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Literatura (Curso de Acceso) 1 TEMA 1 LARGA MARCHA HACIA LA GUERRA (1898-1939) El año 1898 se toma como punto de partida de la asignatura, porque marca la crisis de fin de siglo en España, tras la pérdida de Cuba, Puerto Rico y Filipinas. 1. Del Antiguo Régimen al Estado moderno La Revolución Francesa (1789) termina con el Antiguo Régimen y da paso el Estado moderno desde la óptica liberal. Los súbditos pasan a ser ciu- dadanos con derechos y aparecen nuevas clases sociales (burguesía y proletariado) en el contexto de la revolución industrial y nuevos agentes económicos frente a la agricultura y la ganadería dominada por la no- bleza y el clero en el Antiguo Régimen. La burguesía desarrolla y gestiona la industria y el proletariado trabaja en las fábricas. Las clases sociales del Estado moderno son abiertas, frente a los esta- mentos cerrados del Antiguo Régimen, lo que permite el ascenso libre de una clase inferior a una superior mediante el esfuerzo y el mérito. Esto elimina los privilegios de la nobleza y el clero y destruye la Monarquía, ya que, si se puede ascender socialmente, el poder deben detentarlo los individuos mejor preparados. Para que esto sea realidad, se impone la separación de poderes y la separación de la religión y el poder político (laicismo). El Estado moderno se fue afianzando con avances y retrocesos, siendo necesarias varias revoluciones liberales burguesas (1820, 1830 y 1848) donde el proletariado era cada vez una clase más amplia y más pobre, frente a la burguesía que “compraba” títulos con bodas al tiempo que la nobleza “vendía” prestigio social. De ahí surgieron los movimientos obreros (socialismo de Marx y Engels, anarquismo de Bakunin) que bus- caban una mayor igualdad entre la burguesía y el proletariado. Para terminar con el Antiguo Régimen se generalizó la democracia en la política y el sufragio universal en Europa a principios del siglo XX, pri- mero parcial (hombres mayores de edad) y después total (hombres y Literatura (Curso de Acceso) 2 mujeres). La culminación del Estado moderno llegó en 1917 con la Revo- lución Rusa y el régimen comunista. España no fue ajena a este cambio de régimen en Europa y afrontó la llamada Guerra de la Independencia contra Napoleón como una guerra civil a tres bandos: los partidarios del Antiguo Régimen (reaccionarios), los liberales afrancesados y los liberales de la Pepa en las Cortes de Cádiz (1812). Igual que en el resto de Europa, también en España hubo avances y retrocesos (la Gloriosa de 1868), inestabilidad en el poder real y proclamación de la I República (1871-1873). El contrapunto a estos avances de las revoluciones liberales burguesas lo ponen las tres guerras civiles llamadas carlistas (1833-1840, 1846-1849, 1872-1876) en el noreste peninsular contra el tímido liberalismo de Fer- nando VII y en defensa del Antiguo Régimen bajo el lema “Dios, Patria, Fueros y Rey”. Las luchas políticas entre conservadores (Cánovas) y liberales (Sagasta) más los carlistas no permitieron construir una estructura institucional fuerte y, al mismo tiempo, la lamentable situación de las clases obreras abrió paso al nacimiento del PSOE en 1879 con Pablo Iglesias. 2. El desastre del 98 y la crisis de la Restauración La I República fue sustituida por la monarquía borbónica (restauración) en 1874 y dio paso a un periodo de estabilidad política gracias al acuerdo de Cánovas y Sagasta para aprobar la constitución de 1876 y un nuevo orden institucional con división de poderes, sistema de dos cámaras (Congreso y Senado) y sistema electoral estable hasta 1931. Desde el siglo XV, España había conformado un imperio donde no se ponía el sol y ejercido de gran potencia mundial, pero cuando EE UU quiso comprar Cuba para comerciar con el azúcar, se metió en una gue- rra que perdió y con ella también Cuba, Puerto Rico y Filipinas. Los sol- dados pertenecían a las clases desfavorecidas, porque los ricos compra- ban su ausencia del servicio militar y ello supuso una serie de protestas populares y sindicales (Semana Trágica de Barcelona, 1909) y la huelga revolucionaria de 1917. Literatura (Curso de Acceso) 3 Por otro lado, la estabilidad institucional estaba basada en la corrupción del turnismo político entre conservadores y liberales, ya que la democra- cia formal no impedía que se pusieran de acuerdo previamente en quién debía ganar las elecciones para luego amañar los resultados. Ello minó la confianza de la población en el sistema y propició la aparición de nuevos partidos que lo cuestionaban (republicanos y socialistas). Además, la I Guerra Mundial dividió a la población entre aliadófilos (par- tidarios de Francia, Reino Unido, Rusia y EE UU) y germanófilos (partida- rios de Alemania, Austria. Hungría e Italia), lo que afectó a la paz social. 3. La Dictadura de Primo de Rivera y los nacionalismos periféricos La neutralidad de España en la I Guerra Mundial trajo cosas positivas, como la posibilidad de comerciar con los dos bandos en liza, lo que me- joró la economía española, modernizó las ciudades y permitió hablar de los felices años 20. Durante el siglo XIX, el nacionalismo desarrolló en Europa la idea del Estado moderno, que fijaba los derechos de los ciudadanos según la his- toria, la lengua y la cultura, consolidando así los Estados-nación europeos y siendo motivo de reivindicación identitaria y/o separatista por territo- rios más pequeños a finales del siglo XIX. En España, se desarrolló espe- cialmente en Galicia, País Vasco y Cataluña. En este contexto, toma relieve Miguel Primo de Rivera, militar de gran éxito en la campaña del Rif (Marruecos, 1924-1927), que busca regenerar la vida política (corrupción, caciquismo) y mejorar la economía a favor de todos. Para ello —con la autorización del rey Alfonso XIII—, dio un golpe de Estado en 1923, que dio paso a una dictadura provisional con el ob- jetivo de eliminar la corrupción, fortalecer la economía y garantizar la unidad del país, bajo el lema “Patria, Religión y Monarquía”, pero ter- minó en 1930 sin éxito y con Primo de Rivera y el rey exiliados. Literatura (Curso de Acceso) 4 4. Las (falsas) dos Españas: de la II República a la Guerra Civil La historia del siglo XIX muestra una dualidad entre el Antiguo Régimen y la construcción en España de un Estado moderno con diversas tensio- nes que se consolidan como bloques ideológicos (izquierda y derecha) en las elecciones de 1931, que dieron paso a la II República. Esta supuesta dualidad no era tal, ya que en cada bloque había sus ma- tices. La izquierda acogía socialistas, comunistas, anarquistas, liberales, afrancesados… La derecha incluía liberales conservadores, carlistas anti- liberales, monárquicos no carlistas, seguidores de Primo de Rivera, Fa- lange… Esto hacía que el país fuera bastante ingobernable e inestable, con frecuentes elecciones. Para superar esta situación los partidos buscaron dos coaliciones que permitieran gobernar el país —el Frente Popular y la CEDA (Confedera- ción Española de Derechas Autónomas)—, pero los enfrentamientos po- líticos y los problemas económicos y sociales acabaron en el golpe de Estado del 18 de julio de 1936 con el general Francisco Franco a la ca- beza e iniciando la Guerra Civil española. La guerra tuvo especial impacto público internacional debido a los medios de comunicación y al asesinato de Federico García Lorca y sirvió de antesala de la II Guerra Mundial (1939-1945).
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