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INCIDENCIA SOCIO-ECONÓMICA DE LA INMIGRACIÓN IRREGULAR EN LA ECONOMÍA ESPAÑOLA IX Coloquio Ibérico Internacional de Cooperativismo y Economía Social Economía Social y globalización: nuevos desafíos, nuevas oportunidades José Manuel Sastre Centeno Elena Inglada Galiana Universidad de Valladolid 2 RESUMEN La migración es una particularidad necesaria desde el principio de la historia y existe un consenso universal en reconocer que la misma ha contribuido notablemente al progreso de las sociedades. En la sociedad española, la inmigración es uno de los fenómenos en curso que más ha determinado la configuración pasada y futura del país. Este hecho también ha acontecido en el ámbito europeo, donde la llegada de extranjeros ha sido un fenómeno paulatino y reiterativo en prácticamente todos países. No obstante, dentro de la inmigración, la irregular, está asociada a contextos de explotación y vulnerabilidad, donde la invisibilidad de estas personas frente al país receptor es uno de los mayores escollos para salir de dicha situación. La preocupación por este tipo de inmigración es reciente, vinculada con los controles fronterizos y las políticas migratorias que de cada país. La incidencia y su extensión en distintos sectores, como el social o económico, son múltiples y heterogéneos. Y este es el objeto de estudio del trabajo que se presenta. PALABRAS CLAVE Exclusión espacial, integración, exclusión social, diferenciación social. 1. INTRODUCCIÓN No cabe duda que la inmigración, por sus múltiples y relevantes efectos, es uno de los temas que más atención centra en la agenda socioeconómica de los actuales gobiernos, ya sea en aquellos países receptores de la misma como en los emisores. A continuación, este artículo se enfocará sobre todo en la observación de la influencia que ejerce la intensidad de este fenómeno tanto a nivel social como económico. El objetivo es ofrecer una perspectiva de este hecho social, concretamente de la inmigración ilegal, aquella que se origina cuando los sujetos que se desplazan no están sujetos a las leyes del país de acogida. Para empezar, hacer referencia a la migración, es decir, al movimiento de personas, un fenómeno que ha estado presente a lo largo de la historia del ser humano por diversos motivos: económicos, dificultades sociales, cambios climáticos, persecuciones, guerras, religión, terrorismo y un largo etcétera. La Red Europea de Migraciones (REM) (2012, p. 109) la concreta como: “Un desplazamiento de una persona o de un grupo de personas, bien a través de una frontera internacional (migración internacional), bien dentro del territorio de un Estado (migración interna). Es un desplazamiento de población que abarca todo movimiento de personas sea cual fuere su tamaño, su composición o sus causas; incluye migración de refugiados, personas desplazadas, personas migrantes por motivos económicos y personas que se desplazan por otras causas, como la reagrupación familiar” Y ahora señalar que la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) define la inmigración como un “proceso por el cual personas no nacionales ingresan a un país con el fin de establecerse en él.” (OIM, 2006, p. 32) En Europa, las migraciones internacionales se produjeron con la aparición del concepto moderno de Estado-nación. La construcción social de un innovador sistema que empezó a establecer las identidades en base a un concepto de ciudadanía vinculado al de nacionalidad forjó, al unísono, el concepto moderno de extranjero. 3 Así, comenzó un proceso de diferenciación y exclusión de los sujetos no pertenecientes al Estado. A partir de entonces, empezaron a surgir las primeras normas y es cuando podemos hablar de migración irregular. 2. BREVE RECORRIDO DEL PROCESO MIGRATORIO EN ESPAÑA Y DATOS DEMOGRÁFICOS Las migraciones del ser humano han constituido y siguen haciéndolo un fenómeno de gran calado a escala mundial, siendo sus consecuencias muy heterogéneas. España, tradicionalmente, ha sido un país de emigración. Desde el siglo XVI, miles de españoles se establecieron en los virreinatos americanos durante el periodo colonial y ya, en el siglo XIX y principios del XX, los españoles siguieron emigrando esta vez a países de Latinoamérica ya independizados, con el objetivo de buscar una vida mejor. Ulteriormente, la Guerra Civil española trajo consigo otra oleada de emigrantes que por motivos económicos, políticos y de exclusión social, traspasaron nuestras fronteras. La salida parecía el único camino viable para huir de la dictadura franquista. Cierto es que aunque simplistamente la sociedad española, hasta mediados del siglo XX, se puede describir como emigrante y agraria. Más tarde, con la llegada de la democracia, comenzaría el retorno de un significativo número de personas, especialmente de Europa y América y, de esta manera, el principio de la llegada de inmigrantes oriundos de algunos países de la Unión Europea (UE) (antes C.E.E). España se convirtió en un país receptor de inmigrantes a partir de los años ochenta, con un exponencial aumento a partir de la década de los noventa, siendo la existencia de una vinculación precedente un factor de suma relevancia en la intensidad de sus flujos migratorios (España con América latina). Este hecho también aconteció en el resto de países europeos, ejemplo de ellos son los turcos hacia Alemania, las entradas de indo-paquistaníes hacia Inglaterra o los magrebíes al país galo. El aumento migratorio ha sido, en las últimas décadas, una constante principalmente por el Sur de Europa y desde América Latina, por los lazos de Portugal y España con sus anteriores colonias y por el Este, con la caída del comunismo. Apuntar, no obstante, que a partir de que se comienza a hablar de España como un país de inmigración, los llegados se encontraban en una situación muy diferente a la experimentada por los/as inmigrantes en la Europa floreciente después de la posguerra, en la que existía una demanda masiva de empleo para la industria y los servicios y un gran apogeo de las organizaciones obreras. El modelo social contemporáneo, contrariamente, se caracteriza por una progresiva polarización social y la precarización de un relevante sector poblacional. El empleo aumentó notablemente en ámbitos particularizados por la temporalidad y el ingreso en la UE y la libre circulación de ciudadanos comunitarios facultó la llegada de inmigrantes. Para López (2007): “En los noventa la inmigración se consolida como un fenómeno social con un profundo impacto en la administración pública, como fuente de transformación