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Trastorno por estrés postraumático ● Características diagnosticas La característica esencial del trastorno por estrés postraumático es la aparición de síntomas característicos que sigue a la exposición a un acontecimiento estresante y extremadamente traumático, y donde el individuo se ve envuelto en hechos que representan un peligro real para su vida o cualquier otra amenaza para su integridad física. Criterio A1: el individuo es testimonio de un acontecimiento donde se producen muertes, heridos, o existe una amenaza para la vida de otras personas; o bien el individuo conoce a través de un familiar o cualquier otra persona cercana acontecimientos que implican muertes inesperadas o violentas, daño serio o peligro de muerte o heridas graves. Criterio A2: La respuesta del sujeto a este acontecimiento debe incluir temor, desesperanza y horrores intensos (o en los niños, un comportamiento desestructurado o agitado). Criterio B: El cuadro sintomático característico secundario a la exposición al intenso trauma debe incluir la presencia de reexperimentación persistente del acontecimiento traumático. Criterio C: De evitación persistente de los estímulos asociados a él y embotamiento de la capacidad de respuesta del individuo. Criterio D: Y de síntomas persistentes de activación (arousal). Criterio E: El cuadro sintomático completo debe estar presente más de 1 mes. Criterio F: Y provoca un malestar clínicamente significativo o deterioro social, laboral o de otras áreas importantes de la actividad del individuo. Entre los acontecimientos traumáticos que pueden originar un trastorno por estrés postraumático se incluyen: - Los combates en el frente de guerra. - Ataques personales violentos (agresión sexual y física, atracos, robo de propiedades) - Ser secuestrado. - Ser tomado como rehén, torturas, encarcelamientos como prisionero de guerra o internamientos en campos de concentración. - Desastres naturales o provocados por el hombre. - Accidentes automovilísticos graves. - Diagnostico de enfermedades potencialmente mortales. En los niños, entre los acontecimientos traumáticos de carácter sexual pueden incluirse las experiencias sexuales inapropiadas para la edad aun en ausencia de violencia o daño reales. Entre los acontecimientos traumáticos que pueden provocar un trastorno por estrés postraumático se incluyen: - La observación de accidentes graves o muerte no natural de otras personas a causa de la guerra - Accidentes - Ataques violentos - Desastres - Ser testigo inesperado de muertes, amputaciones o fragmentación de cuerpo. Los acontecimientos traumáticos experimentados por los demás y que al ser transmitidos al individuo pueden producir en él un trastorno por estrés postraumático comprenden: - Actos terroristas. - Accidentes graves o heridas de enverga- dura vividos por un familiar o un amigo cercano. - La constancia de que el propio hijo padece una enfermedad muy grave. El trastorno puede llegar a ser especialmente grave o duradero cuando el agente estresante es obra de otros seres humanos (p. ej., torturas, violaciones). La probabilidad de presentar este trastorno puede verse aumentada cuanto más intenso o más cerca físicamente se encuentre el agente estresante. El acontecimiento traumático puede ser reexperimentado de varias maneras: Criterio B1: Normalmente, el individuo tiene recuerdos recurrentes e intrusos. Criterio B2: Pesadillas recurrentes en las que el acontecimiento vuelve a suceder. Criterio B3: En algunos casos, por otra parte, muy poco frecuentes, el individuo experimenta estados disociativos que pueden durar de pocos segundos a varias horas, o incluso días, durante los cuales se reviven aspectos del suceso y la persona se comporta como si en ese momento se encontrara en él. Criterio B4: Cuando el individuo se expone a estímulos desencadenantes que recuerdan o simbolizan un aspecto del acontecimiento traumático (p. ej., aniversarios del suceso, clima frío y nevado o guardias uniformados en los supervivientes de los campos de la muerte; clima cálido y húmedo en veteranos de la guerra del Sur del Pacífico; entrar en cualquier ascensor en una mujer que fue violada en uno de ellos), suele experimentar un malestar psicológico intenso. Criterio B5: Respuestas de tipo fisiológico. Los estímulos asociados al acontecimiento traumático acaban siendo persistentemente evita- dos. Criterio C1: El individuo suele hacer esfuerzos deliberados para evitar caer en pensamientos, sentimientos o mantener conversaciones sobre el suceso. Criterio C2: Y para eludir actividades, situaciones o personas que puedan hacer aflorar recuerdos sobre él. Criterio C3: En este comportamiento de evitación puede incluirse la amnesia total de un aspecto puntual del acontecimiento. La disminución de la reactividad al mundo exterior, denominada «embotamiento psíquico» o «anestesia emocional», suele aparecer poco después de que tenga lugar el acontecimiento traumático. Criterio C4: El individuo puede manifestar una acusada disminución del interés o participación en actividades que antes le resultaban gratificantes. Criterio C5: Una sensación de alejamiento o enajenación de los demás. Criterio C6: Una acusada disminución de la capacidad para sentir emociones (especialmente las que hacen referencia a la intimidad, ternura y sexualidad). Criterio C7: El individuo puede describir una sensación de futuro desolador (p. ej., no creer en la posibilidad de obtener un trabajo, casarse, formar una familia o, en definitiva, de llevar a cabo una vida normal). El sujeto con este trastorno padece constantemente síntomas de ansiedad o aumento de la activación (arousal) que no existían antes del trauma. Entre estos síntomas cabe citar: Criterio D1: Dificultad para conciliar o mantener el sueño, que puede deberse a pesadillas recurrentes donde se revive el acontecimiento traumático. Criterio D2: Algunos individuos manifiestan irritabilidad o ataques de ira. Criterio D3: Dificultades para concentrarse o ejecutar tareas. Criterio D4: Hipervigilancia. Criterio D5: Respuestas exageradas de sobresalto. ● Especificación Las siguientes especificaciones pueden utilizarse para concretar el inicio y la duración de los síntomas del trastorno por estrés postraumático: Agudo: Esta especificación debe emplearse cuando la duración de los síntomas es inferior a los 3 meses. Crónico: Esta especificación debe emplearse cuando la duración de los síntomas es igual o superior a los 3 meses. De inicio demorado: Esta especificación indica que entre el acontecimiento traumático y el inicio de los síntomas han pasado como mínimo 6 meses. ● Síntomas y trastornos asociados Características descriptivas y trastornos mentales asociados. Los individuos con trastorno por estrés postraumático pueden sentirse amargamente culpables por el hecho de haber sobrevivido cuando otros perdieron la vida. En otras ocasiones las actividades que simulan o simbolizan el trauma original interfieren acusadamente con sus relaciones interpersonales, lo que puede dar lugar a conflictos conyugales, divorcio o pérdida del empleo. Cuando el agente estresante es de carácter interpersonal (p. ej., abusos sexuales o físicos en niños, peleas familiares, secuestros, encarcelamientos comoprisionero de guerra o internamientos en campos de concentración, torturas), puede aparecer la siguiente constelación de síntomas: afectación del equilibrio afectivo; comportamiento impulsivo y autodestructivo; síntomas disociativos; molestias somáticas, etc. Hallazgos de la exploración física y enfermedades médicas asociadas. A consecuencia del acontecimiento traumático pueden aparecer enfermedades médicas. ● Síntomas dependientes de la cultura y de la edad Las personas que han emigrado recientemente de áreas con disturbios sociales y conflictos civiles importantes pueden presentar una mayor incidencia de trastorno por estrés postraumático. Estos individuos pueden mostrarse especialmente reacios a divulgar sus experiencias relativas a torturas y traumatismos debido a la vulnerabilidad de su status político como inmigrantes. En los niños mayores las pesadillas perturbadoras sobre el acontecimiento traumático pueden convertirse, al cabo de varias semanas, en pesadillas generalizadas, donde pueden aparecer monstruos, rescates espectaculares o amenazas sobre ellos mismos o sobre los demás. Los niños no suelen tener la sensación de revivir el pasado; de hecho, la reexperimentación del trauma puede reflejarse en juegos de carácter repetitivo (p. ej., un niño que se vio implicado en un grave accidente de tráfico lo recrea en sus juegos haciendo chocar sus coches de juguete). Puesto que para un niño puede ser difícil expresar la disminución del interés por las actividades importantes y el embotamiento de sus sentimientos y afectos, estos síntomas deben ser objeto de una cuidadosa valoración mediante el testimonio de los padres, profesores y otros observadores. En los niños la sensación de un futuro desolador puede traducirse en la creencia de que su vida no durará tanto como para llegar a adulto. También puede producirse la «elaboración de profecías», es decir, la creencia en una especial capacidad para pronosticar futuros acontecimientos desagradables. Los niños pueden presentar varios síntomas físicos como dolores de estómago y de cabeza. ● Curso El trastorno por estrés postraumático puede iniciarse a cualquier edad, incluso durante la infancia. Los síntomas suelen aparecer en los primeros 3 meses posteriores al trauma, si bien puede haber un lapso temporal de meses, o incluso