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NUESTROS-ESCRITOS-SEGUNDA-PARTE-TALLER-LITERARIO-2

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TALLER LITERARIO. PROPUESTA CULTURAL 
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 FE Nuestros Escritos
Segunda Parte de la Antología de producciones del
Taller Literario del Sindicato de Trabajadores
Judiciales de Santa Fe. Crónicas Policiales. Cuento
Psicológico. Críticas Literarias. Relatos basados en
narraciones.
S E G U N D A P A R T E
P R O F E S O R A D E L
T A L L E R L I T E R A R I O
A D R I A N A A B R I L E Luego de la Primavera Literaria seguimos leyendo, estudiando,
conociendo universos nuevos de la Literatura que fueron
plasmados en escritos de las participantes del Taller Literario 2021.
Ya en nuestros encuentros presenciales pudimos compartir
cuentos de escritores santafesinos con las particularidades de cada
uno de ellos: relatos de campo y urbanos. Fuertemente marcadas
las características de nuestros escritores de ciudad con espacio,
tiempo y lenguaje como así, las supersticiones se hicieron
presentes en los hechos acontecidos en la zona rural. 
Por último, entramos en la psiquis de los personajes de los cuentos
denominados psicológicos de autoras como Virginia Wolff, Las
Ocampo... mujeres que marcaron faro y camino a la equidad
femenina con respecto a los escritores varones. Como final del
taller las participantes escribieron relatos psicológicos con un nivel
excelente de escritura. Culminamos el Taller Literario 2021 con el
orgullo de haber cumplido con los objetivos y metas propuestas.
Agradecimiento a nuestras "escritoras" que con estudio, amor y
pasión por la lecto-escritura pusieron en alto las actividades
propuestas por esta coordinadora. Gracias a la Secretaría de
Cultura, quien nos apoyó y enseñó todo lo referido a lo tecnológico
y permitió con la digitalización que las producciones llegaran a
todos los afiliados del Sindicato y por último, gracias a la Comisión
Directiva del Sindicato por darnos este espacio de encuentro que
va más allá de lo literario cuando se trata de las relaciones
interpersonales.
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Taller Literario.
Abordamos la crítica literaria de estos escritos como forma de
fomentar la comprensión lectora, la opinión personal y el
pensamiento crítico.
"Culminamos el Taller
Literario 2021 con el
orgullo de haber cumplido
con los objetivos y metas
propuestas." 
Crónica Policial.
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C R Ó N I C A P O L I C I A L 
El Liverpool Bar for Seamen del puerto de Santa Fe ya no muestra la animación de años atrás
cuando cantantes de Buenos Aires amenizaban las noches mientras las parejas bailaban y los
marineros de ultramar bebían y el contrabando de mercaderías se realizaban como algo
corriente. 
G R A C I E L A R A V A Z Z O L A
 
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Una mujer cansada y deslucida atiende a los pocos concurrentes y amonesta a tres chiquillos
rubios mientras el nombre de Clarence resuena en su memoria. 
La mujer en cuestión llamada Nancy Funston conoció a Clarence Payne en la lejana Liverpool en
Inglaterra. Estaban enamorados, más ella prefirió a un hombre rico que le propuso matrimonio y
una vida pródiga en bienestar y viajes. Clarence por despecho y celos intentó matarla y luego
suicidarse, pero solo alcanzó a herirla en el cuello al ser detenido por el amante elegido. En su
momento fue detenido y enjuiciado, se lo liberó transitoriamente mientras duraba el proceso
pero no se presentó a cumplir la condena. Se embarcó y comenzó su peregrinar de mar en mar,
de puerto en puerto. 
Nancy Funston fue engañada por el hombre elegido que la condenó a una vida miserable. Quiso el
destino que el hombre muriera, Nancy tomó el dinero que pudo y compró el bar en cuestión. 
Otra vez la casualidad hizo que Payne entrara al Liverpool Bar y se reencontrara con Nancy y el
amor nunca olvidado renaciera entre ellos. Se casaron y tuvieron tres hijos en ese bar que
también revivió en medio de la felicidad. 
Más, como se suele decir, las cosas no duran para siempre; otra vez el destino les jugó una mala
pasada, una noche un parroquiano es muerto acuchillado en el bar y Payne lo encuentra. Su
nombre apareció en los archivos de la policía con pedido de captura a través de la cancillería
británica. Es detenido y deportado. 
La mujer llora en silencio mientras ve a sus purretes, lava los vasos y lucha por mantener un bar
en decadencia; tal vez piense que al destino no hay quien le talle. 
L A J U S T I C I A A T R A V I E S A E L O C É A N O
M A R I N E R O D E O R I G E N B R I T Á N I C O E S D E T E N I D O E N Z O N A D E L P U E R T O D E S A N T A F E
Clarence Payne, oriundo de Liverpool, recala en el puerto de Santa Fe, de un barco de matrícula
británica. Concurre a un Bar de la Zona, llamado Liverpool For Seamen y se reencuentra con
quien es el origen de este drama, ocurrido hace 6 años en su ciudad natal Nancy Funston,
propietaria del lugar, de ella se trata, luce en su rostro tremenda cicatriz producto de una herida
que le fuera infligida por Payne origen de un drama vulgar en un ataque de demencia. Cumplida la
sentencia de 6 meses se embarca. En el reencuentro, reestablecida la relación, se asocian en el
funcionamiento del Bar y forman familia. El lugar entra en su apogeo.
ASESINATO: Al ocurrir el asesinato de un marinero senegalés en dicho Bar, Payne al ser testigo
presencial del hecho y propietario del Bar, es sometido a interrogatorio y detenido por la Policía
local. 
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Durante las investigaciones, al pesquisante actuante le resuena el nombre Clarence Payne y en el
transcurso de las mismas se encuentra con que su captura está recomendada en una orden del
día de la Policía de la Capital federal, de hace 7 años. Orden de captura a requerimiento de la
Cancillería Británica que lo ha condenado a 10 años de cárcel por tentativa de homicidio y
desfiguración del rostro de Nancy Funston. Clarence Pyne es trasladado a su país a cumplir
sentencia.
