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¿Cuáles son las fuerzas inherentes, ocultas, invisibles, no especificadas y no obstante cruciales de control social?
Para identificar más claramente estas fuerzas, uno tiene que analizar los diferentes tipos de técnicas que aseguran la conformidad del comportamiento social con los valores básicos del orden social. Una de las técnicas más importantes de esta clase consiste en la “puesta en práctica” dentro de la psique de cada miembro de la sociedad del apropiado tipo de yo que funciona socialmente.
Es imposible enumerar por lo menos siete especies de yo social. Existe el yo instrumental, el yo fachada, el yo espejo, el yo principios, el yo ideal, el yo real, y el yo privado. 
EL “YO” INSTRUMENTAL 
 Los clásicos de la sociología tenían instituciones bastante precisas en lo referente al yo instrumental. De acuerdo con M. Weber, uno de los tipos más importantes de comportamiento fue el comportamiento orientado hacia una meta (zweckrational). J. Freund presenta una breve interpretación de lo que entiende Weber por este tipo de conducta 
 Un hombre de Estado, por ejemplo, no decidirá actuar a menos que su acción este destinada a abrir nuevas perspectivas y en consecuencia tenga un sentido; por ende, en tanto su conducta sea racional, el sopesa las consecuencias previsibles y considera aquellas circunstancias sobre las que no tiene control y que pueden destruir su proyecto, en resumen, el contribuye un tipo ideal de su conducta futura en forma de plan (Freund 1972: 107).
Puesto que la meta principal de este ensayo es proponer una clasificación adecuada de los diferentes tipos de yo socialmente relevantes, parece más apropiado desarrollar esta clasificación que trata de encontrar posibles puntos de vista anteriores, acerca de varios tipos de yo. Para basar esta clasificación, el autor utiliza principalmente sus propios datos de investigación pues este trabajo puede ser tratado como una síntesis de sus investigaciones, pues este trabajo puede ser tratado como una síntesis de sus investigaciones anteriores.
Sistemas van a empezar a apoyar este sistema jurídico no porque lo acepten (por su validez normativa, o las virtudes inherentes que pretenda tener), si no porque se han familiarizado con él, con las reglas del juego, con su idea de “quien es quien” y con sus condiciones de eficiencia. Bajo la presión de la instrumentalidad, las actitudes tradicionales pueden cambiar sus significados establecidos en algún momento dado. Por ejemplo, la envidia puede convertirse en “envidia por sí misma”, perdiendo su fusión original de “regulador” negativo generado por la actitud de supervivencia, la cual de manera anticipatoria surge y socaba las tristezas y estrategias de los demás, para impedirles que atenten contra las opciones propias (Podgorecki 1978: 162, y Podgorecki y los 1979: 240).2. Este concepto está bien actualizado (no citado) en el trabajo de M. Marody. Ella dice, “… el igualitarismo envidioso… parece gobernar las actitudes hacia la gente [en Polonia- A. P]. Esta actitud es reforzada por el principio de igualdad social que parece el final más que el punto de partida de la carrera individual” (Marody 1988: 102).
Diferentes tipos de actitudes instrumentales, como el sentido de complicidad, la actitud tramposa de supervivencia o la patología de la envidia provee en varios ejemplos del uso o abuso de diferentes tipos de control social. Estos ejemplos muestran como los individuos pueden ser presionados para comportarse de una manera que contraria sus propios valores, y pueden ser presionados a comportarse en su “propio beneficio”, en dirección contraria a la que indican los sistemas básicos (primario y secundario) de control social. Esto es porque entra en escena, un sistemas más fuerte de control social terciario valiéndose de su fuerza arrolladora. Mientras el control social primario utiliza la presión interna de grupos informales, el control secundario utiliza el aparato del sistema legal formal, el control de terciarios se aprovecha de la súper estructura de la red de complicidad. 
Una síntesis negligente de estudios empíricos relativos a las actividades humanas caracteriza el comportamiento humano de manera claramente instrumental: 
 “la verdadera igualdad”. ‘tu sostienes que la gente es igual’, dijo el emperador Fang a SI-tien, pero en la realidad pueden ser a los y pequeños, lisiados o flacos, etc. ¿Qué puede responder a eso? ‘las personas son iguales’, insistió Si-tien. Pero la gente puede ser sabia o estúpida, mentalmente torpe o innovativa o miedosa, seguía sosteniendo Fang. ¿Cuál es tu respuesta a esto? Las personas son iguales, dijo Si-tien el emperador empezaba a mostrar signos de irritación. Pero algunas personas son ricas otras advenedizas, algunas son pobres, otras son príncipes, algunos son mendigo, y pocas son como tú. ¿Cómo puede ser eso? ¡De que manera son iguales dime! En vanidad, amor así mismo y6 envidia, respondió Si.tien (podgorecki 1988).
“…El es extremadamente bueno el comportamiento adaptativo – en hacer o aprender hacer cosas que aumentan su chance de sobrevivencia o de satisfacción.
-…en su búsqueda de satisfacción el hombre no es solo un buscador de la verdad, si no también de decepción, tanto de si mismo que como de los demás. .,. Ajusta su percepción social para que encaje en ella no solo la realidad adjetiva si no también lo que se acomode a sus deseos y necesidades. …el evade los conflictos de decisiones e ideas cuando puede, cambiando a la gente a su alrededor antes que a su mente. … el pequeño grupo que lo rodea es a menudo más importante que las grandes decisiones planteadas (Berelson y Steiner 1964: 663-65)”.
