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114 | santiago, chile4 Guillermo Guajardo Soto Investigador titular, Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades (CEIICH), Universidad Nacional Autónoma de México Este artículo explora la historia del concepto de infraestructura desde sus orígenes en la legislación ferroviaria francesa del siglo XIX, su adopción como metáfora para caracterizar el mundo social, hasta su expansión en el ámbito militar y civil internacional. Adentrándose en los múltiples significados y contextos en que se emplea el término, el autor devela una genealogía que entreteje continuidades con traducciones y transferencias, marcando su trayectoria por contextos disciplinares, geográficos y políticos diversos. Palabras clave: Obras públicas, ferrocarriles, administración, historia, giros infraestructurales ¿Qué es la infraestructura? El atributo de inmovilidad y las definiciones básicas Para Fernand Braudel (1968:74) la totalidad de la historia podía entenderse como una “infraestructura de relaciones” dada por capas de historia lenta con miles de niveles del tiempo como una profundidad, una semiinmovilidad persistente. La inmovilidad, como recurso heurístico, nos permite comprender las transforma- ciones del espacio por la construcción de redes terrestres de trans- porte acumuladas y sedimentadas históricamente. Este atributo de inmovilidad también permite entender a las infraestructuras como testimonios de los flujos y un soporte para la contemporánea sociedad de la información (Plassard-Buguet, 1989; Prelorenzo, 2007; Castells, 2000:446). Pero ¿cuál es el sentido básico de infraestructura? Para Latour (2005:194), términos como “marco general”, “infraestructura” o “armazón” han sido tomados de actividades técnicas para indicar vagamente las interacciones estructuradas del mundo social. Los diccionarios no necesariamente reflejan cuándo se creó un concepto, pero sí ayudan a entender cuándo la palabra fue de uso público. La Real Academia Española (2022) define “infraes- tructura” de la siguiente forma: “Obra subterránea o estructura que sirve de base de sustentación a otra” y como un “conjunto de elementos, dotaciones o servicios necesarios para el buen funcionamiento de un país, de una ciudad o de una organización cualquiera”. En inglés, para The American Heritage Dictionary (2022) son tanto “facilities” como “una base o fundamento subyacente, especialmente para una organización o sistema”. Para abarcar la totalidad de la historia de la infraestructura en los Estados Unidos, el ingeniero e historiador David Petroski (2009:370) desarrolló una definición propia: “Connota la parte inferior de las mejoras físicas de una sociedad y denota las obras públicas (es decir, mejoras y sistemas como carreteras, puentes, aeropuertos, suministro de agua y eliminación de residuos)”. Remontó sus antecedentes a los caminos romanos, pero la palabra La infraestructura: una metáfora legal y material, no una moda Las civilizaciones tienen los pies en el suelo (Braudel, 1968)1. Los caminos, puentes y vías por los que bienes y personas transcurren a diario son una realidad persistente y omni-presente gestada por la constante construcción de instala- ciones y redes que ordenan los flujos y organizan una cotidianidad que ha ido internalizando las dimensiones fijas. Para comprender esta materialidad, en las últimas décadas se ha generalizado el uso del concepto de “infraestructura” como un tipo de “kit espacial” que abarca instalaciones fijas, sistemas sociotécnicos complejos y una normatividad para garantizar el acceso a diversos usuarios que deben ser regulados (Van Laak 2001; Flyvbjerg, Bruzelius y Rothengatter 2003; Cassa, Schwanen y Shove 2018; Hein 2018; Frischmann 2012). Este concepto se ha extendido para comprender aspectos más inmateriales e informales de la vida social como lo reflejan los nuevos estudios críticos sobre las infraestructuras heterogéneas y su adopción por los historiadores como un “nuevo vocabulario de moda” (Ernstson y Nilsson, 2022; Bridges, 2023). Sin embargo, la creciente apertura de lo que entendemos por infraestructura hace necesario revisar cuál fue el núcleo de su definición y su viaje posterior hasta llegar a las ciencias sociales, la política y la historia. Al respecto, aunque hay un cierto consenso en su origen en la