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Literatura Latinoamericana B
Sobre Rodó
Real de Azúa - Prólogo
I. Considerar Ariel un ensayo es reduccionista; se trata más bien de un género en auge en el 1900 que busca ser un mensaje a la juventud. Influencias para que Rodó lo eligiera: el medio universitario francés. El género es un tipo literario ideológico: pone al profesor de filosofía como “predicador laico”. Noción de solemnidad de la circunstancia: oratoria que aspira ser unciòn (purificación/envío). Componentes: gravedad, sentido de trascendencia de la oportunidad, fervor, esperanza en los frutos de la palabra, auditorio que valora y respeta la voz iluminadora y sabía. Importancia del emisor: escritor heredero de autoridades espirituales, función de guía social, artista-faro, clérigo secular.
Rodó, con 28 años está empezando su carrera como crítico. Mística de la juventud o Juvenilismo de origen romanticista. Optimismo como ley del género; en Ariel es cauteloso. Juventud como avatar humano indefinido que representa una esperanza si es encauzado: los que vendrán. Quiso ser un derivado intimista del género, el “libro de cabecera” en el que se busca orientación.
Índole mixta: literario-filosófica-ideológica. Vigencia de una prosa artística en la que había puesto su sello el esteticismo modernista. Aunque también lleva marcas del poema en prosa bajo-romántico, impresionista. Función ideologizante: fe en el alumbramiento del discurso intelectual, la imágen que enamora (mística, gente). Relación prestigio-influencia.
II. Trance histórico entre la efectividad de los regímenes constitucionales elitistas con participación limitada, y el advenimiento de las democracias en masa. Demandas de bienestar de una masificación: los ideales de modernización (progreso, razón, justicia, libertad) se escapan de las manos de los grupos dominantes. Necesidad de significación del mundo y la existencia; secularización.
III. Latinoamericanismo: como deseable sincretismo de aportaciones ajenas. Adhesión intelectual a las culturas centrales. Rodó sobre los Estados Unidos: “los admiro pero no los amo”. Alternativa: incidencia en lo real pero también contemplación morosa, multiplicidad de atenciones; igualdad democrática pero también autoridad de las élites; sostén en la realidad material pero también ideal que emerge y lo corona; movimiento pendular, síntesis de contrarios: procedimiento conciliatorio.
IV. Primera edición de Ariel en 1900, uno de los primeros éxitos literarios latinoamericanos. Rodó se encargó personalmente de distribuir su obra, se la mandó por correo a personalidades importantes de todo el continente y de España (políticos, presidentes, pensadores, escritores) con dedicatorias personalizadas. Pero también a cuanta persona insignificante se la pedía. A partir de eso, Ariel tuvo también “lectores apóstoles” que se encargaron de difundirla. Expresaba la imagen más ennoblecida del ethos juvenil latinoamericano y español, todas sus preferencias eran elevadas a virtudes, todas sus aprehensiones como peligros globales. Fue decisiva la crítica española para su éxito: Valera, Unamuno. Confluencia entre el modernismo americano y la generación del 98 española.
V. En América Latina no hubo sólo aceptación de la obra, sino deseo de que influyera en la vida de las elites universitarias e intelectuales. Arielismo: primeros congresos estudiantiles internacionales. No tuvo los alcances de una ideología, pero significó un extremismo romántico o una sub-ideología liberal.
VI. Críticas y opositores: lo inconveniente e inmoral de las consecuencias que podía tener para la juventud el ocio clásico que promueve Rodó. El apartado sobre los EEUU también generó polémica.
VII. Sociólogos norteamericanos: llamaban “arielista” a un tipo intelectual de supuestos culturales y comportamientos tradicionales, manteniendo en esa expresión un prototipo de la postura elitista, el desprecio y la ajenidad al mundo de la ciencia, la especialización y el desarrollo material.
Salvo por algunas referencias aisladas (nordomanía) se concibió abstraído del contexto continental.
