Descarga la aplicación para disfrutar aún más
Vista previa del material en texto
Lic. Horacio Martinez Desarrollos del Psicoanálisis 2008 Teórico #7 Para comenzar a pensar cosas sobre el registro imaginario empezamos por el texto Introducción al narcisismo ya que es un texto que funciona de apoyatura para el texto que Lacan va a desplegar. Los grandes puntos en común entre los textos “Introducción al narcisismo” de Freud y “El Estadio del espejo…” de Lacan sería, en principio, en el terreno de las psicosis. Lacan en su texto “El Estadio del espejo…” recalca la estructura paranoica del yo. En este punto dice algo muy parecido a lo que venía diciendo Freud y, al mismo tiempo, dice algo más que le va a dar la peculiaridad al modo lacaniano de concebir al yo. Lo que podríamos plantear en relación al texto freudiano es que la psicosis, concretamente la paranoia, tendría lugar en la medida en que la libido vuelve al yo, se sitúa en lo que él llamaba un narcisismo secundario, luego de haber catectizado los objetos, sin encontrar esa libido formas de retorno hacia los objetos. Esa era la tesis freudiana que trataba de explicar desde el punto de vista de la teoría de la libido, la paranoia. Lacan avanza un paso cuando lo que afirma es que la estructura del yo es paranoica. Esto quiere decir, en primer lugar, que todo yo es paranoico; no sólo el yo del paranoico -valga la redundancia- que en la medida en que todo yo participa del narcisismo habría como una suerte de analogía entre esa estructura del narcisismo, la estructura del yo y la paranoia. También con esto, Lacan lo que está diciendo, es que sólo a partir del comportamiento yoico no podríamos distinguir a un paranoico de cualquier otro sujeto, en la medida en que el yo de cualquier otro sujeto también se comporta de una manera paranoica. Esto lo va a llevar a Lacan en otro momento a la altura del seminario que le dedica a la psicosis a proponer que justamente para encontrar aquélla cuestión esencial que permite diferenciar neurosis de psicosis, habría que avanzar en el terreno de lo simbólico y no de lo imaginario, porque justamente a nivel de lo imaginario las organizaciones son idénticas. No hay nada que distinga el yo neurótico del yo paranoico. Lacan quiere decir con que el yo es paranoico, en principio, que el yo está alienado, lo cual significa “fuera de sí”. De allí su insistencia en decir que “Yo es Otro”. Esta breve fórmula la podríamos pensar como la fórmula de la alienación. El yo es Otro y sin embargo desconoce que es otro. Cree ser él cuando en realidad asume como propia la identidad de otro. Este pequeño elemento es, sin embargo, un elemento esencial que Freud ya había distinguido en la estructura, en la organización del delirio paranoico y que en el análisis que hizo del Caso Schreber lo planteaba bajo los términos de proyección. Cierto fenómeno que para Freud era propio de la paranoia, fenómeno a través del cual ciertos afectos y ciertos pensamientos del yo son trasladados, proyectados al otro. “Si yo odio a tal sujeto en realidad lo que pienso es que él me odia” y de esa manera construyo un delirio persecutorio por ejemplo. Freud construye la teoría del narcisismo para tratar de explicar qué ocurre en la psicosis y 20 años después Lacan toma esta misma idea y la extiende a la estructura del yo normal. La teoría kleiniana también va a desplegar la idea de que el yo humano nace y se constituye atravesando un estadio que también ella clasifica de esquizo-paranoide. Coloca al yo más primitivo del niño en correlación con esos dos grandes clínicos que son la esquizofrenia y la paranoia, planteando que los modos de defensa que ese yo primitivo inicial utiliza son los mismos que encontramos en los cuadros de esquizofrenia y paranoia. La diferencia que encontraríamos entre esa preposición de Melanie Klein y lo que está diciendo Lacan es que para Klein esa era una posición inicial que luego era seguida por otra que es la posición depresiva de la cual, a su vez, en la evolución del yo, el niño sale para lograr lo que podríamos plantear como una organización normalizada de su yo. Cuestión que en Lacan no vamos a encontrar nunca. Si la estructura del yo es básicamente el producto de una alienación, esa va a ser su estructura permanente, no su estructura inicial. 