EL “YO” FACHADA 
El yo fachada no está bien identificado en las ciencias sociales, a pesar de lo que opera constantemente en la conducta diaria. El Yo fachada debería ser visto como el tipo de yo que está diseñado para comunicar a los demás una impresión intencional. Si un académico mediocre utiliza la técnica de mencionar nombres famosos, o presenta como suyas ideas que pertenecen a una persona que esta fuera del país; si un miembro insignificante de una burocracia camina ceremoniosamente y se viste de manera ostentosa; si un joven alardea frente a una muchacha ingenua acerca de su aparentemente ilimitada gama de posibilidades; si un escritor se queja de que su mejor manuscrito se perdió en un accidente de viaje; si un “trotamundos” se pone a describir la vida en países que él, de hechos, solo conoce por el atlas, en todos estos casos, uno se enfrenta a un mensaje que denota la existencia de alguna figura ficticia. 
En la realidad social, la gente puede utilizar el yo fachada como un lema para comunicar a los demás que sus calificaciones y conexiones lo proveen de inusuales posibilidades. Si no existieran individuos que creyeran seriamente que hubieran sido capaces de lograr muchas cosas, de no haber confrontado circunstancias desfavorables, e individuos que creyeran seriamente que la fachada presentada de hecho les pertenece el yo fachada sería considerado meramente como una sub categoría especifica del yo instrumental. Sin embargo, existen instancias en las cuales el yo fachada aparece en su forma pura. En estos casos las personalidades fachadas desarrollan estrategias para no mesclar varios grupos de referencia. Por ejemplo, pueden evitar invitar a sus amigos “cerebro-lavados”.
 De acuerdo con pareto, la principal característica del comportamiento industrial era la habilidad de sentimientos (actitudes) para idear, para crear combinaciones de varios tipos de conducta elemental. Por lo tanto, la habilidad para establecer esquemas, planes, programas, trucos y estrategias es activada, de acuerdo con pareto, por “sentimientos de combinaciones”: son impulsos de innovar, de hacer sagas y de ser astuto. Petrazycki entendió el comportamiento instrumental como una tendencia de actitud tecnológica de alcanzar las metas deseadas.
La motivación intelectualmente emocional que incluye imágenes de resultados de actividades (activa y pasiva) y emocionesque disparan la conducta relevante la llamaremos meta orientada o motivación teleológica.
 La investigación empírica sostiene estas intuiciones. Pero para conducir estudios empíricos en esta área, deben formularse varios supuestos Podgorecki conceptualizo la meta- actitud 1. De la instrumentalidad como una síntesis de varias actitudes elementales (Podgoreck 1978; Podgorecki y los 1979: 7C). Estas actitudes elementales incluyen: una disposición de suspender la reacción espontanea a un estimulo social dado, una inclinación a calcular las posibles pérdidas y ganancias a través del análisis de varias estrategias de conducta posibles, una tenencia a comportarse de acuerdo con una visión subjetiva de los intereses individuales, una disposición de acomodarse uno mismo al estado de cosas existentes, etc. 
Sería un error pensar que la actitud instrumental es por regla, destructiva, o individualista. Puede ser constructiva, como en el caso del político que toma en consideración el bien estar de un cuerpo social más amplio (con el que pueda identificarse o tratar como sus electores). Puede ser colectivista como en el caso de un político que elige sacrificar su interés particular para lograr alguna meta no individualista, orientada hacia la comunidad. Sin embargo, datos empíricos muestran que la actitud instrumental esta predominante orientada hacia objetivos personales (Podgorecki y Kojder 1972). Uno puede discernir actitudes instrumentales. 
El concepto de meta actitudes fue desarrollado en conexión con una serie de estudios de varias actitudes morales y legales de la población polaca. Fue elaborado en distintas publicaciones polacas por A Podgoreck en los años 70. (En ingles: Podgorecki y los, 1979, sub-capitulo: meta-aptitudes. Pp. 157-67). En estos estudios, la meta actitud fue definida como el factor intermediario, oculto e invisible que clasifica e organiza actitudes subordinadas en un todo coherente. Este concepto fue posteriormente utilizado (pero no citado) por M.Marody. Marody declara que su investigación estas enfocada en “…las más profundas actitudes subyacentes hacia la realidad social de la cual [respondentes – A.P.] no es tan necesariamente al tanto pero que influyen sobre sus acciones dentro de la realidad” (Marody, 1988:96). 
En varias esferas, como en las actividades financieras, en la vida sexual, en las relaciones personales entre amigos, en arreglos organizativos e institucionales, o inclusive en ocuparse de los cimientos personales propios. Las personalidades instrumentales son usualmente manipulativas solo en ciertas áreas restringidas de una psique 2. La investigación sociológica muestra que las actitudes instrumentales están fuertemente co-relacionadas con baja edad (edad más joven) y con rasgos socio-psicológicos tales como inseguridad y desadaptación (podgorecki y Kojder 1972). Realmente la juventud, está obligada a una mayor cantidad de opciones accesibles (o subjetivamente tratadas como tales); mientras mayor es la inseguridad y la desadaptación, más urgente es la necesidad de encontrar arreglos adecuados y confiables de adaptación. 
Es fácil notar que en tiempos de acelerado cambio social e inestabilidad el yo instrumental juega un rol dominante de guía del individuo a través de varios obstáculos y peligros creados por las condiciones modernas de la vida social. En etas situaciones un individuo puede ser empujado por la “actitud tramposa de sobrevivencia” hacia el estado de compañía sucia. El sentimiento de complicidad significa que los elementos del control social tradicional, tomados en emociones éticas, están tan saturados por varias influencias erosivas que finalmente pierden su carácter de agente de control social y asumen nuevos rasgos de una “perversa” lealtad específica. Esta lealtad está fundamentada adicionalmente en lazos familiares, mutuos servicios tramposos, y transacciones privadas de naturaleza reciproca. Estas transacciones generan la posibilidad de un chantaje mutuo en caso de violación de código de colaboración cuando se descubre el comportamiento conocido hasta entonces por los socios confiables. 
