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Anemia

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Anemia
Anemia: causas, consecuencias,
pronósticos, tratamiento y prevención
Anemia
La anemia es una afección común que
afecta la cantidad de glóbulos rojos en la
sangre. Aquí tienes información relevante
sobre la anemia:
Causas:
Deficiencia de hierro: La escasez de hierro
en el organismo es la causa más frecuente
de anemia. El hierro es necesario para
producir hemoglobina, la proteína que
transporta el oxígeno en la sangre 1.
Deficiencia de vitamina B12 o ácido fólico:
Estas deficiencias también pueden
provocar anemia.
Pérdida de sangre: Hemorragias,
menstruaciones abundantes o úlceras
pueden causar anemia.
Problemas en la producción de glóbulos
rojos: Enfermedades crónicas, infecciones
o trastornos de la médula ósea pueden
afectar la producción de glóbulos rojos 2.
Consecuencias:
La anemia puede variar desde leve hasta
grave.
Puede provocar fatiga, de
bilidad, palidez y dificultad para respirar.
En casos graves, puede afectar el corazón
y otros órganos.
Pronóstico:
El pronóstico depende de la causa
subyacente y la gravedad de la anemia.
Con tratamiento adecuado, muchas
personas se recuperan completamente.
Tratamiento:
Suplementos: Tomar suplementos de
hierro, vitamina B12 o ácido fólico según la
deficiencia.
Transfusiones de sangre: En casos graves.
Tratamientos específicos: Según el tipo de
anemia.
Prevención:
Llevar una alimentación sana y equilibrada.
Consumir alimentos ricos en hierro, como
carnes magras, legumbres y espinacas.
Consultar con un profesional de la salud si
se presentan síntomas de anemia
Tipos:
1. Anemia ferropénica (por deficiencia de
hierro)
La anemia ferropénica ocurre cuando el
cuerpo no tiene suficiente hierro. Debido al
déficit de este mineral, el organismo no
puede producir una cantidad suficiente de
hemoglobina, sustancia presente en los
glóbulos rojos que permite el transporte de
oxígeno desde los pulmones al resto de
tejidos. Se trata del cuadro anémico más
común de todos, pues representa hasta al
50 % de ellos.
Si el paciente no consume suficiente hierro
o pierde demasiada sangre, el cuerpo es
incapaz de sintetizar la cantidad necesaria
de hemoglobina. Esto puede deberse a una
pérdida de sangre oculta (como la
provocada por las úlceras), la falta de
hierro en la dieta, la incapacidad para
absorber este mineral (sobre todo, derivada
de la celiaquía) o el embarazo. Los
suplementos pueden solucionar la
deficiencia de hierro en sangre, pero es
necesario abordar también la causa
subyacente.
2. Anemia perniciosa (por deficiencia de
vitamina B12)
La anemia perniciosa ocurre cuando los
intestinos no pueden absorber
apropiadamente la vitamina B12. Esta es
esencial para el funcionamiento normal del
cerebro, el sistema nervioso y la formación
de la sangre y varias proteínas. En
situaciones de normalidad, una
glucoproteína conocida como factor
intrínseco (FI) permite la absorción de esta
vitamina. Las causas más comunes de este
cuadro anémico son el debilitamiento de las
paredes del estómago (gastritis atrófica) y
ciertas enfermedades autoinmunes que
alteran la producción de FI.
Los síntomas de la anemia perniciosa
abarcan náuseas, vómitos, fatiga, pérdida
de apetito, piel pálida, dificultad para
respirar y acidez, entre otros. El tratamiento
de este cuadro implica aumentar los niveles
de vitamina B12 en el organismo, ya sea
mediante inyecciones periódicas o grandes
dosis de suplementos.
3. Anemia por deficiencia de folato
Como su propio nombre lo indica, este tipo
de anemia cursa con una disminución en la
cantidad de glóbulos rojos (anemia) debido
a una falta de folato, vitamina necesaria
para su síntesis y crecimiento. Las causas
principales de este desequilibrio son la
ausencia de ácido fólico en la dieta, la
anemia hemolítica, el alcoholismo crónico y
el uso de ciertos medicamentos.
