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IDENTIFICACIÓN ELECTRÓNICA DEL GANADO PORCINO 
Marta Hernández Jover 
Gerardo Caja López 
Departament de Ciència Animal i dels Aliments 
Universitat Autònoma de Barcelona 
 
1. Métodos tradicionales de identificación en la especie porcina 
 
Todos los métodos de identificación deberían cumplir los siguientes requisitos para 
poder cubrir las necesidades de manejo y control en una granja (Sánchez Belda, 1981): 
ser fáciles de aplicar por el ganadero, visibles a una distancia razonable para no 
necesitar la inmovilización del animal, difíciles de falsificar, permanentes y sin efecto 
sobre el animal ni sobre sus producciones. Además, cualquier método debe aplicarse lo 
más tempranamente posible, utilizando así un único sistema de identificación para toda 
la vida del animal. Por último resulta indispensable que sea un sistema económico y que 
permita la automatización del manejo de los animales (Marchant, 1991; Geers et al., 
1997b; Artmann, 1999). 
Los métodos de identificación animal utilizados a lo largo del tiempo se han 
clasificado de forma general en dos grupos, según se basen en caracteres naturales o en 
marcas o dispositivos artificiales (Ribó, 1996; Conill, 1999; Garín, 2002). A pesar de su 
masiva utilización, los métodos que utilizan los caracteres naturales, presentan 
importantes desventajas, sobretodo cuando el número de animales a identificar es 
elevado. Esto se debe a que muchos de ellos requieren tiempo y experiencia para poder 
interpretar adecuadamente la identificación y no permiten una automatización del 
manejo de los animales. En el caso del ganado porcino, se ha descartado el uso de los 
métodos basados en caracteres naturales, utilizándose solamente marcas o dispositivos 
artificiales, como consecuencia de las propias características de la especie y de su 
sistema de producción. 
Debido a las diferencias entre especies, se han desarrollado numerosos sistemas de 
identificación basados en caracteres artificiales. Los primeros sistemas artificiales 
desarrollados fueron los basados en el marcado del animal (por fuego, por corrosión, 
por frío, tatuajes, incisiones...). Estos métodos han sido utilizados, además de para la 
identificación en granja por motivos de manejo, como métodos reconocidos para el 
registro en los Libros Genealógicos de diferentes razas (Sánchez Belda, 1981; Caja, 
1999a; Conill, 1999). 
 
 
1.1. Muescas en las orejas 
En el ganado porcino no es factible aplicar el marcado por corrosión o por frío ya 
que se basan en la alteración del color del pelo. Por ello, los sistemas más utilizados en 
porcino han sido los tatuajes y las incisiones o muescas en las orejas, y en menor 
medida el marcado por fuego. Estos métodos, junto otros posteriormente discutidos, 
siguen siendo los oficiales para los cerdos ibéricos. La Asociación Española de 
Criadores de Ganado Porcino Selecto Ibérico y Tronco Ibérico (AECERIBER) 
establece, como uno de los métodos válidos para identificar a los lechones, las muescas 
en las orejas. Según las posiciones de las muescas en las orejas del animal (Figura 1), 
se determina el número de identificación del animal, según un código preestablecido 
(AECERIBER, 1995). 
 
Figura 1. Esquema de numeración de muescas en las orejas del cerdo ibérico 
(AECERIBER, 1995) 
 
 
Al igual que en los cerdos ibéricos, existen empresas de selección porcina donde 
todavía hoy se identifican los lechones de gran valor genético mediante el sistema de 
muescas, a fin de asegurar su identidad (Selección Batallé; comunicación personal). Se 
trata de un sistema de reducido coste, pero que es laborioso y requiere experiencia, tanto 
en el momento de la realización, como para la posterior lectura. 
 
