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RESUMEN TEMA 12

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HISTORIA DEL MUNDO
CONTEMPORÁNEO
TEMA 12
EL REINADO DE
ALFONSO XIII
EL REINADO DE ALFONSO XIII
Causas de la crisis del sistema de la Restauración
El reinado de Alfonso XIII, inaugurado el 17 mayo de 1902 al cumplir éste 16 años, coincidió con
la etapa de crisis del sistema político de la Restauración implantado en 1876.
Son muchas las causas de esta crisis. Por una parte, tras la desaparición de los dos grandes líderes
de los partidos del turno, Cánovas (1897) y Sagasta (1903), se produjo una creciente fragmentación
de ambos partidos en distintas fracciones rivales ante la ausencia de un liderazgo fuerte. El pacto
entre las élites políticas se hizo más difícil que en la primera etapa del régimen. Los cambios de
gobierno se sucedieron y la inestabilidad política fue en aumento.
Desde el principio Alfonso XIII mostraba su decidida intención de intervenir activamente en la vida
política.
Por lo demás, cada vez fue más intensa la lucha electoral y la movilización del electorado. Aunque
el sistema electoral otorgaba un peso muy superior España rural, en las ciudades se produjo un
paulatino aumento del voto libre que normalmente se otorgó a nuevas fuerzas políticas.
Este comportamiento político nuevo corrió paralelo a un significativo desarrollo socioeconómico en
España durante las dos primeras décadas del siglo XX.
Cataluña, paradigma de la crisis política
Cataluña fue ejemplo más claro de la crisis del sistema canovista. Fuerzas políticas nuevas llegaron
a la escena política; Por una parte, la Lliga Regionalista, que representaba al catalanismo – el
primero y el más importante de los nacionalismos periféricos que hizo acto de presencia en la vida
política española – cuyo soporte social era la burguesía empresarial y, por otra, el republicanismo de
Alejandro Lerroux, que tuvo a principios de siglo con enorme éxito entre las clases obreras y
populares, si bien su carácter decididamente anticatalanista acabó marginándole.
El catalanismo, en cambio, se convirtió en una fuerza arrolladora, sobre todo tras el incidente del
Cu-Cut!, un semanario satírico catalanista que publicó, en noviembre de 1905, una caricatura
considerada como una grave ofensa por los militares, que asaltaron la redacción de este periódico.
El incidente del Cu-Cut! tuvo una gran transcendencia, No sólo por ser una clara señal de la
renovada intromisión del ejército en la política española y de sometimiento del poder civil al
militar, sino porque fue el detonante de la extensión del catalanismo a toda Cataluña, donde se
consideró el ocurrido con una agresión a la libertad de expresión y un agravio a los sentimientos
regionalistas. Se creó Solidaridad Catalana, un movimiento que integraba a múltiples partidos y
que tuvo un aplastante triunfo en las elecciones de 1907.
El gobierno largo de Maura y la Semana Trágica
Durante un tiempo, Antonio Maura, Político brillante y gran orador, logró aglutinar en torno suyo
al partido conservador con un programa regeneracionista, modernizador y anticaciquil: la llamada
“revolución desde arriba”.
Durante el “gobierno largo” de Maura, entre 1907 y 1909, un período de casi tres años
excepcionalmente largo en el reinado de Alfonso XIII, se intentó aplicar un amplio programa de
reformas, como la nueva Ley electoral de 1907, aunque ésta no tuvo el efecto saneador deseado.
Su programa anticaciquil suscitó recelo, cuando no rechazo, en muchos ámbitos. En cualquier
caso, y a pesar de las dificultades para lograr los objetivos que se había propuesto, parecía que
Maura estaba consiguiendo la estabilización de la monarquía; su caída, a raíz de los sucesos de la
Semana Trágica de Barcelona, fue totalmente inesperada.
Lo que ocurrió en Barcelona en julio de 1909 fue una auténtica sublevación urbana de tinte
anticolonial y anticlerical, Con numerosas quemas de iglesias y conventos. Ese paso de ese estallido
popular de violencia fue el reclutamiento de las redes a reservistas en Cataluña para ir a Marruecos
– donde España había conseguido una zona de influencia en virtud de diversos tratados
internacionales – al objeto de defender unas minas próximas a Melilla de los ataques de las cabilas
marroquíes. El gobierno sofocó con dureza la insurrección dictó cinco condenas a muerte. Una de
ellas, la del pedagogo anarquista Francisco Ferrer Guardia, cuyo proceso careció de las más
mínimas garantías legales, desató una intensa campaña internacional de protesta. Los liberales
aprovecharon la coyuntura para aliarse con los republicanos y consiguieron que el rey le retirase su
confianza a Maura.
