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Resumen de Evaluación y Exploración II - Torres

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Universidad del Salvador
Facultad de Psicología y Psicopedagogía
EVALUACIÓN Y EXPLORACIÓN II
CATEDRA: TORRES
ALUMNO: ALDERETE ALEXIS
AÑO: 2º
ALDERETE ALEXIS
La entrevista psicológica (Su empleo en el diagnóstico y la investigación)
Autor: Bleger, José
La entrevista es una técnica de investigación científica de la psicología. En cuanto técnica, tiene sus propios 
procedimientos o reglas empíricas. Esta doble faz de la técnica identifica o hace confluir en el psicólogo las 
funciones de investigador y de profesional. La entrevista logra la aplicación de conocimientos científicos y al 
mismo tiempo obtiene o posibilita llevar la vida diaria del ser humano al nivel del conocimiento y la 
elaboración científica.
Nos interesa la entrevista psicológica, aquella en la que se persiguen objetivos psicológicos (investigación, 
diagnóstico, terapia, etc.) deriva su denominación exclusivamente de sus objetivos o finalidades.
Como técnica, incluimos dos aspectos: Uno es el de las reglas o indicaciones prácticas de su ejecución, y el 
otro la psicología de la entrevista psicológica. 
La entrevista puede ser de dos tipos fundamentales: abierta y cerrada. En la segunda, las preguntas ya están 
previstas, tanto como lo están el orden y la forma de plantearlas y el entrevistador no puede alterar ninguna de
estas disposiciones. En la entrevista abierta, el entrevistador tiene amplia libertad para las preguntas o para sus
intervenciones, permitiéndose toda la flexibilidad necesaria en cada caso particular. 
La médula de la entrevista psicológica no reside en el preguntar ni en el propósito de recoger datos de la 
historia del entrevistado. La libertad del entrevistador, en el caso de la entrevista abierta, reside en una 
flexibilidad suficiente como para permitir en todo lo posible que el entrevistado configure el campo de la 
entrevista según su estructura psicológica particular, que el campo de la entrevista se configure al máximo 
posible por las variables que dependen de la personalidad del entrevistado.
La entrevista abierta posibilita una investigación más amplia y profunda de la personalidad del entrevistado, 
mientras que la entrevista cerrada puede permitir una mejor comparación sistemática de datos. 
Entrevista, Consulta y Anamnesis
Tanto el método clínico como la técnica de la entrevista proceden del campo de la medicina.
La consulta: consiste en la solicitud de asistencia técnica o profesional, la que puede ser prestada o satisfecha
de múltiples formas, una de las cuales puede ser la entrevista
La entrevista no es una Anamnesis. Esta última implica una recopilación de datos previstos, de tal extensión 
y detalle, que permita obtener una síntesis tanto de la situación presente como de la historia de un individuo, 
de su enfermedad y de su salud. La preocupación y la finalidad residen en la recopilación de datos, y el 
paciente queda reducido a un mediador entre su enfermedad, su vida y sus datos por un lado, y el médico por 
otro.
La Entrevista Psicológica es entonces una relación entre dos o más personas en la que éstas intervienen
como tales. Consiste en una relación humana en la cual uno de sus integrantes debe tratar de saber lo
que está pasando en la misma y debe actuar según ese conocimiento.
La teoría de la entrevista ha sido enormemente influida por conocimientos derivados del psicoanálisis, la 
Gestalt, la topología y el conductismo. El psicoanálisis ha influido con el conocimiento de la dimensión 
inconsciente de la conducta, de la transferencia y la contratransferencia, de la resistencia y la represión, de la 
proyección y la introyección, etc. La Gestalt ha aportado la comprensión de la entrevista como un todo en el 
cual el entrevistador es uno de sus integrantes, y considera el comportamiento de éste como uno de los 
elementos de la totalidad. La topología ha conducido a plantear y reconocer el campo psicológico y sus leyes, 
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tanto como el enfoque situacional. El conductismo ha influido con la importancia de la observación del 
comportamiento.
La entrevista como campo
En la entrevista tenemos configurado un campo, y con ello queremos significar que entre los participantes se 
estructura una relación de la cual depende todo lo que en ella acontece. La primera regla fundamental es 
tratar de obtener que el campo se configure especialmente y en su mayor grado por las variables que 
dependen del entrevistado.
Tratamos en la entrevista de que el campo esté determinado predominantemente por las modalidades de la 
personalidad del entrevistado. El entrevistador controla la entrevista, pero quien la dirige es el entrevistado.
“Campo es la totalidad de hechos coexistentes concebidos como mutuamente interdependientes”
Es necesario hacerlo en función de sus relaciones, observar el conjunto de elementos, hechos y condiciones 
que configuran la situación, ya que la entrevista psicológica se caracteriza por su dinamismo.
Cada ser humano posee sistematizada su personalidad en una serie de pautas o en un conjunto o repertorio de 
posibilidades, la entrevista funciona como una situación en la que se observa una parte de la vida del paciente,
que se desarrolla en relación a nosotros y frente a nosotros.
Debemos contar con un Encuadre fijo, que consiste en una transformación de cierto conjunto de variables en 
constantes. Incluyen no sólo la actitud técnica y el rol del entrevistador tal, sino también los objetivos, el lugar
y el tiempo de la entrevista. El encuadre funciona como una especie de estandarización de la situación 
estímulo que ofrecemos al entrevistador, y con ello pretendemos que deje de oscilar como variable para el 
entrevistador.
El campo de la entrevista no es fijo, sino dinámico, queriendo significar con ello el hecho de que está sujeto a 
un permanente cambio, y la observación se debe extender del campo específico existente en cada momento.
Cada entrevista tiene un contexto definido (conjunto de constantes y variables) en función del cual se dan los 
emergentes, y estos últimos sólo tienen sentido en función de dicho contexto.
Una sistematización que consiste en centrar el estudio sobre: A) El entrevistador, en el que se incluye su 
actitud, su disociación instrumental, contratransferencia, identificación, etc.; B) El entrevistado, incluyéndose 
aquí la transferencia, estructuras de conducta, rasgos de carácter, ansiedades, defensas, etc.; C) La relación 
interpersonal, en la que se incluye la interacción entre los participantes, el proceso de comunicación 
(proyección, introyección, identificación, etc.).
El encuadre es el conjunto de variables, horarios, roles, lo que me cuenta, la transferencia y 
contratransferencia.
Las distorsiones que se produzcan en estos espacios constituirán material de información para obtener 
hipótesis acerca del malestar del entrevistado.
El tiempo, el lugar, los roles, la actitud técnica y el objetivo de la entrevista deben estar establecidos con 
anterioridad ya que de lo contrario no contaremos con un marco de referencia desde el cual poder entender 
la conducta del entrevistado.
Concordancias y divergencias
Una diferencia fundamental entre entrevista y anamnesis, reside en que en la anamnesis se opera con el 
supuesto de que el consultante conoce su vida y está capacitado, por lo tanto, para dar datos sobre la misma, 
mientras que el supuesto de la entrevista es el de que cada ser humano tiene organizada una historia de su 
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vida y un esquema de su presente, y de esta historia y de este esquema tenemos que deducir lo que no sabe. 
En distintas entrevistas el entrevistado puede ofrecernos distintas historias o diferentes esquemas de su vida 
presente, que guardarán entre sí relación de complementación o de contradicción.
El observador participante
En la entrevista el entrevistador forma parte del campo, es decir, que en cierta medida condiciona los 
fenómenos que él mismo va a registrar.
Tal summum de objetividad en la investigación no se cumple en ningún campo científico, ymenos aún en 
psicología, en donde el objeto de estudio es el hombre mismo. La máxima objetividad que podemos lograr 
sólo se alcanza cuando se incorpora al sujeto observador como una de las variables del campo.
¿Qué se quiere decir con la expresión “observación en condiciones naturales”? Seguramente se refiere a una 
observación en las condiciones en las que se da realmente el fenómeno.
Pero, además, las condiciones naturales de la conducta humana son las condiciones humanas… toda 
conducta se da siempre en un contexto de vínculos y relaciones humanas, y la entrevista no es una distorsión 
de las pretendidas condiciones naturales, sino todo lo contrario: la entrevista es la situación “natural” en que 
se da el fenómeno que nos interesa justamente estudiar: el fenómeno psicológico.
Lo cierto es que las cualidades de todo objeto son siempre relacionales; derivan de las condiciones y 
relaciones en las cuales se halla cada objeto en cada momento. Cada situación humana es siempre original y 
única; por lo tanto, la entrevista también lo es.
Entrevista e investigación
La entrevista es un campo de trabajo en el cual se investiga la conducta y la personalidad de seres humanos. 
Una utilización correcta de la entrevista integra en la misma persona y en el mismo acto al profesional y al 
investigador.
Las observaciones que se registran en la misma lo son siempre en función de hipótesis que va emitiendo el 
observador. La forma de observar bien es la de ir formulando hipótesis mientras se observa, y en el curso de 
la entrevista verificar y rectificar las hipótesis durante su transcurso mismo en función de las observaciones 
subsiguientes, que a su vez se enriquecen con las hipótesis previas. Observar, pensar e imaginar coinciden 
totalmente y forman parte de un solo y único proceso dialéctico.
El pensar sobre lo que se está haciendo debe intervenir en todas las acciones humanas, y cuando esto se 
realiza sistemáticamente en un campo de trabajo definido, sometiendo a verificación lo que se ha pensado, se 
está realizando una investigación.
El grupo en la entrevista
Entrevistador y entrevistado constituyen un grupo, es decir, un conjunto o una totalidad, en el cual sus 
integrantes están interrelacionados y en el que la conducta de ambos es interdependiente. Se diferencia de 
otros grupos por el hecho de que uno de sus integrantes asume un rol específico y tiende a cumplir 
determinados objetivos.