1.2. Tatuajes 
El tatuaje sigue siendo un método de identificación muy extendido para la especie 
porcina, tanto para cerdos blancos como para cerdos ibéricos. Los lechones son tatuados 
en el pabellón auricular, justo después del nacimiento, en la misma intervención en la 
que se realiza el corte de cola, corte de colmillos y aplicación de hierro. El tatuaje es 
una técnica de bajo coste, pero la aplicación requiere experiencia y el problema aparece 
a medida que el animal va creciendo ya que los números tatuados tienden a deformarse 
y la lectura se dificulta. Pueden utilizarse diferentes tipos de tintas (tinta china, negro de 
humo, óxido de cromo, sales de cobalto...). Los cerdos ibéricos deben tatuarse con 
óxido de cromo (verde), debido a que la oscura coloración de su piel no permite 
distinguir la tinta negra. La tinta blanca no puede usarse porque es rápidamente 
fagocitada y desaparece con el tiempo (Sánchez Belda, 1981). 
 
1.3. Dispositivos externos 
Aunque tanto las muescas como los tatuajes han sido, y continúan siendo, métodos 
muy utilizados, no siempre satisfacen los requisitos necesarios para la identificación 
individual. Debido a la continua búsqueda de métodos que cumplan con todos los 
requisitos, se han desarrollado un gran número de sistemas para poder permitir la 
automatización de las prácticas ganaderas, entre los cuales están los sistemas de 
identificación mediante dispositivos externos (crotal, collar, marca caudal, brazalete). 
En muchos casos, los dispositivos externos han sido utilizados como complemento de 
las marcas anteriores, pero actualmente se trata de los sistemas más utilizados en todas 
las prácticas ganaderas. El dispositivo más utilizado en la especie porcina ha sido el 
crotal, con un número de identificación impreso. Existe una gran variabilidad de 
crotales, en cuanto a materiales (plásticos, metálicos...) y dimensiones. 
 
La legislación de identificación animal, indica como métodos oficiales para la 
identificación porcina, el crotal y el tatuaje, debiendo incluir el número de explotación 
de origen (Directiva 92/102/CEE). A nivel español, el Real Decreto 205/1996, 
especifica las características que deben cumplir los crotales y los tatuajes para cerdos de 
engorde y para reproductoras. La legislación de Catalunya (Ordre: DOGC 511, de 8 de 
febrero de 1985; Resolució: DOGC 603, de 21 de noviembre de 1985) establece que los 
crotales y los tatuajes deben indicar además del número de explotación, el municipio. 
En el caso de los tatuajes para los animales de reposición señalan que se realizarán con 
tinta en el pabellón auricular, pero para los animales de engorde, el tatuaje deberá ser 
seco y aplicado en las zonas lumbar, costillar o glútea. 
En cuanto al cerdo ibérico, además de las marcas auriculares, los lechones deben 
identificarse mediante un crotal plástico, con un número de identificación individual, 
hasta que el animal alcance los 6 meses de edad. En este momento el animal será 
identificado de forma permanente mediante crotales metálicos, en los que figura el 
número individual del animal, las siglas de la explotación y el sello del Ministerio de 
Agricultura, Pesca y Alimentación (AECERIBER, 1995). 
 
2. Identificación electrónica de la especie porcina 
 Los métodos de identificación tradicionales utilizados en producción porcina 
(crotales, tatuajes y marcas auriculares), no han sido lo suficientemente eficientes tanto 
en el manejo productivo como sanitario de las explotaciones (Holm et al., 1976; Austin, 
1995; Stärk et al., 1998). La identificación electrónica aplicada a la producción porcina, 
aportaría ventajas generales, y sería de especial interés debido al propio sistema de 
producción. Además de mejorar el manejo general y la economía productiva de la 
explotación, reduciendo los costes por mano de obra (Blair et al., 1994; Saatkamp et al., 
1996), permitiría: mejorar la calidad del producto final (Huiskes, 1991), mejorar el 
control en matadero (Huiskes, 1991; Aarts et al., 1991) y sería de gran ayuda en la 
aplicación de medidas en situaciones de brotes epidémicos (Saatkamp et al., 1996). Se 
ha demostrado así, que delante de un brote de Peste Porcina Clásica simulado 
informáticamente, el uso de la identificación electrónica reduciría los costesdel control 
y erradicación de la enfermedad (Saatkamp et al., 1996). La transferencia de 
información sería de más calidad, permitiendo la obtención automática de los datos y 
evitando así los posibles errores humanos (Huiskes, 1991; Caja et al., 2000). 
 