años, antes de que el cuadro sintomático se ponga de manifiesto. Con frecuencia, la alteración reúne inicialmente los criterios diagnósticos del trastorno por estrés agudo. Los síntomas del trastorno y la predominancia relativa de la reexperimentación, comportamiento de evitación, y síntomas de activación (arousal) pueden variar ampliamente a lo largo del tiempo. La duración de los síntomas muestra considerables variaciones; la mitad de los casos suele recuperarse completamente en los primeros 3 meses; en otras ocasiones todavía pueden persistir algunos síntomas más allá de los 12 meses posteriores al acontecimiento traumático. La intensidad, duración y proximidad de la exposición al acontecimiento traumático constituyen los factores más importantes que determinan las probabilidades de presentar el trastorno. Este trastorno puede aparecer en individuos sin ningún factor predisponente, sobre todo cuando el acontecimiento es extremadamente traumático. ● Trastorno diferencial En el trastorno por estrés postraumático el factor estresante debe revestir suma gravedad (p. ej., un peligro para la vida). En cambio, en el trastorno adaptativo el factor estresante puede tener cualquier intensidad. Si el cuadro sintomático, pese a aparecer como respuesta a un factor estresante de carácter extremo, reúne los criterios de otro trastorno mental (p. ej., trastorno psicótico breve, trastorno de conversión, trastorno depresivo mayor), en vez de un trastorno por estrés postraumático, o además de él, debe diagnosticarse el otro trastorno mental. El trastorno por estrés agudo se diferencia del trastorno por estrés postraumático porque el cuadro sintomático del primero debe aparecer y resolverse en las primeras 4 semanas posteriores al acontecimiento traumático. Si los síntomas persisten más de 1 mes y reúnen los criterios de tras- torno por estrés postraumático, debe cambiarse el diagnóstico de trastorno por estrés agudo por el de trastorno por estrés postraumático. En el trastorno obsesivo-compulsivo hay pensamientos intrusos de carácter recurrente, si bien el individuo los reconoce como inapropiados y no se relacionan con la experiencia de un acontecimiento traumático. Los flashbacks típicos del trastorno por estrés postraumático deben distinguirse de las ilusiones, alucinaciones y otras alteraciones perceptivas que pueden aparecer en la esquizofrenia, otros trastornos psicóticos. Cuando están por medio compensaciones económicas, selecciones o determinaciones forenses, debe descartarse siempre la simulación. Salud mental de los niños en guerras atentados y desastres naturales Denominamos situaciones disruptivas a aquellos eventos que provienen del mundo externo e interrumpen la capacidad metabolizadora del niño o el adulto. Situaciones desestabilizadoras, abruptas y circunscriptas como guerras, atentados terroristas, desastres naturales, violaciones, etc. pueden ser potencialmente traumatogénicas. Optamos por el término "situación disruptiva" como alternativa a "situación traumática", ya que entendemos que no toda situación amenazante, conlleva un trauma psíquico. Las situaciones disruptivas producen daños en el psiquismo individual, al mismo tiempo que afectan al tejido social y sus representaciones en cada individuo, niños o adultos. La vulnerabilidad de la infancia, producto de un yo en su pleno desarrollo, acrecienta la interdependencia con el mundo adulto sostenedor, tanto en el marco familiar, como en las redes sociales. Freud plantea que el infante humano es incapaz de satisfacer sus necesidades físicas y psicológicas y requiere del auxilio ajeno externo. El agente maternante, a través de los cuidados primarios, va ligando la necesidad y la satisfacción, instaurando la vivencia de satisfacción y los investimientos libidinales. Piera Aulagnier (1977) plantea que el encuentro continuo con el medio físico y psíquico que rodea al infante, delimita tres espacios: el originario o producción pictográfica, el primario o puesta en escena que da lugar a la constitución de la fantasía y el secundario o representación ideica que da lugar a la puesta en sentido. En momentos de constitución, los estímulos externos, heterogéneos al aparato, tiene un alto potencial traumatogénico, debido a que la capacidad metabolizadora del infante está aún en desarrollo. Es por ello que los adultos cumplen una función mediatizadora con la realidad que el niño enfrenta. La función maternante, mediatizadora del adulto, posibilita la constitución de un Yo que tomará a su cargo la metabolización de lo originario a lo primario y luego a lo secundario, sosteniendo un continuo interjuego entre sensaciones propias y percepciones de estímulos provenientes del mundo externo.Si este proceso elaborativo mundo interno-mundo externo no puede ser llevado a cabo, se produce una violencia secundaria que obtura el proceso de metabolización. En casos de situaciones disruptivas, o sea cuando la violencia o la agresión se ejerceen forma abrupta y circunscripta, los niños pueden ser afectados en forma directa, por ejemplo en bombardeos o acciones terroristas, o indirectamente cuando los adultos que están a su cargo vivencian un evento disruptivo como catastrófico. La situación disruptiva se torna catastrófica, cuando el adulto no puede metabolizar lo acaecido, sufre una desubjetivización y cosificación, pudiendo perder su capacidad mediatizadora. Si esto ocurre, los niños vivencien lo externo como traumatogénico, aún sin haber asistido en forma directa al impacto del evento. La ruptura de contigüidad entre mundo interno y mundo externo acrecentará el dolor, efecto del desvalimiento, perpetuando vivencias inundadas por afecto, carentes de representación. La ruptura de la continuidad psíquica en tiempos de estructuración inscribirá marcas de difícil tramitación.Esto puede darse de dos modos: 1- Por eventos masivos inesperados y violentos como guerras o atentados, actos delictivos, desaparición o muerte abrupta de alguno de los progenitores. "Vivencia traumática". 2- Por situaciones cotidianas desestabilizantes y difusas como violencia física o psíquica en la familia, inestabilidad familiar como divorcios, actitudes abandónicas de los padres, migraciones y mudanzas reiteradas; enfermedad física o mental de alguno de los progenitores, problemas económicos , etc. "Vivenciar traumático". Los adultos deberían tomar a su cargo el resguardo del niño a una exposición excesiva a estos eventos, para aminorar los riegos tanto del vivenciar traumático, como de la vivencia traumática. En el caso que los adultos sostenedores se encuentren atrapados por esas mismas fuerzas disruptivas y presenten déficits en sus funciones mediatizadoras o de sostén, el riesgo se acrecienta. Cuando el evento se vivencia como una amenaza, el aparato psíquico pude reorganizarse de dos maneras: 1) desarrolla defensas psíquicas, producto de la angustia señal, produciéndose la vivencia de estrés. 2) emerge el desvalimiento y el vacío,- producto de la angustia automática, afecto sin representación que llevará a la vivencia traumática. Parámetros en la conformación de un Programa de Salud Mental. 1. La función de las instituciones públicas: Es importante que las instituciones públicas del país afectado tomen a su cargo los programas de atención, como un modo de asumir la responsabilidad frente a los civiles por las situaciones de violencia. De este modo tanto los afectados como los terapeutas cuentan con un sostén y un reconocimiento social, mas allá de las personas que ocupan determinadas funciones. 2. Reconocimiento Social: Es conveniente que los programas de Salud Mental sean diseñados previo al evento y tengan reconocimiento social. Su aplicación debe integrarse con organismos de la comunidad, colegios clubes y otros espacios que puedan transformarse en fuente de temores y peligro. 3- Espacios elaborativos: Si bien la asistencia psicoterapéutica en situaciones disruptivas no puede realizarse en los encuadres tradicionales, detectamos que para tramitar ansiedades, es importante crear espacios físicos elaborativos de la máxima privacidad posible. Los profesionales deben contar con espacios de elaboración propios, supervisados por profesionales especializados en esta tarea, para evitar la sobreidentificación con los damnificados y la angustia masiva que ciertas situaciones terribles pueden provocar. 4- La atención debe anticiparse a la aparición de síntomas: En un análisis tradicional se trabaja a partir de una demanda de los padres a través de un motivo de consulta. En situaciones disruptivas, se requiere una intervención profesional anticipatoria apuntando a una elaboración inmediata, con la esperanza de disminuir la acción amenazante del evento y evitar el encapsulamiento. Los terapeutas en estos casos a veces deben cumplir funciones relacionadas con la cotidianeidad afectada de los niños, ya sea por los efectos directos del evento en su hogar y en sus rutinas o por la afectación que sufren los padres o adultos a cargo. Es importante crear un espacio transicional, desde el cual recobrar la estabilidad funcional. En situaciones muy amenazantes suele aflorar una actitud sobreprotectora en los terapeutas, que podría dificultar el desprendimiento del niño y aumentar el riesgo de victimización. 