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VALOR Y UTILIDAD DEL POSTESTRUCTURALISMO PARA EL 
ENFOQUE DE LA LITERATURA 
Profesora Miriam Chiani 
ACLARACIONES 
1.El tema invita a realizar un recorte sobre una corriente de pensamiento que en 
términos estrictos no es una teoría literaria aunque sus representantes de distintas 
maneras usen la literatura ya como herramienta conceptual, ya como referente de sus 
posiciones frente a distintas problemáticas, o ensayen reflexiones sobre ella, caso en el 
que podría inferirse una idea posestructuralista de literatura, basada fundamentalmente 
en escritores como Sade, Lautréamont, Mallarmé, Joyce, Proust o Céline. 
Pero más que referirme a esa concepción o realizar una descripción neutral del 
Posestructuralismo, me referiré a lo que a mi juicio hace de esta corriente una especie 
de momento de autocrítica para los estudios literarios, ya que el PE 
1
 no solo desmonta 
las concepciones, categorías y paradigmas disciplinares que sustentaban hasta el 
momento la noción de literatura, producción, recepción sino que en este movimiento 
problematiza la idea misma de teoría y de crítica literarias. El PE no solo vuelve a 
preguntarse qué es la literatura –así se llama un trabajo de Foucault de los años ’60- 
sino que nos lleva a replantearnos la relación, la distancia de ésta con los órdenes 
teorico y crítico. 
Si bien es obvio que las corrientes teóricas previas tales como formalismo, el círculo 
lingüístico de Praga, la poética sociológica de Bachtin, el estructuralismo, conviven o se 
suceden, con críticas entre sí y con cambios tanto en los recortes de objeto, como en las 
perspectivas adoptadas; el PE produce un quiebre mayor, ya que realiza una 
desnaturalización generalizada, un socavamiento de las certezas y postulados 
―científicos‖ que sostenían los estudios sobre la literatura, Provoca una serie de debates 
(sobre el sentido, sobre el valor, sobre las barreras genéricas) con ecos en las reflexiones 
y discusiones actuales; abre nuevas perspectivas de análisis para diversos discursos y 
fenómenos socioculturales; promueve una alteración en la cartografía de los saberes 
disciplinares y sus jerarquías. 
 
1 De aquí en más usaré esta abreviatura para referirme a Postestructuralismo o posestructuralista. 
2 
 
Esa alteración y esos debates dieron a la teoría y la crítica mayor autoconciencia y una 
dirección diferente de la que tenía hasta el momento de su irrupción. Es considerando 
este impacto (el hecho de que seguimos pensando problemas abiertos por el PE) que 
seleccioné los contenidos de las clases. 
2. Hablamos de ―Posestructuralismo‖ en relación a un cierto universo de discurso a 
partir del término con que más comúnmente se lo designa en los ámbitos universitarios. 
Pero a conciencia de que se trata de una calificación con un alto grado de generalidad, 
lo cual supone necesariamente que el análisis concreto en las clases de conceptos, obras, 
artículos y autores tenga entre sus cometidos básicos obligatorios precisar los 
predicaciones que en cada caso encierra (y quizás obtura) tal designación. 
Los territorios del universo discursivo que cubre el término son muy amplios y están 
atravesados por versiones y definiciones en muchos casos antitéticas; aquí privilegio 
cierta homogeneidad, necesaria a los fines de relevar, evaluar y aprovechar algunos de 
los conceptos, presupuestos teóricos y metodológicos, debates ideológicos y hasta 
políticos más interesantes que han sacudido la arquitectura de los estudios literarios en 
las últimas cuatro décadas. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
3 
 
DESARROLLO DEL TEMA 
PRIMERA PARTE 
1 El mismo término posestructuralismo presenta una serie de dificultades. 
1.1 En primer lugar no parece haber surgido de la boca y la letra de los propios 
investigadores que habitualmente se mencionan como referentes de esta corriente sino 
que fue utilizado ―desde afuera‖, en el interior de las universidades anglosajonas y 
rápidamente su uso se fue extendiendo, y encontró eco y aceptación en ámbitos 
similares de otras tradiciones nacionales. 
1.2 La expresión sugiere que es simplemente un movimiento posterior y contrario 
al estructuralismo mientras que mantiene con él una relación compleja de 
distancia y de continuidad: si bien hay diferencias generales (críticas a reducción a un 
modelo, una gramática, a las reglas combinatorias de sus elementos, a las oposiciones 
binarias que lo caracteriza; a que el análisis estructural sea de tipo sincrónico) muchos 
de los trabajos PE fueron desarrollados por autores cercanos al estructuralismo o antes 
estructuralistas (Barthes) quienes observando sus limitaciones se convirtieron en sus 
críticos. Por otra parte, observamos cómo en el PE algunos aspectos del estructuralismo 
reaparecen extremados (el carácter diferencial del signo lingúistico). 
2. El PE. comprende una variedad de zonas: la práctica deconstruccionista de 
Derrida, que según algunos constituye la variante más importante y representativa; sus 
seguidores, especialmente los miembros de la Escuela de Yale (Paul de Man, 
Joseph Hillis Miller y Geoffrey Hartman); la historia crítica de Michel Foucault, 
los trabajos del último R. Barthes, la vertiente psicoanalítica-semiótica de Julia 
Kristeva, los ensayos culturales y políticos de GillesDeleuze y Félix Gattari. 
Según algunos esta diversidad, como veremos, puede reducirse y simplificarse en dos 
líneas: la distinción entre un PE, más textualista que coloca a la literatura en un lugar 
central y tiende a tratar la ciencias y la filosofía como géneros literarios (Derrida, Paul 
De Man); otra línea donde se percibe una articulación entre lo discursivo/no 
discursivo//lo dicho y lo no dicho, donde parece funcionar más que la noción de 
textualidad, la de dispositivo o aparato constitutivo del cuerpo social, cuerpo 
heterogéneo conformado por discursos, instituciones, formas arquitectónicas, leyes, 
medidas administrativas, afirmaciones científicas, proposiciones filosóficas 
(Foucault/Deleuze). 
Más allá de esta diferencia pueden plantearse como características generales: 
4 
 
Ataque contra el sujeto pleno, voluntario, cartesiano, dueño de un sentido, de una 
verdad. 
Ataque contra la estructura, identificada con el orden, la jerarquía, el sentido, el cierre. 
Afirmación de una textualidad entendida como productividad verbal, juego libre y 
múltiple de significantes. 
2
 
Si el estructuralismo (Saussure) separa la palabra de la cosa (el signo del 
referente), el posestructuralismo escinde el significado del significante y abre 
nuevas posibilidades para la consideración semiótica de los “significantes” como 
cadenas y desplazamientos y los “significados” como producción de sentidos. 
Si el estructuralismo teoriza sobre el signo, El PE sobre el significante. 
 
3. Debe tenerse en cuenta que el PE se desarrolla en el marco de las revueltas políticas de 
la época. Si el Formalismo se ligaba con el Futurismo y la revolución soviética de 1917, 
aquí hay que tener en cuenta las relaciones entre estas teorías y los movimientos 
estudiantiles de los ´60 de crítica radical al status quo. En los años anteriores al Mayo de 
1968 se habían producido en el mundo acontecimientos que fueron vistos por los 
universitarios franceses como iconos de admiración: la Revolución Cubana, la guerra 
por la independencia de Argelia, la resistencia de Ho Chi Mihn y su pueblo, la 
revolución cultural en China. En este contexto, la represión en la Universidad de 
Nanterre el 3 de mayo, tras una jornada antiimperialista, hizo que las protestas se 
extendieran rápidamente a la prestigiosa Sorbona. Pocos días más tarde, el movimiento 
obrero y el estudiantil se unían en asambleas, comités de acción, barricadas y una 
huelga general que incluyó la millones y movilización de cientos de miles de 
ciudadanos. Una delas características principales de este movimiento fue la 
espontaneidad con la que fueron sumándose los distintos factores. En un diálogo que se 
dio por esos días en el teatro Odeón de París, la figura emblemática del Mayo francés, 
Daniel Cohn- Bendit, de 23 años, reivindicaba el espontaneísmo y le replicaba al 
 