El Bar ya sin los atractivos de antes entra en decadencia. Los hombres de mar ahora prefieren
otros establecimientos.
I R M A P E N S I E R O
 
D E L I T O , A M O R Y C Á R C E L
Clarence Payne, oriundo de Liverpool, un sujeto sobre el que pesa una orden de captura de hace
siete años requerida por la cancillería británica, es descubierto en el puerto de Santa Fe, en el
marco de otra investigación y llevado a cumplir una condena de diez años por un delito cometido
anteriormente.
La historia comienza en Liverpool cuando Clarence, de 29 años, estaba enamorado de Nancy
Funston, quien trabajaba en una hilandería. Ese sentimiento no era correspondido. Ella prefería
los halagos y la fortuna de otro señor que la desposaría y llevaría de viaje por el mundo. Ante la
insistencia de él y el rechazo de ella, Clarence en un ataque de ira y celos quiso matarla y matarse.
No logró su cometido; el puñal le ocasionó una gran herida en la cara de Nancy y él fue sujetado
por su pretendiente. 
Después de seis meses de prisión buscó a su amada pero ella se había ido de Inglaterra
embarcada con el otro señor. Decepcionado y con el alma en pena él también se alejó de
Inglaterra y navegó como marinero.
La vida de ella no fue tan afortunada como soñaba. La promesa de esposa y buen pasar se
diluyeron con el agua del mar. En el viaje fallece ese hombre engañoso y ella logra apropiarse de
algún dinero. Llega a Santa Fe, lugar de destino, y en la zona portuaria compra y se pone al frente
de un negocio; un bar para marineros.
Es precisamente en ese bar, llamado Liverpool Bar for Seamen, donde entró un día Clarence
atraído por su nombre, al bajarse del White Crest que había anclado en Santa Fe.
Quiso el destino o el azar unir esas dos almas que siempre guardaban la esperanza de
encontrarse. Comenzaron una vida juntos, eran felices, conformaron una familia sumando tres
chiquillos.
Con la intervención de Clarence y algunas mercancías de contrabando, el bar prosperó
notablemente. Más amplio, mejor decorado,cancionistas internacionales y buena atención.
Fue una noche trágica en que Clarence se vio involucrado en la muerte de un parroquiano. Era un
negro grandote, caído de bruces, aparentemente por una fuerte borrachera. Cuando Clarence
intentó sacarlo a la rastra del local, reaccionó con estupor al descubrir que tenía clavado un puñal
en el corazón.
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A un pesquisante de la policía le martillaba ese nombre en la mente y descubre entre sus papeles
la orden de captura expedida contra Clarence Payne, natural de Liverpool, hace siete años.
La justicia de su país lo ha condenado a diez años de cárcel por la tentativa de homicidio y
desfiguración del rostro de Nancy Funston, entonces de 22 años de edad, obrera hilandera,
natural de Liverpool. 
El muerto era un senegalés, boxeador, que imponía su voluntad a puñetazos. La policía ya tenía
orientada la investigación aunque Clarence permanecía detenido.
Clarence Payne había sido liberado condicionalmente hasta que la justicia dictara su sentencia
pero no se presentó a cumplir la pena, lo cual agrava su situación y es por eso buscado.
Y la historia termina con Clarence esposado y llevado por agentes de Scotland Yard a cumplir la
condena en su país. Nancy, con el remordimiento de sentirse culpable por su encarcelamiento,
permanece en el bar con sus chiquillos. Ya nada es como antes. El Liverpool Bar for Seamen no
ofrece ningún atractivo, su dueña tampoco.
A L I C I A B L O N S K I
 
Relatos basados en el cuento "Las
lluviosistas" de Lermo Balbi.
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M U J E R E S E N P U G N A 
Cada mañana se las ve caminar por la calle principal del pueblo, confundidas por sus vestimentas
grises con la polvareda que sus pasos levantan en esa tierra siempre sedienta. Ya entradas en
años, enjutas, descoloridas, oscuras; tal vez, alguien desprevenido diría son mujeres que van por
la vida sin dejar huellas, pensamiento errado ya que ellas llevan la sabiduría que da el contacto
con la tierra y con el cielo; ellas interpretan las señales que estos dan a través de las sequías, las
inundaciones, las tormentas, los vientos, los nubarrones y las noches de luna llena y los convocan
con fórmulas secretas. 
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Estas mujeres, Anunciada y Milagros Prometeo, tal como sus nombres lo sugieren, hacen uso de
tales poderes para solucionar los problemas o dificultades que sus vecinos les plantean a su paso
por el poblado, ellas responden con cautela y con sumo cuidado de no ser vistas ejerciendo sus
dones por lo que escuchan con disimulo, dialogan en secreto y dan la receta pertinente a cada
caso. 
Por la vereda de enfrente camina Prudencia Sapiencias que evita saludarlas o mirarlas, pero sus
ademanes dicen de su desprecio hacia ellas. 
Los pueblerinos están enfrentados según algunos creen y avalan tales atributos y otros que las
menoscaban tildándolas de brujas y hechiceras embaucadoras; estos últimos liderados por
Prudencia, militante del partido político local. 
A diferencia de las hermanas, Prudencia es una mujer voluminosa, enérgica y con muchos años
por vivir aún; por lo que muchos piensan que el enfrentamiento entre las tres mujeres, no solo se
debe a la diferencia de opinión sobre los poderes que las hermanas dicen poseer, sino también a
una envidia mutua en lo físico, las unas los años jóvenes de la otra y esta la delgadez de las
hermanas. 
Este enfrentamiento de larga data tuvo su momento más álgido cuando se abrió la Audiencia
Pública citada por el Intendente para debatir sobre el caso que involucra a las tres mujeres. En las
actas de dicho día figura textualmente lo acontecido, según se puede leer: 
“En el ala derecha del recinto se ubican Anunciada y Milagros Prometeo con sus seguidores,
enfrente Prudencia Sapiencias con los suyos. En el centro, el Intendente actuando de moderador
entre las dos facciones." 