5- Establecer los objetivos específicos de cada intervención. Un programa debe detectar las funciones mediatizadoras afectadas. Evaluar las características específicas de cada situación y proponer intervenciones acordes a cada caso. 6- Algunas funciones primordiales de la psicoterapia en el marco de estos programas: A) Transicionalidad del entorno terapéutico: El aislamiento del niño en un marco de sesiones terapéuticas desligado de su cultura y su entorno en los momentos agudos, es sumamente peligroso. La creación de un marco íntimo y específico dentro de situaciones de grandes tumultos semi-caóticos, ayuda al niño a enfrentar el evento. Sin embargo, en los casos que se indica un tratamiento individual para el niño, debe mantenerse una fluida comunicación con su medio social (escuela, familia) para poder seguir procesando lo acaecido. B) Trabajo de metabolización: En los casos que se resuelva encarar una terapia individual, el trabajo clínico debe apuntar a la transformación de lo no propio en propio. Lo disruptivo tiende a arrasar la identidad, es por ello que se debe favorecer la conservación de lo propio, para que el niño pueda contrarrestar la amenaza de ajenidad que el congelamiento o desvalimiento provoca. C) Capacidad de Playing: Las situaciones disruptivas pueden anular la capacidad de juego (playing) del niño, arrasando sus espacios creativos. Las intervenciones con niños tienen que priorizar la recuperación del juego espontáneo y creativo. El terapeuta debe detectar cuando el juego se toma estereotipado y repetitivo para abordar los núcleos de angustia coagulada, y liberarlos. Esas imágenes macabras invaden el aparato psíquico en un exceso de realidad, que puede alterar la producción de fantasías y la capacidad del playing y simbolización. D) La transformación del dolor en sufrimiento: La elaboración terapéutica debe tender a trasformar el dolor sin nombre en sufrimiento comunicable. Si el displacer perdura en su estado de dolor, sin representación psíquica, no podrá ser metabolizado.El sufrimiento es el displacer representado, o dolor subjetivizado que se toma comunicable. El abordaje terapéutico con niños que han sufrido la impronta de la violencia o la agresión, debe sostenerse en un vínculo mediatizador sustituto. El analista debe detectar los intentos de comunicación aun a nivel a-verbal, para que luego el niño pueda simbolizar lo vivenciado, tomar la vivencia en elaborable y transformar el dolor en sufrimiento. La inmadurez del aparato psíquico no siempre permite que este proceso pueda ser completamente llevado a cabo en la infancia. Si bien deben realizarse intervenciones inmediatas frente a eventos disruptivos, núcleos no elaborados persistirán en el aparato psíquico. Múltiples son los destinos de estos núcleos, elaborarse a posteriori, en un proceso constante de simbolización y significación. Pueden permanecer en su forma encapsulada y reactivarse en etapas críticas o frente a acontecimientos que evoquen amenaza. Otro destino podrá ser convertirse en núcleos constitutivos del aparato psíquico y devenir en las llamadas patologías del vacío. Benyakar (1997c). E) La instauración de la vivencia de sostén {holding}: La intervención terapéutica en estos casos debe abril un espacio donde el sostén sea vivenciado como alivio ante el displacer del desvanecimiento. Instalando al análisis como alternativavalorizada frente a futuras situaciones amenazantes. La meta esencial de un Programa de Salud Mental Infantil ante situaciones de violencia y agresión es preservar el derecho del niño a ser niño. Lo Disruptivo y lo Traumático Lo traumático” ha entrado en el lenguaje cotidiano, como un adjetivo que califica cualquier situación. Propongo a “Lo Traumático” como un abordaje integrativo de un procesamiento psíquico de desarticulación entre afecto y representación, que enfatiza las diferentes dimensiones y manifestaciones del trauma. “Lo Disruptivo”, por medio de este concepto pretendo dejar sentado en forma clara el lugar de “lo traumático” única y exclusivamente como un fenómeno psíquico, provocado por un impacto externo que causa una falla de la capacidad procesual. “Lo Disruptivo” cualifica la capacidad potencial de un fenómeno fáctico de desestabilizar los procesamientos psíquicos. Y como fenómeno fáctico relacional, nos permite remitirnos, analizar las cualidades y evaluar la dinámica de un accidente, una violación, una crisis, o cualquier tipo de relación movilizante para el psiquismo, desde su perspectiva fáctica. Defino “Vivencia Traumática” y “Vivenciar Traumático” como procesos psíquicos de desarticulación entre el afecto y la representación. Pretendo dejar en claro que “Lo Traumático” no es lo que sucedió, sino el modo en que cada psiquismo lo vivencia. De este modo, al hablar de trauma, nos estamos refiriendo a una modalidad de procesamiento psíquico que, paradójicamente, es la falta de capacidad de procesamiento, a lo que he llamado “La vivencia de no vivencia”. Entiendo que la experiencia, es la conjugación del evento fáctico (el accidente, la explosión de una bomba, etc.) con la vivencia concomitante, o sea el modo en que el psiquismo de la persona en cuestión ha podido articular el afecto emergente con la representación correspondiente. Las experiencias pueden ser terribles y pueden tener impactos disruptivos sumamente movilizantes o desorganizantes, pero por mayor que sea la magnitud del evento fáctico, no siempre esas experiencias se caracterizan por estar compuestas por vivencias traumáticas. Subrayo de este modo, que la experiencia es la conjugación de dos factores básicos: un componente fáctico disruptivo o no, y el procesamiento psíquico que puede ser traumático o no. En un proceso terapéutico, el paciente, al referirse al impacto de situaciones disruptivas, generalmente transmite detalles de lo acaecido, tratando de explicitar por medio de la palabra todo lo que él entiende que le ha sucedido. Nuestra función no es sólo escuchar lo sucedido, corriendo el peligro de quedar atrapados en la trama situacional, sino inferir acerca de la modalidad del procesamiento psíquico, que puede ser traumático o no. Es decir que lo que estaríamos tratando de dilucidar es si existe una adecuada articulación entre el afecto y la representación, o si estamos frente a la presencia de un proceso de desarticulación, como en el caso de la “Vivencia Traumática”. Esto no lo otorga el contenido del relato, sino que se lo infiere en la modalidad de procesamiento. La Vivencia Traumática no pertenece ni al orden de la represión, ni al orden del conflicto, sino que se trata de un proceso psíquico de desarticulación que se gesta por no haber podido introyectar el impacto disruptivo en forma activa. La “Interpretación vivencial” que está dirigida a abordar la capacidad específica de procesamiento de cada uno de los pacientes. De esta forma, se podría evitar, en este tipo de casos, la “interpretación causal”, intervención que, como analistas, estamos habituados a realizar en nuestra practica cotidiana. La “Interpretación Vivencial” engloba tres tipos de interpretaciones: una es la “interpretación figurativa”, la otra es la “interpretación relacional”, y la tercera es la “interpretación de sentido”. Decir que la vivencia es inefable no implica que sea inabordable. Del mismo modo que por medio de la asociación libre se encuentra el camino para la interpretación de los sueños, tratando de dilucidar los efectos de la represión, debemos encontrar una manera más específica de abordar lo traumático. La “Vivencia Traumática” se caracteriza por su desarticulación, por lo tanto la labor asociativa o el uso de la causalidad que otorgan las palabras, no posibilitarían su adecuado abordaje. Es por ello que entiendo que a través de la “Interpretación Vivencial” podremos tener un mejor acceso a “Lo Traumático”. Poner en práctica la “Interpretación Vivencial” demanda una concepción del aparato psíquico que diferencia tres tipos de afectos específicos: las sensaciones, que devienen puramente de lo corporal puesto que son senso-perceptivas; las emociones, que son afectos relacionales y que dan cuenta de la existencia de la otredad; y los sentimientos, que son afectos manifestados por la palabra y tienen dimensión de tiempo y espacio. “Lo Traumático”, a mi entender, se puede abordar más eficazmente desde la interpretación vivencial de las sensaciones. El desarrollo de la “Interpretación vivencial” en el abordaje clínico de lo traumático requiere de una adecuada reformulación de diferentes conceptos, encadenados entre sí, que permitirá mayor especificidad en nuestra labor profesional. He tratado de explicitar la relación entre los diferentes conceptos relacionados a lo traumático. Ellos son: Lo Disruptivo como fenómeno fáctico, con sus cualidades específicas; La Vivencia Traumática, como modalidad psíquica de desarticulación entre el afecto y la representación; y los Procesos figurativos, que bien los conocemos en la interpretación de los sueños como lenguaje posible para el abordaje de procesos muy originarios, y que en este caso serían abordados por la interpretación figurativa. “Interpretaciones Figurativas”, ya que las figuras son las creaciones más arcaicas de nuestro psiquismo, siendo ellas las representantes de las sensaciones como afecto. Por lo tanto, la “figurabilidad” servirá de base para el desarrollo de las palabras plenas, o palabras que dicen afectos. DEPRESIÓN Estado afectivo doloroso, displacentero, provocado a veces por una pérdida de objeto, frustración, fracaso, etcétera. En todas estas ocasiones el yo Prec está realizando el trabajo de duelo, en el que cualquier objeto que recuerde en algo al objeto perdido reactiva la añoranza de él. Se incrementan, entonces, las investiduras de añoranza, junto al hecho de que la realidad muestra la imposibilidad de satisfacción, produciéndose así el dolor psíquico. El yo hace una