Bonfiglio - Las afiliaciones de Ariel: una lección a la juventud de América
Fin de siglo francés: Renán, versión antidemocrática de La Tempestad. Rodó en cambio, piensa en una apropiación de La Tempestad que rectifique el antecedente hispanoamericano y fortalezca un sistema autónomo de lecturas en diálogo crítico con la literatura europea. El Ariel sintoniza con la capacidad del modernismo de crear nuevas mitologías, un código decididamente latinoamericano: dedicado a la juventud de américa, es la apropiación de los desvíos transatlánticos de Shakespeare.
Ariel era el segundo opúsculo de una colección de tres publicaciones: la primera sobre Darío. La mayoría de sus referencias a la literatura francesa o a la cultura de Estados Unidos están tomadas de los modernistas de su tiempo (apropiaciones de Los raros y de crónicas). La escritura de Rodó es un constante cambio de tono de ideas ajenas. 
Ariel estetiza el medio local. El “amaneramiento voulu” que Rodó le critica a Darío también le afecta, pero es involuntario; no es una despolitización parnasiana, sino una operación de transmutación de toda experiencia vivida, un universo poético donde se disimula el carácter inmediato del mundo a través de la melodía (Rama). (Prosa estilizada y falta de referencias al contexto concreto en el que quiere intervenir, salvo por el apartado de los eeuu). Rodó: admiración por los intelectuales europeos. Sin embargo, se separa de las actitudes reaccionarias y anti igualitaristas de todos ellos. Al hacerlo, se separa también de los latinoamericanos que los siguieron acríticamente (Cané, Groussac). La guerra del 98 condicionó en gran medida la intención en Ariel; Rodó no quería escribir una declama política, sino discutir con frialdad y desarrollar el ideal del americanismo literario. 
Rodó había pensado el Ariel con un formato epistolar, bajo el influjo de las Cartas sobre la educación estética del hombre (1795) de Schiller. Luego consideró la forma dialogada, que acortaba la distancia con el lector, basándose en los diálogos filosóficos de Renán (influencias clásicas como Platón). Estrategia de autorización: ficción que oculta su propia figura sin trayectoria. No se atreve a darle a Próspero el lugar de adaptación del de Shakespeare o de Renan, sino que es el apodo que le dan al viejo maestro, por llevar una estatuilla que no es el verdadero Ariel sino que lo representa.
Los lectores tenían los ojos puestos en Europa más que en la producción local; la forma dialógica busca establecer una cercanía, interpelar. Falta de un mercado editorial consolidado: son importantes para la difusión de esta y muchas obras las relaciones que se restablecen con España después del “desastre” del 98. Ariel viene precisamente a desmentir las teorías del darwinismo social y la decadencia racial que afectaban la producción y la crítica del continente. 
El rey hospitalario: segunda parte del libro. El Rey es el “símbolo de lo que debe ser el alma”; lectura correctiva de “El reino interior” de Darío. El alma no debe ser pasiva y mirar la vida desde el castillo, en Rodó se masculiniza el alma y su castillo es una casa del pueblo, con amplias ventanas. Rectificación al arte purismo de Darío, aunque el rey guarda una habitación secreta, en la que nadie entra si no él. Otra vez, conciliación de opuestos.
Figura de Calibán: apenas se menciona, y cuando sí, es el símbolo del sometimiento al utilitarismo, pero lejos está de ser la figura monstruosa de las clases populares que planteaba Groussac. Tampoco Rodó identifica directamente a los EEUU con Calibán. Rodó rectifica algunas ideas sobre la democracia, pero tenía que contradecir figuras autoritarias; figura de próspero como voz mayor que vehiculice la propia e instale que juvenilismo no es infantilismo y que rechace los determinismos de clima o raza. Juventud como fuerza autónoma diferenciada de la infancia y superior a la vejez (España). La juventud como grupo social surge con el desarrollo del Estado Moderno; enel campo del arte tomó relevancia desde el Romanticismo, como representantes del progreso. Ariel se transforma en símbolo político.
Nordomanía: palabra clave. Equivale a abdicación servil, porque toda imitación no hará sino deformar las líneas del modelo.
