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Unidad 2: Épica Medieval Castellana
El romancero. Relaciones con la épica. Oralidad y escritura en la composición, y difusión del género. La fijación escrita del romancero, ingreso al universo literario culto. El romancero viejo frente al nuevo. Procedimientos de contrafacta. Recopilar y/o escribir romances: el Romancero de Martín Nucio. El romancero español en las etapas de la conquista y colonización de América. Las colecciones argentinas, la “Encuesta de Magisterio” de 1921 y las ediciones del Consejo Nacional de Educación.
Catalán - Los modos de producción y “reproducción” del texto literario y la noción de apertura
La “apertura” del significante y del significado en las obras medievales
El autor medieval se considera a sí mismo como un portador de cultura y transmisor de conocimientos. Su creación es una versión personal de una obra colectiva, siempre inacabada; bien comunal. Responde a una concepción anti-individualista del arte, que preside tanto la composición de las obras medievales como su transmisión manuscrita. El creador y el intérprete no se separan. Entre los varios significados de una obra pueden darse desajustes; caben olvidos y errores respecto al arquetipo ideal. Se comparte el derecho a enmendar para dar a entender mejor. Junto a la “apertura” del significante, “apertura” del significado: extraer de la escritura la verdad que interese. La doble apertura acompaña a toda obra medieval en el curso de su transmisión; condiciona el modo de reproducirse al conocimiento del lenguaje, y a su adaptación a los diversos contextos sociales e históricos. Las fronteras que separan el proceso de transmisión de una obra y el de creación de una “nueva” son borrosas.
A fines del siglo XV, con la imprenta, se anula la apertura del significante, y se reduce la del significado a la crítica son su carácter interpretativo. Obra fija en la emergente sociedad capitalista y especialización.
Romancero: corpus natural ideal para un estudio modélico de las estructuras abiertas, y para intentar describir el mecanismo reproductor mediante el cual se crean un sinfín de elementos semióticos. La variación opera en cada uno de los niveles de articulación en que el relato se organiza; dinamismo del modelo que permite la constante readaptación de la narración al medio en que se reproduce.
“Apertura” de los poemas del Romancero oral en varios “niveles” de articulación del relato:
-Lingüístico: estructura verbal actualizadora; vocabulario y sintaxis están triplemente condicionados:
a) Por el sistema lingüístico de la lengua natural en que la narración está dicha
b) Por la peculiar tradición lingüística del género romancero
c) Por la muy específica herencia verbal del romance en cuestión
Los cantores no memorizan sólo la intriga y los elementos verbales más significativos, sino el poema entero, frase por frase, verso a verso. Las construcciones sintácticas, el vocabulario, no surgen de la improvisación verbal de un sujeto cantor, reaparecen en versiones hermanas. Mecanismo de variación en las estructuras sintácticas enmarcadas por cada octosílabo del romance. 
-Poético: configura el género. La cadena de sucesos narrados, la intriga, se manifiesta en un discurso doblemente articulado: prosódica y dramáticamente. Si la estructura métrica conforma la sustancia lingüística del discurso oral, los sucesos de un modo dramático son nota característica de los romances.
El diálogo suele ser preferible para la reactualización. Otro recurso para lograr que el auditorio se sienta inmerso en el tiempo dramático consiste en narrar desde la posición del protagonista.
-Intriga: artísticamente reorganizadas, secuencias lógico-temporales en que se articula la fabula.
La tradición oral, su tendencia económica, suele dar preferencia al “ordo naturalis” en la presentación de los sucesos. En la tradición moderna peninsular la intriga reproduce el orden secuencial de la fábula. 
-Modelo funcional: búsqueda de formas de expresar más eficazmente; variantes de fábulas, de intriga, de discurso poético, verbales. En los modelos tradicionales, posibilidad de una irreversibilidad de las transformaciones: el ambiente en que se realiza la reproducción, condicionado por el devenir histórico, acaba por alterar los modelos mismos, los arquetipos a través del proceso selectivo en la reproducción.