in- geniería ferroviaria francesa, en realidad “infraestructura” no fue una jerga “técnica”, sino un concepto administrativo para delimi- tar la frontera entre la inversión privada y pública. Su traducción y uso posterior en lengua inglesa en el siglo XX le dio un carácter operativo asociado a grandes operaciones militares, con tensiones entre lo que entendemos por “instalación”, “red” y “sistemas”. orígenes, giros y continuidades del concepto 114 | santiago, chile6 “infraestructura” en inglés era reciente: hacia 1927 y antes de la Se- gunda Guerra Mundial no aparecía en los diccionarios. Esta ausen- cia antes de 1945 en los Estados Unidos podría explicarse porque ya se contaba con una definición legal en la llamada doctrina de las “Essential Facilities” de 1912, establecida por la Corte Suprema por una controversia sobre el costo de construcción y mantenimiento de los puentes ferroviarios en Saint Louis, Missouri, sobre el río Mississippi. La magnitud del río hacía impracticable que cada ca- mino o compañía pudiera cruzarlo con su propio puente, obligan- do a crear una metáfora legal “americana” para darle el atributo de bien público a una instalación privada que era monopolio natural a fin de regular el acceso abierto (Churella 2009:109). Sobre el origen francés, Ashley Carse (2017: 27-39) indica que la palabra infraestructura tuvo su origen en la ingeniería y la política ferroviaria francesa del siglo XIX. Luego, migró al uso militar hasta llegar a las ciencias sociales para explicar los activos físicos, sistemas y visiones del mundo, y para comprender el mundo actual como un marco subyacente de elementos heterogéneos ajustados a un orden calculado. Otros autores indican que en Francia hacia 1875 ya era de uso frecuente en las actividades ferroviarias (Van Laak 2001:370). Sin embargo, la palabra no apareció en el diccionario de la Academia Francesa de 1879, siendo incluida recién en la edición de 1935, aún vigente. Así, la infraestructura es comprendida como el conjunto de cimientos y movimientos de tierra en la construcción de una carretera o ferrocarril que incluye terraplenes y trincheras, estructuras de ingeniería y pasos a nivel. Junto a esto, también comprende las instalaciones y equipamientos que permiten la acti- vidad técnica y económica de una comunidad y, en el ámbito mili- tar, las instalaciones y organizaciones necesarias para la actividad y mantenimiento de una fuerza armada en un territorio. Además, la edición de 1935 indicó que en la doctrina marxista era una “estruc- tura subyacente” que sustentaba una realidad manifiesta, como un conjunto de condiciones económicas consideradas como la base de las instituciones, el aparato estatal y la ideología que constituyen la “superestructura” (Académie Française 1935). En su conjunto, las definiciones básicas convergen en un funda- mento subyacente de un espacio creado por un diseño calculado. El origen francés: la separación administrativa entre suelo y tecnología Formalmente, el ferrocarril inglés de 1825 inició como un medio de transporte y como el primer sistema sociotécnico moderno que instaló sus vías en el suelo. Así, creó las primeras “industrias de red” como agua, telégrafos, gas, tranvías y electricidad, obligan- do a los gobiernos a establecer regulaciones sobre su paso por el territorio (Marx, 2010:567; Millward, 2005). Pero, a diferencia de los países pioneros en el crecimiento del ferrocarril como Gran Bretaña y los Estados Unidos donde el capital privado condujo su expansión, el Estado francés asumió un papel directivo en el fomento y orientación de las líneas férreas. Conun desarrollo con- ceptual específico, l’infrastructure recurrió al derecho, la economía y al conocimiento teórico y práctico para financiar, trazar, diseñar, construir, operar y mantener obras públicas. Desde 1827, las líneas ferroviarias francesas se construyeron si- guiendo el modelo británico de trayectos cortos para atender una actividad económica puntual. Esta lógica cambió por los debates y tensiones locales sobre el ascenso del capitalismo y del Estado desde el siglo XVIII. En ello fue determinante el pensamiento del conde Claude Henry de Saint-Simon (1760-1825) y el papel de los ingenieros de las grandes escuelas como la École Polytechnique y École de Ponts et Chaussées, así como sus discípulos y difusores. El sansimonismo