institucional en todos los niveles de gobierno, impregnado la acción de los técnicos, absorbiendo recursos y convirtiéndose, en muchos casos, en una materia transversal. Esto es especialmente significativo en el desarrollo de medidas de acceso a esferas como la educación, la vivienda o los servicios sociales” (López, 2007, p.31). Tras la crisis de principios de la década de los noventa y hasta los albores del 2008, España experimentó una etapa de avance económico pero como efecto colateral a este escenario se origina una merma de los tipos de interés que, junto con la falta de incertidumbre pasada referente a los tipos de cambio, causó confianza en los 4 inversores abaratando el dinero y facilitando en gran medida el acceso al crédito. Además, se creó una demanda sin precedentes de bienes y servicios derivada de la enorme afluencia de capitales y facilidad en el crédito. España incrementó los niveles del consumo y se produjo la denominada “burbuja inmobiliaria”. El incremento que se ha producido de la inmigración hacia nuestro país responde a una naturaleza multifactorial, donde el elemento más relevante de atracción ha sido el progreso económico experimentado desde los años noventa, donde el aumento del turismo y la construccióndieron lugar a una enorme demanda de trabajadores. Entrando ya en el siglo XXI y fruto de las situaciones referidas produjeron la llegada de inmigrantes de modo masivo. Según datos del INE, en el año 2000 habían empadronados en nuestro país más de 40 millones de personas y, en 2008, la cifra alcanzó 46.157.822 de sujetos. Sin embargo, este incremento no se debió a la población autóctona, que apenas aumento, sino a la extranjera que creció exponencialmente como podemos observar en los datos que nos proporciona el Padrón Municipal a 1 de enero de cada año. Expertos en la materia señalan que principal causa de la inmigración española ha sido el efecto llamada del mercado laboral durante el periodo referido, con heterogéneos ámbitos beneficiándose del trabajo del inmigrante escasamente remunerado (González, 2013; Villanueva, 2013; González, 2014). En estos años, la población en España, en términos de tasa anual, se incrementó a un ritmo del 1,5% anual, dato que en términos demográficos se estima un aumento dinámico. El acrecentamiento se produjo a un ritmo exponencial en la población extranjera: 23,5% frente al 0,4% de la población autóctona. De este modo, pasamos de 637.085 extranjeros en el año 1998 a más de 5 millones en 2008. A partir de dicho año, se produjo un descenso notable de extranjeros llegados a España y la cifra fue en descenso paulatino hasta el 2010, donde pasó a tener flujo negativo a partir de esa fecha. La mayor merma de inmigración de todos los países de la Organización para el Desarrollo y el Crecimiento Económico (OCDE) aconteció entre 2007 y 2013, como consecuencia de la crisis, no obstante, según el Informe International Migration Outlook (2015) de la OECD, en 2014, gracias a la mejora de las condiciones y del mercado laboral, esta tendencia dio un giro y la inmigración empezó a incrementarse, situándose España por detrás de Reino Unido y Alemania (OECD, 2015). A diciembre de 2016, los extranjeros con certificado de registro o tarjeta de residencia en vigor se emplazaban en alrededor de 5 millones de personas. Señalar que establecer exhaustivamente el número total de inmigrantes indocumentados en el territorio español es una labor prácticamente imposible, precisamente por su condición de invisibles a efectos de cómputo demográfico. En esta línea, González (2009) señala la escasez de estudios científicos y la falta de interés académico por brindar datos acerca de las personas que se hallan en esta situación, ya que esto les aboca a un mayor grado de vulnerabilidad social, que puede propiciar contextos de exclusión social y que la gestión de políticas de integración de estas personas sea más complicada. Una primera aproximación para intentar acercarse a la cifra de personas irregulares es basarse en la diferencia entre extranjeros con tarjeta o su autorización de residencia y los empadronados, no obstante, muchos extranjeros empadronados no tienen sus papeles en regla, es decir, sujetos que están regularizados en el padrón pero irregulares para la Policía. Si bien, tampoco es una aproximación muy fiable ya que ni todos los extranjeros irregulares se empadronan en su lugar de residencia y, además, muchos de los empadronados ya no viven en España. La mayoría de 5 estudios han evidenciado que, aproximadamente, la mitad de los/as inmigrantes en España han estado ilegalmente y que casi todos llegaron sin permiso laboral. En base a los últimos datos del INE, apuntar que la mayor parte de inmigrantes proceden de los siguientes países (por orden de mayor a menor): Rumania, Marruecos, Italia, Reino Unido, Venezuela, China, Colombia, Francia, Ucrania, Honduras, Brasil, Rusia, Alemania, Republica Dominicana, y EE.UU. Una vez realizada una aproximación a la radiografía de la inmigración en el territorio español y antes de analizar el impacto de la inmigración ilegal sobre los disímiles contextos de la estructura socioeconómica española, es importante entender que ésta, aparte de ser un fenómeno social, existe también en vinculación con políticas y leyes migratorias. Los países poseen un papel esencial al establecer aquello que es legal de lo que no es, y fijar los contextos bajo los cuales las personas pueden cruzar sus fronteras y vivir y trabajar en otros territorios. En definitiva, la inmigración irregular es una construcción social, legal y política en la que, evidentemente, tercian diversos elementos como los ya referidos demográficos, sociales o políticos, entre otros. Además, para comprender la política migratoria española es imperante remontarnos a la de la UE puesto que la nuestra deriva de aquella. Por ello, a continuación, se hará un somero análisis de lo que ha implicado dicha política, especialmente para el colectivo objeto de nuestro estudio. 