Todas estas ataduras, de carácter manipulativo e instrumental, sirven para establecer lazos más fuertes que las relaciones impersonales y racionales, y a la vez crean su propia superestructura la cual domina al sistema social en el que prospera (podgorecki y los 1979 y podgorecki 1987: 67). En el marco de “compañía sucia”, cada situación, fábrica y organización, aparte de las propias labores de producción sirve como una red formal que provee un marco estable de referencia para un número enorme de servicios mutuos semi-privados y arreglos recíprocos. En esta situación la red jurídica formal, independientemente de su cuestionable eficiencia productiva, viene hacer una cobertura muy valiosa. Queda claro, después de un tiempo, los individuos que operan dentro del 
Sus círculos familiares íntimos, para no darles la oportunidad de enterarse que aquellos que los conocen mejor tienen una realista, y de consecuencia pobre opinión de sus talentos y potenciales. Así mismo, los hombres seguros utilizan el yo fachada en una forma magistral y manipulativa, de engañar y de ganar; mientras que los snobs explotan el yo fachada no sólo para convencer a los demás de sus supuestas calificaciones, sino también para reforzar sus propias y frágiles convicciones de que estas calificaciones son genuinas. Las fachadas pueden ser diseñadas individual o colectivamente. También una institución viciosa puede inventar leyendas, apariencias y mitos que sugieran que sus representantes no sólo son legítimos heraldos de la ideología de esta institución, sino que poseen además, varios rasgos fundamentales que son necesarios para ser miembro de la institución.
La fachada, con diversos grados de convicción personal, es utilizada no solamente para pretender o reclamar algo. Puede convertirse en una trampa, en una armadura de caballero que imponga su orden estricto a aquellos que se encuentran prisioneros de ella. En este sentido, una fachada puede crear una opresiva chaqueta de fuerza dogmatica, y determinar la conducta propia por la ideología escondida detrás de la apariencia manifiesta. Por supuesto, la conducta puede ser regulada desde afuera y desde adentro. Entonces, la fachada puede ser vista como uno de los dispositivos más tortuosos para mantener bajo estricto control a aquellos a aquellos que puedan tratar de escapar de ella. El yo fachada todavía no internalizado lo constriñe a uno a socializarse con su imagen (por lo atractivo de presentársele a los demás), mientras que la fachada internalizada ejerce su poder automáticamente.
Un sistema social que es capaz de utilizar el instrumento fachada como herramienta para mantener a sus miembros dentro de los linderos de su régimen resulta muy económica: no necesita demasiados castigos externos, ya que la pérdida del yo fachada es una pena dolorosa. Construir y mantener una fachada decorativa en un sirviente obediente es un esfuerzo sencillo para una maquinaria estatal experimentada: si algo sobresale la economía estatal, es el mantenimiento de facilidades decorativas. Debemos reiterar que el genio invisible e intrínseco de estos sistemas que basan su poder en el desarrollo de fachadas como efectivos dispositivos manipulantes, es efectivo en verdad: el snobismo como tal es insultantemente barato ¬su producción puede ser multiplicada prácticamente sin costo alguno, cuando el miedo de perder el prestigio es dolorosamente opresivo. Los sistemas sociales totalitarios y sus sistemas jurídicos utilizan el yo fachada a la perfección. En estos sistemas, las personalidades de este tipo disfrutan la realización de actividades espurias que consisten casi exclusivamente en representar, controlar, dar opiniones, participar, tomar parte de acciones que, por regla general no son productivas. Siendo no productivas no están ligadas a ninguna responsabilidad. Estando libres de responsabilidad, están primariamente entregadas al ocio. Por estar orientadas haciael ocio, dan premios constantemente. Siendo constantemente premiadas son altamente atractivas. Puestos que son atractivas, mucho se espera de aquellos que las realizan. Si tanto se espera de aquellos que son elegidos, sobre sus hombros recaen pesadas demandas. Para satisfacer estas demandas tienen que conformarse. El peso de esta conformidad puede ser formidable.
El yo fachada existe en todos los sistemas sociales, en todas las etapas del desarrollo histórico. Este fenómeno aparece de la manera más impactante en los sistemas totalitarios, debido al florecimiento de todo tipo de actividades espurias que caracterizan a dichos sistemas. Sin embargo, el ejemplo más explicito del yo fachada viene de estudios antropológicos. Como ha sido bien documentado, la institución social del potlach ha alcanzado una alta notoriedad entre algunos indios norteamericanos. Consiste en una amplia y publica distribución de la propiedad personal sobre la base de una anticipada reciprocidad. Esta distribución puede tener muchas razones. Puede estar conectada con eventos triviales como cuando el pelo de un bebé es quemado en las puntas por primera vez, y con unos más importantes, como las festividades del matrimonio. No obstante, el propósito principal del potlach es darle validez a ciertas demandas de rango social, o a todas ellas. Esto es hecho de tal forma que cuando viene su turno de potlach el recipiente de regalos tiene que reciprocar con regalos de mayor valor (Barnett 1938; Cordere 1957). Por supuesto, esta institución puede tener un valor importante en la producción de estímulos: uno tiene que trabajar muy duro para poner una mejor obra que su predecesor. Sin embargo, el elemento de exhibición teatralmente compulsivo domina las actividades de la personalidad fachada.