concibió una economía mixta en que las vías públicas cumplían un papel tanto material como político para centralizar el poder estatal bajo una concepción general de econo- mía de red (Caron, 1997; Lalevée, 2023). Otro actor intelectual y político relevante fue Alexis Victor Legrand (1791-1848), ingeniero formado en ambas Écoles y consejero de Estado y diputado en la década de 1830, además de director general de obras públicas, sintetizando así la racionalidad de ingeniero y político (Smith, 1990; Picon, 2002:238). En 1837, las comisiones parlamentarias definieron criterios en temas como las franquicias para importar los rieles de lo que se denominó la “superestructura” de la vía. Fue la antesala para discutir el proyecto de ley del 15 de febrero de 1838, cuya expo- sición de motivos la hizo Legrand con las ideas principales de la “estructura” de la red que uniría París con las principales ciudades en un sistema radiocéntrico consagrado en la llamada “estrella Legrand”. En las discusiones de abril a mayo de 1842 fue definida la coordinación con las compañías a cargo de la “superestructura”, quedando el Estado a cargo de la “infraestructura”. Todo culminó en la ley del 11 de junio de 1842, que diferenció entre “la ejecución de movimientos de tierra y estructuras de ingeniería” y “la compra y el tendido de los raíles, la compra de las máquinas y la opera- ción”. Lo primero se pagaría con fondos del Estado y lo segundo, la “superestructura” que abarcaba rieles, material rodante y explotación, estaría a cargo de la compañía privada (Picard, 1884: 89, 96-100, 279-283, 241-244). El concepto, sin embargo, quedó recluido a la legislación como lo demuestra el hecho de que, en un diccionario de ferrocarriles de 1861, sólo se definía la palabra “superestructura” como “un término administrativo aún poco extendido” en los trabajos realizados so- bre el terraplén (Cousy de Fageolles 1861:358). Pero se extendió ha- cia otras normas, como las obras de caminos vecinales con escaso uso académico (École Nationale des Ponts et Chaussées 1859, 1866, 1895). Así, los cursos de ingeniería en la École des Ponts iniciaban con los fundamentos de construcción del terraplén [Fig. 01]. Desde lo administrativo, se incorporó lentamente a la ingenie- ría, lo que indica que en su génesis no fue una jerga técnica. En tratados franceses de ingeniería de la década de 1890, el ferrocarril se definía como una calzada metálica de rieles montada sobre una plataforma en el terreno construida por obras de movimiento de tierra de terraplenes, zanjas, túneles, trabajos subterráneos, puen- tes y viaductos que constituían la “infraestructura”. Sobre dicha calzada, la “superestructura” era montada con el equipamiento industrial de rieles y traviesas, accesorios de cambios de vía, cru- zamientos, señales, estaciones, patios y material rodante para la explotación comercial (Moreau, 1898). Dado su origen ligado más a una metáfora cercana a las ciencias jurídicas y políticas, demostró un temprano potencial para caracte- rizar el mundo social desde 1897. El temprano uso en las ciencias sociales por los marxistas La definición francesa de 1935 destacaba el uso que le habían dado los marxistas para entender a la infraestructura como un conjunto de condiciones económicas consideradas como base de las institu- ciones, el aparato estatal y la ideología. Esto no fue un desarrollo de Marx, sino de los difusores del marxismo quienes, a fines del siglo XIX, emplearon la infraestructura para señalar una base material genérica de la sociedad que determina la superestructura social. En 1859, Karl Marx (1981:4), en el prólogo de Una contribución a la crí- tica de la economía política, empleó un término más arquitectónico y constructivo al referirse a un conjunto de relaciones de producción que forman la “estructura económica de la sociedad” que es la base real “sobre la que se eleva un edificio jurídico y político”. En 1929, el historiador francés Henri Sée (1929:96) señaló que la palabra infraestructura había sido empleada por los materia- listas históricos para distinguir una base material genérica de 114 | santiago, chile8 01 9guajardo | gIros Infraestructurales · infrastructural turns 02 01· El terraplén, ícono de la infraestructura, en los cursos de ingeniería en la École des Ponts et Chaussées en 1921. / The embankment, an infrastructure icon, in engineering courses at the École des Ponts et Chaussées in 1921. Fuente / source: “Terrassements”. Fonds Ancien et Archives Paris Tech. (Descubes-Desgueraines, 1921:15). 