La interdependencia e interrelación, el condicionamiento recíproco de sus respectivas conductas, se realiza a 
través del proceso de la comunicación, entendiéndose que la conducta de uno actúa como estímulo para la 
conducta del otro, y a su vez esta última reactúa en calidad de estímulo para las manifestaciones del primero.
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Transferencia y contratransferencia
La transferencia se refiere a la actualización en la entrevista de sentimientos, actitudes y conductas 
inconscientes, por parte del entrevistado, que corresponden a pautas que éste ha establecido en el curso del 
desarrollo, especialmente en la relación interpersonal con su medio familiar. Puede aparecer la transferencia 
negativa y positiva. La observación de estos fenómenos nos pone en contacto con aspectos de la conducta y 
de la personalidad del entrevistado que no entran entre los elementos que él puede referir o aportar voluntaria 
o conscientemente, pero que agregan una dimensión importante al conocimiento de la estructura de su 
personalidad y al carácter de sus conflictos.
En la transferencia el entrevistado asigna roles al entrevistador y se comporta en función de los mismos. Con 
la transferencia el entrevistado aporta aspectos irracionales o inmaduros de su personalidad, su grado de 
dependencia, su omnipotencia y su pensamiento mágico.
La contratransferencia: Es el conjunto de reacciones inconscientes frente a la persona del analizado, y 
especialmente, frente a la transferencia de este.
La contratransferencia incluyen todos los fenómenos que aparecen en el entrevistador, como emergentes del 
campo psicológico que se configura en la entrevista; son las respuestas del entrevistador a las manifestaciones
del entrevistado, el efecto que tiene sobre él.
La contratransferencia debe ser usarse como instrumento técnico de observación y comprensión. 
Ansiedad en la entrevista
La ansiedad constituye un índice del curso de una entrevista y debe ser atentamente seguida por el 
entrevistador. Debe ser vigilada no sólo su aparición sino también su grado o intensidad, porque si bien dentro
de determinados límites es un agente motor de la relación interpersonal, esta última puede quedar totalmente 
perturbada e incontrolada si sobrepasa cierto nivel. Entrevistado y entrevistador se enfrentan con una 
situación desconocida, ante la cual no tienen todavía estabilizadas pautas reaccionales adecuadas, y la 
situación no organizada implica una cierta desorganización de la personalidad de cada uno de los 
participantes; esa desorganización es la ansiedad.
La ansiedad del entrevistador es uno de los factores más difíciles de manejar, porque ella es el motor del 
interés de la investigación y del interés en penetrar en lo desconocido.
Frente a la ansiedad del entrevistado no se debe recurrir a ningún procedimiento que la disimule o reprima 
(Como puede ser el apoyo directo o el consejo). La ansiedad sólo debe ser manejada comprendiendo los 
factores por los cuales aparece y operando según esa compresión. El timing de la entrevista, es el tiempo 
propio o personal del entrevistado, que depende del grado y tipo de organización de su personalidad, para 
enfrentar sus conflictos y para resolverlos.
El entrevistador
El entrevistador es quien define y configura el campo, su conducta, al fijar el encuadre, solo toma un 
conjunto de variables y las convierte en constantes, y deja en libertad al entrevistado para configurar 
todo lo que ocurra dentro de la entrevista. Podemos reconocer en la entrevista algo fijo, constante o rígido, 
que es el encuadre y algo que es un proceso dinámico que expresar el modo como el entrevistado ejerce la 
libertad de configurar la situación.
El entrevistador debe operar disociado: en parte actuando con una identificación proyectiva con el 
entrevistado y en parte permaneciendo fuera de esta identificación, observando y controlando lo que ocurre, 
de manera de graduar así el impacto emocional y la desorganización ansiosa.
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Esta disociación con la que tiene que operar el entrevistador es a su vez funcional o dinámica, en el sentido de
que tiene que actuar permanentemente la proyección e introyección, y tiene que ser lo suficientemente 
plástica o “porosa” para que pueda permanecer en los límites de una actitud profesional.
El paso de la normalidad a la patología de la entrevista se torna insensible. Una mala disociación, con la 
intensa y permanente ansiedad, hace que el psicólogo desarrolle conductas fóbicas y obsesivas frente a sus 
entrevistados, y entonces evita realizar entrevistas o interpone instrumentos y tests para evitar el contacto 
personal y la ansiedad consiguiente. Otro riesgo es el de la proyección de los propios conflictos sobre el 
entrevistado y una cierta compulsión a ocuparse, indagar o hallar perturbaciones en la espera en que las está 
negando en sí mismo. La rigidez y la proyección conducen a encontrar solamente lo que se busca y se 
necesita, y a condicionar lo que se encuentra tanto como lo que no se encuentra.
Si en un momento dado la proyección con la que opera el técnico es demasiado intensa, aparece una reacción 
fóbica en el mismo campo de trabajo. Por el contrario, si se bloquea demasiado se aleja y no entiende lo que 
ocurre.
Se puede, de otra manera, describir esta disociación con la que tiene que trabajar el entrevistador diciendo que
tiene que jugar los roles que en él son promovidos por el entrevistado, pero sin asumirlos en su totalidad.
Juicio Clínico es un proceso de transformación de datos, una elaboración de hipótesis. El psicólogoselecciona, jerarquiza, ordena, busca recurrencias y convergencias tratando de que sus hipótesis se sustenten 
en la reiteración de datos que le den coherencia. Involucra un proceso cognitivo-afectivo altamente complejo 
en el cual pueden reconocerse por lo menos tres variables:
El modelo teórico que el psicólogo maneja: circunscribe la naturaleza de los problemas que va a abordar y el
tipo de juicio clínico que va a formular. Al igual que en el psicoanálisis, interpretar es ir del texto manifiesto 
al texto latente, pero a diferencia de aquél, en el caso de las TP el psicólogo cuenta con criterios de 
interpretación y respuestas “populares o clisés” que orientan y restringen en parte la multiplicidad de 
interpretaciones posibles.
Su experiencia clínica: incide evidentemente en una mayor habilidad interpretativa y una mejor integración 
del material, así como en una más adecuada discriminación entre los aspectos latentes y la conducta 
manifiesta del entrevistado
Sus características de personalidad y estilo cognitivo: La apertura que tenga el clínico a su propia y 
discriminada experiencia interna, su capacidad empática, el manejo de su transferencia y su sensibilidad para 
captar indicios significativos, son factores relevantes para hacer juicios acertados.
El entrevistado
En términos generales, para que una persona concurra a una entrevista debe haber llegado a una cierta 
percepción insight de que algo no anda bien, de que algo ha cambiado o se ha modificado, o bien se percibe a 
sí mismo con ansiedad o temores.
Podemos reconocer y diferenciar entre el entrevistado que viene a la consulta, y el que traen o aquel al que “lo
han mandado”. El que viene tiene un cierto insight o percepción de su enfermedad y corresponde al paciente 
neurótico, mientras que el psicótico, en cambio, es traído. El que no tiene motivos para venir pero viene 
porque lo han mandado, corresponde a la psicopatía: es el que hace actuar a otros y delega en otros su 
preocupaciones y malestares.
El que viene a la consulta es siempre un emergente de los conflictos grupales de la familia; diferenciamos 
además entre el que viene solo y el que viene acompañado, que representan distintos grupos familiares.
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El que viene solo es el representante de un grupo familiar esquizoide, en el que la comunicación entre sus 
miembros es muy precaria. Otro grupo familiar, de carácter opuesto a éste, es aquel en el cual vienen varios a 
la consulta, y el técnico tiene necesidad de preguntar quién es el entrevistado o por quién vienen; es el grupo 
epileptoide, viscoso o aglutinado, en el cual hay una falta o déficit en la personificación de sus miembros. En 
este caso está demasiado rodeado por un cuidado exagerado o asfixiante.
Otro tipo es el que viene acompañado por un familiar o amigo, que es el caso del fóbico que necesita del 
acompañante.
Funcionamiento de la entrevista
El campo de la entrevista debe ser configurado fundamentalmente por las variables de la personalidad del 
entrevistado. Esto implica que lo que ofrece el entrevistador debe ser lo suficientemente ambiguo como para 
permitir la mayor puesta en juego de la personalidad del entrevistado.
El rol técnico implica que en ningún caso el entrevistador debe permitir el ser presentado como un amigo en 
un encuentro fortuito. El entrevistador tampoco debe entrar con sus reacciones ni con el relato de su vida, 
tampoco entrar en relaciones comerciales o de amistad, ni pretender ningún beneficio de la entrevista que no 
sean sus honorarios y su interés científico o profesional.
La petulancia o la actitud arrogante o agresiva del entrevistado no deben ser “domadas” ni sometidas; no se 
trata ni de triunfar ni de imponerse al entrevistado. Lo que nos corresponde es averiguar a qué se deben, cómo
funcionan y qué efectos acarrean al entrevistado.
La entrevista comienza por donde comienza el entrevistado. La reserva del entrevistador para con los 
datos que proporciona el entrevistado se halla implícita en la entrevista. 
El silencio del entrevistado es el fantasma del entrevistador novel, para quien el silencio del entrevistado 
significa un fracaso o un índice de su impericia. Hay que reconocer los distintos tipos de silencio (silencio 
paranoide, depresivo, fóbico, confusional, etcétera) y obrar en función de este conocimiento.
La interpretación
Un interrogante frecuente e importante es el de si se debe interpretar en las entrevistas realizadas con fines 
diagnósticos. La entrevista actúa siempre como un factor normativo o de aprendizaje, aunque no se recurra a 
ninguna medida especial para lograrlo. La entrevista diagnóstica es siempre y al mismo tiempo, en alguna 
medida, terapéutica.
