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Artículo La cultura organizacional como núcleo central en la medición del capital intelectual Organizational culture as the core issue in the measurement of intellectual capital SANDRA M.ª SÁNCHEZ CAÑIZARES1 MARÍA AMALIA TRILLO HOLGADO2 CÉSAR M.ª MORA MÁRQUEZ3 MIGUEL ÁNGEL AYUSO MUÑOZ1 RESUMEN El presente trabajo, analiza los conceptos de cultura organizacional y capital intelectual proponiendo un modelo de medición de este último que considera la cultura como el núcleo central alrededor del cual se configuran el resto de los elementos integrantes del mismo. Realizando un análisis del concepto de cultura organizacional en relación a los principa- les modelos de capital intelectual, se ha detectado su presencia en mayor o menor medida en cada uno de ellos, lo que lleva a los autores a la hipótesis de su posible configuración como un capital independiente dentro del modelo de medición del capital intelectual que se propone. El análisis de la cultura justifica su establecimiento como centro del modelo y nexo de unión del resto de elementos. La importancia del capital cultural dentro de las organizaciones se ha resaltado en dos niveles: estructural y operativo y se destaca como factor esencial, dotando de lógica interna al modelo propuesto. Revista de Psicología del Trabajo y de las Organizaciones, 2006, vol. 22 n.º 2 179 Revista de Psicología del Trabajo y de las Organizaciones - 2006 Volumen 22, n.º 2 - Págs. 179-202. ISSN: 1576-5962 1 Prof. Área de Organización de Empresas de la Universidad de Córdoba. sandra.sanchez@uco.es 2 Prof. Dr. Área de Organización de Empresas de la Universidad de Córdoba. 3 Prof. Área de Economía de la Universidad de Córdoba. Fecha de Recepción: 19-09-2005 Fecha de Aceptación: 28-09-2006 ABSTRACT This paper addresses the concepts of organizational culture and intellectual capital and suggests a model for measuring the latter. In this model, culture is considered the core issue around which the other components of intellectual capital take shape. A review of the main models of intellectual capital showed that organizational culture was present in all models although to a different extent. This let the authors suggest a hypothesis of the intellectual capital as independent assets in terms of measurement. The analysis of culture makes it clear its key role in the model and as a link between the rest of elements. The relevance of cultural capital within organizations has been highlighted at two levels –structural and operational. Cultural capital is also a critical aspect since it provides the model with an internal logic. PALABRAS CLAVE Cultura organizacional, Capital intelectual, Modelos de capital intelectual KEY WORDS Organizational culture, Intellectual capital, Models of intellectual capital. La cultura organizacional como núcleo central en la medición del capital intelectual 180 Revista de Psicología del Trabajo y de las Organizaciones, 2006, vol. 22 n.º 2 INTRODUCCIÓN El presente trabajo analiza la conexión entre los conceptos de cultura organizacio- nal y capital intelectual a fin de proponer un modelo de medición del capital intelec- tual que interpreta la cultura como ele- mento esencial en cuanto a que dota al mismo de una lógica interna. En este sen- tido, se sigue la propuesta del profesor Bueno (2003), según la cual se plantea la posibilidad de incorporar el capital cultu- ral como componente discriminante del concepto estratégico - social del capital intelectual en la actual sociedad del cono- cimiento. El análisis de la cultura en el entorno empresarial tiene una importancia funda- mental englobándose dentro del capital intelectual como una variable clave a determinar y valorar. En un mundo cada vez más globalizado y competitivo, donde la información y el conocimiento en las organizaciones resultan cada vez más valiosos, la consideración de la cultura se torna fundamental. De hecho, en algunas organizaciones, llega a ser un elemento diferenciador que potencia la competitivi- dad. El trabajo que se presenta define, en primer lugar, el concepto de cultura tomando en consideración, en un segundo apartado, la delimitación de dicho cons- tructo y su tratamiento en los principales modelos de medición de capital intelec- tual. A continuación, se resalta la impor- tancia de este capital para las organizacio- nes y se propone un modelo que explica las diferentes relaciones que se establecen entre los distintos elementos del mismo, tomando la cultura como factor explicati- vo de dichas relaciones. CONCEPTO DE CULTURA ORGANIZACIONAL Son numerosas las referencias que del término “cultura organizacional” se encuentran en la literatura empresarial especializada. Sin embargo, no existe hasta la fecha una definición consensuada y comúnmente aceptada por los distintos autores. Es por ello, que el presente apar- tado persigue recopilar las aportaciones más significativas a su conceptualización y estructura, con el objetivo de diseñar un marco de referencia que permita describir lo que se entiende de forma más precisa por cultura en la empresa. Es en la antropología social donde encontramos los orígenes del término, siendo definida por Tylor (1871) como “un todo complejo que incluye conoci- miento, creencias, arte, moral, ley, cos- tumbre y cualquier capacidad o hábito adquirido por un individuo como miembro de la sociedad”. El uso del término “cultu- ra de la organización” se comienza a emplear especialmente en los años 70 (Garmendia, 1990) como intersección de dos teorías: la de la organización, donde se entiende a la misma como principio básico para la consecución de objetivos y la de la cultura, que la define desde una perspectiva antropológico-funcionalista, como instrumento requerido para la satis- facción de necesidades y valores. La sociología utiliza el término “cultura organizacional” para explicar las diferen- cias entre resultados empresariales de forma cualitativa (Pettigrew, 1979). Es en la década de los ochenta cuando comienza a relacionarse el término con el debate entre aspectos tangibles e intangibles, con- siderando que la cultura organizacional era el motor de la organización y definién- S. M.