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Introducción a la literatura norteamericana Jorge Luis Borges con Esther Zemborain Introducción a la literatura norteamericanafue publicado originalmente en 1967. La presente edición sigue la que, corregida en algunos datos, publicó Emecé Editores en 1997. Diseño de cubierta: Alianza Editorial sobre un diseño de Rafael Celda Ilustración: El Bosco,La subida al Calvario(detalle). Kunsthistorisches Museum, Viena. Reservados todos los derechos. El contenido de esta obra está protegido por la Ley, que establece penas de prisión y/o multas, además de las correspondientes indemnizaciones por daños y perjuicios, para quienes reprodujeren, plagiaren, distribuyeren o comunicaren públicamente, en todo o en parte, una obra literaria, artística o científica, o su transformación, interpretación o ejecución artística fijada en cualquier tipo de soporte o comunicada a través de cualquier medio, sin la preceptiva autorización. © Emecé Editores, S. A. 1997 © María Kodama, 1995 © Alianza Editorial, S.A., Madrid, 1999 Calle Juan Ignacio Lúca de Tena, 15; 28027 Madrid; teléf. 91393 88 88 ISBN: 8420638242 Depósito legal: M. 5.741/1999 Impreso en Fernández Ciudad, S. L. Printed in Spain Revisión de la edición digital: Miguel Zavalaga Índice Prólogo...................................................................................................4 Los orígenes...........................................................................................5 Franklin, Cooper y los historiadores......................................................8 Hawthorne y Poe..................................................................................11 Trascendentalismo...............................................................................13 Whitman y Herman Melville...............................................................16 El Oeste...............................................................................................18 Tres poetas del siglo XIX....................................................................21 Los narradores.....................................................................................23 Los expatriados....................................................................................27 Los poetas............................................................................................32 La novela.............................................................................................35 El teatro...............................................................................................38 Novela policial, «science-fiction» y el lejano Oeste...........................41 La poesía oral de los pieles rojas.........................................................45 Algunas fechas históricas....................................................................46 Prólogo El reducido espacio de estos esquemas nos ha obligado a resumir casi tres siglos de actividad literaria en un apretado volumen. En lengua inglesa existen muchas y exhaustivas historias de la literatura americana, encaradas desde diversos puntos de vista, sin excluir el psicoanalítico. Abundan también las que quieren supeditar la literatura a la sociología. Tal criterio no ha sido el nuestro; para nosotros, lo esencial es lo estético. En los Estados Unidos, como en Inglaterra, los grupos y los cenáculos literarios son menos importantes que el individuo. Las obras surgen como fruto natural de vidas diversas. Hemos preferido, pues, dejarnos guiar por la atracción que ejercieron sobre nosotros las obras mismas. Desde luego la historia de una literatura no puede prescindir de la historia del país que la ha producido. Hemos incluido, por lo tanto, ciertas referencias indispensables. Acaso no es inútil señalar que este compendio abarca temas que no se encontrarán en volúmenes más extensos. Por ejemplo, el género policial, lascience-fiction, los relatos del Oeste y la singular poesía de los pieles rojas. Nuestra finalidad fundamental ha sido estimular el conocimiento de la evolución literaria de una nación que forjó la primera constitución democrática de los tiempos modernos. J. L. B. - E. Z. de T. D. Buenos Aires, 1967 Los orígenes Un crítico francés, Valery Larbaud, amigo de Güiraldes, observó que la literatura latinoamericana ha influido, a partir de Darío y de Lugones, en la de España, en tanto que la de los Estados Unidos ha influido, y sigue influyendo, en el orbe entero, más allá del vasto ámbito del inglés. En efecto, es lícito declarar, a la manera bíblica, que Edgar Allan Poe engendró a Baudelaire, que engendró a los simbolistas, que engendraron a Valery, y que toda la llamada poesía civil, o comprometida, de nuestro tiempo procede de Walt Whitman, que se prolonga en Sandburg y en Neruda. Bosquejar, siquiera ligeramente, la historia de esa literatura es el fin de estas páginas. En el frontispicio grabaremos, a título de justo homenaje, el nombre del famoso filósofo irlandés GEORGE BERKELEY (1685-1753), razonador del idealismo. A comienzos del siglo XVIII, Berkeley formuló en un poema una teoría cíclica de la historia; sostuvo que los imperios, como el sol, van del oriente al occidente (Westward the course of Empire takes its way) y que el mayor y último imperio de la historia, concebida como una tragedia en cinco actos, sería el de América. Lo atareó el proyecto de un seminario en las Bermudas, que adiestraría a los rudos colonos ingleses y a los pieles rojas del continente para ese espléndido y lejano destino. Más adelante, al hablar de Jonathan Edwards, volveremos a Berkeley. Con un exceso perdonable diremos que la independencia de América empezó en aquella mañana de 1620 en que los ciento dos puritanos de la Mayflower desembarcaron en un punto de su costa oriental. Eran, según se sabe, disconformes. Teológicamente, eran calvinistas, adversos a la Iglesia Anglicana; políticamente, fueron partidarios del parlamento, no del derecho divino de los reyes. Quienes profesan la doctrina de la predestinación suelen creer, si no los abruma el terror, que Dios los ha predestinado a la Gloría, no a los infiernos; era inevitable que los colonos, fervorosos lectores de la Escritura, se identificaran con los israelitas del Éxodo y se vieran como un pueblo elegido. Los guiaba un fin mesiánico, que finalmente, en Massachusetts, los llevó a una teocracia. Un continente bárbaro los cercaba; tuvieron que luchar con la soledad, con el indio y el bosque, y ulteriormente con los ejércitos de Francia y de Inglaterra. Eran, como los primeros cristianos, hostiles a las artes, que desvían al hombre del negocio fundamental de su salvación. En Londres, al promediar el siglo XVII, los puritanos demolieron los teatros; por eso hay una paradoja en el título Tres comedias para puritanosde Bernard Shaw. Milton pudo reprochar a Carlos I la extraña culpa de haber dedicado algunos de los días que precedieron a su ejecución a la profana lectura de Shakespeare. En Salem los puritanos acusaron de hechicería a muchas personas, ya que en la Biblia se habla de hechiceros. Es curioso observar que bastaba reconocerse culpable para ser declarado inocente, pues el demonio no iba a permitir que sus poseídos confesaran su crimen. Los insensatos que se obstinaban en defenderse eran ajusticiados. Veamos ahora algunos nombres. Los primeros historiadores de América habían nacido en Inglaterra: JOHN WINTHROP (1588-1649), que fue gobernador de Massachusetts, redactó su constitución, que sirvió de modelo a otras colonias; WILLIAM BRADFORD (1590- 1657). que arribó en la Mayflower y fue reelegido gobernador durante treinta años. Hijo de Increase Mather, presidente de la Universidad de Harvard, COTTON MATHER (1663-1728), nacido en Boston, nos propone el singular ejemplo de un calvinista tolerante y a veces inclinado al deísmo. La historia lo vincula a los procesos de hechicería de Salem, y no se opuso a las sentencias de muerte dictadas por los tribunales, pero creyó que los poseídos podían salvarse mediante la oración y el ayuno.Su libroThe Wonders of the Invisible World(Los prodigios del mundo invisible) refiere y analiza casos individuales de posesión diabólica. Dominó siete idiomas. Lector y autor infatigable, legó a sus hijos una biblioteca de unos dos mil volúmenes y escribió más de cuatrocientos cincuenta tratados, entre ellos, uno en español:La fe del cristiano. Quería que Nueva Inglaterra fuera lo que Ginebra y Edimburgo no alcanzaron a ser: la cabeza de un mundo convertido a la doctrina de Calvino. Pensaba que una página debe siempre comunicarnos algo, pero que las alusiones y citas pueden aumentar su eficacia y embellecerla, «como las alhajas, que adornan el ropaje de un embajador ruso». Hombre de curiosidad científica, como Edwards, que estudió los hábitos de la araña, fue uno de los primeros defensores de la vacuna. JONATHAN EDWARDS (1703-58) fue el más arduo y complejo de los teólogos calvinistas. Nació en East Windsor, Connecticut. Su vasta obra, sólo explorada hoy por algunos historiadores, abarca diecisiete densos volúmenes en la edición de Londres, a los que deben agregarse los que integran su diario. Dirigió, y después reprobó, el movimiento religioso que se llamó El Gran Despertar (The Great Awakening) y que, al decir de uno de sus biógrafos, empezó por el éxtasis y las conversiones en masa y degeneró, como en tantos casos análogos, en desaforadas licencias. William James lo cita a menudo en sus Variedades de la experiencia religiosa. Fue un predicador enérgico y eficaz, no exento de amenazas; el título del más famoso de sus sermones:Sinners in the Hands of an Angry God(Pecadores en manos de un Dios iracundo) nos indica su estilo. Citemos un párrafo ejemplar: «Ya está tendido el arco de la ira divina, la flecha está en la cuerda y la justicia la dirige hacia tu corazón y sólo la arbitraria decisión del Señor impide que la flecha se embriague con tu sangre». Metáforas como ésta han sugerido la sospecha de que Edwards fue fundamentalmente un poeta, frustrado por