3. POLÍTICA MIGRATORIA En la UE, la inmigración irregular es un fenómeno común en todos los Estados miembros, si bien, muy versátil de unos a otros. De todos modos, esta inmigración es básicamente resultado de la demanda de trabajo y la voluntad de los gobiernos de crear las vías legales de migración. A principios del siglo XIX empezaron a nacer las primeras normas migratorias terciadas por factores culturales y, también, de inferioridad racial. Las regulaciones al principio no diferenciaban entre inmigración legal e irregular y, verdaderamente, tampoco limitaban la migración en general, únicamente algunos tipo de personas, por ejemplo, los locos, los que tenían “malas costumbres”, los enfermos, delincuentes o individuos moral o racialmente no deseables (polacos o judíos) (Düvell, 2006). Los primeros países europeos que empezaron a aplicar las primeras restricciones a la migración fueron Reino Unido y Alemania, culpabilizando a los/as inmigrantes por las dificultades propias de la época como el hambre, la pobreza, la delincuencia, la superpoblación o el trabajo clandestino. Dos hechos acontecidos tras la Primera Guerra Mundial marcaron realmente el control efectivo de la migración: el procedimiento de deportación y la creación de los pasaportes (Lucassen, 2001). La representación de una “inmigración ilegal” se arraigó con el referido concepto de Estado-nación moderno que apareció tras dicho conflicto bélico. La tendencia más extendida, en el periodo posterior a la guerra, era la emigración desde el continente europeo y, también del movimiento de un enorme número de refugiados. Italia, Reino Unido, los Países Bajos, Portugal y España eran los principales países de origen. El país receptor por excedencia era EE.UU. secundado por Argentina, Brasil, Canadá, Venezuela y Sudáfrica, entre otros. A mediados del siglo XX, la migración internacional volvió a brotar en aquellas áreas menos desarrolladas de los países del norte de Europa. La capacidad productiva del continente europeo se incrementó notablemente y, en consecuencia, la necesidad de mano de obra por las industrias en auge también aumentó. Así, países como Alemania, Francia o Reino Unido utilizaron disímiles mecanismos como la firma de pactos bilaterales de trabajadores migrantes y los programas de trabajadores 6 temporales. Llegaron gran cantidad de trabajadores no cualificados pero frente a la elevada demanda de mano de obra se llevó a cabo una política de inmigración con múltiples facilidades para la regulación una vez habían encontrado un puesto laboral y, asimismo, se facilitaron reunificaciones familiares y concedieron estación largas. Todo ello provocó que la inmigración aumentara notablemente y que los que habían llegado se quedaran de forma permanente. La inmigración irregular en busca de trabajo comenzó a ser objeto de análisis en las políticas y debates sociales en la Europa de los años sesenta. Además, se empezó a estimarla como un problema social de gran calado por su magnitud y creciente aumento, así como, sus efectos, entre otros, evasión de impuestos, conflicto con la sociedad de acogida, el exceso de uso de servicios públicosy de salud o la visión social acerca de la ingobernabilidad del fenómeno (Ortega, 2014). Los Estados comenzaron a implementar sus leyes sobre la inmigración sumamente restrictivas, además de paralizar las reunificación de familias y los programas de trabajadores temporales. Las economías mundiales estaban siendo sacudidas por la denominada crisis del petróleo de mediados de la década de los setenta, la cual marca un punto de inflexión en las políticas de admisión de muchos países europeos que limitan sumamente las situaciones de transitoriedad laboral. Se instaura la suspensión de la incorporación de trabajadores, contexto que tuvo como efecto colateral el incremento de la inmigración ilegal. Las consecuencias sociales fueron durante estos años fueron evidentes en la Europa occidental, pues ciertos sectores de la sociedad reaccionaron de forma negativa e inclusive enfrentándose a la inmigración. Esto sucedió cuando los trabajadores “temporales” empezaron a vivir en sus territorios y traerse a sus familiares y comenzaron a utilizar los servicios sociales en un periodo económico complicado, con elevado paro y merma de los servicios sociales. Las instituciones europeas, durante los años ochenta y principio de los noventa, pusieron el foco de interés en los solicitantes de asilo y en la migración ilegal y de refugiados convirtiéndose estos fenómenos en tema central de las políticas migratorios de los Estados Miembros. La década de los noventa también fue prolifera en controlar esta inmigración mediante la exigencia de visas, controles de fronteras muy estrictos, revisiones pormenorizadas de documentos de identidad, condenas severas por tráfico de personas o por contrabando, renovadas políticas de asilo o limitación de prestación y servicios sociales a los ilegales (Düvell, 2006). El aumento de los flujos migratorios ha sido un problema creciente tanto para los gobiernos, organismos internacionales e intergubernamentales y la sociedad en general, ya que estos flujos traen consigo consecuencias vinculadas a las relaciones sociales y políticas en los países de origen y receptores de la inmigración. En los países del sur de Europa, las consecuencias de la inmigración se han de tratar teniendo presente la política migratoria europea. España no fue consiente de la importancia de la inmigración hasta la promulgación en 1985 de la Ley de Extranjería, hecho que se produjo un año antes del ingreso de España en UE. Hasta ese momento no fue hubo una necesidad perentoria de regular el fenómeno inmigratorio de un modo preciso. Si bien, como apuntan varios autores, dicha ley evidencia una aproximación al fenómeno donde prevalece la vocación de establecimiento temporal, la limitación de derechos y deberes del inmigrante, así como, la fragilidad de su estatuto jurídico (Aja, 2006; Arango, 2000; López, 2007; Sánchez, 2011). En el imaginario social español, la figura del inmigrante “ilegal”, “indocumentado” o “irregular” surge con la referida Ley (Carrillo y Delgado; 1998). Posteriormente, se aprobó la Ley Orgánica 4/2000, del 11 de enero, sobre Derechos y Libertades de los Extranjeros en España y su Integración Social (LOEX), modificada por las siguientes 7 leyes orgánicas: LO 8/2000, de 22 de diciembre, LO 11/2003, de 29 de septiembre, LO 2/2009, de 11 de diciembre y LO 10/2011, de 27 de julio (además de sucesivos reglamentos: RD/864/2001, RD/ 2393/2004, RD 557/2011). Ley Orgánica 4/2000: esta norma en cierto modo enmendó las deficiencias de la Ley de 1985, secundando el artículo 13 de la Constitución, dotando de contenido pleno aquellos derechos. En esta nueva Ley se incluían aspectos como la integración laboral de los/as inmigrantes o la equiparación entre éstos y los españoles. Asimismo, pretendía regularizar a los/as inmigrantes que ya vivían en el territorio español y crear cupos anuales de inmigrantes para integrarlos en el país y que pudieran acceder prontamente al mercado laboral. Ley Orgánica 8/2000: esta Ley transformó totalmente el signo de la política inmigratoria