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Socialización, sociabilidad y subjetivación PAULIN Socialización: El concepto de socialización ha sido central para explicar la integración social y las relaciones entre las instituciones y los sujetos. Un primer tratamiento teórico del tema se ha realizado desde una tradición sociológica clásica que ha hecho prevalecer la idea de la socialización como proceso de inducción social que supondría como resultado cierta equivalencia entre las normas sociales y las conductas de los individuos. Estas teorías funcionalistas y culturalistas conciben a la socialización, fundamentalmente, como un proceso de integración social a partir de la internalización de un individuo de valores, normas, creencias y corporalidades mediante un condicionamiento inconsciente y desde el supuesto de una unidad del mundo social carente de diversidad cultural. En este sentido, La teoría de socialización de Talcott Parsons postula que la socialización consiste en un proceso de construcción de conformidad inducido por vía de la motivación al actor a que cumpla las expectativas y prescripciones de rol (alumno, creyente, hijo) orientadas culturalmente expresadas en las interacciones sociales (escuela, religión, familia) cada vez más diferenciadas en el mundo moderno. En cambio, las teorías de la socialización de George Mead y los desarrollos posteriores de Peter Berger y Thomas Luckmann se ubican entre las teorías que van a rechazar el supuesto de la unidad social y la homogeneidad cultural en las sociedades contemporáneas. Mead construye una teoría de la socialización cuyo logro central es la identidad personal y social del individuo. Coloca al proceso de comunicación como conjunto de acciones significativas intencionales de los individuos en las que los otros significativos señalan expectativas y actitudes, las premisas culturales transmitidas a las nuevas generaciones. Ese proceso se completa con la internalización de dichos valores, expectativas y actitudes por parte del individuo socializado mediante el lenguaje. De niños somos objeto de significación de otros para abrir paso a intereses y aspiraciones propias. Se logra a partir de la toma de conciencia resignificando las actitudes y expectativas de aquellos otros significativos y referentes de su comunidad pasando hacia una identidad personal, se conforma como individuo afirmándose como parte del grupo social y formando parte de la construcción de la sociedad. Sin embargo, el paso de las primeras identificaciones hacia la construcción de una identidad personal no se ve libre de tensiones y donde pueden haber “disociaciones del sí mismo” (ver cita de Duban, página 3). Berger y Luckmann desdoblan el proceso de socialización en dos momentos, como socialización básica o primaria (cuando se es niño y se identifica con sus otros significativos que les son dados – familia-) y luego distintas socializaciones secundarias (el paso a la internalización de submundos institucionales, hacia los otros generalizados y ya no otros significativos) , se lo entiende como un proceso abierto y múltiple de constitución de la subjetividad. Le otorga temporalidad histórica y contexto cultural a un modelo de socialización hasta entonces definido atemporalmente. Este pasaje requiere de la adquisición de conocimientos más específicos (más números de roles, contextos sociales más diferenciados dotados de diversidad cultural) (ver texto de Berger y Luckmann, unidad 4, para entender teoría). En convergencia con estos desarrollos, Paulín y Tomasini definen a la socialización desde una perspectiva psicosocial como un interjuego entre la inducción /imposición y la apropiación/ recreación considerando tres supuestos contrapuestos a la concepción funcionalista de la socialización: a) una concepción activa del sujeto en relación con la acción social como práctica significativa, b) el papel de la intersubjetividad y c) la consideración de la diversidad del mundo social. Más allá de la socialización: sociabilidades y subjetivación A partir de relecturas de Mead y Berger y Luckman, distintos autores contemporáneos enfatizan el papel de la experiencia como espacio de separación entre la socialización y los modos de individualizarse de los sujetos, ya no como personalidades o personajes sociales sino como instancias de subjetivación y de individuación. Los individuos, en función de sus grupos de pertenencia, subculturas, generaciones o sexo no interiorizan los mismos modelos culturales; todos los individuos, por otra parte, no llegan a ser correctamente socializados; en una sociedad hay un gran número de posibles conflictos de orientación entre los fines y los medios legítimos. En breve, la socialización cesa de ser un principio exclusivo de integración y se transforma en un proceso sometido al antagonismo social. Para Dubet lo que se pone en crisis es el programa institucional de la modernidad, definido como cierto trabajo específico sobre los otros, “que transforma valores y principios en acción y en subjetividad por el sesgo de un trabajo profesional especifico y organizado” Socialización, familia y escuela Dubet y Martuccelli analizan el papel de la escuela y la familia como agencias socializadoras. En la escuela hay una paradoja: la formación simultánea de actores sociales integrados a un orden normativo escolar (y social) y, a la vez, su pretensión de formar sujetos críticos y autónomos. Proponen noción de