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Vol. 1, núm 2, juliol, pp. 29-49 Disjuntiva-Crítica de les Ciències Socials 
eISSN: 2659-7071 Instituto Universitario de Estudios Sociales de América Latina 
https://doi.org/10.14198/DISJUNTIVA2020.1.2.3 Universitat d’Alacant/Universidad de Alicante 
Fecha de recepción: 21-10-2019 Fecha de aceptación: 10-12-2019 Fecha de publicación: 2-7-2020 
 
Cita bibliogràfica: Massé Magaña, Mariel V., Vargas Martínez, Elva E., Palafox Muñoz, Alejandro & Zizumbo Villarreal, 
Lilia (2020). Hacia el estudio de megaproyectos turísticos desde la perspectiva de la desterritorialización. Disjuntiva, 1(2), 29-
49. https://doi.org/10.14198/DISJUNTIVA2020.1.2.3 
 
Hacia el estudio de megaproyectos turísticos desde la perspectiva de la 
desterritorialización 
Heading the study of tourist megaprojects from the perspective of 
deterritorialization 
 
Mariel Verónica Massé Magaña (Universidad Autónoma del Estado de México) 
Elva Esther Vargas Martínez (Universidad Autónoma del Estado de México) 
Alejandro Palafox Muñoz (Universidad de Quintana Roo) 
Lilia Zizumbo Villarreal (Universidad Autónoma del Estado de México) 
 
Resumen: El capital requiere de nuevos espacios para la preproducción del turismo. La producción 
primaria es objeto de nuevas fuentes económicas, donde territorios rurales son incorporados a la 
dinámica productiva de desarrollo urbano. Se analiza, el modelo turístico a partir de una política 
internacional adoptada por el Estado mediante tres dinámicas: penetración, desterritorialización y 
acumulación, y su interrelación entre este, el capital turístico y el territorio. Lo anterior permite analizar 
el modelo turístico hegemónico basado en la creación de megaproyectos, donde las condiciones 
territoriales son propicias para lograr la acumulación de capital. 
Palabras clave: Turismo de sol y playa; Estado; despojo, dinámicas capitalistas. 
 
Abstract: Capital requires new spaces for the preproduction of tourism. Primary production is subject to 
new economic sources, where rural territories are incorporated into the productive dynamics of urban 
development. The tourist model is analyzed from an international policy adopted by the State through 
three dynamics: penetration, deterritorialization and accumulation, and their interrelation between this, 
the tourist capital and the territory. This allows us to analyze the hegemonic tourism model based on the 
creation of megaprojects, where the territorial conditions are propitious to achieve the accumulation of 
capital. 
Keywords: Tourism of sand and sea; State; dispossession; capitalist dynamics. 
 
M.V. Massé: https://orcid.org/0000-0001-8535-9482 E.E. Vargas: https://orcid.org/0000-0003-2657-2691 
A. Palafox: https://orcid.org/0000-0003-3988-9428 L. Zizumbo: https://orcid.org/0000-0003-0639-5499 
Correo electrónico de correspondencia: mari.masse@hotmail.com (Mariel V. Massé). 
DISJUNTIVA-Crítica de les Ciències Socials, volum 1 núm. 2 
 
30 
Licencia: este trabajo está sujeto a una licencia de Reconcimiento 4.0 Internacional de Creative Commons (CC 
BY 4.0). 
 
https://creativecommons.org/licenses/by/4.0/deed.es 
© Mariel Verónica Massé Magaña, Elva Esther Vargas Martínez, Alejandro Palafox Muñoz & Lilia Zizumbo 
Villarreal 
 
1. Introducción 
Actualmente en México existen numerosos tipos de desterritorialización efectuados por el 
Estado para responder a las exigencias y la presión del capital internacional por expandirse 
hacia espacios anteriormente no susceptibles para la acumulación y establecer megaproyectos 
de distintos tipos (infraestructura vial, inmobiliaria, hidráulica, energética o turística), causando 
serias afectaciones a comunidades rurales en distintos ámbitos. 
En la primera parte de este trabajo se busca explicar cómo el sistema económico dominante 
busca nuevas formas de continuar su expansión y acumulación capitalista. En el turismo, 
encuentra la forma idónea para la maximización de ganancias bajo una política internacional 
que promueve un modelo hegemónico, sobre todo, en áreas geográficas con alto valor 
paisajístico, por lo que el territorio es adquirido por capitales privados en respuesta a las 
políticas de Estado vinculadas a la transformación del paisaje en megaproyectos de índole 
turística. 
El segundo apartado aborda la postura del Estado como un actor social. Su conformación ha 
correspondido con el proceso de cambio en las relaciones sociales, fundamentadas en los 
principios del actual sistema capitalista. Es decir, por un lado, resulta ser un instrumento para la 
reproducción de una economía basada en la propiedad privada, la acumulación de capital, el 
despliegue de los mercados y el abandono de las demandas sociales a través de un pacto Estado-
corporaciones (Portilla, 2005). Por otra parte, es reflejo de las relaciones sociales no sólo 
capitalistas sino de confrontación, contradicción y antagonismos de clase; por lo que no es 
posible limitar al Estado como ente autónomo de las decisiones públicas o simple instrumento 
político para la definición de ciertos intereses. 
Posteriormente se explica cómo el territorio involucra una serie de aspectos en los que 
participan distintos actores sociales, en este caso el capital, cuyo interés se despliega sobre 
nuevos territorios; el Estado cuya capacidad radica en el establecimiento de políticas externas; y 
las sociedades subsumidas por las relaciones entre ambos. La tierra puede o no tener un 
significado social dependiendo del contexto histórico-simbólico y el tipo de relaciones sociales 
que ahí se den. Se destacan dos contextualizaciones sobre éste, para unos, lugar de reproducción 
de vida, cuyos principios son la organización social, identidad y pertenencia; para otros, una 
mercancía susceptible de generar plusvalía. 
Como cuarto apartado, se analiza el proceso de desterritorialización –o aquella forma de 
despojo– entendida por Haesbaert (2011) como la separación de los productores de sus medios 
Hacia el estudio de megaproyectos turísticos… / M.V. Massé, E.E. Vargas, A. Palafox, L. Zizumbo 
 
