de una amplia gama de plantas medicinales (algunas alucinógenas) y un conjunto de mitos de larga tradición intergeneracional, plasmado en su arte a través de excelentes ídolos (cemíes) de madera, piedra y concha, y en una gran variedad de vasijas de cerámica, modeladas y grabadas con expresiones simbólicas que reflejan su propia mitología y su pensamiento cosmovisivo, surgido de sus remotos orígenes. Su economía y la organización social alcanzada condicionaron la realización de determinados rituales como el de la cohoba, donde caciques y behíques, aspiraban polvos alucinógenos y procedían a efectuar el ritual en el que se narraban de forma oral tradiciones inherentes a la colectividad, o se efectuaban grandes ceremonias (areítos), donde se danzaba y ejecutaba una música hoy lamentablemente desconocida. Estas fiestas poseyeron una importante función social dentro de su cultura y en ellas se consumían algunas bebidas de contenido alcohólico, debido a la fermentación de especies vegetales como el maíz (véanse Fariñas, 1995:31-79 y Moreira, 1999:149-162). Los taínos han dejado sus huellas en un gran número de sitios, donde se pueden observar los montículos que correspondieron a sus poblados, y sobre todo, han quedado lo que pudieran haber sido sus plazas ceremoniales, enmarcadas con los llamados muros, hechos Planta de yuca (izquierda) y su tubérculo comestible (derecha). La especie cultivada por los aborígenes Componentes étnicos de la nación cubana Jesús Guanche 17 de una acumulación de tierra, en cuyo centro dejaban un área rectangular. Estos espacios pueden estar asociados, al igual que en otras partes del continente, a juegos de pelota, como los que fueron practicados en otras islas de las Antillas Mayores. La sociedad taína dominó las técnicas agrícolas y como todo pueblo en este estadio de desarrollo, fue capaz de medir el tiempo para fijar los períodos de siembra, cuidado y cosecha de cada una de las plantas o los ciclos productivos de las frutas que le servían de alimento. Poseyeron grandes canoas que les permitieron la comunicación entre las islas. Fueron grupos organizados con un nivel de desarrollo que estaba rebasando ya la cooperación simple de la sociedad comunitaria y marchaba hacia el establecimiento de una etapa superior en la historia de la humanidad: la sociedad de clases. Este desarrollo se truncó de manera violenta por el impacto de la colonización, cuyas características llevaron a la casi total desaparición de estos grupos desde el punto de vista demográfico, debidoal exterminio físico por las crueldades inherentes al enfrentamiento directo, a las diversas enfermedades bronco-pulmonares desconocidas para ellos, al bajo índice de crecimiento natural y la alta mortalidad infantil. Así, su población quedó reducida a unos pocos miles de individuos en los primeros cincuenta años de la conquista, tal como se puede apreciar en el Gráfico 1. Quienes quedaron y no se encontraban apalencados,30 fueron concentrados en los llamados «pue- blos indios» de El Cobre y Jiguaní, en el área oriental, y en Guanabacoa, en La Habana. 30 Grupos de aborígenes se desplazaron hacia las áreas montañosas y de difícil acceso y formaron refugios y palenques (pequeñas comunidades). Planta de maíz y su fruto Componentes étnicos de la nación cubana Jesús Guanche 18 El intenso proceso de mestizaje también condujo a la asimilación de estos por los que poblaron posteriormente la Isla, pero todavía en el siglo XIX aparecen sus descendientes en algunos archivos parroquiales (Vega, Navarro y Ferreiro, 1987:56-61) y hoy se les encuentra, ya muy mestizados, como parte de la población cubana en la provincia más oriental de Cuba. El proceso histórico producido a causa de la convivencia mutua entre indígenas e hispánicos se manifestó, desde el punto de vista étnico, como un proceso de asimilación étnica forzada, que en el presente caso consistió en la disolución —por muerte y por mestizaje biológico- cultural del grupo de menor nivel de desarrollo tecnológico y económico (pero mayoritario)— en el grupo dominador desde el punto de vista