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Literatura Latinoamericana B
Resúmenes U2
Rama - Rubén Darío y el modernismo
Propósito de Darío: autonomía poética de la América hispánica como parte del proceso general de libertad continental, establecer un orbe cultural propio. Tiempo después lo corrige con una conciencia más lúcida de las posibilidades reales; una apreciación menos lírica y más realista de las capacidades creadoras disponibles de los escritores hispanoamericanos (prólogo de Prosas).
Afán autonómico a partir de la apropiación de todo el instrumental contemporáneo -lingüístico y poético- de Europa. Revalorización positiva de la aportación poética europea, afirma la virtud del decadentismo. Se opone a la independencia sustentada en la novedad de una temática autóctona, propone otra más drástica, de reelaboración de la lengua poética; Darío traslada al lenguaje en función de poesía el afán autonómico, desdeñando su búsqueda en el campo temático. La tarea del escritor es la instauración de una poética, el afán autonómico está en el instrumento poético.
Con el movimiento modernista comienza una especialización del artista (no profesionalización). Antecedentes (Groussac, Martí), pero en la medida en que asume las experiencias anteriores, las somete a la reelaboración, las exacerba hasta un extremismo y las marca soberanamente con las condiciones de la literatura moderna francesa. Es la bandera del modernismo.
Concepción del poema: subjetivación “mi poesía es mía en mí”. Impone como base de experiencia poética una fractura entre mundo y hombre. Principio subjetivo inicial que se fue acentuando, defendido en la medida en que crecían los imitadores. 
Los raros en La Nación, artículos sobre los principales poetas y escritores. Rasgo unificador: la exacerbación del yo; sus obras son manifestación de una conciencia que ha reconocido los límites del encierro por el reconocimiento del mundo circundante como ajeno y hostil. Clave subjetivista del sistema moderno que acarrea la acción de los dos grandes demonios: originalidad y novedad. La idea de escuelas queda descartada: “no hay escuelas, hay poetas”. La subjetivación refuerza el camino de la desemejanza de los hombres, abre el camino hacia la originalidad como principio. 
América latina se incorpora a la economía y a la literatura del liberalismo
Condiciones de la época: esfuerzo obsesivo de autonomía que vertebró las élites intelectuales. Se define por la constancia del autoexamen hispanoamericano en la literatura y en la crítica.
Darío comienza su obra, en Europa: negativismo de Baudelaire. Interroga a la tradición poética española en retrospectiva (siglo XVII, orígenes medievales), en una operación revalorizadora. La reinvención de una tradición poética se obtiene por el encabalgamiento del “pensar en francés” y “escribir en castellano” (galicismo mental).
Expansión del capitalismo. Sistema de valores: subjetivismo económico, la división del trabajo, los principios de racionalidad de la producción, su concepción del objeto económico y de las leyes de circulación del mercado. Universaliza las condiciones peculiares de su sistema económico. 
La incorporación de América Latina al sistema creado por la burguesía europea se intensifica a partir de 1870 (expansión vertiginosa entre 1870-1914). La primera respuesta artística al sistema, la primera oposición europea está representada por Las Flores del Mal de Baudelaire y Madame Bovary de Flaubert en 1857. El primer poeta maldito se retrae del universo creado por la burguesía en el poder, pero en su refluencia queda marcado por los rasgos de la nueva estructura económica y por las relaciones sociales que ella instituye. Con Baudelaire y con Poe surge la concepción de lo “nuevo” como ley de la creación artística. Con ellos comienza la modernidad. 
Actitud típica de Darío: “mi éxito se ha debido a la modernidad”. La novedad nace del ejercicio de una subjetivación de la creación artística. El poeta hace suyas, no solo las leyes del mercado, con su circulación de productos, sino también la estructura subjetivista de la economía que acaba de imponérsele al mundo hispanoamericano. Crisis del espíritu. 