la teología. Dotado de singular precocidad, ingresó en Yale a los doce años y fue ordenado pastor a los catorce. Ejerció su ministerio hasta 1750; en esa fecha, los escándalos producidos por el Gran Despertar lo obligaron a abandonar su cargo. Durante un año, con el auxilio de su mujer y de sus hijas, fue misionero entre los indios. En 1757 fue nombrado presidente de Princeton; murió un año después. A la lectura prefería la escritura y a la escritura el pensamiento y a veces la serena contemplación y la fervorosa plegaria. En los libros no buscaba otra cosa que un estímulo para su propia actividad. Fuera de Locke, parece haber leído muy poco a sus contemporáneos. Supo de la doctrina platónica de los arquetipos eternos, pero nada de Berkeley, con el cual concuerda en la afirmación de que el universo material no es más que una idea en la mente divina, ni de Spinoza, que identificó, como él, a Dios y la Naturaleza. En uno de sus últimos tratados dice de Dios: «Es todo y está solo». La doctrina calvinista de que el Señor ha creado a una gran mayoría de los hombres para que sus almas ardan en el Infierno, y a unos pocos para la gloria, le pareció al principio terrible. Durante su juventud, tuvo una revelación. Sintió que esa doctrina es «placentera, clara y dulce». Asombrosamente halló en ella una atroz dulzura (an awful sweetness). En el relámpago y el trueno, que antes lo estremecían, reconoció, nos dice, la voz de Dios. Pensó, como Tertuliano, que uno de los goces de los bienaventurados sería el espectáculo del eterno tormento de los réprobos. Rechazado el libre albedrío, extendió a Dios el concepto de necesidad; escribió que los actos de Jesucristo eran necesariamente santos, aunque no menos adorables. Edwards perteneció a la clase que en Boston apodaban Bracmanes (Brahmins) aludiendo a la casta letrada y sacerdotal de la India. El primer poeta americano de algún renombre, PHILIP FRENEAU (1752-1832), era de linaje hugonote. Su abuelo, un comerciante francés, emigró a Nueva York en 1707. Los primeros escritos de Freneau fueron, como los últimos, de carácter satírico, pero aspiró también a la épica. Sus obras completas incluyen una precoz epopeya del profeta Jonás. Nació en Nueva York. Fue periodista, granjero y marino, «urgido siempre por la bruja de la Penuria». Navegó por los mares tropicales; conoció directamente el mar, como Melville. Durante la Guerra de la Independencia, la nave comandada por él fue capturada por una fragata británica y el poeta conoció los largos rigores de un pontón en el puerto de Nueva York. Adversario de Washington, fue partidario de Jefferson. Su complicada actividad política no nos incumbe aquí. Más importante es su obra lírica. En el más conocido de sus poemas, «The Indian Burying Ground» (El cementerio indio), observa que instintivamente concebimos la muerte como el sueño, ya que enterramos acostados a nuestros muertos, en tanto que los indios la conciben como una continuación de la vida real, ya que los entierran sentados y provistos de arcos y flechas, para que en el otro mundo prosigan el ejercicio de la caza. Encontramos ahí el famoso versoThe hunter and the deer, a shade(El cazador y el ciervo, una sombra), que recuerda un hexámetro del undécimo libro de la Odisea. Aún más curiosa es la poesía que se titula «The Indian Student». Refiere el caso de un joven indio que vende todos sus bienes para instruirse en el misterioso saber de los hombres blancos. Al cabo de una dura peregrinación, llega a la universidad más cercana. Se dedica al estudio del inglés y, después, del latín; los profesores de la casa le auguran un porvenir brillante. Algunos mantienen que será un teólogo; otros, un matemático. Gradualmente el indio, cuyo nombre no nos es revelado, se aparta de sus compañeros y sale a caminar por los bosques. Una ardilla, dice el poeta, lo distrae de una oda de Horacio. La astronomía lo inquieta; las ideas de la redondez de la tierra y de la infinitud del espacio lo llenan de terror y de incertidumbre. Una mañana, se va silenciosamente, como ha venido, y vuelve a su tribu y sus selvas. El poema es a la vez un cuento. Freneau lo refiere tan bien, que nadie pondría en duda que los hechos ocurrieron así. El estilo, a veces alegórico, de Freneau, corresponde a la poesía inglesa de la época, pero su sensibilidad ya es romántica. Franklin, Cooper y los historiadores Una historia de las letras americanas no puede prescindir de BENJAMÍN FRANKLIN (1706-90). Sus intereses fueron múltiples; la tipografía, el periodismo, la agricultura, la higiene, la navegación, la diplomacia, la política, la pedagogía, la ética, la música y la religión atarearon su enérgica inteligencia. Fundó el primer periódico y la primera revista de América. Ni una sola de los miles de páginas que redactó fue para él un fin sino un medio. Los diez volúmenes de su obra son circunstanciales; escribió siempre para lograr un efecto inmediato, ajeno a la pura literatura. Esta índole práctica de su labor nos recuerda a Sarmiento, que tanto lo veneró, pero en la lúcida obra de Franklin no resplandece la pasión que ilumina el Facundo. En su Autobiografía están las etapas de tan versátil y admirable destino. Nació en Boston, hijo de padres humildes; fue un autodidacto. Así, para aprender el arte de la prosa, releía, olvidaba y reconstruía los ensayos de Addison. Un encargo oficial de adquirir materiales de imprenta lo llevó a Londres en 1724. A los veintidós años fundó una religión, que no ha prosperado, cuyo mandamiento esencial era hacer elbien. Proyectó asimismo una policía urbana, un sistema de alumbrado público y planes de pavimentación de las calles. Creó también la primera biblioteca circulante. Se lo ha llamado, no sin algún desdén, el profeta del sentido común. Al comienzo se opuso a la desunión de Inglaterra y sus colonias; luego fue un fervoroso partidario de la independencia de América. En 1778, el gobierno republicano lo nombró ministro plenipotenciario en París. Francia vio en él un alto ejemplar delHomme de la nature; Voltaire loabrazó públicamente. Le agradaban, como a Poe, las mistificaciones. En 1773 el gobierno británico quiso obligar a sus colonias a pagar un impuesto; Franklin publicó en un diario de Londres un edicto apócrifo del rey de Prusia, que exigía de Inglaterra un impuesto idéntico, ya que esta isla había sido colonizada en el siglo V por tribus procedentes de Alemania. Una de sus máximas era:No dejes nunca para mañana lo que puedes hacer hoy. Mark Twain la enmendaría de este modo:No dejes nunca para mañana lo que puedes hacer pasado mañana. Es sabido que inventó el pararrayos; esta proeza le valió el famoso elogio de Turgot: Arrebató a los cielos el rayo, el cetro a los tiranos. Franklin fue el primer escritor americano que logró una fama europea, si bien más como filósofo, en el sentido que daba a esta palabra el siglo XVIII, que como literato; el segundo fue el novelista FENIMORE COOPER (1789-1851). Sus libros, que hoy sólo cuentan con un decreciente público juvenil, fueron vertidos a casi todos los idiomas de Europa y a algunos de Asia. Balzac lo admiró, Victor Hugo lo juzgó superior a Scott; otros se limitaron a darle el título de Scott americano. Nació en Burlington, New Jersey. Sus primeros años transcurrieron en una granja a orillas del lago Otsego, muy cerca de la selva y de los indios. Se educó en la escuela local y después en Yale, de donde lo expulsaron por una falta menor. En 1805 se alistó en la marina, donde sirvió cinco años. En 1813 abandonó esa carrera para contraer matrimonio y se estableció en Mamaroneck como propietario rural. Hacia 1819 el azar o el destino determinó que Cooper leyera con su mujer una mala novela inglesa. Cooper juró que era capaz de escribir un libro mejor. Su mujer lo desafió a hacerlo; el resultado fue Precaution, cuya acción ocurre en Inglaterra, entre gente mundana. Un año después publicó The Spy(El espía), que se desarrolla en América y que prefigura su obra ulterior. Cooper, como tantos otros, tardó algún tiempo en descubrir que lo interesante puede no sólo ser lo lejano sino también aquellas cosas que están aquí y ahora. El mar y la frontera, el marino, el poblador y el piel roja, serían sus temas. En cinco sucesivas novelas, de las cuales la más divulgada esThe Last of the Mohicans(El último de los mohicanos), Fenimore Cooper ha legado a la imaginación de los hombres el tipo de Leather Stocking, así apodado por sus polainas de cuero de ciervo. En él se encarna el Backwoodsman, el hombre blanco que abre picadas en la selva y se ha identificado con ella. Odia las poblaciones, es valiente, leal y baqueano; su hacha y su rifle son infalibles. A partir de 1826, Cooper vivió siete años en Europa. Fue cónsul de los Estados Unidos en Lyon; tuvo ocasión de conversar con su probable maestro, Sir Walter Scott, y con Lafayette. Dirigió cartas a este último, que injuriaban gravemente a Inglaterra y que al fin irritaron por igual, según Andrew Lang, «al león británico y al águila americana». A su vuelta, retomó su labor de novelista, interrumpida por litigios y sátiras y por la redacción de unaHistoria de la Marina. Su obra completa consta de treinta y tres volúmenes. Su prosa palabrera, abarrotada de vocablos de origen latino, reúne todos los defectos y ninguna de las virtudes del estilo de su época. Hay un contraste incómodo entre la violencia de los hechos narrados y la lentitud de su pluma. Stevenson generosamente nos diceCooper is the wood and the wave(Cooper es la selva y la ola). Contemporáneo de Cooper, fue el historiador y ensayista WASHINGTON IRVING (1783-1859). Nació en Nueva York. Hijo de un comerciante adinerado, que eligió la causa de la Independencia, Irving fue sucesivamente periodista, abogado y autor satírico. En 1809 terminó una historia burlesca de Nueva York que atribuyó a un pedantesco e imaginario cronista holandés, Dietrich Knickerbocker. A diferencia de Cooper sintió cariño, nunca hostilidad, por Europa. Viajó por Inglaterra, Francia, Alemania y, a partir de 1826, por España. Al cabo