ª Sánchez Cañizares, M.ª A. Trillo Holgado, C. M.ª Mora Márquez, M. A. Ayuso Muñoz Revista de Psicología del Trabajo y de las Organizaciones, 2006, vol. 22 n.º 2 181 dola como “los valores compartidos por los miembros de la organización” (Peters y Waterman, 1982). Desde entonces, se puede comprobar un alto grado de coinci- dencia entre los autores respecto a la iden- tificación de los intangibles como punto de cohesión en la cultura (Leal, 1991). En cualquier caso, el análisis de la cultura de empresa (incluyendo la corporativa) adquiere una relevancia a tener en cuenta, en tanto mediatiza, en muchas ocasiones, la implantación y desarrollo de nuevas estrategias (Bueno y Morcillo, 2003). De hecho, para muchas empresas, la cultura organizacional puede llegar a ser más valiosa que sus propios activos tangibles (Kaplan y Norton, 2004). Estos autores, también señalan en la antropología las raí- ces del término, definiéndolo como “sím- bolos, mitos y rituales que forman parte íntegramente de la mente consciente o subconsciente del grupo”. Por lo que respecta a la perspectiva psi- cosocial, son numerosas las referencias al término cultura organizacional en tanto ha sido la disciplina que más ha profundizado en el tema. Así, Peiró (1982) describe cómo Argyris (1938) o Schein (1990) identifican el término con el clima organi- zacional y distinguen varias subculturas en la organización. Sin embargo, otros como Evan (1976) consideran la cultura organi- zacional como un conjunto de creencias, normas y valores que tienen influencia sobre la conducta, afirmando que estos elementos suponen una amplitud excesiva del término que no permite delimitar el clima organizacional. Schneider (1990) señala que la cultura organizacional es aún un término joven y no existe una defini- ción aceptada comúnmente, aún cuando distingue entre cultura como algoque la organización es frente a algo que la orga- nización tiene. En cuanto a los elementos que configuran el constructo señala varias capas: en el perímetro, los artefactos como manifestaciones y productos de la actividad cultural que sobreviven incluso a los individuos y su unidad social (ejem- plo: logos, marcas); las estructuras como patrones de actividad (toma de decisiones, mecanismos de coordinación y comunica- ción); normas de comportamiento, es decir, creencias sobre el modo aceptable de comportarse; valores, como prioridades asignadas a ciertos aspectos como innova- ción o riesgo frente a seguridad; finalmen- te, supuestos inconscientes que no son conocidos para los individuos y provienen de la interacción entre éstos. A pesar de las múltiples aportaciones existentes, continúa encontrándose un vacío en torno a la metodología de estudio y la relación que presenta la cultura orga- nizacional con la gestión empresarial. Schneider (1990) justifica dicho vacío en las diferencias conceptuales del término aún cuando anima a la utilización de métodos cuantitativos, aplicando por ejemplo una metodología de cuestionario, por el enriquecimiento del estudio de la cultura organizacional y la mejor descrip- ción del término. Desde este punto de vista, algunos autores han desarrollado algunos instrumentos de medición. Un trabajo significativo se encuentra en Deshpandé et al. (1993) en el cual se toma como concepto de cultura “el conjunto de creencias y valores compartidos que ayu- dan a los individuos a comprender el fun- cionamiento de la organización, propor- cionándoles las normas de comportamien- to dentro de la misma” (Deshpandé y Webster, 1989). A partir de éste identifi- can cuatro arquetipos culturales en fun- ción de los procesos (desde orgánicos a mecanicistas) y el enfoque de la organiza- La cultura organizacional como núcleo central en la medición del capital intelectual 182 Revista de Psicología del Trabajo y de las Organizaciones, 2006, vol. 22 n.º 2 ción (interno o externo). Estos son: cultura tipo clan (orgánica y enfoque interno); adhocrática (orgánica y enfoque externo); jerárquica (mecanicista y enfoque inter- no); mercado (mecanicista y enfoque externo). Otro instrumento de medición es el Per- fil de cultura organizacional, de Charles O´Reilly et al (1996), a través del cual, los empleados clasifican 54 enunciados de valor según la importancia que ellos perci- ben que tiene la cultura en su empresa describiendo, una vez analizados los resul- tados, la cultura de la misma con un cierto grado de fiabilidad. En definitiva, aunque no existe una definición consensuada en cuanto al cons- tructo y su metodología de medición, sí que podemos confirmar la existencia de unos elementos comunes tales como: creencias, valores, normas y actitudes res- pecto a los cuales coinciden la mayoría de autores. TRATAMIENTO DE LA CULTURA EN LOS PRINCIPALES MODELOS DE MEDICIÓN DE CAPITAL INTELECTUAL El presente capítulo pretende analizar los principales modelos de medición de capital intelectual, destacando en cada uno de ellos la delimitación del concepto de cultura y su tratamiento específico. Las contribuciones más significativas de los últimos años respecto a los modelos de medición de capital intelectual se expo- nen a continuación. Se han escogido aque- llos que presentan en su estructura una relación específica con el concepto de cul- tura organizacional. La representación gráfica de cada uno de estos modelos se muestra en la tabla nº 2; no obstante, aquellos que delimitan expresamente la cultura como un elemento de su composición se detallan en figuras específicas insertas en el análisis a conti- nuación. MODELO DE KAPLAN Y NORTON: EL CUADRO DE MANDO INTEGRAL O BALANCED SCORECARD Este modelo fue desarrollado por estos dos autores entre los años 1992 y 1996. No se trata de un modelo específicamente creado para la medición del capital inte- lectual de una organización; pretende ser un sistema de gestión empresarial y de medición de los resultados obtenidos en el seno de la organización, integrando por primera vez el concepto de activo intangi- ble. No obstante, el interés de incluirlo en este artículo estriba del hecho de que per- mite explicar buena parte del resultado de las empresas a través de los intangibles de la misma. Supone un avance importante respecto a los anteriores modelos de ges- tión en tanto que considera que su base se encuentra absolutamente obsoleta, al estar centrada exclusivamente en indicadores de tipo financiero. Tratamiento de la cultura El Cuadro de Mando Integral se distin- gue de las restantes aportaciones teóricas a la hora de ubicar el concepto -cultura- dentro del modelo. Si en la mayoría de ellas, como veremos a continuación, la cultura se entiende como un elemento dentro de la organización interna de la empresa, aquí se considera más bien desde S. M.