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POSTESTRUCTURALISMO
Teoría Literaria hoy
Estructuralismo – Postestructuralismo > cultivados en Francia después de la 2° guerra mundial.
Algunos autores: Levi-Strauss, Althusser, Lacan, Barthes, Kristeva, Foucault, Derrida.
Ambas corrientes se inscriben en el impulso más general del pensamiento crítico moderno de fines de siglo XIX que
rechaza la instrumentalización del lenguaje buscando una nueva concepción en la relación entre el sujeto y el mundo.
Se trata de pensar en cómo es posible escribir en una sociedad industrial -- ¿cómo era posible que una obra literaria
continuara siendo un artefacto estético y, a la vez, una mercancía? Para el estructuralismo y el postestructuralismo la
problemática aparecerá planteada en el ámbito de la historia en un rechazo a la visión “evolucionista”, de la historia
concebida como un desarrollo permanente y gradual donde cada etapa es superior a la anterior. La crítica de
estructuralistas y postestructuralistas comienza en un profundo rechazo a la noción del sujeto cartesiano1. Postulara la
idea de que las subjetividades son un entramado complejo de especificidades culturales heterogéneas y contradictorias,
generalmente no manifiestas para el individuo, cuya construcción significativa nunca es completa y acabada.
La influencia de la teoría lingüística de Saussure es fundamental para un cambio drástico de perspectiva en la relación
entre lenguaje y mundo. Esta concepción estructuralista del lenguaje será el punto de partida de la ruptura del
postestructuralismo con su movimiento precedente. Mientras el estructuralismo separaba el signo del referente, el
postestructuralismo separará el significante del significado. La relación entre SDO-STE se verá modificada a medida que
el STE cobre mayor relieve hasta convertir al lenguaje en un sistema de puros significantes flotantes que no tendrán una
relación determinada con el referente extralingüístico.
El postestructuralismo constituye una corriente de pensamiento que aglomera a diversos intelectuales que desarrollan
perspectivas teóricas diversas, reaccionan en su conjunto contra las pretensiones de objetividad científica del
estructuralismo francés. Su crítica se entronca con el clima general de ideas imperantes tanto en el campo filosófico
como político. El postestructuralismo es el producto de un momento de euforia y desilusión2. Algunos intelectuales
comienzan a revisar el campo de la teoría enfatizando la inestabilidad de todo sistema de pensamiento que reclame para
si una validez universal (incluyendo al marxismo). Plantean un poder que se encuentra diseminado por todo el
entramado social. Comienzan a interesarse en políticas de la diferencia: inmigrantes, mujeres, homosexuales, etc. La
escritura será el último sitio de resistencia desde donde se puedan ejercitar articulaciones alternativas de las
identidades.
En el pasaje estructuralismo-postestructuralismo se han producido una serie de desplazamientos en el campo de la
teoría que tendrán incidencia no solo en el campo específico de la crítica literaria sino de la crítica cultural y los Estudios
Culturales y poscoloniales. No significa un colapso de la teoría sino su reubicación como una práctica creadora y sin
definiciones fijas. Plantea una interrogación a las disciplinas establecidas y la posibilidad de establecer estudios
interdisciplinarios. Conciben la concepción de la historia y la cultura como construcción discursiva y sitio de lucha de
intereses. Establecen el deslizamiento del estudio de la literatura al análisis de los discursos y los textos.
El término Postestructuralismo comprende una variedad de corrientes teóricas.
2 Mayo del 68. Movimiento estudiantil y obrero iniciaban un proceso de lucha que será derrotado por el gobierno de Charles de
Gaullle. La derrota tendrá profunda incidencia en los pensadores de la izquierda marxista.
1 Sujeto cartesiano: concepción del sujeto elaborada por Descartes. Dualismo mente-cuerpo. La distinción entre mente y cuerpo es
concebida por el yo pensante en tanto que idea clara y distinta. El yo se percibe como res pensante no extensa, a la vez que puede
pensar de manera clara y distinta al cuerpo en tanto que res no pensante extensa. La mente, una cosa pensante, puede existir
separada del cuerpo extenso y ser una sustancia distinta del cuerpo, sustancia que es esencialmente pensamiento.