La apertura de los significados en los varios “niveles de articulación del relato”
Los transmisores de un romance lo han aprendido siempre palabra por palabra y al memorizarlo, lo han decodificado según su particular entender, nivel por nivel, hasta llegar a extraer de él la lección que más les ha parecido. En el romance permanece la expresión, la variación atañe al contenido. Puede ocurrir en los niveles más superficiales (una forma más poética de decir algo), o transformar la intriga.
La apertura de significado a un nivel más profundo se da en la fábula: los mensajes se articulan en la realidad social e histórica. Los modelos narrativos manifiestan contenidos míticos atemporales.
La alteración de la fabula ocurre en el comienzo y final de los romances. En la conclusión de la historia, se manifiesta la reacción de los receptores emisores a las cuestiones que la plantea. Por otra parte, es frecuente la contaminación de dos romances que pasan a contarse como una misma historia: deseo de comenzar la fábula dominante dotando de historia, rasgos semánticos definidores, a los agonistas, o de transmitir un mensaje que concuerde mejor con sus intenciones políticas o éticas.
Di Stefano - Los temas del Romancero
El Romancero es un conjunto de romances que sólo se puede definir por su estructura interna: tirada de versos octosilábicos con rima asonante en los versos pares. Se estructuran por tirada: si hay cambio de rima hay cambio de tirada. Dentro de los temas entra una variedad enorme de motivos. 
Existen romanceros históricos, religiosos, tradicionales, novelescos, noticieros. Por ello sólo se pueden definir por su estructura interna. Son textos que pasan de la escritura a la oralidad y viceversa. 
El conjunto del romancero es esencialmente profano: se debaten pasiones humanas y terrenales; falta de sentido trascendente y religioso. Móviles pasionales: el sentimiento amoroso en sus manifestaciones más variadas, desde el erotismo un tanto pícaro y despreocupado hasta la sombría tragedia conyugal, y alrededor de un motivo típico de la épica medieval: el del conflicto del rey con el vasallo. 
Dumanoir - De lo épico a lo lírico: las prácticas de reescritura en el Romancero viejo 
El Romancero, según Menéndez Pidal, es “poesía que vive en variantes”. Limitándonos a los romances “mudados, contrahechos y trocados”, que son las formas más claras de reescritura, podremos estudiar cómo se reescribieron. Reescritura supone una escritura previa; conlleva una necesaria comparación del texto con otro previo. En la mayoría de los casos, los romances que dieron lugar a reescrituras inequívocas se pusieron por escrito después de sus versiones reescritas.
Primera etapa de escritura de los romances: debate que separa individualistas de tradicionalistas. Los primeros afirman la existencia de un autor, no siempre identificado, pero que es un individuo aislado y creador del texto del romance. Los tradicionalistas crearon la noción de “autor-legión”, formado de una serie de hombres y mujeres que escriben o cantan el texto, retocándolo en cada realización del mismo. Entre estas corrientes, neo tradicionalismo (Menéndez Pidal): necesaria creación primitiva individual, y posibilidad de variación del texto original. Existen casos en que los autores dicen reescribir un romance anterior. Los primeros conservados en cancioneros aparecen en la “Primera parte de la Silva de varios romances” de 1550. Sin embargo, aparecen con anterioridad otras formas de reescritura, y ya en el “Cancionero de Rennert” (1510) muestras de prácticas de reescrituras.
En los títulos de los romances reescritos se suele poner “contrahaciendo”:
· Romance de Lope de Sosa: contrahaciendo este del conde
· Romance de Diegode San Pedro: contrahaciendo el viejo, que dice “Yo me estaba en Barbadillo en esa mi heredad”
· Romance mudado por otro viejo
· Otro del mismo San Pedro, trocado por el que dice “Reniego de ti Mahoma”
El término más usado es contrahecho. Todos los romances que sirvieron de punto de partida a una reescritura son anónimos; no podemos saber a ciencia cierta si las reescrituras son de la misma mano. Cabe suponer que no.