Si el modernismo hispanoamericano es parte de esa “crisis mundial”, lo es en la medida y en el grado en que la expansión imperial de las potencias industrializadas europeas va modelando a los países del continente con las formas económicas y sociales propias de su organización capitalista. Este ingreso no es parejo en toda hispanoamérica. América se adelantó a España. En el caribe se desarrolla primero, con Martí, Casal, Gutiérrez Nájera, Silva y Darío. 
De los dos períodos modernistas que reconocía Henríquez Ureña, el segundo, que según él se inicia en 1896, tendrá su lugar centro en el Sur, en Argentina y Montevideo. Más estrictamente cabe notar que, a partir de 1888, su centro está ya en el Sur, siendo su capital Argentina. Se trata de una transformación económica que responde a una nueva y razonada actitud política (de integrarse a la economía capitalista). Este desarrollo influyó sobre las Letras.
Si Buenos Aires puede equipararse a “Cosmópolis”, como dice Darío, es entendiéndola como la más desarrollada cabeza de puente de la inserción del sistema capitalista en América Latina. Las élites intelectuales seguirán inspirándose en el viejo continente, aunque ahora miren a Francia. 
Transformaciones culturales en el modernismo
Primer efecto visible: proceso de aceleración, dinámica sucesión de corrientes. Isocronismo por obra del cual la transformación literaria hispanoamericana sigue muy de cerca la que se produce en los centros culturales del mundo. El intelectual se propone sistemáticamente estar al día. Esta actitud había de prodigar los mimetismos, con un acento de originalidad del que sus antepasados carecieron a la hora de imitar a Europa. Dentro del modernismo el poeta comienza un contacto más austero con la realidad, debido a que el nuevo sistema económico estaba en estrecho contacto con ella. Ambiente intelectual caracterizado por el signo de lo controversial y lo caótico. 
Comienza a existir un mercado internacional literario que la tecnología moderna se encargará de ampliar y consolidar. La ambición de los escritores de entonces será la conquista del mercado. Se registra, asimismo, una intensificación cultural no conocida hasta el momento. Cantidad alta de nuevos creadores y una multiplicidad variadísima de obras, una eficiencia artística superior. Esta es la edad de oro de las letras hispanoamericanas. En hispanoamérica la multiplicidad de autores y obras permitió trazar un complejo entramado de problemas y posiciones artísticas. Intento de una literatura orgánica: no se trata de un conjunto de creaciones artísticas importantes, sino que, al corresponderse con la problemática básica de la sociedad en trance de instaurarse, alimentaron la primera explicación artística del mundo que se inauguraba para el continente latinoamericano. Es la permanencia de las líneas rectoras de la nueva estructura socioeconómica lo que ha asegurado la permanencia o coherencia, de los primeros planteos de la época modernista. 
Otro efecto de la economía capitalista es la introducción de la división del trabajo, principio que acarrea la forzosa especialización y simultáneamente la pérdida de la visión totalizadora de la actividad humana. Como la literatura no era en realidad una profesión, sino una vocación, los hombres de letras se convirtieron en periodistas o maestros, cuando no ambas cosas. Esto significó el abandono de todas las funciones educativas e ideológicas que hasta el momento conllevaba la poesía. Desapareció la tarea pedagógica de la poesía. Lo que el poeta abandona es la multiplicidad de funciones que justificaban y explicaban su lugar en la vida social, y su papel histórico dentro de una comunidad tradicional. Martí fue la excepción.
Darío tuvo mayor conciencia del problema. Los poetas se transformarán en los custodios de dos valores siempre vagos y mal definidos: la belleza y el ideal. Darío reivindica la literatura como un coto cerrado. Lareligión del arte es la forma ideológica de la especialización, división del trabajo.