de diecisiete años de ausencia, volvió a su patria y recorrió las fronteras del Oeste. En 1842 fue nombrado ministro de los Estados Unidos en España. Vivió mucho tiempo en Granada, que celebraría enTales of the Alhambra(Cuentos de la Alhambra). En su casa de Sunny Side pasó los últimos años de su vida, entregado a la redacción de libros históricos, de los cuales el más ambicioso es una monumental biografía de Washington, en cinco volúmenes. Pensaba que su patria carecía de un pasado romántico y americanizó leyendas de otras latitudes y épocas. Retomó, por ejemplo, la historia de los siete cristianos que, perseguidos por el emperador, se tienden a dormir en una caverna, acompañados por su perro, y despiertan, según las palabras de Gibbon, «de un momentáneo sueño de dos siglos». Amanecen en un mundo cristiano; los asombra una cruz, signo antes prohibido, en la puerta de una ciudad. Irving retuvo el perro, pero redujo los doscientos años a veinte y los siete durmientes a un campesino que sale de caza y se encuentra con un desconocido trajeado a la antigua usanza holandesa. Éste lo lleva a una silenciosa reunión, donde le ofrecen una bebida de curioso sabor. Cuando despierta, ha transcurrido la Guerra de la Independencia. El nombre de Rip van Winkle es popular en todos los países de habla inglesa. Irving no fue un investigador de las fuentes ni un intérprete original de los hechos historiados por él. Así, su biografía de Cristóbal Colón se apoya en los trabajos de Navarrete; su biografía de Mahoma, en un libro análogo del orientalista judeo-alemán GustavWeil. WILLIAM PRESCOTT (1796-1859) sintió, como Irving, el encanto peculiar de lo hispánico. Nació en Salem, Massachusetts. Perteneció a esa clase letrada que Boston apodó losBrahminsy que nos ha legado tantos nombres ilustres. En 1843 publicó su Historia de la conquista de Méjico, tema que le fue cedido por Irving; en 1847, su Historia de la conquista del Perú. No alcanzó a terminar el tercer tomo de unaHistoria de Felipe II. Sin desmedro de la severa precisión, concibió la escritura de la historia como una obra de arte. Lo sociológico le importaba menos que lo dramático. En la conquista del Perú por los españoles vio la aventura personal de Pizarro, y al describir su muerte llega a la épica. Sus libros, pese a algún exceso romántico, se leen como buenas novelas. Ulteriormente se han rectificado algunos detalles, pero nadie podrá negarle el título de gran historiador. No menos merecedor de ese juicio fue FRANCIS PARKMAN (1823-93). Nació en Bostón. Hombre de precaria salud y, como Prescott, de escasa vista, superó valerosamente esos duros obstáculos. Dictó a otros buena parte de su obra, que abarca muchos volúmenes, todos de carácter histórico. Dos excepciones fueron la novela autobiográficaVassall Mortony The Book of Roses(El libro de las rosas), que refleja su pasión por las flores. Buscó sus temas en América. Viajó por las diversas fronteras del vasto continente y conoció la vida de los colonos y de los pieles rojas. Las sangrientas rivalidades de Gran Bretaña, de España y de Francia por el dominio del Nuevo Mundo atarearon su pluma, tan elocuente como rigurosa. Estudió así las acciones guerreras del Canadá, la labor evangélica de los jesuítas en el siglo XVII y la victoria de los iroqueses paganos sobre las tribus conversas. Su obra más conocida refiere la conspiración de Pontiac, famoso cacique de los otawas que, al promediar el siglo XVIII, buscó la alianza de los franceses, usó las artes de la guerra y de la hechicería contra el poder británico y murió asesinado. Parkman murió un año después que Walt Whitman, pero espiritualmente está más cerca de losBrahminsque de éste. Leemos en una de sus páginas: «Mi credo político oscila entre dos extremos viciosos: la democracia y la autoridad absoluta. No me opongo a una monarquía constitucional, pero prefiero una república conservadora». Hawthorne y Poe El cuentista y novelista NATHANIEL HAWTHORNE (1804-64) es más importante que cualquiera de los autoresestudiados anteriormente. Nació en la aldea puritana de Salem, que gravitaría siempre sobre él; su abuelo fue uno de los jueces que actuaron en los procesos de hechicería; su padre, capitán de navío, murió en las Indias Orientales. Hawthorne tenía entonces cuatro años. Se graduó en Maine, donde trabó amistad con Pierce y con Longfellow. Obtuvo después un empleo en la aduana. Desde la muerte del padre, la familia llevaba una extraña vida de reclusión. Entregados a la Sagrada Escritura y a la plegaria, no comían juntos y casi no se hablaban. Les dejaban la comida en una bandeja en el corredor. Nathaniel se pasaba los días escribiendo cuentos fantásticos; a la hora del crepúsculo de la tarde salía a caminar. Ese furtivo régimen de vida duró doce años. En 1837 le escribió a Longfellow: «Me he recluido, sin el menor propósito de hacerlo, sin la menor sospecha de que eso iba a ocurrirme. Me he convertido en un prisionero, me he encerrado en un calabozo, y ahora ya no doy con la llave, y aunque estuviera abierta la puerta, casi me daría miedo salir.» Durante aquel período, Hawthorne escribió un relato, «Wakefield», que de algún modo refleja su curioso aislamiento. El protagonista, un buen señor de Londres, abandona una tarde a su mujer y se instala a la vuelta de su propia casa, escondido. Al cabo de veinte años regresa, sin saber por qué ha obrado así. Estas palabras cierran la historia: «En el desorden aparente de nuestro misterioso mundo, cada hombre está ajustado a un sistema con tan exquisito rigor—y los sistemas entre sí, y todos a todos— que el individuo que se desvía un solo momento corre el terrible albur de perder para siempre su lugar. Corre el albur de ser, como Wakefield, el paria del Universo.» El misterioso mundo de que habla Hawthorne, regido por leyes inexplicables, es manifiestamente el de la predestinación calvinista. En 1841 participó durante unos meses en la colonia socialista de Brook Farm. En 1850 publicó la más famosa de sus novelasThe Scarlet Letter(La letra escarlata); al año siguienteThe House of the Seven Gables(La casa de los siete tejados). Franklin Pierce, al ser electo presidente de los Estados Unidos, en 1853, lo nombró cónsul en Liverpool. Vivió luego en Italia, donde escribióThe Marble Faun(El fauno de mármol). A las obras ya mencionadas debemos agregar varias colecciones de cuentos; la más conocida esThe Snow Image(La imagen de nieve). Por el sentimiento de culpa y la preocupación ética, Hawthorne se vincula con el puritanismo; por el amor de la belleza y la invención fantástica, con otro gran escritor, Edgar Allan Poe. Hijo de actores pobres, EDGAR ALLAN POE (180949) nació en Boston y fue adoptado por un comerciante, John Allan, cuyo apellido tomó como segundo nombre. Se educó en Virginia y en Inglaterra; el colegio inglés fue descrito por él en el relato fantástico «William Wilson», cuyo protagonista muere al matar a su doble, a su otro yo. Poe fue expulsado de la Academia Militar de West Point. Vivió azarosamente del periodismo; se enemistó con sus más ilustres contemporáneos y acusó de plagio a Longfellow. Desde su juventud el alcohol y las neurosis lo destrozaron. En 1836 se casó con su prima Virginia Clemm, de trece años; ésta murió tuberculosa en 1847. Poe murió en un hospital de Baltimore; durante la fiebre de su agonía revivió un episodio atroz de su libro The Narrative of Arthur Gordon Pym of Nantucket. Su vida fue breve y desdichada, si es que la desdicha puede ser breve. Poe, hombre de débil voluntad y urgido por las más contrarias pasiones, profesaba el culto de la razón y de la lucidez. Siendo, como era, fundamentalmente romántico, le agradaba negar la inspiración y declaraba que la creación estéticaprocede de la pura inteligencia. En un trabajo titulado «The Philosophy of Composition» explica de qué modo escribió su famoso poema «El cuervo» y analiza, o finge analizar, las diversas etapas de su labor. Empezó, nos dice, por imponerse un límite de cien versos, ya que una cifra superior hubiera destruido la unidad del efecto buscado y una cifra inferior hubiera sido insuficiente para su intensidad. (De hecho, «El cuervo» constaría de 108 versos.) Luego pensó que la belleza es indispensable y que de todas las entonaciones poéticas la mejor es la melancólica. El estribillo, por su universalidad, le pareció un procedimiento eficaz. Juzgó que lao y la erre son los sonidos más sonoros; la primera palabra que se le ocurrió fue la palabraNevermore(nunca más). El problema inmediato era justificar la monótona repetición de esa palabra por un ser racional; un ser irracional y capaz de habla podía resolverlo. Pensó en un loro, pero el cuervo se impuso por su mayor dignidad y melancolía. Consideró después que nada es más melancólico que la muerte y que la muerte de una mujer hermosa es el tema poético por excelencia. Se trataba ahora de combinar los dos conceptos: el de un enamorado que llora la muerte de la amada y el de un cuervo que al fin de cada estrofa repiteNevermore. La palabra, siempre la misma, tenía que cambiar de sentido cada vez que la repitieran. El único medio era que el enamorado formulara preguntas. Éstas, triviales al principio, tenían que ser extraordinarias al fin. El amante, sabedor de antemano de la contestación ominosa, se atormentaría provocándola. Le pregunta al fin si algún día volverá a encontrar a su amada. El cuervo le contesta Nevermore. La estrofa en que esto ocurre, una de las últimas del poema, fue la primera que el poeta escribió. En lo que a la versificación se refiere, buscó ante todo la originalidad. Combinó versos de medida distinta y usó la aliteración y la rima. ¿Dónde unir el enamorado y el cuervo? Pensó en los campos o en un bosque, pero un ámbito cerrado le pareció más apto para concentrar la impresión que buscaba. Resolvió situar al amante en un cuarto poblado de memorias de la mujer ausente. ¿Cómo hacer que el pájaro entrara? La idea de una ventana era inevitable. Para justificar que el cuervo buscara refugio convenía que fuera tempestuosa la