El término refundición abarca un proyecto con cierta importancia, que atañe al conjunto de una obra, mientras que la reutilización de materiales poéticos que encontramos en el Romancero suele ser muy puntual y situarse muchas veces en el límite que separa la cita de la reescritura.
Lo más natural al estudiar la reescritura, es considerar el texto original y luego compararlo con la o las versiones posteriores que existen. En el caso del Romancero, tenemos que proceder de manera inversa. Disponemos de una serie de textos cuyos títulos evidencian la utilización de otro texto anterior. Las cosas se vuelven más complicadas cuando el texto que llamaremos “original” no figura en el cancionero antes de la versión contrahecha, mudada o trocada. Siempre cabe la posibilidad de que el texto original no haya sido recopilado sino después de publicarse la versión contrahecha.
La primera constante de la reescritura romanceril es de carácter métrico. La asonancia domina en el Romancero; suele ser la misma en el romance original y en su reescritura. En “Más envidia he de vos conde”, la asonancia A-E con una E paragógica sobreentendida, es igual que la del “Pésame de vos el conde” que lo precede. La preservación de la asonancia del texto original, como un eco de lo que sirve de punto de partida, se da a su vez en la reescritura. Aunque hay excepciones. Hay gran presencia de la E paragógica sobreentendida. Esta E, como rasgo arcaico, es una señal propia de los romances viejos.
El estudio de los títulos proporciona otros caracteres constantes: la presencia de un nombre de autor, la cita de un elemento del texto que sirve de base a la reescritura. Los versos que tienen una relación directa con el romance original siempre son los primeros. Todo funciona como si la variación sobre los primeros versos, permitiese al autor que la practica alzarse en el pedestal de la fama de un romance viejo conocido, para después lucir su habilidad creando otra continuación del mismo. Otra constante en la composición general de la reescritura del Romancero viejo: preferencia por formas más reducidas.
El cambio de temática es notable en todas las reescrituras. Varias modalidades: los que evolucionan de la temática épica hacia la amatoria de la lírica cancioneril; reescritura que transforma en metafórica la lucha épica; desde lo épico a la vertiente burlesca de la lírica cancioneril.
Los autores de reescrituras de romances tienen en común la escritura de obras poéticas motivadas por personas de su entorno directo. La reescritura de romances viejos se inscribe en un género de poesía ligado a un público particular a quien va directamente dirigido, y que incluso puede llegar a motivarla. Los poetas escribieron para conseguir el aplauso de su público más cercano, no para generaciones futuras. Cumplían con exigencias de un público cortesano. El abandono de los temas épicos hacia los temas líricos cancioneriles puede llevarnos a pensar que hubo una evolución de los gustos del público.
González - La recolección moderna del Romancero de tradición oral en América
En la época moderna, el Romancero hispánico despierta el interés de los románticos alemanes (s. XIX). La primera recolección americana se recoge en los Cantos populares do Brasil de Silvio Romero (1885). Desde entonces, recopilación del Romancero tradicional en América; han ido cambiando muchas ideas sobre el significado de la tradición oral y el valor de las creaciones que se transmiten oralmente y se conservan en la memoria de la colectividad. También los principios y métodos para la recolección, transcripción y edición de las versiones, pasando de una poca rigurosa actitud filológica (en la que el recolector-transcriptor se permitía corregir y mejorar el texto), a un respeto absoluto a la versión dada. 
Menéndez Pidal: descubrimiento y recolección de textos romancísticos de la tradición oral americana. Viaje a América (1904) como comisario especial, para los trabajos preparatorios del laudo que había de emitir el rey de España sobre los límites en conflicto entre Perú y Ecuador. De este viaje, regresó a España con una colección de versiones de romances tradicionales de Perú, Chile, Argentina y Uruguay. En Montevideo, encuestó a un grupo de niñas: cantaban en sus juegos romances bien difundidos en la Península, como Mambrú, Santa Catalina, La aparición, Santa Elena y Delgadina. Como resultado de su viaje Menéndez Pidal publicó al año siguiente 31 textos poéticos. En 1922, reduce la colección a 22 romances, y la reedita en forma definitiva en 1939 en Los romances de América y otros estudios. 