Al ser heredero y continuador del impulso estetizante de la literatura modernista europea, el postestructuralismo pondrá
su atención especialmente en el lenguaje resaltando sus posibilidades experimentales. Esta nueva concepción del
lenguaje producirá dentro del movimiento dos corrientes diferenciadas: la que torna al lenguaje sobre sí mismo (Derrida,
de Man) y la que considera al lenguaje en su relación con otros sistemas e instituciones (Foucault).
Derrida: propone una teoría de la escritura como diferencia (différance). Comienza observando como el concepto de
habla de la lingüística es afín al logos de la filosofía. Se asume que el habla se encuentra cercana al pensamiento,
emociones e intenciones del hablante. La distinción entre STE-Sdo se fundaría en la idea de una mutua correspondencia,
aunque arbitraria, entre ambos términos. Desde la perspectiva filosófica habla y escritura se inscriben en una metafísica
de la presencia en donde la realidad y la verdad le son dadas directamente al sujeto por medio del lenguaje. Derrida abre
la brecha y retoma a Platón: idea de que por más que se lo intente siempre habría un desplazamiento del habla a la
escritura. Su teoría se funda en una escritura de la diferencia, en donde el sentido nunca está plenamente presente
(como si lo está en la filosofía y la lingüística) sino, por el contrario, constantemente demorado.
El deconstruccionismo no se eleva como una teoría frente a otras, sino que se propone como una práctica puesta al
servicio de una lectura de la diferencia de los textos. La diferencia es una herramienta que permite poner en movimiento
los textos, desarticulando aquellas aporías en las que se fundamentan: las verdades que sostienen y que están en
tensión o se contradicen en la interioridad del texto.
El descontruccionismo plantea la marca de lo heterogéneo en la escritura como uno de sus rasgos fundamentales.
Derrida lo pone en evidencia al demostrar que en el despliegue de su propio pensamiento utiliza distintas estrategias
retóricas, gráficas y poéticas. Para él es imposible separar de manera rigurosa la dimensión poética y la dimensión
retórica del texto de su contenido, el crítico no sólo interpreta sino que ahora se convierte en escritor.
Derrida propone una dimensión poética y retórica del lenguaje que ha sido objeto de agudas polémicas en el territorio
filosófico y fuente de inspiración de muchos críticos.
Paul de Man: recoge y reformula la idea del carácter retórico del lenguaje – la literatura se deconstruiría a sí misma por
un mecanismo autorreferencial. El crítico asumirá una tarea de segundo orden: la de describir esos procesos internos de
los textos.
Barthes: en su periodo postestructuralista, coincide con Derrida en la noción de texto y lector. Barthes pone atención en
el lenguaje como productor de verdades que se encuentran naturalizadas en nuestra sociedad y amplía el campo de
investigación hacia otros objetos. Adopta una perspectiva semiológica.
En el pasaje que lleva a Barthes del estructuralismo al postestructuralismo una obra que ilustra dicho momento de
inflexión es S/Z (1970). Allí analiza Sarrasine de Balzac, interpretada como una obra límite del realismo. A través de
diferentes códigos realiza una lectura crispada que desintegra los códigos realistas sobre los que la novela se sustenta.
Los postestructuralistas enfocan su análisis en el funcionamiento del lenguaje y su relación con una noción de verdad,
doxa u orden simbólico para ver cómo y dónde se produce la diferencia, el goce o el estallido semiótico. Haciendo un
recorrido que va más allá, Foucault se pregunta por las condiciones de posibilidadde los enunciados, buscará descubrir
lo que en una época dada es decible, lo que está por debajo de las ciencias, lo que antecede y , a su vez, permite su
formación: la arqueología de los discursos. Se interesa también en las configuraciones de sentido naturalizadas en una
sociedad, pero su investigación se enfoca no en el desmontaje de esos objetos que el saber fabrica sino en el juego de
reglas, el archivo, que determinan en una cultura su aparición y desaparición.
En Kafka: por una literatura menor, Deleuze y Guattari (1975) conectan las luchas políticas de las minorías con las
experimentaciones formales típicas de las vanguardias. Estas circunstancias producirán desplazamientos en los lugares
asignados por medio de un uso diferente de la lengua provocando una “desterritorializacion”. Rechazan las
interpretaciones psicologizantes y plantean una lectura política de la obra de Kafka. Los textos de Kafka se expanden
ilimitadamente como un “rizoma” en donde no se privilegia ninguna entrada, en un proceso de metamorfosis
permanente en el que se despliegan imágenes e impresiones que configuran un “hiperrealismo” que anula toda lectura
alegórica.

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