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las palabras en san juan de la cruz- m alvar

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LA PALABRA Y LAS PALABRAS EN SAN JUAN DE LA CRUZ- M. Alvar
En San Juan la creación se logra al dotar al signo lingüístico de una dimensión que no tiene el uso trivializado, no tiene que ver con la realidad que comunica sino con la transmisión de un mundo inefable (donde las palabras son el vehículo porque no hay otro modo de transmitirlo). Las palabras son entonces la proyección del plano contingente a un mundo que está más allá de la percepción ordinaria.
En poesía el significante y el significado pueden convertirse en un símbolo. En San Juan las palabras adquieren una nueva dimensión al trascender a un plano diferente. Al modificar su valor, las dos líneas (significante, significado) generan el volumen que tiene cada elemento en la poesía del santo.
San Juan no pretende inventar nada sino ser fiel a la doctrina revelada (Jeremías: las palabras de Dios tienen un sentido distinto al que le dan los hombres). Para explicar los conceptos, SJ procede a comentarios y ejemplificaciones, de manera que constituye un importante cuerpo doctrinal que en teoría religiosa llama palabras sucesivas, formales y sustanciales.
Palabras sucesivas: son las que en el recogimiento, el espíritu va razonando y descubriendo. Quitando la trascendencia religiosa, queda la acción del poeta que enriquece unos postulados enunciativos con los desvíos propios de la palabra poética.
En la experiencia mística, la separación del valor funcional lleva a que ese signo pueda acceder al espíritu. Al ser enriquecido con valores que no están en la trivialidad cotidiana, el signo lingüístico se convierte en signo poético, en una connotación que puede revestir valores heterogéneos. Además hay en la doctrina sanjuanista una preocupación didáctica por guiar a la razón por la noche activa del espíritu. 
Palabras formales: son las que la inspiración dicta al poeta. La palabra se presenta como resultado de un dictado formal de Dios, y el poeta es el transmisor del mensaje, pero él necesita glosarlo para llevar las alusiones a un plano trascendido. Los poemas que escribe no son de amor mundano, por más que puedan leerse de ese modo, por eso da la clave para leerlos en el registro apropiado. 
Palabras sustanciales: son las que obran directamente en el alma, cumpliendo mandatos del señor. Son válidas en una doctrina religiosa o mística, que no tiene que ver con la creación literaria (por eso carecen de interés).
La palabra poética es una palabra enriquecida por la asociación de unos valores que acceden al espíritu del creador, son las palabras sucesivas, llamadas por el entendimiento humano en una serie de recursos analógicos. Sin las asociaciones, el lenguaje poético no podría generar constelaciones en torno a ciertos principios fundamentales. SJ busca la comunicación de misterios inefables, o la ilustración de las almas. Recibe la llamada de Dios, la manifiesta como poesía, las palabras formales le han venido por vía sobrenatural. Entonces, para identificarlas, procede a sus comentarios en prosa. La palabra es entonces más que un desvío enriquecido, es la profundidad meta-física con la que se enriquecen los hechos físicos. No es signo lingüístico, ni poético sino signo trascendido. Las canciones son poesía y los comentarios doctrina.
Los cuatro elementos. Son los fundamentos primarios de las cosas corporales, a partir de ellos se forman los demás elementos del mundo. SJ recurre a los enunciados que estaban en el saber de su tiempo, por más que de su doctrina sólo use lo que sirve para la comunicación.
En Canciones entre el alma y el esposo: el alma está dispuesta a abandonar los deleites para andar en el conocimiento del amado (Dios). En esta canción, SJ considera la existencia de cada uno de los elementos, para instaurar en ellos los elementos de la creación: animales, plantas, etc. El lenguaje en que se formulan las exclamaciones es un lenguaje enriquecido por las connotaciones de la lírica. Esta formulación se complementa con las explicaciones doctrinales que trascienden la función enunciativa. 
Tierra: es el principio activo que da la vida, se aparea con el sol y recibe principios fecundadores (luz, lluvia, sangre). Para SJ es principio genesiaco que recibe la semilla y produce frutos, como herencia, mundo perceptible. En Noche oscura, noche es contemplación y la tierra seca y desierta son los desarrimos de la parte sensitiva del alma, que son medio para conocer la gloria de Dios.
Agua: fuente de vida, medio de regeneración, purificación. (SJ acepta la herencia y la enriquece). El agua es también la fuente, el espíritu que reciben en su fe los creyentes. Las aguas también son las afecciones del dolor que afligen al alma, también bienes y deleites espirituales.
Aire: está entre el cielo y la tierra, y según los alquimistas, es el elemento activo y masculino que proporciona la vida y la existencia de los seres. En el Cántico espiritual, el alma se une con Dios, que le acuerda muchísimos dones. Los aires amorosos son las virtudes y gracias del amado.
Fuego: es luminoso y oculto, móvil y renovador, autosuficiente y activo, indómito y desconocido, apasionado y masculino. Para SJ es principio purificador y luminoso, purga espiritual y cautiverio, conservador y animador de todos los elementos. En llama de amor vivo, la llama es el espíritu del esposo (el espíritu santo) 
SJ conocía la filosofía de su tiempo, cristiana y pagana (lo que demuestra en sus comentarios, que la utilizó cuando era propicia). Sin embargo, SJ reutiliza y acomoda la tradición. El conjunto de sus poemas es conducido a un plano superior, las palabras no son palabras sino motivos para que Dios se comunique, donde los significados viejos no cuentan. La sustancia es la que exige un mundo que es inefable (diferente al lingüístico). SJ ha creado el signo doctrinal, con las palabras de todos pero con significados que sólo él sabe y que entonces debe explicar. 
Cantar de los cantares. (Canticum Canticorum) Cualquier lector profano puede ver en él un canto al amor carnal entre criaturas. San Juan procede sobre dos vías, deja su testimonio y se adentra en los caminos de la exégesis bíblica. La palabra en las dimensiones que describe Alvar viene desde una tradición de la iglesia, lo que es propio de SJ es el modo de adaptar el léxico de la vulgata (la versión del cantar de los cantares) a sus necesidades expresivas y el mundo que organiza para convertir en amor divino las apariencias de amor humano. 
San Juan no sólo traduce, sino recrea (manteniéndose fiel a la intención del original) y reelabora el texto en un caudal de lecturas religiosas. En la segunda redacción: el alma, enamorada del hijo de dios, su esposo, desea reunirse con él por esencial visión, y propone sus ansias de amor, querellándose a él de la ausencia. Le pide que manifieste su divina esencia, el lugar donde está escondido el hijo de dios es el seno del padre, la esencia divina. 
Se hace una comparación del amado con el ciervo. En los cantares compara la esposa al esposo con el ciervo y la cabra montesa. Ni cabra ni cabra montesa son términos de la tradición literaria, por eso los elimina, reemplazándolos por ciervo, de grandes resonancias. 
Boscán y Garcilaso a lo divino. SJ recibe estas influencias y las transforma en materia propia, como hizo con la filosofía natural y los textos bíblicos. D. Alonso considera la influencia de Garcilaso procedente del soneto XXIII y la égloga II, interpretados en una lira del Cántico espiritual (el aspirar del aire…). Esos versos hablan de lo que se entendía por poesía en el s. XVI, hay una elaboración cultural que instaura al poeta dentro de la erudición clásica (Filomena evoca al mito de Teseo). Filomena además es dulce porque así la llamó Garcilaso. Lógicamente, el camino hacia el nacimiento del valor doctrinal del signo lingüístico estaba en las versiones de lo divino que se hicieron de los poetas profanos.

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