2
 Juegos supone todo tipo de asociaciones en direcciones múltiples: temáticas, fonéticas, gráficas, cortes 
del signo, de los significantes, etc. Ese juego que define el texto es abierto, plural y solo tiene un cierre 
en tanto gesto de corte arbitrario por parte del autor que detiene ese tejido o hilo o del lector que decide 
detenerse en algún punto. 
5 
 
filósofo Jean- Paul Sartre, que la formación de una vanguardia política significaría 
minar las bases de esa "efervescencia incontrolable". Ante la falta de una organización 
revolucionaria que llevara a la toma del poder, los sindicatos, sin el apoyo de las bases, 
negociaron un aumento salarial con el gobierno del general Charles De Gaulle como 
intento de restablecer el orden. Las reivindicaciones inmediatas dejaban atrás a la 
revolución. El Partido Comunista Francés nunca acompañó a los nuevos movimientos 
de izquierda universitarios y no supo o no quiso capitalizar los acontecimientos. 
En ese contexto el PE nació y tomó fuerza alrededor de la revista Tel Quel (el 
mismo nombre que el poeta Paul Valéry le dedicó a sus volúmenes de ensayos breves 
de 1941 y 1943). Surgida en 1960 (duró hasta los primeros años de los ´80) la revista 
fue capitaneada por Philippe Sollers y Jean-EdemHallier. Según sintetizó el propio 
Sollers, 
3
 se trataba de una revista trimestral que participó activamente en lo que 
acontecía en el terreno cultural francés de su época. Era un período menos conformista 
que el actual y Tel Quel ayudó en la transformación de muchos aspectos. Fue una 
especie de unión entre la literatura, la filosofía y el psicoanálisis, donde se destacan 
 
3 Reportaje que le concedió a Abraham de Amézaga (Pérgola, n. 11, Bilbao, diciembre de 2003) 
6 
 
los nombres de Freud, Marx, Nietzsche, Lacan. 
4
 
 
 
Caracterizó a Tel Quel la provocación y las controversias en torno a la problemática del 
sujeto y de éste en relación con el lenguaje. Relación en la que es central el pensamiento 
de Lacan, la idea de que el lenguaje se instituye como un elemento fundamental en la 
estructuración de la psique en tanto es considerado como un sistema organizado y 
preexistente que no está estructurado por el inconsciente sino que, por el contrario, 
estructura e integra a éste en un orden lingüístico. Hay aquí una especie de inversión de 
la fórmula saussureana. Si bien Lacan asume con Saussure el lenguaje como una 
estructura que se sustenta en elementos diferenciales y cuya vinculación entre las 
palabras y lo que ellas representan se produce de manera arbitraria, se distancia de él 
cuando propone que el significante tiene primacía sobre el significado en la creación del 
sentido. Así, en "La instancia de la letra" (1957) afirma que "es en la cadena del 
 
4
 Nietzsche es un pensador central para el PE y está presente en las dos líneas que antes marcamos. Si uno 
de los mayores "cimbronazos" que debió sufrir el sujeto cartesiano durante el siglo XX estuvo dado por el 
inconsciente freudiano, fue Jacques Lacan quien, durante la segunda parte del mismo siglo, retomó, desde 
el mismo ámbito psicoanalítico pero con diferencias pronunciadas con su antecesor, la problematización 
del sujeto en tanto unidad coherente fundada sobre los principios de la Razón y la Verdad, tal como había 
sido pensado por René Descartes en su Discurso del método (1637) 
7 
 
significante donde el sentido insiste, pero que ninguno de los elementos de la cadena 
consiste en la significación de la que es capaz en el momento mismo" (Lacan 2007: 
470). El lenguaje se constituye no en función del significado sino del significante y 
estableciendo una cadena metonímica según la cual cada significante remite a otro y a 
otro y a otro ad infinitud: "las cosas pueden ir más allá de la demostración de que no 
hay ninguna significación que se sostenga si no es por la referencia a otra significación" 
(465). …..Lo que descubre esta estructura de la cadena significante es la posibilidad que 
tengo, justamente en la medida en que el lenguaje me es común con otros sujetos, es 
decir, en que esa lengua existe, de utilizarla para significar muy otra cosa que lo que ella 
dice. (472). Sólo podemos significarnos en un sistema simbólico que nos domina 
organizándose en dos polos lingüísticos que son la metáfora y la metonimia. 
5
 
 
―Ambas nociones fueron, tanto para las teorías lacanianas como para el 
postestructuralismo en general, recurrentes y fundamentales ya que permitieron pensar 
un complejo entramado entre sujeto, lenguaje y literatura en el que lo que se juega, más 
que una formulación teórica, es una postura ético-política en tanto sustituir, ocultar, 
elidir, eludir, aludir... más que estrategias del discurso son prácticas de escritura que 
ponen en jaque toda voz, toda autoridad. Esta preeminencia del lenguaje en las 
indagaciones sobre la noción del sujeto -que tuvieron en Lacan a uno de sus principales 
 
5 En tal sentido, Lacan construye su propia definición de metáfora y metonimia y articula ambas nociones 
con la pregunta por el ser relacionándolas con dos aspectos, en apariencias, contrarios, que son el síntoma 
y la carencia. La metáfora, cuya estructura indica que la sustitución del significante por el significante 
produce un efecto de significación "de advenimiento de la significación" adopta el valor de respuesta 
frente a la pregunta por el "ser" en las asociaciones por semejanza en tanto "Brota entre dos significantes 
de los cuales uno se ha sustituido al otro tomando su lugar en la cadena significante, mientras el 
significante oculto sigue presente por su conexión (metonímica) con el resto de la cadena" y, de este 
modo, determina el síntoma. 
La estructura metonímica, por su parte, indica que la conexión del significante con el significante permite 
la elisión -del objeto, del referente- por la cual el significante instala la carencia de ser en relación de 
objeto y funda la transformación del ser del sujeto en falta de ser . 
 
8 
 
pensadores- constituyó, para los telquelistas, uno de los pilares sobre los que giraron sus 
preocupaciones. En consonancia con esto, una de las inquietudes más relevantes en el 
seno del grupo estuvo dada en torno a la postulación, común entre algunos de ellos, de 
lo que se dio en llamar la "muerte" o "la desaparición del sujeto". Se trata de la 
continuación de un discurso filosófico que tiene sus antecedentes más directos en 
Friederich Nietzsche y su sentencia sobre "la muerte de Dios" por lo que, más que un 
cambio de paradigma desde el primado del sujeto al del lenguaje, constituye una 
transformación del posicionamiento respecto de esta categoría central de la Modernidad. 
Esto significa que, como la muerte de Dios, también el sujeto tras su muerte dejó una 
huella que remite a él pero no como un esquema libre de contradicciones sino como un 
esquema quebrado en sí que exige reconocer como exagerada la confianza moderna en 
el poder del yo para apropiarse del mundo (Bürger 2001: 13)‖ (Sonia Bertoni) 
La intención es realizar Críticas a la razón centrada en el sujeto, subvertir el sujeto y 
debilitar la posición central obtenida con Descartes: ese sujeto es considerado en el PE 
una Ficción, una construcción histórica contingente que bajo su aparente unidad agita 
impulsos inconcientes. El Sujeto pasa de ser constitutivo a constituido. El papelconstitutivo es asumido por otras fuerzas: las relaciones de producción (Marx) las del 
inconciente (Freud), las de la voluntad de poder ( Nietzsche). 
En este marco, las reflexiones en torno al problema del autor serán recurrentes. Tanto 
Roland Barthes como Michel Foucault publicaron trabajos sobre esta 
problemática. Barthes. La muerte del autor; Foucault, ¿Qué es un autor? 
 Por otra parte, en esos años se descubren los 
Anagramas de Saussure, de importancia también fundamental para el PE. En 1971, 
casi sesenta años después de la muerte de Saussure, Jean Starobinski publicó Les mots 
sous les mots (Palabras bajo las palabras): cuadernos de Saussure escritos entre 1906 y 
1909; un considerable corpus de material realizado en el período en el que también 
9 
 
estaba impartiendo su Cours de linguistique generale en la Universidad de Ginebra. El 
rasgo más sorprendente de estos cuadernos es que su contenido desconoce o se opone a 
los postulados del Cours. Saussure se abocaba aquí al estudio de poesía antigua 
(grecolatina, védica, germana) donde creyó descubrir aunque —con dudas porque 
entendía no tenía pruebas suficientes— un principio de composición del que no 
encontró testimonios: las poesías se construirían teniendo como principio la escritura 
anagramática del nombre de un dios o un héroe; en ellas se verificaría la presencia 
oculta, a modo de enigma, de un ―texto dentro de texto‖, un texto, un nombre presente 
en forma dispersa, no lineal. 
6
 En estos escritos del padre del estructuralismo se 
encuentran principios antiestructuralistas. Es decir la idea de que un texto no es la 
manifestación de una estructura, no está armado por una estructura sino por la llamada 
―teoría del nombre propio‖, armado a partir de un nombre que se reconoce 
desmembrado, diseminado. La idea de que se puede analizar poesía descomponiendo el 
significante. Porque aquí para descubrir ese nombre oculto, ese enigma no hay que 
guiarse por el significado, sino por el significante mismo (por las sílabas, por las letras). 
 