1 No es que el yo comienza así en el estadio del espejo y luego progresa hacia una forma más verídica, más adaptada a la realidad. Esa forma más adaptada a la realidad era la que estaba de moda en la época que Lacan decía esas cosas dentro del movimiento psicoanalítico norteamericano. En Lacan no existe la idea de que la función del yo puede lograr la normalización o que, de hecho, en cierto momento de su evolución se normalice. El yo es otro desde que se constituye como tal y esa va a ser su estructura de ahí en adelante. Por eso también junto con la palabra alienación van a encontrar otra que es la de enajenación. Es otro término que suele aplicarse a la locura, al loco se lo suele llamar enajenado y quiere decir que uno se ha convertido en algo ajeno a sí mismo. Fue una forma de pensar la locura y la enfermedad mental que tuvo mucho peso en la época de Freud. Suponer que había algo así como un yo propio del sujeto que a partir de la enfermedad mental era como invadido por otro conjunto de representaciones que de ahí en más pasaban a gobernar el psiquismo. Entonces el loco era un enajenado porque se convertía en otro distinto del que venía siendo, con otros pensamientos, con otros sentimientos, con otras acciones. Fíjense la potencia que tiene este planteo lacaniano en este contexto teórico de los años`30 cuando él llega a plantear que esa enajenación es la estructura propia del yo humano. Lo que ustedes tienen es una versión que no se corresponde exactamente con la versión original que es del año 30, sino que esta es una nueva versión que Lacan escribió en el año 49 y que es la que se incluye en los escritos. La versión original, por lo menos según dice Lacan, se perdió porque él la había enviado a un congreso y luego no se incluyó en el libro de memorias y como texto se perdió. De todas maneras esta es como una versión un poco ampliada y modificada 13 años después. Vamos a ir leyendo algunos párrafos tratando de profundizar algunas líneas que son las que habría que prestarle atención en este texto. En toda la primera página se van a encontrar con los referentes experimentales en los cuales Lacan se basó para postular este estadio del espejo. Referentes que toma de la psicología y de autores como Köhler, Baldwin que ya se habían detenido en la observación del niño pequeño e incluso en la psicología comparada entre el ser humano y otras especies animales y ahí han detectado un elemento que parecía caracterizar a la cría humana respecto de cualquier otra especie animal que radicaba en la posibilidad que se adquiere ya a los pocos meses de vida, en primer lugar, de fascinarse con la imagen que el espejo le devuelve y luego con el tiempo a reconocerse en esa imagen. La fascinación es un hecho que ocurre en muchas especies, pero no así, el hecho de que con el tiempo logremos reconocer en esa imagen a nuestra propia persona. De ahí parte Lacan. Dice entonces en la página siguiente, “esta actividad conserva para nosotros hasta la edad de 18 meses el sentido que le damos”. Él está situando a grosso modo esta experiencia arrancando alrededor de los 6 meses y culminando a los 18 meses. Sobre todo es importante la edad de culminación porque el estadio del espejo culmina su conformación, culmina de redondearse como estructura, en el momento en que el chico comienza a hablar. Por eso habla de alrededor de los 18 meses, que en general, es el momento más tardío en que un bebé puede comenzar a decir sus primeras palabras. “Conserva entonces hasta esa edad el sentido que le damos y que no es menos revelador de un dinamismo libidinal, hasta entonces problemático, que de una estructura ontológica del mundo humano que se inserta en nuestras reflexiones sobre el conocimiento paranoico”. Creo que con loque aclaré antes se entiende esta referencia de que lo que vamos a encontrar en el estadio del espejo, por un lado permite brindar un soporte a las elucubraciones teóricas freudianas que hablan de un dinamismo libidinal. Pero a la vez, 2 justamente por la caracterización que plantean ese dinamismo queda inserto en esta problemática del conocimiento paranoico. Si hiciéramos un esquema simple y llamáramos a este lado el lado real y a este lado el lado virtual del espejo, aquí real está usado en los términos de la óptica, el