El Intendente, don Gervasio Pérez, da por iniciada la audiencia e invita a las hermanas a exponer.
Se consultan entre ellas y es Anunciada quien toma la palabra. Con ademanes cortesanos saluda a
la concurrencia, mira al cielo, se persigna y comienza diciendo” las cosas sucedieron así: una
mañana en la que con mi hermana íbamos hacia el río a tomar aire fresco que mucho necesitamos
para los pulmones y también para ver la bajante pocas veces vista que sufre en esa época que
suele ser lluviosa, se nos acercó don Ruperto Flores pidiéndonos lluvia para su trigo que venía
retrasado por la seca. Al principio le dijimos que no acostumbramos a recibir pedido en los
momentos de descanso, pero viendo a este hombre tan grande llorar y como somos mujeres
sensibles, de buen corazón y vecinas colaboradoras le dijimos que lo pensaríamos pero que fuera
a la mañana siguiente a nuestra casa donde tenemos el consultorio para buscar las instrucciones.” 
El Intendente pide silencio cuando se hacen sentir fuerte los silbidos de desaprobación ante la
exposición, en especial en lo referido al consultorio. 
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Otra vez silbidos y gritos interrumpiendo el descargo, no obstante, Milagros haciendo caso omiso
prosigue: “No es culpa nuestra que Flores les comentara a todos sus familiares y amigos y estos a
otros, lo que le dijimos que hiciera, fue así que hubo cientos de plantas de trigo marchito junto al
río con excrementos y un olor insoportable a orina. Por eso es que llovió durante un mes, se
perdieron cosechas y se desbordó el río, inundando gran parte del pueblo.” 
Prosigue Anunciada: “Vino y le entregamos lo requerido, debía tomar dos plantas de trigo,
mustias, casi secas y plantarlas junto al río y abonarlas con bosta y regarlas con orina de un
caballo overo. Nunca damos a conocer lo recetado, pero esta ocasión lo necesita. Mi hermana
continuará.” 
Empieza Milagros, persignándose y saludando. “Reitero lo dicho por mi hermana, somos buenas
vecinas, siempre atentas, ayudamos, escuchamos y les damos a cada uno lo que necesitan.
Ruperto Flores cumplió con lo aconsejado y al cabo de tres días llovió tal cual lo pidió y el río
creció. 
El Intendente tratando de aplacar los ánimos de los seguidores de Prudencia Sapiencias llama a
distintos testigos, así se suceden el mismo Flores que pide perdón por haberse ido de bocas,
Vargas que perdió el rancho con la inundación, otros sufrieron las pérdidas de sus cosechas al
pudrírseles las raíces, algunos que tuvieron que sacar sus vacas empantanadas, otros que no
pudieron a salir por los caminos anegados y debieron tirar la leche. Sin embargo, muchos
agradecen a las hermanas por los beneficios recibidos en algunas ocasiones en que necesitaron
lluvia para sus campos, viento para sus molinos o forraje para sus animales. 
Las hermanas Prometeo permanecen en silencio, dignas en su fragilidad, miran compasivas a los
diferentes expositores y con desprecio a Prudencia que se agita impaciente en su silla esperando
el turno de su presentación. Se sienten poseedoras de notables poderes y de un espíritu solidario. 
El Intendente con ademanes desmedidos, valiéndose de su autoridad, llama a Prudencia a
mostrar sus argumentos, más ella con exagerada cortesía, dice que cederá la palabra a sus
testigos y que ella lo hará en último término. 
Se renuevan los silbidos, ahora de los partidarios de las hermanas reprobando al Intendente que
como todos saben proviene del partido político de Prudencia. 
Se suceden los testigos, aducen lo mismo, haber solicitado el servicio prodigioso de la hermanas,
haber realizado lo prescripto como condición para que se cumpla lo solicitado, por ejemplo: dejar
al caballo atado al molino resoplando o sapos croando a la orilla del río, encender velas en torno
de un campo sembrado o carnear un macho cabrío en luna llena o hasta rociar los plantíos con
agua del río bendecida por el cura, a pesar de ser enemigas acérrimas del sacerdote. No obstante,
habiendo cumplido estrictamente con lo mandado, tales pedidos no fueron cumplidos. 
Anunciada y Milagros los miran dulcemente y levantandola mano, las dos al unísono les
contestan que no es culpa de ellas si siguiendo las órdenes de la Señorita Prudencia Sapiencias no
cumplieron estrictamente lo indicado. 
La aludida, con evidentes signos de indignación, pide la palabra, comienza diciendo: “Todos
me conocen, he nacido y me criado en este pueblo, solo salí de él para realizar mis estudios en
la ciudad en la que me he formado a la luz de la ciencia por lo que hablo con autoridad sobre
la superchería de las hermanas Prometeo. Es sabido que ocupo un lugar en el espacio de
cultura de la intendencia desde donde trato de acercar conocimiento y nuevas ideas en medio
de la ignorancia”. 
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Silbidos por un lado y aplausos por el otro, el Intendente pide silencio, por lo que continúa: 
“Sé que el Sr. Intendente valora mi gestión (nuevos silbidos) pero esto no tiene nada que ver
con mi opinión sobre los supuestos dones de las hermanas. Baso la misma en los testigos que
afirmaron que a pesar de hacer estrictamente lo indicado , sus pedidos no fueron cumplidos y
en el caso que nos ocupa ,el exceso de lluvia, me llama la atención que esas mujeres con su
poderes sobre el cielo y la tierra no hicieran cesar el temporal y permitieron las calamidades
que hemos vivido. Eso me pregunto y me afirma en mi idea de lo engañoso de la fama y dotes
de esta dupla de farsantes.” 
El caos invade la sala, los admiradores de las tres mujeres amenazan liarse a golpes, por lo que
el Sr. Intendente llama al orden y amenaza con desalojar el recinto si el desorden continúa.
