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1 OBRAS ESCULTÓRICAS COMENTADAS DORÍFORO Representa a un atleta que empuña una jabalina. Autor: Policleto, del siglo V a.C. (época griega clásica) Escultura figurativa, de bulto redondo. Figura de cuerpo entero y de pie. Se trata de una copia romana en mármol de un original griego en bronce. Textura lisa y pulida. Buen modelado de la anatomía. Rostro idealizado, de expresión serena y equilibrada, propia de este período. Incidencia homogénea de la luz. Canon 7: la altura de la figura equivale a siete cabezas. Se observa la diartrosis: se resalta la división entre torso y extremidades, marcándose muy claramente las articulaciones, los pectorales, la cintura y el pliegue inguinal. Se observa el contraposto (apoyar todo el peso del cuerpo sobre una pierna y dejar la otra flácida), que rompe en parte la rigidez y frontalidad de la figura. La Grecia clásica representó el triunfo del antropocentrismo, del hombre como centro del mundo, como “la medida de todas las cosas”: se cree en el perfeccionamiento del ser humano gracias a la educación, la participación en la vida pública (la política) y el cultivo del deporte. Los mismos dioses adoptan forma humana y se comportan como seres humanos, con sus propias pasiones. En el arte plástico, esta visión supuso la búsqueda de la representación ideal del cuerpo humano (cultivo del desnudo, el canon, la paulatina ruptura con la frontalidad y la rigidez) y la expresión de sentimientos ideales. 2 APOXIOMENOS Se trata de un atleta sorprendido en el momento de limpiarse con un raspador (estrígilo) el polvo, sudor y ungüento de su cuerpo. Autor: Lisipo, del siglo IV a.C. (época griega clásica) Escultura figurativa, de bulto redondo. De cuerpo entero y de pie. Se trata de una copia romana en mármol de un original griego en bronce. Textura lisa y pulida. Buen modelado de la anatomía. Rostro idealizado, de expresión serena y equilibrada, propia de este período. Incidencia homogénea de la luz, salvo en la parte del torso cubierta por el brazo izquierdo. Canon 8: la altura de la figura equivale a ocho cabezas. Es más esbelta que el Doríforo. Se observa la diartrosis: se resalta la división entre torso y extremidades, marcándose muy claramente las articulaciones, los pectorales, la cintura y el pliegue inguinal. Se observa el contraposto (apoyar todo el peso del cuerpo sobre una pierna y dejar la otra flácida), que rompe en parte la rigidez y frontalidad de la figura. La posición del brazo izquierdo entre el atleta y el espectador, así como el alargamiento del brazo derecho hacia nosotros confiere un aspecto tridimensional a la composición. La actitud poco solemne de limpiarse el aceite del cuerpo da un tono de espontaneidad a la figura, muy del autor del autor y que anuncia la escultura helenística. La Grecia clásica representó el triunfo del antropocentrismo, del hombre como centro del mundo, como “la medida de todas las cosas”: se cree en el perfeccionamiento del ser humano gracias a la educación, la participación en la vida pública (la política) y el cultivo del deporte. Los mismos dioses adoptan forma humana y se comportan como seres humanos, con sus propias pasiones. En el arte plástico, esta visión supuso la búsqueda de la representación ideal del cuerpo humano (cultivo del desnudo, el canon, la paulatina ruptura con la frontalidad y la rigidez) y la expresión de sentimientos ideales. 3 AUGUSTO DE PRIMA PORTA Se trata de un retrato de Octavio Augusto, el primer emperador de Roma, arengando a las tropas. Es obra posterior a su fallecimiento, del siglo I. Escultura figurativa, de bulto redondo. De cuerpo entero y de pie. Esculpida en mármol. Pese a su aspecto monocromo, restos de pigmentos en el mármol nos dice que estuvo policromada. La textura es lisa y pulida, si bien los pliegues de la ropa crean cierto contraste entre luces y sombras. Buen modelado de la anatomía (resaltada por la técnica de los “paños mojados”), de los pliegues de los ropajes y de los relieves de la armadura. Como herencias de la escultura griega clásica, observamos la actitud serena y firme a la vez, y la postura del contraposto (apoyar todo el peso del cuerpo sobre una pierna y dejar la otra flácida), que rompe en parte la rigidez y frontalidad de la