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de producción, apropiándose de éstos para su mercantilización. Las repercusiones de ello se 
reflejan en tres ámbitos: político, económico y cultural. 
Finalmente, se analiza la interrelación entre el capital-turístico, el Estado y el territorio en tres 
momentos distintos: penetración, desterritorialización y acumulación. Es decir, cómo a través de 
la relación Estado-corporaciones dentro del proceso de penetración, se conforman las bases 
estructurales (marcos normativo-jurídicos, instituciones, imaginarios e ideologías y la 
administración pública) que permitan definir el rumbo de nuevas actividades productivas, en 
este caso el turismo dentro del sector servicios. El proceso de desterritorialización se entiende 
como la materialización de las disposiciones en el proceso de penetración, que afectará al 
territorio en su conjunto, tanto física como socialmente. Finalmente, la acumulación representa 
la etapa operativa de los megaproyectos turísticos como un modelo hegemónico, basado en la 
búsqueda de la reproducción ampliada de capital, la mercantilización del territorio y la 
subordinación de poblaciones locales como principios fundamentales del sistema económico-
político dominante. 
2. Expansión y acumulación capitalista a través del turismo 
El modo de producción capitalista ha encontrado en el turismo la estrategia para lograr la 
maximización de ganancias, obtención de plusvalía, expansión, liberalización arancelaria y 
monopolio de los mercados a través de la globalización. Desde la década de los años sesenta, el 
turismo ha sido reconocido dentro del ámbito económico mundial por su capacidad 
capitalizadora, a partir del desplazamiento de personas y el intercambio de divisas, hecho que 
cumple con el fin de la acumulación y reproducción ampliada del capital (Lanfant, 1980). Ello, 
sentó las bases para la definición de un modelo turístico hegemónico, es decir, el hotelero-
inmobiliario, del cual se haráreferencia con los denominados megaproyectos turísticos. Estos, 
bajo un contexto industrializado, persiguen la captación de una demanda de mercado turístico 
de alto poder adquisitivo, así como la centralización y maximización de los ingresos. 
Al ser un modelo de turismo basado en el sector inmobiliario, es indispensable: la obtención de 
tierras, la transformación y artificialización del paisaje hacia una rápida urbanización, así como 
la venta de residencias para posteriormente crear nuevos proyectos (Demajorovic, Aledo, Landi, 
y Mantonavi, 2011). Para ello, el Estado del territorio receptor de las inversiones establece las 
condiciones necesarias para la operacionalización de los complejos turísticos: bajos costos de 
producción de medios (tierra) y fuerzas productivas (mano de obra barata tanto para la 
construcción como para la operación de los servicios), así como el desarrollo urbano necesario, 
infraestructura de comunicaciones y servicios básicos. 
La inversión de infraestructura hotelera-inmobiliaria en el territorio adquirido por parte de 
empresas trasnacionales, por ejemplo, provenientes de países desarrollados con divisas como el 
dólar o el euro, en países subdesarrollados (Petras y Veltmeyer, 2001), genera ingresos a través 
de la renta de miles de cuartos de hotel y la especulación mediante el mercado de bienes raíces 
(González, Pérez y Rivera, 2008). De esta manera, los beneficios económicos son concentrados 
por los capitales de las empresas. En este sentido, la actividad turística es considerada una 
forma extractiva dentro de las actuales dinámicas de acumulación capitalista (Palafox, 2010; 
Palafox, Zizumbo y Arriaga, 2010). 
DISJUNTIVA-Crítica de les Ciències Socials, volum 1 núm. 2 
 
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Sin embargo, a partir de la globalización se ha visto un beneficio desigual para quienes de 
forma directa o indirecta se ven involucrados en ella, además de las repercusiones socio-
ecológicas alcanzadas. Por tanto, el propósito del turismo bajo este contexto es imponerse en los 
países periféricos para explotar sus bienes naturales y humanos para la maximización de 
ganancias, y no, el aprovechamiento sustentable para el mejoramiento de la calidad de vida de 
las poblaciones locales como se promueve en los discursos institucionales (Córdoba y García, 
2003). 
Al ser el desplazamiento de personas el motivo fundamental para el turismo, México se coloca 
en la punta de generación de infraestructura e Inversión Extranjera Directa (IED) para el 
desarrollo de proyectos turísticos encaminados a la captación de visitantes, provocando una 
disminución de los ecosistemas y comunidades rurales. Es decir, se busca la apropiación del 
territorio para transformarlo y adecuarlo a Grupos Turísticos Internacionales (GTI), los cuales 
logran insertarse en las zonas naturales y culturalmente ricas para la creación de atractivos 
turísticos (Palafox, Zizumbo y Arriaga, 2010). 
De esta manera, los servicios turísticos constituyen una forma de capital productivo, una 
industria y el rubro más grande en el comercio internacional de servicios, porque el capital 
invertido en el turismo está dirigido a la acumulación ampliada de ganancias (Cordero, 2006). Y 
siendo el Estado, el filtro para la materialización de la política turística internacional, resulta 
necesario establecer un referente teórico sobre este, el territorio y la desterritorialización, que 
ayuden a comprender la acumulación a partir de la actividad turística. 
3. El rol del Estado en la acumulación 
El carácter social de los seres humanos se refleja en las denominadas formas sociales, es decir, 
interrelaciones de manera desfigurada y no reconocible, a través de las cuales es posible la 
sociabilidad en las condiciones económicas imperantes, las cuales se manifiestan de manera 
cosificada. Las formas sociales básicas dentro del capitalismo son: el valor expresado en dinero 
y la política representada en el Estado (Hirsch, 2005). 
En este sentido, como forma de dominación se conforma un aparato de poder autónomo y 
centralizado, separado de la sociedad y de la economía, diferenciando política y economía como 
esferas funcionales de una sociedad capitalista que se sostiene y desarrolla materialmente con 
base en la producción privada, el trabajo asalariado y el intercambio de mercancías. Su 
coherencia está basada en la apropiación privada de los medios de producción, mediatizada por 
el mercado y el intercambio de plusvalor producido. En otras palabras, la revalorización del 
capital para lograr el enriquecimiento. 
La acumulación de capital determina de manera esencial las estructuras y desarrollos sociales, 
así como las condiciones de y la división del trabajo, el progreso tecnológico, entre otras. El 
hombre está sometido a dichas interrelaciones, las cuales no puede elegir libremente ni 
modificar mediante la acción individual directa, más bien, los roles sociales dentro de la 
estructura social condicionan de manera decisiva las posibilidades individuales de configurar y 
actuar. Por tanto, una comunidad política no puede establecerse de manera directa mientras la 
sociedad capitalista de mercado se rige por los propietarios tanto de los componentes para la 
producción, como de las mercancías. Por el contrario, son los antagonismos de clase, conflictos, 
Hacia el estudio de megaproyectos turísticos… / M.V. Massé, E.E. Vargas, A. Palafox, L. Zizumbo 
 