El libro lo cierra la voz de uno de los estudiantes: se propone una educación para la autonomía y el pensamiento crítico. El maestro no aspira a que sean grandes sabios aristocráticos o se entreguen al Carpe Diem; la conducta que deben asumir está representada en el rey hospitalario: la vida en la urbe moderna amenaza su integridad, pero no pueden evadirse de ella. Arte como forma de competir con el interés de las relaciones productivas, con el dinero. Medio de religación americana.
Escena final: todos abandonan la sala y el más joven puede ver las influencias de las estrellas del cielo. Numen religador sembrado en la muchedumbre, fuerza necesaria para conquistar la autonomía.
Gutiérrez Girardot - El 98 tácito
Tanto el arielismo como la generación del 98 española (de ahí que el Ariel sea, como el título lo indica “el 98 tácito”) representan la modulación hispana de la respuesta que un grupo de intelectuales ofreció en el siglo XIX como interpretación del avance del capitalismo y de la sociedad burguesa, que terminó derivando en los totalitarismos del siglo XX.
Los conceptos propios de esta filosofía, que parte de la teoría hegeliana de la sociedad burguesa (racionalismo, hombre como medio y no como fin), son: la muerte de Dios (superación de la metafísica por la voluntad de poder), la religión del arte (estetización de la moral, belleza como bien supremo) y la primacía de la vida sobre el conocimiento (períodos de decadencia resueltos por impulso juvenil).
1. Derrota española frente a los Estados Unidos: no suscitó en Hispanoamérica un movimiento como el del 98 en la península, pero sí respuestas por parte de intelectuales tales como Rubén Darío y Rodó, condenando el primero la injusticia ejercida por los Estados Unidos en la guerra y reconociendo la filiación con la península merced a “la lengua de Cervantes”, sin que ello implique el olvido del pasado imperial. La esperada liberación de Cuba en los términos impuestos por el vencedor suscitó en Rodó la pregunta: “¿Qué tenía que inmiscuirse en algo que para nosotros era un 'asunto de familia'?”.
2. Ariel es a Hispanoamérica lo que fue la traducción de Krause para la península. La elección de esta última obra, para el ensayista colombiano responde a un afán “europeizante” de los intelectuales españoles, siendo el idealismo alemán la respuesta “científica” que determinó toda la cultura europea.
3. Las transformaciones y crisis causadas por el capitalismo y la Revolución Industrial se manifestaron en el paulatino desmoronamiento de la sociedad patriarcal y paternalista y la consecuente emergencia de los jóvenes y las mujeres. Juventud: realizadora del estado utópico; posición revolucionaria como evolutiva: a diferencia de la mujer, que debe luchar por sus derechos, el joven estudiante se perfila en su rol de heredero del mundo, como motor natural de la historia, pero esto también supone una inversión de las jerarquías patriarcales con la ruptura propuesta del orden anterior. Rodó confía a la juventud un ideal utópico: debe tomar la decisión de afirmar el carácter progresivo de la historia. 
4. Pero la utopía mesiánica de Rodó no es marxista, sino que está arraigada en los “apasionamientos convulsivos” propios de la “historia española de América”; intentos de llenar el vacío cultural dejado por el celo religioso hispánico. Bello intentó concretar una épica americana, de “acuñar con el molde virgiliano la conciencia histórica de la nueva América”. Desde el parnasianismo francés, Darío asimiló el modelo griego, que Rodo convirtió en el modelo para la juventud. Pero este ideal no es de acuñación francesa, sino idealista alemana, por lo que se tendió el puente entre un “segundo humanismo” con el desarrollo de la filosofía alemana, el mundo de la “ciencia” del ideal de krausista.
