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TEMA 4: “LA FORMACIÓN DE UN PROGRAMA” ARTE ACCESO UNED PROF.: JOSÉ A. RUIZ OLIVA ARTE PALEOCRISTIANO: PINTURA Y ESCULTURA El Papa Gregorio el Grande en el siglo VI decía que muchos de los miembros de la propia iglesia no sabían leer ni escribir, y para enseñarles era preciso acudir a las imágenes. Definía así el arte medieval como el que se alejaba de la belleza clásica y de la naturaleza, y buscaba que el mensaje de las imágenes fuese útil para los creyentes. La pintura paleocristiana de las catacumbas (cementerios de los primeros cristianos) era tosca, sin formas ni técnicas romanas, como en ésta de santa Priscila en Roma. Estas pinturas paleocristianas del siglo III de nuestra era demuestran que los pintores conocían los procedimientos griegos y romanos utilizados en Pompeya y Herculano. Aún así, estos pintores no recurren a ellos demasiado, pues utilizan pinturas planas, esquemáticas, sin profundidad y sin apenas paisajes. Las imágenes no son algo bello en sí mismo, sino más bien un código de enseñanza religiosa. Esto último se aprecia también en la escultura (relieves) de los sarcófagos, labrados en su frente y costados, en series narrativas con escenas separadas por columnas y arcos. En este otro sarcófago de Junius Bassus del Museo Vaticano de Roma las escenas del Antiguo y Nuevo Testamento (Adán y Eva, el sacrificio de Isaac, Jesús entre los doctores de la iglesia, la entrada de Jesús en Jerusalén, Daniel entre los leones …) aparecen mezcladas, pero separadas por columnas y arcos en pequeños tabernáculos o huecos, en los que se destaca la figura de Cristo. Aquí los acontecimientos y personajes no cuentan su historia, sino que tienen un significado simbólico. ARTE BIZANTINO: MOSAICOS Las iglesias bizantinas llenaron sus paredes con lujosos mosaicos, dándoles un valor intelectualista y docente, como reflejo misterioso de un mundo sobrenatural, y por eso sus figuras tienen una formalidad ritual, una gran teatralidad y un fuerte hieratismo. Se incluyen las figuras en espacios arquitectónicos, con claros intentos de dar cierta perspectiva a las escenas. Suele haber desproporción entre las figuras y los objetos, apareciendo personajes al mismo tamaño que un árbol o una casa. Lo que interesa ahora más es el concepto y no lo formal, subrayando todo con luz y color, como en este mosaico del ábside de San Apolinar in Classe de Rávena. Los mosaicos de San Vital en Rávena son del siglo VI y presentan en el ábside a un Cristo imberbe, sentado sobre el globo celeste, entregando a San Vital la corona del martirio y recibiendo de un obispo la maqueta del templo. El Imperio bizantino reflejaba una gran influencia oriental, con un tipo de gobierno llamado cesaropapismo, en el que el emperador concentraba los poderes políticos y religiosos, con sus pilares (la Iglesia, el Ejército y la Nobleza). Al lado del ábside de San Vital de Rávena se encuentra el mosaico del emperador Justiniano. Aparece con su séquito, llevando ofrendas al templo. Todos los personajes tienen una posición frontal, muy esbeltos, de pies pequeños, de caras ovaladas con ojos de mirada fija, estáticos y ataviados con ricos ropajes. La luz irreal y las teselas doradas crean una atmósfera celestial, fijando “la realeza divina del emperador”. Los artistas bizantinos se atuvieron a la Hermeneia, es decir, a unas instrucciones obligatorias que les impedía salirse del programa artístico. ROMÁNICO: ESCULTURA Y PINTURA La fachada de la Puerta de Platerías de la catedral de Santiago de Compostela del siglo XII mantiene una finalidad docente. En el tímpano de la puerta izquierda aparece Cristo tentado por los demonios, a su derecha una mujer semidesnuda con una calavera en sus manos (pueden ser Eva o la mujer adúltera). En el tímpano de la puerta derecha hay escenas de la Pasión de Cristo. En todas las escenas sigue interesando más el mensaje bíblico que el naturalismo: las figuras están desproporcionadas, inexpresivas, estáticas, alargadas para adaptarse a los tímpanos y llenar todo el espacio (“horror vacui”), en bajorrelieves, con pliegues simples y paralelos. Las mismas características se dan en la pintura románica. Los métodos de representación son simplificados y, a falta de naturalismo, los colores son muy decorativos. Es el caso, por ejemplo, de las pinturas al fresco del Panteón de San Isidoro de León. En la catedral de Santiago está el Pórtico de la Gloria del Maestro Mateo en su fachada principal, con ciertas diferencias respecto al románico pleno. Todo el pórtico es una representación de la ciudad celeste mediante símbolos del Apocalipsis de San Juan y otros textos del Antiguo Testamento. En el tímpano central está Cristo con los 4 evangelistas y 4 ángeles a cada lado con los instrumentos de la Pasión. Todo ello se corona con una arquivolta con 24 Ancianos del Apocalipsis sentados, llevando cada uno un instrumento musical. En las columnas laterales hay apóstoles y profetas. En origen las figuras debieron estar policromadas y con mayor naturalismo que la Puerta de Platerías: los cuerpos se mueven con mayor libertad, se relacionan entre ellos y son más expresivos, indicando el paso al Gótico. GÓTICO: ESCULTURA Y PINTURA Estas últimas características de las esculturas del Pórtico de la Gloria se manifiestan ya en el siglo XII en el pórtico norte de la catedral gótica francesa de Chartres: se miran, dialogan, en sus vestiduras los pliegues se adaptan al cuerpo, se individualizan los rostros, se hacen más naturales, ya no tienen tanta rigidez y esquematismo. El siglo XIII será el del gótico clásico o pleno en Europa, levantándose catedrales en Francia, Inglaterra, España y Alemania. Destaca el conjunto escultórico de “Las Vírgenes Necias” de la catedral alemana de Magdeburgo: figuras policromadas, con ropajes en movimiento y hermosos gestos individualizados, para ser observadas no sólo frontal sino lateralmente, realizadas con verismo o naturalidad (el espacio y la luz son reales). El pintor gótico italiano más afamado fue Giotto di Bondone (siglos XIII-XIV), que rompió la tradición pictórica bizantina para iniciar el camino a la modernidad. Realizó en 1305 los frescos de la capilla de la Arena de Padua, iniciando el desarrollo de una primera perspectiva, todavía no científica (invención del Renacimiento). Sus figuras humanas alcanzan peso y volumen, hace estudios del espacio y los relaciona con la superficie o marco donde pinta. Todo lo subordina a la pintura, alcanzando ésta su valor intrínseco y autonomía. Casi todos los edificios tienen una disposición oblícua en el espacio pictórico, que se aprecia en los 2 edificios de la escena de la Anunciación. En la escena de “El encuentro en la Puerta Dorada” de dicha capilla, las figuras se desplazan realmente por encima del puente en ángulo recto respecto a la puerta principal. El retroceso de dicho frente de la portada hace más real la 3ª dimensión o perspectiva. La sensación de espacio se mantiene firme ayudada por el volumen de las figuras.
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