En conclusión, uno puede notar que existen tres clases de yo fachada. El yo fachada que no tiene ningún sustento en la realidad, de lo cual está completamente enterado su portador, el yo fachada que es parcialmente ficticio y parcialmente real, y el yo fachada que, aunque ficticio, está apoyado por la convicción subjetiva de que es real.
EL YO ESPEJO
El yo espejo está directamente conectado con el yo fachada. Si una persona si una persona se comporta en forma pretenciosa, está usualmente haciéndolo para impresionar a los demás. En ese caso para comportarse efectivamente uno tendría una visión adecuada de la manera en que es percibido por los otros. En consecuencia uno necesita tener un cuadro que abarque los derivados positivos y negativos de sus actividades. Si este cuadro es correcto, uno puede asimilar el impacto total que su personalidad está produciendo en los demás. Si uno no es capaz de asimilar ese impacto, entonces puede llegar a encarar serias dificultades. En otras palabras, el yo espejo provee a la persona de la retroalimentación relativa a su percepción del ego y de las actividades de su ego y le permite determinar su la imagen de su personalidad coincide con el diseño previamente establecido. Dicho yo sirve como un espejo psicológico. Si una persona está plenamente orientada hacia su fachada, el yo espejo le sirve como medio indispensable para determinar la efectividad de su esfuerzo. Si solo está parcialmente orientada hacia su fachada, entonces la perspectiva del espejo surte a su personalidad con ojos que observan de cerca como se mueve él en el laberinto del mundo social.
El yo espejo no juega solo el rol cognitivo de informar a un individuo cerca de la imagen que está creando y diseñando. La información obtenida puede ser analizada, pero puede, también, desencadenar ciertos efectos prácticos. Algunos de estos efectos son estudiados por la teoría de las etiquetas. El etiquetamiento intensivo y persistente de una persona proveniente del exterior tiende a cambiar la percepción que esa persona tiene de sí misma. Si el contenido de este etiquetamiento intensivo es internalizado y es subsecuentemente absorbido como propio, entonces aparece el fenómeno de etiquetamiento secundario: uno empieza a juzgar todo a través de los ojos ajenos que le han sido impuestos. Uno empieza a verse a sí mismo de la manera que fue imaginado por los diseñadores de etiquetas. Si ellos deciden cambiar a alguien, inyectando en su personalidad puntos que le son ajenos, este intento puede ser bastante fructuoso. Como la teoría de etiquetamiento fue desarrollada por L. Lemert, él da sobre esto muchos ejemplos pertinentes (Lemert 1951).
Los cambios de personalidad de este tipo pueden abrir la puerta para muchas posibilidades socio-técnicas. Como lo muestran las investigaciones sobre tribunales populares o de trabajadores en los países socialistas, las potencialidades de influir en seres humanos han sido bien reconocidas por las manipuladoras sociales, quienes no han dudado en introducirlas en la praztica social. En Polonia, en los años sesenta, fueron establecidas las llamadas cortes de trabajadores. Estas conocían de faltas insignificantes y violaciones a la disciplina laboral. No tenían autoridad para aplicar sanciones consagradas en la ley penal. La sentencia de las cortes de trabajadores tenía un valor limitado: uno siempre tenía el derecho de rechazarla o de apelar a la corte ordinaria. El castigo principal utilizado por la cortes de trabajadores era la presión de la opinión pública. Todos los cotrabajadores tenían el derecho de participar en los procedimientos de la corte y se les estimulaba a hacerlo. De esta manera, el yo espejo emergió como un blanco muy visible del sistema de justicia criminal. ¿Cuáles fueron los efectos de la política criminal de este tipo? Hasta donde conciernen las cortes de trabajadores, uno puede resumir esos efectos de la manera siguiente. Lo que una persona cree que los demás piensan de ella (el yo espejo o el ego reflejado, como F. Znaniecki acostumbraba a etiquetarlo), es uno de los valores más personales, preciosos e íntimos, apreciados por cualquiera. Si la opinión de un grupo es movilizada para mostrar desaprobación hacia una persona que hasta entonces había creído que era positivamente valorada por los demás, la persona censurada puede experimentar un verdadero shock. Puede decirse que en la evaluación personal, uno confía más en los demás que en uno mismo. Un tiempo de prisión o una multa no necesariamente influencian la imagen del ego reflejado, porque pueden ser tratados impersonalmente; en cambio, la condenación publica puede ejercer un impacto mas fuete (Podgorecki 1974: 194-57).
Algunas veces el progreso en sociología se basa en nombres nuevos que la generación subsecuente de sociólogos le da a términos que antes tenían diferentes rótulos. Por esto podría ser bueno recordar que el concepto del yo espejo fue introducido en las ciencias sociales por C. Conley, quien declaro que el yo es formulado a través de las reacciones imaginarias y de las apreciaciones de los demás (Cooley 1902). Este concepto fue elaborado luego por G. Mead, quien sostuvo que el yo espejo, en el caso de un niño, es determinado por su imitación de las reacciones de los otros significantes y sus relaciones para con el (Mead 1935). El concepto del yo espejo indica que si un individuo, cuando es cercado por los ojos observadores de otros, está fuertemente sometido a vigilancia y puede llegar a perder la habilidad de comportarse de acuerdo con sus propios deseos y necesidades. Sus acciones empiezan a ser guiadas exclusivamente por los juicios de los demás. Este cautiverio impuesto a alguien puede ser más efectivo que los muros de concreto de una cárcel. Estudiando la influencia de varias ideologías, el fenómeno de la férrea captividad en esta clase de prisión invisible, construida sobre dogmas, podría quizás ayudar a explicar por que algunos pensadores generalmente independientes, han sido tan efectivamente agarrados en la malla de una ideología obviamente criminal.