ª Sánchez Cañizares, M.ª A. Trillo Holgado, C. M.ª Mora Márquez, M. A. Ayuso Muñoz Revista de Psicología del Trabajo y de las Organizaciones, 2006, vol. 22 n.º 2 183 el punto de vista del aprendizaje. De hecho, al clasificar los activos de la pers- pectiva de aprendizaje-crecimiento, uno de ellos se define como cultura-clima para el aprendizaje y la acción. De este modo se pueden distinguir dos puntos de vista relacionados con la cultura organizacional: — La visión de la empresa, que en el modelo queda como núcleo de las relacio- nes entre las perspectivas, de una forma muy similar a lo que la cultura implica en el modelo propio que presentaremos pos- teriormente. La visión de una organiza- ción es la definición del negocio, el primer paso para delimitar la estrategia y todas las decisiones restantes. Desde este punto de vista, existe una relación establecida entre cultura y visión. Autores como Edgar Schein (2004) definen la cultura organizacional como “aquel conjunto de creencias que comparten los miembros de una organización sobre cuál es la mejor forma de hacer las cosas, las cuales defi- nen la visión que la empresa tiene de sí misma y del entorno”. Por tanto, cabe poner de manifiesto la conexión del núcleo del Balanced Scorecard con el tér- mino cultura organizacional. — La cultura y el clima de aprendizaje y mejora que, como se ha mencionado previamente, configura un activo de dicha perspectiva del aprendizaje y crecimiento y donde se hace referencia a la cultura de la empresa desde un enfoque más específi- co. En cualquier caso, los autores definen entre los indicadores de este activo, el ali- neamiento de los objetivos de las personas y equipos con la visión de la empresa, lo que refuerza la reciprocidad entre cultura y visión expuesta en el párrafo anterior y la idea de considerar a la primera como núcleo de conexión entre los elementos que configuran al capital intelectual. SKANDIA NAVIGATOR Se trata del primer modelo dinámico de capital intelectual. Su principal impulsor es Leif Edvinsson. Aparece por primera vez en 1992 en la memoria de la compañía Skandia. Su base se sustenta en la diferen- cia entre el valor en libros de la empresa y el de mercado, lo que implica que existen una serie de activos intangibles que dicho mercado está descontando actualmente como futuros flujos de caja. La composi- ción del capital intelectual se encuentra determinada por una estructura de capas, de forma que el centro de la misma queda compuesto por la cultura y los valores de la empresa. Tratamiento de la cultura Al igual que en el modelo de Cuadro de Mando Integral, la cultura se percibe en dos situaciones distintas: — Por un lado, aparece como el centro de la figura de la estructura de capas que constituyen el capital intelectual. Si el capital estructural sustenta la base del capital humano, este último constituye el fundamento del liderazgo, la cultura y los valores de la organización. Aunque la situación central de la cultu- ra es similar al modelo que propondremos al final de este trabajo, la idea que explica dicha situación es sensiblemente diferente. Edvinsson se considera la culturay valo- res organizativos como consecuencia del capital humano de la empresa. Desde nuestro punto de vista, la cultura es un La cultura organizacional como núcleo central en la medición del capital intelectual 184 Revista de Psicología del Trabajo y de las Organizaciones, 2006, vol. 22 n.º 2 nexo de unión entre los distintos capitales que configuran el Capital Intelectual. — Por otro lado, la relación de la cul- tura con el resto de los capitales se esta- blece por capas, es decir, concatenada- mente. Sin embargo, nuestro modelo esta- ble esas relaciones a través de la cultura. TECHNOLOGY BROKER La consultora The Technology Broker presenta este modelo en 1996 a través de su fundadora y directora Anne Brooking. El punto de partida es similar al de Skan- dia, considerando que el valor de mercado de la empresa es una suma del valor con- table o activos tangibles de la misma y su Capital Intelectual, incidiendo en la nece- sidad de desarrollar una metodología que permita auditar la información relacionada con el último. Valor de la Empresa = Activos Tangi- bles + Capital Intelectual Tratamiento de la cultura Brooking incluye la cultura dentro de los activos de infraestructura, entendién- dola como cultura corporativa. La define como “la forma en que se hacen las cosas”. Comprende valores, ritos, rituales y héroes que son conocidos y compartidos por la fuerza de trabajo de la empresa. Una cultura corporativa fuerte puede ser entendida como un activo si refleja la S. M.ª Sánchez Cañizares, M.ª A. Trillo Holgado, C. M.ª Mora Márquez, M. A. Ayuso Muñoz Revista de Psicología del Trabajo y de las Organizaciones, 2006, vol. 22 n.