socioeconómico. Si entendemos que «genocidio no significa necesariamente la inmediata destrucción de una nación o grupo nacional o el exterminio de todos sus miembros [sino que] se dirige a la desintegración de la cultura, el idioma, la salud» (Rey, 1976-1977:52), lo que se efectuó entre los aborígenes fue un etnocidio demográfico y no precisamente un genocidio cultural en su sentido total. Esta no fue una guerra a muerte donde los contrincantes no tuvieron contactos sociales sistemáticos, sino un violento encuentro en que ambos convivieron más de un siglo. La cultura de los pueblos que se manifiesta a partir de un complejo sistema de relaciones sociales está sujeta a la ley de tradición y renovación, tanto de las creaciones tangibles GRÁFICO 1. DESPOBLAMIENTO ABORIGEN EN CUBA (1510-1555) ESTIMADO EN MILES 0 20 40 60 80 100 120 1510 1515 1520 1525 1530 1535 1540 1545 1550 1555 Fuente: Pérez de la Riva, 1973:84 E N M IL E S Portada de un catálogo fotográfico de Julio A. Larramendi sobre descendientes de aborígenes cubanos en Guantánamo. Componentes étnicos de la nación cubana Jesús Guanche 19 como en la transmisión del conocimiento de una generación a otra. La cultura es un fenómeno social extremadamente dinámico que persiste y se propaga mucho después de la muerte de sus portadores que previamente la han transmitido (Guanche, 1983:112). Por ello, en Cuba, la relativa desaparición o eliminación física de la mayoría de los aborí- genes no implicó necesariamente el exterminio de su herencia cultural ni de toda la descendencia. Durante la segunda mitad del siglo XVII, quizá el menos estudiado en Cuba, aparecen varias referencias a la población indígena asentada en la Isla. El alférez Domingo Rodríguez Galindo comandaba la compañía «de los Yndios Naturales desta Ciudad», Santiago de Cuba, y en marzo de 1668 el gobernador Bayona lo envía «con dies y seis hombres de su Compañía los mas practicos desta costa», a recorrerla para evitar los robos que los bucaneros realizaban con el ganado y los instruyó de que si echaba «el enemigo gente a montear degollarla y traer Vn prisionero para tomar las noticias necesarias».31 En 1682 hay referencias documentales que la población de El Caney, según informaba el obispo García de Palacios, estaba compuesto por indios naturales y lo habitaban «Sinquenta vezinos, Y dosientas Personas con párvulos y mugeres».32 En septiembre de 1688, Antonio Romero, capitán de la Armada de Barlovento, reclama sus sueldos, pues por orden del Virrey de Nueva España, el 6 de febrero del propio año había venido «a Asistir y acompañar en los Viages que hiciese El Ilssmo Sr. Obispo de Cuba a la conversión de los Indios Gentiles de Aquellas Costas», y añade García del Pino: «Esto prueba la existencia, en fecha tan tardía, de indios en nuestra cayería ⎯conjeturamos que en el grupo Sabana-Camagüey⎯ quienes aún no habían sido cristianizados».33 El intenso proceso de mestizaje también condujo a la asimilación por los que poblaron posteriormente la Isla, pero todavía en el siglo XIX aparecen sus descendientes en algunos archivos parroquiales, como los de San José y San Isidoro en la ciudad de Holguín34 y hoy se les encuentra ya muy mestizados como parte de la población cubana en la provincia más oriental de Cuba.35 31 García del Pino, César. El corso en Cuba. Siglo XVII, La Habana, 2001:144. 32 García del Pino cit. Carta del Obispo D. Juan García de Palacios a Carlos II, febrero 22 de 1682, Ob. cit: 180. 33 Ibídem:209. 34 Véase Vega Suñol, José; René Navarro Fernández y Joaquín Ferreiro González. «Presencia aborigen en los archivos parroquiales de Holguín», en Revista de Historia, año II, no. 4, Holguín, octubre-diciembre de 1987. 