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C N R R SUMARIO[ [ 3 | 4 | 7| 10 | 12 | 14 | 16 | 18 | 20 | 22 | 24 | Noviembre de 2011 www.cnrr.org.coBoletín CNRREdición No 18 Noviembre de 2011ISBN 978-958-44-3939-0 Publicación producida por la CNRR con el propósito de infor- mar a la opinión pública y en especial a las víctimas y a sus or- ganizaciones sobre las acciones adelantadas por la Comisión en el marco de la Ley 975 de Justicia y Paz. El boletín busca, además, abrir un espacio de participación a otros sectores de la sociedad que puedan aportar en la construcción del proce- so de verdad, justicia y reparación que se está generando en Colombia. DIRECCIÓN Orlando Riascos Ocampo Coordinador Ejecutivo CNRR COORDINACIÓN Y EDICIÓN Jefe de prensa (encargada) Libian Barreto REDACCIÓN Libian Barreto María José Villafañe Laura Santamaría Buitrago DIRECCIÓN GRÁFICA David Urrego García Diseño multimedial David Urrego García COMENTARIOS Y SUGERENCIAS prensa@cnrr.org.co COMISIÓN NACIONAL DE REPARACIÓN Y RECONCILIACIÓN Sede principal Calle 16 No 6-66 Edificio Avianca piso 19 Teléfonos: 5877040 SEDES REGIONALES CENTRO Carrera 17 No 39A - 30 (Bogotá) Teléfono: (1) 2453699 MEDELLÍN Calle 41 No.55-35 Palacio de Exposiciones Av. Ferrocarril Portería No. 1 Tel: 2629971 APARTADÓ ANTIOQUEÑO Calle 98 No. 103-11 oficina 207 Edificio Asociativo Coomeva Cel: 3155268659 BUCARAMANGA Carrera 25 No 34 - 73 piso 4 (Bucaramanga) Teléfono: 6452424 BARRANQUILLA Cra 54 No. 72-80 locales 21 y 22. Edificio Miss Universo. CARTAGENA Av. El Pedregal No. 25-57 Casa. Tel 6602198 PASTO Carrera 23 No. 19-58 Ofi. 500 piso 5 Edificio Monserrat Teléfono: (2) 7298261 MOCOA Edificio de la Alcaldía Municipal de Mocoa/Palacio Municipal Segundo piso - Mocoa Teléfono: 4201248 CHOCÓ Calle 31 No. 3-23 Piso 2 Barrio Cristo Rey tel 6714791 SINCELEJO Cra. 17 No. 22-48 Piso 4to Of 402 tel:2749797 VALLEDUPAR Cra. 12 No. 15-32 Tel: 5801190 CALI Av 4ta norte No. 4N-10 Barrio Centenario Tel 6670122 CAUCA Av. 4 Norte No. 4N -10 barrio Centenario (Cali) Teléfono: (2) 6670122 VILLAVICENCIO Calle 33a No. 37-26 (Villavicencio) Barrio Barzal Teléfonos:(8) 6844618 SEDES REGIONALES SATELITALES Santa Marta Maximiliano Ramírez Lopera Risaralda Hector Julio Gómez Hernández Buenaventura Jesús Emir mosquera Mosquera Caquetá Carlos Fernando Astorquiza Montemuna Norte de Santander Gerardo Rincón Uscatégui Boyacá Magda Lorena Tovar Hernández Arauca Edgar Enrique Ortiz Rangel Portada: David Urrego Editorial Un decreto con fuerza de ley para las víctimas pertenecientes a grupos étnicos Patricia Buriticá Céspedes Panorama general La importancia del Enfoque Diferencial Étnico en la formulación de las políticas públicas de reparación integral Natalia Zúñiga Pino Propuesta autónoma Afrodescendientes y Ley de víctimas Amanda Romero Medina Justicia transicional ¿Qué reconocer, qué superar y a dónde transitar? Régulo Madero Fernández Opinión Ley de Víctimas y consulta previa. Perspectivas gubernamentales Laura Santamaría Buitrago La entrevista La reglamentación de afrodescendientes en la nueva Ley Libian Barreto La crónica “Se nos encogió el país”: De cómo un pueblo nómada terminó confinado por el conflicto armado Yoska Bimbay Consulta previa Estándares sobre el derecho fundamental a la consulta previa: Obligaciones de los Estados Vicky Johanna Cogua Reparación integral Mujeres étnicas: El desafío de una reparación integral Adriana Serrano Cooperación internacional Reparación con enfoque étnico: Un reto Adriana Correa Las víctimas cuentan Reglamentación de Ley de Víctimas:¿Qué piensan los grupos étnicos? Angélica Forero y María José Villafañe 16 CNRR | www.cnrr.org.co | LA CRÓNICA[ [ N° 18Noviembre2011 Norte de santanderr Bo lí va r sant ande r Bo go tá Valle del Cauca Nariño Atlántico “Se nos encogió el país”: De cómo un pueblo nómada terminó confinado por el conflicto armado Yoska BimbayEn Colombia se comienza a reconocer, al menos teóricamente, que el conflicto armado interno ha generado graves impactos sobre el pueblo Rrom. Entendemos que este reconocimiento, ciertamente aún muy precario e insuficiente, es un primer paso para que el Estado colombiano piense con seriedad en la posibilidad de incluir al pueblo Rrom dentro de sus programas de reparación colectiva y de reparación simbólica. Es también, una apuesta política que señala un camino para hacerle justicia histórica a un pueblo que ha sido excluido sistemáticamente de las políticas públicas y los programas sociales gubernamentales. Se hace la anterior afirmación principalmente a partir de lo expresado en un documento editado en el año 2007 por la Comisión Nacional de