º 2 185 Figura 1. Estructura del Capital Intelectual filosofía de negocio de la organización, mientras que se transforma en un pasivo si existen discrepancias entre ambos concep- tos. Brooking considera que la cultura se crea desde la cúspide de la compañía y refleja los valores de los fundadores del negocio aunque igualmente indica, que en organizaciones de gran tamaño, los traba- jadores de distintas áreas perciben que las culturas de sus departamentos difieren en esencia. Desde nuestra perspectiva, considera- mos excesivamente ambigua la clasifica- ción de la cultura como un activo de infraestructura donde se engloban ele- mentos de índoles tan distintas como bases de datos y filosofía de negocio. Se haría necesaria una estructuración más específica dentro de este tipo de activos. Igualmente, creemos que la cultura de una organización proviene de muy diver- sos ámbitos, desde los valores de los pro- pios empleados que la forman, hasta su forma de relación con clientes y provee- dores; de este modo, reducirla a los valo- res transmitidos por los fundadores, redu- ce excesivamente su esencia en este modelo. MODELO DEL CANADIAN IMPERIAL BANK Herbert Saint Onge establece este modelo en el cual se dota de gran relevan- cia a las dimensiones de conocimiento explícito, y, principalmente, tácito, dentro de los componentes del capital intelectual. Identifica el conocimiento con el capital intelectual, al que considera como el pri- mer creador dinámico de valor en una firma. Ubicación de la cultura en el modelo La cultura organizacional cobra un papel importante en este modelo. Su ubi- cación natural se presenta dentro del capi- tal estructural. El modelo del Canadian Imperial Bank considera que este capital se divide en cuatro categorías: — Sistemas: forma en que la organiza- ción realiza sus procesos (toma de decisio- nes, comunicación…) — Estructura: distribución de respon- sabilidades y definición de la posición de cada miembro de la organización. — Estrategia: objetivos de la empresa y camino en que ésta trata de alcanzarlos. — Cultura: suma de las opiniones indi- viduales, creencias compartidas, valores y normas dentro de la organización. El conocimiento tácito que incluye intuiciones, perspectivas, creencias y valo- res de los individuos como resultado de sus experiencias, a pesar de tener un importante impacto en cada uno de estos elementos, proviene de la cultura, a dife- rencia del conocimiento explícito que es el conocimiento articulado. Existe una fuerte conexión entre la estrategia y la cultura de forma que si éstas no son congruentes, el éxito y las ventajas competitivas serán difícilmente alcanzables. En principio, la cultura de la organiza- ción actúa como filtro de las percepcio- nes del entorno, lo que contribuye a adoptar determinadas estrategias. Más tarde, cuando las estrategias específicas se desarrollan, su implementación no será posible, o al menos no con éxito, si la cultura y el comportamiento organizati- La cultura organizacional como núcleo central en la medición del capital intelectual 186 Revista de Psicología del Trabajo y de las Organizaciones, 2006, vol. 22 n.º 2 vos no están alineados con dichas estrate- gias. En resumen, la cultura se entiende como un elemento del capital estructural. Sin embargo, no se define como un elemento más, sino aquel de donde el conocimiento tácito fluye y que determina el desarrollo de ventajas competitivas en la firma. MONITOR DE ACTIVOS INTANGIBLES El Monitor de Activos Intangibles es una herramienta creada por Karl Eric Sveiby en 1997 para la medición de intan- gibles a través de un sistema de indicado- res, cuya elección depende de la estrategia de la compañía a la que se aplique. Los activos intangibles explican la diferencia entre el valor contable y el valor de mer- cado de una organización. Tratamiento de la cultura Dentro de los indicadores de estabili- dad en la estructura interna, están com- prendidas las medidas de valores y actitud. Sveiby indica que los juicios de valor son un componente de las competencias. Pero un tipo de juicio de valor que resulta útil conocer es la actitud hacia el lugar de tra- bajo, los clientes y los superiores. Este concepto es conocido como cultura corpo- rativa en opinión del autor. Por ello queda incluido en la estructura interna. Se ubica en los indicadores de estabilidad puesto que una medida de actitudes negativa es una señal de problemas para la organiza- ción en el futuro. S. M.ª Sánchez Cañizares, M.ª A. Trillo Holgado, C. M.ª Mora Márquez, M. A. Ayuso Muñoz Revista de Psicología del Trabajo y de las Organizaciones, 2006, vol. 22 n.º 2 187 Figura 2. Elementos del Capital Estructural De esta forma, la cultura se entiende desde el punto de vista interno, pero se define como actitudes de empleados hacia su puesto de trabajo, los clientes y los superiores, lo que indica una relación con el bloque humano y el bloque externo de la organización. MODELO DE LA UNIVERSIDAD WESTERN ONTARIO Este modelo procede de un estudio de- sarrollado por Nick Bontis para explorar el impacto del capital intelectual sobre el desempeño empresarial dentro de la Uni- versidad de Western Ontario. Basándose en un estudio piloto desarrollado a través de un análisis en componentes principales y mínimos cuadrados parciales, llega a una relación causal entre las dimensiones del capital intelectual y los resultados organizativos. Tratamiento de la cultura La cultura organizacional aparece como elemento esencial en el desarrollo del capital estructural. Una organización con un fuerte capital estructural tendrá necesa- riamente una cultura que permita a los individuos probar cosas nuevas, fallar, aprender e intentarlo de nuevo. Una cultu- ra que penalice los fallos llevará a un éxito mínimo. De este modo, la cultura se entiende como una filosofía de negocio que permita a los individuos desarrollar sus ideas de forma que el capital estructural se vea for- talecido. Bontis propone que las referencias cruzadas entre los datos de capital inte- lectual y las dimensiones culturales pro- puestas por Hofstede, (1978) pueden mostrar interesantes relaciones entre con- ceptos. MODELO NOVA Se trata de una iniciativa de medición de capital intelectual en España bajo el amparo del Club de Gestión del Conoci- miento e Innovación de la Comunidad Valenciana. El modelo ha sidodesarrolla- do por Camisón, Palacios y Devece y su objetivo es reflejar la transformación que sufren los componentes del capital intelec- tual y su efecto sobre los restantes capita- les. Tratamiento de la cultura La cultura aparece como grupo compo- nente del capital organizativo. Se entiende como cultura organizacional que es com- partida y asumida por el personal de la organización. De igual forma, también quedan inclui- dos en este bloque, los valores culturales, actitudes y comportamientos que estimu- lan la creatividad y la innovación, es decir, una cultura innovadora, explicitada en la confianza, apertura al diálogo, asunción de riesgos, experimentación, delegación y autorresponsabilización, reflexión y acep- tación de los errores. Consideramos que todos estos valores, a pesar de formar parte del conocimiento interno de la organización, han de prove- nir igualmente de los individuos que la forman, con lo que resulta un enfoque res- trictivo delimitar la cultura como compo- nente único del capital organizativo. La cultura organizacional como núcleo central en la medición del capital intelectual 188 Revista de Psicología del Trabajo y de las Organizaciones, 2006, vol. 22 n.