introversión de la libido durante todo el período. El yo podrá de esta manera, en forma paulatina, ir aceptando la realidad, tornándose ésta más soportable, lo que conseguirá en forma definitiva cuando la libido pase a investir a otro nuevo objeto y aparezca un nuevo deseo.Hasta aquí, la depresión normal como respuesta a pérdidas exteriores que, por decirlo así, la justifican. Distinta es la depresión endógena: no hay causas exteriores o las causas exteriores aparentemente no explican la magnitud o lo prolongado de la misma. Entonces se dice que la pérdida es inconsciente. La inconscientización consiste en una identificación del objeto en el yo. Es en realidad odio (recordemos que en las primeras etapas se confunde con el amor) al objeto, sin que el yo sé aperciba de ello, ya que aparece clínicamente como autorreproche. Pero en el tratamiento psicoanalítico el autorreproche se revela como un reproche al objeto, que está dentro del yo. El superyó, ni corto ni perezoso, aprovecha para sumarse a estos reproches y aplicarle severo castigo al yo por «todo lo que se merece» al no ser como el ideal. Se agrega por otro lado una mayor retracción libidinal, se rompe con el mundo exterior, lo que había comenzado con el inaceptableodio al objeto, desplazado al yo identificado con él. Esta descripción corresponde a la melancolía. En un lugar intermedio entre el duelo y la melancolía se ubicarían los cuadros depresivos neuróticos con su sentimiento de inferioridad, con el sentimiento de culpa inherente a la formación de su aparato psíquico, en el que el yo difícilmente pueda satisfacer a un superyó que le exige lo ideal. Entonces el sentimiento de culpa casi es constante y por lo tanto el estado depresivo es de base. Ante cada nuevo fracaso frente al ideal, el estado depresivo se agrava, así como mejora cuando los éxitos lo acercan a lo pretendido por aquel. Salvo en el duelo, en el que el dolor psíquico se produce por la imposibilidad de descarga de la libido objetal, en los otros tipos de depresiones el trastorno es un destino de la libido narcisista. En la melancolía conduce a una psicosis narcisista y en otras depresiones a trastornos del narcisismo o de la autoestima, producidos por no conformar el yo al superyó. En estos últimos no alcanzan para apartar al sujeto de la realidad, a retraer la libido de las representaciones Inc de los objetos, de los deseos de éstos. En cambio, esto sí sucede en la melancolía. DESINVESTIDURA (SUSTRACCIÓN DE LA INVESTIDURA) Forma de funcionamiento común a todos los mecanismos de defensa, por el cual se le retira energía psíquica (libido) a representaciones-palabra Prec en las neurosis; a representaciones-cosa Inc en las psicosis narcisista. La desinvestidura corresponde al segundo paso de la represión o defensa, o sea la represión propiamente dicha, complementaria de la represión primaria cuyo mecanismo único es la contrainvestidura. Esta última también actúa en la represión secundaria reforzándola y sosteniéndola. Cuando la energía corporal inviste una representación-cosa, se transforma en psíquica. Se la llama entonces «pulsión lnc». Si es sexual se la llama también «libido», principal representante de las pulsiones de vida. Si se desinviste la representación-palabra, la investidura, permaneciendo en la representación-cosa en estado de represión, genera el deseo Inc reprimido. En las psicosis narcisistas se retira la investidura de la representación-cosa Inc, lo que deja al aparato psíquico sin deseo Inc., sin pulsión de vida; con cantidad de excitación pura, sin poder ser ligada a una representación. Esto es liberación de pulsión de muerte. Las representaciones-palabra están investidas entonces, hacia un mundo objetal delirante, pero mundo al fin. DUELO Proceso doloroso normal que se produce ante la pérdida en la realidad de un objeto deseado, amado. Se caracteriza por el talante dolido, la pérdida del interés por el mundo exterior. Es un proceso de la libido objetal que no encuentra salida, pues el objeto no pertenece más a la realidad, lo que produce a su vez un aumento de la añoranza (perteneciente a la libido objetal) de él. Por lo tanto el duelo es un proceso más o menos prolongado que necesita el yo esencialmente para poder llegar a aceptar la pérdida definitiva en la realidad del objeto. Pero por lo general con el tiempo el dolor se va mitigando hasta casi desaparecer, dejando como conmemoración un rasgo en el yo que pertenecía al objeto, una identificación, una regresión a querer ser el objeto, ya que no se lo puede tener más. Hay, al mismo tiempo, una introversión libidinal, un retiro de la libido. A medida que la investidura se va desprendiendo de la representación del objeto perdido, va pasando a otro objeto que lo reemplace junto a un proceso de identificación en el yo con atributos del objeto perdido que facilita o posibilita la resignación del objeto. La pérdida de un ser amado puede desencadenar diferentes formas de duelos patológicos. Una forma grave es la desmentida psicótica de la pérdida del ser querido, alucinando su presencia. Otra puede ser a través de las diferentes formas de neurosis. El dolor psíquico del duelo es causado por una sobreinvestidura de la añoranza del objeto sumada a la imposibilidad de satisfacerla, lo que genera el desvalimiento característico del que está pasando por este proceso. Es como si, se pretendiera recuperar todos los momentos placenteros vividos con él, incluso los que se hubiera podido fantasear, esto de una manera ideal regida por el principio de placer. Cuando la investidura de añoranza se mitiga y el deseo objetal logra reemplazar al objeto perdido, el dolor psíquico disminuye. La melancolía no es necesariamente desencadenada por un proceso de duelo. Es más bien un problema de la libido narcisista entre el superyó-ideal del yo y el yo, que origina el sufrimiento del yo. En general es un objeto perteneciente a la historia de la sexualidad infantil, que se introdujo de contrabando, merced a la identificación. El talante de la melancolía en general es fenomenológicamente similar al del duelo, pero predomina en ella el autorreproche y no la añoranza del objeto. El autorreproche es un reproche inconsciente al objeto que, sin éste saberlo, está en el yo. ELECCIÓN DE OBJETO El reconocimiento por parte del niño de la importancia del objeto para la obtención de placer no es un proceso simple, lineal. A este primer estadio libidinal se lo llamará narcisismo, cuando el propio cuerpo unifique todas sus zonas erógenas y forme un yo. Reconocer un yo es reconocer un no-yo, un objeto, principal fuente del placer y de la calma de la tensión de necesidad. A este objeto se lo elige luego, apuntalándose en aquel objeto reconocido por las pulsiones de autoconservación.Éste es el primer nivel de elección de objeto o elección primaria de objeto. Como pronto llega el período del complejo de Edipo -con el reconocimiento de la diferencia de los sexos, angustia de castración y complejo de castración concomitantes-, esta primera elección de objeto se torna incestuosa. Sucumbe entonces a la represión o subsiste pero inhibida en su meta, como ternura. En la adolescencia al reforzarse el empuje pulsional se volverá a elegir objeto, una elección ya secundaria que llevará las marcas de aquella primaria reprimida, inconsciente. El otro tipo de elección de objeto que ya mencionamos es el que proviene del narcisismo. Se elige entonces en el objeto atributos del yo, o del ideal del yo; tal es la elección de objeto narcisista. MELANCOLÍA Afección narcisista por excelencia. La sintomatología es similar a la del duelo; una gran desazón, pérdida de interés por el mundo exterior, incapacidad de amar, inhibición generalizada en la acción. A la que se agrega una gran disminución de la autoestima, la aparición de autorreproches y autodenigraciones, hasta una delirante expectativa de castigo que puede conducir al suicidio, que no forman parte del proceso normal de duelo. En la melancolía no es necesaria como en el duelo la pérdida de un ser querido, aunque en ocasiones es desencadenada por este tipo de situaciones. Lo esencial de la melancolía es la rebaja de la autoestima, la pérdida en ese sentido se ha producido en el yo, en su valor para el propio sujeto. Hay otras características llamativas, como es la falta de vergüenza del autorreproche en presencia de otros, ha perdido el respeto por su yo. En el mecanismo de la melancolía hay un retiro de la investidura de las representaciones inconscientes del objeto y un traspaso de la misma a las representaciones del yo. Previamente hubo una regresión a la etapa de amor al objeto en que éste era considerado yo (yo-placer) en la medida en que se lo amaba, o sea una identificación, merced a esta identificación en el yo Inc. consigue disfraz el amor (regresado a odio) al objeto, «cuya sombra había recaído sobre el yo». Este yo Inc. entonces, es el objeto, lo que es desconocidopara el yo Prec del melancólico. Con el objeto que está dentro de su yo el paciente tiene, gracias a la identificación, una relación regresiva en la que no se distingue el odio del amor, que es aprovechada por el superyó para descargar toda su pulsión de muerte sobre el yo. Esto se ve clínicamente como autorreproche. En su sadismo hacia el yo identificado con el objeto, el superyó puede llegar a ser «puro cultivo de pulsión de muerte», y arrasar con las pulsiones de autoconservación. La identificación melancólica es secundaria y narcisista, pues se genera después de reconocidos los objetos como tales y pasa a constituir el yo. Suicidio OMS: “Acto con resultado