figura. Recuerda al Doríforo de Policleto. Rostro realista (influencia etrusca) pero aligerado por cierta idealización (influencia griega). El hecho de que se le represente descalzo y la aparición del delfín y del dios Cupido le confieren sentido de divinización y eternidad. Es un claro ejemplo del retrato imperial romano como instrumento de propaganda política, cuya función es mostrar al pueblo romano que el emperador era un ser excepcional, equiparable a los antiguos héroes mitológicos e incluso digno de ascender a la divinidad del Olimpo, pues reúne todas las virtudes, físicas y morales. En el Augusto de Prima Porta se produce, como en todas las manifestaciones artísticas de la época augústea, la síntesis entre el clasicismo griego, cuyo lenguaje formal se adopta, y la concepción romana de la obra de arte sujeta a lo utilitario, en este caso, a la propaganda. 4 PÓRTICO DE LA GLORIA (CATEDRAL DE SANTIAGO) Se trata de la portada oeste de la Catedral de Santiago de Compostela, realizada entre 1175 y 1188 por el maestro Mateo. Toda ella se encuentra recubierta de esculturas que obedecen a un programa iconográfico complejo. Está formado por tres portadas en arcos de medio punto, siendo la portada central más alta y ancha que las laterales y reservándose para ella la decoración más importante del conjunto: en ella, el tema principal es la visión apocalíptica de San Juan. En la arquivolta, con una disposición radial, aparecen representados los veinticuatro ancianos del Apocalipsis, que llevan un repertorio de instrumentos musicales y muestran unos rasgos de marcada individualidad tanto en sus rasgos físicos como en actitudes y gestos. Bajo ellos, en el tímpano, de forma semicircular al estar limitado por el arco de medio punto y el dintel de la puerta, se representa la escena más importante. En el centro, de tamaño mayor que el resto de figuras, aparece Cristo coronado y sentado en un trono, mirando al frente mientras levanta las palmas de las manos mostrando las heridas de la crucifixión y rodeado por los símbolos de los cuatro evangelistas (Tetramorfos). Completan la escena un grupo de ángeles con los instrumentos de la Pasión (la cruz, la corona de espinas, los clavos...) y los Bienaventurados, representados en un tamaño mucho menor y dispuestos en dos frisos horizontales mirando a Cristo. En las jambas, a la derecha de Cristo, se encuentran los profetas que precedieron a la llegada del Mesías, y a su izquierda los apóstoles. El parteluz está ocupado por la figura casi exenta de Santiago, sentado y que parece recibir a los peregrinos que hasta la puerta se acercan. La iconografía va más allá de la mera función decorativa, teniendo otra más importante, la didáctica, dirigida hacia una población mayoritariamente analfabeta sobre los misterios de la Salvación. Pero lo que llama poderosamente la atención es la vida que se desprende de cada una de las figuras, que rompen con el hieratismo e inexpresividad tan característicos del estilo románico. Las proporciones, el movimiento, la expresión sonriente de los rostros, los ropajes que marcan la anatomía que cubren más que esconderla nos anuncian un cambio hacia el naturalismo que será característico en el gótico, sino una nueva sensibilidad religiosa, más amable y próxima al ser humano. Los ancianos de la arquivolta así como los profetas y apóstoles de las jambas se giran y se comunican entre ellos, liberándose de manera gradual del soporte arquitectónico alque permanecen pegados. Es, por tanto, un estilo de transición hacia una nueva visión de la naturaleza y del Hombre fruto de una religiosidad donde la esperanza se abre camino frente al temor de épocas pasadas. 5 LA PIEDAD Autor: Miguel Ángel. Cronología: 1498-99 Estilo: Renacimiento italiano. Escultura figurativa, de bulto redondo. Grupo de la Piedad, de origen medieval: la Virgen María sentada sostiene en brazos a su hijo muerto. Tema, por tanto, religioso. Esculpida en mármol, material noble de la Antigüedad, preferido por los renacentistas junto al bronce. Esculturas no policromadas: los hombres del Renacimiento pensaban que la estatuaria clásica no tenía color e imitaron esa apariencia. Fuerte interés por la figura humana (antropocentrismo renacentista), tanto en su anatomía como en su potencialidad expresiva. Composición simple y cerrada, de tipo triangular, preferida en este estilo. Figuras monumentales, con un delicado acabado tanto en la anatomía como en los ropajes. A pesar de ser un tema doloroso, Miguel Ángel lo dota de una calma profunda, a la que ayuda la composición piramidal, reflejando a una Virgen excesivamente joven, que simboliza la pureza inmaculada (la belleza ideal neoplatónica) y cuyos pliegues contrastan con la desnudez de su hijo muerto. Por sus simples pero monumentales formas y por su contención expresiva, es una obra típica del clasicismo renacentista. 