El “YO” DE PRINCIPIOS
En las modernas ciencias sociales, las primeras discusiones del yo de principios estaban conectadas con la nocionÉ de Weber del comportamiento orientado hacia los valores(wert-rational). De acuerdo con esta idea, el agente de sus propias acciones es exclusivamente guiado por convicciones personales. Pareto sugiere que existen agregados de sentimientos: estos expresan, en la breve formulación de Ch. Powers, “obstinada adherencia a maneras establecidas e insistencia en la preservación de las tradiciones” (Powers, 1987: 41). Petrazyeki entendió las actitudes de principios como esas convicciones subjetivas que están estrechamente co-relacionadas con las normas que las prescriben (Gorecki, 1974). Estudios sociológicos de las actitudes morales y legales de la población polaca han producido substancial evidencia para dar base a estas intuiciones. La actitud: “fiat justifica, pereat mundus” es típica del yo de principios. Este tipo de yo acepta una norma dada, desconociendo al mismo tiempo, todo derivado posible y probable de las acciones emprendidas. El yo de principios está totalmente inmerso en el aura atadora de la obligación. Nada puede eliminar la validez de una norma considerada como vinculante, excepto una norma de orden más alto o un acuerdo entre las partes interesadas. Caballeros, monjes, misioneros y científicos devotos a sus tareas son ejemplos de este tipo de estricta moralidad.
Queda claro, en general, que las estructuras sociales bien establecidas generan estas actitudes; dichas estructuras fundamentan la existente distribución de poder y las existentes jerarquías de valores. Además, diseminar actitudes de este tipo es una estrategia social barata: ellas automáticamente fortalecen las estructuras existentes. Si estas actitudes son aceptadas, entonces no se necesitan extensas actividades persuasivas para socializar a la gente. Pero, de nuevo, sería razonable recordar que el yo de principios existe y opera en todos los sistemas sociales. Su validez no queda restringida a un tipo socioeconómico particular de sociedad. Por ejemplo, durante tiempos de revolución, cuando los sistemas existentes colapsan y emergen unos diferentes, puede surgir un grupo de dedicados revolucionarios. Estos son manipulados en sus luchas feroces entre ellos mismos. Sin embargo, son estrictos, inflexibles y firmes en el área de los dogmas básicos y respetuosos de los ejes fundamentales de la ideología revolucionaria. De acuerdo con los hallazgos de estudios sociológicos polacos (y uno debería recordar que la sociedad polaca de los años sesenta paso por substanciales cambios revolucionarios), las personas mayores y aquellas que estaban libres de síntomas de inseguridad y desadaptación expresaron fuertes actitudes de un carácter de principios (PoJgoreeki y Kojer 1972). Verdaderamente, aquellos que parecen estar seguros y ajustados atienden a aceptar la situación tal como es; no tienen una necesidad de cambiarla. Además, aquellos que son mayores están acostumbrados a sus hábitos y a sus formas de ser, y no anhelan cambiar su comportamiento. Estos datos sugieren una paradoja de tipo diferente. Aquellos que deberían ser vistos como libres de cadenas físicas y psicológicas, sin embargo están oprimidos por una rígida armadura de normas y convicciones: están fuertemente subyugados por sus propias creencias y normas. Libertad y opresión están estrechamente interrelacionadas aquí. Como dice Merton, “… es generalmente conocido pero solo caprichosamente reconocido que el sentido individual de ser ‘uno consigo mismo’ a menudo es solo el resultado de ser ‘uno’ con las normas de un grupo en el que esta activamente comprometido. El sentido de autonomía personal no significa necesariamente el rechazo de la coacción normativa de todos los grupos” (Merton 1967: 384).
Es fácil notar que el yo de principios constituye una base para una manera legal de pensar y la base para el comportamiento formalístico. Al mismo tiempo, es el ingrediente crucial del hábitat burocrático. Todas las instituciones y organizaciones que están construidas sobre la base de nociones concebidas jurídicamente aceptan, como su piedra angular, una actitud de obediencia hacia la ley. Y esta es exactamente la base cognitiva del yo de principios. En el caso de actitudes de este tipo, no es solamente significativa la manera de pensar, la cual respeta la “lógica legal” y toma en cuenta la estructura interrelacionada de normas jurídicas de diferentes jerarquías y ordenes. Así mismo, es importante reconocer el impulso emocional que empuja al comportamiento humano en la dirección prescrita por el contenido de la norma. El yo de principios tiende a ser incondicional, categórico y respetuoso del fundamental entendimiento de la ley como tal.
Convendría recordar que si bien el yo real es una de las lagunas de ciencia sociales, se le emplea constantemente como un factor importante en la socio-técnica criminal (ingeniería social). Para aquellos que tienen poder, los cuerpos humanos son o pueden ser considerados objetivos de castigo. La pena de muerte, la flagelación, la tortura, el hambre, inclusive el confinamiento solitario (que parece apuntado al alma humana) son empleados para mantener a la gente en el orden. En esto priva un cálculo utilitario especial: tal tipo de crimen debe ser castigado con una específica porción de dolor.