noche. Además, la tempestad externa contrastaría con la serenidad de una habitación. El cuervo se posa sobre un busto de Palas Atenea. Tres razones justifican el busto: el contraste del plumaje negro y del mármol, lo adecuado de semejante imagen, símbolo de la sabiduría, en una biblioteca, y la sonoridad del nombre, con sus dos vocales abiertas. Un poco en broma, el enamorado pregunta al cuervo cómo lo llaman en las riberas plutónicas de la noche. El cuervo respondeNevermore. El diálogo prosigue; de lo fantástico se pasa a lo melancólico. El cuervo sobre el mármol impresiona gradualmente al enamorado, y también al lector, y prepara así el desenlace, que no tarda en llegar. El hombre comprende que el ave sólo puede articularNevermore, pero deliberadamente se tortura haciéndole preguntas que admiten esa triste contestación. Hasta este punto, la composición es concreta, pero el poeta ya había resuelto que fuera también alegórica. El cuervo simboliza la memoria imperecedera de una interminable desventura. Tal es el análisis del poema que nos propone Poe. Los cuentos de Poe se dividen en dos categorías, que alguna vez se mezclan: los de terror y los de raciocinio. En cuanto a los primeros, alguien lo acusó de imitar a ciertos románticos alemanes; Poe respondió: «El horror no es de Alemania, es del alma». Los segundos inauguran un nuevo género, el policial, que ha conquistado el mundo entero y entre cuyos cultores están Dickens, Stevenson y Chesterton. Edgar Allan Poe aplicó a sus cuentos la misma técnica que a sus versos; juzgó que todo debe redactarse en función de la última línea. Trascendentalismo Uno de los acontecimientos intelectuales más importantes que se han dado en América fue el trascendentalismo. No formó una escuela cerrada sino más bien un movimiento; incluyó escritores, granjeros, artesanos, comerciantes, mujeres casadas o solteras. A partir de 1836, floreció durante un cuarto de siglo. Su centro estaba en Nueva Inglaterra, en la ciudad de Concord. Fue una reaccióncontra el racionalismo del siglo XVIII, contra la psicología de Locke y contra el unitarianismo. Este sucesor del calvinismo ortodoxo negaba, según lo define su nombre, la Trinidad, pero afirmaba la verdad histórica de los milagros obrados por Jesús. Sus fuentes fueron múltiples: el panteísmo hindú, las especulaciones neoplatónicas, los místicos persas, la teología visionaria de Swedenborg, el idealismo alemán y los escritos de Coleridge y de Carlyle. Heredó también la preocupación ética de los puritanos. Edwards había enseñado que Dios puede infundir una luz sobrenatural en el alma de los electos; Swedenborg y los cabalistas, que el mundo externo es un espejo del mundo espiritual. Tales ideas influyeron en los poetas y prosistas de Concord. La inmanencia de Dios en el universo fue acaso la doctrina central. Emerson repitió que no hay un ser que no sea un microcosmos, un mundo minúsculo. El alma del individuo se identifica con el alma del mundo, las leyes de la física se confunden con las leyes morales. Si en cada alma está Dios, toda autoridad externa desaparece. A cada hombre le basta su profunda y secreta divinidad. Emerson y Thoreau son ahora los nombres más conspicuos del movimiento, que influyó asimismo en Longfellow, en Melville y en Whitman. El más ilustre ejemplo individual del movimiento que estudiamos fue RALPH EMERSON (1803-82). Nació en Boston, hijo y nieto de pastores protestantes. Siguió el destino de sus mayores y, después de ordenarse, se hizo cargo de una iglesia unitaria en 1829. Ese mismo año se casó. En 1832, al cabo de una crisis espiritual, en la que sin duda influyó la muerte de su mujer y de sus hermanos, renunció al sacerdocio. Pensaba que «ya había pasado el día de una religión formal». Poco después hizo su primer viaje a Inglaterra. Conoció a Wordsworth, a Landor, a Coleridge y a Carlyle, de quien se creía entonces discípulo. En realidad, los dos eran esencialmente distintos. Emerson siempre se señaló como antiesclavista; Carlyle era partidario de la esclavitud. De vuelta a Boston, se dedicó a giras de conferencias que le hicieron conocer todo el país. La tribuna tomó el lugar del pulpito. Su fama fue extendiéndose, no sólo por América sino por Europa. Nietzsche escribió que se sentía tan cerca de Emerson que no se atrevía a elogiarlo; porque ello hubiera sido como si se elogiara a sí mismo. Fuera de algunos viajes, Emerson vivió siempre en Concord; en 1853 se casó por segunda vez. Murió el 27 de abril de 1882. Emerson escribió que nadie ha sido convencido jamás por un razonamiento (Arguments convince nobody) y que basta enunciar una verdad para que ésta se imponga. Esta convicción da a su obra un carácter discontinuo. Abunda en memorables sentencias, a veces llenas de sabiduría, que no proceden de la anterior ni preparan la que vendrá. Sus biógrafos refieren que antes de pronunciar una conferencia o de redactar un ensayo, acumulaba frases sueltas que ordenaba después, un poco al azar. Nuestra exposición del trascendentalismo resume sus doctrinas. Es curioso observar que el panteísmo, que lleva a los hindúes a la inacción, llevó a Emerson a predicar que no hay límites para lo que podemos hacer, ya que en el centro de cada uno de nosotros está la divinidad. «Debes saberlo todo, debes atreverte a todo.» La hospitalidad de su espíritu era asombrosa. Bástenos recordar los nombres de las seis conferencias que dictó en 1845: Platón o el filósofo, Swedenborg o el místico, Shakespeare o el poeta. Napoleón o el hombre de mundo, Goethe o el escritor, Montaigne o el escéptico. De los doce volúmenes de su obra, acaso el más curioso es el que incluye sus poemas. Emerson es un gran poeta intelectual. No le interesa Poe, a quien apodó, no sin desdén,the jingle man (el hombre del retintín). Traducimos el poema «Brahma»: «Si el rojo matador piensa que mata, o el muerto que lo han muerto, no conocen mis sutiles caminos; yo paso y vuelvo. Para mí lo remoto y lo olvidado están cerca, sombra y sol son lo mismo; los desvanecidos dioses están presentes, la vergüenza y la fama son iguales. Calculan mal quienes me omiten; si huyen de mí yo soy las alas; soy el que duda y soy la duda y soy el himno que canta el brahmán. Los fuertes dioses anhelan mi morada, en vano los sagrados siete la anhelan, pero tú, humilde amante del Bien, encuéntrame y da tu espalda al cielo.» El ensayista, naturalista y poeta HENRY DAVID THOREAU (1817-62) nació en Concord. En la Universidad de Harvard estudió griego y latín, también le interesaron el Oriente y la historia y hábitos de los pieles rojas. Quería bastarse a sí mismo; sin comprometerse a tareas de largo plazo, fue constructor de botes y de cercos y agrimensor. Dos años vivió en casa de Emerson, a quien se parecía físicamente. En 1845 se retiró a una choza en las orillas del solitario estanque de Walden. La lectura de los clásicos, la composición literaria y la precisa observación de la naturaleza ocuparon sus días. Le gustaba la soledad. En una de sus páginas leemos: «El hombre que encuentro suele ser menos instructivo que el silencio que rompe». Su más lacónica biografía ha sido trazada por Emerson. «Pocas vidas contienen tantas renunciaciones. No ejerció profesión alguna, no se casó, vivió solo, nunca fue a la iglesia, jamás votó, se negó a pagar impuestos, no comía carne, no probó el vino, no conoció el tabaco y, aunque naturalista, prescindió de trampas y fusiles. No tuvo tentaciones que vencer, no tuvo apetitos, carecía de pasiones, no le atrajeron las elegantes fruslerías.» Su obra comprende más de treinta volúmenes; el más famoso esWalden or life in the Woods(Walden o la vida en los bosques), publicado en 1854. En 1849, un año después de la aparición del Manifiesto Comunista de Marx, había publicado el ensayo «Desobediencia civil», que influiría en el pensamiento y el destino de Gandhi. Las primeras líneas afirman que el mejor gobierno es el que gobierna menos y mejor aún es el que no gobierna. Así como rechazaba la idea de un ejército permanente, rechazó la de un gobierno permanente. Creía que el gobierno estorbaba el desarrollo natural del pueblo americano. La única obligación que aceptaba era la de hacer en cada momento lo que le parecía más justo. Prefería obedecer al derecho y no a las leyes. Creía que la lectura de los diarios era superflua, ya que basta leer la noticia de un solo incendio, un solo crimen, para conocerlos todos. Le parecía inútil la acumulación de casos esencialmente idénticos. Dejó escrito: «Alguna vez perdí un lebrel, un bayo y una tórtola y todavía sigo buscándolos. He interrogado a muchos viajeros; uno había oído el ladrido del lebrel, otro el galope del caballo, otro había visto el vuelo de la tórtola, y todos compartían mi ansiedad». En estas palabras, inspiradas acaso por la memoria de alguna fábula oriental, sentimos la melancolía de Thoreau más que en sus versos. Los historiadores del anarquismo suelen omitir el nombre de Thoreau; esto acaso se debe a que su anarquismo, como casi toda su vida, fue de orden negativo y pacífico. Ahora un poco olvidado, HENRY WASDWORTH LONGFELLOW (1807-82) fue durante su vida el poeta más querido de América. Nació en Portland, Maine.Dictó la cátedra de Lenguas Vivas en la Universidad de Harvard. Su actividad mental era infatigable. Vertió al inglés a Jorge Manrique, al poeta sueco Elias Tegner, a trovadores provenzales y alemanes y anónimos cantores anglosajones. Versificó pasajes dela Historia de los reyes de Noruega, de Snorri Sturluson. A lo largo de los azarosos años de la Guerra de Secesión, consoló su espíritu ejecutando una de las mejores traducciones inglesas de laDivina comedia, enriquecida de curiosas notas. Escribió en hexámetros el extenso poemaEvangeline (1847) y, con el metro de la epopeya finlandesaKalevala, el Hiawatha, cuyos personajes son pieles rojas que presienten la llegada del hombre blanco. Muchas composiciones de su libroVoices of the Night (Voces de la noche) le valieron el afecto y admiración de sus contemporáneos y perduran aún en las antologías.Releídas