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disputas y luchas los que forman parte de sus características principales, ello hace poco posible 
que los individuos puedan tomar decisiones libres respecto de sí mismos. 
La participación del Estado favorece a la clase capitalista debido a la dominación de los medios 
y fuerzas productivas, cuyas acciones se ven controladas en cuanto a la existencia de un poder 
económico por encima de éste. Pero también participa como mediador entre las clases sociales 
(dominante y dominada), ya que es necesaria una cohesión social que evite dar pie a una lucha 
mayor en manos de las clases más vulnerables (Miliband, 1969). Entre sus funciones se 
encuentran dos roles importantes, por una parte, promover la acumulación de capital a través de 
la creación y sostenimiento de las condiciones necesarias, intentando ocultar su naturaleza 
capitalista y por otra representar los intereses sociales con un rostro humano. 
En el rol social de mediador, aparece como un árbitro neutral aparentemente autónomo de la 
lógica económica, en su búsqueda por garantizar la igualdad de derechos de todos los 
habitantes, pero despliega una legalidad que, en nombre de la igualdad, favorece a los 
poderosos, consagra el despojo y mantiene la desigualdad de la propiedad (Navarro, 2015). 
Contrario a la postura de un Estado autónomo con respecto a la economía, representa más bien 
la organización social y la concreción entre política y economía, como intermediario entre los 
distintos roles sociales cuya actuación prevalece en apoyo a las clases despóticas a partir de su 
capacidad de dominio y opresión mediante distintos aparatos estatales -policíaco, militar, 
educativo, administrativo (Míguez, 2010). 
Osorio (2014) considera al Estado como el único actor social que puede imponer intereses y 
proyectos privados como intereses y proyectos de la sociedad en general. Por otro lado, Roux 
(2005) afirma que el Estado es un tipo de corporativismo basado en la propia racionalidad 
mercantil capitalista, como forma de composición de la comunidad estatal con la peculiaridad 
de incorporar y reconocer derechos e intereses particulares en la constitución política del Estado 
y la vida pública. Es decir, que su racionalidad está basada sólo en la posibilidad de reproducir 
intereses privados, los cuales constituyen la comunidad estatal y ésta, a su vez, se reproduce 
preservando la existencia de dichos intereses. 
Así, el aparato estatal como forma particular deriva de la totalidad social capitalista, donde 
economía y política son formas específicas de relaciones de producción en mutua ilación.De 
esta forma, Estado y capital son formas inherentemente dinámicas de una relación social, en la 
cual se favorecen intereses particulares –privatización, liberalización del mercado y la 
reconversión del rol del Estado– para la generación de ganancias a cualquier medio, en 
beneficio de los máximos bloques económicos mundiales. Por lo anterior, se piensa que no 
existe tal autonomía estatal (Holloway, 1980). 
En este sentido, el papel del Estado está fundamentado en crear las condiciones generales de 
producción, aquellas que hacen posible la conexión entre las diversas unidades particulares de 
producción (Porto, 2001), y preparar el terreno para la expansión de capitales dentro y fuera del 
país, en su rol por mantener el orden social y asegurar las condiciones de acumulación 
capitalista (Panitch y Gindin, 2004). Por lo que, en relación estrecha con las políticas 
económicas internacionales, recurre a su función jurídico-política para implementar la 
dominación, a través de la creación de las condiciones materiales que permitan el desarrollo 
económico capitalista. Esto se vuelve legítimo, no sólo a través de estrategias de 
consentimiento, sino también mediante el uso de la fuerza pública o monopolio de la violencia 
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legítima. Lo anterior fragmenta las relaciones espacio-territorio y produce a su vez, una nueva 
forma de organización de la vida social: proletarios desposeídos y consumistas. 
En coincidencia con lo anterior, Altvater (1976) expone brevemente las áreas principales que 
determinan las funciones del Estado: a) la creación de condiciones generales para la producción; 
b) el sostenimiento del sistema legal; c) la regulación de conflictos entre trabajadores y 
capitalistas; y d) la expansión del capital nacional en el mercado mundial. Asimismo, son 
necesarias una serie de políticas encaminadas a la flexibilidad del trabajo (González y Palafox, 
2017), la privatización, desregulación y también de estándares ecológicos para la explotación de 
los bienes naturales en beneficio de la industria, los mercados y sus diversas ramas: minería, 
agroindustria, presas hidroeléctricas, parques eólicos, represas, infraestructura urbana, 
comunicaciones o turismo. De esta manera se asegura el orden público para proteger la 
propiedad privada de los medios productivos arrebatados a las mayorías y sectorizar los 
beneficios (Hernández, 2001). 
El proceso de globalización del capital dirigido a la apertura de las barreras comerciales ha 
influido en la eliminación de las murallas político-nacionales mediante cambios en la 
Superestructura a fin de contribuir a la transnacionalización de la economía global con fuertes 
intereses en los países periféricos por su privilegiada geografía. Estas reformas del Estado 
implican estrategias de estabilización y ajuste estructural a las cuales los gobiernos deben 
responder obligadamente producto muchas veces de la dependencia económica legitimada 
mediante acuerdos que con el paso de los años ha profundizado la brecha entre el subdesarrollo 
y desarrollo. La mundialización mediante la expansión de las políticas neoliberales tuvo como 
objetivo sentar las bases para la expansión y el dominio global de corporaciones trasnacionales 
por encima de los Estados-nación, obligándoles a conformar marcos jurídico-normativos, 
administrativos e institucionales. 
Esta nueva configuración del aparato estatal involucra la creación de organismos 
descentralizados estratégicos para representar un Estado legítimo no sólo política y 
jurídicamente sino territorial y multifacéticamente, pero en servicio a los distintos acuerdos con 
organismos financieros internacionales, corporaciones trasnacionales y grupos monopólicos. 
Además, aquellos han sido planificados de forma que puedan cumplir con los distintos 
requerimientos de los mercados mundiales y que han servido de puente para transformar no sólo 
la dinámica económica sino también política y hasta cultural. 
La importancia del aparato estatal radica en acciones que permitan el desarrollo de las 
exigencias de la globalización, la apertura comercial e instalación de mercados, permitir la libre 
circulación de capitales, resignificación y reordenación del territorio como mercancía, 
concesión de bienes nacionales, así como los procesos y relaciones sociales de dominación, 
segregación y exclusión de las poblaciones mediante políticas cada vez más flexibles. De esta 
manera, el rol del Estado favorece el desarrollo de un nuevo capitalismo más voraz, rápido y 
depredador. 
Con las políticas tanto de austeridad como de ajuste estructural que centran sus postulados en el 
libre mercado, así como la afirmación del individuo y la crítica al Estado benefactor, han 
surgido desigualdades sociales y ante estas, luchas, movimientos y resistencias contra la 
voracidad de un mundo casi trastocado en su totalidad, los cuales se abren paso en diversos 
conflictos socioambientales y disputas por la tierra y por la vida. Por citar, hasta febrero de 
2019, se han registrado 800 conflictos socioambientales generados por proyectos mineros y 
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energéticos (Zaramberg, 2019). Es importante mencionar que el Estado incluso ha retomado las 
formas de represión, autoritarismo, eliminación y violencia, mediante marcos jurídicos y 
regulaciones para la privatización y el despojo. De hecho, el conjunto de las formas de 
supremacía se presenta como una lucha del capital por negar los procesos sociales de 
insubordinación, por lo que resulta importante reconocer estos tipos de dominación (Dávalos, 
2014). 
Los requerimientos estructurales para la valorización del capital apelan a la representación 
estatal como instancia separada, autónoma y neutral de la lógica económica. Así, el Estado llega 
a tener “legalidad institucional” cuando se conforma de un andamiaje jurídico y administrativo 
donde las políticas son respaldadas jurídica e institucionalmente para dar fe y coherencia a las 
transformaciones económicas, sociales y políticas impuestas por las necesidades dinámicas de 
acumulación capitalista. 
Lo anterior lleva al “consenso y legitimidad” como formas en que el Estado actúa bajo el 
permanente intento de unificar una sociedad, inhibir la confrontación, suspender el conflicto e 
institucionalizar y domesticar la política (Roux, 2005). Ambos conceptos refieren directamente 
a los paradigmas del “progreso”, “desarrollo” y “modernización” como valores positivos de una 
modernidad en marcha, representados en este caso por el desarrollo de proyectos cuya misión es 
propagar sus beneficios entre las poblaciones aledañas a su zona de influencia. El “desarrollo”, 
particularmente, ha sido y quizá siga siendo una de las estrategias más potentes utilizadas por el 
capital para penetrar en los territorios (Barreda, 2011). 
En el sentido de una construcción de lealtades y producción de relaciones de incondicionalidad 
sobre una base de sometimiento y subordinación, se recurre a la “captura y cooptación”. Tanto 
el Estado como las empresas responsables, desarrollan programas sociales focalizados para 
contener las demandas sociales locales y generar apoyos para gobiernos y proyectos extractivos, 
“… el papel de la redistribución por medio de programas sociales de compensación focalizados, 
son muy importantes. Allí donde éstos no existen, las protestas sociales […] son mucho más 
intensas” (Gudynas, 2009: 211). 
Sin embargo, si se impone un régimen autocrático-clientelar cuya cúspide reside en la 
administración de la compañía desde donde se parten beneficios selectivos y se subordinan 
autoridades comunitarias, a su vez pueden reproducir esta lógica sobre el resto de la comunidad 
(Garibay, 2010). De esta forma se ha logrado “la gestión de la gobernabilidad”. El despojo 
capitalista encuentra un campo amplio de posibilidades cuando se debilitan o desgarran loslazos comunitarios sociales, cuando se fractura la cohesión social y de esta forma logra extender 
esta misma lógica donde antes no existía. El control del capital sobre los territorios y sus 
poblaciones se basa en un poder que va configurando formas de ver, sentir y experimentar el 
mundo –se configura lo ontológico– aunado a los sentidos de adaptación, representación, 
deferencia, resignación y miedo como parte de una estrategia de producción de subjetividades 
dóciles (Machado, 2009). 
El “disciplinamiento y la normalización” busca moldear a las personas y las subjetividades de 
quienes habitan los territorios. Funciona como un mecanismo de mayor sofisticación y sutileza. 
Consiste en la aceptación de beneficios a través de programas o proyectos sociales de empresas 
y gobiernos los cuales son considerados procesos de alienación y fetichización como estrategias 
de reproducción de la sociedad capitalista con el objetivo de inhibir el movimiento dialéctico de 
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negación contra el capital, así como los impulsos de autodeterminación social. En particular, “se 
combate a los grupos indígenas y campesinos con racionalidad pragmática, acusándolos de 
impedir el desarrollo y generar perjuicios para todo el país” (Gudynas, 2009: 206). 
No sólo se les extrae de sus medios originarios para su sostenimiento, son despojados, 
arrinconados y masacrados ante cualquier acto de resistencia. En este caso se habla de una 
“represión” aplicada a partir de violentos despliegues de las fuerzas de seguridad estatal bajo la 
justificación de que las luchas en defensa de la vida y los territorios amenazan la seguridad 
social. En otros casos, esta misma violencia se producen también a partir de enfrentamientos 
dentro de las propias comunidades. El terror estatal puede ser abierto o clandestino. El primero 
ocurre cuando el Estado asume abiertamente la responsabilidad del acto represivo 
fundamentado en escarmentar y desestimular acciones consideradas contrarias a sus intereses; el 
segundo, cuando se ejercen mediante diversos aparatos represivos –ejército, policía, grupos 
paramilitares tolerados– al margen de la Ley y donde el Estado no asume ninguna 
responsabilidad, un acto estatal efectuado a espaldas de la sociedad (Figueroa, 1990). 
Las relaciones de dominación anteriores se encuentran en constante proceso de reelaboración, 
puesto que los antagonismos de las clases sociales subalternas y sometidas no dejan de expresar 
su descontento. En muchos casos, no dejan de articular su energía contra las formas variadas de 
agresión. Los antagonismos de clase forman parte del constructo de la hegemonía estatal, no 
sólo en los espacios y sedes físicas de los aparatos de Estado o en la cabeza de sus dirigentes, 
sino también en las luchas de los oprimidos y subalternos desde tiempos inmemoriales (Roux, 
2005). 
De esta manera se deja en claro la participación del Estado en el neocapitalismo, cuya nueva 
institucionalidad está fundamentada en un carácter corporativo para impulsar proyectos de 
desarrollo y explotación bajo la presión de empresas e inversores nacionales y trasnacionales, 
los cuales tienen una fuerte influencia sobre el procedimiento de aprobación de estos. Por otro 
lado, el Estado apela a la búsqueda del bien común como principal eje de interés para el impulso 
de ideales ligados al crecimiento económico: inversión, creación de empleos y la idea de 
desarrollo entendida como aumento de infraestructura y explotación de bienes. Y, en ese 
momento donde se aprecia un choque de proyectos, el Estado prioriza la racionalidad 
económica sustentada en la máxima ganancia individual por encima de las necesidades sociales, 
lo cual ha servido para justificar la privatización y el despojo en aras de garantizar la 
acumulación. 
4. El territorio para entender la desterritorialización 
Para comprender el proceso de desterritorialización, es necesario entender al territorio no sólo 
como un espacio físico sino también social. Desde la perspectiva político-jurídica, Lefebvre 
(1976) lo define como una interacción dialéctica de múltiples factores, de relaciones entre 
humanos, sociedad y el medio natural. Principalmente como un ambiente construido por las 
personas en el que intervienen factores políticos y económicos a través de reglas institucionales. 
Por lo que, en primera instancia, es el producto de una construcción social en el que se 
manifiestan las relaciones sociales. 
Se construye a partir de relaciones de espacio-poder en una dimensión espacial delimitada y 
controlada a partir de lo cual se ejerce un determinado poder político estatal (Haesbaert, 2011) 
Hacia el estudio de megaproyectos turísticos… / M.V. Massé, E.E. Vargas, A. Palafox, L. Zizumbo 
 