letal, deliberadamente iniciado y realizado por el sujeto, sabiendo o esperando su resultado letal y a través del cual pretende obtener los cambios deseados” • Parasuicidio: “Acto sin resultado fatal, mediante el cual, sin ayuda de otros, una persona se autolesiona o ingiere sustancias, con la finalidad de conseguir cambios, a través de las consecuencias actuales o esperadas sobre su estado físico.” • Acto constituido por la tendencia autodestructiva más extrema. Intencionalidad autolesiva (Suicidio frustrado-conducta autolesiva-amenaza de suicidio). • Síntoma más grave de los cuadros depresivos y melancólicos caracterizados: por un pronunciado colapso del yo, con disminución de la autoestima y autorreproches. Núcleo central del Acto Suicida: • Culpa persecutoria • Proyección de la culpa insoportable sobre los objetos. • Triunfo maníaco sobre ellos. Psicodinamismos en la Depresión • Fijación Pre-genital: Oral-Anal • Oral – Dependencia-Incorporación oral del objeto, Impulsos oral canibalísticos (Persona, objeto, droga, “hobby”) • Anal: Etapa sádico anal- no intenta retener al objeto (neurosis obsesiva) sino incorporarlo, aunque deba ser destruido (subtipo más antiguo de la etapa sádico anal- La regresión se acentúa hasta llegar a la oralidad y narcisismo) • Autoestima: regulada (modo arcaico) por los suministros narcisísticos externos. Conductas propiciatorias y de sumisión. • Conflicto: Amor – Odio • Culpa depresiva-culpa persecutoria (Depresión neurótica – Depresión psicótica) • Sentimiento de inferioridad por percepción del empobrecimiento yoico debido a conflictos neuróticos inconscientes. • Elección narcisística de objeto. • Ambivalencia con los objetos y consigo mismo. Relaciones mezcladas con rasgos de identificaciones. • Cambios de objeto por insatisfacción. • Oscilación entre satisfacción-insatisfacción. En la Depresión • Reorientación de la hostilidad. • El yo trata al superyó como antes lo hizo con el objeto. • El superyó se vuelve contra el yo, como el yo en su lucha con el objeto. • Fantasías de muerte y Acto suicida. La actitud del niño y del adolescente frente a la muerte es muy diferente a la del adulto y el anciano. Ella es, ante todo, una cosa negativa, una separación de aquello que se ama. Por lo tanto, el suicidio provoca más víctimas entre los adolescentes que la poliomielitis y la tuberculosis juntas. En la mayoría de los adolescentes que atentan contra sus días dominan las siguientes motivaciones: Temor a un castigo, pérdida de autoestima, venganza del medio sea por un padre o maestro. Los niños completamente abandonados buscan en el suicidio una vida nueva. La nostalgia de un hogar los arroja a la muerte. Depresión en la infancia DEPRESIÓN ANACLÍTICA • Término creado por el psicoanalista René Spitz en 1945 para designar un síndrome depresivo sobrevenido en el curso del primer año de vida del niño, consecutivo al alejamiento brutal y más o menos prolongado de la madre (hasta un máximo tres meses) tras haber tenido el niño una relación normal con ella. • Pérdida de la expresión mímica (de la sonrisa) mutismo, anorexia, insomnio, pérdida de peso y retardo psicomotor global. Sin embargo, la depresión anaclitica es reversible: si la ausencia de la madre no es muy prolongada, al reestablecerse el vínculo, la depresión cesa muy rápidamente. SISTEMA DEL PÁNICO • La separación de un objeto amado-cuidador activa este sistema. MOTIVO DE CONSULTA La consulta inicial en niños (menos en adolescentes) viene motivada por conductas que “molestan” a los padres: • irritabilidad, oposicionismo, negativismo. • Rechazo a ir a la escuela • frecuentes explosiones de cólera • quejas de cefaleas, abdominalgias, etc. • Hiperactividad, impulsividad, agresividad. CAMBIOS A VALORAR El cambio depresivo propiamente dicho supone cambios prolongados; dos semanas como mínimo para diagnosticar una depresión mayor. EVOLUCIÓN Y PRONÓSTICO - El inicio temprano de la depresión suele presagiar una forma severa y un pronóstico oscuro a largo plazo - En infancia y adolescencia, la duración media de un episodio depresivo es de 9 meses y la recuperación entre 7 y 9 meses. - Tras un año se recupera un 60% y tras 18 meses, el 90 %. - El 70 % de niños y adolescentes que han presentado una depresión presentan un nuevo episodio dentro de los 5 años subsiguientes. CAUSALIDAD - Multifactorial - Factores genéticos - Factores biológicos: cambios hormonales del adolescente, menarquia más precoz (13 años) que hace un siglo (16 años) - Entorno conflictivo (psicopatología familiar, alcoholismo, madre depresiva, abandono afectivo...) - Con causas médicas Tipos de Autismo • Autismo Primario Normal (APN) • Autismo Primario Anormal (APA) • Autismo Secundario Encapsulado (ASC) • Autismo Secundario Regresivo (ASR) Autismo Rasgos distintivos Autismo Normal (APN) 1) Primer estado normal - No se diferencian los objetos externos. 2) Etapas: desarrollo normal. 3) De la utilización de objetos autísticos a la utilización de experiencias transicionales. 4) Del autismo a las relaciones recíprocas. - Conciencia del mundo exterior prácticamente inexistente - Débil capacidad de discriminacion - Débil capacidad de diferenciación Autismo Primario Anormal Prolongación del APN 1) El niño queda en el autismo primario. Causas: Cuidados mal adaptados o mal usos de estos por: • Deficiencias sensoriales o cognitivas. • Constitución afectiva frágil. 2) Estado caracterizado por: • Diferenciación muy débil a nivel afectivo. • Vaga conciencia de la separación corporal, de la imagen del cuerpo, de la identidad y de la vida personal. 3) Uso de dedos y puños como objetos autísticos. 4) Clínicamente se observa dificultad en la separación de la madre. 5) El cuerpo del niño aparenta blando y débil. 6) Distinción parcelar entre objetos animados e inanimados. 7) “Islotes de pensamiento”. 8) Frecuentemente no hablan o tienen un lenguaje simple “tonto” 9) Madre y niño no se diferencian uno del otro; salvo en ciertos dominios aislados y parcelares. Autismo Secundario Encapsulado (ASC) Detención Precoz del Desarrollo Estos niños dependen de rutinas establecidas; envolturas protectoras que aseguran la supervivencia psíquica. 1) Tentativas del niño autista de preservar el no-cambio → origen de defensas neuróticas obsesivas y desarrollo de rituales inmutables. 2) Se intensifica la ilusión de una envoltura desbordante que deviene caparazón. Caparazón tiene por objetivo: a) Prohibir el acceso al “No-Yo” aterrorizador. b) Recubrir la depresión en “trou” c) Asegurar la cohesión de una personalidad integrada muy pronto. 3) Clínicamente el niño se separa de la madre sin mirar hacia atrás. 4) El cuerpo del niño parece tieso e insensible. Huye del contacto físico. 5) Parecen no diferenciar entre las personas y las cosas. 6) Dan la impresión de estar vacíos. 7) Inhibición del pensamiento. 8) Niños frecuentemente mudos, con ecolalia o lenguaje personal que parece tener estructura y sintaxis. 9) Evitan generalmente mirar a los ojos. 10) Parecen sordos o ciegos. 11) Encogidos sobre sí mismos. Desconexión de la atención para preservar la integridad de la personalidad mal estructurada. 12) Para el niño la madre parece estarcerrada. Puede deberse a: • Retiro del niño asustado lejos de la madre. • Madre reservada o replegada sobre ella misma. • Ausencia física o mental de la madre, comportamiento no es de persona viva y sensible. • Combinación de factores. Autismo Secundario Regresivo – ASR Regresión del desarrollo 1) Protección contra el terror del “No-Yo, desconocido, extraño”. 2) Intensificación de la identificación proyectiva → desparramo (ilusorio) de partes del propio cuerpo en objetos exteriores con la finalidad de: a) Disminuir el choque de la separación física. b) Atenuar la depresión – vacío “Trou” c) Sentir que los pedazos del cuerpo se juntan en alguna parte Resulta de esto: • Se traba la recepción de los cuidados nutricios y de los estímulos, a causa de la dispersión de las partes del cuerpo. • El Yo y el objeto son fragmentados. • La regresión y el deterioro son resultados inevitables. 3) En la situación clínica el niño se “engrampa” a la madre o bien lleva con él los objetos transicionales. 4) El niño puede haber crecido muy rápido o ser desgarbado, delgado, debilitado. 5) Diferenciación confusa entre las personas y las cosas. 6) Diferenciaciones confusas. Las buenas y las malas cosas se confunden. 7) Estos niños causan una curiosa impresión. 8) Pensamiento confuso. 9) Lenguaje confuso, cortado, pobre conversación desprovista de sentido. 