35 Véase la exposición fotográfica de Julio A. Larramendi, Legado aborigen, inaugurada el 25 de junio del 2003 con motivo del centenario del Museo Antropológico Montané de la Universidad de La Habana, con una muestra de los habitantes del Municipio Manuel Tames en la Provincia Guantánamo, descendientes de la población indígena cubana. Componentes étnicos de la nación cubana Jesús Guanche 20 La asimilación étnica forzada de la población aborigen se realizó de manera efectiva, pero su herencia cultural ha estado presente en la lengua, la vivienda, las costumbres, en diversos utensilios del ajuar, la alimentación y otras. En la lengua todavía se emplean comúnmente muchos vocablos de origen aruaco en la designación de gran parte de la flora y fauna cubanas, así como en los topónimos e hidrónimos (Valdés, t. I, 1991). Uno de los más significativos es el nombre de Cuba, descifrado correctamente por el cubano Juan José Arrom cuando refiere: Pues bien, al manejar ese material lingüístico, encuentro que C. H. de Goeje [The Arawack Language of Guiana, Amsterdam, 1928] registra en Suriman la voz dakuban «my field» (mi campo, mi terreno), y de investigaciones anteriores recoge las grafías a-kuba, akúba y u-kuba, todas con el sentido de «field», «ground» (suelo, campo, terreno). En estas transcripciones, explica el mismo Goeje, la vocal inicial a-, u- no es parte de la raíz, sino un prefijo que denota o anuncia el carácter general de la palabra, por eso separa con un guión el prefijo de la raíz. Koba o Kuba debió ser por consiguiente, la voz que Colón oiría. Y eso vendría a explicar la vacilación del Almirante al registrarla, abriendo o cortando la vocal de la primera sílaba, como Colba, y luego como Cuba (Valdés cit. Arrom, 1996-1997:158). El cotejo de la anterior referencia con la obra de Sixto Perea sobre Filología comparada de las lenguas y dialectos arawak (Montevideo, 1942), permite identificar a Cuba con el «concepto de “jardín” o “huerto”, pues sólo conocían el conuco o zona del bosque preparada para la siembra mediante la tala y quema. [...] Por tanto, más lógico sería pensar que Cuba significa “tierra cultivada”, lo que acaso indicaría también el significado de “tierra habitada” (por estar trabajada)» (Ibídem:158). La influenciade la vivienda aborigen en las primeras construcciones que edificaron los europeos se hizo evidente; desde las primeras iglesias levantadas con paredes de tabla o de yagua y techo de guano, hasta la posterior tradición constructiva de las áreas rurales que subsiste hoy día, pero con múltiples variaciones. La propia noción de bohío fue transmitida y transformada de acuerdo con la diversidad de funciones. Los estudios etnográficos más recientes demuestran que el bohío cubano actual en las áreas rurales, según una muestra nacional, presenta cuatro subtipos de acuerdo con la morfología de sus plantas, en forma de: I, L, T y paralela o doble I. Cada una de estas posee, a su vez, variantes que aparecen Empleo habitual de la hamaca en la vivienda rural Componentes étnicos de la nación cubana Jesús Guanche 21 registradas e ilustradas en el Atlas etnográfico de Cuba.36 De modo excepcional aparece en oriente la planta octogonal como antiguo reflejo del caney taíno. También fue asimilada la tradición constructiva de la barbacoa en su doble acepción. La vivienda del campesino la conservó como el «lugar alto inmediato al techo [...] cuyo piso lo forma un tablado tosco, sin puerta regularmente, y destinado por lo común a guardar granos, frutos» (Pichardo, 1976:80) y otros alimentos. Igualmente se le denominó así «al conjunto de palos de madera verde puesto sobre un hueco, a manera de parrilla, que usaban los indios para asar carne» (Rivero, 1966:164), que aún se utiliza. El concepto de hamaca y su función fue heredado y transmitido, aunque después hayan variado los materiales para fabricarla y hacer más cómodo el descanso. En la primera mitad del siglo XIX Pichardo la define como parte común del ajuar doméstico rural, aunque la reconoce como voz india: Cama colgante a estilo de cuerda floja, cuya pieza principal para acostarse o sentarse es un cuadrilongo de lienzo fuerte, cotí, &c. al tamaño sobrante de una persona, recogidas las dos extremidades con muchos ojales o gazas para atar [...] que terminan en un solo ojo donde se amarra cada una de las dos sogas opuestas firmes del techo, o de las paredes, o de árboles, &c. (1976:321). En el plano alimentario, tanto el hábito de tostar el maíz o el boniato