Los poetas modernistas en el mercado económico
Unánime condena al burgués materialista de los escritores modernistas, que responde a la nueva economía de la época finisecular: la instauración del mercado. El burgués puso en funcionamiento una infraestructura económica distante de sus tradicionales convicciones religiosas y morales, y merced a ella se disolvían las relaciones personales. La actividad del hombre era puesta al servicio de objetos que entraban en un régimen competitivo como entidades autónomas y todopoderosas, que modelaban una masa nueva: el público. El arte también se convirtió en mercancía, y el artista en productor de mercancías. La obra de arte se sometió más y más a las leyes de la competencia. 
Producida la división del trabajo y la instauración del mercado, el poeta hispanoamericano se vio obligado a desaparecer. Peligro que para la vida de las sociedades hispanoamericanas en el que se veía como inminente desaparición del arte y la literatura. A los ojos de los poetas, el mundo había sido tomado por un materialismo hostil al espíritu; no había público que sostuviera la producción literaria. Al artista lo matan la indiferencia pública y el ambiente burgués; trabajo como periodista o maestro. Es necesario entonces crear un mercado literario, con un público especializado. 
Darío: sólo transformándose podrá sobrevivir e influir. El mercado literario no existía, los libros no tenían compradores, y no había editores. Seguía el patrocinio por algún amigo rico o auto editarse. Darío: no era posible conservarse en el patrocinio, y era necesario incorporarse al Mercado. Ataca la figura del amateur porque dificulta la profesionalización del escritor, ese que se deja pagar poco por los editores, o peor el que se auto edita y regala el libro solo con tal de lucirse. Está en contra de las escuelas, y estas no tienen futuro en la época moderna. Bajo el incentivo de la Ley de Derechos de Autor se crea la Sociedad de Escritores de Buenos Aires. Darío adhiere a la iniciativa; el trabajo intelectual debía sindicalizarse. Los escritos eran publicados sin beneficio por ello. 
La burguesía le retira al poeta el poder que tenía, al ser incapaz de darle a su producción un valor en el mercado. Se desinteresa de la producción estética, dado que ha creado un universo regido por la eficiencia y la utilidad, en el que no sabe para qué entra un poeta. Figura del poeta pobre, antisocial, borracho, vagabundo y drogadicto. Crearon esta imagen los críticos tradicionalistas.
La visión de los modernistas muestra el público ignorante y hostil, el burgués utilitario asociado a críticos ignorantes, defensores de una retórica quebrada en el nuevo sistema económico. En la figura del “Rey Burgués” se vinculan el utilitarismo y el academicismo. Parte de los poetas deriva hacia la auto-negación, pasan a estudiar profesiones liberales. Otros se escinden en un poeta escondido vergonzosamente y la profesión intelectual que la sociedad reconoce como legítima o productiva. Algunos persistieron en su posición de poetas, así significara un suicidio social. 
Tópico de la torre de marfil
Había dos tipos de artistas: los que cultivaban sus facultades para especular con sus productos, vendiéndolos al más alto postor, y los que entregaban sus producciones al público no para obtener aplausos sino dinero, con el fin de subsistir en el sistema capitalista y conservar la independencia necesaria para crear. Casi todos desdeñan la popularidad. El poeta se vio confinado al aislamiento. 
Comienza a germinar el tema del lugar de la poesía y del poeta en la sociedad como tema central. En esa distancia, el poeta decanta su valor propio, reconoce su naturaleza y se transforma en auto tema de su creación. Los escritores terminan entrando al mercado, no en cuanto poetas sino como intelectuales. La ley de oferta y demanda se aplica también a ellos, que en su mayoría devienen periodistas. La generación modernista del periodismo, encargados de una gama intermedia entre la mera información y el artículo doctrinario o editorial: notas amenas, de actualidad, crónicas sociales, críticas de espectáculos, comentarios de libros, descripciones de viaje. Todos expresaron que no les quedó otra para ganarse la vida. La transmutación del escritor en periodista es parte de la empresa histórica de la burguesía; los diarios surgen con esta clase y adquieren magnificencia.