Interpretación: Develamiento del sentido latente del material ofrecido por el paciente, o también en un 
sentido más amplio, como cualquier acto por el cual cualquier persona, incluyendo al propio paciente, asigna 
un sentido a sus manifestaciones verbales.
El primer factor terapéutico es siempre la compresión del entrevistador. En la entrevista diagnóstica, según 
nuestra opinión, se debe interpretar por sobre todo cada vez que la comunicación tienda a interrumpirse o 
distorsionarse. Una entrevista logra mucho si se consigue esclarecer cuál es el verdadero problema que se trae
detrás de lo que se trae en forma manifiesta.
Informe Psicológico
El informe psicológico tiene como finalidad condensar o resumir conclusiones referentes al objeto de estudio.
El orden en que se redacta un informe no tiene nada que ver con el orden en que se han recogido los datos o 
en el que se han hecho las deducciones.
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Datos de filiación – Procedimientos utilizados (entrevistas) – Motivos del estudio (Por quién fue solicitado y 
objetivos del mismo) – Descripción sintética del grupo familiar y de otros que han tenido o tienen importancia
en la vida del entrevistado – Problemática vital (Referencia sucinta de su vida y sus conflictos actuales) – 
Descripción de estructuras de conducta, diferenciando entre las predominantes y las accesorias – Descripción 
de rasgos de carácter y de la personalidad; incluyendo la dinámica psicológica, citando la organización 
patográfica –Conclusión (Diagnóstico y caracterización psicológica del individuo y de su grupo) – Incluir una
posibilidad pronostica desde el punto de vista psicológico – Posible orientación ( Señalar si hacen falta 
nuevos exámenes y de qué índole. Señalar la forma posible de subsanar).
Proceso psicodiagnóstico: Situación bipersonal o grupal con duración limitada. Tipo de tratamiento que se va 
a aplicar.
La entrevista introductoria: Duelos, mudanzas, situaciones traumáticas, alcohol y drogas.
Toma de test: Toma completa de personalidad, dibujo libre,HTP, Test de dibujo de las personas, Bender.
En otra: Rorschach.
T.R.O. Philipson, T.A.T.
Psicométrica.
Entrevista de devolución.
Organizaciones psíquicas y defensas en el proceso psicodiagnóstico.
Autoras: Dra. María Rosa Caride de Mizes y Lic. Susana Sneiderman
Comprender la constitución del aparato psíquico desde una perspectiva teórica freudiana tomando en cuenta 
un concepto fundante como el de defensa. 
Es un objetivo del proceso psicodiagnóstico intentar arribar a una hipótesis diagnóstica. Es determinante 
observar cuáles son las defensas subyacentes de manera que podamos conocer la erogeneidad en juego, y con 
ella los rasgos de carácter y aspectos más adaptativos de la persona.
Según Laplanche el concepto de Defensa: Conjunto de operaciones cuya finalidad es reducir o suprimir 
toda modificación susceptible de poner en peligro la integridad y constancia del individuo. En línea 
general se denomina defensa a aquellos procesos psíquicos inconscientes tendientes a evitar el displacer (Por 
ej. La angustia). El agente de estas operaciones es el Yo.
El Yo es una instancia que se debe a tres amos: el Ello, el Superyo y la Realidad Exterior. Debe intentar 
mantener el equilibrio frente a los deseos pulsionales provenientes del Ello, las sanciones yel concomitante 
sentimiento de culpa proveniente del Superyo y los requerimientos de la Realidad externa. En el interjuego de
estas instancias y tendencias es que surgen los conflictos.
Freud plantea que es importante como procesa el aparato psíquico las pulsiones y como se expresa la 
erogeneidad (La actividad sexual de la que es susceptible una parte del cuerpo) en juego.
En cada etapa de la organización libidinal se desarrolla un tipo de erogeneidad, de lógica del pensamiento y 
de defensa. La defensa estaría determinada por la posición del Yo en relación con la realidad y con la pulsión.
Según la instancia psíquica con la cual el Yo tenga conflicto, será la defensa que se implemente en forma 
dominante. 
En una organización neurótica predomina la represión, en una organización narcisista no psicótica, la
desmentida y en una organización psicótica predomina la desestimación.
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Cuatro categorías de defensas:
Las que se estructuran en torno a la represión (neurosis de transferencia)
La desmentida (predominante en las estructuras narcisistas no psicóticas esquizoidía, depresiones, 
psicopatía , caracteropatías impulsivas)
La desestimación de la realidad y de la instancia paterna (presente en la esquizofrenia)
La desestimación del afecto (en patologías del desvalimiento, tóxicas y traumáticas)
Por otra parte habría diferentes defensas secundarias, por ejemplo la racionalización, intelectualización, 
aislamiento, anulación, evitación, formación reactiva, desplazamiento, conversión, etc.
Lo que decide un tipo de estructura clínica u organización psicopatológica es la defensa.
Defensas fundantes y organizadoras del psiquismo
Represión: Consiste en una operación mediante la cual el sujeto intenta rechazar y mantener fuera de la 
conciencia las representaciones ligadas a la pulsión. Se origina cuando la satisfacción de una pulsión genera 
displacer debido a otras exigencias del aparato psíquico.
Hay que distinguir entre la llamada Represión primordial o primaria (originaria) y Represión propiamente 
dicha o secundaria.
La represión primaria: Cuando se instala la primera fijación. No recae sobre la pulsión sino sobre sus 
“representantes psíquicos” (la expresión psíquica de las excitaciones endosomáticas) estos representantes 
jamás llegan a la conciencia y a ellos permanece fijada la pulsión. Se crea un primer núcleo inconsciente que 
funciona como polo de atracción respecto de posteriores represiones.
Laplanche la define como el “núcleo” de representaciones inconscientes que nunca fueron conscientes”, en 
referencia a las fantasías o fantasmas universales originarios: vida intrauterina, escena primaria, seducción y 
castración.
La represión secundaria: Existe una repulsión por parte de alguna instancia superior (consciente o 
preconsciente) que rechaza un contenido hacia el inconsciente. La atracción que lo reprimido primario ejerce 
sobre estos nuevos contenidos, hace que cualquier idea, imagen o recuerdo que esté relacionado con lo 
reprimido será objeto también de una represión.
Esta defensa puede ser exitosa o fracasar. Si fracasa, suele dejar paso al retorno de lo reprimido. El llamado 
tercer tiempo de la represión es pues el retorno de lo reprimido en forma de lapsus, actos fallidos, olvidos, 
sueños y en el peor de los casos de síntomas.
La represión suele presentarse como una tentativa de disfrazar un deseo. Cuando se vuelve patógeno, se 
evidencia como un exceso de desfiguración de dicho deseo.
Freud considera que en las represiones secundarias hay dos mecanismos en juego: por un lado el retiro de la 
investidura de ciertas representaciones palabra y por otro lado la contrainvestidura (operación del yo por la 
cual carga con intensidad a una representación que actuará como impedimento al devenir consciente de la 
misma)
Estos retiros de investidura de las representaciones secundarias quieren decir que algo del inconsciente se ha 
filtrado, y que por eso es necesaria la represión secundaria, ya que la represión adquiere un valor desde lo 
inconsciente.
Finalmente llegamos a un punto en que no podemos seguir pensando en mecanismos de retiro de investidura, 
por la sencilla razón de que hay un momento en que las palabras no tenían investidura alguna, por 
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consiguiente, mal se podría desinvestir. Inferimos que la represión primordial no sería igual a la represión 
secundaria, ya que el mecanismo único de la primera es la contrainvestidura.
En su artículo análisis “terminable e interminable” se refiere a la represión propiamente dicha o represión 
defensiva cuando dice que todas las represiones ocurren en la primera infancia. No ocurren nuevas 
represiones en los años posteriores, sino que se conservan las antiguas, a las que el yo acude para mantener a 
raya la pulsión, y que los nuevos conflictos son tramitados por una “pos-represión”, lo que evidencia 
nuevamente que alude a lo que conocemos como represión secundaria.
La represión se ejerce sólo sobre la representación, no sobre el montante de afecto al cual la representación se 
halla ligada.
Mediante el mecanismo de la represión el representante-representativo (elemento del representante psíquico) 
pasa al sistema inconsciente, mientras que el “quantum” de afecto sucumbe bajo el efecto del mecanismo de 
“supresión”.
En síntesis:
Representante psíquico:
Representante – representativo: mediante el mecanismo de represión, pasa al sistema inconsciente.
“Quantum” de afecto: mediante el mecanismo de supresión se convierte en preconsciente.
Nos interesa saber cuál ha sido el destino de este “quantum” de afecto ligado a la representación.
Este puede tener diferentes posibilidades:
Quedar totalmente sofocado
Reaparecer bajo la forma de un afecto cualquiera.
Transformarse en angustia.
El conflicto reprimido en las distintas patologías: en la histeria de conversión retoma mediante la conversión 
del afecto en síntomas corporales (ahogos, vértigos, etc.). En las fobias (histeria de angustia) por 
transformación del afecto en angustia liberada y un proceso proyectivo (miedos, temores) y finalmente en las 
neurosis obsesivas debido a un desplazamiento del afecto hacia representaciones alejadas del conflicto 
original.