º 2 MODELO INTELLECTUS A lo largo del año 2002 el Foro de Cono- cimiento Intellectus del Centro de Investiga- ción sobre la Sociedad del Conocimiento desarrolló un nuevo modelo de medición y gestión de intangibles sobre la base del modelo Intelect, por lo que no se ha consi- derado necesario analizar este último. Se trata del Modelo Intellectus, que supone un avance sobre el anterior y la más reciente aportación del mundo científico español al análisis del concepto de capital intelectual. Estructura el capital intelectual en cinco capitales, cuyos elementos se especifican a continuación en la siguiente tabla: Tratamiento de la cultura La cultura se encuentra ubicada en el capital estructural, concretamente en el capital organizativo. La definición que da el modelo al concepto se resume en “valores, normas y formas de actuación compartidos y asumidos por la mayor parte de las personas de la organización que condicionan su comportamiento y los resultados corporativos”. Como variables integradoras se mencionan: la homoge- neidad cultural, la evolución de los valo- res culturales, el clima social y la filoso- fía de negocio (el modelo Intelect consi- deraba este último como elemento dife- renciador). S. M.ª Sánchez Cañizares, M.ª A. Trillo Holgado, C. M.ª Mora Márquez, M. A. Ayuso Muñoz Revista de Psicología del Trabajo y de las Organizaciones, 2006, vol. 22 n.º 2 189 Tabla 1. Elementos de los capitales en el Modelo Intelectus Sin embargo, el propio documento en el que se presenta el modelo, menciona que las últimas reuniones científicas y profesionales sobre intangibles están con- siderando la idea de introducir el capital cultural como conjunto de activos intelec- tuales por su valor en las estrategias sobre conocimiento. Es aquí, pues, donde pre- tendemos realizar nuestra aportación, no incluyendo el capital cultural como ele- mento independiente, sino otorgándole la consideración de elemento de cohesión interna entre los capitales. De todo lo dicho hasta ahora, se puede afirmar que, en la mayoría de los modelos desarrollados hasta la fecha, la cultura se considera como un componente intrínseco de la organización insertándose, por tanto, dentro de la estructura interna de la misma, con independencia de la nomen- clatura empleada por cada modelo para describir dicha estructura. Sin embargo, cabe en todos ellos el establecimiento de una lógica interna a través de la cultura que dote de armonía al conjunto de elementos y variables emplea- dos en la determinación del capital inte- lectual. Existe una tendencia a considerar cada uno de dichos elementos o capitales (según la denominación de cada modelo) como factores aislados o independientes sin que se defina un nexo que ponga de manifiesto la conexión que se puede esta- blecer entre los mismos y la influencia que ejerce la organización en su desarrollo. El presente trabajo se centra en la bús- queda de dicha lógica interna a través de la consideración de la cultura como ele- mento clave en la generación de la misma, aportando un enfoque que destaca el papel que juega en la configuración del capital intelectual de cada empresa. IMPORTANCIA DE LA CULTURA COMO NÚCLEO CENTRAL EN LA MEDICIÓN DEL CAPITAL INTELECTUAL Entre la prolija y variada literatura que encontramos acerca del concepto de “cul- tura organizacional” son numerosos los autores que la elevan al grado de pieza básica en el éxito empresarial. Así, encontramos la teoría mencionada por Flamholtz (2002) según la cual la cultura es “un área de desarrollo organizativo esencial, una pieza estratégica básica de las empresas de éxito”. Por su parte, Copeland (2001) indica que la definición de la cultura de una compañía es un paso clave en el desarrollo del capital intelec- tual. De igual forma, veíamos cómo Edvins- son, en su modelo del Navegador Skandia, posicionaba la cultura y los valores en el centro de los capitales originantes del capital intelectual. De este modo, entende- mos que definir a la cultura como un sim- ple elemento configurador del capital estructural resulta una consideración exce- sivamente limitada para la importancia que la literatura empresarial le ha otorga- do. La consideración de la cultura como factor discriminante de nuestro modelo se justifica por los siguientes aspectos (Cla- ver et al., 1998): — Se puede afirmar que la cultura es a la empresa como la personalidad al hom- bre. — Si miramos hacia el organigrama de la empresa, se pueden perder posibles ven- tajas competitivas si no se tiene una orien- tación cultural clara que delimite las acti- La cultura organizacional como núcleo central en la medición del capital intelectual 190 Revista de Psicología del Trabajo y de las Organizaciones, 2006, vol. 22 n.º 2 S. M.ª Sánchez Cañizares, M.ª A. Trillo Holgado, C. M.ª Mora Márquez, M. A. Ayuso Muñoz Revista de Psicología del Trabajo y de las Organizaciones, 2006, vol. 22 n.º 2 191 T ab la 2 . T ra ta m ie nt o de la c ul tu ra e n lo s pr in ci pa le s m od el os d e m ed ia ci ón d e ca pi ta l i nt el ec tu al La cultura organizacional como núcleo central en la medición del capital intelectual 192 Revista de Psicología del Trabajo y de las Organizaciones, 2006, vol. 22 n.º 2 T ab la 2 . T ra ta m ie nt o de la c ul tu ra e n lo s pr in ci pa le s m od el os d e m ed ia ci ón d e ca pi ta l i nt el ec tu al (C on ti nu ac ió n) S. M.