Los textos romancísticos también han llegado hasta nosotros como parte de recolecciones amplias de literatura de tipo folclórico. En este sentido, en Argentina entre 1926 y 1942, Alfonso Carrizo realiza una amplia obra de recopilación folclórica general en la zona del noroeste del país. Recoge romances, canciones, coplas, decimas, glosas y todo tipo de estrofas, y reúne más de diez mil textos. El periodo comprendido entre 1940 y 1969 es el más intenso de la recolección en tierras americanas. En estos años se publicación 87 colecciones de diversa extensión e índole que contenían romances. A partir de 1970 se renueva el interés por el Romancero y la concepción de las publicaciones sobre el tema, así como la metodología de recolección. En 1996 se destacan las publicaciones dedicadas exclusivamente al Romancero, como las de Gloria Chicote y Miguel A. García, en Argentina. Esta colección de romances son recogidas de la tradición oral en la zona de Buenos Aires. 
Corpus del Romancero en América: más de 2500 versiones, de 157 romances, 126 temas romancísticos tradicionales y tradicionalizados; más 31 vulgares o de pliego recogidos de la tradición oral. 
Clasificación temática y estilística de los textos del corpus del Romancero: 
· 
· romances épicos
· romances históricos
· romances carolingios
· romances trovadorescos y liricos
· romances bíblicos
· la conquista amorosa
· amor fiel
· ruptura de la familia
· reafirmación de la familia
· injusticia social
· devotos
· la pasión de Cristo
· contrafactas a lo divino 
· Jocosos y burlescos
· romances vulgares tradicionalizados
· de pliego vulgares en la tradición oral
· romances nuevos
· romances americanos 
Notas a los temas del corpus del Romancero en América:
· Alfonso XII: antecedente en La aparición. En el siglo XIX reaparece con el nombre de ¿Dónde vas, Alfonso XII? Las versiones comenzaron a circular con motivo de la muerte de la esposa de Alfonso.
· Antes que barbas tuviese: prisión del parte de Bernardo del Carpio, por orden del rey Alfonso.
· Batalla de Lepanto: pertenece al grupo de romances noticieros nuevos, compuestos por un estilo muy alejado al tono épico-lirico y por lo tanto de difícil tradicionalización.
· Conde Alarcos: sólo aparece en la tradición ibérica. Recreación de la historia de doña Marina de Téllez, esposa del príncipe don de Juan de Portugal, cuya muerte fue instigada por la reina doña Leonor para que el príncipe se pudiera casar con su hija doña Beatriz. También se relaciona al romance con la muerte de la duquesa de Braganza por celos de su marido a principios del siglo XVI. 
· Conde claros: largo romance de 420 octosílabos del cual se desgajaron episodios más interesantes, en razón de la boga de romances cantados: versiones breves y popularidad de las glosas.
· Conde olinos: finales del S. XV, versión muy estropeada de este romance. No se conocen anteriores al siglo XIX. El tema central es la transformación de los enamorados muertos. 
· El enamorado y la muerte: procede de una composición que cuenta el encuentrode un galán con la muerte al ir en busca de la amada. Fue muy popular, los siguió transmitiendo la tradición popular. 
· El marido prisionero: la mujer se lamenta tristemente de la ausencia del marido prisionero. 
· El prisionero: versiones más antiguas en 1511 y 1514, en el cancionero general de Hernando del Castillo. Romance lirico, ya que está formado exclusivamente por las quejas del prisionero.
· La adúltera: el tema es la esposa sorprendida con su amante. Aparece recogido en el Cancionero de romances (1550), el cancionero Flor de enamorados (1562) y en la Rosa de Amores (1573).
· La bastarda: romance picaresco. Menéndez Pidal: canto de trabajo entre los antiguos segadores de trigo en la frontera hispano-portuguesa. En el corpus general de Romancero es uno de los pocos ejemplos de este tipo de narraciones maliciosas de doble sentido.