Rubén Darío fue toda su vida periodista. La prensa fue toda su vida el portavoz de su obra crítica y de su fama poética. El afán del mercado arrasó con los valores establecidos, triunfa “la novedad”.
El gran debate de la época se centró entre dos concepciones del periodismo que se consideraron antagónicas: la del origen francés, donde se daba amplio espacio al editorial y a los comentarios doctrinales, creando los medios de comunicación de la clase alta, y la de origen norteamericano que acentuaba la parte puramente informativa, más breve, rápida y fugaz, que tenía su expresión en los diarios populares de alcance más democrático que tocaban a las clases bajas. 
Los escritores se vuelven asalariados y en consecuencia dependientes del público lector y de sus jefes. Esto implica para ellos una pérdida de calidad del producto periodístico. Dignificaron el género, pero a la vez fueron penetrados por el afán de información, de actualidad. Poesía y periodismo se entremezclaban sobre la misma mesa de trabajo. Para Darío el periodismo fue una gimnasia del estilo. Las tendencias estilísticas de época son: novedad, atracción, velocidad, shock, rareza, intensidad, sensación. La búsqueda de lo insólito, los acercamientos bruscos de elementos disímiles, la renovación permanente, las audacias temáticas, el registro de los matices, la mezcla de sensaciones, la interpretación de distintas disciplinas, el constante, desesperado afán de lo original, rasgos que a su vez pertenecen al mercado. El periodismo fue taller de experimentación. 
La transformación chilena de Darío
Llegada a Chile como poeta posromántico de la línea hispánica y su vertiginosa transformación en escritor modernista, afrancesado. Rasgos urbanos definitorios: temática ciudadana, de interiores, que correspondía a la sensibilidad de un estrato social cultivado; un tiempo estilístico mucho más ágil, variado, incitante, acorde al refinamiento expresivo buscado; aprehensión de todo el mundo contemporáneo dentro del arte, proporcionando una interpretación explicativa del fenómeno universal y aspirando a una homogeneización con los centros irradiadores de cultura. Dominante urbana de la estética modernista; importancia que los niveles de desarrollo alcanzados en las urbes hispanoamericanas tuvo sobre la mayor riqueza y amplitud de la creación poética. 
Cuando Darío embarca para Chile deja atrás una cultura arcaica para la época, todavía dominada por la influencia española, una ideología que corresponde a un orden feudal, y una poética que se demora en el romanticismo o en las formas de un realismo idealizante. Encontrará una ciudad intensa, enriqueciéndose velozmente en contacto económico y cultural con el mundo europeo.
Él, como los poetas franceses de mediados del siglo XIX, descubre ese fenómeno original que es la ciudad bulliciosa, poblada por multitudes anónimas, sin relación emocional sino funcional o de mera convivencia, en las que el hombre está solo y deambula. La relación entre desarrollo urbano y desarrollo intelectual fue sentida vivencialmente por Darío en Santiago de Chile. Pasado un año, mira en retrospectiva y entiende que el provincialismo rige la creación artística de la zona, que la influencia española sigue siendo la línea de orientación estética, y la repetición de las tradiciones antiguas; la falta de individualidad y modernidad. 
Chile se había abierto a las influencias europeas. La guerra del Pacífico tuvo grandes consecuencias en la vida económica del país: el dominio de Antofagasta y Tarapacá se tradujo en la posesión de enormes riquezas.El comercio internacional se duplica y las importaciones se triplican. En 1890 empieza la deformación económica de Chile. Se produce entonces el mayor esfuerzo por poner esta enorme riqueza adquirida por la fuerza al servicio de la sociedad toda. Se produce el proceso de industrialización del país, facilitando el surgimiento del capitalismo. Éste se cierra en 1891 con la revolución fomentada por la oligarquía terrateniente y los intereses extranjeros; no solo se paraliza el país, desde un punto de vista socioeconómico, sino que el modernismo se retarda. 