entre cenizas ardientes, como el consumo del casabe (Alexandrenkov y Folgado, 1989:36-49) y el ajiaco, con las lógicas variaciones en su confección, son parte de la herencia cultural aborigen. Ya en el siglo XIX el ajiaco se encuentra transculturado a la dieta común de la población, especialmente del campesinado. Aparece descrito como: Comida compuesta de carne de puerco, o de vaca, tasajo, pedazos de plátano, yuca, calabazas &c. con mucho caldo, cargado de zumo de limón y Ají picante. Es el equivalente de la olla Española: pero acompañado del Casabe y nunca de pan: su uso es casi general, mayormente en Tierradentro; aunque se escusa en mesas de alguna etiqueta (Pichardo, 1976:42). Aunque el tabaco ha sido uno de los rubros económicos fundamentales de Cuba, como reconocida tradición que parte desde el propio contacto hispánico con la Isla. El consumo del tabaco no sólo ha trascendido como hábito de fumar, con todas las implicaciones nocivas para la salud humana, sino que se ha enraizado muy fuertemente en la religiosidad popular. Los cultos que generalmente incluyen ritos de sahumerio ahuman con tabaco sus altares, orichas, ngangas, cazuelas, soperas, tinajas, personas, yerbas, piedras y demás objetos. Tal como ha referido Fernando Ortiz: «El humo del tabaco venía a ser como una forma visible del espíritu o potencia sobrenatural [...] fecundante. El humo era 36 Véase Guanche, 1999b:67. Mujer cubana descendiente de antiguos pobladores indígenas, Guantánamo. Componentes étnicos de la nación cubana Jesús Guanche 22 la muy sutil y fugaz materialización de esa fuerza del tabaco que se manifiesta en los fenómenos estimulantes y narcóticos, en los medicinales y en lo genésicos que le eran atribuidos por la magia».37 Al mismo tiempo y en el orden simbólico, ese rito no deja de ser una forma de culto a los ancestros indígenas, los dueños iniciales de la mágica planta, quienes operaban de manera idéntica con sus cemíes. El ajuar campesino continúa usando el catauro fabricado de yagua verde y húmeda, así como las jabas y jabucos tejidos de yarey que se emplean para almacenar y transportar alimentos. La jaba era identificada como una especie de saco tejido de Guano para guardar y transportar cualquier cosa: le abarca un cordón de la misma materia que sirve para llevarla o colgarla. [Mientras que el jabuco era] más angosto por la boca que por el fondo y sin la flexibilidad de aquella, por ser tejido como este de Bejuco, mimbre o cosa semejante. En ellos se transportan los huevos y otras cosas, calculándose cuarenta docenas por término medio de capacidad de un Jabuco (Ibídem:341 y 343). Otros objetos del ajuar han cambiado su forma y materiales de construcción, pero conservan el nombre indígena. La pequeña pieza de la cocina que sirve para rallar no se le denomina rallo, sino guayo; en determinadas zonas del país se le sigue denominando jibe al colador o al cernidor. El referido lexicógrafo lo define como: Especie de Cedazo o Tamiz. En Tierradentro se conserva todavía muy en uso la voz indígena, refiriéndose principalmente al tejido con Guano o hecho con la tela que produce el Coco arriba. Muchos se manufacturan de los primeros. Tiene también su acepción metafórica para ponderar una cosa muy agujereada, cortada &c. (Ibídem: 354). Durante el trabajo de campo que se efectuó en todo el territorio nacional para la realización del Atlas etnográfico de Cuba38, salió a la luz el empleo del arte denominado guacán o bubacán. En 1982 el etnólogo Eduardo Alexandrenkov observó en Santiago de Cuba el empleo de una red muy peculiar para capturar «careyes machos» que los pescadores denominaban guacán, posteriormente Pablo L. Córdoba Armenteros observó artes similares con el mismo nombre en Cayo Damas, municipio Chivirico, provincia Santiago de Cuba; en Cabo Cruz y Niquero, provincia Granma; en Santa Cruz del Sur, provincia Camagüey; en Cortés, en la Coloma y en Arroyos de Mantua, provincia Pinar del 37 Ortiz, Fernando. Contrapunteo cubano del tabaco y el azúcar, La Habana, 1973:131-132. 