4. El postestructuralismo es principalmente un discurso de y sobre el modernismo. 
Recordemos en principio que Tel Quel remite a Valery. En este sentido es por tanto es 
una teoría ligada al modernismo. Porque en sus propios escritos preconizan la 
innovación y el experimento estético […] Y porque los protagonistas de sus reflexiones 
 
6 La noción de anagrama será retomada, como veremos, por Julia Kristeva en su concepto de texto. 
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son los modernistas clásicos: Flaubert, Proust y Bataille en Barthes; Nietzsche y 
Heidegger, Mallarmé y Artaud en Derrida; Nietzsche, Magritte y Bataille en Foucault; 
Mallarme y Lautréamont, Joyce y Artaud en Kristeva. No solo porque se refieran a este 
tipo de escritores. Los PE escriben también de un modo parecido.
7
 Esto afecta a ambas 
corrientes. 
 
 
Por ej. Foucault en Las palabras y la cosas hace alusión a “la comunión del 
paraguas y la máquina de coser sobre la máquina de disección” (clásico de la 
imaginación modernista que niega toda idea de totalidad y de jerarquías de 
significado dejando el campo libre a un juego interpretativo ilimitado). Los 
enemigos siguen siendo también en este tipo de literatura, el sujeto, el realismo y la 
representación, la cultura de masas y la estandarización, la gramática, la comunicación y 
las presiones presumiblemente todopoderosas y homogeneizantes del estado moderno 
(Andreas Huyssen). Cuando en el mismo libro intenta captar lo específico de la 
modernidad, afirma que ésta implica la aparición del lenguaje como una profusión 
múltiple, como una enigmática multiplicidad que bebe ser dominada‖ —y no como la 
transparente cuadrícula de la representación concebida en la época clásica (para 
Foucault siglos XVII, XVIII), acontecimiento que liga a los nombres de Nietzsche y 
Mallarme. 
La revista preconiza una teoría antirrealista, antinaturalista, en consonancia además con 
el Nouveau roman (es contemporánea de Robbe Grillet y sus críticas a las convenciones 
del relato realista y toda una poesía de vanguardia desarrollada por los mismos años. 
 
7 Caso extremo Glas (1974), texto concebido para poner en cuestión la forma ―libro‖ y las formas de 
producción, propiedad y lectura que encierra. Glas es un bricolaje, una mezcla incesante de fragmentos, 
de recortes, de columnas y de columnas de columnas donde a la voz propia se suma la voz que habla de 
otros, que se desdibuja tras las pistas de Hegel en diálogo polémico con Jean Genet en cuanto a las 
problemáticas asociadas a la lengua y la literatura. Así Derrida desdibuja las fronteras entre filosofía 
literatura. 
11 
 
Con esas bases teóricas y en alianza con la poética modernista entonces desarrollan una 
idea de literatura que descarta las nociones de representación –reproducción, reflejo, 
etc- y de expresión: la literatura no representa nada, no refleja nada, no expresa los 
sentimientos del autor. 
5. La teoría de la deconstrucción ocupa un lugar de privilegio dentro de esta 
corriente. Jacques Derrida tuvo, en el grupo, una presencia tan relevante como la de 
Barthes, Lacan o Foucault y, aunque sus preocupaciones fueron construidas desde el 
campo de la filosofía y la metafísica, también estuvieron centradas en la problemática 
del lenguaje y de éste en estrecho vínculo con el sujeto. Es central la importancia de la 
lingüística saussurriana en los trabajos de Derrida: la idea de lengua como sistema de 
diferencias sin términos positivos, lo que implica una teoría antirrealista del significado 
porque pone entre paréntesis la cuestión de la referencia. Las palabras significan ya no 
en virtud de su referencia a un objeto sino gracias a su relación con otras palabras. Pero 
los PE van más allá de Saussure y niegan toda sistematicidad: la producción de 
significado se concibió como un juego de significantes que prolifera al infinito. 
Si bien se parte de Saussure se pone en entredicho el concepto de signo como unidad 
simétrica neta de significante y significado. Derrida se pregunta porqué Saussure, de 
algún modo, no mantiene esa idea de lenguaje como sistema de diferencias para caer en 
la abstracción binaria, la entidad doble del signo —donde en realidad se privilegia al 
significado: el significante existe para dar acceso a lo significado, está como 
subordinado al concepto que comunica. La respuesta es porque toda nuestra cultura está 
fundada en esas abstracciones, en esas oposiciones. 
El carácter diferencial del signo (todo proceso de significación es solo un juego formal 
de diferencias) es la base de la crítica a lo que Derrida llamó metafísica de la presencia 
(la doctrina según la cual la realidad se da directamente al sujeto, sin intermediario 
discursivo). Todo intento por detener el juego de los significantes (recurriendo al 
concepto de referencia) significa postular un significado trascendente. Esto tiene 
implicancias filosóficas más amplias. El sujeto no es el punto de partida inmediata, 
presente a sí mismo, de la constitución del mundo: su conciencia está mediada, 
imbricada por discursos que lo trascienden, está subordinado al incesante juego de las 
diferencias. 
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Derrida desarrolla la idea de Deconstrucción como una operación o estrategia de lectura 
crítica de la metafísica occidental, de sus abstracciones y oposiciones: consiste no solo 
en identificar los pares de opuestos que la sostienen y las jerarquías que éstos encierran 
sino en su alteración y trasmutación. Deconstruir, sería realizar un trabajo de deposición 
o descomposición de una estructura; es horadar los principios filosóficos formales que 
sostienen un discurso. Un trabajo que deshace –sin destruir jamás– un sistema de 
pensamiento hegemónico o dominante; que tiene por meta la destrucciónde jerarquías 
categoriales que subrepticiamente lograron implantarse, el derrocamiento de plexos de 
fundamentación y de relaciones conceptuales de dominio como son, por ejemplo, las 
existentes entre el habla y la escritura, entre lo inteligible y lo sensible, entre la 
naturaleza y la cultura, entre lo interior y lo exterior, entre el espíritu y la materia, entre 
el hombre y la mujer (donde el primer término de cada oposición ocupa o supone un 
lugar de superioridad). 
 