02· Programa de Infraestructura de la OTAN de 1954: aeródromos, comunicaciones, abastecimiento de combustible y otros proyectos. / 1954 NATO Infrastructure Program: airfields, communications, bunkering, and other projects. Fuente / source: Chart 15 “The Infrastructure Programme”. NATO Archives Online (Ismay, 1954:123). 114 | santiago, chile10 la sociedad que determina la superestructura social. Georges Sorel (1847-1922), socialista francés y fundador del sindicalismo revolucionario, empleó el concepto con este sentido en el prefacio para el libro de 1897 de Antonio Labriola Ensayos sobre la concepción materialista de la historia para referirse a las mediaciones de lo que llamó “infraestructura económica”, aseverando que Marx no era responsable de las simplificaciones y determinismos del mate- rialismo histórico (Sorel, 1897:8). Sorel se graduó como ingeniero civil en 1867 en la École Polytechnique, trabajó en caminos y puen- tes, reflejando sus escritos sociales su proceso de trabajo entre el diseño y la aplicación. A lo largo del siglo XX esta visión se hizo más rígida y geométri- ca entre un nivel superior y otro inferior. El antropólogo eco- nómico Maurice Godelier (1978) caracterizó a la infraestructura como una combinación de tres tipos de condiciones materiales y sociales para reproducir la existencia social: 1) las condiciones ecológicas y geográficas, 2) fuerzas productivas con diferentes procesos de trabajo y 3) las relaciones sociales de producción. De cualquier forma, hay una diferencia entre concebir la infraestruc- tura como una naturaleza dada y estática, o como un terraplén construido con una ruta definida. Esta polinización intelectual francesa sutil en el marxismo fue previa al giro radical que tomó el concepto con las guerras mundia- les y la Guerra Fría en el siglo XX. Una palabra francesa “nueva” para el gasto militar y el uso civil La Primera Guerra Mundial (1914-1918) gestó un cambio funda- mental en lo que entendemos por transporte por el gran esfuer- zo de movilizar tropas y recursos. En este contexto, destaca el impacto de la Fuerza Expedicionaria Americana entre 1917 y 1918 al trasladar dos millones de soldados y su equipo a 5.000 km de su te- rritorio. Una vez en Francia, la Fuerza debió transferir personal de las compañías ferroviarias estadounidenses encargado de añadir cientos de kilómetros, operar 1.791 locomotoras y 26.994 vagones, hasta alcanzar 83 mil trabajadores y técnicos bajo control militar (Hutchins, 1952; Reutter, 2004; Goldfeder, 2006). Además, los ingenieros militares estadounidenses trabajaron con los franceses en múltiples aspectos técnicos y de entrenamientodel personal, facilitado por los viejos lazos con las grandes Écoles (Lofgren 1992; U.S. Army Corps of Engineers 1998: 27, 146). La guerra no creó una nueva definición militar de infraes- tructura porque en Estados Unidos existía la doctrina de instala- ciones esenciales. El rol del conflicto fue establecer una primera interacción forzada entre anglófonos y francófonos que condujo a la transferencia del concepto de infraestructura para definir bases y campamentos militares, algo clave durante la Segunda Guerra Mundial. Así, las condiciones para su paulatina adopción en la lengua inglesa quedaron establecidas, hasta que en 1949 con la creación de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) se empleó y migró hacia los planificadores civiles (Petroski 2016:14). La OTAN usó esta palabra explícitamente en 1952 para establecer una “logística más sólida” en la movilización militar con un “Infrastructure Programme” en Europa occidental (Hotz, 1953:129; Royal Institute of International Affairs, 1954:86). En 1954, Lord Ismay, primer secretario general de la Organiza- ción, indicó que la palabra procedía de Francia, donde se utilizaba “desde hace mucho tiempo” para designar las obras de tendido de una vía férrea como terraplenes, puentes y túneles: Fue adoptado por la OTAN como un término genérico para desig- nar todas aquellas instalaciones fijas necesarias para el desplie- gue y las operaciones eficaces de las fuerzas armadas modernas, por ejemplo, aeródromos, comunicaciones