secundada por la anterior Ley, de vocación integradora. Reconocía solamente a inmigrantes en situación legal, estableciendo evidentes diferencias entre los legales e irregulares en materia de derechos (huelga, asociación, sindicación, etc.); además, terminaba con la plena equiparación de derechos entre los/a inmigrantes y los autóctonos. Ley Orgánica 11/2003: esta Ley endureció ciertos puntos de la LO 4/2000, con el cometido de intentar que la regulación en materia de expulsión mejorase y tal y como señala su artículo 57.7 “lograr una coordinación adecuada cuando se produce la tramitación simultánea de procedimientos administrativo y penal” Ley Orgánica 2/2009: dicha Ley, en términos generales, ha tenido como objetivo mejorar la realidad de los/as inmigrantes irregulares e integrarlos socialmente y al unísono, canalizar la inmigración irregular, evitarla o eliminarla lo más posible, con distintos mecanismos como adoleciendo el régimen sancionador, reforzando controles o facilitando la expulsión de estas personas. Ley Orgánica 10/2011: regula la violencia de género y la trata de seres humanos, evitando como lo hacía la LO 4/2000 la incoación de expedientes sancionadores a las víctimas en situación de irregularidad que fueran a denunciar estos delitos. Es decir, que dichas mujeres si denunciaban a su agresor se les abriría un expediente sancionador por haber cometido la infracción contenida en el artículo 53.1 que versaba así: “Encontrarse irregularmente en territorio español, por no haber obtenido la prórroga de estancia, carecer de autorización de residencia o tener caducada más de tres meses la mencionada autorización, y siempre que el interesado no hubiere solicitado la renovación de la misma en el plazo previsto reglamentariamente.” Para Sánchez (2011, p. 261-262) la política migratoria en España ha causado más irregularidad por los siguientes motivos: a) “la rígida ligazón de los permisos de residencia a los permisos de trabajo y, a su vez, la concesión de estos últimos por periodos muy cortos; b) la insuficiencia de medios en la administración pública y la excesiva dispersión en las competencias de inmigración que ha provocado una enorme lentitud e ineficiencia en la tramitación burocrática que ha condenado a muchos inmigrantes a la situación de irregulares por retrasos en la tramitación de expedientes o por la práctica imposibilidad de cumplir con todos los requisitos establecidos y c) el recurso constante a las regularizaciones extraordinarias que, para muchos inmigrantes, han convertido la situación de ilegalidad en algo transitorio a la espera de la próxima regularización. La naturaleza esencialmente temporal de los permisos 8 de trabajo y residencia (que otorgan el estatus de legalidad por periodos de tiempo breves) unida a las deficiencias ya mencionadas del sistema del contingente como única vía legal de entrada en el mercado de trabajo español y a la ineficiencia y lentitud de la administración pública son los mecanismos más frecuentes de creación endógena de ilegalidad.” Termino con la política migratoria refiriéndome a Ortega (2014), que señala en su artículo sobre “La consolidación histórica de la migración irregular en Europa” que los defectos de las continuas reformas que se han ido sucediendo en los muchos estados de la UE se pueden subsanar: “a) Si se abren más canales legales para migrar, acordes con las necesidades reales del mercado de trabajo. b) Si se simplifican los procedimientos de solicitud y renovación de permisos. c) Si se clarifican las legislaciones y se dejan de reformar constantemente, de modo que los destinatarios puedan tener un mejor entendimiento de la norma, sus efectos, etcétera. d) Si se cambian las condiciones de los permisos de trabajo por unas más realistas que puedan ser cumplidas por los migrantes y no sean tan propensasa ser incumplidas. e) Si se asignan mayores recursos para la vigilancia fronteriza e interna. f) Si se implementa una política que vea el fenómeno migratorio a largo plazo y al migrante como un ser humano. g) Y si se privilegia la cooperación con otros Estados, tanto a nivel internacional como regional, en las áreas donde hay lagunas en materia de regulación y donde las normas existentes son poco claras. La cooperación internacional es necesaria para una gestión adecuada de la migración, por lo que el derecho internacional debe servir como marco para la cooperación entre Estados en esta materia y para la protección de los derechos humanos de los migrantes, con independencia de su estatus migratorio.” De todo ello, se puede extraer que si uno de los objetivos primordiales era poner fin a la inmigración ilegal, no se ha conseguido y esto es uno de los mayores escollos y más perceptibles entre dichos cometidos declarados en la política migratoria española. Está claro que existe una disparidad entre la cantidad de inmigrantes que entran a España y el número que quiere admitir nuestro país. La existencia de un elevado número de inmigrantes que acceden al mercado laboral sin secundar las vías legales, evidencia que las políticas nacionales sobre inmigración no están siendo efectivas. Para poder llevar a cabo una buena política migratoria hace falta que la política y la legislación se secunden mutuamente en estructuras apropiadas para su implementación. 4. CAUSAS Y EFECTOS DE LA INMIGRACIÓN Conocer el por qué se originan las migraciones es una cuestión necesaria para poder comprender lo que significa, hoy en día, y la incidencia que tiene el fenómeno de la inmigración. Así, es necesario llevar a cabo una introversión acerca de los factores que hacen que un sujeto abandone su país de origen y, por ende, las características que hacen atrayentes a los países de acogida. 