Darío: contacto con el medio a través de las redacciones periodísticas. Modernismo donde el criterio de la información, la novedad y la sensación vivaz de los sucesos habían sentado las bases de un tipo de prensa, acorde al sistema de telegramas. Darío es un representante de esa modernización que se subraya por la preocupación artística en la selección de materiales en la buena escritura, en la transcripción de artículos de grandes periodistas extranjeros. El diario fue el caldo de cultivo de las experimentaciones formales, aprendizaje de la prosa periodística moderna.
Mayor libertad ideológica en el campo inédito de la prosa menor, no codificada por la retórica y la Academia, que llenaba como sirvienta informativa los periódicos, introduciendo libres invenciones extranjeras, que abren nuevas perspectivas para acometer una modificación formal. Maestros: Martí, Groussac. Habilidad para la imitación y para el “pastiche” literario. Incorporará la tendencia de poetas y escritores franceses. Público acotado, perteneciente a la burguesía, femenino. 
Cuentos del período chileno problemas personales, angustia como poeta, posibilidades de cumplir con su vocación y fuerzas que lo traban y le cortan el paso. Uno de los temas básicos de su obra es el enfrentamiento “poeta y mundo”, será traspuesto al imaginativo y fantasioso que permite alejarse de la realidad circundante y entrever mundos lejanos o imposibles. Esto es un reflejo de los problemas del poeta para insertarse en la estructura económica de la nueva sociedad.
No es una literatura confesional, de estilo romántico, sino un esfuerzo de creación artística que responde a las imposiciones del débil público existente, que traduce las condiciones espirituales del medio. El poeta desliza su historia de frustración dentro de una invención aceptable: no se ofrece en su realidad sino travestido de extranjero, en el escenario parisiense, o mitológico. 
El rey burgués: poseedor de suntuosidades; representante de una clase, selecciona los productos más ricos para rodearse de un ámbito propicio. El escritor apunta, mediante el recurso de la ironía, que hay un desacuerdo entre el poseedor y las cosas poseídas, y que en definitiva el rey ignora el valor artístico. Descubre una contradicción entre la ideología, los gustos literarios, las inclinaciones estéticas, de este nuevo rico de la época. Por un lado es un arcaizante que defiende la tradición de la cultura burguesa del siglo XIX y el purismo hispano, y por otro vive inmerso en los productos de un arte original, moderno, que le allega el mundo europeo, francés. Ese nuevo monarca define al consumidor de arte y literatura de ese tiempo. En este cuento paradigmático, Darío opone el poder y el arte, y se retira de esa batalla. No es un poeta rebelde ni revolucionario. 
Lo cotidiano y lo poético
Rodó (1899) refiriéndose al período dariano representado por Azul, Los raros y Prosas Profanas, notaba la singular distancia que esta poesía establecía entre la vida del poeta y el cielo del arte. Este modo de poetizar dominó al modernismo de la zona sudamericana y correspondió al estilo de una ciudad, Buenos Aires: el “amaneramiento voulu”. Este no implica la despersonalización ni la desatención de la realidad, sino que radica en una doble operación: el escamoteo deliberado de un conjunto de experiencias no apropiadas, en su escala de valores, para integrar una obra de arte (rígida concepción aristocrática de la poesía), y una transmutación que sitúa toda experiencia concreta, realmente sentida y vivida, en un universo poético impecable, donde se disimula la sensación de lo inmediato por obra de la melodía y de la suntuosidad lexicográfica. 
La piedra angular de la creación será la armonía. Inicial criterio de que hay palabras poéticas per se, y de que ellas no pueden existir sino dentro de una estructura, más que rítmica, melódica, lo que explica su retracción ante el verso libre. Proclividad por la música. No hay esfera poética de lo inmediato, de la imposición cotidiana de vivir, sino una esfera distante, autónoma, autosuficiente, que es la del canto, a la que Darío ingresa, no como hombre, sino como poeta, entendido como un otro. La experiencia de lo real es evidente en la precisión de las formas, en la subjetivación, en el uso de referencias ambientales; pero esa experiencia está transpuesta, impostada por la melodía. 