experiencia escolar. En los primeros años de la escuela primaria la lógica predominante es la socialización -entendida como inducción de normas, hábitos e identidad escolar-, en la enseñanza secundaria se daría la emergencia de conflictos de otro orden al comenzar a desplegar los sujetos jóvenes su subjetividad entre sí y con los adultos. Al final de la escuela, los jóvenes se ubicarían más cómo estrategas actuando instrumentalmente por la obtención de sus titulaciones. El adolescente percibe las contradicciones adultas en el ejercicio de la disciplina y la evaluación escolar, a diferencia de cuando era niño. Sostienen que los diferentes rendimientos no deben generar privilegios ni castigos. A diferencia de la época de la niñez escolarizada, asumirse como estudiante y ser un adolescente forman parte de las tensiones que origina el desarrollo de una subjetividad no (necesariamente solo) escolar. En la familia, se distingue el pasaje de formas históricas de las familias, como la tradicional, la nuclear y las actuales que se presentan como configuraciones más inciertas y diversas. La familia tradicional se concibe como una alianza entre familias que asegura las herencias económicas y la firme regulación de los sujetos a través de una diferenciación de los roles sexuales y las generaciones. La familia nuclear está caracterizada por la presencia de convivencia de un matrimonio heterosexual monogámico y sus hijos en un espacio doméstico de convivencia “el hogar” en la que coinciden “privadamente” la práctica sexual y la procreación, se constituyó como el modelo ideal de la familia en la historia occidental de los últimos dos siglos (a partir de esta familia llamada “normal” se generaron las desviaciones, patologías y disfuncionalidades familiares). ¿Qué sucede con la socialización en las familias ensambladas, monoparentales u homoparentales? ¿Qué sucede cuando los otros significativos son los pares y /o hermanos, vecinos, frente a distintas ausencias y presencias de los progenitores adultos? ¿Son, a priori, socializaciones deficitarias, fallidas y desviadas? Estas transformaciones de las familias se pueden leer como efecto de los cambios culturales y económicos actuales, en los cuales los sujetos construyen y recrean la institución familiar al transitar diversas experienciasconflictivas de socialización. Esta multiplicidad puede ser también vista como parte de los procesos de democratización de la vida cotidiana y de la extensión del derecho a tener derechos (inclusive al placer) con lo cual la idea de crisis se transforma en un germen de innovación y creatividad social. La concepción sociopsicológica de Mead sobre el self, la sociología fenomenológica de Berger y Luckman y la sociología de la experiencia de Dubet y Martuccelli contribuyen a construir un enfoque psicosocial de la socialización que admite el conflicto entre subjetividades e instituciones y la acción de los sujetos como agentes dotados de reflexividad en sus prácticas cotidianas. Procesos de socialización que permiten prácticas de subjetivación entendida como “las posibilidades de despliegue de la autonomía de los sujetos para construir reflexivamente sus experiencias sociales. La subjetivación La subjetivación comprende una posibilidad de trabajo activo del individuo sobre las prescripciones de rol que lo inducen a comportarse de determinada manera en los distintos momentos de su vida (Dubet y Martuccelli). El actor social no está solamente definido por sus pertenencias y sus intereses. También lo está por una distancia de sí mismo y por una capacidad crítica que hacen de él un “sujeto” . Lo esencial reside en que su presencia construye una distancia al orden de las cosas, autorizando una capacidad de convicción, de crítica y de acción autónoma. Desde este punto de vista, la subjetivación de los individuos sólo se forma en la experiencia de la distancia entre los diversos Mí sociales y la imagen de un sujeto ofrecido en la religión, el arte, la ciencia, el trabajo. La subjetivación implica un abanico de procesos: La interiorización de normas y valores: los sujetos no siguen mecánicamente reglas y pautas sociales sino que las interpretan para situarse en forma activa frente a las relaciones con el mundo social. La reflexión sobre las expectativas y actitudes sociales de los “otros generalizados” La agencia como capacidad de actuar del yo que implica poder: agencia como la capacidad humana de obrar y reflexionar a partir de las rutinas y certidumbres de la vida cotidiana para alterar las condiciones materiales y simbólicas que les preceden La construcción identitaria como trabajo narrativo sobre sí mismo: los sujetos participan en la vida social construyendo narrativamente su identidad La apropiación de la cultura: al sentido de naturaleza activa transformadora del sujeto y, a la vez del carácter coactivo, pero también instrumental, de la herencia cultural. La emancipación de las orientaciones e imposiciones de valor y la emergencia de pautas, reglas y moralidades propias y alternativas a las dominantes: La resistencia como resto y exceso frente a la sujeción. (análisis de conceptos foucaultianos) La sociabilidad Simmel define a la sociabilidad como “formas lúdicas de la asociación” (relaciones entre sujetos, miradas como modos de ser y estar con otros, analizando los múltiples efectos del dar y recibir y suponiendo un abanico de relaciones estables y pero también fugaces). El conflicto caracteriza