2. 1. Transpondedores inyectables 
Los transpondedores inyectables se han considerado como los que permitían 
mantener una mejor identificación y por tanto aseguraban mejor la trazabilidad del 
producto (Lambooij y Merks, 1989; Lambooij, 1992). 
Merks y Lambooij (1990), establecieron los requisitos que debían cumplir los 
transpondedores inyectables en el ganado porcino, y que en la actualidad siguen siendo 
válidos: 
 
- Sistema único y permanente durante toda la vida del animal. 
- Facilidad de inyección. 
- Distancia de lectura mínima próxima a los 30 cm. 
- Correcto funcionamiento en condiciones de campo. 
- Porcentaje de pérdidas, roturas y fallos inferior al 1% en total, durante 
periodo de granja y matadero. 
- Recuperación rápida (<5 segundos) y segura (100%) en matadero. 
 
El principal problema a solucionar con este tipo de identificación es establecer la 
localización óptima de inyección de los transpondedores y asegurar la recuperación en 
matadero. Con el objetivo de encontrar el método y la posición óptima de inyección se 
han llevado a cabo distintos estudios con transpondedores inyectables en porcino 
(Figura 2). 
 
Los resultados obtenidos en las distintas investigaciones (Tabla 1), han mostrado 
que las mejores posiciones de inyección son la aurícula y la base de oreja. Sin embargo, 
no se puede concluir que éstas sean las posiciones óptimas debido a las limitaciones del 
tamaño de los transpondedores y a que no cumplen todos los requisitos necesarios en 
todas las etapas productivas, ya sea en granja, en matadero o durante el faenado de la 
canal. 
 
Figura 2. Posiciones de inyección para los transpondedores inyectables utilizados en 
la identificación electrónica en la especie porcina (Caja et al., 2000, 2002a) 
 