Desmentida
Verleugnung – Renegación, una defensa estructurante en relación al yo. Es fundamental en las estructuras 
narcisistas, constituye un mecanismo complejo que ofrece muchas dificultades para su detección, es muy sutil
y trabaja en un doble plano al mantener el conflicto en los dos yo quedando escindidos por la acción de la 
defensa dando lugar a la existencia de dos corrientes psíquicas: “Una acorde a la realidad y otra que aprueba 
la acción de lo pulsional sin darse una corriente por enterada de lo que ocurre con la otra”
Es una defensa que levanta el yo frente a una supuesta realidad exterior, y no se levanta sobre la
realidad exterior misma, sino sobre lo que suponemos que es la realidad exterior.
El conflicto según Freud gira en torno al complejo de castración, el cual aparece como si correspondiera a una
realidad objetiva; por lo tanto, es en torno del juicio de realidad de la castración donde se dirime el conflicto 
entre la pulsión y lo real exterior. Hay dos yoes en pugna: un yo que pretende conserva la masturbación, el 
autoerotismo, como forma de satisfacción pulsional (yo placer), y otro yo (yo real definitivo) que impone el 
acatamiento a la realidad y por lo tanto la renuncia al placer masturbatorio, so pena de padecer la castración si
no se abandona.
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Frente a esta situación el yo tiene tres opciones:
Admite la realidad
Desmiente la realidad
Desestima la realidad.
La desmentida incide mucho sobre la forma de percibir, ya que crea un ordenamiento, una configuración 
sensorial muy particular que se halla al servicio del principio del placer.
La desmentida es una defensa frente a la realidad material, frente a la percepción y frente a los representantes 
psíquicos de esa percepción. Cuando predomina la desmentida, uno se preguntacuál es la realidad que el 
paciente desconoce.
La utilización del mecanismo de la desmentida frente al juicio de existencia lleva a una escisión del yo, por lo
cual coexisten las dos corrientes psíquicas contrarias mencionadas: una acorde a la pulsión y otra acorde a la 
realidad.
Freud habla en “esquema del psicoanálisis” de “corrientes psíquicas” en relación con el problema de la 
escisión del yo, escisión en virtud de la cual: 
“Se forman dos posturas psíquicas en vez de una postura única: la que toma en cuenta la realidad objetiva, la
norma y otra que bajo el influjo de lo pulsional desase al Yo de la realidad. Las dos coexisten una junto a la
otra. El desenlace depende de la frena relativa de ambas”
Dichas corrientes psíquicas se componen, se combinan, siendo cada una de ellas representante de alguno de 
los amos del yo, o sea de la pulsión, el Superyo o de la realidad externa.
Desestimación
Verwerfung – Repudio. Freud dice en “Las psiconeurosis de defensa” (1894) que existe un tipo de defensa 
más enérgica y eficaz que consiste en que el Yo rechaza (abole) la representación intolerable, 
simultáneamente con su afecto, y se comporta como si la representación no hubiera llegado jamás al yo.
Freud considera que al Yo-placer le corresponde el juicio de atribución, o sea el juicio que otorga una 
propiedad a una cosa, la cual puede ser buena o mala, mientras que al Yo-real definitivo le corresponde el 
juicio de existencia, o sea el discernimiento de si una representación o un pensamiento puede ser reencontrado
en la realidad como percepción.
El juicio de existencia tiene como efecto distribuir una propiedad placentera a un objeto y el juicio de 
desatribución se presenta como fantasía de castración.
La desestimación parece estar ligada a un momento anterior al juicio de existencia, es un modo de reacción 
frente a lo displacentero, es un “no querer saber nada de algo”, y pretende la no constitución o la abolición de 
aquella estructura psíquica generadora de la realidad. Lo desestimado es considerado como no existente. Así, 
la desestimación es una posible defensa que surge antes del juicio de existencia, cuya eficacia subsiste a 
veces, aún luego de constituido éste.
Cuando esto ocurre, lo que no se ha constituido en el Yo como juicio vuelve desde la realidad de modo 
alucinatorio.
Freud había descrito el mecanismo característico de la paranoia diciendo que: “Lo cancelado adentro retorna 
desde fuera”.
Defensas secundarias
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La conversión: mecanismo por el cual el conflicto psíquico tramita su resolución a través de un síntoma 
localizado en el cuerpo como por ejemplo tos, vómitos, náuseas, síntomas motores o síntomas sensitivos, tales
como anestesias o dolores localizados. Lo que caracteriza a los síntomas de conversión es su significación 
simbólica.
Freud dice al respecto que “el síntoma histérico es el sustituto producido mediante “conversión” del retorno 
asociativo de esas vivencias traumáticas”
La proyección: es la operación por medio de la cual el sujeto expulsa de sí y localiza en el otro (persona o 
cosa) cualidades, sentimientos, deseos, que no reconoce o rechaza en sí mismo. La proyección aparece 
entonces como el medio de defensa primitivo frente a las excitaciones intensas que por su intensidad se 
convierten en excesivamente displacenteras. Consiste en el proceso por el cual la propia excitación sexual o 
agresiva es representada por una situación externa temida.
Freud dice en 1915 en relación a la fobia: “El yo se comporta como si el peligro de aparición de la angustia no
viniera de una moción pulsional sino de una percepción, y en consecuencia puede reaccionar frente a este 
peligro exterior mediante las tentativas de huida que representan las precauciones fóbicas”
Desplazamiento: consiste en el pasaje de interés, o del afecto de una representación a otra que estará 
relacionada con la anterior por lazos de analogía o contexto. Explica como de un miedo ligado a un objeto 
ansiógeno se pasa a otro más evitable e improbable, “desplazando” el conflicto original.
En relación a las defensas secundarias que acompañan a la Represión como defensa organizadora en las 
Neurosis Obsesivas, existe una trilogía típica. A saber el mecanismo de Anulación, de Aislamiento, y la 
Formación Reactiva. Por otra parte casi siempre están también presentes los mecanismos de 
Intelectualización y Racionalización.
Anulación: mecanismo mediante el cual el sujeto se esfuerza en actuar como si pensamientos, palabras, 
gestos o actos pasados no hubieran ocurrido: para ello utiliza un pensamiento o un comportamiento dotado de 
una significación contraria. Tiene el fin de asegurar el apaciguamiento del yo declarando que el pensamiento 
prohibido, no se ha producido.
Es una compulsión de tipo “mágico”, un acto en dos tiempos. El sujeto fantasea que con el segundo acto se 
borra el anterior.
Aislamiento: mecanismo por el cual se aísla un pensamiento o comportamiento de tal manera que rompe 
conexiones lógicas o afectivas con otros pensamientos o actos, especialmente con aquellos que le preceden o 
le siguen en una secuencia temporal. Se separan dos actos o pensamiento que naturalmente estarían ligados. 
No es que se olvidan los sucesos sino que no se ligan.
El objetivo es defenderse de una idea o acción aislándola del contexto por una pausa para que esta no se 
produzca y de esa forma no emerja el sentido de lo reprimido.
Racionalización: Tiene como forma de presentación general siempre una justificación. Es un procedimiento 
por el cual el sujeto intenta dar explicaciones coherentes desde su lógica, o bien aceptables desde la moral, a 
una idea, acto o sentimiento, cuyo verdadero motivo inconsciente no es registrado porque sería repudiado y 
no aceptado. Puede ir desde las justificaciones razonables hasta construcciones delirantes. Es equiparable a la 
elaboración secundaria en el sueño. 
Intelectualización: Proceso por el cual el sujeto intenta dar una forma discursiva abstracta a sus emociones, 
sentimientos, pensamientos, deseos, y conflictos, con el fin de controlarlos e impedir que surjan ideas 
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ALDERETE ALEXIS
intolerables. Es un pensamiento de tipo teórico y abstracto. Se observa en una entrevista cuando el sujeto 
parece que disertara sobre un tema general en lugar de hablar de sí mismo.
Formación Reactiva: Se trata de una actitud o conducta opuesta a un deseo reprimido. Es una reacción 
contraria a dicho deseo.
Cuando la formación reactiva es localizada y se manifiesta por un comportamiento particular, hablamos de 
transformación en lo contrario. En cambio cuando es generalizada constituye una serie de rasgos de carácter 
que se integran y tiñen a la personalidad.
La formación reactiva adquiere solo el valor de síntoma por su grado de rigidez, forzamiento y por su carácter
compulsivo.
En general hay fracasos en este tipo de funcionamiento psíquico, ya que la pulsión a la cual se opone el 
sujeto, irrumpe bruscamente en determinados momentos o bien en ciertos sectores de la actividad.
Los estilos comunicacionales de David Liberman.
Investigó como hallar criterios diferenciales para distinguir entre las estructuras clínicas a partir de los 
recursos expresivos de cada paciente. Elaboró el concepto de estilos para dar cuenta de las diferentes 
modalidades expresivas.
Categorizó seis tipos de estilos comunicacionales. Plantea que no solo existiría un modo de emisión sino 
también de recepción. También elaboró el concepto de contraestilo refiriéndose al estilo comunicacional que 
al ser utilizado por el terapeuta aportaría al paciente aquello que le falta en su estructura preconsciente. 
Cada estilo emisor puede ser detectado por la articulación de tres tipos de códigos: verbal, paraverbal (lo 
fonológico) y lo no verbal.
Estilo comunicacional reflexivo
Corresponde a la estructura clínica esquizoide, cuyo punto de fijación ocurrió durante la oralidad primaria 
(Oral pasiva de succión). Se trata de una estructura narcisista no psicótica.
Esun observador no participante. Su discurso es muy razonador y con un alto grado de generalizaciones. Es 
sumamente teórico, transformando los acontecimientos vitales y concretos en ideas abstractas.
Es frío y distante, con incapacidad de crear vínculos cálidos. El ideal para la persona esquizoide consiste en 
alcanzar un nivel de inmovilidad y contemplación sin compromiso vital. El vínculo es predominantemente 
cognitivo.