38 Versión en CD-ROM, La Habana, 2000. Empleo habitual de un guayo metálico en una vivienda rural Componentes étnicos de la nación cubana Jesús Guanche 23 Río, así como en Cocodrilo, antiguo poblado de caimaneros, conocido por Jacksonville, en la Isla de la Juventud. Este tipo de arte también se registró con la denominación de bubacán en Salinas de Baitiquirí, municipio San Antonio del Sur, Jauco y Baracoa, provincia Guantánamo y en Gibara, provincia Holguín. La pieza que apareció en Gibara fue descrita de la manera siguiente: Es una red de 6 brazas de longitud y 5 brazas de profundidad, con una sola cuerda o tralla en la parte superior, con hoyas redondas de bagá, la que era 8 brazas mas larga que la red, a la que se le ataba un señuelo de madera que simulara una tortuga, con sus paticas, se le hacían conchas, y se quemaba para que cogiera un color, y de pareciera más. A la red en su parte inferior se le ataban 10 o 12 piedrecitas. Se sujetaba al fondo por un solo bajante, formando por tres vientos, lo que permitiría que la red girara con los movimientos de la dirección de las olas. Se empleaba para la captura del carey macho.39 39 Comunicación personal de J. Fernández a Pablo L. Córdoba Armenteros. Pescaindocubana. De guaicanes, guacanes, bubacanes y de corrales de trata, La Habana, 1995:4. Obra de José R. Martínez Fernández sobre la emigración de aruacos hacia las antillas mayores. Componentes étnicos de la nación cubana Jesús Guanche 24 Otra pieza de larga data como evidencia taína40 es el corral para peces aparecido en el puerto de Baracoa, Guantánamo en 1988. De acuerdo con la observación realizada: El corral está compuesto por una barrera transversal y una trampa en forma de círculo, cuya entrada peculiar para este tipo de arte, está formada a su vez por dos semicírculos. Este entrada se sitúa de frente a la costa. Tanto la barrera como la trampa se construyen de restos de patabán (laguncularia racemosa) o mangle colorado (Rhisophera mangle) clavados en el fondo del río o estero y una estera de rajas de caña brava (Bambusa vulgaris) de unos 6 ó 7 mm aproximadamente de ancho cada una. Las uniones son hechas con cordel de majagua (Ribicus elatus). Su altura es de unos 3 m, aunque los postes principales son un poco más altos. La longitud de la barrera varía de acuerdo con el ancho donde se construya, mientras el diámetro de la trampa es de unos 3m. Posee una exclusa, que es abierta durante la marea alta para que penetren el lobrancho (Mugil Liza), la lisa de abanico (Mugil trichedon) y otras especies del grupo de las lisas. La barrera impide que los peces pasen de nuevo al lado exterior de este peculiar corral, y andan sin cesar, hasta encontrar la entrada de la trampa, de donde son extraídos con un jamo.41 La costumbre de cuabear como forma particular de capturar peces y crustáceos con un trozo de cuaba42 encendida y el empleo del guamo o cobo como medio de comunicación fueron asimilados y empleados principalmente en el medio rural. La tradición de lucha de los primeros pobladores, siglos antes de la toma de conciencia de nacionalidad, se remonta a los aborígenes cimarrones quienes durante décadas (1524- 1544) mantuvieron la resistencia contra los conquistadores, que fue legada a los africanos y demás descendientes (Guanche, 1992:123-130). Los elementos aborígenes en la génesis de la cultura cubana y en la formación inicial de su población poseen un singular significado para el estudio etnodemográfico de Cuba. Esta antigua herencia cultural ya forma parte de la vida habitual de los cubanos, aunque no siempre se tenga plena conciencia de todos sus detalles. 40 Recordemos que Fray Bartolomé Las Casas observó este tipo de corral en lo que actualmente es el Puerto de Jagua en Cienfuegos cuando relataba a principios del siglo XVI: «es tanta la multitud de pescado que en él hay, mayormente lizas [sic.], que tenían los indios dentro del mismo puerto, en la misma mar, corrales hechos de cañas hincadas, dentro de las cuales estaban cercadas y atajadas 20, 30 y 50 000 lizas, que una de ellas no se podía salir, de donde con sus redes sacaban las que querían y las otras dejábanlas de la manera que las tuvieran en una alberca o estanque», Obras escogidas, Madrid, 1958:315. 