5. Se objetó el modelo griego en tanto cultivo del ocio en una sociedad cuyo carácter mestizo la hace tender a la improductividad en el marco de una verdadera amenaza desde el norte del continente. Unamuno propone una defensa del espíritu poético en tanto que libre desarrollo de la imaginación, capaz de ser aplicado al desarrollo de la técnica. Se opone fantasía y poesía a la mera praxis per se, esterilizante; se halla el tema de la formación de la personalidad que se cristaliza en la “idea de universidad”, conjunción de enseñanza, aprendizaje y formación de la personalidad para la formación de la élite. En América, este ideal está amenazado por el pragmatismo capitalista, proceso que Rodó interpreta, no desde la perspectiva histórica, sino desde el marco de una filosofía de la historia que establece leyes del desarrollo evolutivo de la Humanidad (positivismo): la especialización en una tarea hace que el carácter, individual como colectivo, se vuelva inepto respecto a otras características del desempeño humano, consumiéndose su “energía vital”. “El efecto moral es inspirar una desastrosa indiferencia por el aspecto general de los intereses de la humanidad” (Ariel, 12). Esto puede relacionarse con el concepto de alienación de Marx, pero para Rodó esta alienación es inevitable, por lo que del ideal griego se puede salvar una parte, unos “ciertos intereses del alma, ante la cual la dignidad del ser racional no consiente la indiferencia de ninguno de nosotros” (Ariel, 13).
6. Estas inconsistencias en el pensamiento de Rodó no son el producto de un “eclecticismo liberal”, sino propias del “estilo de pensar de cuño romántico” característico del pensamiento conservador, que es más sensible que esmerado y se expresa preferentemente en el ensayo. Revolución Francesa: el intelectual oscila entre la “ausencia idealista del sentido de realidad” y las “tareas del funcionario”. Manheim: “inteligencia libremente oscilante”; característica de los románticos alemanes que luego se replicará en Francia. De ese pensamiento surgen en Francia el dandy y en España y América las figuras del Exitator Hispaniae y el apóstol laico, encarnadas en Rodó y Unamuno.
7. Intelectual: por decir la verdad crítica que incomoda es relegado de la sociedad. Esto, en vez de interpretarse como el resultado de la sociedad de masas, fue interpretado a la luz de la “psicología de los pueblos”. La victoria sobre España significó la imposición por la fuerza del ideal de esa sociedad; lo que antes Sarmiento admiraba en abstracto, pasó a constituir para Unamuno y Rodó una amenaza real que suscitó la dicotomía entre imaginación creadora y prosaísmo, y entre formación idealista de la personalidad frente a la alienante especialización en el trabajo. En la sociedad burguesa de los tiempos posteriores a la Revolución Francesa reina el egoísmo y los hombres se constituyen en medios, rigiéndose, por consiguiente, las relaciones humanas por el principio de racionalidad. 
8. “Las contraposiciones de Unamuno y Rodó, eran en realidad una oposición idealista y cristiana a la moderna sociedad burguesa”. Para Rodó la decadencia se resuelve por el propio empuje obstinado de la vida. España: filosofías irracionalistas que critican la tradición filosófica occidental. Se basan en la recepción francesa de Nietzsche, que opuso el ideal del superhombre al racionalismo (comparable a la racionalidad burguesa) y al humanismo (comparable con la respuesta socialista). El superhombre es el único capaz de soportar la muerte de Dios y ocupar su lugar. Para Gutiérrez Girardot, pese a los malentendidos que suscitó el anticristianismo nietzscheano, los lectores españoles recibieron ciertos aspectos de su influjo: la dicotomía racionalismo y humanismo y la necesidad superadora de un hombre capaz de conducir hacia una nueva era. 