• Inyección en el pabellón auricular (aurícula) 
La inyección en el pabellón auricular fue una de las primeras posiciones estudiadas 
para la identificación de porcino (Dorn, 1987). Esto se debe a que fue considerada una 
posición que permitiría una fácil recuperación en matadero, sin entorpecer el faenado de 
la canal. En estudios posteriores quedó demostrado que en esta posición corporal, existe 
una relación entre las dimensiones del transpondedor y las pérdidas totales (Lambooij, 
1992; Stärk et al., 1998). Uno de los inconvenientes de la inyección en esta posición, es 
la limitante del propio tamaño de la aurícula, que condiciona las dimensiones del 
transpondedor que puede ser inyectado. Otro factor importante, y relacionado con el 
anterior, es la edad de aplicación, impidiendo que el lechón sea identificado 
tempranamente. Lambooij y Merks (1989), realizaron un experimento que pretendía 
mostrar, en lechones de 4 semanas de edad, cual era la posición de inyección más 
apropiada para transpondedores de 29 mm de longitud y 3.6 mm de diámetro. Entre las 
distintas posiciones que evaluaron, demostraron que la aurícula no era una buena 
elección para este tipo de transpondedor, debido al elevado porcentaje de pérdidas 
(35.3%) y roturas (17.6%) en granja, y a las pérdidas (12.5%) y roturas (62.5%) en 
matadero. En consecuencia, para transpondedores de mayor tamaño plantearon la 
inyección en la base de oreja, posteriormente aquí discutida. 
Con objeto de evaluar los efectos de la edad en la inyección de transpondedores de 
18 mm, Lammers et al. (1995) realizaron un experimento con tres grupos de animales 
que fueron inyectados a los 10 días, a las 4 semanas y a los 6 meses. Como resultado 
recomendaron que la aplicación en aurícula se realice a partir de las cuatro semanas de 
edad, para así disminuir los problemas de dificultad de aplicación y evitar las posibles 
perforaciones de la aurícula. También señalaron que si la aplicación no se realiza de 
forma correcta, la recuperación en matadero puede verse complicada debido a 
problemas de migración. El procedimiento empleado para la recuperación fue el cortado 
de la oreja por el canal auricular, pero un número de transpondedores, variable según la 
edad de inyección, quedó en la cabeza y cuello (20% para 10 d y 1.8% para 4 semanas). 
Esto demuestra que la inyección en aurícula, a edades tempranas, es bastante imprecisa 
y que es difícil establecer correctamente el punto óptimo de aplicación. 
Por otro lado, Lambooij (1992) estudió tres posiciones dentro del pabellón auricular, 
la base de la aurícula, la parte media y la parte distal, con transpondedores de tamaño 
medio (18 x 3.0 mm y 18 x 3.5 mm). Como resultado señaló, la base de la aurícula 
como mejor posición en relación a las otras dos posiciones, por ser más fácil la 
aplicación y tener unos resultados de pérdidas inferiores (Tabla 1). La recuperación del 
transpondedor también se realizó mediante corte y separación de la oreja de la canal. En 
estudios más recientes, también se demuestra la relación del tamaño del transpondedor 
con el porcentaje de pérdidas. Stärk et al. (1998), compararon transpondedores de 11.5 
y 23 mm, obteniendo unas pérdidas del 0 y el 19.4% respectivamente. Aunque los 
resultados obtenidos en este trabajo indican que los transpondedores de 11.5 mm no 
presentaron pérdidas en granja y además se recuperaron en su totalidad en matadero, los 
autores apuntan como inconveniente la pequeña distancia de lectura observada. 
Además de los parámetros anteriores, se ha estudiado la reacción tisular en respuesta 
a la inyección del transpondedor en esta posición. Lammers et al. (1995), realizaron el 
examen histológico del tejido de alrededor del transpondedor, una vez recuperado. Dos 
grupos de animales fueron sacrificados en el día 7 y 21 después de la aplicación, 
encontrando una proliferación celular con exudado en la zona de inyección. Esta 
proliferación contenía, en algunos casos, pelos y fragmentos de piel. En el resto de 
animales, sacrificados a los seis meses, se encontró una cápsula de tejido conjuntivo 
alrededor del transpondedor que tendió a disminuir con el tiempo, quedando una capa 
muy fina a los cinco meses después de la aplicación. Stärk et al. (1998) observaron un 
3.3% de infecciones en el lugar de inyección con transpondedores de 23 mm. 
En la mayoría de los trabajos en los que se ha utilizado la aurícula como posición de 
inyección, se ha visto que los mejores resultados se han conseguido con 
transpondedores de pequeño tamaño (11 mm). Este tamaño afecta negativamente a la 
capacidad de lectura, ya que la distancia necesaria para ser leído el dispositivo, se 
reduce hasta los 10 cm. Los porcentajes de recuperación en aurícula se encuentran entre 
76 - 100%. A ello se une la variabilidad de las dificultades de recuperación en matadero 
y el tiempo necesario para ello, lo que hace que no sea considerada como una posición 
óptima de inyección en porcino. 
Los diferentes procesos que sigue la canal durante la línea de sacrificio, favorecen las 
pérdidas de los transpondedores inyectados en zonas próximas a la oreja y, más 
concretamente, en el pabellón auricular, por estar más expuesto a los golpes. Además, 
en la mayoría de los trabajos la recuperación se realiza mediante el corte y desecho del 
pabellón auricular, método que no sería válido en condiciones prácticas. 
 
