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La sociedad como interacción simbólica Blumer El término Interacción simbólica se refiere al carácter peculiar y distintivo de la interacción que tiene lugar entre seres humanos. La peculiaridad consiste en el hecho de que los seres humanos interpretan o definen las acciones de los demás en lugar de reaccionar simplemente a ellas. Su respuesta no se refiere de manera directa a las acciones de los otros, sino que se basa en el significado que atribuyen a tales acciones. De esta manera, la interacción humana es medida por el uso de símbolos, por la interpretación o por la averiguación del significado de las acciones de los otros. Esta mediación es equivalente a insertar un proceso de interpretación entre el estímulo y la respuesta en el caso del comportamiento humano. Mead en su análisis declara que el ser humano tiene un sí mismo. Al declarar esto pensaba que el ser humano puede ser el objeto de sus propias acciones, puede actuar hacia si mismo como lo hace con los otros (ejemplo: cuando alguien se enoja consigo mismo, se enorgullece de si mismo, se reta, etc.). Mead considera que esta capacidad de actuar respecto a sí mismo es el mecanismo fundamental con el cual el hombre enfrenta y maneja su mundo. Le permite indicarse a sí mismo cosas que están a su alrededor y así guiar sus acciones por lo que observa. Cualquier cosa de la que el ser humano sea conciente es algo que él se está indicando a sí mismo. Y cualquier cosa de la que no es consciente es algo que no está indicándose a sí mismo. Entonces, interpretar las acciones de otro es señalarse a uno mismo que la acción tiene tal o cual significado. Según Mead la significación del hacerse indicaciones a uno mismo tiene una importancia que reside en dos puntos: Primero, indicar algo es sacarlo de su contexto, mantenerlo aparte, darle un significado o hacer de él un objeto. Un objeto (cualquier cosa que un I se indique a sí mismo) es distinto de un estímulo; su significado es algo que el individuo le otorga. El objeto es un producto de la disposición del individuo a actuar y no un estimulo que evoca el acto. Entonces, el sujeto construye sus objetos, les da significado y toma decisiones pero el objeto no provoca su comportamiento. Segundo, su acción es construida en lugar de ser una mera descarga, su acción es construida a través de un proceso de autoindicación. El individuo arma y guía su acción tomando nota de diferentes cosas e interpretando su significación para su acción posterior. La autoindicación es un proceso comunicativo en movimiento en el cual el individuo nota cosas, las estima, les da significado y se decide a actuar sobre la base del significado. En virtud de que el I se indica ciertas cosas a sí mismo, se coloca frente a ellas y es capaz de retroactuar contra ellas, aceptándolas, rechazándolas o transformándolas de acuerdo con el modo como en que las define o interpreta. Su comportamiento surge de la manera en que él interpreta y maneja esas cosas en la acción que está construyendo. Mead reconoce que la formación de la acción por parte del I mediante la autoindicacion tiene lugar siempre en un contexto social. La acción de grupo toma la forma de un acomodamiento conjunto de líneas de acción individuales. Cada individuo pone su acción en línea con la de los otros averiguando el significado de sus actos. Para Mead, el I logra esto “tomando el rol” de los otros ya sea de una persona especifica o de un grupo. Al adoptar esos roles el I busca averiguar la intención de los actos de los otros; forma y alinea su propia acción sobre la base de tal interpretación de los actos de los otros. Ese es el modo en que la acción de grupo tiene lugar en la sociedad humana. La mayoría de las teorías se encuentran en oposición respecto a este interaccionismo simbólico y sus premisas fundamentales. El pensamiento sociológico raramente reconoce a la sociedad como formada por I que tienen un sí mismo. En cambio, consideran que el comportamiento de los I como miembros de una sociedad es una expresión de la influencia que ejercen sobre ellos ciertos tipos de factores o fuerzas (costumbre, estructura social, rol social, etc.). Los individuos que componen una sociedad son tratados como los medios a través de los cuales tales factores operan y la acción social de tales I es considerada como una expresión de esos factores. Este enfoque niega el si mismo de los I. Estas concepciones sociológicas no consideran a las acciones sociales de la I como construidas por ellos a través de un proceso de interpretación. En cambio, la acción es tratada como un producto de