 
Habla/escritura 
En De la gramatología, Derrida observa cómo la filosofía occidental desde el «Fedro» 
de Platón condena la escritura como forma bastarda de comunicación: como 
representación parasitaria e imperfecta de un lenguaje originario (el habla). Derrida 
entiende que, el lugar que la metafísica le ha otorgado a la escritura, fue secundario e 
instrumental ( fármaco para Platón, símbolo de la palabra para 
Aristóteles, suplemento añadido a la voz según Rousseau, imagen y representación del 
sistema de la lengua en términos de Saussure). Se le atribuyó al logos, que nunca ha 
roto su vinculación originaria y esencial con la phoné (la voz) el origen de la verdad en 
13 
 
general, razón por la cual, la phoné constituye el significante original de una cosa o un 
estado mientras que la escritura no es más que su símbolo por lo que el significante 
escrito, así como todo significante, sería no más que un derivado siempre técnico y 
representativo. Esto es lo que él llama un pensamiento fono-logocéntrico: porque la 
oralidad es lo central y porque se piensa que allí (en ella) está, se accede, o se trasmite 
más directamente, el logos, la razón, el pensamiento, a partir del cual se instituye un 
orden conceptual de tipo jerárquico (esos pares de oposiciones en donde un término es 
central y el otro derivado, secundario, suplemento, etc) 
Para desconstruir ese desdén generalizado contra la escritura, Derrida dilucida un nuevo 
concepto de escritura generalizada: una archiescritura. La escritura, la archi-escritura, es 
el término que emplea para determinar el ámbito general de los signos, no se limita al 
campo estrictamente lingüístico. De ahí que la archi-escritura derridiana abarque todos 
los signos en general: los que son lingüísticos y los que no lo son. La archi-escritura es 
la condición de posibilidad de la comunicación, la posibilidad del lenguaje como 
sistema articulado. Así pues, en el seno de un origen constantemente diferido hay una 
escritura que funda el habla y la escritura. Habla y escritura, por tanto, suponen una 
archi-escritura como condición de toda forma de lenguaje. En contra de esa posición 
metafísica tradicional —según la cual la escritura es secundaria respecto al habla—, 
Derrida reivindica a la escritura como el juego de una huella que entraña repetición, 
ausencia. Una repetición que desautoriza toda presencia absoluta: el presente no es más 
que huella de la huella. En el origen estaría la repetición. La desconstrucción nos 
muestra, sin embargo, que esa metafísica propone como algo dado, natural o elemental 
lo que no es sino un producto derivado, secundario: la obra de un montaje. La 
presencia y el presente se derivan de las diferencias. (Lo que se supone presente es 
siempre complejo y diferencial). La desconstrucción muestra que la presencia es 
gracias a las cualidades de una ausencia que rechaza. Así la presencia viene a ser efecto 
de una ausencia generalizada. La palabra y la presencia, la estructura y la verdad 
son siempre productos derivados. Por mucho que nos remontemos hacia los orígenes, 
descubrimos la existencia previa de una organización, de una diferenciación. Todo 
lenguaje operaría de esta manera inscribiendo una ausencia que no puede traerse a la 
presencia, por tanto se comportaría como un fantasma, como la inscripción también de 
la muerte. Lo que se supone presente es siempre complejo y diferencial. 
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Así, desde el campo de la filosofía trascendental y, aunque fuera de la teoría literaria, las 
reflexiones derridianas fueron aportes que darán sustento a las teorizaciones que en 
torno a la escritura llevaron adelante los telquelistas. En tal sentido, diseminación, 
archiescritura, huella y, particularmente, différance son algunas de las nociones que, 
desprendidas de la teoría de la deconstrucción, reconfiguran claves ya abordadas en los 
trabajos de Lacan, Barthes y Foucault. 
En el artículo "La différance", conferencia también pronunciada en la Sociedad 
Francesa de Filosofía, el 27 de enero de 1968 y publicada en Théorie d´ensemble -
volumen conjunto que el grupo publicó en el mismo año-, y poco más tarde también, 
en La diseminación (1969), Derrida propone el término différance que es el participio 
presente del verbo diferir pero, en tanto está escrito con a y no con e, tiene la 
particularidad de ser una forma gráfica que se puede escribir o leer pero no escuchar. 
8
 
La différance proviene del verbo "diferir" que tiene dos sentidos, en apariencias, 
bastante distintos entre sí. Por un lado, implica una operación de retrasar o "dejar para 
más tarde", desviar, demorar, es la temporización: 
Diferir en este sentido es contemporizar, es recurrir, consciente o inconscientemente a la 
mediación temporal y contemporizadora de un desvío que el cumplimiento o la 
satisfacción del "deseo" o de la "voluntad", efectuándolo también en un modo que anula 
o templa el efecto. Y esta temporización [temporisation] es también temporalización 
[temporalisation] y espaciamiento, hacerse tiempo del espacio, y hacerse espacio del 
tiempo . 
Por otro lado, el segundo sentido, tal vez el más común, es el que implica "no ser 
idéntico", ser otro, discernible. Esto es, si el signo se coloca en el lugar de la cosa 
misma representando de esta manera al presente en su ausencia, el signo es entonces 
presencia diferida ya que su circulación difiere el momento en que podríamos encontrar 
a la cosa, por lo que no existe originalmente una identidad, ni un ser pleno y 
homogéneo, ni ideas y sonidos preexistentes al sistema lingüístico, sino solamente 
diferencias que se inscriben en una cadena según la cual un concepto remite a otro, y a 
 
8 En tal sentido, no pertenece ni a la voz ni a la escritura por lo que, la différance, que no 
es "ni una palabra ni un concepto"no sólo es irreductible a toda reapropiación 
ontológica o teológica (onto-teológica), sino que incluso abre el espacio en el cual la 
onto-teología (la filosofía) produce su sistema y su historia, la comprende y la excede 
sin retorno" 
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otro, y a otro, y así infinitamente...diseminación: "Inventar el signo para ese "estar 
haciendo", para un movimiento a la vez ininterrumpido y quebrado, una continuidad de 
rupturas que, sin embargo no se allanará a la superficie de un presente homogéneo y 
evidente" 
En tal sentido, la différance es este movimiento que permite que la significación sea 
posible cuando cada elemento llamado "presente" se relaciona con otra cosa que no sea 
él mismo mediante la inscripción de una traza o huella -señal del elemento pasado pero 
también, y en la misma medida, del futuro- constituyendo, de este modo, un intervalo -
espaciamento-, que no es otra cosa que la conversión del tiempo en espacio, y que 
señala lo otro diferente fuera de lo mismo A esta escritura de la diferencia -
archiescritura que es una protoescritura o escritura originaria, escritura de la huella- es 
necesario pensarla antes de las oposiciones por lo que es el origen que no ha 
desaparecido sino que ha sido constituido en un movimiento retroactivo (el presente no 
existe como presencia absoluta, es sólo y no más que traza de traza). 
Así, resuenan y cobran nueva relevancia, en los textos derridianos, las preocupaciones 
centrales del grupo: el lugar del lenguaje, el origen de la significación o, mejor dicho, la 
ausencia de él, elproblema de los límites, el "ser" de la escritura. Foucault, Barthes, 
Derrida, Lacan y otros integrantes de Tel Quel fundan discursividades que asumen un 
posicionamiento ético-político que implica deconstruir todo absoluto, toda ley, toda 
razón, todo origen o, como afirma Barthes en El placer del texto (1973) "La lucha social 
no puede reducirse a la lucha de dos ideologías rivales: lo que está en cuestión es la 
subversión de toda ideología)", el imponer, "sujetar", asignar lugares fijos, fundar 
orígenes, instaurar límites. 
Estas reflexiones son fundamentales para entender el carácter antimimético, 
antirrepresentativo de la literatura y la noción de texto literario desarrollados por 
los PE, entendido este último, como se verá, como entidad múltiple, abierta, sin 
determinación previa u origen que lo ancle en un sentido único y cerrado. 
 