Los síntomas de la anemia por deficiencia
de folato son muy similares a los
presentados durante un cuadro de anemia
ferropénica. La patología se suele tratar
con la adición de suplementos de esta
vitamina hasta que los valores se regulen, y
a partir de allí, con el consumo periódico de
alimentos ricos en ácido fólico.
4. Anemia hemolítica autoinmunitaria
Este es uno de los tipos de anemia que se
escapa de los requerimientos dietéticos, ya
que es el sistema inmunitario del paciente
el responsable de la destrucción de sus
propios glóbulos rojos. Se trata de un
trastorno poco frecuente y en la mitad de
los casos no puede encontrarse un agente
causal, es decir, es idiopático. De todas
formas, puede ser un efecto de otros
trastornos caracterizados, como el lupus
eritematoso sistémico y el linfoma.
Si la destrucción de los glóbulos rojos es
leve y gradual, es posible no presentar
síntomas durante la primera etapa de la
enfermedad. En caso de que el cuadro
ocurra de repente y en una forma grave, el
paciente puede padecer ictericia (piel
amarillenta por acumulación de bilirrubina),
fiebre y hasta signos de insuficiencia
cardíaca. Las transfusiones sanguíneas
son útiles en los casos de mayor
preocupación, pero solo suponen un alivio
inmediato. Es necesaria la administración
de corticosteroides y, si estos no funcionan,
se plantea la extracción del bazo.
5. Anemia aplásica
La anemia aplásica ocurre cuando el
cuerpo deja de producir la cantidad
necesaria de células sanguíneas nuevas.
Esta es una afección rara, potencialmente
grave y que puede desarrollarse a
cualquier edad, ya sea de manera lenta o
repentina. Los síntomas son similares a los
de otros tipos de anemia, pero también es
posible que se manifiesten signos como
infecciones frecuentes, sangrados nasales
o de encías, hematomas sin causa
aparente y erupciones cutáneas.
En la anemia aplásica, las células madre
hematopoyéticas de la médula ósea están
dañadas, lo que impide la correcta
producción de células sanguíneas. En la
mayoría de los casos, es el propio sistema
inmunitario el que ataca a los cuerpos
celulares de la médula. Esto puede verse
propiciado por la quimioterapia, la
radioterapia, la exposición a sustancias
tóxicas, el uso de ciertos medicamentos y
más. El trasplante de células madre puede
ser la única opción en los cuadros graves.
6. Anemia drepanocítica
La anemia drepanocítica o de células
falciformes engloba a un grupo de
trastornos hereditarios que afectan a los
glóbulos rojos. Estas células sanguíneas
son redondas y con forma de disco, pero
en esta enfermedad algunos glóbulos rojos
(drepanocitos) se deforman, lo cual hace
que se vuelvan pegajosos y más duros de
lo normal. Los drepanocitos mueren antes
de lo normal y pueden llegar a atascarse,
obstruyendo así el flujo sanguíneo.
Los episodios recurrentes de dolor son un
síntoma importante de la anemia de células
falciformes, debido al bloqueo de los vasos
sanguíneos en pecho, abdomen y
articulaciones. La hinchazón de manos y
pies, las infecciones frecuentes, el retraso
del crecimiento y los problemas de la visión
son otros de los múltiples signos derivados
de la enfermedad. Los tratamientos pueden
incluir la administración de medicamentos y
las transfusiones sanguíneas.
7. Talasemia
La talasemia es un trastorno sanguíneo
hereditario que cursa con una producción
insuficiente de hemoglobina. Si bien esta
patología no es una anemia de por sí, sí
que es capaz de provocar una anemia leve,
moderada o grave. Cuando no hay
suficiente disposición de hemoglobina, los
glóbulos rojos no funcionan bien y se
mantienen circulantes por menos tiempo, lo
cual puede derivar en un cuadro anémico
con los síntomas asociados.
Esta enfermedad engloba a un grupo
patológico concreto, pues existen 2
variantes (alfa y beta talasemia) y cada una
de ellas se escinde en un grado mayor y
uno menor. Cuantos más genes
productores de la hemoglobina se vean
mutados, más grave será el cuadro.
Las formas leves pueden no requerir
tratamiento, pero las más graves se deben
abordar con transfusiones sanguíneas
frecuentes,

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