· La condesita: romance de tema odiseico, ya que trata de cómo la llegada de uno de los cónyuges impide la boda del otro. Es una creación tardía del Romancero en la cal se combinan elementos y motivos de diversas baladas de asunto similar.
· La dama y el pastor: se conserva por escrito, se publica en 1516 con una glosa en un pliego suelto. El tema es el de la antigua pastorela tradicional, solo que al revés, ya que en vez de ser un caballero que requiere de amores a una pastora, es la dama quien requiere al pastor. 
· La molinera y el cura: El tema aparece en el siglo XI. El romance burlesco es un aviso para las curas que se meten con mujeres casadas y pueden terminar apaleados.
· Milagro de san Antonio: origen portugués, cuenta como el santo libró a su padre de morir. 
· Por el rastro de sangre: romance de Durandarte, en el cual Valdovinos lo busca para después de muerto enviar su corazón a Belerma, en el que sirvió de base para este romance religioso. 
Características generales del Romancero en América: características particulares que la distinguen de la tradición general española peninsular o incluso de algunas regionales, en cuanto es más restringida en los temas que se conocen, como en la vitalidad del género; a esto hay que añadir lo escaso de las recolecciones, lo que limita el alcance de los estudios y las caracterizaciones que se pueden hacer. 
Características léxicas: variaciones más comunes en las versiones de una composición popular, la adaptación al medio. Final de la Delgadina, en una versión cubanizada, hecha “criolla”: 
“Angerina se murió en cuarto muy oscuro
Y por velas le pusieron cuatro plátanos maduros”.
El uso de diminutivos puede ser una característica del habla de ciertas aéreas de la tradición americana. La abundancia de esta forma se puede comprobar en esta versión de la Rep. Dom. de El marinero: 
“- ¿Qué me das, marinerito, si te saco de estas aguas?
-Yo te doy mi barquichuelo cargadito de oro y plata”.
En los romances también tenemos la adaptación léxica al español o portugués empleado habitualmente en esta parte del mundo; encontramos, por ejemplo, el léxico propio del español americano, y así es que se incluyen palabras como chaparrita (bajita), chula (bonita), platicar (charlar). El léxico de los romances americanos se adapta en cualquier región del mundo. Cuando una palabra no se comprende, se puede conservar durante un tiempo, pero en el proceso de transmisión se altera; por etimología popular el término desconocido se modifica para llegar a parecerse a uno conocido. Por ejemplo, en Nuevo México se transforma el término garrido por guerrido, más próximo fonéticamente a guerrero. 
Características geográficas: sustituyen nombres o lugares, por los de origen. Sustitución del nombre de Alfonso XII por el de Alfonso López, presidente de Colombia de 1934 a 1938. En otras ocasiones se mantienen los topónimos españoles: versiones cubanas de Santa Catalina, la acción sucede en Cádiz. 
Características temáticas: la mayor parte de los conservados por la tradición americana pertenecen al romancero folclórico, cuyos temas están muy próximos al folclore universal y son los de mayor difusión. Casos de pervivencia debidos a su uso en textos escolares, pueden sufrir alteraciones: versión peruana de “monja a la fuerza”, en donde se pierde el sentido trágico y se adopta un tono festivo. 
Por otra parte, los romances de temas históricos o épicos casi no tienen representación en la tradición americana. Los pocos romances de tema histórico que perviven en América son aquellos cuyos hechos narrados corresponden a temas fácilmente asociables con lo novelesco. Por ejemplo, el caso del romance de Alfonso XII que narra la muerte de la reina Mercedes, pero en realidad lo que cuenta es una historia de amor fiel, es decir, lo que lo mantiene es una trágica historia de amor. Otra temática importante en la tradición americana es la de los romances infantiles. 
Diferencia entre los romances viejos y nuevos. Los romances viejos pertenecen a la tradición, se difunden oralmente; los romances nuevos se componen en el siglo XVI imitando el estilo tradicional, pero por poetas cultos, firmados. Acceden a la imprenta y el público los consume.