ahora, nos dejan la impresión de que sólo les falta un último retoque. Lejos del trascendentalismo, HENRY TIMROD (1828-67) cantó las esperanzas, las victorias, las vicisitudes y la final derrota del Sur. Nació en Charleston, New Carolina. Era hijo de un encuadernador alemán; se alistó en las fuerzas confederadas, pero la tuberculosis le vedó el destino militar que anhelaba. En sus versos hay fuego y un sentido clásico de la forma. Murió a los treinta y ocho años. Whitman y Herman Melville Quienes pasan de la obra poética de Whitman a su biografía se sienten algo defraudados. Ello se debe a la circunstancia de que el nombre de Whitman corresponde realmente a dos personas: el modesto autor de la obra y su semidivino protagonista. Ya veremos la razón de esta dualidad. Empecemos por considerar al primero. De linaje inglés y holandés, WALTER WHITMAN (1819-92) nació en Long Island. Su padre era constructor de casas de madera, oficio que él también ejerció. Desde niño lo atrajeron la naturaleza y los libros. Así leyó Las mil y una noches, las obras de Shakespeare y, naturalmente, la Biblia. En 1823, su familia se había trasladado a Brooklyn. Whitman fue impresor, maestro de escuela, periodista y, a los veintiún años, director del Eagle, diario de Brooklyn, cargo que desempeñó con algún desgano. Lo perdió en 1847. Hasta entonces, su labor literaria había sido insignificante; sus biógrafos recuerdan una novela antialcoholista y unos versos mediocres. En 1848 viajó con su hermano a Nueva Orleans. Allí ocurrió algo. Hay quienes hablan de una experiencia amorosa; otros de una revelación que lo transformó hondamente. En 1855 publicó la primera edición deLeaves of Grass(Hojas de hierba), que constaba de doce poemas y que le valió una entusiasmada y justa carta de Emerson. A lo largo de su vida, Whitman publicó doce ediciones deLeaves of Grass, enriqueciéndolas cada vez con nuevas poesías. A partir de la tercera edición, que data de 1860, la obra incluyó composiciones cuya franqueza erótica, acaso jamás igualada, escandalizó a no pocos lectores. En una larga caminata, Emerson quiso disuadirlo; Whitman admitiría años después que las razones de su amigo eran irrefutables, pero no se dejó convencer. Durante la Guerra Civil, Whitman actuó como enfermero en los hospitales de sangre y aun en los campos de batalla. Se cuenta que su sola presencia calmaba los sufrimientos de los heridos. A principios de 1873 un ataque de parálisis lo postró. Hacia el 76 pudo viajar al Canadá y al Oeste, pero el 85 su salud volvió a decaer. Mientras tanto, su renombre se extendió por América y había llegado a Europa. Tuvo muchos discípulos, que anotaban sus menores palabras. Murió en Camden, pobre y famoso. Whitman se propuso una obra mesiánica, la epopeya de la democracia de América. El poeta de su predilección era Tennyson, pero su obra exigía, le pareció, un lenguaje distinto: el inglés oral de las calles americanas y de las fronteras. Intercaló además, en general de un modo incorrecto, palabras de las lenguas indígenas, del español y del francés, para que su epopeya abarcara todas las regiones del continente. En cuanto a la forma, rechazó el verso regular y la rima y optó por largas estrofas rítmicas, inspiradas por los salmos de la Escritura. En la épica anterior un solo héroe predominaba: Aquiles, Ulises, Eneas, Rolando o el Cid. Whitman resolvió, en cambio, que su héroe serían todos los hombres. Escribió así: Éstos son los pensamientos de todos los hombres en todas las épocas y países—no me son propios; si no son tan tuyos como míos, son nada o casi nada; sí no son el enigma y la solución del enigma, son nada; si no son tan cercanos como lejanos, son nada. Ésta es la hierba que crece donde hay tierra y hay agua; éste es el aire común que rodea la esfera. El Walt Whitman del libro es un personaje plural; es el autor y es a la vez cada uno de sus lectores, presentes o futuros. Así se justifican ciertas aparentes contradicciones; en un pasaje, Whitman nace en Long Island; en otro, en el Sur. «Partiendo de Paumanok» empieza con una biografía fantástica: el poeta refiere sus experiencias como minero, oficio que nunca ejerció, y el espectáculo de las manadas de bisontes en las praderas donde jamás estuvo. «Salut au monde» encierra una visión total del planeta, con el día y la noche simultáneos. Entre las muchas cosas que ve, está nuestra llanura: Veo al gaucho atravesando los llanos, veo al incomparable jinete de caballos arrojando el lazo, veo sobre las pampas la persecución de hacienda salvaje... Whitman cantó como desde una aurora; John Brown ha escrito que Whitman y sus continuadores representan la idea de que América es un nuevo acontecimiento que deben celebrar los poetas, en tanto que Edgar Allan Poe y los suyos la ven como una mera continuación de Europa. La historia de la literatura americana sería el incesante conflicto de esas dos concepciones. Como Mark Twain, como Jack London, como tantos otros escritores americanos, HERMAN MELVILLE (1819-91) llevó el tipo de vida aventurera que el sedentario Whitman soñó y que le fue negado por su destino. Nació en Nueva York. La bancarrota de su padre, de antiguo linaje escocés, dejó a Melville en la indigencia a los quince años. Fue sucesivamente empleado de banco, peón, maestro de escuela y, en 1839, grumete. Así empezó su larga amistad con el mar. En 1841 navegó en una ballenera por el Pacífico. Desertó en las Islas Marquesas, fue capturado por caníbales y convivió algún tiempo con ellos. Se casó en 1847 y se estableció en Nueva York. De esta ciudad pasó a una granja en Massachusetts. Ahí entabló amistad con Nathaniel Hawthorne, que influyó en la escritura de su obra capital, Moby Dick. Durante sus últimos treinta y cinco años fue empleado de aduana. La obra de Melville consta de libros de navegaciones y aventuras, de novelas fantásticas y satíricas, de poemas, cuentos y la prodigiosa novela simbólicaMoby Dick. Entre los cuentos recordaremos aBilly Budd, cuyo tema esencial es el conflicto de la justicia y de la ley; «Benito Cereno», que de algún modo prefiguraEl negro del ‘Narcissus’ de Conrad, y «Bartleby», cuyo ambiente coincide con el de ulteriores libros de Kafka. En el estilo de Moby Dick se advierte la influencia de Carlyle y de Shakespeare; hay capítulos concebidos como escenas de un drama. Abundan las frases inolvidables; en uno de los capítulos iniciales se habla de un predicador que se arrodilla en el pulpito y reza con tal devoción «que parecía un hombre arrodillado y rezando desde el fondo del mar». Moby Dick es el nombre de una ballena blanca, emblema del Mal, y la persecución insensata de esa ballena es el argumento de la obra. Es curioso observar que la ballena como símbolo del Demonio figura en un bestiario anglosajón del siglo IX y que el concepto de que la blancura es horrible constituye uno de los temas del Arthur Gordon Pymde Poe. Melville, en el texto mismo de la obra, niega que ésta sea una alegoría: la verdad es que podemos leerla en dos planos: como relato de hechos imaginarios y como símbolo. La importancia y la novedad profunda deMoby Dick no fueron inmediatamente reconocidas. En 1912, la Enciclopedia Británica no veía en ella otra cosa que una novela de aventuras. El lustro 1850-1855 es uno de los más significativos de las letras americanas. En 1850 aparecenLa letra escarlatade Hawthorne yHombres representativosde Emerson; en 1851,Moby Dick; en 1854,Waldende Thoreau, y en 1855,Hojas de hierbade Walt Whitman. El Oeste A medida que los Estados Unidos crecen hacia el poniente y el sur, a medida que la guerra de Méjico y la conquista del Oeste dilatan sus ya vastas fronteras, surge una nueva generación de escritores, del todo ajenos al puritanismo de Nueva Inglaterra o al trascendentalismo de Concord. Longfellow y Timrod pertenecen aún a la tradición de las letras británicas; los nuevos hombres cuyas voces nos llegan desde el Mississippi o las soledades de California ni siquiera tienen que rebelarse contra esa tradición. El primerofue SAMUEL LANGHORNE CLEMENS (1835-1910), que dio fama mundial a su pseudónimo Mark Twain. Clemens fue tipógrafo, periodista, piloto fluvial, subteniente de las fuerzas del Sur, buscador de oro en California, autor humorístico, conferenciante, director de un diario, novelista, editor, hombre de negocios, doctor honoris causa de universidades americanas e inglesas y, los últimos años de su vida, una celebridad. Nació en Florida, pequeña aldea de Missouri. La población era de cien almas; Mark Twain se jactó de haberla aumentado en uno por ciento, «cosa que muchos personajes insignes no hubieran podido hacer por su patria». Poco después, su familia se mudó a Hannibal a orillas del Mississippí. Durante su vida entera lo acompañaron la imagen y la nostalgia del río, que le inspiró sus mejores libros,Tom Sawyery Huckleberry Finn. A los veintiún años concibió el proyecto de explorar las fuentes del Amazonas, pero al llegar a Nueva Orleans, resolvió ser piloto del Mississippi. Esta época le reveló los más diversos tipos de humanidad; años después escribiría: «Cada vez que en la ficción o en la historia encuentro un personaje bien definido me intereso personalmente en él, porque ya nos conocemos, porque nos hemos encontrado en el río». En 1861 la Guerra de Secesión cerró la navegación fluvial; Mark Twain, al cabo de unos quince días de andanzas militares, acompañó a su hermano al Oeste. Hicieron la larga travesía en diligencia. En San Francisco de California, Brett Harte y el humorista Artemus Ward lo iniciaron en la literatura; desde entonces usó el pseudónimo de Mark Twain, que, en el lenguaje de los pilotos del río, significa dos brazas. En 1865, un breve relato, «The Celebrated Jumping Frog of Calaveras County» (La célebre rana saltarina del partido de Calaveras), le dio fama continental. Luego vendrían las giras de conferencias, los viajes por Europa, por Tierra Santa, por el Pacífico, los libros que se traducirían a todas las lenguas, el casamiento, el bienestar, los reveses económicos, la muerte de