Restaurado el orden, expone el Sr. Intendente. 
“He escuchado atentamente la exposición de las Señoritas y también la de sus respectivos
detractores y seguidores. Este es un pueblo donde hemos convivido en paz y con mucho
respeto entre nosotros, por lo que no puedo permitir los enfrentamientos entre vecinos; por
lo tanto he dispuesto el cese inmediato del trabajo de hacedoras de lluvias y el cierre del
llamado consultorio de las Señoritas Prometeo; en cuanto a la Señorita Sapiencias le ordeno
como su superior inmediato se aboque exclusivamente a sus funciones en el área de cultura y
deje de investigar y/o perseguir vecinos que para eso están las autoridades correspondientes,
además les recomiendo severamente evitar todo contacto entre dichas partes en litigio. Por lo
demás, siendo un hombre letrado, dispongo que todas las mañanas a las seis en punto se
transmita por los parlantes de la plaza el estado del tiempo según lo anuncie el Servicio
Meteorológico Nacional ya que esa su función.” 
Los asistentes se retiran en silencio. La sesión ha terminado. Doy fe de observado y de lo
escrito. Ruperta Suárez, Secretaria de la Intendencia de Pozo Seco. 
Así están las cosas, las hermanas caminan por una vereda, Prudencia por la otra sin mirarse ni
saludarse. No obstante, la pugna continúa, las unas atendiendo a hurtadillas los pedidos de
quienes no confían en el Servicio Meteorológico y la otra esperando descubrirlas en dichos
actos. El Intendente satisfecho de la solución salomónica que cree haber encontrado a la
disputa. 
G R A C I E L A R A V A Z Z O L A
 
Era tal el encono de la Sra. Jueza, que puso su mente a trabajar en profundo y a ponerla al
servicio de recuperar su honor. Todo se originó por el escarnio que le infligieran las magras
hermanas Lluviosas. Ella, tan orgullosa de sus redondeces a cuál más vistosa, no lo soportó. Se
decretó a sí misma, hacerles la competencia, cuestión de vida o muerte. Primero se inclinó
por la ciencia, que la inició por el lado de " las corrientes marinas, la circulación atmosférica ",
y como tomó conciencia de lo complicado del asunto, optó por el camino más asequible y
doméstico. Su madre, oriunda de la Coruña tenía muchos dichos, todos posibles y algunas
prácticas que suponían predicciones: Cielo aborregado, a las 24 horas mojado - Golondrinas
que vuelan bajo, agua segura- Si las orejas sacuden la burra, agua segura. Pero según sus
recuerdos las prácticas más seguras eran: Novenas a la Virgen y Procesiones. A ello se abocó
la Sra Jueza y apalabró al cura del pueblo, previo estipendio jugoso, que lo mantuvo ocupado
mucho tiempo. Los rezos y las caminatas por las calles polvorientas del pueblo con la imagen
de la Virgen a cuestas, fueron eficaces. Consecuencia: Los paisanos de la zona, cambiaron
brujería y prendas a veces muy extorsivas, por la fe en el Altísimo. Era más edificante y las
llamaban Rogativas Pro Pluvio.
Las hermanas Lluviosas, más que envidiosas, profundizaron experimentos esotéricos, noche y
día. Mejoraron técnicas, materias a emplear y perfeccionaron nuevos conjuros.
La cuestión es que, un buen día de primavera y a puro sol, nubes suculentas comenzaron a
invadir el cielo; por la noche tormenta furiosa que derribó árboles, azotó sembradíos y a
continuación una lluvia torrencial que duró semanas. Los campos se anegaron, el río
desbordó, los caminos se tornaron intransitables y por ende las cosechas se perdieron.
Los lugareños espantados y llenos de ira, acudieron al Sr. Juez para que tomara cartas en el
asunto, el cual dictaminó: Prohibir a la Sra Jueza su consorte y a las hermanas Lluviosas, so
pena de prisión en efectivo, dedicarse de aquí en más y de por vida a quehaceres Pro-Pluvio.
Ahora llueve y con felicidad para la comunidad, cuando la naturaleza así lo decide.
I R M A P E N S I E R O
D I S P U T A C O N L A S P O L E N T A
Las hermanas “Polenta”, como solían decirle a las Polanta, no representaban la fuerza de ese
apellido nutritivo adquirido dado que eran unas frágiles viejecitas enclenques que apenas
tenían aliento para andar. Sus lenguas estaban muy afiladas y ejercían tal poder en hacer
cumplir sus maliciosas intenciones que bien podrían llamarse “Pimienta”.
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Existía en la pequeña comunidad otra persona que sí redundaba en carne y grasa. Esa mole sabía
ejercer su poder y autoridad con más sensatez y coherencia. Era la esposa del juez, doña
Veneranda Suppo.
Habíase armado una gran disputa entre estas dos partes, acompañada por los dimes y diretes
de la población que linchaba para un lado o el otro, según la conveniencia o deseos de
damnificar a algunos de los contrincantes.
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Pina y Verónica Polanta tenían la habilidad, el don o la capacidad de hacer llover. Esta
destreza poco común se basaba en la sabiduría de la gente de campo, como habían sido sus
ancestros; la intuición, según el comportamiento de los animales que ellas observaban
diariamente y la magia o brujería que practicaban para que el fenómeno ocurriera cuando se
lo requerían.
La gente recurría asiduamente a solicitarles que hicieran llover, especialmente para provecho
de los cultivos y ellas accedían a estas peticiones siempre y cuando se cumpliera el conjuro
que con picardía o malicia las hermanitas pedían.
Fue una época de gran sequía donde el verde se puso albino, la tierra se cuarteó en terrones y
hasta los humanos se escamaron.
Una cola de peregrinos imploró a las hermanas Polenta o Polanta que hicieran llover. Pina y
Verónica estuvieron elucubrando varios días y al fin accedieron, si se cumplía el hechizo
correctamente. Este pedido involucraba a la jueza Suppo quien siempre rechazaba las
ocurrencias de las brujitas.