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donde su significado radica en una idea de apropiación y dominación. En este sentido, se 
considera un instrumento político intencionalmente manipulado en manos de un individuo, 
grupo o colectividad, de un poder o una clase dominante que en algunos casos representa a la 
sociedad en general y que estaría entonces al servicio de una estrategia proyectada. Su carácter 
y aplicación como tal serán definidos en función de las intencionalidades de quien lo manipule 
y sin duda con afectaciones en las relaciones sociales que lo componen. Para Godelier (1984: 
112), el territorio tiene que ver con […la porción de naturaleza, y por lo tanto del espacio, sobre 
el que una sociedad determinada reivindica y garantiza a todos o parte de sus miembros; 
derechos estables de acceso, de control y de uso con respecto a la totalidad o a parte de los 
recursos que allí se encuentran y que dicha sociedad desea y es capaz de explotar.]. 
De esto se destacan los sitios de resistencia ante la existencia de la falta de acuerdos entre 
individuos o grupos sociales dentro y fuera de estos. Los contradiscursos o la manifestación de 
desigualdades surge cuando los sujetos se niegan a reconocer y aceptar un poder hegemónico 
(Lefebvre, 1991). A estas visiones es importante agregar la dimensión histórico-simbólica, 
cultural e identitaria atribuida por los grupos sociales como forma de control sobre el espacio 
donde viven y, por último, una dimensión de carácter político-disciplinario como forma de 
apropiación y ordenamiento, es decir, de dominio y disciplina de los individuos (Haesbaert, 
1997). La perspectiva histórica y cultural predomina en mayor medida en aquellos espacios 
donde el territorio no ha sido atravesado por las relaciones de organización capitalista, de 
dominación y lucro y que por el contrario trascienden por las relaciones sociales comunitarias, 
formas de vida tradicionales sujetas al respeto por la vida. 
Así, el territorio comprende una zona geográfica bajo un tipo de control político que puede ser 
colectivo o privado. En ello intervienen aspectos legales y administrativos del ejercicio del 
derecho de autogobierno y autonomía, pero resulta imprescindible una articulación de lo 
político, lo soberano, lo administrativo y lo operativo de las comunidades con su espacio para la 
protección y reproducción de sus espacios de vida. Como ya se mencionó, cuando alguno de 
estos aspectos se debilita surge una vía eficaz para la penetración del capital (Toledo, 2005). 
Los aspectos histórico-simbólicos dan cuenta de una espacialidad socialmente construida 
vinculada a la identidad colectiva, es decir, un espacio social y culturalmente construidos que 
involucran medios materiales y simbólicos. Esto, es completamente distinto del espacio físico 
de realidades materiales u oficiales donde el grado de control sobre estos medios de existencia 
determina en buena medida la autonomía de la actividad humana con respecto al capital 
(Navarro, 2015). En pocas palabras cuando se tiene una fuerte identidad con el territorio, las 
posibilidades de penetración son menores. 
El territorio vinculado a las relaciones de poder significa un escenario de y entre conflictos 
comunitarios y lacapacidad de las relaciones sociales de imponerse sobre la dinámica de la 
naturaleza para su modernización. La acumulación de capital en el modelo actual neocapitalista 
y extractivista requiere forzosamente de espacios no lucrativos, tanto para la producción como 
para el consumo. Para ello, es necesaria la desintegración de las economías campesinas, así 
como las más diversas y primitivas formas de producción y organización social (Luxemburgo, 
1967), siendo fundamental el uso de dinámicas violentas y de despojo, como métodos 
constantes y aspectos esenciales del modelo hegemónico actual (Navarro, 2015). En el menor 
de los casos, la represión y en el peor el genocidio, que también trastoca la naturaleza. 
DISJUNTIVA-Crítica de les Ciències Socials, volum 1 núm. 2 
 