10) Ojos no centrados. Dirigen su mirada a través de la gente, más que a sus ojos. 11) Para el niño la madre parece ser muy abierta. Esto puede provenir de: a) la naturaleza invasiva del niño (por voracidad y envidia muy fuertes) b) Una madre incoherente; c) Una madre muy seductora y complaciente; d) Una madre que no constituye una imagen continua; e) Combinación de los factores nombrados Estos niños han tenido un cierto grado de integración, luego esta integración se “disloca” y la personalidad parece quebrarse en dos partes: ASR (1) Sin formación de caparazón. ASR (2) Si no hubo cura la personalidad se desmorona y se desintegra. Las patologías narcicistas El narcisismo es una etapa de la historia libidinal, de la constitución del yo y las relaciones con los objetos. Es un compuesto que integra diversas tendencias: la de hacer converger sobre sí las satisfacciones sin tener en cuenta las exigencias de la realidad, la de la búsqueda de autonomía y autosuficiencia con respecto a los otros, el intento activo de dominar y negar la alteridad, el predominio de lo fantasmático sobre la realidad. Un examen de la bibliografía nos indica que el término "narcisismo" posee varios sentidos: por un lado, la indiscriminación entre el yo y el otro; por otro lado, la regulación del sentimiento de estima de sí, así como el interés exacerbado por la representación del yo. En el narcisismo patológico, el interés exclusivo por uno mismo y la desesperada búsqueda defensiva del mantenimiento y la promoción del sí-mismo son flagrantes, mientras que en el narcisismo trófico ese interés exclusivo esta integrado con otras metas y actividades. El tipo de actividades propias del narcisismo trófico (ambiciones, ideales, compromiso con los objetos) no están motivadas fundamentalmente por la necesidad de mantener y promover la identidad y autoestima sino que éstas son productos colaterales de tales actividades. Dada cierta cohesión del yo y de la autoestima, el sujeto es libre de orientar cada vez más su vida no por motivos narcisistas, sino por la realización transaccional del deseo. El narcisismo patológico no consiste en un exceso de amor propio, sino más bien en su falta crónica y, por ello, el narcisista realiza esfuerzos insaciables por sustituir el amor propio por la admiración externa. El déficit narcisista produce un yo amenazado por la desintegración y por una sensación de vacío interior. El "sentimiento de estima de sí" es un compuesto formado por tres elementos. Uno que tiene que ver con la historia dé narcización del yo. Otro, con los logros que el yo cumple de acuerdo con el ideal. Por último, otro que tiene que ver con los vínculos objetales. Según Freud, los vínculos son más significativos para las mujeres y los logros para los varones. Introducción del narcisismo fue publicado en 1914. En la Viena de entonces era clínicamente cierto que la mujer dependía del hombre en su autoestima y hasta en su identidad. Le estaba prohibida cualquier actividad que la alejara de un ideal de "buena esposa y madre". "Donde la satisfacción narcisista tropieza con impedimentos reales", la elección de objeto cumple funciones narcisistas. Mediante la elección narcisista, la mujer se "resarce de la atrofia que la sociedad le impone en materia de elección del objeto". "Se casará con un príncipe como tardía recompensa para la madre", era el anhelo narcisista para con la hija, mientras que "será un gran hombre y un héroe en lugar del padre", lo era para el varón. Esto ha cambiado, pero ¿cuánto? El yo se construye y junto con el yo se construye el objeto como otro. Aceptar la alteridad, ese otro del cual puedo depender, al cual puedo necesitar es un proceso de duelo que no se realiza sin secuelas. Uno puede sentir que entregarse al otro le genera desamparo o un sufrimiento enorme, que predominan las angustias de separación y de intrusión. Y puede sentir, a la inversa, que no tolera mucha distancia con el otro, lo cual es otra forma de no aceptar la alteridad. En la clínica vemos pacientes con poco compromiso afectivo, que cuando traspasan cierto umbral se desorganizan. Es problemática narcisista porque lo que está en juego es la fantasía de autosuficiencia y porque no hay reconocimiento del otro como otro. Al yo le pasa de todo El yo no existe al comienzo sino que deviene, va deviniendo. El bebé necesita que la madre sea capaz de decodificar lo que él “oscuramente” transmite y de comprender que él necesita estimu- lación y quietud, quietud y estimulación. El niño, para controlar los estímulos, crea representa- ciones simbólicas que organizan la pura excitación. Mientras tanto, la madre cumple esa función, provisionalmente, función que paulatinamente deberá deponer. Si su angustia le impide cumplir- la, habrá fragilidad en la organización psíquica del niño. Si se apura, si no gradúa los plazos, se instala la omnipotencia simbiótica, mientras que aplazamientos demasiado largos dan pie a la desesperación. La madre capta los movimientos psíquicos de su niño por sus expresiones visibles. Sin ella el niño no sabe de ellos, así como ignora la existencia de un espacio por fuera de él. Espacios y afectos que serán perceptibles para el bebé a partir de las respuestas que la madre propone. El bebé ex- presa su sentir en el cuerpo. La madre lo decodifica, lo interpreta, traduce esos signos visibles del cuerpo y, desde su subjetividad, les presta palabras y afectos. El narcisismo es trófico cuando la quisquillosidad por la identidad y la autoestima deja lugar para “amar y trabajar”. Es patológico cuando el amor por sí mismo es reemplazado por el dolor por sí mismo. Ni se tiene el derecho de estar, de existir. Los otros no pudieron construir los objetos transicionales. Ese lugar, que debió ser regado por el lenguaje, la simbolización, la creatividad, se volvió árido de tanta somatización, actuación o depresión. Cuatro modelos: - patologías del sentimiento de sí (cuadros borderline, paranoia y esquizofrenia) - patologías del sentimiento de estima de sí (depresiones) - patologías de la indiscriminación objeto fantaseado–pensado con el objeto actual (elecciones nar- cisistas, diversas funciones del objeto en la economía narcisista). Vivir hablando con uno mismo sin aceptar lo distinto. La no discriminación entre objeto fantaseado y real implica una alteridad no reconocida. - patologías del desinvestimiento narcisista. Corresponde a la no constitución de ciertas funciones yoicas o su pérdida por exceso desufrimiento. Lo evidencia, en la clínica, toda patología narcisis- ta que presente estados de vacío del yo. Las cuatro problemáticas tienen que ver con el yo: integridad, valoración, aceptación de la alteri- dad, dificultades en las funciones yoicas. Y remiten a conflictos distintos. El sentimiento de sí requiere el intercambio continuo con los otros. Supone un compromiso entre aquello que permanece y aquello que cambia, entre un núcleo de identificaciones y de represen- taciones y las recomposiciones que exigen los encuentros, que implican una nueva distribución entre los soportes narcisistas y los soportes objetales, la elección de nuevos objetos, el duelo por otros. A estos movimientos se les oponen resistencias diversas: entre las instancias psíquicas, entre el sujeto y los otros significativos, así como entre Eros y pulsión de muerte. El fronterizo lucha por conservar una precaria identidad. La frontera entre interno y externo debe ser reafirmada ante la incertidumbre. La indiferenciación sujeto-objeto se debe a un desdibuja- miento de los límites del yo. Admitamos esta polaridad. En ella se sitúa una multiplicidad de me- canismos de defensa. La fragilidad de la represión genera una notable porosidad entre instancias. La amenaza de separación evoca intensos temores de abandono. Para minimizarlos y para prevenir la separación, con frecuencia se producen violentas acusaciones de malos tratos y crueldad, así como rabiosos comportamientos autodestructivos. Estos comportamientos suelen suscitar en los demás una respuesta protectora de culpabilidad o de temor. Ante la ausencia de una relación protectora o de sostén, se manifiestan experiencias disociativas o actos impulsivos desesperados (incluyendo el abuso de sustancias y la promiscuidad). El psiquismo es un sistema, no una maquinaria. Y un sistema complejo, abierto, con comple- jas estrategias activas y complejas estrategias defensivas. Respetando la convención, seguiré empleando la expresión “mecanismos de defensa”, aunque de algún modo favorece la siempre presente tentación mecanicista. Los mecanismos de defensa difieren según el conflicto predo- minante. Debemos reconocer en ellos dinámica y fuerza. El entramado de la fuerza es la instan- cia amenazada. Su agente, aquello que la ejerce. Su finalidad, evitar toda perturbación que se traduzca en displacer. Sus motivos, aquello que anuncia la amenaza y desencadena el proceso defensivo (angustias: real, neurótica y ante la pérdida de amor del superyó). Patologías del desvalimiento El papel decisivo del ambiente precoz aparecen como constantes en las patologías del desvali- miento. Si el narcisismo ocupa el primer plano de la escena, lo hace menos como amor que como dolor de sí mismo. El vacío del yo es más consistente que sus logros. En su ausencia, los objetos no pudieron construir los objetos transicionales, que son y no son el pecho. Su lugar, que debió ser ocupado por el lenguaje, la simbolización, la creatividad, se verá invadido por las somatizaciones, las actuaciones o por la depresión vacía. Predominó en los objetos primordiales la indiferencia o el displacer hacia el bebé. Las fallas de recursos del yo remiten a fallas del objeto. En las patologías del desvalimiento enfrentamos no solo conflictos intersistémicos sino fallas en la organización psíquica, que prolongan la vivencia de desamparo, indefensión. Sufrimientos, angustias y defensas diferentes a las neurosis “clásicas”. El desamparo: indica el estado del lactante del que depende de otra persona para realizar la acción específica. El “auxilio ajeno” neutraliza la prematuración y desamparo, que incrementa peligros del mundo exterior y del interior e incrementa el valor del otro. La prematuración genera la necesidad de ser protegido y amado que nunca abandonará. Es la tarea erotizante del otro que transforma la energía libre en la ligada. El bebé necesita no solo calorías sino internalizar esa fuente de todo placer (el pecho). No solo los productos sino el medio de producción, internalización de aspectos contenedores, protecto- res, identificantes, erotizantes, narcisizantes del pecho lo expondrán menos a la angustia traumática, al