factores que operan sobre y a través de los I. Entonces, la acción social de los I es tratada como el resultado manifiesto de fuerzas que obrarían sobre ellos antes que como actos construidos por los I a través de su interpretación de las situaciones en que se encuentran. También estas concepciones difieren del interaccionismo respecto al lugar en que sitúan a la acción social. En la perspectiva de la interacción simbólica, la acción social es situada en los I actuantes que adaptan mutuamente sus respectivas líneas de acción a través de un proceso de interpretación; la acción de grupo es la acción colectiva de tales individuos. En cambio, las posiciones sociológicas ubican a la acción social en la acción de la sociedad en alguna unidad de la sociedad. Volviendo al interaccionismo simbólico, la sociedad debe ser vista como compuesta por I actuantes y la vida de la sociedad como constituida por sus acciones. Las unidades actuantes pueden ser individuos separados, colectividades u organizaciones. Respecto a las condiciones en las que estas unidades actúan, la primera es que la acción tiene lugar en y con respecto a una situación. Esto conduce a una segunda condición y es que la acción es construida a través de la interpretación de la situación. La unidad actuante tiene que identificar las cosas que tiene que tomar en consideración, tiene que estimarlas de alguna manera y tomar decisiones sobre la base de esa estimación. La vida de grupo consiste en unidades actuantes que desarrollan actos para hacer frente a las situaciones en que se hallan colocadas. Desde el punto de vista de la interacción simbólica, la organización social es el marco dentro del cual unidades actuantes desarrollan sus acciones. Las características estructurales establecen condiciones para su acción, pero no la determinan. Los I actúan con respecto a situaciones, y la organización social entra en juego solo en la medida en que da forma a las situaciones en las que actúan los I. Los sociólogos tienden a ver a la S en términos de estructura u organización y a tratar a la acción social como una expresión de esa estructura. La sociedad como interacción simbólica Blumer El término Interacción simbólica se refiere al carácter peculiar y distintivo de la interacción que tiene lugar entre seres humanos. La peculiaridad consiste en el hecho de que los seres humanos interpretan o definen las acciones de los demás en lugar de reaccionar simplemente a ellas. Su respuesta no se refiere de manera directa a las acciones de los otros, sino que se basa en el significado que atribuyen a tales acciones. De esta manera, la interacción humana es medida por el uso de símbolos, por la interpretación o por la averiguación del significado de las acciones de los otros. Esta mediación es equivalente a insertar un proceso de interpretación entre el estímulo y la respuesta en el caso del comportamiento humano. Mead en su análisis declara que el ser humano tiene un sí mismo. Al declarar esto pensaba que el ser humano puede ser el objeto de sus propias acciones, puede actuar hacia si mismo como lo hace con los otros(ejemplo: cuando alguien se enoja consigo mismo, se enorgullece de si mismo, se reta, etc.). Mead considera que esta capacidad de actuar respecto a sí mismo es el mecanismo fundamental con el cual el hombre enfrenta y maneja su mundo. Le permite indicarse a sí mismo cosas que están a su alrededor y así guiar sus acciones por lo que observa. Cualquier cosa de la que el ser humano sea conciente es algo que él se está indicando a sí mismo. Y cualquier cosa de la que no es consciente es algo que no está indicándose a sí mismo. Entonces, interpretar las acciones de otro es señalarse a uno mismo que la acción tiene tal o cual significado. Según Mead la significación del hacerse indicaciones a uno mismo tiene una importancia que reside en dos puntos: Primero, indicar algo es sacarlo de su contexto, mantenerlo aparte, darle un significado o hacer de él un objeto. Un objeto (cualquier cosa que un I se indique a sí mismo) es distinto de un estímulo; su significado es algo que el individuo le otorga. El objeto es un producto de la disposición del individuo a actuar y no un estimulo que evoca el acto. Entonces, el sujeto construye sus objetos, les da significado y toma decisiones pero el objeto no provoca su comportamiento. Segundo, su acción es construida en lugar de ser una mera descarga, su acción es construida a través de un proceso de auto-indicación. El individuo arma y guía su acción tomando nota de diferentes cosas e interpretando su significación para su acción posterior. La auto-indicación es un proceso