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La valorización territorial (Marx, 2008) ocurre tras la apropiación, al establecerse estructuras de 
producción de diversos géneros. Este proceso formaba ya parte de la acumulación originaria y 
que al expandirse desde los países de Europa hacia otros Estados-nación a través de la 
colonización, esclavitud, riqueza desigual, depredación, fraude, violencia y en general un 
sometimiento de los pueblos autóctonos; da lugar al desarrollo del capitalismo en una relación 
social internacional. Con esto, surge una especialización en la producción y con ello, divisiones 
territoriales conforme los bienes que cada nación posea en particular (Robert y Messias, 2009). 
En la actualidad, la apertura de mercados y su expansión, sigue siendo fundamental como parte 
de las estrategias de penetración del modo de producción. En este mismo proceso los mercados 
predominantes absorben otros que no han logrado acrecentar sus capitales, con la finalidad de 
integrarse al comercio mundial. En este sentido, la etapa neoliberal, deja ver una serie de 
políticas adoptadas por medio de leyes más flexibles, donde su principal simpatizante, protector 
y promotor es el Estado. Estas, se han concentrado en los mercados y capitales mundiales, 
replanteando contantemente el territorio como mercancía –entre otros bienes y servicios 
públicos– para la inversión extranjera. Entonces, no es sólo la expansión físico-geográfica del 
capitalismo, sino también la transformación de las relaciones sociales y políticas donde se 
asienta –reconfiguración del espacio social–a tal grado que puede trastocar todos los ámbitos de 
la sociedad (Brenner y Nik, 2002). 
La política privatizadora resultó ser una licencia para la explotación, el saqueo legítimo del 
territorio y la privatización de los medios de producción a través de simple pillaje, especulación, 
abandono de los pueblos y agotamiento. Como indican Brenner y Nik (2002) y Bourdieu 
(1998), el neoliberalismo –entre otras cosas– es un programa de destrucción metódica de 
colectivos sociales. En tanto lo anterior, los países del sur continúan en el papel de proveedores 
de materias primas y los del norte de productores mundiales. Cayendo con esto en cuenta una 
forma de fetichización de las relaciones económicas internacionales como aspectos positivos 
para el desarrollo nacional y el bienestar social. 
Por lo tanto, la reconfiguración del espacio se ha ido legitimando a través de reformas 
constitucionales donde se declara el fin del reparto agrario, la anuencia para convertir la 
propiedad social –comunal y ejidal– en propiedad individual, así como el impulso de programas 
de certificación y medición para la tenencia de la tierra (Concheiro, 2014). Lo anterior hizo 
posible la participación del capital privado en la compra-venta, asociación y arrendamiento de 
las tierras colectivas, bajo el argumento de ayudar a capitalizar e incrementar la productividad 
de las actividades agrícolas. 
Desde esta lógica, se promovió una política agropecuaria de modernización de la infraestructura 
productiva y de comercialización para aumentar la competitividad internacional, captando la 
atención de diversas empresas privadas del ramo agropecuario. Las reformas al artículo 27 
constitucional y la Ley Agraria, terminaron por detonar un desmantelamiento progresivo de los 
sistemas de producción y comercialización de productos básicos, dando por finalizada una 
generación campesina (Salas, 2013). 
Así, al ser el mercado el principal medio para el desarrollo del capitalismo, el territorio ha 
adquirido la propiedad del intercambio, es decir, se ha cosificado para poder ser integrado a la 
circulación internacional de mercancías a través de dos procesos importantes: a) el espacio que 
por principio era de propiedad social, pasa a ser reclamado por el Estado para su manejo, 
convirtiéndose en propiedad de “utilidad pública” en cuya adquisición llama la atención de 
Hacia el estudio de megaproyectos turísticos… / M.V. Massé, E.E. Vargas, A. Palafox, L. Zizumbo 
 
39 
 
indemnizaciones irrisorias o incluso no llevadas a cabo; y b) bajo la forma de propiedad 
particular adopta la característica del valor de cambio cuyo valor dinerario dependerá de sus 
posibilidades de generar ganancias. Ya sea mediante espacios construidos, por ejemplo, para el 
turismo, o mediante la especulación inmobiliaria. 
5. La desterritorialización, una forma de despojo capitalista 
La desterritorialización que se refiere a la separación entre las comunidades locales y su 
territorio, donde tienen enraizada su identidad cultural, organización social y formas de vida, 
representa la propiedad privada como una de las categorías fundamentales del capitalismo. En 
muchos casos, las tierras de las cuales son separadas pasan a ser reservas territoriales para 
después ser revalorizadas bajo la tutela del Estado (Robert y Messias, 2009) 
Esto, es explicado a través de la idea del “cercamiento de los bienes” en cinco procesos 
diferenciados (Navarro, 2015): a) la exclusión de las personas del acceso a recursos que hasta 
entonces habían sido de su uso y propiedad común; b) la creación de personas excedentarias o 
prescindibles al negarles el derecho de acceso a los recursos que las sustentaban; c) la creación 
de bienes de propiedad por medio del cercamiento de propiedades comunales; d) la sustitución 
de la diversidad que abastece necesidades múltiples por monocultivos que proporcionan 
materias primas y mercancías para el mercado y e) el cercamiento paralelo de las mentes y la 
imaginación como forma de progreso humano universal y no, de crecimiento de privilegios 
como derechos excluyentes de unos pocos, a costa de la desposesión y empobrecimiento de 
muchos (Shiva, 2006). 
Bajo estos postulados se transforma toda esfera social a una dinámica de relaciones sociales 
globalizada, es decir, no sólo cuantitativa sino cualitativamente respecto a los modos de vida, 
costumbres, tradiciones, hábitos, prácticas, organización, relaciones. Incluso, el mismo Marx 
planteaba que el capital como relación social, permite que el dinero se revalorice a través del 
trabajo asalariado, por lo cual el libre movimiento de este capital presupone también una libre 
movilidad del trabajador y con ello la destrucción de la organización social en apego a la tierra. 
Se da entonces una ruptura de los lazos sociedad-espacio común como parte del proceso de la 
economía de mercado donde la diversificación de comunidades-territorio desaparece (Polanyi, 
2009). 
Con base en estas aportaciones, Haesbaert (2011) explica la desterritorialización en un sentido 
más amplio de tres esferas particulares: económico, político y cultural. Apoyándose sobre la 
base de una explicación multifactorial busca comprender la separación de una sociedad respecto 
a su espacio como un fenómeno complejo. De ello define que [... está vinculada a la fragilidad 
creciente de las fronteras, en especial de las estatales (territorio político); también está vinculada 
a la hibridación cultural que impide el reconocimiento de identidades claramente definidas o un 
espacio de referencia para la construcción de identidades, prioriza la dimensión simbólica y más 
subjetiva como el producto de la apropiación/valoraciónsimbólica de un grupo en relación con 
su espacio vivido (territorio simbólico-cultural)] (Haesbaert, 2011: 31). 
La desterritorialización entonces como abandono del espacio y ruptura de la relación con y 
dentro de éste, es un proceso donde las comunidades locales son expulsadas de las tierras a las 
que pertenecieron, muchas veces de manera forzada bajo los métodos de la acumulación 
DISJUNTIVA-Crítica de les Ciències Socials, volum 1 núm. 2 
 
