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Blumer La sociedad como interaccion simbólica (F 2968)

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La sociedad como interacción simbólica
Blumer
El término Interacción simbólica se refiere al carácter peculiar y distintivo de la
interacción que tiene lugar entre seres humanos. La peculiaridad consiste en el hecho de
que los seres humanos interpretan o definen las acciones de los demás en lugar de
reaccionar simplemente a ellas. Su respuesta no se refiere de manera directa a las
acciones de los otros, sino que se basa en el significado que atribuyen a tales acciones.
De esta manera, la interacción humana es medida por el uso de símbolos, por la
interpretación o por la averiguación del significado de las acciones de los otros. Esta
mediación es equivalente a insertar un proceso de interpretación entre el estímulo y la
respuesta en el caso del comportamiento humano. 
Mead en su análisis declara que el ser humano tiene un sí mismo. Al declarar esto
pensaba que el ser humano puede ser el objeto de sus propias acciones, puede actuar
hacia si mismo como lo hace con los otros (ejemplo: cuando alguien se enoja consigo
mismo, se enorgullece de si mismo, se reta, etc.). Mead considera que esta capacidad de
actuar respecto a sí mismo es el mecanismo fundamental con el cual el hombre enfrenta
y maneja su mundo. Le permite indicarse a sí mismo cosas que están a su alrededor y
así guiar sus acciones por lo que observa. Cualquier cosa de la que el ser humano sea
conciente es algo que él se está indicando a sí mismo. Y cualquier cosa de la que no es
consciente es algo que no está indicándose a sí mismo. Entonces, interpretar las
acciones de otro es señalarse a uno mismo que la acción tiene tal o cual significado. 
Según Mead la significación del hacerse indicaciones a uno mismo tiene una
importancia que reside en dos puntos: Primero, indicar algo es sacarlo de su contexto,
mantenerlo aparte, darle un significado o hacer de él un objeto. Un objeto (cualquier
cosa que un I se indique a sí mismo) es distinto de un estímulo; su significado es algo
que el individuo le otorga. El objeto es un producto de la disposición del individuo a
actuar y no un estimulo que evoca el acto. Entonces, el sujeto construye sus objetos, les
da significado y toma decisiones pero el objeto no provoca su comportamiento.
Segundo, su acción es construida en lugar de ser una mera descarga, su acción es
construida a través de un proceso de autoindicación. El individuo arma y guía su acción
tomando nota de diferentes cosas e interpretando su significación para su acción
posterior. 
La autoindicación es un proceso comunicativo en movimiento en el cual el individuo
nota cosas, las estima, les da significado y se decide a actuar sobre la base del
significado. En virtud de que el I se indica ciertas cosas a sí mismo, se coloca frente a
ellas y es capaz de retroactuar contra ellas, aceptándolas, rechazándolas o
transformándolas de acuerdo con el modo como en que las define o interpreta. Su
comportamiento surge de la manera en que él interpreta y maneja esas cosas en la
acción que está construyendo.
Mead reconoce que la formación de la acción por parte del I mediante la autoindicacion
tiene lugar siempre en un contexto social. La acción de grupo toma la forma de un
acomodamiento conjunto de líneas de acción individuales. Cada individuo pone su
acción en línea con la de los otros averiguando el significado de sus actos. Para Mead, el
I logra esto “tomando el rol” de los otros ya sea de una persona especifica o de un
grupo. Al adoptar esos roles el I busca averiguar la intención de los actos de los otros;
forma y alinea su propia acción sobre la base de tal interpretación de los actos de los
otros. Ese es el modo en que la acción de grupo tiene lugar en la sociedad humana. 
La mayoría de las teorías se encuentran en oposición respecto a este interaccionismo
simbólico y sus premisas fundamentales. El pensamiento sociológico raramente
reconoce a la sociedad como formada por I que tienen un sí mismo. En cambio,
consideran que el comportamiento de los I como miembros de una sociedad es una
expresión de la influencia que ejercen sobre ellos ciertos tipos de factores o fuerzas
(costumbre, estructura social, rol social, etc.). Los individuos que componen una
sociedad son tratados como los medios a través de los cuales tales factores operan y la
acción social de tales I es considerada como una expresión de esos factores. Este
enfoque niega el si mismo de los I. Estas concepciones sociológicas no consideran a las
acciones sociales de la I como construidas por ellos a través de un proceso de
interpretación. En cambio, la acción es tratada como un producto de factores que operan
sobre y a través de los I. Entonces, la acción social de los I es tratada como el resultado
manifiesto de fuerzas que obrarían sobre ellos antes que como actos construidos por los
I a través de su interpretación de las situaciones en que se encuentran.