de señales, cuarteles generales, depósitos y conducciones de combustible, estaciones de radar de alerta y ayuda a la navegación, instalaciones portuarias, etc. (Ismay 1954:114). La incorporación del concepto francés en una preparación militar calculada como ventaja estratégica con “instalaciones fijas” moder- nas fue parte de una concepción mayor dejada por el Plan Marshall de 1947 para reconstruir Europa. Las infraestructuras civiles como ferrocarriles, carreteras y puertos habían sido incluidas por la co- misión de reparaciones establecida en Yalta en 1945 (Kindleberger 1968:370). Debe destacarse el papel que cumplió el general George Marshall en 1951 como secretario de defensa de Estados Unidos en el tránsito desde un programa de reconstrucción económica, sin implicancias militares, hacia uno de defensa por las demandas de los aliados. El programa de infraestructura de la OTAN se centró en ampliar nuevos tipos de activos fijos y sistemas. En 1954, costa- ba 554 millones de libras esterlinas destinado, desde Noruega a Turquía, en un 56% para aeródromos, 20% para comunicaciones, 13,7% a oleoductos y depósitos de combustible y el resto para otros proyectos (Ismay 1954:134, 123) [Fig. 02]. Sin embargo, la adopción del concepto no fue fácil por los problemas de fondo de las infraestructuras —su escala, efecto de red y coordinación de recursos—. Esto fue destacado en 1952 por un profesor de la Academia Militar de Estados Unidos respecto a las diferencias de opinión del concepto debido a que no se trataba de instalaciones fijas —cercano a la visión estadounidense—, sino de aspectos más complejos de planeación de factores, consumo de enormes recursos y de personal para operarlas (Lincoln, 1952:440- 443). En 1953, la revista American Speech consideró que la infraes- tructura era una “palabra nueva” que designaba las redes de comu- nicación supranacionales y los servicios necesarios para establecer nuevas bases militares en Europa Central y la introdujo junto a otra palabra nueva, “asistencialismo”, que caracterizaba las políticas del estado benefactor (Russell, 1953:295; Middleton, 1953:434). Con la OTAN la infraestructura se hizo pública, operativa y se incorporó al diccionario militar de los Estados Unidos, que en 1964 la definía como todas las instalaciones fijas y permanentes para adiestramiento o ejecución de planes operativos, así como los acuerdos para su financiación. Su uso operativo también se extendió a la contrainsurgencia. Ejemplo de ello fue la investi- gación de 1966 hecha por la American University para el ejército estadounidense en Vietnam del Sur, centrada en la “insurgent infrastructure” a fin de conocer cómo estaban configuradas las ins- talaciones y las operaciones de la guerrilla, caracterizadas como un iceberg de organización política y económica de cobertura territorial (Conley, 1966:20-21). El empuje para el desarrollo económico La reconstrucción de Europa con el Plan Marshall y su conti- nuación militar por la OTAN en el inicio de la Guerra Fría fueron determinantes para darle un lugar destacado a la infraestructura en el ámbito civil, en un ambiente de contraste ideológico entre la planeación y la desregulación del mercado que convergían en emplear al Estado como movilizador de recursos (Westad, 2011:10). Uno de los fundamentos económicos desarrollado en la Segunda Guerra fue la teoría del “big push”, planteada por el economista Paul Rosenstein-Rodan del University College en Londres. En ella reco- mendaba la rápida industrialización de Europa oriental y sur para enfrentar al comunismo en la posguerra con un conjunto de inver- siones en industrias y transportes unidos por la noción de “public utilities” (Rosenstein-Rodan, 1943:208). Aunque su empleo en la economía sería paulatino y con varios giros. Uno de ellos lo hizo Albert O. Hirschman (1958:83-84) al dar una definición cercana con lo que llamó “capital social de cobertura” (sOC) como “el capital 114 | santiago, chile12 que proporciona servicios públicos” integrado por la “capitalidad” y el “carácter público” de las instalaciones portuarias, las auto- pistas, los proyectos hidroeléctricos y otros. En 1962, Tinbergen lo empleó para referirse a un conjunto de inversiones en industrias básicas —especialmente en energía, carreteras y servicios— necesa- rias para el “gran impulso” y caracterizadas