6 SACRIFICIO DE ISAAC Corresponde al momento en que el profeta Abraham va a degollar a su hijo Isaac. Obra, por tanto, religiosa basada en el Antiguo Testamento. Está integrada en el retablo del convento de San Benito de Valladolid. Autor: Alonso Berruguete Del siglo XVI (Renacimiento español) Escultura figurativa, de bulto redondo. Grupo: dos personajes de cuerpo entero, uno de pie y el otro de rodillas. Talla en madera policromada, con dos técnicas: el encarnado, para las carnes: sobre la madera se aplica con cola una capa de yeso y sobre ésta se extiende directamente el color. el estofado, para los ropajes: sobre un baño de oro se aplican los colores, que luego se rayan dejando así el oro al descubierto (reflejos dorados). Pese a concebirse para un retablo, la composición obliga a contemplar la obra desde distintos ángulos. Composición muy dinámica y figuras muy apasionadas, más alargadas (canon 10), huesudas (rompen con el tratamiento anatómico clásico) y gesticulantes que las de Miguel Ángel. Son también inestables, especialmente Abraham. Es un estilo francamente manierista. La penetración en España de las formas renacentistas italianas se vio favorecida por la intensa relación de los puertos hispanos con Italia y por el dominio territorial ejercido por los españoles en parte de la península italiana, lo que se tradujo en la llegada de artistas italianos a la península ibérica, la educación de artistas españoles en Italia y la importación de obras de arte italianas. Sin embargo, la debilidad de la burguesía frente a la preeminencia económica y política de la nobleza y la Iglesia y la existencia de un Estado absolutista hacen que el arte renacentista español obedezca a los dictados impuestos por la Corte, la Iglesia y la nobleza. En el caso de la influencia eclesiástica, el absoluto predominio del tema religioso y el gusto por las composiciones realistas y expresionistas, para provocar la devoción de los fieles como forma de contrarrestar la amenaza protestante, que, entre otras cosas, niega el culto a las imágenes. 7 LA PIEDAD Gregorio Fernández, España, siglo XVII. Grupo de la Piedad, de origen medieval: la Virgen María sentada sostiene a su hijo muerto. Tema, por tanto, religioso. Escultura figurativa, de bulto redondo. Talla de madera policromada. Fernández es el gran imaginero de la escuela castellana (Valladolid). Reflejando a austeridad y dureza de la Meseta, se caracteriza por un realismo hiriente y dramático, frente al realismo más sosegado y elegante de la escuela andaluza. Sin embargo, su realismo directo, no cae, como otros imagineros, en lo feo o lo vulgar. La anatomía es realista (usando postizos como ojos de cristal, dientes de marfil, grumos de corcho para dar volumen a los coágulos de sangre). El ropaje, en cambio, es muy convencional (pliegues muy angulosos), si bien ello colabora en lo áspero de la expresión, igual que el abandono de la técnica del estofado. También provoca intensos claroscuros (contrastes luces-sombras). No interesa subrayar a través de él la anatomía humana. Composición desequilibrada (diagonal), propia del Barroco. La expresión de la Virgen es la opuesta a la de Miguel Ángel: rostro intenso y cuerpo gesticulante. Todo ello –ojos, boca y manos de la Virgen, la sangre y magulladuras de Cristo, los ropajes, la composición, los claroscuros…- va en la dirección de tocar la fibra sensible del creyente para acentuar su piedad, incluso en la calle (esta obra forma parte de un paso procesional). En consonancia con la doctrina del Concilio de Trento, la Iglesia católica va a combatir con este arte tan impactante al protestantismo que se extiende por Europa.
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