40 
originaria, viéndose en la necesidad de reincorporarse en el mismo espacio, pero con una nueva 
configuración territorial y reorganización social que depende de los intereses de producción que 
allí se establezcan. Estos intereses se basan en adaptar el territorio bajo condiciones que 
permitan relaciones sociales de poder sujetas a las formas políticas del Estado; agentes 
económicos tanto internos como externos; y mercados diversos que operan bajo la directriz del 
consumo, es decir, economía y política que permitan su integración a la circulación de 
mercancías, la extracción de ganancias, operaciones de inversión y explotación a través de 
nuevas formas extractivas del capital. 
En el análisis de la desterritorialización, se puede identificar una estrecha conexión con los 
fundamentos de la acumulación originaria, la reproducción ampliada, la acumulación por 
desposesión mediante nuevas formas neoextractivistas, caracterizadas por el engaño, la 
violencia, opresión, rapiña y dominación. Lo que el capital y el Estado en conjunto no 
consideran en sus procesos de desposesión, si se considera que el territorio es constitutivo de 
relaciones, vínculos y colectivos sociales, son aquellas afectaciones a la reproducción de la vida, 
que muchas veces incluso la amenazan y destruyen. 
Ambos, Estado y capital participan en la configuración del valor de uso del espacio; influyen en 
la organización social para reproducir la vida y son autores en la fragmentación de las 
actividades tradicionales, de la cosmovisión respecto a la naturaleza, las relaciones humanas 
entre ellos, la pérdida de identidad y la adquisición involuntaria ideológica de sus tradiciones a 
una nueva lógica de trabajo asalariado y consumo de mercancías. En otras palabras, resultan una 
amenaza a la subsistencia material-espiritual de las comunidades. En el sentido de dominación o 
apropiación del espacio, exclusión social y múltiples relaciones de poder, se puede afirmar que 
los objetivos o razones de ello pueden ser diversos y abarcar factores de orden económico, 
político y cultural. 
Precisamente Marx (2008) refiere la “desterritorialización económica” en el instante en que el 
productor es separado de sus medios de producción para convertirse en trabajador libre 
asalariado poseedor únicamente de su fuerza de trabajo. Esta dimensión implicó varios 
procesos: un grado de fragmentación y fragilidad en el campo del trabajo; expansión de una 
dinámica de concentración; la acumulación de capital a escala mundial; integración y 
cosmopolitismo generalizado que conforma un mercado mundial con flujos comerciales, 
financieros y de información cada vez más independientes del espacio específico; el capitalismo 
de acumulación flexible que debilitó las bases territoriales en la lógica de la localización 
estratégica de las empresas; y la circulación del capital de manera instantánea gracias a las 
tecnologías informáticas (Haesbaert, 2011). Estos procesos son componentes para configurar los 
procesos de desterritorialización a través de relaciones capitalistas. 
En vez de disminuir su importancia, el territorio muchas veces amplía su papel estratégico por 
el hecho de contener características atractivas para el capital e intensificar la diferenciación de 
las ventajas de un lugar específico. La desterritorialización desde este punto de vista económico 
está vinculada a los procesos de expropiación, precarización y exclusión introducidos en la 
lógica de la acumulación de capital por parte de quienes ostentan la globalización del 
capitalismo, la fluidez del capital financiero o la deslocalización de las grandes empresas que 
sólo sirven para ocultar una desterritorialización real (Haesbaert, 2011). 
Respecto a la dimensión de tipo política, está dada por dos ideas: “la política” y “lo político”. 
La política refiere el conjunto de las actividades propias de grupos concretos que detentan el 
Hacia el estudio de megaproyectos turísticos… / M.V. Massé, E.E. Vargas, A. Palafox, L. Zizumbo 
 
41 
 
poder, es decir, la clase política ubicada en el estrato más alto de la institucionalidad social 
(Echeverría, 2012). Ésta, aparece como un poder extraño y separado de la capacidad de 
autodeterminación que, en calidad del monopolio del Estado capitalista –forma política del 
capital–, se reduce a una competencia por mandar y gobernar, pero no el asunto común 
(Gutiérrez, 2009) sino alimentar la expropiación y transferencia reiterada del poder de lo común 
hacia lo privado. Lo político, es el carácter distintivo de la forma de reproducción de la vida; la 
capacidad de decidir sobre los asuntos de la vida en sociedad, de fundar y alterar la legalidad 
que rige la convivencia humana, la sociabilidad como una sustancia a la que se puede dar forma 
(Echeverría, 2012). 
Por ello, la desterritorialización junto a la enajenación de lo producido en el proceso de 
fetichismo de la mercancía va de la mano con la expropiación de capacidades colectivas de 
decisión y conducción de lo político, es decir, de la capacidad individual o grupal para 
determinar una actividad y poder político propios bajo el dominio de una soberanía abstracta 
(Navarro, 2015) o como lo refiere Echeverría (2012): la puesta en práctica de lo político 
pertenece al ejercicio de la política en calidad de monopolio. 
El despojo de lo político es entonces la expropiación estatal de las capacidades de 
autodeterminación social. Ello se traduce en el debilitamiento de las políticas que reconocían a 
las poblaciones comunales o ejidales –lo referido respecto al Artículo 27 Constitucional– en 
cuanto a sus capacidades de autogestión, decisión, apropiación y manejo de bienes, así como de 
la conducción de sus formas de organización social. Al respecto la recuperación y actualización 
por parte de las colectividades implicaría una desafiante disputa contra la política estatal 
(Navarro, 2015). 
El Estado como ejecutor de la desterritorialización, a partir de las reformas constitucionales 
sobre la tierra y con la finalidad de cumplir en esta funciones específicas 
(extracción/explotación de recursos, urbanización, industria, turismo), es también destructor de 
territorialidades preexistentes diversificadas y fundador de nuevos territorios, al seguir un 
patrón político-administrativo universal derivado de las necesidades económicas de capitales 
financieros y mercados mundiales (Haesbaert, 2011). 
La integración de la economía mundial a través de la producción internacional ha alterado la 
balanza de poder de los Estados en dirección a los mercados mundiales a través de la 
privatización neoliberal de industrias, servicios, comercio, tecnología e investigación; una 
mayor participación de las empresas nacionales en la distribución de la riqueza y el empleo en 
los países periféricos en comparación con el gobierno y sus programas de acción social; así 
también la disminución del papel estatal en la resolución de conflictos de interés. Estos aspectos 
en conjunto han llevado a transferir poder de los estados territoriales hacia las corporaciones 
trasnacionales no territoriales (Strange, 2009). 
Finalmente, la dimensión cultural siempre ha estado arraigada a los procesos de 
desterritorialización. Actualmente el Estado-nación se impone con una nueva reterritorialización 
universal y exclusivista como patrón del ordenamiento territorial globalizado, donde predomina 
un modelo económico y, por ende, político. El carácter simbólico de los lazos espirituales 
empieza a ser suplantado por las vinculaciones con el espacio materialde identidades externas. 
No sólo existe un desplazamiento material de las relaciones sociales tradicionales y 
comunitarias producto de una transnacionalización de bienes simbólicos y migraciones 
DISJUNTIVA-Crítica de les Ciències Socials, volum 1 núm. 2 
 