41 Comunicación personal de Bernate Romero a Pablo L. Córdoba Armenteros. Ob. cit: 7. 42 Aunque hay varias especies del género Amyris, la que arde muy bien es la cuaba blanca (Amyris balsamifera Lin) (Roig, 1965:332-333). Componentes étnicos de la nación cubana Jesús Guanche 25 Componentes étnicos hispánicos La conquista y colonización de Cuba vinieron acompañadas de un proceso permanente de inmigración hispánica que no sólo se efectuó durante los cuatro siglos y medio de dominación colonial, sino que se mantiene e incrementa como fuerte tradición del paso trasatlántico hasta la primera mitad del siglo XX. El proceso emigratorio desde España hacia América, y particularmente hacia Cuba, aún es un complejo problema por desentrañar en sus múltiples detalles, ya que todas las fuentes escritas que pueden esclarecer los datos estadísticos todavía no han sido publicadas, e incluso cuando lo sean, el amplio proceso de emigración ilegal seguirá siendo una incógnita sólo estimable por cálculos aproximados. A ello debemos añadir el apoyo de determinadas fuentes relativamente confiables en Cuba, como las actas de los archivos parroquiales, que registran casi a diario los bautismos, los matrimonios y las defunciones en los puntos más poblados de la Isla (Guanche, 1999:13-48). Según podemos observar en el Catálogo de pasajeros a Indias, entre 1509 y 1534, momento significativo para conocer las primeras aportaciones culturales hispánicas en América e inicio de la colonización de Cuba, la distribución regional de emigrantes muestra que el 90,45 % procede de Andalucía, Castilla (la Vieja y la Nueva), Extremadura y León; es decir, del área sur y central de la Península Hispánica. Estudios posteriores confirman que esta tendencia se mantiene durante todo el siglo XVI, tal como puede apreciarse en la Tabla 1. Tabla 1.EMIGRACIÓN HISPÁNICA A AMÉRICA (1493-1600) Región Total % Región Total % Andalucía 20 229 36,9 Galicia 667 1,2 Extremadura 9 035 16,4 Valencia, Cataluña y Baleares 401 0,7 Castilla la Nueva 8 541 15,6 Aragón 355 0,6 Castilla la Vieja 7 668 14,0 Murcia 344 0,6 León 3 228 5,9 Navarra 326 0,6 Vascongadas 2 080 3,8 Asturias 323 0,6 Extranjeros 1 522 2,8 Canarias 162 0,3 Componentes étnicos de la nación cubana Jesús Guanche 26 Fuente: José Luís Martínez: Pasajeros de Indias. Viajes trasatlánticos en el siglo XVI, Madrid, 1983:174. Sin embargo, los cálculos más conservadores estiman que la emigración real es 50 % superior a las cifras que aparecen en el Archivo de Sevilla, que sólo controlaba el paso legal de pasajeros, mientras que los más osados elevan el flujo emigratorio a 900 %, por lo que ya a mediados del siglo XVI se estima que hay en América unos 150 000 peninsulares (Vicens, 1974:327). Estos cálculos no siempre consideran el amplio y continuo proceso de emigración desde Islas Canarias, donde el tráfico ilegal llega a convertirse en una regularidad habitual y en un peligro reiterado para el despoblamiento del archipiélago norafricano. Es precisamente esta migración la que va a desempeñar un papel fundamental y estable en el poblamiento hispánico de Cuba (Guanche, 1984:43-44 y 1999:23-33). En el propio Catálogo de pasajeros a Indias aparecen referencias sobre Cuba a partir de 1514, cuando ya se han fundado cuatro de las siete primeras villas; también ya son múltiples los emigrantes que no aparecen con el lugar de nacimiento ni de destino, pero los índices hasta la primera mitad del siglo XVI se corresponden de modo general con el flujo global hacia América; o sea, 84,19 % procede de las mismas regiones históricas de las referidas áreas sur y central de España (Bermúdez, 1940). Durante este período aparecen en Cuba hacia 1518 unas tres mil personas identificadas como «blancas», pero muy rápidamente, en 1544 —debido al éxodo de las expediciones de conquista hacia el continente americano—, sólo se reportan unas 150 familias, aproximadamente 750 personas, sin que aparezcan datos sobre su procedencia regional o étnica, aunque siempre debemos