lado real es el lado que estaría fuera del espejo y el lado virtual es aquel lado que imaginariamente se proyecta por detrás del espejo, dentro del espejo plano. Este sería el campo de la imagen. Uno tendría que decir que en el estadio del espejo lo primero que se presenta es esa imagen. Si uno lo trata de pensar en pasos sucesivos en general para dibujar una imagen de este lado, tengo que dibujar un cuerpo de aquí porque la imagen es siempre “reflejo de”; y sin embargo lo que tiene de peculiar el estadio del espejo es que primero es la imagen y que es la imagen la que el niño va a asumir como yo y luego de lo cual se va a identificar con esa imagen. La imagen es primera, Lacan lo dice más adelante. Habla del valor que tiene la imagen en muchas especies animales, habla por lo tanto de una relación natural que los animales mantienen con las imágenes; natural, por ejemplo, en el sentido que uno podría decir que para que cierto comportamiento instintivo se despierte en un animal basta con enfrentarlo a la imagen de un semejante. Por ej. para que ciertas aves comiencen con ciertas danzas que tienen que ver con la preparación para el acoplamiento, danzas que entonces están determinadas por cierta corriente instintual, el macho comienza con esa danza ante la presencia de una hembra, ante la imagen de una hembra. Pero los etólogos colocaban, por ejemplo, frente a estas aves una fotografía de una hembra o una especie de muñeco que asemejaba los colores de la hembra y el macho comenzaba a desplegar su conducta de seducción. En este sentido los etólogos llegan a la conclusión de que es la imagen la que dispara cierto tipo de conductas instintuales, y por eso está inserta la naturaleza, la imagen para el animal. Esta relación con la naturaleza, dice Lacan, está alterada en el hombre por cierta dehiscencia del organismo a la que va a llamar en ese mismo párrafo “prematuración específica del nacimiento”. Ahí remite a una serie de teorías que han sido producidas por biólogos, en general, que plantean que el ser humano nace prematuro aunque nazca a los 9 meses de gestación y nace prematuro si uno lo compara con los bebés de otras especies que tienen una coordinación visomotora mucho más precisa que la que tiene un bebé humano. Habrán visto muchas veces por televisión documentales que ilustran el momento del parto de un mamífero. Cualquiera de esos animales nace y lo primero que hace es ponerse de pie, aunque sea con muchos trastornos, patinajes, caídas, pero después de dos o tres intentos consiguen ponerse en pie y generalmente aquéllos que son mamíferos lo primero que hacen luego de eso es buscar a la madre y prenderse de la teta. Esa conducta un bebé humano no la logra sino hasta después de un año de vida fuera de la panza de la madre. Entonces uno podría decir que, comparado por ejemplo con un caballo, nacemos con un año de anticipación y el problema es que si la mamá caballo muere en el parto el caballito se las puede llegar a arreglar para subsistir, mientras que el bebé humano no. Depende exclusivamente del auxilio de otro. La teoría que los biólogos han construido remite esto al hecho de la bipedestación. Como proponía Darwin descendemos de los monos, pero una de las primeras cosas que empezó a distinguirnos de los monos fue el hecho de que anduviéramos todo el tiempo erguidos sobre nuestras piernas, conducta que el mono puede hacer pero no, cuando está en una situación de peligro o de combate. Cualquier clase de mono es mucho más veloz corriendo en cuatro patas que andando en dos patas. Cuando el ser humano adquiere la posición bípeda poco a poco va modificando su estructura ósea y fundamentalmente lo que hace es achicar el ancho de la cadera y colocarla en tal posición que obliga a que el feto en el momento del nacimiento pase por lo que se conoce como el canal de parto, es decir, un agujero que hay en el centro entre las dos caderas. 