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Maravillas históricas celebrando el rico pasado de Holanda Arte y Magia (1)

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Maravillas históricas: celebrando el rico pasado de Holanda "Arte y Magia" 
 
Con la expectativa en todo lo alto y el entusiasmo creciendo en mi interior, llegué a 
Ámsterdam durante mi paseo por Holanda. Ya tenía idea de lo que sería presenciar el arte 
clásico neerlandés y conectar con su historia. Pero, simplemente no hay palabras para 
describir la emoción que se siente cuando finalmente nos encontramos ante tal revelación. 
La calle Museumplein o Barrio de los Museos como popularmente se le conoce, es el lugar 
donde todas mis emociones salieron a flote, pues es ahí donde se concentran tres de los 
museos más famosos del mundo: el Museo de Van Gogh, el Stedelijk Museum y el Museo 
Nacional de Ámsterdam, mejor conocido como Rijksmuseum, y del cual hablaremos en este 
artículo. 
Y es que, además de conocer y adentrarme en esta hermosa ciudad, con edificios 
majestuosos y canales serenos que reflejan la luz natural, mi plan era admirar en persona las 
obras maestras de uno de los pintores más influyentes de todos los tiempos: Rembrandt van 
Rijn. 
 
¡Así es! luego de hacer una reserva con tres días de anticipación, tuve el gran placer de 
presenciar las maravillas artísticas de los Países Bajos que conserva el Rijksmuseum, un lugar 
que guarda una colección de más de 8 mil obras que van del siglo XV al XX. 
A medida que me aproximaba al Rijksmuseum, su fachada de ladrillos rojizos y tejados 
puntiagudos se revelaba como un testigo silencioso de siglos de historia. No era solo un 
museo; era un testimonio del pasado, una estructura que había superado los estragos de la 
guerra para ser hoy un punto artístico focal de gran importancia en esta hermosa ciudad. 
 
Al cruzar las puertas del magnífico recinto, el bullicio de la ciudad quedó atrás dando paso a 
ambientes acogedores e iluminados de forma sutil. La arquitectura clásica y cada detalle 
enmarcado eran indicios de que más adelante encontraría algo más que arte en las paredes. 
 
Una vez iniciado el recorrido hacia los pasillos y salas de exhibición, las obras de Rembrandt 
me impactaron con su majestuosidad y noble elegancia. 
 
La primera de ellas fue “La Ronda de Noche” una obra de 1642 con un tamaño impactante 
de aproximadamente 379.5 × 453.5 cm. En el centro, el Capitán Frans Banning Cocq y el 
Teniente Willem van Ruytenburch lideran a sus hombres. La pintura destaca por su paleta en 
colores oscuros y sus contrastes de luz, lo que resulta clave en la dramatización de la escena. 
 
Fue muy emocionante para mí encontrarme también ante la famosa obra del pintor llamada 
“Lección de Anatomía del Dr. Nicolaes Tulp”. Esta también revelaba sus matices con luz 
tenue, destacando la genialidad que el pintor desbordó en 1632, cuando la creó. 
La escena retrata una lección de anatomía dirigida por el Dr. Tulp en Ámsterdam. En la obra, 
la figura central está rodeada por sus colegas, quienes observan al talentoso médico mientras 
este explica la estructura interna del cuerpo de un cadáver disecado. 
 
Otras obras del autor que desafían al implacable paso del tiempo y que también cobraron 
vida ante mis ojos son “La tormenta en el mar de Galilea” de 1633, “Flora” de 1634, “El 
retorno del hijo pródigo” de 1669, “Dánae” de 1643, y muchas otras que, junto a estas, 
captaron mi total atención. 
Para terminar de compartir —en pocas palabras— lo que ha sido mi experiencia al visitar el 
Rijksmuseum, lo hago con una reflexión muy personal: “estoy convencido de que cada escena 
creada por Rembrandt no es más que una prueba de la manifestación de la Divinidad a través 
de cada pincelada”.

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