Repa- ración y Reconciliación (CNRR) en el cual puede leerse “que la reparación tenga en consideración [a] a los grupos especialmente vulnerables tales como las comunidades y pueblos indígenas, las comunidades afrodescen- dientes y el pueblo R[r]om”. Pese a ser invisible para el conjunto del país, el pueblo Rrom, trágicamente, sí alcanzó a ser visto por los actores armados, tanto ile- gales como legales, los cuales con la vorágine de violencia política que desencadenaron, lo impactaron de manera negativa en su integridad étnica y cultural. Entre las consecuencias que ha tenido el conflicto interno del país en el pueblo Rrom, está el hecho de que varios patrigrupos familiares, atemorizados por las acciones de los grupos armados ilegales, principalmente los paramilitares que constantemente los extorsionaban a cambio de dejarlos trabajar o abiertamente les robaban sus mercancías y productos, optaron por bajar la inten- sidad, amplitud y frecuencia de su itinerancia, con lo que redes y rutas que pacientemente se habían construido en ejercicio de la itinerancia ancestral quedaron desactivadas. Para un pueblo cuantitativamente pequeño como el Rrom, con una población en Colombia que según el Censo General de 2005 del Departamento Administrativo Nacional de estadística (DANE) se estima en 4.832, es de esperarse que la pérdida de vidas humanas tenga profundos impactos en su vida social y cultural, los cuales se incrementan pro- gresivamente cuando se presentan casos de muertes vio- lentas y desapariciones forzadas cometidas por los gadzhe (gente no Rrom). Aunque se precisa profundizar más sobre los im- pactos que el conflicto armado ha tenido sobre el pueblo Rom, desde el Proceso Organizativo del Pueblo Rrom (Gitano) de Colombia (ProRom), se considera que hay suficientes elementos de juicio para proponer que si no se quiere cometer una injusticia histórica imperdonable, los Rrom no puede ser excluidos de las iniciativas que sobre reparación colectiva y sobre reparación simbóli- ca se están construyendo. Lo importante, en todo caso, es que la sociedad y el Estado colombianos recuerden y no olviden nunca que el pueblo Rrom ha sido afec- tado en su integridad étnica y cultural por el accionar de los grupos armados. | www.cnrr.org.co | CNRR 17 Gracias a la invaluable colaboración de ProRom se pudo establecer contacto con tres Rrom, dos mujeres y un hombre, quienes aún sin dejar del todo el temor que los embarga se animaron a narrar pequeños fragmentos de sus historias, algunas vividas como protagonistas de excepción en tanto que otras conocidas muy de cerca y escuchadas a otros Rrom de sus kumpeniyi (plural, aso- ciación de patrigrupos familiares que tejen alianzas para convivir conjuntamente), sobre casos en que los Rrom ter- minaron como víctimas del conflicto armado interno. Es así como en diferentes momentos entre agosto y diciem- bre de 2009 y en distintos lugares Estebo (47 años), Car- menza (65 años) y Yenny (34 años), Rrom Bolochoc de las kumpeniyi de Sahagún (Córdoba), Girón (Santander) y Bogotá, D.C., respectivamente, se decidieron a hablar so- bre lo queantes nunca habían hablado, con la condición que no se revelaran los nombres reales de algunas de las personas mencionadas en sus narraciones. Duyo quien luego de asesinado también pensó en su familia El viejo Duyo (60 años), experto de mil batallas en el oficio de comprar y vender equinos y miembro de la kumpania de Girón (Santander), en agosto de 2007 llegó hasta El Difícil (Magdalena) con la finalidad de pagar unas mulas que había encargado y para las cuales ya tenía un comprador asegurado en otro lugar del país. Al día siguiente de recibir una llamada en la que le dijeron que las mulas ya estaban listas y que se hacía necesario pagarlas cuanto antes para que el negocio no se perdiera, salió de su kumpania con el convencimiento que acababa de hacer el negocio que lo sacaría de los proble- mas económicos que lo acompañaban desde hacía varios meses. Se fue llevándose consigo una pequeña maleta con su ropa y los doce millones de pesos que habían sido acor- dados para el pago de los animales. En circunstancias bastante extrañas que a la fecha no han sido esclarecidas, Duyo no pudo concretar el nego- cio, fue asesinado y terminó enterrado en una fosa común como N.N. Preocupados por su intempestiva desaparición sus familiares no perdieron tiempo, reconstruyeron sus pasos y luego de un par de días de intensa búsqueda ubi- caron su cuerpo y lo exhumaron para trasladarlo a Girón y realizar los ritos funerarios propios del zakono Rromanó. Revisando el cuerpo del difunto Duyo sus familia- res se llevaron una sorpresa: escondido en el kustik, un cinturón utilizado por los Rrom para ocultar el dinero, ha- llaron intactos los doce millones de pesos que había lleva- do para concretar el negocio. Los familiares de Duyo recogieron algunos testi- monios de lugareños que responsabilizaron de este ho- micidio a hombres vinculados a grupos armados ilegales surgidos luego de la desmovilización de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC). Cuando Natasha se libró de ser reclutada Transcurría el año de 1995. Seis mujeres Rrom de la kumpania de Cúcuta se encontraban en Muzo (Boyacá) dedicadas al antiquísimo oficio de decir la buenaventura y a vender zapatos: Natasha (20 años), Chayo (49 años), Chata (39 años), Mileva (66 años), Kalía (49) y Nena (72 años). Cuentan que varios tipos que vestían uniformes ca- muflados y portaban armas largas automáticas, las abor- daron para informarles que Natasha sería incorporada a sus filas. Al parecer un comandante de este grupo armado ilegal había quedado prendado de su exótica belleza y ha- bía ordenado a sus hombres que fueran por ella. Las viejas mujeres Rrom desplegaron todas sus ha- bilidades para entender la psicología de aquellos hombres y con el fuego de su palabra los envol- vieron con elocuencia hasta el punto que estos aceptaron que mientras supuestamente ellas convencerían a Natasha para que accediera a las pre- tensiones del comandante, les leerían la suerte y los blindarían contra el po- der de sus enemigos, obsequiándoles antiguos talismanes conjurados. Las mujeres Rrom nunca su- pieron realmente a que grupo arma- do ilegal pertenecían esos hombres puesto que no esperaron para averi- guarlo. En cuanto pudieron y como si se hubieran vuelto invisibles, salieron del pueblo sin que nadie se percatara. Lejos de Muzo y repuestas ya del tremendo susto que habían pasa- do, las seis mujeres Rrom se reían de la manera como ha- bían logrado burlar el poder de las armas con lo que ellas llamaron la fuerza de la magia Rromaní. Entre desplazamientos y confinamientos Estebo, Carmenza y Yenni, los tres Rrom que brin- daron sus testimonios para que estos fragmentos de his- torias de violencia no se perdieran con el inexorable paso del tiempo, son coincidentes en señalar que a pesar de la invisibilidad consuetudinaria del pueblo Rrom, lo más paradójico es que el conflicto armado interno los hizo visi- bles y de esta manera los actores armados --tanto legales como ilegales-- con la vorágine de violencia política que desataron, terminaron a la postre afectándolo de una ma- nera tal que no ha tenido antecedentes en su discurrir por la historia del país. En una comunicación enviada el 25 de junio de 2006 desde la kumpania de Bogotá al señor Walter Kälin, Relator Especial de las Naciones Unidas para el Despla- zamiento Interno, Ana Dalila Gómez Baos, Coordinadora General de Prorrom, escribía lo siguiente: “(…) a raíz del conflicto armado se configuran territorios del país en los que los Rrom ejercían sus actividades económicas tra- dicionales, a los cuales por miedo --ya sea derivado de factores objetivos o subjetivos-- ellos ya no circulan o no lo hacen con la frecuencia e intensidad con que antes lo hacían. Esta situación ha sido asumida por algunas kum- peniyi como una suerte de confinamiento, que al impedir la movilidad ha redundado negativamente en sus activida- des económicas, llevando a niveles de precarización nun- ca antes vistos. Paradójicamente, mientras el número de desplazados en el país ha crecido ostensiblemente de un tiempo para acá, los Rrom que por su naturaleza se des- plazan de un lugar a otro, no lo han podido hacer como antaño lo hacían”. Estebo, un conversador por excelencia que tiene las palabras precisas para describir con nitidez la realidad que vive su pueblo, ante la pregunta de cuál ha sido para los Rrom la consecuencia más directa del conflicto arma- do interno, medita unos momentos y luego suelta esta simple pero contundente aseveración: “se nos encogió el país”. Notas * Reporteros de Colombia es una iniciativa de Medios para la Paz, la Pontificia Univer- sidad Javeriana y el Cinep-Programa por la Paz. Agrupa periodistas de varias regiones del país comprometidos con el cubrimiento responsable del conflicto armado y los esfuerzos de construcción de paz en Colombia. www. reporterosdecolom- bia.net ** Los nombres fueron cambiados por solicitud de los entrevistados. Si no se quiere cometer una injusticia histórica imperdonable, los Rrom no puede ser excluidos de las iniciativas que sobre reparación colectiva y sobre reparación simbólica se están construyendo.
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