También estas concepciones difieren del interaccionismo respecto al lugar en que sitúan
a la acción social. En la perspectiva de la interacción simbólica, la acción social es
situada en los I actuantes que adaptan mutuamente sus respectivas líneas de acción a
través de un proceso de interpretación; la acción de grupo es la acción colectiva de tales
individuos. En cambio, las posiciones sociológicas ubican a la acción social en la acción
de la sociedad en alguna unidad de la sociedad. 
Volviendo al interaccionismo simbólico, la sociedad debe ser vista como compuesta por
I actuantes y la vida de la sociedad como constituida por sus acciones. Las unidades
actuantes pueden ser individuos separados, colectividades u organizaciones. Respecto a
las condiciones en las que estas unidades actúan, la primera es que la acción tiene lugar
en y con respecto a una situación. Esto conduce a una segunda condición y es que la
acción es construida a través de la interpretación de la situación. La unidad actuante
tiene que identificar las cosas que tiene que tomar en consideración, tiene que estimarlas
de alguna manera y tomar decisiones sobre la base de esa estimación. La vida de grupo
consiste en unidades actuantes que desarrollan actos para hacer frente a las situaciones
en que se hallan colocadas. 
Desde el punto de vista de la interacción simbólica, la organización social es el marco
dentro del cual unidades actuantes desarrollan sus acciones. Las características
estructurales establecen condiciones para su acción, pero no la determinan. Los I actúan
con respecto a situaciones, y la organización social entra en juego solo en la medida en
que da forma a las situaciones en las que actúan los I. Los sociólogos tienden a ver a la
S en términos de estructura u organización y a tratar a la acción social como una
expresión de esa estructura. 
La sociedad como interacción simbólica
Blumer
El término Interacción simbólica se refiere al carácter peculiar y distintivo de la
interacción que tiene lugar entre seres humanos. La peculiaridad consiste en el hecho de
que los seres humanos interpretan o definen las acciones de los demás en lugar de
reaccionar simplemente a ellas. Su respuesta no se refiere de manera directa a las
acciones de los otros, sino que se basa en el significado que atribuyen a tales acciones.
De esta manera, la interacción humana es medida por el uso de símbolos, por la
interpretación o por la averiguación del significado de las acciones de los otros. Esta
mediación es equivalente a insertar un proceso de interpretación entre el estímulo y la
respuesta en el caso del comportamiento humano. 
Mead en su análisis declara que el ser humano tiene un sí mismo. Al declarar esto
pensaba que el ser humano puede ser el objeto de sus propias acciones, puede actuar
hacia si mismo como lo hace con los otros(ejemplo: cuando alguien se enoja consigo
mismo, se enorgullece de si mismo, se reta, etc.). Mead considera que esta capacidad de
actuar respecto a sí mismo es el mecanismo fundamental con el cual el hombre enfrenta
y maneja su mundo. Le permite indicarse a sí mismo cosas que están a su alrededor y
así guiar sus acciones por lo que observa. Cualquier cosa de la que el ser humano sea
conciente es algo que él se está indicando a sí mismo. Y cualquier cosa de la que no es
consciente es algo que no está indicándose a sí mismo. Entonces, interpretar las
acciones de otro es señalarse a uno mismo que la acción tiene tal o cual significado. 
Según Mead la significación del hacerse indicaciones a uno mismo tiene una
importancia que reside en dos puntos: Primero, indicar algo es sacarlo de su contexto,
mantenerlo aparte, darle un significado o hacer de él un objeto. Un objeto (cualquier
cosa que un I se indique a sí mismo) es distinto de un estímulo; su significado es algo
que el individuo le otorga. El objeto es un producto de la disposición del individuo a
actuar y no un estimulo que evoca el acto. Entonces, el sujeto construye sus objetos, les
da significado y toma decisiones pero el objeto no provoca su comportamiento.
Segundo, su acción es construida en lugar de ser una mera descarga, su acción es
construida a través de un proceso de auto-indicación. El individuo arma y guía su acción
tomando nota de diferentes cosas e interpretando su significación para su acción
posterior. 