9 Las migraciones pueden estar terciadas por diversos fenómenos como los políticos, los económicos o demográficos, por ejemplo. Respecto a los primeros factores, señalar que se deben, por lo general, a los conflictos internos, regionales e internacionales. La falta de libertades y derechos políticos y la corrupción endémica en muchos países son causas que empujan a las personas a irse en busca de mayor libertad, así como, la guerra y conflictos armados, entre otros. Entre los factores económicos podemos destacar los derivados del hambre, de las grandes divergencias de renta e intercambio desigual entre países, del incremento de la demanda de puestos de trabajo por parte de los países desarrollado, particularmente en el sector servicios, asimetrías de crédito o la oportunidad de crecer laboralmente. Respecto a los elementos demográficos se puede destacar que, para el país de origen, influye la superpoblación y el envejecimiento, para el receptor. También existen factores culturales, educativos, tecnológicos o científicos. Entre los países económicamente desarrollados y lo subdesarrollados existe una enorme brecha científica y tecnológica que, sin duda, es un motivo que beneficia a este tipo de desplazamiento, ya sea para el desempeño laboral, la formación o calificación. Por último, señalar las causas ambientales como uno de los desajustes que rige el orden internacional y que es uno de los factores que más afecta a la inmigración. De lo referido, se puede aseverar como indica Mejias (2008, p. 4) que: “El modelo tradicional centrado en el hombre adulto que emigra por razones socioeconómicas, y que retorna al país de origen cuando se dan las condiciones económicas esperadas, no es ya el perfil característico de la emigración de nuestros días. El caso típico que refleja la realidad migratoria actual procede de aquellos lugares de la tierra cuyas sociedades han sobrepasado la capacidad de sustentación del territorio, al menos con las capacidades que tienen disponibles; lo que da lugar a que se produzcan hambrunas crónicas, degradación del medioambiente y la salida masiva de población sin expectativas vitales.” El asunto de la inmigración y, especialmente, el de la inmigración ilegal es un tema tanto social como económico; para empezar, ambos tipos de inmigración determinan la convivencia de heterogéneas culturas y, económicamente, entre otros factores, está el aumento de mano de obra en países que padecen problemas de desempleo interno y, además, que su capacidad de absorber nueva mano de obra es limitada y, por ende, aumentan algunas bolsas de pobreza. La inmigración tiene una naturaleza básicamente económica e induce sus efectos en dicha área. También tiene incide en el contexto sociocultural, ya que la sociedad receptora puede tener inquietud respecto a la conservación de la identidad cultural o a la capacidad de gestionar el proceso multicultural emanado de la inmigración. Se ha señalado que los inmigrantes productivos y que se integran pueden llevar a cabo una gran aportación al progreso económico y, además, sin coste para la población del país de acogida. Sin embargo, las consecuencias positivas, asimismo, pueden desaparecer, en el caso de que los inmigrantes no adecuen y no posean la preparación necesaria (Borjas, 1994). Hay que considerar que los efectos de la migración depende de muchos factores y no únicamente del capital humano que brindan; por ejemplo, son también factores a estimar la integración, el impacto en el capital público o las particularidades personales, por ejemplo. La inmigración puede ser perjudicial o fructuosa dependiendo del lugar y del tiempo. Para Guillén (2011, p. 13-15): “El problema de la inmigración es el resultado de múltiples factores, en ocasiones muy complejos y que inciden de forma muy distinta en cada caso, pero sobre todo es el resultado de violaciones de los derechos sociales, económicos y políticos de hombres, mujeres y niños que emigran supuestamente hacia la paz y hacia el bienestar político, socioeconómico y humano.” 10 La inmigración legal, comprendida como un elemento de desarrollo y avance, es la inmigración que se adecua a la capacidad de acogida de la sociedad y a las posibilidades del mercado laboral, de modo que su labor cubre la falta o merma de mano de obra en el país de acogida. Por su parte, la inmigración irregular, es a la que le cae la carga negativa relacionada con la delincuencia, la marginación, la explotación o el tráfico de personas por mafias. 5. INMIGRACIÓN Y MERCADO LABORAL Un asunto de profusa preocupación para la población del país receptor es conocer las incidencias de la inmigración en el mercado laboral. El modelo migratorio de España posee un factor principal y es su naturaleza laboral. La inmigración es garante de una parte notable del incremento del empleo registrado en los últimos años y, si se pudieran contabilizar a los indocumentados lo sería todavía más. Entre los albores del silgo XXI y hasta el 2008, los inmigrantes han ocupado trabajos que los españoles rechazaban y, ello ha facultado una movimiento social ascendente entre los españoles/as, puesto que pasaron a ocupar categorías más elevadas del mercado laboral. En España, país que, como hemos visto, ha aumentado exponencialmente su población extranjera en los últimos años, evidencia que la inmigración únicamente ha afectado en la especialización. Para Amuedo-Dorantes y De la Rica (2011), los inmigrantes poseen particularidades diferentes a los autóctonos y, en consecuencia, no son sustitutivos en el mercado laboral, sino que se concentran, generalmente, en trabajos más manuales y los españoles en aquellos con un grado más elevado de sofisticación, de especialización y con mejores retribuciones. Es decir, que la población inmigrante ha constituido una mano de obra complementaria a la de aquí. En nuestro país, existen muchos estudios que han analizado pormenorizadamente el impacto de los inmigrantes en este área y se ha llegado a las conclusión que lasoportunidades laborales de los españoles no se ven afectadas (Herrarte, Medina y Vicéns 2007; Carrasco, Jimeno y Ortega, 2008). Para estos autores, inclusive en un contexto de crecimiento económico como el actual, de perfil bajo, son necesarios dichos trabajadores. Por su parte, los inmigrantes han ocupado los sectores de la agricultura, construcción, industria y servicios. Como señala Calavita (2006, p.198) “La contingencia y la marginalidad implícita en los programas de gobiernos de países como los de Europa del Sur dirigidos a los inmigrantes se centran en industrias y empleos que no atraen a los trabajadores autóctonos. Implícitamente dejan claro que los trabajadores inmigrantes son distintos de la clase trabajadora autóctona.” Además, el mayor acceso a la formación, la restructuración de los roles de familia tradicional, así como, la llegada de inmigrantes, entre otros factores, ha incrementado la participación de las españolas en el mercado laboral. En esta línea, en el proyecto de investigación “Análisis sobre la Situación Laboral de la Mujer Inmigrante en España” llevado a cabo por la OIM en 2015 se señala que: “Ahora, en este este terreno es necesario subrayar el hecho de que las mujeres inmigrantes están concentradas de forma significativa en un sector, como el doméstico, que ha permitido que los hogares nativos, y especialmente las mujeres nativas de clase media, afectadas tradicionalmente por la misma desigualdad de género que les empujaba a hacerse cargo de los trabajos domésticos y de cuidado, hayan podido renegociar favorablemente sus tiempos de trabajo doméstico y de ocio, y sus trayectorias profesionales. Situación que apunta a un cierto transvase de dichas desigualdades hacia las mujeres inmigrantes extracomunitarias” (p.59). 