Los liberales: el gobierno de Canalejas
La etapa más prolongada y fecunda del gobierno liberal de la protagonizó, entre 1910 y 1912, José
Canalejas, con un amplio programa de reformas fiscales, sociales, liberales y obras de carácter
democratizador.
Canalejas también cumplió una de las viejas promesas del liberalismo progresista al suprimir el
odiado Impuesto de consumos que grababa muchos artículos de primera necesidad. La ley más
política de cuantas se aprobaron durante su gobierno fue la llamada “Ley del candado” que frenaba
la expansión de las órdenes religiosas, que habían proliferado enormemente, lo que desató masivas
protestas de católicos y estuvo a punto de suponer la ruptura de España con la Santa Sede.
Su asesinato por un anarquista el 12 noviembre 1912 puso fin al último gran intento de renovación
del sistema “desde dentro”.
Nuevas fuerzas complican el panorama político
A partir de 1913 el panorama político se complicó. Los dos partidos dinásticos acabaron de
descomponerse extinguiéndose en grupos parlamentarios autónomos que competían entre sí. Entre
los liberales destacaron los grupos liderados por Romanones, García Prieto o Santiago Alba.
Entre los conservadores, frente a los “datistas” o “idóneos” se situaron los “mauristas”, que se
presentaron como la nueva derecha.
Más a la derecha aún, puesto que no aceptaban el liberalismo ni la monarquía constitucional,
estaban los carlistas o tradicionalistas.
Otras nuevas fuerzas que a partir de la segunda década del siglo dejaron sentir cada vez más su
influencia en la política nacional fueron las regionalistas o nacionalistas. Además del catalanismo,
Convertido en la principal fuerza política de Cataluña, que logró que el gobierno aprobarse en 1914
la constitución de la Mancomunitat de Catalunya, fue ganando terreno el nacionalismo vasco
representado por el Partido Nacionalista Vasco fundado por Sabino Arana.
Mención aparte merecen los partidos obreros representados por el socialismo y el anarquismo, y,
en cierta medida, también por el republicanismo.
La decisión del PSOE, s raíz de la Semana Trágica, de asociarse con los partidos republicanos para
constituir, en 1910, una gran fuerza progresista, la Conjunción Republicano-Socialista, dio sus
frutos y llegó por primera vez a un líder socialista, Pablo Iglesias, al parlamento.
Pero en España el movimiento obrero, en contraste con la pauta general europea, se caracterizó por
la debilidad del socialismo frente a la sólida implantación del anarquismo, sobre todo en Cataluña y
en el campo andaluz.
El impacto de la primera Guerra Mundial
A pesar de que el gobierno español adoptó ante el conflicto mundial una posición neutral, la opinión
pública se dividió en dos bandos irreconciliables, aliadófilos y germanófilos. Las derechas, el
ejército, la Iglesia y la nobleza, estuvieron en general a favor de las potencias centrales, mientras
que las izquierdas fueron básicamente favorables a Francia e Inglaterra, que representaban el ideal
democrático.
España aprovechó su neutralidad para abastecer a las potencias beligerantes, lo que produjo una
rápida y espectacular expansión comercial de industria y generó inmensos beneficios para la élite
financiera y empresarial.
Frente a la ostentación de los “nuevos ricos”, la mayoría de la población, y sobre todola masa
obrera, vio descender drásticamente su nivel de vida debido a la escalada vertiginosa de los precios
ya una importante crisis de subsistencias.
Todo ello agravó la llamada “cuestión social”, esto es, la agitación y protestas obreras, con un
incremento notable de las huelgas y un gran crecimiento de las organizaciones proletarias. En 1916
los dos sindicatos obreros, UGT y CNT, Se unieron por primera vez y, en marzo de 1317, en un
manifiesto conjunto, emplazaron al gobierno para que remediarse el problema de las subsistencias
con la amenaza de convocar una huelga general.
La crisis de 1917
Por su parte, los militares, sobre todo los mandos medios e inferiores, pidieron también muy
deteriorada su capacidad adquisitiva como consecuencia de la inflación, crearon unas Juntas de
Defensa, de clara orientación sindical, desafiando al gobierno al negarse a acatar la orden de
disolverse.