desvalimiento. Todo ello permite el pasaje de la situación traumática a la angustia señal. Patologías del desvalimiento: Padecen de defectos estructurales y/o ocasionales. Estructurales: prevaleció un fracaso en la historia libidinal e identificatoria. Ocasionales, por duelos, traumas actuales, enfermedades orgánicas, que sacuden momentáneamente el psiquismo. El yo deviene. La madre es un escudo protector contra estímulos externos e internos y también del estímulo externo que es ella. Para la génesis de los recursos no basta la maduración, se requiere una tarea de ligadura al cuidar y propiciar la identificación. Suministra Eros (ligadura) ante cantidades arrasantes (del cuerpo o del afuera). La madre se ocupa de la autoconservación de su bebé pero “sembrándole” sexualidad que puede ser reprimida, sublimada pero sobre todo esa “exigencia de trabajo” proveniente de un cuerpo erógeno y erogeneizado es el motor del progreso psíquico. La angustia de desintegración proviene del desamparo psíquico: es una perturbación económica, la amenaza por irrupción de cantidades. Toda cantidad es relativa al yo (pulsional y exterior) (Freud, 1937). Desamparo y pulsión, déficit y conflicto no constituyen alternativas incompatibles sino articu- lables. El yo transforma el deseo en investimiento yoico. Complejizando su organización disminuye su dependencia. El narcisismo secundario transforma el investimiento de objeto en identificación. El objeto provee un sistema exógeno de regulación que compensa el desvalimiento. En las patologías del desvalimiento le otorgamos especial importancia a los primeros años de vida sin por ello presuponer un determinismo fatalista. Los padres como portavoces de una historia, de una cultura (no solo de un inconsciente sino de un sistema de ideales). El desvalimiento es neutralizado por capacidad materna para contener, responder y producir un conjunto de enunciados identificantes así como atender a los cuidados físicos en un encuentro (violencia de interpretación). El sonido de la voz de la madre precede a sus palabras. Su modo de amamantarlo, mecerlo, acariciarlo, y en general, de cuidarlo, constituyen las más tempranas huellas de experiencia erógena. En el desvalimiento: la realidad exterior suple una historia identificatoria que condujo al vacío del espacio interno. Prevalece un yo frágil, “avasallado” por las otras instancias. Labilidad del yo y angustia masiva. Polimorfismo sintomático e inconsistencia de las relaciones de objeto. Indicadores clínicos: la incidencia de los procesos primarios en el pensamiento así como el despliegue de mecanismos de defensa primitivos (escisión, idealización primitiva, identifica- ción proyectiva, desmentida y omnipotencia). Las defensas en dos niveles, 1) predomina la represión y la angustia de castración; 2) la escisión y la proyección. Defensas por expulsión en el acto y su repetición (adicciones), en el cuerpo (hipocondría y somatizaciones) y en el otro (identificaciones proyectivas). ¿De que se trata? Tópicamente : del desfallecimiento del yo. Di- námicamente : del fracaso de la represión a favor de los mecanismos de negación y de escisión. Económicamente, de la debilidad del trabajo de elaboración y de simbolización y del riesgo de desbordamiento traumático. VIOLENCIA UNICEF Entiende a las víctimas del maltrato infantil como aquel segmento de la población conformado por niños, niñas y jóvenes hasta los 18 años que sufren, ocasional o habitualmente, actos de violencia física, sexual o emocional, sea en el grupofamiliar o en las Instituciones sociales. El maltrato puede ser ejecutado por omisión, supresión o transgresión de los derechos individuales y colectivos e incluye el abandono completo o parcial. ➢ Forma de ejercicio del poder mediante el empleo de la fuerza. A través de ella se intenta doblegar la voluntad del otro, anularlo, forzarlo. Se lo anula; en tanto otro. ➢ Para que sea posible, debe existir un desequilibrio de poder definido culturalmente o por el contexto o producido por maniobras interpersonales de control de la relación. ➢ Debe entenderse por daño cualquier tipo y grado de menoscabo para la integridad del otro. Las Cicatrices del Dolor • Un rasgo que caracteriza la conducta de los niños victimas de maltrato es la ira y agresion frente al malestar de otros, como si existiera una decodificacion equivocada del dolor ajeno, y ello perpetua la violencia, deprivada de conciencia y de juicio etico. Agresividad Tendencia o conjunto de tendencias que se actualizan en conductas reales o fantasmáticas, dirigidas a dañar a otro, a destruirlo, a contrariarlo, a humillarlo, etc. La agresión puede adoptar modalidades distintas de la acción motriz violenta y destructiva; no hay conducta tanto negativa (negación de ayuda, p. ej.) como positiva, tanto simbólica (p. ej. Ironía) como efectivamente realizada, que no pueda funcionar como agresión. “Agresividad” es un constructo teórico en el que cabe distinguir tres dimensiones: • Una dimensión conductual – en el sentido de conducta manifiesta – la que llamamos agresión. • Una dimensión fisiológica – en el sentido de concomitantes viscerales y autonómicos – que forma parte de estados afectivos. • Una dimensión vivencial o subjetiva que califica la experiencia del sujeto a la que llamaremos hostilidad. Es la conducta mediante la cual la potencialidad agresiva se pone en acto. ➢ Comunica un significado agresivo. ➢ Tiene un origen (agresor) y un destino (agredido). ➢ Adopta diversas formas: Motoras, verbales, gestuales, posturales, etc. ➢ Existe siempre una direccionalidad: Autoagresión – Heteroagresión. ➢ La intencionalidad es ocasionar un daño. Violencia Tipos de Daño / Abuso ➢ Físico / Emocional. ➢ Emocional. ➢ Emocional / Físico. ➢ Económico / Emocional. ➢ Emocional / Social / Económico. Criterios para el Diagnóstico de F63.8 Trastorno Explosivo Intermitente [312.34] ➢ Varios episodios aislados de dificultad para controlar los impulsos agresivos, que dan lugar a violencia o destrucción de la propiedad. ➢ El grado de agresividad durante los episodios es desproporcionado con respecto a la intensidad de cualquier estresante psicosocial precipitante. ➢ Los episodios agresivos no se explican mejor por la presencia de otro trastorno mental (p. ej. Trastorno Antisocial de la personalidad, Trastorno Límite de la Personalidad, Trastorno Psicótico, Episodio Maníaco, Trastorno Disocial o Trastorno por Déficit de Atención con hiperactividad) y no son debidos a los efectos fisiológicos directos de una sustancia (p. ej. Drogas, medicamentos) o a una enfermedad médica (p. ej. Traumatismo craneal, enfermedad de Alzheimer). Abuso y Negligencia – Abuso Físico del Niño: Esta categoría debe usarse cuando el objeto de atención clínica es el abuso físico de un niño. – Abuso Sexual del Niño: Esta categoría debe usarse cuando el objeto de atención clínica es el abuso sexual de un niño. – Negligencia en la Infancia: Esta categoría debe usarse cuando el objeto de atención clínica es el descuido de un niño. Dolto – castracion umbilical La cicatriz umbilical y la perdida de la placenta pueden considerarse en función del destino humano anterior, como una prefiguración de todas las pruebas que más adelante serán denominadas castraciones (añadiéndoles el adjetivo oral, anal, uretral, genital). Esta primera separación recibirá el nombre de castración umbilical. Es concomitante al nacimiento y debe considerársela fundadora, con las modalidades de alegría o de angustia manifestadas al nacimiento del niño en su relación con el deseo de los otros. Las modalidades del nacimiento, esta primera castración mutante, servirán de matriz a las modalidades de las castraciones ulteriores. A la par que su respiración y su propio grito, que el bebe oye, la entrada en juego del olfato (el olor materno) es inconscientemente el impacto primero, sobre el recién nacido, de una localización particular de su relación con su madre. La audición prenatal amortiguada desaparece, para dar paso a la audición intensificada de las voces ya conocidas: las del padre, la madre y parientes. Esta pérdida de percepciones conocidas y este surgir de percepciones nuevas constituyen lo que se ha dado en llamar el “trauma” de nacimiento, que es una mutación inicial de nuestra vida y que sella con un estilo de angustia más o menos memorizado, para cada feto que arriba a la vida aérea, su primera sensación liminar de asfixia. Así, modificaciones cataclismicas marcan nuestro nacimiento, nuestra primera partición mutante, por la cual dejamos una parte importante de lo que constituía in útero nuestro propio organismo, envolturas amnióticas, placenta, cordón umbilical; parte gracias a la cual hemos podido ser viables para un espacio diferente que, al acogernos, nos imposibilita para siempre el retorno al espacio precedente, al modo de vivir y de gozar que en el habíamos conocido. En lugar de la placentaria que alimentaba pasivamente la vida simbiótica del feto en el organismo materno, la vida carnal se incorpora al aire, nuevo elemento común a todas las criaturas terrestres. Con el fuelle pulmonar aparece la modificación del ritmo pulsátil cardiaco, que ahora no es pendular sino obediente a un ritmo, como lo era en la vida fetal el corazón de ritmo ondulatorio de la madre. El niño recién nacido ha perdido, al nacer, la audición de su propio ritmo cardiaco tal como él lo conocía. Aparece la sensación de la masa del cuerpo, y de las modalidades de manipulación de la que es objeto por las manos que la recogen; y el plano del cuerpo de la madre sobre el cual el niño reposa. Así, el