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ASPECTOS RETÓRICOS DE LA POESÍA DE SAN JUAN DE LA CRUZ- C. CUEVAS
Los estudios sobre la analogía entre sentimiento místico y poético suelen señalar que ambos coinciden en su condición de vivencia teopática: estado anímico de exaltación emotiva que tiene rasgos de patetismo. Esta actitud la llamaron los intelectuales benedictinos “sobria ebrietas”, poniendo de relieve la oposición que hay en ella: una parte intelectual y la otra dionisíaca. De esta tesitura se origina la palabra en San Juan de la Cruz, conmovida y conmovedora a la vez. 
Debido a que no hay vocablos para declarar cosas subidas, queda la solución de hablar por aproximaciones, recurriendo a “palabras encendidas”, “palabras como fuego”. Los conceptos de “palabra” y “llama” se identifican, para referirse a un modo de expresión que apenas puede dar idea del incendio de que procede. Esto lo obliga a recurrir a un lenguaje arrebatado, que eleva el discurso poético a un alto nivel emocional. Por eso se niega a escribir en frío (mención del “calor”). 
Todo, desde la organización del poema, y los detalles de retórica y estilo, pertenece a un propósito de carácter artístico. Su poesía no surge de la febril exaltación, sino de la concreción de emociones y atisbos en la palabra manejada sabiamente.
Desde su adolescencia SJ tuvo una preparación humanística. De los 17 a los 21 años (1559-63) estudió gramática y retórica partiendo de los textos de Nebrija.
Cántico espiritual dedicó años a su completo acabamiento. Desde el principio fue concebido como una estricta obra literaria. 
El arte tiene para SJ un carácter instrumental, que hace deseable su perfección, ya que de ella depende el efecto que ha de hacer a sus destinatarios. Su intención es mover a los lectores a emprender el camino místico, para lo cual recurre a una retórica basada en el mouere. Partiendo de la realidad de la que él mismo está conmovido, busca en sus palabras cuanto pueda conmover. Busca las imágenes que muevan la voluntad hacia la devoción. Esa es la clave de su arte en general. La estética sanjuanista descansa en la valoración de recursos artísticos capaces de influir en la conducta de sus lectores (lo que se llama función conativa o apelativa del lenguaje).
Cántico espiritual se adapta a las pautas del cantar de los cantares: carácter poema amatorio, que canta afectos pastoriles en medio de una naturaleza incitante y amable; estos amores son sugestivos, sin adulterio o daño. El paisaje se configura sobre las pautas del locus amoenus. El cántico de SJ nace “en amor de abundante inteligencia mística”. En el fondo, late el topos platónico del furor poeticus. Se apela a la sensibilidad con recursos retóricos para motivar una emotividad suave o acre, siempre en procura de conmover para persuadir, a la vez que deleita y enseña.
El destinatario del mensaje místico está en el foco de atención para SJ. Fiel a la doctrina aristotélica de los afectos, SJ se esfuerza por encauzar a los lectores los cuatro fundamentales: gozo, temor, esperanza y dolor. Desde esta perspectiva, toda la retórica del cántico recibe coherencia recurriendo a cuanto pueda mover. 
Una atmósfera erótica domina el cántico espiritual, convirtiéndolo en una sinfonía de afectos. Algunos tratadistas creen que el cántico gira sobre la relación dialéctica de un amado y una amada, en la que esta busca sus amores, impulsada por una dolencia de amor, que la hace enardecerse hasta olvidar toda ocupación desamorada. En el campo de los afectos también está presente el gozo de la repuesta de las criaturas, en la entrega amorosa y en la consumación final. Hasta aquí, estos afectos pertenecen al campo de la inventio.
Pero el poeta también aprovecha los resortes de la elocutio, para despertar el ánimo del oyente con figuras destinadas a estos fines. Estas figuras, de “sentencia”, pertenecían el nombre de “figuras afectivas”, surgidas de la búsqueda de una reacción emotiva por parte del lector u oyente: exclamatio, evidentia, sermocinatio, fictio personae, expolitio, similitudo, y aversio. El cántico expone un muestrario completo de estas figuras, demostrando la formación retórica de su autor. Se acumulan sobre todo en las coplas 6 a 11, para mostrar el sufrimiento amoroso de la esposa.