La auto-indicación es un proceso comunicativo en movimiento en el cual el individuo
nota cosas, las estima, les da significado y se decide a actuar sobre la base del
significado. En virtud de que el I (individuo) se indica ciertas cosas a sí mismo, se
coloca frente a ellas y es capaz de retroactuar contra ellas, aceptándolas, rechazándolas
o transformándolas de acuerdo con el modo como en que las define o interpreta. Su
comportamiento surge de la manera en que él interpreta y maneja esas cosas en la
acción que está construyendo. Es a través de este proceso como el ser humano construye
su acción consiente.
Mead reconoce que la formación de la acción por parte del I mediante la auto-indicación
tiene lugar siempre en un contexto social. La acción de grupo toma la forma de un
acomodamiento conjunto de líneas de acción individuales. Cada individuo pone su
acción en línea con la de los otros averiguando el significado de sus actos. Para Mead, el
I logra esto “tomando el rol” de los otros ya sea de una persona especifica o de un
grupo. Al adoptar esos roles el I busca averiguar la intención de los actos de los otros;
forma y alinea su propia acción sobre la base de tal interpretación de los actos de los
otros. Ese es el modo en que la acción de grupo tiene lugar en la sociedad humana. 
La mayoría de las teorías se encuentran en oposición respecto a este interaccionismo
simbólico y sus premisas fundamentales. El pensamiento sociológico raramente
reconoce a la sociedad como formada por I que tienen un sí mismo. En cambio,
consideran que el comportamiento de los I como miembros de una sociedad es una
expresión de la influencia que ejercen sobre ellos ciertos tipos de factores o fuerzas
(costumbre, estructura social, rol social, etc.). Los individuos que componen una
sociedad son tratados como los medios a través de los cuales tales factores operan y la
acción social de tales I es considerada como una expresión de esos factores. Este
enfoque niega el si mismo de los I. Estas concepciones sociológicas no consideran a las
acciones sociales de los I como construidas por ellos a través de un proceso de
interpretación. En cambio, la acción es tratada como un producto de factores que operan
sobre y a través de los I. Entonces, la acción social de los I es tratada como el resultado
manifiesto de fuerzas que obrarían sobre ellos antes que como actos construidos por los
I a través de su interpretación de las situaciones en que se encuentran.
También estas concepciones difieren del interaccionismo respecto al lugar en que sitúan
a la acción social. En la perspectiva de la interacción simbólica, la acción social es
situada en los I actuantes que adaptan mutuamente sus respectivas líneas de acción a
través de un proceso de interpretación; la acción de grupo es la acción colectiva de tales
individuos. En cambio, las posiciones sociológicas ubican a la acción social en la acción
de la sociedad en alguna unidad de la sociedad. 
Volviendo al interaccionismo simbólico, la sociedad debe ser vista como compuesta por
I actuantes y la vida de la sociedad como constituida por sus acciones. Las unidades
actuantes pueden ser individuos separados, colectividades u organizaciones. Respecto a
las condiciones en las que estas unidades actúan, la primera es que la acción tiene lugar
en y con respecto a una situación. Esto conduce a una segunda condición y es que la
acción es construida a través de la interpretación de la situación. La unidad actuante
tiene que identificar las cosas que tiene que tomar en consideración (tareas,
oportunidades, obstáculos) tiene que estimarlas de alguna manera y tomar decisiones
sobre la base de esa estimación. La vida de grupo consiste en unidades actuantes que
desarrollan actos para hacer frente a las situaciones en que se hallan colocadas. 
En general, los sociólogos no estudian la sociedad humana en términos de sus unidades
actuantes, en lugar de ello, tienden a verla en términos de estructura u organización y a
tratar la acción social como una expresión de tal estructura u organización. 
Desde el punto de vista de la interacción simbólica, la organización social es el marco
dentro del cual unidades actuantes desarrollan sus acciones. Las características
estructurales establecen condiciones para su acción, pero no la determinan. Los I actúan
con respecto a situaciones, y la organización social entra en juego solo en la medida en
que da forma a las situaciones en las que actúan los I. Los sociólogos tienden a ver a la
sociedad en términos de estructura u organización y a tratar a la acción social como una
expresión de esa estructura.

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