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INVERSIÓN EXTRANJERA EN LA EXPLORACIÓN DE
URANIO EN COLOMBIA
Ernesto Villarreal, PhD.
Fueron pocas las actividades adelantadas para la búsqueda de minerales
radiactivos en nuestro País hasta finalizar la década de los años cincuenta; la
principal razón fue la de que estos minerales eran dedicados primordialmente
al funcionamiento de los reactores de producción de material utilizable en la
fabricación de bombas y, solamente unos pocos países operaron este tipo de
máquinas.
Posteriormente, el mineral radiactivo, uranio, comenzó a adquirir importan
cia como recurso energético ya que fue utilizado en reactores para la generación
eléctrica; reconociendo la importancia de este recurso, el Gobierno encargó al
Instituto de Asuntos Nucleares —IAN— desde su creación en 1959, el adelanto
de la búsqueda y de la evaluación de nuestros posibles yacimientos de uranio.
Inicialmente se preparó en el exterior a un reducido grupo de geólogos,
quienes a su regreso al País contaron con la colaboración del Organismo
Internacional de Energía Atómica y de otras entidades extranjeras, similares al
IAN, para la elaboración y la ejecución de los programas de exploración. La
asistencia técnica recibida a través de los años, ha permitido al Instituto crear
una infraestructura que, con adiciones paulatinas, está respaldando satisfac
toriamente el desarrollo de las actividades de exploración y de cuantificación de
nuestras reservas de uranio.
El trabajo realizado hasta 1974, con una inversión de unos 270 millones de
pesos corrientes, permitió recoger la información geológica básica, de interés
para el uranio, y la clasificación de las áreas del país, de acuerdo a su potencial
para contener el mineral (figura No. 1). Para ese año, se sintieron los primeros
efectos de las alzas en el precio del petróleo, haciendo que varios países indus
trializados ampliaran de manera substancial sus programas de generación
eléctrica nuclear; varios de estos países no contaban con suficiente uranio para
sus programas, debiendo buscar el mineral en otros Estados. Las compañías
AGIP de Italia, URANGESELLSCHAFT de Alemania y ENUSA de España,
trabajaron con algún detalle zonas de interés en Colombia durante los años
1974 y 1975; para realizar estos trabajos, cada compañía envió un equipo de
geólogos que, en colaboración con un equipo similar del IAN, delimitó áreas de
posible interés para ser trabajadas en el futuro.
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En ese momento se tenían, entre otros, los siguientes hechos:
a) La exploración adelantada por el Instituto, si bien había demostrado la
existencia de muchas anomalías de uranio y de zonas para seguir explorando,
no contaba con profesionales, tecnologías o presupuestos para respaldar un
programa amplio;
B) El consumo del uranio parecía restringido a unas pocas décadas, debido
a la introducción de nuevas fuentes energéticas como la fusión, la energía
solar y otras;
c) La existencia de un mercado internacional y de una estructura de precios
del uranio, favorable a corto plazo;
d) La realidad de que la exploración de grandes áreas, exige inversiones
cuantiosas que el País no puede hacer por sí solo;
e) Los largos períodos de tiempo que pueden ocurrir desde el momento en
que se prueban unas reservas de uranio y las mismas reservas se puedan
extraer efectivamente;
f) La conveniencia de suministrar al País una fuente alterna de generación
eléctrica para fines del siglo;
g) La falta de experiencia en la minería del uranio y en su posterior utiliza
ción, que debido a sus implicaciones estratégicas, ha requerido en muchos
otros países la negociación de Convenios de Gobierno a Gobierno.
Realidades que sirvieron al Gobierno para decidir en favor de una política de
asociación como la utilizada en hidrocarburos, la cual permitió vincular al País
a compañías extranjeras, aportantes de las tecnologías y de los capitales
requeridos para la búsqueda y la producción de minerales de uranio.
Para poder celebrar los contratos de asociación, el Gobierno dictó varias
normas legales declarando de reserva especial la mayor parte del territorio
nacional, lo que significa que solo el Gobierno, por sí o en asociación con terce
ros, nacionales o extranjeros, puede adelantar las tareas de exploración y
posible explotación en el territorio mencionado. Esta declaratoria de reserva
especial ha servico, asimismo, para que un mineral como el uranio, de natura
leza estratégica, pueda ser controlado directamente por el Gobierno.