9. Para Rodó, la democracia “abandonada a sí misma” conduce a la mediocridad, por lo que es precisa una “autoridad moral que la depure y encauce”, con la influencia moral como métodode dominio y la clasificación racional como principio, frente a la destrucción de las jerarquías de la democracia sin reformar (Ariel, 24). La solución no es otra que la educación para la formación de personalidades que reconozcan las necesarias subordinaciones y el culto de lo que, a la luz de la razón, aumente el valor de la Humanidad. Pero Rodó no es preciso cuando habla de la “razón” ordenadora de la democracia reformada, por lo que se interpreta como la reformulación de la necesidad de “mando y obediencia”, adaptada a unos tiempos que ya han superado las instituciones feudales. Frente a lo que Nietzsche llama “la transmutación de todos los valores”, se impone la necesidad del conductor de las masas. Conclusión que los pensadores hispánicos abrevaron en sus pares franceses (Renan) y en la recepción que hicieron de Nietzsche que se rebela contra el liberalismo y la democracia. Su ideario antropológico pesimista, fundamentado en los fatalismos social darwinista e histórico positivista, define claramente aquello contra lo que arremete, pero no así su propuesta: surgen entonces las propuestas de las “religiones de la humanidad” de Comte y Krause y el marxismo, y Nietzsche afirma que “el arte es la única y última actividad del hombre europeo”. Aparece “el arte por el arte” de Mallarmé, que continúa en la “religión del arte” de Schelling; intento de estetizar la realidad y la moral, el conductor es el portador del ideal de belleza, supremo bien moral. Este se concretizó, de acuerdo con el Girardot, en el “Círculo de Stefan George”, el primero que conceptualizó la idea de “Tercer Reich” y de “Führer”.
10. El modelo concreto sentó las bases de los totalitarismos posteriores, con la entronización del hombre fuerte y carismático, portador del ideal moral estetizado y de la monumentalidad de un pueblo disciplinado. La especialización del capitalismo terminó derivando también en una ruptura entre teoría y praxis; los autores, como pertenecientes a un período histórico determinado, participan de procesos complejos y contradictorios que tienen resultados disímiles, por lo que no admiten ni monumentalizaciones ni reinterpretaciones desde la derecha o la izquierda.
Ardao - Del Calibán de Renán al Calibán de Rodó
La filosofía de Renán ha influido en el Ariel de Rodó, no sólo en las menciones directas, sino en la concepción religiosa que atraviesa la obra: “ruptura racional, imbuida de tolerancia, con la religiosidad del cristianismo; expectante inclinación a un panteísmo evolucionista, deificación paulatina” (p 25).
El ideario político, se hace visible en la discrepante concepción de la democracia entre ambos, y en el uso que hacen uno y otro autor de las figuras de Calibán, Ariel y Próspero. Ariel: llamado a no caer en el pleno utilitarismo; no deja de reconocer el valor de la actividad en pro del dominio sobre la naturaleza y el beneficio material “como deber moral de los individuos y de los pueblos” (Ardao, 26). Para Rodó, la democracia no es la utilidad (Renán); por el contrario, ciencia y democracia son los dos pilares de la moderna civilización, pero la labor de aquella ha sido malentendida en detrimento de la religiosidad y el espíritu poético, mientras que la tarea de la última aún no ha sido culminada, para lo cual es necesario llevar a cabo una reforma centrada en la educación que consagre a una jerarquía razonada y “el dominio eficiente de las altas dotes de la inteligencia y de la voluntad” (Ariel, 29). Estas reformas se inspiran en los principios de la educación popular y de la igualdad en el punto de partida y, a partir de allí, el derecho a alcanzar la superioridad de unos sobre otros es legítimo: “El deber del Estado consiste en poner a todos los miembros de la sociedad en indistintas condiciones de tender a su perfeccionamiento. El deber del Estado consiste en predisponer los medios propios para provocar, uniformemente, la revelación de las superioridades humanas, dondequiera que existan” (Ariel, 30). Visión mesiánica de la cultura que concilia la democracia con la idea de un orden jerárquico selectivo. 
La mención al elemento aristocrático ha hecho caer a Rodó en la categoría de los “antidemocráticos”, mas no debe entenderse esta referencia sino por su definición etimológica: los “mejores” serán seleccionados a partir de todas las fuerzas vivas de la sociedad, con criterios racionales y con la virtud, el carácter o el espíritu como variables de selección. Por oposición, las aristocracias anteriores se presentaban como odiosas por razón del carácter impuesto de su autoridad. No es pues el uruguayo un seguidor de la idea del superhombre nietzscheano, desprecio “satánico” de los débiles, desprecia la piedad y la solidaridad. 