En los sentimientos contratrasferenciales despierta una emoción fría.
Los verbos son fundamentalmente de tipo representacional cognitivo, como ser: Comprender, estudiar, leer, 
conocer, abstraer, deducir, contradecir, suponer, etc.
Los adjetivos en su mayoría son abstractos: infinito, inmenso, profundo.
En sus expresiones aparecen contradicciones lógicas que son utilizadas como una forma de negación, de 
poner el contrario.
Los temas por lo general están ligados al pensamiento científico y también hacen referencia sobre aparatos, 
máquinas, computadoras.
La defensa predominante es la desmentida que es acompañada por la disociación, intelectualización y 
racionalización.
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Estilo comunicacional lírico
Corresponde al tipo de discurso que utiliza la persona melancólica. El punto de fijación para esta estructura 
clínica es la oralidad secundaria (sádico-oral). Se caracteriza por su alto componente emocional expresado 
también en lo paraverbal. Siempre buscan ser queridas y consoladas. Tienen la necesidad de ser perdonadas 
por algún acto por el cual se sienten culpables. Se expresan en voz baja, visceral, en tono de queja o de 
lamento. Son personalidades narcisistas.
Resultan fundamentales los temas ligados al amor, como también el de la pérdida de seres queridos, fuera esta
real o fantaseada.
En cuanto a las expresiones paraverbales, aparecen la congoja, el llanto, la necesidad de acercamiento físico. 
Despiertan en el terapeuta la necesidad de actuar el consuelo.
En realidad son envidiosos pero quieren mostrar a las claras su supuesta bondad y altruismo, el “sacrificio” 
que son capaces de hacer por el otro.
Hablan de “permitir” y “permitirse” aludiendo en realidad a la dependencia afectiva del objeto.
La defensa subyacente es la desmentida. Pueden aparecer ideas en relación a la propia muerte y el suicidio. 
Esto es vivido como un acto expiatorio y como la posibilidad de recuperación del vínculo con el ser querido, 
anhelado y perdido.
Los verbos siempre aluden a los sentimientos: alegrar, amar, amargar, entristecer, extrañar.
Utilizan adverbios en relación a la dimensión temporal: ahora, nunca, pronto, ya, etc.
Los sustantivos aluden a emociones: amargura, rabia, tristeza.
Estilo comunicacional épico
Corresponde a las estructuras narcisistas de características impulsivas y transgresoras, relacionadas a la 
psicopatía y también a las perversiones. Corresponde al lenguaje del erotismo propio de la analidad primaria
(sádico anal o anal expulsiva). La característica patognomónica de este tipo de discurso es justamente el que 
no mediatice el pensamiento reflexivo que se encuentra sustituido por la acción y la inducción.
Hay un brillo y riqueza en su vocabulario para intentar introducirse convincentemente, intenta apoderar de la 
voluntad del receptor.
Aparece un tono de denuncia, afán de venganza y de justicia. La temática de un héroe que lucha contra 
fuerzas superiores. Hace portador al terapeuta de algún secreto o confesión intentando dejarlo expuesto a un 
lugar de cómplice y en una situación de contradicción.
En lugar de evocar recuerdos y sentimientos se comporta en un “como sí” estuviera ocurriendo, bien lo actúa 
en la transferencia. Siempre justifica desde la racionalización y teoriza sobre temas ligados a los valores, 
creencias, la ética, moralidad, etc.
Dentro de los temas épicos es muy común que se refieran a personas jóvenes, excepcionales, diferentes por 
alguna causa, reñidos con la ley y justificados por una ley propia. El conflicto que aparece en esta temática 
nunca es la de la persona sino con el contexto.
Con respecto a la transferencia intentará transgredir el encuadre a través de conductas y verbalizaciones 
desafiantes y cuestionamientos. Es oposicionista y discutidor. Solo acepta las normas en forma aparente. En 
el terapeuta pueden suscitarse sentimientos de rechazo al ver como utiliza al otro y desea entramparlo.
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Se dan momentos de mayor y menor cercanía ya que manejan las distancias. Puede ser un vengador solitario e
incomprendido, pasando luego por un momento de intimidad, pudiendo llegar por último a la fuga concreta.
Los verbos son: amenazar, insultar, vengar, apresar, confesar, robar, pelear, corromper, encubrir, mentir.
Los sustantivos redundantes: Juez, ley, mentira, verdad, soborno, amenaza. 
Este tipo de lenguaje va acompañado de la motricidad aloplástica (conducta dirigida al exterior) que abarca 
sobre todo la actividad de las extremidades.
El mecanismo de defensa que prevalece es la desmentida.
Por lo general al no tener conciencia de síntoma o enfermedad no llegan a la consulta por si mismos sino que 
son enviados por un tercero. Los temas que lo aquejan circulan en derredor de las cuestiones legales, la 
venganza y el sentimiento de injusticia.
Estilo comunicacional narrativo
Corresponde al lenguaje del erotismo anal secundario (anal retentivo) propio de la neurosis obsesiva. 
El esfuerzo está puesto en dar un discurso ordenado, organizado, lineal detallado, descriptivo. Son personas 
lógicas. Tratan de relatar con el mayor detalle cómo ocurrieron los hechos. Son reiterativos, escrupulosos y 
minuciosos.
Control de los impulsos sádicos y la agresión que pugna por emerger. Su organización rígida suprime los 
sentimientos ligados a la agresión. Por otra parte son muy poco expresivos de sus emociones por lo que 
provocan en el interlocutor aburrimiento, fastidio, irritación y hasta enojo. 
Dentro del repertorio de defensas que utiliza prevalece la disociación que aparece como mecanismo de 
aislamiento. También utiliza la anulación, que es un acto en dos tiempos en donde el segundo le quita el valor 
otorgado al primero.
Sobrevalora lo racional y lo ligado al pensamiento y la palabra. Las palabras que selecciona poseen baja 
connotación emocional. Para el neurótico obsesivo es importante el valor del dinero por sus rasgos de avaricia
y obstinación. Pueden preguntarse y contestarse solos de manera que crean un círculo cerrado en donde no 
hay espacio para la reflexión.
Estilo comunicacional de suspenso
Se corresponde con las personalidades huidizas, características de la estructura fóbica. El punto de fijación
está en la etapa fálico-uretral. El clima que prevalece es el de temor y asombro. Permanentemente la búsqueda
está orientada hacia la localización del peligro.
En este tipo de lenguaje, los personajes, tiempo y espacios están bien delimitados.
Hablan como si pusiera algún contenido entre paréntesis y allí brindara mayor información, es un “aparte”. 
Utilizan las muletillas, como por ejemplo: “Estem…”, “viste”.
La temática que prevalece es la libertad, la independencia, el riesgo, la aventura y su contrapartida; la 
tranquilidad, la paz, el compromiso, la dependencia. Es característica la problemática generada por los 
alejamientos y acercamientos emocionales ya que regulan la distancia para establecer el contacto con el otro.
Se da una oposición entre el lenguaje verbal y el no verbal, ya que este revela mostrando las actitudes reales 
de la persona, mientras el verbal califica al no verbal y trata de ocultar.
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Aparecen temas ligados a la diferencia sexual como género, la conquista como temor a las consecuencias del 
acercamiento. Es la disyuntiva de ser un aventurero o un conformista. Por la inhibición que siempre 
acompaña como rasgo de conducta, les cuesta expresarse en forma directa. Suelen enrojecer al hablar ante un 
público o al abordar ciertos temas que le resulten angustiantes.
Los verbos que utilizan son: entrar, salir,abrir, cerrar, evitar, quedarse. Los adjetivos se basan en la 
clasificación de acuerdo al grado de cercanía y riesgo que implica.
Los mecanismos de defensa que operan son la proyección y el desplazamiento. Como motivo de consulta 
puede ser que presenten sensación de cansancio como consecuencia de los rodeos que realizan para evitar el 
objeto fobígeno y las situaciones que viven como peligrosas. 
Estilo comunicacional poético o dramático
Corresponde al lenguaje del erotismo fálico genital propio de la estructura histérica. En este tipo de discurso
hay sincronización de los códigos verbales, paraverbales y no verbales al transmitir un mensaje. Son 
personalidades muy expresivas. Intentan tanto articular como transmitir emociones. Su objetivo es lograr un 
impacto estético y dramático. Gesticulan mucho, adjetivan y relatan con riqueza y utilizan sobremanera los 
superlativos. Como si relataran con un estilo exhibicionista ante un espectador.
La temática prevalente es el vínculo heterosexual, la seducción, la fascinación frente a la belleza exhibida por 
el otro. Son muy creativos y fantasiosos. Aparecen dos tipos de fantasías; unas poseen carácter embellecedor 
y otras son reelaboraciones de vivencias y representan un recuerdo.
Suelen expresar sensaciones de asco, repugnancia, horror, o diferentes ansiedades a través del cuerpo, por ej.:
nauseas, vómitos, mareos.
En sus relatos emiten alguna frase de promesa, por ej.: “le traigo una novedad que ni imagina”, “juro que…”
En cuanto a los verbos son redundantes “soñar” y “fantasear”. Abundan los verbos que aluden al 
embellecimiento y a la seducción como por ej. Exhibir, atraer, gustar, agradar. Y los inversos como asquear, 
afear, desagradar.
El interrogante es “como”, se pregunta “qué pasa”. En el terapeuta promueven el impacto y es por ello que es 
importante no dejarse seducir por el despliegue. La defensa que prevalece es el mecanismo de la represión.
Como motivo de consulta traen la conflictiva afectiva, no saben por qué pero sus vínculos se cortan.