Una cosa es la vida corriente y otra es el arte. Se hereda el “arte por el arte”, pero se distancia de un arte purista para quien su vida queda inscrita en el perfeccionismo del arte; la lejanía en que se sitúa su existencia común es la vergüenza de la propia vida, indigna de ingresar en la literatura por ser cosa cotidiana, cosa inferior. En Darío es perceptible la experiencia de lo real, que lo diferencia del romanticismo, pero esta experiencia queda situada en la operación embellecedora que debe cumplir la poesía. Esta disyuntiva dariana responde a una ideología. Determina que la esfera del arte alcanza su acrisolada pureza mediante la transmutación de lo cotidiano y de sus impurezas. 
Estos valores absolutos encarnaron en objetos, de conformidad con la generalizada cosificación de las formas de vida. Los objetos de arte fueron la expresión del absoluto, ofrecían una perfección independiente del creador, sobrevivían a su autor y debían estar ausentes de sus fuentes vivas.
El modernismo fue el más ingente esfuerzo creativo de la poesía hispanoamericana, al incorporarse al mercado único cultural y económico que establece la burguesía europea y norteamericana al iniciar la conquista y unificación del mundo entero. Estuvo al servicio del pueblo en la medida en que comprendió la necesidad de apropiarse del instrumental, las formas y los recursos literarios de la literatura creada al calor del universo económico europeo, y fracasó en la medida en que su deslumbramiento ante la nueva manufactura le condenó a la actitud servil imitativa. No postuló una evasión, al contrario asumió la situación histórica nueva con un esfuerzo de comprensión y adecuación a sus veloces imposiciones, aunque lo hizo desde la enajenación. 
Ramos - Límites de la autonomía: periodismo y literatura
Heterogeneidad del sujeto literario latinoamericano en función de su modernización desigual. Distancia de la lógica binaria que defina lo latinoamericano en términos de su desplazamiento de los modelos europeos, ocupando un margen ideologizado. En ésta se presupone lo europeo como un origen puro que lo latinoamericano desmantela en el gesto de simular el funcionamiento de sus códigos “primermundistas”. La extrañeza irreductible de la literatura latinoamericana debe precisarse a partir de sus condiciones históricas. Análisis de la relación entre el periodismo y la literatura en las últimas décadas del siglo XIX. Transformación del lugar de la literatura en el diario La Nación, Martí y Darío claves en el desarrollo de la crónica modernista.
El problema del público: en América Latina la dependencia de la literatura de otras instituciones limitó su voluntad autonómica. Hasta comienzos del siglo XX no se establece el mercado editorial; de ahí que las funciones de la novela en Europa (representación del nuevo espacio urbano) fueran cumplidas por formas de “importancia menor” como la crónica ligada al género periodístico.
La falta de público fue una preocupación fundamental de los nuevos literatos. Provenientes de las nuevas clases medias, sin un “capital simbólico” garantizado por filiación oligarca,defendían la alternativa del mercado y la profesionalización. Martí y Darío presuponen al mercado como medio inevitable, pero se distancian de la literatura “industrial” vinculada con la emergencia de un nuevo tipo de periodista, escritor de noticias y folletines. Posición “profesionalista” en doble frente de lucha: se distancia del escritor estrictamente mercantil, pero reconoce en el mercado un medio de subsistencia y de posibilidad de un nuevo lugar de enunciación en el que adquirir cierta legitimidad intelectual, insubordinado a los aparatos exclusivos y tradicionales. 
La falta de un público capaz de sostener la “demanda” de la nueva “mercancía” generó un impacto sobre la disposición del discurso literario. Imagen del público condiciona el trabajo con la lengua.