42 
multidireccionales sino también de significados construidos históricamente en estrecha 
correspondencia con el espacio físico y cuyos componentes naturales tienen un sentido de 
pertenencia para las comunidades originarias (Haesbaert, 2011). 
La vida comunitaria se ve debilitada como consecuencia de la evolución y globalización 
inevitable de una cultura moderna y posmoderna hegemónica cuyo dominio se asienta en 
comunidades trasnacionales, ciudades turísticas, industrializadas, urbanizadas y multiculturales 
con una ideología individualista y de consumo. A ello se suman las relaciones de poder de las 
clases dominantes junto a las “clases reinantes” dentro del Estado mexicano. 
Las tres dimensiones enunciadas, son producto de procesos históricos. En este sentido, Toledo 
(2005) identifica cinco fases que ayudan a comprender el origen y continuidad de las formas de 
despojo que sirven para comprender que esta dinámica se vigoriza en el neocapitalismo: 1) 
invasión a partir de la pérdida de la territorialidad política, soberana y sometimiento ante la 
colonia; 2) la desposesión y presión sobre la tierra para ampliar las fronteras agrícolas y 
ganaderas; 3) la presión extractiva sobre los bienes naturales (bosques, suelo, agua); 4) la 
intervención de los espacios con grandes obras e impactos negativos sobre el hábitat y los 
ecosistemas; y 5) la presión sobre los sistemas de conocimientos tradicionales y biodiversidad 
de los territorios. 
Asimismo, han sido tres los procesos subsumidos a un conjunto de políticas de despojo 
capitalista de los bienes comunes impulsados contra las comunidades rurales, campesinas e 
indígenas: a) el impulso de un nuevo sistema industrial agroalimentario y de bioenergía en 
manos de grandes trasnacionales a costa de la exclusión masiva de pequeños productores rurales 
y la desarticulación de las economías campesinas; b) un nuevo énfasis en las políticas 
extractivas para el control, extracción, explotación y mercantilización de bienes naturales 
renovables y no renovables de la mano del desarrollo de infraestructura carretera, aérea y 
portuaria para circular las materias primas extraídas; y c) el reordenamiento y crecimiento de las 
ciudades y de nuevas periferias sobre la base de los requerimientos del capital –impulso de 
megaproyectos e infraestructura– urbanizando zonas tanto productivas como no productivas y 
desarticulando el tejido social (Navarro, 2015). 
6. Las dinámicas de penetración, desterritorialización y acumulación para el estudio de 
megaproyectos turísticos 
La acumulación de capital a partir de un modelo turístico hegemónico requiere de dos procesos 
previos importantes, las dinámicas capitalistas de penetración y desterritorialización, donde se 
ven interrelacionados tres elementos fundamentales: capital, Estado y territorio bajo las 
conceptualizaciones aquí expuestas. A partir de estos elementos teóricos se construye una 
propuesta de análisis teórico-histórico que permita comprender y explicar el actual desarrollo 
del modelo turístico hegemónico de costa en México. 
El proceso de penetración implica una serie de transformaciones estructurales llevadas a cabo 
por los gobiernos periféricos en acuerdo con organismos internacionales, así como acuerdos 
trasnacionales, a través de la creación de instituciones, marcos normativo-jurídicos y 
capacitación de los cuerpos administrativos para dar paso a nuevas actividades económicas. Un 
ejemplo es la fuerte promoción de atracción de inversión privada extranjera para dar lugar a la 
llegada de oligopolios turísticos dentro del territorio para la oferta y gestión de los servicios 
Hacia el estudio de megaproyectos turísticos… / M.V. Massé, E.E. Vargas, A. Palafox, L. Zizumbo 
 
43 
 
turísticos encaminadas a la capitalización del capital mediante diversos sectores productivos: 
agencias de viajes, touroperadores, aerolíneas, cadenas y firmas hoteleras, empresas del ramo 
inmobiliario, entretenimiento y restauración, renta de autos. 
Y ya que la búsqueda de nuevos espacios para la expansión económica es parte de su 
constitución, se habla de una “nueva ruralidad” (Monterroso y Zizumbo, 2009), la cual consiste 
en la valorización del territorio dando nuevos usos a los espacios rurales. El paisaje se torna 
mercancía para obtener un tipo de plusvalía al poner el valor de cambio por encima del valor de 
uso, es decir, tierras que inicialmente son ocupadas en actividades productivas primarias para el 
autosustento y la reproducción de la vida o incluso espacios no productivos en su conjunto, van 
ahora encaminadas al disfrute, ocio, recreación y consumo. Pero además no es el disfrute del 
territorio tal y como está, sino que es necesario llevar a cabo una configuración de este, esto es, 
pasar de lo rural a lo urbano. Se da un nuevo valor económico al territorio que cumpla con 
ciertas características para poder desarrollar enclaves turísticos para la satisfacción de una 
demanda extranjera de mayor poder adquisitivo, las clases populares de los países 
primermundistas. 
Debido a la regla básica del capital –la maximización de ganancias–, éste busca establecerse 
donde de manera casi inmediata pueda iniciar el proceso de capitalización. Entonces se hace 
necesaria la intervención del Estado, único actor social que puede imponer proyectos privados 
como proyectos de la sociedad en general. Su actuación y participación desmiente los 
postulados de ser un ente aparentemente separado, autónomo y neutral de la lógica económica. 
Más bien es la representación política del capital necesaria para satisfacer las necesidades de la 
economía global. Y para ello, es necesaria una clase reinante al interior de éste educada bajo los 
mismos principios liberales y al servicio de estos, tal como se hace referencia a Miguel Alemán 
Valdés reconocido como el máximo promotor del turismo en México. Torruco (1988) muestra 
como efectivamente hay una continuidad de cambios en la Superestructura para la 
consolidación del turismo como política de Estado y por tanto actividad prioritaria dentro de los 
Planes de Desarrollo Nacionales. Así en sus funciones se encuentran la creación de marcos 
normativo-jurídicos e institucionales, establecer el orden social y crear las condiciones 
generales para la producción para los intereses económicos que convengan en apego al asunto 
de la competitividad. En otras palabras, preparar el terreno para la expansión capitalista. 
Los cambios más importantes han sido la adopción de una política para la atracción de capitales 
(Cordero, 2006); la creación de instituciones donde destaca el Fondo Nacional de Fomento al 
Turismo como organismo encargado de gestionar la venta y concesión de terrenos e incluso 
otorgar financiamiento para proyectos de desarrollo turístico, así como la Secretaría de Turismo. 
Aquí cabe mencionar la participación de otras instituciones que para algunos aparece de manera 
indirecta, pero habría que decir, lo hacen de manera directa. Una de ellas es la Comisión 
Nacional del Agua la cual otorga concesiones para la extracción de este importante líquido sin 
el cual sería inviable la operatividad de los servicios. También la Secretaría de Medio Ambiente 
y Recursos Naturales –máximo organismo encargado de la protección, conservación y cuidado 
de los bienes naturales del país– facultado para la validación de cualquier proyecto de desarrollo 
en territorio mexicano, ya sea turístico o de otra índole. 
Otras cuestiones importantes fue la reforma al 27 constitucional y la ley agraria y el 
debilitamiento de los estándares ecológicos establecidos en los denominados Planes de 
DISJUNTIVA-Crítica de les Ciències Socials, volum 1 núm. 2 
 