Menéndez Pidal - El estilo tradicional
La poesía tradicional. Los románticos (fines s. XVIII-comienzos s. XIX) atribuían a la poesía popular un carácter excepcional: el alma del pueblo. Reacción anti romántica (mediados s. XIX- s. XX): obra de un literato o poeta que escribe para la “gran masa” del pueblo. Modernamente, contra reacción: carácter de la poesía popular (mito romántico) se racionaliza; realidad del pueblo poetizante, la obra colectiva. La poesía popular no es poesía primaria, producida en una época primitiva, anterior al nacimiento de la poesía artística, ni es obra personal. Sustituido el adjetivo “popular”, hallamos que no hay poesía que originariamente sea “tradicional”; es un producto formado en el curso de la tradición misma.
El estilo tradicional: épico-lírico, épico-intuitivo
Asimilado por la colectividad un canto, la tradición poetizante imprime en él sus caracteres específicos:
· Esencialidad, intensidad: selección de un canto entre muchos por el gusto popular; lo aprende y lo repite, eliminando del texto primitivo las partes poco necesarias. Esfuerzo depurador. 
· Naturalidad: variante que mejor se amolde a la colectividad, sin artificiosidad.
· Intuición, liricidad, dramatismo: el estilo épico tradicional, no es una narración trabada, tiende a una visión inmediata, directa; tonalidades líricas emotivas, reiteraciones, exclamaciones. Ese estilo narrativo de romances (épico-intuitivo) están impregnados de dramatismo y liricidad; sustituir la narración discursiva, propia de la épica.
· Impersonalidad: intemporal; se libera de elementos personales y ambientales. Cualquier deseo de novedad se extingue. La poetización individual es sedimentada por la acción de la tradición y la colectividad (asimilación y reelaboración). De ningún modo son equivalentes los términos épico-lírico y estilo tradicional (estilo intuitivo, reajustado en la transmisión de boca en boca).
Dada esa eliminación de notas individuales, la elaboración tradicional logra el estilo impersonal, el sentimiento poético más universal, que es el estilo de la colectividad personificada. Se puede escuchar la voz del pueblo hispánico en el romancero.
Narración y diálogo: romances-cuento y romances-diálogo
Romances tradicionales viejos: no exponen una serie de sucesos complicada y completa, sino que se limitan a desarrollar una escena, un momento, una situación. Lo usual es que la narración se actualice mezclando parte del diálogo, abarcando un evento único.
Hay romances donde la acción es completa, con antecedentes, nudo y final. Son romances-cuentos, pero no son del gusto de los editores en el siglo XVI. En general, los romances que arrollan una acción larga, con muchos incidentes, no son tradicionales, sino simplemente popularizados; estilo juglaresco.
Romances-diálogo: la narración era suprimida y la escena se desarrollaba en forma de diálogo, serie de discursos directos, sin verso introductor (épica) que advierta quién habla. Todo rastro de narraciónes suprimido para dar más viveza a la escena. Recursos intuitivos-épicos y épico-líricos: la descripción. La escena en los romances tradicionales no se narra, se actualiza. La descripción es fugaz, un detalle. 
Otras formas intuitivas épicas y épico-líricas. Modos de actualizar sucesos: representación mediante un apóstrofe encabezado con el verbo “ver”, “viérades moros” (muy usado en el Cid) o el adverbio demostrativo “he”, “helo”; presente histórico. El lirismo se introduce empleando la exclamación.
Procedimientos intuitivos peculiares del romancero. Varios romances inician con la sensación del narrador, presente al suceso, usando la primera persona del verbo “ver” u “oír”. Abundan romances que ponen el relato en boca del protagonista y comienzan con el pronombre en primera persona. Otras veces, el comienzo consiste en el artificio de convertir la narración en apóstrofe impersonal.
El fragmentarismo: comienzo ex abrupto, final trunco.
La principal diferencia con la exposición épica de la épico-intuitiva, consiste en que tiende a prescindir de preliminares, incidentes y desenlaces para destacar solo una situación elegida, o serie de sucesos nuclearios. El oyente antiguo podía suplir el conjunto inexpresado porque recordaba la leyenda. 