11 “(…) De esta forma, las mujeres inmigrantes que trabajan como empleadas de hogar en condiciones de precariedad se han convertido en el recurso fundamental que tiene la sociedad española a la hora de afrontar algo tan esencial como los trabajos de reproducción (cuidado de menores, ancianos, dependientes y realización de tareas domésticas), dando respuesta a un problema social y financiero colectivo, dónde, además, la presencia y el desarrollo del Estado social ha sido escasa” (p.67). Por otro lado, Medina y Vicéns (2010, p. 38) señalan que: “La necesidad de trabajadores foráneos, que ha tenido y tendrá España para su desarrollo difícilmente puede cuestionarse, pues el envejecimiento de la población y las bajas tasas de natalidad anulan toda posibilidad endógena de atender las necesidades del mercado laboral.” Evidentemente, el inmigrante regular produce ingresos por cotizar a la Seguridad Social de forma análoga a lo que acontece con los españoles. Además, la inmigración aparte de los beneficios económicos ha supuesto en una sociedad encaminada hacia un envejecimiento apresurado, una aportación positiva en este sentido. De media, los extranjeros son más jóvenes y, si bien, a un ritmo menor que antes de la recesión económica, favorecen a rebajar la edad media del conjunto de españoles. Aunque como apunta la OCDE, la presencia de inmigración joven en un país, si bien, no puede dar un giro al envejecimiento, si puede tener efectos directos, especialmente en el sistema de pensiones y, como ya se ha referido al mantenimiento de la Seguridad Social. Los efectos de recesión económica que ha vivido España son diferentes para los españoles que para los inmigrantes. Los inmigrantes se han acopiado, como se ha señalado, en sectores económicos como el de la construcción que han sido golpeados con más dureza por la recesión. La pérdida de trabajo ha traído consigo a este colectivo varios problemas agregados. La reagrupación familiar con la política inmigratoria actual también es inviable si no se tiene trabajo; es preciso tener una vivienda y un nivel de ingresos mínimos para que los/as inmigrantes puede solicitarla. Un factor característico de la inmigración era las remesas de dinero que envían a sus países natales, algo que con la pérdida de trabajo ha disminuido significativamente. Del mismo modo que los españoles, el problema de la vivienda hace que se vean desamparados frente a los desahucios. En el contexto económico actual que vive nuestro país, esta situación emplaza a los inmigrantes regulares en una situación de incertidumbre puesto que si pierden su trabajo podrán tener acceso a las prestaciones por desempleo y renovar su permiso, si bien, una vez que termine la prestación, se agregarán a los irregulares, puesto que la legislación en este tema no tiene mecanismos para que estos sujetos pueden seguir residiendo de forma regular. Además los que no tienen derecho a prestación por desempleo, ya sea porque lo han agotado o porque no han cotizado lo suficiente, se verán abocados directamente a la irregularidad. Tanto para los ciudadanos en situación de irregularidad como para la sociedad de acogida, la situación de irregularidad puede suponer consecuencias negativas. Como se hará referencia en lo sucesivo, se crea economía sumergida por no poder acceder a un empleo, lo que provoca en muchas ocasiones que sean víctimas de sueldos irrisorios o que tengan que hacer jornadas laborales exhaustas. Esto al Estado le supone dejar de percibir ingresos de su actividad económica. Asimismo, se dificulta y restringe el acceso a los servicios sociales y tampoco tienen posibilidad de poder obtener renta mínima de inserción u otras ayudas. Esta situación además implica que su integración en la sociedad española se complique mucho pudiendo padecer discriminación. 12 La persona que pasa a ser ilegal ve mermados sus ingresos, su libertad de circulación, su derecho laboral o el acceso a una vivienda. Aparte de la tragedia humana que implica hallarse en una situación irregular, el incremento de dicha población, únicamente provoca contextos de mayor explotación laboral, estigmatización social y precarización en un colectivo donde la forma de vida se encuentra en la economía informal. Por desgracia, los recursos a los que puede acceder estas personas son muy escasos y, prácticamente sólo les queda recurrir a las ayudas del tercer sector. La problemática de acceder a los servicios sociales es el motivo por el cual tanto las ONGs, como otras organizaciones como Cáritas o Cruz Roja intervienen en este colectivo. Normalmente, los servicios que prestan son de intervención social, como acogida, asesoramiento jurídico e información y derivación a psicólogos, abogados o formación (alfabetización, clases de castellano, cursos, talleres, etc.) En el último “Informe del Observatorio de la Realidad Social. Informe Cáritas 2013” se señala que: “Aunque los primeros efectos de la crisis económica fueron amortiguados por las prestaciones por desempleo y por el apoyo de las familias, el agotamiento de las ayudas económicas, la prolongación de las situaciones de desempleo, las políticas de ajuste y sus recortes, unido a las dificultades en las familias, han creado un caldo de cultivo para la irrupción de una segunda oleada de empobrecimiento y exclusión social con efectos más intensos” (VIII Informe Cáritas, 2013, p.4). Asimismo, se indica en el informe que ciertos cambios alusivos a políticas sociales “tienen consecuencias negativas directas sobre las personas más vulnerables”, haciendo referencia al “miedo y estrés en inmigrantes en situación de irregularidad” (VIII Informe Cáritas, 2013, p.4). El informe de caritas también reporta que el colectivo inmigrante es al que más atiende, junto con el de parados y personas con escasa formación académica. Estos datos nos brindan un panorama de las características más distintivas de la marginalidad y del riesgo de exclusión social en España. 