- De ninguna manera voy a otorgarles lo que solicitan. No solo porque no crea en las brujerías
de esas viejas sino porque no voy a prestarme al ridículo y hazmerreir de todo el mundo.
- ¿Pero que le cuesta señora jueza? es por un rato nomás.
- Ni por un rato, ni por un ratón. Soy una persona seria y no creo en esos artilugios. Va a
llover cuando se den las condiciones climáticas que la naturaleza dispone.
- ¡Muy bien doña Veneranda! ¡Así se habla!_ vociferó el grupo de sus seguidores, muchos de
los cuales siempre requería algún favor de la jueza y acompañaron con un prolongado aplauso.
- Si usted no nos presta la prenda que es necesaria para hacer cumplir el conjuro, aténgase a
las consecuencias. 
- No me amenacen porque las consecuencias las van a sufrir ustedes por seguir los caprichos
de esas doshechiceras vetustas.
Dada la firme postura autoritaria de la jueza los grupos se disgregaron, pero los acérrimos
seguidores de las pluviométricas hermanas se complotaron para hurtarle las anchurosas
bombachas floreadas de doña Veneranda. Lograron el objetivo ayudados por el personal de
servicio que trabajaba en casa de los Suppo.
Muy temprano la mañana siguiente, tres bombachas enormes de distintos colores flameaban
orondas y jocosas en el mástil central de la plaza Mayor.
Ante el escándalo y el chismorreo de quienes atónitos observaban el manifiesto, un empleado
de la señora jueza arrió el cuestionado estandarte y el hechizo no se cumplió porque lo
solicitado no perduró el tiempo requerido. Ese día no llovió.
Las hermanas Polenta fueron insultadas, denigrada y ya no volvieron a ejercer su profesión.
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La señora jueza, muy reticente a salir de su casa, temía las habladurías de la gente. Después de
unos meses se mostró en público con una silueta formidable. Era el comentario elogioso del
pueblo.
La lluvia se hizo presente cuando el cielo lo dispuso y doña Veneranda Suppo, supo ganarse la
admiración y el respeto de todo el poblado.
A L I C I A B L O N S K I
 
L A E S P E R A D E L H I J O
Las hermanas Verónicas y Pina Polanta solucionaban todos los problemas de los habitantes de
Palacios. Los problemas de los palacinos estaban referidos a las cosechas, a las enfermedades,
a males de amores como desaparición o infidelidades, a deudas entre paisanos y las referidas
al embarazo, ya sea porque no podían embarazarse o porque deseaban hijos varones, que
como se sabe los necesitaban para trabajos en el campo.
Este es el motivo por el cual las visitamos con mi mujer. Hacía cinco años que estábamos
casados y teníamos tres niñas muy lindas y avispadas pero deseábamos tener un varón. Yo
siempre fui y soy muy racional y sabía que el trabajo en el campo es agotador, especialmente
en época de siembra y cosecha. Pensaba en los estados de ánimos de mi padre. Siempre
cansado y de mal humor. Por eso la llegada de un varón, y la ayuda de los peones, aliviaría mi
trabajo y no me transformaría en un hombre gruñón.
En el bar del almacén de don Ramiro muchas veces había escuchado hablar de los beneficios
de unas hierbas y unos conjuros, que habían hecho sus hermanas y mujeres para tener
varones. Así que una tarde los dos nos dirigimos en la chata a la casa de las hermanas Polenta.
Sabía, por referencias, que vivían cerca de la escuela, donde terminaba el pueblo. Cuando las
vimos nos sorprendió su delgadez y sus caras apergaminadas. ¡Vivían tan austeramente! El
mobiliario de la habitación era mínimo: una mesa, cuatro sillas, un jarrón con flores muy
hermosas y con un perfume agradable pero que no conocíamos. Un solo cuadro adornaba las
paredes. Pensamos que era de sus padres cuando se casaron.
El recibimiento fue amable pero escueto. Le comentamos nuestras preocupaciones. Se
miraron, después se dirigieron a un rincón de la habitación donde había una mesa pequeña
con tres patas y sobre ella un cuenco con hierbas que no pudimos distinguir qué eran.
Hablaron en voz muy baja y en un idioma ininteligible para nosotros. Se acercaron y nos
entregaron un ramo de hierbas, algunas las distinguimos como ajenjo, manzanilla, caléndula,
salvia, apio y de otras no teníamos ni idea. Nos recomendaron hacer infusiones y tomar todas
las noches, durante una semana antes de la luna llena y durante la misma teníamos que hacer
el amor para engendrar un varón. Repetimos esa rutina durante tres meses. María estaba
ansiosa y cuando tenía el sangrado se deprimía; pasaba cinco días, casi todo el tiempo,
acostada, a oscuras; decía que le dolía la cabeza. Yo y las niñas sufríamos mucho, la veíamos
andando por la casa como alma en pena.
Al quinto mes me dio la noticia que no tenía su período y que le dolían los pechos. La alegría
volvió a la casa, su vientre fue creciendo y al noveno mes llegó el varón que tanto deseábamos.
Lo bautizamos Esteban que significa “coronado y victorioso”. ¡¡Para nosotros fue una victoria y
gracias a las hermanas Polenta!! Le comunicamos las buenas nuevas junto con un pequeño
presente. Digo pequeño porque lo que habíamos recibido era incomparable con lo que
podíamos retribuirles.
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Pasado el tiempo me enteré que las hermanas no tenían ningún don; que la mujer del juez, que
era una mujer muy instruida, las puso al descubierto. Anduvo diciendo que llovía cuando el
tiempo lo disponía, que el sexo está determinado por un cromosoma X y un cromosoma Y, que
hay que preguntarse por qué se produce la infidelidad y así muchos argumentos más. Casi
nadie comprendió lo que decía doña Anuncia pero todos dudaron de las hermanas Polenta y
no las consultaron más. Por nuestra parte nosotros tuvimos tres hijos más, dos varones y una
mujer y no tomamos ninguna infusión ni tuvimos en cuenta las fases de la luna para
engendrarlos. 