El mercado de la escritura (Martí): primeros años de la década de 1880. Noción de privacidad; oposición casa/trabajo alienado. La literatura se repliega en el interior opuesto al mundo reificado del trabajo. La poesía delimita su espacio en oposición a ese afuera del trabajo. 
Poesía martiana: escena de escritura en la noche, en un interior, después del trabajo. Autonomía o voluntad autonómica del sujeto literario. Distanciamiento del imperativo racionalizador, utilitario, distintivo del orden social moderno. Crónica: encuentro con los “exteriores” de la ciudad.
El modo más eficaz de subsistencia mediante la escritura era el periodismo. Interés de la nueva prensa latinoamericana por Estados Unidos y Europa en esa época de aperturas de las economías latinoamericanas. La crónica surge como una crónica de la vida moderna, producida para un lector “culto”, deseoso de la modernidad extranjera. Gesto publicitario de “lo moderno” ligado a la ideología y a la forma del viaje importador. Mediación entre la modernidad extranjera y un público deseante de esa modernidad: condición que posibilita la emergencia de la crónica.
Conflicto fundamental: la escritura en el periódico “no por mía ha de valer”. La poesía se proyecta en el reverso del periódico, como el “refugio del proscrito”. Contraste con los letrados iluministas: el trabajo periodístico resulta opuesto al valor más “alto” y “subjetivo” del discurso poético. Pero a la vez, representa un modo de vida cercano a los instrumentos de trabajo: la pluma y la lengua.
La fragilidad de las bases institucionales del campo literario finisecular obliga a la literatura y al literato a depender de instituciones externas para consolidar y legitimar un espacio en la sociedad.
Periodismo y nacionalidad: la crónica modernista, si bien manifiesta la dependencia literaria del periódico, constituye un campo de lucha entre diferentes sujetos o autoridades, entre los cuales es enfática la tendencia estetizante de la voluntad autonómica. La autoridad estética es una de las fuerzas generadoras de la crónica por más que otras funciones limiten su autonomía. 
Doble función paradójica del periodismo: si bien subordina la autoridad del sujeto literario, el límite es una condición de posibilidad del “interior”, marcando la distancia entre el campo propio del sujeto literario y las funciones discursivas otras, ligadas al periodismo y a la industria cultural urbana. La crónica es, paradójicamente, una condición de posibilidad de la modernización poética: si la poesía es el “interior” literario por excelencia, la crónica tematiza los “exteriores”.
El periodismo entre el período de emancipación y la consolidación de los estados nacionales, había sido el medio básico de distribución de la escritura. Era el lugar donde se debatía la “racionalidad”, la “ilustración”, la “cultura, que diferenciaba la “civilización” de la “barbarie”. Permitía extender el orden a las zonas insubordinadas, convertir al “bárbaro” en lector, someter su oralidad a la ley de la escritura; era un dispositivo pedagógico fundamental para la formación de la ciudadanía. 
Hacia el último cuarto de siglo cambia el lugar del periódico, reestructuración del vínculo entre lo público y lo privado; la emergencia del nuevo campo de la privacidad se opone a la comunicación “reificada” de lo “social”. Sin dejar de ser ideológico, el periódico se distancia de la vida pública. 
La Nación de Buenos Aires: fundado en 1870 por Mitre (órgano oficial del Partido Liberal durante su presidencia). Bajo la presidencia de Sarmiento inicia una prensa independiente o autónoma del Estado. Reformulación del rol de la prensa, autonomización de lo político. En 1875, Vedia rebasa la esfera del partido para llegar a un público cada vez más heterogéneo; comienza a proclamarse la “objetividad”, estrategia de legitimación, distingue su voluntad de autonomía y modernización.
