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SAN JUAN DE LA CRUZ: UNA NUEVA CONCEPCIÓN DEL LENGUAJE POÉTICO- LUCE LÓPEZ BARALT
Al escribir poesía San Juan busca comunicar al lector su experiencia mítica infinita. Por su esencia misma, esta tarea parece condenada al fracaso: traducir una experiencia a-racional e infinita a través de un instrumento racional y limitante como el lenguaje. El problema ya había sido tratado por Platón y sus seguidores, por Santo Tomás, San Agustín y otros. 
En el siglo XVI, SJ considera a la Biblia como su antecedente y apoyo en su desesperación de escribir y traducir a la divinidad (menciona a Jeremías, Moisés). Dios no se puede decir y además no se puede entender porque excede al entendimiento. Lo que no se entiende a través de la razón y los sentidos no puede comunicarse a través de ellos (SJ se queda no sabiendo, como la Esposa de los Cantares “nescivi”). 
Para López lo de SJ es una victoria sobre el lenguaje, ya que logra trascender la lengua unívoca y limitada de sus contemporáneos, y debe ensanchar la palabra para hacerla capaz de la traducción que le exige. Así San Juan no es comprendido por sus contemporáneos ni por sus seguidores.
Al acercarnos a la poesía de SJ, lo primero que llama la atención es la ilogicidad de los poemas míticos. Sorprende la falta de hilación lógica entre muchas estrofas, y los términos de algunos versos. La incoherencia verbal no es un fenómeno nuevo en la literatura mística. SJ menciona el caso del Cantar de los Cantares para explicar y respaldar el suyo. Aún así, los lectores se sienten desorientados frente a la poesía misteriosa y erótica. Se sospecha que la perplejidad que provoca en sus destinatarios (monjas y frailes del Carmelo Descalzo), fue el primer impulso que dio origen a las glosas y tratados. Sea como sea, el poeta se vuelve un exegeta de sí mismo. 
Es curioso que aunque protesta de la imposibilidad de comentar la escritura, al explicar sus propios versos parece rechazar la tradición hermenéutica de la Iglesia. Sin embargo, la lectura principal de SJ fue la biblia. La crítica suele asociar a SJ con la exégesis bíblica cristiana, lo que es acertado en sentido general, pero al observar sus comentarios poéticos pueden advertirse diferencias. Los exegetas organizan la palabra múltiple en de las escrituras en cuatro niveles de significado (literal, alegórico, tropológico, anagógico). SJ comenta sus propios poemas desarrollando significados de manera caótica e ilimitada. No impone una estructura ordenadora sino que ensancha e infla su propio lenguaje, parece más añadir que descubrir significados (tarea de la exégesis bíblica). 
La prosa aclaratoria es tan enigmática como los versos. Pero es el conjunto articulado de la prosa y la poesía donde deben buscarse las claves de esta nueva concepción del lenguaje. 
El cántico espiritual. Una primera conclusión es que no existe un sistema unitario de concordancias entre poesía y prosa. Por su condición de religioso y las incoherencias evidentes del poema, SJ busca ofrecer una equivalencia alegórica general para los versos eróticos: los esposos que se buscan y se aman en un ambiente pastoril son el alma y Dios en un coloquio místico. Esta explicación general es la única que mantiene a través del poema. Para dar pormenores de interpretación, SJ no se atiene a patrones fijos, no se trata entonces de una poesía “cifrada” cuya clave definitiva intenta ofrecer el autor.
SJ asigna significados e intenciones distintas a unos mismos vocablos y versos. Al salirse de estas constelaciones de sentido, SJ es ARBITRARIO EN SU PROPIA ARBITRARIEDAD.
Además, rompe su sistema de equivalencias de distintas maneras: usa por ejemplo el recurso de asignar diferentes sentidos a un mismo vocablo. Este recurso es tan excesivo que no se puede hablar de significados alegóricos. A un término le asigna en prosa un significado nuevo que es menudo contradictorio con el anterior.
EJ: montes es virtudes (asociado a significaciones elevadas). Pero cuando se mencionan montes, valles, riberas es “acto vicioso y desordenado”.
El contexto tampoco es de lo que depende el cambio de significado. A veces le asigna diferentes sentidos a un vocablo dentro del mismo verso.