El “YO” IDEAL
De manera bastante extraña el yo ideal puede ayudar a preservar la libertad humana y puede también, por la naturaleza de sus exigencias, constituir una de las formas más fuertes de opresión. El yo ideal se interesa por el individuo percibido como debería ser y no como es. El yo ideal está construido sobre los más grandes sueños humanos de los valores morales más sagrados. El yo ideal le ofrece a un individuo determinado esta personalidad (o grupo de valores), como punto de referencia comparativa, que debe ser vista como el más elevado objetivo vital. Si la persona es un científico, el yo ideal le pinta el cuadro de un investigador disciplinado, inventivo, familiarizado con todos los logros en su área y plenamente competente en los métodos y técnicas relevantes. Es decir, una persona que apunta hacia los más grandes descubrimientos conocibles. Si la persona es religiosa, el yo ideal le presenta el modelo de un santo, que desdeña todas las atracciones mundanas y se esfuerza en alcanzar los valores eternos. Si alguien es político o líder social entonces el yo ideal le muestra el cuadro de un activista altruista que dedica todas sus capacidades, tiempo y recursos, al proceso de creación de una vida mejor para los demás. Porque el proceso de creación de un estado de bienestar para los demás es interminable, lo es también la lucha para convertirse en un líder totalmente entregado a la bondad de la humanidad.
Puesto que la naturaleza del yo ideal es tal que excluye la posibilidad de realizarlo, el yo ideal en vez de ser fuente de placer por el logro de los sueños humanos más preciados, se convierte, de hecho, en una herramienta de tortura. El yo ideal repite constantemente, “todavía no eres lo suficientemente bueno: no solo tienes un camino largo por andar, sino que de hecho, nunca podrás alcanzar el final”. El yo ideal puede pedir inclusive la vida de aquellos que le están completamente dedicados. Puede pedir el suicidio de sus seguidores. El Corán dice:
¡Creyentes! ¿Puedo señalarles un recorrido provechoso que los salvará de un doloroso castigo? Tengan fe en Allah y en sus Apóstol y peleen con sus riquezas y sus personas para tomar un camino. Eso sería lo mejor para ustedes, si ustedes lo supiesen. El les perdonará sus pecados y los admitirá en los jardines regados por manantiales. El los alojará en mansiones placenteras en los jardines del Edén. Ese es el triunfo supremo. Y él les concederá las otras bendiciones que deseen: ayuda de Allah y rápida victoria. Proclamen las cosas buenas a los creyentes” (61: 10).
La presión del yo ideal puede ser percibida como la opresión más fuerte. 
EL “YO” REAL
El yo real (o yo material) tiene que ver con todos los determinantes materiales y psicológicos que influyen en la vida de un individuo. Algunas personas son saludables y fuertes, otras son frágiles y débiles. Algunasson muy diestras en las labores materiales y prácticas y otras son incapaces de realizar hasta las más sencillas tareas técnicas. Algunas personas son capaces de acumular la experiencia ajena (de primera y segunda mano), y otras no son capaces siquiera de almacenar su propia sabiduría. Algunas poseen riquezas y otras son poseídas por ella. El yo real podría ser exclusivamente conformado por factores externos, materiales o económicos, pero un estudio sociológico realizado entre millonarios mostró que dentro de pequeños círculos de amigos (igualmente ricos), el monto de bienes acumulado no transforma a un individuo en particular en una estrella sociométrica. La popularidad y la alta posición en las encuestas iban para aquellos que eran vivaces y entretenidos. La mala salud pone cadenas de hierro en las manos.
A pesar del gran énfasis que los marxistas dan al factor material, el yo real es todavía un enigma sociológico. Es especialmente poco conocida la manera como el cuerpo humano influye en varios tipos de yo socialmente construidos. Por ejemplo, los lazos entre personalidad autoritaria y salud no están bien claros. Podría esperarse, contrariamente a las intuiciones populares, que la personalidad autoritaria no se albergue en un cuerpo humano fuerte y saludable. En consecuencia, se podría formular la hipótesis de que la cerrada y casi sellada estructura de la personalidad autoritaria sirve más bien como una concha en la que uno se esconde cuando es necesario sobrevivir a los problemáticos eventos de la vida. Probablemente la falta de conocimientos confiables sobre los lazos entre el cuerpo humano y el yo real es la causa de la popularidad del razonamiento tipo cuento de hadas de Freud, que pretende aclarar los procesos que ocurren en el interior de la psique humana. La popularidad de las ideas freudianas debería ser atribuida más bien a los rápidos cambios en las costumbres sociales relativas a la vida sexual en ostentosos círculos burgueses hacia finales del siglo XIX y principios del XX. Cuando un empresario burgués, constreñido a trabajar por la ética protestante, se daba cuenta de que había adquirido la seguridad suficiente para explorar las maneras de utilizar sus riquezas, aparecía el sexo como un área ideal de esta exploración.
Convendría recordar que si bien el yo real es una de las lagunas de las ciencias sociales, se le emplea constantemente como un factor importante en la socio-técnica crimina (ingeniería social). Para aquellos que tienen poder, los cuerpos humanos son o pueden ser considerados objetivos de castigo. La pena de muerte, la flagelación, la tortura, el hambre, inclusive el confinamiento solitario (que parece apuntado al alma humana), son empleados para mantener a la gente en el orden. En esto priva un cálculo utilitario especial: tal tipo de crimen debe ser castigado con una específica porción de dolor.
EL ``YO``PRIVADO 
Entre los distintos yo, el yo privado es, sin duda alguna, al más significativo. Y, al mismo tiempo, es el más difícil de identificar. Mientras más desarrollado es este yo más debería el individuo en cuestión ser considerado como un ser humano completo. Mientras más débil sea el yo privado, mayor será la extensión en la que el individuo estará compuesto lemas, clichés y estereotipos. El mundo moderno está lleno de paradojas. Existe la posibilidad de que una sociedad pueda ser altamente desarrollada desde el punto de vista de las normas de civilización, y al mismo tiempo esta compuesta de individuos uni-dimensionales, totalmente carentes de las riquezas del yo privado. 