considerar el temprano proceso de reproducción natural de la población de diferente origen que se asienta en la Isla, con independencia de la inmigración. Recordemos la observación antropológica realizada en 1571 por el cosmógrafo y cronista de las Indias, Islas y Tierra Firme del Mar Océano de los Reyes de Castilla, Juan López de Velasco, quien señala: Los españoles que pasan a aquellas partes [las Indias] y están en ellas mucho tiempo [...] no dejan de recibir alguna diferencia en la color y calidad de sus personas;pero los que nacen dellos, que llaman criollos y en todo son tenidos y habidos por españoles, conocidamente salen ya diferenciados en la color y tamaño, porque todos son grandes [...] de donde se toma argumento, que en muchos años, aunque los españoles no se hubieran mezclado con los naturales, volverían a ser como son ellos (López: 1894). Los inmigrantes hispánicos acuden, ante todo, a las primeras villas y ciudades fundadas por los conquistadores, y otros —especialmente los canarios, conocidos en Cuba por isleños— se asientan mayoritariamente en las áreas rurales cuya colonización resulta nueva e intensiva debido al carácter familiar de ese flujo inmigratorio. Este proceso se inicia y sistematiza desde la segunda mitad del siglo XVI y contribuye a modificar el Componentes étnicos de la nación cubana Jesús Guanche 27 carácter típicamente extensivo y aislado del poblamiento peninsular que es fundamentalmente masculino, tal como se observa en la Tabla 2. TABLA 2. COMPOSICIÓN POR SEXO DE LA POBLACIÓN HISPÁNICA RESIDENTE EN CUBA DURANTE EL SIGLO XIX, SEGÚN CENSOS Año Varones % Hembras % Total 1861 90 375 77,83 25 739 22,17 116 114 1877a 97 551 80,20 24 088 19,20 121 639 1887a 102 036 81,57 23 056 18,43 125 092 1899 107 418 83,12 21 818 16,88 129 236 a Estimado Fuente: Censos de la población de Cuba correspondientes a los referidos años. Elaboración propia Junto con la mayoritaria inmigración de españoles sudpeninsulares y canarios se inicia, de manera lenta pero constante, la presencia de vascos, catalanes y gallegos como parte de la composición multiétnica de España. A ellos también se une, desde el principio, la llegada de hebreos,43 quienes pasan el Atlántico con múltiples dificultades. La mayoría de ellos trata de evadir las persecuciones y sanciones inquisitoriales. Algunos autores han señalado al respecto que desde los albores de la conquista no hubo barco que no trajera inmigrantes marranos44 al Nuevo Mundo, aunque su identificación se dificulta sobrema- nera a no ser por los procesos judiciales de la «Santa Inquisición» en Cuba (Guanche, cit. Lewin 1999:18). En este sentido, el análisis estadístico de los componentes hispánicos resulta de vital significación para medir el peso específico desempeñado por los representantes de cada uno de los pueblos y regiones de España en cuanto a las vías y medios para conocer las diversas influencias culturales hispánicas en Cuba. 43 Pueblo originado por un grupo de tribus de biotipo semítico que, según la tradición, emigró desde Mesopotamia a Palestina (las tierras de Canaán) durante el II milenio a.n.e. No obstante, algunos estudiosos llevan su origen al desierto de la península del Sinaí. Los hebreos se trasladaron a Egipto, donde fueron esclavizados. Cuando, hacia el 1250 a.n.e., obtuvieron su libertad gracias a Moisés, viajaron a través del desierto y bajo su líder Josué, conquistaron y se asentaron en Palestina (Canaán). En la Biblia, el término «hebreo» es aplicado a Abraham (Gén. 14,13). Etimológicamente, el nombre hebreo parece significar «aquellos que van de un sitio a otro», es decir, nómadas, designación aplicada a ellos por los amorreos. En general, se cree, aunque algunos estudiosos lo niegan, que los hebreos son el pueblo denominado habiru o habiri en las tablillas cuneiformes (1400 a.n.e.) encontradas en Tell el-Amarna, Egipto. Sin embargo, estas inscripciones no hacen referencia al origen o carácter étnico de los habiru (Véase Enciclopedia Microsoft Encarta 2007). 