• Inyección en base de oreja 
La inyección en base de oreja fue propuesta y estudiada paralelamente a la inyección 
en la aurícula. La principal ventaja respecto la aurícula es que se pueden inyectar 
transpondedores de mayor tamaño. Los primeros estudios realizados en esta posición 
fueron llevados a cabo por Lambooij y Merks (1989). Entre las distintas posiciones que 
estudiaron, la que obtuvo mejores resultados fue la base de oreja, ya que no presentó 
pérdidas durante el ensayo ni tampoco en matadero (Tabla 1). La recuperación fue 
rápida y fácil, sin indicar migraciónaparente de los transpondedores, y con resultados 
de recuperación del 100%. 
Posteriormente, fueron realizados otros estudios para comprobar la efectividad de 
esta posición de inyección con diferentes tipos de transpondedores. Así, Aarts et al. 
(1991) realizaron un estudio a gran escala con un elevado número de cerdos (12500), 
inyectados a las 4 semanas de edad. Los resultados demostraron que el porcentaje de 
pérdidas obtenido fue superior al 1%, máximo valor aceptable por ICAR, lo que unido a 
la baja recuperación (64 – 81%), indicaron que no era una localización adecuada. 
Lambooij et al. (1992) realizó otro estudio con transpondedores de 29 mm, en 
animales de 4 d a 6 meses de edad, obteniendo un 100% de retención al final del ensayo 
y una recuperación completa en matadero. En otra experiencia realizada (Lambooij et 
al., 1995) con un elevado número de animales y con transpondedores de 30 mm, pero 
de distintas marcas comerciales, observaron un porcentaje de pérdidas situado entre 1.6 
- 6.9%. Además, la recuperación en matadero fue muy variable según la granja y la 
marca del transpondedor (37 - 98%). 
Uno de los últimos trabajos realizados en base de oreja fue llevado a cabo por 
Janssens et al. (1996), utilizando diferentes grupos de animales, edades y marcas de 
transpondedores de 40 mm. Los autores señalan que la implantación, lectura y 
recuperación de transpondedores en base de oreja es una técnica sencilla, pero los 
resultados obtenidos indican unas pérdidas elevadas (9.1%) y un porcentaje de 
recuperación no aceptable (89.0%). 
Aunque, para muchos autores la base de oreja es la posición corporal que presenta 
mejores resultados en porcinos, han aparecido diversos inconvenientes que descartan su 
utilización como método de identificación práctica en porcino. Así, como consecuencia 
de que a principios de la década de los 90 se instalaron máquinas cortacabezas, que 
realizan el corte próximo al punto donde se aloja el transpondedor, la recuperación se 
complica y aumenta el riesgo de rotura y de aparición de restos del transpondedor en la 
canal. Además del problema de la recuperación, la inyección en base de oreja plantea 
otro inconveniente que aparece en cerdos de razas grasas o en cerdas de cría. Este tipo 
de animales se caracteriza por un gran depósito de tejido graso en la región del cuello y 
de la papada, que oculta a los transpondedores inyectados en base de oreja. La 
Asociación Española de Cerdo Ibérico (AECERIBER), fueron la primera entidad en 
identificar cerdos en montanera mediante identificación electrónica. Durante el ensayo, 
el porcentaje de pérdidas y roturas, de transpondedores de 32 mm, fue bajo (<5%). El 
problema sin embargo, fue la recuperación, ya que los transpondedores habían migrado 
del punto de inyección y habían quedado envueltos por el tejido adiposo de la papada, 
obteniendo un porcentaje de transpondedores recuperados de sólo un 80% (Diéguez , 
comunicación personal). 
 