El yo privado es el tipo de yo que uno ve exclusivamente en frente de sí mismo; todos los secretos y sentimientos privados, las experiencias más intimas y vergonzosas permanecen en la esencia de este yo. La privacidad de este yo ‘puede ser abordada de muchas maneras y por muchas razones. Lo que es privado es precioso. Si uno controla algo que es privado, uno está, al mismo tiempo, en posesión de algo de especial valor. Por consiguiente no solo los individuos, sino también los gobiernos (especialmente los totalitarios), utilizan muchas estrategia técnicas y psicológicas para penetrar en el yo privado. Esto le da oportunidad para chantajear. La opresión real o potencial puede ser doble aquí. En primer lugar, uno puede utilizar este poder par4a constreñir a alguien a comportarse de una manera prescrita; segundo, uno puede utilizar las consecuencias de revelación de los secretos obtenidos. Está revelación señalaría a un individuo como blanco de diferentes tipos de condenación.
El yo privado, por ser el elemento que integra los distinto yo en un todo consistente, necesita una idea que le sirva como propio vínculo central e integrativa. Tal idea puede ser generada por la persona que es portadora de este yo, o puede ser tomado desde afuera. Existe un numero enorme de personas que son capaces de desarrollar sus propios yo, únicos e individuales. No solamente tienen esta habilidad particular los artistas, los pintores, los escritores, los intelectuales, los líderes políticos o sociales; la llamada gente común puede ser muy creativa a su propia manera. Pueden poseer su propio sentido de identidad, su muy particular sentido del humor, sus conocimientos de la vida humana y sus propias y muy singulares metas de la vida. Así como algunos son incapaces de generar para sí mismos su propio sentido de identidad, otros pueden adoptar como sus ideas conductoras la meta-actitud desarrollada por sus sociedades madres. Aunque sean adoptadas del exterior, esas ideas pueden operar como fuerzas conductoras muy personales.
Por ende, la integridad debe ser vista como el eje central del yo privado. El yo privado prospera mientras tiene algo que mantiene juntos todos sus diversos elementos. La síntesis de Berelson y Steiner, de 1045 hipótesis relativas al comportamiento humano (probadas con grados variables de probabilidad) solo menciona marginalmente el ‘‘esfuerzo hacia la consistencia’’ (Berelson y Steiner 1964: 666). Esto se debió aparentemente al hecho de que este notable inventario estaba basado en hallazgos que describían el hombre moderno occidental, particularmente a los americanos. En este trabajo fueron omitidos estudios relativos a los hindúes, árabes, africanos, a los campesinos del Este de Europa Oriental, a los aldeanos de Turquía, a los Londinenses del siglo XVIII, a la moderna población de papua nueva guinea, a los caballeros medievales, los esclavos romanos, los pueblos nativos de Australia , Canadá y los Estados Unidos. Si esta gente hubiese sido incluida en dicho inventario, las conclusiones seguramente hubieran corroborado aquellas alcanzadas por la fundadora de la sociología empírica de la moralidad, M. Ossowska, en su larga vida de investigadora.
De acuerdo con la teoría de sociología empírica de la moralidad, de la sociología de la moralidad, el fenómeno moral tiene dos dimensiones básicas. La primera es utilitaria, y trata de cómo dar placer y como proteger del dolor aquellas personas que pertenecen a una sociedad determinada, mientras que la segunda se plantea de cómo vivir con dignidad y asegurar respeto de esta (Ossowska 1983: 548). Como la instrumentalidad es indispensable para la retención de la propia dignidad, si uno pierde su integridad entra en el camino de la destrucción de su propia personalidad y de la singularidad de su yo. Cuando su integridad es destruida, su personalidad se desintegra en muchos elementos diversos. La personalidad destruida se convierte en un conjunto de elementos de antigua educación, memorias del pasado, disgustos cometidos con el sentimiento de que uno ha sido quebrado, odio hacia aquellos que logran imponer su voluntad, sueños impotentes de venganza, y la impresión sobrecogedora de que uno se ha alineado hasta que uno mismo. En cambio, aquellos que han sido capaces de mantener su integridad a través de periodos muy difíciles de sus vidas tienen aun la sensación de que han sido capaces de mantener el timón en sus manos y de que entraran sin peligroa u buen puerto. Aquellos que han violado alguna vez su integridad central (no la integridad periférica conectada con ciertas partes aisladas, no esenciales de su personalidad) son propensos a hacer lo mismo de nuevo. Los conversos quienes cambian de parecer, pueden hacerlo más fácilmente en el futuro. Aquellos que se divorcian cinco veces están más propensos hacerlo una vez más que aquellos que lo han hecho cuatro veces. Los traidores no solamente son dañinos para aquellos que han traicionado; son más dañinos consigo mismo porque están destruyendo sus brújulas internas y están por ende, privados de cualquier sentido de orientación. Siendo malos consigo mismos, devienen malhumorados y por lo tanto frustrados. Como gente frustrada, se vuelven peores consigo mismos .en consecuencia, caen en la trampa de su propia opresión. 