M A R Í A E L E N A P E N S I E R O
 
El cuento psicológico.
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Un niño estaba sentado en el borde de la vereda con los pies en la calle. En la mano derecha
sostenía una ramita seca y con ella trataba de escribir algo sobre la tierra suelta del pavimento. Su
mirada estaba fija en ese palito que iba y venía y no decía nada. En su interior un torbellino de
sensaciones se agitaba como un batido. La espuma le daba náuseas. Una nube se acomodó bajo
sus párpados.
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Permaneció largo rato así, sin inmutarse por los autos que pasaban y le tocaban bocina o las
bicicletas que casi rozaban sus pies. Una perdigonada estallaba en sus entrañas.
Su mamá comenzó a llamarlo desde un tercer piso de un edificio que estaba a su espalda. El eco
de su nombre se extendía, vibraba entre las hojas de los árboles hasta posarse en la rama débil de
su brazo. La madre tomó al niño por los hombros y a los empujones lo llevó a su departamento.
Taladraban el aire las advertencias de no salir de casa.
Detrás de un pilar su amigo observaba la escena. La mayoría de las tardes se juntaban en esa
plazoleta. Era una amistad silenciosa. Jugaban a quien recoge más piedritas del suelo o el que
encuentra la hoja más lustrosa. Conversaban poco. Seguían con la vista el vuelo de un pájaro hasta
que se esfumaba en el infinito.
Un choque de miradas que no se quieren ver. La vergüenza apuraba el paso para liberarse de la
mano opresora que lo impulsaba con nerviosismo.
Los insultos rebotaban entre las cuatro paredes del departamento, groserías que lastimaban hasta
las plantas del balcón. El desorden de un orden que nunca existió. Un portazo separó las aguas, el
arroyuelo se acurrucó entre sábanas y el río rápidamente fluyó.
Como un pañuelo de seda el aire fresco acarició sus pensamientos mientras el gruñido de una
jauría parpadeaba a su alrededor. Aceleraba el taconeo, baldosas flojas, raíces que levantaban la
vereda, un pichón herido a la orilla del camino. Un sopor enturbió las fibras. Cadenas atadas a su
corazón, un candado roto y una llave que se perdió. Campanadas que marcan un norte.
Arrodillada frente al Cristo del perdón. Gotas de sangre en un costado. Espinas de dolor. Ahogo y
resurrección. ¡Ha nacido el Niño Dios! 
- Mi mamá no siempre es igual - confesó el niño a su amigo mientras amontonaban agujas de pino
esparcidas en el suelo - Hay días que me reta por cualquier cosa que hago. No me deja salir para
nada. Yo a ésos los llamo días “N” porque son negros. En cambio, otras veces me trae una
golosina, me abraza fuerte, lagrimea y dice que me quiere mucho. Ésos son los días “B”, de bueno.
Su amigo parecía tener todos días “B” porque siempre vagaba por la plazoleta esperando
encontrarlo.
Cada día una “N” o una “B” era la señal que colgaba de su ventana para que su amigo supiera si iba
a bajar a jugar o no.
Esa tarde se sorprendió al verlo sentado a la orilla de la calle. Iba camino a su encuentro. Cuando
escuchó los llamados eufóricos de su madre se paralizó. Retorcidode angustia se escondió detrás
del pilar. Sin darse cuenta se fue a sentar en el mismo lugar donde lo había visto. Con la mirada
fija en el piso y el ánimo despatarrado en el pavimento descubre una “N” marcada sobre la tierra
suelta.
Después de aquel lamentable episodio. Los días “B” se multiplicaron y brotaron como azahares.
A L I C I A B L O N S K I
 
E L D E S A R R A I G O
Joe descendió del barco temblando, hambriento y bastante sucio. Fue un viaje de ocho días por
mar abierto lleno de peripecias pero a él lo movió la ilusión de llegar a un país europeo para
cambiar la desdichada vida de su pueblo natal, Nambidia. No piensa en él solamente, están en sus
pensamientos sus padres, sus cuatro hermanos y sus tíos.
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Decidió salir de su aldea, como muchos jóvenes, a los dieciocho años. Eligió Europa cuando en la
escuela y en la tele hablaban de esos países y su bienestar. Devoró libros, los que encontraba en la
biblioteca, y pensó que lo mejor sería Alemania.
El recibimiento por parte de las autoridades de Pozzalo fue digno. Comida, ropa, baño, cama y
celular los esperaban a todos. A dos días de la llegada, después de algunas instrucciones salieron a
caminar por las calles de la ciudad. Primera visita fue la playa. Fue allí porque el refugio estaba
cerca. Parecían una marea negra, la vestimenta azul con las tres rayas blancas se confundía con el
color de su piel.
Me comuniqué con él después que pasó la primera semana de estadía. Fue casualidad, él estaba
solo y me preguntó cómo llegar a una librería, quería comprar un diccionario inglés-italiano y a
partir de ahí nació un vínculo interesante. Hablábamos en inglés pero tenía mucho interés en
aprender italiano. El inglés lo aprendió en la escuela y se desenvolvía bastante bien.
Nos encontrábamos a la tarde, en el bar de la playa. Los dueños era gente muy solidaria. Yo lo
invitaba a tomar cerveza, el calor lo ameritaba y mientras bebíamos y comíamos una picada
italiana reflexionábamos sobre la vida. Su preocupación era lo que dejó en su aldea, su familia
extensa, sus amigos y las costumbres aunque reconocía que su pueblo estaba bastante
influenciado por la cultura europea. Decía que era un fenómeno de casi toda África. Lo atribuía a
los medios de comunicación, especialmente a internet.