 
 
16 
 
 
 
 
 
 
SEGUNDA PARTE 
Para destacar el Valor del Postestructuralismo partiré de una reflexión de Stanly Fish en 
su libro Práctica sin teoría. Retórica y cambio en la vida institucional (1989). La idea 
de que la Historia del pensamiento occidental puede pensarse como disputa entre un 
hombre retórico y un hombre serio, la vieja disputa entre filosofía y retórica: una 
reedición constante del conflicto dado entre Platón y los Sofistas que sobrevive a todos 
los cambios en la historia de la cultura y se nos presenta como la opción entre una 
verdad desnuda expresada directamente y la atracción poderosa, insidiosa del bello 
lenguaje que ha transgredido los límites de la representación y ha sustituido las formas 
de la realidad por las propias. 
Retórica y filosofía implican dos maneras de pensar diferentes que siguen 
manifestándose: contemplar el bien, la verdad, la belleza como objetos eternos que 
tratamos de situar y revelar (mirada filosófica); o contemplarlos como artefactos cuyo 
diseño tenemos que modificar con frecuencia (mirada retórica). Entender la verdad 
como una relación vertical entre representación y lo que se representa (mirada 
filosófica). Entenderla como una relación horizontal, como cadenas de 
reinterpretaciones precedentes (mirada retórica). 
Desde los sofistas hasta hoy los hombres retóricos más que abandonar las categorías de 
lo verdadero y de lo bueno, consideran que en distintos contextos esas categorías, 
tendrían contenidos distintos y que no existe un contexto dominante desde cuyo punto 
de vista se pudiera afirmar y juzgar las diferencias. 
 La importancia del hombre retórico que representara en la antigüedad el sofista 
reaparece en la cultura contemporánea según Fish con el giro lingüístico e interpretativo 
por el que se asume que los datos de cualquier campo de actividad se construyen social 
17 
 
y políticamente, son elaborados por el hombre y no por dios o la naturaleza, dicho de 
otro modo, son efecto de la persuasión, de una persuasión efectiva. La verdad por tanto 
será siempre local, accidental, contextual. 
En este sentido podemos leer en el PE y en las críticas y reacciones que provoca una 
reedición de ese conflicto entre filosofía y retórica donde el PE se aproximaría 
lógicamente con matices diferenciales según los autores a la posición retórica. 
Recordemos que durante los ’60 se estaba produciendo una reevaloración de la retórica 
evidente en la reedición de retóricas tradicionales representativas, en la publicación de 
balances de antiguas retóricas o historias de la retórica, en las investigaciones de la 
Nueva Retórica, un impulso del que también participa el PE, pero en la base de lo 
retórico PE está funcionando como matriz el pensamiento de Nietszche. 
 
En Sobre Verdad y Mentira en sentido extramoral (1873) se pregunta: 
“¿Qué es entonces la verdad?‖ —y se contesta: ―Un ejército móvil de metáforas, 
metonimias, antropomorfismos, en resumidas cuentas, una suma de relaciones humanas 
que han sido realzadas, extrapoladas, adornadas poética y retóricamente y que, después 
de un prolongado uso, a un pueblo le parecen fijas, canónicas, obligatorias: las verdades 
son ilusiones de las que se ha olvidado que lo son, metáforas que se han vuelto gastadas 
y sin fuerza sensible, monedas que han perdido su troquelado y no son ahora 
consideradas como monedas, sino como metal. El concepto es el residuo de una 
metáfora. 
 
El lenguaje natural es para Nietzsche ya de por sí figurado; en relación a la cosa es así 
arbitrario, simplificador, falsificador. También lo es el pensamiento conceptual en todas 
sus variantes: nuestro intelecto opera con símbolos, imágenes, figuras retóricas (tiempo, 
espacio, causalidad son para él metáforas cognitivas que frente a una realidad -que es 
múltiple y está en devenir-, nos devuelven un mundo del ser, redondo y completo. El 
pensamiento depende del lenguaje y éste ya está lleno de presupuestos falsos: lenguaje y 
el pensamiento conceptual se basan en operaciones falsificadoras que no se 
corresponden con la realidad. A partir de aquí Nietzsche liga la idea de conocimiento a 
la noción de error: el error como condición constitutiva del conocimiento. Lo cual no es 
considerado negativo sino necesario (sería imposible tener conocimiento de algo sin 
18 
 
que esté ―falsificado‖ a través de figuras). Nietzsche dirá que hay que comprender que 
la falsedad de las ideas de las que somos concientes son necesidades biológicas y 
teóricas; que esa red de errores es necesaria para la vida; que debemos amar y cultivar el 
error porque es la madre del conocimiento. 
……………………………………………………………………………………………. 
Una posición o actitud retórica (en cuanto modo de posicionarse y de pensar) se 
observa en el PE. Y es desde este modo de pensar retórico que el PE produce una 
desnaturalización o problematización de las categorías de la institución literaria en su 
conjunto —como decíamos al comienzo—; se piensan y reorganizan las distintas 
instancias intervinientes en dicha institución. 
1. Literatura. Para la reformulación de la noción de literatura tendremos en 
cuenta el trabajo de Foucault “Lenguaje y literatura‖. 
La noción de literatura se desnaturaliza en el sentido de que si bien nos parece 
que todos los textos que leemos, sea Sófocles o la Celestina lo son, (son literatura) 
literatura es una categoría histórica, data del 1800, con la caída de la retórica, que la 
regulaba, la vigilaba, y era la encargada de decir lo que era un bello lenguaje. Según 
Foucault sólo a partir del siglo XIX puede hablarse en sentido estricto de literatura. 
9
 
Antes la palabra se apoyaba a distancia en un Habla (superior), retirada pero 
presente (la Verdad, la Ley, la palabra divina) que tenía que restituir, a la que tenía que 
aludir mediante figuras, de ahí el cara a cara indisociable de retórica y hermenéutica 
(sentido figurado, sería equivalente a sentido oculto, secreto). La literatura se da recién 
cuando ese habla superior aludido por figuras cae junto con el régimen que las sostenía 
(retórica); se da en el espacio de la Biblioteca donde cada Libro estaba hecho para 
recoger a todos los demás, consumirlos, reducirse al silencio y posarse a su lado. 
Ella se constituye en red, en una red en la que ya no pueden desempeñar ningún 
papel ni la verdad del habla ni la serie de la historia, donde el único a priori es el 
lenguaje. La literatura nace cuando cae la relación vertical Lenguaje/Dios, Verdad, y 
surge la relación espacio-horizontal libro/libro. 
A partir de entonces la literatura se distingue por la realización simultánea de 
dos gestos contrarios. Un gesto de profanación, de asesinato de sí misma, de destrucción 
de todo lo ya dicho y escrito —no sólo es rechazo de otras obras, sino de la literatura 
misma, cada acto literario se da y toma conciencia de sí como una transgresión de esa 
 
9 También Raymond Williams desde otra perspectiva atenderá al cambio semántico del término.19 
 
esencia pura e inaccesible— y sin embargo paradójicamente cada palabra escrita hace 
señas permanentes hacia algo que es literatura porque nada de lo que se dice allí es 
verdadero lenguaje. La obra le hace señas a la literatura ¿qué quiere decir eso? Que se 
impone a si misma cierto número de marcas que le demuestran a sí y a las demás que es 
efectivamente literatura. A estos signos reales, por los que cada palabra, cada frase 
indican que pertenecen a la literatura, la crítica reciente desde Roland Barthes los llama 
la escritura. Con la muerte de la retórica la literatura misma está encargada de 
representarse a sí, haciendo distintas escenas de sí misma. Cuenta una historia, una 
fábula; y al mismo tiempo dice lo que es la literatura. En este sentido cada texto es un 
Simulacro. 
Conclusión: la escritura realiza una tarea contrateológica, revolucionaria 
propiamente dicha, ya que al negar la existencia de un secreto, un sentido último a 
descifrar rechaza a dios o a sus hipóstasis, la razón, la ciencia, la ley. La noción de 
literatura se asimila a biblioteca/red/ escritura. 
2. Autor 
El autor es una figura a la que el PE le diagnostica agonía, o le declara la muerte. 
Dejando de lado notables diferencias entre ellos, Barthes y Foucault deciden terminar 
con el fetichismo autor, desarticulando la implicación natural entre sujeto biográfico y 
autor textual. Desacreditan la figura de autor en términos de creador de una obra 
original, en tanto origen y garante de su sentido, e intentan demostrar que no es una 
noción universal, eterna, imprescindible. Un año después del texto de Barthes, Michel 
Foucault en la conferencia "¿Qué es un autor?", pronunciada ante los miembros de la Sociedad 
Francesa de Filosofía, abordó nuevamente el tema, en una línea de pensamiento concordante ya 
que, si no lo da por muerto y desaparecido, por lo menos se pregunta quién es. La respuesta es 
inquietante en tanto afirma que lo que importa no es determinar quién habla sino quien ejerce su 
función: "Pero lo esencial no es constatar una vez más su desaparición; hay que localizar, como 
lugar vacío -a la vez indiferente y coercitivo-, los emplazamientos desde donde ejerce su 
función". Foucault asume esta forma de entender la noción de "autor" como un posicionamiento 
de tipo ético en tanto marca, más que un rasgo de la manera en que se habla o escribe, una 
"regla inmanente" que implica a la escritura como práctica que se refiere a sí misma y no como 
resultado. Dicho de otro modo, se trata de una escritura que no es más que un juego de signos 
ordenado que se orienta hacia y en relación con el significante y no hacia su contenido 
significado, es decir, que no se sujeta a la expresión sino que se identifica con su propia 
exterioridad: "En la escritura no funciona la manifestación o exaltación del gesto de escribir; no 
se trata de la aprensión de un sujeto en un lenguaje; se trata de la apertura de un espacio donde 
20 
 