3 Si el bebé estuviera un año más dentro la panza de la madre no pasaría por ese canal, entonces lo que los biólogos han propuesto es que esta anticipación, esta prematuración del nacimiento está dada, en parte, supuestamente, por haber adquirido la bipedestación y las modificaciones que esto trajo en el cuerpo de los seres humanos. Lo que Lacan toma de allí es justamente esta característica que ya había sido subrayada por Freud, como esa característica que nos hace el ser más débil dentro de los seres vivientes cuando nacemos, que nos hace el ser más dependiente del otro para poder subsistir y que probablemente podríamos sugerir nosotros, es por esa misma insuficiencia y por esa misma dependencia que se instala el lenguaje. Todo lo que habíamos visto del circuito de la demanda, la inserción del bebé en el campo del lenguaje, es necesario que se dé por la dependencia. Todo lo que ocurre en términos de organización de la estructura significante como demanda tiene que ver con la interpretación del otro de los signos que cree leer en el bebé que de alguna manera vehiculizan sus necesidades. Pero eso inauguraba el plano simbólico, veamos qué ocurre ahora en el plano imaginario partiendo de la misma situación.------- Lo que tenemos ahí originariamente que yo lo había dibujado no lo había dibujado porque en realidad el bebé no tiene hasta ese momento de sí mismo una percepción que le hable de la integración de un cuerpo. Por el contrario, lo que aparecen son sensaciones que Lacan llama propioceptivas. Sensaciones relativas a mí mismo que son fragmentarias. El bebé lo que percibe -o lo que nosotros suponemos que el bebé percibe- son sensaciones siempre aisladas vinculadas con las distintas cosas que le ocurren en distintos lugares de su cuerpo. Pero no logra hacer un conjunto con todas esas sensaciones que le brinden mentalmente la imagen de una unidad. Esa imagen de unidad se la va a brindar el espejo y por eso a esa imagen Lacan le da el nombre de gestalt, una forma acabada en relación a esta multiplicación de sensaciones dispersas que venía siendo el niño hasta ese momento. Lacan dice por la mitad del texto “el estadio del espejo es un drama cuyo empuje interno se precipita de la insuficiencia a la anticipación”. La insuficiencia del niño en el estadio infans, (forma francesa de nombrar al bebé que todavía no habla), está en ese momento de fragmentación y se precipita en la imagen y esa precipitación supone una anticipación, porque asume como propia una imagen que todavía no tiene de sí mismo en términos de las percepciones de su cuerpo. Por eso hay anticipación, me anticipo a darme una identidad imaginaria que, en realidad, todavía no poseo porque mi cuerpo todavía no consigue la coordinación que la imagen parece devolverme. La imagen es una imagen completa, con buena forma que se contradice con lo que siento de mí mismo. Para ser más precisos aún, habría que decir con esto que siento en el cuerpo no logro armar un mí mismo, tengo sensaciones aisladas; la imagen me permite una primera idea de mí mismo, de completud, pero al precio de alienarme en ella, de creerme que esa imagen soy yo. Por esa razón Lacan dice que es un drama y también habla de precipitación, podríamos decir jugando con la polisemia que este término tiene porque precipitación por un lado remite a prisa, a hacer algo rápidamente antes de que se nos escape. Antes de que esa imagen se nos vaya y ya no sepamos quiénes somos, pero también la precipitación es una forma de alteración química que esaquella que supone que algo pase de golpe a estado sólido. Es lo que ocurre, por ejemplo, con el vapor de agua cuando se convierte en granizo. Allí hay algo que se precipita, que cambia de estado, y es la idea que Lacan también quiere poner en juego. Hay un cambio de estado entre esa fragmentación que no se reconoce como yo y la asunción jubilosa de esta imagen como imagen propia. “El estadio del espejo es un drama cuyo empuje interno se precipita de la insuficiencia a la anticipación; y que para el sujeto, presa de la ilusión de la identificación espacial, maquina las fantasías que se sucederán desde una imagen fragmentada del cuerpo hasta una forma que llamaremos ortopédica de su totalidad, y a la armadura por fin asumida de una identidad enajenante, que va a marcar con su estructura rígida todo su desarrollo mental”. Él va a incluir allí después de esa frase otra noción que construye para esta época que es la del fantasma del cuerpo fragmentado. Tenemos que entender una cosa primero para 4 situarla porque sino uno después comete errores con esto, el fantasma del cuerpo fragmentado no es posible de constituir sino después de