A pesar que el viaje fue riesgoso y pasó momentos de zozobras eso no estaba presente en sus
sueños pero sí su vida en la aldea; eran tan vívidos, sentía el calor de las caricias de su madre, el
olor de las comidas, aunque reconocía que acá era más sabrosa. Y después de esos sueños lo
invadía la melancolía. Nunca sentí que lo inundara la autocompasión.
En la espera que le permitan ir a Alemania, la burocracia lo agobiaba; entonces le cundía la
angustia por la incertidumbre del futuro. Y decía: -es como volver a navegar ese extenso e infinito
mar.
Era un joven, casi adolescente, muy observador. Observaba la naturaleza con minuciosidad y de la
misma manera a sus compañeros de “desgracia”. Esa era la palabra que usaba para describir esa
circunstancia. 
Una de las cosas que me llamaba la atención era su interpretación del vuelo de los pájaros. En
realidad era él. Era un ave que conocía su camino, que podía desplegar sus alas con seguridad en
el espacio que ocupaba. Aunque sabía que tenía que despejar la oscuridad.
No todo era tristeza. La alegría embargaba su alma muchas veces. El motivo eran los recuerdos,
su gente, su infancia, las fiestas de su pueblo, cómo se preparaban para recibir visitas y alcanzaba
su climax cuando me relataba los preparativos del viaje, las lecturas y la ayuda de toda la familia y
los amigos.
Así pasaron dos meses. Para mí fueron intensos, pienso que para él también; se notaba en su
mirada, en la disposición de su cuerpo. Yo lo observaba, conmigo estaba distendido y cuando
lo veía pasear con sus compañeros estaba rígido, supongo por el temor a las autoridades,
siempre los chequeaban o les preguntaban dónde iban.
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Cuando le llegó la noticia que podía ir a Milán su actitud fue contradictoria. Por un lado lo
habían ubicado en una gran ciudad, que no era alemana como deseaba, pero por otro lado, y
me lo dijo:
- Pierdo estas conversaciones que fueron tan importantes… que me permitieron llevar
adelante este período duro para mí.
Pensé que los vínculos afectivos para él eran importantes, que eran el motor de su vida y que
la oscuridad la despejaría cuando encontrara respuestas a sus interpelaciones.
M A R Í A E L E N A P E N S I E R O
 
S O L E D A D
“Las hojas muertas se recogen con rastrillos
Y los recuerdos y las penas también
Y el viento Norte se las lleva 
En la noche fría del olvido"
Jacques Prevert
Modorra del amanecer. Párpados pesados por la noche de anoche y apretados por mi vida de
siempre. Amigos diversos y divertidos, quinta esencia de la farándula literaria, buenos para
algo y necesarios para el aburrimiento. Todos adictos a lo rimbombante y siempre algo por
decir. El sol se filtra a través de las varillas de la persiana. Un rayo errante se detiene sobre la
cómoda de la abuela, antigua y soberana, deslucida por los años, con improntas oscuras
donde estuvo posado un vaso de cristal y una réplica de la torre de Eiffel. Cielorraso con
lamparones, lloran años de abandono y finas telas de araña adornan los rincones. Murmullo
descuidado en la cocina, trajín mañanero de trasnochados, aromas de tostadas y café. Y yo
sola, en la soledad del hombre que falta en mi vida. Espacios llenos pero que siguen vacíos.
Era, fue y ya no más. ¡Si cada piedra, cada fracción de ese espacio hablara! Silencio. Olores y
murmullos que insisten en mis sentidos queriéndolos alentar, pero solo despiertan lejanos y
tenues ecos. No se puede contra lo que no se puede. Me siento como la Victoria de
Samocracia, era mascarón de proa y quedé con un ala rota y sin poder volar. Puro duro
mármol y dentro de la rigidez de esta envoltura, un suave vibrar y un rítmico tic tac me alertó.
Oh maravilla, pero solo yo lo escuchaba y nadie más. ¡Qué digo! Como quiero a mi perro Tom. 
En silencio y a hurtadillas bajó a la playa, arena brillante, y huellas de pasos errantes, no los de
él, se fue. Hoy el sol brilla a medias en un cielo indeciso, con nubes plisadas que viajan raudas
arrastradas por un viento Norte piadoso. ¿Se llevará penas y dolores?
Aprieto mi ya simil angustia en un hato que cargo sobre los hombros, contiene palabras, uno
que otro beso y alguna caricia. ¿Por qué lo amé tanto si era lo que no quería? Vuelvo con mis
pasos hacia la casa, casi a trompicones y en un descuido me desparramo con fuerza sobre la
tibia arena. Me incorporo con gracia, me sacudo con alma y vida y arrojo bien lejos la mochila
que pesa y ya no sirve. Llegan a mis oídos sonidos de música alegre y el canto de mis
invitados, estiró los labios en una bonita mueca de sonrisa y gritó bien fuerte ¡allá voy, mis
amigos, que siga la alegría!
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I R M A B E T T Y P E N S I E R O
 
A L F I N A L D E L C A M I N O
El hombre camina en silencio, lo hace solo, seguro del trayecto que ha de recorrer. Sigue las
incontables huellas que otros predecesores han dejado en el lodo, por eso sabe que sigue la
senda correcta. El río mece el verdor de los aromitos y se tiñe de rojo con los ceibos que
mojan sus raíces en las orillas desdibujadas del tanto ir y venir de esas aguas, a veces mansas
otras bravas, según el viento quiera. El cielo límpido por momentos se baña en el río,
distorsiona el verde y dora su superficie en la que patinan insectos que lavan sus alas antes de
emprender el vuelo.
El río siempre sigue su curso, la brisa acuna los pajonales y del aromito caen flores
perfumadas sobre las aguas, el ceibo llora lágrimas antiguas, el pez nada perezoso, el viento se
cuelga de las hojas, vellones de tierra se arremolinan imprecisos, unos flamencos han llegado
y buscan su alimento, una bandada de golondrinas vuela bajo descansando de su retorno del
Norte, un tero con su estridente “teru, teru” defiende el nido… cada uno reincide en lo
acostumbrado sin preguntarsesi hay otras posibilidades de cambiar el destino o la rutina.