el sujeto que escribe no deja de desaparecer" (12). Se trata, en consonancia con los textos de 
Lacan y Barthes- de quitarle al sujeto su rol de fundamento originario, de analizarlo como una 
función variable o, dicho de otro modo, de preguntarse por las condiciones bajo las cuales un 
sujeto puede insertarse en el orden del discurso y qué lugar ocupa allí. 
En ¿Qué es un autor? (1969) Foucault trata al Autor como una categoría histórica que 
empieza a delinearse cuando el sujeto moderno se constituye y con él la individualidad, 
subjetividad, originalidad se afirman como valores culturales. La cultura moderna 
occidental no admite la circulación de ciertos discursos, especialmente los literarios, 
sino es bajo la rúbrica de un nombre propio. El autor entonces es más que nada una 
función del discurso (no al revés), es la categoría que caracteriza el modo de existencia, 
de circulación, y de funcionamiento de ciertos discursos en el interior de una sociedad. 
Como categoría y función es un constructo, algo que se construye a través de una 
operación compleja y se intenta darle un estatuto realista considerándolo como instancia 
profunda, de poder creador, proyecto, lugar originario de escritura. Por otra parte hay 
distintas modalidades: no se construye de la misma manera un autor filosófico como un 
poeta, asi como no se construye igual el autor de una novela en el siglo XVIII como el 
de nuestros días. La función autor es particularmente central para los discursos literarios 
a los que no puede dejar de preguntarse de dónde vienen, quién lo escribió, en qué 
circunstancia, bajo qué proyecto, en qué fecha. 
10
 
Otra operación con respecto a esta Figura es suplantarla por la de Escritor. 
Es lo hace Barthes en La muerte del autor (1968). La noción de autor como persona que 
crea de la nada expresando sus sentimientos, su voluntad, sus ideas y que es portadora 
del sentido del texto está destinada a desaparecer. Se revelará en su lugar la experiencia 
de Mallarme. Lo que habla es el Lenguaje. Lenguaje que nos excede y nos conforma. 
La escritura es la destrucción de toda voz, de todo origen, ese lugar neutro en donde 
 
10 Foucault se refiere allí al caso del ―fundador de discursividades‖ -Marx o Freud- que puede intervenir 
con su pensamiento en una época y un campo disciplinar determinado; pero también, y 
fundamentalmente, es capaz de atravesar su tiempo y disciplina para incidir en círculos más amplios de la 
cultura, por un mecanismo transdiscursivo. Mucho más que mero autor de sus propias obras, esta noción 
de autor tiene la particularidad de producir la "posibilidad y la regla de formación de otros textos" no 
tanto por las analogías que instaura como por las diferencias que permite ya que éstas tienen la capacidad 
de abrir un "espacio para algo distinto a ellos y que sin embargo pertenece a lo que ellos fundaron" 
 
21 
 
acaba por perderse toda identidad comenzando por la del cuerpo que escribe. El sujeto 
modermo no preexiste a la obra y vuelca en ella sus experiencias ideas sentimientos; 
nace con el libro y el acto de escritura es más performativo, de inscripción, que de 
expresión de un sujeto. 
El escritor (autor moderno), en ese contexto, ya no tiene pasiones, humores, sino ese 
inmenso diccionario del que extrae una escritura que no puede pararse jamás. Solo 
podrá mezclar las escrituras repitiendo un gesto siempre anterior nunca original. 
Se configura así una escritura cuyo único origen es el propio lenguaje porque se construye como 
un tejido de citas por lo que la función del autor se limita a imitar un gesto que es siempre 
anterior, nunca original. De esta manera, la escritura se vuelve múltiple, "instaura sentido sin 
cesar, pero siempre acaba por evaporarlo" y, por lo mismo, se vuelve imposible el acto de 
su desciframiento. Pero es, principalmente, la escritura que destruye toda voz, todo origen, el 
"lugar neutro, compuesto, oblicuo, al que van a parar nuestro sujeto, el blanco-y-negro en donde 
acaba por perderse toda identidad, comenzando por la propia identidad del cuerpo que escribe" 
(66). Es, otra vez, una escritura de la metáfora y la metonimia, que tiene el doble 
funcionamiento de aludir a una propuesta -escrituraria, teórica, ética, política- eludiendo una 
voz previa, autorizada y, con ella, una posible conceptualización. Es la escritura que busca 
escapar de toda atadura -científica, autoral, genérica, textual, referencial- y que, por esto mismo, 
es una escritura revolucionaria en tanto pone el sentido en sí misma, en su propia proliferación y 
nunca en una entidad -la entidad "autor"- que le es extraña y en tanto tal, esquiva. 
 
3. La idea de Obra, entendida como organismo, bajo tutela de autor, con un sentido 
aparente o secreto, objeto de la filología o hermenéutica marxista, psicoanalista, 
temática, etc., es rechazada en el PE. 
La idea de obra sesuplanta por la de texto. Esta noción aparece desarrollada 
por Barthes en S/Z y ―De la obra al texto‖. También la desarrolla Julia Kristeva en 
Semiótica. 
Barthes sostiene que texto no debe entenderse como una entidad física 
equivalente a obra (aunque distinta, opuesta a ella). No es un objeto computable. No 
hay que identificarlo con un tipo de obra concreta. No se puede separar u oponer las 
obras de los textos y a oponer fácilmente obra (clásica), texto (vanguardista). 
Considerado en su sentido estimológico como tejido de citas provenientes de mil focos 
22 
 
de la cultura, de esa red que es la literatura, es más bien una experiencia de escritura 
lectura; o como lo llama Barthes un ―campo metodológico de la producción del 
sentido‖. El texto solo se experimenta en un trabajo, una producción. Asi puede existir 
texto en una obra muy antigua y muchos textos contemporáneos pueden no tener nada en cuanto 
a texto. Atraviesa la obra, varias. Es plural, simbólico, discurre metonímicamente por 
combinatoria, asociación, sin respeto al Padre autor. 
Se define por su fuerza de subversión con respecto a las jerarquías y 
clasificaciones. Implica una experiencia del límite. Es lo que se sitúa en el límite de las 
reglas de enunciación (la racionalidad, la legibilidad, etc); intenta ubicarse detrás del 
límite de la doxa: en este sentido el texto es paradójico. El Texto (aunque fuera 
solamente por su frecuente ―ilegibilidad‖) decanta a la obra de su consumo y la recoge 
como juego, trabajo, producción, práctica. Escritura/lectura una misma práctica significante. 
Lleva a cabo, si no la transparencia de las relaciones sociales, al menos las de las relaciones de 
lenguaje: es el espacio en el que ningún lenguaje corta el camino a otro, en el que circulan los 
lenguajes. 
Julia Kristeva se referirá al texto como entidad que mantiene con las categorías 
de la lengua una relación destructiva/constructiva y con el contexto una relación 
intertextual. Texto/ Escritura son entendidos como tejido o red de textos. Dice Kristeva 
(retomando la idea de paragrama): Un texto extranjero entra en la red de la escritura; 
ésta lo absorbe según leyes específicas que aún están por descubrir. Así en el paragrama 
de un texto funcionan todos los textos del espacio leído por el escritor. En una sociedad 
alienada, a partir de su propia alienación, el escritor participa mediante una escritura 
paragramática. Un texto está constituido por multitud de discursos de otros, de parodias, 
de citas, sin comillas, de apropiaciones diversas; está lleno de voces, sin centro 
ordenador. 
Podemos decir también que el texto se define por un juego de significantes liberados del 
sentido, incluso del significado y del objeto de la lengua, en una especie de diseminación o 
pluralización (espacio estereofónico/espacio plural). La lógica que lo rige es antiaristotélica, es 
analógica, es la lógica del sueño, donde se tocan los opuestos, donde no hay contradicción, 
donde no hay categorías de verdadero o falso; donde todas las relaciones que se pueden dar 
juegan fundamentalmente en contigüidades y semejanzas escribiendo redes. 
A diferencia del uso comunicativo reproductivo del lenguaje, el texto se presenta 
como productividad, lugar donde el sentido se produce. La atención se fija más en lo que 
23 
 
los signos hacen que en lo que dicen o representan. En este sentido el texto sería una 
práctica anticomunicativa que no trae ningún mensaje o cuyo mensaje no puede definirse, 
acotarse, detenerse, decidirse (porque si depende siempre de un contexto, ese contexto es 
precisamente ilimitado). La combinación del significado determinado por el contexto y el 
contexto indeterminable hace posible la defensa de la indeterminación del significado. 
Siempre hay posibilidades abiertas, no porque el lector pueda hacer que un texto 
signifique cualquier cosa sino porque cabe siempre realizar otras especificaciones del 
contexto (los marcos desde donde leo). 
11
 