Renán pasa de una débil esperanza democrática a un desprecio clasista de la misma; compara en 1869, la necesidad del dominio del hombre sobre el animal, con el de una clase sobre otra: “La igualdad de derechos, la soberanía popular, el sufragio universal, incluso el principio republicano mismo, se vuelven blanco de los dardos de Renán, inclinado francamente a un orden monárquico y aristocrático, aunque no fuera a la vuelta mecánica a la vieja monarquía y a la vieja nobleza” (Ardao, 29). En 1878 publica su Calibán, primera parte de sus Dramas Filosóficos, y si bien Rodó al referirse a los personajes de La tempestad lo hace directamente de la fuente shakespeareana, la mención al antidemocraticismo de Renán hace pensar a Ardao que el autor uruguayo tenía al francés in mente. 
Ambos autores se valen de formas literarias para exponer sus doctrinas: el autor de Calibán privilegia el drama, mientras que el autor de Ariel opta por una forma que combina ensayo con narración. Más que un ensayo continente en una narración es a la inversa; narración que comienza y termina con el prólogo y el epílogo, entre los cuales se inserta el ensayo expresado en el discurso de Próspero. Otros breves relatos de los cuales el más importante es el del rey hospitalario.
Las figuras de La Tempestad (Ariel, Calibán y Próspero) aparecen en ambas obras referidos a la cultura y la política de la época; la relación entre Ariel y Calibán representa la relación entre materialidad e idealidad, presentándose a Próspero como el “maduro protagonista de la sabiduría”. Mientras que Renán advierte (enmascara) que su obra no presenta tesis políticas, Rodó expresa directamente una doctrina en la que las figuras shakespeareanas fungen como símbolos de los ideales. La gran diferencia entre los autores, la discordancia entre alumno y maestro está en los personajes que seleccionan para titular una obra en la que tratarán sobre la democracia: Calibán para uno, Ariel para el otro.
La antítesis Ariel-Calibán, con su carga significativa de idealidad-materialidad, respectivamente, es para Renán una expresión del antagonismo entre clases sociales, mientras que para Rodó representa los dos polos de la subjetividad. En Renán, el Ariel refinado e ideal representa a la aristocracia que se subordina por amor al ideal de la razón, al poder del amo Próspero que lo persigue; Calibán representa al pueblo como la clase trabajadora, le corresponden los trabajos manuales y se rebela contra el amo luego de aceptar, por temor la dominación. El resultado no puede ser otro que la muerte de Ariel.
“Ariel es el imperio de la razón y el sentimiento sobre los bajos estímulos de la irracionalidad; es el entusiasmo generoso, el móvil alto y desinteresado en la acción, la espiritualidad de la cultura, la vivacidad y la gracia de la inteligencia, el término ideal al que asciende la selección humana, rectificando en el hombre superior los tenaces vestigios de Calibán, símbolo de sensualidad y de torpeza, con el cincel perseverante de la vida” (Ariel, 3). Ariel es para Rodó el protagonista de la vida, su “cincel perseverante” representante y coronación del proceso de espiritualización del hombre en el seno de la naturaleza; es el héroe de la épica humana. Es, en definitiva, el inextinguible fuego que mueve hacia delante la historia cuyo llamamientocompele a la juventud. A diferencia de Renán, se refiere con Calibán a la clase dominante que se mueve por el fin utilitario (clase burguesa). Son los Estados Unidos, con su democracia mal entendida y su espíritu únicamente utilitario, el dominio de Calibán. Sin embargo, no debe interpretarse este aspecto como un esquema en el que los EE.UU. están representados por Calibán y América Latina por Ariel, ya que advierte Rodó que en el subcontinente también se encuentra en las grandes ciudades el espíritu calibanesco incipiente.
Según Ardao, todo esto que expone no alcanza para ubicar al escritor uruguayo en las filas de la revolución social, pero si para encaminarlo como un aliado de la protesta social que se niega a adaptarse a las injusticias que entraña el orden burgués. Alza la voz contra el belicismo que azota Europa y reivindica el socialismo rioplatense y a la clase obrera, todo lo contrario de Renán, que le endilga a tal clase todos los efectos negativos del utilitarismo.

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