6. REFORMA DE LA SANIDAD ESPAÑOLA Real Decreto-ley 16/2012, de 20 de abril, de medidas urgentes para garantizar la sostenibilidad del Sistema Nacional de Salud y mejorarla calidad y seguridad de sus prestaciones es una de las reformas sanitarias que ha tenido más impacto y que este año cumple un lustro. Fue el decreto que introdujo la exclusión de los inmigrantes. Hasta entonces el Sistema Nacional de Salud Español (SNS) brindaba una cobertura muy amplia y con un gasto más o menos controlado cotejándolo con otros países de la UE. Para justificar esta gran reforma se argumentó, entre otros motivos, la insostenibilidad del sistema y ahorro de unos 500 millones de euros, pero tal y como recoge el informe: “Los efectos de la exclusión sanitaria en las personas inmigrantes más vulnerables” llevado a cabo de la Red Acoge, este decreto “no va acompañado de una memoria económica que permita conocer si esa es la cifra en que se calculó el gasto sanitario de la población en situación irregular o para el cálculo se tuvieron en cuenta otras circunstancias” (Red Acoge 2015, p.12). Este Real Decreto modificó totalmente el régimen del derecho a la salud en nuestro país dejando a los inmigrantes irregulares sin cobertura sanitaria gratuita. Esto originó problemas de orden político y/o social. Por ejemplo, ciertas autonomías se proclamaron insumisas a dicha exclusión de estas personas y dictaron normativas para atenderlas. Los únicos sujetos que no se ven afectados por dicho Decreto son 13 los/as menores, aquellos que tengan un estado de salud grave o hayan sufrido un accidente y las mujeres embarazadas. Si bien, el Ministerio de Sanidad ha estimado un ahorro de 1000 al año con el establecimiento de dicho decreto, otros análisis y estudios reportan que se producirá un incremento del gasto, tanto a medio como largo, plazo como resultado de la falta de tratamiento en heterogéneas patologías. Como se ha referido: “La aplicación del Real Decreto-ley 16/2012 de 20 de abril a una población con una enfermedad crónica, transmisible y con evolución habitualmente mortal sin tratamiento, como es la infección por VIH/sida, supondrá un ahorro económico muy inferior al esperado a corto plazo, por los gastos adicionales que genera e impactará negativamente en la salud pública de nuestro país, incrementando la mortalidad por sida y la morbilidad por enfermedades transmisibles, aumentando los gastos sanitarios a medio-largo plazo, y alejándonos de los objetivos de salud internacionalmente asumidos” (Pérez-Molina y Pulido Ortega (2012, p. 472-478). La reforma, en consecuencia, como señalan estos autores, puede entrañar consecuencias muy graves para la salud pública, incrementándose el número de patologías y, evidentemente, los gastos que ello supone. La necesidad de cubrir completamente el coste de los medicamentes es otro de los efectos que recae sobre este colectivo. Varios organismos internacionales, desde la entrada en vigor de este decreto, han señalado el retroceso de los derechos de los sujetos inmigrantes en nuestro país y el incumplimiento que estamos haciendo en cuestión de Derechos Humanos. Ya antes de la promulgación de esta norma, el Comité Europeo de Derechos Sociales ya alertó el detrimento en el sistema de salud español entre los años 2008 y 2011. 7. ECONOMÍA SUMERGIDA/ INFORMAL Los inmigrantes irregulares, como norma general, cuando llegan a un país se incorporan a la economía informal, puesto que trabajan sin contratos y únicamente pueden acceder a empleos duros, con una retribución inferior, y muchos de ellos denigrantes. A ello se añade, recordemos, que no disponen de las prestaciones sociales básicas. Tradicionalmente, la estructura de nuestro país, se ha particularizado por un segmento notable de economía sumergida, informal o ilegal, en la cual el trabajo remunerado no se declara en la Seguridad social o también puede estarlo pero no adecuadamente, como por ejemplo con altas irregulares. Es preciso trabajos de campo, que por lo general son muy escasos, para lograr una aproximación al conocimiento de estadísticas reales sobre este fenómeno y sus consecuencias. Una particularidad de la económica española previa a la llegada masiva de extranjeros había sido este tipo de economía, la cual, al unísono que faculta abusos en las condiciones laborales para múltiples inmigrantes fue la solución temporal hasta que encontraban un trabajo formal. Respecto a los irregulares, la mayoría trabajan en ella, resultado de la recesión y de la crisis. Además, puede ser un modo más o menos permanente de hacer negocio, ya sea por motivos pragmáticos, es decir, para mermar los costes o competitivos, cuyo objetivo sería la competencia de productos importados o los progresos ideológicos, como por ejemplo, la reacción frente al intervencionismo gubernamental, entre otros. “Ahora bien, a la particular situación de economía sumergida a la que se ve abocado el inmigrante ilegal, cabe añadir –recordemos- su estatus de desprotección jurídica vinculado al efecto útil de la expulsión: su punto débil, el estigma que le identifica 14 como tal. El temor a ser descubierto y expulsado (y lo que ello conlleva) es una amenaza constante, lo inocuiza, garantiza no sólo su fragilidad, acentúa, asimismo, su docilidad y disponibilidad ante situaciones de explotación laboral” (Pomares, 2015, p.164). El Instituto de Investigación de Economía Aplicada (IAW, por sus siglas en alemán) llevó a cabo un estudio conducido por Friedrich Schneider en el que se analizaba la economía informal de varios países del mundo; se reportó que España se encuentra entre los países con más economía sumergida de la UE y que la misma equivale a 180.000 millones de euros, esto es, al 17% del PIB y en ella están implicados aproximadamente cuatro millones de empleos. La economía informal es un elemento de atracción para las personas en situación de irregularidad y origina enormes consecuencias negativas que precisan que las autoridades competentes establezcan dispositivos y medidas eficientes para su erradicación o por lo menos para su disminución. Para este objetivo, es necesario analizar las causas que se hallan en el origen de este problema de gran calado y, ello, es complejo, pues la economía oculta es resultado de múltiples elementos. En definitiva, su mayor o menor existencia estribará en el interés de las instituciones, las condiciones económicas o la tolerancia de la sociedad hacia la misma, entre otros aspectos. No cabe duda que si España pretende controlar la inmigración ilegal tendrá que establecer medidas eficaces para combatir la contratación ilegal, puesto que es en dicha economía sumergida donde se encuentran los extranjeros indocumentados. 