Lector, figura central en el PE. Ante esa "muerte del autor" lo que cobra un espacio que no 
tenía en toda su dimensión es la figura del lector quien se transforma en productor de una 
lectura capaz de recolectar las huellas dispersas. En los planteos de Julia Kristeva, 
confluyen las nociones de texto, escritor, lector. Podríamos decir que según la 
semióloga el escritor es un lector y el lector un escritor que trabajan en la 
producción de un texto. Escribir es un leer convertido en producción asi como leer 
es escribir: inscribir enchufar, las propias textualidades (el lector). 
Señala Kristeva que el verbo leer tenía para los antiguos, un significado que merece que 
recordemos y resaltemos con vistas a una comprensión de la práctica literaria. Leer era 
también recoger, recolectar, espiar, reconocer las huellas, coger, robar. Leer denota pues 
una participación agresiva, una activa apropiación del otro. Escribir sería el leer 
convertido en producción, industria: la escritura-lectura, la escritura paragramática sería 
la aspiración a una agresividad y una participación total (―El plagio es necesario –
Lautréamont‖)‖ (Kristeva 1981: 236). En sentido semejante dice Derrida ―Escribir 
quiere decir injertar. Es la misma palabra. El decir de la cosa es devuelto a su ser 
injertado. El injerto no sobreviene a lo propio de la cosa. No hay cosa como tampoco 
hay texto original‖ (Derrida1972: 395). La idea de escritura como injerto generalizado 
de unos textos en otros, rompe jerarquías y relaciones de secundariedad entre un injerto 
y otro, deshace la idea de un texto cerrado en la idealidad de un querer decir propio, 
cuya relación con la textualidad circundante no fuera sino accidental, accesoria, 
suplementaria. 
 
11
 En este punto radican las críticas a Austin y la polémica sostenida entre Derrida y Searle, en relación a 
la idea de que el significado lo da el contexto. Ya que según Derrida es precisamente el contexto el que es 
inagotable: todo es una red de diferencias y esa red es ilimitada, siempre ofrece nuevas conexiones, 
correlaciones, contextos. 
24 
 
Como se dijo un texto está formado por escrituras múltiples, procedentes de varias culturas y, 
unas con otras, establecen un diálogo, una parodia, una contestación; pero existe un lugar en el 
que se recoge toda esa multiplicidad, y ese lugar no es el autor, como hasta hoy se ha dicho, 
sino el lector: el lector es el espacio mismo en que se inscriben, sin que se pierda ni una, todas 
las citas que constituyen una escritura; la unidad del texto no está en su origen, sino en su 
destino, pero este destino ya no puede seguir siendo personal: el lector es un hombre sin 
historia, sin biografía, sin psicología; él es tan sólo ese alguien que mantiene reunidas en 
un mismo campo todas las huellas que constituyen el escrito. 
 
La idea de Crítica. Si no hay un sentido último que descifrar en los textos, sino el libre 
juego de las múltiples escrituras, la crítica entendida como el discurso encargado de 
descifrar o de restituir la verdad del autor en la obra también está condenada. (Barthes). 
Según Foucault el objeto propio de todo discurso crítico no es la relación del hombre 
con el mundo, el encadenamiento de lo vivido con sus necesidades psicológicas; no se 
funda tampoco en la estructura de la lengua con sus posibilidades retóricas sino en la 
experiencia desnuda del lenguaje, la relación del sujeto hablante con el ser mismo del 
lenguaje. Y tiene que dar cuenta —si quiere ser por sobre un discurso necesariamente 
secundario, un discurso fundamental, es decir si quiere dejar de ser un lenguaje 
derivado, aleatorio y fatalmente arrastrado por la obra— de la red que relaciona una 
obra con otras; la crítica tiene que recorrer esa red siguiendo una movimiento 
reversible. Esa Red supone una relación entre las obrasno guiada por el orden de la 
semejanza (con toda la serie de nociones mal pensadas, como las de influencia o 
imitación), ni del orden de la sustitución (como las de sucesión, desarrollo, o escuela): 
una relación tal que en ella una obra pueda definirse enfrente, al lado y a distancia de las 
demás, apoyándose a la vez sobre su diferencia y su simultaneidad y definiendo la 
extensión de una red (Como en la biblioteca, relación anafórica, espacial) 
Por otra parte señala también cambios en la crítica: ésta se ha inflado, hay un 
espesamiento y una multiplicación de actos críticos, a la vez que se desdibuja el 
personaje del crítico. Al proliferar, al dispersarse los actos críticos se alojan en novelas, 
en poemas, en reflexiones, eventualmente en filosofías. Se podría decir que las crítica se 
convierte en una función del lenguaje en general sin organismo ni asunto propio. 
Podríamos decir habría dislocación de la crítica. 
25 
 
La relación entre Lenguaje 1º y 2º ha cambiado, ya no se puede pensar en la crítica 
como una institución juzgadora, jerarquizante, mediadora entre autor/obra y público 
lector. Se forma una relación diferente a través de la determinación de un método de 
análisis que puede ser psicoanalítico, temático, lingüístico, formal, es decir se está 
planteando el problema de su fundamento, en el orden de su positividad y de la ciencia. 
Eso por un lado, por otro, la crítica se está pasando del lado de la escritura. No solo 
porque se interesa fundamentalmente por la escritura de los escritores, por sus formas y 
configuraciones, sino porque se está convirtiendo en un acto de escritura que forma con 
todas las demás una malla, una red, un encabalgamiento de puntos y líneas. Estos 
puntos y estas líneas de una escritura en general se cruzan, se repiten, se recubren, se 
desfasan para formar finalmente en una neutralidad total lo que se podría llamar el total 
de la crítica y la literatura, es decir, el actual jeroglífico flotante de la escritura en 
general. 
La idea de teoría Teoría no se concibe como una instancia separada de la escritura, 
como dos actividades independientes sino que conforman una práctica donde el deseo 
rige. Hay en PE un rechazo de todo sistema conceptual (cerrado, jerárquico) de 
pensamiento y el planteo del borramiento de fronteras entre teoría y práctica lo cual no 
significa un rechazo de la teoría sino su reubicación como una práctica creadora y sin 
definiciones fijas. Más que como teóricos se conciben como experimentadores: los 
escritos no son ejercicios de o con el lenguaje, son textos experiencias de los que salen 
transformados (experiencia del límite, de la muerte, de la finitud/goce). Ej Según Barthes 
este núcleo no puede dar lugar a una exposición metalingüística, la teoría del texto solo puede 
coincidir con la práctica de escritura. 
Conclusión: tanto la literatura como la teoría literaria -, en algún punto, 
indiscernibles, para los telquelistas- fueron pensadas como lugares fundamentales 
de lucha política y de cambio social por lo que la escritura fue una práctica a 
través de la cual el sujeto se posiciona frente al mundo. Así, sujeto y lenguaje, 
teoría y literatura, política y escritura son configuraciones que se sustentan en la 
indefinición de sus límites. 
 