La información adquiere importancia en el periódico. El telégrafo estimuló la especialización de un nuevo tipo de escritor, el repórter, encargado del nuevo objeto lingüístico y comercial: la noticia. La antítesis entre periodismo y literatura registra la fragmentación de las funciones discursivas por la emergencia del sujeto literario moderno: nueva división del trabajo sobre la lengua. También se disolvía la exclusividad clasista de la escritura, en un sistema en que proliferaban los escritores de las nuevas clases medias. Democratización relativa de la escritura.
Aunque la literatura latinoamericana finisecular dependió para su distribución de la prensa, los nuevos literatos auto representaron su discurso y su autoridad en oposición a la escritura que el periodismo instituía. Representaban al periodismo como una de las causas fundamentales de la “crisis” de la literatura. Tensión entre el periodismo en vías de especialización de la década de los ochenta y los literatos, cronistas, dependientes del periódico. 
La crónica parecería ser una forma residual, ligada al sistema anterior de las letras, desplazada por el emergente mercado de la información. “Crisis” de la literatura en una sociedad regida por la productividad, la eficiencia, el nuevo “monstruo” de la tecnología. La autoridad literaria proliferó como crítica del mercado y de la emergente cultura de masas. 
La Nación, la crónica, se convierte en una nueva “vitrina” de la producción intelectual más reciente de Europa, en el nuevo lugar de la vanguardia literaria de la época, con el mismo movimiento en que tecnologizaba su producción material y discursiva. Para Darío fue un lugar de experimentación formal, de aprendizaje de manejo de estilo. El “estilo” es el dispositivo especificador de lo literario, en oposición a los lenguajes mecánicos de la modernización. 
El periódico fue una condición de posibilidad aunque también materializó los límites de la autonomía. Relación positiva con los “nuevos” escritores que encontraron allí un lugar alternativo a las instituciones tradicionales, y un medio de contacto y formación de un nuevo público.
Los corresponsales: los cronistas encontraron un espacio en la prensa de la época. La retórica del viaje (la mediación entre el público local y el “capital” cultural extranjero) autoriza y modela sus crónicas. Culpaban a la información de la “muerte” de la literatura; instancia de posición matriz entre “arte” y “cultura de masas” ideologizada y definitoria del sujeto estético moderno.
Las correspondencias fueron precedentes, no sólo de un discurso informativo sobre el extranjero, sino en el campo de la experimentación formal literaria. Se define la tarea del corresponsal en función del viaje importador que autoriza su propio discurso. El intelectual-viajero define el “buen camino” hacia la modernidad. En la crónica, el literato debía informar (competencias antagónicas de la literatura), era una actividad otra de la práctica literaria. La oposición informar/hacer literatura es clave en la pugna sobre la comunicación social que ha caracterizado al campo intelectual moderno desde la emergencia de la “industria cultural”.
El corresponsal debe “reproducir fielmente”, pero la misma disposición de su escritura niega la norma de la “transparencia” del ejercicio referencial. La forma de la descripción es enfática de la estilización. Parapoder hablar en el periódico, el literato se ajusta a sus exigencias, pero al informar sobrescribe en un acto de palimpsesto. La crónica es altamente estilizada, es una forma periodística a la vez que literaria, un lugar discursivo heterogéneo; la estilización presupone un sujeto literario, una autoridad, una “mirada” altamente especificada, pero sin un espacio propio, sometida y limitada por las otras autoridades que confluyen en pugna en la crónica. 
La operación de un sujeto literario (la estilización) como los límites de su autonomía (información) se representan en la crónica; si la poesía representaba el interior, ésta es la pugna de autoridades. El campo de identidad del sujeto literario cobra sentido por oposición a los “exteriores” que lo limitan. El límite no es estrictamente negativo en tanto permite reconocer la especificidad del interior: el énfasis del “estilo” adquiere densidad en proporción inversa a los lugares antiestéticos en que opera. La crónica fue una condición de posibilidad y auto reflexividad del sujeto moderno.

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