EJ: frescas mañanas es “juventudes”, “actos de amor”, “obras hechas en sequedad del espíritu”. 
Así se interpretan los versos de manera múltiple y además contradictoria (otro ejemplo es la lira de “vuélvete paloma”, que se entiende como que Dios exige el regreso al alma, ya que no está lista para el trance mítico, pero a la vez le pide que vuelva a él). 
En otros casos, SJ asigna un único sentido a los vocablos más diversos. Muchos términos del poema están interpretados de manera que tienen el significado de virtudes (y gracias de Dios): “montes y riberas”; “aires amorosos”, “de rosas hacemos una piña”. También las “compañas del alma”. Este recurso es muy abundante, de modo que para inferir a Dios, SJ usa al menos 18 palabras distintas. 
Sólo en escasas ocasiones SJ asigna un único y mismo sentido a vocablos que aparecen más de una vez en el poema. Los términos relativos a la bebida (como vino, o el mosto de granadas) tienen que ver con el éxtasis místico o amoroso que implica la transformación del alma en Dios y el conocimiento divino. La noche es la contemplación secreta de Dios, como “noche sosegada” o “noche serena” y el ganado son los gustos y pasiones del alma (que se abandonan). Los vocablos muy explícitos tienen también un único significado (Amado, Esposo, Esposa).
Hay casos en que las explicaciones de significado y los versos no concuerdan sintácticamente entre sí. Al “traducir” nos encontramos con incongruencias y redundancia de sintaxis. Cabe entonces pensar que SJ añadió una explicación teológica a lo que se sentiría moralmente obligado. Por ejemplo, las liras de “vuélvete” pueden interpretarse con el significado de regresar (el alma debe volver a sí misma) o volverse al amado (ir a Dios). El valor distinto depende del sentido en que se entienda la orden.
El resto de la poesía comentada responde a los mismos términos de una lengua poética en “total estado de disponibilidad”. En el símbolo de la noche de la Subida al Monte Carmelo, después de establecer la alegoría general (el alma que sale en busca de dios) SJ profundiza los matices y sentidos de noche, constituyendo la creación simbólica más original.
Noche, primero equivalente a “purgación”, se equipara con “tránsito o camino hacia Dios” por tres razones: la primera, atendiendo al término de donde sale el alma, que es un estado de “purgación”, la segunda atendiendo al camino que recorre, que es la “fe” y la tercera, atendiendo al camino a donde va, que es “Dios”.
Además, este sentido consta de tres metáforas: la purgación, la fe y Dios se asocian a la noche porque se parecen a la noche. La purgación o negación del apetito de las cosas del mundo es noche para los sentidos; la fe es oscura para el entendimiento como la noche; y Dios es noche oscura para el alma en esta vida. Las razones que sirven de sostén a la metáfora también son metáfora, construyendo una nueva singularidad en SJ.
Más complejo aun, el poeta da razones para las razones; son nuevos apoyos para los apoyos que da para respaldar la equivalencia principal “noche = tránsito”. Tres partes tiene la noche: la primera es la prima noche, porque es cuando se acaba de carecer del objeto de las cosas; la segunda, la fe, se compara a la medianoche, que es totalmente oscura; y la tercera, Dios, es la despidiente, que es inmediata a la luz del día.
Esta complicada metáfora termina en tautología, el camino que va de noche a noche es circular. La lengua se cancela a sí misma porque regresa al puto de partida. SJ llega a un panteísmo lingüístico mina y anula su propio lenguaje.
Llama de amor vivo. Las lámparas de fuego se equiparan a “aguas vivas del espíritu” y van deslizándose del significado de agua en el de fuego (fuego - agua –fuego – agua – fuego) hasta regresar al origen: las lámparas de fuego. 
Otro círculo lingüístico es el de los versos de “oh cauterio suave”. A través de la explicaciónse advierte que los versos están explicados unos en términos de otros. SJ hace equivaler el cauterio, la mano blanda, y el toque delicado al Espíritu Santo, al Padre y al Hijo, respectivamente. Unos versos se contagian con otro, las tres personas de la Santísima Trinidad son en el fondo lo mismo. Los versos se convierten en otros como el alma en Dios. SJ hace una ilustración verbal de su vivencia mística. El milagro más grande (transformación de la amada en el amado) contagia al lenguaje que trata de comunicarlo. Es a través de esta poesía especialísima que SJ trata de comunicar su trance extático.