a las relaciones sociales: y representa un elemento positivo por cuanto posibilita, desde la negatividad, una posibilidad de encuentro social y es constitutivo de la socialización (el conflicto no es un accidente en la vida social sino que la compone y puede ser un proceso integrado). Existen una cantidad incontable de tipos de relación e interacción humana menores y aparentemente insignificantes según los casos, que al intercalarse con las configuraciones abarcadoras y, por así decirlo, oficiales, son las que primeramente logran constituir la sociedad tal como la conocemos El concepto de socialidad de Maffesoli destaca un revivir de la comunidad, un actuar juntos guiado más por la emoción que por la razón, el predominio de un paradigma estético en la sensibilidad colectiva y la importancia de elementos lúdicos y dionisíacos en el vibrar juntos de un neo- tribalismo. La socialidad no significa unanimidad pero sí un marco orientador propio de experiencias compartidas por la multiplicidad de redes formadas por pequeños grupos. Es el motor de la vida social, ya que en ella se expresa el juego de la diferencia y el dinamismo social existentes en la sociedad, llevando a la solidaridad de base, o sea a partir del espacio que aproxima a los habitantes de un mismo lugar y permite la estructuración comunitaria fundada en el afecto, los conflictos y las pasiones de los diferentes elementos que la constituyen. Para Mafessoli la socialidad de fin del siglo XX se caracteriza por un vaivén constante entre la masificación y el desarrollo de microgrupos entre la subjetividad y el colectivo. Emergencia de los individuos y las singularidades. Para Martuccelli la sociabilidad incluye un sistema de reglas para construir una relación con otros, pero se encuentra actualmente resquebrajada por diferentes grietas como por ejemplo: a) las tensiones subjetivas entre la adhesión a la comunidad de origen y a expresarse individualmente, b) la demanda de singularizarse a partir de las nuevas formas de relacionarse entre los sujetos géneros y c) un malestar cultural que se vislumbra como crisis del sentimiento de solidaridad hacia los otros en las sociedades posindustriales. Juventudes y sociabilidades Comprensión de las relaciones entre jóvenes y las instituciones de la modernidad. Los estudios de juventud han dejado de mirar al joven desde los imperativos de integración social como estudiante, como futuro profesional o como militante social para girar la mirada hacia las subjetividades juveniles, en referencia a los “nuevos modos de estar juntos” y la importancia de la sociabilidad juvenil (desplazamientos en las prácticas juveniles). Las sociabilidades pueden pensarse como procesos múltiples, a partir de relaciones, intercambios y significaciones sobre el estar juntos y convivir donde los sujetos son activos en dichos procesos de participación social construyendo la sociedad no solo a partir del desempeño de roles en las instituciones como había planteado la concepción de socialización de corte más estructural funcionalista. Se puede destacar el papel de la experiencia de la sociabilidad juvenil en la escuela como un espacio de búsqueda, a veces de encuentro con otros significativos (ver cita de Cerda, página 13). La sociabilidad juvenil es muchas veces obstaculizada y negada por el orden escolar. Sin embargo, las diversas formas de practicar la sexualidad, la comunicación en las redes sociales, los gustos musicales y estilos juveniles son criterios de agrupación/distinción entre los jóvenes y se constituyen en un campo de disputa simbólica en el cual se definen a sí mismos. Las sociabilidades permiten construir identidad social. Éstas prácticas de sociabilidad de los jóvenes pueden entrar en tensiones múltiples con la socialización escolar, familiar y comunitaria. Dubet y Martuccelli señalan cómo el amor y la amistad van a constituirse en relaciones de sociabilidad claves en la subjetividad adolescente. Síntesis Socialización: Implica un conjunto de prácticas de transmisión de valores, saberes y pautas de interacción que ofrecen certeza y que son apropiadas en forma significativa por los sujetos, a la vez que les procura ciertos soportes identitarios que serán puestos en cuestión en el transcurso de sus biografías. Como proceso social, no tiene un momento de cierre determinado en la constitución de la subjetividad y está atravesado por condiciones socioestructurales específicas en cada momento histórico. No exento de contradicciones y conflictos Sociabilidad: es el conjuntode prácticas y vínculos asociativos que incluyen la reunión entre sujetos que se visualizan como “pares”, en torno al disfrute compartido y los afectos, la participación informal en redes de ayuda y solidaridad que se activan en situaciones críticas y se constituyen en formas de convivir cotidianas atravesadas y en tensión con las lógicas de las instituciones más formalizadas. Participa, junto con la socialización, en la construcción social de identidades personales y sociales. Subjetivación: La capacidad de reflexión de las expectativas y orientaciones normativas que permitan al actor tomar distancia al rol y construir sus estilos de actuación, la posibilidad de apropiación y agencia como capacidades humanas de emplear recursos simbólicos de la cultura para construir su identidad y las iniciativas de emancipación y logro de autonomía personal y colectiva.
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