haber pasado por el estadio del espejo y haber asumido por primera vez una imagen de totalidad, y esto, si uno quiere ser rigurosamente lacaniano, y por lo tanto se obliga a pensar que todo par significante se constituye por oposición (como decía el ejemplo de la Instancia de la letra “nadie puede reconocerse como caballero si no incluye en ese reconocimiento lo que lo diferencia de las damas, no hay una categoría de caballero pura a la cual identificarse”). No puede haber una fantasía de fragmentación si primero no pude corroborar que soy una totalidad. Por lo tanto no es que antes de asumir esa imagen estamos con un cuerpo fragmentado, sino que, en ese momento previo lo que tenemos, como decía Lacan, son sensaciones propioceptivas aisladas, luego nos alienamos en la imagen, asumimos esa imagen como propia y a partir de que asumimos esa imagen como propia empiezan a acecharnos fantasmas de fragmentación. Recién ahí, antes es imposible, pero una vez que logré la totalidad, como esa totalidad es ilusoria, como viene en lugar de sensaciones propioceptivas dispersas, la asunción jubilosa de esa imagen instala para siempre este drama de estar amenazado por la fragmentación. Muchas veces es interesante trasladar este tipo de fenómenos a fenómenos sociales cuestión que es posible porque Freud en su texto “Psicología de las masas y análisis del yo” planteó que la estructura del yo es idéntica a la estructura de la masa. La masa humana no es más que un conjunto de yoes sumados uno al lado de otro, pero tienen y participan de la misma estructura. En los fenómenos de masa es mucho más simple de ver, por lo tanto de imaginar, estos fenómenos de precipitación en la imagen, asunción de identidad y amenaza de fragmentación. Piensen por ejemplo que un conjunto de personas que no tiene nada que ver entre sí de pronto se reúnen y creen encontrar coincidencias en sus pensamientos y conforman, por ejemplo, una agrupación política. Antes eran personas que se venían por la calle se saludaban y se trataban bien, luego son personas que de alguna manera se enamoraron entre sí porque se dieron cuenta que podían conformar algo que los representara, pero basta con que conformen ese algo para que la fragmentación empiece a amenazar. La fragmentación en este caso de un conglomerado, de un colectivo, supone que cualquiera pueda ser un traidor, cualquiera puede ser alguien que está ahí porque dice que participa de esto cuando en realidad esta aquí por otras intenciones, por ejemplo porque es un espía del grupo contrario. Ven entonces con este ejemplo un poco exagerado cómo en la estructura del yo y en virtud de este drama que se instala lo primero que surge son sentimientos de persecución. La estructura del yo es paranoica. Demos un paso más en las posibles aplicaciones de esto que dijimos hasta aquí y, por lo tanto, también vamos a dar un paso más en cierto nivel de complicación que es necesario resolver para terminar de entender los elementos que podemos poner en juego aquí. Hasta ahora teníamos una imagen en virtud de la cual el yo se instituye, si seguimos los términos que utiliza Lacan en su texto, lo que ocurre él lo define con el término clásico del psicoanálisis de identificación. Esto es una identificación, hasta ver la transformación producida en el sujeto cuando asume una imagen, y esta identificación se produce en relación a una forma que en el párrafo siguiente dice que debería designarse como un yo ideal. Esta forma con la cual me identifico es el yo ideal. Esta va a ser la estructura del yo. En la medida en que Lacan sostiene que el yo es Otro tenemos que hacernos a la idea de que eso que designamos “yo” tanto en la teoría como en la vida particular de cada uno cuando uno dice “yo” acerca de sí mismo, o de lo que cree que es uno mismo, esa estructura es doble, no simple, el yo no es uno, son dos. Pero en realidad no son dos porque en tanto el yo es otro, es ese otro con el cual me identifico. Hay dos posiciones “yo ideal” y “yo”; el problema es que el estadio del espejo supone asumir el yo ideal como yo por lo tanto son dos pero que tienden a ser uno. Si en lugar de decir “el yo es otro”, Lacan hubiera dicho “el yo soy yo”, esa formulación daría la impresión de que soy uno, “yo soy yo”, pero si digo “yo es otro”, “yo soy