por su indivisibilidad y gran escala. Al igual que en el ámbito militar, en el civil adquirió un carácter operativo como receta de una fuerte inversión en acti- vos territoriales e idea fuerza en la asistencia técnica al desarrollo (Tinbergen, 1962:17; Ellis, 1961). Un planteamiento más explícito en esa época —aunque poco difundido— fue emplear infraestructura para trazar una ruta de desarrollo económico. En 1966, Reimut Jochimsen (1933-1999), economista, ministro y político de ex Alemania Federal y rector de la Universidad de Kiel, señaló las bases conceptuales de una teoría del desarrollo económico por la dotación estatal de diver- sos tipos de infraestructuras en su libro Teoría de la infraestructura (Universität Siegen; Jochimsen, 1966). En su theorie categorizó todos los tipos de infraestructuras en tres grandes grupos: 1) ma- terial: bienes de capital inmóviles que contribuyen a la produc- ción de bienes y servicios necesarios para satisfacer necesidades básicas, físicas y sociales; 2) institucional: las reglas formales y convenciones informales, y las capacidades para garantizar e implementar esas reglas; y 3) personal: dada por las propiedades relevantes de la población trabajadora, educación especial y téc- nica, así como su actitud de emprendimiento. La de tipo material estaba más cercana al contenido original del concepto integrada por edificios e instalaciones de la administración pública, edu- cación, investigación, salud y beneficios sociales, agua potable, disposición de desperdicios y conservación de recursos naturales (Buhr, 2009:8-9, 14-15). El aporte de Jochimsen fue un planteamiento económico explí- cito, pero dada su escasa difusión fuera de Alemania Occidental, otras aproximaciones fueron más influyentes. Entre ellas, la de Rawls sobre los bienes públicos de gran cobertura, indivisibles y de carácter abierto, cuya provisión debía estructurarse mediante un proceso político más que por el mercado (Rawls, 1995:250). Ruinas, retorno a lo estratégico y fragmentación conceptual Entre las décadas de 1970 y 1980, la adopción del conceptoavanzó lentamente en la academia y escasamente en las humanidades (Bridges, 2023:1). Pero, en Estados Unidos, la llamada pública sobre la relevancia de la infraestructura no vino de lo nuevo, sino del deterioro. En 1981 fue publicado el estudio América en Ruinas de Choate y Walter del Consejo de Agencias Estatales de Planificación, que usó “infraestructura pública” para evitar la constante repeti- ción de “obras públicas”. Luego, en un informe de 1983, la Oficina Presupuestaria del Congreso estadunidense definió “infraestructu- ra” como instalaciones con “características comunes de intensidad de capital y una elevada inversión pública a todos los niveles de gobierno” (Petroski, 2016:14-16; Moteff y Parfomak:2, 2004:2-5). Tras los ataques terroristas de 1993 en Estados Unidos, la infraestructura retomó su giro militar en los sucesivos reportes federales, leyes y órdenes ejecutivas para definir los activos que serían considerados críticos para la seguridad nacional. En 1996 la lista abarcaba telecomunicaciones, sistemas de energía eléctrica, almacenamiento y transporte de gas y petróleo, banca y finanzas, transporte, abastecimiento de agua, servicios de emergencia y continuidad de gobierno. Tras los atentados del 11 de septiembre de 2001 y de la promulgación del Acta Patriótica, “infraestructura crítica” contenía una lista tan amplia que hubo problemas con la cobertura de protección, desde servicios de producción, transmi- sión y distribución de energía, pasando por transporte, incluidos ferrocarriles, carreteras, puertos de embarque y vías navegables, hasta el suministro de agua y alimentos para consumo humano. Este límite llevó a introducir el concepto de “key resources” en 2003, entendido como “recursos controlados pública o privadamen- te esenciales para las operaciones mínimas de la economía y el gobierno” y de “activos críticos” para concentrar las prioridades gubernamentales (Moteff y Parfomak, 2004:6-11). A inicios del siglo XXI se renovó el contenido militar con el que había entrado al siglo XX, aunque expresando los límites de 1952 en los desafíos de coordinación entre gestión pública y privada de redes, instalaciones y sistemas. Consideraciones finales La trayectoria del concepto de infraestructura desde su