la mujer y de los hijos, el renombre, la soledad secreta y el pesimismo. Mark Twain fue para sus contemporáneos un humorista, un hombre cuyas menores ocurrencias eran divulgadas por el telégrafo de un confín a otro del planeta. Esas bromas, ahora, nos llegan un poco gastadas. Queda y quedará, sin embargo, Huckleberry Finn, de la que surgió, según Hemingway, toda la novela americana. El estilo es oral, los dos protagonistas, un chico travieso y un negro prófugo, navegan en una balsa, de noche, por las anchas aguas del Mississippi y nos muestran así la vida del Sur antes de la Guerra Civil. Movido por un sentimiento generoso que no acaba de comprender, el chico ayuda al esclavo, pero lo acosa el remordimiento de hacerse cómplice de la fuga de un hombre que es propiedad de una señorita del pueblo. De este gran libro, que abunda en admirables evocaciones de la mañana, de los atardeceres y de las pobres costas del río, han nacido, con el tiempo, otros dos cuyo esquema es el mismo:Kim (1901) de Kipling yDon Segundo Sombra(1926) de Ricardo Güiraldes. Se publicó en 1884; por primera vez un escritor de América usaba, sin afectación, el lenguaje de América. John Brown ha escrito: «Huckleberry Finn enseñó a hablar a toda la novela americana». El cometa de Halley brilló en el cielo cuando nació Mark Twain; éste predijo que no acabarían sus días hasta que volviera el cometa. Así ocurrió: en 1910 volvió la estrella y murió el hombre. El novelista Howell ha escrito: «Emerson, Longfellow y Holmes—los he conocido— se asemejaban unos a otros, pero Clemens era único, incomparable, el Lincoln de nuestra literatura». La vastedad de las desiertas regiones ganadas para los Estados Unidos en el Oeste obligó a sus pobladores a ejercer las más diversas actividades. Así BRETT HARTE (1836-1902), nacido en Albany, amigo y protector de Mark Twain, fue sucesivamente maestro de escuela, empleado de farmacia, minero, mensajero, tipógrafo, reportero, autor de cuentos cortos, colaborador regular delGolden Eray, a partir de 1868, director de la importante revistaOverland Monthly. En sus páginas aparecieron esas breves y patéticas obras maestras «The Luck of Roaring Camp» (La suerte de Roaring Camp), «The Outcasts of Poker Flat» (Los expulsados de Poker Flat), «Tennessee’s Partner» (El socio de Tennessee), que el autor reuniría bajo el título de The Californians Sketches(Bocetos californianos) y que fueron, acaso, una primera revelación del Oeste. Un poema humorístico,The Heathen Chinee(El chino pagano), lo hizo famoso desde el Pacífico al Atlántico. En 1878, a pedido suyo, fue nombrado cónsul en la ciudad de Crefeld, en Prusia, y luego en Glasgow. Sus últimos años los pasó en Londres. Brett Harte y Mark Twain, típicos escritores del Oeste, procedían de otras regiones; JOHN GRIFFITH LONDON (1876-1916), que tomó el nombre de Jack London, nació en San Francisco de California. Su destino no fue menos heterogéneo que el de los anteriores; conoció la pobreza, fue peón de granja, peón de estancia, vendedor de diarios, vagabundo, jefe de una pandilla y marinero. No fueron extrañas a su experiencia la mendicidad y la cárcel. Resolvió educarse; en tres meses dio las materias de dos años de estudio y entró en la Universidad de California. En 1897 ocurrió el descubrimiento de oro en Alaska. London se lanzó a la aventura y, en pleno invierno, atravesó el paso de Chilkoot. No halló el tesoro que buscaba y emprendió con dos compañeros la travesía del canal de Behring, en un bote abierto. Publicó en 1903 su novelaThe Call of the Wild(El llamado de la selva), de la que vendió un millón y medio de ejemplares. Es la historia de un perro que ha sido lobo y vuelve al fin a serlo. Un libro anterior, The God of His Fathers(El Dios de sus padres), no había logrado un éxito igual. Durante la guerra ruso-japonesa en 1904 fue enviado como corresponsal. Murió a los cuarenta años, dejando unos cincuenta volúmenes, de los que recordaremos aquíThe People of the Pit(La gente del abismo), para el cual exploró personalmente los bajos fondos de Londres,The Sea Wolf(El lobo de mar), cuyo protagonista es un capitán que predica y ejerce la violencia, yBefore Adam(Antes de Adán), novela prehistórica. Su narrador recobra en sueños fragmentarios los azarosos días que ha vivido en una encarnación anterior. Jack London escribió también admirables cuentos de aventureros y algunos relatos fantásticos, entre ellos «The Shadow and the Flash» (La sombra y el destello), que refiere la rivalidad y el duelo final de dos hombres invisibles. Su estilo corresponde a la realidad pero a una realidad recreada y exaltada por él. La vitalidad que animó su vida anima su obra, que seguirá atrayendo a las generaciones más jóvenes. FRANK NORRIS (1870-1902) nació en Chicago, pero su obra pertenece al Oeste. Se educó en San Francisco, estudió arte medieval en París y fue sucesivamente corresponsal de guerra en África del Sur y en Cuba. Sus primeros trabajos fueron románticos, pero a fines del siglo XIX se convirtió al naturalismo de Zola y publicó la novelaMc Teague(1899), cuyo escenario son los bajos fondos de San Francisco. Dejó inconclusa una trilogía cuyo protagonista es el trigo, desde su producción hasta las especulaciones de Bolsa y su exportación a Europa. A diferencia de su maestro, que se documentaba en bibliotecas, Frank Norris, antes de emprender la redacción de su triple novela, trabajó como peón en una chacra californiana. Creyó que ciertas fuerzas impersonales—el trigo, los ferrocarriles, la ley de la oferta y la demanda— son más importantes que el individuo y acaban por dominarlo, pero también creyó en la inmortalidad. Se lo considera precursor de Theodore Dreiser, a quien ayudó a publicar su primera novela,Sister Carrie. Tres poetas del siglo XIX La biografía de SIDNEY LANIER (1842-81) es menos memorable que su teoría poética y que el ejercicio de esa teoría. Nació en el Estado de Georgia, en Macon. Descendía de hugonotes y de escoceses. La música fue su primera pasión;en los últimos años de su vida se distinguió como flautista. En la Guerra Civil militó durante cuatro años en los ejércitos confederados y fue tomado prisionero por las fuerzas del Norte. Ya estaba tuberculoso; las privaciones del cautiverio, donde su único solaz fue la flauta, agravaron el mal. En una de sus cartas leemos: «Casi toda mi vida se ha reducido a poco más que a no morir». El magisterio, el derecho, la música, la compilación de libros románticos y el estudio de la poesía anglosajona, atarearon sus días. En 1879 dictó la cátedra de poesía inglesa en la Universidad de Johns Hopkins. Verlaine ha escrito:de la musique avant toute chose(ante todo la música), pero Sidney Lanier fue aún más lejos; afirmó que la música instrumental y la música del verso son fundamentalmente idénticas y aplicó a la segunda los métodos y las leyes de la primera. Declaró que en la prosodia lo importante es el tiempo, no el acento. A su preocupación musical unió una preocupación metafísica, que lo asemeja a ciertos poetas ingleses del siglo XVII. Lanier acusó a Whitman de confundir la cantidad con la calidad y escribió: «Whitman supone que porque las praderas son vastas, la orgía es admirable, y porque el Mississippi es extenso, todo americano es un dios». No alcanzó a ser un gran poeta; quizá la voluntad de escribir para ilustrar una teoría previa entorpeció su inspiración. Ha dejado estrofas hermosas. A sus tratados de prosodia debemos agregar la novela autobiográficaTigre-Lilies (1867) y un estudio sobre Shakespeare y sus precursores. JOHN GREENLEAF WHITTIER (1807-92) gozó, en su tiempo y en el Norte, de una popularidad casi igual a la del múltiple y erudito Longfellow. Nació en Haver Hill, Massachusetts. Perteneció, como sus padres, a aquella Sociedad de Amigos, comúnmente apodados cuáqueros, que, a partir del siglo XVII, se han negado al ejercicio de la violencia y sólo participan en la guerra como enfermeros, a veces en los campos de batalla. Fue lo que hoy llamaríamos un poeta comprometido; abogó en versos generalmente sonoros por la abolición de la esclavitud. Como sucede en tales casos, el triunfo de la causa auspiciada por él ha disminuido el interés de su obra. En las antologías sobrevive su extenso poemaSnow-Bound(Cercados por la nieve), que describe vividamente una nevada en Nueva Inglaterra. Whittier fue tan americano que pudo prescindir de americanismos. De EMILY DICKINSON (1830-86) es habitual afirmar que fue la última de los trascendentalistas. Nació en Massachusetts, en el pueblo de Amherst, donde pasaron casi todos sus días. Su padre era un puritano de la antigua escuela; Emily ha escrito que su corazón era «puro y terrible» y lo amó con una reverencia que excluía toda intimidad. Edward Dickinson era abogado; regalaba libros a su hija, con la curiosa recomendación de no leerlos, para que no inquietaran su espíritu. La teocracia puritana ya no existía, pero había legado a sus descendientes un estilo de vida, un hábito de rigor y de soledad. A los veintitrés años, durante una breve visita a Washington, conoció a un joven predicador; instantáneamente se enamoraron, pero Emily, al saber que estaba casado, no quiso verlo más y volvió a su pueblo. Era bonita y no dejó de ser sonriente; buscó refugio en las amistades epistolares, en el diálogo con personas de su familia, en la lectura fiel de unos pocos libros—Keats, Shakespeare, la Escritura—, en largas caminatas campestres acompañada por su perro Carlo y en la composición de breves poemas, de los que dejaría unos mil, y cuya publicación no le interesó. Alguna vez pasó años enteros sin cruzar el umbral de su casa. En una carta escribe: «Usted pregunta por mis compañeros. Colinas, señor, la puesta del sol y un perro de mi mismo tamaño, que me compró mi padre. Valen más que seres humanos, porque saben pero no cuentan y el ruido del remanso a mediodía es más sonoro que mi piano». En otra: «No tengo retrato, pero soy menuda como un pájaro y mi pelo brilla como las castañas, y mis ojos son del color del jerez que el invitado deja en