Conclusión. Por qué los versos de SJ son a menudo incoherentes o indeterminados. 
San Juan no llega a entender qué bullía su espíritu en el momento del trance místico, siente perplejidad y confusión y eso es lo que transmite y comunica su poesía. A través de sus imágenes recibimos sensaciones equívocas, contradictorias, misteriosas, propias del amor en cualquier plano, como las que viviría el santo. La poesía comentada resulta de esta manera una lograda recreación de un proceso espiritual inexplicable.
Hay otras implicaciones. El poeta busca hacer inteligible su experiencia espiritual. Consciente de la insuficiencia del lenguaje, busca flexibilizar la lengua. Así transmuta los vocablos (monte - alteza de Dios – virtudes – actos viciosos) en un estilo de metaforización que era desconocido para sus coetáneos. Libera el lenguaje y le permite opciones ilimitadas, lo obligar a estar en constante evolución, para poder reflejar todos los matices, estados y procesos de la experiencia mística (es decir, amorosa). 
La lengua poética de SJ es el resultado directo de su experiencia, parece nacer de la experiencia misma (la lengua responde entonces a las exigencias de esa experiencia). La visión del poeta no puede entonces traducirse sino a través de imágenes ambiguas, intuidas directamente en el proceso de su experiencia extática, y preñadas de múltiples significados posibles. Es un lenguaje cambiante el que se le impone a la intuición al santo, el único capaz de comunicar algunos matices de esa experiencia.
De esta manera las imágenes son plurivalentes, ni el propio autor puede precisar ni decidirse por una de las variantes que ofrecen, porque sería limitar el lenguaje, obligarlo a ser inexacto.
Esto queda claro en el prólogo al Cántico espiritual (dice no poder “abreviar” los dichos de amor, que es mejor declararlos en toda su anchura, porque la sabiduría mística, que es por amor (y las canciones tratan de eso) no debe entenderse para hacer efecto de amor en el alma, es como la fe, a través de la que puede amarse a Dios sin entenderlo). La lengua entonces tiene proyecciones hacia adentro (el autor) y hacia afuera (los lectores) en movimiento constante. Es un lenguaje que fluye y cambia, y lo mismo sucede con el lector, lo que recibe es múltiple y de interpretación personal ilimitada, variada, puede no coincidir su lectura con la del autor.
El poeta pone en juego metáforas que el lector debe suplir por sí mismo, de acuerdo a su sensibilidad e imaginación, sin tener que atenerse a los puntos de referencia del autor. La imagen puede funcionar para cada uno de los lectores en particular. SJ obliga entonces a una co-creación poética más activa. (Pone de ejemplo a Garcilaso, que se pueden entender sus poemas e identificarse emocionalmente con ellos, pero no “reinventar” sus versos). En SJ pueden escogerse los referentes metafóricos y las emociones que causa, a través de la propia originalidad o los canales que ofrece el autor en las glosas. Todas las variantes son a la vez la metáfora viva, total, abierta, de los matices infinitos del amor.
Cada lector puede extender y suplir los sentidos de las palabras del poema (lo que se ve en el prólogo). Esto socava la concepción tradicional del lenguaje. La lengua es flexible y sin límites y además puede tener cualquier significado. Estamos creando conjuntamente con el poeta y por su propia sugerencia, un lenguaje infinito. El poeta comunica cosas para las que no estaba hecho el lenguaje, entonces termina de vencer al lenguaje con el lenguaje mismo.
La experiencia espiritual es a-racional, a-conceptual y a-lingüística. Para poder comunicar esta experiencia debe hacerlo con un instrumento compatible, por lo que desconceptualiza el lenguaje y desmiente su capacidad de alusión. Las palabras, si pueden significar todo, en el fondo no significan nada, lo que equivale al silencio que proponen como alternativa a lo indecible (F. Mauhner).
En la anulación final del lenguaje, en su radical insuficiencia, SJ busca reproducir su vivencia infinita. La lengua humana no sirve para tales empresas, se destruye en el proceso.

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