El contrato de asociación es similar a los empleados en el campo del petróleo
y del carbón en Colombia, pero tiene en cuenta la naturaleza especial de los
minerales radiactivos; asimismo, para su desarrollo se requieren disposiciones
especiales del Consejo Nacional de Política Económica y Social, del Ministerio
de Minas y Energía, del Departamento Nacional de Planeación, de la Oficina de
Cambios, etc. Durante el período de exploración, que tiene una duración
inicial de cuatro años, y la posibilidad de ser extendido en dos períodos adicio
nales de dos años cada uno, el asociado extranjero hace la inversión, formula
los programas y presupuestos, y es responsable de la operación; sin embargo,
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el IAN participa en esas actividades con algún personal y equipo. La inversión
durante esta primera etapa se calcula entre 25 y 40 millones de dólares, para
llegar a encontrar un depósito.
Si la exploración termina de manera positiva, es decir, si se encuentran
depósitos económicamente explotables, el Gobierno entra a participar, en
igualdad de condiciones al asociado extranjero, en la toma de decisiones,
formulación de programas, aportes económicos y responsabilidad en la opera
ción; es en este momento cuando el Gobierno hace efectivo el interés que posee
en la asociación. La duración de este período, que se denomina de desarrollo
de la mina y de construcción de la planta de metalurgia, es de hasta cuatro
años y puede requerir una inversión de entre 100 y 200 millones de dólares.
Luego del período de desarrollo viene el de explotación, con una duración
fija de 20 años. Las condiciones sobre inversión, programa, presupuesto y
responsabilidad son similares a las establecidas durante el período de desarro
llo.
El primer contrato, que se concluyó en diciembre de 1976, entre el IAN y
la compañía francesa TOTAL (empresa que posteriormente cambió su nombre a
MINATONE), luego de más de un año de negociaciones, empezó a desarrollar
se en las áreas indicadas en el mapa (figura No. 2), y luego de cuatro años de
exploración fue posible delimitar áreas interesantes en Berlín (Norte de Cal
as), Palermo (Huila), Quetame (Cundinamarca) y Ocaña (Norte de Santander),
(figura No. 3).
En 1979, el Instituto cedió su interés en el contrato a la compañía colombia
na COLURANIO S.A.; finalmente, en 1980, la compañía italiana AGIP compró a
MINATOME parte del interés de esta última, en el contrato de asociación.
En desarrollo de un Convenio con España, se firmó en 1977, un contrato
con la compañía española ENUSA, que comprendía inicialmente las áreas
mostradas en la figura No. 2, que luego de una exploración intensa, permitió
seleccionar las zonas indicadas en la figura No. 3 (principalmente en Santander
del Sur, Cundinamarca y Boyacá). En el año de 1978, se llegó a concluir otro
contrato con la compañía ENUSA para explorar, inicialmente, áreas en las
Comisarías del Guainía y Vaupés.
Finalmente, a principios de 1980, el Instituto firmó un contrato de explora
ción (no incluía las condiciones para el desarrollo y la puesta en explotación de
los depósitos de uranio que se llegaren a encontrar, por lo cual podría consi
derarse como un contrato más benéfico para el País) con la compañía francesa
COGEMA. En desarrollo de este contrato, se examinaron las áreas mostradas
en la figura No. 3. Durante el período 1975-1981 se tuvieron contactos con otras
compañías extranjeras interesadas en conseguir el recurso uranio, que pudiera
ser exportado a sus países de origen para reforzar programasnucleares; entre
otras compañías, podemos mencionar a PNC del Japón; LUCKY McURANIUN
y WYOMING MINERALS de los Estados Unidos de América; CEGB y BNFL de
Inglaterra; VEBA STINNES, SAARBERG y URANERSGEBAU de Alemania y
SUNKYONG de Corea del Sur.