44 Se denominaba así en España a los judíos conversos al catolicismo, que si bien profesaban la religión cristiana, seguían siendo, en secreto, fieles al judaísmo. Componentes étnicos de la nación cubana Jesús Guanche 28 De acuerdo con los diferentes estudios demográficos realizados en Cuba, los censos — aunque la mayoría permite cuantificar el número total de inmigrantes hispánicos— no registran las regiones de procedencia, ya que las personas que llegan a la Isla desde el área peninsular e insular de España son considerados indistintamente como «españoles» en el sentido jurídico-estatal y no en su contenido étnico. Por ello se hacen necesario operacionalizar los términos hispánico y español para facilitar el presente análisis. Lo hispánico se utiliza como una denominación muy abarcadora de tipo metaétnica y geográfica. En el sentido metaétnico abarca el conjunto de pueblos fundamentales que habitan el área peninsular e insular de España; es decir, españoles, catalanes, gallegos, vascos y canarios. En el aspecto geográfico comprende toda la Península Hispánica — excepto Portugal— y los archipiélagos de las Islas Canarias y de las Islas Baleares. Lo español se emplea en su acepción étnica; o sea, constituye el nombre del pueblo mayoritario que habita en la Península Hispánica, asentado históricamente en los terri- torios del norte, centro y sur, en las regiones de Asturias, Castilla (la Vieja y la Nueva), León, Extremadura, Aragón, Andalucía y Murcia, fundamentalmente, así como en áreas de Valencia y de Navarra (Bruk, 1981:298-303 y Caro, 1985:II, 93-149, 179-321). De este modo se puede establecer un criterio etnodiferenciador respecto de otros pueblos de España tales como los catalanes, que habitan en el área nororiental, en las regiones históricas de Cataluña, la mayor parte de Valencia, las Islas Baleares y un grupo poco numeroso en Aragón (Caro, 1985:323-450); los gallegos, de quienes se derivan por su lengua y cultura los portugueses, habitan en el área noroeste de España, en la región histórica de Galicia, y otros grupos poco numerosos viven en las regiones vecinas de Asturias y León (Caro, 1985:151-178); los vascos, que habitan en el norte de España, en el área occidental de los Pirineos, por la vertiente de los Montes Cantábricos y por la costa del Golfo de Vizcaya, en el territorio de las actuales provincias vascongadas (Alava, Guipúzcoa y Vizcaya), así como la mayor parte de Navarra y parte del extremo sur de Francia (Caro, 1985:33-92); y los canarios, cuya etnogénesis ha sido el resultado de complejos procesos inmigratorios, de múltiples influjos culturales del norte de África y de Europa mediterránea, así como de diversas relaciones interétnicas, habitan las siete islas mayores que se encuentran en la parte noroccidental del continente africano (Hierro, La Palma, Gomera, Tenerife, Gran Canaria, Fuerteventura y Lanzarote) (Hernández, 1986:427-430). Para analizar el proceso de poblamiento hispánico de Cuba se necesita vincular las diferentes fundaciones y asentamientos de comunidades con el correspondiente desarrollo socioeconómico alcanzado, así como con las particularidades históricas de los procesos migratorios en España. La primera ruta de asentamientos se efectúa en la dirección oriente-occidente en concordancia con el itinerario de los conquistadores durante las dos primeras décadas del siglo XVI. Componentes étnicos de la nación cubana Jesús Guanche 29 En un inicio, la región oriental ofrece óptimas condiciones naturales, se encuentra muy cerca de La Española (Santo Domingo) que es el centro administrativo y político de la metrópoli, y cuenta además con una abundante fuerza de trabajo explotable, pues constituye, como señalamos, la mayor zona de asentamientos de comunidades aborígenes. Sin embargo, la organización posterior de las comunicaciones oceánicas con España a través del canal de la Florida, que utiliza como eje del tránsito a la bahía de La Habana, cambian el ritmo y la distribución geográfica de la población a partir de la primera mitad del siglo XVI (Morejón, 1976:124-126). Desde este período el proceso de poblamiento
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