• Inyección en otras localizaciones 
Junto con el pabellón auricular, Dorn (1987) estudió la región lateral del esfínter 
anal, pero la desestimó por la posibilidad de que el transpondedor quedara ubicado en la 
canal, y también porque era una posición poco adecuada para la distribución automática 
de concentrado. 
Lambooij y Merks (1989), además de estudiar las posiciones anteriormente 
expuestas, evaluaron la inyección en otras posiciones corporales (Tabla 1). Entre ellas, 
estaban la región cervical, frontal, occipital, parietotemporal, masetérica y 
metacarpiana. Aunque el porcentaje de pérdidas en todas ellas fue del 0%, fueron 
desestimadas por diferentes inconvenientes. En la región cervical y occipital, la 
inyección se realizó por vía intramuscular, siendo una técnica sin complicación. Sin 
embargo, en el momento de la recuperación fue necesario cortar una parte del músculo, 
con lo cual se deterioraron las canales y el tiempo necesario para la recuperación fue 
muy elevado. En el caso de la región frontal y parietotemporal, la inyección fue difícil, 
ya que el transpondedor debía quedar subcutáneamente y el espacio físico en estas dos 
regiones es reducido. Por último, los animales inyectados en la posición metacarpiana 
mostraron algunas cojeras debido a la inyección. 
Recientemente, McKean (1998) ha desarrollado un protocolo de inyección de 
transpondedores de pequeño tamaño en posición metacarpiana, dejando alojado el 
transpondedor en posición interdigital, sin publicar los resultados obtenidos. La 
Asociación Inter-profesional de Cerdo Ibérico (ASICI), está actualmente realizando un 
proyecto de calidad del cerdo ibérico en el que se aplica la identificación electrónica 
como método de identificación de los animales, inyectando transpondedores de pequeño 
tamaño (11 mm) en posición interdigital. Aunque tampoco han publicado resultados, 
señalan que durante el proceso de sacrificio han observado pérdidas y roturas del 
transpondedor en esta posición (Hernández, 2001). 
 
2. 2. Crotales 
 
Aunque los estudios realizados con crotales electrónicos son escasos, los resultados 
obtenidos son muy variables, y se presentan en la Tabla 2. 
Huiskes (1991), realizó una comparación de los distintos dispositivos de 
identificación electrónica para porcino, señalando las ventajas e inconvenientes de cada 
uno de ellos (Tabla 3). Debido a las elevadas pérdidas que han presentado los collares, 
se ha descartado su utilización masiva (Huiskes, 1991). 
En cuanto al uso de los crotales electrónicos, hay diferentes opiniones que hacen 
necesario un mayor estudio. Huiskes (1991) indicó que los crotales electrónicos 
presentan los mismos inconvenientes que los crotales tradicionales, aunque no descarta 
su uso. Sherwin (1990) demostró que los crotales electrónicos producían mayores 
traumatismos en las orejas que los crotales convencionales, sugiriendo, como posible 
causa, el mayor peso de los crotales electrónicos. Niggermayer (1994) aplicó crotales 
electrónicos (4 g) a lechones de dos a tres semanas de edad, obteniendo un 5% de 
crotales no leíbles (pérdidas + fallos + roturas) a final de engorde. 
 
Tabla 3. Características y comparación de diferentes sistemas de identificación 
electrónica en porcino (Huiskes, 1991). 
 
Característica Collares Crotales Inyectables 
Fijación + (1) ++(1) +++(1) 
Pérdidas + roturas + defectos - ++(2) ++ 
Uso único - + ++ 
Recuperación en matadero +++ ++ + 
- = inadecuado; + = adecuado; ++ = muy bueno; +++ = excelente 
(1) : No aplicable en lechones pequeños 
(2) : Depende de las dimensiones y peso 
 