la copa». Pese a diferencias notorias, la obra poética de Emerson y la de Emily Dickinson son afines. No debemos atribuir esa afinidad a un influjo directo del primero sino al compartido ambiente puritano. Ambos fueron poetas intelectuales, ambos desdeñaron o descuidaron la dulzura del verso. La inteligencia de Emerson fue más lúcida; la sensibilidad de Emily Dickinson, quizá más fina. Los dos abundan en palabras abstractas. Una labor que abarca mil piezas y que no se escribió para la imprenta adolece fatalmente de desniveles, pero en sus mejores páginas se conjugan la pasión mística y el ingenio como en aquellos poetas ingleses del siglo XVII que Johnson apodó metafísicos y que corresponden, de algún modo, a los conceptistas de España. Emily puede tomar un lugar común—por ejemplo, la idea de que el Hombre es polvo— y trasmutarlo en delicada poesía. Escribe así:This quiet dust was gentlemen and ladies (Este tranquilo polvo fue caballeros y señoras). En otra poesía declara que sólo quien ha sido derrotado conoce la victoria. En otra, que traducimos literalmente: «Las únicas noticias que tengo son boletines que todo el día me llegan de la Inmortalidad. Los únicos espectáculos que veo mañana y hoy, tal vez la Eternidad. A nadie encuentro sino a Dios, la única calle, la existencia; cuando la haya recorrido, si otras noticias hay o algún admirable espectáculo, ya te lo contaré». Además del episodio amoroso que mencionamos, habrá habido otro, ya que escribió: «Antes de morir he muerto dos veces; falta ver si la Eternidad me depara un tercer acontecimiento, tan vasto y tan inconcebible como lo ocurrido dos veces. La despedida es todo lo que sabemos del cielo y todo lo que necesitamos del infierno». Los narradores WILLIAM SIDNEY PORTER (1862-1910), cuyo nombre para la fama es O. Henry, nació en Carolina del Norte, en Greensboro. Fue dependiente de farmacia y luego periodista; como don Juan Manuel de Rosas, leyó el diccionario desde la primera página hasta la última, creyendo acaso adquirir la suma de los conocimientos. Hacia 1895, era cajero del Banco de Texas, en Austin; acusado de haber cometido un desfalco, huyó a Honduras, de donde volvió cuando supo que su mujer estaba muriéndose. Vio su agonía y padeció tres años de cárcel. Edgar Allan Poe había sostenido que todo cuento debe redactarse en función de su desenlace; O. Henry exageró esta doctrina y llegó así al trick story, al relato en cuya línea final acecha una sorpresa. Tal procedimiento, a la larga, tiene algo de mecánico; O. Henry nos ha dejado, sin embargo, más de una breve y patética obra maestra como «The Gift of the Magi» (El regalo de los Reyes Magos), incluida en la serieThe Four Million(1906). Su obra, que comprende varias novelas y un centenar de cuentos, es espejo de una Nueva York perdida en la nostalgia y de un Oeste de viejos aventureros. Las novelas, cuentos y piezas dramáticas de EDNA FERBER (1887-1968), que nació en Kalamazoo, Michigan, deliberadamente constituyen una larga epopeya de los Estados Unidos y abarcan sucesivas generaciones y diversas comarcas. Los personajes de Show Boat(1926) son tahúres y actores trashumantes del Mississippi;Cimarrón (1930) nos cuenta de manera romántica la conquista del Oeste;American Beauty (1931), las vicisitudes de un grupo de inmigrantes polacos;Come and Get It(Ven y llévalo), la industria forestal en Wisconsin;Saratoga Trunk(El baúl de Saratoga) (1941), las recíprocas intrigas de aventureros en la estación termal de Saratoga;Giant (Gigante) (1950), el crecimiento de Texas. Gran parte de su obra ha sido llevada al cinematógrafo. El joven escritor STEPHEN CRANE (1871-1900) nació en Newark, New Jersey. Contemporáneo y amigo de Wells, que lo recuerda con admiración en su autobiografía, ha dejado, por lo menos, dos breves obras maestras: el relato «The Open Boat» (El bote abierto) y la novelaThe Red Badge of Courage(La roja insignia del valor). El tema de esta última es la Guerra de Secesión, vivida por un reclutaque no sabe si es cobarde o valiente hasta que los hechos lo han puesto a prueba. La soledad de cada soldado durante la batalla, su total ignorancia de la estrategia que dirige la acción, sus vaivenes de coraje y miedo, su estupor al comprobar el poco tiempo que ha durado una carga de infantería, que le ha parecido interminable, y el escaso terreno que ha conquistado, «el valiente sueño de hombres cansados», son algunas de las muchas cosas que encierra este vivido libro. Su único pecado es acaso algún exceso de metáforas. Crane fue periodista en Méjico y corresponsal de guerra en Grecia y en Cuba. Murió en Alemania, tuberculoso. Los doce volúmenes de su obra incluyen dos de versos:The Black Riders(Jinetes negros) yWar is Kind(La guerra es bondadosa). El influjo de Crane ha sido advertido en ciertos hábitos estilísticos de THEODORE DREISER (1871-1945), pero este influjo es accidental Crane es vivido y breve y propende a lo epigramático; Dreiser logra su efecto, que sin duda es considerable, por insistencia, por acumulación y volumen. El primero imaginó la realidad; el último nos deja la impresión de haberla estudiado. Hijo de inmigrantes alemanes, austeramente religiosos, Dreiser nació en Terre Haute, Indiana. La penuria de sus primeros años lo llevó a anhelar la opulencia y el poder que ésta da, anhelo que define al protagonista de las novelasThe Financier, The Titany The Stoic. Ejerció el periodismo en diversas regiones del país. La o lectura de Balzac, de Spencer y de Huxley lo hizo concebir la existencia como un dramático pero insensato conflicto de vastas energías. En 1900 publicó la novelaSister Carrie, que fue retirada de la circulación. Este ingrato episodio y la hostilidad e incomprensión de la crítica agriaron su carácter. Sus obras ulteriores— Jennie Gerhardt, The Genius(El genio), The Bulwark(El baluarte),An American Tragedy(Una tragedia americana)— acentúan el realismo de las primeras y manifiestan un creciente desdén por la belleza, y aun por la corrección del estilo. Creyó que dada la caótica índole del universo, toda satisfacción moral es imposible y que tenemos el deber de ser ricos o de tratar de serlo. Su obra ilustra esta idea con desesperada y poderosa sinceridad. Hacia 1927 se convirtió al comunismo y visitó a Rusia. Pese a la dureza y violencia de sus doctrinas, hubo en él un fondo romántico. El industrial SHERWOOD ANDERSON (1876-1941) descubrió su vocación literaria tardíamente, casi a los cuarenta años. Nació en Camden, Ohio, que le inspiraría lo más perdurable de su obra. Sirvió como soldado en la guerra de Cuba. Hacia 1915 se estableció en Chicago, que comenzaba entonces a ser un centro literario. Bajo el influjo del poeta Carl Sandburg compuso su primera novela,Windy McPherson’s Son, cuyo tema, el hombre insatisfecho que, evadiéndose de su medio, busca la verdad, es el de toda su obra ulterior y refleja su propio destino. Un crítico inglés ha observado que Sherwood Anderson piensa por medio de episodios, reales o imaginados; ello explicaría por qué sus cuentos son, en general, superiores a sus novelas. La serie de relatos tituladaWinesburg, Ohio(1919), sigue siendo su obra capital, pese a lo desparejo de ciertas páginas. Se casó cuatro veces; durante muchos años fue simultáneamente director del diario republicano y del diario democrático de Marión, en Virginia. Hacia 1930, fecha en que le otorgaron el premio Nobel. SINCLAIR LEWIS (1885- 1951) fue el novelista más famoso de su país. Nació en Sauk Center, Minnesota. En su dilatada labor abunda lo satírico; no faltaron quienes sospecharan que el premio de la Academia de Suecia era menos en su favor que contra la sociedad por él fustigada. En 1926, Lewis había rechazado el premio Pulitzer. Sin dejar de ser muy humanos y de abundar en verosímiles contradicciones, los protagonistas de su obra son también arquetipos. Babbitt es el hombre de negocios que vive entre amistades y afectos más o menos convencionales y a quien está acosando la soledad; Elmer Gantry, el charlatán eclesiástico, inescrupuloso y rapaz, que oscila entre el cinismo y la hipocresía; Arrowsmith, el médico entregado a su profesión; Dodsworth, el hombre adinerado y cansado que quiere renovarse en Europa.Main Street(1920) describe el tedio de los días en un pueblo perdido de la vasta llanura agrícola del Oeste. Lewis fue socialista; hacia 1906 participó en la colonia utópica de Helicón Home. fundada por Upton Sinclair. Antes de abordar la novela de carácter realista, ensayó el teatro, el periodismo y las ficciones románticas. Individualista al principio, socialista después y esencial e irreparablemente nihilista. JOHN DOS PASSOS (1896-1970), de quien Jean-Paul Sartre escribió que era el mayor escritor de nuestro tiempo, nació en Chicago, de origen portugués y americano. Estudió en Harvard, fue soldado durante la Primera Guerra Mundial y luego corresponsal de guerra en España. Recorrió a Francia, Méjico y el Cercano Oriente. Su obra es multitudinaria, vertiginosa y de algún modo anónima. Los personajes cuentan menos que las muchedumbres que los rodean; los sentimientos íntimos del autor están relegados a esa sección titulada por él lacámara obscuray los abruman las circunstancias ajenas. Según el juicio unánime de la crítica, su obra capital es la trilogía de Estados Unidos, que deja una impresión final de tristeza y de inutilidad, ya que adolece de falta de pasión y de fe. Dos Passos ha llevado a la novela los procedimientos tipográficos del periódico y también su carácter misceláneo y superficial. Menos importante que su prosa son sus ensayos dramáticos y su poesía. No sabemos si su labor perdurará, pero su importancia técnica es innegable. En este capítulo hemos hablado de escritores de indiscutible talento; arribamos ahora a un hombre de genio, si bien de genio deliberado y casi perversamente caótico: WILLIAM FAULKNER (1897-1964). Nació en Oxford, Mississippii; en su vasta obra, la provinciana y polvorienta ciudad, cercada por rancheríos depoor whites(blancos pobres) y de negros, es el centro de una nación que ha