ª Sánchez Cañizares, M.ª A. Trillo Holgado, C. M.ª Mora Márquez, M. A. Ayuso Muñoz Revista de Psicología del Trabajo y de las Organizaciones, 2006, vol. 22 n.º 2 193 T ab la 2 . T ra ta m ie nt o de la c ul tu ra e n lo s pr in ci pa le s m od el os d e m ed ia ci ón d e ca pi ta l i nt el ec tu al (C on ti nu ac ió n) vidades susceptibles de originar un prove- cho significativo. — A la hora de implantar una estrate- gia empresarial, se hace necesario pon- derar las inquietudes y expectativas de los empleadosi. En consecuencia, el cho- que cultura – estrategia se amortigua considerablemente en tanto que ésta últi- ma se implemente de forma más partici- pativa. — La característica de liderazgo den- tro de la misión gerencial de la empresa, conlleva la unión de todos los miembros de la misma en torno a unos valores (Schein, 1988). — La naturaleza cualitativa e intuitiva de la cultura, que sirve como guía para el desarrollo de las actividades dentro de la empresa, con los siguientes cometidos: • Reduce el riesgo en las fusiones y adquisiciones. • Permite conocer si la asunción de nuevas tecnologías será asumible de manera satisfactoria. • Marca las pautas para la utilización de la información. • Determina el nivel de aprovecha- miento de los intraemprendedores (Sinetar, 1985). • Logra la conexión entrelos pertene- cientes a la empresa. Por otra parte, en ocasiones se hace necesario la revisión de los valores cultu- rales de la empresa, que tienen carácter de permanencia, dada la dinamicidad innega- ble del entorno a la que ésta se ve someti- da. Esta revisión no resulta útil únicamen- te debido a la adaptación competitiva que toda empresa ha de hacer, sino también teniendo en cuenta que a veces los valores culturales no se transmiten de manera ade- cuadaii. Matizando más la cuestión, también podemos destacar, como maneras de expresión de la cultura las siguientesiii: el sentido de pertenencia, la capacidad flexi- ble de conseguir las metas comunes, la gestión integral de la empresa, con sus objetivos estratégicos y criterios de eva- luación de la medida de los resultados. Las organizaciones plasman en sus misio- nes la cultura. En este sentido también se pronuncia Aguadoiv al afirmar que la cultura cumple las siguientes funciones: — Transmitir de un sentimiento de identidad a los miembros de la organiza- ción. — Facilitar el compromiso con algo mayor que el yo mismo. La cultura organizacional como núcleo central en la medición del capital intelectual 194 Revista de Psicología del Trabajo y de las Organizaciones, 2006, vol. 22 n.º 2 i Cultura y estrategia son dos conceptos difícilmente extrapolables de una empresa a otra, ya que la valoración que requieren de factores concretos, raramente se darán en dos compañías. ii Remitimos a Rodríguez Antón, J.M, “La cultura organizacional ¿patrimonio exclusivo de la humanidad?”, Revista Madri+d, nº3, marzo 2001, donde se cuenta el experimento que se realizó con una docena de simios y nos da idea de cómo se transmiten los valores culturales en la empresa. iii http://personales.jet.es/amozarrain/Cutura_Empresarial. htm iv Página web de J. Aguado: http://www.avantel.net/~rjaguado/index.html — Reforzar la estabilidad del sistema social. — Ofrecer premisas reconocidas y aceptadas para la toma de decisiones. En último término se ha probado, Ala- bart (1995), que existe una relación entre: — Cultura, estrategia y competitivi- dad. — Cultura, estructura y entorno. No obstante, como hemos indicado pre- viamente, nuestro modelo no se limita a independizar la cultura organizacional como un nuevo capital, sino que se llega a su inclusión como centro de las relaciones entre los cinco capitales definidos por el modelo Intellectus. Esta consideración se debe a aportaciones como la de Smircich, (1983) según el cual, la cultura es parte de lo que la organización es más que algo que la organización posee. De este modo, se constituye en el núcleo o esencia misma de la empresa. De igual forma Tierney (1988), afirma que la cultura organizacional es una red de relaciones interconectadas, factibles de medir con cierto grado de fiabilidad. De hecho, algunos investigadores argumen- tan que se ha tendido a focalizar la cultura organizacional como una serie de elemen- tos independientes ignorando su naturale- za multidimensional, es decir, se trata de un constructo compuesto de la íntima interrelación de numerosas variables, Schein (1990). Esto, unido a las distintas definiciones y componentes que diversos autores presentan a la hora de realizar una descripción detallada o una medición empírica del concepto “cultura” nos lleva a su ubicación como centro complejo de interrelaciones entre capital humano, organizativo, tecnológico, negocio y social. MODELO PROPUESTO El modelo que presentamos se funda- menta en la línea de investigación avanza- da por el Modelo Intellectus, según la cual, comienza a discutirse la posibilidad de considerar a la cultura organizacional como un nuevo capital en la medición del capital intelectual. Debido a la influencia de la cultura en las organizaciones, y ante la maraña conceptual que presenta su identificación en cualquier entidad moder- na, consideramos un modelo de medición de capital intelectual que define de forma concreta la composición de la cultura así como sus relaciones con el resto de capita- les. Sin embargo, nuestra propuesta no pre- tende únicamente la inclusión de la cultura como un nuevo capital en el modelo, sino que la considera como el centro del mismo, entendiéndola como capital discri- minante en la organización, de modo que sustenta las relaciones entre el resto de capitales dotando, de esta forma, de lógica interna al conjunto. A continuación, pasaremos a definir los puntos de conexión entre cada uno de los capitales que conforman nuestro modelo (partimos de la división de capi- tales del modelo Intellectus por conside- rarlo el más avanzado al respecto) y los elementos que configuran la cultura orga- nizacional en relación a cada uno de ellos, así como las variables. Por lo que respecta a los indicadores descriptivos de las mismas, quedan especificados en la tabla nº 3. S. M.