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Cuadral
INVERSIÓN EXTRANJERA
(Miles de dólares)
Compañía 1975 1976 1977 1978 1979 1980 1981
Minatome (Agip) 405 774 1.761 3.197 2.610 2.261 999
Enusa 491 1.174 1.800 2.176 3.383
Cogema 462 1.620 1.446
A la vez que el Instituto desarrolló los cuatro contratos mencionados, se
dejaron algunas áreas consideradas de interés para contener uranio, desde el
año de 1976, para que fueran exploradas directamente por el IAN, recurriendo
en algunos trabajos a la asistencia técnica del Organismo Internacional de
Energía Atómica y del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo.
Es así como con la ayuda del PNUD se están adelantando exploraciones en las
áreas de Zapatoca (Santander del Sur), Serranía de San Lucas (Bolívar) y Serra
nías de Abibe y San Jerónimo (Córdoba); estas exploraciones han permitido al
IAN capacitarse en la búsqueda de uranio y desarrollar una infraestructura para
respaldar tal búsqueda. Se consideraba de inmensa importancia que a la vez
que las compañías extranjeras hacían exploración de uranio en el País, era
necesario adquirir una experiencia propia como la mencionada.
Las compañías MINATOME, ENUSA y COGEMA, principalmente, y AGIP
(que se vinculó en último lugar al País), alcanzaron a desarrollar una infra
estructura imortante para la exploración de uranio; cada una de las tres prime
ras entidades llegó a vincular entre 50 y 70 personas y a establecer equipos
técnicamente calificados para la exploración. En el cuadro No. 1, se muestran
las inversiones realizadas por los inversionistas extranjeros a través de los
años.
Durante el año de 1981 y posteriormente durante 1982, encontramos la
siguiente situación:
1. Luego de varios años de invertir en exploración de uranio, los inversio
nistas extranjeros no encuentran depósitos grandes que justifiquen seguir
invirtiendo hasta probar que pueden ser económicamente explotables. Es
posible que en las áreas que ellos han investigado se encuentren depósitos
pequeños o intermedios, o tal vez y empleando técnicas de exploración diferen
tes, grandes depósitos.
2. A nivel mundial, la situación del mercado de uranio se deteriora rápida
mente; podemos mencionar por ejemplo, que el precio del uranio pasó de 46
dólares la libra (en 1976, cuando se inició la firma de contratos de asociación) a
20 dólares, en la actualidad. Lo anterior es un reflejo de que la industria nuclear
pasa por épocas difíciles a nivel mundial, lo cual ha causado una disminución en
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la tasa de crecimiento esperada para el sector eléctrico nuclear, y por consi
guiente, una gran abundancia de uranio, al menos durante la presente década.
Esta razón hace que no haya mucho incentivo para los inversionistas extran
jeros, en seguir dedicando presupuestos importantes a la búsqueda de uranio.
3. Los inversionistas vinculados a Colombia, provenientes de Francia,
España e Italia, han encontrado que en sus países de origen los programas
nucleares se han reducido, determinando que sus necesidades de uranio no
sean tan importantes como parecían hace unos años.
Esta situación ha resultado en la terminación de los trabajos de exploración
para uranio por parte de las compañías extranjeras: MINATÓME y AGIP a
finales de 1981; COGEMA y ENUSA durante 1982.
De acuerdo a las exploraciones que han terminado, el Instituto recibe una
información recogida por las cuatro compañías, que contiene datos valiosos
acerca de la geología colombiana y de la existencia de numerosos minerales.
Corresponde al Instituto, dentro de sus labores de exploración, continuar con la
actividad de búsqueda de uranio, siendo ayudado por la valiosa información
que hemos mencionado y que representa una inversión extranjera del orden de
30 millones de dólares; es indudable que esta búsqueda en zonas sobre las que
tenemos muchos datos, deberá fructificar en el hallazgo de depósitos, así sean
pequeños, de uranio.
Si bien es muy posible que estos últimos depósitos no darían origen a explo
taciones económicas durante los próximos años, debido a las condiciones del
mercado del minetal, todos los estudios que adelantamos servirán para que
nuestro País esté listo a poner en producción yacimientos, una vez que las
condiciones del mercado lo permitan.
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