44 
Ordenamiento Ecológico Territorial. Estas accionesdefinieron un parteaguas importante 
respecto al manejo del territorio, lo cual significó quitar barreras para la explotación de los 
bienes naturales y dar acceso a nuevas formas de acumulación. Por un lado, la flexibilidad sobre 
la propiedad del suelo que consistió en dar fin al reparto de la tierra, al uso común de esta y 
permitir la propiedad público-privada y por otro, acondicionar los espacios geográficos 
estratégicos para la llegada de inversión privada. 
Así, los espacios geográficos estratégicos para el capital entran en una dinámica de 
mercantilización donde estos pueden ser vendidos a personas físicas o morales a fin de 
desarrollar un tipo de producción dirigida a los servicios turísticos. Aquí la existencia de 
poblaciones asentadas en ellos no resulta ser un freno. Se recurre a la desterritorialización –
como etapa de concreción de lo establecido en la etapa de penetración– para expropiar las 
tierras litorales mediante el despojo legalizado lo cual no sería posible sin la relación Estado-
corporaciones y, una vez que el territorio es apropiado será utilizado para los fines que 
convenga de sus intereses. 
Para describir este proceso, se retoma la propuesta de Haesbaert (2011) en tres ámbitos de 
análisis: político, cultural y económico. Lo económico muestra el cambio de un tipo de 
producción primaria para el autosustento: pesca, ganadería o agricultura como producto del 
trabajo en el campo, a una dinámica de producción de servicios para el consumo, es decir, se 
vuelven trabajadores “libres” bajo la forma del proletariado en las empresas operadoras de 
servicios turísticos, lo cual repercute directamente en lo cultural y lo político. El carácter 
simbólico de los lazos espirituales es suplantado por el espacio material de identidades 
primermundistas. Esto significa acabar con las tradiciones, costumbres y demás prácticas 
ancestrales dentro de una organización territorial colectiva en el campo y la ruralidad para 
imponer un modo de vida sujeta al trabajo asalariado, el consumo, la propiedad privada, la 
exclusión, el relego social y la explotación en el espacio urbanizado. 
En lo político, se expropia la capacidad colectiva de decisión junto con la organización social 
comunal o ejidal, sustituidas por la búsqueda del bien individual, bajo las prácticas de grupos 
que detentan el poder e impuestas nacionalmente por la clase política del país aprovechándose 
de la legitimidad de los aparatos de Estado, en la búsqueda de satisfacer la generación de 
ganancias, expansión de los mercados, monopolización, competencia y un lugar en la escala 
internacional. 
El Estado participa de maneras distintas para poder llevar a cabo la desterritorialización y 
finalmente permitir la reproducción-expansión del modelo capitalista y la diversidad de sus 
formas de acumulación. Por un lado, actúa mediante el uso del monopolio legítimo de la 
violencia ante la inconformidad social cuando existe un arraigo con el territorio. En otros casos, 
legitima sus accione bajo leyes o acuerdos con las poblaciones afectadas, normalmente a través 
de la creación de programas sociales muchas veces materializados en la forma de apoyos 
económicos. De hecho, la reducción de apoyo al campo ha generado una situación de pobreza, 
lo cual lleva automáticamente a los pueblos a buscar alternativas de subsistencia. Se incorporan 
en muchos casos a obras de construcción y operación de los turísticos. 
El Estado justifica la acción de despojo para la “utilidad pública” por medio de su 
institucionalización y mediatiza los antagonismos de clase a través de promesas sociales en 
materia de educación, salud, infraestructura o servicios. No hay que olvidar, los casos en que las 
autoridades comunitarias son subordinadas ante beneficios selectivos, reproduciendo una lógica 
Hacia el estudio de megaproyectos turísticos… / M.V. Massé, E.E. Vargas, A. Palafox, L. Zizumbo 
 
45 
 
a favor de agentes externos y contraria sobre el resto de su comunidad. Muchas veces esto 
fractura la lucha y defensa por lo común, cuya situación es aprovechada por el binomio Estado-
capital para imponer finalmente una organización social, regida bajo sus principios. 
Finalmente, las dinámicas de penetración y desterritorialización permiten el tercer momento, la 
acumulación –como reproducción simple y ampliada del capital–. Esta se ve materializada en 
los megaproyectos turísticos que dan continuidad al modelo hegemónico del turismo 
internacional que no sería posible sin la participación constante del Estado. Su fin principal: la 
generación de riqueza a partir de una inversión mínima, la especulación inmobiliaria, la venta 
de servicios –en este caso turísticos–, la explotación del trabajo bajo condiciones laborales 
precarias, la propiedad privada del territoriosy los medios productivos de la sociedad, así como 
la conformación de oligopolios para concentrar la oferta necesaria para el disfrute y con ello los 
ingresos generados. 
Sin embargo, el uso de bienes naturales y humanos que estos desarrollos requieren debido a sus 
magnitudes, amenazan tanto los espacios geográficos con alto valor paisajístico –costas, 
litorales y playas– como las condiciones de vida de las poblaciones; donde la reconfiguración 
del territorio se hace ver en nuevas afectaciones en los ámbitos económico, político y cultural, 
derivado del proceso de desterritorialización y reconfiguración del espacio urbanizado. 
Tal es el caso de la oferta laboral con salarios mínimos, contratos temporales, largas jornadas y 
desprotección social, a las que pueden acceder las poblaciones desterritorializadas. En 
comparación con su ingreso mínimo y el costo para acceder por un lado a los medios de vida y 
por otro al disfrute de los servicios turísticos, se ven completamente excluidas del uso de los 
bienes que antes les pertenecían, tanto para el disfrute como para la reproducción de su vida, 
afectando los tres ámbitos en mención. Así, internalizan el trabajo asalariado, el individualismo 
y el consumo basado en promesas de un futuro mejor, en rompimiento de las relaciones 
hombre-naturaleza. 
7. Conclusiones 
El artículo revela las condiciones previas necesarias para comprender las formas de expansión 
de los megaproyectos turísticos en zonas de litoral y los cambios socioambientales en la 
relación sociedad-naturaleza, específicamente en territorios rurales. Se da mayor énfasis en las 
repercusiones sociales de tipo económico, político y cultural, a partir de la incorporación del 
campo al sector servicios bajo condiciones de exclusión, degradación e incertidumbre de sus 
escenarios de vida. 
Las categorías de análisis referidas –capital, Estado y territorio– inmersas en tres procesos –
penetración, desterritorialización y acumulación– surgen de la revisión teórica de distintos 
autores y posturas, así como de su aplicación en campo. Asimismo, invitan a la posibilidad de 
ser aplicadas a otros procesos productivos, lo cual será posible en la medida en que se haga una 
abstracción de los elementos antes mencionados, su interrelación y actuación a través de las 
diferentes fases en el proceso capitalista para comprender y explicar proyectos de distinta 
índole. 
Por otro lado, el esquema presentado de los procesos de penetración, desterritorialización y 
acumulación no debe limitarse a una forma lineal, sino que puede variar en un orden distinto. El 
DISJUNTIVA-Crítica de les Ciències Socials, volum 1 núm. 2 
 
46 
Estado en algunos casos legisla para después despojar, o primero recurre al despojo y después 
justifica esta acción, todo ello bajo diversos discursos internalizados por la sociedad, que 
legitiman y legalizan su actuar. Es decir, la relación dialéctica está siempre presente en la 
medida en que se plantee la apertura de nuevos mercados. Sin embargo, estas dinámicas estarán 
sujetas a un poder por encima de, en tanto se mantengan las relaciones de subordinación de 
sociedades más débiles por sociedades capitalistas. Tal es el caso de Méxicocuya colonización 
lo determina históricamente a dicha sumisión. 
La riqueza natural de las comunidades provoca la búsqueda constante del capital para imponer 
proyectos, bajo los cuales se reproduzca la plusvalía. No obstante, las repercusiones, tanto 
naturales como sociales, son evidentes. Por ello, la importancia de estudiar la imposición de un 
modelo hegemónico que impone formas productivas también hegemónicas como es el turismo 
internacional, el cual amenaza a las poblaciones originarias, indígenas, rurales y autóctonas, así 
como de sus territorios. 
 
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