CONCLUCIONES
 La primera conclusión de estas consideraciones tiene que ver con los conceptos básicos. Para Mead, el yo estaba dividido en el yo y el mí. Se suponía que el mí era aquella parte de la personalidad de la cual el actor tenía conocimiento, por representar la internalización de la generalizaciones de otros. Se suponía que representara también las fuerzas de la conformidad. El yo era la parte del yo que era desconocida para el acto. Esta se percataba del yo después que completaba una acción, ‘‘El yo es la respuesta del individuo a la actitud organizada de la comunidad tal como aparece en su experiencia. su respuesta a esa actitud organizada a su vez la cambia’’(Mead 1934:196). A la luz de las consideraciones anteriores, resulta que la situación es más complicada de lo que Mead creía. , Lo que le atribuía al yo pertenece al yo privado, y lo que a su juicio era especifico del ‘‘mi’’, es característico del yo espejo. Por supuesto, uno podría decir que estas consideraciones son solo juegos de palabras. Pero el problema consiste en saber cuál de las definiciones semánticas asegura más amplias y adecuadas perspectivas. 
La segunda conclusión que emerge de estas consideraciones es la afirmación de que la represión no proviene exclusivamente del exterior. Por supuesto, cuando se abusa la dependencias del sistema de justicia penal, como la policía, la prisiones, o los tribunales, estas pueden oprimir a la gente muy severamente (lo cual ocurre de por si en los sistemas totalitarios).las practicas especiales profesionales de los agentes de control social también pueden ser dolorosas. No obstante, hay que recordar además la opresión silenciosa que vienen de nuestro interior. La instalación de un agente interno e invisible de control social que constantemente este evaluando, juzgando, dirigiendo, y posiblemente castigando a la propia conducta, es un control mucho más útil, efectivo y penetrante de las relaciones propias con los demás que las medidas externas más sofisticadas. Por supuesto, es necesario recordar que este agente lo puede guiar a uno hacia la opresión pero también hacia la libertad.
La tercera conclusión es de naturaleza más específica. Es una reflexión sobre la utilización de varias formas de presión que prevalecen dentro del existente (pero históricamente cambiable) sistema de justicia penal. La bien elaborada tesis de Foucault sobre el castigo fue resumida de la siguiente manera en una entrevista con J.J. Brochier, ‘‘Usted determina un momento central en la historia de la represión la transición de la imposición de penas a la imposición de la vigilancia. Eso es correcto –es el momento en que se cayó en cuenta de que era más eficiente y provechoso en términos de la economía de poder colocar gente bajo vigilancia que someterlos a una pena ejemplar’’ (Foucault.1980: 188). Esta afirmación significa que es más efectivo atacar al alma misma (la psique) antes que al cuerpo de la persona, que está sometido a la práctica social. Detrás de esta tesis reveladora yace una observación muy simple: es más eficaz cambiar el blanco control del cuerpo (en nuestro concepto –el yo real-) al alma, o sea, al yo espejo.
La cuarta conclusión se refiere a la posición que ocupa el yo privado con respecto a los demás yo. El yo privado juega el rol de central en la regulación de la conducta de todo el mando .Por eso podría ser considerado como el súper-yo (el súper-ego freudiano es una mezcla desafortunada de elementos descriptivos y normativos; Confunde el análisis y la descripción de la realidad socio-psicológica. con requisitos éticos, con demandas de valores más elevados, que representan los sitos éticos, con demandas de valores más elevados, que representan los intereses de una sociedad más grande). El súper-yo, por el contrario, mantiene juntos varios elementos de la psique, sin introducir en ella ninguna discriminación ética-evolutiva. Incluso el criminal tiene un súper-yo, puesto que la asegura la efectiva operación de toda su personalidad. El súper-yo no se relaciona predominante con valor morales, estos podrían ser éticamente negativos o positivos. El súper-yo se ocupa más bien, de la tarea de mantener junta toda la psique (de la cual son parte tanto los valores positivos como los negativos), a la cual nutre con la idea de un orden más elevado. Para construir con buen resultado una sociología de la humanidad (así, partiendo de la práctica presente y prevaleciente de desarrollo sociología de varias sociedades, sociologías de los sub-sistemas) uno debería estudiar de modo empírico diferente manifestaciones de lo súper-yo tal como ha sido generados en determinadas sociedades humanas en concreto. Esto podría incluir, por ejemplo el concepto de ancianidad en la sociedad japonesa (Nakane 1973), la actitud autoritaria en la sociedad alemana (Adorno et al. 1950), el concepto de espectacularidad principista de la sociedad polaca (Podgorecki 1979,1987) o el concepto de éxito personal en la sociedad americana (Merton 1957) estos estudios también indicarían que aunque el yo privado pueda tener algunas características opresivas, su mayor función es integrativa.
La quinta conclusión de estas consideraciones no está directamente relacionada con su tema principal. Indica que el problema de la meta- actitudes es fundamental para llegar a la meta final de la sociología. Sin desarrollar este concepto no será posible especular en términos empíricos y generar sobre la naturaleza de los seres humanos. El desarrollo cultural de la humanidad puede traer consigo varios tipos de meta-actitudes. En diferentes sociedades estas se distribuyen de distinta maneras algunas sociedades ganan cierto tipo de identidad al desarrollo sus propias combinaciones de meta-actitudes disponibles, mientras que otras sociedades pueden forjar su identidad mediante la creación de nuevos tipos meta-actitudes y atribuyéndoles los roles de moldear la personalidad. Aunque existen meta-actitudes que son elementos esenciales de la psique humana como la instrumental, la fachada, la espejo, la de principios la ideal, la real y la privada, también pueden ser desarrolladas algunas ideas directrices que son producto de la transformación de varias sociedades. Estas ideas pueden poner su impronta en los yo privados. En efecto, la cultura humana es el resultado de procesos que se generan en la psique del ser humano y de procesos que operan en un hábitat cultural más amplio.

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