otro” se da esta extraña cosa de que pareciera que hay dos lugares, pero en tanto “yo soy otro” hay uno solo, hay una tendencia a hacer del yo ese otro, o hacer de la imagen de ese otro el yo. 5 Por eso digo el yo es una estructura doble, es como si hubiera siempre un mellizo, un gemelo en el cual nos miramos y tratamos de reconocernos, tratamos de situarnos a partir de él. Es ese que intentamos reconocer, incluso evaluar cada mañana cuando nos despertamos y nos miramos al espejo. Y tanto es yo otro que les habrá ocurrido más de una vez que se despiertan de una manera y cuando se ven el rostro en el espejo se sienten de otra, se sienten no como se sentían sino como esa imagen los hace sentir, lo que esa imagen les devuelve. Alguien podría decir pasé peor noche de lo que pensaba, mirá la cara que tengo. La sensación propioceptiva no coincide necesariamente con la imagen y la imagen es la que gobierna; “yo soy ese otro”. Ahora bien, si esta estructura del yo tenemos que poder sumar a esta estructura la circulación libidinal de la que hablaba Freud en Introducción del narcisismo, dicho en otros términos, tenemos que suponer que la libido circula entre el yo y el yo ideal. Pensemos por ejemplo, si se trata de eso que Lacan llama identificación, lo propio del estadio del espejo, que yo asuma la imagen del otro como propia, a eso dice Lacan habría que llamarlo narcisismo primario porque la libido vuelve al yo. Hay aquí una pequeña discusión que se ha dado en varios lugares y que el mismo Lacan ha alimentado en algunos otros textos, que si la piensan un segundo creo que le darían la razón cuando él dice “si la libido viene del otro hacia el yo y lo constituye, en realidad no podríamos hablar de narcisismo primario, porque ya es secundario, la libido pasó por la imagen del otro que luego asumió como propia”, pero es un detalle, una sutileza teórica que vamos a dejar de lado. En este texto lo menciona como narcisismo primario la constitución del yo. Luego entonces el yo puede libidinizar imágenes en el sentido por ejemplo en que Freud habla del amor, o del enamoramiento, estamos en el mismo momento, no hace falta salir del espejo, el amor supone que hay un otro que se va a idealizar pero lo que le agrega este esquema de Lacan es que ese otro no escapa de la orbita del yo, no escapa de la órbita especular, no escapa de la órbita imaginaria. Dicho en otros términos, lo voy a amar en la medida en que su presencia garantiza la mía, garantiza la existencia de mi yo. Una de las proposiciones más universalesque se han planteado acerca del amor es definirlo como una tendencia que busca “hacer de dos uno”, como fenómeno definido en esos términos, cabe perfectamente en el contexto de lo imaginario. Lo imaginario siempre tiende a hacer de dos uno y es lo que en el enamoramiento lo que permite sentir al yo que a través del otro se completa, logra la completud. Si podemos colocar entonces la identificación, también podemos colocar el amor, pero como otra variante del amor, es necesario que coloquemos también el odio. El odio porque si por la vía del amor el otro me sirve como reaseguro de mi integridad y de mi completud basta que el otro se corra un poquitito y ya no funcione como una suerte de reflejo especular para que la fantasía de fragmentación no me invada y ante el terror a la fragmentación el yo responde con odio, si alguien tiene que ser destruido aquí no seré yo sino el otro. Por un lado es un fenómeno muy propio de la esfera de la psicología del amor, podríamos decir como ese encantamiento se rompe cuando el otro, es decir, el ser amado presenta rasgos que no caben en este plano identificatorio en el cual el yo pretende moverse y cómo ese pequeño rasgo que rompe esta ilusión de identidad imaginaria promueve al lado del amor más tierno, el odio más salvaje. No hace falta irse muy lejos, sino que al contrario, es en principio en el terreno del amor en donde uno ve manifestarse los odios más potentes. En el Malestar de la cultura Freud llamaba a esto el narcisismo de las pequeñas diferencias. En la esfera del amor, donde está en juego esta expectativa de integración narcisista, basta cualquier pequeña diferencia para que el odio estalle, y por eso dice Freud, que el odio es tan común. El odio y la rivalidad en muchas