origen, migración, traducción y giros señala que no es un término “técnico” que inició con un terraplén, sino una metáfora legal con dos conte- nidos básicos: 1) delimitación de las áreas materiales para coordinar a los actores privados y públicos que participan en la construcción y explotación ferroviaria; 2) el terraplén fijo e inmóvil que separaba la “superestructura” conformada por la tecnología y la gestión del sistema como campos diferenciados de acción de la ingeniería civil, ingeniería mecánica y gestión comercial. La necesidad de contar con un concepto para la gestión pública de grandes redes en Estados Unidos —el país con más líneas ferroviarias del planeta en 1914— resultó en una doctrina de ins- talaciones esenciales de carácter puntual, cercanas a la noción de bienes públicos. Pero también fue una interpretación jurídica no técnica para regular una materialidad que, con su contacto con la definición original francesa, planteó una constante tensión entre lo que entendemos por instalaciones, redes y sistemas. Una tensión conceptual presente desde que la utilizó la OTAN. Sobre lo tratado, resulta necesario profundizar en temas como la aplicación del concepto para entender las transformaciones del capitalismo antes de 1929, cuando infraestructura todavía era un término recluido en la legislación francesa. Otro aspecto es el encuentro intercultural en las operaciones militares durante las guerras mundiales, desde donde se trasladó al mundo civil. Des- taca el planteamiento de Jochimsen, cuya obra todavía permanece en lengua alemana y falta por explorar, en especial por surgir de un país en el que confluyeron la reconstrucción del Plan Marshall y la construcción de la OTAN bajo una coordinación de recursos y gestión pública y privada. Pero ante su creciente uso y extensión de la infraestructura a lo inmaterial y lo heterogéneo, y para explicar los atributos que son más de la superestructura y los sistemas, podemos parafrasear la idea de Braudel de que las sociedades “tienen los pies en el suelo” para referirnos a un concepto que apunta a un suelo construido bajo un diseño calculado y explícito, no informal, ni espontáneo. notas * El texto es producto de la investigación “Infraestructura y sociedad”, desarrollado en el Programa de Investigación Ciencia y Tecnología del CEIICH. Agradezco la asistencia de Teresa Vázquez, al “Programa 2022 de becas para el apoyo especiali- zado de estudiantes y/o egresadas de la UNAM” y a Karina Pardo, bibliotecaria del Departamento de Información y Documentación del Centro. Fuera de la UNAM, agradezco el apoyo de Guillaume Saquet, documentalista de fondos antiguos y archivos de la Dirección de Documentación, Archivos y Patrimonio de la École Na- tionale des Ponts et Chaussees (Paris Tech) de Francia, quien asistió en la ubicación de materiales y facilitó la imagen reproducida. Y a Lía Largaespada, archivista del Departamento de Archivos y Gestión de la Información de los Archivos de la OTAN. Finalmente, agradezco los comentarios y las precisiones exigidas por los revisores. Las afirmaciones son de entera responsabilidad del autor. 1. “Tan absurdo es tratar con negligencia a la superestructura como a la infraes- tructura, cosa que tantas veces se ha hecho. Las civilizaciones tienen los pies en el suelo” (Braudel 1968:180). Traducción del autor. 114 | santiago, chile14 BiBliografía / BiBliography ACADEMIE FRANÇAISE. Dictionnaire de l’Académie Française, 8e édition. 1935. Disponible en / Available at: https://www.dictionnaire–academie.fr/article/A8I0902?history=1>. AMERICAN HERITAGE, THE. Dictionary of the English Language, fifth edition. 2022. Disponible en / Available at: <https://ahdictionary.com/word/search.html?q=infrastructure>. BRAUDEL, Fernand. La historia y las ciencias sociales. Madrid: Alianza Editorial, 1968. BRIDGES, Mary. “The Infrastructural Turn in Historical Scholarship”. Modern American History (2023): 1-18. CARON, François. Histoire des chemins de fer en France, tome premier, 1740-1883. París: Fayard, 1997. CARSE, Ashley. “Keyword: Infrastructure. How a Humble French Engineering Term Shaped the Modern World.” En: HARVEY, Penelope; JENSEN, Casper; MORITA, Atsuro (eds.). Infrastructures and Social Complexity. A Routledge Companion. London; New York: Routledge, 2017. 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