Un nuevo estilo comunicacional: Lenguaje de la libido intrasomática
Propio de las patologías psicosomáticas. Se refirió a las mismas como típicas de un tipo de paciente de 
personalidad infantil cuya característica principal es una falla en la simbolización acompañada de una 
expresión a nivel somático. Habría una disociación entre un rígido comportamiento realista y la expresión por
medio de síntomas puestos en el cuerpo.
Tienen un estilo en donde predomina la descarga libidinal con una fachada de sobreadaptación en donde el 
sujeto intenta adecuarse a una realidad exigente e incluye la falta del matiz afectivo como su característica 
patognomónica.
David Maldavsky otro tipo que caracteriza a las patologías del desvalimiento a las que correspondería una 
fijación de la libido intrasomática. Maldavsky describe tres tipos de discurso característico en estas 
organizaciones:
Discurso catártico: Una tendencia a utilizar la palabra como un medio para descargar tensiones.
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Inconsciente: La capacidad de adecuarse a lo que supone son las necesidades del interlocutor y para ello cae 
en adulaciones y banalidades dando así características de inconsistencia a su discurso y de poca 
representatividad.
Especulador: El sujeto hace cálculos de cifras, o frecuencias y ritmos por lo general ajenos. El énfasis en el 
vínculo estaría puesto en el cálculo de los intereses en juego más que un intercambio identificatorio. A veces 
describen sensaciones de vértigo y mareos.
Centrándonos en las patologías del Desvalimiento, sabemos que son aquellas que presentan una complejidad 
de combinatorias y que tienen en común la combinación entre desestimación del afecto y la fijación temprana 
a una erogeneidad intrasomática (pre-oral). Presentan también un componente tóxico y fallas en la 
constitución del yo real primitivo y las identificaciones primarias. Hay fallas en los mecanismos de 
autoconservación.
Sobre Psicoterapia
Autor: Sigmund Freud
En 1985, en colaboración el doctor José Breuer, en los Estudios sobre la histeria. Las ideas en ellos 
mantenidas sobre la acción patógena de los traumas psíquicos a consecuencia de la retención del afecto y la 
concepción de los síntomas histéricos como resultados de una excitación transferida desde lo anímico a lo 
somático, ideas para las cuales creamos los términos de “descarga por reacción” y “conversión” son hoy 
generalmente conocidas y comprendidas
La psicoterapia no es ningún método curativo moderno. Por el contrario, es la terapia más antigua de la 
Medicina.
En segundo lugar, los médicos no podemos prescindir de la Psicoterapia, por la sencilla razón de que la otra 
parte interesada en el proceso curativo o sea el enfermo, no tiene la menor intención de renunciar a ella. Un 
factor dependiente de la disposición psíquica del enfermo. Hemos aprendido a aplicar a este hecho el 
concepto de sugestión.
En tercer lugar, ciertas enfermedades y muy especialmente las psiconeurosis, resultan mucho más asequibles 
a las influencias psíquicas que a ninguna otra medicación.
Pero al ahondar en la esencia de las neurosis no hemos hallado nada que nos obligue a limitarnos a semejante 
consuelo y hemos desarrollado las técnicas de la sugestión hipnótica y las de la psicoterapia por derivación, 
por elaboración y por provocación de afectos favorables. Me he limitado a un único método, al que Breuer 
denominó “catártico” y yo prefiero llamar “analítico”, ha sido tan sólo por razones subjetivas. Puedo afirmar 
que la Psicoterapia analítica es la más poderosa, la de más amplio alcance y la que consigue una mayor 
transformación del enfermo. Es también la única que puede conducirnos más allá de sus propios límites e 
indicarnos el camino de otras formas de influjo terapéutico.
He observado que este método es confundido frecuentemente con el tratamiento por sugestión hipnótica.
En realidad, entre la técnica sugestiva y la analítica existe una máxima oposición, aquella misma oposición 
que respecto a las artes encerró Leonardo de Vinci en las fórmulas per via di porre y per vía di levare. La 
pintura, dice Leonardo, es per via di porre, esto es, va poniendo colores donde antes no los había, sobre el 
blanco lienzo. En cambio, la escultura procede per via di levare, quitando de la piedra la masa que encubre la 
superficie de la estatua en ella. La técnica sugestiva actúa per via di porre.
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En cambio, la terapia analítica no quiere agregar nada, no quiere introducir nada nuevo, sino, por el contrario, 
quitar y extraer algo, y con este fin se preocupa de la génesis de los síntomas patológicos y de las conexiones 
de la idea patógena que se propone hacer desaparecer.
También me parece muy difundido entre mis colegas el error de creer que la técnica de la investigación de los
agentes patológicos y la supresión de los síntomas por dicha investigación son cosas fáciles y naturales.
La cura analítica entraña ciertas particularidades, por las que dista mucho de ser una terapia ideal. La 
investigación y la rebusca en que se basa no auguran ciertamente una rápida obtención del fin curativo, y la 
mención de la resistencia nos habrá hecho sospechar la emergencia de dificultades poco gratas en el curso del 
tratamiento. Para el enfermo se hace demasiado largo y, en consecuencia, muy costoso, aparte del sacrificio 
que ha de suponerle comunicar con plena sinceridad cosas que preferiría silenciar. Para el médico, a más de la
prolongada labor que ha de dedicar a cada paciente, resulta harto trabajoso, por la técnica especialísima que 
ha de aprender a aplicar.
La terapia analítica ha sido creada para enfermos prolongadamente incapacitados para la vida, se ha ido 
perfeccionando en su tratamiento, y su mayor triunfo ha sido devolver a un número muy satisfactorio de 
enfermos su plena capacidad.
No debemos atender tan sólo a la enfermedad, sino también al valor individual del sujeto, y habremos de 
rechazar a aquellos enfermos queno posean un cierto nivel cultural y condiciones de carácter en las que 
podemos confiar hasta cierto punto. También hay hombres sanos carentes de todo valor, y que siempre nos 
inclinamos demasiado a atribuir su inferioridad a la enfermedad en cuanto hallamos en ellos algún signo de 
neurosis.
Nuestra terapia se funda en el conocimiento de que las representaciones inconscientes o mejor dicho, la 
naturaleza inconsciente de ciertos procesos anímicos es la causa primera de los síntomas patológicos. 
La traducción a lo consciente del material inconsciente dado en la vida anímica del enfermo tiene que corregir
su desviación de lo normal y destruir la coerción que pesa sobre su vida psíquica. La voluntad consciente no 
alcanza más allá de los procesos psíquicos conscientes y toda coerción psíquica se funda en el psiquismo 
inconsciente.
El descubrimiento y la traducción de lo inconsciente se lleva a cabo contra una continua “resistencia” del 
enfermo. La emergencia de lo inconsciente va enlazada a sensaciones de displacer, a causa de las cuales es 
rechazado siempre de nuevo. El tratamiento psicoanalítico puede ser considerado como una segunda 
educación, encaminada al vencimiento de las resistencias internas. En los nerviosos, la necesidad de esta 
segunda educación se hace sentir especialmente en cuanto al elemento anímico de su vida sexual. El médico 
ha de poseer un alto nivel moral y haber vencido en sí mismo aquella mezcla de salacidad y mojigatería con la
cual acostumbran enfrentarse muchas personas con los problemas sexuales.
El otro factor, igualmente imprescindible y que se suele olvidar demasiado fácilmente es la repugnancia 
sexual de los neuróticos, su incapacidad de amar, aquel rasgo psíquico al que hemos dado el nombre de 
“represión”. 
La iniciación del tratamiento
Autor: Sigmund Freud
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En el presente trabajo me propongo reunir algunas de estas reglas para uso del analítico práctico en la 
iniciación del tratamiento.
Añadiré que he tomado la costumbre de advertir a aquellos enfermos sobre los cuales poseo pocos datos que, 
en principio, sólo provisionalmente, y por una o dos semanas, puedo encargarme de ellos, y de este modo, 
cuando me veo obligado a interrumpir el análisis, por estar contraindicado, ahorro al enfermo la penosa 
impresión de una tentativa de curación fracasada, pues considera el hecho como un mero sondeo realizado 
para llegar a conocer el caso y decidir si le es o no aplicable el psicoanálisis.
Sólo podremos diferenciarlo algo del análisis propiamente dicho dejando hablar preferentemente al enfermo y
no suministrándole más explicaciones que las estrictamente indispensables para la continuación de su relato. 
Esta iniciación del tratamiento con un periodo de prueba de algunas semanas tiene, además una motivación 
diagnostica. Si se yerra en su diagnóstico, incurrirá en una falta de carácter práctico, impondrá al enfermo un 
esfuerzo inútil y desacreditará su terapia.
Las conferencias prolongadas con el enfermo antes de dar principio al tratamiento analítico, la sumisión 
anterior de aquel a otro método terapéutico y la existencia de una relación de amistad entre el médico y el 
enfermo determinan ciertas consecuencias desfavorables, a las que debemos estar preparados. Motivan, en 
efecto que el enfermo se presente ante el médico en una actitud de transferencia ya definida, que el médico 
habrá de ir descubriendo poco a poco en lugar de encontrar ocasión de observar el crecimiento y la 
constitución de la transferencia desde su principio.
Debe desconfiarse siempre de aquellos enfermos que nos piden un plazo antes de comenzar la cura. La 
experiencia nos ha demostrado que es inútil esperar su retorno al expirar la tregua acordada. Incluso en 
aquellos casos en las que la motivación del aplazamiento, o sea la racionalización de su propósito de aludir el 
tratamiento, parecería plenamente justificada para un profano.
El hecho de que entre el médico y el paciente que va a ser sometido al análisis, o entre sus familias 
respectivas, existan relaciones de amistad o conocimiento, suscita también especiales dificultades. 