8. INMIGRACIÓN ILEGAL POR VÍA MARÍTIMA Por último, hacer una referencia a este tipo de inmigración por su profunda repercusión a nivel social y ser una de las grandes preocupaciones de la sociedad española. Desde hace unos años, personas en pateras y cayucos están arriesgando su vida desde África, un fenómeno que precisa de una inmediata reacción. Si bien, en el territorio español, el canal de entrada principal de clandestinos ha sido por avión o por las fronteras terrestres y no por vía marítima, la relevancia de este fenómeno estriba en elementos cualitativos. Para empezar, es uno de los tipos de migración más peligrosos, implica múltiples contextos de emergencia humanitaria, que son verdaderos dramas por las muertes que suponen. Dichos fenómenos están relacionados, en mayor o menos medida, a redes del crimen organizado que, sin ningún tipo de escrúpulos, explotan a los inmigrantes sin papeles ofreciéndoles el edén europeo a cambio de sus escasos ahorros en un viaje terrible en todo tipo de embarcaciones totalmente inadecuadas. Este tipo de inmigración ha ido creciendo en interés en la UE y en los Estados miembros en los últimos años, a raíz que se han sucedido crisis migratorias en el mar que han tenido como consecuencia la agregación de la lucha contra inmigración irregular vía marítima en las agendas políticas, hecho en el cual han contribuidoen gran medida las de denuncias y presiones de diversas ONG, las dinámicas electorales o la opinión pública. Si bien, esta atención ha costado bastante tiempo e implicaciones, puesto que el tráfico humano por vía marítima es, como se ha referido, menor cuantitativamente y también el problema está mayormente limitado a Italia y a España y también la frontera de Turquía con Grecia. Gracias al estupor de la sociedad ante este fenómeno y los medios de comunicación han hecho que ya se hable con claridad de ello. 15 9. CONCLUSIONES La crisis económica y financiera ha repercutido en prácticamente en la totalidad de los países desarrollados y España ha sido uno de los países donde más calado ha tenido. Las desigualdades sociales y empobrecimiento de la población son dos efectos de la crisis económica y está afectando a las condiciones de vida de la población autóctona y, especialmente, a los inmigrantes. La tasa de paro es un indicador muy significativo del contexto en el que vivimos y, especialmente, afecta a este último colectivo. En el plano social, la inmigración y, muy especialmente, la irregular ha de hacer frente a múltiples consecuencias negativas en las condiciones de vida que durante los últimos años se han ido acentuando, tal es el caso de la pobreza y la marginalidad. De los datos analizados podemos extraer que en España, donde se han obtenido cuotas muy elevadas de inmigración equiparándolas con otros países de la UE, se ha originado un proceso migratorio muy intenso y rápido. Esto ha llevado a España como sociedad receptora de inmigrante a una serie de cambios sociales que, sin duda, han implicado múltiples desafíos referentes a la integración social en la diversidad, articulación de la convivencia o la garantía de derechos básicos. Se puede aseverar que la inmigración en España ha supuesto el principal elemento del cambio social. Ya en el 2003, Carmen Alcaide expresidenta del INE señaló en su libro “La sociedad española tras 25 años de Constitución” que la inmigración era el segundo cambio más profundo que nuestro país había experimentado desde los últimos años del siglo XX (INE, 2003). En el análisis de la eficiencia de las heterogéneas políticas migratorias se establece la idea de que el control de fronteras no resulta el mecanismo más apropiado o el único para eludir la inmigración ilegal. Para los países con fronteras permeables como España, el control de las llegadas de personas atañe grandes problemas y también el peligro de desviar muchos recursos que producen escasos resultados. Además, el incremento del stock de inmigrantes irregulares en un país por los problemas de volver a entrar es otro de los efectos indeseados. Las políticas migratorias, en nuestra opinión, han de ser proactivas, es decir, fomentar los beneficios de la inmigración ya referidos y mermar sus menoscabos también comentados en este artículo. Si bien, es un vasto problema y no existen soluciones milagrosas creemos que es necesario que en la sociedad española, una sociedad transformada por la inmigración, funcionen los mecanismos de igualdad y no discriminación en cualquier ámbito (económico, social, político y/o cultural) y que los organismos competentes tracen líneas de actuación, replanteándose algunas medidas existentes. Hemos de seguir trabajando con el cometido de conseguir la total garantía de derechos de todo individuo. No se sabe el papel que la inmigración irregular tendrá en España de aquí unos años, si bien, estaría bien cuestionarnos si la reactivación económica supondrá asimismo de nuevo la viciosa relación entre inmigración ilegal y economía sumergida. Ello dependerá de múltiples factores entre otros de del papel del Gobierno y también de la sociedad frente a este tipo de economía. Es necesario regular lo máximo posible la inmigración ilegal, sin embargo, también es sumamente urgente que los países establezcan mejores condiciones de vida y produzcan incentivos a su población, así como encontrar el modo de terminar con el tráfico de seres humano y con todo ello mermar el número de personas que tienen que dejar su país muchas veces sin quererlo. En España, la inmigración es un fenómeno relativamente nuevo y la inmigración irregular una pieza de este fenómeno migratorio, por ello, se tendrán que llevar a 16 cabo mecanismos y programas que la encaucen hacia una dirección positiva. Analizarlas y tratarlas desde una perspectiva más sociológica y menos numérica podría ser un primer paso para tal cometido. Así como, concienciar a los y las españolas que los inmigrantes irregulares no son una amenaza y que debemos luchar para que se cumpla la Declaración Universal de los Derechos Humanos en esta materia. 17 BIBLIOGRAFÍA Aja, E. (2006). “La evolución de la normativa sobre inmigración” Pp. 17-44 en E. Aja y J. Arango (ed.), Veinte años de inmigración en España. Perspectiva jurídica y sociológica. Barcelona, Fundación CIDOB. Amuedo-Dorantes, C y Rica, S. (2011). Complements or substitutes? Task specialization by gender and nativity in Spain. Labour Economics. October Pp 697-707 Vol.8 Arango, J. (2000). “Becoming a Country of Immigration at the end of the twentieth century: The case of Spain”. Pp. 253-256 en Eldorado or Fortress? Migration in Southern Europe, editado por R. King, G. Lazaridis y Ch. Tsardanidis. Londres: Macmillan. Borjas, G. (1994). The Economics of Migration. Journal of Economic Literature, XXXXII. 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