Una frenada, gritos destemplados, ladridos, ulular de ambulancias, las campanadas de la
iglesia dando las horas, el colectivo atestado que no se detiene en las esquinas,
embotellamientos en las calles más transitadas, un siniestro vial en la rotonda… ¿será posible
dejar lo rutinario? ¿se puede cambiar el destino?
El aroma a café recién hecho, las lágrimas de la mujer que llora ante una carta, el piso mojado,
la ropa tendida, el vendedor que vocea su mercadería, el albañil que silba al paso de una joven,
el hombre que cava un surco, un obrero seca el sudor de su frente, miles trabajan con sus
manos, sus pies, sus brazos… ¿La rutina, el deber, el ser? ¿el destino es inalterable?
Débiles, indefinibles, profundas, distorsionadas, pequeñas, confusas, alteradas, quebradas,
heridas… las huellas se dibujan en el lodo, todas en una dirección buscando el final del
camino.
El hombre sigue y deja las suyas, se detiene donde lo han hecho las otras. Frente a sí el camino
se estrecha, no hay huellas que seguir. El hombre indeciso contempla el angosto sendero.
Cruza el río y vuelve siguiendo las huellas que otros dejaron en el regreso. La noche se
aproxima, todo es silencio, sólo el rumor del río y una voz que le dice: Mañana, tal vez lo
hagas.
G R A C I E L A R A V A Z Z O L A
 
Crítica literaria del cuento "La
chusma" de Ana María Matute. 
SIN
D
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A
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A
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En el cuento “La chusma” Ana María Matute enlaza la vida de los habitantes de un pueblo que
comienza a realizar una nueva actividad: la minera. El relato está atravesado por los conflictos, la
solidaridad y las miserias materiales y espirituales de sus habitantes. La narración es simple y a la
vez profunda. Toca los problemas universales y atemporales.
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El cuento La chusma de la escritora española Ana María Matute se ubica dentro del género de la
narrativa realista. En su lectura es posible distinguir claramente las diferencias entre los dos
mundos en que se divide esa sociedad pueblerina, por un lado “Los Galgos” familia de mineros
integrantes de los llamados la chusma, son los advenedizos, los pobres, los marginados, los
sucios, los miserables, los incultos y por otra parte los acomodados, los autóctonos, los “cultos”,
los de buenas costumbres. 
Esta diferenciación ya se plantea en los primeros párrafos del relato donde la protagonista-
narradora, aunque no sea claro que sea una niña, nos narra en primera persona su amistad con
Fabián, uno de los hijos del Galgo, relación que se debe mantener oculta. Su familia pertenece al
sector pudiente, su abuelo es la figura patriarcal en un hogar donde hay criadas y posibilidades de
todo tipo: buen vivir, acceso a medicamentos y atención médica, alimentación y vida social. En
este espectro también se destacan el médico y el maestro como figuras notables. 
La mirada de la narradora nos va introduciendo paulatinamente a lo que será el conflicto y que
culminará con el final inesperado. Para ello presenta un espacio, un pueblo situado cerca de las
minas de la Laguna Grande donde trabajaban los mineros y un relato que tiene saltos en el
tiempo, por una parte recuerda una amistad, una relación, describe formas de vida y por otra
parte un tiempo puntual, un presente que se da en una cena navideña, un conflicto y el posterior
desenlace. 
Este cuento magníficamente narrado nos hace reflexionar sobre valores, actitudes, modos de
vida, diferencias sociales, económicas y culturales de nuestras sociedades; nos habla de amistad,
de discriminación, de solidaridad, de prejuicios, de cinismo y de mediocridad, entre tantas
observaciones que se pueden realizar. 
Realmente un placer su lectura y su contenido no pierde actualidad porque lo descrito se da en
forma permanente en todos las sociedades y en todas las épocas. 
El cuento “La chusma” de Ana María Matute, nos sitúa en un pequeño pueblo a orillas de un río en
un tiempo indeterminado pero las escenas se concentran en la cena de Nochebuena.
La narradora-testigo desarrolla el relato en primera persona haciendo uso de verbos en pretérito
y en presente cuando se trata de diálogos.
M A R Í A E L E N A P E N S I E R O
G R A C I E L A R A V A Z Z O L A
 
La estructura del texto se presenta en forma lineal y una serie de secuencias se encadenan
cronológicamente hasta el desenlace final.
La escritura en un estilo simple y ameno describe zonas del pueblo y costumbres del lugar.
Los diálogos en general brotan en una lengua precaria a tono con los intérpretes como en el caso
de las criadas.
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“La chusma” denominada así las familias de mineros que irrumpen en el pueblo marca
notablemente la marginalidad social. Ellos encabezan la clase baja, inculta, humilde, sumisa.
La amistad que surge entre un hijo de mineros y la narradora sirven de nexo entre esos dos polos
tan opuestos y desiguales. 
Por el otro lado, la clase alta se ve reflejada en la figura del médico quien con arrogancia y
desprecio hace notar su superioridad y a base de chantaje presta su servicio.
A L I C I A B L O N S K I
Conmueve la sensibilidad de la narradora al descubrir ese mundo de necesidades y sufrimiento.
Sorprende el desenlace final que se cobra una vida accidentalmente.
www.judicialessantafe.org.ar 
Sindicato de Trabajadores Judiciales 
de la Provincia de Santa Fe
el sindicato de todos y todas
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SANTA FE: SAN MARTÍN 1677 (3000) | TEL. (0342) 4594821 ROSARIO:
COCHABAMBA 1717 | BALCARCE 1651 P.B. (2000) | TEL. (0341) 4217691
RAFAELA: AV. MITRE 217 (2300) | TEL. (03492) 15658171 RECONQUISTA:
IRIONDO 949 (3560) | TEL. (03482) 15533886 - (03482) 15599784 SAN
CRISTOBAL: MAIPÚ 1302 (3070) | TEL. (03408) 424652 - (03408) 15679380
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