recibido el nombre de Yoknapatawpha, de presunta raíz indígena. Durante la Primera Guerra Mundial, Faulkner se alistó en la Real Fuerza Aérea del Canadá; después fue poeta, periodista en publicaciones de Nueva Orleans y autor de famosas novelas y de guiones cinematográficos. El año 1950 le fue acordado el premio Nobel. Como el hoy olvidado Henry Timrod, Faulkner representa en las letras americanas aquel Sur agrario y feudal que al fin de tantos sacrificios y de tanto coraje sucumbió en la Guerra Civil, la más encarnizada y sangrienta del siglo XIX, sin exceptuar las campañas napoleónicas y la guerra franco-prusiana. A Timrod le fueron deparadas las iniciales esperanzas y las iniciales Victorias; Faulkner describe de un modo épico la desintegración del Sur, a lo largo de muchas generaciones. El ímpetu alucinatorio de Faulkner suele no ser indigno de Shakespeare. Un reproche fundamental cabe hacerle. Diríase que Faulkner considera que a este laberíntico mundo corresponde una técnica literaria no menos laberíntica. Salvo en el caso deSanctuary(1931), la historia, siempre atroz, no nos es referida directamente; debemos descifrarla y presentirla a través de sinuosos monólogos interiores según el incómodomodus operandidel capítulo final delUlisesde Joyce. Así, en The Sound and the Fury(El sonido y la furia) (1929), la degeneración y la tragedia de la familia Compson está dada en la lenta y alusiva enumeración de cuatro horas distintas que reflejan lo que sienten, ven y recuerdan tres de los personajes, uno de ellos idiota. Otras novelas capitales de Faulkner sonAs I Lay Dying(Mientras yo agonizaba) (1930),Light in August(Luz de agosto) (1930),Absalom, Absalom!(1936),Intruder in the Dust(Intruso en el polvo) (1948). Hijo de un médico rural de Illinois, ERNEST HEMINGWAY (1898-1961) nació en Oak Park, Illinois. En su infancia, influyeron las largas vacaciones a orillas del lago Michigan y sus bosques. Compartió con su padre los placeres dela caza y de la pesca. Se negó a estudiar medicina y fue periodista antes de alistarse como soldado en el ejército italiano durante la Primera Guerra Mundial. Fue gravemente herido y recibió la Cruz de Guerra. Hacia 1921 se estableció en París, donde se hizo amigo de Gertrude Stein, de Ezra Pound, de Ford Madox Ford y de Sherwood Anderson, a quien parodió en la novelaThe Torrents of Spring(Torrentes de primavera) (1926). Ese mismo año,The Sun Also Rises(También sale el sol) lo reveló como uno de los primeros escritores de su generación. En 1929, publicóA Farewell to Arms(Adiós a las armas). Fue corresponsal de guerra en el Cercano Oriente y en España, y cazador de leones en África. Estas diversas experiencias se reflejan en su obra. No las buscó movido por fines literarios: le interesaron íntimamente. En 1954 la Academia de Suecia le otorgó el premio Nobel de literatura, por exaltación de las virtudes más heroicas del hombre. Acosado por la incapacidad de seguir escribiendo y por la locura, se dio muerte al salir del sanatorio, en 1961. Le dolía haber dedicado su vida a aventuras físicas y no al solo y puro ejercicio de la inteligencia. Three Stories and Ten Poems(Tres cuentos y diez poemas) de 1923, yin our time(en nuestro tiempo) de 1924, corresponden a recuerdos de su niñez en los bosques de Michigan; The Sun Also Rises, a los años de bohemia de París; los catorce relatos de Men Without Women(Hombres sin mujeres), de 1927, al coraje de toreros, boxeadores y «gangsters»; la novelaA Farewell to Arms, a sus campañas en Italia y a la desilusión de la posguerra;Death in the Afternoon(Muerte al atardecer), de 1932, a la tauromaquia y al concepto de la muerte; los catorce relatos deWinner Take Nothing(El ganador no cobra nada), de 1933, a su nihilismo. EnGreen Hills of Africa(Las verdes colinas de África), de 1935, el análisis del arte de escribir alterna con observaciones que inspirarán después los relatos «The Snows of Kilimanjaro» (Las nieves de Kilimanjaro) y «The Short Happy Life of Francis Macomber» (La vida breve y feliz de Francis Macomber). A partir de 1937 busca afirmaciones morales y en 1940 publicaFor Whom the Bell Tolls (Por quién doblan las campanas), novela de la guerra civil española cuyo título procede de uno de los sermones de Donne.Across the River and Under the Trees (Cruzando el río y bajo los árboles), de 1950, narra el amor de dos personas de edades dispares; The Old Man and the Sea, la denodada y solitaria lucha de un hombre viejo con un pez. Hemingway, como Kipling, se veía a sí mismo como un craftsman, un escrupuloso artesano. Lo fundamental, para él, era justificarse ante la muerte con una tarea bien hecha. Los expatriados El primero y más ilustre de los expatriados fue HENRY JAMES (1843-1916), hermano menor del filósofo y psicólogo William James (1842-1910), que fundó el pragmatismo. El padre quería que sus hijos fueran, a la manera de los estoicos, ciudadanos del mundo y no formaran hábitos prematuros de conducta o de pensamiento. No creía en las escuelas y universidades; por lo tanto, William y Henry fueron educados en Italia, Alemania, Suiza, Inglaterra y Francia por preceptores particulares, siguiendo los cursos que les interesaban. Hacia 1875, al cabo de breves estudios jurídicos en Harvard, Henry partió definitivamente de Nueva Inglaterra y se fijó en Europa. En 1871 había publicado su primera novela,Watch and Ward; en 1877,The American, cuyo protagonista, hondamente agraviado, renuncia en el capítulo final a una fácil venganza. James reescribió esa obra; en una versión, el acto se debe a la nobleza del carácter del héroe; en la otra, al sentimiento de que la venganza sería un eslabón que lo ataría aún más a sus enemigos, que ha resuelto olvidar. Henry James fue amigo personal de Flaubert, Daudet, Maupassant, Turgueniev, Wells, Kipling. A principios de nuestro siglo su situación y era curiosa; todos lo alababan, todos lo llamaban maestro y nadie lo leía. Harto de la fama, anhelaba la popularidad y la buscó en la redacción de piezas de teatro, con adversa fortuna. En 1915 adoptó la ciudadanía británica para significar así su adhesión a la causa de los aliados, ya que los Estados Unidos no habían entrado aún en la guerra. Había nacido en Nueva York; sus cenizas descansan en un cementerio de Massachusetts. A diferencia de Emerson y de Whitman, James opinaba, bajo el influjo de Flaubert, que una civilización antigua y compleja es indispensable para el ejercicio del arte. Creía que el americano era moralmente superior al europeo, pero intelectualmente más simple. El tema de sus primeras obras (a una de las cuales nos hemos referido) es el contraste de ambos tipos humanos. Lambert Strether, protagonista puritano de la novelaThe Ambassadors (1903), emprende un viaje a París para salvar de su corrupción al joven Chad, a pedido de su madre viuda, Mrs. Newsome, a quien discretamente festeja. Acaba por rendirse al encanto de aquella ciudad y por comprender que ha vivido en vano. Vuelve a América sin embargo, incapaz de vivir plenamente y olvidar su pasado. Harto distinta es la novelaWhat Maisie Knew(Lo que supo Maisie), de 1897, que nos deja entrever un conjunto de hechos abominables a través de la mente de una niñita que los refiere y no los sospecha. Los relatos de James son no menos densos que las novelas y de harto más interesante lectura. El más famoso, «The Turn of the Screw» (Otra vuelta de tuerca), es deliberadamente ambiguo y está lleno de horror sutil; ha suscitado tres interpretaciones, todas justificadas por el texto. «The Jolly Corner» (La alegre esquina) es la historia de un americano que vuelve al cabo de los años a su casa de Nueva York. La recorre y persigue en la penumbra a una forma humana que huye. Esa forma doliente y mutilada y parecida a él es el hombre que él mismo hubiera sido, de haber permanecido en América. «The Figure in the Carpet» (El dibujo en la alfombra) refiere el caso de un novelista en cuya vasta obra hay un propósito central, invisible al principio, como el dibujo de una intrincada alfombra persa; el escritor muere y un grupo de críticos dedican su vida a descubrir esa forma secreta que nunca encontrarán. En «The Lesson of the Master» (La lección del maestro) aparece también un gran novelista; éste disuade a su secretario de casarse con una joven heredera australiana porque esa unión puede alejarlo de la obra que debe realizar. El secretario asiente, el maestro se casa con la australiana y no se sabe si el consejo ha sido o no sincero. «The Tree of Knowledge» (El árbol de la ciencia) es la historia de un hombre que se dedica a impedir que el hijo de un amigo, escultor, se dé cuenta de la extraordinaria mediocridad de su padre, que ha muerto; en el último párrafo se revela que el hijo siempre ha desdeñado su obra. Es sintomático de James que en «The Great Good Place» (El gran lugar bueno) nos muestre el paraíso bajo la forma de un sanatorio costoso; evidentemente era incapaz de concebir otra felicidad. En «The Private Life» (La vida privada) hay dos protagonistas: uno es un personaje que cuando no está presidiendo un congreso o recibiendo delegaciones o pronunciando un elocuente discurso, desaparece totalmente porque no es nadie; el otro es un poeta que lleva una activa vida social y, sin embargo,produce una obra considerable. El narrador descubre que el poeta ha dominado el arte de estar, como Pitágoras, en dos sitios a un tiempo. Asiste a una fiesta y mientras tanto está en su habitación escribiendo. De las perplejidades del americano en Europa. James pasó al tema de la perplejidad humana en el universo. Descreyó de una solución ética, filosófica o religiosa de los problemas esenciales; su mundo ya es el inexplicable mundo de Kafka. Pese a los escrúpulos y delicadas complejidades de James su obra adolece de un defecto capital: la ausencia de vida. GERTRUDE STEIN (1874-1946) es quizá menos importante por su obra, ilegible a veces y cuidadosamente obscura, que por su influjo personal y sus curiosas teorías literarias. Nació
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