ª Sánchez Cañizares, M.ª A. Trillo Holgado, C. M.ª Mora Márquez, M. A. Ayuso Muñoz Revista de Psicología del Trabajo y de las Organizaciones, 2006, vol. 22 n.º 2 195 — Capital Humano: Elementos que aparecen de forma per- manente en la definición de cultura son los valores y las normas. Una de las corrientes de opinión, tal como la que subyace en el modelo Technology Broker (Brooking, 1997), considera que, en el caso de una organización, estas normas y valores que constituyen su cultura pro- vendrán habitualmente de los fundadores o de la directiva. Otra corriente, sin embargo, entiende que estará formada por las creencias colectivas y el sistema de valores de todos los individuos que traba- jan en la empresa (Marcoulides y Heck, 1993). En cualquier caso, parece indiscu- tible la relación cultura - capital humano, que consideramos bidireccional, ya que ambos se nutren de las características del otro, de forma que la cultura está definida por los valores, normas y creencias cons- tituidas en el seno del bloque de trabaja- dores (ya sean directivos o no) de la orga- nización, mientras que el capital humano, debe de mantener un grado de acuerdo elevado con la cultura que posee la orga- nización; de hecho, ciertos autores consi- deran que es necesario realizar el proceso de selección teniendo en cuenta que los recursos humanos reclutados han de pre- sentar una alta adaptación a la filosofía de la empresa (Messmer, 1999). Para Flam- holtz (2002), el tratamiento que se da a los empleados o capital humano de la organización es una de las áreas esencia- les en que la empresa ha de gestionar su cultura. Por tanto, del capital humano, compuesto por valores, actitudes, aptitu- des y capacidades, se desagregarían los “valores”, integrándolos en el capital cul- tural, ya que éstos, que denominaríamos “valores culturales” son los que impulsan el resto de componentes del capital huma- no. — Capital Organizativo: Este capital constituye la ubicación natural de la mayoría de los modelos res- pecto a la cultura, de forma que su relación parece clara. El modelo de Bontis, de Edvinsson, Intelect, etc., consideran que la cultura, como parte del conocimiento tácito que posee la organización, debe formar parte de su capital estructural. Posterior- mente, el modelo Intellectus, al dividir dicho capital en organizativo y tecnológi- co, reubica más específicamente la cultura dentro del primero. Resulta indiscutible por tanto, la consideración de este constructo como elemento relacionado con la estruc- tura. De este modo, en la medida en que la composición del capital organizativo sea de mejor calidad, también lo será el capital intelectual de la empresa contribuyendo al aumento de los estándares de rendimiento organizativo por la puesta en acción de unas mejores prácticas, así como con la filosofía del negocio y la ética empresarial. Sin embargo, en nuestra opinión, como se ha indicado previamente, limitar el con- cepto a este capital resulta demasiado estricto en tanto la importancia y la multi- dimensionalidad que, según se ha dicho posee la cultura organizacional. De hecho, Tyrell (2004) argumenta que la cultura es más una variable que emerge delproceso interactivo continuo entre individuos y estructura que el resultado de la estructura organizacional. Por tanto, se manifiesta la relación del constructo con ambos, capital humano y estructural, sin la limitación de su consideración de elemento exclusivo del último. La cultura como tal, que tradi- cionalmente ha formado parte de este capital, pasa ahora a denominarse “cultura organizacional”, perfilando desde el capi- tal cultural la estructura, aprendizaje y procesos de la organización. La cultura organizacional como núcleo central en la medición del capital intelectual 196 Revista de Psicología del Trabajo y de las Organizaciones, 2006, vol. 22 n.º 2 — Capital tecnológico: Diversos autores hablan de la cultura de innovación como fuente de ventajas com- petitivas basadas en el conocimiento y la creatividad. Para Bueno y Morcillo (2003), la cultura de innovación se ha entendido “como una forma de pensar y actuar que genera, desarrolla y establece valores y actitudes en la empresa propen- sos a suscitar, asumir e impulsar ideas y cambios que supongan un capital tecnoló- gico de mayor calidad y, por tanto, mejo- ras en el funcionamiento y eficiencia de la misma, aún cuando ello implique una rup- tura con lo convencional o tradicional” (Morcillo, 1997). Incluso se hace una dis- tinción entre cultura tecnológica y cultura de innovación. La primera se centra en: desarrollar la adaptación de las personas a los cambios tecnológicos (una relación entre capital humano y tecnológico) con- cienciándolas de que la tecnología es un pilar básico para la competitividad; estar pendiente del entorno para detectar los avances tecnológicos, contrastándolo con las instalaciones disponibles e impulsando nuevas inversiones que generen mayor valor añadido. La cultura de innovación se fundamenta en la creación de estructuras flexibles; desarrollo de una mentalidad corporativa de experimentación y genera- ción de nuevas ideas; favorecer la predis- posición al cambio, las relaciones interde- partamentales y la asunción de riesgos. Así pues, observamos cómo nuevamen- te la cultura se mantiene como centro de relación del capital tecnológico con otras áreas de la organización según las caracte- rísticas que acabamos de mencionar para la cultura de innovación y orientada a la tecnología. Del capital tecnológico des- membraríamos el espíritu innovador y cre- ativo, que puede considerarse como “cul- tura innovadora o emprendedora”, confi- gurando los demás elementos que quedarí- an dentro del concepto de capital tecnoló- gico. — Capital negocio: La orientación que presenta la cultura organizacional hacia los clientes y agentes relacionados con el negocio empresarial resulta patente. Así, encontramos defini- ciones como las de Taguiri y Litwin, (1968) según la cual la cultura es “el ambiente o clima que se establece en una empresa por la distribución física de sus miembros y la forma en que estos se rela- cionan con los clientes u otros terceros”. El modelo de medición del impacto de la cultura sobre el desarrollo empresarial cre- ado por Marcoulides y Heck (1993) inclu- ye entre los constructos de medición las principales ideologías y valores que una organización sostiene como deseables en la práctica de servicio a sus clientes. Es apropiado indicar que las empresas buscan desarrollar sus culturas organiza- cionales de tal forma que supongan un impacto positivo en la satisfacción del cliente como consecuencia de las mejoras en la forma en que los empleados trabajan y se relacionan entre sí. Es por ello, que entendemos nuevamente, que la cultura se constituye en un centro neurálgico que justifica las relaciones de personal, estruc- tura organizacional y entorno. — Capital social: Si el desarrollo que una organización hace de su cultura busca un impacto positi- vo en la satisfacción del cliente, no es menos cierto, que también pretende origi- S. M.ª Sánchez Cañizares, M.ª A. Trillo Holgado, C. M.ª Mora Márquez, M. A. Ayuso Muñoz Revista de Psicología del Trabajo y de las Organizaciones, 2006, vol. 22 n.º 2 197 nar dicho impacto en el resto de agentes con los que se relaciona (administraciones, medios de comunicación…). Así, entre los valores culturales que utiliza Flamholtz (2002) para la medición del impacto de la cultura en empresas de éxito, se encontraba la responsabilidad social o forma en que la organización se comporta como miembro de una comunidad. De este modo, la cultura, en tanto repre- senta los valores y normas o pautas de con- ducta establecidas por la organización, ten- drá mucho que decir sobre las relaciones de la empresa con su entorno social. Se desglosa por tanto del capital nego- cio y social la llamada “cultura relacio- nal”, que refleja la idiosincrasia de las relaciones con los principales agentes vin- culados a la empresa (integrados en el capital de negocio) y de los códigos de conducta, patrones de relación y filosofía del negocio (elementos del capital social). La cultura organizacional como núcleo central en la medición del capital intelectual 198 Revista de Psicología del Trabajo y de las Organizaciones, 2006, vol. 22 n.º 2 Figura 3. Modelo propuesto S. M.ª Sánchez Cañizares, M.ª A. Trillo Holgado, C. M.ª Mora Márquez, M. A. Ayuso Muñoz Revista de Psicología del Trabajo y de las Organizaciones, 2006, vol. 22 n.º 2 199 Tabla 3. Elementos, variables e indicadores del modelo propuesto CONCLUSIONES Tomando como base los capitales del modelo Intellectus, por considerarlo el más avanzado en esta materia, se ha pre- sentado una propuesta innovadora de medición del capital intelectual en tanto que se considera la cultura como elemento esencial. Ésta dota de una lógica interna al modelo al establecer a través de la misma, las relaciones entre el resto de los capita- les que lo configuran. La consideración del capital cultural se ha definido a dos niveles: cultura estructu- ral y cultura operativa. La cultura estructural se fundamenta en ciertas variables estratégicas que presen- tan un alto grado de estabilidad en el seno de la empresa como ciertos valores que prevalecen a lo largo del tiempo, la histo- ria y la idiosincrasia de los fundadores. Por lo que respecta a la cultura operati- va, se ha analizado la relación que justifi- ca la conexión con cada uno de los cinco capitales integrantes del capital intelec- tual. En el modelo propuesto se han esta- blecido dichas conexiones encuadrándolas en aquellas variables específicas que hemos considerado más representativas de acuerdo con la revisión realizada y el nuevo enfoque planteado. Más concretamente, respecto a este engranaje que conforma la cultura operati- va con los capitales que componen el modelo que se presenta, las líneas genera- les concluidas hacen referencia a lo que se especifica a continuación. En lo que se refiere al capital humano, es esencial es proceso de adecuación que debe darse en toda organización entre los valores de los trabajadores de la misma y los de los directivos. Es importante que esto se lleve a cabo de la mejor forma posible, a fin de evitar los conflictos de intereses que en el seno de cualquier empresa suelen presentarse. La adecua- ción referida determinará lo que hemos denominado “valores culturales”, que per- mitirán afirmar que la empresa es cultural- mente fuerte. Respecto al capital organizativo, la cul- tura se torna esencial al emerger del pro- ceso interactivo continuo que se debe esta- blecer entre los individuos y la estructura empresarial, configurando la “cultura organizacional”. Se puede ver cómo el capital tecnológi- co cobra su sentido a través de la cultura, observando el proceso de adaptación de las personas a los avances tecnológicos y determinando cuál es la flexibilidad de las mismas para favorecer los cambios y asu- mir los riesgos que la competitividad del mercado requiere en cada momento. De esta manera aludimos a la que hemos denominado “cultura innovadora o emprendedora”. Por último, “cultura relacional” es fun- damental en relación al capitalde negocio y al capital social, para reformar los siguientes elementos básicos en cualquier organización excelente: devoción al clien- te, orientación a la acción, autonomía y espíritu empresarial y productividad del personal. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS Alabart, Y. (1995). Definiciones y manifestaciones de la cultura empresarial. Folleto-Holguín, Universidad. La cultura organizacional como núcleo central en la medición del capital intelectual 200 Revista de Psicología del Trabajo y de las Organizaciones, 2006, vol. 22 n.º 2 Argyris, C. (1938). Some problems in conceptualizing organizational climate: A case study of a bank. Administrative Sci- ence Quaterly, 2, 501-520. Bontis, N. (1998). Intellectual capital: An exploratory study that develops meas- ures and models. Management Decision, 36, (2), 63-76. Bontis, N. (1999). 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