Polémicas y Alteración de la cartografía disciplinar 
26 
 
Esta posición del PE generó importantes discusiones: el resurgir del hombre serio y sus 
gestos de limpieza y estabilización. Así podríamos llamar a Eco, Habermas, Steiner, 
Bloom, pensadores que encarnan el doble opuesto del hombre retórico. 
1. En torno al sentido, el problema de la interpretación y la legitimidad de las 
lecturas. 
2. Sobre la indiferencia o diferencia genérica (entre las distintas disciplinas y entre 
teoría, crítica, literatura). 
3. En torno al valor. 
Representativos de estas discusiones son por ejemplo de Umberto Eco 
1)-En Los límites de la interpretación o Interpretación y Sobreinterpretación Eco 
conecta los problemas de la pluralidad de sentidos o la ausencia de sentido tracendental 
postulados por el PE con el pensamiento hermético y el gnostiscismo, tendencias 
oscurantistas que contradicen el racionalismo occidental. Y opone a la idea del 
deslizamiento continuo del sentido o a la interpretación indefinida, determinados 
límites. Dice Eco: Afirmar que la interpretación (en tanto característica básica de la 
semiosis) es potencialmente ilimitada no significa que no tiene objeto y que fluye sólo 
por si misma. Eco sostiene que en los últimos años se ha sobrevalorado el derecho de 
los lectores. Limitar su papel, moderar la interpretación no significa ir a la búsqueda de 
una hipotética intención autoral, sino reconducir el sentido a la intentio operis. Los 
límites más allá de los cuales no se puede ir, los parámetros que condicionan una 
lectura legítima los criterios que conforman, frente al derroche, una economía 
interpretativa, limitan la interpretación son las interpretaciones converncionales 
prestablecidas de los lexemas y el marco histórico cultural del mensaje. Una 
interpretación en sentido estricto debe respetar el transfondo lingüístico/cultural. 
2) En El discurso filosófico de la modernidad (1985), específicamente en el pasaje 
titulado ―Excurso sobre la disolución de la diferencia de géneros entre literatura y 
filosofía‖, Habermas volverá sobre la necesidad de restablecer fronteras entre ambas, de 
mantener a rajatablas las distancias entre tipos discursivos diferentes. Peligro de una 
contaminación estetizante de la filosofía. Uno de estos pares conceptuales que intenta 
derribar derridaes el que constituyen la lógica y la retórica. Derrida tiene un particular 
interés en poner cabeza abajo la primacía, canonizada ya por Aristóteles, de la lógica 
sobre la retórica. No es que Derrida se haya ocupado de esta controvertida cuestión 
desde los puntos de vista que, consideradas las cosas desde la historia de la filosofía, 
hubieran resultado más obvios. Pues de haberlo hecho así, hubiera tenido que relativizar 
27 
 
el valor y puesto de su propio proyecto cotejándolo con la tradición formada de Dante a 
Vico y mantenida viva a través de Hamann, Humboldt y Droysen hasta Dilthey y 
Gadamer. En esta tradición se hace explícita esa protesta que Derrida alza de nuevo 
contra la primacía platónico-aristotélica de lo lógico sobre lo retórico. En tal caso el 
deconstructivista puede tratar las obras de filosofía como obras de literatura y asimilar 
la crítica de la metafísica a cánones de una crítica literaria que ya no se malentiende a sí 
misma en términos cientificistas 
En este negocio de deconstrucción Derrida no procede, empero, analíticamente en el 
sentido de identificar presuposiciones o implicaciones ocultas. Pues eso es lo que cada 
generación ha hecho con las obras de la generación que le precedió. Derrida procede 
más bien en términos de una crítica estilística, extrayendo del excedente retórico de 
significado que un texto que se presenta como no literario debe a sus capas literarias, 
algo así como comunicaciones indirectas con las que el propio texto desmiente sus 
contenidos manifiestos. De esta forma, Derrida obliga a textos de Husserl, Saussure o 
Rousseau a declararse culpables incluso contra la opinión explícita de sus autores. Los 
textos mismos, peinados a contrapelo y puestos contra las cuerdas, contradicen, merced 
a su contenido retórico, aquello.que enuncian, por ejemplo el primado que 
explícitamente declaran del significado frente al signo,
12
 
Steiner y Bloom pretenderán descartar las hablas mediadoras entre el texto y el 
lector/crítico y restaurar el valor de la figura del autor. 
3) En Presencias reales Peter Steiner propondrá república en la que sólo pueden habitar 
artistas, lectores y la tradición filológica: le molesta el excesivo murmullo de las hablas 
teórico/críticas (elvolumen, la calidad del discurso crítico), desestimando el hecho 
fundamental la dificultad de fijar límites entre los textos primarios y secundarios que 
caracteriza a la producción estética en el siglo XX: contra la jerga con frecuencia 
repulsiva, el oscurantismo artificial y las engañosas pretensiones de tecnicismo que 
 
12 En la práctica deconstructiva queda de manifiesto la debilidad de la diferencia de género entre filosofía 
y literatura. Al cabo todas las diferencias de género acaban hundiéndose en un plexo textual 
omnicomprensivo que todo lo engloba. Derrida habla, en términos hipostatizadores, de un «texto 
universal». Sólo queda la escritura que se escribe a sí misma como el medio en que todo texto está 
entretejido con todos los demás. Todo texto particular, todo género especial, incluso antes de aparecer, ha 
perdido ya su autonomía frente a un contexto que todo lo engulle y frente al incontrolable acontecer de la 
generación espontánea de textos. En esto se funda la primacía que la retórica, que tiene que ver con las 
cualidades de los textos en general, tiene sobre la lógica como sistema de reglas al que sólo están 
sometidos de forma excluyente determinados tipos de discursos sujetos a las obligaciones que comporta 
la argumentación. 
 
28 
 
hacen ilegible la mayor parte de la teoría y la práctica posestructuralista y 
deconstructiva, la única crítica positiva es ―La filología‖. 
4) En El Canon occidental Harold Bloom pretende determinar las cualidades que 
vuelven canónico un texto y restablecer el valor estético contra los que llama 
―resentidos del valor‖, contra la escuela del resentimiento donde incluye los 
deconstruccionistas. Pero allí están también feministas, marxistas, lacanianos, 
semióticos que imponen a los estudios literarios lecturas, contenidos, objetivos que le 
son extraños: causas sociales, política, etc. 
5) La recuperación de la retórica y la reformulación y aplicación a otros campos de 
interés de la hermenéutica (Gadamer, Habermas) contribuyen a una refiguración de la 
cartografía de los saberes en privilegio de las humanidades y las letras. Éstas parecen 
afectar, ya con sus categorías teóricas, ya con su natural potencial retórico 
hermenéutico, a otras disciplinas que se reconocen ligadas a la práctica de escritura, sus 
distintos modelos y técnicas, más que dependientes de modelos de explicación 
científica. Así cómo, según hemos visto, la teoría literaria se nutre de paradigmas 
provenientes de otras disciplinas, se percibe, especialmente en los años ’80, cómo otros 
discursos sociales son influidos fuertemente por el desarrollo de las teorías literarias y 
de la literatura misma, y empiezan a tomar elementos de las teorías o a pensarse en su 
dimensión de escritura: la historiografía con Hayden White, el psicoanálisis con 
Guattari, la etnografía con Geertz y Clifford, la filosofía con Rorty son algunos de los 
ejemplos más importantes de esta tendencia. 
 
A partir del PE por teoría literaria, no solo se entiende ―teoría literaria‖ en el 
sentido cientificista y/o especificador consolidado a inicios del siglo XX, es decir, la 
adopción desde el campo literario de un paradigma científico ajeno (lingüística, 
fenomenología, etc.). Lo dice claramente Culler (2003): los estudios literarios han 
prestado atención desde los ´60 a escritos ajenos al ámbito literario, textos 
psicoanalíticos, textos filosóficos. La teoría deriva así en un conjunto de reflexión y 
escritura difícil de definir, una miscelánea cuya característica es producir efectos más 
allá de su ámbito natural: lo que la define es su posibilidad de corrimiento y acción en 
un espacio ajeno. En este sentido es no solo inter sino transdisciplinar. 
 
 
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