La confianza del paciente hace muy agradable nuestro primer contacto con él, y le damos por ella, las más 
rendidas gracias pero al mismo tiempo le advertimos también que tan favorable disposición se estrellara 
seguramente contra las primeras dificultades emergentes en el tratamiento. Al escéptico le decimos que el 
análisis no precisa de la confianza del analizado y que, por tanto, puede mostrarse todo lo desconfiado que le 
plazca. Su desconfianza no es sino un síntoma como los demás suyos y no habrá pérdida del tratamiento, 
siempre que, por su parte, se preste él a observar concienzudamente las normas del análisis.
Otra de las cuestiones importantes que surgen al iniciar un análisis es la de concertar con el paciente las 
condiciones de tiempo y de dinero.
Por lo que se refiere al tiempo algo y sin excepción de advertir al paciente es establecer una hora determinada.
Unos cuantos años de practicar el psicoanálisis siguiendo estrictamente este principio de exigir a cada 
enfermo la retribución correspondiente a la hora que se le ha señalado, la utilice o no, nos convencen 
decisivamente de la importancia de la psicogenia en la vida cotidiana de los hombres, de la frecuencia de las 
“enfermedades escolares y de la existencia del azar”
Al principio del tratamiento suelen también dirigir los enfermos al médico una pregunta poco grata: ¿Cuánto 
habrá de durar el tratamiento? ¿Qué tiempo necesita usted para curarme de mi enfermedad? Cuando 
previamente le hemos propuesto comenzar con un periodo de ensayo podemos decir una respuesta directa a 
estas interrogaciones prometiendo al sujeto que, una vez cumplido tal periodo, nos ha de ser más fácil 
indicarle la duración aproximada de la cura. 
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Declararemos que el psicoanálisis precisa siempre periodos prolongados, desde un semestre hasta un año 
cuando menos, y desde luego mucho más prolongados de lo que por lo general espera el enfermo. Estemos, 
pues, obligados a hacérselo saber así, antes que se decida definitivamente a someterse al tratamiento. Lo más 
conveniente es advertir desde un principio al enfermo las dificultades de la terapia analítica y los sacrificios 
que exige, evitando así que el día de mañana pueda reprocharnos haberle inducido a aceptar un tratamiento 
cuya amplitud e importancia ignoraba.
Rehusamos comprometer a los pacientes a seguir el tratamiento durante un periodo determinado y les 
permitimos abandonarlo cuando quieren, aunque sin ocultarles que la interrupción de la cura iniciada excluye 
todo posible resultado positivo y puede provocar un estado insatisfactorio, como una operación no llevada a 
término.
También la neurosis de un individuo posee los caracteres de un organismo, y sus fenómenos parciales no son 
independientes entre sí, sino que se condicionan y se apoyan unos a otros. No se padece nunca más que una 
sola neurosis y no varias que hayan venido a coincidir casualmente en el mismo individuo. Un enfermo al 
que, siguiendo sus deseos hubiéramos libertado de un síntoma intolerable, podría experimentar a poco la 
dolorosa sorpresa de ver intensificarse, a su vez, hasta lo intolerable otro síntoma distinto, benigno hasta 
entonces.
Otra de las cuestiones que deben ser resueltas al iniciar su tratamiento es la referente al dinero: esto es, al 
montante de los honorarios del médico. El analítico no niega que el dinero deba ser considerado en primera 
línea como medio para la conservación individual y la adquisición de poderío, pero afirma, además, que en la 
valoración participan poderosos factores sexuales.
Un cierto ceremonial que observamos en las sesiones del tratamiento. Mantengo mi consejo de hacer echar al 
paciente en un diván, colocándose el médico detrás de él y fuera del alcance de su vista. Tiene un sentido 
histórico, partiendo del cual se desarrolló el psicoanálisis. Pero merece conservarse por variasrazones. En 
primer lugar, por un motivo personal que seguramente compartirá conmigo mucha gente. No resisto pasarme 
ocho o más horas al día teniendo constantemente clavada en mí la mirada de alguien. Pero, además, como en 
tanto que escucho al sujeto me abandono también, por mi parte, al curso de mis ideas inconscientes, no quiero
que mi gesto procure al paciente materia de interpretaciones o influya sobre sus manifestaciones.
Una vez reguladas en esta forma las condiciones de la cura, habremos de preguntarnos en qué punto y con qué
materiales se ha de comenzar el tratamiento.
En general, no importa cuál sea la materia con la que iniciemos el análisis: la historia del paciente, sus 
recuerdos infantiles o el historial de su enfermedad. Debemos empezar dejando hablar al enfermo sobre sí 
mismo, sin entrar a determinar su elección del punto de partida. Así, pues nos limitaremos a decirle: “Antes 
que yo pueda indicarle nada, tengo que saber mucho sobre usted. Le ruego, por tanto, que me cuente lo que 
usted sepa de sí mismo”
Una advertencia aún, antes de empezar: su relato ha de diferenciarse de una conversación corriente en una 
cierta condición. En cambio, ahora tiene usted que proceder de otro modo. Advertirá usted que durante su 
relato acudirán a su pensamiento diversas ideas, que usted se inclinará a rechazar con ciertas objeciones 
críticas. Sentirá usted la tentación de decirse “esto o lo otro no tiene nada que ver con lo que estoy contando o
carece de toda importancia, no tengo para qué decirlo”. Pues bien debe usted guardarse de ceder a tales 
críticas y decirlo a pesar de sentirse inclinado a silenciarlo, o precisamente por ello.
Diga usted, pues, todo lo que acude a su pensamiento. Condúzcase como un viajero que va junto a la 
ventanilla del vagón y describe a sus compañeros cómo el paisaje va cambiando ante sus ojos. Por último, no 
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olvide usted nunca que ha prometido ser absolutamente sincero y no calle nunca algo porque le resulte 
desagradable comunicarlo.
Aquellos pacientes que creen conocer el punto de partida de su enfermedad, comienzan por lo general, su 
relato con la exposición de los hechos en los que ven el motivo de sus dolencias; otros, que se dan cuenta de 
la relación de sus neurosis con sus experiencias infantiles, suelen empezar con una descripción de su vida, 
desde sus primeros recuerdos.
No habremos, pues de dilatarnos mucho en aconsejar al paciente que considera su cura analítica como un 
asunto reservado entre él y el médico, sin que deba poner al corriente de los detalles de la misma a ninguna 
otra persona, por familiar y curiosa que sea.
Algunas veces encontraremos pacientes que comenzarán la cura objetando que no se les ocurre nada que 
contar, aunque tienen intacto ante si todo el vasto dominio de la historia de su vida y de su enfermedad. Pero 
no debemos ceder a su demanda de que les marquemos el tema sobre que han de hablar. Hemos de tener 
siempre presente qué es lo que en estos casos se nos oponen. Se trata de una intensa resistencia que ha 
avanzado hasta la primera línea, y lo mejor será aceptar el acto de desafío y atacarla animosamente.
Todo lo que se enlaza a la situación del tratamiento corresponde a una transferencia sobre la persona del 
médico, transferencia muy adecuada para constituirse en una resistencia. En estos casos nos vemos obligados
a comenzar con el descubrimiento de esta transferencia, y partiendo de ella, encontramos pronto el camino de 
acceso al material patógeno del enfermo.
Como la primera resistencia, también los primeros síntomas y actos casuales de los pacientes presentan 
singular interés y delatan uno de los complejos que dominan su neurosis.
Si las comunicaciones y las ocurrencias del paciente se suceden sin interrupción, no debemos tocar para nada 
el tema de la transferencia, dejando esta labor, la más espinosa de todas las que se nos plantean en el análisis, 
para el momento en que la transferencia se haya convertido ya en resistencia.
Se nos preguntará ahora cuando hemos de iniciar nuestras explicaciones al analizado, revelándole el oculto 
sentido de sus asociaciones e iniciándole en las hipótesis y los métodos técnicos del análisis. Nuestra 
respuesta será la siguiente: Nunca antes de haberse establecido en el paciente una transferencia aprovechable, 
un rapport en toda regla con nosotros. El primer fin del tratamiento es siempre ligar al paciente a la cura y a la
persona del médico. Para ello no hay más que darle tiempo. Si adaptamos desde un principio una actitud que 
no sea esta de cariñoso interés y simpatía nos mostramos rígidamente moralizante o aparecemos ante los ojos 
del paciente como representantes o mandatarios de otras personas (de su cónyuge o sus padres, por ejemplo) 
destruiremos toda posibilidad de semejante resultado positivo.
El enfermo sufre a consecuencia de un desconocimiento y una incomprensión de sus procesos inconscientes, 
y nuestro deber sería desvanecer cuanto antes su ignorancia comunicándole en el acto nuestros 
descubrimientos.
Para que pueda iniciarse alguna modificación es necesario que el proceso mental consciente haya penetrado 
hasta aquel lugar y haya vencido las resistencias de la represión. En un principio provocará resistencias; pero, 
una vez vencidas estas estimularán un proceso mental en cuyo curso surgirá por fin la acción esperada sobre 
el recuerdo inconsciente. El primer motor de la terapia está en las dolencias del enfermo y en el deseo de 
curación por ellas engendrado.
La transferencia logra suprimir muchas veces por si misma los síntomas patológicos, pero sólo 
provisionalmente, esto es, mientras ella misma existe. El tratamiento merece tan sólo este último nombre 
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cuando la transferencia ha empleado su intensidad para vencer las resistencias. Sólo entonces queda hecha 
imposible la enfermedad, aun cuando la transferencia sea suprimida como debe serlo.