niño bruscamente descubre percepciones de las que hasta entonces no tenía noción: luz, olores, sensaciones táctiles, de presión y de peso, y los sonidos fuertes y nítidos que hasta ahora solo había percibido sordamente. El elemento auditivo más destacado será, por su repetición, el de su nombre, significante de su ser en el mundo para sus padres. Significante de su sexo porque esto es lo primero que se oye: “es un varón”, “es una niña”. Este nombre y esta calificación de su sexo son lanzados por voces animadas por la alegría o por la reticencia, expresando la satisfacción o no del entorno, y cada día descubrimos hasta qué punto los lactantes conservan estas primeras significaciones de alegría narcisizante. Es el lenguaje el que simboliza la castración del nacimiento que llamamos castración umbilical; este lenguaje golpeara el oído del bebe como el efecto de su ser en el impacto emocional de sus padres. Las silabas, primeras que nos han significado son para cada uno de nosotros el mensaje auditivo símbolo de nuestro nacimiento, sinónimo del presente en el doble sentido de actual y de don que es el vivir efectivo para este niño que, de imaginario que era para los padres, pasa a ser realidad. Realidad irreversible, femenino o masculino, así es el y así será, como se presentó ante todos, ante sus padres y ante los representantes de la sociedad que lo acogieran. El bebe es niña o varón, es un hecho ajeno al poder de los padres. Con lo cual, también estos sufren una castración. La castración de ellos es la inscripción del niño en el Registro civil, que signa su estatuto de ciudadano, suceda a sus padres lo que suceda. Lo protejan o no puedan protegerlo, de ahora en adelante él está a su cargo, si pueden asumirlo; pero no les pertenece enteramente,pues es un sujeto legal de la sociedad sobre el cual sus derechos son limitados. Y su deber, también. Los proyectos fantasmaticos de nombre y de sexo se acaban con la fijación de esta inscripción en el Registro civil, incluida la pertenencia a quien lo reconoce legal o adulterino, o a quien se niega a reconocerlo legalmente o afectivamente. Ya no hay fantasmas posibles, una vez cumplido este acto en el Registro; el niño ha ingresado en una realidad de la cual no podrá desprenderse, salvo obedeciendo a la Ley. La simbolización, para el recién nacido tanto como para sus padres, de esta castración del feto y con él de los padres, con el nacimiento y la inscripción en el Registro civil, es su adopción plena y entera, afectiva y social, o su adopción reticente, significada por la manera en que sus genitores han decidido inscribirlo. Hay dos fuentes de vitalidad simboligena que promueve la castración umbilical: una se debe al impacto orgánico del nacimiento en el equilibrio de la salud psicosomática de la madre, y con ello de la pareja de cónyuges en su relación genital; la otra es el impacto afectivo que la viabilidad del niño aporta, en más o menos narcisismo, a cada uno de los dos genitores, quienes, por ello, van a adoptarlo con las características de su emoción del momento, y a introducirlo en su vida como el portador del sentido que en ese momento él ha tenido para ellos. La muerte o morbidez de la madre marca de manera indeleble con una culpabilidad inconsciente para vivir a todo niño que, por el hecho de su nacimiento, pareció ante su padre haber sido responsable de un efecto patógeno o mortífero sobre su genitora. Así, cuando el sexo y la apariencia del niño han decepcionado, a la vez consciente e inconscientemente, a uno u otro de sus padres, más aun si fuese a ambos, para este niño el vivir está ligado con su nombre a una culpabilidad: lenguaje inculcado al sujeto relativo al vivir de su deseo en su cuerpo. Esto se nos parece en los casos de psicosis precoces que tenemos que atender, donde el deterioro de los medios de comunicación del deseo es el de un orden simbólico precozmente perturbado. Las dificultades de desarrollo han sido expresión de emociones precoces y de afectos compartidos con el entorno que no pudieron ser significados con palabras dichas al niño a tiempo, así se tratara de palabras invalidantes del derecho a la vida simbólica del niño. Es desde la castración umbilical, que la angustia o la alegría, en la triangulación padres- hijo por donde circula la vitalidad dinámica del inconsciente, marcan de manera simboligena o no el psiquismo de un ser humano, independientemente de su organicidad. Se trata de una puesta en marcha de la fuente dinámica inconsciente que va a sostener, de manera rica o empobrecida, el desarrollo del niño. Esta potencia es procurada al sujeto con generosidad o mezquindad, según el narcisismo pacificado o conflictivo de los padres; y ella lo sostiene o lo perturba en la superación de las difíciles pruebas que son la mutación del nacimiento y los primeros días de adaptación a la vida aérea. Con esta simbolización fundadora del ser en masculino o femenino que sigue al nacimiento y a la nominación del niño, este ingresa en el periodo oral. El efecto del nacimiento de un niño, con sus características sobre los hermanos mayores, tanto por lo que implico en la salud de la madre como por la alegría o tristeza que el sexo del niño ha supuesto para el hogar, hacen también que este niño haya aportado trastorno o alegría a sus hermanos y hermanas mayores, y que, como contrapartida, reciba de estos una potencia o un empobrecimiento de su deseo de vivir. Sabemos también en qué grado la rivalidad fraterna puede invalidar la potencia simbólica de un bebe, a causa de las pulsiones de un hermano mayor que se niega a admitir en el hogar la existencia del menor. En lo tocante al mayor, el drama que vive con ocasión del nacimiento del menor debe ser considerado en relación con su situación edipica. El sexo del recién nacido pone en juego lo que le falta a él, falta de la que él hace responsable, culpable, al recién nacido, la niña o varón. El nacimiento de un bebe en una familia despierta las castraciones de los hijos mayores. Separación de placenta, momento simboligeno del nacimiento, es importante para todos los seres humanos. Observamos cuan importantes son el momento de la acogida social y sus modalidades, tal como se los vive, para el futuro del desarrollo somático y emocional. Dolto – castracion oral Es el segundo de los grandes renunciamientos típicos impuestos al niño. Esta castración (destete), cuando es juiciosamente dada, culmina en el deseo y en la imposibilidad de hablar, y en el descubrimiento de nuevos medios de comunicación, en placeres diferentes, con objetos cuya incorporación no es o ha dejado de ser posible. El destete, esa castración del bebe, implica que la madre también acepta la ruptura del cuerpo a cuerpo en que el niño se hallaba, esta castración oral de la madre implica que ella misma es capaz de comunicarse con su hijo de otra manera que dándole de comer, tomándole sus excrementos y devorándolo con besos y caricias: en palabras y en gestos, que son lenguaje. Si el niño puede entonces simbolizar las pulsiones orales y anales en un comportamiento con base de lenguaje, es porque su madre disfruta viéndolo capaz de comunicarse con ella y con otros; el percibe el placer que ella experimenta asistiendo a su alegría de identificarse con ella, en sus intercambios lúdicos, con base en el lenguaje, con otras personas. Lo que esta castración ha promovido en el inconsciente y en el psiquismo de su hijo son posibilidades de relación simbólica. Pero el destete va a venir a imprimir aquí una etapa diferente, de mutación, de comunicación para el placer, a distancia del cuerpo a cuerpo: una comunicación gestual que ya no es posesión del niño, y que lo deja identificarse con su madre en su relación con los demás y con el medio. Desde un punto de vista pulsional, objetal, la castración oral es para el niño la separación respecto de una parte de él mismo que se hallaba en el cuerpo de la madre: la leche que él había hecho brotar de sus pechos. Él se separa de este objeto parcial, el pecho de la madre, pero también de este primer alimento lácteo, para abrirse e iniciarse en un alimento variado y sólido. Renuncia a la ilusión del canibalismo respecto del objeto parcial. Traslada por un tiempo, si la madre no está atenta, sus pulsiones canibalisticas a sus propias manos, chupándose el pulgar o el puño, con la ilusión de que así continua estando al pecho de su madre. Hay un destete fallido, en parte, en el niño que sigue ilusionándose con una relación con la madre mediante la instauración de una relación auto erótica entre su boca y sus manos. La separación del destete es progresiva y la madre distribuye el placer parcial que liga la boca al pecho en el conocimiento sucesivo de la tactilidad de otros objetos que el niño se mete en la boca, estos objetos que ella nombre lo introducen en el lenguaje, y asistimos entonces al hecho de que el niño se ejercita, cuando está solo y despierto en su cuna, en “hablarse” a sí mismo, con lalaciones primero y luego en modulaciones de sonoridad, como oyó a su madre hacer con él y con otros. El efecto simboligeno de la castración oral es la introducción del niño, en cuanto separado de la presencia absolutamente necesaria de su madre, a la relación con otro: el niño ha accedido a modalidades de comportamiento, fundadas en lenguaje, que le hacen aceptar la asistencia de cualquier persona con la cual la madre se encuentre en buenos términos, con la cual él mismo desarrolle posibilidades de comunicación, esbozadas con su madre o su padre y desarrolladas con
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