El romance se basta a sí mismo, busca la totalidad de su ser. Se niega a dar antecedente a ninguno de los personajes que presenta; son protagonistas innominados cuyo único nombre es aventura. Muchas veces ni siquiera se deja ver al protagonista, sólo se le oye hablar. La escena se introduce ex abrupto, con palabras puestas en discurso directo, sin decir quién las pronuncia. In medias res: sin preliminares.
El final abrupto es frecuente: la escena se trunca en cuanto decae su interés. El fragmentismo en el romancero de los siglos XV y XVI, aparte de su significación estética, es efecto histórico de los romances épico-nacionales en boga, donde se exponía una escena famosa sin principio ni fin. Esto predisponía al público para gustar el éxito de la escena en sí misma, prescindiendo de antecedentes y complementos.
Fragmentismo: procedimiento estilístico, el romancero viejo se distingue de la canción épico-lírica.
Lo irreal, lo impreciso. Temas históricos como una tradición sucesora de la tradición épico-heroica, pero con nuevo estilo. El verismo va disminuyendo, La irrealidad es ruptura de la habitual concatenación en los móviles humanos y en las contingencias. Hay cierta irrealidad de expresión. Tiende a lo inmotivado.
Escasez de lo maravilloso. Predilección por lo misterioso y fantástico, no maravilloso. Se admite sólo el milagro en los romances de santos. Rara vez entra o sobrenatural en asuntos profanos. 
La reiteración. Principal figura retórica usada en el estilo tradicional. Es lo que más distingue el estilo épico-lírico de los romances, respecto al estilo propiamente épico de las gestas. 
Valenciano - El Romancero tradicional en la América de habla hispana
El romancero tradicional es la rama que sobrevivió de la balada europea occidental. Entre sus diversas ramas está la tradición americana. Los romances tradicionalizados (pudieron tener un autor individual) son en su esencia poesía colectiva asumida y recreada por las sucesivas generaciones y sociedades. Sus orígenes se remontan a la Edad Media, pero su temática se ha ido actualizando. Hay dos períodos: el romancero viejo, recopilado en cancioneros, y el romance moderno, del primer cuarto del siglo XIX, antes del cual se hallaba en su “vida latente” (Menéndez Pidal).
El romancero viejo llega a Hispanoamérica: conquistadores recitándolos, aunque esto puede ser un recurso estilístico. No obstante, la temprana importación de un considerable número de pliegos sueltos y cancionerillos confirma que los españoles en América conservaron una parte de su repertorio romancístico, lo transmitieron a mestizos y criollos que lo incorporaron a su acervo cultural.
El romancero de tradición oral moderna en Hispanoamérica: el colombiano José Cuervo (1874) afirma que en un desconocido valle de los andes un inculto campesino recitaba los infantes de Lara y Bernardo Carpio. Estimuladas por estas noticias, comienzan las investigaciones. MP viaja a América a comienzos de siglo y va logrando rastrear la pervivencia del romancero (más oral que escrita). La versión limeña del romance de la Catalina nos habla de un dilatado arraigo del romancero en Hispanoamérica. 
Mercedes Díaz Roig explica que los resultados de estos esfuerzos han sido muy provechosos en algunos países y no tanto en otros (Paraguay, Honduras y el Salvador). En América se han documentado unos 50 temas, dos mil versiones, impresas en su mayoría; abundan las versiones infantiles.
La tradición americana y el romancero hispánico: relativa uniformidad de ciertos repertorios en países distantes (temas difundidos, como infidelidad o incesto). Aparición de vocablos/expresiones propios del léxico local, así como otros propios del romancero, que arrastra consigo un lenguaje adscrito al género. 
El tema de Gerineldo en la tradición americana: 42 versiones, particularidades: algunas se rematan con un final feliz y otras introducen escenas de otros romances. 
Romancero tradicional y corrido: al derivar uno de otro, presentan temas comunes: Delgadina. A veces describen la misma historia, pero el corrido no utiliza las fórmulas, a veces describe más, etc.

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