comunidades que originariamente fueron una sola. En su texto hace referencia a los árabes y los judíos, históricamente provenían de una misma etnia y a partir de pequeños rasgos diferenciales constituyen un odio que perdura durante miles de años y él también lo planteaba en el territorio en el cual vivía, el Imperio 6 Austrohúngaro que unía un montón de pequeñas naciones europeas con diferencias étnicas muy fuertes que, sin embargo, en tanto estaban integradas a un imperio de alguna manera lograban convivir, pero como pasó con Yugoslavia hace unos años atrás, basta que algo de esa identidad se fragmente para que el odio más encarnizado tenga lugar. La dificultad que estoy tratando de que podamos abordar es una dificultad que permitiría pensar que la estructura del yo definida por el estadio del espejo es aquella con la cual vamos a operar a nivel imaginario en todas nuestras relaciones. Y que en el terreno imaginario el modo de las relaciones siempre va a tener cierto carácter narcisista, y por la misma razón siempre va a tener cierto carácter un poquito paranoico. Piensen que en los modos en que se articula el delirio paranoico, los elementos que pueden dar argumento a ese delirio siempre tienen que ver con el amor y con el odio. Que “el otro me quiere destruir” en todo lo que sería el campo del delirio persecutorio y que “el otro me ama” en todo lo que sería el campo del delirio megalómano, o bien, el delirio de celos que es una suerte de combinación porque intervendría alguien, un tercero, que ama y por lo tanto mi odio va dirigido a ese que debería amarme a mí. Es un terreno en el cual las argumentaciones se sostienen de esta tensión imaginaria, que como bien decía Lacan, en un principio tiene esta forma de drama que siempre va a acompañar a la organización yoica. Si ubicamos ese drama en este esquema lambda, la relación imaginaria propiamente dicha la vamos a ubicar aquí entre el yo y el otro (a). Aquí está el amor y también el odio y por lo tanto, en términos freudianos, la libido. Fíjense que mientras que Freud siempre recurrió a la teoría pulsional -por lo tanto a la noción de libido- para explicar el conflicto en la neurosis, el conflicto en la psicosis; Lacan va a reducir la libido al plano imaginario, lo cual no es quitarle valor sino encuadrarla, decir que esto es algo que circula y acontece en este territorio definido por las relaciones especulares. Pero existe otro territorio que tiene que ver con esta línea que dibujamos aquí, que es la línea simbólica, la línea que va del Otro (A) hacia el sujeto que vamos a pensar como una línea que mediatiza la relación entre el yo y el otro, y por lo tanto viene a apaciguar, a pacificar, a legalizar incluso, estas relaciones de amor/ odio entre el yo y el otro (a). El ejemplo más simple en este contexto sería la dimensión del pleito, el pleito como la pelea que se puede dar entre dos hermanitos por la posesión de un juguete, la pelea que se puede dar entre dos hombres por la posesión de un bien, un pleito que en cierto terreno puede llevar al odio, a la agresividad y que la única manera de ser regulado es cuando desde otra dimensión hay algo que interviene Otro (A) que viene a interceder en ese pleito, a mediar, en el sentido que va a cortar por el medio esta tensión y a introducir elementos simbólicos que ordenan lo imaginario. Lo imaginario pues, si pudiéramos suponerlo así, no existe en el hombre porque estamos viendo la conjunción de elementos simbólicos en lo imaginario, pero si tratáramos de suponer la existencia de un imaginario puro, ese imaginario en el ser humano lo llevaría rápidamente a la destrucción. Esta mediación aparece como algo esencial. Lo que la teoría psicoanalítica propone es de qué modo se instala esta mediación, de qué modo se instala en el lugar del otro una ley que interviene y regula las relaciones imaginarias y cómo el psicoanálisis da a esa ley el nombre y la estructura de Complejo de Edipo. Vamos a ver entonces una lectura del complejo de Edipo que lo que intenta llevarnos a pensar es que el Edipo es no sólo la experiencia por la que el niño atraviesa en algún momento de su vida, sino sobre todo, y fundamentalmente, es la experiencia del orden simbólico que interviene reglando y mediando las relaciones imaginarias. 7
Compartir