Al desafío obrero y militar vino a sumarse el de la Lliga Regionalista de Cambó que, ante la
situación de crisis generalizada, convocó en Barcelona una Asamblea de Parlamentarios para
exigir una reforma de la constitución y limitarse las prerrogativas del rey, democratizarse el Senado
y descentralizarse el Estado.
El desafío simultáneo en tres frentes- movimiento obrero, Juntas de Defensa y Asamblea de
Parlamentarios – supuso una grave amenaza para la estabilidad y supervivencia de la monarquía.
El presidente del Consejo, Eduardo Dato, cedió ante las juntas militares y satisfizo sus más
apremiantes demandas. Cuando estalló la huelga general en el mes de agosto las tropas cumplieron
las órdenes del gobierno de reprimir con dureza la protesta. Lo cierto es que la huelga resultó un
fracaso.
Nuevos factores de crisis. El problema de Marruecos y el desastre de Annual
Entre 1907 y 1923 se sucedieron innumerables gobiernos, muchos de ellos “de concentración” o
coalición, que sucumbirían al cabo de poco tiempo, a veces ni siquiera es, incapaces de renovar el
sistema político o dar estabilidad al régimen los problemas se acumulan. Uno de ellos era la
“cuestión catalana”, es decir, la necesidad de abordar el tema de la autonomía para Cataluña.
El éxito de la revolución rusa aumentó en la clase obrera española la expectativa de una pronta
revolución, lo que, junto con la gran recesión económica de la posguerra mundial, contribuyó al
radicalizar las posturas del proletariado. La represión huelguística dio alas a los sectores extremistas
en un clima de creciente crispación social. Hubo entre 1919 y 1921 tres años de agitación social y
laboral ininterrumpida en Andalucía conocidos como “el trienio bolchevique”. Barcelona tuvo en
esos mismos años el índice de vueltas más alto de toda Europa occidental. En muchos casos, la
lucha sindical acabó desembocando en simple terrorismo, dando lugar a una situación explosiva.
Los atentados se hicieron habituales y costaron la vida a personajes tan significativos como el jefe
de Gobierno, Eduardo Dato, en 1921.
La represión estatal alcanzó su cenit con el nombramiento del general Severiano Martínez Anido
que, como gobernador civil de Barcelona, impuso una política de terrorismo policial.
Por si todo esto fuera poco, a los problemas nacionalistas y obrero se sumó un nuevo y angustioso
conflicto: el de Marruecos.
La colonización de Marruecos se convirtió para España en un agobiante carga con unos costes en
vidas humanas y dinero muy superiores a los beneficios económicos. La zona española -
confirmada por el tratado hispano-francés de 1912 que estableció el protectorado de ambas
potencias sobre Marruecos - era un territorio pobre y montañoso habitado por tribus indómitas, que
contrastaba vivamente con las fértiles llanuras y los muchos más pacíficos habitantes de la zona
francesa. Tras la guerra mundial, Francia reanudó con ímpetu su política colonial marroquí y
España, temerosa de que la retirada, procedió también a la ocupación de su zona.
El ataque se produjo en julio de 1921 en una revisión generalizada de las cabinas rifeñas unidas
bajo el liderazgo de Abd el-Krim. Annual, donde el general Silvestre murió (su cuerpo nunca se
recuperó) fue sólo un destacado episodio del desastre, que produjo un elevadísimo número de bajas
(unas 10.000) y evidenció la ineficacia, desorganización y corrupción del ejército español. Desde
entonces, la cuestión de Marruecos se convirtió en una pesadilla que intervino la vida nacional y
acabó siendo una de las principales causas de la destrucción de régimen parlamentario liberal. Los
debates sobre las responsabilidades del desastre situaron el ejército, hipersensible a las críticas de
que el objeto, en una posición de abierta hostilidad al sistema. La impopularidad de la guerra
enfrentó también a las clases populares contra el sistema político.
El último gobierno constitucional, constituido en diciembre de 1922, un gobierno de concentración
liberal, trató de introducir reformas democratizadoras intento en Marruecos una “política civilista”
que se plasmó en el nombramiento del primer alto comisario civil de la historia del protectorado
la presión de instituciones tan influyentes en la vida pública como el ejército o la iglesia era
demasiado fuerte del gobierno demasiado débil para acometer la imprescindible tarea de
transformar el sistema.