 Otra experiencia con crotales electrónicos fue llevada a cabo por Teixidor et al. 
(1995), tanto en lechones como en cerdas reproductoras. Los resultados en lechones 
muestran un porcentaje de pérdidas, hasta los 110 kg, de un 0 y un 0.7%, para cerdos 
alojados individualmente y en grupo, respectivamente. Las fallos electrónicos, fueron 
superiores para los animales alojados en grupo (5.6%) que para individuales (1.7%). 
Esto supone unas pérdidas totales del 6.3 y 1.7% para cerdos alojados en grupo o 
individualmente, hasta el final del cebo. Las reproductoras, durante un periodo de 
tiempo superior al de los cerdos de engorde, presentaron mayores pérdidas (3.2%) y los 
fallos fueron de un 1.6%, lo que totaliza un 4.8% de pérdidas totales. Además, los 
autores señalan un elevado porcentaje de pérdidas (5.4%) y de fallos electrónicos en la 
línea de sacrificio (21.2%). 
 Más recientemente, Stärk et al. (1998) en Nueva Zelanda, compararon crotales 
convencionales, crotales electrónicos y transpondedores inyectables, en lechones y en 
cerdas reproductoras. Los resultados obtenidos con los crotales demostraron un 
porcentaje de pérdidas inferior en los electrónicos respecto a los convencionales (Tabla 
4). Éstos últimos presentaron el inconveniente de la suciedad depositada durante el 
periodo de granja, impidiendo en algunos casos la lectura de la identificación. Aunque 
los crotales electrónicos presentaron mejores resultadosen granja, el porcentaje de 
pérdidas fue muy elevado durante el faenado de la canal, afectando negativamente al 
mantenimiento de la trazabilidad de la cadena. Así, mientras los convencionales 
tuvieron un 3.6% de pérdidas, los electrónicos presentaron un 10.9%, sobre el que se 
añadieron los fallos electrónicos, que representaron un 12.4% más. Los autores también 
señalaron que las pérdidas en matadero dependieron de la longitud libre del vástago de 
la parte macho del crotal, obteniendo más pérdidas con los crotales de vástago más 
corto. Otro aspecto negativo que presentaron los crotales electrónicos en las 
reproductoras fue la reacción tisular observada a partir de los 10 meses de aplicación. 
Debido supuestamente a problemas relacionados con la biocompatibilidad del material 
en que estaban fabricados los crotales, aparecieron reacciones de tipo proliferativo y 
exudativo (18.9%) en el lugar de aplicación y, en algunos casos, acompañadas de 
sangrado. 
 
Tabla 4. Comparación de crotales electrónicos y convencionales en ganado porcino 
(Caja et al., 2000; a partir de Stärk et al., 1998). 
 
Permanencia de los crotales (%) Tipo de animal Tipo de 
crotal 
Duración del 
ensayo (d) A las 4 sem Fin del 
periodo 
Final de 
matadero 
Reproductoras 
(n = 244) 
Electrónico 
Convencional 338 
- 
- 
98.4 
96.3 
- 
- 
Lechones de 
cebo (n = 180) 
Electrónico 
Convencional 180 
100 
100 
100 
98.3 
76.6 
96.4 
 
Por último, un nuevo estudio con diversos tipos de crotales electrónicos fue realizado 
por Huiskes et al. (2000), para evaluar el sistema oficial de Identificación y Registro 
(I&R) holandés en la especie porcina (Tabla 5). El estudio se basó en dos tipos de 
ensayos realizados durante todo el engorde o únicamente en el transporte y sacrificio. 
Las pérdidas obtenidas en granja fueron bajas (0.16%), aunque registró entre 0 – 2% de 
fallos electrónicos, según granja y dispositivo utilizado. Además durante la primera 
semana posterior a la aplicación observaron entre un 13 - 55% de reacciones 
inflamatorias en el punto de inyección. El ensayo en matadero, realizado para evaluar el 
efecto de la línea de sacrificio sobre los crotales, mostró un porcentaje de pérdidas entre 
1.8 - 4%, al que debe sumarse un porcentaje de fallos electrónicos entre 0 -1.9%, según 
dispositivo utilizado. 
 
Tabla 5. Comparación de diferentes tipos de crotales electrónicos en la especie porcina 
(Huiskes et al., 2000) 
 
Tipo de 
animal 
Tipo de 
crotal 
Duración 
del ensayo 
Pérdidas 
(%) 
Fallos 
electrónicos (%) 
Capacidad de 
lectura (%) 
Engorde 
(n = 1.200) 6 meses 0.16 0 - 2.0 97.8 - 99.8 
Matadero 
(n = 2.500) 
5 prototipos 
- 1.8 - 4.0 0 - 1.9 94.1 - 98.2 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Tabla 1. Resultados obtenidos mediante transpondedores inyectables en lechones de engorde. (sc = subcutáneo, im = intramuscular) 
Referencia Dimensiones 
(Marcas) 
Número Edad de 
aplicación 
Duración del 
 ensayo 
Posición de inyección Total de pérdidas 
(%) 
Recuperación (%) 
Dorn (1987) 11 x 1.0 mm (Destron) - 4 sem - Aurícula (sc) 0 - 
92 Cervical (im) 0 100 
62 Occipital (im) 0 100 
3 Frontal (sc) 0 - 
3 Parietotemporal (sc) 0 - 
3 Masetérica (sc) 0 - 
3 Metacarpiana (sc) 0 - 
17 Aurícula (sc) 35.3 11.8 
Lambooij y Merks 
(1989) 
29 x 3.6 mm 
(Prototipo) 
19 
4 sem 4 – 12 sem 
Base de oreja (sc) 0 100 
Aarts et al. (1991) 3 tipos 12500 - 6 meses Base de oreja (sc) 4.0 – 8.0 64.0 – 81.0 
18 x 3.0 mm 
(Destron) 
 