comunicativo en movimiento en el cual el individuo nota cosas, las estima, les da significado y se decide a actuar sobre la base del significado. En virtud de que el I (individuo) se indica ciertas cosas a sí mismo, se coloca frente a ellas y es capaz de retroactuar contra ellas, aceptándolas, rechazándolas o transformándolas de acuerdo con el modo como en que las define o interpreta. Su comportamiento surge de la manera en que él interpreta y maneja esas cosas en la acción que está construyendo. Es a través de este proceso como el ser humano construye su acción consiente. Mead reconoce que la formación de la acción por parte del I mediante la auto-indicación tiene lugar siempre en un contexto social. La acción de grupo toma la forma de un acomodamiento conjunto de líneas de acción individuales. Cada individuo pone su acción en línea con la de los otros averiguando el significado de sus actos. Para Mead, el I logra esto “tomando el rol” de los otros ya sea de una persona especifica o de un grupo. Al adoptar esos roles el I busca averiguar la intención de los actos de los otros; forma y alinea su propia acción sobre la base de tal interpretación de los actos de los otros. Ese es el modo en que la acción de grupo tiene lugar en la sociedad humana. La mayoría de las teorías se encuentran en oposición respecto a este interaccionismo simbólico y sus premisas fundamentales. El pensamiento sociológico raramente reconoce a la sociedad como formada por I que tienen un sí mismo. En cambio, consideran que el comportamiento de los I como miembros de una sociedad es una expresión de la influencia que ejercen sobre ellos ciertos tipos de factores o fuerzas (costumbre, estructura social, rol social, etc.). Los individuos que componen una sociedad son tratados como los medios a través de los cuales tales factores operan y la acción social de tales I es considerada como una expresión de esos factores. Este enfoque niega el si mismo de los I. Estas concepciones sociológicas no consideran a las acciones sociales de los I como construidas por ellos a través de un proceso de interpretación. En cambio, la acción es tratada como un producto de factores que operan sobre y a través de los I. Entonces, la acción social de los I es tratada como el resultado manifiesto de fuerzas que obrarían sobre ellos antes que como actos construidos por los I a través de su interpretación de las situaciones en que se encuentran. También estas concepciones difieren del interaccionismo respecto al lugar en que sitúan a la acción social. En la perspectiva de la interacción simbólica, la acción social es situada en los I actuantes que adaptan mutuamente sus respectivas líneas de acción a través de un proceso de interpretación; la acción de grupo es la acción colectiva de tales individuos. En cambio, las posiciones sociológicas ubican a la acción social en la acción de la sociedad en alguna unidad de la sociedad. Volviendo al interaccionismo simbólico, la sociedad debe ser vista como compuesta por I actuantes y la vida de la sociedad como constituida por sus acciones. Las unidades actuantes pueden ser individuos separados, colectividades u organizaciones. Respecto a las condiciones en las que estas unidades actúan, la primera es que la acción tiene lugar en y con respecto a una situación. Esto conduce a una segunda condición y es que la acción es construida a través de la interpretación de la situación. La unidad actuante tiene que identificar las cosas que tiene que tomar en consideración (tareas, oportunidades, obstáculos) tiene que estimarlas de alguna manera y tomar decisiones sobre la base de esa estimación. La vida de grupo consiste en unidades actuantes que desarrollan actos para hacer frente a las situaciones en que se hallan colocadas. En general, los sociólogos no estudian la sociedad humana en términos de sus unidades actuantes, en lugar de ello, tienden a verla en términos de estructura u organización y a tratar la acción social como una expresión de tal estructura u organización. Desde el punto de vista de la interacción simbólica, la organización social es el marco dentro del cual unidades actuantes desarrollan sus acciones. Las características estructurales establecen condiciones para su acción, pero no la determinan. Los I actúan con respecto a situaciones, y la organización social entra en juego solo en la medida en que da forma a las situaciones en las que actúan los I. Los sociólogos tienden a ver a la sociedad en términos de estructura u organización y a tratar a la acción social como una expresión de esa estructura.
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