Desde el arranque se demuestra un estado anímico de violenta emotividad. La búsqueda del amante por parte de la esposa aparece como un grito de angustia, irruptivamente, en que la herida por un abandono se concentra en dos versos desgarradores. La interrogatio (parte de la exlamatio) abre el poema, encarnando con una nueva emoción el tema de la ausencia, a la par vital y metafísica. La estrofa 6 retoma el recurso, preguntándose por el remedio, con una interjección que multiplica el efecto de queja. Así, mediante el empleo de formas aisladoras y elevadoras, se forja un lenguaje apasionado, próximo al que el habla coloquial utiliza en momentos de acaloramiento. 
La nterrogatioi se emplea de forma directa cinco veces, y una indirecta. La primera cuarta parte del poema, en la búsqueda desgarradora, es la que apela con más intensidad a los afectos desde la angustia del yo místico, constituyendo el climax de la retórica del patetismo. El análisis de las formas de la exclamatio confirma que el CE se estructura sobre un inicio intensamente retorizado, que va apagando tensiones hasta dar paso al goce de la entrega final. Aunque el poema está lleno de imperativos, suplicatorios, apremiantes u optativos, las exclamaciones propiamente como tales, llegan sólo al verso 90, es decir aprox a la mitad de la composición.
Los apóstrofes, apelaciones, se dirigen siempre a un interlocutor distinto del lector-oyente, a veces humano (el amado, los pastores, la amada como paloma), más frecuentes son los dirigidos a seres de la naturaleza (bosques, espesuras, prados) o a conceptos abstractos, como “vida”. Al extender el tú poético a un radio tan amplio, SJ proclama el interés de la creación entera por el drama amoroso que se desarrolla entre dos pastores. Los amantes buscan la complicidad de todo lo que los rodea.
La optación (explica el afecto del ánimo que desea), la adjuración, la obsecración (que pide ayuda divina o humana) tienen lugar en el poema. El ansia de ver reflejados los ojos del amado en la fuente cristalina (12), la conjuración a las criaturas (21), la petición de ayuda a pastores, bosques y prados (2,4) adensan el clima emotivo, a través del empleo de recursos que hacen contagiosas las conmociones de ánimo del místico, manifestando sorpresa, admiración, alegría, dolor y otros afectos semejantes, SJ demuestra cómo domina la retórica de la pasión.
El dramatismo del CE descansa en la continua alternancia de apelaciones. La esposa se dirige a cuantos pudieran orientarla en su inquisición. Al alejarse de interlocutores ineficaces, busca otros atrapándonos en el dramatismo de la aversio. A veces la fuerza emotiva de este recurso es muy intensa, así la optación a la fuente cristalina (12) que interrumpe la serie de tres coplas dirigidas al esposo; o la sucesión de interlocutores de las coplas 16 a 19. Todo configura una expresión poética anhelante, de apelaciones dispersas, que constituye el resorte fundamental del patetismo del poema sanjuanista. 
La similitudo, como figura de sentimiento, también tiene lugar en el poema (“como ciervo huiste”) y alcanza un grado supremo de pureza e intensidad en las coplas 14-15. “Mi amado, las montañas” se destaca ante todo la alegoría y el simbolismo, pero también el ambiente afectivo se acrecienta gracias a estos similes. 
La emoción sube de punto cuando el poeta desencadena un “trueque” de realidades, donde el esposo es a la vez agua y vino, ciervo y paloma, noche y luz; mar, montaña y carillo; creando un complejo mundo de subsímbolos que dan profundidad al discurso poético.
La sabiduría de SJ en el uso de la retórica del sentimiento se demuestra en su capacidad de establecer variantes que eviten la afectación y la monotonía. Así, el estilo del cántico tiene algo de “llama”. Desde la búsqueda inicial, que es una concentraciónde figuras poéticas, hasta la consumación final en “la interior de la bodega”, corre una línea emotiva que oscila, se adensa o difumina, regulada por el poeta. SJ une de este modo la inspiración ardiente con la artesanía más controlada, forjando una obra conmovedora.

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