25 
36 
19 
4 sem 6 meses 
Aurícula (sc) 
Distal 
Media 
Base 
8.0 
0 
10.5 
100 
86.1 
100 Lambooij (1992) 
18 x 3.5 mm 
(Destron) 
 
21 
39 
19 
4 sem 6 meses 
Aurícula (sc) 
Distal 
Media 
Base 
9.5 
17.9 
0 
100 
84.4 
100 
Lambooij et al. 
(1992) 
29 x 3.6 mm 
(Texas Ins.) 56 4 sem 4 d – 6 meses Base de oreja 0 100 
Lambooij et al, 
(1995) 
30 x 3.5 mm 
(Nedap, Superior, 
Texas ins.) 
9383 4-5 sem 4 sem – 6 meses Base de oreja 1.6 – 6.9 70.0 – 89.0 
Lammers et al. 
(1995) 
18 x 3.0 mm 
(Destron) 
10 
111 
24 
10 d 
4 sem 
6 meses 
5 – 6 meses Base de aurícula 
4.3 
0.9 
8.3 
81.2 
88.3 
- 
Janssens et al, (1996) 40 x 5 mm (Prototipos) 299 25 – 80 kg 39 – 117 d Base de oreja 9.1 89.0 
Stärk et al. (1998) 23 mm (Texas Ins) 11.5 mm (Destron) 
140 
40 3 – 4 sem 109 d Base de aurícula 
19.4 
0 
76.1 
100 
 
Tabla 2. Resultados obtenidos mediante crotales en ganado porcino. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
1 = Pérdidas + fallos electrónicos + roturas 
 
 
 
 
Referencia Dimensiones 
(Marcas) 
Número Tipo de animal Edad de 
aplicación 
Duración 
del ensayo 
Pérdidas 
(%) 
Fallos 
electr. (%) 
Total pérdidas 
(%) 
Recuperación 
(%) 
Niggermayer 
(1994) - 650 Engorde 2 - 3 sem - 5.0
1 5.0 - 
Teixidor et 
al. (1995) 
4.1 g 
 28 x 10.8mm 
(Allflex) 
270 
128 
329 
275 
Individuales 
Reproductoras 
Engorde 
Matadero 
20 - 25 kg 
- 
25 kg 
Final engorde 
110 kg 
- 
6 meses 
- 
0 
3.2 
0.7 
5.4 
1.7 
1.6 
5.6 
21.2 
1.7 
4.8 
6.3 
26.6 
- 
- 
- 
94.6 
Stärk et al. 
(1998) 
Convencional 
 
Electrónico 
244 
180 
 
244 
180 
Reproductoras 
Engorde 
 
Reproductoras 
Engorde 
- 
3 - 4 sem 
 
- 
3 - 4 sem 
338 
180 
 
338 
180 
3.7 
1.7 
 
1.6 
0 
- 
- 
 
0.4 
0 
3.7 
1.7 
 
2.0 
23.4 
- 
96.4 
 
- 
76.6 
Huiskes et 
al. (2000) 5 prototipos 
1200 
2500 
Engorde 
Matadero 
3 - 4 sem 
Final engorde 
6 meses 
- 
0.16 
1.8 – 4.0 
0 – 2.0 
0 - 1.9 
0.16 – 2.16 
1.8 – 5.9 
- 
96.0 - 98.2

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