Sobre la psicogenesis de un caso de homosexualidad femenina
Autor: Sigmund Freud
Una muchacha de dieciocho años, bonita, inteligente y de elevada posición social, ha despertado el disgusto y 
la preocupación de sus padres por el cariño con el que persigue a una señora de la “buena sociedad” unos diez
años mayor que ella. Los padres pretenden que la tal señora no es más que una cocota. La muchacha no 
discute tales afirmaciones, pero no se deja influir por ellas en absoluto en su admiración hacia aquella señora,
a pesar de no carecer, en modo alguno de sentido moral. 
Se ve que esta pasión ha devorado todos los demás intereses de la muchacha. No han observado nunca en la 
muchacha interés alguno hacia los jóvenes ni complacencia ante sus homenajes; en cambio, ven claramente 
que su enamoramiento actual no hace sino continuar en mayor grado, la inclinación que en los últimos años 
hubo de mostrar hacia otras personas femeninas y que despertó ya las sospechas y el rigor del padre.
Dos aspectos de su conducta, aparentemente opuestos, despiertan, sobre todo, la contrariedad de los padres: la
imprudencia con la que se muestra públicamente en compañía de su amiga malfamada, sin cuidado alguno a 
su propia reputación, y la tenacidad con que recurre a toda clase de engaños para facilitar y encubrir sus 
entrevistas con ella. Reprocha, pues a la muchacha un exceso de franqueza, por un lado, y un exceso de 
disimulo, por otro. Un día el padre encontró a su hija acompañada de la señora en cuestión, y, al cruzarse con 
ellas, les dirigió una mirada colérica que no presagiaba nada bueno. Momentos después se separaba la 
muchacha de su amiga para arrojarse al foso por donde circulaba el tranvía. Nuestra sujeto pagó esta tentativa 
de suicidio con largos días de cama, aunque, afortunadamente, no se produjo lesión alguna permanente.
Aproximadamente medio año después de este suceso acudieron los padres al médico, encargándole de 
reintegrar s su hija a la normalidad. La tentativa de suicidio les había demostrado que los medios coercitivos 
de la disciplina familiarno eran suficientes para dominar la perturbación de la sujeto. El padre era un hombre 
serio, respetable y, en el fondo, muy cariñoso, aunque la severidad que creía deber adoptar en sus funciones 
paternas había alejado algo de él a sus hijos. Su conducta general para con su hija aparecía determinada por 
la influencia de su mujer. Al tener conocimiento por vez primera de las inclinaciones homosexuales de la 
muchacha ardió en cólera e intentó reprimirlas con las más graves amenazas. No sabiendo si había de ver en 
su hija una criatura viciosa, degenerada, o simplemente enferma de una perturbación mental. Tampoco 
después del accidente llego a elevarse a aquella reflexiva resignación que uno de nuestros colegas, víctima de
un análogo suceso en su familia, expresaba con la frase siguiente: “qué le vamos a hacer “es una desgracia 
como otra cualquiera. La homosexualidad de su hija integraba algo que provocaba en él máxima indignación. 
Acudió al psicoanálisis. Si este recurso fracasaba tenía aún en reserva un rápido matrimonio habría despertado
los instintos naturales de la muchacha y ahogado sus inclinaciones contra la naturaleza.
La posición de la madre no resultaba tan transparente. Se trataba de una mujer joven aún, que no había 
renunciado todavía a gustar. No tomaba tan por lo trágico el capricho de su hija e incluso había gozado 
durante algún tiempo de la confianza de la muchacha en lo que se refería su enamoramiento de aquella 
señora, y si había acabado por tomar partido contra él, se debía tan sólo a la publicidad con que la muchacha 
ostentaba sus sentimientos. Trataba a sus hijos muy desigualmente, mostrándose más bien dura con la 
muchacha y excesivamente cariñosa con sus otros tres hijos, el último de los cuales era ya un retoño tardío, 
que solo contaba por entonces unos tres años. El tipo ideal de tal situación queda constituido cuando un 
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ALDERETE ALEXIS
individuo, dependiente sólo de su propia voluntad, se ve aquejado por un conflicto interno, al que no puede 
poner término por sí solo, y acude al psicoanalítico en demanda de ayuda.
No es nada raro que un marido acuda al médico con la pretensión siguiente: La nerviosidad de mi mujer ha 
alterado nuestras relaciones conyugales, cúrela usted para que volvamos a poder ser un matrimonio feliz. En 
cuando la mujer queda libre de sus inhibiciones neuróticas se separa de su marido, pues la continuación del 
matrimonio sólo se había hecho posible merced a tales inhibiciones. A veces son los padres quienes 
demandan la curación de un hijo que se muestra nervioso y rebelde. Para ellos, un niño sano es un niño que 
no crea dificultad alguna a los padres y sólo satisfacciones les procura. El médico puede conseguir, en efecto, 
el restablecimiento del niño, pero después de su curación sigue aquél sus propios caminos mucho más 
decididamente que antes y los padres reciben de él todavía mayor descontento. En resumen: no es indiferente 
que un hombre se someta al análisis por su propia voluntad o porque otros se lo impongan.
El caso era en transformar una de las variantes de la organización sexual genital en otra distinta. Esta labor de 
modificar la inversión genital u homosexualidad no es nunca fácil. Mi experiencia me ha demostrado que sólo
en circunstancias especialmente favorables llega a conseguirse, y aun entonces el éxito consiste únicamente 
en abrir a la persona homosexualmente limitada, el camino hacia el otros sexo, vedado antes para ella, 
restableciendo su plena función bisexual.
Por lo regular, el homosexual no logra abandonar su objeto placiente no se consigue convencerle de que una 
vez modificadas sus tendencias sexuales, volverá a hallar en un objeto distinto el placer que renuncie a buscar
en sus objetos actuales. Si se pone en tratamiento es casi siempre por motivos externos. No es difícil entonces 
descubrir su proyecto secreto de procurarse, con el ruidoso fracaso de tentativa de curación, la tranquilidad de
haber hecho todo lo posible para combatir sus instintos, pudiendo así entregarse a ellos en adelante sin 
remordimiento alguno. Sólo en aquellos casos en que la fijación al objeto homosexual no ha adquirido aún 
intensidad suficiente, o en los que existen todavía ramificaciones y restos considerables de la elección de 
objeto sexual, esto es, dada una organización vacilante aún o claramente bisexual, puede fundarse alguna 
esperanza en la terapia psicoanalítica.
En toda una serie de casos, el análisis se divide en dos fases claramente delimitadas: en la primera se 
procura el médico el conocimiento necesario del paciente, le da a conocer las hipótesis y los postulados del 
análisis y se expone sus deducciones sobre la génesis de la enfermedad, basadas en el material revelado en el 
análisis. En la segunda fase se apodera el paciente mismo de la materia que el analítico le ha ofrecido, labora 
con ella, recuerda aquella parte de lo reprimido que le es posible atraer a su conciencia e intenta vivir de 
nuevo la parte restante. El primero comprende todos los preparativos necesarios, tan complicados y 
dificultosos hoy.
El análisis que motiva el presente estudio transcurrió conforme a esta división de dos fases, pero no pasó del 
comienzo de la segunda. Sin embargo, una constelación especial de la resistencia me procuró una completa 
confirmación de mis hipótesis y una visión suficiente del desarrollo de la inversión de la sujeto. Pero antes de 
exponer los resultados por el análisis he de atender a algunos puntos a los que ya he aludido o que se habrán 
impuesto al lector como primer objeto de su interés. 
Con ninguno de sus objetos eróticos había ido más allá de algunos besos y abrazos, su castidad genital, si se 
me permite la expresión, había permanecido intacta. Incluso aquella dama que había despertado en ella su 
último y más intenso amor se había mostrado casi insensible a él y no había concedido nunca a su enamorada 
otro favor que el de besar su mano.
Una segunda cuestión interesante que en seguida traté de poner en claro era la correspondiente a los propios 
motivos internos de la sujeto, en los cuales pudiera apoyarse quizá el tratamiento analítico. La muchacha no 
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intentó engañarme con la afirmación que sentía la imperiosa necesidad de ser libertada de su homosexualidad.
Por el contrario, confesaba que no podía imaginar amor ninguno de otro género, si bien agregaba que a causa 
de sus padres apoyaría sinceramente la tentativa terapéutica, pues le era muy doloroso ocasionarles tan gran 
pena.
Sobre los problemas del concepto de proyección
Autor: Leopold bellak
Freud en 1896, en su trabajo “Las neuropsicosis de defensa” afirmó más explícitamente que la proyección es 
un proceso que consiste en atribuir los propios impulsos, sentimientos y afectos a otras personas o al 
mundo exterior, como un proceso defensivo que nos permite ignorar estos fenómenos “indeseables” en 
nosotros mismos. En términos más específicos, el superyó inhibe la expresión del odio porque lo desaprueba 
moralmente.
Freud dice en Totem y Tabú: La proyección no está especialmente creada con fines de defensa; también surge
cuando no hay conflictos. La proyección de percepciones internas al exterior es un mecanismo primitivo que, 
por ejemplo, influye también sobre nuestras percepciones sensoriales, de modo que normalmente desempeña 
el papel principal en la configuración de nuestro mundo exterior. Bajo condiciones que no están aun 
suficientemente determinadas, incluso las percepciones internas de procesos ideacionales y emocionales se 
proyectan al exterior, como las percepciones sensoriales, y son utilizadas para configurar el mundo exterior, 
cuando deberían permanecer dentro del mundo interno.
El supuesto básico de Freud es que los recuerdos de los perceptos influyen sobre la percepción de estímulos 
contemporáneos. Nos vemos obligados a suponer que toda percepción actual sufre la influencia de la 
percepción pasada, y que la naturaleza de las percepciones y su interacción mutua constituyen el

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